USAR ILUSTRACIONES ADECUADAS Según la etimología del término, una ilustración tiene que clarificar. Si no conduce a una mejor comprensión del punto que se está tratando, o si la misma ilustración no es evidente, sería mejor omitirla. De otra forma, la ilustración tendería apartar la atención de la congregación del pensamiento central del sermón. Pero una ilustración apropiada, introducida en el momento adecuado y bien dicha, es un medio de lo máS eficaz para iluminar un texto o verdad, y para crear interés. Si, por ejemplo, el predicador está tratando acerca de la suficiencia de la gracia de Dios en el perdón de los pecados, podría citar versículos como 2 Corintios 5: 20-21 y Efesios 1: 7. Resulta entonces muy apropiado dar una ilustración como la que sigue: Un incrédulo, burlándose de un ministro que habíha ido a visitar a un moribundo que era notoriamente malo, le dijo: “¿Puede acaso una hora de arrepentimiento expiar una vida entera de pecado?“. No, dijo el hombre de Dios, pero la sangre de Cristo Si”
CERSIORESE DE QUE LAS ILUSTRACIONES SEAN CLARAS
Como hemos aprendido, el significado básico de la palabra “Ilustrar” es hacer claro o evidente. Una historia o incíDente que se cuenta en el sermón con el propósito de ayudar a la asimilación de alguna verdad, fracasa en su propósito si no explica o clarifica. Bajo tales circunstancias, una ilustración que pudiera, por otra parte, parecer importante o interesante sería mejor que fuera dejada de lado. Pero un ejemplo o ilustración bien elegido, que contribuya a la asimilación de una verdad, puede añadir mucho al valor del discurso
USAR ILUSTRACIONES CREIBLES
Las ilustraciones fantasiosas sólo sirven para desacreditar al ministro y para sugerir a la congregación que el predicador está dispuesto a exagerar, o que es lo suficientemente cándido como para creerse lo que es indigno de credibilidad. Incluso si la narración o los acontecimientos son ciertos, pero por una razón U otra no suena a cierto, el predicador debería evitar cuidadosamente su utilizaci6n en un serm6n. Si una ilustración ha de ser adecuada para su utilizaci6n, tiene que ser cierta y sonar a cierta. Tiene que llevar todos los distintivos de realidad y veracidad. En algunas ocasiones se puede usar un hecho aparentemente increíble para una ilustraci6n, en particular cuando se toma del reino de la ciencia o de la historia natural, y cuando el predicador puede dar pruebas adecuadas de la veracidad de sus afirmaciones. EXPONER ADECUADAMENTE LOS HECHOS DE LA ILUSTRACIÓN Una ilustraci6n que valga la pena contar, vale la pena que sea bien contada. Como regla general, no debiera ser leída. Como el serm6n, una ilustraci6n que se lee desde el púlpito pierde su impacto. Por ello, cuando alguien usa una ilustración, debiera cerciorarse de que conoce las detalles lo suficientemente bien como para contarlos con fidelidad. Si olvida u omite una o dos partes esenciales, puede hacer inservible la ilustración. Sin embargo, hay algunos casos en los que una ilustración contiene tanto detalle, que no le es posible al orador recordar todos los puntos. USAR ILUSTRACIONES RAZONABLEMENTE BREVES Una ilustración no debe ser tan destacada que robe al mensaje su importancia. Después de todo, el principal propósito de una ilustración es solamente el de clarificar. Por ello, como regla general, las ilustraciones no debieran ser largas. De hecho, algunas imágenes verbales son más eficaces cuando se cuentan de manera concisa. Pero, si es necesario usar una ilustración algo larga en una parte del sermón, sería prudente mantener a un mínimo otras ilustraciones en el mismo mensaje.
ACUMULACIÓN DE ILUSTRACIONES La conclusión del sermón como discurso
Algunas veces, en un momento de Llegamos ahora a la parte más difícil de un sermon: la conclusión. El iluminación, una notable idea viene a predicador debe esmerarse en preparar su conclusión con la misma la mente del predicador. Si no la efectividad que la introducción. La misma debe ser corta. No más de tres apunta en el acto, aquel pensamiento minutos. Debe escribirse en el bosquejo o notas. No debe leerse sino puede quedar perdido para siempre. memorizarse o decirse en las propias palabras del predicador. La lectura del ministro, su ruta diaria 1. La conclusión no debe ser abrupta. No debe tomar por sorpresa a la de visitas y contactos con personas, así congregación o audiencia. El predicador debe anunciarla. Es como un como su propio estudio de las Escrituras, le sugerirán también piloto que anuncia a la tripulación cuando va a despegar el avión y cuando numerosas ideas que puede se prepara para aterrizar. Cuando el predicador dice: “para concluir …”, desarrollar en eficaces ilustraciones. debe asegurarse de que está terminando. No hay algo que moleste más a En el curso del tiempo, el predicador los oyentes que esos predicadores que dicen, “estoy por terminar”, y descubrirá que está adquiriendo un terminan media hora después. estado de atención tal que ideas llenas 2. La conclusión no debe ser ocasión para pedir clemencia a la audiencia. de significado le asaltarán por todos Por ejemplo: “Hermanos, perdonen que no predique mejor, pero es …. lados. Si entonces preserva todo este Esto lo que hace es mostrar la incapacidad del predicador. material de una manera metódica, llegará a poseer un fondo valioso del 3. La conclusión no es para tomar la oportunidad de mencionar algo que que servirse cuando necesite una se le quedó al predicador. Lo que se quedó no hay que mencionarlo. ilustración apropiada. A fin de que Déjelo para otro sermón. A todos los predicadores siempre se nos queda esta acumulación de material pueda algo por decir, pero para eso tuvimos la oportunidad. llegar a estar rápidamente disponible, 4. La conclusión lleva el sermón a su clímax, lleva a una decisión de parte el predicador debería tener un sistema del oyente y da el último golpe. Las palabras empleadas deben ser bien de archivo sencillo, pero apropiado. precisas y al grano. Es aquí cuando el predicador da el “jaque mate” final. Referencias Bibliografica: 1)Robinson, H. W. (2000). La Predicación Bíblica: Desarrollo y presentación de mensajes expositivos (L. N. Sáez, Ed.) (51). Miami, FL: Editorial Unilit.