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VICTORIA OCAMPO: ESCRITURA, PODER Y REPRESENTACIONES

AUTORA: MARIA SOLEDAD GONZALEZ

TESIS PARA OPTAR AL TITULO DE MAGISTER EN CIENCIAS SOCIALES

MENCION: PROBLEMAS POLITICOS LATINOAMERICANOS

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

DIRECTORA: OLGA ECHEVERRIA

TANDIL,2017.

1
INDICE
AGRADECIMIENTOS……………………………………………………………p 4.

INTRODUCCIÓN ……………………………………………………….………..p 5.
CAPÍTULO I: CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS ……p 16.
1- El problema de investigación …………………………….…………………………… p 16
a) Los objetivos ….…………………………………………………………………………. p 18
b) El Tiempo histórico ……………………………………………..............…………….. p 18
2- Aproximaciones historiográficas ……………………………………………. ……….p 20
3- Tipo de investigación desarrollada ………………………………………... p 27.
a) Hipótesis …………………………………………………………………... p. 27.
b) Métodos y técnicas utilizadas ……………………………………………. p 28.
c) Las fuentes documentales ……………………………………………….p 29.

CAPÍTULO II: UNA RECONSTRUCCIÓN POSIBLE …………………p 33.


1-De lo notorio a lo más imperceptible……………………………………….p 35.

2-La configuración en el linaje………………………………………………..p 36.

3-El “ego” en la escritura: guardiana de la memoria………………………….p 56.

4- El “ego” en la red: el cumplimiento del mandato………………………….p 65.

CAPÍTULO III: LOS FUNDAMENTOS DE UNA CONSTRUCCIÓN


IDENTITARIA………………………………………………………………….p 77.

1- La cultura política liberal: Entre la corrección y la conciencia de su abandono….p 77

2- La igualdad como amputadora………………………….p.85.

3-Los otros………………………………………………….p 92.

4- Del anticomunismo al antifascismo………………………p 97.

CAPITULO IV: VICTORIA COMO CENTRO……..p 108.

1-Centro…………………………………………………….p 108.

2
2-De escritora a mecenas………………………………..p 110.

3-Mujer y poder………………………………………….p. 115.

4- En la muerte unidos…………………………………..p 118.

CAPÍTULO V: Patricia y soberana……………………………………p 123.


1-De los treinta a los setenta………………………………………………p 123.
2-La profecía auto cumplida……………………………………………….p 123.
3-Reconstruyendo a la patricia y soberana………………………………….p 127.
4- De “ser humano” a “mujer” en búsqueda de expresión……………………….p 130.
5-El voto femenino……………………………………………………………….p 142.
6-El feminismo…………………………………………………………………….p 146.
7-“Soberana” de las letras/ ciudadanía restringida en tiempos de la dictadura ……p 153.
8-La recuperación de Victoria Ocampo luego de su muerte……………………… p 158.

CONCLUSIONES …………………………………………………………….p 160.


FUENTES DOCUMENTALES ………………………………………p 163.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA …………………………………p. 164.

3
AGRADECIMIENTOS

Desde 2015 hasta hoy realicé este trabajo de investigación cuya fase final pude realizar
con mayor fluidez en el IEHS-IGEHCS. Esta tesis no hubiera sido posible sin la lectura
siempre atenta, los comentarios y sugerencias de la Dra. Olga Echeverría, quien ofició
como Directora, mi agradecimiento especial para ella.

Agradezco asimismo a las Dras. Lucia Lionetti y Yolanda de Paz Trueba cuyo
seminario de Doctorado en Historia "La cultura democrática, el espacio público y el
lugar de las mujeres en la conformación de la ciudadanía en Argentina y América
Latina en los siglos XIX y XX” fue esclarecedor en varias dimensiones tanto teóricas
como contextuales para pensar a mi objeto de estudio.

Gracias a las amigas siempre presentes.

Dedico este trabajo a Melina, Juana, Catalina y Bernardo, gracias por llenar de amor mi
vida.

María Soledad González.

Tandil, Julio de 2017.

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INTRODUCCION

Pero, aunque tratar de hacerlo legible y accesible a la investigación histórica es


reconocidamente difícil, sigue siendo una verdad histórica decisiva-verdad que los
historiadores ignoran por su cuenta y riesgo y en su propio daño- que gran parte del
pasado ha tenido lugar en forma subterránea, silenciosa y elocuente. (Gay 1992:20)

Este trabajo tiene como objeto de estudio a la intelectual argentina Victoria Ocampo, sin
embargo no se detiene sólo en su análisis sino que busca comprender a una clase y a una
cultura política.

Buena parte de nuestras influencias literarias y culturales- al igual que varios de


nuestros prejuicios- provienen, en muchos casos, de los parámetros de la alta cultura.
Nuestro país recibió el influjo hegemónico de una elite intelectual que consideró tener
entre sus muchas metas la tarea de educar al país. La figura de Victoria Ocampo es uno
de estos exponentes. Enlazada a la revista Sur y la editorial del mismo nombre, Victoria
es considerada hasta el día de hoy como una de las personalidades más destacadas de la
cultura argentina del siglo XX.

La primera cuestión que resuena en esta investigación es que Victoria fue una mujer, la
segunda no menos importante que fue una intelectual. Tercera cuestión Victoria fue
miembro de la elite porteña. Ahora bien, ¿cómo juegan esas tres cuestiones? Lejos de
los trabajos que rescatan la excepcionalidad de Victoria Ocampo como mujer intelectual
de la elite porteña, este trabajo buscará problematizar como jugaron en ella estas tres
cuestiones, ser mujer, ser intelectual y ser miembro de la elite. Dicho de otra manera
¿Qué significó para Victoria ser mujer? ¿Qué implicancias tuvo para ella ser una
intelectual? ¿Qué sentido le otorgó a ser miembro de la elite? Dentro de estos
interrogantes, ¿Qué motivó su agencia? ¿Qué nos muestra la figura de la directora de
Sur? ¿Por qué ocupó el rol de mecenas? ¿Qué elementos de su clase podemos rastrear a
través de los indicios que nos dejó su escritura?

Cuando nos remitimos a lo biográfico existe una amplitud de géneros discursivos que
tratan de iluminar, como lo sostuvo con lucidez Leonor Arfuch, el instante y la
totalidad. Atinar la mirada sobre el tratamiento de un espacio biográfico desde una
perspectiva transversal que realice una lectura cultural, simbólica y política de las
narrativas del yo (Arfuch 2010: 18) será uno de nuestros principales intereses al tomar el
caso de Victoria Ocampo. Entendiendo a las mismas como lo hace Arfuch como

5
análisis de la intertextualidad, la recurrencia, la heterogeneidad y la hibridación (Arfuch
2010: 17-18).

Los territorios textuales presente en la escritura de Victoria Ocampo dan cuenta de una
mujer obsesionada por trascender, de aquí su arduo trabajo en torno a los diez tomos de
sus Testimonios (1935-1977) y los seis tomos de Autobiografía escritos desde 1952 a
publicarse post mortem, y la escasa (o nula) narración que trasciende a su yo biográfico.

Producto de la posmodernidad y la crisis de los grandes relatos, las Ciencias Sociales


han recuperado en los últimos tiempos a los sujetos. Esto ha llevado entre muchas otras
cuestiones al abordaje de la subjetividad. Como dice Arfuch:

Consecuentemente con el afianzamiento de la democracia brotaba el democratismo de las


narrativas, esa pluralidad de voces, identidades, sujetos y subjetividades, que parecían venir a
confirmar las inquietudes de algunas teorías: la disolución de lo colectivo, de la idea misma de
comunidad, en la miríada narcisista de lo individual. (Arfuch 2010: 20)
Es decir, con la apertura democrática en 1983, se abre un nuevo período dentro de la
historia argentina donde la politización de la sociedad tuvo una creciente importancia
luego del oscuro periodo marcado por la última dictadura militar. Las transformaciones
sociales y políticas de este periodo impactaron en la Historia como en otras disciplinas
dentro de las Ciencias Sociales. Nuevos interrogantes, nuevos actores y nuevos
problemas permearon el campo disciplinar llevando a una Nueva Historia Política,
Social y Cultual. El impacto de la posmodernidad marcó sin dudas el fin de los grandes
relatos y de las grandes estructuras. La mirada sobre los individuos y la subjetividad
fueron los nuevos giros interpretativos del periodo abierto en los ochentas. La presencia
del feminismo y de los nuevos movimientos sociales donde las minorías pudieron
empoderarse significó la influencia de dichos movimientos y luchas en las Ciencias
Sociales, sumados estos a un importante nivel de lecturas y aportes teóricos.

De tal modo, asumimos una conceptualización de subjetividad entendida como los


modos de pensar, sentir y hacer constituidos e internalizados que son también
constituyentes de las cosmovisiones individuales y colectivas.

Ese contexto de desgranamientos, de disgregación de lo colectivo y de miradas


ampliadas-que se replica por estos días- ha sido junto con la influencia de las
renovaciones teóricas en las Ciencias Sociales una de las bases para pensar en esta
investigación a Victoria Ocampo. Desde el campo de estudios de lo sensible indagamos
sobre las sensibilidades, los pensamientos, sentidos y significados socioculturalmente

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formados, maneras de pensar, sentir y accionar corporizadas (Cabrera, 2014).
Indudablemente, las sensibilidades están condicionadas por procesos históricos,
pertenencias de clase, etc. Así, apuntamos a leer la práctica, la experiencia, en suma, el
carácter vital y constituyente de la subjetividad de Victoria Ocampo, es decir, qué fue
lo que “hizo” que fuera lo que fue, con lo que tenía, con lo que podía y con lo que
anhelaba, en interacción con las formaciones sociales y culturales en diversos contextos
temporo-espaciales particulares (Cabrera, 2014). El enfoque fenomenológico ha
valorado como imprescindible la consideración de la subjetividad en el estudio de la
personalidad. “Lo que dirige la conducta desde la óptica del individuo son sus
percepciones singulares de sí mismo, del mundo donde vive y de la significatividad que
las cosas tienen para é1” (Combs y Snygg, 1959:18).

Asimismo es preciso señalar que:

La experiencia subjetiva a cada persona le permite establecer predicciones o expectativas


respecto a su propia conducta. Y esto ocurre no porque el sujeto considere que al poder elegir
entre distintos cursos de acción está en posición de anticipar que hará en el futuro, sino porque
tiene la evidencia de que cree saber cómo se comportará en el curso del tiempo venidero, al
margen de decisiones arbitrarias y sin que esto implique un determinismo que excluya el
concepto de libertad. Esta predicción de la conducta se realiza con mayor facilidad si el sujeto
puede formular claramente sus necesidades y su visión del mundo en relación con esas
necesidades (Benjamin 1984 en Zumalabe 1990: 26).

Con Cornejo, Albornoz y Palacios, que recuperan buena parte de los aportes de los
especialistas, entendemos que el estudio de la subjetividad humana es aún un aspecto de
lo social difícil de mirar y de nombrar, pues al hacerlo nos vemos a nosotros mismos,
creados socialmente y creadores a su vez de lo social.

Implica asumir el desafío metodológico de volver a pensar el tema del "objeto de


investigación", pero también un desafío epistemológico, teórico y ético.

Es una temática que tiene también alcances políticos, pues no hay política, ni construcción de lo
social sin sujetos (individuales y colectivos). Se trata, por cierto, de un concepto en disputa, por
lo que se requiere un ejercicio de distanciamiento de la racionalidad científica dominante que
nos lleve a sensibilizarnos con la inestabilidad, con los movimientos de constitución de un
devenir incierto construido por seres humanos que el poder pretende mostrar como cerrado,
pues ‘el sujeto es siempre un campo problemático antes que un objeto claramente definido, pues
desafía analizarlo en función de las potencialidades y modalidades de desenvolvimiento’
(Zemelman 2010: 2). Las diferentes concepciones sobre subjetividad tienen consecuencias para
las posibilidades de acción política. (Cornejo, Albornoz y Palacio 2016: 122).

Asimismo es pertinente notar que: “El estudio de la subjetividad debe enfrentar las
dicotomías históricas del pensamiento occidental ‘como lo social-individual, lo interno-

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externo, lo afectivo-cognitivo, lo intrapsíquico-interactivo’” (González Rey 2000:19 en
Cornejo, Albornoz, Palacio 2016: 123).

La dicotomía entre los planos individual-colectivo es central para pensar la subjetividad,


y nos lleva a repensar los vínculos entre sujeto y objeto.

Para Zemelman, una de las principales dificultades en el estudio de las subjetividades es evitar
los dos grandes reduccionismos de las ciencias sociales modernas: el psicologicismo individual
que no considera los aspectos históricos y contextuales de los procesos de construcción de
sentidos y el estructuralismo social, que reduce toda formación subjetiva a la mera expresión de
procesos macro-históricos. La óptica de la singularidad contextualizada debe reemplazar la
visión clásica de un individuo rodeado por un medio social.

En segundo lugar, derivado de lo anterior, las perspectivas histórico-culturales se plantean


críticamente respecto a la lectura determinista, economicista y esencialista que sustentaron
algunas versiones del marxismo muy popularizadas durante el siglo XX, como puntualizó
Gramsci: ‘El postulado esencial del materialismo histórico, que asevera que toda fluctuación
política e ideológica puede ser presentada y expuesta como expresión inmediata de la estructura
(es decir, de la base) debe ser considerado en teoría como infantilismo primitivo, y combatido
en la práctica con el auténtico testimonio de Marx” (Gramsci 2005: 87, en Cornejo, Albornoz,
Palacios 2016: 123- 124).

Asimismo, más allá del rescate que varios autores, como Guattari o Castoriadis, hacen de las
dinámicas del inconsciente, se manifiestan críticos de la creencia de que la subjetividad ‘se
fabrica solo a través de los estadios psicogenéticos del psicoanálisis’, así como cualquier intento
de reducir los hechos sociales a mecanismos psicológicos e invariantes culturalmente. (Guattari,
1996: 21 en Cornejo, Albornoz, Palacios 2016:124).

‘En tercer lugar, la necesidad de abordar la contradicción aparente por un doble significado de
la palabra sujeto. Por un lado, el sujeto como sujetado a un otro por control y dependencia,
como constreñido a su propia identidad, a la conciencia y a su propio autoconocimiento
(Foucault). Por otro lado, el sujeto como agente, capaz de subjetivar su experiencia y sus
significados, como sujeto con capacidad de opción, que puede verse presionado por las
estructuras y a la vez, resistirlas en un espacio de posibilidad de acción.

En cuarto lugar, la categoría subjetividad permite abrirse al problema del estudio de lo


potencial, lo que aún no se ha constituido. Esto conlleva un rompimiento de la condición dada
de un objeto, por medio de destacar lo procesual de lo estructurado, mediante el énfasis de su
potencialidad. Zemelman lo plantea de la siguiente forma: ‘si el conocimiento social se plantea
la necesidad de viabilizar opciones para dar una nueva dirección a la historia, es preciso
reconocer, también, las potencialidades que se contienen de prácticas utopías y proyectos (…) lo
anterior implica reemplazar la relación presente-pasado (fundamento del conocimiento
explicativo) por la relación presente futuro (propia del quehacer político)" (Zemelman 1992b: 12
en Cornejo, Albornoz, Palacio,2016: 123- 124).

Como señalan los autores: “Se trata, en otras palabras, de pensar lo indeterminado, lo inédito
pero viable como desafío gnoseológico. Mirar los procesos subjetivos no solo cuando ya se han
objetivado, sino también y con todos los resguardos del caso cuando se están constituyendo”
(Cornejo, Albornoz, Palacios 2016: 124).

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Por ello, tendremos en cuenta la relación entre subjetividad y maneras de ser (habitus),
maneras de hacer (subjetivación), rituales y relaciones sociales.

Rosalie Sitman considera en el estudio que realizó sobre Victoria Ocampo y Sur que
Victoria dejó de ser sumisa y buscó su destino en 1929 cuando empezó a trazar junto a
Waldo Frank y Eduardo Mallea lo que sería la revista cultural más reconocida del país
para algunos y de América para otros, Sur. Aquí Sitman sostiene:

“Victoria Ocampo está por cruzar el umbral de su “cuarto propio”, a punto de invertir
en el oficio de la literatura el patrimonio de su familia y de su clase, en pos de su
autenticidad.” (Sitman 2003: 63).

La obra de Sitman- que sin dudas sirve para reconstruir buena parte de la vida de
Victoria Ocampo y de la revista Sur- no problematiza a Victoria Ocampo sino que
recoge casi al pie de la letra las palabras de ésta sin ponerlas en tensión. Al igual que
buena parte de los estudios sobre Victoria Ocampo este abordaje es una especie de
profecía autocumplida. ¿La acción en Victoria comienza sólo a partir de 1929? ¿Por qué
pensar que sólo en periodos de esplendor puede notarse la agencia de (una) esta mujer?
¿La sumisión era un rasgo anterior a 1929? ¿La acción comienza sólo con Sur? Pensar a
Victoria Ocampo de esta manera es individualizarla en exceso, no atendiendo a las
configuraciones relacionales de las que esta proviene, ni al análisis de su subjetividad y
de los mandatos familiares y sociales que sobre esta pesaron, ni de las herramientas con
las que esta contó para abrirse camino. Asimismo es restarle relevancia explicativa al
contexto que fines de los años veinte y comienzos de los treinta marcaron en las elites
en Argentina. Si bien es cierto que pesaba sobre Victoria un fuerte mandato familiar y
social, la misma pudo manifestar una capacidad de agencia mucho más notable que la
de cualquier otra mujer no perteneciente a su clase. Como sostuvo Jelin, las mujeres
tienen demandas y oportunidades diferentes según su clase (Jelin 1997). Al contrario de
lo que sostiene Sitman sostenemos que Victoria no cruzó jamás su (s) cuarto (s) propio
(s) no porque no pudiera hacerlo sino porque el cobijo de su clase era lo que permitía
sus corrimientos y desafíos en un marco de suma comodidad. La mención al cuarto
propio emulando a la escritora inglesa Virginia Woolf1 también es caer en un lugar

1
Adeline Virginia Stephen (1882-1941) toma el apellido Woolf de Leonard su marido. Perteneció al
grupo de Bloomsbury junto con escritores, intelectuales y artistas. Es conocida mundialmente por sus
obras La Señora Dalloway (1925), Al faro (1927) y Las olas (1931) que se convierten en parte de su obra
más selecta. Completan su obra cuentos y relatos. El ensayo Un cuarto propio (1928) se convierte en un

9
común, el de realzar esta relación tal como Victoria Ocampo lo hacía, tomando a
Virginia como referente y además como legitimadora de su rol como intelectual y como
mujer. Aunque Victoria siempre tiñó de características enaltecedoras, exacerbadas, a las
supuestas amistades con otros intelectuales de la época, creemos que estos argumentos
fueron utilizados en su provecho, como un mecanismo de legitimidad dentro del campo
intelectual argentino. El caso de Virginia Woolf es uno de estos, donde Victoria enlaza
la lucha de esta última por el lugar de las mujeres en la literatura como un argumento de
peso en su propio posicionamiento. La obra de Woolf “Un cuarto propio” fue bandera
en las estrategias discursivas de Victoria Ocampo en pos de la lucha de las mujeres y la
literatura. En una carta de 1934 a Virginia, Victoria dice “Al defender su causa,
defiendo la mía”2. Lo interesante de dicho escrito es que al analizar su borrador presente
en dicha publicación se observan cambios en los términos que utiliza. El borrador
corregido por Victoria dice “Defendiendo su causa, es la mía la que defiendo”3. Estos
giros discursivos no son en ningún sentido inocentes, como no lo fue la escritura de
Victoria ni ningún tipo de escritura lo es. Tampoco podemos pensar que lo
autobiográfico es sólo una manera de complacer al yo, como dice Arfuch:

“Lo que está en juego, decisivamente, es la cuestión de la representación, su dilema:


como hablar- de los otros y de uno mismo- (…)” (Arfuch 2013:38).

¿Cómo articula Victoria Ocampo sus categorías de clasificación? ¿Qué lugares tenían
en estas las elites? ¿Qué lugares tenían las mujeres de las elites? ¿Qué lugares tenían las
mujeres de los sectores populares? ¿Qué rol se les adjudicaba en su discurso a los
sectores populares? Encapsulando las anteriores preguntas ¿qué peso tienen aún hoy las

hito ya que problematiza el lugar de las mujeres y la ficción denunciando públicamente que su nación
estaba dominada por el patriarcado. El ensayo se basa en dos ponencias de muy larga extensión leídas por
Virginia en la Sociedad de las Artes de Newnham y la Odtaa de Girton, ambos colegios universitarios de
la Universidad de Cambridge. Estos fueron los primeros colegios de Inglaterra que permitieron la apertura
e incorporación de mujeres. Cuando Virginia dio las charlas eran colegios donde iban exclusivamente
mujeres.
Victoria Ocampo conoce a Virginia en una exposición de Man Ray en 1934 en París y desde allí establece
contacto con la escritora inglesa. Más allá de este contacto real y de la influencia de la obra de Woolf
sobre Victoria que es indudable, esta tomó a la escritora inglesa como un mecanismo de legitimidad en el
campo intelectual alegando una profunda amistad con la misma. La problematización de la mujer sería
importante en Virginia ya que cuestionaba la dependencia económica desde un perfil más ligado a la clase
media en Inglaterra lo cual la diferencia- al igual que cuestionar el patriarcado- con Victoria Ocampo.
2
Victoria Ocampo, Testimonios Primera Serie, 1920-1934, Ediciones Fundación Sur, Buenos Aires,
1981, p 11.
3
Extracto de Victoria Ocampo, Testimonios Primera Serie, 1920-1934, Revista de Occidente, Madrid,
1935, p 14, publicado en Victoria Ocampo, Testimonios Primera Serie, 1920-1934, Ediciones Fundación
Sur, Buenos Aires, 1981.

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concepciones normativas de aquí emanadas en los imaginarios sociales de nuestro país?
Estas y algunas otras cuestiones serán claves a la hora de analizar a Victoria Ocampo
quien se posiciona en un tiempo histórico donde recurre al pasado, se resguarda en su
presente y se proyecta a futuro en un sentido de marcada trascendencia -ya que la mayor
parte de su producción fue autobiográfica- asimismo deja el expreso pedido de que su
Autobiografía fuese publicada después de su muerte. En Autobiografía puede notarse la
existencia de un sujeto por encima de la escritura. Como apuntó de Man la prosopopeya
consiste en la sustitución de la muerte a la vida o del sujeto pasado-muerto- al sujeto
presente- vivo- que lee (Topuzian 2003:269-270). Sylvia Molloy señalaría:

“La prosopopeya, se ha dicho, es la figura que rige la autobiografía. Así, escribir sobre uno
mismo seria ese esfuerzo, siempre renovado y siempre fallido, de dar voz a aquello que no
habla, de dar vida a lo muerto, dotándolo de una máscara textual” (Molloy 1996: 11).

De esta manera Victoria se encarga de dejar bien en claro que quiere que de ella se diga,
cuestión que sus biógrafos y estudiosos respetan en su mayoría hasta el presente sin
mayores cuestionamientos.4

Unido a lo anterior se desprenden también otras preguntas: ¿Qué es un/a intelectual?


¿Cómo lo podemos relacionar con la política? ¿Qué ocupación hacen estos/as del
espacio público? Dentro de los abordajes de esta amplia temática, se han desarrollado
importantes debates. En algunos casos se los ha definido por sus funciones y saberes,
ligado a las clases sociales (Gramsci 1974) o como actores que deben tomar distancia
social para entablar la crítica al poder, como “conciencia de la humanidad” (Benda,
1980) .Otros aportes consideran a los intelectuales como productores de significados,
interpretaciones y discursos secularizados sobre el orden, no exclusivamente el orden
político sino, y sobre todo, acerca del orden cultural y social. Es decir, como creadores
que piensan y comunican ideologías que tienen un correlato político, aunque esa
relación no sea ni lineal ni necesaria (Funes 2006). En este trabajo usamos el término
intelectual en el sentido dado por Pierre Bourdieu (1993) quien presenta al intelectual
como un ser paradójico que no puede ser pensado como tal si se lo aprehende a través

4
Prueba de esto es la amplia producción de la Editorial Sur quien hace unos años viene revisitando la
obra de Victoria Ocampo rescatando sus cualidades como escritora y mecenas. Recientemente salió a la
luz Darse, publicación que realiza una especie de resumen de los Testimonios y Autobiografía de
Victoria Ocampo realzando la figura de Victoria como escritora y “promotora de la cultura”. Dice Carlos
Pardo (2016) en el prólogo de Darse “Victoria fue una ‘figura’ literaria sin obra. Sus mejores obras son
ella misma y la revista Sur” En C. Pardo (2016), “La vida copia a la literatura” (Prólogo) de Victoria
Ocampo, Darse, Autobiografía y Testimonios, Selección y prólogo de Carlos Pardo, Colección Obra
fundamental, Fundación Banco Santander-Fundación Sur, 2016, p 12.

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de la alternativa obligada entre autonomía y compromiso, entre cultura y política.
Asimismo, recuperamos su noción de campo intelectual como determinado por la
posición que ocupa en el interior del campo de poder. Tal como lo señala:
…la misma fe en la irreductibilidad de la creación y en la autonomía absoluta de las preferencias estéticas
impulsa sin dudas a atribuir un peso mucho menor a las tomas de posición políticas que a las estéticas,
omitiendo casi siempre la recolocación de unas y otras en el sistema respecto del cual se establecen y se
definen, o sea el sistema de las diversas tomas de posición en competencia recíproca (Bourdieu 1983:
16).

Por su parte, siguiendo a Dosse (2003) entendemos que la historia de los intelectuales
no puede limitarse a una clasificación a priori o una definición normativa sino que debe
atenderse a la pluralidad de estas figuras desde una mirada diacrónica y sincrónica.
Consideramos que los intelectuales crean y difunden cultura, en el sentido de símbolos
y palabras cargados de significado, Victoria es una educadora en un sentido amplio del
concepto. (Álvarez Junco 1993: 112)
Con respecto a la relación entre intelectuales y política, las investigaciones que tratan
esta temática son amplias. Para el caso latinoamericano pueden señalarse a manera de
síntesis dos ejes importantes de análisis: el rol de los intelectuales frente a la
construcción de la identidad nacional y el Estado (Funes 2006) y, por otra parte, las
causas y las consecuencias de la radicalización de la inteligencia latinoamericana en los
años sesenta (Gilman 2003).Asimismo, Flavia Fiorucci (2004, 2009 y 2011) analiza en
una perspectiva comparada el rol de los intelectuales durante los gobiernos de Getulio
Vargas y Juan Domingo Perón y, asimismo, explora un tema poco estudiado: el rol de
los intelectuales que adhirieron al peronismo. Con respecto a la relación de los
intelectuales y la política en nuestro país, en el marco de los años sesenta, Silvia Sigal
(2002) distingue entre esferas cultural y política y señala sus relaciones. A partir de esta
doble mirada accede, por un lado, a ver la relación entre campo político y campo
cultural y, por otro, a analizar la figura de los intelectuales como actores. En este
abordaje utilizamos una definición amplia de los intelectuales y la política que tal como
apuntó Héctor Ricardo Leis señala que: “…la historia de los intelectuales es la historia
de una relación entre la cultura y la política…” (Leis 1991:12).
A pesar de estas definiciones múltiples sobre los intelectuales es notable una ausencia,
cuando se aborda a los intelectuales se habla de varones, las mujeres quedamos por el
contrario atadas a la categoría de escritoras. Aunque luego de la apertura democrática
las mujeres fuimos recuperadas como sujetos por las Ciencias Sociales, la falta de

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abordajes en este sentido es notoria. Aunque existe un claro consenso implícito sobre
que las mujeres podemos ser también intelectuales, es decir pocos dudan hoy de esto,
sin embargo flotan en ese no-reconocimiento cuestiones de largo plazo. Nociones que
tienen que ver con a quién se considera sujeto y a quién no. El sujeto en tanto categoría
filosófica-política, surge teóricamente con la modernidad, y es el varón racional y libre.
(Femeninas 2012: 40).

Para los hombres la acción, la reflexión y la actividad exterior; para las mujeres, la
familia, los afectos y el mundo interior. Como sabemos, la cultura democrática nos dejó
fuera del espacio político, marcando una contradicción fuerte entre esta idea
universalista y los posicionamientos de varones y mujeres. A este respecto el
universalismo tuvo claramente su límite. En el siglo XX, más precisamente a fines de la
década de los cuarenta, Simone De Beauvoir tomó por primera vez a la mujer como
cuestión filosófica central. Desde una mirada atenta al proceso histórico, De Beauvoir
problematizó como la mujer fue tomada como lo inesencial, y el hombre como lo
esencial. “Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo Otro.” (De Beauvoir 2012: 18).
La obra El segundo sexo marcó sin dudas un hito trascendental en la problematización
de la mujer ya que sentenció que la inferioridad de la mujer se debía no a
determinaciones de índole natural, sino a un extenso proceso histórico donde el
patriarcado se había asentado como modelo dominante. La recepción de De Beauvoir no
fue inmediata en Argentina, Marcela Nari (2002) mostró precisamente los itinerarios
complejos de esa influencia. De igual manera Mónica Tarducci (1999) también buceo
sobre la recepción de El segundo sexo preguntándose si fue en los cincuenta o en los
sesenta y entrevistando a varias mujeres que habían sido parte de ese proceso.
Siguiendo con lo anteriormente dicho y sin querer detenernos en ese debate, lo cierto es
que más allá de las luchas sociales y las problematizaciones teóricas, las mujeres
seguimos atadas aún hoy a la idea de fragilidad, y asimismo en varios ámbitos
consideradas incapaces de lo intelectual aunque esa consideración no sea muchas veces
explícita. Se hace preciso recuperar las fortalezas y marcar las debilidades que los
estudios de género han manifestado al respecto. Quizás el mayor desafío resida en
profundizar sobre el análisis de las trampas de la igualdad y como sostuvo Mónica
Bolufer Peruga (2003) revisar la noción público-privado. Efectivamente hay presencia
de las mujeres en lo público, por tanto debemos darles historicidad, uno de esos casos es
el de Victoria Ocampo. Es enriquecedor retomar por tanto, los aportes de las Ciencias

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Sociales enfocándonos en un abordaje de lo cultural y las cuestiones intelectuales y
asimismo enfocarnos en las dinámicas relacionales. La Historia Intelectual indica un
campo de estudios que atraviesa límites para mezclarse con otras disciplinas, sus aportes
al conocimiento histórico y social permiten aproximarse a la dinámica cultural, social y
política de las sociedades a través del análisis de las significaciones en contextos
amplios.(Altamirano 2005). Esta se coloca en las instancias en que el contexto penetra
el texto (Palti, 2007) y da cuenta de las obras, los caminos y los itinerarios desde una
perspectiva diacrónica y sincrónica que interroga la vida de las ideas a través de un ida y
vuelta entre el pasado y las preguntas que planteamos al mismo desde el presente
(Dosse 2003). En la actualidad arribamos a un alejamiento de la Historia de las Ideas
con un abordaje que se basaba en los contenidos intelectuales hacia una Nueva Historia
Intelectual que se preocupa por las formas en que los pensamientos se articulan en
espacio y tiempo (Di Pasquale 2011). Sumados a los aportes que las Ciencias Sociales y
específicamente los estudios de género junto con la historia intelectual han realizado, es
preciso insertar a Victoria Ocampo dentro de una cultura política, Victoria representa no
sólo a una intelectual de la elite sino a una cultura política a partir de la cual también se
representa sobre la base de una cosmovisión. Entendemos cultura política tal como lo
hace María Sierra (2010) recuperando los aportes de la politología tal como lo han
hecho los historiadores de la política como Berstein (1992) y Sirinelli (1997) utilizando
el concepto politológico para el análisis de las sociedades pasadas, pero a su vez como
lo han hecho los historiadores de la cultura como Darton (1987) y Chartier (1992)
tomando una visión antropológica de la cultura, pasando del texto al contexto, y de
nuevo al texto, ese entrecruzamiento utilizado por Sierra será el que tomaremos en esta
investigación (Sierra 2010: 236- 237). En este sentido es preciso recuperar al liberal-
conservadurismo (Morresi 2011) y como este deviene primero en el antisfascismo5 para
luego convertirse -en ese pasaje complejo -en el antiperonismo (Nallim 2014). Victoria
nos permite analizar no sólo a su clase sino a una época, una cosmovisión y una cultura
política.

En las páginas que siguen se buscará poner en tensión las cuestiones antes mencionadas
y se focalizará para esto en tres momentos históricos: los años treinta, los años
peronistas y la última dictadura militar.

5
Al respecto pueden consultarse los siguientes trabajos: Pasolini (2005) y Bisso (2002, 2005 y 2007)

14
A pesar de su participación en la Unión Argentina de Mujeres en los años treinta y de
ciertos tratamientos que Victoria Ocampo realizó sobre las mujeres, consideraremos
aquí que su lucha no fue en post de un colectivo sino en su propio favor para ganar un
lugar central en la escena cultural de nuestro país y de esta manera asegurar la
hegemonía de su clase afectada por las tensiones y corrimientos que el contexto de los
treinta marcarían para las elites. De igual forma problematizaremos la idea de Victoria
Ocampo como “antifascista”. En este sentido trataremos de complejizar esta idea a
partir de la participación que esta tuvo en la Italia de Mussolini y asimismo viendo que
tintes adquirió este concepto en nuestro país de cara al peronismo. Para finalizar,
indagaremos sobre la incorporación de la directora de Sur en la Academia Argentina de
Letras durante la última dictadura militar, como modelo de mujer del gobierno militar.

De tal modo, y siguiendo a Zemelman (2010), entendemos que:

… el problema de la subjetividad está íntimamente relacionado con cuestiones básicas del conocimiento
social, por lo tanto, para estudiarla es necesario partir por problematizar lo que se entiende por realidad
sociohistórica. Ésta se concibe como una construcción humana, como tensión dinámica de múltiples
proyectos posibles de materializarse. No es una condición externa al ser humano, no existe por sí misma
con independencia del sujeto que la vive, sino que es una construcción de sentidos. (En Cornejo,
Albornoz y Palacios 2016: 124).

15
CAPÍTULO I: CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

1- El problema de investigación
La presente investigación pretende realizar una aproximación al análisis de la
intelectual argentina Victoria Ocampo a partir del abordaje de género y clase, desde
una doble perspectiva, es decir estudiándola en su entramado relacional y de género,
pero también apuntando a vislumbrar las representaciones sobre lo popular y sobre
las mujeres esbozadas por ella. Se buscará, asimismo, alcanzar una interpretación
de las nociones que esta esbozó sobre sí misma y sobre su grupo de pertenencia. En
su caso, lejos de considerar a la identidad de género como un impedimento referido
a oportunidades y demandas, tomamos a esta como una estrategia para alcanzar
objetivos en el campo intelectual y fundamentalmente para abrirse camino y
consolidar poder dentro de su clase. Sustentamos desde aquí la idea de que sus
objetivos fueron de dominio y de poder más que de desarrollo intelectual.
Por su parte, trataremos de analizar a dicha intelectual en el marco de la elite a la
cual pertenecía, sucumbida, conmocionada por los procesos de cambios abiertos en
nuestro país y el mundo durante la primera mitad del siglo XX. Haremos especial
hincapié en un abordaje que analice a esta intelectual en el marco de las redes en las
cuales estuvo inmersa desde su infancia, las cuales resignificó a lo largo de su vida.
Asimismo daremos especial atención al análisis del “ego” dentro de dicha red.
Entendemos al mismo en interdependencia, no de manera aislada, en el marco de un
proceso, no de forma estática6. En este sentido no tomaremos a Victoria Ocampo
como una mujer en extremo libre e independiente de los marcos sociales tal como lo
han hecho la mayor parte de los trabajos que la han abordado como “genio y
figura”, tampoco aplastada por los constreñimientos sociales. Es este sentido,
Victoria no fue un individuo aislado ni las estructuras en las que se movió durante
toda su vida, abstractas, la metáfora configuracional es un camino posible de pensar
a esta mujer, a esta intelectual y es el que intentaremos no perder de vista en esta
investigación7. Como hemos señalado antes, abordaremos también (y quizás
centralmente) la cuestión de la subjetividad. Las perspectivas histórico-culturales
plantean desafíos de diversa índole: teóricos, epistemológicos, metodológicos y
axiológicos para el estudio y la comprensión de la subjetividad y de lo social.

6
Recuperamos aquí los aportes teóricos de Elias (1999 y 2009)
7
Véase Gribaudi (2007) quien recupera la obra de Norbert Elias. Asimismo Elías (1991, 1999 y 2009)

16
Asimismo, requiere de una reconceptualización de la racionalidad científica.
(Cornejo, Albornoz y Palacios 2016:124)
Será el análisis de las autobiografías lo que nos permitirá acceder al terreno de la
subjetividad, ya que es el lugar de producción de un discurso acerca del sujeto
(Topuzian 2003: 256). Como señala Durán López:
…esa lectura que los historiadores han proyectado sobre el género autobiográfico,
determinando en gran medida nuestra visión del mismo. Creo que las funciones que se han
atribuido a las autobiografías desde la historia son fundamentalmente dos: como almacén de
datos y como expresión de una personalidad. Por un lado, se ha aprovechado toda la
información contenida en las memorias de un determinado personaje como fuente de primera
mano sobre su historia personal y la de su tiempo: a eso le podemos llamar lectura
documentalista, que sin duda ha sido la más habitual, pero que es una lectura pobre y estrecha.
Por otra parte, los biógrafos y los lectores en general se han acogido al mito del yo expresado a
través de la reflexión íntima del individuo sobre su propia vida: a eso le podemos denominar
lectura confesional, y con ella se ha pretendido acceder a la verdad esencial y a la clave
psicológica del autobiógrafo a través de su testimonio directo. (Duran López 2002:165).

Lo cierto es que como marca el autor: “el presunto género de la individualidad, de la


autoexpresión del yo, tiende a reproducir vidas, actitudes y personalidades
notablemente gregarias” (Duran López 2002:183) Trabajar una autobiografía exige:
conocer procesos, contextos, personas a las que se alude, así como las intenciones
que motivaron la redacción. Las hay intimistas, pero también como en el caso que
nos ocupa tienen una pretensión justificativa, vindicativa, y no es producto
simplemente de un deseo o necesidad personal de escribirlas (Viñao 2007:5-6), sino
como una apuesta intelectual en sí misma que buscaba posicionar a su autora en un
campo cultural y en la historia de un país, la Argentina.
Aquí tomaremos a Victoria como una intelectual, esta consideración responde a la
omisión que la historia intelectual ha realizado sobre las mujeres, consideradas sólo
como escritoras. A pesar de los avances que la historia intelectual ha realizado en
los últimos tiempos, las figuras de las mujeres tienen en esta un rol secundario. Al
igual que los corolarios de la modernidad que ligaban a las mujeres a lo sensible, lo
pasional, lo emocional y al ámbito doméstico, mientras que los varones eran
sinónimo de racionalidad, no emotividad, ni sensibilidad, y figuras activas del
ámbito público, la historia intelectual parece replicar estos tópicos ya que la

17
mayoría de los abordajes de la misma, se hacen sobre intelectuales varones y las
mujeres reciben sólo el nombre de escritoras.8

a) Los objetivos

Con respecto a los objetivos generales de la presente investigación encontramos en


primer lugar la necesidad de reconstruir, a partir de la Historia intelectual, y atendiendo
al análisis de género y clase en las mujeres intelectuales de las elites, el lugar que
Victoria Ocampo tuvo en su grupo social y cómo, con qué estrategias intelectuales, pero
también políticas y sociales, se fue construyendo un espacio. Por su parte es central
analizar las identidades, subjetividades y representaciones de dicha mujer que
permearon sus interpretaciones sobre sí misma, sobre su grupo de pertenencia y sobre
los sectores populares y, especialmente, sobre las mujeres de los sectores populares en
el periodo bajo consideración. Asimismo ver las percepciones sobre la masculinidad y
sus lugares. Esto nos lleva a identificar los miedos, anhelos y deseos que impregnaron a
Victoria Ocampo en su interpretación de lo social y en sus actividades públicas y
privadas.
En función de los objetivos generales se desprenden los objetivos específicos que tienen
que ver con recuperar a través de las fuentes históricas el lugar de dicha mujer como
intelectual de la elite tomando en consideración su producción literaria, atendiendo a las
redes relacionales tanto a nivel nacional como internacional.

b) El Tiempo histórico

Con respecto al tiempo histórico, indagaremos en primer lugar sobre las


transformaciones que se produjeron en la sociedad argentina con bases en la década de
1880, el impacto del radicalismo en el poder, especialmente el yrigoyenismo y la
supuesta entronización en el poder de sectores advenedizos a la jerarquía social, la
crisis/fortaleza del liberalismo y el surgimiento del peronismo, ya que las mismas,
minaron los lugares centrales de las elites y perfilaron en estas y en sus intelectuales
reacciones que pueden rastrearse a través del análisis de las identidades, subjetividades
y miedos de dicho grupo social frente a las transformaciones más importantes de la
sociedad argentina durante la primera mitad del siglo XX. Ya desde inicios del gobierno

8
Pueden notarse como excepciones los trabajos de Lucia Lionetti (2014) y Paula Caldo y Sandra
Fernández (2014).

18
de Yrigoyen y sobre todo a partir de su segundo mandato, se perfilaban que esos
temores se materializaban en las prácticas. Muchos intelectuales desprestigiaron al
gobierno radical y legitimaron un gobierno de orden y respeto a las jerarquías
tradicionales. Aunque esta vertiente antidemocrática y antipopular fuera diversa, los
intelectuales de las elites tuvieron un protagonismo notorio, más allá, de las diferencias
“cierto aire de familia” les permitía pensarse como un nosotros. La movilidad social y la
visibilización de lo popular, los tenía alertas y los alentaba a aglutinarse9. Y esto fue
cada vez más notable a partir de la constitución de una “inquietante” sociedad de masas
y una deconstrucción de las jerarquías tradicionales.

El periodo que se abre en los años treinta marca más allá de la interrupción institucional
que significó el golpe de Estado de 1930, la vuelta de los sectores de elites al centro de
la escena social, política y cultural de nuestro país. Con esta vuelta a las políticas que
marcaron el predominio de las minorías, se retornó a los años del conservadurismo,
volviendo estos sectores a instalarse con tintes despóticos y autoritarios en el centro de
la escena nacional. En un contexto de crisis de un liberalismo históricamente fuerte, la
crítica a la democracia y a la política ejercida por los “incapaces” y el desprecio a la
“chusma” radical fue moneda corriente. De manera que el periodo que se abre desde los
años treinta refleja lo ya producido durante el yrigoyenismo y lo que se replicará luego
con el antiperonismo, las críticas a un líder de tintes demagógicos cuya actuación se
daba al margen de la constitución y la presencia de masas ignorantes e incultas.10

Precisamente en esos años es donde Victoria Ocampo, ingresa por la puerta grande en la
vida cultural argentina. Luego de la década del veinte donde realizó algunas
publicaciones que pasaron sin pena ni gloria, los años treinta marcan la creación de la
revista Sur y de la Editorial del mismo nombre, sus dos grandes logros en materia
cultural. Las actividades realizadas por Victoria Ocampo tienen tintes colonizadores y
civilizatorios que juegan en consonancia con un rol apropiado por las elites en ese
contexto y del cual esta no quería apartarse. En su rol como mecenas se adivina la
intencionalidad de resguardar el lugar que las elites habían ocupado desde 1880 hasta el
ascenso del radicalismo. Esto queda aún más al descubierto con el ascenso del
peronismo donde Victoria y los intelectuales de Sur se posicionan en su mayoría en las

9
Pueden consultarse los trabajos de Losada (2007, 2008 y 2012).
10
Al respecto puede consultarse Nallim (2014)

19
filas del antiperonismo -asociando peronismo a fascismo-y juegan la cruzada “por la
reconstrucción nacional” luego del derrocamiento del peronismo en 195511.

Asimismo el lugar que Victoria ocupó a partir de su incorporación en la Academia


Argentina de Letras12 en 1977 marca sin dudas el modelo de mujer que la última
dictadura militar quería para nuestro país, una mujer de la elite que siempre se había
manifestado como “apolítica” aunque sus posicionamiento demarcaran tintes políticos
en extremo. La aceptación de este lugar no hace más que coronar el camino que había
emprendido desde los años treinta.

2- Aproximaciones historiográficas

La inclusión de las mujeres en el relato histórico era a principios del siglo XX casi
inexistente. Las mujeres fueron abordadas por la historia desde nociones patriarcales o
destacando sólo a algunas mujeres, las mujeres patricias13 consideradas excepcionales y
complementarias, a quienes se les atribuían roles domésticos. Este marco de
excepcionalidad acentuó el anonimato de muchas resaltando solo el lugar de algunas
pocas.

Las mujeres han sido recuperadas como sujetos por la historia académica recién en los
últimos treinta años. La compilación de Perrot y Duby (1993) fue sin dudas precursora.
Para el caso de nuestro país, sólo luego de la última dictadura se comenzó a darles a
estas el rol de sujetos dentro de la disciplina histórica. Hasta mediados de los años
ochenta, los historiadores abordaron hechos políticos, sistemas económicos, políticos y
sociales, dándoles a las mujeres un rol secundario. Al respecto han sido precursores en
la incorporación de las mujeres en la historia los trabajos de las décadas de los ochenta
sobre el Partido Peronista Femenino de Bianchi y Sanchís (1988) y en los noventa los
trabajos de Barrancos (1991 y 1993). Aunque tímidamente, comienza a introducirse la
categoría de género, específicamente en el dossier sobre Historia y género del Instituto
de Estudios Históricos Sociales (1990) y en 1991 se realizan las Primeras Jornadas de
Historia de las Mujeres en Lujan. Para fines de los noventa, otro aporte fue el de
Lionetti (1999) sobre el magisterio femenino. En el año 2000 las investigaciones sobre
mujeres habían crecido, uno de los trabajos es la compilación de Fernanda Gil Lozano,

11
Ese lema queda plasmado en el número 237 de la revista Sur, de noviembre-diciembre de 1955.
12
La misma fue fundada por Uriburu en agosto de 1931.
13
Véase Carranza, A (1910).

20
Valeria Pita y María Gabriela Ini quienes realizaron un estudio profundo sobre las
mujeres en Argentina. Por su parte, los límites de la inclusión y las fórmulas de
exclusión fueron abordados por Barrancos (2002). En la actualidad los tópicos que se
siguen trabajando con mayor frecuencia son la construcción de la ciudadanía y el
asociacionismo femenino. Cuando analizamos la ciudadanía, encontramos un primer
problema, los ciudadanos activos comenzaron siendo una minoría, dada la exclusión
temprana de las mujeres en la modernidad. Las cuestiones de género y su relación con
las demandas ciudadanas son un eje muy importante para analizar ya que las mujeres
fuimos excluidas tempranamente del pacto de ciudadanía. Siguiendo a Giordano (2003)
“hacia principios del siglo XX se cristalizó una idea de ciudadanía cuya inteligibilidad
está en relación con la diferencia sexual. La perspectiva de género pone de relieve
aspectos usualmente soslayados por la historia política y social: la exclusión de la mujer
de la esfera de la igualdad civil” (Giordano 2003:2). En este sentido Becerra (2012)
buceó sobre la problemática ¿cómo es contada la ciudadanía por las mujeres?
Asimismo, recientemente se ha puesto el acento en el rol de las mujeres en la
independencia de América Latina(Guardia 2010 y 2014) Junto con la reactivación de la
historia política, se dio una reemergencia de la historia intelectual, que en buena medida
impulsó el desarrollo de la primera. El análisis de los lenguajes políticos y el
acercamiento a la historia conceptual prestando atención a las variaciones
terminológicas y semánticas, junto con el análisis del discurso han sido algunas de las
vertientes en este sentido14. Desde las nuevas perspectivas relacionadas con el análisis
de las significaciones, hay un área de investigación conectada con la historia política y
la historia intelectual, la historia de las elites culturales (Altamirano 2005). Con respecto
al análisis de las clases altas en la Buenos Aires de la Belle époque y de las elites en
Argentina se encuentran los abordajes de Losada (2007, 2008 y 2012). Más allá de las
fronteras disciplinarias, la historia intelectual buscar dar cuenta de las obras, los
caminos y los itinerarios desde una perspectiva diacrónica y sincrónica que interrogue la
vida de las ideas a través de un ida y vuelta entre el pasado y las preguntas que
planteamos al mismo desde el presente (Dosse 2003), con una notoria y precavida
vocación contextualizadora. Se percibe un alejamiento de la Historia de las Ideas con un
abordaje que se basaba en los contenidos intelectuales hacia una nueva Historia

14
Un análisis complejo de los principales aportes de la historia intelectual y cultural a la historia política
puede encontrarse en Echeverría y Lionetti (2006)

21
Intelectual que se preocupa por las formas en que los pensamientos se articulan en
espacio y tiempo. En este sentido los aportes de la lingüística, el psicoanálisis, la
hermenéutica, la antropología y la crítica literaria son herramientas conceptuales que
nos llevan a una interdisciplinariedad profunda. A pesar de la importancia de la historia
intelectual en nuestro país, poca atención se le ha prestado a la perspectiva de género,
una de las pocas excepciones es la de Echeverría (2000, 2002, 2005 y 2007) que analiza
la exclusión del género en el caso del escritor Carlos Ibarguren y otros intelectuales de
derecha. Menos aún ha sido abordada la interrelación de género y clase. Baste como
ejemplo señalar que en el IIº Congreso de Historia Intelectual de América Latina,
realizado en Buenos Aires en el año 2014, en ninguna de las 41 mesas hubo ninguna
ponencia que atendiera a cuestiones de género o abordara la biografía y/o obra de
ninguna mujer intelectual. En este sentido, faltan abordajes sobre la configuración de
identidades relacionadas con el rol de las mujeres en el entramado de las elites, y más
específicamente del rol de estas mujeres como intelectuales. La mayoría de los trabajos
que consideran el estudio de las mujeres y las letras lo hacen en tanto mujeres escritoras
(Batticuore 2005) desde una perspectiva de lo social y desde los estudios de género,
pero no las consideran como intelectuales. Una excepción se encuentra en el análisis de
Lionetti (2014) sobre la maestra normal Herminia Brumana, donde la autora considera a
esta como una intelectual y en el abordaje de Olga Cossettini realizado por Fernández y
Caldo (2014). Creemos que este abordaje dentro de la historia intelectual entrelazando
género y clase puede permitir un análisis de esta mujer de la elite como una intelectual y
asimismo una interpretación de las nociones que esta esbozó sobre sí mismas, sobre su
grupo de pertenencia y sobre lo popular y las mujeres de los sectores populares. Por esto
el análisis de género y clase se convierte aquí en primordial para un análisis de las
mujeres intelectuales de las elites en Argentina durante la primera mitad del siglo XX, y
sobre todo a la hora de abordar la construcción de identidades y alteridades,
transgresiones “permitidas”, exclusiones y categorías conformadas que aún anclan en
los imaginarios sociales. Conocer estos mecanismos perfilados por las mujeres
intelectuales de las elites completaría el análisis de las interpretaciones excluidas por la
historia intelectual y ayudaría a comprender algunos de los rasgos actuales de nuestra
sociedad.

No es casual que en esa intersección entre género y clase, en esos intersticios se


ubiquen las mujeres más relevantes de las elites que como intelectuales se arrogaron la

22
exclusividad de dicha tarea, entre ellas Victoria Ocampo (1890-1979). Sin embargo
desde la producción historiográfica no existen trabajos que hayan tomado puntualmente
a ésta como una intelectual. Existen biografías de la misma desde un tono heroico y que
consideran a la misma como disruptora en cuanto mujer (Schultz de Mantovani, 1979;
Meyer, 1981 y Vázquez, 1991), análisis que marcan su relación con la “oligarquía”
(Sebreli 1981), trabajos de su rol en la Revista Sur (King, 1989; Fiorucci, 1995 y
Sitman, 2003), y análisis de su escritura testimonial y autobiográfica15.Sin embargo,
existen análisis que realizan un cruce con la clase (Sarlo 1988) y entre feminismo, clase
y elite intelectual (Queirolo 2009) y que se acercan a nuestro análisis en cuanto a los
conceptos que abordan pero se distancian de nuestra propuesta en cuanto a que
consideran que la identidad de género en Victoria Ocampo le provocó más sinsabores
que éxitos.
Más allá de los riesgos de llevar a cabo abordajes específicos a partir de un caso, la idea
subyacente es articular esa especificidad con el contexto desde un análisis que permita
ver aspectos comunes y diferenciadores, matices, continuidades y rupturas que en
definitiva nos van a aproximar a los contenidos y las formas de la cultura del período.

