Está en la página 1de 16

TRABAJAR EN PROFUNDIDAD RELACIONAL

EN COUNSELING Y PSICOTERAPIA

Conferencia dictada por Dave Mearns


Buenos Aires, 26 de agosto de 2005

Poder llegar a conectarse con un cliente en un nivel de profundidad relacional


implica un proceso existencial por parte del terapeuta acerca de cómo acceder al
proceso existencial que está teniendo lugar en el interior del cliente.

Implica, también, descubrir aquellos procesos del cliente que pueden interferir con
la posibilidad de que ambos lleguen a esta profundidad relacional.

La forma de trabajo del Enfoque Centrado en la Persona es muy exigente:


requiere un profundo desarrollo personal del terapeuta.

El trabajo presentado hoy abarca varios temas:

 La experiencia del cliente

 Lo ‘no dicho’ en la relación

 La profundidad relacional

 La teoría de las configuraciones

 La reorganización de la teoría de Carl Rogers

¡Cuánto hay entre cliente y terapeuta que se calla! Existen extensas zonas no
comunicadas entre los dos. En mi práctica de Counseling según el Enfoque
Centrado en la Persona, siempre se me plantea una pregunta crucial: ¿cómo hago
para llegar a esos lugares, a todo ese material no comunicado?. La profundidad
de la relación que establezco con el cliente es fundamental para determinar
cuánto se va a comprometer a compartir conmigo.

Otra cuestión interesante que se me plantea en mi práctica clínica tiene que ver
con que los clientes hablan de su experiencia de sí mismos mencionando
diferentes “partes”. Esto me llevó a revisar la teoría del self de Carl Rogers y
llegar a la conclusión de que el self es el autoconcepto + el material que se
encuentra en el limite de la conciencia, al que puede acceder cuando logramos
conectarnos en profundidad relacional.

La crítica que tradicionalmente se le ha hecho al Enfoque es que se basa en una


teoría muy superficial.

El establecer un vínculo sólido entre terapeuta y cliente está en la base de todas


las psicoterapias y, una vez conseguido, cada línea terapéutica se dedica a hacer
los suyo: terapia gestáltica, cognitiva, conductista, psicoanalítica, etc.
2

Lo que le critican al Enfoque es que sólo sirve para establecer el vínculo y, una
vez logrado esto, no tiene demasiado más que ofrecer.

Mi desafío era poder ofrecer a todos mis clientes algo que pudieran llevarse
después de que hubieran rechazado todo lo que hubieran probado antes.

El desafío con estas personas era establecer, quizá por primera vez en sus vidas,
una relación significativa de aceptación incondicional.

En el caso de “Bobby”, -un psicópata violento y destructivo, que había sido


maltratado y abusado persistentemente hasta su adolescencia-, entrar en una
relación donde se lo validara por lo que era y se lo respetara por el sólo hecho de
ser una persona, implicaba su propia aniquilación. Se trataba de una experiencia
tan alejada de lo que su sistema podía soportar que percibía esta situación como
una amenaza de muerte.

Si “Bobby” hubiera sido evaluado por terapeutas de otros enfoques, habrían


llegado a la conclusión de que no era “apto” para la psicoterapia.

Ante estas críticas, mi deseo fue comunicar mejor el Enfoque Centrado en la


Persona.

Para ello, un concepto clave fue el de trabajar en profundidad relacional: un


profundo estado de contacto e interconexión entre dos personas en el que
cada uno es plenamente real para el otro y logra -en gran medida-
comprender y valorar las experiencias del otro.

Hay veces en que podemos llegar a esa profundidad de conexión y lo llamamos


INTIMIDAD. Se da cuando podemos ser un ser humano que se relaciona con
la humanidad de su cliente.

Estos momentos pueden ser muy importantes para clientes que no han tenido la
oportunidad de tener una experiencia de este tipo.

La profundidad relacional no se experimenta como una continuidad dentro del


vínculo entre terapeuta y cliente. No es algo que pueda darse todo el tiempo. El
valor incalculable que tiene este tipo de conexión es que el cliente sabe que
puede ir ahí. Como toda relación, la que se da entre terapeuta y cliente, fluye con
altibajos, pero cuando se ha podido llegar a ese lugar alguna vez, el cliente sabe
que cuando lo necesite puede volver ahí, a ese nivel de profundidad relacional
del que ya ha tenido experiencia.

La dinámica de acercamiento y evitación es universal entre los seres humanos.


