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Todas las sangres

de Arguedas
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J
osé María Arguedas es el escritor más peruano. Y lo es porque en
sus novelas la profundidad de los Andes y la misteriosa cultura
indígena asoman como zorros. A cien años de su nacimiento, la
figura de Arguedas es la del gran reivindicador y unificador de esas
dos mitades del Perú, la rural y la urbana, simbolizadas en su gran
novela Todas las sangres.
Desde niño fue cercano a los mitos y leyendas andinos. Atento,
escuchaba las historias que los lacayos le contaban y formaban los
sentimientos que terminarían inmersos en su obra. Los ríos profundos
es una primera entrada para conocer los conflictos internos que aque-
jaron toda la vida de Arguedas. La novela es el camino del primer
encuentro de su Andahuaylas natal con Lima, ciudad que quiso hasta
el final de sus días, pero que le causó terribles desventuras.
Gustavo Gutiérrez, amigo de José María, resume su obra y per-
sonalidad en su texto Entre las calandrias: “Arguedas es el escritor
de los encuentros y desencuentros de todas las razas, de todas las
lenguas y de todas las patrias del Perú. Pero no es un testigo pasivo,
no se limita a fotografiar y a describir, toma partido”.
En el Perú de hoy, en el que el partido de gobierno utiliza la inclu-
sión social como su buque insignia, la obra de Arguedas cobra más
vigencia que nunca. Fue un hombre que, si bien tuvo siempre presentes
sus orígenes y buscó reivindicarlos, también pudo valorar lo que la
gran ciudad y el mundo ofrecían. Lograr la inclusión social implica
romper con esa frontera cultural y económica que separa a los unos
de los otros, a los Andes de la Costa y de la Selva, y fue Arguedas uno
de los peruanos que más profundizó en esta ruptura.
A cien años de su nacimiento, Arguedas se ha convertido en un
héroe cultural. Los problemas del Perú penetraron su fuero interno
de tal manera que pudo retratar las desigualdades e injusticias en
obras que no pueden faltar en ninguna biblioteca de nuestro país. Es
un héroe porque las enormes brechas sociales que él sufrió y relató
con sinceridad siguen existiendo, aun cuando las cifras indiquen que
el país ha crecido económicamente. Desde Quehacer conmemoramos
los cien años de su nacimiento y lamentamos su ausencia, que dejó
en el Perú un vacío imposible de llenar. n

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