Como dice Levy nos hemos quedado con modelos que tienen en cuenta una cronología
ordenada, una personalidad coherente y estable, acciones sin inercia y decisiones sin
incertidumbres (Levy 1989). En este trabajo nos proponemos seguir el camino inverso.
Como sostiene Sabina Loriga al contrario de la biografía como género literario, la
historia debe reconstruir una red social y cultural más vasta. La biografía como
instrumento de conocimiento histórico debe reemplazar la tradición biográfica lineal y
factual, debatir sobre problemas como la relación entre normas y prácticas, individuo y
sociedad, determinismo y libertad, racionalidad absoluta y racionalidad limitada. Como
apunta Levy la biografía es un lugar importante para abordar la libertad de que disponen
los agentes, pero también para observar cómo funcionan los sistemas normativos que no
están nunca eximidos de contradicciones. Siguiendo a Bourdieu pueden notarse los
elementos de determinación. El cambio puede advertirse cómo la suma de
interrelaciones infinitas entre biografía y contexto (Loriga 1996). Es por esto
indispensable reconstruir el contexto, esa superficie social sobre la cual el individuo es
una pluralidad de campos en cada instante (Levy 1989).

15
Bastos (1980); Molloy (1996); Salomone (1999); M. C. Vázquez (2001, 2015); Sarlo (1988 y 2007),
Viñuela (2004), Guardalá, (2009), Vélez (2006); Podlubne (2016) y Natalia Biancotto (2015) entre
otros trabajos.

23
Viendo nuestro caso replican las palabras de Collomer Pellicer:

“Lo normal es que cada individuo acepte el legado que le transmite la generación
anterior deseando variarlo más o menos según encuentre más o menos
posibilidades de construir sobre él un proyecto personal.”. (Colomer Pellicer 1995:
172.)
En este sentido la familia, debe entenderse como un concepto plástico, es decir, una
unidad de sociabilidad y agente de socialización que desde una perspectiva histórica
excede el concepto sociobiológico de ascendencia y descendencia para contener por
ejemplo, lazos de parentesco y elementos de la comunidad doméstica.

Retomando a Josefina Ludmer, Olga Echeverria señala que la familia es también una
forma o mecanismo ficcional que liga temporalidades y subjetividades en formas
biológicas, afectivas, legales, simbólicas, económicas y políticas (Ludmer 2002).
Asimismo retomando a Hassoun (1996) sostiene que para los miembros del entramado
familiar, construir el pasaje entre pasado, presente y futuro significa apropiarse de la
narración transmitida y hacer con ella un nuevo relato que los incluya y continúe con la
herencia de los antepasados. Esta búsqueda de legitimación a través de la propia
historia, y la de su familia, era reflejo de la disconformidad de las élites con el presente
que necesitaba justificar sus opiniones y legitimar su derecho al poder político
recurriendo a sus alegorías de prestigio (Echeverría 2009). Pero la batalla también debía
darse porque, caso contrario, la familia, su historia y el honor de los antepasados se
vería amenazado y defraudado.

Este es sin dudas el caso de Victoria Ocampo. A este respecto, un acercamiento al


psicoanálisis nos permite un acceso rico a los sentimientos, las angustias, las
necesidades y los anhelos, que son elementos a tener en cuenta cuando se analiza un
proceso y el rol jugado por los diferentes actores.

En ese sentido, el psicoanálisis puede ayudar a aproximarse a los componentes subjetivos de las
conductas alertando al historiador sobre la pretendida coherencia monolítica de los sujetos, al
tiempo que permite comprender contradicciones, supuestas desviaciones y la multiplicidad de
papeles que cada actor desempeña según los diferentes escenarios donde se desarrolle. Como
puede advertirse, el tiempo deviene en una noción clave en este recorrido. Tanto el psicoanálisis
como la historiografía comparten su vocación por el tiempo y ambos deben admitir la
historicidad y la contextualidad de los sentimientos, de la sensibilidad, de los valores morales e
incluso de los caminos del razonamiento. (Echeverría 2007:2)
Este puede ser un camino factible para acceder a realidades subterráneas que desde
otros anclajes resultarían inaccesibles y de las que podemos obtener conocimiento y
una mayor comprensión de los fenómenos y procesos. Es necesario atender a cuestiones

24
centrales como el vínculo entre lo público y lo privado, las relaciones individuo-
sociedad, las formas de sociabilidad, la renovación del lenguaje y la resignificación de
palabras, la dimensión de los valores, tanto como la configuración de imaginarios y
representaciones (Echeverria 2007:2). En el caso de Victoria Ocampo, buena parte de
las motivaciones que la inclinaban en sus postura y cosmovisiones estaban fundadas en
angustias, frustraciones, iras, sentimientos de no estar cumpliendo con su destino, de no
estar alcanzo el reconocimiento que merecía, de estar defraudando mandatos familiares,
de una gran incomprensión, profunda, íntima a la vez que social, de los cambios que se
estaban produciendo. (Certeau, 2003 y Gay, 1992).

A partir de todo lo que hemos señalado, se desprende la necesidad de plantear la


cuestión de la identidad, que es abordada aquí desde una perspectiva que contempla la
subjetividad como un elemento a tener en cuenta. Entendiendo que el individuo no es
algo dado sobre lo que se ejerce y se abate el poder, consideramos que el individuo es
el producto de una relación de poder que se ejerce sobre los cuerpos (Foucault 1976).
Asimismo, es importante atender y mostrar el carácter político e histórico de la
identidad, atendiendo a las relaciones complejas entre individuo, sociedad y
conocimiento. Así, la indisolubilidad de los dominios del conocimiento, sociedad e
individuo, nos permitirá deshacer dicotomías, características del pensamiento moderno
occidental, como individuo/sociedad, agente/estructura presentes en muchas
aproximaciones (Gómez Sanchez 2003:12-13). Es preciso marcar que existe una
variación histórica en la relación entre prácticas de saber, prácticas de poder y modos
de subjetividad. Aquí, se vuelve fundamental otro concepto: el de experiencia. La
experiencia, según Peter Gay (1992), es el encuentro de la mente con el mundo. El
énfasis identitario se manifiesta particularmente en tiempos de crisis, inseguridad y,
como dice Leonor Arfuch (2005), cuando hay incertidumbre de presentes y futuros.
Victoria Ocampo como también otras intelectuales de elite, se encontraban atravesando
un proceso de transformación social, política y cultural profunda y su identidad, en tanto
dimensión simbólica, cultural, social y política, se veía fuertemente cuestionada. Por
esto, es importante considerar a la “otredad”, como elemento constitutivo y principal de
todo posicionamiento identitario. La definición identitaria se realiza en función de
valores oposicionales, es decir en su relación con otras identidades. Se trataría, pues, de
una dialéctica donde la identidad nombrada es el producto de la vinculación conflictiva
con otras identidades aunque estas estén ausentes en el discurso. La identidad y su

25
consecuente otredad cobraban en estas intelectuales una clara dimensión estética. Por
ello es importante la indagación de los criterios de distinción e intolerancia. Aquí es
donde es necesario aproximarse al concepto de distinción que esgrimían estas
intelectuales. Como ha señalado Echeverría (2013) retomando a Pierre Bourdieu (1988),
la tipificación y el rechazo de lo que se considera bajo, poco fino, vulgar, venal y servil
implica una afirmación de la superioridad de aquellos quienes pueden ser satisfechos
con los placeres sublimados, refinados, desinteresados y distinguidos. Ello se debe a que
tanto el arte y como el consumo cultural están predispuestos para cumplir una función
social de legitimación de las diferencias sociales. El concepto identidad-otredad se
vuelve una herramienta teórica-metodológica pertinente para afrontar el análisis de
intolerancias y discriminaciones. Como ha señalado Fossaert (1983), la percepción de
un nosotros relativamente homogéneo conlleva, por oposición, una representación de
los otros. De lo anterior se desprenden algunas cuestiones centrales: ¿en qué contextos y
como se definieron las identidades de estas mujeres intelectuales? ¿Cómo variaron
dichas identidades? ¿Qué lugar tuvieron las elites en estas construcciones y exclusiones
identitarias? ¿Qué cuota de contribución tuvieron las mujeres de las elites en estas
construcciones de identidad? ¿Por qué estas mujeres de las elites se arrogaron la
exclusividad de la tarea intelectual y no otro tipo de tareas? ¿Qué imbricación tienen las
categorías género, clase e intelectuales? ¿Cómo calaron esas definiciones en los
imaginarios colectivos? ¿Qué continuidades se perciben hasta hoy en estas
categorizaciones que reproducen la exclusión y estigmatización? ¿Quiénes eran
consideradas mujeres? ¿Quiénes no? ¿Cómo se articulan y varían los significados en el
discurso? Lo importante aquí es cuestionar términos y conceptos para realizar un
análisis histórico profundo de los mismos atendiendo a las mutaciones y permanencias.
Es necesario recurrir a nuevos términos y teorías para romper con las prácticas usuales
de la historia académica y la historia de las mujeres en particular. Debemos
desprendernos en primer lugar de categorías homogéneas e identidades fijas. Por eso
entendemos al género siguiendo a Scott (2008) como conocimiento de la diferencia
sexual y a esa diferencia sexual como social y cultural, no natural. Asimismo, las
identidades y experiencias varían y se organizan discursivamente en configuraciones.
Lo esencial al analizar a las mujeres intelectuales de las elites en Argentina y la
construcción de categorías en torno a las mujeres en general sería preguntarnos ¿cómo
se construyeron las significaciones subjetivas y colectivas de las mujeres como
categorías de identidad? Es aquí central recuperar las textualidades, lo que se dice y lo

26
que no se dice. Las jerarquías que emanan se comprenderían mejor desde una óptica que
favorezca el análisis de los procesos lingüísticos y nos llevaría desde esta vertiente
epistemológica a construir a las mujeres como sujetos históricos que a su vez perfilan
categorías desde el discurso sobre quienes se arrogan la categoría de sujetos y quiénes
no. La idea subyacente de estos abordajes es redefinir y ampliar nociones tradicionales
para abarcar a las mujeres como sujetos históricos tomando las experiencias personales
y subjetivas y asimismo las actividades públicas y políticas, en términos de Scott (2008)
hacer una nueva historia de las mujeres, en nuestro caso puntual que recupere a las
mujeres intelectuales dentro de la historia intelectual. Por esto “la forma en que esta
nueva historia debería incluir y dar cuenta de la experiencia de las mujeres depende de
la amplitud con que pudiera desarrollarse el género como categoría de análisis”(Scott
2008:3). Atender a las trayectorias individuales relacionadas con la organización social,
sería aquí un camino interesante. En lo que respecta específicamente a la historia
intelectual las interrelaciones entre género y clase se convierten en herramientas
conceptuales de importancia. En síntesis: se trata de un trabajo de historia intelectual
pero que no desconoce ni abandona los trabajos de género, historia social, política y
cultural.

3-Tipo de investigación desarrollada

De acuerdo al estado del conocimiento sobre nuestra temática y de los objetivos que nos
planteamos en esta investigación, creemos acertado enmarcar nuestra investigación
como una investigación de tipo correlacional y explicativa. Tal opción se debe,
básicamente, a que la misma pretende acercarse, en primer lugar, al análisis de esta
intelectual a partir de la intersección del género y la clase y, en segunda instancia, a que
se interesa en profundizar sobre la comprensión sobre las interpretaciones de sí misma,
su grupo de pertenencia y los sectores populares durante la primera mitad del siglo XX.
El análisis de Victoria Ocampo nos lleva a analizar a dicha intelectual y las redes en las
que ésta creció y resignificó. Asimismo el abordaje de esta intelectual desde una
perspectiva que une historia y psicoanálisis lleva a una interpretación profunda de sus
miedos, mandatos sociales, frustraciones, protagonismos, etc.

a) Hipótesis

Con respecto a las hipótesis se contemplan cuatro.

27
-En primer lugar que las cuestiones de clase imprimen en Victoria Ocampo una
percepción sobre lo popular y las mujeres de los sectores populares. Asimismo que
dichas cuestiones de clase posibilitan estrategias y oportunidades que la diferencian de
las mujeres de los sectores populares.

-En segundo lugar que la interrelación entre género, clase e intelectuales permite desde
un abordaje de las identidades, subjetividades, anhelos y miedos una percepción más
integral y enriquecedora de las percepciones sobre lo social, y un análisis más
pormenorizado y enriquecedor de la historia intelectual.

-En tercer lugar que dichas percepciones obedecen a un contexto histórico de profundos
cambios que afectaron al rol civilizatorio y las identidades de las elites.

-Por último, que dichas manifestaciones, deseos y miedos- aunque resignificados-


perviven en los imaginarios colectivos hasta la actualidad.

b) Métodos y técnicas utilizadas

Partiendo de los métodos cualitativos nos posicionamos sobre contextos reales para
acceder a las estructuras de significados propias de los mismos. Como bien señaló
Vasilachis de Gialdino (1993), los fenómenos sociales al ser distintos a los naturales,
no pueden ser comprendidos en términos de relaciones causales mediante la reducción
de los hechos sociales a leyes universales. Siguiendo con lo anterior, destacó que las
acciones sociales están basadas e imbuidas de significados sociales: creencias, actitudes
e intenciones. Es por esto que las problemáticas que aquí abordamos exigieron entrar
de lleno en las tramas de significación.
Tal como lo señaló Bulmer para garantizar la cientificidad de nuestra investigación a
través de los métodos cualitativos es necesario “…respetar la naturaleza del mundo
empírico y organizar un plan metodológico que la refleje” (Blumer 1982: 2). Es por esto
que sostuvimos, retomando a Vasilachis de Gialdino, que “…la realidad solo puede ser
reflejada por la convergencia de observaciones desde múltiples e interdependientes
fuentes de conocimiento” (Vasilachis de Gialdino 1993: 63)
En consonancia con lo esbozado hasta aquí, vimos la importancia de dejar de lado las
visiones tradicionales que contraponen lo micro a lo macro en modelos rígidos.
Asimismo, retomamos a Norbert Elías (1999) ya que fue preciso pensar nuestros

28
problemas en el marco de las configuraciones. Como bien lo señaló Mauricio Gribaudi,
“…ni individuos aislados, ni estructuras abstractas, la metáfora configuracional permite
pensar en los mecanismos concretos que trabajan en la historia” (Gribaudi 1998:22)
Apuntar a la comprensión de los aspectos racionales y subjetivos de nuestro objeto de
estudio también nos llevó a recuperar a Elías y su abordaje del proceso de la
civilización. Los mecanismos que intervienen en la historia también son psicológicos y
en esta reflexión sobre el ego el trabajo de Peter Gay fue central. ¿Cómo fue la
experiencia de Victoria Ocampo? ¿Cómo fue el encuentro de su mente con el mundo?
¿Cuál es la concepción de sujeto que tenemos aquí al analizar a Victoria? Atado a este
interrogante y siguiendo a Joan Scott ¿qué imbricaciones pueden establecerse entre
lenguaje, identidad y experiencia? Desde un abordaje histórico es preciso ver como las
identidades anclan en experiencias que al igual que estas son diversas, es aquí donde la
cuestión de género no puede entenderse sin recurrir al análisis de la clase que
abordamos, sin despreciar otras vertientes tales como las experiencias ligadas a lo racial,
y lo familiar por solo nombrar algunas. Podemos por esto buscar a la clase en el
lenguaje y que hace el lenguaje con la clase. Por el lenguaje Victoria no solo representa
la realidad y se representa a sí misma, sino que significa y se significa. La agencia de
Victoria Ocampo está limitada y posibilitada a la vez por el lenguaje, este hace a lo que
respecta la construcción de su ideario, su identidad y su subjetividad16. Sobre estas
cuestiones volveremos a lo largo de este trabajo.
c) Las fuentes documentales

El abordaje de estas problemáticas fue afrontado, principalmente, a partir del análisis de


las siguientes fuentes: las Autobiografías, los Testimonios, la correspondencia entre
Gabriela Mistral y Victoria Ocampo, y la correspondencia de Victoria Ocampo con sus
familiares en el periodo de post Segunda Guerra Mundial.
La Autobiografía constituye seis tomos que se publicaron luego de la muerte de Victoria
Ocampo. En estos retrata toda su vida relacionándola por no decir considerándola parte
sustancial de la historia de nuestro país.. El análisis de la Autobiografía en su conjunto
nos permite reconstruir las redes de relaciones sobre las cuales Victoria actuó,
reconstruyó y resignificó a lo largo del tiempo. Asimismo pueden notarse las categorías
utilizadas por esta para analizar la realidad siempre sobre tópicos de “verdad”. Los
miedos, frustraciones, mandatos sociales, oportunidades y demandas así como también

16
Recuperamos aquí los aportes de Butler 1997 y 2007.

29
las representaciones sobre lo popular y las mujeres son cuestiones centrales que pueden
reconstruirse desde aquí. Como sostuvo Adolfo Prieto en su clásico trabajo sobre las
autobiografías, retomando a Karl Mannheim17 se puede deducir del análisis de estas la
razón de las reflexiones internas. Trayendo los aportes de Prieto a nuestro caso,
podemos ver como Victoria reflexiona sobre sí misma y para que, con que finalidades
plasma esas ideas en el papel. También conseguimos desde esta perspectiva de análisis
no perder de vista el análisis del contexto histórico-social que posibilitó el desarrollo de
su personalidad.
Los Testimonios conforman un grupo de fuentes que hacen posible sondear el ámbito
sociocultural donde se encontraba inmersa la directora de Sur y el grupo que se
nucleaba a su alrededor, además de mostrarnos las experiencias de vida de Victoria
Ocampo y las premisas y temas en las que deseaba sentar su posición para mostrar su
presencia. De este modo es posible ir más allá de la subjetividad inherente en la
escritura testimonial y de la lectura idiosincrática que reflejan los testimonios que
manifiestan la representación de Victoria Ocampo sobre sí misma y los personajes que
esta describe. Estos testimonios también reflejan la red de relaciones que había
entablado la directora de Sur18tanto a nivel nacional como internacional. Asimismo,
desde aquí es interesante el testimonio de lo que la autora consideraba relevante en su
propia vida y en esos años; además aporta la relectura sobre Sur realizada en la década
de los setenta. Por otra parte creemos que la escritura testimonial tiene un trasfondo
interesante que trae aparejada una posición de poder importante y una búsqueda de un
interlocutor válido. Victoria sabe que sus opiniones tienen valor y que valerse del
entramado relacional otorgado por su clase es un punto a su favor. Tanto es su
Autobiografía como en Testimonios, emular los lugares de sus antepasados para lograr
respetabilidad sería no sólo una estrategia discursiva ligada a los orígenes de la patria
sino la manera de disputar lugares centrales de poder. Esas disputas y esos
posicionamientos los haría desde parámetros estrictamente patriarcales. Por su parte la
revista Sur, de quien Victoria sería directora desde 1931, corona ese ideario familiar,
serán los amigos y parientes los que estarán en sus filas haciendo y rehaciendo la patria
desde los parámetros de la civilización. Llevar la “civilización” y “educar” al país y a

17
Las ideas a las que nos referimos están presentes en Adolfo Prieto, (1982), p 12.
18
Revista creada en 1931 por Victoria Ocampo, de la cual fue su directora. Contó en sus filas con
importantes figuras de los ámbitos intelectuales de América, Asia y Europa. Ha sido analizada desde
diferentes vertientes como podrá verse cuando se recupere en este trabajo.

30
América serán los puntales centrales en el ideario y las cosmovisiones de Victoria y
gran parte de la intelectualidad nucleada en torno a Sur y a la editorial del mismo
nombre. Los posicionamientos de Victoria a lo largo de toda su producción y de sus
proyectos culturales tratan de demostrar que está al tanto de “lo nuevo” con una especie
de esnobismo tantas veces criticado por sus adversarios. Sur y la editorial serán también
la puerta de acceso de su nombre al mundo cultural al que no accedería desde su
posición de escritora. Su fracaso personal en la literatura más el peso del mandato social
llevaría sin dudas a Victoria a encarnar unos de los proyectos culturales más
importantes de nuestro país. La hegemonía disputada a las elites por la cultura de masas
en el contexto nacional e internacional sería una preocupación central en Victoria y en
la intelectualidad ligada a su proyecto. Esto daría como resultado la articulación de un
mecenazgo por el cual reforzar el poder de su clase. Negociando y disputando en
lugares aceptables para una mujer de su rango, Victoria irá tomando diferentes
posiciones cuyas disputas siempre estarán enmarcadas dentro de las posibilidades y
cuestiones permitidas a una mujer de su clase.

La Correspondencia entre Victoria Ocampo y Gabriela Mistral: será trabajada como un


importante eslabón para reconstruir las redes de relaciones intelectuales de Victoria
Ocampo a nivel nacional e internacional. Vínculos que marcan claramente la
subjetividad de la misma y sus relaciones interpersonales. La correspondencia ilustra
claramente los lazos de amistad entre las escritoras, relación que se extendió por treinta
años. En estas pueden verse asimismo puntos destacados de la vida personal de las
mismas y temas centrales del siglo XX tales como la Segunda Guerra Mundial y, para
nuestro país, el peronismo.
El análisis de esta correspondencia permite apreciar el tratamiento que, en este ámbito
privado, realiza Victoria Ocampo sobre la política. Además, ofrece una clara
descripción del contexto de esos años y de la vida cotidiana. En este caso, más allá de
encontrarnos con una importante cantidad de material, aparecen algunos sesgos en el
sentido de la subjetividad propia inmersa en las cartas, de los cortes en las
correspondencias y de las pérdidas durante los traslados de dichas escritoras.
Con respecto a las Cartas de posguerra, estas son 83 cartas dirigidas a sus hermanas
Pancha y Angélica entre marzo y diciembre de 1946 durante el viaje que Victoria
realizó por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Aquí pueden verse personajes a los

31
cuales frecuentaba: Gabriela Mistral, Graham Greene, Albert Camus, Eliot y Malraux,
entre otros.

32
CAPITULO II: UNA RECONSTRUCCION POSIBLE

“La ambición, piafante, estaba allí cuando yo tenía nueve años, cuando tenía diecisiete…en todas
mis edades”. (Victoria Ocampo, Autobiografía IV, Viraje, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur,
1982, p 10)

Transgresora, feminista, idealista, luchadora, demócrata, liberal, genio, figura, son


algunas de las maneras a partir de las cuales ha quedado impresa en los imaginarios
sociales la figura de Victoria Ocampo. Como apuntó Bronislaw Baczko:

Estas representaciones de la realidad social (y no simples reflejos de ésta), inventadas y


elaboradas con materiales tomados del caudal simbólico, tienen una realidad específica que
reside en su misma existencia, en su impacto variable sobre las mentalidades y los
comportamientos colectivos, en las múltiples funciones que ejercen en la vida social. De este
modo, todo poder se rodea de representaciones, símbolos, emblemas, etc., que lo legitiman, lo
engrandecen, y que necesita para garantizar su protección. (Baczko 1991: 8)
Victoria Ocampo nació en 1890. Fue miembro de una de las familias más ricas de la
elite porteña. Desde pequeña fue educada por institutrices, tomando al francés como
primera lengua. Con una estricta formación que vedaba el lugar de las mujeres, dejando
solo para ellas los espacios referidos a roles domésticos, Victoria comienza desde niña a
observar cuáles eran sus limitaciones en tanto mujer. Sin embargo, tendrá en claro que
gozará de otras oportunidades, las dadas por su clase.

Siendo la primera de las hijas de Manuel Ocampo y Ramona Aguirre, Victoria recurrirá
al derecho de primogenitura para afirmarse primero en su infancia por encima de sus
hermanas. Tendrá con Silvina, la menor de las Ocampo, una competencia crucial, dado
el éxito de esta última en el mundo de las letras. Considerará a Clara, la hermana
muerta, fuera de las competencias por la supremacía. Cuando adulta, tomará buena parte
de su patrimonio y lo invertirá en la revista Sur y la editorial del mismo nombre, los dos
proyectos materializados por Victoria para salvar en tanto mujer el buen nombre de su
familia. La revista y la editorial trabajaran sobre todo lo nuevo que se produzca en el
ámbito de las letras con una heterogeneidad interna que reforzará la cordialidad en la
República de las Letras. Los guiños serán hacía las figuras centrales de ámbitos
distinguidos de Occidente. La revista se enmarcará como una respuesta a la crisis del
treinta (Gregorich 1983) y postulará la idea de los intelectuales como ajenos a la política
recuperando las obras de Ortega y Gasset (1983) y Julien Benda (1980). Desde sus filas
Sur repetirá hasta el hartazgo que se trata de una revista literaria apolítica (Vázquez

33
1991). Las evidencias nos muestran que desde sus orígenes fue una revista política19
marcada por los acontecimientos locales e internacionales. En particular harán eco en
sus páginas la Guerra Civil Española en la cual Sur apoyará al bando republicano y la
Segunda Guerra Mundial donde se inclinará por el bando aliado (Pasternac 2002). El
peronismo será motivo de crítica en clave ya que se lo asociará al fascismo (Sigal 2002).
Luego del golpe de estado de 1955 exteriorizará de manera descarnada su crítica a
peronismo20.Sur fue la articulación de un grupo cultural (Gramuglio 1983) que se
extendió hasta los años setenta publicándose periódicamente, posteriormente lo hará a
partir de algunos números especiales.21

El potencial del poderío económico y relacional de Victoria Ocampo le abrirá las


puertas de varios espacios en América y Europa y ganará de esta forma un marcado
reconocimiento mundial que utilizará para posicionarse en el campo cultural y
civilizatorio de la Argentina. Su agencia - sobre la cual focalizaremos nuestra atención-
no estará exenta de contradicciones. Con una activa participación en la Unión Argentina
de Mujeres en los años treinta, dejará esta militancia por oponerse al comunismo.
Formará parte de la lucha antifascista pero visitará a la Italia de Mussolini para dar
conferencias sobre la cultura. Promotora de la alta cultura y enemiga del peronismo,
negará sus logros en materia social y cultural y utilizará su carácter de presa política
durante el mismo, comparándose con los intelectuales perseguidos por el fascismo.
Odiará lo que considerará la intromisión del Estado en asuntos propios de su clase.
Amante declarada del pensamiento de Gandhi, apoyará el golpe de Estado de 1955 y la
violencia perpetuada por el antiperonismo. Considerándose parte del feminismo no
reconocerá más que a las mujeres célebres de la historia, dejando a las sin voz fuera de
la categoría de sujetos. Acérrima defensora de la democracia, señalará los riesgos de la
politización y mantendrá silencio frente a los gobiernos militares, siendo recuperada por
la última dictadura militar como modelo de mujer luego de su muerte en 1979. Desde
aquí, no sostenemos la ilusión de un sujeto integralmente coherente, pero tampoco
podemos desconocer las ventajas de un discurso que se adapta a los patrones de lo
admitido y a las premisas fundamentales de un liberalismo fuertemente conservador.

19
Los abordajes de Gramuglio (1983) y Pasternac (2002) han profundizado sobre esa hipótesis.
20
Revista Sur N°237, Noviembre-diciembre de 1955.
21
Se suspende como revista bimestral en 1970. Véase Victoria Ocampo, “Sur: ese desconocido” en
Testimonios, novena serie 1971-1974, Bs. As, Editorial Sur, 1979, p 211.

34
Amada y odiada, hasta el presente, Victoria sigue siendo considerada una referente de la
cultura argentina y Sur una de las revistas culturales más importantes de América
Latina. Buena parte de nuestros imaginarios están teñidos por sus contradicciones. La
tensión manifiesta en sus posicionamientos con claros cambios y permanencias-más
continuidades que transformaciones- ilustran de cuerpo entero a la elite a la cual
pertenecía y a una cultura política a la cual representaba y por la cual se representaba a
sí misma.

1-De lo notorio a lo más imperceptible

Cuando se trata de incluir a las mujeres en la historia, es importante volver a las


reflexiones de Joan Scott para redefinir y ampliar los rudimentos tradicionales del
significado histórico y así poder abarcar la experiencia personal y subjetiva y a su vez
las actividades políticas y públicas de estas. (Scott 2008:3). Desafiando la dicotomía
occidental, solo se aprehende a una persona cuando se alcanzan sus dimensiones
materiales y subjetivas. Ese será nuestro propósito al recuperar el análisis de Victoria
Ocampo, abordarla desde los más visible y notorio, hasta lo más imperceptible, en
interrelación. Es decir, indagar sobre estas especies de cuencos que se rebalsan y
conectan mutuamente. De aquí se desprenden varios ejes de análisis entre ellos: el rol de
su escritura autobiográfica y testimonial por una parte y por otro lado -y no de menor
importancia- rescatar a partir de esta su rol como “ego” y su trabajo como difusora
cultural a través de la revista Sur.

Mucho se ha escrito sobre el papel y la impronta de las biografías. A grandes rasgos


podemos decir que estas pueden considerarse como método, como género y como
recurso (Bruno 2012:114) Una cuestión central que se desprende de la anterior es: “qué
y en qué medida se puede conocer por medio del abordaje de una vida” (Bruno
2012:114). El propósito de este trabajo es recuperar a través de la biografía como
documento histórico: “el análisis de otros problemas que deben atraer la atención del
historiador” (Romero 1988:116). Lo interesante al analizar una biografía es, a partir de
esta, aproximarnos a la dinámica cultural de una época, a las diferentes formas de vivir
esa cultura.

Nuestra intención es arrojar algunas líneas de análisis que permitan bucear sobre la vida
y la obra de Victoria Ocampo fuera de los abordajes con tintes heroicos y
providenciales. Por esto, en este trabajo se analiza a dicha escritora a partir de los ejes

35
centrales abordados por Elías (1991 y 1999) de manera de realizar un estudio de ésta
como individuo, inmersa en una red de relaciones sociales. Como sostuvo Colomer
Pellicer “las biografías son como un centro de redes relacionales (…)” (Colomer Pellicer
1995:171). En este trabajo veremos cómo, en el caso de Victoria Ocampo, dichas
relaciones fueron articuladas a partir de nexos de parentesco y amistad y actuaron como
un tejido que se ensanchó a nivel nacional e internacional. Dichas redes construyen un
orden posible. En este caso vemos como la autobiografía se convierte, tal como lo
sostuvo como acierto Kadir en una suerte de auto-preservación, de auto-afirmación y de
coartada (Kadir 1995: 15) Asimismo no perderemos de vista siguiendo a Molloy que:
“La autobiografía es siempre una re-presentación.”(Molloy 1996:15)

Dentro de los interrogantes que buscaremos analizar se destacan: ¿cómo jugó aquí la
cuestión del “ego”? ¿Qué atributos le permitieron crear la inmensa tela de arañas en
torno a la Revista Sur y la Editorial del mismo nombre? ¿Fue rupturista o continuadora
de las nociones oligárquicas que la ligaban a su linaje? ¿No hay una imagen de lo
público y lo privado con lugares y funciones preestablecidas que condicionan las
lecturas sobre Victoria? La imagen de mujer transgresora que tuvo que atravesar por
caminos sinuosos, ¿es una construcción posterior de quienes se encargaron de
estudiarla? ¿O más bien es una construcción de Victoria que al escribir y al poner
escenas ciertas actitudes, como conducir automóviles, separarse, tener una relación
fuera de la legalidad, etc. crea el personaje?

2-La configuración en el linaje

Sylvia Molloy en su clásico trabajo sobre la escritura autobiográfica en Hispanoamérica


mencionaba que la autobiografía no depende necesariamente de los sucesos sino de su
articulación.(Molloy 1996:16) El caso de Victoria Ocampo es bien interesante. Luego
de posicionar a su “yo” en una clara autoreferencialidad prosigue con sus padres. A la
hora de hablar de sus antepasados, Victoria comienza por la línea paterna: “Los
Ocampo”, une a estos a la línea materna: “Los Aguirre” y por resultado da origen a
“Mezcla”. Con descripciones de las más variadas, si hay un objetivo en Victoria es
dejar en claro que ella no es hija de la inmigración masiva, sus orígenes se remontan a la
época de la conquista española, deja en claro que al igual que los Ibarguren22familiares

22
Carlos Ibarguren fue uno de los exponentes de la(s) derecha(s) en nuestro país. Es recuperado aquí
porque permite desde una perspectiva de género y de historia intelectual la comparación con Victoria

36
políticos, su familia descendía de los primeros conquistadores23. Su nacimiento es
retratado con una magnificencia un tanto exagerada:

(…) nací frente al convento de las Catalinas, que habían ocupado los ingleses en el momento de
las invasiones, desde el 5 hasta el 7 de julio de 1807. Esta iglesia se encuentra en la esquina de
San Martín y Viamonte, frente a la casa donde vivían mis padres y frente a la que ocuparían las
oficinas de SUR.24
Su nacimiento es enlazado a los antecedentes de la patria, donde asimismo fija a su
familia y a Sur, su mayor proyecto cultural. Su vida y la vida de la patria son una, los
acontecimientos relevantes de ambas se van entrelazando en el relato construido de una
forma intencionada por Victoria. El lugar dado a sus antepasados patricios es muy
notable, su familia es el pilar por excelencia sobre el cual articular su escritura, su
historia y su “ego”. En sus varias menciones a esta señala:

“Así como el Río de la Plata, visto desde una azotea de la calle Viamonte o desde las
barrancas de San Isidro fue el horizonte de toda mi vida, mi familia fue el background
en que brotó y se desarrolló.”25

Victoria fue la mayor de las seis hijas mujeres del matrimonio Ocampo-Aguirre y el rol
de primogénita es tomado por esta como un atributo para sustentar su rol como “ego”,
ella misma aclara en relación a su padre:

Yo fui la mayor de sus seis hijas. En aquellos días de abril, habrá mirado por la ventana de
nuestra casa las palomas que se pasean sobre las cornisas de las Catalinas, como a menudo iba a
mirarlas yo. Esas campanas, destinadas a ser la música de fondo de muchas crisis interiores y
exteriores, sonarían una tarde de abril, como todas las tardes, cuando a las cuatro y media, más o
menos, empecé a llorar.26
La recuperación de la figura de su padre y la necesidad de seguir con el legado del clan
es claro en Victoria, quien parece advertir hasta las palomas que su padre habría mirado
por la ventana, que también serían las palomas que ella miraría con la misma mirada
que su padre. La mirada de Victoria es a las claras la mirada de su padre. Es interesante
pensar ¿en qué medida esa mirada se extendió a lo largo de su vida? Es en Victoria
sumamente importante la figura del mandato familiar, sobre todo el rol rector de su

Ocampo. En ambos casos puede observarse una exclusión de la mujer y asimismo una clara demarcación
entre las familias presentes desde la conquista y los venidos con la inmigración masiva. Al respecto puede
consultarse sobre la exclusión de género en Ibarguren y otros intelectuales de derecha: Echeverría
(2000,2002, 2005 y 2007). Sobre la comparación entre Ibarguren y Ocampo véase: Echeverría, O y
González, M.S (2015 y 2016).
23
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979, p 31.
24
Ibíd., p 48.
25
Ibíd., p 51.
26
Ibíd., p 55.

37
padre que se extenderá a lo largo de su vida. En este sentido podemos decir que su
propósito como mujer de la alta cultura fue sin dudas preservar ese lugar para los
Ocampo- Aguirre como una de las familias hacedoras de la patria. Aunque los padres de
Victoria rechazaran que esta se dedicara a la literatura y a la cultura, Victoria tomó el
rol de mecenas27 luego de la muerte de estos. De manera que desafía dentro de los
límites luego de la desaparición física de los padres pero con un ideal de dominio que
sin embargo se corresponde con su clase. Los padres de Victoria buscaron un hijo varón
hasta que cuando nació Silvina, la última de las Ocampo, desistieron. Es interesante
reflexionar sobre la idea de dominio en Victoria retomando a Blas Matamoro cuando
señaló sobre la presencia del fantasma del primogénito varón. Según este autor Victoria
nació en el lugar en que la expectativa de los padres era que este fuera ocupado por un
varón. Y es precisamente ese fantasma el que se extiende durante toda la espera que
culmina con la última de las Ocampo, Silvina- quien lleva el segundo nombre de su
padre (Matamoro 1986:13-14) -y sobre toda la vida de Victoria. En palabras de
Matamoro:

“Su carácter de mujer irregulariza la expectativa de los padres, que insisten en busca del
hijo que prolongue, durante una generación, el nombre del padre. Y así nacen cinco
niñas más: Angélica, Francisca, Rosa, Clara, Silvina” (Matamoro 1986:13).

Victoria narra la ausencia del hijo varón y el peso de ese fantasma sobre ella. Por esto es
que sostenemos la hipótesis que sobre dicho fantasma se extenderá toda su vida y toda
su obra en materia cultural:

A partir de mi nacimiento, se esperaba siempre un varón, para matizar. Pero cuando no se


presentaba (como que nunca se presentó), todo el mundo se regocijaba del acrecentamiento de
la familia y a nadie se le ocurría que tantas mujeres eran una calamidad. Supongo que cuando
nació Silvina abandonaron la esperanza de que las cosas variaran y la bautizaron con el segundo
nombre de mi padre, por no gustarles el primero para una mujer. ¿Qué hubiera podido agregar a
la batahola de las chicas de la calle Viamonte un varón? No lo sé.28
Pero si lo sabía, dada la presencia clara de esa pregunta, de lo contrario no lo señalaría.
No para matizar como lo menciona, sino para tomar la figura del heredero varón. Una

27
Existieron otras mujeres de la elite porteña en organizaciones culturales: Adelia Acevedo, Tota
Atucha, las hermanas Del Carril, Bebé Sansinena, Magdalena Bengolea, entre otras. Véase Matamoro
(1986), p 19. De las anteriores Delia Del Carril fue amiga de Victoria, una de las pocas personas que
sabía y compartía momentos en la relación de Victoria con su amante Julián Martínez. Delia Del Carril
fue esposa de Pablo Neruda quien estaba sin embargo enemistado con Victoria por ser comunista. Sobre
este tema volveremos más adelante.
28
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El imperio insular, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1980, p
11.

38
línea de mujeres para el contexto de comienzo del siglo XX en nuestro país era
realmente visto por la alta sociedad como una tragedia y Victoria lo trae al discurso
cuando señala la idea de calamidad. Aunque trata de minimizar el asunto, a las claras el
peso del heredero varón ausente es central. De allí que Victoria tome sobre si, por ser la
primogénita la tarea de perpetuar el nombre de los Ocampo. Asimismo es importante
mencionar que Victoria veía enser mujer un impedimento. A todos se les ocurría que
cinco mujeres eran una barrera para perpetuar a la familia socialmente, ¿sino porque
señalarlo? ¿Sino porque poner el segundo nombre del padre en la última de las
Ocampo? Tal es el peso que veía en ser mujer que al recibir el premio Vaccaro en 1966
señala: “Lo poco que he hecho lo he hecho, insisto, a pesar de ser mujer”.29 Lo mismo
ocurre cuando recibe el premio Alberdi-Sarmiento en 1967, cuando describe lo limitada
que fue su educación por ser mujer vuelve a aparecer la imagen paterna:

“En cuanto a mi padre, le oí decir una vez refiriéndose a su hija mayor: ’¡Qué lástima!
De ser varón hubiera seguido una carrera´. Esto mismo se podía aplicar a mis otras
hermanas.”30

Es interesante pensar en cómo el fantasma del hijo varón que no fue (y de un destino
que podría haber sido diferente) acompañó la visión y la manera de moverse de Victoria
quien entendía el poder desde parámetros masculinos. Victoria hace carne al varón
ausente en las Ocampo y a su vez justifica sus limitaciones en ser mujer. Ser mujer es
una limitante y una justificación para Victoria. Asimismo vemos como la misma tiene
apariciones estelares -relacionadas con las entregas de premios antes mencionadas- en
contextos históricos como este en el marco del gobierno de-facto de Onganía donde el
liberal-conservadurismo buscaba realizar cambios instituciones de relevancia que dentro
de ese marco ideológico retomaban y defendían los idearios liberales y republicanos
abordados en la Constitución Nacional de 1853 por la generación del ochenta (Morresi
2011:13)

Como hemos dicho, la historia que narra Victoria en su Autobiografía comienza cuando
sus descendientes llegan a América y es así que vemos también una impronta
colonizadora y civilizatoria en las líneas de Victoria que también se extendieron en el
tiempo con sus proyectos culturales para nuestro país y América, tales como la revista

29
Victoria Ocampo, Testimonios, Séptima Serie (1962-1967), Buenos Aires, Editorial Sur, 1967, p 239.
30
Ibíd., p 247.

39
Sur y la Editorial del mismo nombre. “La justificación del origen del poder y también
de su ejercicio continuado es lo que se representa con el concepto de legitimidad y
legitimación, respectivamente.” (López Hernández 2009:155). La asociación familia-
Nación/Patria es aquí un aglutinante clave. Como sostiene Gomel (1996) al hablar desde
una perspectiva psicoanalítica del espejo familiar, este se entiende como el “campo de
las identificaciones tensado a partir de los supuestos identificatorios familiares,
condensación de anhelos actuales y pretéritos”(Gomel 1996:17). En vida, Victoria
había publicado diez tomos titulados “Testimonios” donde relataba las experiencias más
importantes de las que había sido protagonista. Luego de su muerte, se publicó su
Autobiografía31que consiste en seis tomos donde comienza describiendo la historia de
su familia, los Ocampo-Aguirre, dialogando con la información que le brindaba Carlos
Ibarguren, hijo32. Por vía paterna es que Victoria encabeza su escritura hablando de sus
antecedentes patricios. Manuel José de Ocampo su tatarabuelo procedente de
Huancarama, llega, según la descripción de Victoria al Río de la Plata a fines del siglo
XVIII, hijo de Sebastián José, descendiente a su vez de don Sebastián Ocampo. En 1808
su tatarabuelo se casó, luego de enviudar, con Úrsula González de Hermida y Arias de
Cabrera, esta descendía de un gobernador del Río de la Plata y del fundador de la ciudad
de Córdoba. Manuel José fue designado en 1810 Regidor del Cabildo de Buenos Aires,
según Victoria, con rol destacado en las jornadas de mayo. De esta unión nacería
Manuel José de Ocampo y González, Tata Ocampo, bisabuelo de Victoria, amigo de
Sarmiento. Tata Ocampo se casaría con Clara Lozano, hermana de Carmen, la mujer de
Vicente Fidel López. Es preciso agregar que su bisabuelo fue además diputado a la
Legislatura, senador y Presidente del Senado de la Provincia y Gobernador de Buenos
Aires, también candidato a presidente. Uno de sus hijos, Manuel Anselmo sería el
abuelo de Victoria. Este estanciero sería el padre de Manuel S. Ocampo, padre de
Victoria.
De parte de los Aguirre deja en claro que su bisabuelo materno, Manuel Hermenegildo
de Aguirre nació en Buenos Aires en 1786 y que para la Revolución de Mayo contaba
con veinticuatro años, es aquí donde Victoria señala:

31
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Bs, As, Sur, 1979; Autobiografía II, El Imperio
Insular, Bs. As, Sur, 1980; Autobiografía III, La rama de Salzburgo, Bs. As, Sur, 1981; Autobiografía
IV, Viraje, Bs. As, Sur, 1982, Autobiografía V, Figuras simbólicas. Medidas de Francia, Bs, As, Sur,
1983 y Autobiografía VI, Sur y Cía., Bs. As, Sur, 1984.
32
Pariente de Victoria por la línea de los Aguirre. Es la familia de su mujer (Aguirre) quien posibilita su
incorporación en la elite cultural porteña.

40
De acuerdo con quienes, en la familia, han tenido la curiosidad de investigar estas cosas (los
Ibarguren), descendía de los primeros conquistadores. Su apellido provenía de una antiquísima
familia del Reino de Navarra (hablo por boca de Carlos Ibarguren, hijo) ‘cuya hidalguía
inmemorial se afincaba en el Palacio de Cabo de Armería de Aguirre, situado en Donamaría,
merindad de Pamplona’. Según Ibarguren, ‘tales palacios de armeros de Navarra evocaban los
primeros reductos desde donde los caudillos vascongados iniciaron la reconquista de España
invadida por los moros’. Mi idea o (preferencia) personal coloca a los Aguirre en la categoría de
hijosdalgo ‘de rocín flaco y galgo corredor’, el algo había de ser escaso, puesto que decidieron
venir a América para buscar un suplemento.33

Victoria no duda de la veracidad de las palabras de Ibarguren34 ya que sostiene que el


blasón de los Aguirre tiene una loba con una cría que dice “Piérdase todo menos el
honor” y el de los Lajarrota (familia de la madre de su bisabuelo) tiene cinco cabezas de
moros rebasadas de sangre. Luego de la puntillosa descripción, prosigue con Don
Manuel Casimiro de Aguirre su tatarabuelo bautizado en 1744 en Donamaría, fundador
de la rama argentina de su familia. Vuelve a su bisabuelo para mencionar la ayuda que
luego de la invasiones inglesas éste le dio al Cabildo, precisamente 6500 pesos fuertes.
Lo interesante de este personaje es que Victoria lo sitúa -retomando a Ibarguren- en el
marco del Cabildo abierto esbozando uno de los votos más trascendentales.35
Victoria prosigue marcando las donaciones que su bisabuelo realizó junto con su
hermano para las campañas militares. Asimismo, Manuel Hermenegildo es presentado
como uno de los encargados de inaugurar la Pirámide de la Plaza Mayor y además de
negociar el reconocimiento de la independencia, enviado confidencialmente por San
Martín, O´ Higgins y Pueyrredón (futuro tío político) y para la compra de barcos y
armas para la expedición al Perú. Su bisabuelo se casó con Victoria de Ituarte
Pueyrredón, prima de Prilidiano y prima segunda de José Hernández. Emiliano
Casimiro de Aguirre, abuelo de Victoria y primo segundo de Rosas se casó en 1856 con
Ramona Herrera, de cuyo matrimonio nacería Ramona, la Morena, Madre de Victoria.
Dicha familia vivía cuando murió su abuelo sobre calle México, donde se instalaría
mucho después la Sociedad Argentina de Escritores.
Los antepasados de Victoria, en sus relatos, están en todos los planos de la vida social,
esencialmente en los más destacados, pero incluso cuando se desempeñan en lugares
pueriles lo hacen con el brillo que les da la clase. Hay una cuestión de omnipresencia,

33
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones revista Sur, 1979, p 31.
34
Carlos Ibarguren (p) quien se había incorporado a la familia Aguirre vía su matrimonio, rescataba el
capital cultural de ese linaje. La Historia que he vivido, 1955.
35
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones revista Sur, 1979, p 33.

41
están en todos los recovecos de la patria. Victoria hará lo mismo ocupando lugares
centrales, no escatimando en si para lograr ser centro caía en anécdotas insignificantes y
hasta ridículas. Es esto a las claras un atributo de clase, ocupar todos los espacios para
lograr respetabilidad.
La ligazón de Victoria con sus antepasados patricios nos muestra cuán enlazada –y
condicionada- estaba a cuestiones de índole tradicional, tales como el linaje. En su caso
particular existe a las claras una intencionalidad descarnada por abrirse camino en el
campo intelectual y en la sociedad de la época retomando estos puntales que le dan
legitimidad y una visibilidad honorable. Todos sus antepasados varones tuvieron según
su relato puestos de relevancia y realizaron acciones destacadas en la historia de la
patria36:
“Terminadas las invasiones inglesas, Manuel Hermenegildo le facilitó al Cabildo 6500
pesos fuertes.”37

En otro pasaje:
Iba mi bisabuelo en calidad de enviado confidencial de San Martín, O’ Higgins y su futuro tío
político, Pueyrredón Director Supremo, para negociar con Monroe el reconocimiento de nuestra
independencia. Le habían encargado, además, la compra de barcos y armas destinados a la
expedición del Perú.38

Es importante sostener la hipótesis de que Victoria se arroga ese mismo lugar emulando
a los varones que hicieron la patria ya que antes de mencionar la misión de su bisabuelo
señala:

El 20 de mayo de 1817 salía de nuevo a viajar, rumbo a los Estados Unidos esta vez. Llegó a
Baltimore el 19 de julio del mismo año. Cincuenta y nueve días de travesía. Su bisnieta-yo-salió
en 1962 de Nueva York a las nueve de la mañana y llegó a Buenos Aires el mismo día a las
once de la noche.39

Salvando las distancias temporales, Victoria se compara con su bisabuelo en la travesía


tomando su lugar y reforzando su presencia, no olvidemos que remarca, su bisnieta
“yo”, en una comparación irrisoria. Cómo señalamos antes, utiliza cualquier argumento
para ganar centralidad, hasta los más insignificantes y sin sentido aparente. Sin embargo

36
Las mujeres tienen roles secundarios y domésticos en la historia de la patria. La adjudicación de estas
características también puede encontrarse en el relato de las patricias argentinas. Véase Carranza, 1910.
37
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979, p 33.
38
Ibíd., p 35.
39
Ibíd.

42
está presente el sentido fundacional de los “hombres ejemplares” de su familia en el
siglo XIX y ella tomando el lugar de continuadora del legado.
En suma la historia argentina era cuestión de familia:

En la época en que mi madre aprendía entre estas paredes La Historia Argentina, que era la de
nuestras familias, justo es recordarlo (la mujer de San Martín era parienta de Victoria Ituarte
Pueyrredón; Vicente López era cuñado; Sarmiento gran amigo de mi bisabuelo paterno, Manuel
Ocampo, y debo confesar que la madre de mi tatarabuela, Antonia Ortiz de Rosas, era hermana
del abuelo de don Juan Manuel)…40

Aquí es interesante remarcar que estas palabras fueron leídas en la Sociedad Argentina
de Escritores en 1953, y esto no es un hecho casual. A partir de su escritura puede verse
como ata a su persona -como continuadora- al ideal civilizatorio de los Ocampo-
Aguirre, reivindicándolos junto con otras figuras como los hacedores de la patria. Su
madre es aquí la reencarnación de la metáfora de la patria, lugar común a otros
miembros de la elite41 que cerraría filas en los años treinta primero y luego en los años
peronistas. Entonces se vislumbra una continuidad en el ideario civilizatorio desde su
rol de mecenas de la cultura. Entre esas mismas paredes su madre había aprendido la
historia de nuestra Nación y la transmitía a sus descendientes. Victoria claramente
buscaría enmarcarse como la educadora de nuestro país y el continente a partir de la
elite intelectual de la cual formaba parte.42 Como sostuvo Colomer Pellicer: “Aunque el
soporte de nuestro análisis sea la biografía de un personaje, es nuestro propósito hallar
la interacción mutua entre el personaje y su entorno (…)” (Colomer Pellicer 1995:169).
Por esto, es interesante realizar un análisis de Victoria como individuo a partir de este
primer andamiaje dado por la escritura, sumado al abordaje de la red de relaciones que
tejió y el contexto en que lo hizo.
La familia Ocampo-Aguirre, fue una de las más encumbradas de la elite porteña y la red
de relaciones que esta entabló era según Victoria Ocampo, parte de la historia de nuestra
patria. Los contactos con San Martín, Rosas, Urquiza, Sarmiento, Mitre y Roca pueden
rastrearse en la familia. Victoria estaba ligada por parte de madre a Pridiliano

40
Victoria Ocampo, “La casa de la calle México”, Palabras leídas en la SADE, 18 de diciembre de 1953,
en Testimonios Quinta Serie, Bs. As, Ediciones Sur, 1957, p 28.
41
Un ejemplo es Carlos Ibarguren cuyo análisis fue realizado por Olga Echeverría (2005).
42
La tímida mención a Rosas se debe a que considera a este como la reencarnación de la “barbarie” en
estas tierras, esto hará extensivo al peronismo en franca comparación con el rosismo.

