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1nco

rocesos
M litares
as un
General

JORGE
ARDILES G.
General Director
de Carabineros (R)
JORGE ARDILES GALDAMES
General Director de Oarablneros (R)

CINCO PROCESOS
MILITARES
TRAS UN GENERAL

SANTIAGO DE CHILE

1965
Impreso en los Talleres
de Aranc!bia Hnos.
Santiago de ChEe
"La envidia se ensaña de preferencia en
lo.s que, volando con sus propias alas
huyen de la jaula. común" ...
Petrarca
La costumbre ha impuesto la necesidad de que a un libro se
anteponga un discw·so que le sirva. de exordio, que casi siempre
constituye un elogio que el autor no merece.
No he querido dar relieve a. estas pa.ginas dedicándolas a
hombres adinerados o de gran influencia, que generalmente :son
blancos a que apuntan los que buscan propaganda. Ni a mi es-
posa ni a mis hijos tampoco he deseado dedicar estas verdades
porque ellos, al igual que mi conciencia, saben cómo me he for-
mado y cómo logré una situación social que ha causado la en-
vidia y el rencor de mis gratuitos detractores. Enemigos, empu-
jados por bajas pasiones o presionados por viles instintos, han
traficado a trueque de un pan que con el prestigio de mis treinta
y cinco aíios de servicios, siempre expuestos a. la luz pública sin
que nadie, antes del término del periodo del Presidente don Car-
los Ibáíiez del C'ampo, me hubiese hecho cargo alguno que no
fuera refutado inmediata y fehacientemente. Hasta entonces, ful
seíialado como uno de los hombres probos del citado periodo pre-
sidencial que, como todos los recién pasados, es ahora considera.-
do como el peor. . . Los colaboradores y allegados a un régimen
en actual servicio, siempre opinan que el suyo es el mejor ...
Terminado el periodo, que escuchen lo que dirán de ellos.
En nuestro país donde el honor parece, a. menudo, no tene.r
significación alguna, hasta la legislación encargada de velar por
tan vwlioso patrimonio moral resulta inaplicable. Los más estu-
diosos hombres de derecho han buscado en la metafisica de laa
leyes y encontrado el recurso para que éstas no tengan aplica-
ción. Se puede calumniar e injuriar de la manera más soez; pero
basta que se alegue la inexistencia. del ánimo de ofender para.
que no haya sanción. El acusador se queda., así, con las ofensM

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y las mol.stas con::urrencias a los tribunales para pagar, después
de todo, los honorarios al abogado que, de antemano, advirtió
oue este tipo de juicio es largo, engorroso y dificil.
·So puede denigrar sin temor a quién se quiera, desde el mas
modesto labriego hasta el m~ alto magistrado y presentarlos en
los "tabloides" como ladrones, rufianes o contrabandistas.
Los bellacos de oficio han generalizado el concepto de que
es ladrón todo 11quél que económicamente logra surgir y que es
más sinvergüe11za el empleado publico que má.s alta situación
ha escalado.
¡Pobre empleado público, que p:,r un misero sueldo sirve al
Estado y hace ganar dinero a la canalla que lucra. con el escan-
doJo a costa de su honor! ¿A qué Presidente de Chile no se ha
injuriado y vejado públicamente en p:i.squines impresos a gran-
de¡; titulares o en los escandalosos espa<Cio.s radiales que deleitan
t\ los cobardes que, sin atreverse a. afrontar responsabilidades, re-
piten gowsos lo que se tolera en nombre de la libertad de prensa?
¿Y cuántos necios hay, que, incapaces de entrar en el aná-
lisis, repiten mecánicamente o hacen suya, con candorosa solcm-
1,idad, la difamación grosera que leyeron en el libelo ron que
alimentan su débil e.wírilu y que exhiben en la via pública., co-
mo un:i demostración palpable de su grado de cultura? No he
escrito para éstos. Lo he hecho para quienes, sin haber dudado
de mi correción, desean Rabel· cómo se tramó y realizó una de
las más sucias pcrsecuslones de que ha :;ido objeto un hombre
que entregó gran parte de sus energías al servicio del pais, y
cómo se mintió y trató de engañar a la opinión pública para
saciar venganzas, satisfacer apetitos o lograr fines inconfesables.
Estimado lector:
:No tengo pretensiones de escritor. Sólo quiero dar a conocer,
cómo en el año 1959 de nuestra Era Cristiana. se han empleado
medlns que la gente decente ha repudiado por slgloo y cómo han
pro:edido los que hablaron de justicia, corrección y respeto a la
personalidad humana.
El tema me lo han proporcionado quienes usaron de toda&
ll1s armas innobles imaginables para dañar mi honor, patriino-

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nio que más a.precia el que se levanta en el curso de su vida. y
despierta sin querer, envidias y resquemores.
Pese a la maldad, el empleo de tales armas no ha. surtido
efecto. La sana opinión pública que "no está constituida. por
cuatro o cinco que vociferan sino que radica en cien que callan"
me conoce a. través de décadas; sabe como trabajé por el en-
grandecimiento de Carabineros de Chile; conoce muy bien a
los que, por perjudicar a un hombre, desprestigiaron a toda una
Institución y sabe también de la calidad mora.l de mis detra~o-
res.
•Irrefutables pruebas documentales que exhibo, destruyen la
falacia y dejan en pie la verdad, sólo la verdad, y nada má.5
que la verdad.
JORGE ARDILES GALDAMES
General Director de Carabineros (R)

Cinco 2
..

MI NOMBRAMIENTO

Mi nombramiento como Director General de Ca-


rabineros de Chile fue una de las más grandes sor-
presas que me deparó el destino. Nunca me imaginé
que el Presidente Ibáñez, que recién asumía el poder,
iba a designarme para tal cargo; todo lo contrario,
estaba preparado para acogerme al retiro, pues ni
siquiera pensé que continuaría en el servicio. Un
alejamiento de las filas, en ese entonces, me parecía
lo más lógico. El grado de General obliga a servir
cargos de la exclusiva confianza del Presidente de la
República. El General señor Ibánez ni siquiera debía
acordarse de aquel Oficial de la Guardia de Palacio
que conociera en 1929. Desde 1931 que no me veía.
Jamás me había mezclado en política y ni siquiera
me había acercado a él cuando realizó su campaña
presidencial; otros se habían hecho presentes en esta
circunstancia.
No menos de diez candidatos, entre Generales y
Coroneles, postulaban al cargo máximo. Cada cual
más ap vh•inr-i.do. Los que parecían más seguros eran
dos: pJ ( ~, ,! r¡J Petronio Alvear Godoy, Director Sub-
roga,it.., ~ <1 Coronel Sr. Fernando Silva Molina, que
con a1gt.._ic1s habían organizado una intensa cam-
paña en su propio favor con el próposito de alentar

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esperanzas para esa parte de la oficialidad joven
que espera más movimiento en el escalafón.
El 12 de Noviembre de 1952, recibí un llamado
telefónico directamente del Ministerio del Interior,
ordenando que me presentara a las 16 horas. No me
sorprendió tal llamado; que esperaba de un momen-
to a otro. Al salir de mi casa dije a mi esposa: "Es
la última vez que me pongo uniforme; que me alis-
ten la ropa de civil para el regreso".
A la hora indicada fui recibido por el Minis-
tro señor Guillermo del Pedregal. No nos conocía-
mos. No me extrañó que me recibiera con amabili-
dad, pues le sabía gentil. A continuación de un
cordial saludo, me pasó un expediente y hubo de
interrumpir la iniciada presentación porque sonó
imperativamente el citófono. Tenía la certidumbre
que se trataba de firmar mi expediente de retiro;
¿qué otra cosa iba a ser el documento que ponía
en mis manos el Secretario de Estado? .
Quise evitar las protocolares sentidas explica-
ciones. Saqué mi lapicero dispuesto a firmar de in-
mediato el documento que suponía daría término a
mi carrera; pero, con verdadero asombro, me impu-
se de que no debía hacerlo, porque al final del pliego
aparecían las firmas del Jefe del Estado y del Mi-
nistro del ramo. Una mirada de reojo al borde su-
perior, casi me hizo perder el control. En el resu-
men se leía: "Nómbrase General Director de Cara-
bineros de Chile", en vez del "Llámase a retiro ...".
que yo esperaba.
Empecé a releer lentamente el documento, to-
davía en la creencia de un supuesto error; podía
habérsem~ entregado equivocadamente el expe-
diente de alguno de esos candidatos que, según el
decir del momento, "corrían el clásico General

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Director", prueba en que yo no corría . Aún duda-
ba de lo que por segunda vez leí. Era a mí a quién
nombraban Director General, cargo que, empleando
una frase ayer muy en boga, "nunca me había inte-
resado". Muchas veces así lo había expresado con
verdadera sinceridad, porque como ya he dicho,
estaba satisfecho y contento con sólo haber llegado
al grado de General .
Al día siguiente de haber asumido el ro.ando,
fui presentado por el Ministro a Su Excelencia. Le
agradecí el nombramiento y escuché su primera
recomendación: -"Carabineros está en sus manos.
Usted me responde de la Institución. Cuando algo
le merezca duda, consúlteme . Mi deseo es que los
Carabineros ni siquiera ,sean ibañistas y actúen
únicamente de acuerdo con los precetptos estable-
cidos en la Constitución y las leyes. Esta es su
máxima responsabilidad".
Creí necesario aclarar algo respecto de mi si-
tuación funcionaria y le pedí que me escuchara:
-Excelencia -le dije-, junto con agradecerle
esta designación, deseo darle a conocer tres puntos
que quizás no le hayan hecho saber sus colaborado-
res.
-¿ Cuáles son?
-Primero. Yo fui el único General en serv1c1r.
activo, de guarnición en Santiago, que no concurrí
a Doublé Almeyda para felicitarle cuando triunfó
en las urnas .
-No tiene importancia. ¿Cuál fue el motivo?
-Estimé que los hombres de uniforme no po-
dían anticiparse al término del proceso electoral y
debían esperar el fallo del Congreso Nacional. Cuan-
do por la prensa me impuse de que mis compañeros

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de grado lo habían hecho, entendí que había icto
demasiado lejos en mi legalismo; pero era tarde.
-Bien, ¿y el segundo?
-Jamás estuve a su lado en la campaña electo-
ral . Nunca intervine en política. En mi carrera me
dediqué solamente a ser policía.
-Por eso lo nombré. Hubo muchas recomenda-
ciones y muchos interesados. En su nombramiento
no ha influido nadie. Es obra de mi libre y espon-
tánea voluntad. ¿Y el último punto?
-Durante los seis años del Gobierno del Ex::<'-
lentísimo señor Gabriel González Videla fui Pre-
fecto Jefe de Santiago, cargo de la confianz'l del
Presidente de la República por ser el de mayor res-
ponsabilidad policial.
Por eso lo nombré, por su experiencia policial.
Sé que no se abanderizó con nadie . Fue leal con
Gabriel González y lo será conmigo.
Meses más tarde, el Presidente señor Ibáñez,
conversando sobre mi nombramiento de General
Director, expresó:
-"Habían como diez candidatos para el puesto.
Existían verdaderos Comités para cada uno de ellos.
A todos tenía que escuchar. Les agradecía el conse-
jo, y anotaba nombres en mi libretita negra. No sé
donde quedó al fin esa famosa libretita donde ap 1ln-
taba nombres y nombres. . . Así me evitaba muchísi-
mas molestias. Pedro tenía su candidato; Juan me
presentaba el suyo; Mamerto, al que debía ser. }:l
único que aparecía sin candidato a Director era yo
mismo. Llegado el momento, no saqué ,la libretita
y lo nombré a Ud. ¿Cómo se les ocurría que yo iba a
nombrar un General Director de Pedro, de Juan o de
Mamerto? De nombrar a alguno de ellos, éste que-
daría agradecido de quién lo recomendó y no de mí.

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Lo que yo necesitaba era nombrar un Director Gene-
ral de mi confianza y no de la de otros que no tenían
la responsabilidad en la elección . Cada recomendado
se sentía seguro porque estaba "anotado". El que
yo tenía anotado "in mente" desde el día del triunfo
electoral nadie me lo había recomendado, y ahí es-
taba Ud.".
El cargo de General Director es, repito, de exclu-
siva confianza del Presidente de la República. Yo
hacía el tercer lugar en el escalafón y, en consecuen-
cia los Generales señores Alvear y Collins, aunque
las disposiciones legales les permitían continuar en
el servicio, por delicadeza debían abandonar la Ins-
titución. CoUins lo hizo de inmediato; pero Alvear
deseaba continuar un tiempo más para completar
un requisito que le faltaba. Me preguntó el Minis-
tro del Interior si tenía algún inconveniente en
aceptar tal situación y le contesté que mi ánimo
era servir a mis compañeros. No quería que se per-
judicara en la pensión d.e retiro a nadie y en este
caso particular mi negativa habría significado al
General Alvear un 10 % menos del beneficio . Ade-
más, juzgué n ecesario concederle permiso para
ausentarse del cargo que había subrogado para
evitarle una situación desdorosa, porque, habiendo
sido mi superior, en la nueva situación quedaba co-
mo un subalterno. Y quedamos amigos, tan amigos,
"como antes, más que antes" ... pero sólo como en la
canción ... Más tarde, él sentiría el dolor de no ha-
ber sido General Director, y me culparía de ello, co-
mo si yo me hubiese interpuesto. En alguna forma
tenía que justificar su alejamiento. ¡Claro! No po-
día decir cual era la verdadera causa .
El nuevo puesto, por otros tan deseado, ya em-
pezaba a crearme enemistades.

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EMPIEZO A CONOCER EL OFICIO

Haber sido nombrado para el cargo y saberlo


todo el mundo fue una sola cosa. Para algo están las
radios y la prensa.
Quise inmediatamente empezar a planificar mi
acción. Quisieron también mis amigos felicitarme y
de dejar varios días únicamente para audiencias con
este objetivo, porque quienes, una u otra razón, me
conocían, habían pasado a ser "muy amigos míos"
y no podían dejar de estar a mi lado en tan feliz
oportunidad.
Conocía muy bien la vida funcionaria; había
observado 10 ocurrido a mis antecesores y tenía acu-
mulada bastante experiencia ajena.
¡Qué alegría de verme! ¡Qué acierto del Gene-
ral Ibáñez al haberme designado! ¡Era este nombra-
miento el mejor, el más justo de todos! Los apreto-
nes de manos y abrazos recibidos durante días y días,
verdaderamente me maltrataron, porque cada cual
quería ser más efusivo. ¡Cuántos habían augurado
el buen éxito del Teniente Ardiles! ¡Si al iniciarme
en las filas ya me perfilaba como un futuro Jefe!
Igual que a los Jefes de Estado, que de lactantes les
profetizaban la primera magistratura .
Poco a poco me fui dando cuenta que todos, en
una u otra forma, llegaban a las mismas tres conclu-
siones: primero, felicitarme de todo corazón; segun-
do darme sus consejos, porque, habiendo contribuido
con su granito de arena a mi ascenso, no deseaban
que me perdiera como X, quien perdió el cargo por
no haberle escuchado ( ¡Esa voz de la sabiduría y la
experiencia!); y tercero, la petición: una r eincorpo-

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ración, un mejoramiento de la pensión, nombra-
miento como profesor de cualquier cosa y, en mu-
chos casos, hasta su "recomendacioncita"' para
algún cargo de confianza en el gobierno. Ibá~z
tendría que acorrdarse de ellos, porque les debía la
Presidencia: habían votado por él .
Verdaderamente, este gran número de amigos
que tanto me estimaban constituía mi segunda sor-
presa. Nunca me había imaginado semejante pe-
netración en el campo de la amistad. Yo debía ser
de muy mala memoria, porque, en realidad, no eran
pocos a los que ignoraba el nombre y hasta me pa-
recía verlos por primera vez.
Cansado de recibir tanto homenaje a la amis-
tad, al final sonreía y contestaba automáticament~,
como esos actores que han representado muchas ve-
ces su papel en una repetida obra teatral. Agradecía
"con la misma sinceridad", mientras mi otro yo re-
cordaba a los Directores Generales que habían pasa-
do por la misma "feliz circunstancia" y esperaba
también el mismo final .
Un General en retiro llegó a i.a Ayudantía muy
apresurado, porrque tenía que cumplir de los prime-
ros y exigió al Mayor Iglesias que lo anunciara en el
acto. La oficina de éste estaba repleta por quienes
querían congratularme y, como queriendo hacer
notar por qué pedía prioridad, diJo en alta voz: "No
sabe lo que me alegra que hayan nombrado a Alvear;
es lo mejor que pueden haber hecho; es mi mejor
amigo, yo lo formé". Atónito, mi Ayudante le ad-
virtió entrecortado: "Mi General. .. parece que no
lo han informado bien. . . es mi General Ardiles el
nuevo Director ... " Acto continuo, el distinguido
visitante, en tono tan alto como empezara y como
quién dispara en el tiro al vuelo, le replicó: "Vaya,

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hombre, no importa. Ardiles es el más grande ami-
go mío. Puse mucho de mi parte para su designa-
ción".
¿ Y mis pocos y verdaderos amigos? Fueron sin
ostentación, los últimos en ir a saludarme. No me
dieren consejos ni me pidieron nada para ellos ni
sus parientes ni amistades. Pero al final, al térmi-
no del período, después de seis años, cuando ya no
tenía mando ni situación envidiable, cuando los
"amigos del Director General" desaparecieron, en-
tonces estuvieron a mi · lado otra vez. Estuvieron
todos, menos dos que cayeron en la jornada. . . Mi
ayudante, MaycJJ.· Alfredo Iglesias León y el General
Rodolfo Jeria Concha (QQ. EE. PP. DD.), a quienes
siempre recuerdo como verdaderos símbolos de la
amistad . Entregaron sus vidas cooperando con leal-
tad y aprecio para que lograra mi objetivo: el en-
grandecimiento institucional.

ESTADO DE SITUACION PROFESIONAL


Y ECONOMICO

No ingresé al serv1c10 policial como un fracasa-


do intelectual ni a "ganarme la vida de paco" por n0
tener otra parte donde lograr medios de subsisten-
cia. Lo hice única y exclusivamente llevado por la
vocación. Al ingresar ocupé el primer lugar entre 1
400 postulantes a 60 vacantes de Aspirantes a Ofi·
ciales. A los dos mes,es de ser Aspirante fui de-
signado Brigadier de mi curso y al término de éste,.

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egresé con la nota más alta d,e término medio anual
y también con la más alta del examen final.
Durante toda mi carrera obtuve uno de los dos
primeros lugares en los exámenes y cursos, salvo
cuando di examen de Teniente para Capitán en que
ocupé el tercero.
En 1951 me correspondió hacer el Curso de
Mayores, siendo Jefe del Escuadrón de Aspirantes a
Oficiales.
A todos los Jefes llamados a este Curso se les
liberó del mando de sus Unidades. Conmigo se hizo
una exc•cpción, so pretexto de que mi Unidad era la
más importante del país. Por su labor docente, no
podía improvisarse un reemplazante. Fui entonces
Jefe y alumno a la vez, lo que obligaba a concurrir
sin perjuicio de mis labores, a seü, horas diarias de
clases.
Para dirigir la instrucción, preparar un nuevo
Cuadro de Oficiales Instructores, disponer la marcha
administrativa y mantener la disciplina de mi Uni-
dad, debí concurrir y permanecer en el cuartel dia-
riamente, desde las 7 a las 19 horas. Sólo en la no-
che, restando horas al sueño, pude preparar los
certámenes que me correspondían al día siguiente
como alumno. Doce, catorce o quince horas diarias
de intensa labor no lograron quebrantarme, moral,
intelectual ni físicamente. Por algo me había for-
jado en dura escuela. Trabajé así, porque siendo
Jefe de un Curso de formación de Oficiales, no po-
día presentarme ante ellos ostentando una mediocre
nota final. Lejos de fracasar al término del curso,
obtuve el segundo lugar a escarns centésimos del
primero.
Cuando ingresé a la Policía en 1924, ya tenía
cuenta corriente en lo que es hoy el Banco del Es~

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tado, en ese entonces Caja Nacional de Ahorro, Su-
cursal Bandera.
Planificando mi futuro y pensando en el ma-
trimonio, antes que elegir esposa, adquirí un bien
raíz, aunque con fuerte deuda, y pasé a ser propieta-
rio de un inmueble ubicado en Avda. Francia.
En 1936, siendo Capitán, organicé con Oficiales
y Civiles de Carabineros, la compra de la mitad del
Fundo San José de la Estrella en la comuna de Flo-
rida. Cada uno de los agrupados quedamos con una
parcela de 53.000 mts. cuadrados, por la suma de
ochenta mil pesos.
En 1947, siendo 3.er Jefe de le Escuela, vendí
menos de la mitad de esa parcela en $ 550.000, va-
lor que unidos a préstamos y pequeñas economías
alcanzaron a la suma de $ 720.000, que me permi-
tieron construir un bungalow en Pedro León Ga-
llo 837, que habité mientras fui Prefecto Jefe de
Santiago y que vendí, en 1952, en $ 1.500.000, para
comprar el departamento en que actualmente vivo
Agustinas esquina de Mac Iver. Así ese terreno, cuyo
costo propc,rcional fue de $ 37.0C0 hoy EQ 37.-, a
través de operaciones realizadas en 26 años, se tor-
naron en EQ 50.000, que es el valor comercial actual
de los 157 mts. cuadrados que habito. El resto de
la parcela, que aún conservo en mi poder vale-
EQ 50.000.
En 1951, siendo Prefecto Jefe de Santiag-:),
adquirí, ,en Estado con Agustina, una oficina
de valor de $ 382.000. La pagué con un pie de $ 5.000
y letras mensuales de $ 8.000 que deducía de mi
sueldo de profesor de la Escuela. Actualizadas las
sumas resulta que esos $ 382.000 se han convertido
en S 12.000.000 que es el precio en que vendí el in-
mueble.

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Más adelante, explicaré cómo en 1957, formé
11na sociedad para construir doce departamentos er.
el Cerro Castillo de Viña del Mar, lo que mis difa-
madores llamaron "pompc;so edificio en el Cerro
Presidencial". Vendidos los departamentos y liqui-
dada la sociedad, los socios quedamos con una utili-
dad de un departamento cada uno, previa compen-
sación de $ 500.000. Vendido el mío en $ 7 .500.000,
compré otro que ac1I1servo, en el Edificio Couve.
Desde 1930, con el grado de Teniente, fui a la
vez, Profesor de la Escuela. Ello me proporcionó
otra renta aparte de mi sueldo de Oficial, que me
permitió pagar la deuda hipotecaria a largo plazo
y comprar un Ford que en ese tiempo costaba
$ 7.000 y se pagaban a dieciocho meses plazo. Hoy
esa "burra" todavía circula en Santiago.
Si se considera que por tener hogar constituido
más de treinta años, no necesité adquirir casi nada
nuevo mientras fui General; que por poseer depar-
tamento propio no pagaba arriendo; que para dos
personas -mi esposa y yo- disponíamos de un
sueldo de General Director y otro de Pro.tesar con
doce horas de clases semanales más las asignacio-
nes; que percibía además una renta por arrenda-
miento; que mis gastos sociales se pagaban, confor-
me a la ley, con Gastos de Representación; que dis-
ponía reglamentariamente de auto, bencina, chofer
y mozo con cargo fiscal; que en mi casa no se juega,
bebe ni fuma; puede deducirse que mis naturales
gastos personales eran ,escasísimos y, lógicamente
debía quedarme un fuerte remanente que nunca
expuse al azar de los naipes ni deposité en las ta-
quillas de los hipódromos sino ,en las cajas de los
bancos donde tengo Estados de Situación por más
de cuarenta años.

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Hago esta declaración de bienes porque al de.
jar el cargo mis detractores afirmaron, desde el
anonimato o desde el banco parlamentario con es--
cudo de inviolabilidad, que nada tenía al ingresar a
la Institución y salía enriquecido de ella.

LO QUE NO PUDE APRENDER

Nadie queda ni quedará contento mientras se


rolda a todos con el mismo cartabón. Hace falta
implantar una más estricta disciplina. Sí, efectiva-
mente y cuanto antes . ¡Hay que reaccionar! ¡Hay
que aplicar el reglamento a todos! Pero, el otro yo
neclama al instante: -Menos a mí-; las medidas
aplicables y los reglamentos son para los demás!
Si el rigor que se aconseja para otros, recae sobre el
consejero, convierte al jefe en un insensible, un dic-
tador, un déspota.
¿Falta de comprensión? ¿Excesos de sensibili-
dad? No y no; falta de lealtad consigo mismo; falta
de lealtad con el jefe. Estiman que éste debe consi-
derarlo amigo, en ese concepto tan alto que permite
hacer todo lo que se quiera a costas del "amigo",
que por tener una situación superior tiene también
superior obligación de tolerarlo y accederle en todo.
Por esos motivos buscan amigos con situación e:ir-
pectable. Para que los sirvan; porque si no es así,
¿para qué sirven los amigos?
¿Qué decir de los compadres? Cuántos son los
señores que hasta del bautizo de un recién nacido

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sacan provecho eligiéndole de antemano un podero-
so padrino. ¡Cuánto cuesta a un jefe evitar la cali-
dad de compadre! Porque, lamentablemente, hay
subordinados que, teniendo trescientos o cuatrocien-
tos compañeros de labores, en su jerarquía, no en-
cuentran uno a quien acercarse para lograr este
vínculo espiritual. Es el jefe superior quien reúne
todas las condiciones; ¡siempre e1 jefoe! Y claro que
las reúne, según su particular manera de pensar.
Conocí a un subalterno que tuvo tres compadres
Directores Generales. ¡Su esposa no le dio más hi-
jos ... !
Saber vivir ¡que sabiduría! Conocer el verdade-
ro sentido de la vida; pasarlo BENE. El negocio
consiste en que trabajen los tontos. Los "inteligen-
tes" ya encontrarán el modo de colocar el trabajo en
alto, muy en alto, en un concepto tan alto, que nun-
ca queda al alcance de ellos.
Jamás encontré nada difícil en mi carrera. He
vivido dedicado al estudio y éste ha sido mi más
grande .distracción. Pero hay algo que nunca he
podido aprender, por mucho interés que he puesto
en ello; saber vivir; vivir bien, pero a costa de lils
demás. Mi mayor orgullo ha tenido su origen en no
deber a nadie mis situaciones conquistadas; en no
haber solicitado jamás dinero prestado ni haber sa-
cado nunca provecho de la amistad.
Esta manera de ser me hizo surgir y, como le
ocurre a todo el que triunfa, fui objeto de simples
envidias primero y enemistades que se iban profun-
dizando, después, a medida y proporción de las si-
tuaciones conquistadas. Por más que comprendí a
tiempo, no pude reaccionar; era indispensable tener
amigos, servirlos, adularlos y mentirles. Si alguna
medida tenía que tomar y molestaba a otro, había

23
,que llamarlo y echarle la culpa a los subalternos que
dieron cuenta del hecho ilícito; si se trataba de un
llamado a retiro, necesariamente había que culpar 1
al Presidente de la República. Así no se crean ene-
mistades aunque la conciencia nos grite día y no-
che: -¡Sucios, desleales, indignos!
Repito, nunca pude aprender esas lecciones de
la "vida" . Cansado ya de los "masters" que desea-
ban me amoldara a las sinuooas trayectorias que tan
buenos resultados les había dado, terminé por con-
testar siempre: -si son tantos los enemigos que me
ha creado el cumplimiento de este ingrato deber de
jefe, no importa que Zutano se enoje y se convierta
en adversario; lo interesante es que mi conciencia
esté tranquila-. Por último, agregaba: -los lar-
gos años de mando me han acarreado tantos ene-
migos gratuitos que uno más, ni siquiera se va a
notar.
"En el tiránico mandato del General Jorge
Ardiles Galdames es cuando más oficiales fue-
ron eliminados del servicio" . Esto realmente es im-
presionante y debo reconocer que es la verdad; pero
sólo una parte de la verdad, pues mis detractores
ocultan algo que no les conviene decir: si mi coman-
do fue de seis años, lógico es que haya tenido que
llamar a retiro seis veces más Oficiales que los Di-
rectores que ocuparon el cargo sólo un año.
El General Queirolo, mi detractor, en seis años
eliminó escalafones completos de Generales y Coro-
neles favoreciendo a determinados J1efes que ascen-
dieron de Mayor a General en menos de cuatro años.
Y esto costará, anualmente, centenare:3 et:: millones
de pesos al erario nacional. .
¿Qué fui injusto? ... Allí están las hojas de vida
de cada uno de ellos donde se registran vergonzosas

24
anotaciones por faltas que en su oportunidad debie-
ron haber originado la eliminación; pero tuve que
cargar con esto porque quienes vivieron sirviendo a
políticos de mala clase, que se mezclan en a:suntos
privados de las instituciones para su provecho elec-
toral, no cumplieron su deber. Así coseché también
enemistades a dos lados; el político que vio fru ;tra-
ctos sus propósitos y sintió menoscabado su prestigio
de "arréglalo todo", y el Jefe que, por politiquero,
hubo de abandonar las filas .
Es que no aprendí a "vivir". No debía mi puesto
sino a quien me dispensó su confianza nombrándome
para el cargo y a la Institución en que me forjé y en
que escalé los grados uno a uno hasta llegar a la cús-
pide . Mi sano propósito me llevaría sólo a servir con
lealtad a Carabineros y al Gobierno. A!sí serví seis
años en el período del Excelentísimo Sr. Gabriel Gon-
zález Videla, como Prefecto Jefe de Santiago y así
serví también al Fundador de Carabineros, Excelen-
tísimo Sr. General don Carlos Ibáñez del Campo. Es
el único caso en Carabineros en que un Jefe sirve dos
períodos presidenciales de Iíneas totalmente opuestqs.
El reconocimiento a mi de:::idt'da lealtad, públi ~a-
mente expresado, es mi máxima satisfacción.

SEIS ANOS

Durante los seis años del período Ibáñez, con


motivo c1el aniversario de Carabineros. se destacó a
la Institución como única en .su género. En todo el
conglomerado social chileno, durante ese lapso, se
habló de su eficiencia y corrección. En las Embaja-

25
das acreditadas ante La Moneda sólo se oían expre-
siones de afecto y consideración hacia la policía
uniformada chilena. Desde el extranjero se admiró
su organización: Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador,
Guatemala, República Dominicana y Uruguay, en-
viaron Jefes y Oficiales a estudiar en nuestra Escue-
la Institucional. De otros países pidiieron misiones
para que organizaran o cooperaran en la reorgani-
zación de sus policías .
Los Embajadores, personalmente, después de
presentar sus credenciales ante La Moneda, al hacer
sus visitas a las máximaJs autoridades nacionales,
concurrían al Gabinete del General Director a salu-
darle. No hubo fiesta social en las Embajadas a la
que no fuera invitado •el General Director.
Como nunca antes lo había hecho, la Universi-
dad de Chile, en su Salón de Honor, rindió un Ho-
menaje a Carabineros exaltando su labor.
El General Director, con preferencia sobre otras
autoridades, era diariamente recibido por el Presi-
dente de la República, aún fuera de las horas de
oficina.
Diferendos en entidades sociales, gremiales o par-
,ticulares fueron muchas veces, a 'petición de las
partes, sometidos a la consideración o arbitraje del
Jefe máximo de Carabineros.
El Presidente de la República y los más selec-
tos Ministros de Estado depositaron en mí su más
amplia confianza, porque nunca l1evé problemas pa-
ra resolver; siempre los llevé resueltos o con una
solución que generalmente, me fue aceptada .
Cuanto reclamo hubo fue desvirtuado, docu-
mentado y personalmente ante la autoridad y los
<que se sentían afectados.
Llegó el día cero; 4 de septiembre de 1958.

26
Elecciones presidenciales. Triunfó el Sr. Jorg,e Ales-
sandri Rodrígueiz. Había que hacer méri,tos ante
éste y a costa del régimen que terminaría en doo
meses más. Los que nada podían ,exhibir, los que en
el período preeleccionario estuvieron junto a los tres
candidatos con mayores posibilidades, para así te-
ner la seguridad de no perder, usaron el recurso
siempre empleado por los incapaces: desprestigiar
el pasado régimen, calumniando a sus colaborado-
res.
Los órganos de publicidad --obedientes a los
órganos digestivos--, cooperaron en esa tarea. Los que
antes más azotaron al candidato triunfante cambia-
ron violentamente de frente. Como siempre, olvida-
ron a los vencidos y a quienes sirvieron a medida
de la paga. No tuvieron la capacidad de realizar
una campaña digna en favor de quien salió elegido.
Nada más fácil que enlodar a los que sirvieron con
lealtad al Presidente Ibáñez. Nadie les defendería
ni facilitaría los medios para hacerlo, máxime si se
trataba de hombres sin partido político como el
General Ardiles .
Ibáñez fue el fundador de Carabineros de Chile.
Concibió la idea de fusionar la antigua policía, que
servía en las ciudades, con Carabineros, que era una
policía rural con carácter militar. Concibió la idea
porque, siendo Jefe de Ejército, conoció ambas ins-
tituciones al desempeñarse en comisión como Direc-
tor de la Escuela de Carabineros una vez y Prefecto
de Policía de !quique, en otra.
La fusión materializó uno de los mejores proyec-
tos de su primer período presidencial. Así se recono-
ce en el mundo entero. Sus más recalcitrantes ene-
migos, ante la imposibilidad de destruir su obra,
tuvieren que aceptarlo.

27
Carabine,ros de Chile, con su dotación aproxi-
mada a los 20.000 hombres, sentía el peso de su res-
ponsabilidad y a grandes pasos agigantaba su pres-
tigio. Se agigantaba así también el nombre del
Fundador, el General Ibáñez, y ello, políticamente
era inaceptable. Como no podía hacerse nada contra
la Institución, se me acusó como Jef.e máximo. Blan-
co de las más ab ,urdas acusaciones, no pude con-
0

testar porque los medios materiales estaban dedica-


dos exclusivamente a alabar a los actuales y enlodar
a los pasados. Unos, temk•ron que la Papelera les
quitara la materia prima y otros, económicamente
timoratos, que los privaran de los avisos. Aquéllos
que antes habían elogiado públicamente mi situa-
ción, ahora me aconsejaban esperar una mejor opor-
tunidad ...
Hubo un gran número de amigos que día a día
llegaban a mi casa trayendo con su presencia ese es-
tímulo que necesita la víctima. El servicio policial
que controlaba mi hogar -movimiento de visitas y
llamadas telefónicas -informab1 sobre qui-enes ve-
nían . Mis amigos en servicio, de una u otra reparti-
ción, me comunicaban, a su vez, las novedades dia-
rias, siempre exageradas, dadas por mis vigilantes.
Todo esto lo esperaba . Lo no ,esperado fue que
algunos Generales de Carabineros en retiro, con el
propósito de conseguir migajas del nuevo régimen,
también cooperaban en el d,esprestigio hacia la Ins-
titución que les permitió llegar a ese grado. Si bien
sus calumnias las dirigieron hacia mi persona, ello
no significaba que Carabinero3 iba a quedar inmacu-
lado. Yo había sido el Jefe máximo y, consecuencial-
mente, parte integrante de la Institución. Cuando
-se desprestigia al jefe del hogar, no queda bien éste
ni tampoco su familia .

28
Tan pronto asumió el nuevo Jefe de Estado, es-
tos señores Generale.,, se vbtieron con sus unifonne~
y visitaron La Moneda para ponerse a las órdenes del
Primer Mandatario. Todavía ríen quienes les vieron
llegar a la Casa de Toesca, con sus desajustadas y
descoloridas tenidas, comparándolas con personajes
de zarzuela arrancados de la escena. Lo que no era
para la risa -sino tristz- era su actitud. Llegaban
para hacer notar el estado de corrupción en que se
encentraba Carabineros, bajo mi mando y repetían
todo lo que decía esa prensa que ellos mismos mal-
informaran. Podía reincorporarse alguno de ellos y
éste llamaría al servicio a los otros . Espléndida
oportunidad en un cambio de gobierno. Hablaron
de cerrupción sin reparar que en mi mando jamás
se ocupó a Carabineros en nada ilegal. En otros
períodos, torpes colaboradores de un régimen ·'usa-
ron" a la policía en hechos vergonzosos, como •~l
"asalto y destrucción" de "La Opinión", la incine-
ración de "Topaze", el asalto en el Congreso Nado-
nal, en que fueron cobardemente agredidos algunos
parlamentarios, entre ellos al entonces Senador Sr.
Gabriel Gonzá10z Videla, que más tarde llegar1 a ser
Presidente de la República. Esto no 10 recordaron
aqu<>llos viejos servidores, o lo silenciaron porque ve-
nían a cobrar su segunda cuota ...
Un General calvo y sordo, con casi dos déemlas
de retiro, pretendía la Dirección General e la Di-
rección de Investigaciones o una Subsecretaria. de
Policía o ... cualquiera cosa, lo q1w fuer:i .. . ; pero
con remuneración compatible con la pensión de re-
tiro. La cuestión era sacrificarse. No impori;aba que
su sordera lo obligara a usar una mano semiexten-
dida para ampliar el pabellón de su oreja. Todavía
ronda que ronda por allí tan desinteresado como in-
fortunado personaje.
29
¿Y el corrompido régimen pasado? ¿Y el corrom-
pido mando del General Ardiles? De todo 10 que és-
tos afirmaron nada se atrevieron a firmar . Hay
diferencia entre afirmar y firmar, como la hay entre
servir y servil. Y nada, pese a los medi:>s arbitrarios
empleados, absolutamente nada se estableció. En
los procesos militares fui dejado en libertad incon-
dicional y ni siquiera considerado dentro de las pre-
sunciones de culpabilidad. Llamarc!'l a retiro a mu-
chos Jefes y Oficiales acusados de ·'ardilistas'' porque
no quisieron calumniarme. Alguna vez se reparará
tanta injusticia cometida en nombre 'de la austeri-
dad . . .
La permanencia en la Direcr.::in General me
obligó a eliminar funcionarios que t:!arecían de valer
profesional o no poseían ese mínimum de condiciones
morales indispensables para desempeñar las delica-
das funciones policiales. Muchos de ellos fueron in-
sistentemente defendidos por particulares o parla-
mentarios que atribuyeron falta de justicia a mi.3
resoluciones, con las que tronchaba la canera a fun-
cionarios reconocidos, en determinados circules, co-
mo excelentes personas.
Ante tales cargos, siempre empecé por preguntar:
¿defiende Ud. al amigo o al funcionario? Si se trata
de defend-er al amigo, agregaba, debo, hacerle notar·
que Carabineros no se forma a ba:se de buenas amis-
tades, por muy buenas que éstas sean. Con buenas
personas se puede ir a todas partes, menos a una
Institución donde se requiere, bonhomía aparte, de
una bien sentida vocación y de acentuadas virtudes
que, a veces, no son indispensables en la vida particu-
lar. Su defendido puede indudablemente, ser un
excelente y leal amigo suyo; pero nada más . La co-
lectividad a que estamos consagrados necesita de

30
hombres que la hagan sentirse segura; de elementos-
que se entreguen por completo a Ja carrera que han
,abrazado; que hayan llegado a sus filas impulsados
por una vocación que los lleve a servir a todos, i,in
distinción de credos, doctrinas, fortuna o posición
social. Para ganarse el pan de cada día, hay tant·is
otras actividades donde con un menor esfuerzo y me-
nos exigencia.s, se obtienen mejores utilidades .
Ligerezas toleradas en los civiles son repudiadas
por estos mismos cuando las observan en un uni-
formado. Los particulares que se reúnen en una ca-
sa de dudosa reputación, critican acremente al uni-
formado que también llega hasta allí al impulso de
las mismas debilidades. ¿No sintió Ud., pena alguna
vez, al imponerse de la mala vida privada de un
Oficial? ¿No comentó con dureza el comportamiento
'Cle la esposa de algún mi·embro de las fuerzas unifor-
mada.s? ¿No criticó a los Jefes de la Institución por
permitir que sus subalternos vistieran mal o se pa.sea-
1

ran con damas que sólo tenían el aspecto de tales?


En cambio, ¡cuántas cosas debe silenciar el Jefe!
Silencio de padre de familia que vela por el honor
de los suyos. Silencio que aprovecha el desleal para
calumniar al Jefe que decidió 'S U eliminación. Ante
el dolor de callar, el ardor en calumniar.
Continuaba diciendo a tan generoso interlocu-
tor: -Si defiende al funcionario, le encarezco que .
me explique: ¿posee Ud. conocimientos profesionales
que le permitan calificar a un policía de carrera?
¿Dónde obtuvo Ud. esa preparación legal, reglamen-
taria, administrativa o militar que le permitan reba·
tir un concepto formado a través de años de servicios
reflejados en innúmeras calificaciones confeccionadas
por los superiores jerárquicos que intervienen en la
formación y selección de los Jefes y Oficiales?

31
La respuesta fue casi siempre la misma: -Yo
pretendo servir al amigo . Soy amigo de verdad; en
la buena o en la mala fortuna . Soy amigo de los
amigos.
Era imposible conciliar ese profundo sentido de
la amistad del defensor con la responsabilidad que
pesaba sobre mis hombros. El defendía al amigo. Yo
defendía a la Institución que se me había confiado.
Defendiendo a Carabineros, defendía a esa sociedad
que descansa en la rectitud y eficiencia policial.
Estas frecuentes intervenciones no me molesta-
ban. Sabía recitar mi parte mientras pensaba en
otros problemas de urgencia que debía resolver. Los
hijo,; de esta tierra somos incontroladamente gene-
rosos. Dotados de un amplio y profundo sentido de la
amistad no podemos permanecer quietos ante la ne-
cesidad del amigo. A menudo podemos escuchar:
¡Dios mío! ¿Por qué no me habías dicho que necesi-
tabas ese dinero? Te arreglaré de inmediato la situa-
ción. Te presentaré a quien te lo va a facilitar. Es
hombre de plata y se la puede. ¡Vamos!
Es que los chilenos somos así. D~ fuertes impul-
sos, de vigorosos arranques. No podemos ver en situa-
ción difícil a nadie. Jamás sale un "no" de nuestros
labios. Siempre listos para ofrecer ayuda; pero siem-
pre que haya "algún amigo" que salve la situación,
porque los peso.s no saldrán de nuestro bolsillo ...
¡que los largue "el otro" .. !
Más de algún Diputado me acusó de intransi-
gente; otros sencillamente me llama.ron tiranuelo
que manejaba a mi antojo la Institución. Si hubiese
hecho cuanto ellos pedían, para servir a sus corre-
ligionarios sin importarme Carabineros, también ha-
bría conquistado espléndidos amigos y no me habrían
atacado en la Cámara, al amparo del fuero parla-

32
mentario. Me habría constituido en una gran per-
sona; pero la Institución habría .sido indirectamente
manejada por intrusos que sólo pretendían ese pro-
vecho personal transitcrio que s-e traduce en bien
disimulado apoyo electoral.
Fui apolítico en toda la amplitud de la palabra.
Relegué hasta mi calidad de ciudadano elector para
sentirme con la más absoluta independencia. Para
muchos, ese fue el gran error que me privó de Par-
tido que me defendiera cuando arreciaron los ata-
ques en mi contra. No rechazaba ni odiaba a los
políticos, como falsamente se afirmó. Rechazo y odio
a los politiqueros, lo que es muy diferente. Los po-
líticos de verdad nunca me solicitaron nada que no
fuera justo o enteramente legal. Respetaron a Cara-
bineros y jamás se inmiscuyeron en sus asuntos in-
ternos. Sólo actuaron en el orden institucional y no
personal. De eso, aún les estoy agradecido.
No todos los que alejé de Carabineros fueron
malos elementos. Tenía la ineludible obligación de
dar movimiento al escalafón. Los Oficiales perma-
necían largos años en sus grados sin esperanzas de
ascender a pesar de haber cumplido sobradamente
sus requisitos. Se quejaban, y con razón, de la "falta
de tiraje a la chimenea". Los Coroneles, próximos a
cumplir 30 años de servicios, representaban la nin-
guna perspectiva de llegar al Generalato, común
aspiración. Deseaban retirarse con el más alto grado
y la mayor renta. Casi sin excepción juraban ante
sus compañeros que apenas obtuvieran el grado se
recogerían a cuarteles de invierno. "Por compañe-
rismo me iré, aunque me rueguen para que siga en
las filas", "sería inmoral perjudicar a mis compañe-
ros después de haber logrado todos los beneficios
previsionales", "estoy cansado y quiero irme", "sólo

33
Cinco 3
espero •el ascenso a General". Expresaban lo que no
sentían o bien no alcanzaban a comprender que en
una carrera, dentro de su justa proporción, tiene
tanta importancia la Institución como el individuo y
que siempre están íntimamente ligados el interés
personal y el institucional. Muchos sabían tan sólo
de su deseo de ascender.
Los responsables de la marcha institucional
siempre tienen por delante el difícil y complicado
dilema: la institución y el individuo. El escalafón
necesita movimiento para dar carrera a la Oficialidad
y la Institución requiere de una meditada renova-
ción de valores que la Ueve en marcha ascendente por
el camino de la perfección.
Para los Jefes, el problema es bastante difícil.
Para los intrusos, e3 bien fácil. ¿Por qué no asciende
a Merengano, que es mi amigo? Nada le cuesta hacer-
lo; para eso es Ud . el Jefe. Con lanzar a la calle a
los tres que le anteceden en el escalafón. . . ¡listo!,
asciende ¡al tiro! Más de una señora, candoros:a.-
mente intervenía: ¿Por qué no a scienden a fulanito
que es tan simpático ... y de tan buena figura?
Alejar, indiscriminadamente, a los que cumplían
tres decenios d•e servicios, significaba perder ese ba-
gaje de experiencia adquirida a través de años y años
de penetración en una actividad de por si compleja;
era dejar, prácticamente debilitadas las Jefaturas; a
los subalternos sin buenos conductores; y, a la sacie--
dad, a causa de esa ineptitud, pagando los errores
policiales que tantas víctimas inocentes han cau-
sado. Un "carrerón", en v•ez de una mesurada ca-
rrera, trae siempre malas consecuencias. Mayores,
recién ascendidos en 1958, y exaltados, en poco más
de dos años al grado de Coronel, no pueden adquirir
calidad policial y, por eso, las responsabilidades del

34
servicio se eluden y van a caer en manos subalternas
e inexpertas .
Las calificaciones nunca dieron el fruto espera-
do porque mucho•s calificadores, carentes de perso-
nalidad, que se cubrían de un tupido manto de falso
c-::mpañerismo, estampaban conceptos que en el fon-
do no variaban. Los adjetivos señalaban, así, por
igual, a todos sus subalternos como de óptima cali-
dad profesional.
Se cambió el modo de operar, modificando el re-
glamento; pero fue en vano. Lo•s "buenos Jefes", "las
buenas personas", no deseaban crearse enemistades .
Mientras tanto una oficialidad inquieta por su carre-
ra, tan ligada al aspecto económico, continuaba
"marcando el paso". Los grados permanecían estag-
nados mientras los años corrían veloces.
No deseaba, por otra parte, aumentar exagerada-
mente el presupuesto previsional de la Nación con ju-
bilados de 48 o menos años de edad, que, por su
preparación y valer, podían continuar sirviendo en
vez de ir a aumentar la legión de los que, prematu-
ramente, pasan a constituir una pesada carga eco-
nómica y social para el país.
Sin perjuicio d~ eliminarse a los manifiestamente
deficientes, se llamó a retiro, paulatinamente, a aqué-
llos que, considerados solamente satisfactorios, ha-
bían cumplido el tiempo reglamentario. Se dejó por
un tiempo más a otros que la Junta de Generales
recomendó como mejores.
Sucedió, entonces, lo que yo esperaba. No en
vano conocía a los hombres con quienes tanto tiem-
po conviví.
Al solicitar su expediente de retiro a los que
debían alejarse, olvidaban ese espíritu de compañe~
rismo de que tanto habían alardeado. No recorda-

35
ban sus promesas de corrillos ni deseaban recordar
que el grado que ostentaban era la consecuencia de
igual medida. antes adoptada con otros que también
hubieron de irse para dejar la vacante por ellos tan
ansiada. Mi resolución cuando fue aplicada a otros,
e iba en beneficio del presente, era una excelente
medida. Era yo, así, "sabio, justo e inteligente";
"nunca antes Carabineros estuvo mejor regido". Sin
ambajes, unos me 10 aseguraban personalmente;
otros. menos audaces, me lo escribieron. No faltó el
"ducho" que lo dijera en voz alta, ante mis Ayudan-
tes, para que éstos hicieran de caja de resonancia.
Para mis adentros, sonreía porque comprendía que
cuando les correspondiera el turno de alejarse del
servicio, sus halagos se trocarían. como siempre, en
recriminaciones. No me cabía duda; en esa regla no
hay excepción.
Exactamente, así ocurría al hacérseles la notifi-
cación algunos meses más tarde. Se sentían descon-
solados ante tanta incomprensión; nunca habían
creído que iba a tomar tal medida con ellos. ¡Si eran
tan jóvenes y capaces! ¡Qué injusticia más atroz!
¡Qué tiranía más insoportable! Se retiraban indig-
nados. Ya llegaría el momento en que les rindiera
cuenta. ¡En la Caja d,e Previsión, en ese valle de Jo-
safat, me encontrarían!
Cuántas expresiones parecidas eran lanzadas en
círculos de mis amistades. A mí, personalmente,
nunca nada me dijeron, por dos razones: la prime-
. ra porque no podían engañar a su conciencia y las
expresiones habrían aflorado en falsete, o bien, no
habrían tenido frases para responder a las pregun-
tas que justificaban mi actitud; y la segunda porque
deseaban aprovechar hasta el último: "Mi General,
tan leal que he sido con Ud. y seguiré siéndolo

36
toda la vida, ¿por qué no me hace el favor de dejar-
me unos días el auto fiscal para poder arreglar al-
gunos asuntos personales pendientes? ¿Y, no deja-
ría también a1 chofer, por igual tiempo, a mi dispo-
sición ?"
Era ilegal y antirreglamentario lo que pedían.
Lo sabíamos ellos y yo. Accedí siempre a tal~s pe-
ticiones porque no tenía animosidad alguna contra
nadie como nunca la he tenido.
Ante esa actitud condescendiente de mi parte,
algunos creyeron que esos Jefes se irían agradecidos.
Les daba conocer mí triste experiencia: "no agra-
decerán nada". En su afán de edimular, insistían
y agregaban: "al menos sus familias le quedarán re-
conocidos". No podía menos que finalizar: "nadie
agradecerá nada; hasta sus hijos sentirán ese ale-
jamiento de las filas; a ellos no les contarán los
servicios recibidos sino el supuesto mal causado".
Bastante bien les conocía. Los mal nacidos, que des-
graciadamente no son pocos, ignoran lo que es gra-
titud. Tienen buena memoria para recordar 10s ser-
vicios que solicitaron y no recibieron; pésima para
retener los beneficios de que fueron objeto. Por eso
es que resulta extraño oír hablar bien de alguien
que tuvo jefatura a su cargo.
Hablé de los que se iban indignados porque "se
les alejaba después de 30 años de s·ervicios a la Pa-
tria" y que "siendo tan jóvenes, la Institución tanto
esperaba y necesitaba de ellos". Las mismas frases
que se escuchan en el Cementerio; pero con una
diferencia: en el camposanto se las dicen piadosa-
mente a los muertos; en el retiro, son los muerto.3
institucionales las que así gritan.
Me referiré, ahora, a los que, por creérseles ne-
cesarios, continuaban un tiempo más en el mando.

