Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Alberto Müller
El análisis y la comprensión de los fenómenos sociales se presenta hoy día como una
tarea -o un conjunto de tareas- de gran amplitud, heterogeneidad y complejidad, que
comprende tanto actividades de clasificación y medición de material empírico como de
análisis y reflexión teóricos.
Lejos de constituir un hecho casual, esto se debe a que la creciente división del trabajo,
la consiguiente diversificación de actividades y el desarrollo de mercados de ámbito
cada vez mayores tornan progresivamente menos inmediatas la percepción y
comprensión por parte de los individuos del carácter y funcionalidad del conjunto de
organizaciones en las que se encuentran inmersos. La comprensión de la
organización económica y social del feudo medieval, por ejemplo, era algo evidente e
inmediato, por lo que la reflexión se centraba más en la ética y la legitimación, que en
cuestiones referidas a hechos.
De acuerdo a este autor, "los conceptos de la ciencia, como los de la vida cotidiana,
pueden ser divididos en tres grupos principales: clasificatorios, comparativos y
cuantitativos" (pág. 77).
Los conceptos clasificatorios son simplemente aquéllos que permiten ubicar una
entidad cualquiera dentro de una cierta clase o conjunto; notemos que al referirnos a
"entidades", estamos aludiendo tanto a objetos como a procesos. Las clasificaciones
(o taxonomías) con que toda ciencia funda su actividad se realizan a partir de este tipo
de conceptos; pero en realidad esta actividad está siempre presente en el lenguaje
humano, dado que las propias palabras constituyen referencias a categorías
clasificatorias: una simple frase descriptiva como “las vacas comen pasto” supone ya
una actividad clasificatoria, al utilizar como conceptos generales “vacas”, “pasto” y la
acción de “comer”.
Los conceptos comparativos "desempeñan algo así como un papel intermedio entre
los conceptos clasificatorios y los cuantitativos" (íbidem), y nos indican "de qué manera
se relaciona un objeto con otro, en términos de mayor o menor" (pag.78). Una
afirmación del tipo siguiente podría ser un ejemplo de empleo de un concepto
comparativo: "en un mercado, el precio de equilibrio en monopolio es más elevado,
que el que resultaría de una situación concurrencial".
Por su parte los conceptos cuantitativos surgen de asignar un valor numérico, dentro
de una misma escala, a un aspecto o dimensión de una entidad o conjunto de
entidades.
Interesa por último enfatizar dos aspectos de importancia, relacionados entre si, que
hacen a las actividades de clasificación y medición.
• En segundo término, ellas no se realizan como fines en si mismos, sino que deben
responder necesariamente a determinada intención, formulada por el sujeto. En otros
términos, no tiene sentido la clasificación o mensuración de por si, sino en función de
determinada actividad cognitiva.
En síntesis, en todos los casos se requiere una posición activa por parte del individuo,
por cuanto las entidades no se clasifican o miden por si mismas.
Diremos que medimos una variable-stock, toda vez que la mensuración es realizada
en un instante de tiempo. Así, por ejemplo, el peso de un objeto se establece en un
momento del tiempo; lo mismo ocurre con la población de un país, con los activos y
pasivos de una empresa, etc.
Nos encontraremos en cambio con una variable-flujo cuando se trate de una medición
que se realiza a lo largo de un período de tiempo. El caudal de un río, la cantidad de
nacimientos de un país, las ventas de una empresa, la cantidad de calorías ingeridas
por un individuo, son todos casos donde la mensuración requiere especificar un
período de tiempo.
En el caso de las variables-stock, es obvio que las mismas sólo tendrán sentido
cuando referidas a un momento específico. Normalmente, sin embargo, tal referencia
se explicita sólo para aquellos casos en los que efectivamente el paso del tiempo
puede traer consigo cambios en la variable considerada; caso contrario, la referencia
temporal puede quedar implícita. El valor del conjunto de los bienes de capital de un
país por cierto que no es constante a lo largo del tiempo, por lo que esta medición sólo
tendrá sentido si se la especifica temporalmente. El peso de un elemento poco
alterable en condiciones determinadas será en cambio constante (o fluctuará en forma
no significativa) en cualquier momento, por lo que la referencia temporal se torna
superflua.
¿En que difiere ahora la naturaleza de lo que se mide mediante cada una de estas
dos clases de variables?
Las variables-stock, al estar definidas para un instante del tiempo, revelan aspectos o
dimensiones estáticas de una entidad u objeto; esto es, se refieren a su estado. Por
su parte, las variables-flujo, al requerir para la mensuración el paso del tiempo, reflejan
necesariamente aspectos o dimensiones dinámicas; esto es, miden procesos. No por
ello, sin embargo debemos deducir que existen fenómenos estáticos y dinámicos: lo
real se desarrolla necesariamente a lo largo del tiempo; lo que varía es nuestro objetivo
y criterio de medición.
Incidentalmente, vale la pena notar aquí una ambigüedad del modelo neoclásico de
equilibrio general y otros similares, que se manifiesta a partir de esta distinción entre
medición de stocks y de flujos. Por un lado, este tipo de modelos supone (por
conveniencia analítica) que todo ocurre en un instante del tiempo; esto lleva a que las
variables que se consideran (cantidades de factores o productos) aparezcan como
variables-stock. Sin embargo la interpretación que comúnmente se da a los resultados
del modelo es en términos de variables de flujo, esto es, se lo considera una
caracterización -obviamente estilizada- de un proceso.
Una primera alternativa podría ser, en este enfoque del problema, el requerimiento
energético de cada producto, entendido como la cantidad de energía empleada para
su producción. En tal caso se considerarán cantidades directas e indirectas insumidas
para la producción de una unidad de producto final, esto es, se sumarán las cantidades
de energía que se requieren para la producción del bien de demanda final (por ejemplo
un automóvil) y para la producción de los diversos elementos que concurren para la
fabricación de éste (en este caso, neumáticos, cigüeñal, etc.). Como es obvio, esta
operación requiere a su vez homogeneizar, o sea encontrar nuevamente una
dimensión común puesto que los tipos de energía y las fuentes energéticas son de
diferente naturaleza. A tal efecto, la física dispone de procedimientos para establecer
equivalencias, en base a las características de cada fuente energética; a través de
determinados procedimientos, puede por ejemplo establecerse la equivalencia entre
las cantidades entregadas por una fuente de origen eléctrico una de origen térmico y
una de origen mecánico.
Esta dimensión tiene por cierto algunas peculiaridades, que la tornan muy diferente de
las mediciones en ciencias naturales o exactas. Por un lado, ella existe no en función
de las características materiales del bien o servicio y de su proceso de producción:
para comprender el fundamento de los valores de cambio, o precios, nos dice Marx,
"hay que reducirlos necesariamente a algo común respecto del cual representen un
más o un menos. Este algo común no puede consistir en una propiedad geométrica,
física o química, ni en ninguna otra propiedad natural de la mercancía" (El Capital,
Cap. 1). Pero si aceptamos que la dimensión común no se encuentra en aspectos
naturales de los bienes o de sus procesos de producción, no podremos eludir la
conclusión de que el valor o precio deviene de la vinculación existente entre objetos e
individuos, o entre individuos, puesto que el intercambio es una actividad desarrollada
por éstos; es en este nivel que debemos buscar "ese algo común" del que nos habla
Marx.
a) Las teorías que sustentan que lo común a los diferentes bienes es el ser producto
del trabajo humano y que consecuentemente fundamentan las razones de cambio en
las cantidades de trabajo. Tales son las teorías del valor-trabajo, o teorías objetivas
del valor, de las que Marx es el principal exponente. A fin de resolver la cuestión de
cómo agregar tipos de trabajo técnicamente disímiles, este autor abstrae las
características específicas de cada uno de ellos para identificar el concepto general
de "trabajo abstracto", entendido como desgaste de fuerza humana de trabajo.
b) Las teorías que afirman que el elemento común de diferentes bienes es aquí de la
relación entre las preferencias que los individuos ejercen en relación a los bienes y la
relativa escasez o dificultad de producirlos. Ellas son las teorías subjetivas del valor,
las que se encuentran en la base de los diferentes vertientes de la teoría neoclásica.