43
Pueyrredón y por parte de su padre a José Hernández. Recuperar a Hernández por vía
paterna nos remite a la legitimidad que ella busca en esta mención, al considerarse la
primera que se dedica a las letras. Quien termina legitimando su lugar en las letras es la
línea paterna. Dichas relaciones sociales de renombre eran un escenario en el cual
Victoria estaba acostumbrada a moverse desde pequeña. De manera que dichas
interrelaciones entrelazadas al decir de Elías (1999) produjeron a Victoria Ocampo que
a su vez produjo a estas. Creemos que el concepto de configuración utilizado en la obra
de Elías es un concepto útil para nuestro trabajo ya que nos muestra:

la imagen de muchas personas individuales que por su alineamiento elemental, sus


vinculaciones y su dependencia recíproca están ligadas unas a otras del modo más diverso y, en
consecuencia, constituyen entre sí entramados de interdependencias o figuraciones con
equilibrios de poder más o menos inestables del tipo más variado... (Elías 1999:16)

Dicho esto, ¿Cómo no pensar que las redes que trazaba Victoria Ocampo-aunque en
otro contexto y desde el plano cultural- venían a salvar la continuidad del ideario de esta
familia patricia? La historia de su familia era según la escritura de Victoria, la historia
de la patria. La labor pregonada por esta en Sur era sin dudas la de educar a nuestro país
y a América. De manera que el idea civilizatorio era un elemento a salvaguardar en un
contexto de cambios como lo era la década de los treinta en nuestro país y el mundo.
Hay cuestiones vinculadas al mérito y la distinción relacionadas tanto a los individuos
como a sus antepasados que pueden rastrearse desde tiempos de la colonia. Como
sostuvo Moutoukias: “Más tarde las fuentes del mérito se irían ampliando aunque
conservando su carácter de distinción aristocrática”. (Moutoukias 2000:260).
De manera que la distinción sería un instrumento utilizado por la elite a lo largo del
tiempo para sostener la red de familias notables que no sólo querían el control de las
riendas del poder sino también tener un lugar privilegiado socialmente frente a los que
consideraban rivales dentro de su grupo social. Uno de esos mecanismos fue alegar la
antigüedad en el territorio frente a los considerados “segundones” o “advenedizos”.
Los actores mencionados por Victoria se ubican -como ella- en el centro de la escena,
pueden verse como eslabones que se unen en un espacio público que apunta a la idea de
trascendencia. Arendt decía en su célebre trabajo La condición Humana: “Si el mundo
ha de incluir un espacio público, no se puede establecerlo para una generación y
planearlo solo para los vivos, sino que debe superar el tiempo vital de los hombres

44
mortales”. (Arendt 2013:64) Para Arendt sin la trascendencia ligada a lo terrenal no hay
esfera pública y “la publicidad de la esfera pública es lo que puede absorber y hacer
brillar a través de los siglos cualquier cosa que los hombres quieran salvar de la natural
ruina del tiempo.”(Arendt 2013:64). La intencionalidad de Victoria de trascender más
allá de los tiempos y con ella su buen nombre y honor, queda clara en la expresa
intención de que su Autobiografía se publique luego de su muerte. La autobiografía es
una necrológica adelantada, Victoria deja en claro que quiere que de ella se recoja luego
de su muerte. Como veremos en el capítulo final, la prensa argentina recuperará a
Victoria como mujer y como baluarte de la cultura argentina.43 De manera que a los diez
tomos de sus Testimonios publicados en vida y la labor en Sur y la editorial del mismo
nombre, le suma estas publicaciones post mortem. Victoria quiere estar presente en el
centro de la escena, incluso después de muerta, dejando en claro que quiere que se diga
sobre su vida y que no, elige que decir y que callar, a quienes dar voz y a quienes no. Es
claramente una forma de justificarse y de buscar desagraviarse frente a la sociedad. Una
forma de perpetuarse y de perpetuar un estado, una situación. Como señaló Kadir: “(…)
los autobiógrafos emprenden hacer consigo mismos lo que no quieren que se les haga.”
(Kadir 1995: 15)
Con respecto a su centralidad es interesante pensar que itinerarios recorrió Victoria a lo
largo de esa ansiada búsqueda de protagonismo y lugares de poder. Cuando el rol del
Estado era mínimo en cuestiones culturales, Victoria tuvo acceso a lugares de poder. De
hecho ese es el modelo de Estado mínimo que quería toda una elite enmarcada en el
liberalismo-conservador. Durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear, Victoria pudo
empezar a construirse un lugar como anfitriona, un lugar tradicional y permitido para
una mujer de la elite. Es importante pensar en cómo Victoria adquiere notabilidad en
espacios en que el Estado no está presente y de hecho considerará cuando el Estado
intervenga en materia social y cultural, una intromisión. Ese lugar es, desde una óptica
liberal, propia de las elites. El odio hacia lo popular es también la frustración hacia el
corrimiento de los hilos de poder. El manejo de la sociedad y la cultura son para
Victoria -quien nos ilustra una época y una cosmovisión- un atributo de clase. Hay una
concepción elitista de la democracia. Cuando avanza el Estado y desplaza a los sectores

43
Un caso muy ilustrativo es el de la Revista Gente que con motivo de la muerte de Victoria publica los
obituarios junto con la nota central sobre la vida de Ocampo. Véase Revista Gente N°706, 1 de febrero de
1979. En el marco de la peor etapa del terrorismo de Estado, la prensa agigantó ese modelo de mujer:
“respetable”, “despolitizada”, de la “alta cultura” a la cual los argentinos debían rendir como ella quería
un reconocimiento.

45
de la elite estos reaccionan en contra de lo masificado, lo vulgar, lo poco fino. Aquí
aparece la distinción ligada a la clase, apropósito de la introducción de Ansermet en la
elite porteña. Victoria aborda al mismo como benefactora y mecenas:
“ (…) yo contaba con el apoyo que sin duda Marcelo de Alvear, entonces presidente y
amigo personal, podría darnos si lograba interesarlo en esta empresa cultural.”44
Victoria está donde no está el Estado, la elite está donde el Estado no está presente.
Alvear encarna lo más refinado de la elite en el poder, es una flexión elitista dentro del
gobierno radical:
Marcelo de Alvear se interesó en los conciertos y asistía a los matutinos (había a precios
populares los domingos por la mañana). También iba Sagarna, el Ministro de Educación, y
Arce, presidente de la Comisión de Presupuesto (creo). Unos concurrían gracias a las gestiones
de la APO, otros, gracias a las mías.45

Hay aquí una complementariedad entre las tareas de la APO y labor de Victoria, las
gestiones son de ambos. Victoria está cerca del poder y utiliza esas redes para engrosar
su influencia en el ámbito cultural porteño. Es muy interesante la competencia de
Victoria con las mujeres que puede rastrearse a lo largo de toda su vida. En este caso
presenta las resistencias a Ansermet de parte de una mujer de poder que claramente la
opacaba:
Yo había hecho que Marcelo de Alvear lo invitara a almorzar. ¡Pero había una dificultad! A
Regina (Paccini de Alvear) no le gustaba la música moderna y se refería a ella diciendo, con
falsa modestia: ´No la comprendo…´, con lo que expresaba bien claro su desprecio.46

Las mujeres aparecen como una amenaza, una competencia, para Victoria, no así los
varones a quienes no considera amenazantes. Una mujer que le disputara poder era
sinónimo de desprecio sobre todo si tenían una carrera como la de Paccini que más allá
de dejarla para concretar el enlace con Alvear, eran a las claras de un reconocimiento
central, motivo de molestia para una personalidad con rasgos marcadamente narcisistas
como la de Victoria Ocampo.
Por todo lo dicho hasta aquí vemos que el caso de Victoria viene a mostrarnos si la
tomamos desde una óptica de historia social, política e intelectual a los grupos
culturales e intelectuales que pasarían del antifascismo al antiperonismo, tal como los
ha abordado Jorge Nallim (2014). Recuperando rupturas y permanencias y sin querer
con esto generalizar, es posible recuperar a Victoria Ocampo dentro de un consenso que

44
Victoria Ocampo, Autobiografía IV, Viraje, Bs. As, Ediciones Revista Sur, 1982, p 89.
45
Ibíd., p 91.
46
Ibíd.

46
asociaría al peronismo con la “barbarie” anterior a la organización del Estado-Nación y
con los advenedizos llegados al poder. Desde lo cultural las masas serían vistas desde
parámetros racistas, sexistas y clasistas y la intromisión del Estado como demagógica y
en post de avasallar las libertades individuales. Aunque hay una profunda diversidad
dentro del antiperonismo, podríamos decir siguiendo al autor que esos serían los rasgos
que lo resumen y que los mismos comienzan con anterioridad al peronismo. Estos
pueden extenderse incluso al siglo XIX, Sarmiento ya había cargado sobre los sectores
populares considerándolos bárbaros y por fuera de la civilización en Facundo que data
de 1845. Esto siguió con Alberdi y Echeverría en contra del sufragio universal, se
potenciaría frente a la inmigración masiva, para notarse con mayor énfasis cuando
Yrigoyen llegue al poder y posteriormente con el peronismo.47 De manera que Victoria
Ocampo nos ilustra la continuidad de una estructura denigratoria contra lo popular y lo
masivo que se extiende desde mediados del siglo XIX incluso hasta la actualidad. La
denigración de la elite hacia los pobres no comienza con el peronismo sino que es parte
de una estructura que se extiende desde los orígenes de la Nación y que quienes desde el
virtuosismo creerán ser los hacedores de la patria tomaran como forma de legitimarse,
dadas las crisis de sus propias identidades. El peronismo será la coronación de estos
influjos humillantes ya que la amenaza que verá la elite en la igualdad en materia social,
política y cultural hará que disparen todo el arsenal de prejuicios, etiquetas y
denigraciones contra los sectores más postergados. La elite se encuentra insegura frente
a los otros a quienes no quiere dar entidad. La cosmovisión de esa elite puede ser
analizada cuando se estudia el discurso de Victoria Ocampo, en ella aparecen tintes
sexistas, racistas y clasistas. Cuando siente alguna amenaza sobre su identidad, Victoria
escribe para reafirmarse sobre todo frente a un contexto de incertidumbres identitarias.
No es casual que comience a escribir su Autobiografía en 1952 en el marco del gobierno
peronista que consideraba un peligro que podía llevar a la desaparición de su clase. Tal
miedo está presente en su correspondencia con Gabriela Mistral donde Victoria le envía
fragmentos de discursos de Perón a los delegados gremiales de los telegrafistas y
portuarios en septiembre de 1953 en los cuáles este dice:

…vamos a suprimir la oligarquía cultural, para reemplazarla como en los demás aspectos por la
cultura popular, que es la única cultura que me interesa. Esto presupone una profunda reforma y

47
El abordaje de Nallim (2014) nos permite enmarcar a Victoria Ocampo como otro exponente del
antiperonismo que construye una mirada denigratoria hacia lo popular anterior al peronismo.

47
un gran trabajo. Pero nosotros, que hemos levantado todo eso que se levanta por el país, cómo
no vamos a levantar lo demás; lo vamos a levantar igual. Esto es lo que nos queda por realizar y
lo hemos de realizar de la misma manera como hemos realizado lo demás.48

Hay un temor explícito, por parte de Victoria, a la pérdida de poder e incluso a la


desaparición de su clase, que puede recuperarse en su mundo privado a través de la
correspondencia. El miedo a que desaparezcan las familias como la suya está también
presente al inicio de su Autobiografía:
“Aquellas familias pertenecían a una época que ha cumplido su periplo, con las fallas y
los aciertos, las casualidades y los defectos de su tiempo. Representaban un way of life
en trance de desaparecer ahora. ”49
En las cartas con Gabriela Mistral puede notarse con mayor profundidad el miedo al
ascenso de los sectores populares durante el peronismo y a la pérdida de protagonismo:
“El peronismo no me deja vivir y trabajar allí en paz. Así que eso que deseo: los
árboles, el aire, y el espacio, me lo perturba la subterránea agitación de la ´nueva
argentina´, como la llaman”50.
Los pobres no la dejan vivir en paz y opacan su paisaje, son una amenaza constante al
status quo y a las jerarquías. Ocupan su espacio, tocan sus árboles, tiñen de olores el
aire. La perturbación que le provoca lo popular muestra si se quiere el peligro frente a la
subversión del orden social. El desprecio hacia la cultura popular es también una
constante en la obra de Victoria y la correspondencia muestra esas características
exacerbadas en el ámbito privado. Esos "otros"- enunciados o no- serán recuperados
como una identidad cerrada, ahistórica y delimitada de manera de ser homogeneizada y
denigrada desde todos los planos sean políticos, sociales o culturales.51 Los Testimonios
y la Autobiografía fueron textos publicados y más cuidados con respecto a estas
características que sin embargo aparecen en el discurso. En el ámbito privado puede
verse la crítica al sistema judicial durante el peronismo con motivo de tener que disolver
una sociedad relacionada a Sur, en una disputa por la cual Victoria había perdido mucho
dinero le comentaba a Gabriela Mistral:

48
Fragmento del discurso de Perón a los Delegados Gremiales de los Telegrafistas y Portuarios, 24 de
septiembre de 1953, en Carta de Victoria Ocampo a Gabriela Mistral., 29 de septiembre de 1953, en
Horan y Meyer (2007)p 229.
49
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979, p 13.
50
Carta de Victoria Ocampo a Gabriela Mistral, París, 26 de diciembre de 1951, en Horan y Meyer
(2007), p 194.
51
Esta clasificación es utilizada por Echeverría (2013), p 68.

48
“…mis abogados no se atrevieron a hacer un pleito porque como no existe ya justicia en
la Argentina y dada mi situación de persona no grata al gobierno, el pleito estaba
perdido de antemano.”52
Es interesante aquí recuperar la idea de Victoria cuando señala que no hay justicia en la
Argentina en la carta, cuando comienza la Autobiografía dice que busca un
reconocimiento ya que le corresponde a ella y a las familias como la suya un acto de
justicia. La igualdad que significó el peronismo y el quiebre de jerarquías sociales eran
difíciles de aceptar y tolerar por una miembro de las familias más encumbradas de la
elite porteña que consideraba a la igualdad como una injusticia, una afrenta y una
perturbación a un orden lógico o natural. El peronismo aparece como una justicia
arrebatada no sólo en el plano legal sino principalmente en lo político y social.
Volviendo al plano familiar, Victoria manifiesta su crisis de identidad como mujer de la
elite a través del relato que realiza sobre sus hermanas. Recuperando lo señalado al
principio con respecto a la idea de trascender vemos como Victoria se zambulle en los
años peronistas cuando comienza su Autobiografía, cómo parte de la red de relaciones a
la que pertenecía, hilvanando pasado, presente y futuro. Con respecto a su rol dentro de
la red relacional, su “yo” no está sólo, sino en relación con los otros. Hay una clara
intencionalidad de ubicarse en el centro de la escena. Con respecto a las hermanas
Ocampo, la caracterización que realiza Victoria es un punto a tener en cuenta ya que
marca rasgos físicos donde predominan los aspectos positivos en común y rasgos
diferenciadores negativos:

Todas teníamos rasgos comunes, siendo bastante diferentes para quienes nos conocían. Dos
teníamos ojos castaños con reflejos verdosos; tres, ojos decididamente celestes; y una de un
tono verdoso más neto. Todas teníamos pelo castaño, tirando a caoba más o menos claro. Todas,
menos dos (Clara y yo) tenían nariz aguileña (mi sueño) (…)53.

Lo más interesante reside en que cuando habla de Silvina, la menor -y la escritora más
exitosa-de las Ocampo y una de las más destacadas de la Argentina, menciona que fue
la única que nació en la casa de Viamonte 550. Hay aquí una disputa sublimada
señalada a partir de los lugares de nacimiento, la más exitosa es la que no nace en el

52
Carta de Victoria Ocampo a Gabriela Mistral., 26 de diciembre de 1953, en Horan y Meyer (2007), p.
232
53
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Bs. As, Ediciones Revista Sur, 1980 p 11.

49
mismo lugar que las otras. Es una forma de apartarla de los lugares sociales para
intentar simbólicamente anularla. Como en el caso de la comparación entre los que
habitaban el territorio desde la época de la colonia con la consecuente legitimidad que la
antigüedad en este les daba frente a los considerados advenedizos, la antigüedad en el
hogar y en la antigua casa sirven para autoafirmarse y deslindar a Silvina del resto de las
hermanas. La espera de un varón es retratada por Victoria, quien dice que después de
ella lo esperaban para matizar y que abandonaron la esperanza luego del nacimiento del
Silvina a la que sin embargo bautizaron con el segundo nombre del padre.54 La tensión
con la menor de sus hermanas se refiere sin dudas a la competencia profesional, sumada
también a la herencia del nombre del padre que como patriarca se convierte en un
símbolo claro. Es en ese sentido que Silvina puede haber sido pensada y representada
por Victoria como una usurpadora no sólo de lo que ella creía su lugar en la República
de las letras por derecho de primogenitura sino también su lugar en el mundo, tomando
el lugar del padre.
También aparece la idea de que Silvina le quita a su madre:

Antes del nacimiento de mi quinta hermana (la cuarta nació en París cuando mi prima Clarita
me leía L’auberge de l´ange gardien), me sorprendió una noche, al volver a casa de mis padres
(había pasado como de costumbre el día en casa de mis tías) el aspecto de mamá. Me pareció
completamente deformada. No era la de antes. Me llenó de inquietud, de aflicción, de rebeldía
verla así, distinta. Como si me la robaran. La miré con rencor y con miedo. Miedo porque me
parecía que corría un peligro. Rencor por qué me hacía sufrir ese miedo.55

La figura del “peligro”, el miedo, se mezclan con la rabia y el rencor. Victoria siempre
se sintió amenazada con perder su lugar tanto en su infancia como en su vida adulta. La
amenaza de perder el lugar de poder la llevó junto con sus frustraciones a buscar lugares
de poder que le dieran el reconocimiento de sus pares. Silvina viene a quedarse con el
amor de sus padres en la infancia y con la carrera de las letras en la juventud. No es
casual que Victoria señale:

54
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Bs, As, Ediciones Revista Sur, 1980 p 11.
55
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El archipiélago, Bs, As, Ediciones Revista Sur, 1979, p 144.

50
“Pero, con el correr del tiempo, el misterio de los nacimientos me inspiro a la vez aprensión y
curiosidad, un estado de angustia recurrente.”56
Desde la primera publicación de Silvina en 1937 de “Viaje olvidado”, las críticas
feroces de Victoria asoman a la luz en la reseña que esta realiza en agosto de 1937,
recogida en sus Testimonios.57 Aquí nuevamente Victoria hace pesar el derecho de
primogenitura, sumando a la vez su madrinazgo, planteando que conocía a Silvina desde
hacía mucho tiempo y conocía mejor que ella varios pasajes de su vida como por
ejemplo su bautismo:

En esta ceremonia yo era, después de ella, el personaje más importante, como que era yo quien
la sostenía sobre la pila bautismal, no sin vivas inquietudes por la manera como se comportaría
en el trance y como me desempeñaría yo misma. Para asistir a ese bautismo había cerrado mis
cuadernos de escolar y mi diario, donde ocupaba lugar preponderante mi resolución de escribir
Libros. Libros con una ingenua mayúscula.

En nuestra familia este género de ambición no había desvelado a nadie, que yo sepa. Y sin
embargo la tinta estuvo presente en ese bautismo, pues manchaba los dedos de una de las
hermanas: la que sostenía a la otra.58

Victoria marca su antigüedad no sólo en la familia sino en la escritura. La tensión de


Victoria por su desempeño y por “ser” antes de Silvina, marcan sus inseguridades y
frustraciones. Aunque hace pesar la jerarquía sobre la menor de las Ocampo y le señala
que había recibido de parte suya como una suerte de herencia la ambición por la
literatura, estos indicios ilustran al igual que otros episodios retratados por Victoria que
el punto de vista que cuenta es el de ella misma, y asimismo que sus iras e
inseguridades se acrecentaban con cualquier persona que pudiera ser considerada por
esta como un rival. No es casual la tensión con Silvina ya que de todas sus hermanas,
fue la única que se consagró como escritora. Tampoco que en el caso de escribir la
reseña del primer libro de su hermana vuelva a ubicar a su “yo” en el centro de la
escena, recurso empleado en toda su escritura testimonial y autobiográfica. Su profundo
narcisismo ilustra de cuerpo entero a Victoria quien señala que los cuentos de Silvina

56
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El archipiélago, Bs, As, Ediciones Revista Sur, 1979, p 144.
57
Victoria Ocampo, “Viaje olvidado”, en Testimonios, Segunda Serie, Bs. As, Ediciones Sur, 1941.
58
Victoria Ocampo, “Viaje olvidado”, en Testimonios, Segunda Serie, Bs. As, Ediciones Sur, 1941, p 87.

51
son “recuerdos” pero no como los suyos. Como explica Molloy recurrir a la literatura
para rescatar el pasado, le deja al “yo” la mejor parte (Molloy 1996: 96) :

Se tiene la impresión de que los personajes con cosas y las cosas personajes, como en la
infancia. Y todo esto está escrito en un lenguaje hablado, lleno de hallazgos que encantan y de
desaciertos que molestan, lleno de imágenes felices-que parecen entonces naturales-y lleno de
imágenes no logradas- que parecen atacadas de tortícolis.59

No sería aventurado pensar que estas críticas son arrojadas a Silvina por ser la menor de
sus hermanas, por ser escritora y por ser mujer. Es claro en Victoria el reconocimiento
de los escritores e intelectuales varones y la crítica hacia las mujeres. En contraposición,
su hermana Silvina a lo largo de su obra manifiesta la base para que penetre lo otro, el
mundo a través del recurso a los espejos que no sólo marcan el encantamiento por la
propia imagen que sí puede observarse en Victoria.60
Salvo en el caso de su hermana Clara quien falleció en 1911 a temprana edad por
diabetes infantil a quien nombra cuando desarrolla el pasaje de adolescencia, la ubica en
un lugar de preponderancia por la muerte quedando fuera del mapa de comparaciones y
competencias.61 Es clave remarcar que en su escritura Victoria menciona, con respecto a
Clara, que era la primera vez que veía morir a alguien y que en ese momento había
alcanzado formas profundas de conocimiento que la habían llevado a acceder a la
realidad de las cosas. Esta misma caracterización de encuentro con la realidad daría
cuando contara su experiencia en prisión durante el peronismo en 1953.En el número
237 de Sur comenta que durante su experiencia en el Buen Pastor había descubierto la
verdad: “…ya estoy fuera de la zona de falsa libertad; ya estoy al menos en una
verdad”. 62
Victoria crea a partir del discurso la imagen de una mujer víctima de injusticias pero a la
vez fortalecida por estas y por el dolor ya que no pueden afectarla negativamente. Una
mujer poderosa, a quienes lo golpes endurecen.
Por lo analizado hasta aquí vemos que Victoria recupera el linaje y resignifica la historia
de su familia en diversos contextos de la historia argentina para poder insertarse ella
misma en un lugar de poder. Hay un claro interés discursivo en remarcar rasgos de

59
Victoria Ocampo, “Viaje olvidado”, en Testimonios, Segunda Serie, Bs. As, Ediciones Sur, 1941, p 91.
60
Puede consultarse Panesi, J (2004)
61
Sobre el uso de la muerte volveremos en el Cáp. IV apartado 4 En la muerte unidos”.
62
Victoria Ocampo, “La hora de la verdad”, Revista Sur N°237, Noviembre- Diciembre de 1955, p 5.

52
superioridad frente a los otros, cuestiones que se acrecientan en los contextos de
incertidumbres y angustias por los cambios sociales, donde la dinámica social
amenazaba con el corrimiento de las elites de la escena central y el nacimiento de
hermanas más talentosas.
La defensa del honor sería un aspecto central y la porosidad entre lo público y lo
privado, más precisamente del uso público de sus relaciones privadas sería otro
mecanismo de reivindicación y legitimación. Victoria construye discursivamente un
orden deseado con lugares y funciones preestablecidas para cada uno de sus integrantes.
Como sostiene Gomel (1996) la historia de una familia se construye cuando se
transmite, al transmitirse ese pasado se lo construye.(Gomel 1996:19) Las redes de
sociabilidad construyen un orden antes, durante y después de su propia existencia. En el
caso de Victoria Ocampo hay una noción de profecía auto-cumplida, el destino ya tenía
trazado para sus pasos ser la continuadora de las “honorables” familias que habían
construido la patria, pero también hay algo de frustración. Sería factible realizar un
recorrido entre el discurso y los lugares circundados por Victoria para realizar un
análisis más profundo de estas cuestiones. Anclando en ciertas cuestiones clave en
Victoria Ocampo como la idea de diferenciarse del resto de los miembros de su clase y
asimismo de los miembros del campo intelectual y marcar un rol relevante como
individuo. La interpretación de Victoria de su lugar en el mundo y de la idea de una
sociedad jerarquizada y donde debían respetarse el honor de las familias como la suya
tienen relación con la construcción personal y con las transformaciones sociales y
políticas de contexto. Darle tanto peso a las identidades es precisamente por qué estas
están en crisis (Arfuch 2005). Cuando Victoria se presenta frente a sus hermanas, en
especial frente a Angélica marca la distancia que por derecho natural tenía sobre esta,
quien siempre estaba detrás de ellas, abajo, en segundo lugar. Victoria habla de un
derecho de primogenitura que no tiene posibilidad de discusión y es natural. Para ella
era inadmisible vivir de otra forma en la que su hermana estuviera por delante de ella.
Las inseguridades de Victoria pueden notarse aquí tanto como en el ámbito de la
cultura, donde no casualmente ocupa el lugar de mecenas. Es ella quien posibilita,
legitima y decide por sobre los demás y quiénes son los elegidos. Hay en ella una
competencia continua y constante por los espacios de poder. Un claro paternalismo que
Victoria extrapola en todos los ámbitos por donde circula con claros destellos que
marcan el panorama de lo social:

53
“Ese orden venía de nuestro nacimiento. Yo exigía obediencia y ofrecía protección.”63

Con una lógica casi feudal, hay en ella una visión tradicionalista donde no puede pensar
en un colectivo o pensarse colectivamente y mucho menos en una organización basada
en la horizontalidad. Desde esta representación no está presente en Victoria la idea de
pensar a las mujeres como un colectivo en pie de igualdad. Muy por el contrario aparece
una noción verticalista, paternalista que objetiviza a las mujeres. Ella exige la
obediencia de sus súbditos- en este caso sus hermanas mujeres- y como el señor feudal
les da protección. Es interesante a la vez pensar en la idea de Estado que se desprende
de aquí, es ella como individuo y miembro de la elite quien se encarga de impartir
justicia, oportunidades, quien incluye, quien excluye, a quien considera con
posibilidades, a quien da su “madrinazgo”. Cuando un Estado fuerte busque
entrometerse en cuestiones que considere sus atributos dados por el nacimiento y el
linaje podrá verse su ofuscación y la creciente cantidad de adjetivos en tono peyorativo
que lanzará sobre las mujeres y también sobre lo popular, acusándolos de vulgares, poco
finos, ignorantes, infra-dotados, incapaces. Esa concepción no es sólo la de Victoria
sino que ella nos ilustra un contexto, una época, una cultura política. La caracterización
de sus hermanas se hacen en pleno peronismo lo cual no es casual, allí Victoria quiere
un reforzamiento de las jerarquías sociales que considera naturales y manifiesta su
malestar con la igualdad. Si volvemos atrás en el tiempo la caracterización que hace de
su hermana Silvina es de fines de los treinta donde ya hacía tiempo que el peso creciente
que habían adquirido los sectores populares era considerado una amenaza para las
elites.64 Victoria se sentía amenazada dentro de su familia y por el propio contexto. Por
eso en su discurso juega lo macro y micro de forma continua. Las descripciones de sus
hermanas sirven para reforzar el clima de tensión que sobre las elites pesaba por el
ascenso de los sectores populares. Recupera a sus hermanas precisamente porque no las
trata como iguales, por ser mujeres, esto no pasa con los varones de la familia que como
vimos tuvieron un marcado virtuosismo en el discurso de Victoria. Elige por tanto para
retratar la inferioridad no sólo a lo popular-cuando lo nombra- sino a otras mujeres.

63
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones revista Sur, 1979, p 130.
64
La repercusión de la obra La rebelión de las masas de Ortega y Gasset en el ámbito intelectual de
nuestro país ilustra claramente la necesidad de pensar el mundo dividido entre minorías y masa. Victoria
y Sur y gran parte de los intelectuales argentinos recuperaran esta obra de fines de los años veinte como
un justificativo a partir de cual pensarse y perpetuar el status quo desde esta teoría elitista de la
democracia.

54
Victoria ilustra a su clase ya que se cierra como lo hace la elite frente a los sectores
externos y frente a sí misma.
La construcción que Victoria realiza de su “yo”, en su niñez marca rasgos que se
extrapolan en su visión del mundo. Según su percepción hay verdades absolutas que no
pueden ponerse en discusión por que la naturaleza y el orden de nacimiento así lo
querían ya que las jerarquías para Victoria, como para su clase, son naturales. Esto
puede también ampliarse en su interpretación de lo popular sobre lo que guarda silencio,
sólo trae lo popular a colación cuando habla de la servidumbre que trabajaba en su casa,
ahí aparece lo feo, lo sucio, lo manchado, lo ordinario y hasta el asco. Estas categorías
aparecen recurrentemente en Victoria cuando habla de la servidumbre y en especial en
sus categorías de “verdad”. Guarda silencio como forma de quitarles legitimidad, ya que
lo que resulta perturbador es la presencia de los pobres, que estén visibilizados y
presentes, que tengan carácter de sujetos. Es muy interesante pensar como en el
contexto en que Victoria comienza su relación extramatrimonial con Julián Martínez,
primo de su marido, comienzan a telefonear a su casa diciendo que lugares había
frecuentado. A pesar de que Victoria sólo había compartido con un círculo muy cerrado
de personas su relación con Martínez, cuando comienza a ser chantajeada opta por
desconfiar precisamente de la servidumbre pero por sobre todo de una mujer de la
servidumbre, Fani:
Yo tomaba toda clase de precauciones, ya lo dije. Y J. no menos. La única persona que podía
saber lo que hacía mi chofer y donde estaba mi auto, era Fani a través del propio Juanillo. A
Juanillo no le importaría un bledo de toda la historia, pero a ella sí. Su misión, encomendada por
mi madre, era velar por mí y se excedía en su celo, de acuerdo con su moral. No existían para
ella razones de decencia que le impidieran someter diariamente a Juanillo a un interrogatorio:

´¿Por dónde anduvo hoy la señora?’ Y ella hacía sus deducciones. Una felicidad conyugal
perfecta (cuya imposibilidad sólo entró en su cabeza campesina asturiana terca muchos años
después) era lo que me deseaba. Lógicamente, no cabía otra explicación.65

La degradación a la que somete a Fani es notoria llamándola campesina asturiana terca,


la humillación a los pobres por parte de la elite es notoria. Civilización y barbarie, Fani
es considerada lo peor de la inmigración en Argentina. Estas interpretaciones están en el

65
Victoria Ocampo, Autobiografía III, La Rama de Salzburgo, en Autobiografía II, Bs. As, Ediciones
Fundación Victoria Ocampo, 2013, p 35

55
imaginario de las elites, los inmigrantes ingleses laboriosos frente a los italianos y
españoles considerados como inferiores e incapaces. Hay una humillación amplia, ser la
inmigrante de segunda, ser pobre y ser mujer y atada a esto la imposibilidad de soportar
la capacidad de agencia en su sirvienta. La desconfianza depositada en esta para
deslegitimarla marca la descalificación hacia lo popular que en el ideario de las elites
perturba y enfurece. Los pobres solo sirven para reforzar por la negativa la cosmovisión
de la elite, todas las características que pueden tener son denegaciones, es decir todo lo
más bajo y ruin se deposita sobre los pobres y las mujeres. Otra cuestión, Victoria
considera que el control viene por vía materna, su sirvienta la controla por pedido de
una mujer. La traición viene de las mujeres y lo popular. No sólo es anti-plebeya sino
sexista.
Desde el ascenso de los sectores populares en Argentina los sectores más encumbrados
de nuestro país verán con recelos la agencia de los más postergados y buscaran volver a
una Argentina dorada. En un proceso amplio que puede extenderse a los años veinte,
hay una buena parte de la intelectualidad que quiere volver a una época de esplendor,
tal como lo manifestaron los intelectuales autoritarios de los años treinta tales como
Ibarguren, Galvez y Lugones entre otros. En ellos estará también presente la idea de
provenir de la época de la colonia y manifestaran el miedo al desborde social. Estos
también marcaran la exclusión de las mujeres. Como sostiene Echeverría (2005) al
remarcar su supremacía por los dones naturales de su masculinidad ponen en evidencia
la crisis de identidad por la que atravesaban (Echeverría 2005:125). Victoria como
vimos no está tan lejos de estos varones virtuosos, insegura de su propia identidad como
mujer de la elite reforzó sin dudas la dominación patriarcal en los imaginarios,
identidades, subjetividades y representaciones tanto como en el plano de las prácticas.
Como veremos a continuación se inclina hacia lo permitido y busca cobijo en
resguardar la memoria como su guardiana.

3-El “ego” en la escritura: guardiana de la memoria


Como ya hemos mencionado, la obra de Victoria Ocampo y su forma de llevarla
adelante fue en su mayoría de tintes autobiográficos y testimoniales. El recurso
discursivo atado a su propia vida y la de su familia muestran una fuerte preocupación
por su posición de poder. Hablar en primera persona (y de sí misma, de sus
experiencias, de sus vínculos) es una opción frente a otras, que no eligió

56
inocentemente66 y que se constituye a nuestros fines como una noción a tener en cuenta
al analizarla en tanto individuo y como constructora de su cosmovisión y de su propia
proyección.67 Aquí se marcan fuertes tomas de posición con respecto a la red de
relaciones sociales, el tener vinculaciones con ciertos intelectuales reconocidos, de
mundo, es un instrumento que usará repetidamente para diferenciarse y construir su
propio capital con respecto de otros escritores y del resto de la elite a la que pertenecía.
Es decir, es clave en Victoria Ocampo la necesidad de diferenciarse de los miembros del
campo intelectual y de brillar entre su propia clase para alcanzar un rol relevante como
individuo y construir su espacio de poder y legitimidad. Realizar diez tomos de escritura
testimonial68 y seis de Autobiografías69, para publicar en este último caso luego de su
muerte, nos hablan a las claras de una fuerte idea de trascender ligada en este caso, a
salvar el buen nombre de sus antecedentes patricios y evidenciar su aporte a la “gloria
familiar”. No hay que olvidar que Victoria70 fue la primogénita71 de una familia de la
elite, los Ocampo- Aguirre72, y este lugar de peso debía por tradición ser salvaguardado
como el buen nombre de su linaje. Por lo tanto, remarcar sus aportes, su propia gloria,

66
Como expresó Natalia Biancotto (2015) en su comparación del lugar de la autobiografía en Victoria y
Silvina Ocampo, hay en ellas dos proyectos de escritura del yo, dos estrategias de auto figuración ,
Victoria que posiciona a su yo en primer plano y Silvina que nos remite a un yo en fuga. Dicha autora
analiza El Archipiélago, Primer Tomo de la Autobiografía de Victoria publicada luego de su muerte en
1979 y por otra parte Invenciones del recuerdo de Silvina una autobiografía en verso publicada en 2006.
67
Victoria Ocampo asume que la tarea de escribir sobre su vida está ligada a la sugerencia de la escritora
Virginia Woolf, y es aquí donde la obra “Un cuarto propio” aparece como una influencia notable. Sin
embargo, al detenernos en el análisis de esta obra y más allá del lugar que Woolf le da a las mujeres y la
literatura, esta sostiene la importancia del factor económico para dedicarse a la escritura, factor que en
Victoria Ocampo no aparece como una cuestión explícita en el discurso referido al rol de la mujer y la
literatura. Es decir que Woolf hace explicito que una mujer para dedicarse a la literatura debía tener
dinero y un cuarto propio. El cuestionamiento al patriarcado fue crucial en Woolf no en Ocampo que
como veremos termina reivindicándolo. Para un análisis del rol de la mujer y la literatura a comienzos del
siglo XX, véase, Woolf, V (2013).
68
Los Testimonios se escriben desde 1935 hasta 1977.
69
Con sólo mirar la tapa del Primer Tomo de su Autobiografía vemos en la foto de época a una Victoria
niña junto con su abuelo Manuel Ocampo, o Papocampo como ella le decía. Dichas autobiografías
comienzan a ser escritas en 1952, en el contexto de mayor tensión con el peronismo. De manera que esta
se reafirma por medio de la escritura, frente a un gobierno que relaciona tenazmente con la reencarnación
del fascismo y la barbarie en nuestro país. Reafirmándose como individuo legitima también a sus
antecedentes patricios.

70
En rigor de verdad, Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo (1890-1979). Sus dos primeros nombres
siguen la tradición onomástica de las familias Ocampo- Aguirre y los dos últimos a los santos patronos.
Véase Vázquez, M. E (1991)
71
Victoria fue la primogénita nacida en 1890, le siguieron Angélica en 1891, Pancha en 1894, Rosa en
1896, Clara en 1898 y Silvina en 1903.
72
Nos referimos a Manuel Ocampo y Ramona Aguirre. Estos se conocieron según retrata María Esther
Vázquez (1991), el 11 de septiembre 1888 en el entierro de Sarmiento.

57
era una forma de cumplir con los mandatos familiares. Un pasaje de su Autobiografía lo
ilustra claramente:

Dentro de otra esfera, en condiciones muy diferentes, yo también he tratado de negociar un


reconocimiento. Tal vez habré fracasado, como fracasó don Manuel Hermenegildo en su misión
diplomática (no en la otra73) Pero como él y con el puedo repetir: no pido una limosna sino un
acto de justicia. Y como don Manuel Hermenegildo se trajo de Norteamérica el Horacio y el
Curiacio, y armas que le costaron tantos dolores de cabeza, yo soñé con traer otros veleros,
otras armas, para otras conquistas. Y viviendo mi sueño traté de justificar mi vida. Casi diría de
hacérmela perdonar.74

Es clara la cuestión del reconocimiento, su búsqueda como la de su bisabuelo. Tomando


el lugar tradicional de guardiana de esa memoria familiar, Victoria refuerza la estructura
patriarcal, resignificando ese ideario. El fantasma del varón no nacido está presente ya
que no sabe si habrá logrado su cometido, por ser precisamente mujer, pero si falló
también lo hizo su predecesor. La conquista fue central en los Ocampo desde inicios de
la patria hasta los días de Victoria. Esta familia de la elite porteña no sólo esbozaba que
era encargada de hacer a la Nación sino que busca reconocimiento desde la colonia,
pasando por el periodo revolucionario y el siglo XX. Es tan fuerte la cosmovisión de la
heredera que Victoria nunca se desprende de esta labor que extiende durante toda su
vida. A falta del varón Ocampo, Victoria se adjudica como primogénita ese rol.
La cuestión del talento o la falta de este pueden verse ligado a lo anterior, la certeza del
fracaso como mujer ya que consideraba que tenía dotes naturales dados por su clase:

(…) si hubiera aprovechado al máximo mis dones naturales, también hubiera logrado éxito en el
campo de la literatura. A estas horas, quizá habría publicado un libro significativo, si no
perfecto. Me he desperdigado, dispersado en vanos esfuerzos (la rutina), he malgastado mis
dones. En parte para no dejar este país al que me ligaban diferentes amores (padres, amante,
amigos) Porque el amor fue mi vocación primera, antes que el teatro y que las letras.75

73
“La de comprar barcos y armas” (Nota al pie de Victoria Ocampo)
74
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El archipiélago, Bs .As. Ediciones Revista Sur, 1979, pp. 14-15.
75
Victoria Ocampo, Autobiografía IV, Viraje, Bs. As, Ediciones Revista Sur, 1982, p 10.

58
La ambición de Victoria es desmedida, el narcisismo76 la envuelve. Como sostiene
Sennet:
El narcisista no se muestra ávido de experiencias, está ávido de Experiencia. Buscando siempre
una expresión o un reflejo de si mismo en la Experiencia, devalúa cada interacción o escenario
particular, porque nunca es bastante para abarcar lo que él es. El mito de Narciso capta
netamente esta situación: uno se ahoga en el yo; es un estado entrópico (Sennet 1978: 401)

La idea de la perfección de lo que hubiera sido su obra literaria sino hubiera sido por los
otros que la limitaron (el país, sus padres, sus amigos) es la forma de su justificación. Es
en el fondo volver a la búsqueda del reconocimiento de la Nación, y del campo cultural,
que parece nunca pudo tener. Las frustraciones de esta mujer están a flor de piel, nunca
deja de tratar estos temas, son recurrentes en toda su escritura, muestran sus
inseguridades personales que son también las abatidas que recibe su clase y que son más
notorias en cuanto a la crisis de las identidades en contextos de marcada crisis. No
olvidemos que la Autobiografía comienza a escribirse en 1952 en el marco del
peronismo donde Victoria entiende que es corrida de su virtuoso lugar al igual que las
familias de la alta sociedad que merecían justicia frente a la injusticia que ella
consideraba era el ascenso de los sectores populares a la política y a la cultura. En el
fondo esa es la cuestión central, realzar los rasgos identitarios de su clase marcando el
silencio frente a lo popular. De otra manera no se comprende porque tanto
empecinamiento en marcar que es una no-reconocida. Como sostuvo Kadir (1995) una
autobiografía además de ser un pleito y una búsqueda de desagravio, encubre el móvil
del excepcionalismo. (Kadir 1995:19) Con su escritura Victoria busca estar presente
antes, durante y después de su existencia terrena. De manera que es una estrategia sobre
la cual posar la mirada ya que a partir de su escritura, Victoria pretende salvarse de las
ruinas del tiempo. Asimismo este tipo de escritura, fundamentalmente autobiográfica,
le permite posicionarse en el centro de la escena, ocupando el lugar central que cree
merecer y que la vida literaria real le ha negado, ya que su ingreso en la escritura en los
años veinte, había pasado sido sin pena ni gloria. Un ejemplo de ese desmedido
narcisismo se puede observar con motivo de abordar su nacimiento. Victoria empieza a
hacer un raconto de personajes célebres que ya habían nacido cuando ella despertó a la
vida: Churchill y Hitler, Roosevelt y Lenin, Nicolás y Alejandra y Marx, entre otros.
Asimismo, hace una descripción muy breve de la realidad del país, donde por 1890 se

76
El narcisismo es un concepto que hace referencia a una libido dirigida hacia sí mismo, es decir, el
objeto de deseo es el propio Yo. Al respecto puede verse, Freud, S, (1914) y Morrison, A (1997).

59
rumoreaba que Pellegrini iba a sentarse en el sillón de Juárez Celman. Vuelta la mirada
hacia el mundo, comenta que la reina Victoria reinaba en Gran Bretaña. De manera que
se compara con grandes hombres y a las únicas dos mujeres que nombra son a
Alejandra y a la reina Victoria, también personalidad de poder. Ambas son enunciadas
en tanto soberanas, es decir no entendidas como mujeres sino desde un lugar donde su
inferioridad podría ser abolida77o desde un lugar donde ejercen un dominio. Al
momento de su nacimiento, sostiene que Argentina era una patria insignificante, que se
estaba por hacer. Es aquí donde aparece con mayor contundencia el papel de las
familias patricias, incluida, claro está, la suya:
Las familias de origen colonial, las que lucharon y se enardecieron por la emancipación de la
Argentina, tenían la sartén por el mango, justificadamente. Yo pertenecí a una de ellas; es decir
a varias, porque todas estaban emparentadas o en vías de estarlo. Aquellas familias de corte
patriarcal vivían estrechamente unidas por la sangre, la amistad o la enemistad, las ilusiones o
los rencores, las querellas y las reconciliaciones, por la fe en una nueva nación.78

De aquí se desprende la justificación sobre que las elites debían ser las encargadas de
guiar los destinos de la Nación. Victoria se posiciona fuertemente como una miembro
de estas elites patricias relacionadas entre sí por parentesco y/o amistad. Asimismo
sostiene que dichas familias tenían corte patriarcal. Muy por el contrario a las
interpretaciones más tradicionales sobre Victoria y de los argumentos bien pensados y
esgrimidos por esta en Autobiografía y Testimonios, observamos que la recuperación de
su familia y de su clase se da desde una óptica patriarcal. El primado de su clase se da
desde la recuperación del patriarcado, elemento central para articular la hegemonía de
su clase. Frente a las interpretaciones que ven en Victoria una feminista pura y dura,
sostenemos aquí que fue el patriarcado un elemento de cohesión y legitimación
desplegado por Victoria en su ideario y en su vida. Un mundo de hombres puede verse
retratado en toda la producción de Victoria Ocampo, porque como ella lo sostuvo, el
hombre fue su patria.
El gran proceso que llevó a la conformación de nuestro país era visto por Victoria como
un asunto de familia encabezado por varones con una clara omisión de los sectores
populares:
La cosa había ocurrido en casa, o en las casa de al lado, o en la casa de enfrente: San Martín,
Pueyrredón, Belgrano, Rosas, Urquiza, Sarmiento, Mitre, Roca, López…Todos eran parientes o

77
Este tema será abordado en profundidad en el Capítulo V: “Patricia y Soberana”
78
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979,
p 10.

60
amigos. El país entero estaba poblado de ecos, de fechas históricas con aire de cumpleaños
(happy birthday) caseros, de nostalgias sentidas por quienes me rodeaban y mimaban.79

Aquí puede verse que Victoria no cuestiona la óptica patriarcal sino que legitima
discursivamente a los grandes hombres de la historia nacional. Ellos habían hecho la
historia y eran según Victoria cercanos geográficamente como en relación a los hombres
de su familia. No hay aquí mujeres, sino varones participes de lo público y de la
política. Para los años cincuenta ya estaba más que claro en el feminismo que el
patriarcado era el enemigo, entendido como un sistema cultural y social que le adjudica
la supremacía a los varones (Barrancos 2008:10) En nuestro país tal como lo sostuvo
Dora Barrancos:
La referencia a la educación de las mujeres se impone puesto que no hay dudas de que en gran
medida en la primera saga de feministas tuvo que ver el hecho de poseer mejor nivel educativo
y de pertenecer a sectores medios, aunque hubo excepciones. Entre las mujeres letradas y
orientadas hacia el libre pensamiento, el feminismo abrió un cauce singular.80

Siguiendo con lo anterior y recuperando nuevamente a Victoria es interesante traer a


colación las palabras de Joan Scott:

“La importancia histórica del feminismo y la validación de la agencia feminista, por lo


tanto, no dependen de si podemos establecer, o no, que fueron las feministas las que
finalmente consiguieron el voto-aunque puede afirmarse que sus acciones contribuyeron
al proceso-: más bien es en el marco de los cambiantes discursos del individualismo, al
señalar insistentemente las insuficiencias del universalismo republicano, que el
feminismo hizo su trabajo crítico y debe encontrar su historia.” (Scott, 2012: 216)

Es por esto que nos resulta más que interesante a los fines interpretativos de esta
investigación profundizar sobre el análisis de los discursos en contextos dinámicos para
recuperar el peso del individualismo presente en Victoria Ocampo. En su caso este
prima sobre cualquier proyecto colectivo. Lo esbozado por Scott nos sirve para analizar
las contradicciones y paradojas presentes en el discurso de Victoria Ocampo. Más allá
de los cambios discursivos que vaya realizando, existe una estructura clara, patriarcal y
una ideología liberal conservadora que pernearán su agencia, su cosmovisión y sus
representaciones.81.
Tampoco existen en la enunciación de Victoria los sectores populares, que son una
suerte de denigrante decorado, nombrarlos seria hacerlos existir y Victoria se encarga de

79
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979,
p 10.
80
Barrancos, (2008 )., pp.69-70.
81
Sobre dicho análisis volveremos en el capítulo V: Patricia y soberana.

61
que esto no ocurra y si sucede dejar en claro los tópicos negativos, inarticulados,
inmóviles para reforzar la negación de los considerados “otros”.
Los recuerdos que Victoria guarda abarcan varias extensiones de nuestro país, de Norte
a Sur: Córdoba, San Luís, La Rioja, Buenos Aires. Desde Pergamino donde su abuelo
paterno trabajaba en su campo hasta las estancias donde veraneaba su madre que eran de
los Aguirre y los Sáenz Valiente. La extensión geográfica de su familia tenía centro en
Buenos Aires, en sus calles y barrios:

“En cuanto a los nombres de las calles…Florida, Viamonte, Tucumán, Lavalle eran el reducto
de los Ocampo. Allí viví. México, Suipacha, Bolivar eran los barrios de mi madre antes de
casarse. San Isidro se pierde de vista en mi pasado y en el de mi familia materna.”82

El mundo, los lugares se condensan en ella. En espacio y tiempo se denota la


articulación de su familia retomando la vía materna y paterna. Todo comienza y
desemboca en los Ocampo con Victoria como centro. No hay mundo posible para
Victoria más allá de la elite y de la ciudad. Como apunto Sennet ¿Cómo hacer creíble
las apariencias personales en un mundo de extraños? En una ciudad pueden nacer
normas para hacerlas verosímiles (Sennet 1978:53) Unida asimismo a la idea de
ciudadanía83 en relación con el mundo burgués puede notarse la disociación de lo
público y lo privado que concibe al individuo como una abstracción para la
construcción de la ciudadanía y la comunidad que lo definen (Rosanvallon 1999).
La recuperación de sus antepasados lleva a la búsqueda de legitimación por parte de
Victoria tanto por vía materna como paterna, sus antepasados se enmarcan como
metáforas de la patria. No sólo debemos prestar atención a lo que dice Victoria sino a
como articula los tópicos sobre los que escribe, no es sólo el decir lo que importa sino,
como sostenía Barthes, la articulación de lo que se dice (Barthes 2014b:19). La

82
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979,
p 13.
83
Muchas han sido las problemáticas abordadas en tono a la ciudadanía, desde Marshall (1998). hasta
nuestros días. La realidad latinoamericana abre muchas otras cuestiones que no se corresponde
necesariamente con el esquema de Marshall. Este autor define la ciudadanía según tres factores: derechos
civiles, derechos políticos y derechos sociales. La ciudadanía civil es la referida a la libertad individual; la
ciudadanía política se relaciona con el derecho a la participación en el ejercicio del poder político, elegir y
ser elegido; por último la ciudadanía social se enlaza con diversos derechos desde el bienestar económico
hasta el acceso al patrimonio. Por esto es importante revisar las prácticas. Entre una de estas
problemáticas se encuentran las cuestiones de género. Para un análisis más complejo de la ciudadanía en
América Latina véase Whitehead, L (1997)

62
principal inquietud de Victoria al escribir su Autobiografía es el miedo a que dichas
familias desaparezcan de la escena, por esto tanto empecinamiento en reafirmarse y
cerrar filas frente a otros sectores sociales o directamente a desconocerlos, como queda
claro al inicio de su escritura autobiográfica. Los actores de los que habla son actores
que considera relevantes en la historia, excluye a una gran mayoría sobre los que guarda
silencio, no dándoles entidad. Esas familias como la suya pertenecían y representaban a
la patria. Pero como sostiene Victoria:

“Representaban un way of life en trance de desaparecer ahora.”84

Como esas familias habían dado todo por el país no se les podía exigir nada al respecto.
Sólo restaba que se les diera reconocimiento. Es aquí donde explícitamente Victoria
sostiene que sus antepasados y ella misma buscaban que se los reconociera:

“…yo también he tratado de negociar un reconocimiento.”85

Aquí es interesante retomar esta última cita como elemento del cual pensar como las
frustraciones presentes en Victoria hacen que ésta trace el camino del mecenazgo como
forma de reconocimiento y legitimación nacional y mundial y como el lugar posible de
agencia en tanto mujer. Desde este rol pudo posicionarse como centro en las redes de
poder y enunciar que conocía a buena parte del arco intelectual mundial. Asimismo y
quizá el mayor de sus intereses pasar a ser una persona respetable dentro del ámbito
cultural donde había fracasado como escritora. Respetabilidad que no hace más que
buscar salvar el lugar de la familia Ocampo de los embates de los cambios culturales,
sociales y políticos de Argentina y el mundo. En una línea familiar donde las mujeres
conformaban sus filas, Victoria encarna el rol del varón tan deseado por Manuel
Ocampo y el privilegio de la primogenitura.

En esa búsqueda Victoria se compara con su bisabuelo Aguirre que había ido a Estados
Unidos por el reconocimiento de nuestra independencia en 1817. Cuando Victoria pide
reconocimiento, pide justicia:

“…no pido una limosna sino un acto de justicia.”86

84
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979,
p 13.
85
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979,
p 14.

63
Victoria observa como injusto su lugar en el mundo en tanto mujer, ya que este
imposibilitaba su accionar dentro de la elite y el goce de sus privilegios. Ella quería
disfrutar del lugar inalterable y natural que los miembros de la elite de la que formaba
parte creían que tenían, ser mujer era visto por Victoria como una carga. Desde una
perspectiva liberal abogaba por la libertad de los individuos considerando a la igualdad
como una amputadora. La igualdad en el ideario de Victoria y de la elite de la que
formaba parte era considerada y vivida como una injusticia. Las jerarquías fueron
consideradas por Victoria naturales, ya que estas emanaban de su propia posición de
clase. Su postura como mujer es en extremo patriarcal ya que reivindica el lugar de los
varones en su vida sean: abuelos, padre, parientes, intelectuales, artistas, entre otros.
Existen mujeres en su escritura pero son las menos en su discurso. El análisis de
Victoria nos lleva a pensar que su identidad de género fue vista por ella como una carga
que la imposibilitaba a accionar dentro de su clase y del campo intelectual. A este
respecto su forma de concebir el poder es a partir de parámetros masculinos. Victoria
ilustra claramente a la mujer como símbolo de su linaje, tal como lo subrayó Simone De
Beauvoir retomando a Lévi-Strauss en su obra cumbre El segundo sexo (De Beauvoir
2012:72) Para definirse antes que decir soy una mujer, plantea soy una mujer de la elite
patricia. Por más que intente instaurarse como una mujer disruptiva, se define a partir de
su linaje y de una estructura patriarcal. El otro o los otros son los no nombrados o
recuperados a partir de características negativas, los sectores sociales postergados y
también las mujeres incluso, en muchos casos mujeres de las elites no reconocidas por
esta, además de las mujeres de los sectores populares. Su mundo es en definitiva un
mundo de varones y es en esa estructura donde buscará a lo largo de toda su vida el
reconocimiento de los varones de su clase y del mundo intelectual, planteando la
inexistencia y la imposibilidad de otros mundos posibles.

La patria de Victoria se extendía más allá de las fronteras. Su universo- dada su


particular impronta- era el mundo occidental. La impronta francesa87 es crucial, al
hablar de nuestro himno lo compara con la Marsellesa y cita:

“Oíd mortales el grito sagrado…

86
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979,
p 15.
87
Ella misma señala como primer idioma al francés, los escritos analizados aquí contienen innumerables
citas en ese idioma.