Por un lado, nos gustaría poder conectarnos a este nivel de profundidad con otro,
pero por otro lado tenemos un temor racional acerca de si es prudente confiar
plenamente en esta persona, si será lo que aparenta, si será capaz de sostenerme
cuando toque los lugares más horribles de mí, etc. “¿Cuándo me muestre tal
como soy para mí, se asustará?”
3

Todos queremos comunicar nuestro verdadero ser, pero para protegernos lo


hacemos a través de disfraces, cortinas o pantallas de seguridad e indicios. Es el
miedo el que nos separa: al mismo tiempo que expreso el mensaje, lo envuelvo en
un disfraz de humor, elijo palabras que lo diluyen, etc., para que no impacte con
toda la intensidad que siento.

En Gran Bretaña, las mujeres han sido entrenadas para mostrar tristeza en vez de
enojo, por ser una emoción más “aceptable” y “segura” y los hombres enojo en vez
de tristeza. Por eso no es de extrañar que se den tantos conflictos en las parejas.

“Me siento absolutamente desolado. ¡¿Podés oírme?!” Si salgo de mí y me


expongo, y no podés escucharme, me voy a encontrar en un lugar muy peligroso.
Entonces, en vez de comunicar lo que siento en toda su intensidad y magnitud, lo
disfrazo con otras palabras: “Estoy un poco bajoneado”, y sonrío . . .

Hay clientes en quienes resulta muy claro ver cómo hay una parte de ellos que
tiene mucho miedo de ser escuchada y otra que lo está pidiendo.

Los indicios que delatan estos “disfraces” son muchos y variados: algunos clientes
desvían la mirada, otros nos miran directamente a los ojos. Quizá cambien el
ritmo de su conversación o usen palabras que son más profundas que el resto del
discurso.

Hay muchos indicios y muchos disfraces, y los conocemos porque somos seres
humanos viviendo en este planeta: nosotros también los usamos.

Es preciso escuchar el mensaje detrás del disfraz, delatado por los indicios
que nos van mostrando.

Es importante respetar y validar los sistemas de auto-defensa detrás de los cuales


se protegen las personas. En el Enfoque no hablamos de esta protección como
“resistencia”, como si fuera algo negativo. El desafío es encontrar y
relacionarnos con la parte de él que necesita protegerse y al mismo tiempo
con la parte que está siendo protegida.

Estos sistemas de protección funcionan como una cortina de voile: no dejamos


que se vea claramente lo que queremos esconder pero dejamos traslucir lo
suficiente como para poder exponerlo en algún momento. Frecuentemente los
sistemas de defensa de los clientes son como esas cortinas: quieren protegerse y
quieren ser vistos: la sonrisa incongruente, por ejemplo; la sonrisa permanente
que nos protege de ser vistos cuando no nos sentimos “sonrientes”; la excesiva
efusividad, la excesiva amabilidad, etc. Todos estos “recursos” funcionan como
modos detrás de los cuales nos escondemos.

Estas son las auto-defensas más sutiles. Hay otras que son impermeables: no se
puede ver a través de ellas. Algunas personas necesitan protegerse a sí mismas
de un modo extremo.
4

En el caso de “Bobby” que mencioné anteriormente, los sentimientos de odio y


violencia lo protegían de la posibilidad de entrar en contacto con el amor.

Es necesario comprender a esa persona incluso en su necesidad de


protegerse: encontrarnos con esa parte de la persona que necesita
protegerlo y aceptarla incondicionalmente, resulta una experiencia muy
impactante para estas personas porque es el tipo de relación que más desean y
más temen al mismo tiempo.

¿Cómo le mostramos a un cliente que estamos dispuestos y que somos capaces


de encontrarnos con él en un nivel de profundidad relacional; que queremos estar
con él mientras está vivenciando su experiencia?

Ofrecer esto resulta muy poderoso para el cliente, porque son muy pocos
los que se animan a acompañarlos a esos lugares.

Se trata de “golpear en la puerta del cliente”. En el Enfoque Centrado en la


Persona no tratamos de acompañar al cliente sólo en lo que expresa:
además de hacer eso, tengo que estar tan cerca como pueda del borde de su
conciencia, “golpeando su puerta” sutil y delicadamente justamente ahí, en
el borde. Si no lo hacemos con mucho respeto y cuidado, es posible que se
retraiga aún más.

Esto implica hacer dos cosas al mismo tiempo:

1) Respetar la posición del cliente (reconociendo y validando la intensidad de


su defensa).

