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Agustín de Iturbide: de héroe de la Independencia a

traidor a la Patria.

En 1821, consumada la Independencia y cuando se trató


de organizar el gobierno, los mexicanos enfrentaron dos
desafíos políticos: fundar un sistema de gobierno propio y
hacer leyes para el nuevo país.

La Independencia fue posible gracias a un acuerdo entre


distintos grupos sociales y políticos, este pacto lo
encabezaron Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero
quienes concretaron el Plan de Iguala en el cual se
estableció que México sería gobernado por una monarquía
Constitucional.

Iturbide, que en Iguala había declarado que no


ambicionaba ningún puesto público y que sólo aceptó, el
título de jefe del Ejército Trigarante, tomó la dirección
de los asuntos públicos y nombró la Junta Provisional
Gubernativa, compuesta por 38 individuos y de la cual
excluyó a los veteranos de la guerra de Independencia,
Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo. La
junta lo eligió su presidente. Más tarde fue nombrado
presidente de la regencia, que fue compuesta por 5
individuos. A su padre, don Joaquín de Iturbide, se le
concedieron honores de regente.

La regencia decretó un sueldo para Iturbide de 120mil


pesos anuales, a partir de la fecha del Plan de Iguala (24
de Febrero de 1821), y un millón de pesos de capital
propio y la propiedad de un terreno de 20 leguas en
cuadro en Texas, y el tratamiento de alteza serenísima.

Los partidarios de Iturbide, una parte de los


monarquistas y el clero, empezaron a planear la
coronación de Iturbide como emperador. En el convento
de San Hipólito se hallaba el regimiento de infantería
número 1, al que se había incorporado el de Celaya, en la
noche del 18 de mayo de 1822, después del toque de
retreta, el sargento Pio Marcha hizo tomar las armas a la
tropa proclamando el nombre de Agustín I, y varias
partidas de soldados salieron proclamando por la calle el
mismo nombre. Iturbide que estaba al tanto de todo y lo
fomentaba ocultamente, mandó a llamar a varios
generales para pedir su opinión de si aceptaba o no la
corona.

La mañana del día 19 de mayo de 1822 el Congreso fue


convocado por su Presidente, Cantarines, quien fue uno de
los que se había reunido con Iturbide y lo apoyaba. El
Congreso se reunió y finalmente nombraron emperador a
Agustín de Iturbide, pero tal hecho causó problemas pues
si bien muchas personas lo admiraban como líder político y
militar, muy pocos aceptaron que se convirtiera en
Monarca.

Su coronación como Agustín I y la de su esposa Ana María


Huarte tuvieron lugar el 21 de mayo de 1822 frente al
antiguo altar mayor de la catedral de México. El obispo
consagrante hizo la unción sagrada en el brazo derecho a
ambos. Mangino, el Presidente del Congreso, colocó la
corona sobre la cabeza del emperador y éste colocó la
suya a la emperatriz, las demás insignias imperiales las
pusieron, al emperador, los generales, y a la emperatriz,
sus damas.
Al comienzo de su gestión Iturbide fue muy popular pero
muchos jefes Insurgentes quedaron fuera del gobierno,
además entró en conflicto con el congreso, lo disolvió y
mandó a encarcelar a varios diputados, pues no estaban
de acuerdo con el manifiesto de que se establecería una
monarquía absolutista. Antiguos insurgentes como Vicente
Guerrero y Nicolás Bravo se levantaron en armas.
También una parte del Ejercito mexicano y las
autoridades de varias provincias se declararon en contra
del emperador. Pese a que logró ser nombrado como
primer emperador de México, sus actuaciones hicieron
que sólo estuviera en el poder durante 10 meses.

El 1 de febrero de 1823, Antonio López de Santa Anna y


José Antonio de Echévarri promovieron el Pan de Casa
Mata, que buscaba la restitución del Congreso y
desconoció el Gobierno de Iturbide. Ante la adhesión de
diversos militares a este plan, Antonio López de Santa
Anna logra la reinstalación del Congreso y la abdicación de
Agustín I al trono de México, el 20 de marzo de 1823.
Iturbide salió con su familia de Tacubaya, donde vivía, el
29 de marzo de 1823, y se dirigió al Puerto de Veracruz,
donde se embarcó rumbo a Europa. Llegó a Liorna, Italia
el 20 de agosto de 1823 y fue a vivir a Villa Guevara,
propiedad de la Princesa Paulina Bonaparte. Pasó a
Florencia e Inglaterra; mientras tanto en México, el
Congreso había promulgado un decreto en el que se le
declaraba traidor y en caso de presentarse en territorio
mexicano, bajo cualquier argumento, sería considerado
enemigo del Estado.

Durante su estancia en el extranjero, Iturbide se enteró


de un supuesto intento de reconquista de las colonias
españolas, incluido México, por lo que regresó al país en
mayo de 1824 para ofrecer sus servicios en caso de una
intervención europea.

A su regreso a México y sin conocer la resolución del


Congreso Mexicano, desembarca en Soto la Marina,
Tamaulipas; donde fue hecho preso por el General Felipe
de la Garza, y fue remitido a la capital tamaulipeca. El
Congreso de esa provincia lo juzgó, encontrándolo
culpable de traición a la Patria por lo que fue sentenciado
a muerte.

Fue fusilado en Padilla, Tamaulipas; el 19 de julio de 1824,


previo a su ejecución, repartió entre los soldados, que se
encontraban presentes, las onzas de oro que llevaba
consigo, con voz clara los elogió, pronunciando que moriría
con gusto por morir entre ellos, que moriría con honor y
no como traidor. Aceptó que le vendaran los ojos, y de
frente al pelotón de fusilamiento esperó la descarga que
impactó en su cabeza y en el pecho. Finalmente, sus
restos fueron trasladados a la Ciudad de México e
inhumados en la Capilla de San Felipe de Jesús en la
Catedral Metropolitana.

En la actualidad, la historia mexicana reconoce que


Agustín de Iturbide fue fundamental para lograr que
México fuera una nación independiente, pero, no es
reconocido como héroe nacional.

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