64
Allons enfants de la patrie…”88

4-El “ego” en la red: el cumplimiento del mandato


La articulación de las redes intelectuales por parte de Victoria Ocampo, tanto a nivel
nacional como mundial, comienza en la década del veinte89 y prosigue en la de los
treinta90. En la década del veinte Victoria viaja a París donde se nutre del influjo
intelectual de dicha ciudad. La capacidad de Victoria Ocampo para tejer redes era
notoria, había entablado relación con el poeta hindú Rabindranath Tagore91 y con el
filósofo español José Ortega Gasset, con quien trazaría un nexo hacia la Revista de
Occidente.92 Asimismo era amiga de Anna de Noailles93, tenía contactos con Le
Corbusier94, Drieu la Rochelle, Camus, Ansermet, Gabriela Mistral, entre otras
personalidades. El vínculo con los varones siempre fue priorizado por Victoria ya que
les adjudicaba en contraposición a las mujeres mayor capacidad. Asimismo, buscó
siempre su reconocimiento y admiración.95 Por ejemplo en Supremacía del alma y de la
sangre (1934), remarca la virilidad de los varones frente a las emociones de las mujeres,
es decir una presunción esencialmente patriarcal.
Posteriormente entra en contacto con Waldo Frank, quien sería uno de los primeros
eslabones para la conformación de Sur. Asimismo a nivel local se relaciona con
Eduardo Mallea. Con respecto a los comienzos de Sur, Victoria Ocampo relata:
“Los dos se confabularon para persuadirme de hacer algo en que yo no había pensado,
hasta que ellos empezaron a insistir, a machacar en cuanto oportunidad se presentaba:
la urgencia de que yo tomase a mi cargo lo que proyectaban.”96

88
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979,
p 8.
89
La década del veinte marca su fracaso como escritora. La entrada de Victoria Ocampo al mundo
literario se da en 1920 con el ensayo Babel y sigue con De Francesca a Beatrice en 1924 donde lee al
Dante desde su óptica de mujer, en 1926 publica La Laguna de los Nenúfares pero la crítica durante esta
década no fue positiva para con su obra.
90
Este contexto esta signado por la crisis del liberalismo donde las elites comienzan a ser corridas de su
rol hegemónico.
91
El mismo visitó nuestro país en 1924, hospedado por Victoria Ocampo.
92
Sur obtiene dicho nombre por elección de Ortega y Gasset. Este último posibilitó a Victoria publicar en
la Revista de Occidente de la cual se tomarían varías influencias para el trabajo de Sur.
93
Condesa de Noailles (1876-1933) poeta recordada por Victoria en sus Testimonios, a quien visitó en
París en 1929. A ésta le reprocha su antifeminismo comparando su idea de la mujer con la de Ortega y
Gasset. Puede consultarse “Anna de Noailles y su poesía” (frags.) En Testimonios Primera Serie 1920-
1934, Buenos Aires, Ediciones Editorial Sur, 1981..
94
El diseño modernista de su casa de Palermo se inspira en dicho arquitecto. Es la primera vivienda
racionalista de Buenos Aires.
95
Véase Matamoro (1986).
96
Victoria Ocampo, Fragmento de Testimonios N° Diez, 1977 en “Sur”, Selección, Capítulo, Bs. As,
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1981, p 2.

65
Victoria toma el rol de mecenas no sólo porqué había fracasado como escritora en la
década de los veinte, sino también porque éste rol es el que mayor protagonismo y
poder le da a ésta en la red relacional, le permite elegir, apadrinar y también rechazar.
La dominación es ejercida por Victoria desde el mecenazgo, y como señaló Peter Gay,
la pretensión de cultura es característica de los burgueses quizá como ninguna otra (Gay
1992: 33)
En las palabras de Victoria Ocampo, queda clara la idea de que sería ella la que tomaría
a cargo las proyecciones de Waldo Frank y Eduardo Mallea, es decir que ella, aparece
como el centro de la articulación de este entretejido que luego sería Sur. Encarando una
tarea relacionada a lo empresarial más que a la escritura, es en estos donde justifica ese
lugar atribuyéndoselo precisamente al impulso de Mallea y Frank, dos varones:

Si Waldo Frank y Eduardo Mallea cometieron un error al elegirme, yo lo agravé perseverando.


Alguna vislumbre de mi calidad de mula tuvo también el Conde de Keyserling, puesto que en
una carta del 25 de febrero de 1929 me escribía desde su Darmstadt: Si. Lo recuerdo ahora.
Creo que usted nació de tarde. Un siete de abril. Por mis cálculos usted de Aries y Capricornio.
Un tesón de primera.97

En este caso, marca con ironía el error de la elección de dichos escritores-sumando


ahora a Keyserling- pero que sin embargo, ella siguió adelante con el proyecto, que era
su proyecto. Es interesante pensar en la elección de sus acompañantes, dos varones a
quienes ella les asigna la decisión de haberla elegido, una falsa modestia, pero también
una representación interesante, son hombres la que la legitiman en el lugar que ella creo
y decide ocupar. Siempre existió en Victoria la necesidad de aceptación por parte de los
varones, de allí el protagonismo que a estos les dio frente a las mujeres que aparecen en
lugares secundarios.98
El proyecto Sur aparece no sólo a escala nacional, sino continental de cara a la
legitimidad que, como vimos, la antigüedad en el territorio y la historia daban a las
familias como la de Victoria. Asimismo, aparece aquí la idea latente de un destino
providencial marcado para sus pasos. El lugar que Victoria toma como “mecenas”,
como impulsora de la alta cultura es encarnado bajo el lema de educar a su país y a

97
Victoria Ocampo, Revista Sur N° 303-304-305 en “Sur”, Selección, Capítulo, Bs. As, Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires, 1981, p 2.

98
Blas Matamoro (1986) señala el tema de la aceptación masculina como central en Victoria.

66
América. Con esos tintes civilizatorios y pedagógicos claves, articularía un rol
empresarial, que ella veía como poseedora de atributos creativos e intelectuales. Esto
fue su rol esencial reforzado también por el personaje que ella misma se construyó en
torno a su persona. Este rol le daba un lugar central y hegemónico, Victoria no era sólo
una escritora sino el centro de una empresa cultural y una editorial, esto permitió crear
un eficaz sostén por el cual enarbolar su imagen y sus deseos de escritora, que también
son los temores frente al advenimiento de otros sectores sociales a partir de la movilidad
social y de la clausura que la elite a la que pertenecía realizó sobre sí misma. Sería
interesante preguntarnos si Victoria realmente quería ser una intelectual o más bien la
dueña de un imperio cultural. Su rol de traductora también permite sustentar esta
hipótesis, la traducción de culturas también se erige a partir de lineamientos
pedagógicos y civilizatorios. Es ella quien permite el acceso a determinados bienes
culturales. Dicho de otra manera, siendo que Victoria tomó lugares centrales a lo largo
de su vida, el lugar de mecenas parece ser un lugar más buscado que el de escritora
porque ella suponía que esto le daría mayor poder y prestigio a nivel nacional e
internacional, le proporcionaba la apertura a importantes redes relacionales y la ubicaba
como centro en la red. Estos elementos hubieran sido difíciles de articular desde otra
perspectiva, la de ser sólo una escritora.
Siguiendo con lo anterior es preciso marcar que la conformación de la Revista Sur en
1931 y de la Editorial del mismo nombre en 1933, fueron sin lugar a dudas su proyecto
personal.99 Articuladas dichas redes intelectuales a través de nexos de parentesco y
amistad100, estas reproducen los inicios del entramado en el cual Victoria había crecido.
Por solo enumerar algunos casos, en la conformación del grupo cultural se encontraban
los amigos y parientes de Victoria Ocampo: entre ellos su hermana menor Silvina,101y

99
Este proyecto al cual dedicaría su vida se desarrolla luego de la muerte de sus padres y asimismo luego
de la ruptura amorosa con Julián Martínez (su amante –primo de su marido Luís Bernardo de Estrada) con
el cual sin embargo tendría contacto hasta la muerte de Martínez en los años 50. Es interesante pensar en
cómo los mandatos sociales y familiares impulsan a Victoria tanto con sus frustraciones e inseguridades a
tomar un marcado rol central donde puede notarse un profundo narcisismo y una fuerte vocación de
dominio y poder.
100
Véase King (1989)
101
Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993). Estudió dibujo y pintura en París con Fernand Léger y
Giorgio De Chirico. Incursionó en literatura desde mediados de los años treinta, después de conocer a
Adolfo Bioy Casares en 1935, con quien se casaría en 1940. Entre sus obras se destacan: Viaje olvidado
(cuentos, 1937), Enumeración de la patria (poesía, 1942), Autobiografía de Irene (cuentos, 1948), Los
traidores (teatro, en colaboración con J.R Wilcock, 1956), entre otros.

67
su marido Adolfo Bioy Casares,102 Eduardo Bullrich103, Borges104 y su hermana
Norah105casada con el español Guillermo de Torre106, Eduardo Mallea107, José
Bianco108y Ernesto Sábato109, entre otros. A estos se sumaban María Rosa Oliver,110
Carlos Astrada,111 Elías Castelnuovo112y Julio Irazusta113 entre otros. Aquí pueden

102
Adolfo Bioy Casares (Buenos Aires, 1914-1999). Escritor argentino, exponente de la literatura
fantástica. Escribió varias obras en colaboración con Jorge Luis Borges. En 1940, Bioy Casares contrajo
matrimonio con Silvina Ocampo. Entre sus obras se destacan La invención de Morel (1940), Diario de la
guerra del cerdo (1969) e Historias desaforadas (1986), entre otras.
103
Eduardo Bullrich (¿?) Antes de pertenecer al grupo nucleado en Sur, fue miembro de la Revista Martín
Fierro (1924-1927). Secundó esporádicamente a la dirección de esta última revista. Era primo de
Victoria Ocampo.
104
Jorge Luis Borges (Buenos, 1899- Ginebra, 1986). Es considerado uno de los escritores argentinos más
destacados del siglo XX. Autor de ensayos, cuentos y poemas, entre sus obras se encuentran: Historia
universal de la infamia (1935), Ficciones (1944), El informe de Brodie (1970) y El libro de arena (1975)
entre otras. Junto con Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares publicó Antología de la literatura
fantástica (1940) y Antología poética argentina (1941).
105
Norah Borges (Buenos Aires, 1901-1998). Artista plástica y crítica de arte, hermana de Jorge Luis
Borges. Cuando su hermano asumió la dirección de la Biblioteca Nacional, luego del golpe de 1955,
dictaba clases de dibujo y pintura en el Departamento de Extensión Cultural.
106
Guillermo De Torre (Madrid, 1900- Buenos Aires, 1971). En su libro de 1925, Literaturas europeas de
vanguardia, ofrece una síntesis de las tendencia nuevas integrando y nivelando lo europeo, lo hispánico y
lo hispanoamericano. Fue el primero que utilizó la palabra ultraísmo y que aludió a un más allá, juvenil y
liberador, a un deseo de rebasar la metas.
107
Eduardo Mallea (Bahía Blanca, 1903- Buenos Aires, 1982). Nació en Bahía Blanca, y se dirigió a
Buenos Aires en 1916 a estudiar Derecho, carrera que abandonaría para ingresar al diario La Nación, más
específicamente en su suplemento cultural. Es autor de numerosas novelas y ensayos sobre nuestro país.
Fue embajador argentino ante la Unesco entre 1955 y 1958. Entre sus obras más destacadas se
encuentran: La ciudad junto al río inmóvil (1936), Historia de una pasión argentina (1937), La razón
humana (1959), entre otras.
108
José Bianco (Buenos Aires, 1908-1986). Escritor argentino reconocido por Las ratas, novela
psicológica publicada en 1943. Formó parte de Sur y fue secretario de redacción entre 1938 y 1961, año
en el que sería separado de su cargo por su visita a Cuba, lo cual le valdría además su enemistad con
Victoria Ocampo.
109
Ernesto Sábato (Rojas, 1911- Santos Lugares, 2011). Fue escritor, científico, pintor y filósofo. Entre
sus obras se encuentran: Uno y el universo (1945), El Túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y
Abaddón, el exterminador (1974), entre otras.

110
María Rosa Oliver (Buenos Aires, 1898-1977). Escritora argentina, formó parte del grupo inicial de la
Revista Sur y, junto a Victoria Ocampo, fundó la Unión Argentinas de Mujeres (1936). Fue una militante
marxista y en 1958 recibió el Premio Lenin de la Paz. Su autobiografía se conforma por Mundo,
mi casa publicada en 1965, La vida cotidiana, 1969 y Mi fe es el hombre, publicada en 1981.
111
Carlos Astrada (Córdoba, 1894- Buenos Aires, 1970). Fue un filósofo argentino con una extensa
carrera académica. Realizó sus estudios universitarios de Derecho en la Universidad Nacional de
Córdoba. Estudió en las Universidades de Colonia, Bonn y Friburgo con Maximiliano Scheler, Edmundo
Husserl, Martín Heidegger y Oscar Becker.
112
ElíasCastelnuovo (Montevideo, 1893- Buenos Aires, 1982). Poeta, ensayista y periodista uruguayo que
desarrolló la mayor parte de su actividad en Buenos Aires. De origen anarquista militó muchos años en
el Partido Comunista de la Argentina donde polemizó con los más grandes intelectuales y artistas dentro y
fuera del campo de la izquierda revolucionaria de principios del siglo XX. Entre las obras de Castelnuovo
se encuentran: Tinieblas (1923) y Entre los muertos (1925), entre otras.
113
Julio Irazusta (Gualeyuachú, 1900-1982). Ensayista e historiador argentino. Autor de diversos estudios
de tendencia revisionista, entre ellos Ensayo sobre Rosas, en el centenario de la suma del poder (1835-
1935); La Argentina y el imperialismo británico; Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su
correspondencia; Urquiza y el pronunciamiento. Referente de la derecha nacionalista, crítico de la

68
rastrearse fuertes lazos de amistad y parentesco: Bullrich era primo de Victoria, Bioy
Casares amigo de Borges desde 1932 y esposo de Silvina Ocampo desde 1934. Borges,
Silvina y Bioy Casares escribirían juntos posteriormente. Guillermo de Torre, era
cuñado de Borges. Asimismo aunque la directora de Sur no participara en los veinte de
las vanguardias literarias, era amiga de Ricardo Güiraldes. Mallea trabajaba en el diario
La Nación que oficiaba como una plataforma legitimadora y María Rosa Oliver tenía
contacto con Waldo Frank.
De modo que por lo señalado anteriormente podemos ver como las redes intelectuales
construidas por Victoria Ocampo tanto a nivel nacional como internacional, colocan a
esta en el centro de la escena donde ella se abre paso en su propia batalla por el poder.
Asimismo esas redes se construyen por lazos de parentesco y amistad114, replicando las
redes relacionales de las que ella provenía, los parientes y amigos que según su
testimonio habían hecho la patria. Sur es en este sentido una manera de “rehacer la
patria” de cara al siglo XX desde la lente rectora y civilizadora de una de las miembros
de la elite porteña.

En la carta que inauguraría el primer ejemplar de Sur Victoria le señala a Waldo Frank:
“…Usted me reprochaba con violencia mi inactividad, y yo le reprochaba, no menos
violentamente, que me supusiera usted apta para ciertas labores. Entonces, por primera
vez, el nombre de esta revista -que no tenía nombre- fue pronunciado.”115

El proyecto personal deviene de la sugerencia masculina, aunque Victoria hace carne


ese proyecto y logra articular con este su expresa intencionalidad de dominio de clase,
son los intelectuales varones quienes la habilitan y es ella quien toma esas proyecciones
como propias. Antes de los que pueden considerarse los inicios de Sur como proyecto,

democracia, de la “oligarquía” y acérrimo antiperonista. Además de sus obras políticas, de orientación


maurrasiana, tuvo un temprano despliegue en el campo literario.

114
Esto se extiende a nivel internacional y también en el tiempo, tal como queda claro en el análisis de
Jorge Nállim (2012). Este analiza la red de relaciones personales, institucionales, ideológicas y políticas
entre los intelectuales antiperonistas argentinos y entre ellos y sus colegas extranjeros que llevaron a la
fundación de la Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura en diciembre de 1955. Lo importante
a destacar en nuestro trabajo es que estas relaciones comenzaron en los años treinta y se profundizaron
durante el peronismo y el periodo de la Guerra Fría. Dichas relaciones tuvieron temáticas afines como la
defensa de la libertad y de la cultura occidental, el antifascismo y el anticomunismo.
115
Victoria Ocampo, “Carta a Waldo Frank”, Revista Sur N°1, Verano de 1931, p. 7.

69
Victoria comienza a insertarse como anfitriona con la llegada de Tagore a Argentina y
posibilitando la inserción de Arsermet. De manera que su interés manifiesto por lugares
de poder es a las claras anterior a Sur, dicho de otra forma, no había espacios de poder
que Victoria cediera, su ambición estuvo presente siempre en su vida. Dicho lugar como
anfitriona no deja ser un lugar permitido para las mujeres de la elite, es decir que
Victoria no sería la única de estas mujeres, pueden sumarse las hermanas Del Carril,
Bebé Sansinena y Magdalena Bengolea entre otras. Digamos que Victoria luchó por su
centralidad como ninguna de las anteriores para ocupar el podio, enfrentándose sin
tapujos a quien tuviera por delante. Para Victoria, 1924 fue un punto de inflexión en su
vida y a ese cimbronazo le dedica la cuarta parte de su Autobiografía denominada
“Viraje”.116 En relación a Tagore, el mismo hizo escala en Buenos Aires ya que había
sido invitado a Perú para los festejos del centenario, como estaba enfermo, los médicos
aconsejaron que no viajara.117 Aquí es donde Victoria entra en escena, ella que había ido
a visitarlo toma por su cuenta el alojamiento del poeta hindú en la quinta que le presta
el marido de una de sus primas. En ese momento el poeta tenía sesenta y cuatro años,
Victoria destaca “(la edad exacta de mi padre)”118 y “una aristocracia de modales119”
Decidida a hacerse cargo de Tagore para ganar representatividad es interesante mostrar
como disputa con otra de las mujeres de la alta sociedad por ocupar el rol central:
La presencia súbita y real de ese hombre distante, tan familiar en mis sueños, tan íntima a mi
corazón, cuando no conocía de él más que sus poemas, me paralizó. Reacción habitual ante un
escritor. Hubiera querido huir enseguida. Caí en el mayor mutismo y toda la conversación
estuvo a cargo de A.A. Los propósitos que ella tenía me preocupaban. Las cosas que decía me

116
Victoria Ocampo, Autobiografía IV, Viraje, Bs. As, Ediciones Revista Sur, 1982.
117
En su Autobiografía Victoria cuida bien lo que expresa sobre la visita de Tagore y lo hace en un marco
de magnificencia que permite ubicarla en un rol central: “Tagore estaba en el Plaza Hotel. Fuimos a verlo
con A.A. Nos recibió primero su secretario y nos participó su inquietud. ´El poeta´ salía de una gripe.
Después de minuciosos exámenes, los médicos acababan de declarar que su corazón no estaba en
condiciones de soportar el cruce de la Cordillera. Era necesario renunciar al viaje a Lima”. (Victoria
Ocampo, Autobiografía IV, Viraje, Bs. As, Ediciones Revista Sur, 1982, p 24.
Keyserling sin embargo señala según el análisis de Sarlo (2007): “ Tagore se había dejado engañar en la
India por un aventurero que, presentándose como delegado del gobierno peruano, lo invitó a una fiesta
conmemorativa de espíritu antiespañol en honor de los Incas; Tagore se decidió de la noche a la mañana y
puede decirse que casi sin dinero emprendió el viaje de la India a Buenos Aires, ciudad que el poeta se
figuraba como una especie de arrabal de Lima. A su llegada se quedó extrañado de que nadie lo
aguardara. Desanimado, perplejo y desconcertado por todo, se metió en una pequeña posada del puerto.
Allí lo descubrió Victoria”. (Keyserling, Viaje a través del tiempo. La aventura del alma, Buenos Aires,
Sudamericana, 1951, Vol II, pp. 465-6) En Sarlo (2007), p 85. La última versión deja en un lugar
secundario -si se quiere- a Victoria, y evidencia que los supuestos verdaderos motivos de la estadía del
poeta en Buenos Aires no le daban un manto de esplendor a la propia Victoria. Esto nos permite notar
como en la escritura pública de Victoria hay una exageración de caracteres sean positivos o negativos
(dependiendo sobre qué sector social o género deposite su adjetivación) en una escritura bien pensada. Lo
contrario ocurre con su correspondencia donde no tiene reparos en sus calificaciones.
118
Victoria Ocampo, Autobiografía IV, Viraje, Bs. As, Ediciones Revista Sur, 1982., p 25.
119
Ibíd.

70
molestaban. Interrumpí bruscamente la entrevista, prometiéndome un desquite en la próxima
ocasión, esa ocasión que iba a fabricar. Corrí a casa de mis padres. Les rogué que me prestaran
Villa Ocampo por una semana. Rehusaron. Me asaltó la idea de pedir ayuda al marido de una
prima R. de L.M. Consintió gentilmente en cederme su quinta en San Isidro, Miralrío, por una
semana. Tuve la sensación de que me salvaba la vida.120

Primera cuestión Tagore aparece como un hombre distante del cual Victoria quiere
captar su atención, de allí que nuevamente y retomando como lo hicimos al principio a
Matamoro (1986) es clara la intención de Victoria de agradar a los hombres. Asimismo
la búsqueda de un lugar para el poeta se da primero recurriendo a sus padres y luego al
marido de una prima, es decir recurre a su familia y a las figuras masculinas. Segunda
cuestión la competencia con su compañera es retratada de una manera descarnada,
Victoria haría lo imposible por imponerse y lo lograría. Ruega y pide auxilio a la
familia para satisfacer su deseo de supremacía, como una niña mimada de la alta
sociedad a la que no puede negarse nada. Sin embargo el rechazo de los padres vuelve a
encontrarse. Le preocupa y le enoja el protagonismo de su compañera en la entrevista y
viéndose en un lugar secundario busca un desquite. ¿La autobiografía no es eso? ¿Un
desquite frente a la certeza de su fracaso, sus frustraciones y su crisis de identidad? Que
la consientan le salva la vida, dice Victoria. Ver no colmadas sus ansias de poder le
provocaba una indignación sin precedentes. También Sur será una revancha para
Victoria. Fundada por ella en 1931 y bajo su dirección, ésta fue motivo de innumerables
estudios. Mientras desde las filas de la Revista Contorno fue acusada de “antiperonismo
colonialista” (Massota 1956) y a mediados de los años 70’ asociada a la oligarquía
argentina (Sebrelli 1975); otros enfoques, en cambio, han hecho un esfuerzo sustancial
por desvincularla de las connotaciones oligárquicas y ver en su interior una profunda
diversidad (Gramuglio 1983; Sarlo 1983; De Zuleta 1999). Desde esta perspectiva,
algunos autores han visto en Sur una revista literaria neutral (Gregorich 1983;
Vázquez,1991), un liberalismo apolítico y pluralista, la orientación por la constitución
de una minoría y la defensa de la libertad (King 1989) o una crítica cultural (Fiorucci
2005), en tanto otros también han percibido en sus páginas la emergencia de la opinión
y la crítica (De Zuleta 1999) Otros análisis abordaron las críticas implícitas al
peronismo en el poder (González 2012). Más allá de los tratamientos aquí mencionados
en preciso sostener que fue una revista que sobrepasó lo meramente literario y abordó
cuestiones políticas desde sus inicios. La elección de autores, artículos y temáticas están

120
Victoria Ocampo, Autobiografía IV, cit , p 25-26.

71
teñidas de los acontecimientos tanto locales como internacionales. En América Latina
fue una revista reconocida, y el trampolín que le permitió a su directora realizar
conexiones en Europa con lo más selectos de la literatura occidental que publicará tanto
en la revista como en la editorial. Poniendo su fortuna a cargo de este negocio Victoria
también llevará a Europa como difusora la obra de Borges y Cortázar. Ella sostenía que
una revista literaria como la Sur debía sostener un standard:

En arte no cabe la igualdad ni la caridad. Premiar una obra mediocre porque su autor vive en
circunstancias difíciles es inconcebible. La obra está bien o mal escrita, bien o mal pensada (…)
(…) No hay más pasaporte que el talento. Claro que hay grados en el talento y que mal puede
uno sentarse a esperar que se presente un Shakespeare inédito todas las tardes. Pero a la
exigencia de calidad a la que yo me refiero se resiste cada vez más el mundo moderno. Es
impopular, y con eso queda todo dicho.121

Es interesante pensar luego de analizar el fragmento anterior, recuperando a Grossberg como


las transformaciones del mundo material como las del mundo cultural están unidas.
Todas las acciones de los individuos tienen una faceta o dimensión cultural y un lado
discursivo. Y en este sentido:

(…) la cultura en la que vivimos, las prácticas culturales de las que hacemos uso, las formas
culturales que emplazamos e insertamos en nuestra realidad, tienen consecuencias en el modo
en el que la realidad se organiza y se vive. Las prácticas culturales contribuyen a la producción
del contexto como organización del poder, y a construirlo como una experiencia de poder vivida
cotidianamente. La cultura es una dimensión productiva o constitutiva del contexto de la
realidad vivida. (Grossberg 2010: 88).

Desde los parámetros de Victoria no hay igualdad posible, existe una justicia que es la
dada por la clase que es fija y el talento del que nos habla es un atributo de clase, es la
clase la que dice que es bueno, que es bello. Su visión de la sociedad es también su
visión del mundo y de la cultura. Sólo unos elegidos serán los protagonistas, un
Shakespeare de ser posible-nótese que sigue pensando en varones virtuosos de las
letras-la calidad se une de esta forma a nociones de alta cultura y de una figura de
intelectual legitimada por la clase. Queda clara la imposibilidad en su cosmovisión de
aceptar una noción de cultura amplia, la cultura es según Victoria de las elites letradas.
Sin embargo, desde los inicios de Sur Victoria trata de invisibilizar está concepción
hegemónica de la sociedad y la cultura junto con sus ansias de protagonismo y dominio,

121
Victoria Ocampo, “Sur: ese desconocido”, en Testimonios, Novena Serie 1971-1974, Bs, As, Editorial
Sur, 1979, pp. 206-207.

72
y señala en lo que podríamos llamar el documento fundacional de Sur que es la Carta a
Waldo Frank122:

“Nunca se me hubiera ocurrido por sí sola la idea de fundar una revista. Y creo que sin
esa constante insistencia suya, capaz de sacudir mis dudas, no habría siquiera
consentido en reflexionar al respecto.”123

Hay aquí una negación frente a la idea de dominio que trata de disimular
otorgándole la decisión a Frank, lo cual también la legitima.

Desde sus inicios existió en Sur una perspectiva americanista notable (Sarlo 1983) . Las
palabras de Victoria Ocampo en la Carta a Waldo Frank asumen la apuesta en este
sentido:

…Yo pensaba que si América es joven, el mundo no lo es y que nuestro continente se


parece a esos niños cuya infancia se marchita de vivir siempre entre adultos. América no cree ya
en los cuentos de hadas, pero lleva en sí la eterna necesidad que los hizo nacer. Como necesita
creer en ellos acabará por inventarlos de nuevo. Y ése será su milagro.124

Hasta aquí vemos una clara postura de una elite amenazada que quiere recuperar su
lugar pedagógico y civilizatorio. El proyecto Sur buscaba ser el continuador de la
generación del 80. Es la idea de prolongar la tradición del país como potencia mundial y
de una república organizada por una elite dirigente, esto conlleva claramente a la
omisión del populismo, sus estructuras y protagonistas y el retorno a una edad dorada
(Morresi 2011: 11-12) Ese sector liberal-conservador es tributario de las ideas de Ortega
y Gasset, padre intelectual de Victoria Ocampo y Sur y de buena parte de la
intelectualidad porteña de principios de siglo. Precisamente este pregonará una idea
elitista de la democracia que Victoria Ocampo al igual que buena parte de su arco
ideológico harán carne. Sobre este tema volveremos cuando abordemos el rol de
Victoria Ocampo y la lucha de las mujeres.

122
Victoria Ocampo, “Carta a Waldo Frank”, Revista Sur N°1, Verano de 1931.
123
Ibíd., p. 8.
124
Victoria Ocampo, “Carta a Waldo Frank”, Revista Sur N°1, Verano de 1931 , p. 12.

73
Desde los inicios de Sur se percibe claramente un discurso que apunta a la necesidad de
redescubrir América, de reinventarla, de regirla, de europeizarla. Escritas en el contexto
de los años treinta, donde las elites se veían amenazadas, las palabras de Victoria
Ocampo no hacen más que reflejar la intención de retomar un atributo de clase: el rol de
educar y “civilizar” a todo el país y a toda América.

Con respecto al rol de Victoria integrándose en el mundo intelectual central, este se


extendió a Europa, donde en 1934 asistió a Italia acompañada por Mallea a entrevistarse
con el Duce. También tuvo contacto con Carl Jung a quien publicó en la Editorial Sur la
obra Tipos Psicológicos. En Londres entró en contacto con Aldous Huxley, quien la
invitó a una exposición de Man Ray donde conoció a Virginia Woolf. Será con esta
escritora con quien entablará una “amistad”125 a la cual recurrirá con el fin de dibujarse
y ser vista y construirse como “ego” en el plano de la literatura y la cultura y en el
escenario de las luchas por las reivindicaciones femeninas.126 Es en 1936 cuando toma
el lugar de presidenta de la Unión Argentina de Mujeres127, órgano que luchaba por los
derechos civiles de las mujeres ante el proyecto de reforma del código civil. Este cargo
fue abandonado en 1938, dada la enemistad de Victoria con el comunismo.128También
entabló relaciones con Stravinsky a quien luego llevó a Buenos Aires. La presencia de
Caillois es asimismo relevante en nuestro país, el mismo fue hospedado por Victoria
Ocampo durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. A su vuelta a Europa será
quien difunda a Borges y Cortázar. Estos son algunas de las redes intelectuales que
Victoria trazó desde los años veinte hasta entrados los años cuarenta, las cuales se
extenderían en la mayoría de los casos a la largo de la vida de la escritora.

Dados estos contactos podríamos preguntarnos, ¿la habilidad para tejer redes era propia
de Victoria? ¿O más bien era un recurso propio de su linaje? ¿O es más bien el lugar
que mejor le queda para ejercer su poder por sobre los demás? ¿Cuánto tienen que ver
en esta articulación las frustraciones e inseguridades personales de Victoria? ¿Cuánto el

125
Tomamos el sentido de una amistad entre comillas, ficticia, fingida, necesaria, para que Victoria
pudiera ubicarse en el centro de la escena cultural y abrirse camino. Entendiendo que ella ve a estas
personalidades como contactos, eslabones que engrandecen su propio “yo” y por tanto su propio poder
como mecenas.
126
El caso de Virginia Woolf es quizá uno de los más importantes ejes de los cuáles según nuestro criterio
Victoria Ocampo busca posicionar su ego. No olvidemos que Virginia Woolf es la primera mujer dentro
de la literatura occidental que problematiza el rol de la mujer y la ficción en 1928 a partir de la obra “Un
cuarto Propio”.
127
Este cargo lo ocupó a partir de agosto. Como vice presidenta la acompaño Ana Rosa Schlieper de
Martínez Guerrero y Perla Berg ocupó la secretaría.
128
Sobre la Unión Argentina de Mujeres puede consultarse el trabajo de Isabella Cosse (2008)

74
peso de su clase? Llegados hasta aquí, y por lo desarrollado en estos apartados
sostendremos la siguiente hipótesis: el rol que Victoria Ocampo va asumiendo como
difusora cultural, se centra sin dudas en su propia persona. Su propio “ego” y la
condición de clase la impulsan a esto. La pertenencia a la elite genera en esta la
conciencia de que su vida es digna de ser contada, ya que como el resto de los
miembros de la elite patricia consideran, estas son excepcionales y superiores. Sumado
a esto, está la necesidad de remarcar la excepcionalidad de su propia existencia en
cuanto” ego” relacionada con personajes de la cultura que la distinguen del común.
Su obsesión por tender redes-presente en su familia- se da con la intención de remarcar
su propio “ego” y salvar el renombre de los Ocampo-Aguirre129.Victoria considera,
tiene conciencia, que puede legitimar y educar, elegir y dar lugar a quien se lo merece
en el espacio cultural, o negárselo rotundamente. Es consciente de que su vida es digna
de ser contada por su virtuosismo y como parte de un proyecto civilizatorio y
pedagógico.
De modo que sostenemos aquí que estos vínculos de poder fueron resignificados en el
campo intelectual a nivel local e internacional por Victoria Ocampo, reproduciendo (y
ampliando) redes que eran parte de su vida desde sus orígenes y aún antes de su
existencia. No casualmente el grupo Sur se conformaba a través de redes de parentesco
y amistad (Gramuglio 1983) Más allá de pertenecer a una elite económica y social,
Victoria Ocampo se puso al frente de una elite intelectual para poder preservar una
posición de poder en una elite inmersa en un proceso de cambios. Es decir que no
podemos entender a Victoria Ocampo como individuo sin verla inmersa en el tejido
social de origen que le posibilitó gracias a su capital económico y cultural la creación de
un nuevo tejido, de una nueva trama de relaciones, en este caso intelectuales. Sin dudas
las palabras de Colomer Pellicer son pertinentes a lo hora de hacer un resumen de las

129
Mucho se ha escrito sobre la capacidad de transgresión de Victoria Ocampo como mujer (Vázquez, M.
E1991) y su libre expresión como escritora (Salomone, 1999). Si analizamos en primer lugar a Victoria
en el marco de su condición civil vemos que esta estuvo casada entre 1912 y 1933 con Luís Bernardo de
Estrada. La relación no prosperó más allá de la luna de miel pero siguieron compartiendo una casa en
común hasta 1922. A pesar de la relación que Victoria mantenía con Julián Martínez, primo de Estrada,
recién en 1933 con la muerte de éste, Victoria se convirtió en viuda, estado que conservaría hasta su
muerte. Con respecto a la escritura la misma en su mayoría es sobre aspectos testimoniales y
autobiográficos. De manera que en el primer caso preservó las apariencias y en el segundo caso resaltó la
continuidad con su familia. A esto pueden agregarse innumerables ejemplos, el más claro es el de la
fundación de Sur realizado después de la muerte de su padre quien no la apoyaría por temor a que
dilapidara toda su fortuna. Sin embargo a partir de esta empresa Victoria conservaría el rol civilizatorio y
de elite de sus antepasados. Todas las labores culturales las realiza luego de la muerte de sus padres a
quienes, sin embargo, siempre les rinde culto. Por tanto ésta, más que ruptura, mantiene continuidad con
su linaje.

75
cuestiones centrales aquí analizadas: “lo normal es que cada individuo acepte el legado
que le trasmite la generación anterior deseando variarlo más o menos según encuentre
más o menos posibilidades de construir sobre él un proyecto personal”. (Colomer
Pellicer 1995: 172)

76
CAPITULO III: LOS FUNDAMENTOS DE UNA CONSTRUCCIÓN
IDENTITARIA

1- La cultura política liberal: Entre la corrección y la conciencia de su abandono

¿Qué lleva a contar una vida, la propia existencia? ¿Por qué hacerlo? ¿Quiénes han
contado su propia vida a través de la escritura? ¿Cómo han articulado dichos itinerarios?
¿Qué han dejado detrás? ¿Qué han omitido? ¿Qué han presentado al público para pasar
a la posteridad? Ciertamente muchos intelectuales han escrito sus autobiografías desde
Nietzsche, pasando por Freud, siguiendo por Sartre y De Beauvoir. El caso de Victoria
Ocampo130 es una pieza a no perder de vista en lo que hace al lugar de las mujeres de las
elites en Argentina que dejaron su impronta autobiográfica ya que su obra, como hemos
señalado, es esencialmente una autobiografía. Su caso nos abre el camino para analizar
a la elite a la que pertenecía y los mecanismos que esta escritora utilizó para colocarse
en el centro de esta y asimismo de la escena cultural e intelectual de nuestro país.
Asimismo nos deja la puerta abierta para el análisis de la cultura política liberal. Como
señala Marcelo Topuzian al retomar a Paul de Man, el estudio crítico de la autobiografía
puede constituirse como tal sino renuncia a las contradicciones de que surge su interés,
es entonces potenciando esas contradicciones que puede allanarse el camino para
renovar los estudios al respecto (Topuzian 2003:273-274) Sería por esto simple observar
en esta forma de escritura sólo el enmascaramiento de un profundo narcisismo, sin
embargo notorio en Victoria Ocampo. Es preciso analizar el contexto en el cual fueron
lanzadas esas palabras al papel y el sentido que Victoria quiso darles a las mismas, para
entrar de lleno en el análisis de las representaciones y significaciones emanadas de esta.
Por cierto sería oportuno señalar que sus palabras iban dirigidas a un público
minoritario, una elite patricia, a la que ella pertenecía. Ese decir, Victoria buscaba
realzar las características de la elite a la cual pertenecía, consideradas por ésta como
positivas, sobresalientes y ejemplares, manifestando la omisión sobre los sectores
populares o realzando en estos aspectos negativos. Fundamentalmente se trataría de una
negación de la condición de sujeto a esos grupos sociales subalternos que sólo aparecen
como complemento, decoración o receptáculo de lo negativo.

Victoria se presentaba a sí misma como el opuesto a esos seres sin matices, sin brillos.
Asimismo, intentaba posicionarse como mujer de la elite y como intelectual y desde allí

130
En su célebre trabajo Sylvia Molloy recupera a Victoria Ocampo. Véase Molloy (1996)

77
etiquetaba y establecía estereotipos sobre los modelos a seguir. De manera que creemos
que su escritura marca sin dudas las perspectivas e identidades que las elites pusieron
sobre los otros y otras, los que no aparecen en sus palabras, ya que parecen según su
óptica no merecer siquiera la enunciación y en el caso de hacerlo sólo es a través de
características negativas y peyorativas. En este sentido hay una clara demarcación
frente a los “otros”, como queda asentado en toda su obra y de manera más exacerbada
(más libre) en la correspondencia que esta mantenía con su círculo íntimo.131 Con
respecto a la autobiografía Molloy sostuvo la presencia de la autocensura, silencios
sobre lo que no puede contarse (Molloy 1996:17) Es por esto que sostenemos que existe
en Victoria conciencia de la incorrección política desde su pertenencia a la cultura
política liberal argentina, por ello busca guardar las formas en público lanzando las
descripciones más descarnadas en el ámbito privado. Como podemos notarlo en un
ejemplo, sencillo pero representativo:

“Bajamos en Port au Prince (Haití) y me ha encantado lo poco que de esa isla he visto.
Los negros, vendiendo pulseritas de plata se abalanzaron sobre los viajeros”132.

El tono diferenciado, el desprecio desmedido en las cartas privadas que no aparecen en


los textos públicos, evidencian que Victoria Ocampo quería construir una mejor imagen
de sí misma, que no ofendiera, por ejemplo a sectores progresistas y, por ende, sabía
que esos desprecios ya no eran bien vistos por el conjunto de las elites o al menos,
tenían el decoro de no decirlo públicamente. En este fragmento que escribe a sus
familiares mientras viaja, Victoria deja en claro su señalamiento peyorativo hacia la
República negra de Haití y sus habitantes que vendían artículos considerados sin valor y
tenían, según su óptica, actitudes relacionadas a la “barbarie”, ya que los “negros” se
“abalanzaban” para vender sus mercancías a los viajeros.

La cultura política liberal ya no admitía ciertas “barbaridades” dichas públicamente, por


eso Victoria cuidaba bien de mantener en un estricto marco de intimidad sus
expresiones con tácticas de represión (lo que no puede decirse) y de autovalidación (lo
que se ubica como aceptable133):

131
Con círculo íntimo nos referimos concretamente a sus hermanas Angélica y Pancha, su cuñado Adolfo
Bioy Casares y José Bianco.
132
Carta de Victoria Ocampo a sus hermanas, 1946. Carta de Victoria Ocampo N°3, En Cartas de
Posguerra, Bs. As, Editorial Sur, 2009, p 32.
133
La referencia a “tácticas de represión” y “autovalidación” fueron utilizadas por Molloy (1996), p 21.

78
Esta noche voy a visitar a Richard Wright, el negro que escribió la novela ésa, la del
chauffeur que lo acusan de rape. Lo invité a comer, pero los negros hacen muchas
dificultades para aceptar invitaciones…Están escaldados, y con razón. Ils ne sont pas
des gens fáciles (cuando pertenecen a cierta categoría intelectual). Espero darle la
impresión a Wright de que para mí no es un mono.134
La apariencia y la simulación (el disfraz) son centrales frente a la mirada de los otros,
espera que no se note su incorrección frente a Wright que para ella es un negro pero con
categoría intelectual. Claramente la noción de intelectual presente en Victoria queda
atada a lo social y a la clase, ella sostiene “cierta categoría intelectual”. La descripción
descarnada en el fuero íntimo comparando a Wright con un mono aparece disimulada o
mejor pensada en sus calificativos presentes en otros casos, como por ejemplo el de sus
sirvientes, en su escritura pública:

“Yo quería mucho a todos los sirvientes: Micaela, Catalina, Carmelo, François, Juan
Montero, etc.”135.
Aquí describe desde sus recuerdos de niña a los sirvientes relacionados con sus tías
abuelas y relata que había otros más como por ejemplo Mary que era irlandesa y
mucama de su madrina:
La conocí siempre jubilada y viviendo en casa de las tías abuelas, con toda clase de privilegios.
Le llevaban la comida a su cuarto porque sufría de reumatismo. Mary era misteriosa. Hablaba
mal el español, a pesar de que entró a la casa a los diecisiete años y allí se quedó para el resto de
la vida.
A todo le agregaba: but. ´But ya le dije que su Madrina la llamaba’. ´¿But por qué desobedece?´
´But when yo le digo que…´ Madrina hablaba siempre de la ´pobre Mary´136. Yo no le veía nada
de pobre y mucho de prepotente137.
La prepotencia en las representaciones de Victoria siempre tiene cara de mujer, Mary
no obedece y no aprende el español a pesar de vivir toda la vida como un objeto en casa
de sus tías abuelas. El desprecio es central, es irlandesa, mujer y no tocada por el barniz
pedagógico de su familia. Como si fuera poco en nota al pie señala para seguir
denigrándola- ya que antes había dicho que era un privilegio que le llevaran la comida a
su habitación- la existencia de un hijo, información en extremo íntima, y que había
llegado a ser comisario, coartando las posibilidades, considera como lo máximo que a
que podría aspirar un pobre. Describir cuestiones privadas de la vida de los pobres era

134
Carta de Victoria Ocampo a sus hermanas Angélica y Pancha. New York, 21 de abril de 1946. Carta
N°9, en Cartas de Posguerra, Bs, As, Editorial Sur, 2009, p 57.
135
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979, p 108.
136
“Supe mucho después que Mary tenía un hijo natural que la visitaba como sobrino, y llegó a ser
comisario”. (Nota al pie de Victoria Ocampo)
137
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979, p
109-110.

79
una estrategia más para denigrar asociando a estos a lo bajo, lo vulgar, lo poco fino.
Mientras hunde a algunos, realza a su clase y a su propio yo, porque necesita a los otros
para legitimarse138. Sin embargo esos calificativos son menores si se los compara con
sus expresiones en el ámbito privado:

Ang. te quejas de la gente de nuestros pagos. Aquí es tan igual o peor. “Who do you think you
are” es lo que dicen o piensan todo el tiempo at the least provocation. Pero al lado de eso hay
gente buenísima y comedida y paternal. En todas las clases. Por ejemplo: tengo 2 sirvientas, la
de la mañana, la de la noche. La de la mañana es una vieja buenísima. Le guardo el azúcar de
mis desayunos. Es americana. La de la tarde es odiosa e irlandesa. Le doy propina porque si no
me comería cruda. Pero por mí, si de mí dependiera, cambiaría de cuarto para no verla.139

A lo largo de su escritura el mundo de los sectores populares es a las claras excluido en


los pasajes de su vida, sólo hay pocas menciones que quedan circunscriptas al ámbito
doméstico y tienen que ver con la servidumbre. En las cartas no hay disimulo ni disfraz
sino toda la crudeza que se explaya en el ámbito privado. Aunque cambie de escenario
el desprecio a los pobres sigue intacto. Les exige sumisión, marcando a las claras un
trato paternalista. La sirvienta obediente es “buenísima”, le guarda el azúcar, un gesto
de desprecio, merece por su obediencia las migajas, no más que esto. Es americana, lo
cual es un rasgo positivo. La segunda sirvienta es una irlandesa sinónimo de atraso, de
barbarie, es odiosa. La mención a cambiar de cuarto para no verla es central, y describe
a la perfección el desagrado, y la amenaza que los pobres significan para la elite. No
quiere verlos, los odia, potencian sus inseguridades pero los necesita para reafirmar su
superioridad. Amenazada su identidad, anula con las peores calificaciones a quienes
siente que coartan su rol social. No hay en Victoria orden posible de ser subvertido. Hay
terror al desborde de lo social y también en su hermana esto está presente, ya que queda
claro era motivo de conversaciones. La elite desprecia a quienes considera una amenaza
para mantener su lugar inquebrantable.

En el ámbito público, su mención a los sectores populares es también a través de la


caracterización de rasgos negativos como la inactividad:

138
Caso contrario cuando busca realzar su yo a partir de la magnificencia de sus contactos y vínculos
personales. Omitir por ejemplo el incidente de Tagore que es un claro ejemplo en el cual Victoria suprime
de su escritura que la delegación peruana no envía a nadie a buscar al poeta y sólo describe el escenario
de la gripe que lo obliga a quedarse en Buenos Aires. Episodio relatado por Keyserling.
139
Carta de Victoria Ocampo a sus hermanas Angélica y Pancha. New York, 21 de abril de 1946. Carta
N°9, en Cartas de Posguerra, Bs, As, Editorial Sur, 2009, p 59.

80
Otro irlandés, Gathny, iba todos los veranos a Villa Ocampo con su hijo de mi misma edad. Era
butler. Alto y serio. Al comienzo de la temporada desaparecía dos días. Madrina decía: ‘Hay
que dejarlo al pobre. Es su debilidad, pero después se porta muy bien’. Los sirvientes no
hablaban de debilidad sino de tranca. ´Duerme la mona´, comentaban. Yo le preguntaba a
Franky, el chico: ‘¿Y tu papá?´. ´Está durmiendo’140.
Aquí se nota la distinción social: la tranca para los pobres, la debilidad para su Madrina.
Sin embargo el interés central sigue siendo la obediencia y la sumisión de los pobres.

Como sostuvo Peter Gay:


La mente humana tiene hambre de realidad; excepción hecha del ello, en gran medida
encerrado, depositario de los impulsos puros y del material profundamente reprimido, las otras
instituciones de la mente, el yo y el superyó, prestan continua y libre atención a la cultura en la
cual subsisten, se desarrollan, tienen éxito y fracasan. Pese a que la mente presenta el mundo
con sus necesidades, el mundo da a la mente su gramática, a los deseos su vocabulario, a la
angustia su objeto. (Gay 1992:21)
Encontramos en Victoria la búsqueda de crear un personaje en el discurso y atribuirle
las características que entiende definitorias para alguien de su clase. Es, por lo tanto, un
accionar político de la elite que se siente amenazada. Pero también hay una vocación
individual, personal, que pretende adelantarse a lo que otros pudieran escribir sobre ella
luego de su muerte. Por ello, el guión de lo que debe recordarse, escrito por la propia
Victoria, es también uno de los artilugios que esta inseguridad enmascara en los usos
del lenguaje y lo que el lenguaje imprime sobre Victoria. La intencionalidad de ubicarse
como centro esconde sus propias inseguridades, los deseos de aceptación por los actores
considerados como selectos, distinguidos, y sobre todo evidencian la necesidad de
aceptación por parte de los varones.141 Sin duda, su pretendida omnipresencia busca
estirarse en el tiempo más allá de su vida terrena (Arendt 2013). Remarcar su
superioridad y la de su clase frente a los considerados como “otros”. Esto es algo muy
notorio en su escritura y puede rastrearse en toda su obra. Cuando era niña y jugaba con
los hijos de la servidumbre, comparaba las cabecitas motudas142 de algunos de estos
niños frente al hijo del sirviente inglés, rubio de piel blanca y ojos celeste. Más allá de
la clasificación que realiza Victoria, lo interesante es que ya en sus primeros juegos, los
niños negros, Juancito y Alfredo (hijos de Juan Allende, servidor de su bisabuelo) eran

140
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979, p.
110.
141
Blas Matamoro (1986) sostuvo que Victoria buscaba la aprobación de los hombres. Sylvia
Molloy(1996) marca también la inseguridad de Victoria en el mundo de las letras predominantemente
masculino.
142
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur, 1979, p 140.

81
sus súbditos obedientes, mientras que Franky (el hijo del sirviente Gathny)143 solamente
la aceptó una vez en pie de igualdad:

Franky era el hijo de Gathny, el sirviente inglés (¿o irlandés?) de Madrina. Rubio, de piel muy
blanca, cubierto de pecas, tenía ojos celestes y preciosos. El trío jugaba con nosotras a la
mancha, al ´rescate´, a ´los vigilantes y los ladrones´, al croquet. Juancito y Alfredo me
gustaban y eran mis súbditos obedientes, pero yo admiraba a Franky y me desvivía por serle
agradable. Jugaba a los juegos que él prefería, le guardaba parte de la torta que me daban
(prueba indiscutible de amor). Pero Franky no se dejaba enternecer fácilmente y no daba señales
de agradecimiento ante tan escandalosos privilegios. Una sólo vez me sentí aceptada por él en
pie de igualdad144.
Sería importante analizar hasta qué punto estas percepciones de su infancia fueron
arrastrándose a lo largo de su vida en su manera de interpretar el mundo. Los “negritos”
según Victoria acataban su superioridad mientras que Franky le era indiferente. No es
casual que plantee en su infancia que la indiferencia y frialdad de Franky, que le
causaba dolor y le afectaba la autoestima. A pesar de ser un sirviente, era un inglés
rubio.

“me destrozaban el corazón y me roían el amor propio (…) Todo en el me parecía


envidiable”145

La debilidad frente a lo europeo y la “vergüenza” por lo americano, puede verse en su


comunicación con Waldo Frank que, a la vez, fue incluida como tema de debate en las
páginas de Sur. Victoria señalaba:

…Ya en París, vi. qué el proyecto de revista me había precedido. Advertí el fantástico y
absurdo aspecto que adquirió al pasar por las ajenas ese propósito inarticulado por mi boca.
Entonces comprendí que tan grosera caricatura no cedería ante mis explicaciones o
rectificaciones, sino ante la revista misma.

Digo caricatura grosera al recordar que se me preguntó, con la mayor seriedad del mundo,
si mi revista se proponía volverle la espalda a Europa. ¡Sencillamente porque declaré que su fin
principal consistiría en estudiar los problemas que nos conciernen, de un modo vital, a los
americanos! ¡Volver la espalda a Europa! ¿Siente el ridículo infinito de esa frase?

143
Quien luego dirá Victoria que era irlandés, en este pasaje dice ingles ¿o irlandés? Es curioso que con
motivo de plantear sus preferencias o gustos trate de disfrazar al padre de Franky como inglés. Esto
puede verse en Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones Revista Sur, Buenos Aires,
1979, p 110 y p 139. En la página 110 Gathny aparece como irlandés. En la página 139, lo pone como un
interrogante.
144
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones Revista Sur, Buenos Aires, 1979, p
139-140.
145
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones Revista Sur, Buenos Aires, 1979, p.
140- 141.

82
Claro está que nos vemos irremisiblemente obligados, en el sentido físico como en el
intelectual, a dar la espalda a alguna cosa si queremos volver la cara hacia otra. Pero eso no
implica forzosamente que nos demos vuelta en sentido figurado”. 146

Claramente, la lectura que Victoria pretendía realizar de lo americano era con ojos
europeos. En buena medida, se trataba de un lamento sobre aquellas cosas en las que
América se diferenciaba de Europa. Ya lo sostenía en el primer número de Sur en 1931,
en un contexto de redefiniciones identitarias de las elites en nuestro país, signado dicho
por el gobierno militar de Uriburu de corte netamente fascista, la preocupación de
Victoria es Europa, no la derecha en el poder:

…Yo pensaba que si América es joven, el mundo no lo es y que nuestro continente se


parece a esos niños cuya infancia se marchita de vivir siempre entre adultos. América no cree ya
en los cuentos de hadas, pero lleva en sí la eterna necesidad que los hizo nacer. Como necesita
creer en ellos acabará por inventarlos de nuevo. Y ése será su milagro.147

La identidad desafiada, puesta en duda en tanto americana puede vislumbrarse a


partir de la escritura testimonial en ese mismo año, 1931:

Si no hubiese sido americana, en fin, no experimentaría tampoco, probablemente, esta sed


de explicar, de explicarnos y de explicarme. En Europa, cuando una cosa se produce, diríase que
está explicada de antemano. Cada acontecimiento nos hace la impresión de llevar, desde su
nacimiento, un brazalete de identidad. Entra en un casillero. Aquí, por el contrario, cada cosa,
cada acontecimiento, es sospechoso y sospechable de ser aquello de que no tiene traza.
Necesitamos mirarlo de arriba abajo para tratar de identificarlo, y a veces, cuando intentamos
aplicarle las explicaciones que casos análogos recibiría en Europa, comprobamos que no
sirven.148

Ser americana, ser mujer, es considerado por Victoria como una mancha en su
propia identidad, es su necesidad de justificarse frente a los otros. Un brazalete de
identidad dice Victoria, un casillero, una clasificación ya hecha, podríamos decir en lo
Europeo. Como señaló Kadir la justificación aparece y toma su mayor impronta

146
Victoria Ocampo, “Carta a Waldo Frank”, Revista Sur N°1, Verano de 1931, pp. 10-11.
147
Ibíd p. 12.
148
Victoria Ocampo, “Palabras francesas”, en Testimonios Primera Parte/1920-1934, Buenos Aires,
Ediciones Fundación Sur, 1981, p 31.

