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Cazador moderno— Se habfa reservado, en estas « vacaciones, un dfa de caza. Se sentia confiado, pulsando con firmeza el metal frio del arma mortifera. En ese momento, a pesar del siglo XX, la biodiversidad, de las especies en vias de extincién y de tantos conceptos en onda, comiaspor sus venas el instinto sanguinario del cazador primigenio, acechando a Ia presa esquiva. Avanzaba despacio, desmalezan- do esa selva rubia y frondosa, que- mada por el sol de] verano. “La eter- na puja entre el cazador y la presa en su versién posmoderna”, pens6 para sus adentros. E] sabia que se habia escondido alld, detras de aquellos matorrales, 0 mimetizado en las zonas mas secas del follaje. 5 Le invadié una emocién atdvi- ca, un ansia de muerte, de sangre de- rramada, que le sorprendié. “Las puisiones del hombre primitivo per- manecen”, reflexion. “El persegui- dor de mamuts, de tigres de Bengala, de jabalies, ahora est en mf, la maza, Jel arco y la flecha, la vieja carabina, son ahora este moderno metal cro- mado que Ilevo en mi mano”, siguié pensando. Algo -jun movimiento? ;algu- na vibracién ignota?- le revel6 la pre- sencia del animal. No lo vefa, ni lo sentfa, pero sabfa que estaba alli ade- ante, en su camino, en un inevitable encontronazo con la muerte. El coraz6n le bombed con mas fuerza. Se secé el sudor de Ja fren- te. Sus ojos se le inyectaron en san- gre y experiment6 un odio inconteni- ble por la presa. “Es la bestia ancestral que se asoma desde mis entrafias”. pens6. De pronto Jo vio. Sus’ asquero- sas pates surgian entre la espesura. Levanté el arma e hizo pumterfa. Con un movimiento diestro, veloz. pasé el peine fino metalizado por los cabe- Tlos subios de su hija, pero el piojo fue mas rapido y logr6. escabullirse. Apunté mejor y lo pas6 al ras, ara- fiando el cuero cabelindo de la nia... y af estaba, pataleando, el pioyo abombado por el niojicida, haciendo un postrer esfuerzo por escapar de la parrilla de la Santa Inquisicién y re- gresar a la pelambre donde esconder- se y seguir viviendo. Pero no, habia Hegado su hora . precisién , en el cadal80, @nifré"Tas ufias del pulgar y el indicador: ¥ presiand | La estructura del"bicho €ruji sangre que salpic6 si alma del bafo. a “El noveno que cazas, papa”, le dijo su hija, levantando la cabeza, mientras él exhibia el cadiver con orgullo de cazador furtiva, Pablo Vierci tomado de la Revista Posdata El lo colocé, con.) 4

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