De cualquier forma, conviene notar dos aspectos de interés, volviendo ahora al tema
de la mensuración.
De estas observaciones surge la particularidad del valor, como medida que reviste
nítidamente un carácter social que la distingue las mediciones basadas en
propiedades naturales de los bienes.
Se han identificado dos alternativas (que no son únicas) para una mensuración
agregada: por contenido energético y por valor para cambio. Debe abordarse la
cuestión de la elección de una de ellas.
Debe subrayarse que los criterios a tal fin no deberán surgir de la propia naturaleza de
la medición, ni mucho menos de la mayor o menor facilidad de su implementación
práctica. Muy por el contrario, a rigor deberán encontrar su fundamento en su
adecuación a los objetivos de la medición a realizar, tal como ya se señalara, al
tratarse la cuestión de la clasificación y medición en general.
Debe notarse desde un principio que en esta visión los precios no nos proporcionan
indicaciones precisas acerca de la valuación que los individuos hacen de la totalidad
de los productos que adquieren mediante su gasto, sino sólo de las unidades
marginales. Por otra parte, la versión corriente de la teoría no acepta la posibilidad de
sumar las preferencias individuales; en consecuencia, los precios resultantes no
reflejan una "satisfacción de conjunto". Ello en rigor invalida su utilización a fines de
una medición agregada.
Por otra parte, este enfoque del valor es susceptible también de críticas, en cuanto a
su fundamento. De ellas, mencionamos dos:
Si en cambio se adopta la fundamentación marxista del precio, éste puede ser utilizado
como un indicador de la masa total de trabajo social contenida en la producción.
Existen sin embargo diversos problemas en este punto. Uno de ellos es inmediato:
cuando el proceso productivo da lugar a dos tipos de valores de uso diferentes (como
1 En términos más técnicos, estamos haciendo aquí referencia a la igualdad del precio con las tasas
marginales de sustitución, en el consumo y de transformación, en la producción. No es éste el lugar para
presentar esta argumentación; la misma puede ser encontrada en libros de texto de microeconomía o
de economía de bienestar.
es el ejemplo clásico de cuero y carne en ganadería), no existe criterio riguroso para
asignar las cantidades de trabajo, y por ende el valor correspondiente, a cada tipo de
producto. Existen además otras dificultades, cuya discusión escapa al alcance del
presente texto; entre ellas se mencionan la reducción a trabajo abstracto de diferentes
tipos de trabajo concreto (esto es, existe diversidad de trabajos, los que deben ser
reducidos a una medida común).y la transformación de valores en precios.
Percibimos entonces que existe una clara continuidad entre hipótesis y verificación,
siendo que los conceptos clasificatorios y cuantitativos del enunciado observable se
generan directamente de la teoría.
• Por otra parte, la consulta a fuentes tales como censos produce a su vez un nuevo
motivo de inadecuación probable con lo solicitado por cada analista. Dado el gran
volumen de información generalmente tratado, no resulta posible trabajar con la
realidad de cada unidad relevada, sino que debe procederse a la inmediata
inclusión en conjuntos, en el momento del relevamiento, o en una etapa muy
primaria de procesamiento. Por ejemplo, en oportunidad de realizarse un censo
demográfico, no se consigna en forma específica la actividad desarrollada por cada
individuo, sino que se procede a su clasificación "in situ"; por este motivo, no resulta
posible su reclasificación posterior, mediante criterios diseñados a los fines de un
análisis en particular. Estas circunstancias acarrean algunos problemas típicos,
entre los cuales podemos mencionar el de diseñar relevamientos que tengan el más
amplio espectro de utilización, y el de comparar diferentes relevamientos, para los
que se han utilizado criterios clasificatorios y cuantitativos no coincidentes. La
consideración de estos elementos es un nuevo factor de autonomización de los
sistemas de contabilización, respecto de las correspondientes matrices teóricas, en
el momento de establecer criterios y procedimientos. Es ésta la discusión central
en la oportunidad de diseñar censos, encuestas y actividades análogas.
• Por último, es frecuente también el uso del término para caracterizar la composición
de un total determinado. Se habla así de "estructura del producto bruto interno",
para hacer referencia a la composición sectorial (primaria, secundaria, terciaria, por
ejemplo). Este uso, aunque frecuente, parece poco adecuado, por cuanto implica
otorgar permanencia a una mera descripción empírica. De hecho, si hay una
característica "estructural" de economías en crecimiento es la de producir
alteraciones en la "estructura del producto", con lo cual ella dejaría de ser
precisamente "estructural"! Seguramente, es preferible el empleo de términos
menos comprometidos, como serían "composición" o "participación".
ANEXO
CONCEPTOS AUXILIARES PARA EL ANÁLISIS DE DATOS
a) Interpolación
En primer lugar, debe notarse que existe cierta relación entre interpolación y la
tendencia y fluctuaciones de una serie; más precisamente, la interpolación requeriría
conocer la tendencia y eventuales oscilaciones de la variable a analizar. Como es
obvio, la serie temporal para la que requerimos una interpolación nos ofrece un
conocimiento incompleto, al efecto. En consecuencia, debe recurrirse a la formulación
de hipótesis ad-hoc, a partir de elementos de juicio auxiliares, por lo que las
estimativas obtenidas se encontrarán siempre sujetas a error. El siguiente ejemplo
permite ilustrar este aspecto.
3) Aplicar la tasa así obtenida al intervalo de años requerido, a partir del año
1960 (es decir, 8 años):
b) Tendencia y ciclo
Interesa destacar que tendencia y ciclo son entendidas como aspectos puramente
estadísticos. No intervienen en su conceptualización elementos del análisis económico
o social (como sería el caso, por ejemplo, de una teoría que adujera que una tendencia
secular creciente del producto bruto sólo puede verificarse mediante oscilaciones
cíclicas; en este caso, la separación entre tendencia y ciclo deja de ser pertinente).
i) Determinación de la tendencia
T Variable
1 100
2 105
3 70
4 71
5 75
6 80
T Incrementos Disminuciones
1 0 0
2 1 0
3 0 2
4 1 2
5 2 2
6 3 2
Total 7 8
Se verifica en tal caso un virtual "empate", que no permite afirmar que existe tendencia
alguna.
Un método empleado con frecuencia (aunque un tanto superado por otros que se
apoyan en herramientas informáticas de cálculo) es el los promedios móviles. El
mismo consiste en promediar los valores de la variable a lo largo de sucesivos
períodos, asignándolos al período central; por tal motivo, siempre se adoptan períodos
en número impar.
T Pr.móvil de la variable
1 -
2 91.67
3 82.00
4 72.00
5 75.30
6 -
Nótese que no existe un criterio firme para establecer la cantidad de años que deben
promediarse; como aproximación gruesa, puede sugerirse que ella será mayor, en la
medida en que la serie muestre mayores oscilaciones. Pero cabe notar que no
disponemos aún de un criterio firme para establecer si existe o no tendencia.
El método más usual para obtener los valores tendenciales es el ajuste de los valores
a una función representativa, mediante el método de los mínimos cuadrados; este
procedimiento permite asimismo obtener indicaciones estadísticas acerca de la
existencia de una componente tendencial. El mismo será brevemente mencionado
aquí, remitiéndose a textos habituales de estadística para una comprensión cabal del
tema.
Vt = a + b.t,
donde Vt es el valor de tendencia estimado para la variable, t es el tiempo y a,b son
los coeficientes que se obtienen.
Por otro lado, el ciclo puede ser atribuido a razones intrínsecas del fenómeno
analizado. Son ejemplos de ello los precios de producciones procedentes de cultivos
permanentes, porque los niveles de producción reaccionan con lentitud a estímulos
de precios (por el tiempo que requiere el desarrollo de las plantas); ello produce ciclos
característicos de auge y depresión de precios.
c) Extrapolación
La extrapolación consiste en prever el valor de una variable más allá del lapso para la
cual se dispone de información; al contrario de la interpolación, se trata de estimar
valores no ya "dentro" de la serie, sino "fuera" de ella. Cabe destacar que ello no se
realiza sólo hacia el futuro, aun cuando ello sea la aplicación más frecuente, sino
también hacia el pasado (por ejemplo, estimar valores del producto bruto interno de la
Argentina para años anteriores a los que cuentan con estimaciones sistemáticas).