83
“cuando los justos se sienten agraviados.” (Kadir 1995: 25) Volviendo a Gay (1992)
vemos en Victoria la angustia por su propia definición: es mujer, es americana.
Realmente considera un estorbo, una imposibilidad en estos atributos, se siente inferior
por género y “raza”, lo cual no es menor ya que a esto le sumamos su miedo a lo
popular. Dicho de otra forma, Victoria reúne los tres pilares de la elite a la que
pertenecía: la exclusión del género, el racismo y el tono marcadamente anti plebeyo. La
cuestión aquí es ¿cómo manejar esto cuando se vuelve según su cosmovisión en contra
suyo? ¿Y cuándo considera que ella posee esas marcas de inferioridad? Ese reinventarse
de cara a Europa nos remite al sueño del liberal-conservadurismo de retomar el poder y
volver a esa época ansiada signada por la generación del 80 donde la política era tema
de los hombres de la elite ilustrada. Ese renacer está marcado por el gobierno militar en
nuestro país y el derrocamiento del radicalismo que había sido asociado por las elites
con la ampliación de la política a los sectores medios y populares. Asimismo es
coincidente con el comienzo de la ultraderecha en Europa que como veremos no fue
motivo de preocupación para Victoria quien viajo a Italia en 1934. El antifascismo será
esbozado una vez que el peronismo en el poder amenace los intereses de la elite.
En lo que respecta al seno familiar, Victoria buscaría afirmarse. Allí también, su vida
podría definirse como la lucha para ocupar espacios de dominio públicos y privados. Y,
entendemos que hay una marcada inseguridad de Victoria en todos los ámbitos, frente a
los otros, motivo por el cual debe adquirir un marcado protagonismo, recurriendo a
herramientas y clasificaciones que eviten el corrimiento de ese lugar privilegiado. Lo
interesante es que esa inseguridad es la de su clase ante la democratización política y,
hacia mediados de siglo, ante la irrupción del peronismo. Por ello la necesidad
desmesurada de marcar las condiciones para el mando, las capacidades y la legitimidad
de una supremacía que se veía cuestionada.

Su batalla ocupa varias dimensiones, la privada, la pública, la política. Pero también y


quizás la más notoria y a la vez la más personal, la batalla en el campo literario. Ante la
intrascendencia que obtiene en ese lugar podría pensarse que decide ampliar su accionar
al campo cultural.

La necesidad de Victoria de posicionarse en el centro de la ambiente familiar, cultural y


social, marcan una profunda inseguridad de parte de la escritora, de miedos, angustias,
presentes desde su niñez y de marcado acrecentamiento en contextos de cambios, sobre

84
todo ante la visibilización de las demandas e intereses de esos sectores populares149 y
las demandas políticas que se plasmaron en la primera mitad del siglo XX. Pero
además, podría pensarse que se esfuerza por sobresalir en una clase de sobresalientes.
¿Cómo ser centro en un sector de brillantes y talentosos, según la propia definición de la
clase?

Los miedos, angustias, inseguridades de Victoria Ocampo son puntos de interés en


nuestro análisis ya que estos marcan una fuerte posición de clase frente a los “otros”,
puntualmente frente a la emergencia y empoderamiento de los sectores populares en
nuestro país. Cerrar filas mostrando en el discurso una identidad personal y de clase
homogénea frente a los otros (Fossaert 1983) será una estrategia de poder y dominación
presente a lo largo de la vida de Victoria que marcan los itinerarios de su clase. Como
sostuvo con acierto Roland Barthes:

“Texto quiere decir Tejido (…) perdido en ese tejido-esa textura-, el sujeto se deshace en
él como una araña que se disuelve en las segregaciones constructivas de su tela”
(Barthes 2014a : 84).

Volver la mirada sobre el discurso es aquí central, teniendo en cuenta tal como lo señalo
Joan Scott tres ejes centrales ineludibles en el análisis: lenguaje, experiencia e
identidad.150 Bajo un rumbo incierto, el progreso y la confianza son en Victoria
parafraseando a Peter Gay la duda y las preguntas por la identidad (Gay 1992: 16). Una
identidad que ella siente desmerecida, amenazada

2-La igualdad como amputadora

¿Cómo generar la exclusión y la desigualdad? Creando una identidad propia y otra


identidad contrastante con rasgos negativos a partir de la cual poder enlazar la propia
superioridad, un "exterior constitutivo" recuperando a Morresi (2011). Victoria se
encargó de reforzar estos mecanismos a través de la escritura. La escritura entendida
como poder es en el escenario simbólico una máquina de clasificaciones. Nombrar es

149
Sin desconocer los debates existentes, tomamos al concepto “sectores populares” en un sentido amplio,
con un carácter abarcativo para referirnos a los sectores medios y a los trabajadores.
150
La obra de Joan Scott es central en cuanto al aborde que de la noción de experiencia realiza nutrida de
los estudios feministas y los estudios culturales. Un buen abordaje del debate en torno a la idea de
experiencia en Scott y sus límites puede encontrarse en el reciente trabajo de Débora Garazi (2016)

85
hacer existir, de allí reside ese poder de enunciación que postula y da existencia o las
niega rotundamente. Para ello, Victoria Ocampo publicó desde 1935 hasta 1977 diez
tomos que tituló Testimonios donde estaban presentes sus artículos y ensayos. Luego de
su muerte la editorial Sur comenzó a publicar su Autobiografía que cuenta con seis
tomos y se convierten en sus memorias. En esas marcas literarias puede notarse el
reflejo de un proyecto político, negado por Victoria pero visible en su discurso: el
liberal-conservadurismo. ¿Qué rasgos nos permiten dar cuenta de esto? En primer lugar
su marcado individualismo y la negación de lo colectivo. La descripción que Victoria
Ocampo hace sobre los otros en su Autobiografía, queda en un segundo plano ya que
todo -por su centralidad- pasa por su tamiz. Es ella y su entorno, ella y su gente, ella y
sus admirados. Busca hablar de ella a partir de la cosa escrita, la que más había
admirado y sostenía al respecto:

La tercera persona es un instrumento que no he aprendido a manejar (…) (…) Aborrezco eso
que podría llamarse hacer literatura, fabricarla torpemente, sin capacidad para usar las palabras
como instrumentos de precisión adecuados al fin que nos proponemos. Es decir, caer en la
afectación, deficiencia mucho más lamentable que el uso de los borrosos lugares comunes.151
Es aquí donde desde la primera persona asume una posición de poder y desprecia a la
cultura de masas, a las industrias culturales. Este puede considerarse un segundo
elemento del liberal-conservadurismo compartido asimismo por un amplio espectro de
intelectuales incluso más afines a la derecha. Todos lo que no entran dentro de sus
parámetros de alta cultura, harán según Victoria una literatura elaborada de manera
torpe. Serán los “incapaces” de usar las palabras y articular el lenguaje, precisamente
porque el lenguaje es poder y en su postura, por orden natural y sin chistar había que
atenerse a sus reglas de juego. Es importante también pensar como esos “incapaces”
también lo son a nivel político, no tienen entidad, no existen siquiera en la posibilidad
de enunciación y si lo son aparecen unidos a características en extremo peyorativas.
Están por fuera de la capacidad de la sólo mención, no existe para ellos la capacidad de
agencia en ningún sentido ni cultural ni política. Siguiendo con lo anterior, Victoria
considera que la suya es “buena literatura” al igual que la literatura de los miembros de
la elite, el resto apenas respetable, masticado, deficiente.

En 1957, tras el peronismo, y quizás a partir de los cambios operados, en las nuevas
perspectivas sociales y de la búsqueda de desperonizar la sociedad, vemos que Victoria

151
Victoria Ocampo, Autobiografía, Tomo I, El Archipiélago, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur,
1979, p 61.

86
señala, en una conferencia, presente en sus Testimonios152, que una elite intelectual no
es una élite de nacimiento en relación a fortuna y situación social y que Sur se dirigía a
una elite pero que también del pueblo podían salir miembros de la misma. Sin duda aquí
se opera un cambio con respecto a sus afirmaciones previas. ¿La élite social y política
ya no es un núcleo civilizatorio que identifique y de dignidad? Dentro de la diversidad
propia de Sur, entendiendo a dicho grupo como un grupo cultural, María Teresa
Gramuglio notó un punto en común: la homogeneidad sociocultural. Es decir que dentro
de la concepción de Victoria y de los miembros de Sur está presente la idea de un grupo
minoritario y a la vez cerrado en el interior de la clase dominante que se define en
relación a ella por pertenencia y diferenciación (Gramuglio 1983:9) Y es en ese sentido
que la autora sostiene que la defensa de la aristocracia del espíritu no se explica por su
carácter de grupo minoritario, sino por la adscripción a valores bien definidos. Entre la
clase y el sistema cultural, media el grupo. El concepto de aristocracia del espíritu se
articula con un elitismo de orden tradicional.
Una élite intelectual-quien lo ignora-no es jamás una élite de nacimiento, si por nacimiento se
entiende fortuna y situación social. De hecho, sin embargo, debe su existencia al nacimiento, a
oscuros azares genéticos, puesto que la única desigualdad auténtica es la desigualdad biológica.
Entre la élite intelectual, el hijo de un minero (D.H Lawrence, por ejemplo) se codea con el
aristócrata de gran alcurnia (pongamos el duque de Broglie). Esta es la verdadera igualdad: la
que sólo toma en cuenta, para declararse, el talento, el mérito y el trabajo, es decir, la
explotación de las dotes que no han de quedar en barbecho.153

La igualdad considerada por Victoria una amputadora en los años veinte154, luego de la
experiencia peronista y del nuevo clima mundial se redefine y se construye sobre lo
meritocrático, quizás como una forma de hacer frente a los postulados igualitarios del
“populismo” y su cosmovisión de que el mundo y todas sus dimensiones pueden estar al
alcance de cualquiera. Si ya no es la clase, que sea el mérito, el talento innato lo que
marque las diferencias que la política se había empeñado en borrar. Este sería el tercer
elemento el rechazo de la igualdad y el postulado a favor de las libertades individuales.
Ya en Babel, un escrito de sus comienzos, Victoria toma la problemática de la igualdad
con un gran temor, el miedo por el contexto donde los sectores populares comenzaban a

152
Victoria Ocampo, “La misión del intelectual ante la comunidad mundial”, en Testimonios, Quinta
Serie, (1950-1957), Buenos Aires, Editorial Sur, 1957.
153
Victoria Ocampo, “La misión del intelectual ante la comunidad mundial”, Palabras leídas en la
Asociación Pro Naciones Unidas Ana M. Berry, el 22 de mayo de 1957. En Testimonios, Quinta serie
(1950-1957), Buenos Aires, Editorial Sur, 1957, p. 253.
154
Victoria Ocampo, “Babel” en Testimonios Primera serie/1920-1934, Edición original, Madrid,
Revista de Occidente, 1935.

87
tener visibilidad no sólo en nuestro país sino en el mundo, pensemos a modo de ejemplo
que La Rebelión de las masas escrita por Ortega es de fines de los veinte y retoma esa
cuestión. Victoria siendo una liberal-convencida- desde su vertiente liberal-
conservadora rechazará tajantemente el quiebre de jerarquías sociales:
Hay en este momento una gran palabra henchida de vacío que nos lanzamos uno a otro: palabra
en que, so pretexto de justicia, se oculta una absoluta injusticia; palabra que se esfuerzan en
aplicar de un modo tan absurdo que nos reiríamos hasta llorar, en vez de indignarnos, si lo que
hay de agudo en la risa no superase la comprensión de los que emplean esta palabra,
blandiéndola a cada minuto:
¡IGUALDAD!155

Victoria es clara al respecto, justicia es un estado de cosas donde el status quo no sea
alterado. Como sostuvo Echeverría: "la irrupción de las masas era un signo evidente de
que los viejos mecanismos de subordinación social habían dejado de existir o, al menos,
mostraban fuertes debilidades." (Echeverria 2013:66) La democracia mayoritaria era
impugnada de esta forma desde los parámetros de una supuesta "superioridad" que
autorizaba desde el mito fundante de la Nación del liberal-conservadurismo a hacerlo.
Le causa risa dice, pensar en la igualdad, pensemos nuevamente que si no puede pensar
en términos colectivos ni de igualdad, su cosmovisión no sólo queda en esta apreciación
sino que esta se plasma en el tiempo con corrimientos mínimos-los permitidos por su
clase-y que se extiende en todos los aspectos de comprender, interpretar, representar y
de-construir el mundo.
Quienes consideraron y aún hoy lo hacen a Victoria como una feminista, deberían
preguntarse ¿Qué es el feminismo? La marcada individualidad de Victoria la
enmarcaría en el mejor de los casos en un feminismo liberal si se quiere, ya que los
postulados de igualdad y de lucha colectiva no aparecen en Victoria.156 Lo importante
aquí es poder retomar lo negativo en este caso del feminismo liberal pregonado por
Victoria para poder ver las contradicciones. (Scott 2012: 17)

Lo cierto es que en esa lógica meritocrática no se sopesan las diferencias generadas por
la igualdad, por lo cual, sigue siendo un elitismo tradicional. Mejor dicho, “la verdadera
igualdad” como expresa el fragmento anterior se da por tintes meritocráticos, el talento

155
Victoria Ocampo, “Babel” en Testimonios Primera serie/1920-1934, Bs. As, Ediciones Fundación,
Sur, 1981, p 35.
156
La cuestión del feminismo en Victoria, central en este trabajo, se desprende de su ideología liberal-
conservadora. Sobre esto volveremos en el capítulo v.

88
y las dotes que no son más que un atributo que ata a la clase. No es casual que en los
años cincuenta con esa misma lógica, Victoria sostenga que hay que combatir el
analfabetismo de los que pueden leer y no saben leer, ya que para esta pueden y deben
llegar a otro nivel, hay aquí una idea de dominio y una tarea pedagógica y civilizatoria
sobre el resto de los sectores sociales, “los otros” que debían ajustarse según su idea a
esa cosmovisión. ¿Qué mayor despliegue de poder de clase que el control de lo que se
considera o no cultura? ¿Qué mayor idea de dominación de clase que el control de la
cultura y quienes quedan dentro o fuera de esta? No en vano esboza la idea de la
igualdad pero no cualquier tipo de igualdad sino la consideraba por esta como
“verdadera”, que no es igualdad social.

Hay quienes aprenden a leer sin que ese leer pueda serviles para nada, fuera de los titulares de
los diarios, sus informaciones y avisos, la página de deportes, las noticias de policía y las
historietas ilustradas. No están dotados para la lectura, como otros no lo están para la música o
las matemáticas. (…) Pero hay otros que se aficionan a la lectura, sin ser mayormente cultos.
Esos son los que tienen que aprender a leer de verdad. Esos son los que se quedaran, si no se les
tiende la mano, en la indescriptible literatura de estación de ferrocarril que parece deleitar a los
pasajeros de la línea del Tigre, en su mayoría. Un tanto por ciento de esos lectores no pasará de
ahí; pero el resto si, puede y debe llegar a otro nivel.157

La negación de lo popular es el miedo frente a los otros. Esto puede rastrearse desde los
inicios de la obra de Victoria Ocampo. En los años veinte como ya apuntamos había
rechazado rotundamente la idea de igualdad en su ensayo Babel. Ahí señala:
Es preciso haber llegado a un raro extremo de demencia o perversidad para aspirar a la Igualdad
como a un ideal de justicia, para imaginar que la Igualdad sea ‘una promesa de dicha’. En
realidad todos somos herederos de los albañiles de Babel, puesto que estamos aquí
esforzándonos por entendernos acerca del significado de palabras de las cuales,
individualmente, tenemos o creemos tener una visión tan clara. Tampoco puedo oír esta:
Igualdad, empleada en cierto sentido-es decir en un contrasentido, a mi entender-sin que se alce
terrible, dentro de mí, el antepasado de Babel de quien desciendo, y cuya visión prevalece en
mí, a pesar de las mezclas posteriores. Y cada vez que hablo de igualdad, es indudablemente, y
a pesar mío, a través de un jirón de su barba patriarcal.158

El desprecio sobre la cultura popular- más allá de los debates que pueden abrirse sobre
su definición- es en Victoria Ocampo total. Siguiendo a Roger Chartier (1994) éste

157
Victoria Ocampo, “La misión del intelectual ante la comunidad mundial”, Palabras leídas en la
Asociación Pro Naciones Unidas Ana M. Berry, el 22 de mayo de 1957. En Testimonios, Quinta serie
(1950-1957), Buenos Aires, Editorial Sur, 1957, p. 256.

158
Victoria Ocampo, “Babel”, en Testimonios, Primera Serie 1920-1934, Ediciones Fundación Sur, 1981,
p 36.

89
señala la necesidad de superar las dos visiones tradicionales sobre la misma que
contraponen la autonomía o la manipulación con respecto a la alta cultura. En este
sentido para el autor los pensamientos distan de ser etéreos y las categorías son
históricas. La imposibilidad de la cultura impuesta por los sectores dominantes de barrer
con las prácticas de sectores que resistieron y resisten hasta hoy nos lleva a reflexionar
si esa imposibilidad no se transforma además en un temor de los sectores dominantes
hacia lo popular. En el inicio de “El placer del texto”, Roland Barthes retoma una frase
de Hobbes que es ilustrativa de esta idea ya que éste señala: “La única pasión de mi
vida ha sido el miedo.”159
En este sentido para Victoria es inadmisible que la cultura escape a sus clasificaciones
y parámetros. La cultura es para ella un atributo de clase, el resto no es cultura, no
existe, es humillante, “no pasará de ahí”, el resto sí. También la idea de intelectual se ata
aquí a la clase. Este puente debía ser el camino directo hacia la “alta cultura”, esto
puede observarse claramente en la alusión anterior a los “pasajeros de la línea del
Tigre”. La cultura popular es una definición social no estética ni cultural. Hay en esta
concepción una clara perspectiva de clase, una defensa. La definición de popular no
tiene que ver estrictamente con una connotación cultural, sino con la comunidad a la
que se refiere:
“…la condición de popular era ajena a la cultura misma y se derivaba de la condición de
popular que se le asignaba a la comunidad a la que se hacía referencia.” (Bonfil Batalla
1992: 58)
En sus palabras:
“…La misión del intelectual ante la comunidad mundial, o más bien dicho, una de sus
misiones, cuando el intelectual es escritor, consiste en servir de puente entre los
pueblos. Sin que se lo proponga, el escritor es un puente.” 160

Por un lado, la misión intelectual es considerada no como una tarea nacional sino
mundial dada la amenaza que consideraban que podía llevar a la desaparición de la

159
Epígrafe inicial tomado de Hobbes en Barthes, R (2014a)
160
Victoria Ocampo, “La misión del intelectual ante la comunidad mundial”, Palabras leídas en la
Asociación Pro Naciones Unidas Ana M. Berry, el 22 de mayo de 1957. En Testimonios, Quinta serie
(1950-1957), Buenos Aires, Editorial Sur, 1957, p. 257.

90
“civilización occidental”161; por otra parte, el intelectual del cual nos habla es nada más
ni nada menos que un escritor, es decir sólo el intelectual en tanto escritor miembro de
una élite minoritaria, es decir la idea de intelectual ligada a la clase. Desde los inicios de
Sur, los dos referentes intelectuales fueron Benda y Ortega y Gasset que como ya
mencionamos sostenían que los intelectuales no debían mezclarse con las pasiones
políticas. Benda concretamente sostenía que el “clerc” (clérigo) estaba ligado a una
función social asociada a lo moral no a lo político ni a lo sociológico. Dicha función no
tenía fines prácticos y se convertía en una misión. Sin embargo, es preciso tener en
cuenta tal como lo señala Carlos Altamirano que “…Benda no se oponía a que el
intelectual interviniera en el debate cívico, siempre que no fuera ‘para hacer triunfar una
pasión realista de clase, de raza o de nación’.” (Altamirano 2006:35) Hay en Victoria y
en Sur una expresa idea de intelectual muy cercana a Benda pensando al intelectual
como conciencia de la humanidad (Benda 1980) que unido a Ortega suman un elemento
marcadamente elitista en cuanto a la idea de la democracia y la ciudadanía en un claro
sentido restrictivo y excluyente.162 El clerc como sostiene Sirinelli (1990) hace carne
una autoridad diferente a la política, como un tribunal de hombres de cultura
(Altamirano 2013:40). La idea de misión es de entrega y nos remite a la misión
pedagógica que Ortega encarnó en España como manera de hacer una reforma política
y cultural y trasformar a dicho país en una Nación Moderna (Altamirano 2013: 44-45).
Victoria dirá:
La misión del intelectual en el mundo moderno es vastísima. Yo solo he tratado de decir algo
sobre un aspecto de esa misión, el que conozco tal vez mejor: el acercamiento, el conocimiento
mutuo de los pueblos, o para ser más precisa, de la élite de cada pueblo, por medio de la cosa
escrita.163

Es interesante reflexionar al respecto como entiende Victoria al intelectual, desde aquí


puede percibirse la idea de una clase ética que se define en términos de misión
(Altamirano 2006: 14) Y ahí también está presente la concepción de intelectual como un
super hombre tal como lo entendía Drieu La Rochelle y que este no es un ciudadano
como los demás sino que se diferencia del resto (Altamirano 2006:32) Ya Ortega había

161
Preocupación presente en Sur, eco de las problemáticas europeas. Una reflexión sobre el ámbito
europeo y los miedos de la burguesía a la desaparición de la civilización occidental puede encontrarse en
De Beauvoir (2000)
162
Ortega fue uno de los exponentes de la teoría elitista de la democracia. Véase Gallegos (2011)
163
Victoria Ocampo, “La misión del intelectual ante la comunidad mundial”, Palabras leídas en la
Asociación Pro Naciones Unidas Ana M. Berry, el 22 de mayo de 1957. En Testimonios, Quinta serie
(1950-1957), Buenos Aires, Editorial Sur, 1957, p. 258.

91
establecido una división social entre elites y minorías, y Victoria la tomaría como
bandera a lo largo de su vida más allá de los conflictos con él. De aquí la idea de
Victoria y el grupo Sur de restablecerse como elite ilustrada y recuperar el poder luego
de los populismos concibiendo su rol como misión. En el fondo la idea subyacente es
volver a reencausar a la Nación por la senda del liberalismo a la manera de la
generación del 80. Esta tarea es una misión, salvar a la Nación de los populismos desde
la vertiente del liberal-conservadurismo. La misma puede ubicarse desde una marcada
continuidad desde los años veinte a los setenta. De manera que el liberal-
conservadurismo con sus aristas es una estructura impermeable en la vida de Victoria.
3-Los “otros”
El poder siempre está presente en las relaciones humanas y es un monstruo plural. Si
hay por excelencia un objeto donde se inscribe el poder es en el lenguaje. Como apuntó
Barthes:
“El lenguaje es una legislación, la lengua es su código. No vemos el poder que hay en la
lengua porque olvidamos que toda lengua es una clasificación, y que toda clasificación
es opresiva: ordo quiere decir a la vez repartición y conminación.”( Barthes 2014a: 95)
La sociedad occidental se funda en lo dicotómico como posicionamiento de orden,
separar lo objetivo de lo subjetivo. En esa dicotomía existe siempre una parte inferior.
En la escritura de Victoria Ocampo abundan ciertas aristas que marcan la distinción y su
predilección en los tópicos polarizadores en los que divide su interpretación de lo social
y lo cultural. Según Victoria existe lo lindo y lo feo, lo blanco y rubio frente a lo
moreno y el flaco frente al gordo. Estas percepciones pueden rastrearse en la
Autobiografía y dejan la huella de su infancia extendiéndose a lo largo de su vida.
Siempre lo blanco, lo rubio, lo lindo y lo flaco son connotaciones positivas dadas por la
Victoria niña y también adulta. En contraposición, la distinción descartaba lo
considerado por esta feo, moreno, gordo como negativo y excluyente. Como han
observado varios estudios sobre el tema, la forma en que el pensamiento occidental
ordena el mundo es binaria, a través de partes contrapuestas. De igual modo lo han sido
la construcción de identidades, para el caso de Victoria Ocampo las identidades de clase
y de género, cuestiones que pueden extenderse incluso a la raza y la política.164

164
Para un análisis pormenorizado de los principales aportes teóricos en torno al pensamiento binario
véase Eugenia Fraga (2014)

92
En un pasaje de la Autobiografía, Victoria se refiere a una mujer, Mme. Sanderson,
quien les daba a ella y sus hermanas lecciones de canto. Aquí dice que para subir al
cuarto piso donde vivía la profesora debían hacer ejercicios de alpinismo y que Mme.
Sanderson era una mujer de mucho volumen. En palabras de Victoria:
(…) le temblaba tanto la papada que parecía un budín de gelatina. Suponíamos que nunca
bajaría de su cuarto piso por aquella escalera tan empinada, pues de bajar tendría que subir, y no
parecía capaz de eso. Pronto pasamos a ser alumnas de su hija Germaine. Era joven, entusiasta,
de piel fresca y dientes deslumbrantes. Vigilaba su peso celosamente. Nació entre nosotras dos
una gran amistad.165

Es interesante retomar a partir de los aportes de los estudios postcoloniales como la


cosmovisión occidental lleva impresa la construcción colonial de los lenguajes, los
imaginarios y las memorias. (Fraga 2014:66) En el retrato que Victoria realiza de su
profesora de canto hay una clara intención de marcarla y describirla como un “otro” y
excluirla. Frente a su postura pretendidamente universal, esta mujer aparece como una
especie de anomalía que queda anulada frente a su posición de “verdad”.166 Algo
parecido sucede con María Rosa Oliver considerada una de las amistades más
entrañables de Victoria, con la cual tuvo numerosas diferencias por ser declaradamente
comunista. En uno de los viajes que Victoria realizó junto a esta y su hermano Samuel
Oliver (Samy), Victoria se refiere a lo pesado del viaje y a lo limitada que se veía al
hacer escala en Brasil- a pesar de haber sacado los pasajes con cuatro meses de
anticipación- y asimismo tener que encargarse del equipaje y de María Rosa Oliver,
quien era paralítica desde niña. En la carta que le envía a sus hermanas señala:
“Brasil visto desde el avión es idéntico a los films de Walt Disney. Tengo que
felicitarlo.
Samy pudo pasarse a nuestro avión, lo que celebramos, pues hay mucha valija y abrigos
que transportar, sin contar María Rosa y su silla”167.

Y en otro pasaje:

“ María Rosa duerme como una marmota, de manera que si no leo…”168

165
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Ediciones revista Sur, 1980, p .p 66-67.
166
Pueden verse a este respecto los aporte de Segato (2011) y Quijano (2000) recuperados por Fraga
(2014), p 71.
167
Carta de Victoria Ocampo a sus hermanas, Carta N°1, En Cartas de Posguerra, Editorial Sur, 2009, p
25.
168
Carta de Victoria Ocampo a Pancha, Angélica, Silvina y Adolfito, Carta N°2, en Cartas de Posguerra,
Editorial Sur, 2009, p 29.

93
Aquí María Rosa queda anulada, excluida desde su lógica binaria, ya que no entraba
dentro de sus parámetros de “normalidad” y “verdad”. Todas estas menciones a la
lógica binaria son aspectos que pueden rastrearse repetidamente en la obra de Victoria
Ocampo y en su correspondencia. La conexión con el ideal civilizatorio y pedagógico
de las elites en Argentina es claro, acrecentándose en contextos de fuertes amenazas
percibidas como tales por las elites, dado el ascenso y la movilidad de los sectores
sociales más postergados de nuestro país. Una de las cartas de posguerra enlaza lo
considerado “grosero”, “banal”, “poco fino” con los comienzos del peronismo:

“Viajan con nosotros una gorda mareada y con zapatos de charol. La combinación de
los kilos, el charol y el mareo en los trópicos me espanta. Lo que llevo de grasa inútil,
de alpargatas sí, y de cabeza clara no resultan agradables después de 10 horas de
vuelo”.169

Esta mujer no es para Victoria “natural”, ni “normal” desde su prisma. La mención a


Brasil de igual modo es a las claras desde una postura eurocéntrica mantenida por
Victoria, recién abierta a los Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial.
Victoria controla tiempo y espacio desde sus parámetros occidentales, lo que fue, lo que
es, lo que será.

En un contexto de marcada tensión para las elites en argentina profesar y delinear estas
dicotomías señalan los rasgos identitarios de este sector que cierra filas y se distingue
no sólo de los sectores populares sino de los sectores de la elite considerados
advenedizos. Como dice Simone De Beauvoir para el caso de la burguesía en Europa,
ésta tiene miedo y sostiene el pluralismo precisamente por el pánico a la muerte de la
civilización occidental (De Beauvoir 2000:4) Es el temor a la propia desaparición lo que
dispara las categorías de Victoria. Más allá de las exclusiones manifiestas, antes
mencionadas, la “civilización occidental” oculta dicha exclusión, manifestando una
pretendida igualdad en el discurso, y muchas veces ni siquiera en este. El otro es
suprimido, excluido, desde una lógica universalista. A este respecto, hay un pasaje bien
interesante donde Victoria trae en su escritura a su profesor de solfeo, Frigola, que
según ella era viejo y además le daba asco que le gustaran las natas que se le hacían a la
leche, despreciadas por ella. Lo interesante es que Victoria dice que miraba como las
natas le colgaban de los bigotes:

169
Ibíd..

94
“Me fascinaba el asco que me daba.”170

Como sostuvo con acierto Bourdieu la “alta cultura” marca distinciones de clase. Los
sectores populares no son un grupo monolítico como buscaban hacer creer estos
sectores. Es preciso hablar de una diversidad de grupos sociales con posiciones y
ubicaciones sociales diversas al igual que sus prácticas y demandas sociales y políticas.
Lo que si los diferencia de los sectores encumbrados es que estos detentan el poder
económico, social y político, además del cultural de allí la hegemonía lograda por
consenso. Entendemos popular como no hegemónico tal como lo señaló Gramsci.171

De manera que hay no sólo exclusión sino goce y perversión en el asco hacía la
servidumbre. Se los desprecia pero a la vez hay fascinación en el sentimiento de asco,
hay disfrute de sentirse superior y de entablar la distinción y la dominación que según
ella era natural e indiscutible. Hay aquí una necesidad de hacer visibles- al tiempo que
molesta- a los “inferiores”, estos son necesarios (sólo) para que se vea su supuesta
superioridad de clase y es aquí donde lo único que cuenta es su perspectiva del “yo”. La
visibilidad de lo popular molesta, pero su existencia legitima la propia vida y los
propios gustos. Todo escrito de Victoria Ocampo, testimonial o autobiográfico marca
ese posicionamiento central donde su punto de vista es el único que cuenta. Los sectores
considerados inferiores aparecen en la escritura de Victoria Ocampo con características
negativas, despectivas, como sinónimo de lo bajo. Otro recurso es la omisión en el
discurso. O se resalta lo negativo o bien no se le otorga a estos sectores la posibilidad de
enunciación ni mucho menos de agencia. Nombrar es una posibilidad de superioridad y
distinción por medio de la lógica binaria. La Victoria niña, que es la que relata sostiene
que Francisca y Juan -los empleados-son negros. El cocinero François no sólo es negro,
es bien negro. Su tía Virginia en cambio es linda y rubia, pero su novio es moreno.
Victoria recuerda acercarse a una niña rubia porque le gustó su cara. En el caso de los
morenos o negros, sólo los mira. En un viaje a Europa cerca del lago en el Bois, cuenta
que le compraron pan bis para darle de comer a los patos y cisnes. A pesar de que le
gustaba, confiesa que lo comía a escondidas para que no la vieran. En París ve a una
señora linda, vestida de blanco con sombrilla de igual color. En Londres hay un soldado
alto, lindo y rubio. Cuando pasa la reina Victoria, llega en un auto lindo pero la señora
es vieja y gorda. Aquí hay un rechazo hacía lo considerado vulgar, poco fino, lo que

170
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones revista Sur, 1979, p 111.
171
Véase Guerrero, J (2000), p 130.

95
queda fuera de su perspectiva estética que es la única que cuenta a lo largo de sus líneas.
Este también es el medio de amurallar su propia inseguridad, maximizando las
características que considera como “negativas” e “inferiores” en los otros, a quienes
describe como poco menos que objetos- sobre todo en el caso de los peones-. Los otros
solo existen en Victoria en tanto ellas los enuncia, a su modo. Como objetos decorativos
e inanimados quedará lo que desee anular.

Con respecto a los peones dice:

“Las hojas de los árboles no se movían. Los peones sentados a la orilla de los caminos,
tenían una lentitud perezosa para sacar del estuche de cuerno la piedra de afilar.”172

Los peones son retratados como inferiores, no son actores, son como escenografía y
además son lentos. Sin embargo Victoria considera que siempre se los trató con respeto,
no sabe si por bondad o por complejo de superioridad.173 Los recuerdos de la Victoria
niña que se pueden ver en el primer tomo de su Autobiografía, marcan a las claras
ciertas categorías enraizadas en esta niña que luego las hará carne en su adultez. La
distinción y categorización que sostiene esta niña son sin dudas atributos de clase. En
torno al concepto de distinción, como ha señalado Pierre Bourdieu (1988), la
tipificación y el rechazo de lo que se considera poco fino, vulgar, implica una
afirmación de la superioridad de aquellos quienes pueden ser satisfechos con los
placeres distinguidos. Ni siquiera la naturaleza está a salvo de la mirada de Victoria:

Esta mañana vimos (cuando todavía teníamos ganas de mirar todo el tiempo) cosas muy lindas.
La costa del Atlántico con sus palmeras, su arena casi blanca y el mar transparente me encantan.
Además, nunca me he dado mejor cuenta de lo poco que le importa del “buen gusto” (so called)
a la naturaleza. Mezcla los colores con un atrevimiento, un tupé, una falta de prejuicios
fabulosos. Esta mañana el verde de las palmeras, del mar, de otros árboles que se veían tierra
adentro eran verdes que se mataban o más bien dicho que uno no hubiera juntado en un cuarto o
en un traje porque hubieran quedado francamente mal. Pues estos verdes eran una tal maravilla
que no les podía quitar los ojos (“la vista” como diría Mallea). Cuando pienso en el trabajo que
me da todos los años encontrar un verde que me guste para los bancos del jardín…Un verde que
no quede mal con el pasto y que no sea guarango ( y que tampoco sea triste y opaco) (…).174
Reivindica la sobriedad europea y no la exuberancia tropical, por lo que tiene de
estético y de social. Desde un marcado elitismo, la obsesión por las clasificaciones
binarias y “el buen gusto” tiñen todas las interpretaciones de Victoria Ocampo, incluso

172
Victoria Ocampo, Autobiografía I, cit., p 126
173
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Ediciones Revista Sur, p 15.
174
Carta de Victoria Ocampo a Pancha, Angélica, Silvina y Adolfito, Carta N°2. En Cartas de Posguerra,
Editorial Sur, 2009, pp. 27- 28.

96
las que esta hace sobre la belleza de la naturaleza. La búsqueda de la perfección y la
obsesión de su mirada sobre los otros y el temor sobre las malas combinaciones están
presentes. La naturaleza mezcla sin prejuicios con un atrevimiento que sin embargo
molesta a la mirada de Victoria ya que ésta desde su marcada omnipresencia no ha
logrado captar el color para algo tan simple como los bancos de su jardín. Insignificante
ante el universo parece querer dar batalla hasta a la propia naturaleza por la
preeminencia absoluta de su belleza sobre la tierra y por querer en su afán controlarla.

4-Del anticomunismo al antifascismo

La figura de Victoria Ocampo fue, en las filas de Sur, el centro de la toma de decisiones.
Su rol de directora era ejercido de una manera verticalista, salvo las excepciones de los
secretarios de redacción que tenían gran peso- ella era quien determinaba quienes
publicaban y quienes no lo hacían. Una cita de Ernesto Sábato lo ilustra claramente:
(…) en sus páginas escribían comunistas como Sartre, anarquistas como Camus y Hebert Read,
católicos progresistas como Graham Greene, católicos socialistas como Emmanuel Mounier. Y
en su propio comité de colaboración estaba María Rosa Oliver, comunista militante. Cualquier
muchacho de izquierda podía publicar en la revista, siempre, claro, que Victoria y Pepe lo
considerasen valioso.175

Aquí se puede ver claramente cómo se recurre a una izquierda de hombres notables,
centrales en la cultura europea, hay en esto una especie de cordialidad en la república de
las letras, se los publica por el prestigio que dan a la revista y para profesar una supuesta
apertura frente a las amenazas externas y una conexión con el mundo cultural europeo.
Sábato minimiza los enfrentamientos y guarda silencio al respecto. Sin embargo, este
señalamiento de Sábato marca que hay una base de que lo de la izquierda podía ser
censurado, la mención a la calidad en este caso también nos marca una delimitación, ya
que según las proclamas de Sur a todos se les exigía calidad y excelencia. ¿Por qué
tomar entonces ese tema? ¿Por qué recurrir a la idea de calidad justamente para la
izquierda?
Si volvemos atrás en el tiempo es interesante recuperar la visita de Victoria Ocampo
junto con Mallea a la Italia de Mussolini en 1934. La misma pronunció una conferencia
en la “Unione Intellettuale” de Florencia y en el Aula Magna del “ Ateneo Veneto” de
Venecia, en septiembre de ese año, siendo invitada por el “Instituto Interuniversitario

175
O.H. Villordo, “Bianco en el recuerdo de Ernesto Sábato”, en De Zuleta (1999) p. 196-197.

97
Fascista di Coltura” y la “Direzione Generale degli Italiani all’ Estero”. En ese contexto
nadie dudaba que significaba el fascismo. Sin embargo Victoria pronuncia la
conferencia cuyo título ya es interesante: Supremacía del alma y de la sangre.176 Y
asimismo la recupera en el segundo volumen de sus Testimonios de 1941. De manera
que hasta ese momento el fascismo no molesta ni resulta perturbador. Entonces
¿Cuándo deviene Victoria Ocampo en antifascista? La visita a Italia en 1934 marca a
las claras el anticomunismo presente en Victoria, el antifascismo es una reacción
posterior, visible sólo a partir de la etapa final de la Segunda Guerra Mundial, y del
gobierno militar de 1943 en nuestro país, acrecentada con la llegada del peronismo al
poder, que considera totalitarismo y por añadidura relaciona al comunismo. La que dos
años más tarde se sumaría al movimiento de mujeres en 1936 en la Unión Argentina de
Mujeres sería la que dejaría sus filas por la enemistad con el comunismo y marcaría
silencio extremo sobre la mujer como tema frente a Mussolini. El individualismo es
central en Victoria Ocampo ya que nunca pudo pensar ni pensarse dentro de un
colectivo más amplio. Desde su liberal-conservadurismo aborrece la idea de la igualdad
en cualquier ámbito sea social, político, cultural o económico. La conferencia
desarrollada en 1934 aborda a Dante por ser según ella sinónimo de Italia, asimismo la
obra de Lawrence y de Aldous Huxley. Cuando comienza dice que le aconsejaron tratar
un tema americano y señala al respecto:

No siento la necesidad de disfrazarme de sudamericana, de disfrazar mis pensamientos a la


sudamericana y de descubrir la América del Sur a cada instante. Esta necesidad devora, por el
contrario, a los sudamericanos de última hora. Quizá forma parte de la carta de ciudadanía. El
año pasado en Buenos Aires, perteneciendo al directorio del teatro Colón, tuve la ocasión de
recibir la visita de rusos, catalanes naturalizados argentinos y pseudo representantes del pueblo
argentino, que venían a reprocharme violentamente que no se hiciera en nuestro teatro
municipal bastante arte argentino.177

En la recurrencia al disfraz (negado) tal como lo sostiene aquí y otras veces puede
advertirse de forma implícita en otros contextos, aparece nuevamente la idea de
remarcar su superioridad por ser argentina de primera hora, descendiente de la época de

176
Victoria Ocampo, “Supremacía del alma y de la sangre”, en Testimonios, Segunda Serie, Bs. As,
Ediciones Sur, 1941.
177
Victoria Ocampo, “Supremacía del alma y de la sangre”, en Testimonios, Segunda Serie, Bs. As,
Ediciones Sur, 1941, pp. 291-292.

98
la colonia. El desprecio a los inmigrantes es notorio y se percibe el rechazo a que estos
tuvieran el derecho de ciudadanía, son considerados pseudo-representantes, son
advenedizos, segundones, según Victoria. La amenaza que siente Victoria es la que
siente la elite frente a lo popular y al desborde de un orden impuesto y jerárquico.
Agigantando y reproduciendo las críticas en un tono marcadamente xenófobo, Victoria
expresa abiertamente su desprecio. De manera que es interesante pensar como
dependiendo del contexto en el que lanza su palabra, Victoria se adecuaba
pragmáticamente en los diversos espacios en los que se mueve. En la Italia del Duce no
tiembla en decir de sus visitantes en el Colón:

“Sus discursos eran de un cómico subido, pero la verdad es que maldita la gracia que me hacían.
De buena gana habría mandado a los catalanes a Cataluña, a hacer arte catalán, y a los rusos a
Rusia, a hacer arte ruso.”178

Su marcada xenofobia no es disimulada en ese contexto también xenófobo y totalitario.


De igual forma pueden encontrarse rasgos de este tipo en la correspondencia con sus
hermanas. Victoria sabe cómo moverse y que decir en cada espacio en que se mueve.
Cuida sus palabras y las articula de una forma bien pensada y elaborada, dependiendo
en que espacio esté. Los intelectuales europeos, por ejemplo, no la irritan:

“A la inversa de algunos de mis compatriotas, a quienes esta lectura irrita a veces y enerva casi
siempre, los ensayos, pensamientos y meditaciones de los intelectuales europeos sobre nuestro
Continente jamás me sacan de quicio y a menudo me apasionan.”179

La respetabilidad frente a lo europeo es notable, es sinónimo de lo superior, de lo


sublime de Occidente. Con respecto a la cordialidad en la República de las Letras, es
interesante también ver esta “apertura” a la izquierda para el caso puntual de Antonio
Gramsci. En este sentido hay una estrategia de traer a este autor para censurar al
fascismo y los totalitarismos. De manera que desde este espacio de legitimidad que
Gramsci daba, como intelectual preso por el fascismo, es que Sur publica alguna de sus
Cartas desde la cárcel en un número especial sobre letras italianas.180 Casualmente el

178
Victoria Ocampo, “Supremacía del alma y de la sangre”, en Testimonios, Segunda Serie, Bs. As,
Ediciones Sur, 1941, p 292.
179
Ibíd., pp. 292-293.
180
Revista Sur, N° 225, Noviembre-Diciembre de 1953.

99
contexto histórico marca el año 1953, más precisamente noviembre-diciembre de ese
año, Victoria había estado presa en mayo.181 Como mecanismo de legitimidad y
denuncia podemos encontrar en las páginas de Sur:
“…La pobre Grazietta está muy afligida por el susto que me dio. Pero es comprensible
que, también ella, se sienta abrumada por todo lo que hemos soportado en los últimos
tiempos.”182
Cuando conviene hay un trato cordial de Sur hacia la izquierda, Gramsci sirve a Sur y a
su directora, quienes resaltan para beneficiarse las injusticias vivida por este intelectual:

“… aunque mi rabia se haya calmado, te ruego tener en cuenta que fue escrita muy en
serio, aunque con pesar y dolor. Lo lamento también por que en adelante me veré
obligado a cuidar en tal forma lo que te escribo que ya no sabré que decirte”.183

También Victoria señalará a su círculo íntimo que deberá cuidarse sobre lo que escribe
y con quien despacha las cartas porque sospecha que existe censura por parte del
peronismo:
…Mi muy querida Gabriela: No tengo a menudo ocasión de mandar cartas con amigos que
salen de B.A. Cuando ellos se encargan de echar al correo lo que yo escribo, escribo. De otro
modo no vale la pena casi escribir, puesto que existe, sospechamos, censura.184 Por
consiguiente, no se puede desahogar uno ni siquiera de manera epistolar.185

181
Victoria Ocampo fue detenida en su casa de Mar del Plata el 8 de mayo de 1953 y trasladada a San
Telmo, más precisamente a la cárcel del Buen Pastor, donde permaneció presa durante un mes. El motivo
de su detención, según el gobierno peronista, fue la acusación de ser la autora intelectual de los atentados
ocurridos el 15 de abril de 1953 en Plaza de Mayo en medio de un discurso de Perón donde explotaron
dos bombas. Esta detención movilizó, en la escena internacional, a una serie de intelectuales que se
solidarizaron con la directora de Sur e intercedieron sobre el gobierno de Perón para lograr su liberación.
Entre ellos se encuentran: Gabriela Mistral, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Denis de Rougemont y Roger
Caillois, entre otros.

182
A.Gramsci, “Cartas desde la cárcel”, Carta CLII en Revista Sur, N° 225, Noviembre-Diciembre de
1953.

183
A. Gramsci, “Cartas desde la cárcel”,Carta CL en Revista Sur, N° 225, Noviembre-Diciembre de
1953.

184
Esta alusión también es clave en cartas de otros escritores. Por ejemplo Octavio Paz escribe a Alfonso
Reyes con motivo de la negociación para la liberación de Ocampo: “Mi mujer ha escrito a Bianco
diciéndole que ha “enviado un sarape de regalo, por conducto de nuestra Embajada”. Con esto quiso
decirle que si sentía perseguido- o sus amigos-acudiesen al derecho de asilo”. (Carta de Octavio Paz a
Alfonso Reyes, 23 de mayo de 1953, en A. Stanton (1998), p. 202).
185
Carta de Victoria Ocampo a Gabriela Mistral 26 de diciembre de 1953, en E. Horan y D. Meyer
(2007), óp. cit.., p 231,

100
En 1934 estaba claro que era el fascismo y quien era Mussolini, sin embargo esto no
parece molestar a Ocampo. Lo que si molesta es el peronismo y el lugar de
empoderamiento adquirido por los sectores populares en Argentina. Es aquí donde se
enlaza la figura del peronismo al fascismo, en otro contexto, que es el de fines de la
Segunda Guerra Mundial. Los logros en materia social, política y económica del
peronismo molestan a una elite que detesta la igualdad y siente la amenazada de ver
subvertido el orden social. En este caso no importa traer a colación a Antonio Gramsci,
sirve a sus fines últimos. Sin embargo, en 1934 Victoria había señalado en la
conferencia en la Italia fascista:
“Y claro está que no hablo de los indios, sino de nosotros, los blancos de América Latina.”186

La elite es racista, sexista y antiplebeya. Victoria ilustra a la perfección dicho sector


social. De Argentina recupera la figura de Ricardo Güiraldes por considerarlo además
de un poeta y novelista increíble, descendiente igual que ella de una familia de origen
español. Además como gran terrateniente dueños de grandes estancias Victoria señala:

“(…) donde se conservan las viejas tradiciones y donde los pocos gauchos auténticos que aún
quedan entre nosotros trabajan.”187

Los gauchos auténticos son los sumisos, los trabajadores, los que obedecen y respetan
un orden tradicional rígido, jerárquico. El entierro de Güiraldes retratado por Victoria
también la conmoverá por el acompañamiento fiel de la peonada:

“Aquellos hombres se iban sin gestos, ni ademanes, como habían venido. Nada más
impresionante que su silencio.”188

Los pobres no tienen agencia para Victoria están inarticulados, no hablan, no expresan,
obedecen vienen y se van, eso la emociona, la perturba su accionar, su visibilidad su
expresión. Así quietos, obedientes y en silencio los pobres son soportables para la elite.
No es casual el reconocimiento a Güiraldes esposo de Adelina del Carril, perteneciente
también a una familia aristocrática y el rechazo a Pablo Neruda militante comunista,

186
Victoria Ocampo, “Supremacía del alma y de la sangre”, en Testimonios, Segunda Serie, Bs. As,
Ediciones Sur, 1941, p 312.
187
Ibíd., p 316.
188
Victoria Ocampo, “Supremacía del alma y de la sangre”, cit., p 326.

101
esposo de Delia del Carril, amiga de Victoria. En un rechazo mutuo, el poeta chileno en
una carta dirigida a Hector Eandi, le expresa:

¿Qué hay de la gran revista de la Sra. Ocampo? No sé qué piensa usted pero me parece cosa
muy antipática. Le consulta a Ortega y Gasset hasta para arreglarse los refajos. Y, mientras
tanto, esnobismo literario, Frank, más Frank y el inocente De Torre, que es tan, pero tan idiota.
Les falta sólo Huidobro en la pandilla. Vergüenza. Ortega y Gasset es el enemigo, el vampiro
escolástico. Todo lo que es raciocinio y esterilidad en España viene de su "florida prosa". Y esa
postura de "bacán" de la literatura y las artes, de Apolo y Atenea, señor protector, con oficina en
el Olimpo. Ese horrible espíritu crítico, y esa astucia para oler los movimientos que han
comenzado en Trans-Europa, y luego con voz "artística" predecirlos en España. Conversación
telefónica: –Qué le parece, Don Joseph, le pondremos Sur? –Bien, señora, póngale. –Y le
pusieron Sur, los desvergonzados.189
Aquí es claro que Neruda detesta a Victoria Ocampo y a Ortega, a quienes asocia
además a una postura de intelectuales que adquieren posturas de superioridad frente a
las cuestiones sociales. Su confrontación en tanto militante del comunismo, se ubica
como un eje ideológico a no perder de vista. Siempre existió este choque constante entre
los mandatos sociales, ideológicos e incluso personales de Victoria con los actores que
no compartieran sus pareceres. Aquí se ubican algunos de los escritores que
sobrevivieron en franca tensión dentro de la red, y quienes finalmente se apartaron o
fueron invitados a retirarse de las filas de Sur.
El caso de María Rosa Oliver, quien ocupó las filas de Sur desde sus inicios en 1931 es
otro eje de análisis a mencionar. Amiga de Victoria Ocampo y confesa comunista
encabezó junto con Victoria, Ana Rosa Schliepper de Martínez Guerrero, Perla Berg y
Susana Larguía, la creación de la Unión Argentinas de Mujeres en 1936.190 La cuestión
del comunismo nunca sería bien vista por Victoria Ocampo. Cuando en 1958 Oliver
recibió el Premio Lenin de la Paz, en las páginas de Sur no sólo el premio fue
descalificado sino que ante una nota negativa de la revista, Olivier pidió que la retiraran
del Consejo de Colaboración.191 La tensión entre Victoria Ocampo y María Rosa Oliver,
es la tensión de Victoria frente al comunismo, según retrata Frank en sus memorias,
existía de larga data:

189
Carta de Pablo Neruda a Eandi, 1931. En Cárcamo Huechante (2007), p 2.
190
Asociación de mujeres destinada a luchar por los derechos civiles, surgida en el marco de la lucha
contra la reglamentación de la reforma del Código Civil de 1936. Victoria sería presidenta de esta entidad
desde su creación hasta 1938. Su salida se debe a la enemistad con los círculos comunistas. De manera
que su lucha por los derechos de las mujeres fue, salvo esta breve participación, por medio de la escritura
y desde una óptica patriarcal. Las redes aquí trazadas se dan también entre “amigas” y con Victoria como
centro ya que encabezaba el rol de presidenta de la asociación
191
Sin embargo en 1971 en el número 326-327-328 de Sur dedicado a la mujer aparece una nota de Oliver
titulada “La salida” que es uno de los artículos más revolucionarios que hayan aparecido en ese número.
Sobre esto volveremos en el capítulo v.

