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Reflexión en tiempo de ayuno

Querida Familia,

Compartimos con ustedes la 2° reflexión de la semana para nuestro tiempo de


ayuno.

Juan 4:6-7. 6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino,
se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. 7 Vino una mujer de Samaria a
sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.

La mujer samaritana se encuentra con nuestro amado Jesús. Es importante


comprender que judíos y samaritanos tenían serias diferencias culturales y
religiosas. Las reglas sociales tampoco permitían que los hombres hablaran con
mujeres desconocidas, sobre todo si su marido no estaba presente. Es probable
que esta mujer no gozara de buena reputación, porque fue a una hora donde
nadie iba a sacar agua.

A pesar de todos estos impedimentos y barreras, cuando nos encontramos con


nuestro Jesús y le recibimos en nuestras vidas; no hay barrera alguna que nos
pueda separar de Él, de su amor y de su gracia. Él derribó todos los muros
culturales, todas las barreras del juicio y la condenación, tal como le pasó a la
mujer Samaritana. Por medio del sacrificio en la cruz, es que este manantial de
vida también está disponible para nosotros. Tú y yo cada día podemos beber de
las aguas vivas de Jesús.

Lo más asombroso de este pasaje es que Jesús le pide de beber a la mujer. Si


bien, el Señor debía haber estado sediento en lo natural, había en Él una sed
mayor y Él quería ser saciado. El clamor y el deseo de Jesús era el agua del
placer saciante que le entregaría la adoración de esta mujer.

Familia, durante este tiempo de ayuno entreguémonos en adoración a Jesús, con


una búsqueda apasionada y profunda de su presencia. Escucha su corazón:
“Iglesia Viña del Padre dame de beber, nada me satisface más que tú, nada me
satisface más que tu adoración”. Sigamos en esta búsqueda intencionada y
entreguemos juntos este tiempo durante la noche de búsqueda de este viernes.

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