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ESTUDIOS DE TELEVISIÓN

Colección dirigida por Lorenzo Vilches J. Martín-Barbero y G. Rey

Después de medio siglo de debate, polémica y controversia en torno a


las consecuencias sociales, políticas, económicas y culturales de la tele-
visión, los lectores van a disponer por fin de una biblioteca plural de
televisión en lengua castellana. La televisión se transforma y se prepara Los ejercicios del ver
para compartir un siglo de promesas en el campo de la comunicación
y la cultura a través de nuevas y sofisticadas tecnologias. La colección Hegemonia audiovisual
Estudios de Televisión ofrece un espacio de debate y reflexión sobre
este mundo a los investigadores sociales, profesionales del medio y a y ficción televisiva
todos aquellos que de una forma u otra participamos en la inmensa red
que es la comunicación actual.

Otros títulos de la colección

ENRIQUE BUSTAMANTE
LA TELEVISIÓN ECONÓMICA
Financiación, estrategias y mercados

J. MARTÍN-BARBERO Y GERMÁN REY


LOS EJERCICIOS DEL VER
Hegemonía audiovisual y ficción televisiva

MILLY BUONANNO
EL DRAMA TELEVISIVO
Identidad y contenidos sociales

ROSA ÁLVAREZ BERCIANO


LA COMEDIA ENLATADA
De Lucil/e Ba/1 a los Simpson

PEDRO L. CANO
DE ARISTÓTELES A WOODY ALLEN
Poética para cine y televisión

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Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
I. Experiencia audiovisual y des-orden cultural
l. El «mal de ojo» de los intelectuales . . . . . . . . . . . . . . 15
2. Del malestar al des-orden cultural . . . . . . . . . . . . . . . 20
3. La modernidad de la televisión en América Latina . . . 28
4. Oralidad cultural e imaginería popular . . . . . . . . . . . . 34
5. Diseminación del saber y nuevos modos de ver/leer 40
Primera edición: octubre de 1999
II. Imágenes y política
©by J. Martín Barbero
l. El estallido del espacio televisivo . . . . . . . . . . . . . . . . 51
© byG. Rey
2. Los medios como actores sociales: cambios en su
©by Editorial Gedisa identidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Muntaner, 460, entr. 1•. 08006 Barcelona 3. Figuras de la democracia, metáforas de lo público . . . . 64
Tel. 93 201 60 OO. Fax 93 414 23 63
4. Visibilidad, guerra y corrupción: la información
correo-e: gedisa@gedisa.com
http://www.gedisa.com como relato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78