102
“Victoria no podía trabajar con ella. El distanciamiento ideológico de Victoria,
Glusberg y María Rosa fue un símbolo.”192

En su correspondencia con Gabriela Mistral, Victoria hace explícito su oposición al


comunismo, el horror que siente cuando sostiene que el peronismo la tilda de comunista
y su enfrentamiento con Oliver:

Imagínate que se me acusa de comunismo…¡a mí! Te digo a mí porqué odio esa forma de
totalitarismo tanto como odio la forma nazi. No es poco decir. Esto me ha valido discusiones
muy amargas con María Rosa, que está cada día más embarcada en el comunismo y, para mi
modo de ver, más ciega, más ofuscada, más exaltada en el error.193

Victoria como exponente del núcleo liberal profesa un anticomunismo que enlaza
comunismo a totalitarismo y en esa misma balanza pone al peronismo y al nazismo. La
revista Sur durante el periodo peronista fue lugar de publicaciones de artículos de tintes
anticomunistas como válvula de escape para criticar indirectamente al peronismo en el
poder. Entre algunas de las cuestiones que se abordaron en el periodo peronista se
encuentran: el dilema de los intelectuales frente a los totalitarismos, la libertad del
espíritu y la persecución de los intelectuales en el marco de los gobiernos autoritarios.194
María Rosa Oliver tuvo una presencia notable en el epistolario de Victoria con Gabriela
Mistral:
“Vivo muy aislada. No veo como antes a María Rosa (pero la he invitado a venir aquí,
a tomar sus baños de mar, pues que de otro modo se quedaría sin verano) porque su
comunismo ciego (disfrazado de pacifismo) me crispa.”195

El enojo de Victoria frente a su amiga es notable, con picos de ira. En esa misma carta
es interesante retomar como Victoria se siente ofuscada incluso de que Oliver pueda
salir libremente del país:

Tengo entendido que su misión (la del pacifismo) la llevará pronto a Europa de nuevo. El
gobierno parece no tenerla entre ojos como me tiene a mí. Creo que su fe comunista le llena la
vida, lo que para ella es una suerte. Lástima, para los que no pensamos como ella, que esa sea su

192
Frank, W (1975), p 282.
193
Carta de Victoria Ocampo a Gabriela Mistral, París, 18 de septiembre de 1951 en Horan (2007),
Op.cit, p 178.
194
Un tratamiento de estas cuestiones para el segundo gobierno peronista (1952-55) se encuentra en
González, (2012)
195
Carta de Victoria Ocampo a Gabriela Mistral, Mar del Plata, 21 de febrero de 1954, en Horan y Meyer
(2007), p 239.

103
fe. Siento no tener una suma eficaz de mansedumbre y caridad cristianas para no sulfurarme
cuando toca, con aire devoto, el tema de su predilección: las maravillas del sistema comunista y
lo muy calumniados que son los dirigentes de ese partido incapaz de toda crueldad.196

La asociación comunismo-peronismo es central por la forma de relacionar peronismo a


totalitarismo y fascismo. Si se miran las primeras notas de Sur durante el segundo
gobierno peronista, es decir desde 1952 a 1955, donde la tensión peronismo-
antiperonismo es creciente, puede notarse como en su mayoría se publican textos
anticomunistas para criticar indirectamente al peronismo en el poder. A modo de
ejemplo en el número 211-212 de Sur de mayo-junio de 1952, aparece el artículo "La
gran tentación. El drama de los intelectuales en las democracias populares" de
Czeslaw Milosz.197 En torno a su experiencia personal este autor sentenció:
…como la mayoría de los escritores de la Europa Central y Oriental, jamás pertenecí al Partido;
no se me consideraba como un staliniano; era un buen pagano (...) durante mi última estadía en
Varsovia, me di cuenta de que, de allí en adelante, no podría publicar otra cosa que propaganda,
se me exigía una ortodoxia estricta. Fue entonces cuando tome mi decisión.198

Volviendo a María Rosa Oliver el enfrentamiento con Victoria también se daba por el
marcado éxito de Oliver en el campo literario y por los reconocimientos que esta
recibía, cuando obtuvo el Premio Lenin de la Paz en 1958, la premiación tuvo un
comentario negativo en Sur, y ella pidió que la sacaran de las filas de la revista. Aunque
participó luego en Sur, tal es el caso del número dedicado a la mujer de 1971, la tensión
en la relación entre ella y Victoria nunca desapareció. Las burlas para con Oliver eran
comunes en la correspondencia donde notamos por ejemplo que Victoria le decía a
Mistral:
“María Rosa está en Brasil, trabajando por la Paz Comunista.”199
Otra demostración de su anticomunismo se evidencia cuando Victoria Ocampo decidió
remover a José Bianco de su lugar de secretario de redacción de Sur luego de que este,
en los años convulsionados que marcaron el clima de la Revolución Cubana, aceptó una

196
Ibíd.
197
C. Milosz (Lituania, 1911- Cracovia, 2004). Nació en Vilma, procedente de una familia lituana.
Perteneció a "los poetas de la catástrofe", sector que vivía con la amenaza constante del derrumbe de lo
que denominaban “civilización”. Formó parte de la resistencia antinazi y rompió con el gobierno de
Varsovia en 1951. Su propia experiencia se vio signada por el atolladero de tener que adular a Stalin, por
esto permaneció en Francia, donde en la revista "Preuves" publicó "Un pagano ante la nueva fe" en 1951
que marca de esta forma el problema de los intelectuales frente a los regímenes totalitarios. Recibió el
Premio Nobel de Literatura en 1980.
198
C. Milosz, La gran tentación. El drama de los intelectuales en la democracias populares”, Revista Sur
N°211-212, Mayo-Junio de 1952, p. 3
199
Carta de Victoria Ocampo a Gabriela Mistral, París, 26 de diciembre de 1951, en Horan y Meyer
(2007), p 195.

104
invitación de la Casa de las Américas. De manera que las cuestiones políticas, en este
caso la adhesión al comunismo en el caso de Oliver y el símbolo del viaje a Cuba de
Bianco marcaron la transgresión a la norma por la cual se conformaba la red. Asimismo
el desagrado general ya fuera ideológico o personal que le provocaran a Victoria
Ocampo ciertos personajes-Glusberg, Bianco, Oliver- proporcionaban a esta los
elementos para apartarlos de la red.
Por todo lo dicho hasta aquí es necesario entender a Victoria Ocampo dentro de una
cultura anticomunista más amplia, su vida individual está inserta y nos habla de una
cultura, de una época y de una cosmovisión. Como señalaron Bohoslavsky y Vicente
(2014) hay presente en el anticomunismo una idea de amenaza comunista clara y de una
relación entre peronismo y comunismo, en una de estas vertientes estuvo inserta
Victoria. Victoria Ocampo puede insertarse en lo que Bohoslavsky y Vicente
denominan dentro del anticomunismo perspectiva liberal-conservadora (Bohoslavsky y
Vicente 2014:4), en este caso los intelectuales que adherían con Ocampo al
anticomunismo tenían como principal enemigo al totalitarismo de la Unión Soviética, y
asociaban a ésta línea con el peronismo. El comunismo era un peligro que podía llevar
según estos intelectuales a la desaparición de la cultura occidental, ese mismo miedo
sentían los intelectuales europeos retratados por Simone De Beauvoir en El
Pensamiento político de las derechas.200 Estos profesaban el pluralismo frente a la
muerte de Occidente, el peligro latente para los intelectuales europeos era recogido por
Sur: Valery, Drieu La Rochelle, Spengler, Denis de Rougemont.201 A propósito de estos
autores en boga en Europa, De Beauvoir señala que estos se defienden del comunismo
sin esperanzas ( De Beauvoir 2000: 13-14). También hay una asociación del comunismo
al fascismo.

Por lo dicho hasta aquí, vemos como Victoria se mueve con el poder en el ámbito
cultural y político: con Europa hasta la Segunda Guerra Mundial- participando en la
Italia de Mussolini pero rechazando la España Franquista202- y con Estados Unidos

200
Véase De Beauvoir (2000)
201
Entre alguno de los artículos presentes en Sur: De Rougemont, D, “¿Para qué sirven los escritores?”,
Revista Sur N°86, Noviembre de 1941; Toynbee, A. J.,”La inestabilidad de la historia”, Revista Sur
N°236, Septiembre-octubre de 1955; Valery, P., “La libertad del espíritu”, Revista Sur N° 224,
Septiembre-octubre de 1953, entre otros.

202
Motivo de disputa con Ortega y Gasset.

105
luego de la Segunda Guerra Mundial.203 Se mueve con el poder y hacia el poder.
También marca un clima de época en el sentido de su cordialidad con las altas figuras
de las letras del mundo occidental. Es necesario remarcar asimismo que Victoria tendrá
un rol relevante en la Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura luego del
golpe de estado de 1955 que extenderá la idea de una amenaza comunista en el marco
de la guerra fría. Los intelectuales enmarcados en el antitotalitarismo que como
demostraron los trabajos de Nállim (2012) tenía estrechos contactos con Washington
fueron parte de este conglomerado.
El lugar de Victoria Ocampo como “ego” en la escritura204, en la cultura, en el escenario
político y en la red no deja de ser un lugar que esta reencarnó como centro. Abrirse
camino a partir de una elite intelectual, le permitió sondear en primer lugar las trabas
que esta tenía como mujer de su época, obstáculos tanto más livianos dada la presencia
de una cuantiosa fortuna que le facilitaron la propiedad de varios “cuartos propios”. Ese
rol no hace otra cosa que sostener el ideal civilizatorio de su linaje en un contexto de
cambios. Construir redes intelectuales a partir de su persona, la colocan en el centro de
la escena y hacen que esta conserve por estos medios, el prestigio de los Ocampo-
Aguirre, según sus Testimonios y Autobiografía, los hacedores de nuestra patria.

La empresa abierta por la Revista Sur y la Editorial del mismo nombre son a las claras
la continuación de este ideal civilizatorio que la ubican como mecenas y difusora
cultural. Salvar la “cultura” y la “civilización”, equivalían para Victoria a salvar a la
patria a través de la educación que podía propiciarle la elite a la cual pertenecía, salvar
la Patria del populismo tal como lo sostuvo Sergio Morresi (2011), a través de la
utilización de los actos de habla y figuras del lenguaje (Morresi 2011:17) A los mitos
fundantes, en el sentido utilizado por el autor, como justificativos de las acciones del
pasado, las elecciones del presente y los proyectos del futuro se le suman redes
conceptuales coherentes(Morresi 2011: 2-3) El objetivo en esta miembro de la elite
perteneciente a un marco ideológico liberal-conservador era por tanto conservar este rol

203
En 1946 fue invitada por el Consejo Británico para las Relaciones Culturales viajando a Estados
Unidos, Gran Bretaña y Francia.
204
El rol de la mujer en la escritura es el rol que esta como “ego” se abre frente a otras mujeres. El rol de
Victoria como individuo y centro es crucial más allá de sostener la lucha por los derechos de las mujeres.
Su lucha se da por medio de la escritura, salvo los dos años en que está presente en la Unión Argentina de
Mujeres. De manera que habría que matizar la idea de la lucha de Victoria por los derechos de la mujer,
su lucha es según vimos en este trabajo la batalla por mantener el centro en las redes por las cuales
transitó desde una óptica patriarcal. De igual forma Sur no sostuvo muchas manifestaciones en pro de las
mujeres, de hecho el número dedicado a la mujer es postergado hasta 1971.

106
central, en esa inmensa tela de arañas, salvar el rol de primogénita, el recuerdo
imborrable de sus antecesores en la historia de nuestro país y la manifestación de una
continuidad de esa “gloria”. Así como todos los que habían hecho a la patria eran
parientes o amigos de la familia de Victoria, los que se encargarían de reeducarla,
volverla al orden, a su naturaleza, también debían reunir esos requisitos. Todos juntos
aunados en pasado-presente y futuro salvarían a la patria del populismo para seguir
perpetuando una sociedad jerárquica y donde la igualdad estuviera lo más lejos posible
de ser un hecho. El Estado en este sentido no debía intervenir, la democracia ser
limitada, los cambios graduales, todo esto tendría que impedir el reinado de las masas
en nuestro país. Victoria "disfrazada" nos muestra a partir de su caso como el liberal-
conservadurismo hace su pasaje del anticomunismo a lo antipopular deslegitimando a
las mayorías.205

205
Ese pasaje transitado por los intelectuales de derecha en Argentina -aunque con sus matices- puede
aplicarse a nuestro caso y al liberal-conservadurismo en Argentina. Véase Echeverría (2013), p 68.

107
CAPITULO IV: VICTORIA COMO CENTRO

1-Centro

Victoria sostiene en sus escritos que desde pequeña fue el centro de atención de su
familia. La preferida de sus tías abuelas y de sus padres. Sin embargo, este lugar de
“centro” crucial a lo largo de su vida pública no parece corresponderse con el lugar de
Victoria en el seno familiar. En el espacio público, Victoria sólo ocupó lugares de
poder, lugares honorables, batallando contra todo aquel que se le abriera paso. Salvo en
el caso de la Unión Argentina de Mujeres206 donde por enemistad al comunismo
abandonó sus filas, en el resto de los casos apartó a quien pudiera desafiarla, o tuviera
un lugar más relevante que esta.207 Recordemos que fue directora de la revista Sur desde
1931 hasta su muerte, presidió la editorial del mismo nombre, estuvo al frente del
Fondo Nacional de las Artes al cual contribuyó para su creación en 1958 hasta su
renuncia en 1973, y fue la primera mujer en ingresar en la Academia Argentina de
Letras en 1977, por solo nombrar algunos ejemplos a los que pueden sumarse además su
trabajo para la UNESCO. Esto nos habla de lugares de poder, Victoria era centro
precisamente porque se alejaba de las figuras que podían opacarla, o si realzaba a
ciertos personajes lo hacía manifestando su relación de amistad con estos. Sus
relaciones eran entendidas por esta, como también lo había entendido su familia como
redes de relación. No haber optado por el lugar de escritora sino por el de mecenas fue
precisamente el que le permitió articular esas redes de poder con ella como centro. Si
tomamos el caso de su amistad con la escritora Delfina Bunge durante su adolescencia,
la búsqueda de dicha amistad por parte de Victoria se da en un claro sentido estratégico,
le interesan de Delfina sus contactos, su labor literaria:

“Delfina reunía, por consiguiente, mucho de lo que a mí me parecía más valioso: edad,
afición a las letras, novio y hermanos escritores, inteligencia, sensibilidad, buena
voluntad.”208

Las amistades son tomadas por Victoria como redes. La intencionalidad de realzar su
amistad con Delfina Bunge aparece cuando en su Autobiografía sostiene que las

206
Fundada en 1936, presidida por Victoria Ocampo.
207
El comunismo sin dudas fue el gran enemigo de Victoria y de varios integrantes de las filas de Sur,
pero no es menos importante que Oliver y Bianco la hayan desafiado y asimismo tuvieran un mayor
protagonismo que Victoria.
208
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Ediciones de la revista Sur, Buenos Aires,
1980, p 50.

108
cartas209 con ésta eran casi los únicos documentos de los que disponía de esa época.210
Los Bunge son parte de una elite europea, descendientes de alemanes, para Victoria una
elite que tiene suma importancia y gran peso dado su prestigio. Sus ancestros españoles
parecen generar una especie de vergüenza frente a este tipo de inmigración. Otra
amistad que sirvió a sus propios intereses luego de la Segunda Guerra Mundial fue la de
Gabriela Mistral. Con ella mantenía contacto desde los años veinte pero su salto a la
fama con el Premio Nobel de Literatura en 1945 afianzó ese vínculo. Gabriela como el
resto de los escritores con los que se codeó Victoria fue utilizada como un nexo para
instalar su propio posicionamiento. En la correspondencia con sus hermanas señala:

“(…) (he visto que Gabriela sale hoy de New York para Washington y que la recibirá
Truman. Voy a telegrafiarle).”211

Por tanto, Victoria siempre se posicionó en lugares de relevancia frente al resto,


actuando como mecenas de la alta cultura, fogoneando la carrera de varios escritores
como su “alma mater” y trayendo a escritores extranjeros al país. Todas sus acciones y
omisiones esconden la necesidad de sobresalir como esa niña mimada de la infancia que
no fue y ocupando su lugar de primogénita que de manera natural y sin lugar a
discusión le daban según su cosmovisión estos atributos. Asimismo, más allá de ocupar
lugares manifiestamente centrales, es interesante pensar como es ella misma quien se
adjudica estos lugares sobredimensionándolos. Hay una construcción del personaje
detrás de su escritura que en otros escritores puede adjudicarse a la ficción. Victoria
invirtió todas sus herramientas literarias en construir en torno a sí un personaje bien
pensado, con cualidades positivas asociadas al altruismo, el apoliticismo, las relaciones
de “amistad” con escritores y personajes encumbrados. Retomando a Bajtin es
importante notar que:

“El autor-creador nos ayudará a entender al autor persona real, y sólo después de todo
aquello cobraran una importancia vislumbradora y totalizadora sus opiniones acerca de
su creación.” (Bajtin 1992:16)

209
También menciona las cartas con Keyserling y Ortega muchas de las cuales sostiene han sido
destruidas.

210
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Ediciones de la revista Sur, Buenos Aires,
1980, p 52.
211
Carta de Victoria Ocampo a sus hermanas, Carta N°1, en Cartas de Posguerra, Bs, As, Editorial Sur,
2009, p 25.

109
2-De escritora a mecenas

En el caso de su carrera literaria, Victoria considera que ésta empieza cuando niña su
maestra de inglés Miss Ellis se quejó frente a sus padre de que no sólo no estudiaba sino
que distraía a su hermana. Por la rabia del momento sostiene que ahí comenzó a escribir
a manera de descarga, descubriendo en esta acción un alivio.212 Es aquí donde vemos su
rol central pero a su vez la cuestión de la escritura como natural a la alta sociedad, era
un don presente en esta desde pequeña. Ahora bien, en el plano de la escritura se
necesitan varios elementos para triunfar, la directora de Sur consideraba crucial al
talento, central en la concepción de una sociedad meritocrática. Dudando sobre su
proyecto como escritora, Victoria escribía:

No sé si fracasará mi plan porque, como observa Aldous Huxley, en el arte (y para que
la cosa escrita cobre vida ha de ser arte o será nonata) no bastan la verdad, la sinceridad,
la voluntad, la perseverancia, la honestidad intelectual: hace falta talento.213
Es interesante pensar que uno de los ídolos de Victoria, Domingo Faustino Sarmiento,
quien fue recuperado en su Autobiografía, Testimonios e incluso en la Revista Sur, veía
en la escritura la presencia de un arma. Asimismo la idea del talento fue central para él
al igual que para Victoria. La recuperación de Sarmiento no es casual en ella quien
busca legitimarse de cara al liberalismo. Dice Molloy “Al igual que Sarmiento, imita
Ocampo el gesto de Hamlet: es el joven lector con el libro en la mano.” (Molloy
1996:79) Hay asimismo, una lectura aristocrática sobre el arte “que le permitía en parte
colmar sus anhelos histriónicos, en un protagonismo mundano, que asumía como
embajadora de la cultura argentina y americana en Europa, o a la inversa como
anfitriona de los eruditos y artistas extranjeros del momento, en Argentina.”(Vélez
2006:204) Como señala Irma Vélez incluso la relación con el idioma en Victoria
Ocampo ésta marcada por el miedo hacia una cultura que no la reconoce como escritora.
De aquí que siempre recurra a otros, varones de las letras y asimismo busque afinidades
electivas con lectores varones.214 Asimismo como afirmó Molloy (1996) Victoria se
representa con varones y como una mujer que los representa (Molloy 1996: 85). El
talento se convierte en una cuestión central en Victoria ya que es consciente de su falta

212
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones revista Sur, Buenos Aires, 1979, p 113.
213
Ibíd., p 59.
214
La autora menciona a Groussac y Estrada, podemos sumar a Ortega y Gasset. Vélez, I (2006), pp. 205-
206.

110
y se encamina por el lado del mecenazgo.215 Los efectos de su inseguridad marcan su
ego y la necesidad de poder. El talento es para Victoria una cuestión central, considera
en un sentido meritocrático que sólo es capaz de triunfar quien lo posee y ese
mecanismo es una forma de cerrar filas frente a los otros. Como su admirado Sarmiento,
Victoria le da al talento el peso del éxito o el fracaso en una sociedad que concibe como
meritocrática. (Altamirano y Sarlo 1983: 46) Asimismo, manifiesta una profunda
inseguridad que es la que le hace disputar lugares de poder y realzar sus aspectos
relevantes- en extremo- , el talento es utilizado por Victoria como atributo de clase.

Su trunca carrera literaria comienza en 1920 con el ensayo Babel y prosigue con De
Francesca a Beatrice en 1924. Para 1926 publica La Laguna de los Nenúfares pero no
recibe una buena crítica. Groussac será recordado por Victoria rechazando a De
Francesca a Beatrice por tratarse de una lectura del Dante en clave femenina,
acusándola de pedantería. Ángel de Estrada considerará que Victoria tomó esta obra a
título personal. Tanto Groussac como de Estrada darán una crítica negativa a la obra de
Victoria que ésta nunca olvidará. En el caso del primero dirá:
“Se burlaba de mi elección y me aseguraba que si realmente sentía picazón literaria (picazón
que consideraba, a las claras, eminentemente masculina), más valía elegir temas ‘personales’.
¿Personales? Este buen señor no se percataba de que Dante era un tema personal para mí.”216

Por el contrario Ortega y Gasset será admirado por Victoria como patriarca intelectual
ya que más allá de su carrera, fue quien accedió a publicar De Francesca a Beatrice por
la Revista de Occidente. Por su parte sus padres tampoco verán con buenos ojos que se
dedique a las letras como tampoco habían permitido que se ligara a su máxima
aspiración: el teatro. El fracaso de Victoria hará que comience un proyecto más
ambicioso, el de una revista literaria que redescubra América. Siguiendo la sugerencia
de Ortega ésta llevará el nombre de Sur y será la carta que Victoria jugará para dejar su
nombre para la posteridad junto con la editorial del mismo nombre.
El contexto de la Argentina del siglo XX oficio como un marco donde, a partir de las
diferentes tradiciones políticas:
…asomaron intelectuales interesados en desarrollar una actividad que los legitimara en el
campo específicamente cultural; una actividad que requería cierta autonomía de las estructuras
partidarias y que significaba al mismo tiempo un modo singular de intervención en los asuntos

215
En Sarmiento será a la inversa, tapar por la escritura y el talento sus antepasados considerados
deshonrosos para un hombre de sus características. Véase Altamirano y Sarlo (1983)
216
Victoria Ocampo, Autobiografía III, p 84 en Autobiografía II, Bs.As, Ediciones Fundación Victoria
Ocampo,2013.

111
públicos. Estas iniciativas encontraron siempre en la publicación regular de una revista el modo
más evidente de expresarse. (Quattrocchi-Woisson 1999:166)

Desde sus inicios en 1931, la Revista Sur formó parte de estas iniciativas y, asimismo,
reencarnó un claro rol civilizatorio anclado en la idea de una Argentina dirigida por una
elite intelectual. Siguiendo a Raymond Williams, María Teresa Gramuglio entendió a la
publicación como un proyecto de grupo, más específicamente de un grupo cultural
(Gramuglio 1983). Lo que puede observarse al interior de dicho grupo cultural es un
sistema de relaciones personales, de lazos de amistad y de parentesco. Detrás de la
diversidad propia de un grupo, Gramuglio apreció un punto en común: la homogeneidad
sociocultural. Es decir, un grupo minoritario y a la vez cerrado en el interior de la clase
dominante que se define en relación a ella por pertenencia y diferenciación.(Gramuglio
1983:9) La autora sostuvo que la defensa de la aristocracia del espíritu no se explicaba
por su carácter de grupo minoritario, sino por la adscripción a valores bien definidos.
Así lo expresaba al afirmar que entre la clase y el sistema cultural, media el grupo.
Retomando a Roger Chartier:
“Partir así de objetos, formas, códigos y no grupos nos lleva a considerar que la historia
sociocultural vivió demasiado apoyada sobre una concepción mutilada de lo social.”
(Chartier 1992: 54)
Siguiendo con los trabajos sobre la revista y tratando de problematizar algunas
cuestiones referidas al posicionamiento social, Beatriz Sarlo expresó: “Se puede decir
que Sur introduce una flexión elitista en una zona de problemas que preocupan también
a otros sectores del campo intelectual, y que en Sur se cruzan discursos de marca
ideológica diferente.” (Sarlo 1983:10) Por su parte, Emilia de Zuleta (1999) consideró
erróneo tildar a Sur como portadora de un estilo extranjerizante y burgués, elitista,
frívolo y esteticista y prefiere quedarse con una visión de pluralismo, diversidad y
apertura. Sur nace, según esta autora, como respuesta a la crisis del treinta y se
constituye en un sistema organizado en torno a Victoria Ocampo como núcleo en el que
convergen diferentes figuras. En este último caso, De Zuleta considera que Sur responde
a las diversas circunstancias culturales, políticas y sociales por las que atraviesa el país
y el mundo con la certeza de que opinar es actuar. Luis Gregorich (1983) también ubica
a Sur como una reacción frente a la crisis política y social de 1930, que estaría
marcando el desinterés de los escritores y los intelectuales por la cosa pública y la
retroversión a la intimidad de su oficio. Sin embargo, cuando se entra de lleno en el

112
análisis de la revista, puede notarse una clara postura política frente a los
acontecimientos de Argentina y el mundo.
Desde sus comienzos la revista siguió a dos personajes importantes a la hora de la
separación entre política y actividad intelectual: el Ortega y Gasset de La rebelión de las
masas y el Benda de La traición de los intelectuales:
Julien Benda declara que el intelectual-el clerc,217 opuesto al laïc, el profano-no debe ceder a
las ‘pasiones políticas’, sino practicar una actitud crítica, adoptar el ‘sentimiento generalizador’
frente a todos los problemas, adherir a los puntos de vista más abstractos posibles y, sobre todo,
desdeñar la realidad inmediata. (Pasternac 2002:92)

Según Nora Pasternac, durante los años formativos de Sur (1931-1944) los temas
recurrentes provenían de la metafísica y de la ontología, los intelectuales debían servir a
la estética y a las verdades universales. El interés por la política solo se daba según lo
manifestaban sus integrantes cuando estaba vinculado con lo espiritual.218 Sur nace en
1931 frente a la crisis de los ideales liberales y luego del desplazamiento del que fueron
objeto las elites dirigentes en nuestro país y esto no es casual. Se enmarcó asimismo en
el antifascismo. A pesar de la visita de Victoria al Duce en 1934, devendrá en
antifascista frente al peronismo. En relación al peronismo Luis Gregorich afirmó:

…Sur que en cierto modo había surgido como una reacción frente al autoritarismo de un
gobierno profascista, que había reivindicado la independencia del escritor, se convertía casi sin
querer, implícitamente en la clásica revista literaria “neutral” de los regímenes autoritarios: aquí
la literatura, allá los asuntos del Estado y de la sociedad (Gregorich 1983: 365)

Sin embargo contamos con evidencia suficiente para postular la hipótesis contraria que
nos lleva a señalar que Sur no se ubicó como una revista neutral ni siquiera desde sus
orígenes y mucho menos frente al peronismo. Hay en Sur una toma de posición política
frente a un gobierno que considera la encarnación del fascismo en nuestro país.219
Desde sus inicios y luego a partir de la Guerra Civil Española y con más fuerza a partir
de la Segunda Guerra Mundial, la política hizo su irrupción en la revista. La postura de
los integrantes de Sur se enmarcó en torno a la oposición al fascismo y a la política
cultural de la URSS, puntos que relacionaran tenazmente con el peronismo (Pasternac
2002) Según Flavia Fiorucci (2009) a partir del 17 de octubre de 1945 comienza a darse

217
El “clerc” (clérigo) es un término de Benda que se liga a una función social asociada a lo moral no a lo
político ni a lo sociológico. Dicha función no tiene fines prácticos y se convierte en una misión. En
Altamirano (2006), p 35.
218
La referencia a lo “espíritual” se asocia a un posicionamiento de superioridad por parte de los
intelectuales con respecto a otros grupos sociales. Véase dicho análisis en Altamirano (2006).
219
Sobre este punto puede verse González (2012).

113
una apreciación por parte de la intelectualidad argentina del gran impacto de esa
movilización de masas que sería presentada como el hito fundacional del peronismo.
Sur y su directora rechazaran al peronismo asociándolo al fascismo y al comunismo
precisamente porque éste los desplazaba de su lugar de elite rectora y ampliaba la
ciudadanía y el bienestar a sectores antes postergados.
Lo analizado hasta aquí, nos permite señalar que el resquemor de Sur frente a la política
se pone en evidencia desde sus comienzos, en la década del 30, para convertirse en una
constante durante las décadas siguientes. Durante los años peronistas la revista levantó
fuertes consignas de abierta crítica hacia un gobierno que consideraban la encarnación
del fascismo en Argentina. Ahora bien este posicionamiento se dio ya que Sur vio en el
peronismo el desplazamiento que sufría como elite y asimismo porque rechazaba la
pérdida de jerarquías y la democratización social, política y cultural que significaba. El
grupos de jóvenes intelectuales que se nuclearon en la revista Contorno220 repudiaron la
actitud de Sur hacia el peronismo criticando la incomprensión hacia el mismo. Luego de
la Revolución Cubana los intelectuales de Sur fueron fuertemente criticados por su
marcado liberalismo en un contexto de cambios profundos para América Latina.221
Asimismo el periodo de fines de los cincuenta y comienzos de los sesenta está marcado
en nuestro país por la renovación en el campo artístico en clave modernizadora donde
el Instituto Di Tella tuvo un lugar central, disputando con las relaciones de mecenazgo
anteriores tales como las de Victoria Ocampo en Sur (Longoni y Mestman 2013: 43).

220
La Revista Contorno, publicada en el periodo 1953-1959 bajo la dirección de Ismael y David Viñas y
constituida por figuras provenientes de la Revista Verbum (vocero del Centro de Estudiantes de Filosofía
y Letras de la UBA). Este grupo de jóvenes se nucleó en torno al Centro de Estudiantes de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA y entabló una fuerte crítica a los tradicionales sectores intelectuales de
nuestro país, entre los cuales ubicaron a Sur. Los jóvenes intelectuales aquí nucleados elaboraron un
proyecto cultural propio enfrentado a la llamada generación del 25, institucionalizado en la década del 30
en la Revista Sur. Asimismo confrontaron con el peronismo, el comunismo y a la figura de Jorge
Abelardo Ramos más específicamente. En un interesante pasaje de la correspondencia de Victoria
Ocampo con Gabriela Mistral, esta última le pide que le recomiende revistas argentinas de trascendencia
en ese momento. Salteando a Contorno, Victoria Ocampo le sugiere revistas literarias posicionando a Sur
como central: “…Aunque parezca jactancioso, no veo ninguna de verdadera importancia literaria que se
publique en este momento. Pero te mandaré una lista de las que son serias o tratan de serlo. Esta
Criterio, la revista católica (que se publica desde hace años también). Tiene los defectos del catolicismo
hispanoamericano, aunque es lo mejor que tenemos dentro de esa corriente. Creo que otra revista más
bien filosófica (de José Luis Romero), Imago Mundi, no sale ya.” (Carta de Victoria Ocampo a Gabriela
Mistral, 26 de febrero de 1956, en E. Horan y D. Meyer (2007), Esta América nuestra…, Op. cit., p 282.)

221
Un análisis completo de la Revolución Cubana y su impacto en la intelectualidad se encuentra en
Gilman (2003)

114
En un contexto de cimbronazos para nuestro país y América Latina, Sur seguirá anclada
en el antiguo mecenazgo de su directora. La revista había nacido durante el gobierno
militar que derrocó al gobierno popular de Yrigoyen. Victoria vería coronada su carrera
literaria en 1977 con la incorporación como primera mujer en la Academia Argentina de
Letras. Su ascenso y florecimiento sólo pudo darse en una Argentina liberal y
antidemocrática con la exclusión, el aniquilamiento y la desigualdad como bandera.
Por todo lo dicho hasta aquí sobre la agencia de Victoria Ocampo es interesante
pensar en la hipótesis que refiere a que la propia conciencia de su fracaso sumada a la
no aceptación masculina inicial (padre, Groussac, Estrada) llevan a realizar el pasaje
de escritora a mecenas, desechando el tema de la mujer, sólo tomándolo en un claro
sentido oportunista. Dicho de otro modo la agencia de Victoria indudablemente recae
sobre los deseos masculinos ya que sabía que la aceptación de dicho universo era
esencial para abrirse camino y colocarse en el centro de la escena tomando lo que
consideraba suyo de forma natural. Refuerza por tanto la diferencia sexual. Todo esto
nos lleva a detenernos en un tema crucial el de la mujer y el poder.

3-Mujer y poder
La búsqueda de lugares centrales, tal es el caso de Sur, muestran la inseguridad de
Victoria sobre todo frente a los intelectuales varones. Ya durante su adolescencia
sostenía el profundo miedo de que los varones no le llevaran el apunte, de que no se
fijaran en ella, de que no les cayera en gracia.222 Ella misma sostuvo:

“ El hombre fue mi patria”.223

Basta echar un vistazo a las redes relacionales en las que ésta se movió desde su
nacimiento hasta su muerte para notar que su mundo fue un mundo de varones. Las
mujeres tuvieron un lugar menor, salvo algunos ejemplos excepcionales tales como
reinas a quienes nombra en sus páginas, e intelectuales de reconocimiento mundial tales
como Virginia Woolf a la que reconoce como fundamental para su reflexión sobre los
temas referidos a las mujeres y Gabriela Mistral, premio Nobel de Literatura. Sus
hermanas quienes también son nombradas, lo son en un lugar subordinado y su madre
como metáfora de la patria. Las mujeres que pudieran aparecer como competencia

222
Véase Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Ediciones revista Sur, Buenos Aires,
1980, p 46 y 49.
223
Victoria Ocampo, Autobiografía II, El Imperio Insular, Ediciones revista Sur, Buenos Aires, 1980, p
39.

115
fueron estigmatizadas por esta en su fuero interno tal es el caso de María Rosa Oliver y
de manera pública en el caso de su hermana Silvina. La recurrencia a caracterizar los
vínculos como amistades marca también la idea -y la refuerzan- de contar con lugares
centrales en la red. Los y las intelectuales cercanos- as a esta no resaltaban en palabras
de Victoria por sus obras si no por entablar con ella una amistad. Era Victoria quien
resaltaba la figura de los “otros” según su propio discurso. Con motivo de otorgársele a
Gabriela Mistral una distinción en la Unión Panamericana, Victoria señala que en el
discurso de Mistral, hacia el final: “agregó una posdata hablando de mi presencia y
persona. Y luego leyó el poema dedicado a mi (Guarda libre a tu Argentina, etc.) Parece
que nunca se ha hecho algo semejante en esas séances.”224

Su rol de mecenas más allá de su fracaso en el mundo de las letras y de que


evidentemente es un lugar de mayor poder ¿no refleja que Victoria considera el ser
mujer como un impedimento? Dicho de otra manera ¿no insinúa que considera que las
labores intelectuales son exclusivamente para los varones? ¿Su manera de actuar y de
entender el poder no nos los confirma? ¿Su afán no es más bien de poder? Dicho de otra
forma ¿su lugar central como mecenas no nos confirma que le interesaba más un lugar
de dominio y poder que un lugar como escritora? El lugar de escritora no posibilitaba a
Victoria un lugar central. Si rastreamos sus redes vemos- más allá de su notoria
centralidad- que la mayoría de sus integrantes eran varones, considerados por ésta
intelectuales. Habría que pensar aquí si considera a las mujeres de igual modo. Desde
los inicios, Victoria parece tenerlo en claro ya que si hacemos una lectura de largo plazo
vemos que en 1908 en la correspondencia que mantiene con Delfina Bunge a la que
considera un contacto muy importante en el mundo cultural le señala:
Literato es una palabra que sólo se toma en sentido peyorativo en nuestro medio. ´Es un literato´
(o peor aún ´es una literata´) significa un inservible, un descastado, un atorrante, hasta un
maricón (a menos que tenga una cátedra y sea un profesor. Respetan este tipo de títulos. Si se
trata de una mujer, es indefectiblemente una bas-bleu, una poseuse, está al borde de la
perversión, y en el mejor de los casos es una insoportable marisabidilla, mal entrazada. En
cambio la palabra estanciero tiene prestigio. Significa (como en la fábula) veau, vache, cochon,
couvée. ¿Es o no es verdad?225

Lo interesante es que más allá de este señalamiento Victoria termina ocupando un lugar
en tanto mecenas. Sabe que ser una “literata” es algo despreciable para su clase y toma

224
Carta de Victoria Ocampo a su hermana Angélica Ocampo, 20 de marzo de 1946. Carta N°5 en Cartas
de Posguerra, Editorial Sur, 2009, p 40.
225
Carta de Victoria Ocampo a Delfina Bunge, 24 de agosto de 1908. En Autobiografía II, Op.cit, p 104.

116
el lugar de mecenas como lugar de prestigio y de dominio. El prestigio es una forma de
autoafirmación social. A pesar de los corrimientos o desafíos que Victoria haga, estos
son siempre dentro del marco de su clase. Es más importante la mirada social y el
mandato familiar. Ocupar un lugar respetable en la sociedad como mecenas da mayor
notabilidad que ser escritora con escaso reconocimiento.
Siguiendo con estos itinerarios de búsquedas de legitimidades y aceptación por parte de
los intelectuales varones226, no es un detalle menor que Victoria comience su
Autobiografía hablando de Buenos Aires, de Ortega y Gasset227 y de sus antepasados
patricios. Es decir, no imaginó otro ámbito para la intelectualidad argentina que no fuera
el ámbito porteño y europeo228y junto a esto un rasgo interesante que también se
desprende de aquí es la idea de Buenos Aires como centro hegemónico junto a una
profunda omisión de los ámbitos regionales y periféricos.229 Hay una idea de
“civilización” frente a la “barbarie” y asimismo de la extensión y antigüedad en el
territorio como recurso de auto legitimación. En este sentido, la figura de su padre y
abuelo pueden ser rastreadas a lo largo de sus escritos marcando simbólicamente la
continuidad con sus antepasados, autorizados según ella de forma natural por el tiempo
y el espacio de actuación. De la misma manera Ortega y Gasset es considerado como un
“patriarca” intelectual por Victoria. Las virtudes recibidas de manera natural a través de
su familia fueron equiparadas al influjo intelectual que Victoria consideraba recibidos
de Ortega. Si los antepasados de Victoria fueron quienes abrieron la red de relaciones
que ella engrosaría durante toda su vida social, el filósofo español sería quien a escala
internacional abriría las puertas de Victoria en Europa.230 En un claro conocimiento de
los ejes de poder, lo que durante la primera mitad del siglo XX será su obsesión por

226
Argumento esbozado por los trabajos de Blas Matamoro(1986) y Sylvia Molloy(1996)
227
José Ortega y Gasset le recomendó según sostenía Victoria-al igual que Virginia Woolf- que
escribiera utilizando la primera persona. Es interesante pensar en cómo las figuras de poder son las que
“autorizan” a Victoria y “justifican” su escritura y su posicionamiento.
228
Luego de la Segunda Guerra Mundial cambiará de rumbo hacia el eje de dominio mundial: Estados
Unidos.
229
Hoy en día las investigaciones en Historia Intelectual abordan las relaciones centro-periferia. Entre
algunos de los trabajos que pueden contarse: Laguarda y Fiorucci (2012), Salomón Tarquini y Lanzillotta
(2016).
230
La Revista de Occidente publicaría De Francesca a Beatrice en 1924. La revista Sur por su parte
tomaría ese modelo y asimismo el nombre Sur sería elegido por Ortega. La primera edición del Primer
Tomo de Testimonios que data de 1935 fue publicado por la editorial de la Revista de Occidente.
Recordemos que además de la revista Sur (1931), Victoria Ocampo creo la Editorial Sur en 1933. Luego
de la muerte de Ortega, en diciembre de 1955 Victoria pronunció palabras en la SADE y la Universidad
de la Plata, que pueden encontrarse como “Mi deuda con Ortega”, en Testimonios, Quinta Serie, Op.cit.
La obra La rebelión de las masas de Ortega influiría decisivamente en Sur y puntualmente en Victoria
Ocampo. Como veremos más adelante en este trabajo, Victoria Ocampo compartiría con Ortega un guiño
más que interesante a lo que hoy se considera como teoría elitista de la democracia (Véase Capítulo V).

117
Europa, a partir de sus innumerables viajes, después de la Segunda Guerra Mundial lo
será Estados Unidos.

Codearse con lo que consideraba lo más destacable de la cultura internacional fue una
de sus ambiciones más preciadas, tomar un lugar central con la muerte de cada uno de
estos personajes fue otro de los mecanismos por los cuales resaltar su centralidad y
agigantar la construcción de su personaje. Disfrazada y actuando incluso frente a la
muerte es otra de las facetas a partir de las cuales analizar a Victoria.

4-En la muerte unidos

Uno de los tantos recursos que Victoria utilizó para legitimarse dentro del campo
intelectual fue el de subrayar -tal como hemos visto- sus vínculos con intelectuales
destacados. Este mecanismo fue central y de especial utilización al momento de la
muerte de estos personajes. La muerte de estos intelectuales hizo que Victoria se
arrogara el rol de guardiana de la memoria tal como lo hacía con sus antepasados.
Victoria sigue extendiendo este rol tradicional asignado por el patriarcado a las mujeres
siendo el reservorio de las glorias masculinas de la familia primero y de los intelectuales
reconocidos después. En este apartado profundizaremos sobre la muerte de Virginia
Woolf, Paul Valery, Ortega y Gasset y de alguno de los personajes abordados en
Soledad Sonora231, tal como se titula su cuarto volumen de Testimonios cuya primera
edición data de 1950.

Empezando por el caso de Virginia Woolf, con motivo del suicidio de la escritora en
1941 Victoria se ve autorizada a recurrir a comentar su amistad con ella en un escrito
que puede encontrarse en la Segunda Serie de Testimonios. Aquí Victoria comienza
hablando de sí misma para luego señalar: “Los muertos a quienes queremos nos
habitan.”232 Con respecto a la noticia del suicidio al no saberse aparentemente nada en
concreto Victoria elucubra en qué momento Virginia habría tomado la decisión de
terminar con su vida:

Fue quizá mientras yo le decía al jardinero que las dalias rojas no eran en este año tan grandes
como las amarillas o mientras le reprochaba el no combatir más activamente a las hormigas; o
mientras jugaba en el casino, tontamente, mis fichas al 11; o mientras me inquietaba leyendo los

231
Victoria Ocampo, “Soledad sonora”, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1980.
232
Victoria Ocampo, “Virginia Woolf en mi recuerdo”, Abril de 1941, en Testimonios Segunda Serie,
Buenos Aires, Ediciones Sur, p 417.

118
diarios; o mientras me reía con los chicos en la playa. Fue mientras yo estaba pensando en otra
cosa.233
Nuevamente Victoria adquiere un lugar central pensando escenarios posibles donde
podría haber estado al momento del suicidio de Virginia como si su presencia fuera la
única en el mundo y en un aparente descuido de su parte, mientras pensaba en otra cosa,
su “amiga” tomó la decisión. Hay un posicionamiento de querer adquirir un lugar de
omnipresencia. Asimismo relata su última visita a Woolf en junio de 1939 junto con la
fotógrafa Gisele Freund lo cual le provocó un disgusto a Virginia quien odiaba ser
fotografiada y no quería ver a nadie:

“A pesar de mi alegría por haber obtenido las perfectas imágenes suyas que conservo,
me pregunto sino las pagué demasiado caro.”234

Victoria impone las fotografías, sin consultar y pasando por alto a Virginia. Las
imágenes son tesoros y mecanismos de mostrar esta supuesta amistad, de aparentar.
Asimismo es clara la intromisión de Victoria que no parecía medir en cuanto a lograr
un contacto con cualquier escritor que pudiera legitimarla. La molestia de Virginia
muestra a las claras que no consideraba de importancia la figura de Victoria, que sin
embargo buscó por todos los medios resaltar un vínculo con esta. El encuentro de estas
líneas con el linaje tampoco es casual ya que en su argumento Victoria recupera a la
figura de Clarissa Dalloway235 y el terror de encaminarse hasta el final de la vida que le
habían propiciado sus padres.236 Como puede advertirse, no hay afectividad alguna en
las expresiones que ensaya tras la muerte, ni respeto por los deseos de la persona viva,
ni dolor por la persona fallecida de la más trágica manera. Es Victoria disfrazada la que
aparece, la que se ve en la obligación de disfrazarse en cada espacio por el que
transita, incluso con respecto al tema de la muerte. Es Victoria recuperando su rol
frustrado de actriz.

Igual suerte correría Valery, Sur publicaría con motivo de su muerte un número
especial dedicado a su obra. Victoria aquí escribe una nota donde comienza diciendo:
“Valéry ha muerto.

233
Ibíd., p 420.
234
Victoria Ocampo, “Virginia Woolf en mi recuerdo”, Abril de 1941, en Testimonios Segunda Serie,
Buenos Aires, Ediciones Sur,, pp. 424-425.
235
Protagonista de Señora Dalloway (1925), obra clásica de Virginia Woolf.
236
Victoria Ocampo, Virginia Woolf en mi recuerdo, Abril de 1941, p 426.

119
Ephémèreinmortel si clairdevant mes yeux”237
Nuevamente Victoria se enmarca como centro, figura autorizada a hablar del escritor
arrogándose el rol de un fuerte vínculo de amistad:
“Lo conocí, pues, en momentos en que llegaba a la cúspide de la gloria literaria.”238
Asimismo relata que el escenario fue en una comida de escritores: “¡Qué oportunidad
inaudita para una Sudamericana-cactus en maceta-que cree en la literatura
religiosamente!”239 Esta situación la enmarca como una privilegiada y asimismo con
una postura eurocéntrica fuerte. La presencia europea será para Victoria y Sur central
durante la primera mitad del siglo XX, tal como lo señalamos anteriormente. Valéry
será uno de los escritores que la revista recuperará para hablar de la crisis de la
civilización occidental y el peligro que los intelectuales tenían de desaparecer frente a
dicha crisis. Victoria veía en este a Europa en su máxima expresión y manifestaba
como la Segunda Guerra Mundial había impedido que volvieran a verse, incluso que el
escritor llegara a nuestro país.
Con respecto a Ortega a quien considera una de las influencias más importantes a nivel
intelectual, también trae a colación a Valéry:
“Nunca he visto espejo más fiel de la inteligencia que los ojos de Valéry y Ortega.”240
Marcando un profundo conocimiento de estos intelectuales, y relaciones profundas,
Victoria se convierte en vocera de los muertos para lograr legitimidad. Habla de ellos y
por ellos justificando y corriendo la mirada para no enfrentar su falta de éxito y tomar
nuevamente un rol central.
El apartado IV de Soledad sonora es específico para recordar a sus amistades ausentes:
“En el alma” tal como Victoria lo titula. La primera sesión se denomina “Presencia de
ausentes” y allí señala:

Me despedí de Londres en 1939 con malos presentimientos. Mi regreso, mayo de 1946 iba a
encontrar en esa capital, como en Paris, muchos amigos ausentes. Es decir, dolorosamente
presentes por esa misma ausencia. Virginia Woolf (suicidio), Drieu la Rochelle (suicidio),
Benjamín Fondane (asesinado en un campo de concentración), Hermann Keyserling (muerto,

237
Efímero inmortal, tan claro delante de mis ojos. (Paul Valery.” Fragments du Narcisse”) en Victoria
Ocampo “Paul Valery” (1871-1945) , Revista Sur, número especial, Octubre de 1945. En Testimonios,
Series Primera a quinta, Op.cit, p 94.
238
“Victoria Ocampo, Paul Valery” (1871-1945) , Revista Sur, número especial, Octubre de 1945. En
Testimonios, Series Primera a quinta, Op.cit., p 99.
239
Ibíd.
240
Victoria Ocampo, “ Mi deuda con Ortega”, Palabras leídas en el Homenaje a Ortega en la SADE y en
la Universidad de la Plata, diciembre de 1955, en Testimonios Quinta Serie, 1950-1957, Bs. As, Editorial
Sur, 1957, p 45.

120
dicen sus hijos, a consecuencia de prolongadas privaciones), Paul Valery (enfermedad y hastió
de la vida) Crémieux (asesinado en un campo de concentración).
Al volver a Buenos Aires, son Pedro Henríquez Ureña y Anita Berry quienes han dejado vacío
el lugar que habitualmente ocupaban en mi vida material (no en mi corazón).241
Aquí aparecen nuevamente Virginia Woolf y Paul Valery y la centralidad del “ego” en
Victoria mirando/ posicionándose incluso por encima de la muerte lo cual a nivel
simbólico es un rasgo claro de dominación-control ya que es la autorizada de recuperar
esa (s) memoria (s).

Es interesante en el caso de Henríquez Ureña lo que describe Victoria:

Así, pues, no solo queríamos a Pedro por lo que sabía, sino también por lo que era. Y esto lo
hace doblemente irremplazable.
Quizá el ignorara hasta qué punto era una felicidad y un orgullo el contarlo entre los amigos
fieles de SUR..242
Nuevamente aparece la importancia de lo que simbolizaban estas personas y la
legitimidad que daban a Victoria manifestar una amistad con estas. Tal es así, que como
vimos en las líneas anteriores recupera a Drieu la Rochelle por el prestigio que le
significaba, sin deslindarlo de su círculo más allá de sus simpatías y apoyo al nazismo.
Aquí puede verse como en realidad no es una problemática el nazismo al igual que ya lo
notamos con el caso del fascismo sino que este deviene en preocupación con motivo del
peronismo. Dicho en otras palabras, no es el fascismo ni el nazismo un temor o una
preocupación sino el peronismo al cual el antifascismo relacionara con dichos
movimientos políticos. Veamos pues como Victoria supera el hecho de que Drieu la
Rochelle haya apoyado al nazismo, impensado en los simpatizantes del comunismo y el
peronismo. Lo que preocupa a Victoria es la igualdad. Aunque no niega que su amigo
fue colaboracionista lo cual le provoca desagrado, trata de atenuar dicho rol. Como
sostiene Maria Celia Vázquez:

“(…) en los textos de duelo Ocampo intenta, si no justificar el acto aberrante que comete Drieu

al convertirse en colaboracionista, al menos atenuar los cargos que se le imputan.” (M.C

Vázquez 2015:269)

241
Victoria Ocampo, Soledad sonora, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1980, p 265.
242
Victoria Ocampo, Soledad sonora, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1980, p 266.

121
Victoria lo exculpa diciendo que actuó de buena fe243, pensemos en cómo se puede
conciliar ésto con una experiencia como el nazismo y que la misma Victoria participó
de los Juicios de Nuremberg de los que da cuenta en sus Testimonios.244 Maria Celia
Vázquez sostiene que lo exculpa por su amistad, nosotros por el contrario que lo
justifica para justificarse. Esto refuerza nuestra hipótesis de que el nazismo y el
fascismo sólo fueron una problemática en la medida que hubo una estrecha asociación
de estos con el peronismo por parte de la intelectualidad liberal. El peronismo en el
sentido que significó una democratización del bienestar (Torre y Pastoriza 2002) llevó al
ascenso de los sectores populares y limó ciertas jerarquías (Adamovsky 2007). Esto llevó
sin dudas a la asociación que la vertiente liberal hizo de peronismo a nazismo y
fascismo. Dicha aglutinación intelectual se rompería tal como lo señaló Halperin( 1955)
luego del golpe de Estado de 1955.

Por todos los ejemplos aquí marcados vimos como en materia de centralidad Victoria no
escatimo en estrategias para ocupar un lugar preponderante, en este caso a partir de su
escritura testimonial. Su Autobiografía haría el resto.

243
Victoria Ocampo, “Pierre Drieu La Rochelle. Enero de 1893-Marzo de 1945”,
Testimonios. Tercera Serie. Buenos Aires: Sudamericana, 1946,p 153. Citado en Vázquez, M.C (2015), p
271.
244
Victoria Ocampo, “Impresiones de Nuremberg” en Soledad sonora, op cit.

122
CAPITULO V: PATRICIA Y SOBERANA

1-De los treinta a los setenta

A pesar de notar la actuación de Victoria en los años treinta en pos de los derechos
civiles de las mujeres en Argentina, nuestro enfoque, a partir del análisis de sus propios
escritos señala, por el contrario, que Victoria Ocampo pensó a la ciudadanía desde una
perspectiva elitista y restringida y asimismo que su identidad de género quedó
subsumida por su identidad de clase. En este sentido los aportes de la lingüística, el
psicoanálisis, la hermenéutica, la antropología y la crítica literaria son herramientas
conceptuales que nos llevan a una interdisciplinariedad profunda. Será a través del
análisis del discurso presente en sus Testimonios y Autobiografías que haremos una
aproximación sobre estas problemáticas. Y lo realizaremos, prestando especial atención
al examen comparativo complejo entre el contexto de los años treinta y el de la última
dictadura militar. Partimos de los años treinta, ya que allí se dio la irrupción de la
escritora en la escena cultural argentina a partir de la revista Sur (en 1931) y la breve
participación en la Unión Argentina de Mujeres en 1936, en tanto que el cierre (a fines
de los años setenta) coincide con la fase final de su vida y su incorporación a la
Academia Argentina de Letras. Como puede advertirse, se trata además, de dos períodos
de fuerte crisis, tensión e imposición de lógicas antidemocráticas. A lo largo de estas
páginas que siguen buscaremos evidenciar que la identidad de clase en Victoria Ocampo
fue más fuerte que su identidad de género y que lo que Victoria representaba en tanto
mujer de la alta sociedad fue precisamente lo que la última dictadura militar buscó
enaltecer, tomando a su figura como “mecenas” de la alta cultura y las letras en nuestro
país.