37
Al ser notificados de tan favorable nueva, lo agra-
decían emocionadamente y más de alguna vez me
pidieron aceptara su estrecho abrazo porque no po-
dían contener tan gratos sentimientos para quizn
"los había distinguido". Esta escena ocurría en el
interior de mi oficina. Al ctro lado de la puerta en
las Oficinas de los Ayudantes, exclamaban: "Creía
que el Director me llamaba para pedirme el expe-
diente de retiro y me preparabn. para descansar .
¡No fue como lo esperaba! No quiere dar curso a mi
expediente. Me exige que continúe porque estima
indispensable mi permanencia para que coopere en
el nuevo plan que va a iniciar. ¡Como si no tuviera
derecho a reposar después de tantos y tan sacrifi-
cados años de trabajo!"
Los que esto escuchaban, al repetir sus pala-
bras en los Casinos de las Unidades, lo hacían con su
agregado de rigor: "Mi General rechazó el expedien-
te de retiro a otro Jefe, como si nosotros no nece-
sitáramos esa vacante para ascender". Cumplíanse,
así, los deseos del "leal" colaborador a quien se de-
jaba en servicio por un lapso más. De esta manera
sus subalternos sabían que él "no se apernaba" que
era yo quien le "exigía la permanencia en el cargo";
era yo quien obstaculii..zaba la carrera de los Ofi-
ciales.
La segunda parte de esta comedia, no es meno.,
sorprendente. Casi en su totalidad, los Jefes que,
cumplidos los treinta años, no se iban de la Institu-
ción para que ésta aprovechara su experiencia, ener-
gías, espíritu de sacrificio, etc., etc . en improvisado
discurso exponían sus más caros propósitos de seguir
laborando por la grandeza de Carabineros; pero ... ,
el "pero" de siempre; las mejores intenciones son las
más fugaces. A corto plazo olvidaban totalmente

38
tan nobles sentimientos para con la colectividad.
Apremiados por la lentitud de su "extraordinaria la-
bor", afloraba, delante de sus subalternos, _bien am-
plio el diapasón, ese otro yo que durante treinta
años viviera acurrucado en un rinconcito de aden-
tro. Había que escucharlos: "¿Y, qué? ¿Acaso no
comprenden que ya debía estar en mi casa cobrando
la pensión completa? ¿No saben que tengo derecho
a retiro con sueldo íntegro y reajustable? ¿No ven
que le estoy trabajando gratis al Fisco? ¿Hasta
cuándo me. . . sacrifican? A mí, el Director, me tiene
a la fuerza. ¡Lo que es yo, deseo irme!"
Tremenda comprensión, me obligaba a llamar-
le a mi oficina; ahora para pedirle que preparara su
retiro. La muletilla se oiría de nuevo: ¡Me echa!
¡Nuestra carrera está en manos del Tirano! ¡Hace
lo que quiere! ¡Noo estruja como a un limón! y
cuando no nos puede sacar más jugo, nos bota al
tarro baisurero: ¡a retiro!
Las almas nobles siempre se juntan. Parodiando
podríamos asegurar que "los perversos siempre se
juntan". Bien saben éstos que, conocidos por los
demás, nada podrían hacer si no se agrupan y bus-
can aliados para perseguir sus innobles objetivos.
Empiezan su tarea impuesta por ese innato deseo de
causar mal y que ocultaron mientras pertenecían
a una institución que los encuadraba en un marco
de disciplina moral y espiritual. Alejados de ella, jun-
to con sacarse el uniforme, salió con éste la aparente
corrección mantenida a costa del temor a la sanción
disciplinaria . La contextura moral o espiritual que
exhibían era falsa o muy débil y no resistió el cambio,
como no resiste el mal estuco que cae al menor mo-
vimiento sísmico, d~jando al descubierto el material
innoble de la construcción.

39
Se reúnen y destilan odio por lo que otro alcanzó
y no por lo que ellos mismos debieron lograr si hu-
biesen mantenido un orden en su vida. Unos mien-
ten de exclusiva mala fe; otros, mentecatos, expresan
lo que se imaginan; lo que ellos habrían hecho si
hubiec;en llegado al poder máximo.
Ciertos insanos ven en las personas deforma-
ciones que difieren de lo real a tal extremo que con-
funden a sus padres con animales feroces. Estos
enajenados, que tienen toda la apariencia de norma-
les, son los más temibles dentro de la sociedad. Un
resentimiento los mantiene siempre a )a ofensiva. Si
se les brinda amistad, ellos con~ideran cada uno de
nuestros actos como disimulado halago o reconoci-
mient:::, para enrrostrarnos --cuando sean nuestros
enemig::s- cuanta acción generosa nuestra, vieron
deformada a través del cristal convexo de su enfermi-
za mentalidad. Si les invitamos a almorzar, al probar
los alimentos estarán preguntándose de dónde saca
un:, dinero para comer tan bien; su mente deformada
les dirá que estamos robando. Si como Jefes debe-
mos hacer alguna adquisición, es imposible que no
aflore en su mente una "comisión" de un diez por
ciento, a lo menos. Si compramcs lo de menor precio
lo hicimos porque, al adquirir lo más malo, nos que-
dó una suculenta diferencia; si lo de mayor preci-o,
no reparan en la calidad y afirmarán que existe
diferencia fraudul~mta a nuestro favor. No hay for-
ma de convencerlos de nuestra corrección; su defec-
tuosa moral hará que nos interpreten como ellos se
ven cuando introspectivamente se analizan.
De estos insanos estamos siempr,e rodeados. Los
he visto en varios cambios de gobierno. Tan pronto se
conoce el n cmbre del candidato triunfante, allí están

40
cerca de él para servirlo, para ser útiles al país en
esa depuración tan indispensable de realizar. Ellos
proporcionarán los más "verídicos" informes para
tan laudable tarea. ¿Quién como ellos, honestos y
capaces -funestos y rapaces-, eliminados en ese
corrompido período que acaba de extinguirse y que
ha sido el peor de todos? Saben bien que los gober-
nantes no conocen ni pueden conocer a todos y cada
uno de los funcionarios del anterior gobierno o a los
que postulan a algún cargo en las vacantes que se
producirán en la tarea política. Lo escuché y pre-
sencié en seis cambios de gobierno y esperaba no ser
ajeno a estas persecuciones. Por ello la tranquilidad
con que esperé y afronté los procesos. Pude haber
salido al extranjero antes del término del período del
señor Ibáñez y haberme evitado las molestias; no 10
quise. Consideré indigno de un General no afrontar
las responsabilidades y me quedé en el país. Ningún
juez más severo que mi propia conciencia y de ella
fue el primer fallo absolutorio que recibí.
Recuérdese que antes de asumir el General
Ibáñez la primera magistratura ya había estructu-
rado un tribunal de probidad que no alcanzó a esta-
blecer nada porque "mi General", ante tanto acusa-
dor gratuito, manifestó que le repugnaba ver a
individuos, al parecer decentes, convertidos en irres-
ponsables denunciantes a trueque de un puesto
donde hurgarían todo el régimen anterior· p<?ro que
cuando se les pedía que entregaran su acusación ba-
jo firma para responder a los cargos, se negétban muy
disiinuladamente y desviaban el tema con tuda habi-
lidad. Más de una vez oí decir al Presidente Ibáñez:
"Gobernaré para adelante y no para atrás. . . Es la
historia la llamada a hacer justicia cuando analiza
los actos de gobernantes y sus colaboradores".

41

Cinco 4
Uno de áws, pulcros en el vestir, aunque in-
mundos en su interior, pasó al gabinete del Presi-
dente Ibáñez. Era ese tipo de personaje que no tra-
baja en nada y siempre merodea por La Moneda en
busca de una situación, nunca para él sino para los
amigos, siempre para los amigos . . . Sus primeras
palabras, naturalmente, fueron de alabanza hacia el
aspecto saludable de S. E. para, en seguida, empezar
a denigrar a su antecesor, el señor González Videla.
No bien hubo iniciado el tema cuando el General, con
paternal severidad, le dijo: "No "pele" a González
Videla porque le parece mal a Ardiles", y dirigiéndo-
se a mí, agregó: "¿No es así, Ardiles?". "Efectiva-
mente, mi General, así ,es. El Sr. González Videla
depositó seis años su confianza en mí, manteniéndo-
me como Prefecto Jefe de Santiago". Y el entonces
casi octogenario gobernante, con esa saludable filo-
sofía de los años, inspiradora de todos sus actos,
colocándome la mano sobre el hombro, dió término
al diálogo diciendo: "¡A mí, tampoco me agrada!
Lo comprendo, Ardiles". Y dando la mano al visi-
tante y a mí, nos despidió. El reptil no alcanzó a
morder; pero recibió una lección. Yo sentí una
satisfacción profunda.
¡Pobre palacio de La Moneda! Lo conozco en su
interior desde 1929, en que era Oficial de su Guar-
dia. Viví en él observando y callando.
Sé como alli se miente para atacar al enemigo,
al jefe honesto con el cual muchos no pueden servir
y cómo se miente para favorecer a quien se desea
pagar un servicio o se necesita sobornar.

42
MI RETIRO

Conocido el resultado de las últimas elecciones


presidenciales, fui llamado al día siguiente al gabi-
nete de trabajo del Presidente Ibáñez, quien me
ordenó vi:sitara al candidato triunfante, señor D.
Jorge Alessandri; lo saludara en nombre de la Ins-
. titución y me pusiera a sus órdenes en lo que pu-
diera serle útil. Concurrí a Phillips 16 y fui recibido
por el señor Alessandri, quien me expresó, entre
otras cosas, su deseo de no hacer innovación algu-
na en el mando de Carabineros, aún cuando le hice
saber que debía retirarme.
Elegido el señor Alessandri por el Congreso Na-
cional, pedí al Ministro del Interior, don Abel Val-
dés Acuña, que el último decreto que se firmara en
el gobierno del Presidente señor Ibáñez tuera mi lla-
mado a retiro. Me manifestó entonces, que había
conversado esto con el Secretario del nuevo Manda-
tario, quien sabía que por contar casi con treinta
y cinco años de servicios debía retirarme obligada-
mente; pero deseaba que continuara un breve tiem-
po para estudiar el escalafón y nombrar a mi reem-
plazante . Escuchadas las consroeraciones qule me
expuso el Mini:stro señor Valdés, resolví quedarme
el lapso solicitado.
El señor Alessandri, en cuanto asumió su alto
cargo, confirmó a los Comandantes en Jefe de las
Fuerzas Armadas. Como pasaran tres días sin po-
der hablar con él, quise comprender que actuaban
los políticos y elevé un oficio colocando mi puesto a
disposición de S. E. Al día siguiente, los diarios "El
Mercurio", "El Diario Ilustrado" y otros, daban la

43
noticia proporcionada por el Subsecretario del In-
terior y afirmaban que mi actitud era improcedente,
como lo era también la del General de Ejército (R)
señor Carlos Casanova, Director de Correos y Telé-
grafos, quien había adoptado igual predicamento.
No traté pues, como afirmaron los pasquines,
de aferrarme al cargo; no tenía por qué, ni deseaba
hacerlo; la tarea que me había trazado ya estaba
cumplida.
El 7 de Noviembre, a las 17 horas, el Ministro
del Interior, don Enrique Ortúzar, me llamó por
citófono para decirme que lamentaba mucho tener
que manifestarme que el Excmo. señor Alessandri
había aceptado mi renuncia y qu~ debía entregar
el cargo, en media hora más, al Sub Director, Gene-
ral señor Humberto Reyes, por sucesión de mando.
Me alteró la forma empleada por el Ministro,
pero comprendí que no podía pedirse más a qmen
de Secretario de una de las tantas Comisiones de la
Cámara, había sido exaltado a tan alto cargo. Me
limité a contestarle que no tenía nada que lamen-
tar. Lo conecto en estos casos es llamar al Jefe y
personalmente darle a conocer la medida dictada
por el Primer Mandatario, dánd.Esele tiempo para
hacer una entrega reglamentaria. Lo demás era
falta de cultura administrativa o ningún respet0
por la institución policial.
Una hora después llegó a mi oficina, el Subse-
cretario de Interior con la misión de intervenir en
la entrega del mando. En reunión hablé a los Jefes
y Oficiales, explicándoles que mi retiro, obedecía a
mi propia voluntad. Pedí que se mantuviera siem-
pre ese respeto a la Constitución y las leyes y se
conservara la trayectoria de lealtad institucional
nunca quebrantada. Jaime Silva, agradeció mis pa-

44
labras y me felicitó ante todos los reunidos; dijo que
le causaba profunda -satisfacción mi actitud y ase-
guró que le daría cuenta detallada de todo a S. E.,
quien a su vez me agradecería por oficio los servi-
cios prestados al país.
El General, señor Humb~rto Reyes, pareció no
oír que su nombramiento era sólo como subrogante.
Respondiendo a mis palabras, emocionado, cruzan-
do los brazos y elevandos los ojos a lo alto, en acti-
tud mística, dijo: Quiera la Divina Providencia
darme fuerzas para recibir tan pesada tarea de su-
ceder a mi General Ardiles; Dios me ilumine para
dirigir la Institución con el talento y acierto con
que lo ha hecho mi General, a quien tanto debe
Carabineros ... "
Recordemos cómo se agradeció mis servicios
prestados al país. El oficio anunoiado por Jaime
Silva, efectivamente llegó; pero no a mi poder, sino
al Juzgado Militar, acusándome de sandeces que
los propios liberales y conservadores calificaron de
"estúpidas", "torpes" o con otros epítetos semejan-
tes.
Tres horas más tarde, mi domicilio estaba bajo
vigilancia policial por habérseme señalado como "el
primer ibañista enemigo del Excmo. señor Alessan-
dri". La guardia de la Dirección General, siempre
a cargo de un Sargento, aumentada en su dotación,
quedaba al mando de un Capitán con la. orden de
impedir a toda costa mi entrada al edificio de la
Jefatura. El General señor Reyes hizo colocar ame-
tralladoras en los pisos inferior y superior a su ofi-
cina. Esa noche durmió en el piso número doce con
centinelas armados de carabinas-ametralladoras.
Nadie, absolutamente nadie, debería entrar a la
Dirección después de las veinte horas, sin la expresa
y personal orden del General Reyes.

45
¿Qué había ocurrido? Algo tremendo. Estaba
en peligro la estabilidad de la República.
En la Escuela de Carabineros, un Oficial, que-
riendo congraciarse con los nuevos jefes institucio-
nales, habló mal de mí. El Comandante señor Ger-
mán Fuenzalida Fuenzalida lo hizo callar; le enros-
tró su falta de hombría y le expr-esó que "si el Ge-
neral Ardiles volviera al cargo, el desleal volvería a
inclinarse ante él".
Nunca 10 hubiera hecho. El sayón fue de inme-
diato a dar cuenta a la Dirección General que el Co-
mandante Fuenzalida había manifestado que yo iba
de nuevo a tomar el mando. El General Reyes con-
currió al Ministerio, alarmado, relató lo expuesto, y
afirmó que me conocía demasiado; que era yo un
hombre inquieto a quien sobraban energías y vene-
raba al General Ibáñez. En resumen, era peligrosí-
simo. Y los sabios, después de analizar detenida-
mente la situación, concluyeron unánimemente. "Si
el señor Alessandri no ha reincorporado al General
Ardiles y el Comandante Fuenzalida ha dicho que
volverá al servicio, quiere decir que va a tomar por
sí sólo el mando". Resolvieron entonces, adoptar to-
das las medidas preventivas para evitar este golpe.
Instantes después llegó a mi domicilio un Ayudante
del General Reyes a retirarme la placa de servicio ...
Empezó así la persecución; cada cual a sacar
más provecho, pues, más grande sería la tajada
cuanto mayor fuera el cargo o denuncia que hicieran
en mi contra. Cargos, muchos cargos; pero bajo ab-
soluta reserva, sin firmar nada que los comprome-
tiera.
El Comandante (R) Carloo Fuenzalida Valdivia,
quien jamás me pidió favor alguno cuando estuve
en el mando, fue si no el primero, uno de los prime-

46
ros en acercarse a mí en los momentos que, según
algunos, eran de "desgracia". Desde la Dirección
General y la Subsecreta1ia del Interior se hacia todo
lo posible porque nadie se acercara a mi domicilio,
puesto bajo vigilancia policial de Carabineros e In-
vestigaciones e incluso, indisimuladamente, se hacía
seguir mi automóvil con radio-patrulleros.
Fuenzalida, y el Mayor (R) Armando Fiedler,
sin temor a las amenazas que a diario les hacían,
nunca dejaron de permanecer junto a mí. Gentil-
mente se constituyeron en mis Ayudantes, acom-
pañándome en todas las circunstancias .
Cuando ya empezaban los ataques, el 14 de No-
viembre, solicité a los diarios la publicación que si-
gue:

"'A MIS DETRACTORES.-Desde hace algún tiempo a esta


parte, el Diputado Sr. Daniel Zacarías Pantoja y algunos fun-
cionarios de Carabineros llamados a retiro por estar cumplidos
o por razones de mejor servicio institucional, me han hecho ob-
jeto de una sostenida campaña de injurias y calumnias, escu-
dándose, en el fuero parlarnen_tario o en el anónimo.
Cansado de esta cobardía moral acentuada :¡:ror mi actual
retiro, que solicité en las postrimerías del Gobierno anterior y
que reiteré por oficio al actual, emplazo a todos mis detractores
a que concreten'. en forma explícita, por escrito y bajo firma, los
cargos que, en su concepto me afectan, afrontando virilmente
ante la justicia las responsabilidades consiguientes.
Espero la reacción frente a mi emplazamiento.-Fdo.: Jorge
Ardlles Galdames."

"La Nación" se negó a publicar nada mío, mien-


tras no obtuviera un visto bueno del Gobierno, que
nunca llegó. "El Diario Ilustrado" no aceptó la pu-
blicación de esas líneas porque era diario "que esta-

47
ba con el Gobierno y siempre había sido contrario a
Ibáñez". "El Mercurio" hizo la publicación, aunqu1;
tan discretamente, entre avisos comerciales, que pq-
cos se percataron de mi emplazamiento.

CAMBIO DE JEFATURA

El término de un período presidencial trae siem-


pre, como consecuencia, un. cambio de General Di-
rector de Carabineros, por ser este cargo de la con-
fianza exclusiva del Presidente de la República.
Por esa razón en las postrimerías de un sexenio
presidencial, tan pronto se inicia la campaña elec-
toral, algunos Jefes, siempre de escasos méritos y de
muchos apetitos, se apartan de la línea profesional
y secretamente ofrecen sus servicios al candidato
que acepte tan desinteresado apoyo a cambio de la
jefatura máxima. Así, como aves en corral aj-eno,
aparecen los uniformados en las reuniones políticas
que se efectúan privadamente. El ojo policial les
llevará donde haya más posibilidades de triunfo, aún
cuando íntimamente no concuerden con la doctrina
o tendencia del elegido para prestarle su colabora-
ción. Ninguno de estos "expontáneos, leales y desin-
teresados" cooperadores se acercó al Cura de Cata-
pilco. Su elevado espíritu de salvación nacional no
les llevó a tanto.
No era muy aventurado pensar, entonces, que a
fines de 1958, la desmedida ambición de algunos tri-
zara los moldes de esa ética profesional de que tanto
se habla en las academias y tan poco recuerdan los
que por apremiante necesidad entraron a trabajar

48
a Carabineros. Lo inesperado fue que, en esta oca-
sión, no fueron trizados sino despedazados por quien,
con avidez y a espaldas de sus Jefes, dirigió y finan-
ció su propia campaña; pagó comidas, hizo regalos
y, con halagadoras promesas de orden personal for-
mó grupos de Oficiales inescrepulosos y desleales
con su institución para que, siguiendo la técnica, se
infiltraran sigilosamente en las tiendas políticas
de los más destacados postulantes a la primera ma-
gistratura.
La propaganda político-carabineriana nada te-
nía que envidiar a la político-presidencial. Hubo
prensa. radio ccm istrajo, instrucciones, consejos y
hasta dinero "para gastos de movilización". De las
reuniones clandestinas, como sintiéndose observados
en sus malos pasos, salían presurosos, con manifies-
ta mezcla de temor y audacia, vestidos de civil, los
agentes comisionistas de nuevo cuño y abordaban a
los dirigentes más allegados a los candidatos con
mayores probabilidades de triunfo. Si un débil eco
institucional los detenía para señalarles el camino
de la lealtad, el vigor de la traición les empujaba en
su tarea de faltar a los principios que antes juraron
respetar.
Con afeduosa y política sonrisa se les rect11ía
en las secretarías de los partidos a donde llegaban
para ofrecer al General Queirolo con la misma ma-
jadera insistencia con que se ofrece por radios, o re-
frigeradores pagaderos en cómodas cuotas mensua-
les . Alessandri, Allende y Freí . Para cada uno de
ellos había un grupo especialmente designado que,
incluso prometería el apoyo de la Oficialidad de
Carabineros, esa Oficialidad joven en cuyo hurtado
nombre tanto se mintió y que, políticamente nunca
constituyó ni constituirá una fuerza porque sólo un

49
porcentaje mm1mo, tanto reducido como repudiado,
es el que se presta para malos manejos. Por suerte
para Chile, Carabineros, como institución nunca ha
quebrantado el principio constitucional qu,~ le im-
pone esencial obediencia y le prohibe deliberar . Eso
lo saben los políticos y no 10 ignoran los politiqueros.
Mientras los primeros, celosos de su calidad, despre-
cian al paco político, los otros, inescrupulosos, le
aceptan para mostrarse rodeado de un satélite más,
que más importante así se verá. Pero si en extr~ma
circunstancia llegaran a necesitarlo, lo ocuparán a
hurtadillas, como esas dam,s que, en casos de emer-
gencia, usan un trozo de papel cualquiera para se-
carse el rouge; se limpian los labios y ... lo botan.
Ante las entreguistas ofertas de los que hacían
la propaganda al General Queirolo, los políticos pre-
guntaban sobre la inclinación del General Ardiles.
Para los Oficiales "Queirolistas" -así se autodomi-
naban- entonces, se presentaba la ocasión de seña-
larme como el enemigo más tenaz del interlocutor .
Técnica muy vieja, empleada por los que nada tie-
nen que perder ni argumentar.
Así fui apareciendo enemigo encarnizado de to-
dos los candidatos presidenciales. "Desprestigiar a
Ardiles para que brille Queirolo", era la consigna.
Si no prosperaba la candidatura policial de Queirolo,
al menos se conseguiría la eliminación de Ardiles.
Cualquiera que lo reemplazara produciría movi-
miento en el escalafón. Eso era lo más interesante
y en el fondo por eso los mercaderes se estaban mez-
clando en política.
En la activa lucha por producir vacantes, el
01!nera1 había prometido eliminar a más de doscien-
tos Jefes y Oficiales porque "eliminando a los viejos
con treinta años de servicios ascendería la oficialidad

50
\
joven". Un grupo de jubilados, de ésos que perma-
nentemente merodean por las Comisarías pidiendo
servicios o sirviendo de gestores para dejar partes
sin efecto, coo,peraban activamente. Así tenían tam-
bién la ocasión de contar sus necias anécdotas poli-
ciales, o bien narrar sus imaginarias y temerarias
hazañas mil veces repetidas que nadie cree, ni desea
escuchar.
Sin embargo, ne era fácil desprestigiar a quien
había servido a la Institución más de treinta y cinco
años y cuya actuación profesional estuvo expuesta
a la luz pública durante seis años en la Prefectura
General de Santiago y otros seis en el mando máxi-
mo en Carabineros. No era obra de días ni para un
pequeño grupo de arribistas. Había que buscar
aliados, por despreciables que fueran. Así encontra-
ron, en el desván del sobrado social, toda clase de
cooperadores: Jefes de mala clase que pretendían
evitar su eliminación, capitanes inescrepulosos o ex-
traviados; los eternos jubilados que vivieron reposa-
damente en el s•ervicio y que sólo sienten deseos de
trabajar, al aproximarse los períodos preelecciona-
rios. No faltaron los viejos intrigantes que nunca na-
da hicieron y ante el vendaval politiquero se sintier~n
jóvenes y maestros en la macuquería; soplones de
oficio que antes habían vestido el uniforme. Final-
mente, encontraron algo que les sería sum,;i.mente
útil: al Honorable Diputado Daniel Zacarías Pantoja
Quiroga, enemigo acérrimo porque cuando fue mi
subalterno siempre de~precié y nunca disimulé mis
deseos de eliminarle por sus deficientes condiciones
morales.
Completó, don Daniel Zacarías, el equipo. Se
acabó entonces el pelambre y la intriga a la sordina.
El ahora Hcnorable parlamentario leería en la Cá-

51
mara cuanta diatriba escribieran, cuanto "discurso
le hicieran", porque él mismo, es incapaz de redactar
algunas líneas.
La tarea había que comenzarla de inmedia-
to y en las primeras reuniones se organizó el ata-
que. El día de las elecciones se aproximaba. Veloz-
mente llegó el 4 de Septiembre y señaló quién sería
el futuro Presidente de la República. A sesenta días
de cambio de gobierno, había que arreciar la cam-
paña. Según los cerebros grises, había una amarga
experiencia: "González Videla conoció a Ardiles co-
mo Coronel y lo mantuvo seis años de Prefecto ,Jefe
de Santiago; Ibáñez 10 encontró de General y tam-
bién lo mantuvo por seis años de General Director-
Si Alessandri llega a conocerlo, es seguro que se va a
pegar otros seis años al frente de la Dirección Ge-
neral de Carabineros". Y el consejero, más oído, ese
General calvo y sordo que antes del uniforme de
Carabineros había cargado sotanas, recomendó, ac-
tuar en conjunto y luéhar ordenada y armónica-
mente. El se encargaría de acercarse a la familia
Alessandri para realizar su misión. Lo interesante
era destruir la personalidad del General Ardiles .
Nada, absolutamente nada, les importó el prestigio
de Carabineros. La necesidad justificaba los medios.
No extraña esto en los politiqueros que estiman
a la policía como un elemento de uso personal ni en
los chantagistas de la prensa amarilla o audiciones
radiales que así obtienen un mayor rendimiento
económico. Diversas maneras de actuar y una sola
forma de llenar su estómago. Es terrible el politi-
quero que durante seis años ha estado a ración de
hambre; terrible el pseudo periodista y el soplón
profesional que durante un período presidencial
completo no han contado con el pan fiscal. ¡Con qué

52
furia arremeten! Quien no lo crea, obsérvelos. El
gesto y la voz les cambia. Sus maneras adquieren
el aire de la suficiencia. El sastrt en cada ocasión
ha de decirles que aumentará unos centímetros a
las anteriores medidas; los mismos centímetros que
disminuirá después que el distinguido cliente deba
abandonar sus "arduas y austeras labores".
En el ataque calificado como frontal y decisivo
se empleó a pseudos periodistas de la peor especie
y se les pagó con una caja común a la que aporta-
ron todos los que esperaban algo para más tard, .
No habían necesitado desplegar de mucha ü1teli-
gencia para copiar los métodos electoreros.
Mientras tanto les dejé actuar. Bien sabía que
era imposible contrarrestar la ambición de.,medida
de algunos y morigerar, ,en la hora póstum:1, a mdi-
viduos que habían disimulado su clase durante mu-
chos años . En una reunión de Oficiales ya había
manifestado que consideraba cumplida mi misión,
de lo que dejaba constancia en dos obras: una me-
moria que titulé: "Seis años" y en una recopilación
de todo lo que se había hecho bajo mi mando.

PRENSA

Lo que a costa de sacrificios y privaciones lo-


gran una situación, siempren tienen algo que espe-
rar. Llegará el moment o en que deban pagar el
tributo a los que desat an campañas para su logro
personal. Si un funcionario tiene algo que ocultar,
éstos guardarán el secreto mientras reciban preben-
das; pero como el apetito de estos traficantes es in-

53
saciable, con el andar del tiempo, cuando no reciban
dinero suficiente, le extorsionarán con mayor desen-
fado, hasta delatarles a grandes títulos en los ta-
bloides o en subidos tones llenos de inflexiones en el
comentario radial.
La prensa y la radio amarilla tienen que vivir.
Los que cometen un acto ilícito deben pagar un por-
centaje para silenciar su incorrección. Los incapa-
ces que necesitan de la propaganda para mantener-
se en el cargo deben festejar y "ayudar al programa
radial". Organos de publicidad pagados con fondos
fiscales o personas interesadas en proveer a la re-
partición, financiarán su propaganda personal.
Darán puestos confidenciales a los venales de la
pluma y éstos se encargarán de alabar el régimen
presente y desprestigiar al pasado, porque el trafi-
cante -que sabe más de pesos que de pluma- es
incapaz de realzar la figura de una persona sin
empequeñecer otra. Un éxito será del actual; un
fracaso, la consecuencia del pasado. El de hoy será
austero; el de ayer, corrompido.
Es fácil saber la paga que recibe el pseudo pe-
riodista porque sus actitudes semejan mucho al del
lacayo. Si la propina es pequeña, apenas dirán ...
"acias"; si es mejor: "gracias"; si la consideran
buena: al "muchas gracias' agregarán una inclina-
ción de cabeza; cuando la califican de muy buena:
"muchas gracias, muy agradecido"; si es suculenta,
junto a los agradecimientos harán una acentuada
genuflexión. Quien quiera saber como ha sido la
propina dada al garzón bástele fijarse en la forma
como despide a su cliente. Y quien quiera saber
como ha sido pagada la alabanza funcionaria, es-
-cuche los términos empleados en la audición.
Pero el plumario no se sacia jamás. El que

54
.ayer vendía su labor a mod-esto precio_ el artí~u}-o:
hoy pedirá un tanto por línea y manana ex1gira
mucho más: cobrará por palabra o por adjetivo.
Cuando el presupuesto de relaciones públicas o gas-
tos reservados no pueda inflarse más para satis-
facer tan progresivo apetito, harán sentir su males-
tar y empezarán a dar alfilerazos a quien antes
ensalzaron. Si no hay aumento de "ayuda" o gran-
gerías, serias estocadas mostrarán la inconformidad
.hasta tornarse decididos enemigos. Empieza, •~n-
tonces, la injuria, la calumnia y la difamación sin lí-
mites .
No todos estos chantagistas adoptan el mis-
mo procedimiento. Otros dan "el dato-" a un tercer
"colega" para que éste lo explote y entonces apare-
<:e la necesidad del "amigo periodista" que defienda.
Empieza así una nueva "operación". Treinta -~seu-
dos para el que ataca. ¡Cuarenta para el que de-
fiende! ¡Cincuenta para el que contra-ataca! Suben
así las sumas hasta donde es posible. Como en los
remates: ¿No hay quien dé más? Se adjudica la
polémica el mejor postor.
El peor enemigo del venal es quien nada tiene
que ocultar o bien confiado en su propia capacidad
desprecia el halago. Este no da dinero ni preben-
das; es un apretado, un enemigo de los "periodistas",
un prepotente, etc., etc. Si por razones de ineludible
información deben publicar su fotografía, ya le tie-
nen guardada en sus archivos alguna en que apa-
rezca con la copa en la mano o llevándose la cucha-
ra a la boca. Es que se documentan gráf1camente:
con tiempo ... , para cuando la necesiten .
Nunca di un centavo a estos extorsionistas por-
que no tenía nada que ocultar. Mis 37 años de ser-
vicios públicos estuvieron siempre expuestos a la luz

55
pública y quien se atrevió a lanzarme un cargo in-
justo hubo de pagar su culpa. En mi período de
mando, dos parlamentarios fueron desaforados
cuando, engañados por elementos que desplacé de la
Institución, me calumniaron pese a las advertencias
que les hice. A raíz de las difamaciones de que me
hicieron objeto, estando en retiro, obtuve que los
tribunales condenaran a 61 días de cárcel con el
aplauso de muchos de sus colegas, al periodista
Hernán Amaya Videla. Al Director del diaro "La
Tercera", Mario Carneyro, en un proceso que duró
más de dos años, logré que se le declarara reo. La
causa estaba para sentencia cuando se dictó la lla-
mada "Ley Mordaza", que contempló una amnistía
a los procesados por abusos de publicidad.
Estos largos y costosos procesos son los que
desalientan a los ofendidos por los traficantes de
honras. Mi experiencia aconseja no permitir estos
abusos y, desoir a esas buenas personas que, no sin-
tiendo la ofensa en carne propia, aconsejan de~en-
tenderse de la injuria. Tales consejos significan
complicidad con los canallas. Hay que recordar que
la falacia de éstos no sólo alcanza al directamente
ofendido sino también a sus familias. Si yo hubiese
contraatacado a los felones tan pronto como empe-
zaron a desprestigiarme la sanción legal les habría
encuadrado en la decencia.
Juan Emilio Pacull, Presidente del Círculo de
Periodistas, ha dicho: "Los que se nutren y enrique-
cen con la explotación del delito no son sólo los
hombres de izquierda sino también los de derecha".
El gobierno, del Sr. Alessandri que guardó pro-
.fundo y estimulante silencio cuando se atacaba al
régunen anterior o a sus colaboradores, pasado el

56
período de alabanzas, recibió los impactos de quie-
nes no se sometieron a extraños dictados. Sintió la
herida y su vocero oficial, "La Nación", de 15-VIII-
1960, expresó:

" ... El Colegio de Periodistas. . . aparece preocupado de los


cxcesoa .r:~riodisticos en materia de información policial, judicial
y otros rubros de !recuente explotación sensaieionalista. . . Pero,
en realidad, la dil-ectiva no tenia excusa ya para no intervenir
en este asunto. E! país está asqueado de la suciedad e irrespon-
sabilidad."

"La Unión" de Valparaíso, de 21-II-1960, dice:

"Las informaciones llegan en ciertos tabloides al máximo


<lel desborde. No sólo deforman la noticia, dándoles las propor-
ciones más escandalosas posibles, sino que la explotan persiguien-
do hasta su más recóndita intimidad a los propios parientes de
quien se ve envuelto en una desgracia. Su propósito es, pues,
abiertamente sensacionalista., y de un sensacionalismo morboso
y repugnante que debe califi~arse, sin atenuante, como un co-
mercio desvergonzado con la honra y la angustia ajenas. Los
retl·atos, los calificativos dirigidos a las personas a!ectaidas y el
truculento placer que se advierte en encanallar la información,
ponen en evidencia que alli no se busca ni el afán de informar
con veracidad ni el propósito de cooperar al castigo del culpable."
"Hay publicaciones que inventan o imaginan un hecho; lo
publican y, luego al verse envueltas en las protestas de los 11fec-
tados mantienen sus falsedades o simplemente disfrazan aparen-
tes excusas en vaguedades que no rectifican la información. Esta
manera escun-idlza de no precisar los hechos, de no asumir res-
ponsabilidades, pero, en -cambio, seguir difundiendo especies con-
trarias al honor de una persona o al bien público, debe tener
un término."

57
"La Nación" insiste:
"Resulta plausible la preocupación de la directiva profesional
·d e! gremio periodístico a.nte los excesos repugnantes a que está
llegando en la actualidad, cierto sector de prensa en materia de
sensacionalismo morbo delictual. Pero, en realidad, la directiva
periodística no tenía excusa ya para no intervenir en este asunto."
"El país está asqueado de la suciedad e irresponsabilidad c1e
ciertos s ectores de la prensa radial y escrita."

A pocos .días, la audición "Entretelones", el espa-


cio radial que más groseramente_ m e atacó y que con-
taba entre sus colaboradores nada menos que con uno
que llamaban "Caimita", celebró un aniversario. El
tabloide "La Tercera", que sostuvo una campaña de
mentiras a dos páginas •en mi contra, destacó así
esa conmemoración: "Comida periodística fue un
acontecimiento político". " ... Entre los Ministros
asistieron Roberto Vergara y el Canciller ... ".
El mismo pragrama radial, "Entretelones", uno
de los más temerarios de la radio-telefonía nacional,
aduló durante largo tiempo al Ministro Vergara pa-
ra más tarde fustigarle en cuanta oportunidad se le
presentaba. Esta misma audición fue la que se des-
tacó en la campaña de difamación dirigida en mi
contra. Como en muchos otros casos, mintió burda-
mente, tergiversando la verdad, ocultándola o mixti-
ficándola. La razón de estos encarnizados ataques
se justifican por el solo hecho de no haber dado
en mis años de comando, ni un centavo "para la pro-
paganda de los servicios policiales", cuando me lo
vino a solicitar personalmente "Caimita" a nombre
de su director Sr. René Olivares. En este programa
se dice con ci-erta frecuencia que "es malo no estar
bien con los periodistas".

58
No hablo de los inspirados en Camilo Henríquez
·que luchan por la libertad y la grandeza de la Re-
pública sin pensar en recompensa monetaria ni de
los que, comprendiendo un error cometido saben
rectificarlo porque la rectitud de sus sentimientos
ha puesto el honor al servicio de una causa noble
sin sentir complejos ni esperar prebendas.
Me refiero exclusivamente, a los periodistas que
no lo son, a los pseudos periodistas que empañan el
J>restigio de esa prensa chilena que, debe escribirse
con mayúscula. Señalo a los que premunidos del
primer ejemplar impreso del Presupuesto Anual de
la Nación lo presentan como primicia a los Jefes de
Servicios Públicos para darles s conocer el monto
fijado para gastos reservados o de representación, a
la vez que piden una cuota de "cooperación al diario
•o radio", y que ante la negativa, con el pretexto, de
ejercer una labor fiscalizadora, las emprend,en enco-
nadamente contra el que no "ayudó" a su labor
periodística.
No debiera llamarlos periodistas; pero así los
identifico, porque bajo esa denominación ise}ectiva
se cobijan y aparecen ante el público, especialmente
cuando quieren hacer notar su presencia y dan a
conocer su actividad en voz alta o exhiben más os-
tentosamente la placa del Círculo o cuando mayor
expectativa ofrece la presunta víctima. Me circuns-
cribo a los que viven a costa de los que verdadera y
honradamente abrazan la profesión y a los rifleros
que urgan vidas privadas o se venden por unos malos
tragos para satisfacer venganzas personales o políti-
cas; a los que trafican a costa del prestigio del ver-
dadero periodista que debieran tomar por modelo y
al cual nunca podrán semejarse, porque les falta
higiene moral y personal.

59
ATAQUES EN LA CAMARA

El Diputado Sr. Rolando Smauck Schaeffer fue


elegido para el período 1957-61. Había permanecido
calladito en la Cámara hasta principios del 59, sin
que nadie reparara en él. En el Parlamento era casi
un desconocido. No fueron pocos los radicales, en
cuyas filas militaba, que lo conocían "así, no más" .
Para Santiago, era un mero transeúnte. Cuando oí
nombrarle por primera vez, a raíz de sus ataques, in-
dagué acerca de su personalidad y, quienes lo habían
tratado, emitieron sobre él opiniones que no envidio.
Su calidad de candidato a diputado radical por
Llanquihue, en 1957, le hizo intimar con el entonces
Prefecto de Carabineros de esa provincia, Comandan-
te Samuel Urzúa. Este declaró, públicamente, que le
ayudó en las elecciones porque hacía "veinte años
que era militante del mismo partido de Smauck". Ur-
zúa era, entonces, carabinero-radical. La misma
provincia y la misma doctrina política les unió. Lógi-
camente, Smauck t enía que corresponder al "estima-
do correligionario y amigo". Y para demostrarlo, era
necesario atacarme.
Fue así, como en 1959, a los dos años de haber
sido elegido empezó a dar señales de vida. Empezaba
a leer y bastante mal en la Cámara. Uno de sus
primeros discursitos, escrito por el más cobarde de
mis detractores, me estaba dedicado . . . Lo leyó en la
hora de incidentes, en que se sesiona con el quórum
mínimo que obligadamente deben dar los partidos;
hora en que los parlamentarios asistentes no escu-
chan sino que bostezan o leen parte de su correspon-
dencia, y, de cuando en cuando, levantan la cabeza
como preguntando ... ¿de qué se trata ... ?

60
\

Don Rolando, el Honorable, tuvo a bien, según la


versión oficial de la Cámara, dirigirme los graves car-
gos que, uno a uno, fueron desvirtuados con hechos
irrefutables y a los que ahora me referiré somera-
mente.
Mi humildad dei origen.-Moro vieJo, no puede
ser buen cristiano. El democrático parlamentario no
había borrado del todo esa swástica que tan fácil-
mente prendió en algunos corazones. Afloró, pues, el
sentido d€ la discriminación; no recordó que en Chile
todos nos conocemos y su primera imputación fue,
mi "humildad de origen", vista, seguramente, desde
su "elevada alcurnia". ¡Qué bella lección dada en el
Templo de la Democracia!
De nuestros antepasados mejor es que no hable-
mos, Sr. Smauck, le dije en una carta, cuando le
invité pidiéndole que, despojándose del fuero parla-
mentario, repitiera siquiera una de las imputaciones
delictuosas que me lanzó .
Mis padres no amasaron fortuna económica en
la conquista del sur; pero la tuvieron en cultura 10-
grada por tradición familiar.
Mi madre, doña Beatriz Galdames Pinto, llevó en
su sangre el parentesco de hombres de letras no igno-
rados; un General de Ejército que llevó su apellido
materno, desempeñó, en un período difícil, el cargo
de Prefecto de Policía de Santiago. Mi padre, de as-
cendencia francesa fue educado en Francia; su her-
mano, Pedro 29 Ardiles Salman, mi tío, Coronel del
Ejército de Bolivia graduado en Alemania estuvo en
Chile en 1909 y fue encargado de organizar las poli-
cías de su patria con el rango de Inspector General.
Par,ecería emanar de allí esa vocación que me llevó a
abrazar la carrera de Carabineros .

61
Nunca hubiera querido tocar este punto, a no-
m ediar la indicación del H . Acusador, porque m. or-
gullo radica, precisamente, en el hecho de haberme
abierto camino en la vida exclusivamente con mi
propio esfuerzo. Por haberse arruinado mi familia,
después de haber hecho el servicio militar, circuns-
tancialmente, presté servicios en las oficinas del Ejér-
cito con el grado de trepa, no porque fuera ése mi
medio ambiente ni pudiera des-empeñar otra activi-
dad sino porque me preparaba para ingresar a Cara-
bineros. Cuando serví esa plaza de suboficial, que
tanto se ha recalcado, t enía estudios, que me permi-
tieron ingresar a la Escuela Policial con el prime1
lugar entre cuatrocientos o más postulantes, a con-
tinuación de seis bachilleres que por su calidad de·
tales no dieron examen de admisión. Tenía, ade-
más, mi cuenta corriente en la Caja Nacional de
Ahorros, Sucursal Bandera, hoy Banco del Estado.
Casos como el mío, hay muchos en el país por
razones de estructuración orgánica de las institucio-
nes uniformadas. ¿No hay, actu:.lmente, abogados,
médicos, dentistas, etc., que ocuparon plazas de tro-
pa, mientras estudiaban? ¿No hubo, hasta hace poco,
en Carabineros, médicos que para los efectos de la
renta fueron cabos o sargentos? Entre lo más selecto
de los Generales que recuerda el Ejército figuran
hombres que iniciaron y formaron su carrera desde
soldado raso y cuyos hijos recuerdan emocionada-
mente los pasos dados por sus padres en la ruta del
éxito.
Don Julio Bustamante Lopehandía, Primer Di-
r ector General de las Policías de Chile, en 1925 e In-
tendente de Santiago en 1937, declaraba enfática-
mente, en las manifestaciones sociales, que había sido
t elefonista de la 9. a Comisaría de Santiago.

62
Don Manuel Concha Pedregal, Primer General
Director de Carabineros d,e Chile, pertenecía a una de
las más distinguidas familias de la capital y no des-
perdiciaba ocasión para decir que se había levantado
sin ayuda alguna y que sabía policía porque había
servido como hombre de tropa en los servicios poli-
ciales.
El Jefe de la Policía de Nueva York, en 1956,
conversando sobre sus actividades profesionales no
disimuló su satisfacción contándonos que se había
iniciado con el último grado del escalafón, sirviendo
como agente de la autoridad en Ja vía pública.
Cobardes que eludieron la vida de cuartel, evi-
tando el llamado al servicio militar y oportunistas
"amantes de la democracia" que alardearon de sus
principios de libertad, igualdad y fraternidad, pre-
tendieron subestimarme cuando, al escudriñar mi
vida, descubrieron o fueron informados que yo había
servido con grado subalterno después de haber cum-
plido con mis deberes militares.
Estoy orgulloso, sumamente orgulloso de lo que
he sido y de lo que he llegado a ser, a costa de mi
propio esfuerzo, en una trayecto:.-ia siempre ascen-
dente. En Carabineros ocupé el cargo máximo a los
28 años de servicios institucionales. En la Respeta-
ble Logia Hermes N<> 52, dependiente de la Gran Lo-
gia de Chile, fui nombrado Maestro Masón y, en el
mínimo de tiempo reglamentario . elegido Venerable
Maestro de mi Logia, de la cual me encuentro en re-
tiro. Fui Presidente Honorario de la Sociedad de
Choferes Manuel Montt y soy, desde 1954, socio del
Número del Club de la Unión de Santiago bajo el re-
gistro 1470.
Dos veces no quise ser Ministro del Interior y
una vez me excusé de ocupar el cargo de Ministro del

53
Trabajo. Sólo quería ver terminada mi vida funcio-
naria en Carabineros. Consta esto a los ex Subse-
cretarios del Interior, Sres. Carlos Ferrer, Fernando
Lagos y al Coronel de Ejército Sr. Santiago Pola.nco.
¡Y el Sr. Smauck que Uegó al sillón parlamen-
tario invocando su fe democrática ha creído hacerme
desmerecer con lo que es, precisamente, el móvil de
la arrogancia de aquéllos que n0 tienen complejos
ni reflejos!
Arbitrariedades en el mando. -Agregó el señor
Smauck que cometí arbitrariedades, atropellando los
reglamentos, saltando disposiciones legales y menos-
preciando la dignidad y honor de 'os que fueron mis.
subordinados. Sin embargo, los Tribunales, la Con-
traloría General, el Ministerio del Interior y la Pre-
sidencia de la República, pese al interés desplegado
por el parlamentario, nada, absolutamente nada,
irregular, se encontró en ninguna de las inspeccio-
nes a fondo practicadas por los organismos corres-
pondientes. En cuanto a los atropellos contra la dig-
nidad y el honor de los que fueron mis subalternos
evitó publicar nombres. Para comprobar lo contra-
rio, aún, alejado del servicio hace varios años, pue-
do demostrar públicamente, con copias de sumarios
y otros documentos, la calidad de mis ocultos detrac-
tores. Si el ex Diputado hubiese conocido a sus in-
formantes, ni siquiera habría hablado del honorr de
éstos.
La mejor prueba de que fueron justas las medi-
das 8-doptadas en mi mando es que la Contraloría
General no acogió un solo reclamo de los afectados.
Infracciones al Reglamento de Caja. -El H. Di-
putado me impugnó por haber cambiado el sistema
de venta de las especies excluidas del servicio.