Sin pretensión de agotar el tema, cabe señalar los aspectos siguientes, respecto de la
extrapolación:
Una tarea central del analista en ciencias sociales (como en casi todos los otros
campos de conocimiento empírico) es la formulación de hipótesis y posterior testeo
acerca del comportamiento de dos o más variables, generalmente a fin de buscar
alguna relación de causa-efecto; por ejemplo, puede investigarse si las provincias que
presentan peores condiciones socio-económicas tienden a expulsar en mayor medida
población.
Naturalmente, para ambas variables deberá definirse con rigor los criterios de
delimitación de cada estrato (por ejemplo, determinados porcentajes de población con
necesidades básicas insatisfechas). El cuadro de doble entrada presentará entonces
9 casos posibles:
Nivel socio-económico
Alto Medio Bajo
Prov. atractoras. 1 2 3
Prov. en equilibrio 4 5 6
Prov. expulsoras 7 8 9
2 Existen a este efecto dos criterios básicos: (a) dividir la población en n partes iguales, y definir los
estratos a partir de los valores mínimo y máximo encontrados dentro de cada grupo; o (b) dividir la
Existen para estos casos aproximaciones más rigurosas. La más conocida es
nuevamente el ajuste a una función, mediante mínimos cuadrados, testeando la
significancia de los coeficientes obtenidos, tal como se indicó para el caso del análisis
de tendencia. Se remite una vez más a textos de estadística, para un tratamiento
exhaustivo del tema.
a. Coeficiente Lorenz-Gini
Población Ingreso
33% 15%
33% 21%
34% 64%
Población Ingreso
33% 15%
66% 36%
variable en n partes iguales, incluyendo en cada estrato los casos registrados; nótese que en el
primer caso, quedan comprendidos igual número de casos en cada estrato, los que se denominan
en este caso estratos autogenerados. Resulta evidente que no existe un principio general para
establecer cuál de ambos métodos (y sus eventuales variantes) es preferible.
3 En rigor, el índice puede ser obtenido sin necesidad de estratificar ni obtener porcentajes. El
Con los datos anteriores, puede elaborarse una curva, que relaciona la situación de
perfecta equidad con la distribución efectivamente existente; esta curva se
denomina Curva de Lorenz. Ella se ilustra en el diagrama adjunto; el área grisada
se denomina “área de desigualdad” (AD), siendo ésta mayor a medida que se
incrementa el desequilibrio en la distribución.
b: Coeficiente de variación
Este coeficiente surge de comparar el valor medio del atributo para toda la población
(por ejemplo, el ingreso medio) con la dispersión del atributo. La dispersión o desvío
estándar es un indicador de uso muy frecuente en estadística, siendo su fórmula la
siguiente:
4 El cálculo del coeficnete de Gini se realiza aplicando reglas geométricas elementales, a partir de
la curva de Lorenz, como fácilmente puede percibirse del gráfico.
Coef. de variación = Dispersión / Promedio
c: Primacía
Los indicadores de primacía son sencillos. Miden la importancia, respecto del atributo
considerado, de la participación de los primeros individuos de mayor participación. Por
ejemplo, la producción industrial de las 3 ó 6 primeras firmas, en una rama productiva
determinada.
a. Concepto general
Más específicamente, los números índice apuntan a medir los conceptos siguientes:
Admitida la validez del concepto de variación en conjunto (lo que implica adoptar una
postura "agregacionista"), deben definirse los criterios para ponderar los precios o
cantidades de cada bien, y obtener así la medición para dicho conjunto. Los números
índice se caracterizan precisamente por un criterio específico de ponderación.
Los números índice de precios adoptan como criterio para ponderar las cantidades de
cada bien. Ello se hace multiplicando cantidades por precios, y comparando precios
de dos períodos manteniendo fijas las cantidades correspondientes. En resumen, los
números índice de precios no hacen sino comparar el valor de una misma canasta de
bienes en dos períodos diferentes; pero se los interpreta como indicadores de la
variación de precios en conjunto. Las cantidades contenidas en una canasta
constituyen la base de ponderación, la que debe ser igual para ambos períodos, a fin
de garantizar comparabilidad.
donde:
pit = precio del bien en el período t
qit = cantidades del bien i en el período t
o = período base
Nótese por último que, desde el punto de vista dimensional, los números índice, al
tratarse de cocientes de valores, son números puros; esto es, no reflejan una
dimensión, sino una relación entre dimensiones; por tal motivo, carecen de unidad de
medida.
La base de ponderación para un número índice puede ser de dos tipos: fija o móvil.
Es importante no confundir base de ponderación con período base; éste último no es
sino el período para el que el número índice vale la unidad (o más frecuentemente,
100).
Un número índice se elabora mediante una base fija cuando dicha base no varía a lo
largo de una serie de tiempo. Un índice de precios asume en tal caso la configuración
siguiente:
.....
Los índices de base fija se denominan también índices de Laspeyres (tanto para
precios como para cantidades).
Pueden definirse alternativamente índices de base móvil, esto es, índices cuya base
se desplaza período a período. Para el caso de un índice de cantidades, adoptando
las convenciones indicadas, se obtendrán los valores siguientes:
.....
La elección entre ambos índices no puede decidirse sin antes definir un marco
referencial de análisis, para establecer su propósito. En el marco de la teoría
microeconómica, por ejemplo, esta cuestión tiene respuestas específicas (véase por
ejemplo Ferguson y Gould, 1987, cap. 3).
Cabe por último señalar un aspecto de interés. Para un único bien, es fácil mostrar
que el producto del índice de precios por el de cantidad arroja como resultado la
variación de valor; obviamente, en este caso no hay base de ponderación a elegir, por
lo que la distinción entre ambos tipos de índice no tiene sentido. Cuando se pasa a
considerar conjuntos de bienes, puede mostrarse que la combinación de producto de
los índices de precios y cantidades antes presentados no permite reconstruir la
variación de valor; esto es, el producto de los índices de precio y cantidad de
Laspeyres om Paasche no arroja la variación de valor (se omite aquí la demostración,
por lo demás trivial).
Sin embargo, puede obtenerse la variación de valor para el conjunto de los bienes a
partir de la expresión siguiente:
donde IQL, IQP, IPL, IPP son los índices de cantidades de Laspeyres, de Paasche,
etc.
Esto es, puede reconstruirse la variación de valor del conjunto de los bienes si se
multiplica la media geométrica de ambos índices de precios y cantidades. Dicha media
geométrica se la conoce también como Indice de Fischer, el que algunas veces ha
sido denominado “índice ideal”, precisamente por satisfacer la condición señalada.
3.0 Introducción
Corresponde ahora precisar qué se entiende por tales "aspectos económicos". Esta
cuestión equivale en realidad a la referida al objeto del propio análisis económico. A
fin de proporcionar una definición fundada, consideraremos dos enfoques.
Tenemos en primer término la propuesta neoclásica, a partir de la conocida definición
de L. Robbins: la ciencia económica estudia las actividades humanas en cuanto están
dirigidas a adecuar medios escasos y de uso alternativo a fines múltiples de jerarquía
diversa.
A los efectos de clarificar nuestro objeto, esta definición resulta de poca utilidad, por
causa de su pretensión de universalidad: la satisfacción de necesidades mediante
recursos relativamente escasos puede considerarse una problemática de individuos
y/o sociedades de cualquier época histórica, de manera que poco nos ilustra acerca
de qué debe ser objeto de atención prioritaria; ella no nos permite captar, como objeto
central de análisis, tanto la notable diversidad técnica y organizativa que muestran los
individuos en sociedad, a lo largo de la historia, como en los distintos sectores o
ámbitos de una sociedad determinada.
