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CADENA PERPETUA

A ti, que cercenaste aquella vida de agua y sal, sin pecados que contar, con travesuras que
soñar. A ti, que eres portador del deseo de venganza y odio, que convertisteis en dolor el
amor, en recuerdo y añoranza su día a día, en rabia su paz, en pasado su presente y su futuro.
A ti, a vosotros, asesinos: Cadena Perpetua.

A ti, indolente, que no te consterna de la misma forma la muerte de Gabriel que la de Aylan;
que vives en la lejanía del latir de una guerra imperdonable, como todas; que llevas firme tu
cuchara llena de comida caliente hasta tus fauces mientras observas fríamente como se
consumen familias enteras, niños cuidando a niños, desvalidos, sin hogar, cuyos alientos
mueren en la destrucción de la que no te sientes mínimamente cómplice; que piensas que la
balsa en la que vuelcan sus gabrieles son un ataque contra tu raza superior que se ganó un
mejor derecho; que no entiendes que esos pescaítos que nunca respiraron el derecho a la
libertad, son los que ahora adornan tu estado. A ti, indiferente: Cadena Perpetua.

A ti, creyente de quita y pon, que te engalanas para ver a tú Cristo, que pides un respeto que te
has ganado por el mero hecho de creer merecerlo; oprobio de la religión que dices procesar;
cínico de manual cristiano que defiende justo lo contrario que tus mandamientos profesan;
hereje vestido con traje ceñido y cera que exiges venganza en manos de otros. A ti, oportunista
de Fe: Cadena Perpetua.

A ustedes, señores de la muerte elegidos que compran las voluntades a un pueblo resignado;
adalides del ejército de la vergüenza que os defiende contra sus propios hermanos,
apadrinando una justicia herodiana en la cual el aliento putrefacto de los poderosos vale
60.000 millones de euros más que el de una familia, cuyos padres, desesperados, incineran
sus vidas ante la ausencia de esperanza. A ustedes, señores del gobierno: Cadena Perpetua.

A vosotros, medios de comunicación que humillan a la ignorancia convirtiéndola en sabia; que


desprecian la inquietud por la verdad y el raciocinio; que engañan a conveniencia de los
anteriores para acallar el fuego de la lucha contra los parásitos que nos amordazan hasta
nuestras palabras; que lo cambian todo para que nada cambie. A ustedes, medios de
manipulación: Cadena Perpetua.

A ti, maltratador, que atemorizas porque vives en el terror de la penumbra; que matas con el
corazón en entrañas porque hace tiempo que ya sólo te queda el miedo del que te sufre; que
no asumes haberte convertido en un cadáver del cariño, de la confianza y que debajo de tus
alfombras sólo queda el salto al vacío. A ti, que mutilas las noches llenas de unicornios y las
vistes de sombras negras y alargadas. A ti, malnacido: Cadena Perpetua.

A ti, maltratadora, que se aprovecha de la aflicción de las anteriores para torturar a los que
fuisteis quimera uno del otro; que encuentra en sus hijos el arma arrojadiza con que
atormentar cada respiración acongojada del perseguido y sumirlos en el más profundo de sus
pesares hasta el fin de sus días. A ti, malnacida: Cadena Perpetua.

A ti, cobarde, que a pesar de conocer alguna situación en la que va la vida en ello y no tienes
los bemoles o los ovarios de denunciarlo en busca de la protección propia mientras
desproteges la pureza. A ti, también: Cadena Perpetua.
También a usted, señor juez, señora jueza, que deja la imparcialidad en un concepto menor;
Caudillos de la ingeniería financiera que utiliza las leyes para castigar con mayor o menor
vehemencia a unos que a otros; que destruye la confianza del linaje de unos ciudadanos ya de
por sí advertidos a base de méritos de que la injusticia no es igual para todos. A ti, que
impartes la ley del más fuerte: Cadena Perpetua.

A ti, mamá, papá, que no das los mejor de ti mismo para que tus hijos sean educados en
libertad, en el respeto, en la tolerancia, en la empatía, en la justicia, en el sacrificio, en la
bondad, en el esfuerzo, en el amor, en el perdón. A ti, por querer que se conviertan en lo que
tú no lograste: Cadena Perpetua.

A ti, hija, hijo, que a pesar de ser conscientes de que los anteriores dieron lo mejor de sí
mismos, que pusieron su poca o su mucha carne en el asador de los torpes, que, con sus
defectos, dejaron sus mundos aparcados para crear uno nuevo en el que eras protagonista
principal, y a pesar de todo ello, hoy los abandonas, sumisos, a su suerte; que no encuentras el
momento para llamarles o visitarles en la cárcel del desprecio en que se encuentran; que llevas
tanto tiempo sin decirles “papá, mamá: te quiero, te echo de menos”. A ti, indigno, que no
sabes querer: Cadena Perpetua.

A mí, por escribir estas palabras y ser cómplice por acción u omisión de algo de lo
anteriormente escrito, sin duda: Cadena Perpetua

Cadena perpetua a la cadena perpetua.

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