64
Anualmente, por una Orden del General Direc-
tor, se vendía al mejor postor dentro de las Prefec-
turas las especies dadas de baja en la Revista Eco-
nómica.
Siempre, eran les mismos tres comerciantes que,
secretamente asociados, recorrían el país y adquirían
esas especies por un valor que, prácticamente, ellos
mismos fijaban de antemano, pues de una u otra
manera alejaban a nuevos interesados. Para evitar
estos manejos que perjudicaban los intereses fiscales,
ordené que una Comisión compuesta por el Sub-Di-
rector, General Humberto Reyes Rojas; General de
Zona, Mario Rebolledo East y el Jefe del Servicio
Administrativo, General don Alejandro Díaz Salinas,
se hiciera cargo de la enajenación de las especies
excluidas del servicio en 1957.
Al disponer la innovación del procedimiento no
falté a ningún precepto legal ni administrativo, por-
que, siguiendo los principios jurídicos, las cosas se
deshacen de acuerdo con los mismos medios y for-
mas en que se hacen.
El procedimiento de la nombrada Comisión de
Generales, no merecía observación, salvo que se hu-
biese querido reprochar el hecho de haber anulado
dos veces las propuestas, en cautela de los intereses
fiscales, y lograr un ingreso muy superior al obteni-
do en ocasiones anteriores, lo que se comprobó con
la propia contabilidad de Carabineros. El "Bravo
Felón", deformando la verdad, hizo mentir al Dipu-
tado Smauck, y con ello, defendió a los inescrupulo-
sos comerciantes que, año a año, encubiertamente,
defraudaban al Fisco.
Comisiones al extranjero .-Celoso en la obser-
vancia de los reglamentos, el Sr. Smauck me criticó

65

Cinc• 5
por haber enviado en comisión de estudios al ex
tranjero a Oficiales no egresados del Instituto Supe-
rior. Si me hubiese atenido exclusivamente a la letra
de los reglamentos debí designar Oficiales Gradua-
dos para todas las comisiones al exterior. Pero tra-
tándose de cursos para Tenientes en las Escuelas del
Caribe, mal podía mandar Capitanes, que es el gra-
do mínimo para ingresar al Instituto.
Los Oficiales no graduados que concurrieron a
Alemania a estudiar radio, invitados por la firma
Telefunken, fueron elegidos entre los que obtuvie-
ron mejor puntaje en matemáticas. ¿Es que habría
sido aconsejable enviar a los primeros alumnos en
Derecho e Historia, prescindiendo del ramo básico
para estudios electrónicos?
Recalcó el Sr. Smauck que había enviado al ex-
tranjero. a un Capitán que. según él. no tenía otro
atributo que el ser sobrino político mío. Se refirió,
encubiertamente, a1 Capitán Sr. Luis Rammsy Tre-
vic, quien fue siempre calificado en lista de méritos;
fue alumno destacado en Matemáticas; habla inglés;
posee conocimientos de alemán; cbtuvo uno dP los
primeros lugares en Panamá, y el Director de la
Escuela Latinoamericana del Caribe lo señaló como
un a1umno distinguido. En Alemania, donde estudió
radio. se le señaló también como un alumno aven-
tajado. ¿Estaría el detractor en condiciones rte colo-
carse, intelectualmente, frente :i quien niega estos
atributos?

Juego clandestino en Puerto Varas.-Continuan-


do sus acusaciones, el Sr. Smauck. refirió, aunque
superficialmente al juego ilegal en Puerto Varas y
aseguró: "En mi calidad de Alcalde de Puerto Varas,
y luego de parlamentario de la provincia de Llanqui-

66
hue, tuve oportunidad de imponerme, en detalle, de
lo relativo al juego clandestino practicado en el Hotel
Heim, de Puerto Varas ... ".
Creo que esto no necesita comentario alguno.
¿Es posible que un Alcalde, obligado por ley "a velar
por la moralidad pública" y "conociendo en detalle"
lo relativo a la ejecución del hecho delictuoso, :.10
tomara ninguna determinación de aquéllas que le
impone la ley? ¿Por qué no clamuró el Hotel Heim,
como habría sido su deber? ¿Por qué, disponiendo
de la fuerza pública para el cumplimient:, de su fun-
ción, no exigió a Carabineros el cumplimiento de sus
obligaciones? ¿Mandó siquiera un oficio a la Supe-
rioridad de Carabineros, al Intendente de la provin-
cia o al Ministerio del Interior, dando cuenta de la
ilegalidad que después tanto impugnó?
Agregó a todo esto, que también, "como parla-
mentario d,e la provincia, tuvo oportunidad de impo-
nerse" de la ilegalidad. Eso significa que el entonces
Honorable Diputado Sr. Rolando Smauck, miembro
de la Cámara fiscalizadora, teniendo la obligación de
denunciar el hecho ilícito en •el hemiciclo, no lo hizo.
En ese entonces calló, ¡guardó silencio para escan-
dalizarse casi un año después!

Construcción de un edificio.-Afirmó el señor


Smauck, en la Cámara, que tenía en su poder "otra
denuncia de grave irregularidad que me afectaba en
el ejercicio del mando y que estaba suscrita por el
Comisario del sector en que se encontraba un inmue-
ble que había construido con otros asociados". Des-
cribió el hecho de tal manera que llegaba a consti-
tuir un delito inexcarcelable. Sin embargo, tal "de-
nuncia suscrita irrefutablemente" jamás llegó al
tribunal para que se estableciera el hecho punible ni

67
tampoco apareció en parte alguna la prueba docu-
mental anunciada.
Es efectivo que tres Generales y dos civiles
construimcs un "edificio" -por llamarlo así- en el
Cerro Castillo, de Viña del Mar .
Los "magnates" integramos el capital social, con
los siguientes recursos:
1. -Sr. León Link, aportó e1 terreno del cual era
propietario;
2 .-General Sr. Tulio Vidal, que contribuyó con
$ 400. 000 obtenidos como préstamos en el Banco
del Estado, Sucursal Valparaíso;
3. - General Sr. Pedro Casas Cordero que con-
currió con $ 800. 000 producto de ahorros y un prés-
tamo reglamentario, después de 31 años de srrvicio y
sin mi intervención, en la Caja de Previsión de Ca-
rabineros;
4 .-Sr. Osear de la Cruz, a quien el Banco Is-
raelita le facilitó $ 500. 000; y
5 .-Finalmente, yo, que gracias al Sr. Alberto
Reyes, Gerente del mismo Banco Israelita, donde
aún tengo mi cuenta corriente, obtuve $ 500. 000
como préstamo hipotecario.
La edificación consta de dos pisos y en total no
sobrepasa los mil metros cuadrados; tiene doce de-
partamentos y pasa inadvertido entre los chalets que
le rodean . Como las terminaciones no fueron de
primera, para abaratar el precio de venta, aprove-
chamos de hacer adquisiciones antes de anunciadas
alzas del material, la utilidad nos permitió quedarnos
a cada uno de los asociados con un departamento
por un costo verdaderamente insignificante.
Mintió el Sr. Smauck al afirmar que yo babia
empleado obreros de Carabineros en la construc-
ción No se necesita ser muy inteligente para pensar

68
que, siendo yo dueño de sólo una quinta parte de la
propiedad no iba a exponer mi situación profesio-
nal y legal a beneficio de otros cuatro socios que
irían a disfrutar lo que habría sido un d•elito de mi
exclusiva responsabilidad.
Iniciado el nuevo período Presidencial y acogidos
a retiro todos los que participamos en "la empresa
constructora", el General Sr. Arturo Queirolo orde-
nó la instrucción de un sumario administrativo, dan-
do órdenes personales y precisas al Fiscal para que
"estableciera" la denuncia. El General Sr. Manuel
Amor Bermúdez no sólo amenazó sino que aleccionó
al personal de tropa para que me inculparan. A dos
choferes les pidió que declararan haber trasladado
material de demolición de la 8. a Comisaría de San-
tiago para ser usados en la investigada construcción
del cerro Castillo . Pero éstos, con más dignidad e
inteligencia, no sólo se negaron a firmar la declara-
ción sino que le hicieron ver que ello n9 podía haber
ocurrido por cuanto el viejo editicio policial había
sido destruido mucho después de haberse terminado
el "Edificio del General Ardiles".
Acredité, con testimonios y talonario de che-
ques, que las terminaciones de mi departamento ha-
bían sido efectuadas por la firma Berenguer Her-
manos. En cambio la lista de obreros de Carabineros
señalada por mi detractor negó rotundamente la par-
ticipación atribuida.
Comprendo que el Sr. Diputado, queriendo
aprovecharse del cambio presidencial me atacara pa-
ra defender a sus correligionarios Carabineros, Co-
ronel Urzúa y Capitán Sepúlveda, que, políticamen-
te, tanto le sirvieron. Lo que no comprendo es como
pudo afirmar tanta inexactitud en el Congreso Na-
cional .
El General Queirolo, que ordenó y conoció el
sumario; que tenía la obligación de velar por el pres-
tigio de la Institución y de quien no sólo fuera su
instructor sino su protector, ocultó la verdad refleja-
da en el dictamen . El Ministro Sr. Sótero del Río
.Jefe directo de Carabineros y el Subsecretario del
Ministerio del Interior, que no debieron ignorar la
denuncia ni el resultado de la investigación, corno de
costumbre, ¡no dijeron palabra alguna ... !
Revólveres Ruby Extra.-El Sr. Smauck conti-
nuó su acusación en la Cámara. Todo cuanto dijo
sobre la importación de este armamento adquirido
para el uso del personal de Carabineros, fue mentira.
La institución nunca dispuso de más de 10 mi-
llones de pesos anuales -1952-58- para completar y
renovar y reparar su armamento y munición. A sim-
ple vista, esa suma es insuficiente para un Cuerpo
de 18. 000 hombres que debe contar con ametralla-
doras, carabinas, revólve1'es, gases, máscaras, etc.
La prcporción nos indica que ese presupu<'sto
alcanzaba para disponer de poco más de $ 550 por
arma para r•eposición de accesorios, y munición con-
sumida .
Los reglamentos obligaban al Carabinero a cons-
tituirse automáticamente, en hombre de servicio,
aún cuando estuviera franco, al presenciar un hecho
punible. Esa es la causa por qué la ley le autoriza
para cargar armas permanentemente.
Era notoria la necesidad de dotar de armas cor-
tas al personal para que, en circunstancias como las
expuestas, pudiera enfrentarse a los malhechores, en
defema a la sociedad o de sus propias vidas, fre-
cuentemente atacadas a altas horas de la noche.
cuando regresaban a sus cuarteles o a sus domicilios:
siempre lejanos de los sectores céntricos .
70
Se pensó que, a falta de recursos fiscaics, :os
Oficiales y Suboficiales podían adquirir voluntaria-
mente y de su propio peculio, liberados de derecho de
Aduana, los revólveres que el Fisco no les proporcio-
naba para tales ,eventos. En ocasiones anteriores,
Carabineros y las tres ramas de la Defensa Nacional
habían adoptado igual procedimiento.
Acogí la )nsinuación que se me hizo y se inició
la tramitación de rigor.
El 25 de febrero de 1958 el representanle de la
firma Gabilongo, de España, que actúa por más de 30
años en Chile y ha vendido armamento al Ejército,
Armada, Aviación y Carabineros desde 1938, hizo la
oferta de revólveres Ruby Extra, que, p~vio estudio,
fue materializada por contrato el 30 de julio del mis-
mo año.
Es bien sabido que el personal no dispone de re-
cursos para adquirir un arma al contado. A los inte-
resados, hubo entonces de hacérseles descuentos men-
suales, voluntarios, hasta reunir el total del valor .
Las sumas descontadas se acumulaban reglamenta-
riament,e en la Administración de Caja de la Direc-
ción General.
Dado el número de cuotas en que se fijó el des-
cuento, las armas sólo se cancelaron y embarcaron,
en España, en noviembre de 1958 y llegaron a Valua-
raíso en enero de 1959, es decir, cuando ya había
dejado mi cargo de General Director.
Era de rigor que el acr~ditivo para la importación
se hiciera por intermedio de un Banco Comercial y
se encargó de ello el Banco de Crédito e Inversiones
como pudo haberse hecho por cualquier otro . Si ha-
bía crítica de mala fe, la calumnia habría sido igual
y sólo habría cambiado en ella el nombre del Banco.
El total del dinero correspondiente a la importa-

71
ción se mantuvo en depósito bancario sólo el tiempo
indispensable para obtener la licencia que debían
conceder el Consejo Nacional de Comercio Exterior y
el Banco Central de Chile.
Las tramitaciones legales de importación fueron
aceleradas al máximo y se efectuaron en la misma
forma como lo habían hecho otras Instituciones, en-
tre ellas la propia Dirección General de Aprovisiona-
miento del Estado en cuyas internaciones ocupó ser-
vicios del mismo Banco que atendió a Carabineros.
Se adquirió armamento español, y no norteame-
ricano como se criticó:
a) Porque su precio era inferior;
b) Porque el armamento ya era conocido y pro-
bado en Carabineros sin que existiese informe desfa-
vorable alguno;
c) Porque habiéndose ofrecido y aceptado volun-
tariamente armamento de origen español, mal podía
entregarse de otro origen;
d) Porque desde hacía bastante tiempo, Chile no
contaba con dólares disponibles sobre EE. UU., lle-
gándose al extremo de haberse detenido las importa-
ciones de ese país; y
e) Porque era España, en ese entonces, el único
país que podía vender a Chile en forma ventajosa.
Había excedentes de dólares salitreros que fueron ad-
quiridos a $ 760. El dólar sobre EE. UU. S€ cotizaba
en la bolsa negra por sobre los $ 1 . 000.
La canalla habló de mala calidad del armamen-
to. Debo repetir que nunca hubo quejas al respecto
en los 20 años que Carabineros usa armas españolas.
El Ejército, la Armada y la Aviación que cuentan con
las más calificadas as,esorías técnicas habían adquiri-
do armamento en la misma fábrica. En 1958, las
_policías de Bohn, Dusseldorf, Colonia y Hamburgo,

72
que visité, usaban el mismo armamento comprado
para Carabineros en España. Ello lo comprobé per-
sonalmente cuando visité Alemania, por gentileza de
Lufthansa, en 1958.
Todo esto lo sabía perfectamente el General
Sr. Arturo Queirolo, por haber conocido primero
como Coronel y más tarde como General la forma en
que se hizo la transacción ccmerc1al. Sin embargo,
todo lo silenció hasta el día de hoy, dando pábulo
a mal intencionados comentarios radiales que auspi-
ció la propia Dirección General. Una declaración
oficial oportuna del General Director de Carabineros,
expresando cuanto había de verdad en lo que he ex-
puesto, habría evitado el desprestigio que se lanzó y
que afectó a la Institución toda.
Asumida la Presidencia de la República, el señor
Alessandri no aceptó que se liberara de derechos
aduaneros a ese armamento, como 10 iba a hacer el
señor General Ibáñez. Más de un año estuvieron en
la Aduana de Valparaíso esos revólveres adquiridos
con fondos del personal. Igual lapso se mantuvo el
escándalo artificialmente formado en mi contra, ase-
gurándose, incluso. que yo habría malversado el di-
nero del personal. "Entretelones'' fue el órgano oficial
de difamación. Tiempo después, se consultó a los
adquirentes si, previo pago de Jos derechos fijados
por el Arancel, insistían en quedarse con sus armas.
Muchos respondieron afirmativamente, pues aún,
así la compra era ventajosa pDTque ese mismo revól-
ver valía en el comercio, entonces, más de $ 90.000.
Finalmente se resolvió que Carabineros, como
Institución, dejara para sí, las armas ya pagadas
por el personal y se devolviera a éste el valor des-
contado.
Gran solución. Magnífico negocio para el Fisco

73

Cinco 6
y pésimo para el personal, porque éste, para importar
las armas en cuestión, de su peculio reunió pesos
chilenos que cambió ,2n moneda dura.
Eran sus dólares, y no los ya despreciados pesos
10\S que debió devolverse a los adquirentes. La mo-
neda americana comprada por el personal a :¡; 760.-
había subido a $ 1.045.- al año de asumir el Sr.
Alessandri. En Octubre de este año el camhio ban-
cario lo ha fijado a más de $ 2.900.- ¿Cuántc vale
hoy cada uno de esos revólveres? ¿C~ánto ha perdi-
do el personal?
Ahora hay reclamos del personal que se queja
por no habérsele devuelto el dinero descontado, y
reintegrado por el Fisco que dejó para sí las armas.
¡Sin embargo, en la documentación aparece devuelto
el total de la suma bajo la firma de los interesados ... 1
Lo correcto, ante el escándalo armado por la
propia Dirección General, bajo el mando del General
Queirolo, es que se publiquen listas para que el per-
sonal pueda reclamar en caso de no haber recibido
tal devolución. La Contraloría General es la llama-
da a intervenir, si de propia iniciativa no lo hizo el
Director General .
Escándalo de las tierras magallánicas.-En 1937,
siendo Sub Prefecto de Magallanes, tuve oportuni-
dad de conocer el desarrollo de la industria gana-
dera al recorrer gran parte del sector entregado a
la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego.
En 1958, finiquitado el contrato del Fisco con
la expresada sociedad, se iban a subdividir esas
grandes extensiones para entregarlas en arriendo.
Miles de interesados en ser arrendatarios elevaron
.!!Us solicitudes a la Caja de Colonización Agrícola.
Pensé dedicarme a esas labores ganaderas una

74
vez que me retirara de Carabineros; pero no tenien-
do derecho, como empleado público, con residencia
en Santiago, a ser arrendatario de esas tierras ni iba
a renunciar a mi cargo ante la mera expectativa dt>
que fuera aprobada mi petición, pedí a mi espusa que
lo hiciera ella, pues reunía todos los requisitos exigi-
dos por la ley. Al efecto, siguiendo los trámite~ regu-
lares, elevó la solicitud y, .s egún mi 1,ndicación,
rt>quirió en arriendo un lote de cinro señalados en un
croquis adjunto, no interesándose ~n otros, porque
yo sabía de sectores donde la producción necesitab~,
en algunas .partes de quince hectireas o más por
1::inar.
La perfidia de mis gratuitos difamadores les
induc;a inventar más y más cargos. Mentir, mentir ...
Encontraron, entonces, que lo más p1ácti(;o, dentro
de su falta de escrúpulos, era recurnr de nuevo a la
falacia y lanzaron la especie de que había solicitado
cincn ~otes.
Si así hubiese sido, no hqtríu hecho otra co.sa
que ejercitar un derecho garantido por la Consti-
tución Política del Estado.
Los organismos legalmente establecidos son los
que deben dictaminar si el solicitante reúne o no los
requisitos exigidos por la ley.
Tan legal y reglamentariamente se tramttó la
solicitud en cuestión ante la Caja de Colonización.
que el Presidente Ibáñez ignoró la petición y de ella
sólo supo cuando se incluyó mi nombr~ y el de mi
esposa entre los acusados del gravi.: delito de pedir en
arrie.i.1do tierras australes para trabajarlas. Nunca
hablé, tampoco, sobre este punto_ con ninguna de las
personas que ocuparon el cargo de Vice-Presidente
Ejecutivo en la mencionada Caja. Tan legal era la
petición que estimé innecesario hacerlo.

75
U:-1a vez más, deliberadamente, se mintió. Mis
detractores ¡sabían que nada inc0rrecto existía en
teda mi administración y sólo c ,n burdas calumnias
pedían envolverme, en escándalos, al final de un
régimen Presidencial.
El Diputado Smauck fue, una vez más instru-
mento de la canalla. Si hubiese leído nuestra
Constitución Política se habría impuesto que en el
número 6Q del artículo 10, al señalar las Garantías
Constitucionales establece "el derecho de presentar
pet!ciones a la autoridad constituida, sobre cual-
quier asunto de interés público o privado, sin otra
limitación que la de proceder en términos respetuo-
sos y convenientes".
Sin embarg-o, dicho parlamentario expresó táci-
tamente en pleno Congreso Nacional que ejercitar
derechos constituye una inmoralidad.
Profesor fantasma.-El ex-H. Diputado señor
Smauck no tuvo un término más par:amentario co-
mo acusador y usó terminología propia de titulares
de un pasquín.
Toda la Institución sabe que fui Profesor des-
de 1930, en el grado de Teniente. No puedo hablar
de mi propia capacidad en la labor docente. La pa-
labra de centenares de mis exalumnos, esp-:icialmen-
te de más de treinta Jefes y Oficiales extranJeros es
ls más autorizada. Las expresiones de mi impug-
nador que, sin haberme oído jamás, criticó mi ac-
tuación en la enseñanza profesional cayeron en el
vacío y sirvieron sólo para calificar a despechados
enemigos.
Mi asistencia y puntualidad, consta, aparte de
los ex-alumnos, a los Profesores señores Cargill, y
Egaña Barahona, yerno del ex-Contralor General

76
Sr. Bahamondes, el primero y Juez de Policía Lo-
cal el seguado, quienes diariamente se encontra-
ban a la salida de clases, por corresponderle a ellos
la hora siguiente en otras asignaturas.
Aún más. Voy a aclarar algo para 103 que di-
cen que es inmoral ocupar dos cargos a la vez. Las
dos horas diarias de clases las hacía de 8 a 9,45 ho-
ras. Perdía así sólo una hora de oficina que recu-
peraba con creces, pues es del dominio general que
permanecía en mi escritorio hasta las 13,30 de la
jornada matutina y las 21 horas en la noche,
salvo cuando tenía que asistir a actos de represen-
tación social, de 19 a 21, en que regresaba después
de esta última hora a terminar mis labores dia-
rias. Son muchos los que puedan atestiguar que
era frecuente verme en 1a oficina hasta próxima la
media noche.
El General Queirolo, que diariamente me veía
en la Escuela, pudo decir lo que le constaba, cuan-
do se lanzó la calumnia y no se publicaban mis des-
mentidos.

Rifa entre el personal-Distorsionar la verdad


para producir un cargo calumnioso no era novedad
alguna para mis detractores. El Sr. Smauck me
acusó de que yo había ordenado rifas en benefic:io
propio. Un acto generoso, lo tornaron mezquino.
Próxima la Pascua de 1957, el Prefecto de Col-
chagua llegó a mi oficina para imponerse que su
personal a contrata no iba a disponer de juguetes
en esa Navidad porque carecía de recursos para ad-
quirirlos y la Prefectura no tenía fondos para do-
nárselos.
Durante mi mando, como los anteriores, todo•
el personal casado de Carabineros recibió en la vís-

77
pera de Pascua, juguetes, para que el personal los
1·egalara a sus hijos en tan emotiva festiyidad
hogareña.
Según me informaron, Rotary Club de S::i.11
Fernando, siempre atento al bien social, había ofre-
cido su concurso al Prefecto para salvar la dolorosa
situación que se crearía a los niños de Carabineros
que tendrían para toda su vida un mal recuerdo de
€sa Noche Buena, al no tener juguetes, mlentras
otros los exhibirían jubilosos. Al efecto, según el
Jefe de Carabineros, se proponía realizar un baile
social y rifar algunos objetos de escaso valor que se
recolectarían en el comercio. Con lo obtenido en el
beneficio se adquirirían los juguetes que se pensaba
obsequiar.
La iniciativa sugerida, puesta en práctica mu-
chas veces para diversas instituciones, mereció mi
aprobación. Se exteriorizaría un reconocimiento a
Carabineros y los hijos del personal agradPcerían
tan generosa actitud.
Por mi parte no podía ser indiferente al cuaJro
lamentable que se me presentaba. Para ese efecto.
dispuse dos cubrecamas y un revólver de lujo. espe-
cies que tenía guardadas desde hacia algún tiempo
y las obsequié para la finalidad propuesta po1
Rotary.
Ese gesto espontáneo no podía ser reconocido
por quienes sólo saben de malévolos propósitos. El
beneficio que recibieron los niños del personal. me
fue desconocido y sólo sirvió para que se urdiera
una felonía más .
No sólo esos obsequios hice en mi calidad de
Jefe que nunca pretendió lucrar con su cargo y re-
chazó cuanto pudiera afectar a su conciencia, p.

78
diera margen a comentarios desfavorables que me-
noscabaran mi ascendiente ante los subalternos.
De los numerosos objetos de arte que re~ibí ~o-
mo recuerdo personal en mis visitas al extran-
jero y de los obsequios de que me hicieron objeto en
el país, sólo cinco o seis conservo en mi poder; el
resto lc•s doné, para concursos institucionales, casi-
no de cuarteles o entidades particulares. Larga lista
tengo en mi poder; pero me limitaré sólo a los si-
guientes:
1.-En el hall del Casino de Oficial':!s de la Es-
cuela de Carabineros se encuentra instalada una
radio mueble con tocadisco y grabadora. Me fue
obsequiada por la Gerencia de Propaganda Telefun-
ken, de cuyo Jefe soy amigo personal y conocí en
Chile hace más de diez años . Las fabricaban para
demostraciones de lo que producían. El obsequio
fue una deferencia personal de quien así quería
hacerme una atención recordando las que yo le
brindara en otros tiempos, cuando permaneció en
el país. Sin obligación legal, regla~nentaria ni mora·,,
la do1r1é para que disfrutaran de ella los Oficia-
les. Su valor, en 1957, sobrepasaba un millón de
pesos, pues era un anticipo al modelo 1959. Consta
esto a los propios representantes de la firma impor-
tadora. Hoy la sola grabadora vale E<> 1.500.-
2.-Un revólver que me fue obsequiado por el
Jefe de la Fábrica de Material de Guerra del Ejér-
cito, como demostración de lo que allí se producía,
lo dejé de recuerdo al Comandante en Jef,e de la
Policía Militar de Río de Janeiro, en una reunión
a,nte los Adictos chilenos que me agradecieron la
circunstancia de haber hecho resaltar que se trata-
ba de un arma hecha en Chile, con acero, obreros
y técnicos chilenos, dirigidos por expertos de nues-
tro Ejército.
79
3.-En el pasillo del Club de Carabineros se exhi-
be el cuadro "Bosque", de Monticelli. Me fue enviado
por una entidad privada como recuerdo personal. En•
contré que, aunque no era incorrecto recibirlo, el
rasgo de generosidad estaba en desacuerdo con mi
manera de ser. Devolverlo habría constituido una
ofensa y opté por obsequiarlo al Club de Carabine-
ros. Aún está en ese hogar social y su valor en 1956,
superaba los $ 500.000. Sólo llama la atención un
detalle: ordenaron sacarle la placa que indicaba la
procedencia de la especie. ¡A tanto ha llegado el
servilismo y la bajeza!
4.-En el salón de recepciones del mismo Club
-segundo piso- hay una mesa dorada con cubier-
h de mármol, auténticamente antigua. Fue regalJ.-
da por mi esposa para completar el amoblado
5.-El mejor perro policial amaestrado q11e dio
origen al grupo que hoy presenta Carabinero3 en sus
exhibiciones, fue un regalo personal que me hizo
en Buenos Aires el entonces Jefe de la Policía Fede-
ral, General Gamboa. También lo doné a Carabine-
ros .
6.-Un caballar que me obsequió el Jefe de la
Brigada Montada de Buenos Aires lo entregué a la
Escuela de Carabineros para sus concursos . Ni si-
quiera quise recibir los premios que con ese animal
se ganaron.
7.-El Club de Seguridad en el Tránsito man-
tiene aún en su poder y exhibe en sus sesiones un
valioso Cóndor de bronce que me iue regalado en un
cumpleaños. J:,o obsequié desinteresadamente por-
que consideré que alli estaba en mejores manos que
en las mías.
8.-La Casa del Estudiante, Clubs Deportivos,
Comisiones Organizadoras de concursos hipicos, etc.,

80
recibieron también, de mi parte, numerosos obse-
quios recordatorios que se me hicieron en otras en-
tidades.
Ahora, después de conoc·erse estos actos que de-
muestran mi afecto institucional, y que en el as-
pecto material representan millones de pesos, ¿pue-
de concebirse que haya ordenado una rifa que iba a
beneficiarme en unos insignificantes pesos?
La pequeñez del cargo imputado refleja tan b'l·
ja estatura moral de mis difamadores, que no leo:
permitió notar la enorme desproporción entre 1os
$ 60.000 impugnados como supuesta utilidad de una
rifa, que nunca ordené ni insinué, y los sobrepasa -
dos $ 3.000.000 que, hace 7 u 8 años significat,an éstas
mis voluntarias y desinteresadas dcuaciones.
¿Hubo antes algún Jefe que así rnatenalizara i::u
afecto institucional y desinterés personal? Emplazo
a que se me señale siquiera a uno .
Invito al Gral. Sr. Queirolo a qu(' me de.smienta.
He desvirtuado todos los cargos que me hizo el
ex-Diputado Sr. Rolando Smauck S. Los Tribunales
y la Contraloría General no comprobaron ninguna
de sus afirmaciones .
El, en cam!bio, no ha desvirtuado, y aún guarda
silencio sobre la forma en que lo retrató el H. Dipu-
tado Sr. Luis Valdés Larraín, en la 12.a sesión de
la Cámara, del año 1960, intervención de la que, por
lo extensa, copio sólo algunos párrafos.
"El sefior VALDES LARRA[N.-Señor Presidente en la se-
sión celebrada por esta Honorable Cámara el martes último, el
H. Diputado radical don Rolando Schmauk pronunció un discur-
so en eJ que se refirió a la Polltica Internacional de Chile, en
relación ~n la Argentina. Lo vertiginoso de su lectura hizo im-
posible que fueran advertidos en ese momento sus conceptos, loa

81
que, de haberse e5cuchado debidamente, habrían sido rebatidos
de inmediato por .ser ellos inadmi8iblemente injuriosos para ca,..
l!!icar la conducta de nuestro Gobierno.
Dicho discurso, que puede, ahora, ana.lizarse por su publl~
ción oficial es una. repetición casi exacta. de los ataques formula.
dos en el Senado por su correligionario el H. Senador Exequlel
González Madariaga.
Sin embargo, Justo es reconocer, aunque no se compartan
sus puntos de vista, que en los dl.scursos del H. Senador González
Madariaga, hay planteamientos completos que denotan estudio y
conocimiento; en cambfo, nuestro H. colega Srnauk, al que le
preocupa más la pasión de las palabrag 'Que la seriedad de la
argumentación, mezcla una serie de materias; desconoce los Pro-
tocolos y Tratados; cita párrafos de autores que se refieren a
otros aspectos del problema; y por último, lt()ne como suyas ideas
textualmente expuelltas por un internaclonalls'ta.."
"Francamente es imposible imaginar oeómo pueden hacerse
aemejantes afirmaciones; cómo puede descono::erse la. serie de in·
cidentes, dificultades y problemas que desgradadamente hem0$
ten.Ido con la República Argentina."
"El Honorable colega condena que esto se haya firmado
cuando el pafs estaba azotado por una catástrofe, lo que él atri-
buye a una indolencia de quienes viven "halagados en ,conforta-
bles salones, sin comprender el drama que estamos viviendo" ...
"Mal puede entonces lanzarse la torpe !rase que reproduje,
inexplicable en quien se sabe amigo de muchos de los hombres
de Gobierno a quienes ahora pretende enlodar vanamente, como
nadie hasta ahora lo hiciera en este recinto. ¡Triste misión re-
.servada ai Diputado radical tan vinculado a las alt11& esferas del
Poder!"

Después de lo dicho por el H. Valdés Larrain


sobre el Sr. Smauck, no creo que me haya atacado
por maldad, sino por candidez .

82
DIPUTADO SR. DANIEL ZACARIAS PANTOJA Q ..

En las elecciones de 1957 resultó elegido Diputa-


do por la agrupación de Temuco, Lautaro, Imperi,1.l,
Pitrufquén y Villarrica el señor Ramón Barceló del
Partido del Trabajo, quien fue inhabilitado al acu-
sársele de ser miembro del partido comunista, enti-
dad que no podía tener representación parlamenta-
ria por estar vigente la Ley de Defensa de la Demo-
cracia.
Le correspondió reemplazarlo a don Daniel Za-
carías Pantoja, quien había logrado 1.429 votos de
una lista de 4.029, perteneciente al partido Agrario
Laborista. Así, don Daniel de derrotado pasó a ocu-
par un sillón en la Cámara. En esto no fue ajeno
don Luis Muñoz Monge, quien incluso, le ayudó con
dinero para su elección .
Este novel parlamentario siempre fue enemigo
mío y yo de él, porque:
1Q) Cuando en Carabineros sirvió a mis órdenes~
traté a toda costa de eliminarlo por sus deficientes
condiciones profesionales y por su incapacidad inte-
lectual, que quedó fehacientemente demcstrada en
el Instituto Superior, donde, como Capitán Alumno,
no pudo continuar sus estudios y fue eliminado al
término diel primer año; y
2Q) Más tarde, en el período del General Ibáñez,
fue nombrado Visitador de Intendencia. Obligado a
retirarse del cargo, me negué a facilitar su reajuste
de pensión de retiro por la ilegalidad de la petición .
Tan pronto supo de su triunfo en las urnas con-
currió con amigos al Club de Carabineros, institución
privada donde no se le recibía. Los mozos ignorando
'}Ue el señor Pantoja, de eliminado de Carabineros,

83
había llegado al Parlamento, no le permitieron la
entrada y se alejó prometiendo represalias en con-
tra mía.
Como Diputado, fue nombrado Consejero de la
Caja de Previsión de Carabineros en representación
de la Cámara.
En una de sus tantas y desafortunadas actua-
ciones tuvo interés en defender una propuesta por
pavimentación. Competía con su recomendado un
contratista de nacionalidad peruana, y el Honorable,
para evitar esta oposición, amenazó con obtener su
expulsión del país. Así, "democráticamente", Panto-
ja logró su propósito.
Mucho habló de la equidad en la distribución de
las habitaciones que arrendaba la Caja; aunque, im-
periosamente exigió dos departamentos en la pobla-
ción San Diego: uno para él y el otro para su socio
comercial, un ex-Detective.
En las sesiones de este organismo previsional de
Carabineros hizo reír pcr su "elevado criterio"; pero
en la Cámara no desperdició el fuero para atacarme,
ley-endo dos o tres discursos -denuncias- que nun-
ca redactó ni podrá hacerlo, porque ya es tarde para
que mejore su calidad.
Fue de los parlamentarios que más viajes hizo
al puerto libre de Arica, ubicado medio Chile más
al norte del departamento que políticamente repre-
sentó. Como por su calidad de Honorable tenía pa-
saje gratuito, resultó el parlamentario que más caro
costó a la Línea Aérea Nacional. Los controles de
viajes de la LAN atestiguan el número de veces que
viajó a esa ciudad que no representó y los docu-
mentos de sUs viajes que poseo en mi poder, comprue--
ban su actividad.
Mala representación tuvo Pitrufquén en la Cá-

84
mara y lo reconoció al repudiar su actuación pa1 ;a-
mentaria cuando se presentó a ia reelección en
Mayo de 1961, obteniendo irrisorios 523 votos.
· De su permanencia en Carabineros quedaron
numerosas constancias de las gue sólo extractaré al-
gunas:
"El 10-XI-930. Sancionado con 5 días de arresto en el cuartel,
con todo servicio, por haber agredido al ciudadano Victoriano Ro-
mero al detenerlo y haberlo injuriado, lo que se agravaba por el
hecho de que este individuo estaba en estado de ebriedad, con lo
que ha demostrado falta de ,comprensión de sus deberes y con-
travención a las reiteradas instrucciones impartidas por la Su-
perioridad y esta Prefectura, sobre el trato al público y a los
detenidos.''
"El 17-VI-931. El Juzgado Militar de Valdivia instruye sumario
para establecer la efectividad de una denuncia hecha. al Juez de
Menores de Temuco, por violación de la menor N.N."
"El 27-X-933. Sancionado con 10 días de arresto, .con todo
servicio, por haberse ,comprobado en un sumario administrativo
que dio de golpes con las man.os a la dueña de un cabaret, Ue-
"a.ndoJa detenida por ebriedad y no dejó constancia en el Libro
de Guardia de una lesión que r,Tesentaba, ni ooncurrió al Juz..
gado a ratifi::ar el parte."
"Ell 16-XI-036. Sancionado con 2 días de arresto por la
Comandancia de la Escuela. con todo servicio, por dirigirse a un
Capitán en términos incovenlentes y altaneros.
"El 29-X-945. Ingresó al Instituto Superior de Carabmero.s,
de donde fue eliminado por sus deficientes condiciones intelec-
tuales, 10 que queda comprobado por el hecho de no haber ob-
tenido la nota mlnlma."
"El 30-VIII-948. Se le aplica una amonestación, por haber
provocad.o un incidente de palabras con un Capitán."
"El 31-V-949 Se le impone. una reprensión por haber '<:ontra-
vcnido lo tispuesto en el Art 18, del Reglamento NY 21, al abrir
lllla cuenta oorriente a nombre de la 5• Comisaría "Pitrufquén",

85
-en el pueblo del mismo nombre y en circunstancias que era Co-
misario de dicha Unidad."
"El 9.VIII-949. Se le impone una reprensión por haberse
evidenciado su falta. de respeto po.ra con la Prefectura en la
ledacción impropia de su oficio N9 980, de 3-VIIll-949-''
"El 9-IX-949. Se le impone una reprensión por ejecutar tra,
bajos en el local de la Unidad, sin autorización superior; pedir
mercaderías en el comercio sin la respectiva orden y faltar el res-
peto a su superior directo.
Eliminado por la Junta Calificadora el 21-XII-949.
La ca,l!dad moral de quien tanto mintió y tan cobardemente
me atacó des<le la C'á.ma.ra, escudado en la inviolabilidad parla-
mentaria, no merece mayores comentarios; pero hace refiexlo-
nar: ¡Este ramillete de virtudes llegó al Parlamento de Chile!

MENTIR ... MENTIR

Fondos secretos.-Se aseguró que me enrique-


cía guardándome los fondos secretos de Carabine-
ros. Lo falaz cae por su propio peso. Si estos fondos
eran de carácter secreto, nadie podía saber si los
había empleado bien o mal.
En mi mando, los gastos secretos que fijaba el
Presupuesto de la Nación eran con la obligación de
rendir cuenta a la Contraloría. En los años 1953,
54 y 55 el Presupuesto Fiscal consultaba la suma de
quinientos mil pesos (EQ 500.-) anuales, que sólo
podía girarse por duodécimos, (EQ 41.66 mensuales),
y de los cuales rendía cuenta directamente, mes a
mes, al Contralor General de la República. En los
años 1956 y 57, esos fondos aumentaron a EQ 800.-
anuales, contabilizados y girados a rendir cuenta,
-.en igual forma que en los años anteriores. Sólo en

86
1958, esa suma se elevó a E9 1.000 anuales, y siem-
pre con obligación de rendir cuenta.
Como es de comprender, el sólo hecho de tener
que rendir f!Uenta documentada al Sr. Cont~·,.101,
hacía perder el carácter de secreto de la inversión
de esos fondos.
Al asumir el Ministro Wilson, la Cartera de In-
terior, me manifestó haber recibido igual y reser-
vada denuncia; pero se extrañó al saber de lo in-
significante de la suma consultada al efecto. Cuan-
do de propia iniciativa, expliqué esta situación al
Presidente Ibáñez, me preguntó: ¿Por qué no ha-
bía pedido una suma mayor? ¡Eso no alcanza para
nada! dijo.
Le repliqué al instante: no· he pedido un mayor
aumento del Item, porque la experiencia policial
me ha h-echo notar que mientras más fondos secre-
tos se da a la policía, mayor número de complots se
denuncian. Cuando los soplones se imponen de lo
que dispone un Jefe Policial para pagar informee
confidenciales buscan el medio de aprovechar. Se
unen, conspiran ellos mismos y crean un complot
sintético. Así justifican la petición de suwas ade
cuadas y, sin escrúpulos, hacen aparecer mi:.:zc:ad0-s
en atentados a personas que no so!-p "han el cngo
0

G.ue se ha hecho pesar sobre ellas .


Como ejemplo, puedo citar el llamado · Com-
plc t de los tres grandes del buen hllmor·• ...

Beneficiado con Adquisiciones.-La canalla gritó


que me había beneficiado personalmente con las ad-
quisiciones efectuadas por Carabineros.
Por reglamento, era el Sub-Director General
quien presidía la Comisión de Fondos, integrada,
además, por un General Administrativo y un

87
Contador. No era yo, pues, quien llevaba la parte
administrativa.
Las adquisiciones de vestuarios, equipo, arma-
mento, forraje, ganado, etc., se hacen pcir mandato
de la ley, a través de la Dirección General de Apro-
visionamiento, organismo que está regido por · un
Consejo compuesto por un Presidente, un Secreta-
rio y tantos consejeros como Sub-secretarios de Es-
tado existen. Aparte de ellos, debe considerarse a
los técnicos que emiten los informes de rigor acerca
de las calidades, cotizaciones, etc., etc.
En las adquisiciones, nada7 absolutamente na-
da, podía hacer en favor de nadie, porque todas
las operaciones las efectúaba el citado organismo, pi-
diendo propuestas públicas . El Director General de
Carabineros no tenía allí ingerencia alguna; mal
podría intervenir.
Nunca quise que se cambiara este sistema em-
pleado en las adquisiciones fiscales porque estimé
que, así, estaba a cubierto de la maledicencia. Así
mismo lo expresé a S. E. el General Ibañez, cuando, a
petición de otras instituciones, se quiso que las com-
pras fueran hechas directamente. El Primer Ma,1-
datario me encontró razón y no se dictó el Decreto
con Fuerza de Ley que estaba ya en proyecto . Se
siguió bajo el control de la Dirección General de
Aprovisionamiento; pero no me libré de los deslen-
guados o de la cabeza de individuos cuyo espíritu
se ha asimilado a los delincuentes en su estrecho
contacto profesional.
El tiempo ha justificado mi criterio. Para ac-
ciones dolosas hubo necesidad de vulnerar mis nor-
mas y organizar una Central Distribuidora de Com-
pras .
Las manifestaciones a autoridades o delegaciones

88
extranjeras, ofrendas florales u otros actos de repre-
sentación se financiaban, de acuerdo con -el regla-
mento, con un porcentaje de lo obtenidc por venta
de especies excluidas del servicio. De ello había que
rendir cuenta e intervenía una Comisión de tres Ge-
nerales, que eran responsables ante la Contraloría
General de la República .
Cada año, pese a lo exiguo del presupuesto, de-
volvía un saldo que bien pude gastar sin reparo
alguno .
Si el Inspector Canobio, de la Contraloría, con
atropello de la ley y de los propios Jefes de su insti-
tución, denunció directa y personalmente a la Jus-
ticia Militar lo que afloró en su mente como una
malversación de doscientos mil pesos, por pasajes
que estimó incorrectamente pagados, ¿qué no habría
hecho si hubiese sorprendido alguna real incorrec-
ción administrativa?
Contrabando del siglo.-Una calumnia más, me
incluyó, veladamente, entre 1os responsabilizados an-
te la opinión pública por el llamado "Contrabando
del Siglo" y en el que, según proceso instruido por
un Ministro de la Gclfte de Apelaciones, resultaron
directamente responsables detectives de Investigacio-
nes, repartición policial civil que no tiiene ningún
neX:a con la institución que en ese entonces estuvo a
mi mando.
La intervención de Carabineros de Chile fue
perfectamente ajustada a la Ley: impidió la interna-
ción ilegal y puso de inmediato a disposición del
tribunal competente los efectos. instrumentos y res-
ponsables del flagrante delito sorprendido por el per-
sonal de la Tenencia Quillagüe.
Mi labor funcionaria fue la que correspondía:
aprobar de inmediato el procedimitnto de mis subal-

89
ternos tan lejanamente destacados y dar cuenta del
hecho delictuoso al Ministerio del Interior, ror la
gravedad que desde un principio le atribuí, tanto por
el mento del contrabando internado en camümes,
como por pertenecer sus actores a la policía civil .
En el proceso instruido ni siquiera se m:.'nciona
mi nombre, porque en el procedimiento represivo, ne-
tamente policial, sólo participó el personal de la
Tenencia Quillagüe. Este actuó denunció y prestó
declaraciones acusatorias. A ésteis le correspondió re-
cibir la recompensa legal.
Carabineros no tiene contemplación con los con--
trabandistas . La calidad de los hombres que, después
de una estricta selección, se destacan en las Aduanas,
el mérito que significa descubrir una cuantiosa inter-
nación ilegal, y el fuerte porcentaje en dinero con
que la legislación aduanera premia a los denuncian,-
tes, los hace insobornables.
Ser denunciante de contrabando es, económica-
mente, más beneficioso que ser contrabandista. Este
arriesga su vida, porque entre ellos mismos se matan,
es encarcelado al ser sorprendido, pierde el capital al
caer en comiso sus mercaderías y paga, además,
cuantiosas multas. El denunciante, sin afrontar ries-
go alguno,, por el solo hecho de encuadrarse en la ley,
recibe estímulos económicos que siempre sobrepasan
las dudosas utilidades del contrabandista.
La Ordenanza General de Aduanas es muy sabia
en este sentido y fija para los denunciantes una retri-
bución pecuniaria doe tal proporción, que en ningún
caso puede ser superada por extrañas recompensas o
promesas. En el caso que comento, el galardón ascen-
dió a vario•s millones de pesos y funcionario alguno
piensa renunciar a la participación que en derecho le
corresponde.

90
Como demuestro, la encubierta imputación que se
me hizo a través de espacios radiodifamadores y pren-
sa amarilla fue una burda mentira.
El por cuatro años "honorable", Daniel Zacarías
Pantoja, para calumniarme se asesoró de los -peores
individues que, por deficiencias morales, eliminé de
la Institución. De esa misma deficiencia se armaron
para calumniarme con el cinismo de los que nada
tienen que perder. Algunos, defraudados con la pro-
metida reincorporación o puesto que les habían pro-
metido, relatan la confabulación en que participaron.
El eliminado ex Mayor Pantoja, repudiado por
los mismos electores que le eligieron parlamentario
en 1957, no volvió a la Cámara. Carece del fuero
parlamentario en que se escudó para calumniarme.
¿Por qué no reitera, ahora, sus anteriores afirmacio-
nes? ¡Lo emplacé; pero guarda profundo silencio!
Robo de un cuartel.-En su febril campaña de
moralidad con efecto retroactivo, el General QueirolD,
denunció que en mi administración se había demo-
lido el cuartel de la 8~ Comisaría y robado materiales
por valor de doscienbcis millones de pesos. Los tablo~-
d:es y radios anunciaban: "Los Carabineros se robaron
un cuartel completo". Un notición más para desmo-
:·onar el prestigio policial y alimentar a la alimaña
del escándalo. Nada importaba la Institución; lo in-
teresante era enlodar al General Director que recién
había diejado el cargo.
Invocando el escándalo que él mismo gestó, una
de sus primeras medidas fue llamar al Comandante
Manuel González Horta para que presentara su expe-
diente de retiro. Este se negó a ello en razón misma
de la calificación confeccionada dos meses antes por
el propio General Queirolo y por haberse comproba-
do con anterioridad que era inexacta la denuncia

91
hecha sobre pérdidas en la mad-era de demolición
confiada a su cargo.
Queirolo, en su persistente deseo de eliminar a
González, ordenó, entonces, denunciar el hecho a la
justicia militar, a la vez que dispuso la instrucción
de un sumario administrativo en cuya sustanciación
se cometió un sinnúmero de arbitrariedades. No
recordó, Queirnlo, que él mismo, era Prefecto Jefe de
Santiago, cuando se demolió ese cuartel en virtud de
un decreto supremo fundamentado en el pésimo esta-
do de conservación del inmueble, que construido an-
tes de la Guerra del Pacífico, constituía un serio
peligro para sus moradores. No recordó, tampoco, que
había felicitado al Comandante González por haber
refaccionado el cuartel de la 13.a Comisaría con ma-
terial de esa demolición; ni quiso recordar que ante-
riormente el General Rubén Mac Pherson, asesorado
por el Arquitecto Sr . César Escobar Quezada, había
practicado una investigación sobre el particular, des-
estimándose la denuncia.
El tribunal militar estableció que el Comandante
González había donado maderas de la demolición fis-
ral a siete hombres a contrata que, cargados de hijos,
vivían en casuchas insalubres aún para el ganado.
Regaló, asimismo, maderos viejos a tres Oficiales. El
acusado asegura, aún, que esos obsequios eran pro-
venientes de materiales de su propiedad, adquiridos
a la firma Puigrredón y Cía. y guardados en las
mismas bodegas donde se mantenía la demolición de
la 8. a Comisaría. Nada se hizo ocultamente y todo
lo atribuye a un error del Sargento a quien dio la
orden de entregar el material regalado. Bien pudo
haber ocurrido el error, porque toda la entrega se
hizo por vía normal, de día y por escrito. De haber

92
existido sustracción dolosa no se habría adoptado
tanto formulismo.
Pero, ¿a cuánto asciende el "robo" gritado a
cuatro vientos por el General Queirolo? Según los
peritos tasadores nombrados por la Fiscalía Militar
"se trata de material usado más de ochenta años,
pues, el cuartel fue construido en 1875 y el proceso
a que fue sometido ci;;;e material viejo, antes de usar-
se, como ser extracción de clavos, apolilladuras, cepi-
lladuras y reelaboración" hacen que su valor ascien-
da a $ 69. 600" (E4' 69,60) y no a doscientos mi1lones
de peso~ como lo avaluó Queirolo.
A González Horta los tribunales le aplicaron va-
rios días de arresto por haber dispuesto y ocupado
de ese material; al Comandante Mardones Arenas,
que recibió madera de regalo "por valor de seis mil
pesos (E9 6,-) que no alcanzaban ni para comprar
una camisa, se le sancionó con 20 días de arresto; al
personal a contrata no lo sancionaron por su calidad
de subalternos de escasa preparación. Mientras tan-
to, al Arquitecto Sr. César Escobar, asesor en el su-
ma.río administrativo, se le calificó mal por no 11'lber
:resp:mdido a las presiones superiores
Más tarde, la Contraloría General de la Repú-
blica, rectificó su dictamen y se derogaron los decre-
tos supremos mediante la Resolución 15, de 15-V-960,
que manifiesta: " . . . habiéndose dictado un decreto
sancionatorio cuando no estaba él en estado de resol-
ver, puede y debe ser invalidado por omisión de las
formalidades establecidas por la Ley para garantía
de los sumariados ... " .
Una causal más de desprestigio para la anterior
administración y una satisfacción para el General
Sr . Queirolo. Cuando éste era Prefecto Jefe de San-
tiago, tres meses atrás, los Comandantes reclamaron

93
del trato grosero de que les hacía objeto y de la cons-
tante desorientación en su mando, a cons•ecuencias
de sus constantes órdenes y contraórdenes. En su
desconocimiento profesional había ordenado apalear
a unos manifestantes radicales que se retiraban del
Restaurant Cuba y más tarde, ante el justificado
reclamo de éstos, comprendioendo lo arbitrario de la
orden que había impartido, presintió "que Ardiles le
sancionaría" y pidió al Comandante Mardones se
culpara de la torpeza, prometiéndole que "en un su-
mario, le liberaría de responsabilidad".
Mardones se negó a ello y le reprochó tal con-
ducta, invitándolo a que "asumiera su propia y per-
sonal responsabilidad en el mando". Ante explicacio-
nes dadas, no hubo insistencia en el reclamo de los
radicales; pero el General Queirolo consideró inacep-
table la personalidad de Mardones. Empezó a hos-
tilizarle, olvidando que habían sido compañeros de
curso; que en el norte, éste no sólo le llevaba todas
las mañanas al matadero a beber sangre de vacuno
recién muerto, recomendada entonces para la tuber-
culosis, sino que, incluso para evitar que se agravara
en su precaria salud, le reemplazaba en las guardias y
servicios nocturnos . En pago ahora, según expresó en
reunión, "le haría salir a la calle sin pensión para
verlo morirse de hambre a él y toda su familia".
Odio, odio al Comandante Mardones y a un pariente
de éste, que presenció en el Internado Barros Arana
cuando a Queirolo lo sacaron esposado por un hecho
punible cometido antes de ingresar al establecimien-
to educacional.

