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Un saludo cordial para los señores del jurado, compañeros de la palabra y publico

en general.

Me pregunto: ¿qué es lo que ha hecho que esta escuela no sea sólo una
institución, sino una familia? Creo que puedo decir que el secreto está no sólo en
los valores que nos unen y el espíritu de equipo que nos distingue, sino sobre todo
en el vivo sentido de la solidaridad y el amor de Dios. Y es que fomentar espacios
para exaltar la unión familiar hace que como individuos valoremos a las personas
que nos rodea,
Y más hoy, donde el asfixiante clima de individualismo hace que muchos seamos
indiferentes, lo que hace necesario volver a empezar desde aquí desde la
hermandad, para redescubrir el entusiasmo de cuidar a los demás.

Los animo a que nos mantengamos firmemente unidos y sigamos fortaleciendo


estas raíces, para que sigan dando fruto en las situaciones actuales, porque no
basta con casarse; necesitamos matrimonios, por supuesto, pero también
necesitamos calor humano, una presencia cercana, una presencia tierna, padres
que estén presentes y nos enseñen desde niños a amar y ser amados, ¿cómo le
pides a un niño que respete a sus compañeros, si tú en casa tratas de solucionar
los problemas con gritos y amenazas? Queremos niños obedientes, cuando los
adultos no respetan las filas en los bancos, queremos niños gentiles, cuando los
adultos son incapaces de pedir perdón, queremos jóvenes menos rebeldes,
cuando hay adultos promoviendo el odio, el aborto y la muerte.

Todos los humanos necesitamos nutrirnos de servicio a los demás y tener


sobredosis de empatía, pero lo más importante es vernos como lo que somos,
hijos de Dios, no compararnos, ni mucho menos valorarnos por nuestro color,
raza, religión, orientación sexual y/o por nuestra condición física, debemos ir más
allá de los estereotipos y de los adjetivos, somos más que eso, somos como
porcelana, frágiles y quebrantables y necesitamos la protección y cuidado de
todos los seres humanos que nos rodea, debemos evitar cometer actos injustos en
el proceso de obtener lo que para nosotros es nuestro derecho, no busquemos
satisfacer nuestra sed de poder, bebiendo la copa de la indiferencia y odio,
debemos de conducir siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad
y honra, no debemos permitir que nuestras ganas de superación se degenere en
violencia. Termino con esta frase:
“No se puede promover la hermandad del hombre incitando al odio de clase”
William Boetcker.

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