2-La profecía auto cumplida

Entre los muchos trabajos que han abordado a Victoria Ocampo, tomaremos -por
razones de extensión y a manera de ilustración, es decir sin ánimo de generalizar- las
obras de Fryda Schultz de Mantovani (1979) y María Ester Vázquez (1991) ya que
ambas son una buena síntesis de las características adjudicadas a la escritora, señaladas
como virtudes, y que son coincidentes con lo que la propia Victoria buscaba remarcar:
la presencia de un destino ya marcado para sus pasos. Cuando analizamos los
Testimonios y Autobiografías escritos por Victoria, vemos como describía una suerte de
auto representación anhelada. Y, como decíamos, las biografías y estudios que la

123
abordan, en buena medida, no se despegan de ese perfil y no se sumergen en tensiones,
contradicciones y ambigüedades.

Comenzando por el primer trabajo, escrito en 1963, por Fryda Schultz de Mantovani,
vemos que este fue reeditado en 1979 a poco tiempo de la muerte de Victoria Ocampo,
por decisión del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación de la última dictadura
militar. El mismo, es un ensayo que analiza algunos escritos de Victoria Ocampo
refiriéndose a sus características de estilo y a los aspectos novedosos y ricos de su
pensamiento. Dicho trabajo no es precisamente una biografía, sino que retrata algunos
encuentros de la directora de Sur con escritores de renombre como: Ortega, Groussac,
Lawrence, Valery, Tagore, Mistral y Woolf, entre otros, buscando evidenciar su
prestigio y sus conexiones internacionales. Asimismo, compila en dicho volumen una
breve antología de la escritora. La apertura de este ejemplar comienza con fragmentos
de “La hora de la verdad”245, escrito de Ocampo publicado en el número 237 de Sur,
luego del Golpe de Estado de 1955, que derrocara al gobierno de Juan Domingo Perón.
En este Victoria Ocampo describe su experiencia en la cárcel del Buen Pastor durante
1953. Aquí dice que había descubierto la verdad, se había encontrado con el mundo,
había tocado fondo. Critica a lo que consideró la dictadura peronista, expresa que no era
necesario estar presa para sentir la vigilancia continua del peronismo. Su artículo
encabezó el ejemplar de Sur que salió a la luz después del golpe de Estado de 1955
donde una serie de intelectuales criticaron al peronismo desde todos los abordajes
posibles. Emulando Caseros, la revista apareció bajo el lema “Por la reconstrucción
nacional”. Visto esto, no es casual esta referencia al número 237 de Sur en la
publicación retomada por la dictadura en 1979, donde precisamente esta tuvo como uno
de los objetivos de sus políticas represivas el exterminio de la militancia peronista.246
Así como Victoria intento realzar una genealogía- ya que toda genealogía es poder-, la
última dictadura cívico-militar-religiosa-empresarial busco hacer lo mismo, reconstruir

245
Victoria Ocampo, “La hora de la verdad”, Revista Sur N°237, noviembre-diciembre de 1955. Este
ejemplar, se ubica como un clásico del escenario de inicios de la “Revolución Libertadora”. El mismo
estuvo orientado a manifestar el rechazo directo hacia los diez años de peronismo. Asimismo puso de
manifiesto la auto identificación del círculo de intelectuales con la generación del 37 y el rol crítico que
estos manifestaron hacia el gobierno de Rosas. Entre los escritos de repudio se encuentran además del
anterior, “Aquella patria de nuestra infancia” de Ernesto Sábato y el poema “Testimonio para Marta” de
Silvina Ocampo, entre otros.
246
Al respecto puede verse, Calveiro, (1998); Franco, (2012). Lvovich, y Alonso, (comp.)(2013); Aguila,
(2014) y Aguila y Viano, (2002).

124
este tipo de genealogías mientras exterminaba otras.247 Volviendo a lo anterior, el
ejemplar prosigue con las palabras de Raúl Máximo Crespo Montes248, Secretario de
Estado de Cultura de la Nación, quien sostiene que dicho trabajo:

“no pretende analizar su personalidad, sino describir y narrar su vida, pues, con genial
intuición se dio cuenta que en esa vida tan plena, capaz de colmar varias vidas, nada es
más expresivo que el propio pensamiento de su personaje.” (En Schultz De Mantovani
1979 : 6).

Como queda expresado, la obra busca evidenciar que Victoria Ocampo: “habla de otros,
pero desde sí misma” (En Schultz De Mantovani 1979 : 9-10) y, asimismo que está
legitimada para hacerlo. Creemos que esta posibilidad está dada ya que el rol de mujer
que encarnaba Victoria Ocampo era el modelo de mujer que reconocía la dictadura, una
mujer perteneciente a la alta sociedad porteña, “mecenas” de las letras y la alta cultura y
marcadamente antiperonista.249 Veremos hacia el final de este apartado que no
casualmente Victoria Ocampo será incorporada como la primera mujer de la Academia
Argentina de Letras en el marco de la última dictadura militar.

En el segundo trabajo sobre Victoria Ocampo que mencionamos aquí, María Esther
Vázquez realizó en 1991 una biografía para la Colección de Mujeres Argentinas,
dirigida por Félix Luna. La subjetividad de la autora está aquí sumamente presente,
dado el contacto de ésta con el grupo que conformaba Sur, en especial con Silvina
Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Para el caso de Victoria, aunque asume que su relación
con ésta fue menor que con los escritores anteriormente nombrados, no deja de
manifestar cierta fascinación por haberla conocido:“no puedo jactarme realmente de
haber sido amiga suya y lo lamento; ella no perdió nada, yo perdí demasiado.” (Vazquez
1991: 11).

Dicha obra analiza toda la vida de Ocampo, poniendo énfasis en la idea de la


predestinación. Según Vázquez, el destino ya tenía marcado el camino de Victoria. De

247
Cuando Leonor Arfuch desarrolla la problemática de las mujeres que narran en relación a la
autobiografía y las memorias traumáticas señala: “Un lugar sostenido por el nombre, de retorno de nom
de guerre de la militancia y del numero que intentó borrarlo, un nombre marcado por la genealogía, que
también se intentó destruir”. En Arfuch, L (2013), p 97.
248
Doctor en Ciencias Económicas, interventor del Fondo Nacional de las Artes. Había sido Presidente del
Consejo Nacional de Educación entre 1967 y 1968 durante el gobierno de Onganía. Fue miembro de la
Royal Society of Arts de Gran Bretaña y también formó parte del Instituto Argentino de Ciencias
Genealógicas. Para más información de su desempeño puede consultarse: Rodriguez, Laura Graciela
(2015).
249
Puede consultarse Sigal (2002), p. 501; Fiorucci, (2011) y Nallim, (2014).

125
manera que este trabajo no problematiza la vida de la directora de Sur, ni se pregunta
sobre las condiciones y lógicas que le daban esa certeza para andar. Por ejemplo cuando
Vázquez menciona el papel de Victoria en la Unión Argentina de Mujeres señala:

“Victoria fue elegida Presidenta. Tenía ya gran prestigio internacional y era muy
conocida como defensora a muerte de los derechos de la mujer. No estaba afiliada a
ningún partido político ni a ninguna asociación feminista, pero creía, si, en los
beneficios de la democracia.” (Vázquez 1991: 146)

La intención de Vázquez es resaltar la lucha de Victoria por los derechos de la mujer


pero desvinculándola de la militancia feminista y de los partidos políticos, poniendo a
la democracia como ajena a esas instancias, ámbitos y pertenencias o, al menos, a estas
como innecesarias en lo que significaba lo democrático.

Los dos trabajos antes nombrados son solo una muestra que permite señalar que los
abordajes realizados sobre Victoria Ocampo buscaban iluminar y engrandecer su
persona, dotándola de rasgos positivos tales como el de haber luchado por los derechos
de las mujeres y por la “educación” de nuestro país y el continente. Si bien es cierto,
como decíamos anteriormente, que existió una participación de Victoria Ocampo en los
años treinta en pos de los derechos de las mujeres argentinas, esta fue breve ya que la
misma abandonó sus filas por diferencias con los sectores comunistas en 1938. Aquí
Vázquez menciona el episodio diciendo que Victoria:

“(…) se dio cuenta de que los socios comunistas estaban usando la organización para
beneficio propio. Renunció con dolor, como había renunciado a tantas cosas, como
renunciaría en el futuro a otras cosas; pero no podía aceptar los partidismos políticos
que desvirtuaban los fines de la sociedad.” (Vázquez 1991: 147-148)

Más allá del anticomunismo, tal como sostuvo Victoria Ocampo y el grupo Sur,
siguiendo en su concepción normativa de intelectual a Benda y Ortega, la política
partidaria es vista como negativa. ¿La política de las facciones elitistas también? Muy
por el contrario, cuando la misma sirviera a sus propios intereses de clase, no habría
objeción alguna. La Victoria que muestra Vázquez es la de la renuncia, el dolor, la que
no buscaba su propio interés sino el de la causa. Nuestro análisis sobre sus escritos nos
muestra por el contrario que ésta estuvo más ocupada por abrirse camino a si misma que

126
por la lucha por la igualdad de las mujeres en nuestro país.250 Creemos que su condición
social es precisamente la que la exoneró de las cargas negativas y la que permitió su
enaltecimiento. Victoria invirtió buena parte de su fortuna en publicarse y en
glorificarse discursivamente, logrando que la imagen de mecenas y luchadora por los
derechos de las mujeres se impusiera por sobre otras características y acciones. Como
puede advertirse, la imagen que se ensalza es claramente opuesta a la de las mujeres
arraigadas en los imaginarios populares históricos (Bazcko 1991), como Eva Perón y las
que estaban emergiendo (nacional e internacionalmente) en el contexto del terrorismo
de Estado, como las Madres de Plaza de Mayo. Llegados hasta aquí no está de más
recordar, tal como alguna vez advirtió Barthes que los adjetivos “son las puertas del
lenguaje por donde lo ideológico y lo imaginario penetran en grandes oleadas.” (Barthes
2014a: 21) Victoria es retratada por estos abordajes como una mujer decente, luchadora,
democrática, perseguida por el peronismo, altruista, pero las más importantes de las
cualidades, apolítica y apartidaria. Aunque sus posicionamientos en el plano social y
cultural demostraran lo contrario, especialmente durante el peronismo.

3-Reconstruyendo a la patricia y soberana

Como hemos mencionado, la obra de Victoria como escritora251, aborda en su mayor


parte su experiencia de vida, y está presente en los diez tomos de sus Testimonios
publicados entre 1935 y 1977 y en la Autobiografía publicada en seis tomos después de
su muerte. Buena parte de los trabajos de Ocampo fueron traducciones252, obras sobre
otros escritores253 y diálogos entre ella y otros escritores254. Para Alicia Salomone
(1999), el lugar de enunciación de Victoria Ocampo se ubica en formas autobiográficas
que le brindan el territorio textual para articular y arraigar su palabra, y posicionar
indudablemente su propio “yo” (Salomone 1999: 227). Sin embargo, no existen trabajos

250
El anticomunismo es como vimos anteriormente una marca profunda en las elites. Puede verse al
respecto Bohoslavsky( 2016).
251
La entrada de Victoria Ocampo al mundo literario se da en la década de 1920 luego de la separación de
Luis Bernardo de Estrada “Monaco”, con su ensayo Babel y sigue con De Francesca a Beatrice en 1924.
En 1926 publica La Laguna de los Nenúfares. La crítica durante esta década no fue positiva para con su
obra. El gran salto en la escena de la vida cultura argentina lo dio recién en 1931 con la revista Sur y en
1933 con la aparición de la Editorial Sur. Dicha tarea se profundizó luego de la muerte de sus padres.
252
Entre alguna de las traducciones se encuentran: Calígula de Albert Camus (1946), El cuarto en que se
vive de Grahan Greene (1953) y Mi vida es mi mensaje de Gandhi (1970). Todas estas publicadas por la
Editorial Sur que fue creada por Victoria Ocampo en 1933.
253
Virginia Woolf en su diario (1954), Tagore en las Barrancas en San Isidro. (1961), Roger Caillois y la
Cruz del Sur en la Academia Francesa (1972), entre otros, publicados por la Editorial Sur.
254Diálogo con Borges y Diálogo con Mallea (1969), publicados por la Editorial Sur.

127
que se hayan interesado por cuestiones psicológicas centrales para una labor conjunta
con la historia.255 Pero no existen abordajes de Victoria Ocampo a partir de la historia
intelectual que traten su producción de manera integral y crítica y que entrelacen género
y clase256. Más allá de los riesgos de llevar a cabo abordajes específicos a partir de un
caso, la idea subyacente en esta tesis es articular esa especificidad con el contexto
histórico desde un enfoque interdisciplinario. A este respecto, una aproximación al
psicoanálisis nos permite un acceso rico a los sentimientos, las angustias, las
necesidades y los anhelos, que son elementos a tener en cuenta cuando se analiza un
proceso y el rol jugado por los diferentes actores. En ese sentido, el psicoanálisis puede
ayudar a aproximarse a los componentes subjetivos advirtiendo sobre la pretendida
coherencia monolítica de los sujetos. Al mismo tiempo permite percibir
contradicciones, supuestas desviaciones y la multiplicidad de papeles que cada actor
desempeña según los diferentes contextos. Tanto el psicoanálisis como la historiografía
comparten su vocación por el tiempo y ambos deben admitir la historicidad y la
contextualidad de los sentimientos, de la sensibilidad, de los valores morales e incluso
de los caminos del razonamiento. (Echeverria 2007:2). Por otro lado, una aproximación
a un caso individual, si bien no tiene expectativas de generalizar sus conclusiones puede
ser una vía de acceso a cosmovisiones más amplias y a la dinámica cultural de una
época y de un sector social.

A partir de todo lo que hemos señalado, se desprende la necesidad de plantear la


cuestión de la identidad, que es abordada aquí desde una perspectiva que contempla la
subjetividad como central. Resulta más que interesante, tal como lo sostiene Arfuch
(2013), no sólo recuperar el análisis del discurso para ver lo que Victoria Ocampo hace
con el lenguaje, sino lo que el lenguaje hace con esta, desde una concepción
performativa y un enfoque de género. Como señala Femenías siguiendo a Foucault: “Si
el poder construye el discurso, el discurso confirma el poder”. (Femenías 2012:47)
Victoria Ocampo es considerada por sus biógrafos y por varios autores que la han
investigado, tal como lo hemos señalado anteriormente, abanderada del feminismo
porque precisamente no problematizan su lugar de poder en el seno de la clase de la que
formaba parte. Cuando nos detenemos en el análisis de su Autobiografía y sus

255
Una excepción desde las letras se encuentra en, Cristina Viñuela (2014) .Dicha autora aborda las redes
culturales vinculadas a Victoria y asimismo toma a su persona dentro de un conflicto no resuelto.
256
A excepción de Sarlo (1988) y Queirolo (2009) que tomaron la importancia de la clase en Victoria
Ocampo.

128
Testimonios, encontramos parafraseando a Arfuch (2013) una trama simbólica con
protagonismo de la autorreferencia y asimismo que el rol de la mujer queda reducido
sólo a algunas mujeres consideradas por esta “relevantes”, en la mayoría de los casos,
reinas. En primer lugar y retomando a Simone De Beauvoir, ésta consideraba que las
reinas en tanto soberanas quedaban excluidas de las categorías de inferioridad. En este
sentido el tratamiento que de la mujer realiza Victoria Ocampo reconoce en gran parte
de sus referencias a las “soberanas”, categoría que la incluye y que a su vez excluye a
las mujeres de otros sectores sociales. Aquí se juega claramente quienes tienen la
categoría de sujeto y quiénes no. Por tanto a lo largo de este trabajo sostendremos la
hipótesis que la categoría de mujer se pierde de vista en el ideario de Victoria Ocampo y
es reemplazada por el de “soberana”. No es en tanto mujer que se establece la capacidad
de agencia sino en tanto “soberana”, desplegándose en torno a esta estrategia un rasgo
de superioridad. Victoria es miembro de una elite y esto queda marcado en sus
oportunidades, demandas y acciones, más amplias indudablemente que las de las
mujeres de otras clases sociales. Digámoslo de otro modo, Victoria tuvo muchas
libertades por ser miembro de la elite. Y es muy evidente que su identidad de clase
prevalece por encima de su identidad de género. Su lucha es la lucha individual
(personal) por el poder no por la igualdad de las mujeres. Su lucha individual se
enmarca dentro de los límites que su clase le permite, desafía sí, pero dentro de ciertos
límites y sin cuestionar en profundidad los cimientos del orden patriarcal. Esto queda
claro al analizar su discurso. Graciela Queirolo a propósito de las ideas en torno a lo
femenino esbozadas por Ortega y Gasset y Victoria Ocampo, sostuvo que el primero
estaba permeado por una lógica patriarcal que defendía jerarquías binarias, mientras que
la segunda manifestaba una óptica feminista que daba especial importancia a la igualdad
(Queirolo 2002). Sin embargo, lo primero que se vislumbra al analizar a Ocampo es
que, la mujer más relevante que menciona en su escritura es ella misma, junto a reinas
tales como Victoria de Inglaterra y Catalina de Rusia. En su afán civilizatorio, sólo
reconoce a una estricta minoría de mujeres que son precisamente “soberanas”. Victoria
retoma sólo algunas singularidades aisladas. Aquí reside precisamente la libertad, no la
igualdad, y es aquí donde ésta se ubica. Hay una clara distinción entre quienes son parte
de esta categoría. La división de filas es evidente, sólo unas pocas “soberanas” recogen
la capacidad de agencia, son sujetos, desde un fuerte posicionamiento de prestigio y
superioridad. La escritora Gabriela Mistral le enviaba a Victoria Ocampo en una carta,
un fragmento de uno de sus poemas: "En la tierra seremos reinas, y de verídico

129
reinar”.257 La escritora chilena también recurre aquí a la figura de soberana, y en su
labor ligada al ámbito educativo puede verse una continuación de la maternidad. Ya que
la acción está presente en la categoría de soberana, podemos preguntarnos ¿por qué este
recurso? En su obra “El segundo sexo”, publicada en 1949, Simone De Beauvoir
sostenía:

(…) Las mujeres que han realizado obras comparables a la de los hombres son aquellas a
quienes la fuerza de las instituciones sociales ha exaltado por encima de toda diferencia sexual.
Isabel la católica, Isabel de Inglaterra, Catalina de Rusia, no eran ni varón ni hembra: eran
soberanas. Es curioso que, socialmente abolida su feminidad, ya no constituyera inferioridad
(…) (De Beauvoir 2012:127)
En este sentido el aporte de De Beauvoir es central para el análisis de Victoria Ocampo,
ya que la misma para ubicarse en el centro de la escena intelectual, cultural y social de
nuestro país recurre en su discurso a la figura de “soberana” que la salva de la
inferioridad, y es una manera de desdibujar su género. Ésta decide abolir su feminidad
para ubicarse en el centro, y realizar acciones que la asemejen a los hombres, es esto lo
que le otorga excepcionalidad. Al contrario de lo que sostienen algunos estudios sobre
Victoria Ocampo, no es precisamente a su feminidad la que erige como bandera, sino su
abolición social. En la categoría “soberana” Victoria decide que mujeres son sujetos y
quiénes no.

4-De “ser humano” a “mujer” en búsqueda de expresión.

La figura de Virginia Woolf fue recuperada por Victoria Ocampo a lo largo de su


escritura, desde sus inicios hasta el final. Como marcó Dora Barrancos:

Uno de los homenajes más impactantes que las mujeres han recibido es la obsesión con que
durante buena parte del siglo XIX e inicios del XX se escribió y se debatió acerca de su
verdadera esencia. Tomar a la mujer como objeto a investigar es uno de los fenómenos que
caracterizan ese periodo, y Virginia Woolf, en su notable “Un cuarto propio”, advierte sobre la
magnitud del empeño. (Barrancos 2001:9)
Consciente de la relevancia de la escritora inglesa en el mundo occidental, Victoria se
pondrá en contacto con ella y hará de este acercamiento un trofeo que le permitirá
alegar haber contraído una profunda amistad con la escritora y asimismo justificar su
interés por el tema de la mujer. Tal es así que en 1934 Victoria escribía a Virginia

257
Fragmento de “Todas íbamos a ser reinas” de Gabriela Mistral.

130
Woolf que su única ambición era llegar a escribir un día como una mujer258y en un
pasaje señalaba:

En todo caso, estoy tan convencida como usted de que una mujer no logra escribir
realmente como una mujer sino a partir del momento en que esa preocupación la
abandona, a partir del momento en que sus obras, dejando de ser una respuesta
disfrazada a ataques, disfrazados o no, tienden sólo a traducir su pensamiento, sus
sentimientos, su visión.
Acontece con esto como con la diferencia que se observa en Argentina entre los hijos
de emigrantes y los de familias afincadas en el país desde hace varias generaciones.
Los primeros tienen una susceptibilidad exagerada con respecto a no sé qué falso
orgullo nacional. Los segundos son americanos desde hace tiempo, que se olvidan de
aparentarlo.
Pues bien, Virginia, debo confesar que no me siento aun totalmente liberada del
equivalente de la susceptibilidad, de ese falso orgullo nacional, en lo que atañe a mi
sexo.259
Nuevamente “disfrazada” es la manera en que Victoria aparece frente a los embates del
contexto. El peso del disfraz es notable, y la imposibilidad de deshacerse de este
muestra a las claras las diversas vestiduras utilizadas por Victoria a lo largo de su vida
para transitar espacios múltiples con disfraces variados. Decir esto es precisar de nuevo
la cuestión del sujeto y su agencia, entendiendo a Victoria como un sujeto múltiple de
acuerdo a los diferentes escenarios y contextos por los que atravesaba (también
múltiples). Plantear esto nos lleva a rechazar como lo planteamos al principio siguiendo
a Foucault (1976) la apariencia monolítica de los sujetos. Desde aquí observamos
también la mención a hijos de emigrantes e hijos de familias afincadas. Estas categorías
son recurrentes en la escritura de Victoria Ocampo, y se enmarcan como herramientas
de clasificación por excelencia. Lo interesante es que como mujer aparece ubicada
como “hija de emigrante”, no hay aquí seguridad en su posicionamiento sino todo lo
contrario. Ella es hija de una “familia afincada” y en su discurso parece que su rol de
mujer la ubica como una segundona. Ser mujer desmerece su posición. Lo cierto es que
aquí aparece la idea de escribir como mujer pero enmascarando una estrategia
posicional. En 1931, tres años antes escribía:

“Pero yo no soy escritora. Soy simplemente un ser humano en busca de expresión.”260

258
Victoria Ocampo, “Carta a Virginia Woolf ”, en Testimonios primera serie/ 1920-1934, Revista de
Occidente, Madrid, 1935, p 9.
259
Victoria Ocampo, “Carta a Virginia Woolf”, Op. cit,, p 12.
260
Victoria Ocampo, “Palabras francesas” en Testimonios primera serie/ 1920-1934, Revista de Occidente,
Madrid,1935, p 21

131
Aquí no hay mención alguna a la mujer, sino más bien todo lo contrario. En “Palabras
francesas” parece más preocupada en justificar su escritura en francés como primera
lengua frente a las críticas de Max Daireaux.261 Aunque Beatriz Sarlo haya justificado
el uso del francés como primera lengua en el caso de Victoria Ocampo, señalando que
era lo que definía los límites de las mujeres de la oligarquía de comienzos del siglo XX
para relacionarse con el arte (Sarlo 2007:95), en nuestro caso podemos notar a partir de
estos rastros que estas expresiones se deben a otro factor. Desde nuestra perspectiva nos
muestra que el espacio nacional no le interesa a Victoria Ocampo, es más, lo considera
indigno. Su anhelo mayor es ser el centro en el centro del mundo. Entendiendo esto
último a través de los contextos históricos. A principios del siglo XX codearse con el
mundo europeo y luego de la Segunda Guerra Mundial, cambiar el rumbo hacia los
Estados Unidos. No es casual que Victoria abandone el francés por el español en 1916
cuando conoce a Ortega, nuevamente el patriarca intelectual y Europa la autorizan a
expresarse y la justifican:

Sólo en 1916, cuando el primer viaje de Ortega, después de haber conversado largamente con él,
advertí gradualmente mi tontería. Comenzaba a descubrir que todo podía decirse en lengua
española sin por ello volverse automáticamente pesado, afectado, grandilocuente. Pero este
descubrimiento llegaba demasiado tarde. Hacía ya mucho tiempo que era prisionera del
francés.262
Nuevamente el complejo de inferioridad como mujer y como americana aparece en su
escritura:

La consecuencia que saco de mis reflexiones sobre este tema es que nada de esto habría
ocurrido si yo no hubiera sido americana. Si yo no hubiera sido esencialmente americana yo no
habría hablado un español empobrecido, impropio para expresar todo matiz, y no me hubiera
negado al español de ultramar.263
La recurrencia a lo Europeo como sinónimo de distinción es bien interesante, ya que no
sólo el francés es su primera lengua, sino que aprende a hablar español por un español
de ultramar como es Ortega. Lo europeo es considerado como sinónimo de legitimidad,
en el lenguaje y en lo intelectual. La crisis identitaria reside en la imposibilidad de ser,
en este caso europea, pero también el varón deseado por sus padres, y el centro de ese
universo. Ella se ve limitada y por esto toda su labor como mecenas viene a

261
Max Daireaux, Panorama de la Literatura Hispano- Americana, París, Kra, 1935, este autor dice que
la elite y más precisamente sus mujeres escriben en francés. Aquí entran Victoria y Delfina Bunge a
quienes acusa de snobismo. Por eso Victoria como respuesta escribe “Palabras francesas” para justificar
que fue su primera lengua y que esta lengua no la hacía sentir como advenediza, si el castellano.
262
Victoria Ocampo, “Palabras francesas”, en Testimonios Primera serie 1920/1934, Bs. As, Ediciones
Fundación Sur, 1981, p 30.
263
Ibíd.

132
demostrarnos sus luchas internas a partir del reflejo de un mundo dinámico y
amenazador que aparece retratado en su discurso.

De manera que es interesante atender a los cambios discursivos de Victoria y alejarnos


del encuentro con Woolf como detonante de la preocupación por la mujer. Es más bien
el contexto de cambios e incertidumbres y la pesada carga que ve en ser mujer dentro de
la elite la que abren el camino a su estrategia. El deseo frustrado en sus padres se
traslada bajo el peso del mandato familiar y se hace carne en Victoria que busca
satisfacer la mirada de ellos incluso más allá de la vida terrenal de estos. Beatriz Sarlo
sostuvo que Victoria Ocampo, más allá de estar inserta dentro de una abundancia
patricia y en ocasiones fastuosa, sufría lo que le faltaba, según su propia posición social,
que era libertad afectiva y sexual, pero también libertad intelectual (Sarlo 1988:87) . Al
respecto podemos decir que ser mujer es visto por Victoria Ocampo como una carga que
la ubica en un segundo plano, casi como una advenediza, igual que los hijos de
emigrantes, igual que escribir en español y no en francés. Ser mujer para Victoria es una
carga, pero sabe que ser una mujer de la elite es lo que le permite superar límites,
obtener más logros que sinsabores. Hay aquí un doble posicionamiento como dijimos
anteriormente, Victoria es múltiple como múltiple el (los) contexto(s) por los que
atraviesa. Las libertades que tuvo como mujer se dieron a partir de su posición social y
económica que le permitieron no sólo publicar sus escritos, sino también costear los
gastos de la revista Sur y de la Editorial del mismo nombre que fueron sus grandes
cartas de presentación y poder realizar los contactos intelectuales a lo largo del mundo.
Precisamente dicha posición le permite abrirse camino y consolidarse en el plano de la
alta cultura para perpetuar el buen nombre de sus antepasados. Cumple de esta manera
el mandato social siendo guardiana de su linaje, tarea que las élites asignaban a las
mujeres, pero además en su caso, por ser parte de una familia donde no había varones
también debía asumir un rol más público, que construyera el brillo que la familia y el
linaje requería. Así, Victoria como la mayor de las hijas mujeres de la familia Ocampo-
Aguirre asume este rol. Las permanencias pesan más en su caso que las rupturas.
Aunque hay ciertos guiños y corrimientos en sus conductas, son siempre los que les
permite su clase. No contenta con lo que para ésta significaban los constreñimientos
sobre las mujeres, recurrió a la categoría de “soberana” para poder realizar su agencia.
Era consciente que para escribir una página en la historia del país debía dedicar su vida

133
e invertir su fortuna en el ámbito de la alta cultura. Y es precisamente en este espacio
donde logran preservarse las jerarquías y el orden social.

En junio de 1936 desde su vertiente liberal Victoria escribe: La mujer, sus derechos y
sus responsabilidades. Allí describe a la emancipación de la mujer como a una
revolución producida en ciertas conciencias264 pero en seguida señala:

“Lo único que me pregunto es si la palabra ‘emancipación’ es exacta. ¿No convendría


mas decir ‘liberación’?”265

Minimizando lo revolucionaria que pudiera ser la causa de las mujeres, habla de


liberación no de igualdad. La imposibilidad de pensarse de manera colectiva también la
lleva a la justificación incluso de la violencia física:

(…) es verdad que las mujeres se complacen secretamente en permitir a los hombres que las
maltraten, como es verdad que, por su lado, los hombres sienten íntima satisfacción en
permitirse maltratar a las mujeres. Claro que estos malos tratos no son generalmente físicos sino
morales y toman a veces formas refinadísimas.266
Aquí Victoria posiciona a su “yo” que relata la historia adquiriendo un lugar de verdad
(Heuser 1995: 156) Desde las líneas anteriores observamos como desde su propio caso
Victoria extrapola y generaliza sobre el resto de las mujeres, sin siquiera tener en cuenta
la violencia física, no es maltrato, son “malos tratos” y a veces con características
refinadas. No hay un cuestionamiento integral de la violencia patriarcal ni al patriarcado
como institución. Dentro de una lógica que se remite al ideal de la domesticidad
Victoria como muchas otras mujeres de su época llevaban consigo mismas la idea de la
complementariedad de los sexos, en este caso puntual desde un argumento que ronda el
biologicismo:

“Las mujeres deberán, ellas, tomar la iniciativa y ‘privarse’ de este delicioso


estupefaciente al que su naturaleza está no menos acostumbrada”.267

Desde una postura que la ubica como rectora de los destinos y por fuera del colectivo
“las mujeres” está su prédica pedagógica desde un fuerte imperativo. Lo masculino es
visto por Victoria como una delicia a la que las mujeres estaban por naturaleza

264
Victoria Ocampo, “La mujer, sus derechos y sus responsabilidades” en Testimonios Segunda Serie,
Ediciones Sur, Buenos Aires, 1941, p 251.
265
Ibíd., p 252.
266
Ibíd.
267
Victoria Ocampo, “La mujer, sus derechos y sus responsabilidades” en Testimonios Segunda Serie,
Ediciones Sur, Buenos Aires, 1941,p 253.

134
acostumbradas. La dominación masculina seria aquí vista como natural y parte de la
costumbre, y se ubica como externa a las agencias de los sujetos, en este caso las
mujeres. Victoria considera asimismo que las mujeres no quieren ocupar el lugar de los
varones sino el suyo propio.268 Y puestos en contexto, en el periodo de mediados de los
treinta donde la fuerte presión social en nuestro país se hacía sentir y el mundo
occidental clamaba frente a lo que consideraba la crisis de su cultura, Victoria señalaba
que las mujeres eran centrales para recobrar un orden, en un mundo caótico dice ella, la
mujer es la encargada de volver a una situación anterior:

Por eso estimo que si el mundo actual, vuelto al caos, debe recobrar un orden, un equilibrio
perdido, es la mujer, hoy, la que se encuentra-admítase o no, tómese o no a broma, ignórenlo o
no las masas-en la primera línea de trincheras. Sin su colaboración, sin el despertar de su
conciencia a la parte de trabajo, de responsabilidad, de lucha que le incumbe, no veo posibilidad
de salvación.269
Solo retomando este tema desde un doble filo, desde un posicionamiento múltiple es
donde puede notarse claramente que la lucha es por su propia salvación individual. Si la
mujer era consciente de sus responsabilidades el resto vendría como una especie de
derrame, naturalmente.270 Desde su perspectiva liberal es que puede allanarse el camino
para ver a Victoria- tal como ya lo hemos hecho anteriormente- dentro de una cultura
política. El liberal-conservadurismo es notorio cuando sostiene para las mujeres la
igualdad de oportunidades comparando la causa de las mujeres con la revolución
bolchevique:

Lo mismo que la otra revolución (la que ha nacido en Rusia y que ha creado también errores,
actitudes brutales, malentendidos terribles, por la extrema reacción que forzosamente la hizo
estallar), no debiera hacerse-por lo menos así lo entiendo yo-para que el proletariado abuse de
las clases privilegiadas como las clases privilegiadas han abusado de él (lo que crearía un
círculo vicioso), sino para que todo niño, habiendo recibido la misma riqueza de cuidados en lo
que atañe a su salud física, a su salud moral y a su educación, pueda alcanzar a desarrollar lo
mejor posible sus dotes innatas (y solo en estas radicara la desigualdad del reparto), y, llegado a
hombre, pueda colocarse en el escalón que corresponda a su verdadera vocación y a su autentico
valer.271
En este trasfondo está presente nuevamente la idea de dotes innatas, del merito y de
igualdad en el reparto, de manera que esta matriz liberal entiende claramente la raíz de
las desigualdades pero las esconde detrás de las supuestas oportunidades igualitarias, sin
cuestionar la estructura de la desigualdad misma. Es claro que tiene bien en cuenta el

268
Ibíd., pp. 258- 259.
269
Ibíd., p 260.
270
Ibíd. p 261.
271
Ibíd., p 259.

135
funcionamiento del sistema de opresión cuando teme que el proletariado haga con las
clases privilegiadas lo que estas hicieron con ellas, en el fondo en esta conciencia de la
situación aparece nuevamente la obsesión por el orden y el peligro que representa la
subversión del status quo. Como dice Dubet: “Una sociedad no se percibe y no actúa de
la misma manera según se incline por la igualdad de posiciones o por la igualdad de
oportunidades”. (Dubet 2011: 14). El liberalismo no cuestiona la matriz de las
desigualdades sino que realiza una lectura superficial que precisamente permite la
perpetración de dichas desigualdades. Pensando que Victoria escribe lo anterior cuando
aborda el tema de la mujer, puede notarse que esa misma cosmovisión es la que
entiende que las posibilidades son para algunas mujeres, no para todas. Como ya
apuntamos al principio de este trabajo cuando recuperamos a Jelin (1997) las mujeres
no tenemos ni las mismas demandas ni las mismas oportunidades, de manera que
recuperar a la clase y cruzarla con el género es esclarecedor.

Con respecto a la temática de la expresión de la mujer, Victoria Ocampo recoge en sus


Testimonios la conferencia que brindó en 1936272. Isabella Cosse (2008) señala al
respecto que esta se lleva a cabo para defender los derechos de las mujeres en el
contexto de la realización del proyecto de reforma del código civil273. En esta comienza
lo que denomina la búsqueda de la voz de la mujer y la finalización del monólogo
masculino en pos del diálogo entre hombres y mujeres. Aquí no ahorra en auto
referencialidad, al igual que en toda su escritura, su “yo” emerge posicionándose por
encima incluso de la temática de la conferencia. ¿Cuál es esa voz? ¿Qué mujeres
tendrían la palabra? Aunque critica que los hombres han monopolizado por siglos la
palabra y el monólogo, Victoria Ocampo parece no despegarse de este. Las mujeres que
menciona son mujeres de ciencia, Marie Curie, mujeres de letras, Virginia Woolf y
Gabriela Mistral, también suma a María de Maeztu274. Nuevamente son singularidades,

272
Nos referimos a la conferencia radiotelefónica “La mujer y su expresión”, dirigida al público de España
y Argentina en agosto de 1936 y que aparece publicada en la segunda serie de Testimonios, Sur, Buenos
Aires, 1941.
273
Cabe mencionarse que en 1936 se había conformado la Unión Argentina de Mujeres presidida por
Victoria Ocampo que luchaba por la defensa de los derechos civiles de las mujeres. La vicepresidenta fue
Ana Rosa Schlieper de Martinez Guerrero y Perla Berg su secretaria.
274
Fundadora y directora de la Residencia de señoritas en Madrid. Figura clave en torno a la
emancipación de las mujeres que como Victoria creía que esta debía darse por medio de la educación. Su
hermano Ramiro perteneciente a la generación de 1898 tomará la idea de elite cultural junto a otros
intelectuales como sinónimo de función cívica adquiriendo en España una labor rectora a nivel social y
político recuperada por las derechas argentinas. Con posterioridad en España escritores y profesores se
auto idenficaran como la "generación de los intelectuales" tomando la idea de misión bajo el predominio
de Ortega. Véase Altamirano (2013), pp. 44-45.

136
excepcionalidades tomadas de manera aislada, las que representan estas mujeres, que
conforman un círculo muy reducido donde además no hay mujeres argentinas, sólo
Victoria. En cambio dentro de los grandes artistas aparecen Dante, Cervantes,
Shakespeare, Bach, Da Vinci, Goya, Debussy, Poe, Proust. De manera que los artistas
son hombres, también excepcionales. Y aquí es donde Victoria Ocampo lanza una frase
interesante:

“Su obra era para ellos la única manera de entrar en un orden.”275

Nuevamente aparece la mención al orden, presente como vimos en La mujer, sus


derechos y sus responsabilidades. Esa posibilidad de cara a las mujeres capaces de
recobrarlo se une aquí a la obra. De manera que no sólo era necesario entrar en un orden
sino hacerlo por medio de la concreción y realización de una obra. Victoria sabía con
que posibilidades contaba desde su posición económica y social y su aspiración fue
llegar a ingresar en ese mundo. ¿No es esta precisamente la aspiración mayor de
Victoria Ocampo? La presidencia de la Unión Argentina de Mujeres ¿no es un lugar
primordial donde abrir el juego para complementar su lugar en el espacio sociocultural?
Desde aquí pensamos que: el tema de la mujer y su participación en la Unión Argentina
de Mujeres fueron un disfraz -dada su posicionalidad múltiple -para entrar en un
orden. Su rol protagónico no hace más que sostener la idea de que es ella la que busca
abrirse camino, lejos de luchar por la igualdad de las mujeres, su agencia marca la
búsqueda de “su” expresión escrita y de “su” lugar central en el mundo de las letras, en
el campo intelectual y en el espacio social. Retomando a Virginia Woolf y su obra
célebre sobre el lugar de la mujer y la literatura276 sostiene:

“Todo conspiraba para probarle que su sexo era un hándicap terrible en la carrera de las
letras. Todo conspiraba para aumentar en ella lo que había heredado, la que todas
heredamos: un complejo de inferioridad.”277

La herencia es natural al igual que la inferioridad, claramente Victoria no realiza un


cuestionamiento integral de los impedimentos que las mujeres pudieran tener.
Asimismo, abierto el juego, no existe en el discurso de Victoria Ocampo la intención de

275
Victoria Ocampo “La mujer y su expresión” en Testimonios, Segunda Serie, Sur, Buenos Aires, 1941
p.279.
276
Nos referimos a Virginia Woolf, Un cuarto propio, Losada, Buenos Aires, 2013.
277
Victoria Ocampo, “La mujer y su expresión”, Op. cit, p. 279.

137
facilitar el camino de otras mujeres, sino el suyo propio.278 Cuando sostiene que esto era
lo que habían heredado las mujeres, al considerarlo natural, también considera natural
ser la que se abra camino-dada su posición individual y social-frente a otras mujeres. Y
aquí de nuevo es lo interesante de trabajar con las categorías género y clase en
interrelación, es la identidad de clase la que termina definiendo el accionar de Victoria
más que la de género. En este momento recordemos que utiliza la categoría “sexo”. Su
condición de mujer aparece en su discurso como un impedimento más que molesto,
prueba de ello es la recurrente ligazón a la categoría “soberana”. El reducido número de
mujeres a las que se refiere en el discurso y sus grandes silencios sobre el resto,
muestran a las claras que las mujeres que nombra están en una posición social
predominante. Sólo unas pocas tienen orígenes humildes, tal es el caso de Mistral, pero
en este caso la salvan de la exclusión sus credenciales profesionales, su premio Nobel y
claro, su amistad. La mención al complejo de inferioridad que manifiesta marca la
necesidad de recurrir a nuevas herramientas conceptuales para este abordaje, el
concepto de experiencia de Peter Gay (1992) es un camino interesante para el análisis
ya que se refiere al encuentro de la mente con el mundo. No es casual que Victoria
Ocampo manifieste esto a mediados de los años treinta, que marcaron tiempos de crisis
e inseguridad para las elites en Argentina. Su posición social no solo se desmerece por
el contexto sino por ser mujer, Victoria lo sabe y lo elabora en esa intrincada relación
de su mente con el mundo. Por tanto el concepto de experiencia de Gay nos permite
reflexionar en ese sentido. Hay aquí a nivel identitario, incertidumbre de presentes y
futuros en palabras de Leonor Arfuch (2005). Victoria Ocampo al igual que la clase a la
que pertenecía, se encontraba atravesando un proceso de transformación social, política
y cultural profunda y su identidad, en tanto dimensión simbólica, cultural, social y
política, se veía fuertemente cuestionada. Es por esto que manifiesta en su discurso una
gran carga de auto referencialidad y una lucha constante por ser el centro en el marco de
la elite que formaba parte. La angustia por la propia definición como mujer la lleva
recargar las tintas sobre sus atributos de clase que sin embargo también se encuentran en
tensión. En el fondo de todas las cuestiones y todos los disfraces está la propia pregunta

278
No está de más remarcar que Victoria tuvo siempre lugares centrales, en la Unión Argentina de
Mujeres su cargo fue el de presidenta, y en Sur fue Directora durante toda la vida de la publicación.
Asimismo presidió el Fondo Nacional de las Artes y fue la primera mujer en ingresar a la Academia
Argentina de Letras.

138
por la identidad: ¿Quién soy realmente? Y asimismo ¿Quién soy frente a los otros?
Salvándose a ella lograría salvar el buen nombre de su linaje de los estragos del
contexto histórico por el que atravesaba. Un punto a tener en cuenta al analizarla es que
su escritura se da en contextos de fuerte tensión identitaria, los Testimonios comienzan a
ser escritos en 1935 y su Autobiografía en 1952 durante el periodo de mayor tensión de
ésta con el peronismo. Las motivaciones que la inclinaban en sus posturas y
cosmovisiones estaban fundadas en angustias, frustraciones, iras, sentimientos de no
estar cumpliendo con su destino, de no estar alcanzando el reconocimiento que merecía,
de estar defraudando mandatos familiares, de una gran incomprensión, profunda, íntima
a la vez que social, de los cambios que se estaban produciendo. No olvidemos que
Victoria es la mayor de seis hijas mujeres pertenecientes a la familia Ocampo- Aguirre.
Aquí la presión de los mandatos familiares y sociales es crucial. No es por tanto
aventurado pensar siguiendo a Foucault que: “La culpa es en Occidente una de las
experiencias fundamentales que desencadena la palabra, más que la hazaña.” (Foucault
2014: 85). Victoria siente que en tanto primogénita y mujer defrauda el mandato
familiar de los Ocampo de dejar el nombre de su linaje para la posteridad. Es interesante
ver cómo estas nociones aparecen en una marcada continuidad a lo largo de su vida y se
extrapolan en los diversos ámbitos en los que se mueve. Como marcamos
anteriormente, Victoria siempre ocupó lugares de poder, espacios centrales,
distinguidos, notables. En esa imposibilidad de definición y pensándose inferior como
mujer de la elite es que clama y acciona por lugares centrales.

Volviendo a lo anterior, la búsqueda de expresión en la mujer279, según Victoria es la


búsqueda de la expresión escrita, lo cual hace que el grupo de mujeres sea más que
reducido. Victoria Ocampo sostiene que todas las vidas individuales reunidas variarán
el curso de la historia. De manera que no existe una idea de “nosotras”, una idea de
“unión colectiva” o de lucha por la igualdad. En sus palabras aparecen “misión”,
“sacrificio” alegando que con el trabajo de este círculo reducido comprarían el porvenir
de las mujeres. Aquí sostiene la idea de una maternidad hacia la humanidad femenina
futura, en Las mujeres, sus derechos y sus responsabilidades la expresión es semejante
cuando señala:

279
En esos términos, como lo plantea Victoria Ocampo, reduciendo el accionar de las mujeres sólo a la
expresión escrita, reduce la agencia y asimismo piensa en un círculo reducido de mujeres, las que
supieran leer y escribir.

139
“ (…)madre no sólo por la carne y en la carne, sino madre por el espíritu y en el
espíritu (…)”280

Asimismo está presente la idea de que será por la expresión de las mujeres que los
hombres serán seres completados. En este periodo puede asociarse a Victoria con las
fundadoras del feminismo en Inglaterra y las sufragistas de fines del siglo XIX y
principios del XX, ya que estas tomaban desde una posición esencialista la idea de
feminidad, asociándola a la maternidad y es desde allí de donde definen roles para cada
sexo (Becerra 2013:205). Asimismo, la mujer es pensada por Victoria como
complementaria al varón:

“Para que la conciencia del hombre-niño se transforme o se aclare a través de la


conciencia de la mujer, es preciso que la mujer misma se ponga a la altura de esa tarea,
de esa tarea que es suya.”281
Más allá de esta noción de época donde la mujer se asocia en ese contexto a la madre,
sin desconocer que Victoria está inmersa en el contexto de los treinta en Argentina,
surge una pregunta ¿cómo considera Victoria a las mujeres? Desde este ultimo
fragmento puede notarse una concepción que ata a la mujer a la idea de inferioridad con
respecto al varón ya que como aquel público lector que Victoria considerara en los
cincuenta que debería ponerse a la altura de los escritores282 y no al revés, también
desde su óptica la mujer debía ponerse a la altura del varón.

Aquí tampoco hay una noción disruptiva con respecto a los hombres. Esto permite
sostener la idea de continuidad con su linaje y la defensa que esta realizó de sus
antepasados patricios. El mundo de Victoria Ocampo es precisamente masculino, esto
queda claro a lo largo de la gran cantidad de referencias masculinas por sobre las
mujeres y en el análisis de su círculo de sociabilidad. Hay un expreso respeto en estos
textos de Victoria Ocampo a la distribución social de funciones, donde las mujeres son
en definitiva diferentes y complementarias. Las identidades femeninas y masculinas son
consideradas fijas por ésta y la mujer es considerada en tanto soberana. De manera que
ésta consideraba que sólo pocas mujeres tendrían libertad. Y no reclamaba más.

280
Victoria Ocampo, “La mujer, sus derechos y sus responsabilidades” en Testimonios Segunda Serie,
Ediciones Sur, Buenos Aires, 1941, p 262.
281
Victoria Ocampo, “La mujer, sus derechos y sus responsabilidades” en Testimonios Segunda Serie,
Ediciones Sur, Buenos Aires, 1941, p 263.
282
Nos referimos a: Victoria Ocampo, “La misión del intelectual ante la comunidad mundial”, Palabras
leídas en la Asociación Pro Naciones Unidas Ana M. Berry, el 22 de mayo de 1957. En Testimonios,
Quinta Serie, Op.cit.

140
Asimismo, la referencia a la maternidad puede relacionarse a la Argentina de la
temprana modernización liberal donde el lugar de las mujeres quedaba en la esfera
doméstica y donde la exclusión implicaba movimientos compensatorios por ejemplo a
través de la celebración de la figura de la madre (Becerra 2012: 870). Con respecto a su
no maternidad, Victoria manifestaba el deseo de ser madre teniendo un hijo de Julián
Martínez. En su Autobiografía sin embargo señala que durante algunos días pensó estar
embarazada de Julián con quien tenían una relación extra-matrimonial y allí es donde
pueden notarse su desesperación frente a la mirada social y familiar. El mandato
familiar y social fueron extremadamente fuertes para Victoria, pasando incluso por
encima de su deseo:

“Pues no veía otra salida: el suicidio. Deseaba, ansiaba tener un hijo con J. (cosa que me
repugnaba con M.). Pero en las circunstancias en que nos encontrábamos, me parecía
absolutamente imposible: por el hijo y por mis padres. Fueron cuatro o cinco días infernales.”283
Al contrario de lo que sostendría en los años setenta a favor del aborto, en su
Autobiografía señala:

Yo no le decía nada a J. sobre mi propósito. Tampoco encontraba modo de llevarlo a cabo lo


más discretamente posible. La muerte no es discreta. Con J. examinamos todas las soluciones,
incluso las más atroces (que nunca pensé poner en práctica), menos el aborto. Esto ni siquiera se
me cruzó por la mente. Y esto se me hubiera ocurrido (lo sé) de no querer a J. como lo quería. Si
algo de él vivía en mí, sólo podía suprimirlo suprimiéndome. ¿Volver a mi marido para salvar al
hijo? Inconcebible. Y si no podía arréglamelas con la vida, no quedaba más remedio que
recurrir a la muerte.284
No hay corrimiento posible, ni siquiera en estas páginas, escritas en los años cincuenta.
No hay alternativa posible. No existe la posibilidad de transgredir ni a su familia ni a su
clase, antes la muerte. Para quienes sostienen que Victoria fue una transgresora ésta es
otra de las evidencias que demuestran lo contrario. Cuando señala otras soluciones,
¿tener a su hijo en el extranjero? Este era un mecanicismo muy utilizado por las
elites285. Lo cierto es que, una vez descartado el embarazo Victoria recuerda con suma
felicidad ese día:

Al día siguiente, al amanecer, sin haber dormido casi, me desperté húmeda de sangre. Me
levanté y en camisón salí a la terraza de mi cuarto: ´Gracias destino´, pensaba. Miraba el cielo,
los árboles, el río, el pasto dándoles las gracias por volverlos a ver y por lo mucho que los

283
Victoria Ocampo, Autobiografía III, La rama de Salzburgo, Edición reciente unificada con el Tomo IV
Viraje bajo el título Autobiografía II, Ediciones Fundación Victoria Ocampo, Buenos Aires, 2013, p 60.
284
Ibíd., p 61.
285
El caso de Marta Bioy es uno de esos: “Su madre biológica, María Teresa, amante de ABC, había
viajado a Nueva York para tener a la niña, que luego sería adoptada en Francia por Silvina”. En “Últimos
años en Recoleta: Bioy según su nieto Florencio”, Diario Clarín, 29 de agosto de 2014.

141
quería. Gracias por seguir mirándolos. Gracias por querer tanto un mundo en que tanto
sufría…, y del que había estado a punto de despedirme. Respirar era una felicidad
incomparable, y era fácil.286
Más allá del respeto al mandato familiar y su concepción de una realidad externa a su
agencia denominada destino, su narcisismo es claro, su persona es lo único que le
interesa en el mundo. Su lugar social bien cuidado, sin mancha y no bloquear las
aspiraciones de su familia y su clase. No estar embarazada fue un alivio, de lo contrario
no hubiera accionado frente a su clase y su familia. Su única estrategia era el suicidio.
Está claro que ser madre de una relación extramatrimonial no era lo mismo que fumar
en público, usar pantalones y manejar un auto.287

5-El voto femenino

Como sostuvo con acierto Susana Bianchi (2001) la presencia de las mujeres no era una
exclusividad del peronismo:

La Unión de Mujeres Socialistas, la Junta de la Victoria, la Secretaria Femenina de la Unión


Democrática nucleaban a las mujeres que se oponían a Perón. En síntesis, las mujeres-aun sin
derechos políticos-actuaban en una Argentina fracturada en grupos profundamente hostiles. Y
esta participación era un dato más sobre el cambio de la posición de las mujeres en la sociedad.
(Bianchi 2001: 200).

Más allá del rol que Victoria Ocampo jugó en la Unión Argentina de Mujeres como
presidenta, este cargo fue por un periodo breve de dos años. Si nos detenemos en la
temática en torno al voto femenino es conocida la oposición de Victoria Ocampo al
peronismo y la oposición al voto femenino promulgado por este en 1947. Aquí Victoria
rechaza la iniciativa ya que ve atada esta lucha al partido gobernante del cual era su más
ferviente opositora. Al referirse a la lucha de las mujeres por el voto, Victoria establece
una distinción entre las “fundadoras”, las que comenzaron la lucha entre las cuales se
encuentra, frente a las mujeres ligadas al peronismo. De hecho cuando nombra a Eva
Duarte lo hace como la Señora de Perón. En sus propias palabras repudia desde la
relectura de los años 70 a la figura de Eva Duarte marcando una distinción frente a las
feministas de primera hora:

En La razón de mi vida, la autora no demuestra ningún aprecio por las sufragistas que tanto se
sacrificaron por la causa cuando ella no había nacido. Las ve como solteronas resentidas, feas,

286
Victoria Ocampo, Autobiografía III, La rama de Salzburgo, Edición reciente unificada con el Tomo IV
Viraje bajo el título Autobiografía II, Ediciones Fundación Victoria Ocampo, Buenos Aires, 2013, p 61.
287
Estas conductas son consideradas disruptoras para una mujer según el análisis de Vázquez (1991).