Teatro Lido.-Entre las grandes inversiones que


se me imputaban para señalar la fortuna que habia
acumulado en el cargo de Jefe de Carabineros, se me

94
atribuyó la propiedad del Teatro Lido, cuyo propie-
tario es el Sr. Nicolás Frenchel, reconocido por su
solvencia moral, social y comercial, no solamente en
Chile sino que también en el extranjero.
¿Cómo se generó la falacia? Parece un chiste;
pero es la esencia de la verdad lo que voy a, narrar,
después de haber reconstituido hechos a través de
informaciones fidedignas.
El señor Frenchel, a quien conozco a través de
la amistad que une a nuestras hijas, educadas en
un mismo establecimiento, me solicitó en una oca-
sión que le hiciera poner servicio policial en el teatro
que recién inauguraba. Accedi, dando la orden co-
rrespondiente, a la vez que hacía notar mi extrañeza
por no haberse dispuesto esto antes, como se hacía
con el resto de los cines.
Con posterioridad encomendé a mi chofer la
compra de dos plateas para una función próxima en
el Teatro Lido . El enviado, queriendo hacerlo mejor,
pidió a la empleada de la boletería que le "escogiera
la mejor ubicación, porque eran para el Gener,.,I Ar-
diles". El señor Frenchel, que en esos instantes es-
taba en la proximidad, al oír mi nombr,e e imponerse
de lo que se trataba, dispuso la devolución del dinero
al chofer, a quien dijo: "Dígale a su General, que
no es posible que él, mande a comprar entradas, que
éste es su teatro y no tiene más que ordenar cuando
desee venir" .
En mala hora, don Nicolás, dijo "su teatro".
Cerca de él permanecía un individuo apodado "La
Vieja". Oírlo y divulgar la especie fue una sola cosa,
ya que estaba de su especialidad. ''El Lido es de mi
General Ardiles", corrió de boca en boca, comenzan-
do a inflarse esta "copucha" que muy bien supieron
aprovechar los difamadores.
Pero eso no fue todo; estos difamadores de oficio
95
sacaron sus cálculos y llegaron a la conclusión
que si el teatro era mío, seguramente también lo era
todo el edificio que en su totalidad bien vale algunos
centenares de millones. . . Y lo hicieron mío.
Existen necios que todo lo toman en las al turas
en que actúan. Algunos de éstos no oyó bien el pe-
lambre. Había un sordo entre mi.5 detractores y oyó
Nilo en vez de Lido . Como existe un teatro de ese
nombre, también lo sumaron a mi haber.
Así aparecí dueño de dos teatros en pleno centro
de Santiago.
Para todo da un cambio de gobierno. . . cuando
hasta la sordera se aprovecha y administra un triun-
fo electoral .
Con el mismo desparpajo, desde la propia Direc-
ción General de Carabineros, la calumnia orga:niza-
da y dirigida me hizo aparecer como dueño de Jíneas
de taxibuses, buses y micros que nunca existif:'ron;
propietario del edificio donde vivo, y del cual me per-
tenece un departamento inmueble que equivale apro-
ximadamente a un cuarentavo del total.
Contrabando.-Un tabloide que en la campaña
mintió sin tasa ni medida, a primera página publicó
"Ardiles otra vez a la Justicia" y daba a conocer, sin
ningún respeto por sus lectores, una noticia según
la cual en la Aduana de Valparaíso, al abrirse los
cajones de una importación de material para las
radios de Carabineros, se habría encontrado refrige-
ra.dores, cocinas eléctricas y una cantidad de artícu-
lo, de uso doméstico que me negaban de contrabando.
Basta analizar superficialmente la información para
darse cuenta de que una firma del prestigio mundial
como "Telefun.ken" no iba a prestarse para envíos
!raudulentos. Menos mal que eso, publicado por un
pasquín y repetido por una desprestigiada audicJón,
bastaba para que nadie lo creyera .
. 96
Retiro de invalidez de segunda clase.-Elevé, a
fines de 1957, mi expediente de retira como Profesor
d,e la Escuela, acogiéndome al Art. 20 del DFL 299,
de 3-VITI-953, porque la Comisión Médica de Carabi-
neros, después de examinarme y considerar mis an-
tecedentes clínicos, determinó que no podía continuar
c~mo tal en el servicio y debía acogerme a la invali-
dez de segunda clase.
La Contraloría General no dio curso al decreto
por estimar que, conjuntamente con mi labor docen-
te, debía abandonar mi cargo de General, Director
General, pues -aunque la ley citada dice lo contra-
rio-- "estima que la imposibilidad física es indivi-
sible" y, en cclnsecuencia, "opera en su totalidad".
No reparó la Contraloría que mi invocada disposición
legal no se refiere a imposibilidad sino a inferioridad
física, que no es 10 mismo. Según los médicos -tres
de la Institución y cuatro particulares, entre ellos
el Profesor Dr. Rojas Villegas- mi capacidad física
estaba "disminuida" y me "permitía desempeñar sólo
la función de General Director", cuyo esfuerzo puede
el afectado regular conforme a su estado; no así la
labor docente que obliga al profesor a hablar, como
en mi caso, dos horas consecutivas, diariamente, ba-
jo el control directo de un alumnado.
Mi primer nombramiento de profesor data de
1930 y, aplicada la ley de la Continuidad de la Pre-
visión me hacía reunir 32 años, obteniendo, así, igual
monto de pensión que la fijada para la invalidez re-
lativa que, injustificadamente, me desconoció la Con-
traloría General.
No entraré en otras consideraciones 1-egales des-
conocidas por el Contralor. Basta agregar que, dos
meses antes, presentó igual expediente de retiro el ex
Auditor General de Carabineros, Sr. Juan Fuenza-

97

Cil'CO 7
lida Ríos, quien, además de ocupar ese cargo, ,era
Ministro de la Corte Marcial, Abogado de la Coope-
rativa de Carabineros y Profesor de la Escuela Ins-
titucional. Tenía, en suma, cuatro puestos separa-
damente remunerados y el Organismo permitió, sin
tropiezo alguno, que jubilara por invalidez en su car-
go de profesor, y continuara un año más en las otras
tres funciones .
Para Ardiles, que ocupaba dos puestos, la inva-
lidez era indivisible y debía, según el Contralor
General, abandonar, simultáneamente. los cargos de
prdfesor y el de General Director de Carabineros,
puesto de la confianza del Presidente de la Repúbli-
ca. Para Fuenzalida, que no ocupaba dos -como Ar-
diles- sino cuatro cargos, la invalidez era divisible.
Diferente acogida legal en igual régimen previsbnal.
Una misma ley, una misma causal y en un mi~mo
lapso, con diferente critério Contralor. Fuenzalida
era radical; Ardiles, aunque apolítico, profundamen-
te ibañista.
¡Y mi denegada solicitud para acogerme a una
disposición legal en plena vigencia, no fue rechazada
sin antes darla a conocer a "la prensa" para que sir-
viera de acto difamatorio!
Comisión de Hombres Buenos.-Durante toda la
campaña en mi contra, pagada con recursos fiscales,
se sostuvo, insistentemente, en que yo fui miembro
de la llamada Cmrusión de Hombres Buenos, que ac-
tuó en Arica y a la cual tan acremente se criticó en
su oportunidad.
Tal afirmación er. total y absolutamente inexac-
ta. Con los mismos antecedentes aparecidos en la
prensa radial y escrita que me atacó, y que fueron
publicados y radiodifundidos en toda su amplitud, se
comprueba que, en esa misión, Carabineros estuvo

98
representado• por el entonces Prefecto Jefe de Santia-
go, General Sr. Luis Santoni Pérez. Yo me encontra-
ba en EE. UU. de Norteamérica cuando actuó la
tan zarandeada Comisión de Gobierno y regresé al
país el 15 de Diciembre de 1957, es decir, dos meses
después de la falsa imputación.
Con tan premeditada y burda afirmación, se abu-
só de la buena fe y mala memoria de lectore~ y audi-
tores al hacerme aparecer en actos que, por política,
juzgaron incorrectos y de los cuales estuv,a muy
lejos en distancia y tiempo. Así engañar0n los fari-
saicos de los tabloides y los "temidos comentaristas
radiales".
Adquisición Códigos.-René Olivares, de "Entre-
telones" dijo hasta el cansancio que "del dinero reu-
nido para adquirir los Códigos para el personal nada
se sabía", que "éstos penaban" sobre mí y cuanto,
además, se le ocurrió para satisfaoer a sus auditores
de baja categoría y a la vez, para no perder su posi-
ción ante Quei.rolo.
Maliciosamente nunca dijo de qué cuerpos de
leyes se trataba, por eso debo aclarar que son Códigos,
de Astroza, considerada como una de las más com-
pletas obras editadas en Chile y más favorablemen-
te comentado en el extranjero.
El autor ofreció su obra que se pagaba en cuotas
mensuales para entregar los ejemplares una vez
confeccionados. Se suscribieron y aceptaron des-
cuentos por planillas, los Jefes y Oficiales de las
Fuerzas Armadas y Carabineros, abogados, estudian-
tes de Derecho y un sinnúmero de personas que de
una u otra manera están vinculadas a la aplicación
de las leyes .
Conocido el total de ejemplares que se adquiri-
rían, el autor encargó su impresión a la Imprenta

99
de Carabineros, tallere& gráficos que demoraron la
entrega por razones imprevistas del servicio mismo
de Carabineros, lo que no ignoró el General Queirolo;
pero, como en otros casos, silenció. Las cuotas des-
contadas quedaron en la Administración de Caja
para su total cancelación al autor una vez cumplido
el compromiso.
No existía, ni nunca existió duda alguna respec-
to a la seriedad del convenio. En el Ejército, Arma-
da y Fuerza Aérea se esperó conscientemente la sa-
lida de la edicfón. A nadie, fuera de Carabineros, se
le ocurrió que pudiese existir alguna operación dolo-
sa en torno al asunto.
Arbitrario y atropellador.-Se dijo en la Cámara,
como consecuencia de una mentira lanzada po:r el
ex Diputado Pantoja, que había desviado la finalidad
institucional de Carabineros; que había sido arbitra-
rio y atropellador.
Seis años serví como Prefecto Jefe de Santiago,
en el período Presidencial de don Gabriel González
Videla, y los Carabineros a mi mando, al reprimir .
desmanes, no ocasionaron una sola muerte. Sólo al
día siguiente de haber entregado esa repartición po-
licial al Coronel Aliro Arévalo, murió un obrero -~n
Plaza Almagro, a consecuencias de un disparo po-
licial.
Seis años fui General Director y el personal de
Carabineros no causó, en Santiago, una sola muerte.
Las bajas de civiles ocurridas en los llamados suce-
sos del dos de Abril de 1957, no me afectan, porque
en esa ocasión lOls Carabineros de Santiago estaban,
en su totalidad, bajo las órdenes de un General de
Ejército, en razón de la ley de Zona de Emergencia
aplicada sobre la capital . En los procesos militares,
por esas alteraciones d•el orden público, no se acusó
a ningún carabinero. Los proyectiles encontrados en
100
las autopsias no correspondían a los usados por·estos
servidores policiales .
Siempre usé el efecto psicológico como arma
policial. Mis declaraciones entregadas a la prensa en
momentos difíciles, cuando se referían al uso de las
armas, expresaban que ello debía hacerse racional-
mente en conformidad a la ley. En los cuarteles se
instruía sobre esets preceptos legales; pero, la masa
que acostumbra sólo a oír lo resonante, se grababa
aquéllo de "usar las armas", confundiendo la expre-
sión con "hacer fuego", que es muy diferente, y ate-
nuaba sus ímpetus.
Más de una vez, usé de una falsa alarma de in-
cendio en un sitio próximo a una reunión subversi-
va. El toque de las sirenas, el rápido movilizarse de
los Carabineros y el veloz paso de las bombas hicie-
ron que la concurrencia y los curiosos, se dirigieran
al supuesto lugar del siniestro y abandonaran al fo-
goso orador que estaba incitando al desmán.
En los graves sucesos de Manufacturas Textiles
Sumar, asumí personalmente el mando de la opera-
ción· policial tendiente a desalojar la Fábrica, que
había sido totalmente ocupada por sus obreros en
huelga. Bastó exagerar el ruido de las sirenas de los
camiones de Carabineros y unas pocas voces de
mando dadas en toino muy alto para que la mayor
parte de los trabajadores depusieran su actitud y el
resto, que se había encerrado en una bodega, la
abandonaran, al usarse una sola bomba de gases.
Cuando en la Cámara se atacó al Gobierno por lo
que se calificó como un atropello policial, se leyó mi
drden del día, dictada personalmente en el mismo
lugar del suceso. Con ella se comprobó que todos los
recursos usados habían sido legales.
En el asalto a la Imprenta Horizonte, no actuó
Carabineros . En la organización secreta llamada Lí-
101
nea Recta tampoco intervino y a un General, que,
ambicicisamente, había asistido a esas reuniones, le
pedí su retiro de las filas, a lo que accedió el Presi-
den te de la República.
Con ahinco me criticaron, interesadamente unos
y neciamente otros, por el desfile que efectuaba Ca-
rabineros el Día de su Aniversario Institucional
ante su Fundador, el Excmo. Sr. General don Carlos
Ibáñez del Campo. No es efectivo que para tal pre-
sentación se incurriera en gastos extraordinarios ni
se trajera tropas de otras guarniciones. Los que des-
filaban eran loo mismos hombres de la Prefectun.
General de Santiago y los de la Escuela. Si se veía
una fuerza efectiva considerable, era porque, lógica-
mente, reunidas las Comisarías en un solo punto y
a una misma hora, tienen que aparecer más nume-
rosas su3 dotaciones que cuando C'Stán dispersas en
la enorme área de la capital.
El Presidente Ibáñez merecía este homenaje y mu-
che más. ¿No debía Carabineros a él su existen-
cia? ¿No concibió él 12 idea y la realización de lo
proyectado? ¿En qué período Presidencial anterior
Carabineros logró una mayor superación social e
institucional?
Volviendo al criticado desfile anual d,e Carabi-
neros, cabe preguntar: ¿No desfilan los bomberos
ante sus Jefes? ¿No lo hacen la Cruz Roja, los Scouts,
los colegios laicos y religicisos? ¿Por qué, entonces,
la fuerza policial va a estar privada de ha0er presen-
taciones que, en el fondo, son de respeto a la Cons-
titución y a las leyes y a una evidente manifestación
de respaldo a una sociedad que confía en la lealtad
y sacrificio de las fuerzas policiales?
El motivo de la crítica mordaz aparecía como
2.versión a lo que se dio en llamar "militarismo"
de Carabineros; pero ,la verdad era otra. El desfile
102
frente al Palacio de la Moneda en homenaje al Pre-
sidente Ibáñez, que era una sincera demostración de
reconocimiento al Fundador, producía un doble
y eficaz efecto. Esa presentación se hacía el 27 de
Abril, Día del Carabinero, a cuatro día de los gran-
des y entonces amenazantes comicios del primero de
Mayo, Día del Trabajo, en que 1a población vivía, ho-
ras de angustia por temor a los desbordes callejeros.
Con la demostración de fuerza, disciplina y marcia-
lidad de Carabineros, se daba tranquilidad a los
que habían creído en los rumores que se propalaban.
La población se sentía más segura; las aptoridades
se consideraban r,e spaldadas con esa fuerza al ser-
vicio del derecho, y, aquéllos que pretendían subver-
tir el orden no se sentían muy optimistas. La pren-
sa misma; exagerando la anunciada presentación.
se encargaba de alarmar, sin motivo, a quienes se
iban a reunir con malas intenciones y las directivas,
decepcionadas, terminaron por no dar mayor impor-
tancia al Día del Trabajo, disminuyéndose así, la
magnitud de la reunión que se temía. El desfile ha-
bía logrado un efecto psicológico.

UNA LECCION

Horas de inquietud vivió el General Queirolo


desde el momento en que le dieron la noticia de mi
retiro de las filas hasta que fue notificado de su
ansiado nombramiento de General Director. Según
había expresado en sus campañas dirigidas a obte·
ner e:se cargo su primera preocupación s~ría "desmo-
ronar ese monumento de prestigio que el !:eñor Ardi-

103
les se había levantado" y "terminar ccn el Ardilismo
en Carabineros". No mintió el Genera¡ Queirolo. An-
tes de asumir ya había empezado a desprestigiarme
en esas reuniones secretas donde prometió puestos co-
mo un candidato político. Su primera tarea fue, pues,
buscar y hacer buscar todo aquéllo que en su mente
asomaba como una irregularidad. Pero no bastó "su"
búsqueda. Tenía que comprobar los cargos que con la
complicidad del Diputado Pantoja me había impu-
tado, y ahora resultaban falsos. Su prestigio de de-
nuncia nte estaba de por medio. Se hizo ase-
sorar, r ntonces, por Jefes que sabía descon-
tentos de mi mando o de otros que quisieron vivir a
costa de los demás y hube de encuadrarlos en la
línea de trabajo.
En su afanosa tarea de organizar comisiones
investigadoras de mi conducta administrativa, nom-
bró Oficiales y hombres a contrata de mala calidad
que prestaron su lealtad al mejor postor para los
designios de quien había asumido la máxima JPfa-
tura. Sin embargo, se equivocó con algunos colabo-
radores que personalmente escogió y recibió una
triste lección: se resistieron a tan denigrante labor
encomendada en contra del que hasta ayer había
sido su Jefe y prefirieron retirarse de la Institución
antes de continuar escuchando esa voz jmperiosa
que día a día les dictaba: "tiene que encontrar algo
incorrecto, porque de lo contrario se hace Ud. cóm-
plice y le llamo a retiro". Entre otros el Coronel
Sr. Alfredo Iglesias López tuvo un gesto muy propio de
él. Se encaró con Queirolo y le manifestó que jamás
se había imaginado que en su carrera ::.~· le iba J.
ocupar en tales maquinaciones. Pidió s 1 retiro de1
1

servicio.
Si el General Queirolo hubiese leído algo sobre

104
mando, habría sentido llegar su sangr,• a la cara al
relacionar su actitud con la carta que el General
Moncey escribió a Luis XVIII, cuando éste le ordenó
que presidiera el tribunal que habría de condenar
al General Ney. Un fragmento de ella es una eterna
lección para aquéllos que llegaron a este mundo, no
trayendo un uniforme de soldado en su corazón sino
una librea para cubrir su cc,ndición de lacayo:;.
"Señor:
Colocado en la cruel alternativa de desobedecer a Vuestra
Majestad o de faltar a mi conciencia, debo explicarme a V. M.
No entro en la cuestión de saber si el General es inocente o
culpable: vuestra justicia. y la equidad de vuestros jueces respon-
<iera a la posteridad, que Juzga con la misma balanza a los re-
yes y a sus súbditos. ¡Ah, señor! Si los que rigen vuestros con-
sejos no quisieran más que el bien de V. M., os dirian que jamás
hizo amigos el cadalso ... ¿Yo habla de sentenciar sobre la suerte
del General Ney?
:Señor, permitidme que pregunte a V. M.: ¿Dónde estaban los
acusadores mientras el General Ney recorría tantos campos de
batalla? Si Rusia y loo aliados no pueden perdonar al Principe
de la Moskovia, ¿puede, acaso olvidar Francia al héroe ll.e Be-
resint? En Beresina, fue, señor, donde Ney salvó los restos del
Ejército. Yo tenía alll parientes amigos, soldados, que al fin son
los amigos de los Jefes; y ¿babia de enviar yo a la muerte a
aquél a quien deben la vida tantos franceses, tantas familias sus
hijos, sus esposos y sus padres? No, señor. Y si no me es permi-
tido salvar a mi país ni mi propia existencia, salvaré al menos
el honor.
¿Quién hay, 110 digo General, sino hombre de honor que no
se vea obligado a ' sentir no haber muerto en los campos de Wa,.
terloo? ...
Excusad, señor, la franqueza de un antl.guo soldado que ale-
jado .siempre de las intrigas no ha conocido nunca más que su
ejér:ito y la patria. He creído que la misma voz que ha censu-

105
Cinco S
rado la.s guerra.s de E.spaña. y de Ru.sia podría también hablar el
lenguaje de la verdad al mejor de lo.s reye.s.
No desconozco que con otro monarca el pa.so que doy sería
p zligro.so y que podria traerme el odio de .sus ,cortesano.s pero si
al bajar al sepulcro puedo exclamar con uno de vuestro.s solda-
do.s: "Todo se ha perdido meno.s el honor", entonces moriré con-
tento".

De ahí una buena e inolvidable lección para


quienes cultivan el mando.

CLASE DE GENTE

A un Jefe en retiro, sindicado como cobarde por-


que, habiéndome desprestigiado, negaba a mi ofici-
na a pedir servicios, aproveché de preguntarle:
-¿Recuerda que, cuando por un sumario pe-
dían su salida, en la Junta Calificadora representé
la injusticia y, a causa de mi defensa, no salió Ud.
a la calle?
-Sí, mi General, y le estoy muy agradecido.
-¿Recuerda que por indicación mía se le man-
do al extranjero?
-Sí, mi General, mucho le he agradecido.
-¿Recuerda que se le iba a llamar a retiro y yo
pedí que antes se le ascendiera a General?
-Sí, mi General; toda mi familia le está pro-
fundamente reconocida.
-Si esto es así, dígame, ¿por qué se ha agre-
gado Ud. a los que propalan mentiras en mi contra?
En su respuesta, rojo, pero cínico, me contestó·
-Mira, Ardiles, tú sabes que somos amigos y te voy
a decir la verdad: sinceramente te aprecio; sin em-
bargo, tengo que "pelarte" porque si no, tus ene-
106
migos del Círculo de Generales me aislan y, a sar
biendas que es mentira, dicen que soy soplón tuyo.
¡Qué quieres que haga, si no tengo otro círculo
donde concurrir!
Le miré con lástima y no pude menos qu~ de-
cirle: -Si es así, "pélame", no má:; y !Jal"tante, tanto
·como sea necesario para que aparezcas el mejor
amigo de ellos. No te avergüences de emplear ese
recurso. Tu necesidad justifica tus medios. Lo que
es yo, no fui ni seré nunca amigo de ellos ... no pude
ni podré serlo.
Durante el primer año• de persecución, la corres-
pondencia dirigida a mi domicilio llegaba reengoma
da, acusando una indisimulada censura. Cuando me
am:entaba de Santiago, las cart2S eran sustraídas
desde el mismo intersticio d-e la puerta por donde
las había lanzado el cartero al interior de mi depar-
tamento.
En una ocasión encontré el alambre de fardo de
pasto con que se efectuaba la sustracción; se les
había quedado adentro; pero carta ninguna ... Y
conviene recordar que en la puerta de mi habitación
había un punte. fijo permanente de dos carabineros
colocados por la Prefectura General d,e Santiago.
repartición encargada de fiscalizarme hasta cu ando
salía en automóvil. ..
Esta agilidad policial nunca antPs la habían
practicado los carabineros.
Mientras el Fiscal Salas Torres me mantenía
d1.>elarado reo por el inexistente delito de malversa-
ción de fondos, lógicamente, continuaban escribién-
dome desde el extranjero.
Esas cartas, que generalmente alababan a Ca-
rabineros de Chile y a ese espíritu de cuerpo que yo

107
había hecho resaltar a través de los límites interna-
cionales, eran devueltas en forma muy original. Se
les colocaba en un sobre en que se destacaban las
Carabinas cruzadas y se devolvían al remitente con
un oficio confeccionado en papel con membrete del
Director General de Carabineros, que decía: "Adjun-
to devuelvo a Ud. carta recibida en esta Dirección
General y dirigida al Sr. Jorge. Ardiles Galdames, ex
Jefe que fue eliminado de la Institución por malver-
sación de fondos fiscales. Actualmente se encuentra
declarado reo y recluido en la Cárcel Pública de
Santiago".
Finalizaba con el timbre del Director General y
una firma muy semejante a la del Sr. General Artu-
ro Queirolo.
Dos amigos, Jefes de Policías limítrofes, lamen-
do el procedimiento, me mandaron por mano los
documentos que conservo en mi poder .
. . . Mayo de 1960. En los funerales del General
don Carlos Ibáñez del Campo se hicieron representar
todas las actividades del país . El Cuerpo de Genera-
les de Carabineros de Chile no lo hizo, quizás si por
reconocer que no constituía actividad alguna.
En el Cementerio General le rindieron el último
homenaje, después del Cuerpo Diplómatico y autori-
dades e Instituciones, sus amigos, y también aqué-
llos que, por razones políticas, habían dejado de serlo.
El ejército, representado por el General de Div.
Sr. Horacio Arce F. despidió a uno de sus hijos.
Carabineros de Chile no tuvo una palabra para
quien fuera su padre, el Fundador de la Institución.
El servicio policial, muy bien planeado, impidió
que el pueblo se acercara a la Plazoleta de la Aveni-
da La Paz . Hubo de romper los cordones para dar el
postrer adiós a quien fuera su Presidente.

108
El General Director, Arturo Queirolo Fernández
-repito su nombre completo para que no lo olvide
la historia institucional- llegó visible y manifiesta-
mente atrasado al sepelio. Durante el período Ibáñez
siempre fue el primero en enviar, sábado a sábado,
hermosos ramos de flores a casa de la Sra. Margarita
Letelier Velasco, suegra del General Ibáñez.
Si regresó por Avenida Valdivieso, en el otro
camposanto, debe haber leido el mármol en que se
esculpió:
"Como te ves, me vi;
como me ves, te verás;
no ofendas a Dios, que estés
muy cerca de estar aqui.''

En 1957, el Diputado Sr. José Oyarzún, recién


incorporado al Consejo de la Caja de Carabineros e
instigado por elementos desplazados, se dio a la ta-
rea d,e buscar escándalos en la administración de
ese instituto previsiona1 que permanentemente está
controlado por dos Inspectores de la Superintenden-
cia de Seguridad Social y con frecuencia es también
visitado por Inspectores de la Contraloría. Se bus-
caban incorrecciones que yo había cometido. No se
consideraba que, aparte de la ya referida fiscaliza-
ción, como Director General de Carabineros, era
sólo un mero Consejero dentro de una masa directi-
va que constaba de catorce miembros, cuatro de
ellos parlamentarios y un representante de cada
institución afecta a la Caja. Su presidente es un
funcionario civil de la exclusiva confianza del Presi-
dente de la República, y a las sesiones asiste, como
representante del Servicio de Seguro Social, un abo-
gado-delegado.
El escándalo, sin la firma de los detractores

109
apareció en la prensa señalándome responsable de
supuestas malversaciones "que se irían a compro-
bar". Siempre lo hipotético, lo imperfecto, para así
no responder judicialmente.
El General (R) Sr. Fortunato Larenas Lavín,
Presidente del Círculo de Jefes y Oficiales en Retiro,
conjuntamente con el Coronel Sr. Eduardo Gonzálcz
Méndez, Brigadier de la Prefectura Simbólicc: "Or-
den y Patria", al conocer las afirmaciones insidiosas,
en una publicación aplaudieron la labor fiscalizado-
ra en que se había empeñado el pqrlamen~a.rio Sr.
Oyarzún, pera criticaron la actitud pc•·<;onal y sen-
sacionalista con que se hacían revivir "hechos juz-
gados y buscados en el desván del sobrado". Lamen-
taban, finalmente, que el parlamentario, "sobrepa-
sando los límites de la prudencia, el tino y la consi-
deración" estuviera, a la larga, desprestigiando a Ca-
rabineros.
Para el General Larenas y el Coronel González
Méndez había que seguir una vieja escuela: "los
trapos sucios debían lavarse en casa" y ver la luz
pública sólo cuando se comprobara fehacientemente
la existencia de un hecho con caracteres de delito.
Al día subsiguiente de esta referida publicación,
el 16 de agpsto de 1957, apareció destacadamente en
algunos diarios lo que sigue:
"El artículo aparecido en la prensa del 14 del actual sobre
"Publicaciones contrarias a la Caja de Previsión de Carabineros",
aunque firmado por un señor General, no contiene la opinión del
Circulo de Generales en Retiro. <Pdo.) Eduardo Ma.ldonado Mer-
ca.do, Presidente".

Para el General Maldonado, según se desprende


de lo anterior, los escándalos había que producirlos,
aunque no existiera el motivo, como se comprobó

110
más tarde con la siguiente carta que me ,anvió e1
propio Diputado Oyarzún al conocer su desafuero
parlamentario, por acusaciones calumniosas que me
hizo:
"Sa.ntiago, 24 de Marzo de 1958.
Señor Director General de Carabineros, Don Jorge Ardiles

Galdames.-Presente.
Estimado señor General: Algunas publicaciones periodistica.s
mal informadas y más de una persona interesada en crear ene-
mistades entre nosotros me hicieron suponer -de buena fe-
que Ud. se habría referido en varias ocasiones en términos vio-
lrntos e. mi campaña fiscalizadora de la.s actuaciones del Consejo
de la Caja de Previsión de los Carabineros de Chile. Acicateado
por tales espeties, re.spondi en forma que igualaba la violencia
que a Ud se le imputaba.
Ahora, informado de la verdad por Ud. mismo y por amigos
comunes y honestos, tengo la certeza de que Ud. no ha profe-
rido las expresiones que le supuse. En consecuencia, por un de-
ber de hombría de bien, cilmpleme expresarle que mi actuación
en la C'aja ha estado inspirada sólo en i:ropósitos superiores de
fiscalización; que éstos no alca.nzaron de manera alguna a su
persona y que tengo de Ud. -como ya lo expresé en el propio
Consejo de la Caja hace más de 30 días- el más alto concepto
que se merece como !un<:ionarlo y caballero.
Quiero creer que con estos esclarecimientos, no queda en ple
-entre nosotros- expresión alguna que pueda herirnos recipro-
cam?nte.
Sin otro particular. lo saluda atentamente.-José Oyarzún D."

Pasa el tiempo y en la Cámara, el Diputado don


Jorge Lavanderos, levanta su voz ~ara defender al
Coronel de la Fuerza Aérea don Roberto Parragué,
quien recientemente había sido llamado a retiro. Pe-
ro como el Honorable se dejó llevar por el impulso

111
y tocó ciertos aspectos internos de 1a F ACH, el Co-
rnnel Parragué no trepidó en desautorizar a su ar-
diente defensor con la carta pública que, por lo ex-
tensa, sólo publico en fragmentos:
". . . Estoy convencido, por otra parte que usted, a igual que
yo, como chileno y patriota, deplorará que la Fuerza Aérea apa-
rezca en forma desmedrada ante la opinión pública nacional Y,
lo que es más lamentable ante el extranjero.
Como caballero y como Jefe en retiro no puedo tolerar, n1
menos pasar por alto, los ataques que, so pretexto de defender-
me, se han lanzado últimamente contra la Fuerza Aérea.
". . . Para mi, la Institución de la que formé parte activa
durante veintiocho años está por sobre cualquier cosa.. . Un
ataque en su •::ontra me liga aún más a ella, pese al hecho de
que haya podido existir alguna discrepancia para juzgar mi si-
tuación ... "

El Oor<mel Parragué dio una 1ección que habrá


de servir en mucho y a muchos, al anteponer la Fuer-
za Aérea por sobre·toda situación personal.
El General de Carabineros (R) Eduardo Maldo-
nado hizo pública su disconformidad manifestando
OUe "no coincidía" con la actitud del General Lare-
ñas Lavín cuando éste defendió el prestigio de Cara-
bineros que se lesionaba a pretexto del ataque perso-
nal de que se me hacía objeto en la Cámara y en la
prensa. Coincidía, entonces, con los que, velada y
consecuencialmente enlodaban a Carabineros denun-
ciando hechos comprobadamente falsos.
Diferencia de clase . Diferencia de calidad . Pa-
rragué s-e educó en la Escuela Naval y pasó a la Fuer-
ba Aérea siendo ya Oficial de la Defensa Nacional.
Sabía bien lo que era espíritu de cuerpo. Todo lo
quería para su Institución. Por ella arriesgó su vida
innumerables veces. Maldonado ingresó a Carabi-
neros, a los veinte años, fracasado en el Seminario.

112
COMO PAGARON

Tomás Nieto Zapata, fue Contador de Carabine-


ros. Hube de trasladarlo a provincia . Nunca había
salido de la capital. Movió cuanto empeño pudo pa-
ra no salir de Santiago e incluso consiguió detener
el Decreto en el Ministerio del Interior. Pero tuvo
que cumplirse mi orden y entonces prefirió acogerse
a retiro . -
Alejado del servicio, se constituyó en el Club de
Carabineros como proveedor de huevos y _verduras.
Más tarde se le aceptó como proveedor de calzado
de la Cooperativa de Carabineros. dejando de serlo
por incumplimiento en las cláusulas establecidas .
Para no permanecer inactivo aprovechó la cam-
paña electoral presidencial y concurría diariamente
a las radios atizando la campaña desatada en mi
contra por esas descansados jubilados qu= se trans-
formaron en activos difamadores. "Atacó a Ardiles
y ensalzó a Queirolo". Por ello, tan pronto como éste
asumió el mando, en recompensa le hizo crear en
la Cooperativa de la Institución una plaza de Con-
tralor, que antes nunca existió ni hizo falta.
De eliminado proveedor, que durante tiem1~0
desprestigió a la Cooperativa, difamó al Gerente Ca-
pella y lanzó diatribas en mi contra, más tarde, con
la intervención del General Queirolo, pasó a ser
Contralor de la misma Institución sobre la cual ha-
bía lanzado lodo. Pasaron más de dos años y nada
incorrecto pudo denunciar, "a la faz del país" como
lo había anunciado. Sus "serias" investigaciones
practicadas nada arrojaron, pese a los prometidos
ascensos con que estimuló a los •empleados para que
le proporcionaran "pruebas acusatorias".

113
La creación de esta plaza de Contralor costó a
los socios de la Cooperativa más de 9 millones de pe-
sos anuales --en 1960- , que naturalmente pagaron
quienes se surtieron de mercaderías recargadas en
su precio para financiar el sueldo del señor Nieto
Zapata.
Pagó al que sirvió. Tú me sirves, yo te sirvo ...
anuque sea a costa de los empobrecidos recursos del
personal de Carabineros.
En noviembre recién pasado, vuelve a repetirse
la historia d,e la Cooperativa. Ahora, su flamante
Contralor, Sr. Nieto fue eliminado de esa Sociedad
por habérsele sorprendido en actos impropios en
centra del mismo organismo que lo cobijó. Genb y
figura hasta la sepultura . Y este es e1 hombre que
recorrió radios y pasquines para desprestigiarme y
poder ocupar, entonces, el cargo de tan corta dura-
ción.
El General Queirolo, para "no dejar v•estigios de
Ardiles", trató de "liquidar" a cuantos se le señalaron
de "Ardilistas". Así exigió al Directorio de la Coope-
rativa de Carabineros, eliminar a den Carlos Capella,
Gerente de la Sociedad que, como empleado, había
hecho carrera en ella a través de 27 años de servicios.
A causa de las presiones de Queirolo, que no era
ni siquiera socio de la Cooperativa, prefirió acogerse
a retiro el General señor Cl'()-domi.ro Bustamante
Acuña, Jefe de sobresalientes condiciones, con título
de abogado, que siendo Presidente de la Sociedad no
aceptó las imposiciones del que sin razón moral, ni
legal, se inmiscuía en asuntos que no eran de su in-
cumbencia .
Un nuevo Presidente del Consejo y nuevas insis-
tencias ante un nuevo Directorio, reunido en la Di-
rección Generar por el General Queirolo, pPefabrica-

114
ron una asamblea en que aleccionados socios pidie-
ron la salida de Capella. Se consumó el acto tan
esperado. "Los deseos del Superior son órdenes para
el subalterno", dicen los serviles.
El puesto del señor Capella fue ocupado de in-
mediato por el General en retiro Manuel Amor Her-
nández, quién, en actividad, había instruido suma-
rios administrativos dirijidos en mi contra, y con
quemantes amenazas instaba a los declarantes a que
me inculparan en sus declaraciones.
Capella reclamó del atropello ante los Tribuna-
les del Trabajo y, la Cooperativa de Carabineros tuvo
que pagarle como indemnización veintiocho millo-
nes de pesos, más las costas del juicio, que, lógica-
mente, salieron del bolsillo de los socios, o. sea. del
pe:rsonal de la Institución. Más tarde, Don Carlos
fue contratado por Falabella como Gerente en su
Sucursal de Concepción, cargo que hasta ahora ocu-
pa.
La Co::iperativa, a breve plazo, en manos del Sr.
Amor Hernández tomó tal rumbo que, casi pasó a
la quiebra. Conocido su estado de situación por los
Bancos y alto comercio, le fueron suspendidos los
créditos y llegó al extremo de ne, tener, un mas, co-
mo pagar a sus empleados. El Consejo, entonces, le
eliminó del puesto con que se le habían pagado sus.
importantes s-ervicios, y la Sociedad Cooperativa de
Carabineros, después de haberse destacado como la
primera en Sud-América, pasó a un tercer o cuarto
orden.

.. 115
ZU:&IGA

Cuando mis enemigos de Carabineros se unieron


bajo un mismo techo de la Dirección General, inspi-
rados por una misma odiosidad hacia quien les pnvó
del puesto por indeseables, y dirigidos por el General
en retiro, de hipócritas sentimientos, franca calva y
gran apetito administrativo, expresé: "Este f•estín de
audaces va a tener pronto término. Agotado el tema,
su voracidad los l1ará comerse unos a otros".
Fue designado Secretario General de la Dirección
de Carabinerois el Teniente Co:ronel Jorge Zúñiga Car-
vacho, quien había hecho un curso de periodista y en
mi mand_o fue alejado de la Capital por su nula capaci-
dad como Carabinero. En dos oportunidades ante-
riores había sido alejado del servicio por faltas gra-
ves y postergado en sus ascensos al reincorporársele.
El cargo designad!.' a Zúñiga le sirvió esplén-
didamente, cumpliendo su anhelada mi.sió!n, reco-
rriendo diarios, revistas y radios, creando hechos
que me desprestigiaran. Todo bajo "secret::i profe-
sional" . Así actuó quien hasta el último instante
de mi mando me rindiera pleitesía, somiera con
afabilidad; pero nunca me dieron la cara de frer.te
porque estaba conspirando en reuniones clandestinas.
No tardó mucho tiempo en ocurrir lo: que deb1a
suceder: Zúñiga Carvacho fue alejado del servicio y
antes de que se dictara .el decreto supremo corres-
pondiente, la radio de Carabineros lanzaba al aire
el siguiente comunicado:
CRIPTOGRAMA O. S. N9 67: 10-VI-960.
Domingo 5 corrientes en Oficina Director Gene-
ral, fue notificado Coronel Zúñiga llamado a retiro-

116
punto. Se considera inconveniente para disciplina
y prestigio institucional presencia de este Jefe en
reparticiones, cuarteles o casinos Carabineros. "Por
.rirden Director General. (Fdo.) GENERAL FUEN-
TES. SUBDIRECTOR.
Así cayó quien fuera el hombre de la más abso-
luta confianza del General Queirolo.

MENTIRAS DE QUEIROLO

Se ha dicho que el General Queirolo es abogado


y el más joven de los que asumieron la Dirección Ge-
neral de Carabineros y que hizo profundos estudios
policiales en los Estados Unidos.
1Q No es ni ha podido ser abogado, porque fue
expulsadc el 9 de abnl de 1927 del Internado Barros
Arana, cuando empezaba a cursar el quinto año de
humanidades. Si no rindió el sexto de humanidades,
no podía ser bachiller y sin este requisito no pudo
ingresar a la Escuela de Derecho. ¿Cómo pudo gra-
duarse entonces?
29 No es el más joven General que haya ocupa-
do e1 cargo de Director. Hubo otros. Todos llega-
mos a ese puesto a los cincuenta años de edad, más
o menos; yo lo asumí a los cincuenta.
39 No es cierto que haya hecho tan profundos
estudios policiales ~n Norteamérica. Su viaje a ese
país obedeció a dos razones: una aparente; estudios
policiales; pero la otra, verdadera, cuidar de su sa-
lud, pues debía someterse a un tratamiento.
En San Francisco de California no hay ninguna
Escuela Superior de Policía donde pueda estudiar un

117
Cc1I1cnel grado que entonces tenía. Sin embargo, se-
gún informes que él mismo proporcionó, son tantos
los títulos que obtuvo en EE. UU. que pueden contar-
se a razón de uno por cada 20 días de clases. ¡Qué
maravilla! ¡Cómo habría sido si hubiese dominado
completamente el inglés!
No se puede aprender policía en Estados Unidos
porque la idiosincrasia del pueblo norteamericano es
diferente y, en consecuencia, las leyes y los métodos
policiales son también diferentes e inaplicables en
Chile. La policía norteamericana es para los nor-
teamericanos.
4<> En la Escuela de Carabineros, al ser despedi-
do con motivo de su viaje a EE. UU., se ofreció un
cóctel al General Queirolo y ante 250 Jefes, Oficiales
y profesores, al agradecer la manifestación dijo:
"Aprovecho la oportunidad para expresar cuán gran-
de es mi gratitud hacia mi Genera] Ardiles, a quien
debo, entre muchas cosas, este viaje. Después de
Dios, es a él a quien más debo en 1a vida, pues ni mi
pach"e hizo tanto por mí". Esto lo recuerdan todos los
asistentes al cóctel al relacionarlo íntimamente con
lc1s ataques que me dirigió arteramente el Sr. Gene-
ral Queirolo, aprovechándose del cargo que ocupó.
¡Así sirvió al Gobierno que lo consideraba su mejor
colaborador!
5<> El General Queirolo era católico cuando con-
trajo matrimonio con su primera esposa. Al con-
traer segundas nupcias, se hizo anglicano por ser de
esa religión su nueva cónyuge. En Estados Unidos
había muchos miembros de la policía de Los Ange-
les que pertenecían al sector protestante llamado
Mormones y el Sr. General adoptó esa nueva religión.
A su regreso al país, en el deseo de ponerse bien
-con Dios y con el gran Arquitecto del Universo --0

118
bien conquistar situación con el Presidente de la
República, que era masón- activó sus gestiones
para ser admitido en la Masonería. ¡Qué bien vendría
poder llamar Querido Hermano a S. E.! Mas, (;Orno
no hay nada secreto en este mundo, luego llegó a
manos profanas el Boletín N9 11, de 19 de julio de
1957, de la Gran Logia de Chile, en que aparece lo
siguiente: "LOGIA CONDOR N9 9". ARTURO QUEI·
ROLO FERNANDEZ. Rechazado por malas informa-
ciones".
En el Gobierno de derecha, de nuevo fue católi-
co y asiste con profundo fervor a la misa del domin-
go a la misma Iglesia y hora en que lo hace su veci-
no Ministro ...
¿Habrá terminado aquí su circuito de religiones?
69 Abril de 1927. Queirolo fue detenido en el In-
ternado Barros Arana por detectives; se le acusaba
de un grave delito en el que había actuado con otro
alumno de apellido O ... Esa es la razón por qué
<:uienes conocieron el hecho lo llaman "Rififí Queiro-
lo".
Como tan mal comienzo empezara a tornar tras-
cendencia, su organización propagandística lo pre-
sentó ccmo una víctima de la maledicencia y después
de una exag-erada propaganda radial, se le preparó
un almuerzo de desagravio en el Internado. Asistié
con un valor digno de la mejor causa y se le seualó
allí como "un digno exponente del plantel", que "si
bien siendo un niño de trece años había cometido
un desliz propio de la infancia, con gran mereci-
miento había llegado al más alto cargo policial de
Chile".
¡Cómo arderían las orejas a quienes sabían que
la verdad era muy otra! En el Libro de Notas del
año 1927 figura la siguient-e constancia: "ARTURO

119
QUEIROLO FERNANDEZ. V año B. Separado defi-
nitivamente por estar confeso de una grave situación
en que intervino la Sección de Seguridad (hoy Inves-
tigaciones) Santiago, 9 de abril de 1927".
Y vamos aclarando. No es cierto que en ese en-
tonces su edad fuera de trece años. No ha existido
el caso de niño precoz que iniciara sus humanidades
a los nueve años para ser promovido al quinto a los
trece.
Según el Escalafón, su fecha de nacimiento fue
el 24 de junio de 1909. En consecuencia, el año
1927, en que fue autor del hecho punible, tenia
dieciocho años.
Hay algo más que ratifica lo expuesto y refleja
su audacia. En 1928 hizo el servicio militar - 19
años- y en 1929 -a los 20 añoi.s-, edad mínima que
fijaba el Reglamento, se incorporó a la Institución
encargada de velar por el orden y la seguridad en
el país.
Para quien se pregunte como Carabineros lo
admitió en su seno, bástele recordar que la Institu-
ción fue creada el 27 de abril de 1927 y, lógicamente,
sus primeros reclutamientos no fueron del todo per-
fectos.
Noviembre de 1958. Se presentó ante el Gobier-
no del Sr. Alessandri como un perseguido del Gene-
ral Ibáñez . ¡Pobre perseguido! ¡Cuánto lo martirizó!
Lo envió a EE. UU. y permaneció allí trece meses
ganando un 500 % de sobresueldo pagado en dólares.
Se le dejó sobrepasar el año al comunicar que estaba
enfermo y esto le significó una nueva "flagelación".
pues así, de acuerdo con la ley, podía traer automóvil,
refrigerador -trajo dos en vez de uno- y muchos
efectos que se detallan en los manifiestos aduaneros
El automóvil, que sólo podía vender a los dos años

120
de uso, lo enajenó a los diez días -fraude aduane-
ro- y uno de los refrigeradores lo vendió a otro
pasajero del mismo barco en que viajó, pues en ese
entonces estaba prohibida esa internación.
Amable lector, ¿no desearía Ud. también haber
sufrido tan terrible persecución de la tiranía a que
sirvió Ardiles?