2) No convertirnos en cómplices de eso. También estamos dispuestos y


disponibles para ver qué hay detrás de ellas si es que hay algo que quiere
ser escuchado.
Si respetamos la posición de alguien que está muy nervioso y nos
detenemos allí, estaríamos ignorando la pequeña voz que también está
presente y que sí quiere ser escuchada. Entonces nuestra función es:

a) Respetarlo y motivarlo.

b) No detenernos ahí.

Podríamos decirle al cliente:

- “Veo tu miedo. Te veo gritar de miedo y quiero que sepas que veo eso; que te
veo a vos. Pero no quiero cerrar la puerta a causa de tu miedo. Puede que no
quieras hacer nada más por ahora, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a
acompañarte más allá de este miedo cuando vos estés dispuesto”.

Y ¿cómo creamos las condiciones para encontrarnos con un cliente en


profundidad relacional?
5

1) Ofreciéndole altos niveles de las actitudes básicas; poniéndolas en juego al


100 % el 100% del tiempo que estamos con ellos. Para poder encontrar a
la persona en sus lugares más devastados es fundamental que seamos
creíbles [congruentes].

2) Manteniendo la calma; estando presentes desde nuestro centro. Si


dejamos que se filtren nuestros propios ruidos o nuestros propios
problemas y urgencias no podremos estar presentes para esta persona.

3) Asegurándonos de “correr” el miedo que nos pueda producir una situación


determinada para poder poner toda nuestra existencia al servicio de este
otro que está arriesgándose a “pisar” terreno muy amenazante para él.

Es muy difícil ofrecer profundidad relacional si no hay calma dentro de


nosotros, si no estamos centrados y libres de miedo. Si nos distraemos con
nuestra propia agenda, es muy difícil que el cliente pueda contactar esos
lugares de sí.

Un factor muy común de la falta de centramiento y de calma está asociado con el


MIEDO. En supervisión, es fascinante ver cuánto miedo está presente muchas
veces en las sesiones: miedo a lo desconocido, miedo al descontrol, miedo a
cómo voy a ser juzgado por este cliente o miedo de lo que podría descubrir de mí
mismo a partir de lo que ocurra.

Uno de los trabajos permanentes del terapeuta es estar atento a identificar


sus propios temores.

Todo terapeuta que ofrezca una relación de profundidad relacional debe tener
siempre en cuenta dos objetivos fundamentales:

1. Del discurso del cliente, debe estar atento a escuchar la expresión más que
lo expresado.

Escuchar “el expresarse” más que “la expresión” implica encontrarse con el
cliente mientras está vivenciando su experiencia

Nuestro trabajo no es comprender al cliente sino ayudar al cliente a


que se comprenda a sí mismo.

2. No es necesario “comprender” lo que dice sino enfocarse en cómo lo está


diciendo y quién es él mientras lo dice.

Resulta mucho más potenciador si el otro comprende quien soy yo cuando


estoy diciendo lo que digo en vez de que se enfoque en comprender la
anécdota de lo que estoy diciendo.

.
6

[A continuación relata el caso de “Tony”, un sobreviviente de guerra con stress


post-traumático y su terapeuta, “Bill”]

Todo lo que “Bill” pudo hacer en el tiempo que duró el episodio que relata, fue
estar con Tony durante su experiencia. Era un ser humano ofreciendo calidez
humana a otro ser humano que estaba sufriendo: se limitó a sentir lo que está
pasando y a estar con esa persona en eso que estaba atravesando.

Profundidad Relacional no es lo mismo que Profundidad Emocional. A veces se


dan juntas pero no siempre, ya que cuando un cliente tiene la vivencia de una
relación en profundidad relacional tiene mucho miedo de expresar sus emociones.

La Profundidad Relacional no necesita una ‘cantidad’ determinada de tiempo


para darse; no se trata de tiempo sino de ‘calidad’ de contacto humano.

Nuestro entrenamiento como terapeutas debe consistir en lograr desarrollar una


capacidad cada vez más amplia y más profunda de poder establecer relaciones
de Profundidad Relacional con todos los clientes.

La Profundidad Relacional implica un esfuerzo por parte del terapeuta por


encontrarse con esas partes del cliente que al cliente le resulta muy difícil
contactar.

Queremos ir más allá del nivel superficial de presentación de las personas:


acceder a esas partes del cliente que tienen que ver con su propio proceso
existencial.