Diseño de la colección III. Narrativas de la ficción televisiva


Sebastián Puiggrós l. Matrices culturales y formaros industriales . . . . . . . . . 89
2. Los avatares latinoamericanos de la ficción televisiva . . 95
ISBN: 84-7432-753-9
Depósito legal: B. 40.299-1999
3. Del teleteatro a la telenovela: géneros televisivos
y modernidad cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Impreso por Romany<iNalls 4. Televisión y literatura: de la transcripción
Verdaguer, 1. 08786 Capellades (Barcelona) a la invención . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Derechos reservados para todas las ediciones en lengua castellana 5. El país como experimento audiovisual ............ 132
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, 6. Las narraciones televisivas en los años noventa ...... 139
en forma idéntica, extractada o modificada de la versión castellana de esta obra.
Notas ......................................... 145
_Impreso en España
Printed in Spain Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 3
Experiencia audiovisual y des-orden cultural
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1ti
fi y esa capacidad de mediación proviene menos del desarrollo tecno-
3. La modernidad de la televisión ' lógico del medio, o de la modernización de sus formatos, que de lo/
en América Latina que de él espera la gente, y de lo que le pide. Esto significa que es
imposible saber lo que la televisión hace con la gente si desconoce-
mos las demandas sociales y culturales que la gente le hace a la te-
levisión. Demandas que ponen en juego el continuo deshacerse y
rehacerse de las identidades colectivas y los modos como ellas se
alimentan de, y se proyectan sobre, las representaciones de la vida
social que la televisión ofrece. Cierto, de México hasta Brasil o Ar-
En ningún otro medio como en la televisión se hacen presentes gentina, la televisión convoca a las gentes como ningún otro me-
las contradicciones de la modernidad latinoamericana, al mismo dio, pero el rostro que de nuestros países aparece en la televisión no
tiempo que en la descentrada modernidad de la televisión hace hoy sólo es un rostro contrahecho y deformado por la trama de los inte-
crisis su modelo central, el de la modernidad ilustrada. Aunque la reses económicos y políticos que sostienen y moldean a ese medio,
prensa sea aún el espacio de opinión decisiva de los sectores dirigen- es también paradójicamente el rostro de nuestras pesadillas, de nues-
tes, ella representa sin embargo en nuestros países un medio inac- tros miedos. Es en Colombia, quizá como en ningún otro país de la
cesible económica y culturalmente a las mayorías. Y la radio, co- región, donde se ha hecho más visible la secreta complicidad entre me-
nectada a la oralidad cultural de estos países y habiendo tenido dios y miedos. Tanto el atractivo como la incidencia de la televisión
hasta los años setenta un rol decisivo en la mediación entre el mundo sobre la vida cotidiana tiene menos que ver con lo que en ella pasa
expresivo-simbólico de lo rural y la racionalidad tecno-instrumental que con lo que compele a las gentes a resguardarse en el espacio ho-
de la ciudad, está siendo desplazada de esa función por la televisión. gareño. Como escribí en otra parte: si la televisión atrae es porque la
Contradictoria modernidad la de la televisión en países en los calle expulsa, es de los miedos que viven los medios. Miedos que provie-
que la desproporción del espacio social que el medio ocupa -al me- nen, tanto o más que del crecimiento de la delincuencia, de la pér-
nos en términos de la importancia que adquiere lo que en él apare- dida del sentido de pertenencia en unas ciudades en las que la ra-
ce- es sin embargo proporcional a la ausencia de espacios políticos cionalidad formal y comercial ha ido acabando con los referentes en
de expresión y negociación de los conflictos y a la no representación, que se apoyaba la memoria colectiva, y en las que al normalizar las
en el discurso de la cultura oficial, de la complejidad y diversidad conductas, tanto como los edificios, se erosionan las identidades y
de los mundos de vida y los modos de sentir de sus gentes. Son la de- esa erosión acaba robándonos el piso cultural, arrojándonos al va-
bilidad de nuestras sociedades civiles, los largos empantanamientos cío. Miedos en fin que provienen de un orden construido sobre la
políticos y una profunda esquizofrenia cultural en las élites los que incertidumbre y la desconfianza que nos produce el otro, cualquier
recargan cotidianamente la desmesurada capacidad de representa- otro -étnico, social, sexual- que se nos acerca en la calle y es com-
ción que ha adquirido la televisión. Se trata de una capacidad de in- pulsivamente percibido como amenaza.
terpelación que no puede ser confundida con los ratings de audien- De otra parte, la televisión se ha constituido en actor decisivo de
cia. No porque la cantidad de tiempo dedicado a la televisión no los cambios políticos, en protagonista de las nuevas maneras de hacer
cuente sino porque el peso político o cultural de la televisión no es política, a la vez que es en ella donde el permanente simulacro de
medible en el contacto directo e inmediato, pudiendo ser evaluado los sondeos suplanta la participación ciudadana, y donde el espec-