COINCIDENCIAS

1.-En 1954, el peri<odista don Moisés Silva Nils,


estuvo detenido y declarado reo veintiún días por
haberme injuriado y calumniado por medio de su
periódico "¿Qué hay?" Don Moisés es de Talca como
lo es también el que fuera Sub-Secretario. del Inte-
rior, Dn. Jaime Silva. ¡Coincidencia!
2.-Siendo Vice Presidente del Laboratorio Chi-
le actué seis años, renuncié al cargo, al final del
_período preeleccionario, porque el Diputado don
Mario Palestro denunció que se estaba ocupand.'c1
dinero de la sociedad en un espacio radial pro-can-
dida tura del Sr. Jorge Alessandri.
Estimo que no podía aceptar e1 procedimiento. La
casi totalidad de las acciones del Laboratorio perte-
necen al Servicio Nacional de Salud, lo que en bue·-
nas cuentas significa que el capital es de los obreros.
Además, como era a la vez General Director, no po-
iiía ni debía dar asentimiento a nada que significara
política.
Y coincide que el Sr. Alessandri triunfó en las
-elecciones .
3.-En los acostumbrados sondeos preelecciona-

121
ríos que se hacían a los Jefes, siempre contesté igual:
"No me interesan los candidatos ni sufragaré por-
que nunca lo he hecho". Bastó ello para que se m ~
acusara de anti Alessandrista.
4.-La primera detención dcl que se me hizo
objeto coincidió con el alza de la locomoción colec-
tiva. La prensa de todos los cc,lores y los espacios
radiales, a primera página y grar•Jes titulares, sólo
se preocuparon de mi cuantiosa malversación de
$ 200.000 inventada pocos días antes. Así el alza de
micros y buses pasó a segundo plano. Rara coinci-
dencia.
5.-La dete'nción del General Santoni coincidió
con la escasez de las papas que tanto preocupara a.l
Triministro Vergara. Y el lío de las papas se di-
luyó ccn la incomunicación del General, publicada
a grandes caracteres.
El inspirador de la propaganda gubernativa ha-
bía sostenido con "firmeza": una sensación se apaga
con otra mayor. En la época nazi se razonaba y p1·0-
cedía así. Coincidencia con la democracia que aca-
bamos de vivir.
6 . -Mi segunda detención, tuvo también su ex-
traña coincidencia. Se gestaban paros de los c,b reros
'y las nuevas alzas. Para la prensa y radio, dirigida
bajo el signo de aquellos desvalorizados pesos, la más
importante noticia, a la primera página, era mi de-
tención; en segundo lugar, las alabanzas al nuevo y
austero régimen; en tercer término al desprestigiado
régimen anterior; y por último poco antes de los avi-
sos de los teatros, perdidos, a escasas líneas, lo de
:menor interés: el alza del calzado, del pan, etc ....
7. -Como expresé anteriormente bajo mi man-
do, con motivo de haber sido víctima de agresión un

122
Carabinero de servicio, se denunció al Diputado Sr.
Del Río, por lesiones, a la Justicia Militar.
El Honorable era Presidente del Partido Agrario
Laborista, único partido de Gobierno en ese en tonces,
y muy amigo del Presidente de la República.
Actué como de costumbre. Procedí primero; di
cuenta después. Sólo pensé en la Institución y en la
mtegridad moral de mis subalternos. Cumplí con otro
ingrato imperativo del deber, aún a costa del puesto,
si mi procedimiento hubiese sido desaprobado. El
General Ibáñez que, por sobre t.odo quería a Carabi-
neros, aprobó mi conducta.
Pasó el tiempo y el Dr. Sótero del Río en el nue-
vo régimen del Sr. Alessandri fue nombrado Ministro
del Interior.
Nueva coincidencia. El parlamentario que, a
causa de mi denuncia, fuera desaforado, procesado y
viera tronchada su carrera política, es también, co-
mo el Ministro, oriundo de Cauquenes. Y me dicen
que son parientes ...

123
JUSTICIA MILITAR

La falta de independencia de los tribunales mi-


litares es de fácil comprobación. Basta un solo ejem-
plo para demostrarlo.
En los lamentables sucesos ocurridos el 3 de No-
viembre de 1960, perdieron la vida dos obreros y re-
~ultaron numerosos heridos. Algunos periodistas y
parlamentarios aseguraron que desde los carros radio-
patrulleros habían escuchado: "De orden de mi Ge-
neral Queirolo debe dispararse contra los civiles que
están agrediendo a Carabineros" . Lo mismo asegura-
ron personas que esa noche de los incidentes, escu-
chaban, en onda policial, el desarrollo de los aconteci-
mientos.
El aba,gado de la CUT hizo la denuncia al tribu-
nal militar. La prensa de oposición dio a conocer la
orden atribuida al General Queirolo .
En esa misma circunstancia, mientras se efec-
tuaba la numerosa reunión pública, el Ministro del'
Interior, Dr. Sótero del Río, cayó, víctima de un sín-
cope, en la puerta misma de La Moneda . Desde allí
lo llevaron a su domicilio y sus médicos le hicieron
guardar cama.
Ante la acusación hecha al General Queirolo, el
Ministro se apresuró a declarar públicamente que le
constaba la inexactitud de la denuncia hecha contra
Queirolo, porque éste permaneció a su lado en ese
iapso.
Los que analizaban la situación, en esos momen-
tos calificada como delicada, no pudieron menos que
preguntarse, ¡,pudo este enfermo grave darse cuenta
que el acusado estuvo, precisamente, en los mismos
instantes de la orden, junto a su cabecera? ¿Quién

125
tomó con tanta exactitud la hora para asegurar la
coincidencia de esos momentos?
Estando Queirolc, en el domicilio del Ministro,
lógicamente, estaba también allí su auto fiscal dota-
do de un radiorreceptor y transmisor. ¿Era imposible
que en un instante cualquiera se aproximase al apa-
rato sin que lo percibiera el enfermo grave? Siempre
es aventurado.asegurar la negación de un hecho cuya
ejecución es atribuida a un tercero. Muchos pregun-
taron: ¿Es médico el General Queirolo, que estimó
más importante sus servicios como facultativo que
como General? En incidencias callejeras, en que la
Central de Radio-Patrullas daba y recibía, momento
a momento, saldos de heridos que finalizaron con dos
muertos, ¿era posible que el Jefe máximo de la ins-
titución policial dejara toda la responsabilidad en
manos subalternas? ¿Habrá cambiado la modalidad
y, en casos como éste, el Médico Jefe de Carabineros
debe tomar el pulso de la situación y el mando de las
Unidades, mientras el General Director cuida al ilus-
tre enfermo?
La declaración del Dr. Del Río, defendiendo al
General Queirolo, hizo meditar a más de un viejo po-
1icía. Desde ese punto de vista no queda en muy
buen lugar el General Director.
Estaban en sus puestos, exponiendo su vida en
la lucha callejera, hasta el último carabinero recién
contratado. Más de uno de ellos había abandonado a
su madre, esposa o hijo en pos del cumplimiento de
ese deber profesional. El Jefe máximo de Carabine-
ros de Chile, ante las dos alternativas que se le pre-
sentaban, optó por cuidar del Ministro enfermo
mientras sus subalternos cuidaban del o.rden en la
capital del país.
Desde el ángulo de la justicia, la declaración del

126
Ministro del Interior fue desafortunada. Nunca debió
haberla hecho. No debió haber olvidado que era parte
integrante del Poder Ejecutivo; ni debió anticipar
juicio en -lo que es de competencia exclusiva del Po-
der Judicial, cuyos tribunales se pronuncian sólo
después de agotada la investigación. La justicia mi-
litar estaba investigando y al Ministro le correspon-
día esperar que el Fiscal oficiara, pidiéndole infor-
me. Así éste habría aparecido con toda esa indepen-
dencia que debe tener la justicia militar.
La Fiscalía que instruyó la causa a que me refie-
ro, era parte integrante del Juzgado Militar, cuyo
Juez, el General Pollarolo, era a la vez, Jefe de la Zo-
na de Emergencia de Santiago, subalterno, ,:m conse-
cuencia del Ministro del Interior. Por mera coinci-
dencia, como si esta subordinación fuera insuficiente,
el Intendente de Santiago, Sr. Alvarez Goldsack,
pidió permiso y para subrogarle se nombró al mismo
General Sr. Pollarolo. Otra dependencia de don Só-
tero . Juez Militar, Jefe de Zona de Emergencia e
Intendencia de Santiago. Tres personas distintas y
un solo Pollarolo no más ...
La inamovilidad, base de la independencia de los
jueces de la justicia común, no existe en la militar.
Reafirman esta apreciación las cartas publicadas por
el Auditor General y Ministro de la Corte Marcial (R)
Sr . Bianchi Barros, quien estaba instruyendo un su-
mario militar por malversación de fondos, fraude,
evasión de tributos y cohecho, ocurridos en la Central
de Compras de Carabineros, organización creada y
presidida por el General Director (R) Sr. Arturo
Queirolo Fernández, cuando sorpresivamente fue lla-
mado a retiro, sin alcanzar a cumplir su cometido.
Las cartas qu~ siguen dicen lo demás.

127
"SANTIAGO, 28 de Agosto de 1964.-Sefior Director del Dia-
rio ...
Señor Director: Como he sido aludido en el diario de su
digna dirección, en la edición del 27 del presente, en con!ormi-
ciad, con las n.lrmas de la ley N9 15.576, sobre Abusos de Publi-
cidad, me permito h acer las siguientes aclaraciones, que ruego
publicar:
1) Yo mismo pedí por escrito al Ministerio del Interior ml
retiro como Auditor General de Carabineros, debido a imp0rtan-
tes diferencias de criterio entre la Dirección General del Cuerpo
Y yo.
2) El Ministerio del Interior, además de acceder a mi peti-
ción, también me llamó a retiro como Minátro de la Cor't e Mar-
cial lo que yo no había. solicitado y con lo que estoy en des-
acuerdo.
3) Por razone., de principios jurídicos discutí la inamovilidad
del cargo de Ministro de la Corte Marcial, ya que la creo indis-
p ensable para una buena administración de justicia.
En efecto, sin inamovilidad los jueces no son independientes.
Sin jueces independientes no hay justicia..
ILa organización de los tribunales militares chilenos en tiem-
po de paz es única en el mundo. Su jurisdicción (también únic&
entre los Estados de D erech o) es amplisima: el 80% de ics pro-
cesados son civiles.
Esta jurisdicción milltar tan amplia en tiemp0 de paz y la
circunstancia de que el 80% de los procesados sean civiles, exije.
como imperativo jurídico, que estos tribunales militares sean de
derecho y no de mando militar y, en coruecuencia, que rijan pa,
ra ellos, sin desmedro alguno ampliamente los principios funda,.
mentales de independencia e inamovilldad, por lo menos en el
Tribunal d e segunda instancia (Corte Mardal), porque es la úni-
ca manera de dar garantía a los imputados, de hacer justicia.
IAd'emá.s, debe tenerse presente que, p0r razones obvias, las
causas ,p olltlcas trascendentales siempre han sido juzgadas por
los Tribunales militares.
4} La Asesoría Jurídica del Ministerio del Interior, en su

128
Informe N~ 142, del 20 del presente, manifestó rotundamente que
los Ministros de la Corte Marcial eran inamovibles. Lo mismo
o¡;-inaron 3 Ministros de la Corte Suprema (entre ellos su Presi-
dente) y también coin~lden con esta opinión algun03 Auditores
de las Fuerzas Armadas. La. mayoría de la Corte Suprema y la
Contralorf11. General de la República estimaron lo contrario.
seria muy útil para el progreso del derecho militar o::hileno
que los cstudloorus abrieran un debate público sobre la materia.
El completo imperio de la ley de la comunidad jurldlca chilena
exige profundizar este tema.
Salud.3 Atte. al Sr. Director.- Agustín Blanchi Barros, Mi•
nlstro de la Corte Marcial y Auditor General de Carabineros (R)."

"SANTIAGO, 27 de Agosto de 1964.-Señor Director del


Diario ...
Muy seflor mio:

4) Respecto de la investigación hecha por el General C'risU,


mi negué a declarar ante él por ser menos antiguo que yo, a.si
es que en dicho procedimiento no he sido oldo.
ó) Es falso que otra persona haya redactado las sentencias
de la Corte Marcial que me corre.spondla redactar. Por lo demás,
rete serla un cargo a mi labor judicial que única y exclusivamen-
te pueden investigar los Tribunale.s Superiores de Justicia y nin-
guna otra autoridad.
7) En la investigación que se tramitó en mi contra en la
Dirección General, se llegó a tales extremos de tergiversaciones,
preaientándolas como acusaciones, que un Secntario de J~ado
se negó a seguir declarando, por lo absurdo de la.s preguntas que
se le hacían.
8) Yo mismo pedí por escrito a la Contraloría. la investiga-
ción, que se hiw sólo en 2 d!as, para a.Yeriguar mi conducta co-
mo Auditor General (como magistrado sólg puede ser investiga.
do por los Tribunales y como abogado de la Cooperativa sólo por
esta sociedad particular). Dicha. investigación no se ha termma-

129

Cinco 9
do, en ella fui parcialmente oído, no se me han formulado c..::-
gos, no se h an recibido mis descargos, y no se ha inten·ogado a
mis testigos ...
9) Solicité ia inamovilidad del cargo de Ministro d-:! la Coi te
Marcial, porque la creo indispensable para la buena admint¡;trn-
ción de justicia.
Para garantía de los procesados, especialmente de los civiles,
es necesario que, por lo menos el Tribunal de segunda instancia
,Corte Marcial), esté formado por magistrados inamovib1e.s.
La Corte Suprema, en su esen-cia, ha estimado que et Minis-
tro de la Cartc Mar cial (Auditor General en servicio) es r cmo-
vible, o sea, que es semejante a un empleado militar que puedé
ser llamado a r etiro por el Ejecutivo sin expresión de causa."
Saluda muy atte. al Sr. Director.-(Fdo.) AGU&TIN BIAN-
CHI BARROS, Ministro de la C'orte Marcial y Auditor General
de Carabineros (R) .

En la fecha de estas cartas, era Ministro del In-


terior el Dr. Sótero del Río Gundián y Director Ge-
neral de Carabineros el Genera} (R) Sr. Arturo Quei-
rolo Fernández.

FUERO MILITAR

"Según el profesor español de Derecho Penal Mili-


tar, Nicolás Estévez, fuero militar es el privilegio de
que gozan los militares para ser fusilados por hechos
que en la vida civil ni siquiera llegarían a constituir
faltas; pero puede tanto la tradición y la rutina que
muchos militares se enardecen cuantlo se habla de
quitarles tal PRIVILEGIO".
Así empezó su primera clase al Curso1de Capita-
nes, el Auditor General de Carabineros (R) y ex Mi-
nistro de la Corte Marcial, Guillermo Cumminghan B.
130
Nunca he sido partidario del fuero militar para
las instituciones policiales. En Alemania, donde el
fuero ha llegado a ser una de las más sólidas insti-
tuciones, no causa ya sino sonrisitas significativas co-
molas que producen los trajes con que vemos vestidos
a nuestros abuelos en los álbumes de familia.
Si antes hubo una razón para que subsistiera en
Carabineros, ahora no la hay. Privados éstos ,m el
período Alessandri del carácter militar que tenían, les
quedó un carácter netamente civil, como lo tuviera
la antigua policía. ¿Por qué, entonces, dejarlos some-
tidos a la jurisdicción militar en materia penal? ¿Por
qué no juzgan también los militares a la Gendarme-
ría de Prisiones e Investigaciones?
Lo que Carabineros necesita, y con urgencia, •es
un fuero propio, en razón de su organización y cons-
titución misma. La Institución, aunque d•espojada del
carácter que poseía desde su fundación, tiene dos as-
pectos: uno interior, que indispensablemente debe
ser militar y otro exterior, que es el netamente poli-
cial. Como organismo uniformado, Carabineros no
puede prescindir de la organización militar. Hay en
el mundo, desde tiempos inmemoriales, una sola ma-
nera de conducir organizadamente hombres -noma-
sas- y esa es la conducción de carácter militar. Por
ello, hasta las más pequeñas reuniones ordenadas de
personas se constituyen de una u otra manera en
fracciones de individuos bajo el mando de una jerar-
quía. Si· hasta las monjitas cuando concurren a re-
uniones lo hacen formando columnas de dos y cada
grupo va a cargo de la más caracterizada, es porque
no existe otra manera de dar orden a las agrupacio-
nes humanas. La vida interna en los establecimien-
tos educacionales es de formalidades netamente mili-
tares. Carabineros, como organización policial uní-

131
formada, no puede, prescindir del carácter que le dio,
al crearlo, el legislador. La función que desempeña,
la vida de Cuartel que llevan sus miembros y, princi-
palmente, la idioi;;incrasia de nuestro pueblo así lo
exigen. Su carácter militar obedece a esa misma ne-
cesidad que se hace imperiosa en el Cuerpo de Bom-
beros, Brigadas de Scouts, Colegios, cuando se cons-
tituyen en unidades de presentación. No es, pues,
deseo de imitar al Ejército, como lo estiman algunos
timoratos que creen ver en Carabineros una institu-
ción rival; ni tampoco constituye ello un peligro para
la ciudadanía, como sumen creerlo los antimilitari1r-
tas. Los grados militares, el "mi Teniente, mi Capi-
tán, etc.", son para la vida interior institucional.
Para el mundo exterior, para la ciudadanía, no. puede
exigirse el trato militar sino el policial, que es eJ
correspondiente al ro,1 que le corresponde desempe-
ñar ante la sociedad.
El Jefe de una Comisaría para sus subalternos,
es Mayor; para el público es Comisario. Por el mismo
Decreto Supremo se nombra al Mayor Pérez, Comi-
sario de Melipilla. Y no podría ser de otra manera:
cuando debe imperar un orden interno, la voz de
mando, es indiscutible. A nadie se le ocurriría pen-
sar girar a la derecha, cuando el Jefe grita " a la
izquierda" .
En el campo de actividad policial, no hay voces de
mando; hay órdenes que el subalterno puede y debe
modificar según las circunstancias. Hay orden de
aprehender a un ladrón; pero en el mismo lugar se
declara un incendio. La orden. entonces, de prooia
iniciativa., deja de ser cumplida. Dejemos el delin-
cuente. Ya caerá; lo primordial para el policía es
el siniestro y se dedica a salvar vidas y bienes; to-
mando las providencias que le aconsejan la prepara-
ción policial recibida en la Escuela.
132
Dualidad: carácter militar, para su mejor conduc-
ción interna; policía, funcionario público, para la so-
ciedad. Subalterno. esencialmente obediente como
"fuerza pública"; subordinado penrnnte, reflexivo, de
procedimiento racional, como elemento policíaco.
Esto es lo que no pudo, ni supo explicar el Ge-
neral Sr. Queirolo cuando e1 Sr . Alessandri al in-
creparle pc¡r haber modificado el DFL Orgánico de
Carabineros, quiso ser "Comandante en Jefe" en vez
de "General Director" como siempre 10 había sido.
No reparó que este último cargo es de mayor ampli-
tud. M:ientras el primero da autoridad sólo sobre la
institución que comanda, el segundo le concede atri-
buciones no sólo sobre Carabineros, sino ante el pú-
blico en general .
A causa del disparate Carnbiineros perdió, en
esa ocasión, su "carácter militar", quedando conside-
rados, entonces, como militares para el único efecto
de ser juzgados por los propiamente talles. Y el Sr.
General Queirolo que por dignidad debió de inme-
diato, abandonar el cargo, se quedó tranquilo e im-
pasible.
Volviendo al tema, esta dualidad es lo que debe
dar motivo a la dictación de un Código de Justicia
Policial, aplicado por Tribunales especiales y que
contemple delitos típicamente militares, como la de-
serción, la insubordinación, etc. ; y los hechos puni-
bles propios del servicio policial, como son el falso
testimonio en actos del servicio, tergiversación en
las informaciones profesionales, abuso de autoridad,
etc . El resto de las acciones u omisiones lesivas
debe ser sometido a la justicia común. Cada magis-
trado, tendría así, bajo su jurisdicción y competen...
cia, materias sobre las cuales se ha preparado o ad-
quirido experiencia, que le impidan obrar con des-
conocimiento de causa, como en el proceso instruido
133
por el Fiscal Sr. Osear Sailas Torres, quien, paro-
diando al autcil' de Seis Personajes en Busca de Un
Autor, primero me dio conformación de delincuente,
para después conformar el delito imposible.
Man tener este fuero para Carabineros, significa
someter bajo el mismo a la ciudadanía en general.
Un "vulgar civil", que puede ser Ud., cualquier día
puede pasar a ser juzgado por Tribunales Militares,
que le van a aplicar proced.i.mientos militares, en un
proceso donde nada habría tenido que ver un Fiscal.
Daré un ejemplo. Un malhechor ataca aiL carabine-
ro. Luego. huye y penetra al domicilio suyo. Sin sa-
ber de qué se trata, por natural instinto, Ud., des-
aloja a quien furtivamente entró en su hogar y en la
lucha lesiona al maleante. Debe responder de la
lesión ocasionada y, como existe el axioma jurídico
"fuero arrastra", le arrastran a Ud. a un proceso
militar y cae en mano.s de un Fiscal Militar.
No es una idea nueva. Pretendí realizarla du-
rante mi Comando sin lograr mi objetivo, porque los
intereses creados pesaron más que las razones y mi
decidido propósito de materializarla. En los Archi-
vos de la Dirección General de Carabineros duerm~
un proyecto elaborado, a indicación mía.
A falta de este proyectado Código, bien podrían
introducirse, en la ley penal ccmún y la procesal
pertinente, disposiciones tendientes a sancionar, con
mayor rigor y celeridad, los hechos punibles relativos
a Carabineros e Investigaciones o personal de Pri-
siones.
Dentro de un régimen democrático, la justicia
militar debe existir sólo para las Fuerzas Armadas
y no. para Carabineros, que, constitucionalmente,
no pertenece a ese grupo de fuerza pública constitui-
do por el Ejército, Armada y Fuerza Aérea. La mi-

134
sión de Carabineros es esencialmente policial. Sien-
do tan diferente su campo de actividad y su labor
misma, no se concibe, que se le mantenga bajo un
fuero que debiera ser aplicado únicamente a los mili-
tares.
Si de acuerdo a la tesis militar, se habla de la
rapidez de ésta, hay una equivocación. El Código de
Justicia Militar da un plazo prorrogable de veinte
días para la sustanciación de un sumario. De veinte
en veinte días, se ha prorrogado ese plazo, han pasa-
do años desde que se inició el proceso por juego ilegal
en Puerto Varas y todavía, hasta el momento en que
escribo estas líneas, no se cierra. En cuanto a gastos,
el sólo capítulo de viáticos devengados por la Fisca-
lía debe subir del millón de pesos del año 1959,
aparte de otros desembolsos inherentes al proceso
mismo.

JUZGADO MILITAR

Los Jueces Militares son Generales que asumen


esta función por el sólo hecho de ser nombrados Co-
mandantes de una División. Un buen día exaltados
al mando Divisionario, sin preparación legal alguna,
sin haber hecho siquiera algún curso previo, deben
dictar sentencias en primera instancia. Se me dirá
que para ello cuentan con un Auditor, a lo que habré
de replicar que, precisamente, esa es una razón para
perder la independencia tan necesaria en la admi-
nistración de justicia. Quien nada sabe, debe guiar-
se por quien conoce la materia. Quien así actúa,
pasa a ser un autor inducido, diría el fiscal Salas
Torres.

135
Y aquí lo paradoja!. Un funcionario civil, sólo
asimilado a militar, es nombrado Fiscal y se le invis-
te como Jefe de Ejército; y un General, que durante
toda su vida no fue sino militar, en virtud de un de-
creto supremo, pasa automáticamente a actuar co-
mo hombre de Derecho y dicta sentencias. Juzgado
Militar. Sólo de primera instancia, ¡afortunada-
mente!
Porque si nó ¿qué ocurriría sin ese tribunal co-
legiado constituido por Ministros de la Corte de
Apelaciones y Auditores Generales capaces y experi-
mentados que se llama Corte Marcial?

EL JUEZ MILITAR

El General Sr. Carlos Pollarolo Maggi expresó


en varias oportunidades que aún cuando existía una
tirantez entre él y yo, en su función de Juez sería
imparcial. Jamás debió haber tenido estcs arran-
ques de sinceridad, porque fueron mal interpretados.
Los magistrados de la justicia ordinaria son más
parcos en el decir. Los años de magistratura y e1 co-
nocimiento de las leyes y de los hombres, les han
enseñado a callar .
Aproximadamente dos años antes de mi retiro
de Carabineros, recibí un oficio de este Sr. General
en que hacía cargos contra un Oficial de Carabine-
ros. La redacción era dura, sea por exceso de celo
del Ayudante que confeccionó e1 documento o por-
que el Sr. General no pudo mantener la serenidad
necesaria e incurrió en conceptos de orden institu-
donal que, aunque veladamente, dejaban a mi sub-
alterno en situación desmedrada.

136
Escuché al Oficial de Carabineros y en el fondo
legal le encontré razón; no así en su forma que me
pareció poco cortés. Observé a éste con severidad,
pero no contesté el oficio del Sr. General Pollarolo
porque hab1ia tenido que aclarar ciertas situaciones
de hecho y de derecho que habrían producido un roce
mayor. "Al buen callar le llaman Sancho", me dije.
Como réplica, "el callar es prepctencia", dijo él, más
tarde, en una reunión.

FISCALES MILITARES

Un joven a quien conocí ocasionalmente, logró,


apenas prestado el juramento de estilo ante la I. Cor-
te Suprema, ingresar a la carrera judicial-militar.
Sin esa capacidad indispensable para tan delicado
cargo, se convirtió entonces, en un ejecutor fiel de
lo que, imperativamente y sin disimulo ante los de-
clarantes, le "insinuaba" el Secretario, hombre que
no había estudiado Derecho, pero que "tenía expe··
riencia en eso de los interrogatorios".
Se puede haber visto muchas películas policiales
y leido bastantes novelitas de ese orden literario. No
se adquiere así la preparación moral, espiritual y
técnica indispensables para investigar la comisión de
un delito o la inexistencia de él. Un mero decreto
que nombra para tan delicadas funciones a personas
que no han adquirido la condición ni la calidad de
un juez instructor, es un atentado contra la dignidad
humana.
No podría asegurarse quien daña más a la so-
ciedad; si el que sustrae bienes materiales o priva de
la vida a su víctima, o el falto de experiencia que,

137

Cin::o 10
investido de autoridad judicial y con todas las suti-
les armas legales a su disposición, lesiona el honor
de las familias o moralmente daña a quien aplicó su
torcida, aunque bien intencionada justicia. El prime-
ro atenta contra nuestro físico o nuestra economía
y está expuesto a l.a inevitable sanción penal. Al se-
gundo, después de todo lo que ha dañado nuestra ca-
lidad moral y destruido el prestigio social, le basta
dejar al "presunto responsable" en libertad incondi-
cional por no haber méritos, lo que equivale a decir
·'me equivoqué", y asunto terminado. Esa es la razón
por qué quise liberar a Carabineros de la Justicia
Militar.
En la justicia ordinaria, el juez llega a ocupar
una magistratura de importancia después de una
larga trayectoria dentro del escalafón judicial. Al-
canzan a estos delicados cargos cuando largos años
de servicios les han dado profunda experiencia en la
materia y su edad les ha hecho comprender el senti-
do de la vida y aquilatar lo que es el espíritu de las
leyes. Tras múltiples selecciones, son incluidos en
ternas donde se les escoge, una vez más, hasta ocu-
par magistraturas en la capital, cuando ya han ad-
quirido esa madurez profesional que les proporciona
independencia y aplomo espiritual para actuar sin
temor a errores, propios de la ignorancia o de las pre-
siones superiores.

SECRETARIO DE FISCAL

Don Hugo Lewis Silva, Secretario del Fiscal


Leyton, estaba resentido conmigo porque lamentable-
mente hube de llamar a retiro, siendo Coronel de Ca-

138
rabineros, a su hermano Jorge. Entonces, "quien
fue mi amigo, se tornó enemigo". Cuando empezó la
persecución en mi contra, sus familiares decían, con
frecuencia, que su hermano Hugo me haría ver lo
que eran los Lewis.
No sólo esta causal me hacía prever una ene-
mistad disimulada, pero muy sentida, de parte de don
Hugo Lewis. La Prefectura General de Santiago fun-
ciona en el tercer piso de la Intendencia de la pro,vin-
cia. Ello vincula a los funcionaric!': de ambas repar-
ticiones. En 1950, siendo yo Prefecto Jefe, una Oficial
del Presupuesto con muy dilatados años de servicios
en la Intendencia, se sentía con tanta autoridad co-
rno para querer imponer su voluntad en la Guardia
o en la tramitación de órdenes judiciales . ¡Es terri-
ble cuando una mujer, cargada de años de s,ervicios,
tt>ma el mando· y pretende man,~jar a los hombres!
Hube de hacerle ver donde limitaban sus atribucio-
nes. Naturalmente que, con criterio muy femenino y
resolución muy masculina, desde entonces me quitó
el saludo; pero·no me privó de amenazas al conversar
con sus compañeras de trabajo. Otra razón hacía
más peso en el fondo de la odiosidad.
Después del asalto a la Imprenta Horizonte, en
1957, empezaron a llegar anónimos a la Dirección Ge-
neral con cargos en contra de Lewis. Se decía que,
no obstante pertenecer éste a la planta de Carabine-
ros, su t,rato a1 personal de la Institución no era el
más adecuado; que muchas veces la declaración se
estampaba incompleta y ello perjudicaba al denun-
ciante, transformándose la causa de atentado contra
Carabineros en apremios innecesarios, cometidos por
aquéllos, y así, el acusador pasaba a ser acusado.
Otras veces se llamaba 11a atención acerca del sueldo
que ga..Ttaba el señor Lewis y los gastos que hacía,

139
recalcándome la mantención del automóvil de su
propiedad.
. . . Analicé los hechos y llegué a la conclusión de
que aún cuando los ataques eran injustificados y tal
vez producto de venganza, era conveniente trasla-
darlo a alguna Prefectura. Era capaz y podía, a mi
juicio desempeñarse en cualquiera parte. No obstan-
te, queriendo ser justo, llamé a mi despacho al Audi-
tor General. Traté con él este asunto y acordamos
en que hacía más falta en 1a Fiscalía. Allí con-
tinuó. Pero el Auditor, muy amigo de Lewis, contó
más tarde a éste mis anteriores propósitos de cam-
biarlo de destinación. Naturalmente, el señor Secre-
tario de la Fiscalía aumentó este resentimiento.
Y un Secretario de Fiscalía es quien, según el
Código de Justicia Militar, lleva el proceso. Pude
tacharlo de inmediato cuando fui ll.amado a
declarar; no lo hice porque cuando se tiene la con-
ciencia tranquila, ni diez Fiscales o Secretarios ene-
migos pueden amedrentar.

140
PRJMER PROCESO
MALVERSACION DE FONDOS

INVITACION ARIO DE JANEIRO

Mi esposa me acompañó a Río de Janeiro, porque


una invitación oficial de la Policía Militar de esa ca-
pital, hecha por intermedio del Ministerio de Rela-
ciones, así lo establecía. El Jefe que vino a concertar
mi concurrencia, también así lo ratificó por cable.
Ella era parte integrante de esa representación ofi-
cial asignada por el decreto que ordenaba al General
Director una Comisión de Gobierno. Prueba es que
todos los Jefes de la Policía Militar esperaban con
sus esposas en el puerto aéreo donde entregaron a mi
mujer un delicado ramo de flores. Consta a los enton-
ces Adictos de las tres ramas de la Defensa Nacional
de Chile, que también esperaban nuestra llegada con
sus cónyuges. La señora del Comandante Da Costa es-
taba de antemano nombrada "Ayudante de la espo-
sa del General Director de Carabineros de Chile". En
el Hotel Serrador, a nuestra llegada, estaban prepa-
rados los mejores departamentos para "el Sr. General
Ardiles y su Ayudante con sus esposas"; con ocasión
de presentar la Escuela de Huérfanos de la Policía,
el General de Ejército y Comandante General de la
Policía Militar, Sr. Oromar Osorio, ante las esposas
de los Jefes y Oficiales, en reunión solemne, hizo
entrega a mi cónyuge de una valiosa pulsera de oro

141
con piedras preciosas del Brasil, gesto que la obligó
a, usar, improvisadamente, de la palabra ante la Alta
Jefatura, que concurrió al acto. Tuvo que participar
en todas las ceremonias de la semana de festividades,
prácticamente sin tener tiempo de cono.cer la ciudad
de Río de J aneiro.
Entre estos festejos de la Policía Militar hu-
bo de suspenderse un acto para que el Sr. General
Alves, Comandante en Jefe de la Artillería de Costa,
nos ofrecieron un almuerzo en el Fuerte Copacabana,
donde fuimos recibidos con una salva de artillería,
mientras 30 trompetas tocaban alineados en los
torreones de la guardia. Acto continuo, una delega,-
ción de señoras de los Jefes y Oficiales de este poderer-
so fuerte, recibieron a mi señora con un hermoso
bouquet. Tan solemne fue el acto que mi Ayudante
no pudo ocultar su emoción.
Después de recibir aquellos honores en una tierra
que tanto nos estima, en Chile fui encarcelado por
once días bajo el burdo pretexto de haber pagado
ilegalmente un pasaje de Buenos Aires a Río de .Ja-
neiro. De Santiago a Buenos Aires era legal pero de
Buenos Aires a Río era ilegal. Caso muy significati-
vo desde todo punto de vista.
Tuvieron razón las esposas de Jefes y Oficiales
para sentirse of,endidas y querer reintegrar el valor
del pasaje. La preciosa joya que obsequiaron a mi
mujer como recuerdo de su visita, valía varias veces
más que el pretextado pasaje.
Después de todo el escarnio, Brasil no envió más
Oficiales para intercambiar conocimientos profesio-
nales ni tampoco hizo más invitaciones. Con la
vejación impuesta al ex General Director de Carabi-
neros, que fuera su huésped de honor, recibieron la
última y definitiva lección.

142
Caro, bastante caro, me hicieron pagar en Chile
la visita de mi esposa a Río; pero no me importa,
po,rque ella supo dejar en alto el nombre de Carabi-
neros, y comprendí, a través de lo que aún se recuer-
da sobre su actúación, lo que es la mujer chilena
cuando debe asumir situaciones de responsabilidad.

El Inspector de la Contraloría General de la Re-


pública, Sr. Mario Cannobio Zamora, al revisar la
administración de fondos durante los seis años de mi
jefatura, entre los miles de millones de pesos de los
presupuestos de Carabinerois de Chile, desde 1952 a
1958, encontró una sola incorrección: el pago de un
pasaje de ida y vuelta entre Buenos Aires y Río de
Janeiro, extendido a nombre de mi esposa. Acto con-
tinuo, la Subsecretaria del Interior, la Dirección
General de Carabineros, cuyo Director era ya el Ge-
neral Arturo Queirolo Fernández y el propio Inspec-
tor, Cannobio, informaron a los periodistas de esta
grave irregularidad.
Había que desprestigiar el período del Presidente
Ibáñez y era ésta una magnífica oportunidad para
atacar al General Ardiles, quien había sido, uno de
sus más leales colaboradores durante los seis años
de gobierno. Había que destruir su prestigio. De es-
ta manera colaboraban con el nuevo gobierno y
habría oportunidades de reincorporaciones, satisfac-
ción de venganzas y perspectivas de mejor situación
para quienes iniciaron el escándalo. Eso causó
gran daño a Carabineros de Chile, porque aunque
todas las acusaciones fueron rechazadas, siempre
quedó flotando en el ambiente que esta Institución
estaba corrompida.
El bien ganado prestigio que señalaba a Carabi-

143
neros dentro y fuera del país como una policía mo-
derna y digna de ser imitada, empezaba a derrum-
bar.se. Usaron los pasquines, que infectan el papel
y el aire, y con morbosa satisfacción, atizaron la ho-
guera usando la calumnia, la maledicencia y la in-
juria, sin importarles la Institución que los mantuvo
y los man tenia equivocadamente en su seno.
Yo ordené adquirir el pasaje que motivó este pri-
mer proceso porque dictado el Decreto Supremo que
me nombraba en misión oficial, no me cupo la menor
duda de que debía cancelarse con fondos de repre-
sentación, pues el Reglamento de Caja NQ 21 de la
Institución establece que con este ítem pueden can-
celarse "manifostaciones a autoridades civiles y mi-
litares y, en general, todo lo que pueda considerarse
de representación institucional".
Por su parte, el Reglamento de Pasajes y Fletes
NQ 9 para Carabineros de Chile, establece: "Art. 55.
Los Oficiales superiores y Oficiales subalternos, asi-
milados a estos grados y los empleados dvilos con
renta no inferior a la de Brigadier, que tengan que
trasladarse fuera del país en comisión del Gobierno,
tendrán derecho a pasaje de primera clase por mar
y ferrocarril, PARA ELLOS, ESPOSA E IDJOS".
De acuerdo, entonces, con la precitada disposi-
ción pude haberlo comprado con dinero fiscal aun
cuando no hubiese sido invitado con mi cónyuge.
Otro Inspector de la Contraloría, que colaboraba
con Cannobio, me manifestó que debía devolver esos
dineros, a lo que repliqué que tal medida era impro-
cedente porque el gasto que ellos reparaban era per-
fectamente legal.
Esperé que los antecedentes fueran enviados al
Tribunal de Cuentas, en cumplimiento a lo estable-
cido en la Ley Orgánica de la Contraloría General

144
(Arts. 21, 94, 99, 100, 102, 112, 113, 118, 119); pero se
omitió ese trámite legal y los Inspectores _denuncia-
ron la supuesta incorrección directamente a la Jus-
ticia Militar infringiendo así reiteradas disposiciones
contemplada~. en la citada ley.
El 14 de febrero de 1959, estando en Viña del
Mar, escuché por radio que se me había denunciado
a los tribunales militares por malversación de fon-
dos . Ello no me alarmó y regresé a Santiago para
presentarme a la justicia.
Al día si1?"niente, dos horas después de haber
llegado a mi domicilio (casa habitación y teléfono
que se encontraban bajo control policial desde que
me retiré del cargo de Director General), recibí una
citación bajo apercibimiento de arresto para la Fis-
calía Militar.
Concurrí al Tribunal, y el Fiscal, Sr. Osear Salas
Torres, me interrogó sobre el particular. Le explique
que yo no había administrado esos fondos; que ha-
bía ordenado la adquisición del pasaje en conformi-
dad al derecho que reglamentariamente me asistía .
Le pedí que hiciera pasar a su audiencia al Teniente
Coronel (R), Sr. Carlos Fuenzalida Valdivia, quien me
acompañaba y traía anotadas las disposiciones preci-
sas en que figuraban estos derechos. El Fiscal no
accedió, pretextando que él pediría la edición oficial
de los Reglamentos a la Dirección General de Cara-
bineros.
Terminada la declaración me notificó la orden
de detención por "existir fundadas presunciones de-
que yo era responsable del delito de malversación de
fondos" y, como éste era inexcarcelable, dispuso mi
ingreso a la Cárcel Pública.
Fue cortante en su determinación. No tuvo ml-
ramiento alguno a mi calidad de General en retiro

145
o de detenido. Después de una amigable y melosa
conversación telefónica, sostenida en mi presencia,
había aceptado. una invitación a almorzar, y como
la hora era ya avanzada, dio por t~rminada su labor.
Si me consideraba General en ret:tro, era una ofen-
sa, y si me trataba como a un detenido, era lisa y
llanamente una burla.
Fui conducido en un automóvil de Investigacio-
nes, custodiado por detectives, al establecimi,ento
carcelario y po-r caballerosidad del entonces Capitán
Sr. Tomás Quiroz Reyes, no del Fiscal, fui enviado al
anexo de "Capuchinos" .
Tres días más tarde, el Fiscal dictó la encarga-
toria de reo, en que me acusaba dt:: haber infringido
los artículos 233 y 235 del Código Penal que contem-
plaban hasta quince años de presidio .
De nada sirvió haberle explicado al Fiscal Salas
Torres que el Presupuesto de Carabineros era admi-
nistrado por una Comisión de Fondos, presidida por
el Subdirector e integrada por un General de Admi-
nistración, que era el jefe técnicc. De haberse sor-
prendido por los Inspectores de la Contraloría algún
acto ilícitc, la responsabilidad de hecho y de derecho
recaería sobre la Comisión de Fondos, en la cual el
Director General reglamentariamente delegaba sus
obligaciones administrativas. No ¡podía tampoco
atribuírseme, de manera alguna, sustracción dolosa
ya no existía adulteración en los libros, ni medio al-
guno de engaño.
No hay conocimiento de que en otra oportuni-
dad se haya procedido como en este caso particular.
Es frecuente que haya errores de imputación en la
inversión de fondos y la Contraloría rn limita a dis-
poner la corrección del error contable, porque el ar-
tículo 16 de su Ley de Organización y Atribuciones

146
establece que "El Contralor podrá dispensar las fal-
tas o defectos menores que existan en los compro-
bantes y documentos de las cuentas rendidas cuando,
a su juicio, no sufran menoscabo los intereses sujetos
a su fiscalización".
En mi caso ni siquiera ht.bo error de imputa-
ción que sirviera de base para responsabilizarme de
un d•elito inexistente . Cuando se epseña doctrina en
Derecho Penal, a esto se le llama "delito imposible"
(Prof. Figueroa Robinson).
Conmigo se hizo una excepción para imputár-
seme falsamente un delito, mejor dicho, para inven-
tar el delito. Se atropelló para ello, además de otras
disposiciones, el Juicio de Cuentas, que, conforme
al N9 21 de, la precitada 1ey, establece que "co-
rresponderá aJ Subcontralor fallar en primera ins-
tancia, y al Contralor en la resolución definitiva".
El Inspector Cannobio, pcr sí y ante sí, saltando por
sobre la ley y por sobre sus superiores, denunció di-
rectamente al Juzgado Militar un hecho perfecta-
mente lícit.o, en la forma y en el fondo, presentándo-
lo como acción ilegal. Y lo que es más grave, el Fiscal
Militar, Sr. Osear Salas Torres, por ignorancia o
mala fe y sin consultar las disposiciones de la
Ley N<.> 10336 ni considerar el Reglamento N9 9,
Art. 55, ni el Reglamento de Administración de Ca-
ja, como era de su element'.il deber al administrar
justicia, me declaró reo de malversación de fondos,
manteniéndome once días preso en la Cárcel Pública.
Causan profunda extrañeza 10s siguientes hechos:
19 Que la citación hecha por el Tribunal se diera
a conocer por la radio antes de ser notificada, siendo
este un trámite del proceso, que por su estado de
sumario, debe ser secreto .
29 Que la Subsecretaría del Interior estuviese

147
anticipadamente informada de que "ya había mé-
rito suficiente para disponer la detención".
39 Que en el proceso, al configurarse el delito
que se me imputaba, no se hubiese considerado para
nada la existencia o inexistencia del dolo, lo que
aparece de manifiesto en la causa.
Cuando en Derecho Penal se estudia la defini-
ción del delito se enseña, aún en los cursos más
elementales, que para configurar un hecho punible
es indispensable: 1) que se incurra en una acción o
en una omisión; 2) que ésta sea voluntaria, vale de-
cir que se haya obrado con dolo, o sea, con intención,
y 3) que sea penada por la ley. Si no existen estos
tres requisitos, no hay delito. En Carabineros de Chi-
le se enseña desde la iniciación de la carrera policial.
49 Que el Fiscal estimara que mi actuación, al
ordenar la ejecución de un acto material -la com-
pra del pasaje- podría encuadrarse por la vía de la
"autoría inductiva", aplicación del N9 29 del Art. 15
del Código Penal que considera autores "a los que
fuerzan o inducen a otros a ejecutarlo". Si me seña-
ió como inductor, ¿por qué no apareció la responsabi-
lidad del inducido? Si no hubo criterio jurídico, pu-
do haber existido a lo menos esa elemental lógica,
que no permite hablar de adulterio sin amante.
59 Que a mi llegada al tribunal estuvkran más
de 20 fotógrafos esperándome en ese recinto, que es
de carácter militar por estar dentro del propio edi-
ficio del Ministerio de Defensa Nacional.
69 Qué a mi salida del tribunal estuvieran espe-
rándome los mismos reporteros gráficos en la puerta
del despacho del Fiscal. Esto nunca le, presencié- en
los tribunales comunes. Recuérdese que en el caso
Boaysi y otros conocidos por la justicia ordinaria, el
Juez de la causa, ante la explotación inicua del bajo

148
periodismo y haciendo uso de sus atribuciones lega-
les, prohibio a los órganos de publicidad informar
sobre el curso del proceso. En mi caso, cuando pro-
testé ante el Fiscal Sr. Osear Salas Torres de lo quz
se permitía a esa prensa dentro del propio recinto
militar, éste me contestó con toda tranquilidad:
"-¿Qué quiere que le haga, pues?- Si les digo algo,
se me vienen todos encima ... "
79 Que aparecieran declaracirmes del Mini ,terio
de Justicia en que se expresaba que su Excelencia el
Presidente de la República había impartido instruc-
ciones para que, dentro de la legislación y reglamen-
tación vigente, se guardara consideración al cargo
que desempeñé, y sin embargo, dos días despué,, fui
conducido a pie desd,e el Anexo de Capuchinos hasta
la Cárcel Pública con custodia armada. A mi llegada
a este último establecimiento penal, ya se tenía de
nuevo a los fotógrafos para regocijo y negocio de la
prensa amarilla, que debía publicar otro vejamen que
se imponía a un General que sirvió treinta y cinco
años al país. A reos, po,r otros procesos se les evitó
tan denigrante escena y el prontuario penal fue con-
feccionado en el mismo Jugar de su detención; y
8Q Oportunamente me impuse que el recurso de
queja no pudo ser alegado en la mañana del día se-
ñalado por la Corte '.Marcial, como se anunció, debi-
do a que el Fiscal Sr. Salas Torres, no había enviado
aún su informe, de escasas fojas. Hubo de quedar
por verse en el día siguiente.
El Sr. Salas Torres instruyó así uno de los más
negros procesos en despr-estigio de la Justicia Militar,
a la que causó peor daño que el que pudo hacerme
a mí, pues la reacción pública me fue íntegramente
favorable.
No puedo olvidar un gesro de su Excelencia don

149
Jorge Alessandri Rodríguez, quien ordttrió al Sub-
secretario de Justicia que personalmente me visitara
en la Cárcel y en su nombre me expresara que la-
mentaba mucho lo que me ocurría, y sentía, además,
no poder intervenir porque era muy respetuoso de la
independencia de los Poderes Públicos, siendo la
Justicia la que debía resolver sobre mi situación .
Entiendo que ello fue una espontánea gentileza
del Primer Mandatario, pues jamás, en oportunidad
alguna, pedí, he pedido ni pediré ayuda a nadie para
ningún asunto personal; mis dificultades las resuel-
vo yo sólo. De ello estoy sumamente orgulloso.
Presentado un Recurso de Queja a la Iltma. Corte
Marcial, este Alto Tribunal dictó la siguiente resolu-
ción.
"SAntiago, veintiocho de Febrero de mil novecientos cincuen-
ta. y nueve.
Vistos y teniendo presente:
•l> Que a fs. 1 de estos antecedente, Jorge Ardlles Galdames,
reo de la causa. N9 49-59 del ingreso del Segundo Jiu.gado Militar
<santiago), que se sigue por malversación de caudales público.s,
deduce recurso de queja contra el Fiscal de la Primera Flscalla.
Militar de esta ciudad, Teniente Coronel Auditor don Osvaldo
Salas Torres, por cuanto éste habría incurrido en falta o abuso,
susceptible de enmendar por esta via, al someterlo a proceso en
lrl causa referida por el delito que configura el inciso 19 del ar-
tículo 235 del Código Penal, en circunstancias que, a su juicio,
110 se reunirían, a su respecto, los elementos constitutivos de tal
delito;
2) Que el proceso N9 49-59, trafdo para. mejor acierto del f~
llo, se desprende que Ardlles ha. sido encargado reo por el delito
indicado por haber ordenado el pago de los pasajes de su cón-
yuge, dPsde Buenos Aires :. Rfo de Janeiro, ida y vuelta, por un
valor de $ 202.600 con cargo a los fondos de ''Economfas Gen~
h•s-Gastos de Representación" de la Dirección General de Cara-

150
bineros, conjuntamente con sus propios pasajes y los de su Ayu-
dante, por cuanto había sido comisionado por el Gobierno, en su
calidad de Director General del Cuerpo, para que se trasladara
al Brasil con motivo de una invitación hecha por la Policía Mili-
tar del Distrito Federal de Rfo de Janeiro;
3) Que el inciso 19 del Artículo 235 del Código Penal describe"
como acción tipificante de este delito el "aplicar a usos propios
o ajenos los caudales o efectos", requiriendo, además, estos otros
elementos también objetivos: a) que el sujeto activo tenga la
calidad de empleado público; b) que los caudales o efectos estén
puestos a su cargo; y c> que la acción se ejecute con daño o en-
torpecimiento del servicio público;
4) Que de la causa N9 49-59 se desprende que el recurrente,
empleado público al momento de ejecutarse los hechos de autos,
no t enia a su cargo los caudales o efectos de que se trata, y si

bien podía sostenerse, como lo insinúa el Fiscal recunido en su
informe, que la actuación de Ardiles al ordenar a un subalterno
la ejecución del acto material del delito investigado, podr1a en-
cuadrarse, por la via de la autoría inductiva (Art. 15 N9 2 del
Código Penal), en la descripción objetiva del tipo legal indicado,
también lo es que tal supuest-0 requiere como presupuesto la
existencia jurídica de un autor inmediato ejecutor del hecho, lo
que, procesalmente, no acontece en autos;
6) Que, asimismo, no hay en la referida causa ningún ante-
cedente tendiente a acreditar el dafio o el entorpecimiento al
servicio público de Carabineros que habría ocasionado el a.cto
material imputado al recurrente;
6) Que, en cuanto a la acción tip!ficante del delito de que se
trata, de "aplicar a usos propios o ajenos" esos caudales o efec-
tos, requiere por lógica elemental que esa aplicación se haga al
margen de los casos permitidos por las leyes o reglamentos (gas-
to !licito), ya que si tal cosa no ocurriere faltaría en la especie
un elemento genérico de todo delito; la antijw·icidad del acto;
7) Que, en orden a la ilicitud del acto ordenado por Ardlles,
cabe considerar pue no aparece en el proceso pronunciamiento
alguno de la Contraloiia General de la República y que no cabe

151
estimar como tal la cl.rcunstencia que el hecho haya sido denun-
ciado por dos inspectores de ese organismo, por cuanto, de con-
formidad con lo dispuesto por el Art. 94 de la Ley N9 10.336 (Or-
gánica de la Contraloria) la orden de denunciar hechos de tal
naturaleza le con-esponde al Sub-Contralor;
8) Que para que se pueda tener por justificada la existencia
d::i un delito no basta que concurran todos los elementos obje-
tivos que presenta la descripción del tipo delictual en cada caso,
sino que, además, debe concurrir el elemento subjetivo, de ca,..
rácter genérico, de la culpabilidad del agente (dolo o culpa), por
cuanto, jurídicamente, es delito "el acto típicamente antijurídico,
,culpable y conminado con una pena";
9) Que, en efecto, la imputabilidad en el delito del Art. 235,
inciso 19, del Código Penal está establecida a. base del dolo ge-
nérico, o sea, requiere que el sujeto activo del delito actúe con
conciencia y voluntad y en la creencia. de realizar una a.plica,-
ción ilicita de los caudales o efectos;
110) Que, por las razones que a continuación se exponen, el
Tribunal estima que el General Ardiles, al ordenar el pago de
los $ 202.600 ;,'01· concepto de pasajes de su cónyuge, obró sin el
dolo referido;
a.) Porque la. invitación habla sido hecha extensiva. a su cón-
yuge e iba a Río de Janeiro en misión oficial, comisionado por
el Gobierno con el objeto de asistir a cevemonias de la Policla
Militar del Distrito Federal de esil. ciudad (fs. 12, 64, 67 vt&.
y 68);
b)- l;'orque en oportunidades anteriores habla concurrido en
misión oficial al extranjero, con su cónyuge, siendo pagado el
pasaje de ambos por el Fisco, y precisamente se encontraban en
Buenos Aires en esa. situación con motivo de la transmisión del
mando cuando .se ejecutó el acto ordenado por Ardiles que ha da.-
do origen al proceso N9 49-59 (fs. 19, 20 y 22) ;
rc) Porque la imputación al ítem "Economla Generales-Gastos
de Representación" del costo total de lo.s pasajes ordenados por
el recurrente, no importa un reconocimiento de que obró creyendo
ouo era ilícito ese gasto o de no estar a.justada a la ley esa. impu-

152
tación, por cuanto la disposición del N9 13 del artículo 125 del
Reglamento de Caja e Inversión de Fondos para C'arabineros no
hace una enumeración taxativa de lo que debe entenderse por
acto de representa:ión y en consideración a. que la misión enco-
mendada. por el Gobierno al General Ardiles no er,1. del todo
ajena a aclos representativos;
d) Porque, de conformidad con el artículo 55 del Reglamento
de PMaje3 y Fletes N9 9, el cónyuge y los hijos de Oficialf'5 y
.Jefes de Carabineros, comisionados al exterior por el Gobiei-nO,
tienen derecho a pasajes i;:ar mar y ferrocarril;
e) Porque al momento de ordenar el recurrente la adquisi-
ción de los pasajes con cargo al ítem referido, no se le objetó l&
legalidad del gasto o de su imputación, por aquéllos que recibiera~
la orden (fs. ' 22) ;
f) Porque para el propio Servicio Admini.strativo de Carab,ne-
ros sólo existió una mala imputación del gasto; por cuanto debió
haberse imputado el total de él a los fondos para pasajes y fletes
que consulta anualmente la Ley de Presupuesto de la Nación, de
conformidad con lo disr:ueslo en el articulo 55 del Reglamento
N9 9, y no con cargo al item de "Economías Generales-Gastos de
Representación" (fs. 49); y
g) Porque se encuentra plenamente establecido en el proceso
que en su exteriorización la acción imputada a Ardiles no presenta
ningún hecho equívoco como ocultación o engafío, toda vez que la
orden en referencia fue dada conforme a las normas regula.res y
fue tramitada por quienes correspondía hacerlo y de acuerdo con
la reglamentación correspondiente;
11) Que, en ,:onsecuencia, cabe concluir que no sólo no con-
curren, en el caso de que se trata, todos los elementos objetivos
del delito del a1·tículo 235 inciso 19 del Código Penal, sino que
falta. además el elemento subjetivo, de carácter genérico, de la
culpabilidad del agente; por lo cual no es dable tener por justifi-
cada la existencia del delito de malversación por que ha sido en-
cargado reo el recurrente, requisito exigido por el articulo 274 del
Código de Procedimiento Penal para dictar auto de procesamiento,
que trae como con.secuen-::ia la prisión del inculpado.

