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dad, lo hiciera para poder sentirme mal en paz y no por los Después, pienso en Nicolés y en su tono suspicaz cada vez. que digo que estuve estudiando, como sino me creyera. Ni siquiera ue estudio sola—y lo sabe— confia en que esa es la verdad. Me enfurece, pero mas me enfureceria darle la razén sobre eso. Dejo que se haga la hora de entrar a clase sin hablar con ellos. Dejo que el ancla se quede donde ests. Llego a casa con un dolor de cabeza incipiente. Deberia ponerme editar un video, pero la sola idea me da infinita pereza. Mis pa estén trabajando, asf que la casa esta vacfa. Me preparo algo para tendar sin pensar demasiado y después tomo paracetamol. Por la ventana de la cocina veo la ciudad. El sol se derrite los techos de los edificios y me reconforta un poco su color dorak Extrafio esos tonos; ahora todo es grises y azules, Iluvia y viento, lencio y soledad. Intento estudiar primero. No logro concentrarme, asf que tomo antiquisima versién de Mujerctas de mi abuela y busco en el cel donde me quedé, Una de las cosas que més enlentecen mi 5 que no puedo evitar imaginarnos a nosotras como las herm: March. Sé que me corresponde el papel de Amy, que Eliana es amable como Beth, que Maite se parece masa Jo y que Abigail nos cui- da como Meg. Cada ver.que pienso en eso, se me humedecen 10s ojos. Reviso el celular. Tengo un mensaje de Nicolés, por lo menos, Lo leo sin abrirlo, desde la notificacién. Mafiana es sabacio. Lo pienso con cuidado; no tengo planes, pero ‘no sé si quiero salir con él si sigo con el dnimo por el piso. Tampoco puedo hablarle de lo que me pasa, no se implica de esa manera en mi vida. Ya lo dej6 claro hace tiempo y no tengo ganas de insistir. {i\go con el celular en la mano. Sin pensarlo mucho, abro el chat de W\9, Sigue siendo mi mejor amiga, zno? Es decir, mi discusién fue Maite, no con ella. Puedo hablarle cuando quiera. Dudo. ‘Aifinal, termino por escribirle. Contesta un rato después, supongo que al tener un momento libre de trabajar en el café. Me pone nerviosa que demore en contestar. No sé si estoy prepara- ‘da para que rechace mi invitacién. Dejoescapar un suspiro de alivio. Menos mal. Si, por supuesto, cla- to que quiero hacer una maratén de peliculas con ella, sobre todo si on adaptaciones mas viejitas. Me invade algo parecido al entusias- mo. Se siente extrafio en mi cuerpo, casi olvidado.

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