1 táculo truca hasta disolver el debate político. 2 Pero espacio de po-
solamente en términos de la mediación social que logran sus imágenes .
Los ejercicios del ver Experiencia audiovisual y des-orden cultural
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der estratégico en todo caso: por la democratización de esa «esfera dernidad nacional es identificada con la sustitución del Estado por
pública electrónica», que es la televisión, pasa en buena medida la el mercado como agente constructor de hegemonía, lo que acabará
democratización de las costumbres y de la cultura política. Y tam- produciendo una profunda inversión de sentido que lleva a la cre-
bién estéticamente la televisión se ha vuelto crucial en Latinoaméri- ciente devaluación de lo nacional.
ca, pues está convocando -pese a las anteojeras de los negociantes y ¿Qué papel han desempeñado los medios y procesos de comuni-
a los prejuicios de muchos de los propios creadores- a buena parte cación a lo largo de ese proceso? La modernización que atravesamos
del talento nacional, desde directores y artistas de teatro y de cine entraña un fuerte cambio con relación a la posición que tuvieron los
hasta grupos de creación popular y las nuevas generaciones de crea- medios en la «primera» modernidad: la de los años treinta a cin-
dores de vídeo. En las brechas de la televisión comercial, y en las cuenta configurada por los populismos de Gerulio Vargas en Bra-
posibilidades abiertas por los canales culturales, regionales y loca- sil, de Cárdenas en México y de Perón en Argentina. En aquel pri-
les o comunitarios, la televisión aparece como un espacio de cruces mer proceso de modernización los medios masivos fueron decisivos
estratégicos con cierras tradiciones culturales de cada país: orales, en la formación y difusión de la identidad y el sentimiento nacio-
gesruales, escritas, teatrales, cinematográficas, novelescas, ere. nal. La idea de modernidad que sostiene el proyecto de construcción
En América Latina es en las imágenes de la televisión donde la de naciones modernas en esos años articula un movimiento económi-
representación de la modernidad se hace cotidianamente accesible a las co -entrada de las economías nacionales a formar parte del merca-
mayorías. Son ellas las que median el acceso a la cultura moderna do internacional- a un proyecto político: constituirlas en naciones
en toda la variedad de sus estilos de vida, de sus lenguajes y sus rit- mediante la creación de· una cultura y una identidad nacional. Pro-
mos, de sus precarias y flexibles formas de identidad, de las discon- yecto que sólo será posible mediante la comunicación entre masas
tinuidades de su memoria y de la lenta erosión que la globalización i: urbanas y Estado. Los medios, y especialmente la radio, se conver-
produce sobre los referentes culturales. Son entonces esos contra- ij tirán en voceros de la interpelación que desde el Estado transfor-
dietarios movimientos los que debemos explicitar y comprender. ¡j maba a las masas en pueblo y al pueblo en nación:' La radio en ro-
El primer movimiento es el que atañe al lugar de los medios, y ri dos, y el cine en algunos países -México, Brasil, Argentina- van a
en especial de la televisión, err la conformación latinoamericana de lo ¡; hacer la mediación de las culturas rurales tradicionales con la nueva
nacional. Constituidas en naciones al ritmo de su transformación en 1-! cultura urbana de la sociedad de masas, introduciendo en ésta ele-
1 «países modernos», no es extraño que una de las dimensiones más ij mentos de la oralidad y la expresividad de aquellas, y posibilitán-
1 contradictorias de la modernidad latinoamericana se halle en los pro- fi doles hacer el paso de la racionalidad expresivo-simbólica a la ra-
yectos de nación y en los desajustes con lo nacional. En los años ! cionalidad informativo-instrumental que organiza la modernidad.
veinte lo nacional se propone como síntesis de la particularidad [ El proceso que vivimos hoy no sólo es distinto, sino en buena
cultural y la generalidad política que transforma la multiplici- [¡ medida inverso: los medios masivos, cooptados por la televisión, se
dad de deseos de las diversas culturas en un único deseo de participar ~ han convertido en poderosos agentes de una cultura-mundo que
(formar parte) del sentimiento nacional. En los años cuarenra/cin-. ~ se configura hoy de la manera más explícita en la percepción de los
cuenta el nacionalismo se transmuta en populismos que consagran ¡; jóvenes, y en la emergencia de culturas sin memoria territorial, liga-
el protagonismo del Estado en detrimento de la sociedad civil, un· rJ das a la expansión del mercado de la televisión, del disco o del ví-
protagonismo que es racionalizado como modernizador tanto en:~ deo. Culturas que se hallan ligadas a sensibilidades e identidades
la ideología de las izquierdas como en la política de las derechas.l nuevas: de temporalidades menos «largas», más precarias, dotadas
A partir de los ochenta, por el contrario, la afirmación de la mo:..-~ de una gran plasticidad para amalgamar ingredientes que provie-
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Los ejercicios del ver Experiencia audiovisual y des-orden cultural
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neo de mundos culturales muy diversos, y por lo tanto atravesadas '