153
Y visto lo dispuesto en los artículos 62 del Código de Justicia
Militar y 536 del Código Orgánico de Tribunales, se acoge el re-
curso de queja deducido por Jorge Ardiles Galdames contra el
Fiscal Militar don Osvaldo Salns Torres, sólo en cuanto se deja
sin efecto, el auto encargatorlo de reo del recurrente de fecha
veinte del presente, escrito a fojas 66 del proceso traído para me-
jor acierto del fallo, debiéndose, en consecuencia, poner en in-
mediata libertad a Jorge Ard!les Galdames.
Transzr!base y archívese. Devuélvase el proceso solicitado pa-
ra resolver.
Redacción del Ministro sefior Astroza.-(Fdos.) .-MARCO A.
VELASQUEZ,' JULIO APARICIO, AQUILES SAVAGNAC, RENA-
TO ASTROSA, AGUSTIN BIANCHI.- Proveido por la Iltma.
Corte.-CARLOS MACKENNEY V.

SOBRESEIMIENTO DEFINITIVO
'.'S:mtiago, diez de marzo de mil novecientos cincuenta y
nueve.-Teniendo presente el mérito de autos, lo dictaminado por
la Fiscalla y que los hechos denunciados y que se imputan a
Jorge Ardiles Galdames no son consUlutivos de delito y visto lo
prescrito en los artículos 147 del Código de Just!::ia Militar y
408 N9 2 del de Procedimiento Penal, se sobresee definitivamente
en la presente causa.-lAnótese y consúltese.-(Fdos.) Carloo Po-
llarolo Maggi, Juez Militar. Pedro del Río Martinez, Auditor de
Ejército. Pronunciado de acuerdo por el Juez Militar titular Ge-
neral de División don Carlos Pollarolo Maggi y sefior Auditor de
Ejército en propiedad don Pedro del Rfo Mart!nez.-(Fdo.) Al&
jandro Avilés L., Secretario.''
SEGUNDA INSTANCliA.-"Santlago, dos de abril de mil no-
vecientos cin:uenta y nueve. Vistos: Se aprueba la resolnclón
1:onsultacfa de fecha diez de marzo pasado, escrita a fs. ochenta.
-Reg!strese y devuélvase.-(Fdos.) Marco A. Velásquez, Julio
Agüe.ro, A. Snvagnac, Renato Astrosa, A Bianchi.-Proveldo
l)or la Iltma. Corte, Carlos Mackenney."

154
Después de once días de detención en la cárcel,
términó la comedia trágico-cómica, gracias a la in-
tervención severa e inmediata de la I. Corte Marcial.
Radio Portales hizo el siguiente comentario:
PANORAMA

1.-¡¡¡ARDILES SALDRA LIMPIO DE "POLVO Y PAJA"!!!


2.-La justicia militar conocerá esta semana el sobreseimien-
to definitivo del ex Director General de Carabineros, don Jorge
Ardlles Galdames, el otrora poderoso representante de la ley.
1.-Todo Chile conoce los entretelones de la detención y cau-
sas por las cuales tuvo que pisar las puertas de la cárcel.
2.-De eso ya no es necesario hablar.
1.-De lo que es conveniente decir algunas cosas, es relacio-
nado con el mismo Cuerpo de Carabineros.
2.-La detención y el escarnio que sufrió Ardiles afectó al
inmaculado y prestigioso cuerpo policial chileno que es honra de
Chile y América.
1.-Ardiles t'S un hombre que pasará. Nadie se acordará más
tarde de este desagradable episodio, pero queda en ple la Insti-
tución que lleva tántos afios de permanente vigilia en los cam-
pos, villorrios, allá en la pampa salitrera, en 1:1. montafia, en las
heladas regiones antárticas en defensa de los intereses de la ciu-
dadanía.
2.-El Carabinero está en constante acecho en contra del
delincuente, atento en los pasos del nifio que va al colegio, en
fin, en todas partes están los verdes representantes de la ley.
1.-Con la detención de Ardiles se ha inferido una ofensa a l
Cuerpo de Carabineros. Se ha puesto en tela de juicio la hono-
rabilidad de sus rectos e intachables miembros.
2.-Ahora, todo quedará •e n nada. La justicia militar sobre-
seerá al sefior Ardiles y aquí no ha pasado nada.
1.-La pasión política, el revanchismo, están tomando un
cauce peligroso.
2.-Porque, en el fondo, estos hechos policiales espectacula-

155
res en que se han visto envueltos personajes del régimen ante-
rior, no son otra. cosa que .persecuciones de orden polltlco.
1.-Ayer fue Ardiles, mañana será otro contra quien s~ tenga.
sangre en el ojo.
2.-Se le llevará a. los estrados judiciales y después de tma.
montaña de consideraciones, diligeneias, tltul~ a.l rojo en los
diarios, se le dirá ... señor, lo sentimos mucho, Ud. está en la.
más absoluta libertad. . . perdone y buenas tardea.

SOBRESEIMIENTO MORAL
No bastó el proceso por el imaginario delito de
baber malversado doscientos dos mil seiscientos pe-
sos. Había que acusarme de otros y con el amparo
del fuero parlamentario, sin afrontar responsabili-
dad alguna; había que envolv,erme en muchos otros.
De tantas acusaciones ¿cómo no iba a caer en una?
Cuando se quiere hallar una mancha en el vestua-
rio, se encuentra; la cuestión es desearlo.
Todo, repito, es "querer" encontrar la mancha.
Y si no la ubican, es porque el acusado es tan hábil,
tan pillo, que supo ocultarla. Es la técnica de los
perversos, de lo.s que nada útil han hecho y sólo han
disfrutado de les cargos, pero que se sienten dolori-
dos cuando saben que los subalternos idealistas los
señalan, despectivamente, entre los que pasaron por
las instituciones sin dejar huella alguna, sin un grato
recuerdo, sin pena ni gloria.
Había que fabricar escándalos que echaran por
tierra todo el prestigio adquirido a través de treinta
y cinco- años de vida pública . Mis detractores, car-
gados de vicios y despreciados por sus propios com-
pañeros, no pedían admitir que alguien saliera in-
maculado de la Institución, máxime cuando había
estado seis años en el más alto cargo policial, duran-
te la administración Ibáñez. Los serviles, los que

156
no saben ni supieron nunca de vocación, no compren-
dieron ni comprenderán jamás que no se sirve a un
hombre sino al país. Estaban acostumbrados a ser-
vir a Don Fulano o a Don Zutano, todopoderosos.
de la Política, para que ellos, a su vez, les retribuye-
ran, ayudándolos a mantenerse en sus puestos. Por
algo podían d•ecir a voz en cuello que "no eran perros
sin amos". Con esta frase lo decían todo. No había
necesidad de otra. El buen éxito lo tenían asegurado.
Durante toda mi carrera traté de ser justo y
para ello también pretendí ser modelo de mis subal-
ternos, lo que no resulta muy difícil cuando se ha
practicado el mando durante toda una vida. Mi
constante preocupación fue, entonces, no dar mar~
gen a ninguna crítica desfavorable, encuadrando mis
actos públicos y privados en un marco de corrección
que me permitiera ejercer la jefatura ccn absoluta
independencia. No quería ni deseaba verme atacado
por mi propia conciencia, ni por reproches justos de
quienes se sintieran lesionados por las medirir e; q1•e,
dolorosamente, debía adoptar en el ejercicio de mis
funciones. La vida policial está llena de tentaciones
que nunca me alcanzaron, no sé si porque era fuerte
en mis convicciones morales o por temor de no legar
un apellido, poco común, tan inmaculado como me
lo diera mi padre .
Carecía de los hábitos que impiden la absoil.uta
libertad para el mando. Todo ello me permitió tomar
medidas que, aunque extremas, me dejaron conti-
nuar sin ese miedo qne experimentan aquéllos que
tienen "techo de vidrio" y '!Ue jamás pueden adoptar
actitud alguna sin preguntarse antes si los afecta-
dos podrán enrostrarles su conducta impropia de un
Jefe. Siempre tuve en mis manos esa fortuna in-
mensa que es la libertad para el mando superior, sin

157
que jamás persona alguna, de ninguna jerarquí,,a
militar o social, se atreviese a proponerme la comi-
sión de algún acto ilícito.
Siempre viví económicamente bien, sin tener
que llorar miserias a nadie. Mis no escasas relaciones
sociales fueron y son siempre de reconocida solven-
cia moral.
Para quienes me conocían a fondp, era una per-
sona estimable. Para los que estaban lejos de mi
natural manera de ser, resultaba un orgulloso, un
mal compañero o un prepotente que no compartía
con ellos mi tiempo ni mi sueldo. Pensándolo bien,
tenían razón: era orgulloso, pero orgulloso del hono-
rable sendero que iba abriendo para mi futuro. No
en vano la oficialidad joven e idealista empezó, des-
de muy temprano, a señalarme como un Jefe de
porvenir. Era mal compañero para aquéllos que
creen que el compañerismo consiste en la debilidad
de dejarse explotar, en las "francachelas" o el juego,
por los vividores sin escrúpulos; era prepotente para
aquéllos que no pueden permitir que alguien alcance
éxito sin el consabido regalito o adulo al Jefe. Tenía
confianza en mí.
El estudio, el reconocimiento constante de mis
subo,rdinados -los mejores calificadores- y el estí-
mUlo de mis amigos civiles, me dieron ese aplomo
que siempre mantengo y que vigorizo con mi propia
conciencia. Nunca busqué apoyo en nadie.
Ellos, los incapaces morales e intelectuales que
no toleré pm:que injustificadamente estancaban el
escalafdn y detenían la marcha institucional, se
reunieron entonces como un comité en exilio para
derribarme, "para hacer caer al tirano". Y a ellos
se unieron, como era de esperar, los que deseaban
seguir explotando la veta de Carabineros; algunos

158
Generales en retiro que siempr,e venían con ideas
geniales para servir a la Institución que tanto ama•
ron y de la cual nunca se preocuparon cuando estu-
vieron en servicio; gestores para ventas de acciones
de parcelas forestales, seguros contra incendio o de
vida o postulantes al nombramiento de profesor de
"cualquier cosa" para mejorar su situación.
No se puede hacer caer a un funcionario público
si no existen cargos graves en su contra. Entonces
había que inventarlos. Para algo ese organismo
creado por estos desocupados de oficio contaba con
un Vo.Jtaire entre los suyos: Mentir, mentir, que
algo queda. Así empezó la campaña. Dos Generales,
aprovechando una inspección de la Contraloría, que
era de simple rutina, pero que en el fondo obedecía
a una denuncia velada del entonces asimilado a Ge-
neral Anselmo Nepomuceno Bravo Bravo, dieron
margen a publicaciones en que establecían que sus
retiro.s nada tenían que ver con esa inspección y que
si se sorprendían irregularidades, la responsabilidad
pesaría sobre otros funcionarios.
No me hacían ningún cargo concr-eto ni directo
en esas publicaciones; pero dejaban entrever que
algo incorrecto había en mi administración . Más
tarde, el asimilado a General empezó a recorrer las
oficinas públicas y a detener a mis subalternos -zn
la calle para exhibirles un legajo de papeles con
carátula de Notaría, diciéndoles que allí llevaba una
copia de escritura, según la cual se establecía que yo
había adquirido un fundo en noventa millones de
pesos, pagados en dinero efectivo; pero a nadie mos-
tró el contenido de Ja supuesta escritura, al afirmar
que los presentaría al Presidente para comprobarle
que yo robaba en Carabineros. Y buen cuidado tenía
de actuar siempre ante una sola persona para que

159
no hubiese testigos de su maldad. Por lo demás, su
conducta no me extrañó, porque, mientras estuvo en
Carabineros, siempre actuó así: desprestigiaba a to-
dos los Generales Directores que lo tuvieron a su
servicio ,en 10 administrativo.
La difamación estaba organizada y dirigida pa-
ra servir al mejor postor.
Mucho antes, una noche, frente a la Embajada
Americana, el hijo del Diputado Sr. Ricardo del Río,
tuvo un incidente con el carabinero que allí hacía
5U servicio y el Honorable, mal informado o muy
ofuscado, las emprendió con el guardador del orden.
Magnífica oportunidad para mis enemigos que, sin
pérdida de tiempo, se trasladaron donde el parla-
mentario para ofrecerle su adhesión "ante la insólita
actitud del policía" que, por lo demás, no era sino el
"reflejo de las instrucciones que Ardiles impartía al
personal, instándolo a cometer toda clase de atro-
pellos".
La alegría de esos valientes que se emboscaban
en el anónimo, al pedir que se guardara reserva de
sus nombre, duró poco, pues algunos días después
de haberme atacado el H. Sr. del Río en la Cámara,
acusándome de abusos e incorrecciones, se desdijo
por medio de la siguiente carta que_ me autorizó, por
medio de sus personeros, para publicar:
"Señor Director General de Carabin~. Don Jor¡'e Ardlles
Galdames, Presente.
Tengo el agrado de dirigirme & Ud. con ocasión de los hechoi.
que conoce la opinión pública, relativgs a un incidente habido
con personal de Carabinaros y aJ discurso que sobre su persona
pronuncié posteriormente en la Cámara de Diputados.
Un análisis más profundo de lo ocurrido, me ha formado
el convencimiento de que su actu&eión ha. sido honorable y eaba-

160
llerosa tanto en la conducción de la institución como en sus
actuaciones de orden personal.
Ofuscado por las informaciones de primera hora sobre la
conducta que personal de Carabineros habla mantenido en el
momento de la detención de mi hijo Ricardo, era explicable. que
m: reacción fue.5e violenta eontra las personas que alli intervi-
nieron.
Soy el primero en deplorar el incidente, propio de la indig-
nación de un padre ante un hecho precipitadamente explicaqo.
Le ruego, señor Director, aceptar mis sentimientos de dis-
tinguida consideración.- R. del Río
Santiago, Enero 19 de 1957."

Para qué dedr cómo se desataron en contra del


H. Diputado sus gratuitos e interesados informantes.
Para desquite, fueron radio por radio, pasquín por
pasquín, a pedir que ridiculizaran al pa1lamentario
que según ellos, cuando me atacó era un caballero y
que después, por dar explicaciones sobre su error,
pasó a ser un mal nacido que los había traicionado
en sus muy nobles propósitos. . . de utilizarlo como
instrumento de venganza.
No había que desanimarse. Tiempo tenían de
sobra para estas actitudes que aprendieron de los
maleantes. Había que perseverar, pero sin exponerse,
porque liacerme cargos directos significaba quedar ex-
puestos a una querella criminal. Había que buscar
otro instrumento.
"Aquí Está", el tabloide estuvo antes a su dispo-
sición. Su director, Don Moisés Silva Nils, tenía ac-
ceso a La Moneda, y sus publicaciones, aunque en
tiraje muy reducido, las conocería el Gobierno. Y mis
días estarían contados.
Me querellé contra el Sr. Silva Nils, quien des-
pués de permanecer 21 días en la cárcel, se salvó de

161
Cinco 11
la condena, al presentar su abogado a un descono-
cido, semianalfabeto, que confesó ante el Tribunal
ser el autor responsable de los artículos calumnio-
sos.
Nuevo desaliento en el Comité de la Calumnia,
pero el desánimo no llegó a ellos. Sabían cómo come-
ter hechos punibles y algunos de los métodos les ha-
bía de dar resultados. Por lo demás, repetían con
insistencia: mentir, mentir y mentir, que algo queda.
El público, el grueso público, gusta de los escándalos
en qi;e suenan estruendosos nombres de funciona-
rios que gozan de prestigio ante la opinión pública .

162
SEGUNDO PROCESO
D E L "C O N F I D E N C I A L "

La Dirección General de Carabineros, por parte


N9 1, de 17 de diciembre de 1958, dio cuenta, al Juz-
gado Militar de Santiago, de la deserción, falsedad
e incumplimiento de sus obligaciones militares del
funcionario Oliverio Pérez Arza y, como de costum-
bre, informó amplia y anticipadamente a la prensa
de la comisión de estos "delitos amparados por el
General Ardiles". Esa administración tan funesta de
Ardiles. Los dedicados a la caza de escándalos, pa-
gados por la Dirección General, dieron "el golpe
periodístico".
El General Arturo Queirolo sabía demasiado
bien de lo que se trataba. Al contratarse los servicios
de Pérez Arza iba a ocupar una vacante en la Prefec-
tura General de Santiago al mando de Queirolo.
Mal podía ignorar éste que se trataba sólo de una
simulación de servicios para darle un destino dife-
rente al que aparecía. Ocupaba una plaza de Labo-
ratorista Dental y se desempeñaría como correo con-
fidencial; no de soplón, como afirmaron los canallas
que quisieron arruinar toda su vida de esfuerzo, es-
tudio y sacrificio.
Los correos confidenciales nunca saben lo que
están haciendo. Llevan correspondencia y la entre-
gan a personas que no son verdaderamente los desti-

163
natarios, para que la entreguen, a su vez, a quien va
verdaderamente dirigida en un sobre interior. Ellos
tienen que ignorar de qué se trata porque de lo con-
trario se está expuesto a una delación que impediría
prevenir hechos atentatorios contra el orden o las
personas.
Pareció extraño que para esto se empleara al hijo
de un Tte. Coronel, Jefe de un servicio secreto. ¿En
quién iba a tener mayor confianza este Jefe? ¿Quién
iba a estar a su lado a cualquiera hora del día y de la
noche?
Un contrato había firmado para los efectc,s de
su sueldo y éste no era cumplido en cuanto a la ac-
tividad que desempeñaba. ¿Quería ,el señor General
Queirolo que figurara en listas de revistas y pagado-
ras con su nombre completo y al lado se estampara
con tinta roja su calidad de correo confidencial? ¿No
bastaba con que Queirolo, por razón del servicio, su-
piera la verdad del cargo desempeñado? ¿Por qué
no interrogó a Pérez, a su padre, o a mí, que había
al respecto? Con una respuesta para recordarle su
mala memoria, habría bastado; pero lo interesante
era producir otro escándalo; desprestigiar mi mando
y arrastrarme a los tribunales. Si después se com-
probaba la corrección del acto, no importaba; el daño
había sido ocasionado y él, como empleado público
que denunciaba un hecho, no era criminalmente res-
ponsable. Está asegurada su impunidad por el pro-
piG Código Penal.
La causa a que me refiero se inició el 20 de di-
ciembre de 1958, en la 2.a Fiscalía, que parecía espe-
rar cuanta denuncia hubiera en mi contra. Cinco
meses después, el 22 de mayo de 1959, fue elevada al
Juzgado Militar solicitando el sobreseimiento tem-
poral contra ef inculpado Pérez. Enviada en consul-

164
ta a la Corte Marcial, ésta acogió el ~obreseimiento
y todo terminó .
Ha~ta aquí la cosa parece muy sencilla; pero no
fue así. Hay hechos que llaman profundamente la
atención a quienes tienen un poco de sentido común.
La denuncia iba dirigida hacia Pérez, aunque
en el fondo era en contra mía. Habría, entonces, pri-
mero un acusado y más tarde otro, que sería yo.
Pérez negó ser confidencial. Tenía que defenderse de
la ruindad de sus acusadores que no reparaban en
el crimen moral que ejecutaban en la persona de un
joven estudiante cuyo porvenir tronchaban alevosa-
mente. Era natural que éste, atemorizado por 1as
sensacionalistas informaciones dadas por la Di-
rección General, negara su calidad. Era su única
defensa ante tan canallesca acusación.
Seis meses después de esa primera diligencia,
me citaron para declarar sobre el particular. Todo
el mundo sabía que iba a quedar detenido. Con bas-
tante anticipación lo habían propalado.
Pérez negó nuevamente ser soplón -como que
efectivamente no lo era- y el Fiscal lo incomunicó
en la Cárcel Pública. Yo afirmé que su función era
confidencial y también me incomunicaron en el mis-
mo establecimiento carcelario. De nada me sirvió
que explicara al Fiscal que no era su superior direc-
to; que tenía más de 18.000 hombres a mis órdenes
y no podía establecer si hacía o no sus servicios . Que
era su padre, el Comandante Pérez quien lo tenía
bajo sus órdenes directas.
De nada habían de servir mis explicaciones por-
que, una hora antes d,e que me presentara a decla-
rar, ya se había solicitado la celda de incomunica-
ción, según me di cuenta después, al controlar crono-
lógicamente mi detención en la cárcel misma .

165
En este proceso militar sólo figuraban tres per-
sonajes: el estudiante Pérez -correo confidencial-,
el padre de éste y yo. El primero era el acusado y
negaba. Yo d•ecía lo contrario. El padre del estu-
diante no podía ser testigo de cargo ni de descargo
de ninguno de los dos que estábamos enlazados en
misma acusación. La ley procesal penal niega el de-
recho al tribunal para tomarle siquiera declaración.
Pasaron cuatro días de incomunicación en cuyos
tres días intermedios nada se me preguntó sobre el
particular. El Fiscal Leyton aprovechó ese lapso para
preguntarme sobre el juego Hegal en Puerto Varas,
en Santiago, y sobre muchos otrcs asuntos que "él
sabía".
El cuarto día, en la noche, me carearon nueva-
mente con el confidencial y, con sorpresa, instantes
después fui también careado con su padre, a quien
presumía en libertad. Más tarde supe que éste se
había presentado ante el Fiscal preguntando por la
suerte de su hijo. Al pedirle ayuda para "aclarar
bien los hechos", el Sr. Leyton Caravagno, le había
anticipado que no obstante existir impedimento le-
gal, si él quería, voluntariamente, podía declarar.
Pérez no tuvo inconveniente. Nunca lo hubiera he-
cho porque al poco rato, tras breve declaración, a ese
padre que, de acuerdo con la ley no existía ni siquie-
ra la facultad de interrogar en causa contra su hijo,
se le pasó también incomunicado a la cárcel, con
gran regocijo de quíenes estaban usando la justicia
militar como instrumento de venganza . Ocho horas
se le mantuvo en celda solitaria para dejarlo, después
de ctro careo conmigo, en libertad por "no haber
méritos suficientes para mantener la detención".
Para todos estos apremios, la Fiscalía, que dis-
pone conforme a la ley, de 20 días prorrogables para

166
instruir el sumario, tardó sólo cuatro; pero la sustan-
ciación de la causa demoró ni más ni menos que 5
meses y 2 días. Casi medio año de "escandalera".
Breve y expedita justicia militar ...
La Dirección General de Carabineros, por su
parte, en ese anhelo de "hacer justicia de una vez
por todas" había eliminado por mala conducta al con-
fidencial, el 16 de enero de 1959, según B/ O, 1962,
por haber cumplido deserción. El 21 de noviembre
del mismo año, le rectificó su baja "por no convenir
al servicio" .
Resumen: una falsa acusación de deserción, in-
cumplimiento de las órdenes militares y falsedad
-tres delitos- permitieron:
1Q Que se me encarcelara e incomunicara como
un vulgar delincuente habitual durante cuatro días,
sin considerar para nada mi calidad de General de
Carabineros (R);
2Q Que se adoptara igua1 temperamento con el j<>-
ven estudiante que ocupaba un puesto para costearse
el sustento, y sufragar los gastos que no podía hacer
su padre;
3Q Que se encarcelara e incomunicara a un Co-
ronel de Carabineros en retiro durante ocho horas
por declaraciones en causa que afectaba a su hijo.
Todo esto, ¿para qué? Para terminar con lo sig·liente:

COPIA

Solicité del tribunal se sirviera decretar que se


certificara por el Secretario, en los autos N. os 3634-58
de la Segunda Fiscalía Militar de Santiago, la efec-
tividad de los siguientes hechos:
a) Como es efectivo que en esos autos fui ci-
tado a declarar;

167
b) Como es efectivo que poi resolución de la
Segunda Fiscalía Militar de Santiago estuve deteni-
do durante cuatro días;
c) Como es efectivo que fui dejado en libertad in-
condicional por no existir antecedentes en mi contra
que permitieran mantenerlo en prisión preventiva;
d) Como es efectivo que en estos autos no se
siguió causa en mi contra.
El Secretario extendió la siguiente certificación:
"Certifico que es efectivo lo expuesto en las le-
tras a), b), c) y d), del escrito que precede, lo cual
consta de la causa N9 3634-58, Rol de este Juzgado
Militar, instruida en contra de Oliverio Pérez Arza
por incumplimiento de deberes militares. Santiago,
trece de septiembre de mil novecientos sesenta
(Fdo.) Secretario".
Nada dice este certificado de los daños morales
ocasionadm, al jcven Pérez; ni de las molestias ex-
perimentadas por los que injustamente fuimos en-
carcelados e incomunicados. Nada dice tampoco de
los sufrimientos de los familiares. Nada, absoluta-
mente nada, dijo el denunciante, General Arturo
Queirolo, quien tranquilamente siguió en el cargo des-
de donde hizo el daño.

EL JUEGO

La. legislación chilena no combate el juego sino


a medias. No lo prohibe cuando es de destreza; pero
sí, cuando en él prima el azar, como si ambos no fue-
sen igualmente dañinc-s al individuo y a la sociedad.

168
Si en el juego prevalece la habíhdad d,e uno para
apropiarse del dinero del otro, está permitido por la
ley. Pero predominando sólo la suerte, está prohi-
bido.
En juegos de destreza, como el póker, se alaba el
''bluf" y se estimula la mentira que es delito en po-
tencia. El más diestrc, el "master" del naipe, indis-
cutiblemente gana al recién iniciado. El viejo tahur,
con sus habilidad•es de veterano jugador, engaña al
novicio y se apropia de su dinero. La ley permite
esto. Lo que no tolera es el "bacarat", la ruleta u
otros, donde la suerte da igual chance a todos.
Los lanzas, ratero-s de oficio, que operan en las
"micros" o en los grupos de curiosos, también tienen
experiencia y destreza para sacar imperceptiblemen-
te el dinero a sus víctimas. Al igual que el jugador
diestro y experimentado, necesitan de un incauto pa-
ra desarrollar sus habilidades. Aquéllos están pena-
dos pcr la ley; estos otros, que practican su destreza
en el juego, despojan al incauto y la ley no los san-
ciona.
Hay un sinnúmero de personas que legalmente
viven a costa de los incautos. Con este criterio ha-
bría que distinguir a los tahures legales e ilegales.
Los primeros podrían h acer imprimir sus tarjetas co-
lo.cando su nombre, a manera de título o cargo ofi-
cial, "Croupier" legal o "Tahur legalmente autori-
zado" .
Basta hojear los Boletines de la Cámara de Di-
putados para encontrar alusiones a los garitos que
han funcionado en Santiago con la aurorización
o complacencia de las autoridades.
El 13 de marzo de 1935, interrumpiendo el dis-
curso que leía en la sesión de la Cámara de Diputados
el Ministro del Interior, el parlamentario don Juan

169

Cinco 12
Antonio Ríos le preguntó si se van a instalar nuevos
garitos ...
Dos días más tarde, interviniendo los mismos
personajes, en la misma Cámara, vuelve don Juan
Antonio Ríos a insistir sobre la existencia de garitos.
¿Por qué en esa oportunidad ésto no causó sensación
ni se abocaron al hecho los Jueces y Fiscales Mili-
tares? Seis años de desenfoena.do juego ilegal en
el Club Radical. Eso, entonces, a nadie le llamaba
la atención y los J efes de Policía, por "orden supe-
rior", dictadas a espaldas del Presidente González
Videla, no debían ni siquicrn. scerwrse a ese local, so
peligro de "quemarse" y sólo uno que otro órgano de
intioirmación, disimuladamente, se refería a ellos para
callarse en seguida.
Al Club Radical se le llamaba jocosamente "Ra-
dicarta". La revista "Topaze" le dedicaba páginas
enteras y los obligados a proceder de oficio ante esas
• públicas denuncias, nunca se dieron cuenta de lo que
allí ocurría. Nadie se escandalizó.
Entonces, el juego, que sirvió para campañas
electorales y sin el cual no habrían ocupado sus asien-
tos algunos parlamentarios, era un medio de llegar,
democráticamente, al parlamento. Se necesitaba di-
nero para comprar "carneraje". Esta doble ilegalidad
e inmoralidad: cometer un delito -el juego- para
comprar conciencia ciudadana -otro delito- no era,
entonces, inmoral. Era un recurso . La organización
de los juegos de azar sin autorización legal, simple-
mente era un medio que facilitaba el fin.
Sólo en 19~9 causó tanta alarma pública un he--
cho por todos conocido en 1957.
"En este mundo traidor,
nada. es verdad, n1 mentira;
todo se ve del color
del cristal con que se mira",
Así dijo el poeta . . .
170
En 1925, obtenidos los despachos de Oficial, con-
forme a los deseos de la Superioridad, mi Curso se
esmeró "en hacer cumplir fielmente las leyes en vi-
g-encia"; pero nos encontramos con esa sorpresa que
espe1·a a los graduados de todas las actividades: "En
la práctica la cosa es diferente; en la teoría todo, se
ve muy bien y bastante sencillo; en el trabajo diario
impera el buen criterio". Los viejos Oficiales nos
hablaron y transmitieron sus experiencias que resul-
taron, a veces, bastante dolorosas.
Los diversos partidos políticos mantienen, en las
distintas comunas de las grandes ciudades, a lo largo
del país, locales que, a cargo de concesionarios, sir-
ven para la atención de los adeptos. Se les da el nom-
bre de "Club Social ... " agregándosele el del partido
a que pertenecen y el de un prócer de éste.
Siempre nos h acemos la misma pregunta: ¿De::
dónde obtienen fondos esos partidos políticos para
mantener abiertos estos locales nol,he a noche? De lo
que se reúne por cuotas de los correligionarios no
puede ser, porque las cotizaciones son muy bajas y el
50 o 60 '/" de los sccios no las cancela, razón que obllga
a sus H. Directores, a condonar periódicamente las
deudas. Son los concesionarios, entonces, los que
deben afrontar la situación y para ello, obligadamen-
te, deben infringir las ley,es al amparo de esas famo-
sas personalidades jurídica.s, tramitadas y obtenidas
pcr políticos gestores, y lo convierten en negocio
abierto al público, cuando les conviene o lo trans-
forman en recinto privado con las mismas pr,errogc •
tivas del domicilio particular, si así lo necesitan. No
pueden intervenir, entonces, los agentes de la autori-
r..iad sin la correspondiente orden judidal, que no •~x-
tienden los jueces sin que se acrediten fundadas P"C-
sunciones de que se está cometiendo el delito, lo que

171
€S imposible hacer cuando éste se cubre con el man lo
de la personalidad jurídica.
¿En qué club político no se juega y se expende
ilegalmente licor a personas que no son socios o a
menores que van entrando en la edad electoral y se
les admite para catequizarlos?
¡Ay, del que se atreva a tomar alguna medid1!
Ya llegará el parlamentario X a reclamar de que se
está persiguiendo al partido o a sus correligionarios
y, entonces, los Oficiales qu.e intervinieron pasarán a
ser unos "descriteriados" que molestan a quienes ..!S-
tán apoyando directa o indirectamente al gobierno.
Esta es la razón principal de por qué la policía uni
formada evita intervenir y se limita a poner 10a
hechos en conocimiento de Investigaciones, que, en
su misión de pesquisar, posee órdenes de allanamien-
to y aprovecha algunas destinadas a investigar otros
delitos para operar contra el juego ilegal.
Sin embargo, en más de una ocasión, obtenida
la orden judicial, se practica la diligencia y resul ra
infructuosa: en vez de sorprender juego ilegal, la p')-
licía encuentra grupos de individuos que practican
ajedrez o damas y a veces hasta el inocente juego
colegial de "los puntitos". Interrogados los jugado-
res de ajedrez, ni siquiera conocen el nombre de a~
piezas. ¿Cómo supieron que se iba a allanar el local?
Misterio que nunca se esclarece; pero que sirve para
que el policía sea objeto de burlas y de enérgicas
protestas del parlamentario por lo que se califica de
atropello.
Instruidos los sumarios administrativos para es-
tablecer la verdad de 10 denunciado en el Parlamento,
se llega a la triste conclusión de que no siendo posi-
ble terminar con los regentes de garitos hay que tras-
ladar al "descriteriado" Oficial que persigue a los co--

172
rreligionarios del Partido "Racional" o "Primaveral"
que están apoyando al régimen imperante.
Tiene "su razón" los políticos que protegen estos
negocios . Ya he dicho que 10s partidos no tienen
fuentes de ingreso que les permitan mantener estos
locales que constituyen secretarías permanentemen-
• te abiertas, y son los regentes de esas sedes quienes
d eben responder a las exigencias económicas. Por
esta causa es frecuente que día a día se dicten de-
cretos supremos que conceden nuevas personalidades
jurídicas.
Así van apareciendo "c,entros sociales" como los
"Hijos de Cantalarrana", Asociaciones de Ayudantes
de Secretarios de Labores Culinarias o Sedes Políticas
del Partido "Comenunca" o "Comelotodo". Basta
leer los avisos de la prensa para darse cuenta del ne-
gocio. Se venden y se compran patentes de Clubes
Sociales como si fueran muebles usados.
Y sigamos de preguntas. ¿Por qué la misma pren-
sa que se siente escandalizada y hace publicaciones
con titulares sensacionalistas que condenan el juego,
aparece silenciada al día siguiente? ¿Por qué, siendo
el juego un vicio tan dañino, no se le sanciona con
más rigor en el Código Penal? No son pocas las refor-
mas que ha tenido este cuerpo de leyes y, sin embar-
gc, los poderes públicos no han adoptado iniciativa
alguna para modificar esta materia contemplada en
un Código promulgado en 1874. ¿Será porque lleva
apenas noventa años de existencia jurídica?
¿Por qué en el pasado austero período no se ins-
talaron en la Comuna de San Miguel sucursales o
agencias de los hipódromos donde puedan jugarse
cartillas legalmente? Se contesta muy ceremoniosa-
mente que es para evitar el daño a las clase más nece-
sitadas. Aflora, entonces, la pregunta ¿y por qué no

173
se tiene la misma sensibilidad para el resto de los
barrios obreros?
¿De dónde logran recursos algunos candidatos
casi menesterosos que aparecen por decenas en pe-
ríodos preelectorales? ¿No sabe Ud que un solo lien-
zo de aquéllos que atraviesan las calzadas vale más
de$ 50. 000? ¿Cuánto cuesta el arriendo de un teatro
para las concentraciones, los espacios radiales, los
avisos de prensa, los afiches, los velantes, etc.?
¿Cuánto cuesta mantener a esos innumerables adlá-
teres del candidato qUe padecen de sed insaciable y
apetito crónico? ¿De dónde sale todo ese dineral?
Después del triunfo hay que recuperar los gastos
y servir a los queridos amigos y correligionarios. El
período es corto y pronto volveremos a las mismas.
Los torpes Oficiales de Carabineros no saben ni quie-
ren entender que la política necesita de un "amplio
criterio policial". Es más inteligente el que más to-
lera; pero cuando al Oficial le aplican, también por
política, el rigor de la ley, entonces los mismos que se
beneficiaron con la tclerancia son los primeros en
gritar, escandalizados, pidiendo las más duras penas
para aquél de quien se sirvieron .
En treinta y cinco años de vida policial siempre
escuché lo mismo; conocí iguales víctimas; casi al fi-
nal de mi carrera, siendo Coronel, pagué mi "falta de
criterio" y más tarde, ya en retiro, hube de servir de
carne a los cuervos pelíticos que para d "sprest.igiar
a un pasado régimen me acusaron calumniosamente
de haber tolerado el juego ilegal.
Un juez me llamó a su despacho, cuando era yo
Prefecto Jefe de Santiago, y me pidió la cooperación
reservada, directa y personal para allanar un garito
que funcionaba en calle San Antonio 55, que, según
informaciones, participaba de sus utilidades a un
Partido politico para utilizarlas en las elecciones
próximas.
174
La diligencia judicial encomendada dio resulta-
do positivo, comprobándose la existencia del delito.
Una buena operación policial y un gran beneficio
para mí, pues hacía mucho tiempo que era el núme-
ro uno para el ascenso a General . A los pocos días
de haber dispuesto el allanamiento, me encontré
ascendido a General, porque, con gran sorpresa, se
produjo la vacante al llamarse a retiro-al General Sr.
Raúl Cerda Vargas, Jefe muy distinguido, que ha-
bría sido un gran Director General de Carabineros.
Años más tarde supe que se discutió mucho mi
ascenso, pues iba a ser •eliminado del servicio porque,
molestos por ese allanamiento algunos astros de l.a
política, me habían acusado, señalándome al Gobier-
no como un elemento adverso al continuismo del ré-
gimen. Me salvó una feliz circunstancia. Un político
de mayor experiencia, afirmó que tal medida iba a
tomar revuelo e insinuó mi ascenso para alejarme
con gloria y majestad del cargo que me daba autori-
dad sobre Santiago . En 1as nueva:; actividades de Je-
fe de Zona mi labor seria ?neramente inspectiva.
En relación con este tan zarandeado juego ilegal viene a
mi recuerdo una es~ena ocurrida hace muchos años:
Personajes: Un Presidente y un Honorable Diputado.
Presidente.-¿Por qué se ha perdido tanto tiempo, Fulano,
) ya no viene a verme? ¿Se h a olvidado de su viejo amigo?
¿Cómo está la Fulanita? ¿Qué es de los niños? Siempre los re-
cuerdo. . . ¡Tan diablos que son!. . . ¡Se parecen mucho a su pa-
pá ! Ud. sabe, pues, Fulano, para qué lo llamo. ¡Esta oposición
no me deja gobernar! ¡Se niegan darme las Facultades Extra,.
ordinarias, que me son tan indispensables para mantener el ré-
gimen democrático ... ! ¡ Supongo, de antemano, mi gran amigo.
que cuento con su voto en la Cámara ... ! Es el que preciso para
lograr las Facultades.
(Desde que me inicié, como Oficial, o[ decir que la democra-
cia. "esta sana demo~racia", se mantiene a costa de Facultades

175
Extraordinarias, en que los representantes del pueblo entregan
sus facultades a un hombre que ostenta el Poder Ejecutivo).
Fulano.-Pero Ud. sabe, Excelencia, que mi partido está en
la oposición . . . Si doy mi voto favorable, me expulsan ...
Presldente.-Mire, Fulano, tengo que salir luego. Entre gi-
tanos no nos veamoo la suerte ... ¿Cuánto hiwe !alta?
Fulano.--,No me ofenda, Excelencia. Bien sabe que he sido
siempre su mejor y más leal amigo. Comprenda. ahora. m1 si-
tuación . . .
Presldente.-Déjate de... leseras, Fulano. Mira que estoy
muy apura.do . . . Hay algunos pesitos '.P'Or ahi... Yo arreglo
después lo del partido ...
Fulano.-¡ Si no fuera porque lo quiero tanto, Excelencia, y
porque tengo a la Fulana enferma ... !
Presidente.-Entonces, seguro, cuento con tu voto esta ia.rde.
Fulano.--Seguro, Excelencia.
Presidente.-(Qirigiéndooe a. su Secretario) Comuniqueme
con Gllberto.

- ¿Gilberto? Mira, h ombre, para allá va Fulano ... Entréga-
le treinta ...
Unas repetidas palmada,,; en el hombro, un apretón de ms.-
nos y "Hasta Juego, FulAno". Bien sabia el Presidente que no
tenía ni por qué dar las gracias. Los negocios son 10,1; negocios.
Con treinta, indudablemente, con treinta mil vitamínicos pe-
sos de aquellos lejanos tiempos, se salvaron las Facultades Ex-
traordinarias.
Don Gilberto era muy hombre; sabia guardar silencio, Y,
con lo hombronazo que era, sirvió con sus cuadrillas de matones.
en lo.s comicios electorales. No necesitaba dinero; al contrario, lo
'.IJ't"Oporcionaba.
¡ Gran hombre, Gilbe.rto ! No se le acercaba ningún policia
porque iba perdido; no se entendía con "pa.cos" ... En estos bu-
llados procesos por juego ilegal, en que se cacareó la austeridad
con efecto retroactivo y el escándalo duró casi dos afios, no !ue
molestado por la llamada prens.a seria ni la ama.r!lla; los pas-
quine,¡ radiales tampoco lo mencionaron para nada; los tribun~
r.ales lo ignoraron; la.s autoridades... ¡como siempre!

176
TERCER PROCESO
JUEGO ILEGAL EN SANTIAGO

Se sostuvo que era imposible que yo ignorara


que en la calle República se estaba practicando juego
ilegal, lo que no era misterio para nadie. El General
Director de Carabineros no podía dejar de saber lo
que, entonces, todo el mundo sabía.
Dentro de todo ese mundo que conocía la ilega-
lidad que se estaba cometiendo, ¿no había jueces ni
fü:cales militares que por expreso mandato de la ley
procesal penal y Código c1e Justicia Militar, podían y
debían haber actuado y puesto término al hecho
punible. pre-cesando, en ese entonces, a los responsa-
bles? ¿En esta capital de la República de Chile, no
existían otras autoridades obligadas, por ley, a de-
nunciar? ¿No existía, en ese entonces, la misma pren-
sa que, en el nuevo régimen de gobierno, se escanda-
lizó y me calumnió señalándome como uno de los
responsables? ¡_Por qué mis detractores no se prcscn-
tarrn entonces, R cualquier tribunal y denunciaron
el delito que se estaba cometiendo?
Sólo al General Director de Carabineros había
que acusar, vejar y someter al escarnio público. Acu-
sar a otros no tendría importancia. Mayor escándalo
se produce presentando como delincuente a un hom-
bre que ha sido señalado como correcto en toda su
vida pública y privada. Y •~so es lo que se deseaba:

177
escándalo y desprestigio. Ninguno de los que sirvie-
ron al Presidente Ibáñez debía quedar limpio; había
que enlcdar a su gobierno y a él mismo.
El Fiscal Leyton Caravagno había expresado en
círculos privados, con anterioridad a mi detención,
que en el proceso por juego ilegal en la Avenida Re-
pública no aparecía antecedente alguno que diera
lugar siquiera para hacerme una citación. "No tenía
por dónde pescarme", según su propia expresión.
"Casi todas las semanas me llaman de La Mone-
da por teléfono y alguien que no se identifica, me
pregunta insistentemente por qué no hago detener a
Ardiles", confidenció el Fiscal a un viejo Coronel de
Ejército, sin saber que me unía a éste un parentesco
espiritual.
Apremiado o no, aprovechó, pues, el "Proceso dei
Confidencial", en que me incomunicó, para interro-
garme sobre el garito, que en 1957 funcionara, casi
seis meses, a pc,cos pasos de 1a casa de un Senador, sin
que se pronunciara jamás antes palabra alguna s·::>bn~
el particular. En el Parlamento, como en la pr-ensa,
reinó absoluto silencio. El escándalo ardió un año
después, a fines de 1958, dentro de la campaña eLec-
toral presidencial que, como siempre, sería a base de
despr,estigio del régimen existente.
Al principio, no debe haber tenido mucho que
preguntarme el Fiscal, cuando empezó diciéndome:
"Ahora trataremos del juego ilegal en Santiago. ¿Qué
puede decirme del garito de la Avenida República?"
No pude menos que sonreírme. Comprendí exac-
tamente que lo absurdo de mi incomunicación por el
contrato de un confidencial, tenía su premeditado ob-
jetivo: humillarme y desmoralizarme, prepararme pa-
ra el interrogatorio, "ablandarme", como dicen en
Investigaciones.

178
Hubo momentos en que no se distinguía cuál
era el Fiscal ni quién era el Secretario. fü,J.sta un Jo-
venzuelo que, al dictado, llevaba a la Underwood mis
declaraciones; de cuando en cuando arrugaba el ceño
y me clavaba los ojos con impertinente insistencia, al
parecer, impulsado por algún oculto interés de parti-
cipar en el interrogatorio. Vestía exageradamente a
la moda, llevando pantalones estrechos y vestón tan
ajustado, y cortito que parecía haberse vestido, equi-
vocadamente, con la ropa de su hermano menor. Tan
"mono" se veía que no le cuadraba esa acentuada se-
riedad con que pretendía auscultar mi pensamiento.
Hube de recordar al Fiscal que cuando funcionó
el garito yo no tenía mando sobre los CarabinPros de
Santiago, porque, estando la provincia bajo el régimen
de Zona de Emergencia, esa fuerza policial, con i:;u
Prefecto Jefe a la cabeza, pasó, por imperio, de la ley,
a d_epender del Comandante de la Segunda División
del Ejército, quien a la vez era Jefe de la Zona de
Emergencia de la Provincia de Santiago.
Creí necesario explicar que el Jefe máximo de
Carabineros no tiene función ejecutiva. El General
Director no es un Comandante en Jefe, y su misión,
como Director General, es dirigir generalidades. Los
Prefectos y Comisarios son los ejecutivos, los que ha-
cen policía propiamente tal, práctica y reglamenta-
riamente. Pretender responsabilizar al Director Ge-
neral de Carabineros por hechos ocurridos en una re-
partición o unidad del país, equivale a culpar a! Di-
rector General de Ferrocarriles por un choque de trP-
nes que tenga su origen en la mala partida dispuesta
por un jefe de estación.
Aún más, es necesario saber algo que el grueso
público ignora. Nuestras leyes no conceden a los Je-
fes de Carabineros más atribuciones policiales que las.

179
que dan al simple carabinero que hace servicio en la
calle. Ni ·s iquiera tienen facultad para citar a su oifi-
cina. El respeto a la posición del Jefe radica, más
que nada, en su grado jerárquico -"jerarquía en ra-
zón del grado que éste tiene respecto de otros de la
misma institución"- o de la jerarquía social que lo-
gra mediante su solvencia. moral y capacidad profe-
sional. La ley, repito, no le da importancia a los gra-
dos y cuando impone velar por el cumplimiento de ella,
se refiere a la policía en general y no al General de la
Policía. Si un Cabo, Jefe de Retén, no puede dejar
en libertad a un detenido, tampoco lo puede disponer
el General Director, porque las atribuciones leg~les
de ambos son exactamente iguales, en materia d ~ pro-
cedimiento policial.