Los procesos difíciles que se plantean generalmente son:

 Procesos de personalidades frágiles

 Procesos de personalidades disociadas

 Procesos de personalidades egosintónicas

Hay muchos procesos que los clientes han debido desarrollar para poder
expresarse y defenderse a sí mismos.

En el contacto terapéutico, nos relacionamos con estos lugares difíciles para que
el cliente nos permita acceder a su propia experiencia.

Proceso de Transferencia: En el Enfoque Centrado en la Persona, el proceso de


transferencia nos interesa en el sentido de poder desensamblarlo cuando aparece.
Un proceso de este tipo va a interferir en la relación con mi cliente. Podríamos
pasarnos muchos años alimentándolo, pero para poder establecer una relación de
profundidad relacional lo que queremos hacer es atravesarlo para poder
encontrarnos en la realidad de lo que cada uno es. Lo que buscamos es poder ser
transparentes el uno para el otro.
7

Cuando se da la Profundidad Relacional no es posible la Transferencia, porque en


ese nivel no nos relacionamos como símbolos ni como proyecciones sino por lo
que genuinamente somos.

La Transferencia es un proceso importante, pero nuestro objetivo es atravesarla y


llegar más allá.

Cuando trabajamos con un cliente en su proceso existencial, nos ofrece su


Self como lo experimenta en lugar de hacernos un “relato” de sí mismo. Es
un modo que no está dominado por estrategias auto-defensivas.

El desafío es poder relacionarse con todas las partes presentes en la experiencia


presente del cliente.

Así es que al cliente le resulta imposible mentir; no como elección consciente sino
que es en efecto imposible.

Cuando estás operando desde el nivel de lo que sos, parado en tu proceso


existencial; cuando estás luchando con esta otra parte que no quiere confiar en el
terapeuta, simplemente es imposible mentir.

La mentira no tiene cabida en el ámbito de tu ser quien sos.

La mentira tiene cabida sólo cuando hay algo que proteger.

Lo importante no es buscar la perfección sino poder identificar tu propia “mierda” y


limpiarla. No es posible relacionarse con alguien que es perfecto pero sí resulta
fácil con alguien que trata de hacerse responsable por lo que está ocurriendo,
incluidos sus errores.

Es frecuente que el miedo aparezca cuando las cosas no van bien desde el
principio.

PARA EVITAR EL MIEDO, LO QUE HACE FALTA ES CONECTARSE


VERDADERAMENTE CON EL OTRO. LO IMPORTANTE ES EL CONSTANTE
ESFUERZO POR ALCANZAR LA PROFUNDIDAD RELACIONAL. EN ESE
LUGAR, EL MIEDO DESAPARECE.

CONFIGURACIONES

Hay que tener mucho cuidado con nombrar las partes del self del cliente cuando
éste no lo está haciendo de ese modo.

Se trata de ajustarse a un abordaje absolutamente fenomenológico del momento


presente del cliente. Si habla de partes, lo acompaño hablando de partes; si no,
no.
8

Quiero enfatizar lo fenomenológico. Cuando durante una sesión aparece algo que
rechazo del cliente, diría al respecto todo cuanto me sea posible de lo que me está
pasando. Incluiría mi lucha con lo que no estoy aceptando de esta otra persona y
lo agregaría a mi agenda de temas a trabajar en mi propio desarrollo personal,
porque cuantas más veces rechace algo de alguien, más estrecho será el
“repertorio humano” con el que contaré para acompañar a otros.

***000***

Cuando el cliente está identificado con una parte, no introduciría la parte que no
está pudiedo recibir, pero escucharía con mucha atención para detectar la voz de
esa otra parte cuando se asome.

***000***

¿Podemos asistir con calma y ecuanimidad al proceso de un cliente que nos dice
que se quiere matar si además sentimos afecto por él?

Si estás realmente con alguien que te está diciendo que se quiere matar, no hay
nada que puedas DECIR. Sólo acompañarlo en eso.

Lo más peligroso que podés hacer con alguien que se quiere suicidar es
alcanzarlo para tratar de sacarlo de ese lugar, ya que obtendrías la reacción
contraria a la que buscás. Pretender sacar a alguien de una actitud suicida podría
resultar contraproducente.

[Vuelve al caso de “Bobby” que en una sesión le dice que ha decidido suicidarse]

Dave: ¿Cuáles son los sentimientos, Bobby?

Bobby: No sé si quiero entrar en eso, Dave. Hasta aquí siento paz.

