Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
NO NACIMOS PA´SEMILLA
(ALONSO SALÁZAR]
Y bien, alguien que sabía de estas cosas le aconsejó a Juan Manuel
Galán que llamara a Alonso Salazar y conversara con él. Alonso había
publicado ya No nacimos pa´ semilla (Cinep, 1990) Se necesita mucha
imaginación para hacer un libro con ese título, que es como de no
futuro. Para los colombianos el no futuro significaría alguna vez
algo como no nacimos para semilla y sin semilla no hay más vida, no
hay crecimiento. Alonso le planteó un punto impresionante a este
país, demostrando que los jóvenes, en Antioquia al menos, no tenían
nada que ver con los estereotipos y que tenían sentidos muy
distintos. Por ejemplo, cómo los jóvenes de las comunas tenían 3
culturas: una que venía de sus ancestros campesinos, esa tradición
cristiana paisa; una cultura que les había entregado la ciudad, que
era el tango, la salsa, el rock y el cine; y una cultura, que era
la última, que tenía que ver con la violencia terrible de los miles
y miles de desplazados del campo y abandonados en la ciudad y que
estaban disponibles para las guerras de las mafias. Alonso se metió
en psiquiatría cultural y planteó como estos niños actuaban desde el
desprecio por el padre (ese ser ausente o presente con maltrato) y
la idolatría a la madre (esa por la que todo se hace y vale).
su vida. Oigan bien, los jóvenes hacen de la muerte una de las claves
más expresivas de su vida. Primero, “haciéndola visible con barrocos
rituales funerarios”, estoy leyendo textualmente, “que forman
múltiples formas de recordación,
que van de marchas y procesiones, a grafitis callejeros y monumentos
y lapidas y collage y altares domésticos”. No es que ellos estén
obsesionados con la muerte, es que todos los días mueren jóvenes
como ellos, de sus mismos barrios, de sus mismas calles, de sus
mismos parches, pero lo importante es que frente a la imagen
machaconamente acusada de frívola y vacía aparecen practicando
verdaderas ceremonias colectivas de duelo y de recordación, por más
heterodoxas y excéntricas que ellas sean. Eran ceremonias de
recordación de los muertos, de los caídos en batalla. La gente quiere
vivir, pero vivir es una guerra y cuando vivir es una guerra caen
muchos. Lo que constata Pilar es que lo que más recuerdan los jóvenes
son sus muertos, y lo hace en algún habla visual que no se limita a
evocar sino a convocar para retener de alguna manera la figura de
los muertos entre los vivos. Entonces ponen a los desaparecidos para
contar con ellos a la hora de emprender proyectos o aventuras
peligrosas, sus compañeros muertos se convierten en ángeles de la
guarda. Esos son los jóvenes efímeros.
LAS CIUDADANÍAS
JUVENILES
sido muchas cosas, han sido la mitad del imperio, han sido templos
de la industrialización. ¿Qué son hoy las ciudades? Pues, las
ciudades son el lugar de un engendro doble. Primero, nos enseñaron
que las culturas sobreviven si la gente conserva la identidad, tener
identidad es ser fiel a un lugar, es saber de dónde viene uno, es
muy importante, “si tú no sabes de dónde vienes nunca sabrá para
dónde vas”, eso dijeron las abuelas, siglo tras siglo tras siglo; o
sea, la clave para ser un ser vivo humano es saber que tengo una
identidad, una, no una y media, ni cuatro ni dos, o
cinco, solo una. Y ese uniforme identitario ha sido la base de todos
los fascismos y todos los nacionalismos. Fue un amigo antropólogo
que había estudiado en Inglaterra, el primero que me dijo “Jesús,
hoy en día las identidades son móviles”. Los ingleses acuñaron un
sintagma muy duro, moving roots.
La pertenencia no es algo que tiene que ver conmigo, tiene que ver
con formas de fiarme de los demás, de fiarme de los otros, esto es
lo que significa ciudad, una ciudad no persiste solo con leyes que
se imponen, una ciudad existe porque existe gente que se siente bien
estando junta. Evidentemente, esto quiere decir que la gente hace
que la otra gente se sienta bien, es lo que llamamos sociedad. Hacer
que el que venga de afuera se sienta bien; yo me siento bien porque
mucha gente se siente bien conmigo. Esto es la base mínima de la
confianza, la base humana de la convivencia es la confianza, si no
hay un mínimo de confianza no es posible. Si yo no me fío de mi papá,
y si mi papá no se fía de mí, la casa es un infierno. La confianza
JÓVENES: UNA CIUDADANÍA DE RAÍCES MÓVILES-JESÚS MARTÍN BARBERO
Entonces, ciudad hoy significa tener raíz, pero raíz móvil, raíces
que caminan. Una expresión bien bella, “raíces que caminan”, la
imagen que se me viene a la cabeza es la de miles de millones de
inmigrantes del mundo. En el Mediterráneo la cantidad de pequeños
navíos con 500 personas que se han ido al fondo del mar en los
últimos meses, y ni nos enteramos. 500 africanos, la inmensa mayoría
jóvenes, que se ahogan en el Mediterráneo intentado llegar a Italia,
llegar a España, llegar a Grecia. Y esas son las ciudadanías
juveniles, esas móviles, esas que caminan, esas semillas que se
mueven.
Una mujer maravillosa, María Teresa Uribe, también paisa, que estudió
y trabajó en la Universidad de Antioquia, escribió, hace muchos años,
que Colombia no tuvo en sus inicios sujetos modernos porque tuvo una
religiosidad que lo que enseñaba era que la clave de la mente era
la creencia, o sea, todo lo contrario de pensar con su cabeza. Para
ser ciudadano hay que pensar con su cabeza y aquí yo hago un llamado,
porque ni siquiera leyendo uno piensa con su cabeza, para eso
necesita saber escribir, pero no escribir para tareas, sino para su
vida. Paulo Freire se murió, pero sigue vivo y su vocación de adulto
era enseñar a escribir para que los viejos puedan contar su historia.
Un amigo que quiero mucho, Juan Fernando Melo, escribió en una
JÓVENES: UNA CIUDADANÍA DE RAÍCES MÓVILES-JESÚS MARTÍN BARBERO
Textos referidos
_BONFIL Guillermo (1990), México profundo: una civilización negada,
México, Grijalbo.
_Riaño, Pilar (2006), Jóvenes, memoria y violencia en Medellín:
una antropología del recuerdo y el olvido, Medellín, Universidad de
Antioquia.
_Salazar, Alonso (1990), No nacimos pa´semilla, Bogotá, Cinep.
_Uribe, Maria Teresa (2006), Las palabras de la guerra: metáforas,
narraciones y lenguajes políticos: un estudio sobre las memorias de
las guerras civiles en Colombia, Medellín, Carreta Editores,
Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia,
Corporación Región.