Es preciso. esclarecer algo más. Los Carabineros.


como tales, no constituyen autoridad. Son sencilla-
mente agentes de la autoridad. Son fuerza pública
puesta al servicio de las autoridades administrativas.
judiciales, edilicias, etc., para que éstas hagan cum-
plir las leyes . Es la fuerza al servicio del derecho .
Las autoridades representan el derecho y poseen este
brazo ejecutor, Carabineros e Investigaciones -la
policía-, para hacer cumplir la ley. Si las fuerzas
policiales no actúan, por negligencia, concomitancia
o incapacidad, las autoridades tienen la obligación
legal de remediar inmediatamente el mal, haciend:>
la denuncia a quien corresponda. Por algo, y para
algo, la ley coloca a la fuerza pública bajo la subor-
dinación de los representantes del Ejecutivo. So,n los
Intendentes y Gobernadores quienes disponen de la
policía. Procesar a los J efes de Policía por incumpli-
miento de sus obligaciones, sin responsabilizar con-
juntamente a las autoridades encargadas de "v,zlar

180
por el cumplimiento de las leyes", equivale a proce-
sar a un arma y desentenderse del que la usó .
Si los Carabineros de Santiago, en ese entonces,
hubiesen estado bajo mis órdenes, junto a mí. debió
haberse responsabilizado también a los funcionanos
que, constituidos en autoridad, estaban encargados
de "velar por el cumplimiento de las leyes" y dispo-
nían de la fuerza pública que la ley para ello les en-
trega.
En ese período en que se practicó el juego ilrgal.
había un Ministro del Interior que era General de
Ejército, en servicio activo; el Intendente de Safüia-
go era un General de Ejército, en retiro, y Jefe de la
Zona de Emergencia y a la vez Juez Militar, era otro
General de Ejército, en servicio activo. El primero te-
nía bajo sus órdenes a Carabineros de Chile y era mi
superior directo; el segundo, como representante Cel
Ejecutivo, era el encargado de velar por el cumpli-
miento de la ley, y el tercero tenía, bajo sus órdenes
inmediatas y directas, a todas las fuerzas policiales
de la provincia de Santiago.
El Director General de Carabineros, por haber
entregado sus fuerzas al Jefe de la Zona de Emergen-
cia, quedaba, de hecho y de derecho, sin manr 1o n.1-
guno sobre los Carabineros de Santiago. Su Jefatura
tenía vigor sólo para el resto del país.
Sin embargo, la justicia militar fue desigual. A
los militares, a los Generales de Ejército, los ign ,::ó
en el proceso y en las noticias que se proporcicnaron
a la prensa. Al General de Carabineros, que no era
militar, se le sometió al trato vulgar del delincuente
y "como no había por dónde pescarle", se saco r,ro-
vecho de otro absurdo proceso para mantenerlo m-
comunicado y entregarlo al escándalo.
Sometido a interrogatorios y ca.reos, casi o::h o

181
horas dia1ias, se llegó a la exacta conclusión qu~
esperaba desde un principie: cero. Los organizadores
del juego ilegal en Santiago ni siquiera me conocían
personalmente sino por fotografías de prensa. J.'10
podían inventarme cargos, porque habrían tenido
que comprobarlos. Es imposible establecer fehacie1.-
temente la existencia de un hecho inexistente.
A Miguel Zerené Zerené, capitalista del juego ile-
gal, lo había visto sólo una vez en que lo traté bas-
tante mal. En el careo traté de irritarlo; pero, como
tenía bastante experiencia en esto, ni se inmutó. Si
hubiera tenido algún motivo para enredarme en el
proceso, no cabe la menor duda que, aconsejado co •
mo actuaba, lo habría hecho con la misma firme reso-
lución con que se encaró al J,efe de la Policía Civil.
Bien se sabe como temen a Investigaciones estos ele-
mentos; no así a Carabineros.
No olvidaré ciertas deferencias del Fiscal Leyton
Caravagno. Me incomunicó, sin necesidad alguna,
por otro supuesto delito para apremiarme en esto del
juego ilegal. Después de ocho horas de interrogato-
rios y careos, cuatro en la mañana y cuatro en la
tarde -quizás ajustándose al Código <;iiel Trabajo--
como a las 9 de la noche sonriente, me preguntaba:
"¿No está agotado? ... Porque si está cansado pode-
mos continuar mañana .. . ". Pero quien parecía exte-
nuado •era él, y suspendía su actividad.
Al día siguiente, sin darme la cara, su saludo
matinal era de lo más "afectuoso". ¿Cómo se siente?
¿Cómo ha amanecido?
La segunda oportunidad en que se interesó por
mi salud -bastante interesado estaba en ... "pescar-
me"- no pude menos que responderle: -Muy bien.
señor, gracias y Ud. cómo ha dormido?- No aludía,
como debe haber creído, al sueño reparador que ne-

182
cesitaba para reponerse de tan ardua labor sino a su
conciencia, porque él bien sabía que estaba cumplien-
do ooin una misión, más que ingrata, injusta.
A la tercera etapa de los interrogatorios, ante el
peso de la evidencia de mi ninguna participación, por
un lado, y el de1 e~a asquerosa presión de la campaña
alessandrista anti-ibañista que se había desatado por
otro, pareció hablarme con sinceridad:
"Si no se siente bien, puede decírmelo. Com-
prendo que no puede estar bien en el lugar donde
permanece".
-"Le agradezco su atención, señor, repliqué. Si
insinúa que pida se me mande a algún pensionado,
le agradezco de antemano su deferencia. A mí no de-
be enviarme al lugar dende tiene o tuvo detenido al
capitalista del juego ilegal, Miguel Zerené. Bien sa-
be Ud. que yo no he delinquido.
No podía yo aceptar que se me detuviera en un
recinto que no fuera la cárcel. Mi orgullo de hombre
honrado no permitía que se me tuviera en una clíni-
ca elegante como aquélla en que se mantenía inco-
municado al "Turco de la Baraja", quien, atendido
por rubias enfermeras, fumaba sus gruesos puros
"Corona y Corona" .
Eran tardías las deferencias del señor Fiscal. So-
bradámente sabía, cuando me destinó a una celda de
delincuentes comunes, que tiempo atrás estuve afec-
tado por un infarto del que me recuperé gracia a la
gentil, oportuna y abnegada intervención del Profe-
sor Francisco Rojas Villegas y del Dr. Jaime Saave-
dra. Pensé que, de -.c.brevenirme otro acceso, podía
ser fatal; pero me aleg1·aba pensar que al Gobierno,
al Fiscal y a sus co 1flb')¿'adores iba a dejarles p:.ra
toda la vida un borrón difícil de sacar.
Don Miguel Zerené Zerené, (a) "El Turco de la

183
Baraja", fue organizador profesional de juegos ilega-
les, croupier de oficio, con más de treinta años de vi-
da activa al margen de la ley. Tan pronto declaró en
el bullado proceso del juego ilegal, después de una
breve incomunicación en una elegante clínica parti-
cular, fue declarado reo y puesoo de in.medíato en li-
bertad bajo fianza.
La llamada Ley Valdovinos prohibe que se con-
ceda esta clase de libertad a los reincidentes en deli-
to. Nadie ignora, en los estrados judiciales ni el mun-
do de la medianoche, que Zerené ha sido condenado
e indultado en varias oportunidades . Sin embargo,
en el proceso militar fue excarcelado por el Fiscal.
En libertad provisional, el más connotado actor
en el juego ilegal concurría en su elegante automóvil
a las citaciones que le hacía el Tribunal.
Al Director de Carabineros (R), con 35 años de
servicios en la Institución, que fuera seis años Pre-
fecto Jefe de Santiago, que durante quince añ°'5 de
permanencia en la Escuela de Carabineros forjara
generaciones de Oficiales; que tuviera 6 años al man-
do de una Institución de 18. 000 hombres y que en
varias oportunidades formara parte de comitivas ofi-
ciales con rango de Embajador Extraordinario, se le
mantenía preso en una celda común de la cárcel pú-
blica y, desde allí, era conducido por la vía pública
al Tribunal, incomunicado y custodiado con gendar-
mes, de uniforme y armados . Después de careársele
con delincuentes que no le conocían ni de vista, se le
hacía regresar a la prisión en la misma condición ve-
jatoria en que se le había llevado.
Un trato para el "Sr. Zerené y otro para "Ar-
diles".
Cerrado el sumario y dictada sentencia aJ. tér-
mino solicité se certificara:

184
"a> Como es efectivo que en el proceso por juego ilegal, pro-
ceso NI> 30,59, caratulados "Contra Osear Gálvez y otros", don
Jorg~ Ardíles Galdames fue cita.do por el Tribunal de V. S.;
b > Como es efectivo que no se inició sumario en contra del
señor Ardlles en estos autos, por no exlstlr mérito alguno en i;u
contra."

Al efecto se dictó lo siguiente:


"En cumplimiento al decreto que precede certifico que e-5
efectivo lo que se afirma en el escrito de la vuelta, dejando cons-
tan ~!a que el General (R) JORGE ARDILES GALDAMES, pres-
té declaración en el proceso 30-59 en calidad de inculpado sin
que en definitiva. se dlct~e auto de reo en su contra..-(Fdo.)
Secretarlo."

PARALELO

El General Humberto Arriagada Valdivieso (Q. E.


P. D.) acompañó como General Director de Carabi-
neros al Presidente don Arturo Alessandri Palma
durante el período 1932-1938. Se imputó al General
la orden de haber ordenado la masacre del Seguro
Obrero y se le trató como a un rtelincuente vulgar.
Recluido en la Penitenciaría le presentaron una de-
claración ya escrita que debía firmar, culpando de
la matanza al Presidente Alessandri Palma. Si fir-
maba ésta sería absuelto; en caso contrario se le con-
denaría. No firmó y fue condenado. Murió más
tarde víctima de la persecución .
Me correspondió ser el General Director los seis
años del Prestdente Ibáñez. En el período 1952-58,
creo que fui el único funcionario público que per-

185
rnaneció el período completo como Jefe de Servicio.
Nunca el General Ibáñez me impartió, o insinuó si-
quiera, el cumplimiento de alguna orden ilegal. Era
el más respetuoso cumplidor de la ley y de sus cola-
boradcres . Terminando su mandato presidencial fui
perseguido y acusado torpemente ante los tribunales
militares por delitos imaginarios o que nunca co-
metí. Antes de mis detenciones, recibí una lluvia de
anónimos, algunos en papel con membrete del Mi-
nisterio del Interior, en que me indicaban el "cami-
no de la salvación". Debería culpar al Presidente
Ibáñez de haber autorizado el juego ilegal para que,
fuera absuelto, pues "bastaría declarar que había
cumplido esa orden superior" para quedar exento de
responsabilidad. El proceso iba contra el ex Manda-
tario y yo sería sólo un trampolín sobre quien no
harían recaer responsabilidad alguna.
Repito, jamás recibí orden ilegal alguna de par-
te del Presidente Ibáñez. Así lo afirmé en el tribunal
militar cuando se me interrogó . Los cobardes que se
escondieron tras el anónimo no sabían con quien se
encontraban. No pudieron enlodar el prestigio de1
General Ibáñez, ni a costa de tan inmundos proce-
deres.

186
CUARTO PROCESO
"JUEGO ILEGAL EN PUERTO VARAS"

El ex Mayor de Carabineros, después Diputado,


Daniel Zacarías Pantoja Quiroga, al atacarme en la
Cámara puso énfasis al referirse al juego ilegal en
Puerto Varas para producir, bajo la impunidad del
fuero parlamentario, mayor sensacionalismo en su
acusación. Nunca aceptó repetir esos mismos cargos
fuera del parlamento y afrontar, sin la protección del
fuero, la contienda judicial a que s,ería expuesto. Eso
no es valentía en ninguna parte. El que es temerario
en algún punto debe serlo en cualquier otro.
Su falsa imputación me dio oportunidad para
descubrir que los oficios pertinentes, y que ahora co-
nocerá el lector, habían sido sustraídos. Hube de en-
viar al General Humberto Reyes para que reconsti-
tuyera el archivo de la Unidad a base de las copias
y constancias que no pudieron h acer desaJ?arecer los
inteligentes calumniadores. La acusación me hizo
comprender que había una conspiración en marcha.
De no haber hablado él, en la Cámara, yo no habría
tenido la precaución de documentarme y tal vez mi
defensa no habría sido tan contundente como para
que el Fiscal me dajara de inmediato en libertad in-
condicional.
Una vez reunidos todois los elementos de juicio,
envié a Valdivia al abogado Sr. Tomás Slaughter

187
para que entregara al Juzgado Militar de ésa, el par-
te denuncia en que, bajo firma y, por consiguiente,
bajo mi exclusiva responsabilidad, daba cuenta del
hecho punible cometido en Puerto Varas.
El trámite que dispuse fue enteramente legal.
Era lo que correspondía hacer; pero el Ministerio del
Interior, no bien hube abandonado Carabineros, or-
denó retirar ese parte del Juzgado y lo reemplazó por
otro. Este fue un acto arbitrario cometido por el Go-
bierno. No tiene atribución legal alguna el Ministe-
rio, el Ministro ni el Presidente de la República para
retirar del tribunal una denuncia entregada bajo
firma responsable. También fue ilegal el acto come-
tido por el Juzgado Militar de Valdivia al hacer entre-
ga de ese parte que constituía automáticamente la
pieza cabeza del sumario, que en virtud de la ley es
secreto. ¿Cómo pudo el Juzgado de Valdivia entre-
gar ese documento a terceros? ¿En qué quedó la in-
dependencia de los poderes públicos que me mandó
recordar el Presidente Alessandri cuando me tuvieron
preso por un delito imposible de ser cometido, Por no
ser contrario a las leyes ni a los reglamentos?
Otro acusador fue el Comandante (R) Samuel
Urzúa Urzúa, elemento calificado como vicioso y que
se me ofreció como Ayudante apenas asumí el cargo
de General Director. Naturalmente que, conocién-
dolo de antemano, lejos de dejarlo a mi lado, lo des-
tiné a la Prefectura de Puerto Montt, guarnición
lejana de la capital, vida difícil y sin esa gratificación
de guarnición que se asigna a las de más al sur del
país, constituy,endo, a juicio de muchos, una de las
peores designaciones que puede recibir un Coman-
dante .
Destiné allí, también al Mayor Pedro Véliz Ur-
bina, porque a raíz de habérsele ordenado instruil

188
un sumario a empleados de la Cooperativa de Cara-
bineros, quedó establecida su parcialidad a favor de
éstos, comprobándose, además, que, a pesar de su ca-
lidad de Consejero de la expresada Cooperativa, fue
desleal con sus compañeros de Directorio al dar a
conocer el Dictamen a los empleados, antes que ai
H. Consejo, en una comida organizada por aquéllos
en el Club de Viajantes. Revisada la pieza sumarial
por el abogado de la Sociedad y por la Superinten-
dencia de Cooperativas, se estableció, con ella mis-
ma, esa marcada parcialidad de Véliz .
Más tarde hube de destinar a Puerto Varas al
Capitán Leandro Sepúlveda Vergara, porque uno de
sus familiares era dueño en Santiago de un depósito
de licores que, estando facultado por la ley para ven-
der hacia el exterior, lo hacía en una pieza interior,
r.omo cantina clandestina y el Capitán Sepúlveda,
en sus horas libres, ayudaba a sus familiares en la
atención de los parroquianos.
El lector se preguntará cómo es que elementos
de esta clase no habian sido eliminados dz C::iraiJi-
neros. Le responderé que es muy difícil ser justo en
las reparticiones fiscales porque unas veces a los
funcionarios se les hace víctimas de calumnias y en
otras no aparece una prueba fehaciente. Ya sabe-
mos lo que es· la prueba de testigos. Para eliminar
a un funcionaría de la Administración Pública se
requiere, conforme al Estatuto Administrativo, com-
probar la mala conducta funcionaria con un sumario
que, generalmente, por debilidad del fiscal o por fal-
so compañerismo, no establece la verdad. Al Jefe de
Carabineros no le queda, entonces, otra herramienta
que el traslado del mal elemento a una guarnición
poco agradable.
Así resultan como puntos de relegación admi-

189
nistrativa algunas guarniciones como la que ya he
indicado, pues, por lógica, las guarniciones más im-
portantes, son ocupadas por funcionarios de mejor
conducta y capacidad.
Las destinaciones del Comandante Urzúa, Mayor
Véliz y Capitán Sepúlveda no fueron, pues, de las
mejores y por ello acentuaron su aversión a mi per-
sona. No ignoraba su permanente murmuración
hacia mí y por eso mismo tampoco me acordaba de
sacarlos de allí. Ellos tenían "su" razón para ser
mis enemigos y yo tenía la "mía" para considerarlos
francamente malos.
En esa situación ¿podía, ordenar a alguno de
ellos que amparara el juego ilegal? No necesitaba
tener mucho talento para comprender que dar una
orden así a mis enemigos era entregarles un arma
para que me agredieran por la espalda. Habría sido
suicida darles el más mínimo motivo para una acusa-
ción. Si hubiese deseado amparar alguna ilegalidad,
conociendo a éstos de antemano, sencillamente los
habría sacado de allí y destinado en su reemplazo,
a serviles que hubiesen colaboradc en la acción ilegal.
Se hablaba de las cuantiosas sumas que yo ha-
bría recibido en compensación por mi amparo al
juego ilegal en Puerto Varas. Para dar o no crédito
a ello, basta con saber que esa comuna, lugar turísti-
co, no alcanza a los veinte mil habitantes, dato es-
tadístico que disminuye en invierno, porque muchos
de sus vecinos emigran al norte en busca de mejor
clima. Se comprobó que el juego se practicó en in-
vierno.
La mayoría de la población de esa región sureña
es de origen alemán. Ello hace comprender que no
es un lugar muy apropiado para casa de juego por-
que los alemañes son hombres de trabajo y como ta-

190
les, no son aficionados al azar. Sólo hay allí dueños
de fundos o industriales con mucho dinero; casi en
su totalidad, la restante es gente muy pobre; que-
dando una reducidísima parte de la población, que
podríamos llamar clase media económica, a la que
se limitaría el campo propicio para la actividad
ilícita.
La <;onclusión lógica es, entonces, que Puerto
Varas no es una "buena plaza" para los gariteros.
Planteada la ilegalidad, con moral de traficantes,
cabe preguntarse: ¿existía la necesidad de "comprar-
se" al General Dir,ector de Carabineros? Si esa ne-
cesidad hubiese existido, y existido también un Ge-
neral Director venal, su precio habría sido muy ele-
vado porque debía estar en relación con el alto cargo
que acupaba. ¿Para qué? ¿"Comprarse" un General
Director que necesariamente tenía que dar la orden
ilegal al General Jefe de Zona en Valdivia, éste al
Prefecto de Llanquihue -Puerto Montt-, para que
a su vez la diera, y entrara en concomitancia con ei
segundo Jefe y éste la impartiera al Capitán de
Puerto Varas? El inmoral "negocio", para cualquier
hombre de mediano talento era caro, engorroso y di..
fícil. ¿No era más fácil y económico entenderse con
los jefes provinciales del Capitán Sepúlveda, o con
éste solamente? ¡_Cuál era la necesidad de contar
con la autorización legal del General Director que
estaba a cientos de kilómetros de distancia?
No voy a entrar en mayores detalles. Me limita-
ré, a dar a conocer los documentos oficiales que, por
sí solos, hablan de la responsabilidad que atañe a
los funcionarios de Carabineros que actuaron en esta.
ocasión.

191
Oficio Nº 2.- Urgente. Confidencial
1Puerto Varas, 3 de Abril de 1957
A LA PREFECTURA DE CARABINEROS LLANQUIHUE N9 :;¡3:
Puerto Montt

En cumplimiento a lo ordenado por esa Jefatura, confirmo


y amplio la cuenta verbal que le diera con esta misma fecha,
respecto al juego clandestino organizado que está por inlciar~e
en esta localidad.
En efecto, en reunión del comité de turismo local a la cua·
asistieron entre otras personas el señor Gobernador del Depar-
tamento don Ewaldo Klein, el señor Alcalde de la Comuna don
Teobaldo Kuschel, el primer regidor de la Ilustre Munlcipallclad
don Hardy Stange y el Capitán y Comisario infrascrito, se con-
versó sobre la posibilidad de que en un hotel de esta ciudad se
estableciera una sala de entretenciones.
El infrascrito se ha ~·eocupado de documentarse detallada-
mente al respecto y ha logrado por informaciones directas, e¡¡ta-
blecer lo siguiente:
1.-Exlste una Sociedad cuya finalidad es explotar el juego
de ruleta y punto y banca; entidad de la cual son principales
capitalistas los señores LUIS BERGERE Y GERMAN FA'JARDO.
2.-0rganizadores de esta sociedad son los abogados de San-
tiago señores JORGE GASMURI y GUILLERMO MILLAS, oro-
1eslonales que actualmente se encuentran en ésta, como as! tam-
bién los socios capitalistas.
3.-Las sesiones de juego han de realizarse en uno de los
salones del Gran Hotel Heim, con cuyo dueño existe, p0r lo me-
noe, un acuerdo de contrato de subarriendo.
4.-Se están practicando ya, los arreglo., del local y procu-
rándose la llwninaclón correspondiente. En dicho salón han ubi-
cado dos mesas de punto y banca. y algunos accesorios comple-
mentarios.
6.-T!ene entendido esta. Comisaria que las sesiones de juego
.ee iniclarfan en la presente semana.

192
6.-Por otra parte, los señores MILLAS, GAS'MURI Y BER-
GERE han manifestado al señor Gobernador, al sefior Alcalde,
al sefior Primer Regidor, al sefior Presidente del C'omité de Tu-
rismo don Alberto Wiheoff y al Capitán informante, que su ges-
tión está categóricamente respaldada por su Excelencia el Pre-
sidente de la R epública, con conocimiento del sefior General
Director de Carabineros, del sefior Director ~neral de Investi-
gaciones y de algunas altas autoridades de Valdivia.
Por considerar esta situación especialmente delicada, el Ca-
pitán y Comisario que suscribe se permite solicitar de esa Jefa-
tura en el carácter de urgente, si lo estimare necesario, las iI16-
tru~ciones convenientes para mejor proceder.-(Fdo.) Leandro
sepú.lveda Vergara, Capitán de Carabineros, Comisario.

COMENTARIO

Empieza el Capitán Sepúlveda diciendo que asis-


tió a una reunión con 1as autoridades y allí se conver-
só sobre la posibilidad de que se estableciera una sala
de entretenciones, lo que, sencillamente, es una casa
de juego. En esta reunión, a juzgar por el propio ofi-
cio, no se pronunció sobre la ilegalidad que se ib'J
a cometer y sólo se dedicó "a documentars(''·' ¿De
qué se documentaba? ¿Acaso el delito en conspir:i-
ción se estampaba en actas? ¿Por qué no representó
alii que el sólo hecho de habérsele citado a una
re•mión de esa naturaleza constit:.Iía una ofensa a
su investidura? De haber procedido ::mi. -como co-
rrespondía-- esa reunión y sus efectos habrían
fracasado de inmediato y su actitud habría sido más
leal con el Gobernador, Alcalde, etc.
Faltó a la ley J' a la moral. Fue un desleal que
participó en la reunión, guardó silencio, que signi-

193

Cinco 13
ficaba asentimiento -quien calla otorga- y des-
pués los denunció confidencialmente.
En el N9 6 del mismo oficio asegura Sepúlveda
que los organizadores del juego ilegal manifestaron
a las autoridades locales y a él, que la gestión estaba
"categóricamente respaldada por S. E. el Presidente
de la República, con conocimiento del señor Director
General de Carabineros, del Director General de In-
vestigaciones y de altas autoridades de Valdivia".
¿Por qué, de todos los nombrados, sólo a mí había
de acusar como responsable? ¿Por qué, tanto el
Comandante Urzúa como el Capitán Sepúlveda, en
ese entonces que el delito no se había materializado,
guardaron silencio ante sus superiores sobre la
reunión efectuada? ¿Era suficiente una aseveración
tan grave, nacida en boca de elementos contrarios
a la ley, para que se les creyera. como si hubiera
sido una información oficial? ¿Es postble que, si
estos oficiales obraban de buena fe, ni siquiera die-
ran cuenta de lo ocurrido al General de Zona, cuya
oficina estaba tan próxima? ¿Por qué, iniciado el
procedimiento escrito con este oficio, no comunica-
ron absolutamente a nadie lo que ocurría?
Finaliza, SepúlV!eda, "solicitando linstrucc·i ones
pertinentes para mejor proceder" . Cargado de años
de servicios ¿no sabía que el juego ilegal es un delito
de acción pública que cualquiera puede denunciar
y que él, por el solo hecho de ser Carabinero, tenía
la obligación ineludible de hacerlo? ¿No sabía tam-
poco que las facultades legales de la policía son
iguales para todos los grados y que lo que él no
podía autorizar tampoco podía hacerlo ni Urzúa, ni
el General Director, ni el Presidente de la República?
¿Por qué dio el carácter de confidencial a una cuen-
ta de esta naturaleza?

194
Oficio N9 3.-Confidencial.
Puerto Varas, 4 de Abril de 1957
A LA PREFECTURA DE CARABINEROS LLAJilQUIHUE N9 23
Puerto Montt

Ampliando el Oficio Confidencial N9 2 de fecha de ayer, por


el cual se ponía en conocimiento de esa Jefatura, la posible ini-
ciación de juego clandestino de Ruleta y Punto y Banca en el
Hotel Heim de esta localidad, me permito poner en conocimiento
de esa Prefectura, lo siguiente:
Primero: Al ponerme al habla con el sefior Juez del Crimen
de Pu~rto Varas, respecto a este asunto, me manifestó que el
domingo 31 del mes de marzo ppdo., había sido llamado
por el sefior Ministro quien se encontraba reunido con algunas
de las ¡:7arsonas ya individualizadas como socios y organizadores
ael juego, en mi oficio N9 2 ya citado. Con estas personas comió
eh el Hotel Heim, y se conversó sobre la instalación de la sala
de juego. Me agregó, ademá.s, que él en ningún caso procedería
de oficio, al pronunciarse el funcionamiento de la sala de juego.
~gundo: En la mañana de hoy, por micro de 10.00 hora.s,
viajaron a Puerto Montt, el señor Ministro, el señor Juez del
Crimen de Puerto Varas; los socios capitalistas señores Luis
Bergere y Germán Fajardo; los abogados señores Jorge Gasmuri
y Guilermo Millas y el sefior Director del diario "El Heraldo
Austral", don Rosendo Alvarez, quien tiene activa p articipación
en esta organización. Ademá.s, estoy en condiciones de informar
f; esa Jefatura, que los sefiores Gasn:iul'l, Fajardo y Bergere, via.-

Jan en la tarde de hoy, por avión a Santiago •con el fin de ulti-


mar algunos detalles, debiendo regresar a la brevedad a Puerto
Varas.
Tercero: Ademá.s, todos los sefiores individualizados como
participantes en esta gestión, han proclamado que está por lle·
gar a Puerto Varas y Puerto Montt, un alto Jefe de Investigacio-
nes de apellido Pra<lenas, quien, según ellos, trae instrucciones
precisas, entiendo que para el personal de Investigaciones.

195 •
Cuarto: Prosiguen con ritmo acelerado los trabajos de ins-
talación e incluso ya se encuentra en Puerto VarM, la mesa de
ruleta y se ha hecho en el Banco del Estado, un fuerte depó.sito.
-1(Fdo.) Leandro Sepúlveda. Verga.re., Capitán de Carabineros,
Comisario.

COMENTARIO.

Siguen los informes del Capitán Sepúlveda de la


misma manera que lo habría hecho un vulgar so-
plón. Su misión como Capitán debió haber sido
ejecutiva. Debió proceder de inmediato, sin espera
de resoluciones superiores, porque la ley le impone
actuar de oficio. Un Capitán no es un buzón.
En el párrafo tercero informa tener conocimien-
to que un alto Jefe de Investigaciones, de apellido
Pradenas, lleva instrucciones. ¿Podía el Director
General de Carabineros mandar instrucciones con
un funcionario de Investigaciones?
He suprimido algunos nombres de autoridades
administrativas y judiciales para evitar daspresti-
gios que pueden desprenderse de falsos informes.

Oficio N9 11.-Conf!denclaL

Puerto Montt, Abril 4 de 1957


AL SEl'lOR JEFE DEL SERVTC'IO DE INVESTIGACION.ES
Ciudad

El sefior Comisario de Puerto Varas ha informado a esta


Prefectura que en el Gran Hotel Heim de esa localidad, los se-
fiores Luis Bergere y Juan Fajardo, asesorado por los abogados
Sres. Jorge Gasmuri y Guillermo Millas, han organizado una

196
sociedad para explotar el juego de azar, estableciendo ruleta y
punto y banca.
La Sala de Juego estarla dentro de esta semana lista para.
emp~zar a funcionar y estas tratantes del juego clandestino, ban
logrado incluso sorprender a las autoridades de Puerto Vara:1,
con las que lograron reunirse para conversar de los porcentaje,
que beneficiarían a la ciudad.
Pongo estos hechos en conocimiento de ese Servicio y junto
con ello ofrezco la colaboración de Carabineros en la represión
de dichas actividades dellotuosas. Saluda Atte. a Ud.-(Fdo. > sa..
mue! Urzúa Urzúa, Tte. Cnel. de C'arab5. y Prefecto.

COMENTARIO.

1Q.-El Prefecto, Comandante Urzúa Urzúa, dice


a Investigaciones que los porcentajes del juego ilegal
beneficiarían a la ciudad. Se colige entonces que el
Director General de Carabineros no tenía participa-
ción económica en los frutos de la ilegalidad.
2Q.-¿Cómo supo el Comandante que era en be-
neficio de la ciudad si los oficios del Capitán nada
dicen al respecto? ¿Es que conocía la materia con
mayor acopio de antecedentes que el mismo Comisa-
rio de Puerto Varas?
3Q.-Nótese que el Comandante Urzúa se lava
las manos y entrega el procedimiento al Jefe de In-
vestigaciones, en circunstancia que no existe este
servicio en Pu~rto Varas, donde sólo hay Carabine-
ros. La ley obligaba al Comandante Urzúa a proce-
der de inmediato y de propia iniciativa y no a limi-
tarse a ofrecer la "colaboración de Carabineros" a la
Jefatura de Investigaciones que está, como él, a la
misma distancia del lugar del delito.

197
Puerto Montt, Abril 4 de 1957
Oficio N9 12.-Confidencial.
A LA 1" COMISARIA DE CARABINEROS "PTO. VARAS"
Puerto Varas
Acuso recibo de su oficio •confidencial N9 2, de fecha 3 del
presente, en que el Sr. Comisario confirma la cuenta verbal so-
bre una reunión de las Autoridades de Puerto Varas, con los re-
presentant~s de una asociación destinada a explotar el juego
clandestino en una sala del Gran Hotel Heim de esa localidad.
Sobre el particular, por Oficio N9 11, de esta misma fecha,
se dio cuenta al Servicio de Investigaciones para la represión
de estas actividade5 ilicitas de acuerdo con lo que dictaminan
nuestras leyes.
El Sr. Comisario cumplirá estrictamente las disposiciones le-
gales y reglamentarlas que rigen esta ma'terla, sin dejarse lm-
pre~Lonar pot· individuos audaces y colocados al margen de la
legalidad, que seguramente con el fin de obtener sus propósitos
de lucro ilegítimo invocan el nombre de personalidades ajenas
en absoluto a estas turbias actividades.
Téngase presente que Carabineros de Chile nunca se ha pres-
tado ni lo hará a manejos contrarios al orden soeial y a los pre-
ceptos legales establecidos.
La norma de conducta a seguir está determinada. por el im-
p erativo de las leyes, por la tradición de· sobriedad y corrección
institucional y por la línea incorruptible de nuestros organismos
directivos.-(Fdo.) Samuel Urzúa Urzúa, Tte. Cnel. de Carabine-
ros y Prefecto.

COMENTARIO.
El Comandante Samuel Urzúa Urzúa, contesta
el oficio confidencial NQ 2 del Capitán Sepúlveda,
diciéndole que no debe dejarse sorprender por auda-
ces que invocan nombres de personalidades ajenas a

198
sus turbias actividades. En el tribunal militar se
olvidó de ello y me responsabilizó directa y personal-
mente del hecho punible.
En el último párrafo dice que "la norma de con-
ducta a seguir está determinada por el imperativo
de 1~ ley y por la línea incorruptible de nuestros or-
,ganlismos directivos". ¿Por qué no siguió él esa
norma de conducta? ¿Por qué no actuó? ¿Por qué,
después de reconocer una línea incorruptible me
acusó de corrupción ante el tribunal? ¿Por qué no
asumió personal e inmediatamente el procedimiento
policial? ¿Por qué, en vez de dilatar la acción policial.
enviando y recibiendo oficios, no fue ejecutivo y to-
mó el control de una situación que, por haberla
representado el Capitán Sepúlveda era delicada, ur-
gente y grave? ¿Qué compromisos exigían ese ir y
venir de oficios entre un superior y un subalterno
que se encuentran ubicados a una distancia de
33 Kms., que puede recorrerse en auto en menos de
media hora?
Puerto Varas, 17 de Abril de 1957
Oficio N9 6.-Confidenclal.

A LA PREFECTURA DE CARABINEROS LLANQUiliUE


Puerto Montt

Doy cuenta a esa Superioridad, que el martes 16 del actual,


a las 22 horas, el Sr. C'apitán Comisario don Leandro 8epúlveda
Vergara, en una comunicación telefónica desde la Capital, ma-
nife.litó, al conocer la orden dada verbalmente por el Sr. Prefecto
reladonada con el juego clandestino, que no se procediera. hasta
su regreso, que seria el día jueves o viernes de la presente sema-
na, 01::ortunidad en la cual se pondría en contacto con esa Su-
perioridad. Por A. del Sr. Comisario.-(Fdo.) Ellas Godoy Be,.
púlveda, Teniente de Carabineros, Oficial de Oro.enes.

199
COMENTARIO.
19.-En el tribunal militar, Sepúlveda aseguró
que yo lo había llamado a Santiago para ordenarle
que amparara el juego ilegal en Puerto Varas. Sin em-
bargo, al impartir su orden telefónica a su subalter-
no de ésa, ni siquiera me mencionó.
29.-Tampoco en la conversación telefónica se
habló de incumplimiento indefinido. La constancia
dice "que no procediera hasta su regreso", lo que.
en el peor de los casos significa suspensión del cum-
plimiento de la orden y no tolerancia indefinida.
Pero ¿de qué orden? El Prefecto Urzúa no tenía, co-
mo ningún otro, facultades para dictar una orden
de allanamiento, ni tampoco la había extendicfo el
Juez del Crimen.
39.-Ni en la correspondencia oficial ni en decla-
ciones prestadas ante el tribunal, se establece que
haya existido, en esa fecha, alguna orden para alla-
nar.
49.-¿Puede creerse que, habiéndose iniciado las
actividades ilícitas el 3 de abril, con anuencia de las
autoridades de Valdivia y Puerto Varas -según los
oficios- hubiera existido necesidad de que yo lla-
mara a Sepúlveda, el 17 del mismo mes, para orde-
narle, que amparara la incorrección?

Puexto Varas, 21 de Abril de 1957


Oficio N9 8.-Urgente .
.A LA PREFECTURA DE CARABINEROS LLANQUIHUE N9 23
Pue.rt;o Montt
Doy cuenta a esa Jefatura que, con fecha de ayer, por ofi-
cio confidencial N9 7, se solicitó del Juzgado del Crimen ~ esta
ciuoad, una orden de allanamiento, con el fin de proceder a

200
comprobar el juego clandestino que se de.sarrolla en el Hotel
Heim de esta localidad, habiendo nevado el Oficio personalmen-
te el Capitan y Comisario infrascrito, acompañado del Sub-Te-
nienl!l señor Rubé'n Méndez Alvarez.
El Magistrado, con el cual me entrevisté en su domlcillo,
manifei.tó qui- no babia necesidad de que Carabineros solicitara
<'l allanamiento, en razón de que los hechos ya los habla denun-
c!ndo el señor Alcalde de la Comuna y agregó, que él tomaría las
dt>terminacionl'!I que estimare procedentes, los que comunicarla
confidencialmente en su oportunidad a Carabineros.
Al efecto, se levantó un acta detallada. firmada por el Ca.-
J:,1:ii.n infrascrito y el señor Oficial acompañante, documento que,
al igual que el oficio con que se solicitaba la Orden de allana.-
miento, se adjuntan al presente oficio
En razón de la situación planteada ~olicito de esa Prefectu-
ra, las il}Strucclones que estimare procedentes.-<Fdo.) Leandro
S.:-púlvcda Vergara, Capitán de Carabineros, Comisario.

COMENTARIO.

Sólo en esta fecha, apenas l'Cgresó de Santiago,


el Capitán Sepúlveda pidió orden de allanamiento.
Tómese nota de que Sepúlveda estuvo en mi oficina
el 16; en la noche de ese día llamó a Puerto Varas
regresó el 18, en la noche; viajó todo el 19 y apenas
reasumió, el 20, solicitó la orden de allanamiento.
por primera vez.
Si la orden mía hubiese sido proteger, la habría
dado antes que empezaran a jugar y no quince días
después de haberse iniciado los preparativos y cuatro
días después de haberse iniciado la actividad ilegal.
¿ Cómo se justifica que habiendo Sepúlveda reci-
bido orden de amparar el juego llegara a Puerto Va-
ras precipitadamente a efectuar lo contrario? El
día 20, a horas de su regreso, elevó el oficio al tri-

201
Cinco 14
bunal y llevó testigos, lo que no es usual. A las cua-
renta y ocho horas reiteró el oficio en forma más
imperativa. ¿Es que llevó testigos para que presen-
ciaran su entrevista con el Juez y así comprobarme la
actividad iniciada desde el momento en que le ad-
vertí que lo haría responsable de su mal l.!ompo :ta-
miento policial, si efectivamente se estaba jugando
ilegalmente en Puerto Varas, como había sido infor-
mado por terceras personas. ¿Es posib1~ ..:r~r que
llamara a Sepúlveda a Santiago para que no hiciera
lo que de su propia iniciativa no estaba haciendo?
Confidencial.

ACTA SOBRE PROCEDIMIENTO POLICIAL


En Puerto Varas, a veinte días del mes de abril de mil no-
vecientos cincuenta y siete y siendo las diecinueve horas y trein-
ta minutos, en el cuartel de la Primera Comisaria Puerto Varas,
el Capitán Comisario infrascrito, procede a dejar constancia por
medio de este documento, que a las diecinueve horas, acompa,.
ñado del Sub-Teniente señor Rubén Méndez Alvarez, de dotación
de esta Unidad, se constituyó en el domicilio del sefior Juez Le-
trado del Crimen, don José Luis Castro, llevándole eJ. oficio con-
fidencial número siete de esta misma fecha, por el cual se de-
nuncia el jue~o clandestino que desde el sábado trece del pre-
sento mes se desarrolla en uno de los salones del Gran Hotel
Helm, y, ademá.s, se solicita la correspondiente orden de allana,.
miento, solicitando descerrajamlento y habilitación de hora y
día, con el fin de comprobar el delito y actu4r- policlalmente con-
forme a derecho.
El Magistrado recibió al Comisario y Oficial acompafiante
en el salón de su casa, y manifestó que ya el Sr. Alcalde de la
Comuna, había hecho el denuncio correspondiente el cual una
vez ratificado, seguiría el curso legal.
Manifestó textualmente "que no hacía falta la denuncia de
Carabineros y que en su oportunidad o cuando lo estimare pro-

202
ceden'te, impartiría las órdenes necesarias, sobre esta. materia,
ngregando que "nos trajéramos no más el oficio".
Agregó que la tramitación la. haria en absoluto secreto, co-
nociéndola sólo el Magistrado y su Secretaria.
Se levanta. la. presente acta, como constancia. de lo ocurrido
y para conocimiento de la Prefectura de Carabineros Llanqul-
huc- N9 23.
S.:! deja constancia. que el oficio en cuestión. está entrado
en 1:\ línea número veintisiete (27) del folio número veinticuatro
1241 del Libro de Entrega de Correspondencia. Varias, con fecha
20 de abril de 1957.
Además, el Oficio Confidencial NQ 7 (siete), está ingresado
en el Libro de Correspondencia Confidencial Reservada y Secre-
ta rte la Unidad; follo ciento cincuenta (150) linea. siete (7) nú-
mero de orden (27) veintisiete.
Ln copia correspondiente, con copia de la presente Acta en
el Archivador de Correspondencia Confidencial Reservada y Se-
creta salida.
En constancia de lo obrado y estampado en la. presente Aer
ta. firman el Ca.pitan Comisario y Subteniente sefior Rubén Mén-
dei Alvarez.-(Fdo.) Rubén Méndez Alvarez, Sub Tte. de Carabi-
ne1os.-(Fdo.> Uandro Sepúlveda Vergara, Capitán de Carnbine-
ros, Comisario.

COMENTARIO.

Esta acta de procedimiento guarda muy estre-


cha relación con el oficio del llamado telefónico que
hizo Sepúlveda desde Santiago a su Comisaría en
Puerto Varas.
Después de estar en mi oficina, el martes 16 de
abril a las 20 horas -a trece días de habers:~ inicia-
do los preparativos del juego- avisó por teléfono
que regresaría "el jueves o viernes" . Se apresuró y

203
lo hizo el jueves 18, a pesar de tener a su madre y
familiares en la capital .
El tren directo es nocturno. Como el viaje dura
más o menos 24 horas, debió llegar a Puerto Varas
el viernes 19 en la noche. Pues bien, el acta que
comento, en que se establece su concurrencia ante
el Juez para solicitar la orden competente de alla-
namiento, está fechada el sábado 20. Y no existe
ningún lapso de interrupción entre el regreso desde
mi oficina a la suya en Puerto Varas. Apenas llega-
do, pidió la orden para actuar contra el garito ¿qué
puede deducirse de esto?
La orden que recibió en mi oficina, ¿le imponía
actuar o no actuar? Si era tolerar el vicio ¿cómo se
instifica que haya actuado, entonces, tan ace1erada-
mente? ¿Por qué, después de recibir mi orden en
Santiago, se dirigió tan de inmediato, no al Juzgado,
a pedir la orden de allanamiento, sino a la propia
casa del Juez, y todavía con testigu -Teniente Ru-
bén Méndez Alvarez- lo que tampoco es usual?
¿Por qué tanto apuro en esta ocasión -17 días
después que él tomó conocimiento del jueg0- y 1~0
antes de mi llamada a Santiago? ¿Por qué -no sien-
do usual- en el acta misma se dejó tanta constan-
cia de registro del documento?
Si la orden mía fue "no actuar" ¿por qué des-
pués de su inactividad de dos semanas, en esta oca-
sión, Sepúlveda se preocupó tanto de asegurar ~on-
tra extravíos la existencia de esta acta que prueba
su primera actividad real contra el vicio?
¿Por qué tan tardía reacción y sólo después de
haberse entrevistado conmigu en Santiago? ¿Por qué
no actuó así antes de mi llamado?

204
Puerto Varas, Abril 22 de 1951
Oficio NI' !l.-Urgente - Confidencial.
AL SR. JUEZ LETRADO DE PUERTO V ARAS
Ciudad
ReJteraud.o er Oficio Confidencial NI' 7, de fecha 20 de los
corrientes, que se adjunta, en que al mismo tiempo de denun.c1a.r
la casa de juego clandestino establecida en el Hotel Heim,
se solicitaba. de US. la orden de allanamiento con descerraja-
miento y habilitación de hora y día para proceder de acuerdo
con la ley; manifestando US. no ser necesario este requisito par
haber formulado lb. denuncia el Sr. Alcalde de la Comuna, vengo
en insistir res¡:.•ctuosamente que de acuerdo con el Art. 10 del
Código Orgánico de Tribunales, en ~oncordancia con los Arta.
224. y 263 del Código Penal, se sirva tener a blen otorgar la re-
ferida orden en la forma ya expresada.
Debo hacer presente a ese Tribunal la necesidad imperiosa
de contar con esta herramienta legal, pues de acuerdo con el
Art. 84 del Código de Procedimiento Penal, Carabineros en su
función policial, tiene la obligación de denunciar los delitos de
ac:ión pública y, en consecuencia, es necesario sorprenderlos in-
fraganti en las actividades il1c1tas que desarrollan.
Por o~ra parte, es del conocimiento de US. que el estableci-
miento de la mencionada asociación para explotar el juego clan-
destino ha causado alarma pública, traducida en una campafia
de prensa y en acuerdo de repudio a estas actividades al mar-
gen de la ley, por parte de diferentes entidades gremiales y so-
ciales, de tal manera que con todo respeto solicito la urgencia
en el otorgamiento de ln orden r~abada.-Saluda Atte. a US.
(Fdo.) Le.andro Sepúlveda Vergara, Capitán de Carabineros y
Comisario.

COMENTARIO.
Según este oficio dirigido al Juez de Puerto
Varas, ¿Era el General Jorge Ardiles Galdames quien
impedía o retrasaba la acción policial?
205
Si existía una campaña de prensa a raíz de la
alarma pública que había causado el juego clandes-
tino. ¿Por qué el Comandante Urzúa y el Capitán
Sepúlveda no comunicaron esto, a la Jefatura de
Zona o a la Dirección General de Carabineros?
¿Por qué todo lo relativo a las publicaciones de
prensa y la negativa del Juez para otorgar la orden
de allanamiento no se comunicó a la Dirección G:!-
neral?
Nótese que este oficio N9 9, dirigido al Juez de
;I?uerto Varas, en forma urgente y apremiante, tiene
fecha 22 de abril o sea fue confeccionado y entregado
al Juez tan pronto el Capitán Sepúlveda regresó de
mi llamado a Santiago. ¿Cómo pudo decir entonces
que fue citado a mi o.ficina para amparar el juego?
Quince días antes de ser llamado a Santiago no
se había interesado tanto por el asunto, ni se había
preocupado de la alarma pública . Sólo cuando le
ihice comparecer a mi oficina, reparó en lo que decía
la prensa local. ¿Cómo pudo, entonces, decir que
le había ordenado amparar el juego, si llegó a Puer-
to Varas, haciendo todo lo c.antra.rio?
Puerto Varas, 15 de Mayo de 1957
Oficio N9 13.-Confidencial.

A LA PREFECTURA DE CARABINEROS LLANQUIHUE N9 2J


Puerto Montt
En cumplimiento a lo ordenado por esa Prefectura, en su
Providencia Confidencial N9 21 de fecha de hoy, me permito in-
forma r lo siguiente:
Al punto A) Efectivamente, el 22 de abril ppdo., ante un
requerimiento por Oficio Confidencial N9 9 y personal, del sefior
Teniente Coronel y Prefecto don samuel Urzúa. Urzúa; hecho en
presencia del sefior Asesor y Defensor J url<fu:o de CarabinerOll,
nbogado don Alberto Ebensperguer y el Capitán Comisario in-

206
formante, el sefior Jue:a del Crimen del Juzgado de Letras de
Pu:!rto Varas, extendió una orden de Investigación, facultanao
allanamiento ( On descerrajamlento y habilitación de d1a y hora,
para establecer eJ. juego de azar denunciado por el Alcalde de la
Comuna don Teobaldo Kuschel. En esta orden no se menclona-
b!l. para nada el Hotel Puerto Varas. Cabe dejar constancia de
que el Tribunal dio un plazo de 5 dias para el cumplimiento
d e lo ordenado.
Al punto B) La orden en referencia. cumplia su plazo legal
P. las 24.00 horas del dfa 27 de abril.
L'\ mencionada orden, no se dJIJgencló dentro de es\os 5
días, l'D razón de que, al planüicarse el allanamiento, con el
fin de asegurar su éxito, el señor Prefecto, Teniente Coronel don
Samuel Urzúa Urzúa, deter.mlnó no allanar durante estos 5 dllls
y así lo ordenó al Capitán informante como consta, ademé.s, al
s t ñor As?sor y Defensor Jurldlco de Carabineros que se encon-
traba presente. Este plan obedecía. al hecho de que se presumlan
p :isibles filtruiones respecto a Jo decretado y ordenado, ya que
no solamente el Magistrado y su Secretarla. conocían la ex.lsten-
c.a de dicha orden
El viernes 26 de abril, el señor Prefecto, en su oficina a las
15.30 horas aproxi.lQadamente, ordenó personalmente al lnlras-
cri'to, practicar el allanamiento el domingo 28 de abril a media-
noche.
Esta orden la comunicó el Capitán informante solamente a
los SS. OO. de la Base de la Comisaria quienes, al mando del
Comisario de la Unidad, todos vestidos de civil, concentraron 14
hombres en el cuartel: diligencia que s e practicó en forma re-
p ,m tina y sorpresiva.
Como diligencia preliminar, a las 24 horas salló el Comisa-
rio uompañado del señor Oficial de Ordenes, Teniente don Ellas
Godoy Sei,.ílveda y el Subteniente señor Rubén Méndez Alvarez,
c:m el fin de observar el movimiento en el Hotel Helm; ocasión
en la que comprobaron que la sala de juego habla sido desman-
t elada, lo oque a su vez comprobó e! señor Prefecto acompafü1do
de todos los Oficiales nombrados a las 01.00 horas.