Si trabajamos en Profundidad Relacional habrá momentos en que vamos a estar


muy involucrados con el cliente, y esto debe constituir una parte vital y muy
importante de nuestra agenda de supervisión.

En Counseling, dependemos del diálogo. Si el cliente dice: “no quiero hablar”, eso
puede darte mucho miedo, porque el “hablar” es la herramienta con la que
contamos.

Dave: Por Dios, Bobby, esto es muy duro para mí. Quiero permanecer con eso y
quiero llevarte lejos de eso.

Bobby: No podrías pararme. Es curioso: sentirme tan solo y al mismo tiempo tan
acompañado por otro.

Lo mejor que puedo hacer en este momento es permanecer en contacto con él.
Me quedaría acompañándolo en eso, teniendo mucho cuidado de no tratar de
manipularlo porque me podría descubrir y se iría.
9

La única posibilidad de establecer una conexión es permanecer fiel a la


relación: si tuviera el impulso de manipularlo, se lo diría.

Cuando trabajo con clientes en profundidad relacional, muy frecuentemente


comienzan a hablar de sí mismos refiriéndose a sus partes. Esto significa que
esta persona está vivenciando su proceso existencial con todas sus voces. Del
mismo modo que si miro un edificio desde el exterior lo describiría como una
totalidad, en la medida en que ingreso a su interior voy a ir describiendo todas las
partes con las que me vaya encontrando. Cuando los clientes ingresan cada vez
más profundamente en su interior, hablan en términos de las partes de sí mismos
que se hacen presentes para ellos.

Algo que descubrí desde el principio es que las “partes” se expresaban desde la
exigencia de su propio crecimiento: “la parte mía que quiere más de esta vida”; “la
voz dentro de mí que grita ¿es esto todo lo que hay??”.

También descubrí que hay configuraciones que no quieren seguir creciendo.


Estas son las “partes” que piden “no ir tan rápido”: el yo que simplemente quiere
acurrucarse y no hacer nada o la “parte” que quiere retroceder.

Se trata de un diálogo entre partes como éstas: la que demanda movimiento y


crecimiento y la que demanda retraerse o permanecer como siempre, la que no
quiere cambiar.

En sus comienzos, Carl Rogers denominó “tendencia actualizante” al llamado al


crecimiento y, luego de 1963 caracterizó la tendencia al NO cambio como un
obstáculo que se interponía en la dirección y el flujo de la “tendencia actualizante”.

Yo considero que ambas tendencias son importantes: hay que atender a las
dos ya que forman parte natural del proceso humano. La “tendencia
actualizante” que busca el crecimiento y la “fuerza restrictiva” que quiere
mantener el control y permanecer en terreno conocido.

Si sólo vamos en la dirección del crecimiento podemos perder oportunidades de


crecer por el mismo hecho de perder el control: un automóvil se conduce mejor
cuando tiene acelerador, pero también frenos.

Para poder estar con estas configuraciones debemos permanecer cerca de la


simbolización del cliente.

Lo que logra resultados más rápidos es seguir fenológicamente el proceso del


cliente sin introducir alternativas propias del terapeuta.

El concepto de CONFIGURACIONES llama la atención acerca de la complejidad


de la persona. Si un cliente habla en términos de “partes” de sí mismo, será útil
seguirlo en su expresión de que “una parte mía está triste acerca de esto y otra
parte de mí está enojada”. Se trata de un modo de acompañar las complejidades
del cliente.
10

Siempre sigo al cliente como sea que esté con su experiencia.

Un buen desafío, como terapeutas, es plantearnos qué hacemos nosotros con


nuestras propias partes: el Dave terapeuta es sólo una parte de mí. Hay otras
partes que, si les permitimos estar presentes en la consulta, pueden ser útiles para
compartir con un cliente. De hecho hay un aspecto de un niño interior mío que, al
permitirle participar de las sesiones con un determinado cliente, resultó de gran
ayuda porque aportó cierta ternura que me sirvió para poder seguir de cerca la
experiencia de ese cliente.

Los niños interiores pueden ser tiernos y sensibles pero también malvados y
dañinos. Parte de la agenda de desarrollo personal del terapeuta sería averiguar
si hay “partes” de él que podrían ser admitidas en su consulta.

Hay otra parte de mí que me resulta difícil nombrar porque no encuentro una
palabra para describirla, pero en mi experiencia es una configuración clara: se
trata de una parte en mí aislada que se refiere a mi condición de haber sido hijo
único, y que me resulta muy útil permitirle aparecer porque me acerca mucho a
lugares parecidos de mis clientes.

