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NOS LLAMÓ CON LLAMAMIENTO SANTO

Éxodo 19:5-6 Ahora, pues,


si diereis oído a mi voz, y
guardareis mi pacto,
vosotros seréis mi especial
tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es
toda la tierra. Y vosotros
me seréis un reino de
sacerdotes, y gente santa.
Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

Introducción. Hoy hablaremos de la importancia del llamamiento santo


de Dios, hecho a cada uno de nosotros. Este llamamiento no nos lo hizo
el hombre, no es de origen natural ni terrenal, es de Dios. El texto de
nuestro estudio nos habla de dos ordenanzas y tres otorgamientos
especiales:
1. ORDENANZAS:

1.1. Dar oído a su voz. Es poner todos nuestros sentidos atentos a lo que
Él nos habla y nos enseña. Qué bueno es escuchar su voz, nos
proporciona su ternura, paz y gozo. El saber oír, va acompañado de
ejecutar lo que oímos y aprendemos y somos comparados como
personas prudentes que saben construir sobre buen fundamento
(Mateo 7:24) (Hebreos 3:7).
1.2. Guardar su pacto. Un pacto tiene demandas y promesas. Dios nunca

nos pide hacer algo que Él no haya hecho, Él es Dios verdadero, Dios
fiel, que cumple su palabra y muestra su fiel amor para con los que lo
aman. Deuteronomio 7:9. Nosotros, como pueblo de Dios, de igual
forma, debemos tener en cuenta, ser verdaderos hombres de Dios,
fieles en todo tiempo, que hemos aprendido a cumplir nuestras
promesas de fidelidad y que nuestro amor por Él, es constante y
definido. Josué 22.5.
2. OTORGAMIENTOS ESPECIALES:
2.1. Seremos su especial tesoro. Hablar de tesoro, es hablar de algo muy

especial y de un altísimo valor. Si oímos su voz y cumplimos nuestras


promesas de fidelidad al Señor, entonces, venimos a convertirnos en
su tesoro. Es decir, algo muy especial para Él, lo guardará en su
corazón, seremos su propiedad, Él cuidará y nos defenderá como su
tesoro Isaías 43.4; 60.1
2.2. Seremos un reino de sacerdotes. Antes los sacerdotes venían del

linaje de Aarón, hoy, nosotros, la iglesia, venimos del linaje de


Jesucristo. La función principal del sacerdote era interceder por el
pueblo de Israel, pero para cumplir este oficio, debía ser santo,
apartado de todo lo malo Isaías 61:6. La iglesia ha venido a ser un
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa y un pueblo adquirido
por Dios, para que cumplamos con el encargo de la predicación del
evangelio de nuestro Señor. 1 Pedro 2:9. Jesucristo, es nuestro
modelo por excelencia, Él es nuestro Sumo sacerdote, a Él
imitémosle. Hebreos 4:14-15
2.3. Seremos gente santa. -La palabra hebrea para santo es “qadosh”,

que significa ser santificado, consagrado y dedicado, o sea, estar


separado del mundo y de las cosas mundanas. Así nos dice Levítico
21:6. Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios,
porque las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios
ofrecen; por tanto, serán santos.
CONCLUSIÓN. Como sacerdotes y pueblo santo del
Señor, mantengámonos firmes en nuestra vocación;
sigamos doblando rodillas, presentemos delante del
Señor, incienso aromático, hagamos que la luz de
nuestra lámpara del amor y de la esperanza nunca se
apague, presentémonos delante de Él santos y puros
como es digno de un sacerdote, del orden de nuestro
Señor Jesucristo. Apocalipsis 1:6; 5.10. Que nuestro
temor sea reverente y hagamos que, por nuestra santidad, otros también
anhelen ser para Dios.

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