207
iDe esta. diligencia y su resultado se dio cuenta a la Pnfec-
tura con Oficio Confidencial N9 12, de fecha 29 de abril.
De la investigación ordenada por el Tribunal se le informó
por Oficio Confidencial N9 10 de fecha 27 de abril.
Con Oficio Confidencial N9 163 de fecha 29 de abril, el Juz..
gado del Crimen de Puerto Varas ordena la devolución de Ja
orden en referencia por encontrarse vencida, a lo que se dio
cumplimiento con Oficio Confidencial N9 11 de fecha. 30 del mis-
mo mes. En el acápite final de este mismo documento se sollci-
'laba una nueva o,rtten de allanamiento, la que no ha sido exten-
dida hasta la fecha.
Al punto C) Efectivamente, durante los 5 días de vigencia
de la orden de allanamiento, se practicó el juego de azar en el
Hotel Helm, lo que fue pues't-0 en conocimJento de la Prefet'tura
por el Capitán y Comisario Informante.
Al pun t-0 Cl Efectivamente, durante los 5 días de vigencia.
10 del presente mes, no se ha jugado ni en el Hotel Helm ni e11
otro sitio. Se Jugó nuevamente el sábado 11 y el domingo 12;
no se jugó el lunes 13; p i::ro sí el martes 14. En los d!as Indica-
dos, el juego se ha practichdo en el Hotel Helm entre '.?3 y
2.30 horas.
Me permito adjuntar coplas certificadas de mis Oficios Con-
fidenciales N.os 10, 11 y 12; del Oficio Confidencial N9 163 del
Juzgado del Crimen en que se me ordena devolver la orden ce
Allanamiento; de las constancias existentes en el Libro de No-
vedades de la Guardia relacionadas con las diligencia.s practi-
cadas para allanar y de las constancias dejadas por el Subte-
niente sefior Rubén Mendez Alvarez en el Libro de Población
respecto a sus rondas de observación sobre el juego practica.da.-s
de orden del Comisario infrascrito. ,
Con esta misma fecha se practicarán rondas extraordinarias
permanentes a cargo del Comisario y de los SS. OO. separada-
mente para establecer si se continúa el juego o no y dar cuenta
de ello en cada oportunidad al Tribunal y a la Prefectura por
medio de Oficios confidenciales.
Me permito Ilustrar además a esa Prefectura que no es ~

208
sible allanar sin la orden oorrespondicnte porque, si bien es cJer.
to la sala. de juego funciona en el Hotel Heim que es un sitio
abierto al público, se ha de tomar en cuenta que existe un con•
trato de subarriendo con lo que legalmente, pese a es'tar en eJ
núsmo Inmueble del Hotel, la. sala de juego es cosa totalmente
aparte.
Finalm: nte, me permito hacer presente con todo res¡;-eto a
esa Jefatura. que este informe no fue posible evacuarlo dentro
del p:azo de 6 horas señalado y se rermina solamente a las
20 horas en razón a que a mi regreso de Puerto Montt hube de
atender dos situacion ºs de suma Importancia administrativo µ>11•
cial de las zuales se dará ~uEmta por Oficio Ordinario mafiana a
esa Prefectura.-(Fdo.) Leandro Sepúlve<ia Vergara, Capitán de.
Carabineros, Comisario.

COMENTARIO.

Urzúa y Sepúlveda, en un incidente perso1t1al,


tratan de deslindar futuras respc111sabilidades.
El Capitán opera con habilidad. Al contestar el
informe que le pide Urzúa, 45 días después de la pre-
paración y 15 días después de consumado el juego
ilegal, amarra al Prefecto. Representó a éste la re-
tención de la orden de allanamiento durante sus
cinco días de validez, lapso en que se jugó libremen-
te en el Hotel Heim .
Deja constancia que, a pesar de haberlo solici-
tado hacía 15 días, el Juez de Puerto Varas no había
concedido una nueva orden de allanamiento. ¿Serb
acaso por lo ocurrido con la primera? ¿Por qué no
dieron cuenta a la Superioridad de Carabineros para.
que ésta lo cumunicara a su vez al Ministerio? ¿Por
qué, de pronto, tanta urgencia de parte de Urzúa,

209
que tan sólo da a Sepúlveda seis horas para infor-
marle de hechos que él muy bien conoce desde su
gestación?
Después de lo que se establece en este oficio,
Sepúlveda declaró al Fiscal que rio había cumplido
sus obligaciones por expresa orden v-erbal mía.
Olvidó decir que cuando llegó a mi gabinete de tra-
bajo ya hacía tres días que estaban delinquiendo y
que sólo después de haberlo llamado se preocupó de
la represión del delito .
Se hace necesario dar una ornen para algo que
de antemano se está ej,ecutando? Si hubiese queri-
do darle una orden ilegal, no 10 habría hecho venir
a Santiago, despertando las sospechas de todos los
que conocieron la llamada. Lo habría hecho llamar
con un confidencial a otro recinto y no a mi oficina.
La comunicación habría sido personal y no por me•
dios oficiales que obligan constancia en los libros.
O bien, lo que más corto, habría mandado una orden
escrita con un correo confidencial encargado sólo
de exhibirle la orden que debería rtevolver en el acto,
firmada.
La verdad, aunque negada después, se verá en
la carta de Sepúlveda que aparece a continuación y
que está estrechamente vinculada con este oficio
N9 13 que comento.
Oficio N<I 370.-Confidencial.
Santiago, 7 Nov. 1958
AL SR. GENERAL DIRECTOR DON JORGE ARDILES
GALDAMES
Guarnición

En cumplimiento a Instrucciones que US. expresamente Im-


p artiera al General Infrascrito, me permito informarle acerca. de

210
los pormenores que rodearon el traslado del Teniente Coronel, a.c.
tualmente en retiro, Sr. Samuel Urzúa Urzúa, desde la Prefectura
de Llanquihue a la Prefectura de Magallanes, en el afio 1957:
1.-El 22-V-957, el señor General Dlrec'tor ordenó al suscrito
el traslado del Tte. Coronel Sr. Urzúa, desde Llanqulhue, porque
estaba amparando juegos de azar. Se confeccionó la Minuta en la
misma fecha.

(Fdc.) Osear Fuentealba Pérez, General de Carabineros, Pre-


fecto Jefe Pref. Gral. de Santiago.

COMENTARIO.

El Comandante Urzúa declaró ante ell Fiscal


que yo lo había trasladado a Magallanes, porque él
no había amparado el juego ilegal en Puerto Varas.
La iLegalidad se preparó, con conocimiento de
Urzúa y de Sepúlveda, en el Hotel Heim, ,zntre el
2 y el 13 de abril, en que se inició abiertamente el
juego ilegal .
En ese lapso, Urzúa nada real ni efectivo hizo
para evitar el mal. Sólo se limitó a comunicar el
hecho a Investigaciones de Puerto Montt -que no
tenía servicio en Puerto Varas-- y a pedir, sin ne-
cesidad alguna, un informe a su aseso.r legal sobre
la materia por nadie ignorada. En suma, procedi-
mientos dilatorios .
.El 20 del mismo mes de abril, después de recibir
instrucciones mías en Santiago, Sepúlveda recabó la
orden de allanamiento, petición que reiteró con ca-
rácter de urgente, dos días después. Concedida ésta,
Urzúa la retuvo en su poder cinco días, permitiendo
así que se continuará jugando durante ese lapso.
Su traslado lo dispuse porque, aunque no pude
comprobarlo, llegué al convencimiento de que tenía

211
él responsabilidad en lo ocurrido. De haberlo esta-
blecido plenamente, habría sido eliminado de la Ins-
titución. Su nueva destinación -Punta Arenas-- la
dispuse 24 días después de haber~c reprimido el jue-
go ilegal. Si se jugó del 13 al 28 de abril y fue tras-
ladado el 22 de mayo, no pudo ser por comb1tir el
vicio, que él mismo practicaba empedernidamcnt~,
sino por haber hecho lo contrario.
En el oficio preinserto que comento, el Jef(' del
Personal establece lo que le comuniqué, en su opor-
tunidad, como razón de traslado .
Coya, 7 de Agosto de 1958
Sefior Gé•neral Director, Don Jorge Ardlles Galdames, Direc-
ción General de Carabineros. Santiago.

Mi General: Al imponerme por la pren.sa de una acusación


que el Honorable Diputado sefior Pantoja, pretenderla presentar
en su contra en la. Cámara de Diputados; en la. cual lo habria.
do seiíalar como responsable del juego clandestino que temeraria-
mente quiso enquistarse en Puerto Vara.s, en los meses de abrtl
y mayo de 1957; ocasión en la. cual el Capitán infrascrito se des-
empefiaba en esa Guarnición como Comisario, me tomo la liber-
tad de escribirle amparado en la autorización que para ello tene-
mos de US., todos los Oficiales de la Institución e Impulsado por-
un sentlmJento de lnquebl"anta.ble lealtad, con el !In de recordarle
algW1as circunstancias que, me imagino, habrían de servir en su
oportunidad r:a.ra dejar las cosas en su lugar.
Primero; En el mes de abril de 1957, US., se sirvió llamarme
a su Gabinete, con el fin de darme instrucciones terminantes
orienta.das a no aceptar por ningún motivo el juego clandestino
en Puerto Varas.
En dicha oportW1ida.d, me lúzo presente que tuviera gran cui-
dado con el sefior Prefecto, el Teniente Coronel don Samuel Ur-
Zúa Urzúa, actualmente en retiro, pues tenia notLclas de que este

212
caballero estaba dispuesto a amparar; simuladamente por cierto,
a los miembros de la Sociedad que pretendla explotar el Juego.
En la oportunidad, US., se sirvió preguntarme si era efe.ctivo
que el señor Prefecto beb!a demasiado exponiendo su intemperan-
cia. en público y jugaba dinero en forma ostensible. Yo, por leal·
tad al entonces m1 Jefe directo, falté a la verdad y manifeste a
US., que mi Comam&ante Urzua, no bebía, fuera _d e lo correcto y
caballer.o.so, ni jugaba dinero; lo que en realidad sucedía con SU•
ma frecuencia.
Segundo: El juego, que tuvo corta y accidentada vida, se con-
troló tanto como fue posible; pero, desgraciadamente llegue a la
conolusion de que babia Oticuros intereses de por medí.o. Abona
este acerto, el hecho de que habiendo pedido una orden de alla.
na.miento en los días de Semana Santa de 1957, por oficio, al
sei1or Juez Letrado del Crimen; documento que llevé personal•
mente, acompaña.do del Sub-Teniente señor Ruben Ménde:t Al•
varez, al domicilio del Magistrado, este se negó terminantemente
y categóricamen'te a extender la Orden solicltada, no obstante
haberle representado, que sabia positivamente que en la noche
do ese día, se juga.na.
De esto hay constancia en el a1·chivo de Documentación Con-
fidencial, RPservada y Secreta de la Primera Comisaria '·Puerto
Varas" y en el Libro -correspondiente. Adem.á.s, el testimonio del
senor Oficial ya nombrado. A mayor abundamiento, debo hacer
presente a US., que de esta emergencia se levantó un Acta Cir-
cunstanciada, firmada por el su.scrito y el Sub-Teniente Mendez,
cuyo original se envió a la Prefectura con el oficio con el cual
se soli:itaba la Orden y un oficio dando cuenta de lo ocurndo.
Dichos documentos los llevé personalmente el Sábado Santo
o Domingo de Resurrección (no recuerdo con precisión) al se-
úor Prefecto a quien lo.s entregué, anotados en la Libreta de Co-
rrespondencia Varia.
Tercero: Al dia slguiente o subsiguiente, el señor Prefecto
me llamó a su oficina y auxlliado por el señor Abogad,) de la.
Prefectura, don Alberto Ebesperguer, reda.ctó un oficio a1 Juzgado
de Puerto Varas, que fue firmado por él, por el señor Abogado

213
y por el Capitán infrascrito, reiterando la petición de una Orden
de: allanamiento, para fiscalizar el juego clandestino. Dicho do-
cumento fu2 llevado personalmente por el seíior Prefecto al Tri-
bunal y entregado en Secretaría. Luego, a los breves instantes
de hab~rlo entregado, nos entrevistamos los tres con el Magi.3-
trado, quien accedió a lo solicitado y extendió la Orden solicitada..
Sin embarg,o, minutos más tarde, en el living <te mi casa
habitación, el señor Prefecto, en presencia del señor Abogado
de la Prefectura, me ordenó no allanar durante el lapso de Cin-
co días que ·tenía de validez la Orden, manifestándome que era
mejor así, por intereses de la planlficación de la. operación
investigadora.
Cuarto: Posteriormente, la noche del día en que expiraba el
plazo legal de la Orden de allanamiento, el señor Prefecto me
dio contra orden y dispuso allanar.
Esta orden fue .cumplida con el sigilo necesario; ,¡;-ero al con-
currir acompañado del Teniente sefior Ellas Godoy 8epúlveda,
Oficial de Ordenes y del Sub-Teniente Sr. Méndez, al cantina del
Hotel Heim, a manera de exploración, con el fin de asegurar el
golpe y teniendo todo dispuesto en el cuartel; esto es personal
suficiente, de civil, comprobamos que todo estaba desarmado en
el Hotel (sala de juego) y no habla indicios de que se fuere a
jugar. Pooo después, llegó el seiíor Prefecto, de clvtl, en automó-
vil acompañado de un amigo civil, con quien nos visitó a todos
los Oficiales, a jugar un "cacho", en el mismo Hotel Hehn.
•Quinto: Días más tarde, en una conversación que tuve con
el señor Prefecto, en su oficina; solos y a puertas cerradas, me
dijo entre otras cosas: ... "que no fuera leso" ... "que acaso no
las paraba ... " " ... que el juego redundaría en beneficio directo
<?el turismo ... " Me agregó que si "no me tranquilizaba, me iba
a pesar". No le hice mayor caso y n.o le tomé el peso a su ame-
naza, debido a que cuand.o me dijo estas cosas, él estal1a bas-
tante bebido.
Sin embargo, he tenido conocimiento por medio de p€. _,onas
muy solventes, que una vez que se hubo acogido a retiro se ha
dedicado entre otras cosas a difamar al señor General Director

214
y al Capitán infras~lto. Según lo que él ha expresado, las al-
fombras, los muebles, la radio eleetrola e incluso la lámpara de
pedestal de mi living, fueron adquiridas con el dinero que como
• cuota", me dieron los empresarios del juego, A tal punto, que
estoy madurando una querella por calumnias e injurias contra
este señor, pues todo cuanto tengo en mi hogar, lo he adquirido
a costas de ingentes sacrificios firmando letras que he cancelado
religiosamente aún a costa de privaciones de otra índole.
Sexto: Quiero manifestar a. US. que en la. Prefectura. de
Llanquihue existe la. copia. de un oficio "Confidencial o "Reser•
vado", firmado por el nuevo Prefecto, Mayor don Raúl Gaínza
Rodríguez, en el cual se me reitera la orden que US., me Impar-
tiera. personalmente, de atacar el juego clandestino por todos
los medios a mi alcance.
Finalmente permitame US., hacerle presente, con todo res-
peto, que estoy dispuesto a declarar en cualquier Tribunal, para.
puntualizar categóricamente que US., me ordenó atacar impla.•
cablemente el juego clandestino y evitarlo, pese a las vallas so-
lapadas que Iba. encontrando de par'te del seiíor Teniente Coro-
nel don Samuel Urzúa Urzúa. Estoy dls¡:uesto a. declararlo, por-
<1ue es mi obligación decir la verdad; porque ello me reinvindica-
ria en parte de las calumnias de que me ha hecho objeto el
señor Urzúa y porque mi conciencia de hombre católico y sulJ.
alterno leal que quiere con el alma la Institución a la que per-
tenece y trata de prestigiarla con sus actuaciones, me obliga a
ello en conciencia. Saluda Atte. a US.-(Fdo.) Leandro Sepúl-
veda Vergara, Capitán de Carabineros.

COMENTARIO.

Esta carta me la dirigió Sepúlveda en una opor-


tunidad en que, necesitando ordenar mi defensa ante
Jos ataques que calumniosamente me hacía el Dipu-
tado Daniel Zacarías Pantoja, le solicité me hiciera
una relación de cuanto había ocurrido en Puerto

215
Varas cuando él era Comisario. Lo consideraba mi
testigo de descargo para la acusación en la Cámara
y de cargo para la querella que después iniciaría
contra Urzúa. Nadie podía serlo mejor que él, a
quien había ordenado oportunamente reprimir el
juego. No sospechaba, entonces, hasta dónde habla
llegado la deslealtad de éste y cómo estarían de
acuerdo, después.
Poco antes de ser procesado, Sepúlveda, me ha-
bía referido cuanto sabía, agregándome que el Gene-
ral Queirolo, cuando lo destiné a Valdivia le había
asegurado que sería nombrado General Director y lo
primero que haría sería eliminarlo del servico por-
que, según sabía, estaba comprometido conmigo en
el juego ilegal; que la única forma de librarse de la
cárcel "era cargándole la responsabilidad a Ardiles,
quien era su enemigo, pues le había querido echar
a la calle" .
En otra oportunidad, me aseguró Sepúlveda que
el Diputado Daniel Zacarías Pantoja había llegado
hasta el domicilio de su señora madre, a quien ha-
bría dicho que si su hijo no declaraba en contra mía,
estaba perdido, pues su única salvación era, según
la ley penal militar, alegar en su favor la existencia
de una orden superior. Al efecto, le habría mostrado
el Art. 214, que dice: "Cuando se haya cometido un
delito por la ejecución de una orden del servicio, el
superior que la hubiere impartido será el único res-
ponsable". Eludió leerle e1 inciso segundo.
En esa y otras oportunidadP.s me habtó con
tanta seguridad de su calidad moral y de su condi-
ción de hombre católico, que no dudé de su lealtad,
que al final no consistía sino en ceñirse a la verdad.
Por eso, no dudé del autor de esta carta cuando
me aseguraron que habiéndome ~ablado telefónica-

216
mente una vez, por especial indicación del entonces
Comandante Luis Henríquez, había hecho grabar
una cinta magnética.
De nada debe haberle servido esta felonía por-
que, aunque su conversación tendía a lamentarse de
la arbitrariedad que cometían con él al tenerlo más
de quince días incomunicado en pieza de oficial, d~
mi parte sólo recibió la reiteración de lo que siempre
le había dicho: decir solamente la verdad.
Sepúlveda no pudo negar la existencia de esta
carta, porque sabía que estaba en mi poder. Alegó,
entonces, en su abono, que me la había dirigido
bajo fuerte presión moral; que yo, dirigiéndole im-
periosamente el índice de mi mano derecha y cla-
vándole sostenida y penetrantemente la mirada, le
había entregado el borrador para que lo convirtiera
en esa carta que después me remitió bajo su firma.
A pesar de lo precavido que demuestra ser Se-
púlveda, contrainterrogado, expresó que había des-
pedazado el supuesto borrador; pero guardó una
copia para sí. Bastante extraña la actitud de un
policía que desea dejar pruebas para más tarde.
Cualquiera habría hecho lo contrario, salvo que el
borrador sólo exista en la mente del que, en su de-
fensa, necesita inculpar a otro para atenuar o exi-
mir su responsabilidad.
Le habían aconsejado que se aferrara al Art. 334
del Código de Justicia Militar. Le mostraron, sí,
únicamente la parte que convenía: Todo militar es-
tá obligado a obedecer, salvo fuerza mayor, una
orden relativa al servicio que, en uso de atribuciones
legítimas, le fuere impartida por un superior".
No le explicaron que autorizar el juego ilegal
era un acto ilegítimo . Ni tampoco le leyeron el ar-
tículo 335, que establece: "No obstante lo prescrito

217
en el artículo anterior, si el inferior que ha recibido
la orden sabe que el superior no ha podido apreciar
suficientemente la situación". . . "o ·se tema con ra-
zón que de su ejecución resulten graves males que
el superior no.-pudo prever, o la orden entienda no-
toriamente la perpetración de un delito, podrá el
inferior suspender el cumplimiento de tal orden, y
en casos urgentes modificarla, dando cuenta al su-
perior".
"Si éste insistie1·e en su orden, deberá cumplirla
en los términos del artículo anterior".
Olvidaron mostrarle el Reglamento de Discipli-
na de Carabineros que exige que la reiteración de la
orden superior debe ser "confirinada por escrito''.
Tenía que defenderse y su calidad moral le
hacía proceder como 1e fuera más favorable. La nece-
, sidad justifica los medios . El o los recursos no le
importaban y para ello apeló hasta a esa especie de
hipnosis que, en el tribunal, describió con la palabra
y el gesto, llamándola presión moral.
Leandro Sepúlveda Vergara, cuando escribió es-
ta carta, tenía 42 años de edad, contaba con 18 años
de servicios y llevaba tres años de Capitán. ¡Habló
de presión moral ... !
Tal vez debido a su corta edad y escasa expe-
riencia,se olvidó también de que, en un cuarto pun-
to de su extensa carta, me dice" . . . en la Prefec-
tura de Llanquihue existe la copia de un oficio, con-
fidencial o reservado, firmado por el nuevo Prefecto
Mayor don Raúl Gaínza Rodríguez, en el cual me
reitera la orden que US. me impartiera personal-
mente, de atacar el juego clande<stino por todos los
medios a mi alcance".
¡ .. . Y en el tribunal militar también se olvida-
ron de establecer la existencia de esta comunicación

218
del Mayor Gaínza, que viene a desmentir, una vez
más, la imputación calumniosa de que se me hizo
objeto!
SOLICITA CERTIFICADO

Después de haber sido puesto e.n libertad en este proceso,


solicité del Tribunal "se .certificaran los siguientes hechos":
a) Como es efectivo que en el proceso por juego ilegal, au-
tos NQ 1139-58 del IV Juzgado Militar de Valdivia, caratulado
"Contra Leanctro Sepúlveda y otros", fui citado ante el Tribuna1;
b) Como es efectivo 'Q.Ue en ese T,Toceso, con fecha 7 de abril
de 1959, quedé en calidad de detenido;
c) Como es efectivo que con fecha 11 de abril de 1959, ful
dejado en libertad incondicional por no existir mérito alguno
en mi contra.

CERTIFICACION

"En cumplimiento al decreto que precede certifico: a) Que


es efectivo y consta a fs. 507 del proceso N\> 1139-58 del IV Juz.
gado Militar, contra Leandro Sepúlveda V. y otros, por juego ile•
gal, que el General (R) Jorge Ardiles Galdames compareció a
prestar declaración, citado por el Tribunal; b) Que es efectivo
que con fecha 7 de abril de 1959 se dispuso su detención en la
Cárcel Pública de esta ciudad y e) Que es efectivo que con fe.
cha 11 del mismo mes y afio a fs. 543 fue dejado en libertad
por no existir antecedentes suficientes para transformar su de-
tención en prisión preventiva. Santiago, nueve de agosto de mil
novecientos sesenta.-(Fdo.) Secretario.

Quiero r•ecordar algo increíble; pero que es una


palpable verdad. Abierto en 1959 el Casino de Arica,
se presentaron a las propuestas para tomar la regen-
cia del juego los mismos personajes que figuraron
como principales actores en el proceso por juego ile-
gal en Puerto Varas. Fueren ellos, precisamente, los

219
que salieron agraciados en la propuesta, a pesar de
no haberse cerrado aún tal proceso que sirvió de
pretexto para mantenérseme detenido durante cua-
tro días. ¿Premio a la virtud o a la constancia?
¿Entra en esto también la tan manoseada austeri-
dad?
¡Cuánta sensación causaría conocer la larga lista
de Tartufos!

DIARIO ALEMAN "EL CONDOR" DE SANTIAGO

Traducclón

"BASTA YA"

"Bajo el titulo "Yo ordena.ria cont-ra. el Flscal Mllitar de


Santiago una medida disciplinaria.", a.parece en cstoo dfas una
exposición que aborda un asunto mencionado tamblén por n060-
tros. Esto es, la aplicación de las disposiciones penales legales
en los procesos crlhlinales, ordenadas por los furu:ionarlos en-
cargados de aplicar las sanciones punibles de la Fl.scalla Militar
de Santiago. Muchos indicios nos sefiala.n que a.qui está en vtaa
de producirse un escándalo, que parece ser apropiado para. da.fiar
gravemente el honor de una de las instituciones más prestfg:lo-
sas dentro y fuera. de nuestro pais. Nuestros lectores tienen, por
este motivo, el derecho de ser informados detallada.mente dé
este asunto. Nos a.tendremos, para conservar el carácter objetivo
de esta exposición, exclusivamente a los hechos.
"Ha~e poco dias fue nuevamente detenido, por el Fiscal MI-
litar de Santiago, el anterior jefe de la. pollcta. chilena., General
de Carabineros (R) D. Jorge Ardlles. Se le mantuvo bajo 1nco-
municación estricta durante cinco dfa.s y totalmente separado
de su medio ambiente. Durante estos cinco <11a.s fue llevado re-
petidas veces ante el Fiscal, para interrogatorios y ca.reos, como

220
dicen los juristas. Esto se realizó, como si fuese un VUlgar en-.
minal profesional, en la "Cuca" y bajo la custodia de funciona-
rios de prisión uniformados. La Prensa, que frente a las autori-
dades judiciales se muestra, generalmente muy reservada, tuvo
m el presente caso e,mplias f::.cilicrades para tomar fotos. De esta
manera, se ofrecia la oportunidad de presentar, ante los ojoa
de un pais entero y ,con profusión de fotografías, la humillación
del hombre que durante seis afio.s había comandado la ejemplar
Institución del Cuerpo de Carabineros de Chile. Transcurridos
cinco días, el General retirado fue nuevamente puesto en liber-
tad. En la orden de libertad, firmada por el mismo Fiscal Mi•
litar que era responsable de su detención, nada se decía si las
pruebas acumuladas no eran suficientes para prolongar esta de-
tención. Más bien expresa que el General no ha cometido loe
delitos a él atribuido.s y por cuyo motivo se le privó de libertad.
Expresado de otra manera: la orden de libertad fue resultado de
la inculpab!lidad demo.strada.
"Resumiremos: El dia 5 del mes, segim el concepto del FIB•
cal Militar, la sospecha de comisión de delito y de huida son
tan grahdes, que una orden de detención se justifica. El día 10
del mismo mes llega el mismo Fiscal, que hace meses está a
cargo de la total materia. procesal del caso, a la conclusión que
el detenido nada tiene que ver con los delitos a él atribuidos.
En este asunto hay algo que no está. bien en claro.
"Los expertos en Derecho Penal Chileno saben que las dis-
posiciones actuales referentes a detención y prisión preventiva
necesitan, <:<>n suma urgencia., una reforma .i;ustancial. También
hemos expresado muchas veces estas misma.s columnas que las
detenciones inconsultas el!tán a la orden del dia, en la prá.ct!ca,
entre nuestras autoridades judiciales; las que están reñidas con
los conceptos fundamentales del Estado Juridl.co Moderno. Pero,
entre las muy a menudo injustificadas y precipitadas detencio-
nes practicadas por el servicio de Investigaciones del Estado y
el procedimiento a seguir por parte de un Fiscal M!litar instru-
ido, debiera existir una gra.n diferencia. Pues, de este último 1e
puede exigir, por cierto, una medida muy superior de sentido.

221

do responsabüidad; responsabilidad tanto para con las persona.s
con las que lo ponen en contacto su función, como frente a las
instituciones del Estado que garantizan el orden público.
"La persona del General Ardiles, a quien el cronista no co-
noce ni jamás ha visto, es en esto totalmente ajena. Y si el
entonces General ha cometido acciones punibles, somos los pri-
meros en pedir su castigo. Pero detener y exponer a alguien a
una cadena sin fin de denigraciones, esto sólo es admisible al
existir realmente una sospecha suficiente. En el presente caso,
tendrán que parecer estas cosas, aún al lector juridicamente
lego, como absurdas. Pues, el veredicto fiscal-militar se basaba
en dos puntos: El pago de un pasaje aéreo con caudales públlcos
para la esposa del General, el que tomó parte, en representación
oficial del Gobierno Clúleno, en las festividades de la toma del
mando en una nación sudamericana amiga. Y el empleo de un
joven, hijo de otro General, como técnico dental en el Cuerpo
de Carabineros, de lo ,cual había resultado que el joven en cues-
tión nunca se hizo ,cargo de su puesto, pero si, hab1a cobrado
&Ueldo.
"A ambos puntos uno se pregunta de inmediato: 1) ¿Por
qué la Contralor!a, -que vigila tan celosamente los gastos públi-
cos, no objetó a su debido tiempo el pago del pasaje aéreo? y
2> ¿Se puede pedir, en realidad, a un jete de una Institución
que reúne a miles de miembros, que se preocupe dél preciso cum-
plimiento de todos los decretos de nombramiento firmados por
él; quiere decir en este caso, que se preocupe que el técnico
dmtal mencionado realmente ejerza su cargo? ¿O no habr1a
sido más bien tarea de la oficina correspondiente en la que se
pagaba el sueldo y en la cual el joven debla trabajar como téc-
nico dental?
"Pues bien, nuestra Fiscalia Militar arribó a tales cuestiones,
cuya respuesta está bien clara, sólo después de haber asestadQ
en la persona de su anterior jefe, un nuevo golpe a una de
nuet>bras más prestigiosas :i.Q.stituaiones, Oa.rabineros de Chile.
Esto no sólo lo debemos lamentar; contra esto hay que protestar.
La abrumadora mayoría de nuestro pueblo olvida todas las di-

222
vergencias poUticas cuando se trata de nuestro ejército o de
nuestra policia. Está orgulloso de sus Fuerzas Armadas y tam-
bién de sus Carabineros y no tolerará que se enlode, innecesaria,,
mente, a quienes son garantía del orden público.

. . . por eso que no podemos descartar la idea que un gran


número de nuestros conciudadanos hagan responsable al Pre-
sidente de la República de la persecución penal-militar a altos
oficiales de la Defensa Nacional y de Carabineros. De este modo
se siemllra equivocada y completamente sin fundamento, la se-
milla de la creencia que las relaciones entre nuestro Jefe de
Estado y las Fuel"2las Armadas no serían las mejoras.

"No obstante, queda en pie el peligroso comportamiento de


la Fiscalia Militar en el asunto Ardiles y e.l haber querido de.
mostrar esto fue el objeto de nuestra meditación de hoy."

223
QUINTO Y ULTIMO PROCESO
INTERNACION ILEGAL DE ARMAS

El General Sr. Arturo Queirolo, tenía conoci-


miento de que en 1956 y 1957 5e había internado
revólveres, grilletes, lanza gases y accesorios para
los servicios de la Dirección General de Investiga-
ción, institución policial no beneficiada en la ley
que contempla las liberaciones de derechos de adua-
na.
Al efecto, por orden expresa y reiterada, dictada
en difíciles momento en que se pretendía quebran-
tar la tranquilidad social, se pidió la libre interna-
ción de ese armamento policial por intermedio de
Carabineros. En el oficio pertinente se decía, y con
con letra;. mayúsculas, que "los cajones vien2n rotu-
lados "Dirección General de Investigaciones".
El Ministerio del Interior hizo suyo el oficio y
el Ministerio de Hacienda dictó los decretos corres-
pondientes, sin hacer reparo alguno al hecho de que
Carabineros tramitara documentos que venían cla-
ramente consignados a Investigaciones. La Contra-
loría General de la República, siempre muy celosa
en lo que a decretos se refiere. nada reparó, aún
cuando, al igual que en e1 Ministerio de Hacienda,
debieron comprobar que toda la documentación
aduanera venía caratulada con la expresa indicación
de que el consignatario era Investigaciones.
La Ordenanza de Aduanas, en su Art. 186, esta-

225
blece que "fraude es todo acto que eluda, tienda a
t'ludir o a frustrar las dispasiciones aduaneras con
el ánimo de perjudicar los intereses fiscales".
No existía, en la orden que acaté, otro ánimo que
el de proporcionar armamento al Servicio de Inves-
tigaciones. Su Jefe, el señor Muñoz, había represen-
tado que carecía de armas para todo su personal y
las que tenían estaban en tan mel estado que cons-
tituían un serio peligro aún para sus propios porta-
dores.
Aprovechar los beneficios aduaneros de una
repartición policial, como es Carauineros, para otra
policía dependiente del mismo Ministerio, como lo es
Investigaciones, no permitía ni permite lucrar a na-
die, ni perjudica los intereses fiscales. El Fisco no
puede defraudarse a sí mismo.
Disponer, entonces, que se oproveche la fran-
quicia aduanera para otra institueión no constituye
sino un acto administrativo-gubernativo, nOi doloso,
porque no causa daño al Fisco. La intención perse-
guía un solo objetivo: dar, en momentos graves, ar-
mas a la policía civil que siempre está más expuesta
al ataque de los maleantes. Ya h:ibían asaltado con
éxito a detectives, sin que investigaciones pudiera
• dar cuenta de ello a los tribunales por lo vergonzoso
de lo ocurrido.
Esto lo sabía e1 General Arturo Queirolo pero te-
nía interés en encontrar incorrecta mi administra-
ción para justificar cuanto me había desprestigiado
en las esferas gubernativas. Tan pronto se recibió
del cargo, nombró Jefes y Oficiales para averigur:i:-
todo lo que podia criticarse y, como en los casos ante-
riores, denunció indirectamente este supuesto es-
cándalo, empezando por dar sus informaciones a los
periodistas.

226
La Contraloría, que instruyó un sumario sobre
este asunto, puso los hechos en conocimiento de la
Superintendencia de Aduanas. Allí permaneció "en
estudio" casi tres años y, a fines de 1960, se me citó
a declarar al 29 Juzgado de Valparaíso. Expresé al
Magistrado lo mismo que he relatado, en la parte
que a mí concernía, esto es, que había obrado por
resolución gubernativa. Podía comprobar que no
había intervenido sino en la petición que bien pudo
ser tachada por los Ministerios y Contraloría Gene-
ral de la República . Los decretos no los dicta un
General de Carabineros. Agregué que ninguna in-
tervención había tenido en la compra, transports, ni
trámites de desaduanización, porque no me corres-
pondía.
Algo extraño debo hacer notar . Las disposicio-
nes legales aduaneras, en su Art. 187, dicen: "la 1·es-
ponsabilidad por los actos u omisiones penados en
esta Ordenanza, prescribe en el plazo de dos años,
con excepción de la de los funcionarios o empleado~
de Aduana que prescribirá en cinco años".
En la Superioridad Aduaner~ demoraron más
de dos años en "estudiar" los antect¡dentes. Después
de este lapso, prescrita la responsabilidad penal para
los importadores, ante presiones ·'superiores", a las
que no estuvo ajeno el General Queirolo, hicieron
la denuncia al 29 Juzgado del Critnen de Valparaíso,
por fraude aduanero. Los empleados públicos que
intervinievon pasaron a ser, entonces, los únicos que
debían afrontar la acción penal porque para ellos,
la responsabilidad prescribía a los cinc1, ~;ñ os . Se
salvaban los importadores; se juzgaría a lo.:: emplea-
dos públicos del período Ibáñez.
Queda una última parte de este sainete que pudo
titularse "Sabrosa Escandalera".

227
El Sr. Santiago Castro Holley, ex Oficial de
Aviación, experto en importaciones y otros negocios,
a quien en su oportunidad me negué a aceptar sus
proposiciones de venta de revólveres, reclamó en 1957,
al Director General de Investigaciones, un mayor
precio de siete y medio millones de pesos por dife-
rencia en la cotización de los dólares adquiridos para
la importación del armamento vendido a esa reparti-
ción. El Sr. Muño~ Monje ni siquiera lo recibió. Cas-
tro no persistió en la cobranza de esa cuantiosa sum9.
sino años después, cuando estuvo asegurada la pres-
cripción de la acción penal que podía afectar a 1a
firma Alesca, de que formaba parte.
Los importadores, repito, ya estaban fuera del
alcance de la ley. El Sr. Castro, de socio importador
pasó, después de tres años, a ser denunciante de ese
supuesto fraude aduanero, con derecho a reclrrn18r,
por esta feliz circunstancia, más cte treinta millonns
de pesos que le corresponderían como galardón por
su desinteresada cautela de los interesies fj¡scales.
Según me expresó, antes de la denuncia, "Jaime
Silva le aseguraba éxito en la gestión"; pero él se
contentaba solamente con los siete y medio millones
que "había perdido" en la operación con Investiga-
ciones.
Se deseaba nuevamente usar la justicia militar,
ya no como instrumento de venganza sino como ele-
mento productor de dinero.
Cerrado el proceso, se dictó sentencia de término
y, a petición, se me extendió el siguiente certificado:
"En cumplimiento de lo ordenado en el decreto de la vuelta,
certifi:o que son efectivos los hechos expuestos en los cuatro
puntos indicados, ya que en la causa N9 47.014, por denuncia
de la Contraloría General de la República, por fraude aduanero,

228
se di~tó, con fecha dos de Marzo de mil novecientos sesenta y
uno, auto de sobreseimiento definitivo, y elevada la apelación
por el representante del Fisco, la Iltma. C'orte de Apelaciones
de Valparaiso, por resolución de fecha quince de julio de mil
novocientos sesenta y uno, confirmó dicho auto de sobresei-
miento definitivo, resolución que se encuentra ejecutoriada".

En Noviembre de 1958, Don Jorge Alessandri


Rodríguez, Presidente de la República, muy emocio-
nado expresó que había asumido la Primera Magis-
tratura "para enjugar las lágrimas que hizo derra-
mar su padre . .. "
Se comprobó mi inculpabilidad en todos los pro-
cesos militares incoados. Quedan en el rostro de mi
esposa e hijos las huellas del dolor que debieron so-
portar ante los vejámenes sufridos.
Muchos se preguntan, ¿quién irá a enjugar las
lágrimas que se derramaron en el período del Excmo.
Sr. Jorge Alessandri? Porque es a él a quien se acusa
de la persecución de que se me hizo objeto durante
su mandato.
A los que así creen debo decirles que no culpo
al Sr. Alessandri de los vejámenes de que se me hizo
víctima ni de los dolores sufridos por los míos. Co-
nozco La Moneda desde 1928. Antes que se creara la
Cortina de Hierro, ésta ya existía en el Palacio de
Toesca. Muros de aduladores y escaladores de posi-
ción oficial no dejan ver al Primer Mandatario. Los
mentirosos no dejan conccer la verdad. ¡Cuántas
caretas conocí a través de períoclos pi'esidenciales!
¡Cuántas vívoras vestidas de frac! ¡Y ct:.ántos torpes
que de buena fe recojen mentiras para repetirlas ante
el Jefe del Estado! El Presidente Ibáñez, igual que
el León de Tarapacá, sabía que para conocer la ver-

229
dad había que salir al balcón y ver al pueblo, y que
para conocer a los Jefes de Servicio había que tra-
tarlos personalmente, porque, en caso contrario.
quedaba entregado a la suerte de esos Ministros que
falsean mintiendo, mienten callando, o faltan a la
verdad repitiendo, con inocencia senil, las falsedades
que les cuentan colaborados intrigantes, vengativos
o perversos.
Siempre pedí especial observación hacia aque-
llos subalternos que aparecen como extraordinarios
cumplidores de sus deberes. La • xperiencia me había
0

enseñado que no pocos de aquéllos obran guiados por


un sádico espíritu que opera bajo una capa de estric-
tez prqfesional . Detienen un auto para revisar los
documentos del conductor y si no encuentran obser-
vación, piden el padrón del coche. Ante la confor-
midad del documento, revisan Jas luces delanteras;
si éstas funcionan bien, inspeccionan el señalizador
de viraje, y así, revisan y controlan con el ceño duro
cuanto pueden, hasta encontrar el detalle que cons-
tituye infracción. Entonces, con la satisfacción que
les brilla en los ojos, representan al conductor su
falta imperdonable.
No actúa la vocación en estos intransigentes ser-
vidores; no opera en ellos el deseo de hacer el bien
a los demás, exigiendo el orden establecido . Sólo se
valen del reglamento para darse el placer de dañar
a terceros, amparándose en su calidad de represen-
tantes de la ley. Gozan, ocasionando molestias o
agrwios. Sienten la íntima satisfacción del sádico.
Como éstos, los hay en todas las jerarquías. Si
no hubiesen ingresado al servicio policjal, habrían
sido perseguidos por la policía, pues como anti-sociales
y sin amparo del empleo, habrían tenido que respon-
der cuando procedieran guiados por esa llama inte-
rior que no es vocación, sino maldad en potencia.

230
Este tipo de "servidor" es •el que eliminé a toda
costa. Esos hablaron de mi tiranía en el e jercicio del
mando. Los privé del uniforme que les encubría.
Sólo persistían en su reincorporación remerorando
el campo propicio para la impunidad. No pueden
trabajar en otra cosa. Eso es lo que no me perdonan.
La actuación de quienes me calumniaron y el
hambre apremiante que obligó a mentir a quienes
pretendían ocupar un puesto mejor, merecen mi más
profundo reconocimiento. Sin tan canallescos medios,
no habría logrado justificarme fehacientemente ant,e
la opinión pública.
Los tribunales militares de primera instancia,
pese a la marcada parcialidad con que en un princi-
pio actuaron, sirvieron para despejar esa nebulosa
que con la injuria y la difamación, quisieron cubrir
mi nombre. La prueba documental triunfó sobre la
calumnia.
Cinco procesos militares y más de treinta suma-
rios e investigaciones administrativas dieron pábulo,
durante años, a la maledicencia de esas masas velei-
dosas que el día de la exaltación, besan los pies y las
manos del que está en el poder y ven a un tirano en
el ídolo de ayer. Cinco procesos que sirvieron tam-
bién par~ que, quienes conocieron paso a paso mi
administración y mando, me hicieron objeto de su
más franca adhesión y estímulo, manifestando a la
vez, su repudio, en contra de un régimen que se ser-
vía de tan nefastos medios, para fustigar a quien
creía su enemigo político.
A todos los que quisieron compadecerme en esos
momentos duros de la más atroz injusticia y perse-
cución que jamás haya scportado un General de
Carabineros, dije con altivez que recibía con tran-
quilidad todas las acusaciones hechas, porque así,

231
ante la Justicia, sol que brilla, habría de d,ejar en
claro, como la luz del día, lo que fue mi jefatura
máxima durante seis años.
Carabineros de Chile no puede calificarse por
unos cuantos pervertidos morales que nunca debie-
ron haber pertenecido a tan noble institución, cuyo
.prestigio habrá de recuperarse mediante el esfuerzo
d,e aquéllos que militan en sus filas, guiados por una
bien sentida vocación, que les conduce a reconquis-
tar la transitoriamente perdida grandeza institucio-
nal .
Así, como la Justicia me relevó de toda culpa,
así también, la sociedad colocará de nuevo a la ins-
titución en es,e sitial de aprecio, afecto y respeto en
que estuvo durante muchos años.
El prestigio que se hizo tambalear como conse-
cuencia de la pérfida campaña sostenida, dirigida y
financiada por un ex-delincuente juvenil que llegó a
la Jefatura, habrá de recuperarse; pero quienes real-
mente aman a la Institución, no deben olvidar •31
nombre de aquél que, por bajas pasiones y reconoci-
miento propio de su incapacidad, inició su mando,
desprestigiando calumniosamente a quien fuera an-
tes su Instructor y su superior jerárquico.
Los que no alcanzan a comprender hasta dónde
llega el sentimiento de la lealtad que nace junto a
la admiración, aseguran que, alejado a tiempo del
-lado del Presidente Ibáñez, ninguna persecusión ha-
bía sufrido. A los que esto afirman, debo repetir lo
que siempre he sostenido. Comprendí que mi retiro
del servicio, seis meses antes de cumplirse el mandato
presidencial, habría sido ventajoso; pero sobre mi
situación perscnal estaba mi conciencia. No podía
abandonar el barco en la hora undécima como los
funcionarios-ratas. Veía cómo muchísimos "amigos

232
del Presidente" prematuramente, se estaban acomo-
dando con los políticos de mayores expectativas y re-
cordé otros períodos presidenciales.
En dos oportunidades conocí la ingratitud hu-
mana, más inhumana cuanto más cerca se está de
La Moneda. A dos Presidentes vi solos, completamente
solos, a pocos días de la entrega del poder. El come-
dor, que ante permaneciera repleto de amigos, al fi-
nal se veía desierto: quedaba poco que comer. Los
días estaban contados y nadie quería comparecer el
día del Juicio Final.
Con dolor presencié en una oportunidad, cómo
un Presidente de la República, al vestirse de etiqueta
para entregar su mando, no tuvo quien le buscara
una "collera" que urgentemente necesitaba. Hasta
los mozos habian desaparecido del Palacio con el
pretexto de concurrir a la ceremonia.
En otra ocasión vi desiertas esas galerías, don-
de, en días de gloria, se suman más visagras huma-
nas que el total de las colocadas en las puertas y ven-
tanas del Palacio. Sillones vacíos. Las rojas alfom-
bras de los pasillos parecían más largas. Un peque-
ño deterioro de una de ellas, que antes pasaba inad-
vertido bajo los pies de numerosa y selecta concu-
rrencia, se observaba, entonces, demasiado grande
para no haberla visto antes. Hasta los bustos de pa-
sados Presidentes, que allí se exhiben, parecían tener
caras sombrías, como si recordaran iguales circuns ·
tancias en su vida de Mandatarios.
No quise que le ocurriera como a otros, al Man-
datario que serví en sus primeros y más tranquilos
años de gobernante, porque mi deber de policía era
estar a su lado en los últimos días, en que los tramo-
yistas del escenario de la vida nacional van oorriendo

233
el telón, en el final de uno de los cuadros de ese gran
drama que se intitula "República".
El primer año de gobierno, la policía ha de cui-
dar al Primer Ciudadano de la Nación porque está
expuesto a caídas y bruscos roces, como consecuencia
de las multitudes que se abalanzan sobre él para de-
mostrarle su adhesión; en el segundo año, cuando
empiezan las desiluciones de los que no obtuvieron
los esperados puestos, debe estar alerta porque el am
biente se nota frío; al tercero, ante caldeado áni!r,O
de un pueblo que empieza a ver frustradas sus esp:.. -
ranzas, los bastones de los carabineros se levantan
amenazantes; en el cuarto, la ca1abina muestra su
culata y, en el quinto, vienen los disparos. El sexto
año, el Presidente no causa preocupaciones a la poll-
cía porque todo el interés se dirige hacia los candi-
datos y pasa al olvido quien todavía rige los destinos
del país. Con propiedad, pued,e decirse: solo, comple-
tamente solo, como en los últimos días de un Presi-
dente.
Era imposible evitar mi final. Irme antes, habría
sido traicionarme a mí mismo. Por ello, a pesar de
las advertencias, afronté hasta 103 últimos días del
mandato y fui uno de los primeros en visitar al ex
Mandatario, para reiterarle, entonces como amigo,
mi afectuosa adhesión. Simbólicamente, cubrí su
retirada, aunque él no lo necesitó, porque muchos
otros lo acompañaron.
Al término de mi Comando, pude libremente ha-
ber salido al extranjero y evitarmf' los malos momen-
tos. Ningún precepto legal me prohibía salir del
país, ni legalmente nadie podía obligarme a perma-
necer en él; aún más, recibí insit1'1aciones de aban-
donar mi Patria. Preferí, sin embargo, afrontar,

234
como General, la tormenta que de antemano se me
avecinaba.
Pese a la baja persecución de que fui objeto y el
peso de la experiencia soportada, si el reloj de la
existencia retrocediera, volvería a comportarme de la
misma manera.
Y a los que me dieron tan sabios y oportunos
consejos, ies volvería a contestar: ¡Hay que saber
morir de pie!

235
INDICE

Mi nombramiento .................................................................................... 11
Empiezo a conocer el oficio .................................. .................... .......... 16
Estado de mi situación profesional y económica .......................... 18
Lo que no pu je aprender .................................................................... 22
Seis años ............ ..... ...... ............................ ............. ................ .................. .. 25
Mi r etiro ........................................................................................................ 43
Cambio de jefatura ................................................................................ 48
P rensa ............................................................................................................ 53
Ataques en la Cámara ............. ............................................................ 60
Diputado Sr. Daniel Zacarías Pantoja A. .................................... 83
Mentir. . . mentir .................................................................................... 86
Una lección .................................................................................................. 103
Como pagaron .. ... ................................ .... .................. ............................ ... 113
:? úñiga .......................................................................................................... 116
Mentiras de Queirolo .............................................................................. 117
Coincidencias .............................................................................................. 121
J usticia militar .......................... ............. ................................................. 125
Fuero militar ............................................................................................ 130
,:uzgado militar ........................................................................................ 133
E l juez militar ........................................................................................ 136
F iscales militares .................................................................................... 137
Secretario de Fiscal 138
Primer Proceso
Malversación de Fondos ...................................................................... 147
Invitación a Río de Janeiro .............................................................. 141
Sobreseimiento definitivo .................................................................... 164
Sobreseimiento moral ....................... ........ ................... ........ .................. 156

Segundo Proceso
Del confidencla,I .. .................................................... .................................. 163
El juego ......................... ............................................. ........ .... ...................... 168 •

Tercer Proceso

El juego ilefal en Santiago .................................................................. 177


Paralelo 185

Cuarto Proceso
Juego !legal en Puerto Varas ............................................................ 187

Quinto y último Proceso

Internación ilega l de armas ............................................................ 226


5 PROCESOS MILITARES
A UN GENERAL

por Jorge Ardiles Galdames

se terminó de imprimir el dia treinta de


marzo de mil novecient05 sesenta y cinco
en los Talleres de Aratrclbla Hnos., Co..
ronel Alvarado 2602, Santiago de Chile.

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