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Según la Biblia, el pecado es una transgresión o violación de la ley divina establecida por Dios. En
el Antiguo Testamento, se describe como una falta de obediencia a los mandamientos y preceptos
de Dios. En el Nuevo Testamento, se habla del pecado como una falta de amor a Dios y a los
demás, y como una separación entre Dios y la humanidad.
Y se ha olvidado en pro de otros temas laxos como la identidad, inclusión, prosperidad, etc
La realidad depende de la interpretación sobre la misma que tengan los hombres, depende del
significado subjetivo que los individuos generen sobre la realidad. El mundo de la vida cotidiana
está establecido como realidad por los miembros que forman parte de la sociedad a través de sus
interpretaciones subjetivas.
Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más
que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que
se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los
ídolos. (Apocalipsis 2:19-20)
¿Y en severidad?
LA LEY ES UNA (UNIDAD) Algo leve vale por todo Pago es muerte (Santiago 2:10-11) (Mateo
5:21)
En la Biblia, se nos enseña que el pecado es inherente a la naturaleza humana y que todos hemos
pecado y estamos separados de Dios (Romanos 3:23). El castigo por el pecado es la muerte, pero
la gracia de Dios nos ofrece la salvación a través de la fe en Jesucristo (Romanos 6:23).
Creer en Jesús
La ley no salva Nos lleva a reconocer nuestra incapacidad Creer en Jesús y CONOCERLO
La Biblia también nos enseña que debemos arrepentirnos de nuestros pecados, pedir perdón a
Dios y esforzarnos por vivir una vida santa y justa en obediencia a sus mandamientos. A través de
la fe en Cristo y la ayuda del Espíritu Santo, podemos ser liberados del poder del pecado y vivir
una vida que honre a Dios
PERSISTIR:
Esfuérzate para poder presentarte delante de Dios y recibir su aprobación. Sé un buen obrero,
alguien que no tiene de qué avergonzarse y que explica correctamente la palabra de verdad.
(2 Timoteo 2:15)