142
marimachos. En el movimiento sufragista había de todo, como en cualquier partido político.
Pero las principales figuras del feminismo inglés (las hubo grandes en los Estados Unidos
también), como Mrs. Pankhurst, lady Astor y la misma Virginia que desde el campo de las letras
libraba la batalla, eran mujeres no sólo cultas, talentosas, adoradas por sus maridos, sino
lindas.288
Es por demás interesante marcar como las cuestiones de distinción en el discurso de
Victoria pueden rastrearse a lo largo y ancho de su vida. Estas palabras, de una Victoria
ya anciana muestran las continuidades de su identidad de clase frente a su identidad de
género. Más allá del interés sobre la mujer presente en Victoria Ocampo, en el discurso
el peso de su clase, el reforzamiento y la necesidad de afirmarse y legitimarse en el
lenguaje no es casual, ni tampoco los adjetivos que usa que enmascaran un claro
posicionamiento ideológico. Como sostuvo Barthes los adjetivos son puertas del
lenguaje donde lo ideológico y lo imaginario penetran (Barthes 2014ª: 21). Al igual que el
caso de reafirmarse como miembro de una elite que tenía antigüedad en el territorio
frente a los considerados advenedizos, en el movimiento de mujeres también marca la
distinción entre feministas de primera hora y las que adhirieron al peronismo. Considera
precursoras a las inglesas y norteamericanas, negando la agencia de otras mujeres en el
movimiento feminista. Asimismo trata de compararse con Virginia Woolf en tanto su
lucha a través de la cosa escrita. Dice Victoria al final del fragmento anterior que estas
también eran lindas, marcando nuevamente la dicotomía del pensamiento occidental
analizado anteriormente. De manera que las cuestiones que esta esbozó desde su
infancia se convierten en estructuras impermeables al paso del tiempo, extendiéndose a
lo largo de su vida. Por más que haya entablado desafíos como pueden ser la lucha por
los derechos civiles y políticos de las mujeres en los treinta, y su postura a favor del
aborto en los setenta, entre otras, son cuestiones que no equivalen a un corrimiento para
con su clase sino más bien posicionamientos dentro de esta. Con respecto al lugar de la
mujer, Victoria siempre sostiene este como complemento del lugar del varón. Por tanto
los desafíos siguen siendo dentro de un marco, de una estructura a la cual Victoria busca
no alterar ni romper, porque su lucha mayor fue mantenerla a lo largo de su vida, para
mantener tanto su dominio individual como el de su clase.

En 1954 con motivo de discutirse el proyecto de ley sobre la situación legal de los hijos
suprimiendo distinciones entre hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, Victoria
redactó una nota que se publicó en el número 231 de Sur bajo el título de “Una nueva

288
Victoria Ocampo, “La trastienda de la Historia”, Revista Sur N°326, 327,328, Septiembre de 1970-
Junio de 1971, p 11.

143
ley.”289 Aquí cuenta como hacía unos veinte años ya habían luchado y reclamado con
sus amigas al respecto de los derechos de las mujeres y para suprimir las diferencias
sobre hijos naturales y adulterinos. Remarca que su interlocutor le dijo que no se
mezclara en cuestiones que no le concernían ni afectaban. Sostiene Victoria en el relato:

“ Lo que no conté fue que en la entrevista me enfermó de indignación. Que lloré de ira y
quedé temblorosa, sublevada, como un animal castigado. Las amigas a quienes repetí
esta conversación deben recordarlo.”290

El mismo recurso sostendría Victoria en “El hombre del látigo”291 cuando diría que el
tratamiento que recibió del peronismo le hizo recordar el maltrato a un caballo que
presenció cuando era niña.292 Aunque Victoria sostiene que este proyecto es un acto de
justicia que merece su reconocimiento señala:

Es este un acto de pura y simple justicia; para cumplirlo, sin embargo, era aún necesario vencer
prejuicios e ´intereses creados’. Por lo demás, bien quisiera uno saber en nombre de qué moral
puede sostenerse que los inocentes deben ser castigados, so pretexto de que hay que castigar o
amenazar a los culpables.293
¿Pero quiénes eran los inocentes? ¿Por qué genera tanta indignación y preocupación el
reconocimiento de los hijos ilegítimos? Podríamos pensar en un interesante
posicionamiento de apertura pero sin embargo si ahondamos en la búsqueda veremos
que este posicionamiento tiene que ver precisamente con su propia historia y con
concretar un acto de justicia que la beneficiara. Y aquí debemos introducir a la figura de
Julián Martínez294, el gran amor de Victoria con el cual entabló una relación clandestina
para la época ya que Victoria era por ese entonces una mujer casada con Luís Bernardo
de Estrada (Monaco), primo de Julián Martínez.295 Ellos se conocieron en Roma y
Victoria narra cómo inmediatamente quedó atrapada por Julián:

289
Victoria Ocampo, “Una nueva ley”, Revista Sur N°231, Noviembre-Diciembre de 1954.
290
Victoria Ocampo, “ Una nueva ley”, Revista Sur N°231, Noviembre-Diciembre de 1954, p 78.
291
Conferencia pronunciada en el Consejo de Mujeres, el 9 de noviembre de 1955.
292
La victimización es un argumento corriente en Ocampo que puede rastrearse en su obra comparándose
siempre con un animal maltratado.
293
Victoria Ocampo, “ Una nueva ley”, Revista Sur N°231, Noviembre-Diciembre de 1954, p 78.
294
Diplomático, conoció a Victoria en Europa en el extenso viaje de luna de miel que ésta tuvo con su
esposo. Victoria lo considera como el gran amor de su vida y realiza una comparación de aquel amor
clandestino con la obra de LeonTolstoy “Ana Karenina”. Son amantes por 16 años. El ejemplar número
III de la Autobiografía de Victoria Ocampo aborda por completo la historia de amor con Julián Martínez.
Puede verse Victoria Ocampo, Autobiografía III, La rama de Salzburgo, Ed. Revista Sur, Buenos Aires,
1981. Martínez no es mencionado en Testimonios.
295
La referencia a estos en su escritura es a través de sus inicial M y J.

144
Sólo nos saludamos, esa noche, entre mucha gente. Pero ya lo miré como si temiera no volverlo
a ver. Fijándome en todo. Ese temor de no volver a ver a J. me ha perseguido desde el primer
momento. Y el día que, al abrir La Nación, supe que había muerto, comprendí. Todo se había
cumplido como en mis pesadillas, al pie de la letra.
Aquella noche (primeros días de abril) subí a mi cuarto y me miré largamente la boca, para
tratar de adivinar qué era lo que había atraído su atención.296

Fue según la misma Victoria lo cuenta una relación que la atormentaba de celos, vivida
en la clandestinidad para no afectar a sus padres. Como apunto Sennet (1978):
Algo más que la mojigatería sexual victoriana explica la existencia de estos desordenes
nerviosos; hemos vistos que su contexto cultural era uno que ejercía una gran presión para
mantener estables las apariencias dentro del marco familiar, de modo que la propia familia
pudiese representar un principio de orden en una sociedad caótica (Senett 1978: 399).
Con Monaco Estrada compartirían sólo los espacios en sociedad. A pesar de vivir
juntos, sólo se reunían para eventos. Con Martínez el amor-pasión. Lo cierto es que la
familia de Martínez era considerada por los padres de Victoria una familia de bastardos.
De manera que la cuestión de la ilegitimidad era otro condicionante además del
romance que en ese contexto hacía girar sobre Victoria la etiqueta de “adultera” de la
cual ella señala sólo le importaba en la medida que podía afectar a sus padres. El
mandato familiar y social es extremadamente fuerte en el ideario de Victoria que teme
que Monaco hable con su padre al respecto:

Pero para decir la verdad en ese momento (cosa que deseaba) hubiera tenido que ser huérfana.
Me paralizaban mis padres. Ni M., ni la opinión pública significaban nada para mí. Lo primero
que haría M., con su manera de pensar y de actuar, sería hablar con mi padre (como si yo fuera
una menor de edad). El temor al disgusto paterno y materno me frenaron.297
Ella avala el mismo criterio, como si fuera menor de edad, teme la reacción de los
padres, el disgusto, es decir su moral sigue atada a criterios conservadores.

El sólo hecho del corrimiento y la ilegitimidad frente a su clase provocan pánico en


Victoria. Asimismo, la nota no es más que una estrategia para criticar en clave su
detención en 1953.El recurso a hablar de esta ley es el mecanismo por el cual ubicarse
en primer lugar como inocente castigada por el gobierno peronista.

No tengo motivos especiales para estar personalmente agradecida al partido político del que
parte el proyecto de reforma. Lo cual no me impide regocijarme por un hecho que desde hace
más de treinta años deseo de todo corazón. Un adversario que no mereció en modo alguno el
tratamiento que le reservaron considera que eso cuenta poco al lado de esto. Si el proyecto de

296
Victoria Ocampo, Autobiografía III La rama de Salzburgo, Edición reciente unificada con el Tomo IV
Viraje bajo el título Autobiografía II, Ediciones Fundación Victoria Ocampo, Buenos Aires, 2013, p 23.
297
Victoria Ocampo, Autobiografía III La rama de Salzburgo, Edición reciente unificada con el Tomo IV
Viraje bajo el título Autobiografía II, Ediciones Fundación Victoria Ocampo, Buenos Aires, 2013, p 29.

145
reforma proviniera de mi peor detracto y de mí más cruel enemigo, le estaría aún, y a pesar de
todo, profundamente reconocida.298
Aquí entran de nuevo como centrales su propio reconocimiento hacia los enemigos por
un acto de justicia en la medida que aunque indirectamente la involucraba, su propia
perspectiva y su propio “yo” como ejes del tratamiento, quedando el proyecto de ley en
un segundo lugar. Asimismo la idea de desagraviarse frente al peronismo buscando
mostrar lo magistral de su reconocimiento. Aunque le dieron un mal tratamiento busca
por medio de lo público realzar su buena predisposición.

6-El feminismo

La exclusión femenina de la ciudadanía se da desde la Ilustración. Frente a lo que


algunos consideraban una incorporación tardía de las mujeres en la modernidad
podemos afirmar que existió una exclusión temprana.299 Desde la Revolución Francesa
se plantea la igualdad de derechos, sin embargo se dio la paradoja de principios
universales y a la vez excluyentes. Olimpia de Gouges, publicaría en 1791 Declaración
de los derechos de la mujer y de la Ciudadana donde planteaba esto. La exclusión se
daría en todos los ámbitos: jurídicos, políticos, sociales y culturales. Ya sea por
considerar atada a la mujer en mente y cuerpo por su debilidad o por la división del
trabajo y su asociación a la labor de la reproducción y la maternidad, las mujeres fuimos
excluidas. La diferencia sexual es aquí un tema central y como sostuvo con acierto Scott
“la naturaleza es una autoridad difícil de desafiar.” (Scott 2012: 12).

La historia del feminismo es amplia contando por lo menos con tres siglos de vida.
Dicho movimiento está unido a movimientos sociales y paradigmas teóricos. Con
respecto a estos últimos, dichas reflexiones vuelven una y otra vez sobre sí mismas. La
primera ola del feminismo que podemos ubicar desde el sufragismo hasta Simone De
Beauvoir, recupera el ciclo ilustrado. De Beauvoir asimismo toma la reflexión del
sufragismo y retoma cuestiones pendientes en la ilustración recuperando a Mary
Wollstonecraft radicalizándola. En este sentido la obra de De Beauvoir puede
considerarse bisagra entre el sufragismo y la segunda ola que postulara la crítica al
androcentrismo. La segunda ola donde puede encontrarse el feminismo liberal,
feminismo critico y feminismo socialista, no olvidara ni a Mary Wollstonecraft ni a
Olimpia De Gouge, con esto queremos dejar marcado que las olas del feminismo no

298
Victoria Ocampo, “ Una nueva ley”, Revista Sur N°231, Noviembre-Diciembre de 1954, p , p 79.
299
Puede verse Scott (2012), Barrancos (2008) y Giordano (2003).

146
pueden entenderse como compartimentos estancos sino desde una óptica relacional de
problemas y reflexiones Sin desconocer la historia amplia del feminismo y tampoco
queriendo reducir al mismo a la obra de De Beauvoir cuyo impacto editorial fue más
importante sin dudas por el contexto posterior a la Segunda Guerra mundial, retomamos
aquí su obra ya que fue pionera en cuanto al tratamiento de la sumisión de las mujeres
desde una perspectiva histórica. Simone De Beauvoir escribía “El segundo sexo” y se
preguntaba: ¿de dónde proviene la sumisión de la mujer? Para iluminar el camino
retrató la opresión histórica de las mujeres. Al respecto sostenía:

“La mujer se determina y se diferencia con relación al hombre, y no éste con relación a
ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella
es lo Otro”. (De Beauvoir 2012: 18)

La recepción de su obra en el mundo tuvo diversos caminos. Aunque la obra de De


Beauvoir proviene de la filosofía es importante resaltar la importancia de la perspectiva
histórica en ella. Como sostiene Rosa Maria Cid López (2009):

En concreto, las expertas en Historia feminista prefieren presentar a Simone de Beauvoir como
una figura que se nutre del pensamiento ilustrado, pero que se adelanta, a la vez, a los
planteamientos característicos de las posmodernistas. Sin embargo, frente a las ilustradas, y
también con respecto a las sufragistas, se perciben notables distancias, sobre todo en el hecho de
que estas apenas se interesaron por lo ocurrido a las mujeres del pasado, a pesar de que eran
conscientes de que su posición en el presente tenía unos claros antecedentes históricos. (Cid
Lopez 2009: 66)
Luego de la publicación de El segundo sexo en 1949, Simone de Beauvoir comenzó a
acercarse al feminismo, cuestión que no le había interesado en un principio. Para 1970
estará a cargo del Mouvement de Libération des Femmes. El denominado feminismo de
la diferencia cuestionará a De Beauvoir la elaboración de una teoría eurocéntrica y de
clase media, entre estos cuestionamientos se encuentran Mary Evans y Judith Okeley.
El Segundo sexo fue recepcionado en los años sesenta por las feministas
norteamericanas (Hernández Sandoica 1995) y fuertemente cuestionado por sectores
conservadores en especial la Iglesia Católica.

Ahora bien, ¿Qué sucedió en Sur con la obra de De Beauvoir? Pensando en que la
mayoría de los análisis enmarcan a Victoria Ocampo dentro del feminismo es
interesante pensar en que vertiente del mismo podemos ubicarla. En Sur, existe una nota
sobre la publicación de El segundo sexo en el número 188 de la revista que data de

147
mayo de 1950 y fue escrito por Émile Noulet300. La autora parece más interesada en
realizar una crítica literaria de la obra de De Beauvoir que en problematizar la lucha de
las mujeres o el patriarcado. La recepción de De Beauvoir en Sur fue muy acotada ya
que la figura de Virginia Woolf y su obra “Un cuarto propio” fueron los hitos en torno
de los cuales se movieron las cuestiones esenciales en torno a las mujeres. Ya en 1947,
María Rosa Oliver había traducido el artículo “Literatura y metafísica” de De Beauvoir
pero la recepción de El segundo sexo pasó casi desapercibida en Sur. En 1950 como
dijimos Noulet publicó una nota donde no problematizó la obra ni mucho menos la
cuestión central en torno a la mujer. En un excelente artículo sobre la recepción de El
segundo sexo, Marcela Narí pasó revista a diferentes publicaciones y grupos en torno a
la influencia o no de dicha obra y sobre la nota de Noulet señaló:

Un comentario moderado, prolijo, bastante inexpresivo. ¿Colocado por compromiso? Su


presencia, de todas maneras, indicaría, cierta ineludibilidad del compromiso aunque nadie
prestigioso o de la revista lo hubiera escrito, incluso ningún miembro del campo cultural
porteño. (Nari 2002: 62).
Es notorio el silencio de la directora de Sur sobre la obra de De Beauvoir en relación a
la lucha de las mujeres. En uno de los siguientes números de Sur se abordará de lleno la
temática en torno a los derechos del hombre,301 a pesar de la aclaración de Victoria
Ocampo en algunas líneas introductorias sobre la exclusión de la mujer, dicha
problematización no tuvo demasiado asidero. Podrá objetarse que corro del contexto las
luchas de las mujeres, pero estando en boga De Beauvoir y avanzando en el tiempo, la
omisión sigue. ¿Omisión por la izquierda? Incluso en los años setenta tanto en el
número especial de Sur sobre la mujer, como en la última serie de Testimonios donde el
primer apartado versa “La mujer”, Simone De Beauvoir está invisibilizada, no así Susan
Sontag con la cual sin embargo la directora de Sur marca ciertas discrepancias para con
su militancia. La autora que mayor permeabilidad tuvo a De Beauvoir fue María Rosa
Oliver con la cual se enfrentaría Ocampo. Este número fue postergado por Victoria
quien en su fuero íntimo manifestaba querer terminar con él lo antes posible. En el
número especial sobre la mujer, se exculpa diciendo:

Hace años que deseaba dedicarle un número de SUR a la mujer, a sus derechos y
responsabilidades. Desde que apareció la revista, esta idea me rondaba. Pero no era un tema
‘literario’ y poco interesaba a los hombres que conmigo compartían las tareas revisteriles. Eran

300
Un artículo central sobre dicha recepción es el de M. Nari (2002)
301
Puede consultarse Revista Sur N° 190-191, Número dedicado a los derechos del hombre, Agosto-
Septiembre de 1950.

148
mayoría. Y aunque yo hubiera en realidad podido imponer el tema, no lo hice, quizá por
pereza.302
De manera que todo lo señalado hasta aquí marca que Victoria no pareció demasiado
preocupada por las problemáticas del feminismo en boga sino más bien en utilizar estas
cuando le fuera conveniente a su propio provecho por trascender. Solo hay una
recuperación de De Beauvoir en el marco de una cordialidad en la República de las
Letras303 tal como vimos sucedió con la izquierda, en este sentido Victoria está
enmarcada en un feminismo de primera hora de matriz liberal, cercano a las sufragistas
inglesas y a las norteamericanas de fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX. La
exclusión de De Beauvoir y su recuperación solo literaria sostiene la hipótesis de la
cordialidad frente a todo lo nuevo. En una entrevista Victoria dice:

-La verdad es que no leo demasiado la ¨copiosa¨ literatura que se escribe sobre la mujer. No es
siempre literatura. Cuando es literatura, si la leo. Los hombres a veces aciertan a veces se
equivocan. Depende de muchos factores (prejuicios sobre todo). Pero cuando las mujeres hablan
de las mujeres (por ejemplo a veces, no forzosamente siempre, cuando habla la inteligentísima
Simone De Beauvoir) tampoco coincido fatalmente con lo que aseguran.304
En 1971 en el número especial sobre la mujer, Victoria se muestra inclinada hacia el
feminismo liberal de Estado Unidos, Bety Friedan y Robin Morgan. La primera quien
publicó: Feminine Mystique en 1963 y Morgan quien escribio: Sisterhood is Powerfull
en 1969. Friedan es considerada una de las exponentes más considerables del feminismo
liberal. Morgan al igual que Friedan considera que la solución es política, ninguna de
las dos-al igual que Victoria- es antisistema. Recordemos que Kate Millet con Politica
sexual y Sulamit Firestone marcan el giro al feminismo radical de los setenta. Desde
aquí consideramos que Victoria sólo recupera a las autoras para manifestar que está al
tanto de todo lo nuevo.

El número de Sur destinado a la mujer data de junio de 1971. Comienza con una nota de
la primera ministro de India, Indira Gandhi305, junto a una nota de Victoria donde habla

302
Victoria Ocampo, “La trastienda de la historia”, en Revista Sur n 326,327,328, Septiembre 1970-junio
1971, p 5.
303
También puede pensarse en el argumento de Molloy (1996) cuando señala las modas a las cuales
recurrían las familias de la elite como por ejemplo tomar cursos en la Sorbona y asistir a conferencias en
el College de France (Molloy, 1996, p 87). Siguiendo esto puede pensarse como apropiándose de esta
costumbre familiar, Victoria extendió esta agencia en relación a todo su armado relacional y su tarea en el
mundo de la cultura. Estar siempre al tanto de lo nuevo en un marcado snobismo es claro en Victoria
Ocampo que en el caso de la lucha de las mujeres queda en este lugar.
304
Victoria Ocampo, Self-interviews, n°4 (Sobre la mujer). En Testimonios Séptima Serie 1962-1967, p
272.
305
Indira Gandhi, “Mensaje de la Primer Ministro de la India a la Señora Victoria Ocampo de Buenos
Aires,”. En Revista Sur N° 326,327,328, Septiembre de 1970, Junio de 1971.

149
de las fundadoras del feminismo y donde parece más preocupada en manifestar una idea
de la mujer como complemento del varón y una perspectiva más liberal que
revolucionaria, en un número postergado según explica Victoria desde 1956. Otra de las
mujeres, también distinguida, que escribe es la Primera Ministro de Israel Golda Meir306
que licua todo lo que pueda parecerse al conflicto desde una perspectiva liberal donde la
mujer tiene según su óptica una función pedagógica. Solo al final de su nota habla de la
mujer señalando no ser feminista. De manera que es una visión restringida sobre el
lugar de las mujeres, estas son sólo algunas pocas elegidas por Victoria y reúnen
credenciales profesionales. De igual manera las consignas que se encuentran al final del
número que constan de ocho preguntas sobre la mujer son destinadas a actrices,
escritoras, mujeres de ciencia y artes, del periodismo y del trabajo social. Aquí
volvemos a lo que señalábamos sobre Victoria en los treinta, pasados casi cuarenta
años, su visión sobre la mujer y el feminismo es sumamente elitista. Por nombrar a
alguna de las mujeres que realizaron las consignas se encuentran: Norah Borges, Silvina
Bullrich, Eva Giberti, Alicia M. Justo, Tita Merello, Alejandra Pizarnik, Leda
Valladares, María Esther Vázquez, Norma Aleandro y María Luisa Bemberg, entre otras
personalidades.

De los artículos que contiene la revista, el de María Rosa Oliver es el único que
problematiza el rol de la mujer donde señala cuestiones tales como terminar con la
mujer como objeto de consumo, lograr la igualdad de las mujeres y varones y romper
con la sumisión de esposas e hijas. Como señala Oliver: “sin un cambio de estructuras
políticas y económicas, la liberación a la que aspiran no podrá realizarse”.307
Distinguiendo que existe un condicionante de clase y una estructura que debe
cambiarse, Oliver parece ser la única en distanciarse de las otras mujeres que escriben
en Sur. Aquí es importante retomar a Marina Becerra cuando sostiene que Oliver
recupera su lugar como feminista y comunista dentro del espacio liberal de Sur y
retomando a Fernández Bravo sostiene que tanto su participación en organizaciones
feministas como su rol en el humanismo marxista soviético poco permeable a las
cuestiones de género muestran una doble ubicación en Oliver, uniendo a su origen sus
luchas políticas.308

306
Golda Meir, “No hay elección entre la guerra y la paz”, En Revista Sur N° 326, 327, 328, Op.cit.
307
María Rosa Oliver, “La salida” en Revista Sur, N°326-327-328, Op.cit.
308
Aquí Becerra retoma a Fernández Bravo (2008), véase Becerra (2013), p 210.

150
Más allá de los corrimientos que Victoria allá realizado a partir de su rol como
feminista, los fenómenos estructurantes son los que permanecen en el largo plazo.
Su recuperación del feminismo lo es desde el feminismo liberal. Aunque menciona las
novedades de los primeros setenta en Estados Unidos con respecto a la lucha feminista
esto es Betty Friedan y Robin Morgan, recupera el feminismo liberal y según nuestra
hipótesis bajo una cordialidad en la Republica de las Letras que llevan a mostrar el
conocimiento de todo lo nuevo que pudiera publicarse. El caso de Sur muestra una
revista permeable a la publicación de todas las novedades de las letras en el mundo
Occidental. El caso de Victoria nos pinta de cuerpo entero más que la lucha feminista,
una cultura política. Dicha cultura política liberal que desde la universalidad buscaba la
libertad de los individuos, se recortaba luego en la exclusión de los sectores populares,
de las mujeres y en la presencia de una ciudadanía restringida. La teoría elitista de la
democracia defendida por el mentor de Victoria y de Sur, José Ortega y Gasset estaría
presente a lo largo de la vida de Victoria e imprimiría fuertemente su cosmovisión.
Mary Nash a propósito de su análisis de la ciudadanía durante la II República Española
propuso un interesante abordaje de género y ciudadanía. De allí se desliza a la reflexión
entre el significado del género en la definición del liberalismo (Nash 1995:243). Dicha
cuestión nos parece central para articular esta conclusión. En líneas esenciales las
preguntas que atravesaron este trabajo fueron: ¿Cómo pensó Victoria la ciudadanía? Y
dentro de esta pregunta más amplia ¿Cómo pensó el tema de la ciudadanía en las
mujeres? Podemos esbozar la siguiente hipótesis: el feminismo en Victoria Ocampo
refleja la presencia de una cultura política liberal-conservadora. Victoria no está muy
lejos del discurso de la domesticidad y un viejo feminismo ya que concibe en su
escritura la idea de la complementariedad del varón y la mujer. Por su parte no hay
cuestionamiento al varón libre racional como sujeto político ni tampoco al patriarcado.
Aunque nos demuestre ser conocedora de varias vertientes del feminismo, el liberal-
conservadurismo permea como un fenómeno estructurante toda su cosmovisión.
Replica por su parte la diferencia sexual y demuestra que es la clase la que sobresale
en un marcado snobismo que solo se preocupa por manifestar ser conocedora de temas
que en verdad no le interesan.

Un artículo de Rosa Cobo nos alumbra el camino. Al analizar la obra de Rousseau y su


apelación a la igualdad, la autora sostiene que este se detiene frente a las mujeres ya que
su propuesta naufraga convirtiéndose este pensador en uno de los fundadores del

151
patriarcado moderno. Sin querer rallar el anacronismo ni detenernos en un análisis
sustancial del pensador, si nos parece esclarecedor recuperar la siguiente reflexión de
Rosa Cobo cuando sostiene provocativamente que “la conquista de espacios de libertad
no se traduce necesariamente en ámbitos de igualdad.” (Cobo 2012: 111) . La vida de
Victoria Ocampo tiene ciertas proclamas en pos de la igualdad de derechos de las
mujeres. Sin embargo, como señalamos, su participación política en la Unión Argentina
de Mujeres tuvo un final abrupto en la década de los treinta. Alegando Ocampo que su
retiro fue por diferencias ideológicas con el comunismo-prueba de ello fueron sus
enfrentamientos con su amiga María Rosa Oliver- dejando las filas de la agrupación de
la cual no casualmente era presidenta. La reflexión de Cobo es muy útil para este
abordaje, ya que nos lleva a preguntarnos ¿quería en verdad Victoria la igualdad de las
mujeres? O ¿su cercanía a ciertos postulados feministas era la excusa para ganar su
libertad dentro de su clase y del campo intelectual, para dominar el terreno ubicándose
en el centro de la escena? Algunos indicios nos llevan por estos interrogantes.
Entendemos que la identidad de género en Victoria Ocampo fue una de las armas de las
que esta se valió, además de los atributos de clase, para lograr abrirse camino en un
contexto de cambios para las elites.

A lo largo de las páginas escritas por Victoria, vemos a través de su lenguaje, una bestia
magnifica, que articula, incluye y excluye. La devoción de esta mujer por la cosa escrita
encubre un arma de dominación. Las determinaciones del lenguaje309 son centrales a la
hora de analizar a Victoria. Si la respetabilidad de su familia y de las elites sufría los
embates del tiempo y de los cambios históricos, Victoria creía tener en el lenguaje el
arma para salvar su lugar en vida y después de la muerte. Porqué en su perspectiva era
un atributo de clase. Pero asimismo es interesante pensar que la postura de Victoria es
también tributaria de lo que Scott denomina la paradoja del feminismo Occidental ya
que el mismo se construyo por las prácticas discursivas de la política democrática que
equipararon individualidad y masculinidad (Scott 2012: 21). En el fondo de todo, el
caso de Victoria Ocampo ilustra lo analizado por Scott en su abordaje del feminismo
francés:

El feminismo no fue un signo de operaciones benignas y progresistas del individualismo liberal,


sino más bien un síntoma de sus contradicciones constitutivas. Esas contradicciones pueden

309
Esta noción es recuperada por Scott (2012), p 34. La autora postula pensar el feminismo en términos
de procesos discursivos.

152
haber sido desplazadas a otras esferas por reformas como el voto, pero no desaparecieron, y por
esta razón tampoco desapareció el feminismo. (Scott 2012:37)
7-“Soberana” de las letras/ ciudadanía restringida en tiempos de la dictadura

Vayamos pues al tomo X de sus Testimonios dedicado su primer apartado como su


título lo sostiene a La mujer. Quien allí aparece en primer lugar es nuevamente ella,
Victoria Ocampo, a partir del discurso pronunciado en 1977 al ser la primera mujer en
incorporarse a la Academia Argentina de Letras. Ella sostiene que felicita a los
miembros de la academia por incluir a la mujer, cuando en realidad a la que incluyen es
a ella, representante de un sector poderoso, elitista y jerárquico y cuya imagen de
mujer310 es la que consideraba respetable el gobierno militar. No está de más recordar la
crueldad de la última dictadura sobre las mujeres por el sólo hecho de ser mujeres que
iban de la tortura a las violaciones. Por su parte, si tomamos las dictaduras en España y
Chile vemos que el rol femenino también quedó durante esos procesos relegado al
mundo privado y un papel tradicional anclado en el orden patriarcal y religioso. Las
mujeres debían ser el soporte de la familia y el complemento del hombre. Asimismo las
mujeres eran consideradas apolíticas y acríticas.311
Siguiendo con la incorporación de Victoria Ocampo en la Academia, ésta marca que no
ejerció presión al respecto para recibir ese galardón y compara este reconocimiento con
las campañas que se habían realizado para obtener el voto y otros derechos. Asimismo,
considera que es un día histórico y un acto de justicia por parte de la institución. El
pedido de justicia para con su reconocimiento considerado natural por ser miembro de
una familia notable que había hecho la historia del país es recurrente en su escritura
autobiográfica y testimonial.
El reconocimiento de la dictadura a su persona es tomado por esta como un acto de
justicia. Y, al mismo tiempo, señala que con anterioridad rechazó el cargo porque
consideraba que no era apta. Aquí Victoria también se restringe, se considera no apta
por ser precisamente mujer. También marca lo que sostuvo en varias de sus líneas: ser
una autodidacta y que la aceptación se debió a no bloquearles la entrada a otras mujeres.
En este sentido es clara la intencionalidad de ser la primera mujer que ingresara en la
academia y asimismo un fuerte posicionamiento que sostiene que es ella la iniciadora y

310
Al respecto pueden verse los trabajos de Echeverría (1992) y (1995).
311
Sobre abordajes de mujeres y dictaduras pueden consultarse: IZAGUIRRE (2010) y DAVIDOVICH,
(2014). Para los casos de las dictaduras en España y Chile: TESSADA SEPULVEDA, (2012).

153
la que abrirá las puertas a las demás. Cuando sostiene que buscaba que las mujeres se
expresaran dice: “por escrito”, lo cual reduce el espectro de mujeres y asimismo obliga
a que sea por este mecanismo y no por otro. La lucha de Ocampo es su lucha por ocupar
un lugar en el mundo de las letras, si otras mujeres quisieran tendrían que seguirla a ella
en primer lugar. De manera que el rol de luchadora por los derechos y la igualdad de las
mujeres deben ser matizados. Asimismo es preciso notar que si emprendió tareas que el
resto de las mujeres no podían realizar fue precisamente por tener algunas libertades que
le daba su clase.
Siguiendo con lo anterior, para sostener que su designación fue por mérito propio se
compara con Gabriela Mistral a la cual cuenta alojó en reiteradas ocasiones. Asimismo
critica la incomprensión de Groussac cuando ella escribió sobre La divina comedia,
también sostiene que éste la alentó a escribir sobre su vida al igual que Virginia Woolf.
De manera que una catarata de personalidades vienen a agrandar en su discurso la
necesidad de legitimación en lo que sostiene es mérito propio. No es sólo su mérito de
autodidacta sino la gente con la que se codeaba, su red de relaciones la que le da
prestigio y legitima su posicionamiento social y cultural. Su escritura autobiográfica se
enmarca según esta sostiene por recomendación de otras personalidades de las letras
cuando en realidad es un mecanismo para guardar el buen nombre de sus antepasados
patricios. Prueba de esto es que en este discurso-al igual que en casi la totalidad de su
escritura- sostiene descender por vía materna de Irala, compañero de Mendoza
demarcando claramente que pertenece a las familias de los tiempos de la colonia-los que
vinieron a civilizar- y de una india guaraní, Agueda. Sintiéndose orgullosa de nombrarla
sentencia:
“Pero en mi calidad de mujer, es para mí un desquite y un lujo poder invitar a esta recepción de
la Academia a mi antepasada guaraní y sentarla entre la inglesa y la chilena. No porque
mereciera como las otras entrar en cualquier Academia de Letras, sino porque a mi vez yo
reconozco a Águeda”312.

Para Victoria, Águeda no merece como las otras entrar en la Academia, su antepasado
guaraní tiene características que la hacen inferior al resto de las mujeres que nombra, es
guaraní, no es intelectual y el reconocimiento pasa por su “yo”. Es en este discurso
donde trae a colación la frase de Mistral nombrada con anterioridad: “En la tierra
seremos reinas…” No es la feminidad sino el linaje y la clase lo que legitiman a

312
Victoria Ocampo, “Mujeres en la Academia” en Testimonios, Décima Serie, Sur, Buenos Aires, 1977, p
22.

154
Ocampo. Ahora bien, ¿de dónde proviene este anclaje? Claramente Victoria se
convierte en guardiana de la memoria de su familia, un lugar común para las mujeres de
la elite. Pero en este entrelazamiento discursivo, Victoria elige que contarnos y que
callar, que engrandecer y que minimizar. Digámoslo de otra manera, la Autobiografía y
los Testimonios son textos bien pensados, estructurados estratégicamente y emplazados
a lo largo de la vida de la autora. Aunque la autora se empecina en decirnos que escribe
sobre si misma por el pedido de otros escritores, Victoria Ocampo lo hace para salvar el
buen nombre de su familia y para ubicarse en el centro de la escena. ¿Es esta una
estrategia individual? ¿O más bien el legado de sus antepasados? Si nos detuviéramos
sólo en la figura individual de Victoria, esto sería un riesgo. Su caso más bien nos allana
el camino para poner el ojo en la elite a la cual pertenecía que tenía ciertas estrategias
vinculadas a la distinción y el buen gusto. Por esto, es importante considerar a la
“otredad”. La identidad y su consecuente otredad cobraban en Victoria Ocampo una
clara dimensión estética. Por ello es importante la indagación de los criterios de
distinción e intolerancia. Aquí es donde es necesario aproximarse al concepto de
distinción que esgrime. Como ha señalado Pierre Bourdieu (1988) la tipificación -y
rechazo- de lo que se considera bajo, poco fino, vulgar, y servil implica una afirmación
de la superioridad de aquellos quienes pueden ser satisfechos con los placeres
sublimados, refinados, desinteresados y distinguidos. Ello se debe a que el arte y el
consumo cultural están predispuestos para cumplir una función social de legitimación
de las diferencias sociales. Es la justificación de estructuras, de jerarquías y diferencias
lo que motiva la escritura de Victoria Ocampo y su agencia. La caracterización de su
superioridad junto con la de sus antepasados quedan claras en sus estrategias discursivas
donde esa identidad se define frente a lo “otro”. El discurso puesto en contexto marca la
necesidad de cerrar filas, de afirmarse frente a los temores de los tiempos de cambios.
Victoria es más una continuadora que una disruptora. Su elección por la alta cultura y el
mundo de las letras es a las claras un dispositivo de legitimación de las diferencias
sociales. Como ha señalado Fossaert (1983), la percepción de un nosotros relativamente
homogéneo conlleva, una representación de los otros. Para tratar de entender el objetivo
de la escritura de Victoria es importante recurrir asimismo a algunas cuestiones del
psicoanálisis. De manera que es interesante considerar a Victoria Ocampo analizando
sus impulsos emocionales, sus funciones racionales, instintivas y relacionadas con el

155
yo.313 Hay indudablemente en esta escritora una importante cuota de narcisismo314,
asimismo ciertas problemáticas referidas a la transmisión generacional, a la familia y a
la subjetividad. Retomando a Silvia Gomel cuando ésta hace hincapié en el estudio de
la intersubjetividad señala que es un territorio inhóspito y falto de consensos. Pero
asimismo manifiesta que es una eficaz productora de subjetividad y que hay una
continuidad psíquica de las sucesivas generaciones a partir de una cadena genealógica
que impone una exigencia de trabajo a los sujetos que la componen (Gomel 1996: 16)
La necesidad de salvaguardar la memoria de sus antepasados es la del respeto al
mandato social. Victoria continúa a su familia en el relato en parte para salvarlos de las
ruinas del tiempo y al tiempo para salvarse a sí misma. También es acertado pensar que
sus angustias, miedos y frustraciones ante tamaña tarea representan el peso del mandato
y el contexto histórico de marcada movilidad social por el que transitaba. Peter Gay
señalaba en “La Experiencia burguesa…” que al recurrir a la integración de la historia y
el psicoanálisis quería retratar la distancia entre lo que los sujetos querían ser y lo que
efectivamente eran. Es interesante retomar el concepto de experiencia que recurriendo al
psicoanálisis recupera el autor ya que nos permite repensar y reconstruir a Victoria
Ocampo entre sus aspiraciones y deseos y la realidad. Gay sostiene: “Una experiencia es
un encuentro con el mundo, sin que ninguno de ellos sea nunca sencillo o
completamente claro”. (Gay 1992: 18) . Puesta en contexto, la labor en el mundo de las
letras y la cultura realizada por Victoria Ocampo comienza a perfilarse en los años
treinta, años por demás convulsionados donde las “masas” comenzaban a alcanzar el
poderío social. Ortega y Gasset sería uno de los intelectuales de referencia no sólo de
Victoria sino de un amplio espectro del campo intelectual de nuestro país. En este
sentido Ortega es un fiel exponente de la teoría elitista de la democracia, la política era
según este autor práctica de minorías por esto su preocupación frente al advenimiento
de las masas presente en su obra “La Rebelión de las masas”315, libro de cabecera de
Victoria comentado en uno de los primeros números de Sur. Ese “hombre masa” había
venido a ocupar el lugar de la minoría y no era dócil. Como sostiene Gallegos “todo

313
Véase Elias (2009)
314
Según Bleichmar: “ el narcisismo de cada sujeto depende de cierto tipo de configuración intrapsiquica,
de un sistema que tiene estabilidad en el tiempo y que se halla constituido por elementos
interrelacionados. Este sistema narcisista, que entra en intercambios con los sistemas narcisistas de los
otros sujetos, está integrado por: a) las representaciones narcisistas del yo; b) las representaciones de los
objetos de la actividad narcisista; c) las representaciones de las posesiones narcisistas del yo; d)las reglas
para construir representaciones; e)el sistema de ideales, la instancia crítica y los metaideales”. Hugo
Bleichmar ( 2004) , p. 19.
315
José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Círculo de Lectores, Buenos Aires, 1983.

156
esto llevaba a una situación lastimosa para la tradición que seguía postulando un lugar
privilegiado para el Gran Sujeto de la modernidad y sus múltiples expresiones.”
(Gallegos 2011: 81) Se hace interesante a luz del contexto histórico y de estas ideas,
recuperar el posicionamiento de Victoria Ocampo. Esta adscripción ideológica refuerza
la hipótesis de que es “su propio camino” lo que mueve a la escritora. En un marco
estrecho para la participación, que de hecho excluye a las mujeres, es en el cual Ocampo
entiende al “ciudadano”. No sólo sus antecedentes patricios la mueven en sus
postulados, sino su propio deseo individual legitimado por el patriarca intelectual
español. ¿Le interesaba a Ocampo la ampliación de la idea de ciudadanía? ¿Buscaba la
incorporación de las mujeres? A la luz de lo expuesto sostenemos una respuesta
negativa a las anteriores preguntas ya que consideramos que la lucha de Victoria es por
su libertad individual y no por la igualdad. Su lucha por la palabra fue su lucha por el
poder. En un contexto de profundos cambios aquellas familias patricias estaban -según
su propia apreciación derivada de sus miedos y angustias- en riesgo de desaparecer.
Esas familias que según Ocampo habían hecho el país merecían justicia y
reconocimiento. Ella misma lo expuso, recordemos: “no pido una limosna sino un acto
de justicia.”316 Y es para esta un acto de justicia el nombramiento como la primera
mujer en la Academia Argentina de Letras. La justicia es para ésta el mantenimiento de
estructuras y jerarquías. La injusticia por el contrario la igualdad. Su posicionamiento
con respecto a las mujeres queda en atribuirles a estas roles convencionales y es
precisamente esa imagen de mujer la que quería la dictadura más cruenta que azotó
nuestro país. La cuestión de la “justicia”, la “libertad” y la inmutabilidad son estructuras
muy pesadas sobre las cuales se articuló el discurso de Victoria Ocampo a lo largo del
tiempo. Si bien pueden observarse ciertos desplazamientos discursivos, las
permanencias parecen ser más fuertes que los cambios. Haciendo un gran salto temporal
y ubicándonos en los años veinte, previos a su incursión en el ámbito de la cultura
argentina esta escribía: “Como si la libertad pudiera existir allí donde rige esta
amputadora que llamamos igualdad”.317

316
Victoria Ocampo, Autobiografía I, El Archipiélago, Ediciones Revista Sur, Buenos Aires, 1979, p 15.
317
Victoria Ocampo, “Babel”, en Testimonios, Primera Serie/1920-1934, Revista de Occidente, Madrid ,
1935, p 35.

157
8-La recuperación de Victoria por la prensa durante la última dictadura
En 1977 la Revista Somos de la Editorial Atlántida entrevistó a Victoria a quien
caracterizaba desde su titulo como La señora cultura.318 En la casona de San Isidro una
Victoria ya anciana con 87 años seguía hablando de sus antepasados patricios aún en la
recta final de sus días. Ella señalaba de su casa:
“donde siempre se habló de la historia argentina como algo muy común a nosotros.”319
El texto de la nota vuelve sobre la imagen dorada de la directora de Sur diciendo que
ella enfrentó la vida y que:
“ La escritora argentina, única mujer miembro de la Academia Argentina de Letras, no
tuvo tiempo para envejecer. Siempre hizo cosas, produjo hechos de trascendencia.”320
Por su parte, Victoria vuelve en esta nota sobre el tema central de su Autobiografía: el
reconocimiento. Estos ejemplares que verían la luz luego de su muerte replicarían lo que
Victoria diría en el ocaso de su vida a quien la entrevistó para Somos:
Seguramente, en Europa, mi obra hubiera sido reconocida más rápidamente. Pude irme, pude
tener la vida intelectual y espiritual que había querido desde chica. Pero toda mi familia y yo
pensamos que hacíamos falta aquí, en nuestra patria. De allí que podamos hablar de Villa
Ocampo como de la historia argentina. Sarmiento fue amigo de mi bisabuelo y frecuentaba esta
casa. Mi padre vivió en ese ambiente. Tuvo seis hijas. Cuando chicas jugábamos debajo de esta
enorme mesa que sirvió a los panelistas del Dialogo de las Culturas.321

Recordemos que el primer tomo de su Autobiografía que había empezado a escribir en


1952 sentenciaba que ella venía a pedir un reconocimiento, como su bisabuelo cuando
viajo a Estados Unidos para el reconocimiento de la independencia. Asimismo, el
sentimiento de inferioridad que sentía por ser americana está presente aún en ésta época.
En esa misma nota, escrita en pleno contexto de represión, secuestros y desaparición
forzada de personas, la revista señala que Victoria:
…logró que la mujer encontrara un lugar que se le negaba; fue valiente y pudiendo dedicarse a
su belleza y a vivir viajando, prefirió el sacerdocio cultural; trajo al país las glorias intelectuales
del siglo; fundó la revista (“Sur”) que más influyó en las generaciones literarias de nuestro
país.322

Victoria es como ya dijimos anteriormente el modelo de mujer que quería la última


dictadura militar: liberal, de clase alta, de un posicionamiento que manifestaba como
apolítico, antiperonista y promotora de la cultura. La mención a sacerdocio cultural es

318
Revista Somos, Año 2, N° 64, 9 de Diciembre de 1977. Agradezco a Lucas Bilbao quien cedió dicho
material.
319
Ibíd., p 43.
320
Ibíd.
321
Ibíd., pp. 43-44.
322
Revista Somos, Año 2, N 64, 9 de Diciembre de 1977, p 44-45.

158
interesante ya que más adelante la nota señala que como mujer representa un paradigma
de la cultura occidental.323 Resulta asimismo interesante que cuando en esta nota se
recupera el tema de la mujer como una de las preocupaciones fundamentales de su vida
Victoria recupera a Leopoldo Lugones, exponente de la derecha en nuestro país ya que
según su interpretación éste abordo la cuestión de las mujeres como pocos:
cómo poquísimos hombres de su época (y menos aquí) se resolvían a tratarla. Tuve, al leerlo,
unas sorpresas y unas satisfacciones retrospectivas inmensas (…) me acompañaba pensé. El
mundo que pinta, en esas páginas, es el mundo en que yo estaba destinada a debatirme.
Supongo, espero, que nunca haya variado de opinión. En tal caso es, en nuestro medio, una rara
avis, no sólo por su talento. Pero yo no sabía que lo era en esta lucha por los derechos de la
mujer.324

Frente a los acontecimientos más aborrecibles de los cuales la historia argentina tiene
memoria, la figura de Victoria Ocampo fue recuperada por las revistas quienes también
hicieron su parte por ensanchar su figura. En este sentido “Gente y la actualidad” le
dedicó varias páginas del número 706 del 1 de febrero de 1979, recordemos que
Victoria falleció el 27 de enero de ese año. En la tapa de ese número aparece el Papa
Juan Pablo II en su visita a Puebla y en el extremo superior una anciana Victoria ya
delicada de salud con sus clásicos anteojos de marco blanco bajo el lema “La muerte de
Victoria Ocampo”. En la nota de la revista aparecen fotografías de Victoria anciana en
Villa Ocampo y otra junto a su obituario. Lo interesante del encabezado de la misma es
que sostiene “Nadie hizo tanto por la cultura. Todos le debemos un homenaje”. De
manera que no sólo la dictadura sino los medios afines a ésta recuperaron la figura de
Victoria como mecenas y como modelo de mujer a seguir. No es casual que se recurra a
imágenes de una mujer deteriorada por los años y la enfermedad para ilustrarla. Marcan
a las claras el reforzamiento de la pasividad.325 Asimismo en un contexto donde se
destruyeron genealogías a partir de la desaparición de personas perpetrada por el
terrorismo de estado, la recurrencia a la figura de Victoria es la de la reconstrucción y
reforzamiento de una genealogía factible para el gobierno militar.326

323
Ibíd., p 45.
324
Ibíd., p 48.
325
Ya en el número 556 del 18 de marzo de 1976 Gente contiene una nota bajo el lema “La vida, la
gloria, y la leyenda de Victoria Ocampo” y con motivo de ser la primera mujer en incorporarse a la
Academia Argentina de Letras el número 624 del 7 de julio de 1977 Victoria Ocampo aparece bajo el
lema “Académica”:
326
Puede verse sobre este tema Arfuch (2013).

159
Conclusiones:
Sylvia Molloy explicaba que la autobiografía no es necesariamente el género más
autoreferencial de todos, pero por todo lo elaborado hasta aquí podríamos afirmar que el
caso de Victoria Ocampo es un claro uso de ese rasgo autoreferencial. Toda su
producción textual, que hemos analizado en estas páginas: Autobiografía, Testimonios,
Revista Sur, correspondencia, nos mostraron a una mujer obsesionada por su propia
identidad y su relación con los otros. Escritura, poder y representaciones son a las claras
el abanico estratégico con el cual Victoria pulió su propio “yo” en su afán por la
representatividad y la trascendencia. Victoria señalaba que había nacido para actuar, en
esta investigación pudimos vislumbrar como detrás de la escritora estuvo siempre
presente la actriz (Molloy 1996: 89). Tanto en vida sus Testimonios, junto con la
Revista Sur, como luego de su muerte la publicación de la Autobiografía, tuvieron por
objetivo ensalzar su figura, cuestión que la mayoría de quienes la analizaron poco
hicieron por despegarse de estas posturas. Salvos los trabajos recuperados en esta tesis
que buscaron problematizar a Victoria, recurrir a las categorías género y clase fueron las
herramientas que nos permitieron recuperar a una Victoria distinta. Con acierto
resuenan las palabras de Celia Amorós cuando expresaba a la luz de sus estudios que
todo poder tiene una genealogía, y esta confirma al patriarcado (Posada Kubissa2009:
156), allí ubicamos a Victoria. Tributaria de una genealogía de varones notables que
según sus palabras habían hecho la Nación, Victoria nos muestra como señaló Lacan:
“Un pasado historizado en el presente”327, donde “se trata menos de recordar que de
reescribir la historia”328. Su caso particular nos llevó de lleno al análisis de la cultura
política liberal. Ligada fuertemente al liberal conservadurismo, Victoria aparece
justificando fuertemente el tema de la desigualdad. Esta aparece como natural en su
cosmovisión, la igualdad por su parte es repudiable y motivo de risa. Desde los años
veinte y durante toda su producción escrita -con momentos que claramente son
reflejados de manera más exacerbada en su correspondencia- la cual refleja la
denostación hacia lo popular y su batalla en contra de la igualdad. Resguardando el
poder como guardiana de la memoria, el reforzamiento de las genealogías se manifiesta
como la base de la justificación de su rol como “ego”. La escritura testimonial y
autobiográfica funcionaron en dos tiempos en pos de la perpetuación del linaje, por un

327
Lacan (1975) en Heuser (1995), p 145.
328
Ibíd.

160
lado el tiempo de la vida terrena de Victoria en el caso de sus Testimonios y la Revista
Sur, y por otro el tiempo posterior a su muerte, de cara al ideal de trascendencia en su
Autobiografía. Cumpliendo no solo el mandato social sino más fuertemente el mando
familiar, el patriarcado fue enarbolado por Victoria (por omisión de su cuestionamiento)
en el caso de sus antepasados y asimismo en su análisis del mundo intelectual. La
elaboración de redes relacionales fue otro de los mecanismos retomados de sus
antepasados que Victoria potenció en el plano de la cultura a nivel nacional e
internacional. Expresando y recreando el poder, Victoria se enmarca como centro de las
mismas, aun por encima de la muerte de sus actores principales, momento en el cual
potenciará en su enunciación la marca de esos contactos como forma de legitimación y
centralidad.
Retomando el tema de la desigualdad, esta aparece ligada fuertemente al anticomunismo
y al antiperonismo del cual Victoria es solo un mínimo eslabón de una cultura política.
Esto nos muestra como en los contextos de advenimiento de los sectores populares en lo
social, político y cultural puede vislumbrarse el recrudecimiento de sus angustias,
frustraciones, iras y miedos. De igual manera su concepción de las mujeres es restrictiva
como elitista su concepción de la ciudadanía y la participación. Solo unas pocas mujeres
(anuladas como tales en su inferioridad) incluida Victoria fueron encumbradas y
reconocidas. El potenciamiento de la diferencia sexual fue notorio en su caso.
Lejos de querer negar su humanidad tampoco pensamos aquí a Victoria como a una
heroína sino que reconocimos los diferentes factores que constituyeron su agencia y la
diversidad de formas en que se construyó como actor en un contexto histórico (Scott
2012: 35)
Puestas en contexto todas estas problemáticas marcan de los treinta a los setenta los
siguientes ejes que enmarcamos como conclusiones:
-El reforzamiento de las genealogías es el reforzamiento del poder de su clase y este
denota características racistas, antiplebeyas y la exclusión de las mujeres en la práctica.
-Victoria ilustra claramente una cultura política: el liberal-conservadurismo que se
antepone a todas las manifestaciones populares encontrando en el peronismo y el
comunismo sus enemigos máximos.
-Su militancia en el feminismo se reduce a los años treinta, acallando la causa de las
mujeres hasta los años setenta en los cuales Sur tributará un merecido homenaje a las
mujeres pero desde una matriz estrictamente liberal. Su feminismo es por tanto liberal y
ligado solo a la lucha por los derechos civiles.

161
-Su rol como mujer fue continuador de su clase y es tan así que la última dictadura
cívica- militar- religiosa- empresarial la enarboló como modelo de mujer mientras
exterminaba miles de personas y un modelo de genealogía que por su parte, buscó
suplantar por el cual representaba Victoria.
-Las elites en nuestro país representaron la exclusión social, cultural, política y de
género. Victoria muestra como las cuestiones de género fueron sobrepasadas por las de
su clase.
Para finalizar esta investigación, a modo de reflexión es interesante volver sobre las
palabras de Barthes recuperadas por Scott:
“Los que olvidan releer se obligan a leer en todas partes la misma historia.”329

329
Barthes en Scott (2012), p 17.

162
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