Podemos, a partir de las tres "nociones" indicadas, formular algunas preguntas que
nos permitirán guiar una presentación sistemática de los algunos elementos centrales
de la contabilidad social:
Debe destacarse que la clasificación y medición de las actividades del estado serán
tratadas por separado, debido a sus particularidades.
a) Bienes y Servicios
Mientras que los primeros son objetos, los segundos son prestaciones inherentes o
no a aquéllos, realizadas por individuos provistos de equipamientos; carecen por lo
tanto de materialidad corpórea. Una forma sugestiva de percibir esta diferencia es la
ofrecida por la noción de durabilidad: mientras que un bien subsiste a lo largo del
tiempo, a partir del momento de su producción, un servicio se agota instantáneamente
en el momento de su prestación.
Por el contrario, es evidente que no resulta posible medir el volumen físico del servicio
comercial, de transporte, de educación o gubernamental, en forma unívoca (ni mucho
menos general); toda tentativa tendrá algún grado de convencionalidad. Las
ambigüedades que aquí surgen pueden percibirse a partir de una sencilla distinción
entre oferta y demanda. Desde el punto de vista de la oferta, el servicio puede ser
cuantificado a partir de la capacidad ofrecida; por ejemplo en el caso del transporte se
tratará la capacidad de carga, medida en tonelaje, o de pasajeros, medida en asientos,
ofrecida entre dos localidades determinadas. Desde el punto de vista de la demanda,
el servicio puede ser cuantificado a partir de la utilización efectiva, por parte de los
usuarios; en el ejemplo citado, se tratará del volumen efectivo de carga o del número
de pasajeros efectivamente transportados, teniendo en cuenta la distancia
efectivamente recorrida.
Por ejemplo, las producciones de determinado insumo siderúrgico a lo largo del año x
en dos plantas diferentes pueden ser sumada, sin riesgos conceptuales serios, puesto
que ambas abastecen un mismo mercado nacional. Sólo en el caso de análisis de
carácter muy particular será necesario proceder a un tratamiento por separado.
5 Este es el caso general de los bienes de empleo no rival (identificados en la teoría neoclásica como
"bienes públicos").
6 Podrá quizás argumentarse que también la mensuración material de los bienes es convencional,
en la medida en que la dimensión a ser medida no surge sino de la decisión del analista (o del actor
social); pero parece claro que el grado de convencionalidad es aquí sustancialmente inferior, puesto
que la materialidad del bien proporciona dimensiones de mensuración unívocas.
No es éste el caso de la provisión de servicios, dada la imposibilidad de su
almacenamiento: un determinado servicio debe ser provisto en tiempo y lugar
adecuados para su empleo, puesto que en caso contrario su prestación resultará
estéril. Volviendo al caso del transporte, no resulta correcto, en rigor, adicionar el
servicio prestado entre las localidades A y B al prestado entre las localidades C y D,
no tampoco a servicios prestados en diferentes momentos de tiempo 7.
7 Nótese que es esta peculiaridad la que produce, en el transporte, ciclos característicos de sobre y
subocupación de la oferta (a lo largo del día, del mes o del año); ello se repite en grado variable en
otros servicios. Por otra parte, existen casos de servicios donde estos aspectos de temporalidad y
espacialidad son menos significativos; por ejemplo, el servicio prestado por el sector financiero o las
telecomunicaciones.
8 No debe confundirse aquí el cobrado por la venta de un producto con el "precio" del servicio
prestado por la actividad comercial: el recargo que represente la diferencia entre precio de venta menos
precio de costo no puede considerarse en rigor un precio, sino como la fuente de ingresos que permite
cubrir costos y ganancias asociados a esta actividad.
pública en forma gratuita, se lo valoriza por el monto de recursos que requiere su
prestación (esto es, por la oferta); si en cambio es prestado a título oneroso, se lo
valoriza por el precio pago (esto es, por la demanda).
Cabe asimismo señalar que las particulares características del usual análisis
neoclásico de equilibrio, en lo referente al tratamiento de la dimensión temporal y
espacial, implican la virtual desaparición de cualquier diferencia relevante entre bienes
y servicios. Ello es así, puesto que se asume la realización de transacciones
correspondientes a determinado período en un instante de tiempo, y en un único lugar;
en consecuencia, la diferenciación del servicio según tiempo y lugar de prestación deja
de verificarse, desapareciendo en parte los elementos problemáticos ya mencionados.
Todo bien puede subsistir indefinidamente, a lo largo del tiempo, de proveerse las
condiciones técnicas correspondientes. Ello no quita, sin embargo, el que distintos
tipos de bienes tengan desiguales posibilidades en este sentido: la durabilidad de un
mineral es por cierto superior a la de un producto vegetal.
Tómese por ejemplo el caso del insumo lana ovina. Su naturaleza permite sin duda
clasificarla como bien durable, puesto que, bajo condiciones relativamente sencillas
de almacenamiento, la permanencia de sus características se encuentra asegurada.
Desde el punto de vista del proceso productivo, sin embargo, no es ésta una
característica de importancia crucial, puesto que interesa precisamente que su
existencia como tal sea lo más breve posible, y que se transforme en el proceso de
elaboración de otros productos.
Se necesita por otra parte identificar la amplitud del período que permitirá evaluar la
característica de durabilidad o no de un bien. No hay en este punto criterios
conclusivos, por lo que sólo cabe proponer delimitaciones convencionales que no
distorsionen el propósito que se persigue. La contabilidad social establece como
período un año: todo bien que dure más allá que ese período será considerado
durable. A los fines de distinguir entre insumos y maquinaria, por ejemplo, es éste un
período que puede considerarse válido, (mientras que toda maquinaria dura más allá
de un año, difícilmente se mantengan insumos sin emplear durante tal extensión de
tiempo, salvo que se trate de stocks de regulación).
Los bienes y servicios realizados por las unidades productivas pueden tener dos tipos
de empleo: la producción de otros bienes, o el uso por parte de los individuos, para
satisfacer necesidades personales o familiares. Debe recalcarse que esta partición no
puede realizarse exclusivamente atendiendo a las características de los bienes o
servicios en cuanto valores para uso: un mismo bien o servicio puede ser utilizado
tanto a fines productivos como para el empleo familiar (por ejemplo, el gas es
susceptible de ambos tipos de utilización). Se requiere en consecuencia conocer el
empleo efectivamente dado. Pero ello requiere delimitar con claridad el concepto
de actividad productiva, tema que aún no hemos encarado y que admite más de un
tratamiento o enfoque.
Corresponde notar que esta delimitación habitual del concepto de actividad productiva
responde prioritariamente a la necesidad de identificar (y estudiar) aquellas
actividades que se realizan a los fines de intercambio; ello es sin duda coherente con
la orientación general del análisis económico, cuyo surgimiento es paralelo (según ya
se indicó en otro lugar) a la generalización del intercambio y la división del trabajo. Es
por este motivo que el trabajo doméstico realizado por miembros de un núcleo familiar
no es considerado como parte de las actividades "productivas". No debe inferirse de
ello que aquél no es propiamente productivo; corresponde mas bien indicar que no se
trata de una actividad de interés para el análisis económico. Pero cabe destacar que
existe además un elemento de pragmatismo en este enfoque: la identificación de
producción para el intercambio puede realizarse con relativa facilidad, frente a otras
alternativas.
Una vez delineado el límite del conjunto de las actividades productivas (más adelante
se presentará un desarrollo más detallado), puede encararse la clasificación
simultánea de los bienes y servicios según el destino asignado; ello se presenta en el
cuadro a continuación:
9 Este criterio constituye la base para una critica a los usuales sistemas de contabilidad social, que
suele exponerse indicando que "cuando uno se casa con su cocinera, el producto social disminuye",
por lo que se concluye a la medición de éste se encuentra sujeto a fluctuaciones imputables a criterios
convencionales. La importancia práctica de este caso es despreciable en el corto plazo, tanto por
razones fácticas como de metodología de cálculo; en el largo plazo, se trata de un aspecto que puede
tener importancia (en particular, tratándose de la incorporación de la población femenina al mercado
de trabajo). En el último capítulo, se retoma este tema.