~ de vivir por los estilos de vida conformados desde la publicidad y el
por discontinuidades en las que conviven gestos atávicos, residuos ~ consumo, secularizan e internacionalizan los mundos simbólicos y
modernistas y vacíos posmodernos. Esas nuevas sensibilidades co- L G segmentan al pueblo en públicos construidos por el mercado.
nectan con los movimientos de la globalización tecnológica que es- De otro lado, la moderna diferenciación y autonomización de la
tán disminuyendo la importancia de lo territorial y de los referen- cultura sufre un segundo des-centramiento: esa autonomía se pro-
tes tradicionales de identidad. duce en Latinoamérica cuando el Estado no puede ya ordenar ni
Pero la devaluación de lo nacional no proviene únicamente de [ movilizar el campo cultural, debiendo limitarse a asegurar la liber-
las culturas audiovisuales y las transformaciones que la tecnología 'Í' tad de sus actores y las oportunidades de acceso a los diversos gru-
telemática produce en las identidades sino de la erosión interna que [ pos sociales, dejándole al mercado la coordinación y dinamización
produce la liberación de las diferencias, especialmente de las regiona- . de ese campo; y cuando las experiencias culturales han dejado de
les y las generacionales. Mirada desde la cultura planetaria, la na- 1: corresponder lineal y excluyentemente a los ámbitos y repertorios
cional aparece provinciana y cargada de lastres paternalistas. Mirada ¡. de las etnias o las clases sociales. Fuertemente cargada aún de com-
desde la diversidad de las culturas locales, la nacional es identifica- ¡, ponentes premodernos, la modernidad se hace experiencia colecti-
da con la homogenización centralista y el acartonamiento oficialis~ !; va de las mayorías latinoamericanas merced a dislocaciones sociales
k
ta. Lo nacional en la cultura resulta siendo un ámbito rebasado en ¡,, y perceptivas de cuño claramente posmoderno: efectuando fuertes
ambas direcciones. Lo que no significa que culturalmente haya de~ r desplazamientos sobre los compartimentos y exclusiones que lamo-
jado de tener vigencia: la de una mediación histórica de la memo- . dernidad instituyó durante más de un siglo, esto es generando hi-
ria larga de los pueblos, esa precisamente que hace posible la co~ bridaciones entre lo culto y lo popular y de ambos con lo masivo,
municación entre generaciones. f entre vanguardia y kitsch, entre lo autóctono y lo extranjero, cate-
Desplazada -no desaparecida- del espacio nacional, la diferencia [· gorías y demarcaciones todas ellas que se han vuelto incapaces de
en América Latina ha dejado de significar la búsqueda de aquella /· dar cuenta del ambiguo y complejo movimiento que dinamiza el
autenticidad en que se conserva una forma de ser en su pureza origi- I mundo cultural en unas sociedades en las que «la modernización
nal, para convenirse en la indagación del modo des-viado y des-centra- ~ reubica el arte y el folclore, el saber académico y la cultura indus-
do de nuestra inclusión en, y nuestra apropiación de, la modernidad: l: trializada bajo condiciones relativamente semejantes. El trabajo del
el de una diferencia que no puede ser digerida ni expulsada, alteri- r artista y del artesano se aproximan cuando cada uno experimenta
dad que resiste desde dentro al proyecto mismo de universalidad r que el orden simbólico específico en que se nutría es redefinido por
que entraña la modernidad. A esa doble tarea están contribuyendo ¡ el mercado, y cada vez pueden sustraerse menos a la información y
sociólogos y antropólogos que han colocado en el eje del análisis el l! la iconografía modernas, al desencantamiento de sus mundos auto-
doble des-centramiento 4 que sufre la modernidad en América Latina: ~ centrados y al reencantamiento que propicia el espectáculo de los
su tener que ver menos con las doctrinas ilustradas y las estéticas ~ medios». 5
letradas que con la masificación de la escuela y la expansión de las 1
1'
industrias culturales -y en especial de las audiovisuales- y por lo ¡
tanto con la conformación de un mercado cultural, en el que las ~
fuentes de producción de la cultura pasan de la dinámica de las co-~~
11, munidades o la autoridad de la Iglesia a la lógica de la industria y ·
1:
los aparatos especializados, que sustituyen las formas tradicionales ;

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