La mayor parte del tiempo no están presentes en el consultorio, pero en muchos


casos ese niño me fue muy útil: aporta a la relación una parte de mí a la cual
puedo acceder, que funciona como un puente que me permite acercarme a la
experiencia del cliente.

Para que funcione de este modo, necesitamos ganarnos la confianza de esas


partes y lograr que acepten aparecer y servir de ayuda.

Pero, ¿cómo puedo ganarme a esa parte para que resulte un potencial para mí?

Cuando estoy con alguien que está en un lugar tan aislado que con su
mirada me dice: “no hay modo de que puedas captar cómo se siente esto”,
poder entrar en esa parte en mí, hace que se sienta comprendido.

A veces, una parte nuestra nos sirve como un puente para conectarnos con el
otro. Otras, también puede ser una simple experiencia a la que podamos acceder
para tomar el sabor de lo que puede estar vivenciando el cliente. Sé que no es lo
mismo que vivencia él, pero también sé que estamos compartiendo el mismo
territorio. Y compartir el territorio, ayuda a estar con el cliente.

[A continuación leyó partes del texto que nos fue repartido al llegar a la
conferencia, relacionado con las experiencias compartidas por la terapeuta
“LESLIE”].

Frecuentemente sentimos que las experiencias negativas no nos ayudan en


nuestra tarea como terapeutas, pero una parte de nuestra tarea es desarrollar la
aceptación de estas situaciones dolorosas.
11

Hay ciertos referentes existenciales que, si bien comenzaron como experiencias


“negativas”, se transformaron en fortalezas desde donde podemos apoyarnos para
acompañar a otros en sus caminos difíciles.

Así, Leslie comparte que cuando trabaja con una persona que está “tomada” por la
bronca, ponerse en contacto con la bronca que le provocó una experiencia
negativa, la acerca a la experiencia existencial que está vivenciando el cliente.

Lo mismo con la humillación, el sentimiento de haber sido completamente


desnudada en público, por ejemplo, le permite hoy no tener miedo a tomar riesgos
que impliquen ser humillada porque conoce esa situación más que la mayoría de
las personas, lo que la capacita para tomar riesgos más allá de lo que ocurra, ya
que siente que no podrá ser más humillada de lo que ya ha sido. Parte de su
fuerza radica no tener miedo a quedar como una tonta, por ejemplo.

Luego de capitalizar todas sus experiencias “negativas”, siente que puede sentirse
segura en prácticamente cualquier situación y con cualquier persona.

La experiencia de haber “caído muy bajo” podría ser un referente desde el cual
conectarse con un cliente que siente que su vida no tiene sentido y que él carece
de todo valor como persona.

Todo lo que nos pasa en la vida y la experiencia que tenemos de nosotros mismos
en esas ocasiones, nos ayuda a expandirnos y profundizar nuestra experiencia de
nosotros mismos.

Hay veces que sentimos que no nos animamos a tocar algún lugar puntual
en nosotros mismos porque no podríamos soportar el dolor que nos
produciría. Como terapeutas es un desafío determinar cuántas de estas
experiencias podemos incorporar y así poder aprovechar la fuerza que nos
traen.

Nuestro propósito como terapeutas debe ser el de ampliar y profundizar nuestra


experiencia como persona, de modo que podamos experimentar las actitudes
básicas con todas las personas que quieran trabajar con nosotros. Este es el tipo
de trabajo personal que nos interesa reforzar en nuestra formación en la profesión.

La experiencia es importante por la amplitud y profundidad que nos da a cada uno


como personas.

Con respecto a la identificación con el cliente, siempre es mejor que te des cuenta
que te estás identificando que sentir que no te identificás nunca: primero porque el
darte cuenta es el primer paso para desidentificarte y, segundo, porque si tenés
una experiencia de vos como que “nunca me identifico”, es probable que lo estés
haciendo sin darte cuenta.

A continuación, Dave comparte su experiencia con Dominic, un consultante que


llegó a su consultorio con un problema de alcoholismo:
12

Disfruté mucho de la conexión que establecimos las primeras dos sesiones. Se


describió como “un alcohólico” en lugar de referirse a sí mismo como alguien con
un problema con la bebida.