TIPO DE PRODUCTO DESTINO
Aparato Productivo Familias
Durable Bien Durable Bien Durable
BIEN de Producción de Consumo
No Durable Insumo Bien No Durable
de Consumo
Insumo Servicio para
SERVICIO Consumo
• Construcción
• Equipo durable de producción
- Maquinaria y equipos
- Equipos de transporte
Desde ya, existen fuertes inter-relaciones entre ambas clasificaciones; por cuanto una
actividad productiva se identificará a través del objeto a producir, entre otros aspectos.
Sin embargo, cabe señalar una característica diferenciadora: la clasificación por
actividades englobará muy probablemente un conjunto de productos, por cuanto son
pocos los casos de procesos productivos que obtienen como resultado un único tipo
de producto. Téngase presente que cada variedad de producto dentro de una misma
familia debe ser considerada como un producto diferente (por ejemplo, televisores de
diferentes dimensiones). En consecuencia, la clasificación por productos tenderá a ser
más desagregada que la clasificación por actividades.
La elección entre ambos criterios responde obviamente a las necesidades del análisis,
pero también a las posibilidades de producción de información; la clasificación
detallada de productos y actividades productivas es una tarea de gran magnitud, dada
la enorme diversidad de bienes y servicios hoy existentes, por lo que no siempre el
analista puede disponer de los elementos que le serían necesarios.
Se presentarán muy brevemente algunos conceptos generales acerca del CIIU a partir
de su Revisión N° 2, aplicado en nuestro país hasta 1993, y en consecuencia utilizada
en la totalidad de la información estadística hoy publicada; posteriormente, se hará
una breve referencia a la Revisión N° 3.
10 Existe asimismo un Clasificador Central de Productos, elaborado por Naciones Unidas, pero no
es utilizado en nuestro país.
11 Nótese que el término "Industrial" se refiere a actividades en general y no a industria manufacturera;
Puede percibirse que, como criterio general, se realiza una clara desagregación, a
nivel de Gran División, entre bienes y servicios, y dentro de los primeros, entre los
bienes producidos a partir de insumos extraídos preponderantemente del territorio y
bienes producidos a partir de otros bienes ya elaborados. Esto es, se puede fácilmente
reconstruir la tradicional división entre actividades primarias, secundarias y terciarias,
mediante el siguiente agrupamiento de grandes divisiones:
Se registran sin embargo algunas "zonas grises" en esta clasificación; ello ocurre por
ejemplo en los casos siguientes:
Puede percibirse que los cambios de mayor alcance se refieren al sector servicios, en
particular la Gran División 9 de la Revisión nro. 2,. que resulta abierta en nada menos
que 6 secciones. Sin duda, ello es el reflejo del crecimiento del sector terciario en la
mayor parte de las economías en el mundo, lo que torna procedente una mayor
desagregación de la información.
La caracterización y análisis del proceso productivo, desde una óptica técnica, es tarea
típica de la ingeniería. La perspectiva económica requiere sin embargo una
comprensión aunque sea general de aquél, puesto que es sólo a partir de allí que
puede realizar la adecuada clasificación de los elementos comprendidos, para su
posterior contabilización. Debe mencionarse que los conceptos técnicos no
constituyen una temática central de la teoría económica ortodoxa; no es casual
entonces que ellos no aparezcan explicitados en los sistemas de cuentas nacionales.
Sin embargo, ciertos aspectos tecnológicos pueden ser aprehendidos, de manera
agregada, a partir de determinados cuadros contables, típicamente, según se verá
más adelante, en el Modelo de Insumo-Producto.
X = f (I,FT)
donde
X = cantidad producida
I = vector de insumos
FT = vector de fuerza de trabajo
13 Otro ejemplo de tales funciones es el presentado en el texto citado de Castro y Lessa (pág. 23)
bajo la denominación de "Función macroeconómica de producción".
14 Una exhaustiva e interesante discusión acerca del concepto de función de producción puede ser
Las respuestas que a continuación se presentan a estas cuestiones son las que
corresponden a la organización de producción capitalista, sobre la base de la cual se
han montado, por otra parte, los sistemas de contabilidad en uso. Esta aclaración no
es ociosa, puesto que se observan históricamente otras formas de organización social
de la producción, para los cuales la caracterización que sigue no puede aceptarse
como válida.
15
Si se quiere afinar la terminología, resulta oportuna la distinción entre técnica y tecnología; en tal
caso, suele considerarse que la tecnología disponible para determinado proceso productivo está
constituído por el conjunto de procedimientos alternativos posibles, siendo cada uno de éstos una
técnica específica.
16 Nótese asimismo que la función de producción antes descripta nada indica al respecto.
a) La Fuerza de Trabajo, cualquiera sea su función o calificación, es provista por
individuos que denominamos genéricamente Trabajadores, a cambio de
determinada compensación, en forma jurídicamente no compulsiva.
- Asalariados.
- Trabajadores por cuenta propia.
- Trabajadores sin remuneración fija.
No nos compete aquí entrar en el tema de cuáles son los determinantes del salario,
una cuestión central en la teoría económica; tampoco trataremos la cuestión acerca
de los determinantes de la presencia de una u otra modalidad de trabajo, asunto en
cambio que ha suscitado interés mucho menor por parte de los teorizadores, los que
en su gran mayoría se han basado exclusivamente en la categoría de trabajo
asalariado 17.
Es éste un concepto sencillo; pero debe tomarse cuidado de no confundir renta con
remuneración al capital, categoría a la que haremos referencia en seguida: la renta
debe ser considerada como una remuneración independiente de las inversiones
necesarias para la explotación del recurso natural en cuestión. Así, por ejemplo, dentro
del superávit o ganancia que arroje la explotación de un establecimiento agrícola,
deberá discriminarse entre remuneración al capital invertido en alambrados, abonos,
semillas, etc. y la renta del suelo propiamente dicha.
Sólo nos resta señalar que, usualmente, los sistemas de contabilidad, si bien
reconocen el concepto de renta, generalmente lo incluyen en la práctica en el concepto
de superávit bruto de explotación ya mencionado, por dificultades en la determinación
de su magnitud.
17 Tal como se verá enseguida, a estas categorías deberá agregarse la del empresario que aporta
trabajo al proceso de producción.
c) La inserción del capitalista en el proceso productivo es de naturaleza más compleja,
respecto de las dos categorías anteriores. En un plano empírico, a partir de lo que
constituye una suerte de paradigma social (no siempre válido, según veremos),
descubrimos las siguientes facetas de su actividad:
Cabe mencionar que lo que constituye el capital no son propiamente los elementos
físicos adquiridos para la producción, sino la masa de valor adelantada a los fines de
la producción19. Por ejemplo, ella puede ser empleada a los efectos de adquirir fuerza
de trabajo e insumos, (lo que generalmente se denomina capital de trabajo o de giro).
sabido (y se remite al respecto a textos específicos), es éste un tópico que ha recibido tratamientos
teóricos sumamente variados.
19 Cabe mencionar que no es éste un punto sobre el que exista opinión uniforme en la literatura
teórica.
las grandes empresas con una gran dispersión de accionistas (o sea, de
propietarios/inversores) que son dirigidas no por estos, sino por una estructura
administrativa profesionalizada20.
(1968).
ii) Compra - venta entre empresas
iii) Ventas de las empresas a las familias
iv) Compras de las empresas a las familias.
En lo que atañe a los recursos naturales, ellos son considerados propiedad de familias
(al igual que el trabajo y el capital), a quienes corresponden los ingresos
correspondientes por su puesta a disposición del aparato productivo.
Debe ahora señalarse un nuevo participante, dentro del proceso de circulación, que
no ha sido mencionado hasta aquí, por razones expositivas: el Resto del Mundo.
Por último, cabe señalar que no todos los bienes y servicios se intercambian en
mercados. Una parte de ellos es apropiado o entregado por el estado. Este tema será
tratado más adelante, por razones expositivas.