En la primer sesión le aclaro que no voy a prestar atención a su problema con el


alcohol, porque soy un terapeuta “centrado en la persona” y no “centrado en el
problema”. (Si decidiera enfocarme en el problema, es muy probable que lo
próximo que hiciera luego de nuestro contacto terapéutico fuera irse a beber,
porque a veces hay una parte de la persona que tiene una gran necesidad de
terminar con el alcohol y entonces aparece otra parte que toma el control y va a
alcoholizarse).

En la tercera sesión aparece alcoholizado y decido seguir adelante.

Cometo el error de hacer un comentario sarcástico e inmediatamente me recuerdo


a mí mismo que nunca hay lugar para el sarcasmo en el consultorio.

Dominic comenzó entonces la sesión preguntándome qué sentimientos me traía el


hecho de que hubiera venido borracho.

Cuando alguien nos hace una gran pregunta y no podemos estar a la altura con la
respuesta, si no permanecemos en silencio, es probable que metamos la pata . . .

Cuando advertimos que hemos cometido un error “garrafal”, tenemos que


“limpiar”- lo que hemos hecho, de modo que hice Focusing conmigo para tomar
conciencia de qué era lo que estaba presente en mí y las palabras que al fin
aparecieron fueron: “tengo miedo”. Exactamente eso fue lo que le comuniqué a
Dominic, porque siempre debemos enseñarle al cliente los pasos a través de los
cuales llegamos a lo que les ofrecemos y no simplemente verbalizar el resultado.

En Profundidad Relacional llegamos a conocer al otro de un modo en que


sabemos qué es lo que están pensando o sintiendo con respecto a cualquier
cosa. Ese encuentro se da en muchos niveles de distintas profundidades, por lo
cual, lo mejor es no ocultar nada.

Una vez aclarado todo, le digo: “Bueno, comencemos . . . “, a lo que Dominic me


contesta: “Pero si ya empezamos desde que llegué . . .!”

Esto me enfrenta al hecho de que, además de haber dicho una pavada, como
identificaba a Dominic con su parte sobria, estaba esperando que se presentara
¡para sentir que comenzábamos la sesión . . .!

Cuando Dominic menciona su “yo sobrio” y su “yo borracho”, es muy importante


que me dé cuenta de que debo dirigirme a las dos partes sin dejar ninguna afuera.

Dominic: “No sé de qué me trato, qué es lo que soy”.

Al poder verbalizar esto, Dominic se encontraba en un nivel interno de gran


profundidad.
13

Dave: “No sabés de qué te tratás; qué es lo que sos”.

Dominic: “Estoy tan lleno de mentiras . . .”

Dave: Y . . .

Dominic: “No sé si creerme o no”.

Dave: “Decime más”.

Dominic: “Estoy tan lleno de mentiras . . .”

Cuando un cliente no sigue adelante, voy hacia atrás y me encuentro con él donde
quedó. La sensación básica era la de no ser nada, no tener ningún valor. Aquí es
importante poder tener un referente personal propio para acercarnos.

Dave: “Crees que sólo sos un borracho de mierda”.

Dominic: “Sí”.

Dave: “Un borracho de mierda. Eso es todo lo que sos. [Estaba captando la
cualidad de cómo lo estaba diciendo]. [Esta intervención no estuvo bien
porque es jugar “juegos” con el cliente. No era necesario que le repitiera
nuevamente lo mismo porque estaba procesando su experiencia
interiormente].

Dominic golpea el brazo del sillón y comienza a llorar.

Dave: “Dom, estás enojado y estás llorando”.

Dominic: “¡¡Estoy tan condenadamente lleno de mierda!!

Dave rodea con su brazo los hombros de Dominic. Dominic llora con más
desconsuelo.

Dave: “Se siente como un lugar realmente solitario, ¿no?”

Dominic: “Sí. El único “calor” viene de la botella”.

Dave: “Lo que me estás diciendo es que existencialmente lo único positivo que
obtenés de la vida es cuando estás borracho”.

Dominic: “Sí. Cuando estoy borracho es cuando me siento “vivo” pero me está
matando a mí y está matando todo lo que amo”.

Dave: “Dom, ¿puedes ayudarme a captar esto? porque siento que es muy
importante.
14

Cuando menciona más de una parte tengo que preguntar por todas: finalmente
surge que una es la parte que se siente viva cuando está borracho y la otra es la
parte de esposo y padre amante.

Dave: “Estás cargando con mucho . . .”

Dominic: “Y ya no puedo seguir cargándolo más . . .”

Dave: “Realmente parece que lo decís en serio . . .”

Dominic: “Tengo que hacer algo . . .”

Dave: “¿Qué vas a hacer?”