• Asalariados
• Cuentapropistas
• Trabajadores sin remuneración fija
• Empresarios (“patrones o socios”, en la nomenclatura habitual)
• Rentistas, incluyendo a los propietarios de recursos naturales
Resulta obvio que un mismo individuo podrá recaer en más de una de las categorías
anteriores; de esta manera, un asalariado que perciba intereses por sus ahorros será
también rentista. La contabilidad social clasifica sin embargo la inserción de cada
individuo a partir del concepto de "ocupación principal", que es en general la que
proporciona la mayor parte de su ingreso. Nótese que sólo los primeros cuatro
agrupamientos conforman la población económicamente activa.
Cabe destacar que en el desarrollo que sigue persistirá la exclusión del estado, por
razones de índole expositiva; este tópico será diferido para el próximo capítulo, donde
se presentarán las características particulares de este agente y se indicarán las
modificaciones que se requieren en el Cuadro de Insumo-Producto, a fin de
contemplar su inclusión.
2) Pagos por salarios, renta del suelo y excedente obtenido por los capitalistas,
incluyendo las depreciaciones.
Considérese una economía donde se producen cuatro productos: trigo, harina, pan y
fideos. No existe sector externo ni inversión, por lo que toda la producción destinada
a la demanda final es adquirida por las familias, cuyo único ingreso será el salario. No
hay transacciones con el resto del mundo.
Este ejemplo permite percibir dos características del sistema contabilización que
estamos presentando; ellas en realidad se implican mutuamente.
En primer término, compras y ventas totales son iguales para todos los sectores; esto
es, todo lo producido, cuyo costo está dado por los insumos adquiridos y los pagos
por salarios, es vendido al mismo valor.
En segundo término, observamos que las ventas totales a la demanda final equivalen
a la suma de los pagos por salarios, los que constituyen el ingreso de la familias. Esto
significa simplemente que todo lo producido para las familias es adquirido por éstas al
mismo valor, no registrándose ingreso no gastado o alternativamente,
desatesoramiento de riqueza.
Ello se realiza en primera instancia considerando el valor que cada sector agrega por
sobre los insumos comprados; en el caso ejemplificado, se trata exclusivamente de
salarios. La suma de estos valores agregados nos permite obtener una medición
adecuada, denominada precisamente VALOR AGREGADO. Resulta evidente que ella
coincide con la suma de los ingresos percibidos por las familias; ella se denominará
precisamente INGRESO.
Cabe consignar ahora que los agregados anteriores pueden ser definidos
sectorialmente; esto es, podemos identificar el Valor Agregado del sector trigo, harina,
etc. Nótese sin embargo que ello no posee mayor sentido en el caso del gasto, si el
objeto es relevar la importancia de la actividad productiva de cada sector, puesto que
la medición se verá afectada por la importancia de la venta a la demanda final. Nótese
bien, por lo tanto, que la igualdad entre valor agregado/ingreso y el gasto se cumple
sólo para la economía como un todo, pero no a nivel de cada sector.
Los aspectos fundamentales del CIP pueden ser aprehendidos a partir de este ejemplo
simplificado; una vez cumplido este paso, la comprensión de las presentaciones más
completas se verá facilitada considerablemente. Más adelante, se ofrecerán algunas
indicaciones más precisas acerca de la lectura e interpretación de los agregados ya
mencionados.
4.2. Cuadro de Insumo producto para una economía con sector externo e inversión
Se presenta a continuación el CIP para una economía abierta y con inversión, pero sin
gobierno, a partir de un ejemplo, para una subdivisión de actividades en tres sectores,
que por conveniencia consideremos se trata de los sectores primario, secundario y
terciario, tal como fueron definidos anteriormente.
Los sectores productivos (I,II,III), el consumo y los salarios observan igual tratamiento
que el descripto en el apartado anterior. Se presentan algunas partidas nuevas, fruto
de haber incluído tierra, capital y sector externo.
Desde el punto de vista de las ventas se incluyen las siguientes partidas adicionales:
- Inversión bruta fija: se consignan aquí las ventas realizadas por el aparato productivo
a la demanda final, en concepto de bienes durables de producción. Este concepto se
desglosa a su vez en dos, a saber: inversión de reposición e inversión neta. La primera
se refiere a la incorporación de activos que reponen otros cuya capacidad productiva
se encuentra agotada; la segunda se refiere a la incorporación de activos que
incrementan la capacidad instalada. Como es obvio, sólo determinados sectores del
aparato productivo venden bienes de inversión. El rubro de inversión es incluído en la
demanda final, pese a tratarse de una incorporación realizada por las empresas; este
proceder se explica a partir de lo ya señalado, acerca de que se considera que las
decisiones de inversión son tomadas por las familias, en cuanto equivalentes a
decisiones de ahorro.
- Exportaciones: Se incluyen aquí las ventas de bienes y servicios reales al resto del
mundo.
El gasto definido será de carácter bruto, nuevamente, por incluir las inversiones de
reposición.
Esto es:
Tal como se la planteó en términos brutos, la igualdad anterior puede ser planteada
en términos netos. Sin embargo, como un rápido formuleo puede mostrar fácilmente,
esta igualdad requiere que el monto de depreciaciones y de inversión de reposición
sean iguales. Esta es una hipótesis usual, sobre la que se volverá más adelante.
Esto significa que no todo adelanto de recursos es contabilizado como inversión; falta
en particular lo referente a capital de trabajo. La partida de variación de existencias,
que refleja tanto lo ocurrido con existencias de bienes terminados, bienes en proceso
e insumos, podría ser interpretada como el reflejo de variaciones de capital de trabajo,
puesto que un incremento de éste último se vería reflejado en un mayor giro de los
negocios, y por lo tanto en mayores existencias de aquéllos. De hecho, se la incluye
en el concepto de inversión bruta interna (más no sea para reflejar la reaparición de
los bienes en stock para el período siguiente). Sin embargo, dos razones relativizan
esta interpretación:
Tal como ha sido definido, el stock de capital es una medición agregada, al igual que
el producto, por cuanto representa el valor total de un conjunto heterogéneo de valores
de uso, en este caso bienes durables de producción.
Esta afirmación, con ser trivial, no debe ser olvidada, puesto que podría
alternativamente concebirse al stock de capital como el valor total de recursos
volcados en sucesivos períodos a la inversión, equivalentes al ahorro acumulado. En
tal caso, inversión y ahorro, entendidos como ingresos no gastados, son en cambio
magnitudes homogéneas, al ser puramente monetarias (no se realiza aquí producto
alguno de precios y cantidades). Nótese que no existe una unidad de medida física
unívoca del capital; esto ha sido tema de debate a nivel teórico.
Seguidamente, cabe tratar el concepto de vida útil, que hace a tanto a la depreciación
como a la amortización; este concepto puede ser comprendido tanto en términos
cronológicos (duración medida en tiempo) como en términos de capacidad de
producción (duración medida en cantidades producidas); sólo en el caso de
construcciones (con alguna excepción), podrá emplearse solamente el primero, por
cuanto la depreciación es en este caso función fundamentalmente del paso del tiempo.
La noción de vida útil presenta algunas aristas problemáticas, por cuanto intervienen
diferentes factores en su definición, que enumeramos a seguir:
Todo lo expuesto permite comprobar que la vida útil de un bien dista de ser un
concepto de cuantificación trivial, por más que forme parte del sentido común. La
consecuencia de ello será que toda cuantificación revestirá cierto grado de
convencionalidad.
21
La demostración rigurosa de esta afirmación requiere algunos conocimientos básicos de cálculo financiero.
práctica, puesto que en general los activos nuevos difieren de los reemplazados, por
obra del propio desarrollo técnico, característico de una economía capitalista; las
diferencias pueden estribar tanto en la productividad del activo como en las
características técnicas de los productos que pueden obtenerse. Cabe señalar que no
estamos haciendo referencia solamente a las modificaciones que provienen de
innovaciones técnicas sustanciales (por ejemplo, el reemplazo de fibras naturales por
sintéticas) sino también a innovaciones dentro de un mismo espectro tecnológico, de
alcance importante a lo largo del tiempo (como son los casos recientes de electrónica
y petroquímica, donde existen tanto innovaciones de producto como de proceso).
4.3.5 Conclusiones
5.0 Introducción
i) Actividades.
- Brinda el marco jurídico para el desarrollo de todas las actividades lícitas de los
individuos; a tal efecto, el estado tiene a su cargo la formulación del marco legal
y reglamentario que garantice seguridad jurídica. Esta es la función quizá más
característica del sector gobierno, que no puede ser delegada a otro
componente del cuerpo social.
Constatamos de esta forma que las actividades del estado pueden ser tanto
propiamente productivas, como de redistribución secundaria del ingreso y de
instrumentación de políticas que no implican erogación o transferencia explícita de
recursos.
Las empresas del estado son en cambio contabilizadas dentro del sector privado, por
ser su prestación con contrapartida específica vía precio o tarifa por servicio, por lo
que su operatoria es igual a la de las empresas privadas; naturalmente, este
procedimiento es en parte convencional, dado que tales empresas, particularmente
las de servicios, suelen ser deficitarias, por lo que parte de sus costos son cubiertos
por ingresos de origen tributario.
Por un lado, existen razones de sentido común, que hacen a la promoción del
bienestar, el desarrollo cultural y educativo, etc., atendiendo a objetivos no satisfechos
por la actividad privada.
Se denominan bienes públicos puros aquéllos de utilización no rival, y para los que no
es posible ejercer exclusión; los dos ejemplos citados (los servicios de seguridad
pública y de un sistema vial sin peaje y sin congestionamiento) son servicios que
responden a estas características 23. Puede desde ya haber casos intermedios; pero
no es conveniente mencionarlos aquí. En contraste, los bienes de consumo rival,
sobre los que puede ejercerse exclusión, se denominan bienes privados.
A pesar de estas reservas, las características señaladas de los bienes públicos deben
ser tenidas en cuenta, por cuanto se reflejan, como veremos, en los criterios de
contabilización de la actividad del sector público.
Cabe notar sin embargo que no todas las prestaciones estatales recaen en la
categoría de bien público. Por ejemplo, los servicios de salud y educación son sin duda
bienes privados, por cuanto admiten exclusión (además de tratarse de servicios
donde, en primera aproximación, existe rivalidad); de hecho, son rubros atendidos por
el sector privado, en condiciones convencionales de mercado. Sin embargo, ellas
también son habitualmente provistas por el estado en forma gratuita; en este caso, la
fundamentación de la gratuidad reside en los motivos ya señalados de promoción del
bienestar, y aun a fines productivos (por ejemplo, la educación es un elemento
fundamental del crecimiento económico).
Por otra parte, no todos los servicios estatales son gratuitos; la obtención de
documentación, por ejemplo, suele estar sujeta al pago de aranceles; pero es obvio
que en este caso no puede hablarse propiamente de un mercado, por cuanto la
Un caso de interés es el de ciertos servicios públicos pagos mediante tasas, como son
los de alumbrado, barrido y limpieza. Ellos constituyen una suerte de caso intermedio,
entre una prestación estatal y una prestación a través de un mercado convencional,
por cuanto corresponde el abono de la tasa sólo si el servicio se presta efectivamente
(en lo que ésta difiere de un impuesto), pero si hay prestación, el cobro de dicha tasa
es compulsivo (en ello difiere de una transacción realizada en un mercado
convencional). Además, no debe olvidarse que con frecuencia las tasas incluyen una
componente destinada a la cobertura de gastos generales de la administración, esto
es, una suerte de tributación implícita; ello ocurre habitualmente en los municipios de
nuestro país, dado que no se encuentran constitucionalmente facultados para el cobro
de impuestos.
a) Consumo e inversión
En lo que hace a compras, puede tratarse la actividad del gobierno como cualquier
otra, dentro del Cuadro Insumo-Producto; pero en lo referente a ventas, se produce
una dificultad característica, producto tanto del tipo de bienes que se proveen como
de la forma con que son provistos, temas a los que ya se hizo referencia. Por un lado,
en el caso de los bienes públicos no es posible discriminar quiénes son estrictamente
los beneficiarios y cuánto reciben, por lo que toda asignación es convencional; por otra
parte, para el caso de todas las prestaciones gratuitas, se desconoce el beneficiario
(aun cuando no se trate estrictamente de bienes públicos, como sería el caso de
servicios de salud), y lo producido carece de un valor determinado.
Esto trae aparejadas dos consecuencias. Por un lado, no resulta factible un cálculo
contable del superávit de explotación por vía residual, tal como se realiza para el sector
privado; por el otro, ni los sectores productivos ni las familias incorporan en su
consumo los valores de tales servicios. Existen aquí dos salidas:
El valor agregado por el gobierno equivale entonces al monto de los salarios pagos; el
cálculo en términos brutos debería conceptualmente incluir las depreciaciones, pero
ello no se realiza para nuestro país, por falta de información suficiente (esta
circunstancia debe ser tenida en cuenta, si se realizan estimaciones de stock de
capital). Como ha sido notado reiteradamente, este criterio puede producir
distorsiones, en caso de existir sobre-empleo, un fenómeno observado con frecuencia
en el sector público (aun cuando debe señalarse que se trataría de un error de signo
contrario al producido por la omisión de la contabilización del superávit bruto de
explotación).
Esta tarea requiere la identificación de la incidencia de los impuestos sobre los precios,
un tema que dista de ser sencillo. La contabilidad social parte de la clasificación usual
entre impuestos directos e indirectos:
- Impuestos indirectos: son aquéllos que son trasladados a los compradores del
individuo o sociedad sobre la que recaen. Al ser transferidos al comprador,
estos impuestos se traduce en precios más elevados, lo que se difunde al
conjunto de la economía (por ejemplo, un impuesto sobre los combustibles se
traducen en modificaciones de precios en una amplia gama de actividades
productivas).
Todos los impuestos son clasificados dentro de una u otra categoría, adoptándose al
respecto criterios tradicionales de incidencia, que se indican a continuación:
Cabe advertir que estos criterios constituyen hipótesis de carácter no contable, por lo
demás un tanto rudimentarias (por ejemplo, no admiten hipótesis intermedias de
incidencia). La cuestión acerca del grado en que un impuesto es transferible ha dado
lugar a diversas controversias en el campo de las finanzas públicas; ellas se refieren
en particular a los impuestos sobre propiedad e ingresos, puesto que se acepta que
los impuestos sobre las transacciones son efectivamente trasladados (excepto en el
caso de ventas al resto del mundo, donde generalmente se supone que la economía
no influye en la determinación de los precios; en este caso recaen sobre el productor,
aun cuando sean formalmente sean pagos en un eslabón posterior de la cadena de
comercialización). Suele argumentarse al respecto que existe la posibilidad de
transferir el impuesto a las ganancias, mediante un sobrecargo en el margen de venta
(aun cuando ello implicaría que el empresario conoce de antemano el monto de su
ganancia, lo que es dudoso); el impuesto al patrimonio, al representar una erogación
fija previsible, sería fácilmente trasladable, como lo es cualquier rubro semejante de
costo 24.
En consecuencia, estos criterios deben ser tomados con reservas, aun cuando sean
ya tradicionales en la contabilidad social.
24 De hecho, este criterio ha sido utilizado en estimaciones en nuestro país. Ver CONADE-CEPAL
(1965).
sector vende únicamente a la demanda intermedia, no corresponde asignar impuestos
indirectos, en el Cuadro Insumo-Producto; viceversa, a un sector que vende
únicamente a la demanda final deberá imputársele la totalidad de los impuestos
indirectos que recayeron sobre las etapas anteriores.
Lógicamente, esto vale para las valuaciones tanto en términos brutos como netos.
Asimismo, debe señalarse que la caracterización del sector gobierno que surge, en el
cuadro, es bastante limitada, puesto que sólo se obtiene una discriminación del gasto
en bienes y servicios, incluyendo aquí la inversión; al no contarse con la totalidad de
la información referida a ingresos fiscales, ni siquiera puede obtenerse información
acerca de la situación fiscal.