Dominic: “O abandonarlo o abandonarlo . . .”

Dave: “Creo que entiendo: la parte enganchada con el alcohol abandonaría tu vida
de padre y esposo, y la otra dejaría la bebida. ¿Es así?

Dominic: “La mayoría de la gente no se da cuenta lo difícil que es tomar esa


decisión”.

Para tratar esta revelación seriamente tuve que validar la seriedad de la decisión.

Dave: “Estar borracho se siente como “vida”, pero no lo es realmente . . .

Dominic: “He tenido miedo de vivir toda mi vida. Nunca me sentí seguro, como
los demás. Si te sentís seguro podés salir y hacer cosas con tu vida.
No podés hacer nada con tu vida si te sentís como me he sentido
siempre yo, todo el tiempo teniendo que hacer elecciones seguras, sin
poder tomar riesgos . . .

Mi silencio fue la única respuesta posible ante un comentario tan poderoso: había
tomado decisiones seguras durante tanto tiempo que no había podido desarrollar
las fuerzas necesarias para tomar decisiones que implicaran riesgos que lo
llevaran a la vida real.

Dave: “Y¿ qué pasa con vos y todo esto?

Dominic: “Parte de mí quiere liberarse, pero tampoco tiene experiencia y no sabe


cómo hacerlo. No ha desarrollado la experiencia de vivir”.

Dave: “Me siento triste por esto. Esta parte quiere desesperadamente hacer algo
pero ha estado tan aterrada todo el tiempo que no sabe cómo hacer”.

El problema no era el alcohol sino su aislamiento existencial y el hecho de que


todavía no había podido vivir la vida. Borracho, sentía muchas emociones y eso
era lo más cercano a la vida que había llegado.
15

Pudimos llegar a este punto del proceso porque no traté a Dominic como si su
problema fuese el alcohol.

En la próxima sesión vino sobrio y trajo una larga lista de aspectos muy negativos
acerca de sí mismo. El problema ahora era su borrachera y la sensación de que
se merecía todos los castigos posibles por su conducta. No sentía miedo de
recibir todos sus sentimientos.

Me preguntó por el cassette de la sesión anterior. Escuchamos parte de él.

Dave: “Es difícil escuchar eso . . .”

Dominic: “Porque estoy borracho . . . Odio escuchar esto porque no soy yo”.

Dave: “Aparece enojo . . .”

Dominic: “Soy yo pero no una parte de mí que quiera”.

Dave “La reconocés . . .”

Dominic: “Sí. Está tan solo a una botella de distancia”:

Está tomando un enorme riesgo.

Dominic: “Escuché a mi yo borracho . . . Es parte de mí”.

Dave: “Y sentís que tenés que encontrarte con esa parte . . .”

Dominic: No, ¿por qué debería hacerlo?

Es común la oscilación entre polaridades cuando estamos en contacto con nuestra


vivencia existencial. Hizo contacto visual para confirmar que yo todavía estaba allí
con él.

Dominic: “Estuve escapándome de mi yo borracho por años pero siento que me


tengo que encontrar con él . . .”

Al contactar con su “parte” de esposo y padre amante comenzó a llorar


nuevamente.

Dominic: “Es como que estoy escuchando esa parte de mí por primera vez [su
“yo” borracho]. Sentía antagonismo y negación con respecto a ella. Es
una parte de mí no sólo cuando estoy borracho sino cada minuto de
cada día: mi yo triste, abandonado”.

Llegar a este punto es muy poderoso porque admitió que podía estar con esa
parte de sí aún cuando no estaba borracho.
16

Dominic: “Se siente raro: entusiasmado y tenso. Vine a terapia para matar a ese
borracho y ahora estoy llorando con él. Es parte de mí; una parte a la
que yo no tenía acceso; que estaba separada de mí por una botella de
vodka . . . Dirigiéndose a Dave: Recién ahora me doy cuenta de que
estás aquí . . .”

Cuando alguien se encuentra con algo de sí en esa profundidad, se ha metido tan


adentro que cuando vuelve siente que se ha desnudado.

Dominic: “La primera vez que mi yo sobrio se ha encontrado con mi yo borracho


de una manera en que se pueden comprender . . .”

Sólo podemos acercarnos a otro ser humano desde una profundidad


relacional si nos animamos a ser lo más amplia y profundamente personas
que podamos ser. Esto incluye cometer errores y corregirnos, haciéndonos
responsables de haberlos cometido.

También podría gustarte