Estas conclusiones negativas no deben ser consideradas per se una crítica al Cuadro
Insumo-Producto y a los agregados macroeconómicos, toda vez que ellos fueron
primariamente concebido para clasificar y cuantificar intercambios en mercados, no
siendo su objetivo el tratamiento exhaustivo del sector público. Sin embargo, estas
limitaciones deben ser considerados, cuando se consulten guarismos de esta
naturaleza. Un mejor tratamiento de dicho sector debe ser realizado mediante otras
presentaciones contables 25.
5.4 Nota adicional: el caso de las instituciones privadas sin fines de lucro
Las instituciones privadas sin fines de lucro adquieren bienes y servicios para
proporcionarlos luego en forma gratuita a sus beneficiarios. En este sentido, su
actividad guarda analogía con la del gobierno, en cuanto otorga sin contrapartida.
Existen dos tipos de variabilidad. Por un lado, lo que podríamos denominar variación
del "nivel general de precios", esto es, el incremento o disminución de todos los precios
en forma simultánea. Por el otro, la variación de precios relativos, o sea, el cambio en
la relación de precios entre los diferentes bienes o servicios.
En la práctica ambas formas de variación son inseparables, por cuanto los procesos
inflacionarios siempre se ven acompañados por variaciones de precios relativos
(incluso, con frecuencia se observa que la variación de precios relativos se incrementa
cuando se acelera el crecimiento del nivel general de precios). Pero debe destacarse
que es la variación de precios relativos lo que más daña a este sistema de medición;
si en una situación hipotética, variaran uniformemente todos los precios, el efecto
sobre el sistema de medición podría corregirse fácilmente, mediante un único
coeficiente - procedimiento equivalente a un cambio de unidad de
medida - independientemente de cuál fuera la magnitud de la variación del nivel
general de precios.
Sea una economía con dos productos, A y B, cuyos precios y cantidades producidas
son los siguientes, para dos períodos:
Período 1 Período 2
Precio A 1 1
Cantidad A 100 90
Precio B 2 1
Cantidad B 50 60
Período 1 Período 2
Esta crítica no parece tener mayor fundamento, en si misma, puesto que en principio
no hay criterio alguno que indique que el período más reciente es el más adecuado a
los fines de las ponderaciones; todo dependerá del objetivo de la medición (algo poco
claro en la crítica referida). Esto nos remite al tópico siguiente, referido a la elección
de los precios a emplear.
Se señala por último que la cuestión de los diferentes resultados que se obtienen, en
cuanto a medición de los agregados, cuando se adoptan diferentes conjuntos de
precios, suele denominarse "el problema de los números-índice"; esta denominación
responde en realidad a la utilización de números-índice en mediciones de este tipo
(tema al que se hará referencia más adelante). Quizá sería más conveniente, a fin de
identificar claramente cuál es "el" problema y no confundir cuestiones de concepto y
de procedimiento, emplear la designación "problema de la medición agregada".
i) Bienes y servicios
Se ha propuesto definir como “precio” del capital a la tasa de retorno sobre la inversión,
y como “cantidad” de capital a la masa de medios de producción. Esta propuesta es
conceptualmente dudosa, tal como surge de las dimensiones involucradas: la
“cantidad” sería ahora un valor, y el “precio” una tasa (esto es, un número puro). Por
otro lado, puede constatarse que no es posible asegurar la igualdad entre ingreso y
utilización final, a precios constantes. Ello puede percibirse a partir del simple ejemplo
siguiente:
Obviamente, la relación entre el producto y el “valor” del servicio del activo (esto
es, su productividad) se duplica. Pero si se traslada el “precio del capital” del
período 0 al período 1, la suma de ingresos a precios constantes será
mientras que el producto (cuyo precio no se alteró) será de 200. Ello implica que la
suma de ingresos es inferior al valor del producto (aún asumiendo que los
restantes precios no variaran).
En algunos textos, se señala que debería formularse una reserva también para el
cálculo del ingreso de los asalariados, por cuanto no toma en cuenta variaciones en la
calidad y productividad de la mano de obra a lo largo del tiempo 27.
trabajo por cuenta propia, se trata de un rubro donde la medición por cantidades de trabajo es
dificultosa en la práctica, aunque no en la teoría (si se excluye la medición del capital adelantado en
herramientas y otros medios de trabajo, en la práctica poco significativo).
27 Esta crítica parece apuntar a la relación que existiría entre remuneración al trabajo y productividad Si
Los criterios usuales para la selección de los precios para medición a precios
constantes apuntan a identificar precios de un año que refleje una situación de
"normalidad" de la economía. Se entiende por tales a precios que permitan la normal
continuación de las actividades que integran la economía, evitándose las eventuales
distorsiones. Así, por ejemplo, adoptar para un producto el precio de un año con
sobreproducción, que se refleja en una caída de aquél, no resulta razonable.
Puede alternativamente definirse como año "normal" a aquél que más se aproxime al
promedio de precios relativos del conjunto de años para el que se desee obtener la
medición; se trata de una normalidad de tipo estadístico (incluso podría tomarse el
promedio mismo de precios del período). Desde ya, el año elegido será
suficientemente representativo sólo si no hay una dispersión muy marcada; caso
contrario, el promedio dirá bastante poco. En otros términos, este procedimiento no
salva el problema de elección, que se agrava precisamente cuando los precios
relativos sufren alteraciones importantes.
validez de esto depende de la aceptación de los supuestos habituales en teoría neoclásica acerca de la
perfecta sustituibilidad entre trabajo y otros factores.
De las consideraciones anteriores se desprende que no existen criterios precisos, más
allá de la indicación de sentido común de no adoptar como período base un año
particularmente anómalo; en otros términos, no hay un criterio riguroso para la
medición a precios constantes (incluso, se podría pensar en un sistema de precios
que no correspondieran a un único período). Ello no es sino el resultado de las
imprecisiones propias de la medición agregada a través de los precios, en función
principalmente de cierta indefinición de la intención de esta medición (véase
nuevamente el acápite referido a este tema). Nótese que estas consideraciones son
igualmente aplicables a la medición a precios corrientes, toda vez que la elección del
período de medición es igualmente arbitraria en este caso.
Siguiendo una estrategia expositiva tradicional, adoptamos como punto de partida dos
aproximaciones básicas para el cálculo de los agregados a precios constantes. Se
trata de la deflación y la extrapolación.
6.3.1 Deflación
Sea un conjunto de bienes, valuados a precios del período en el que han sido
producidos. El valor correspondiente puede expresarse de la manera siguiente:
Esto es, se divide el valor a precios corrientes por un cociente que no es sino un índice
de precios de base móvil, o índice de Paasche.
Ahora bien, es importante notar que este paso es puramente procedimental, por
cuanto conceptualmente parte de una igualdad trivial: más aún, puede observarse que
un término del referido índice ya contiene la valuación de V a precios constantes.
Por lo tanto, este procedimiento vale en tanto nos permita una aproximación
instrumentalmente útil. Ello es posible si el índice de Paasche puede ser estimado
mediante muestra; en otros términos, si puede obtenerse una aproximación muestral
de la expresión entre corchetes.
Cuando se trata de la estimación del valor agregado, pueden deflactarse los valores
de producción y de los insumos intermedios, por separado. Este procedimiento se
denomina doble deflación.
6.3.2 Extrapolación
Ahora bien, para obtener el valor de los bienes de un período t a precios del período
base o, esto es,
Esto implica adoptar un año base, para el que se realiza el cálculo de los agregados
completos, y luego extrapolar los resultados obtenidos mediante índices de cantidad
producida; naturalmente, se trata de índices muestrales. Este procedimiento puede
aplicarse igualmente a los agregados que componen la demanda final, para lo que se
requiere conocer el destino de la producción año a año. En el caso de sectores que
producen exclusivamente bienes de inversión, insumos intermedios, o casos
análogos, esta cuestión es trivial, por cuanto el destino de la producción surge de su
naturaleza técnica; las dificultades mayores surgen cuando un mismo bien es
susceptible de distintos usos (por ejemplo, frutihortícolas, automotores, etc.).
Cabe puntualizar algunos aspectos adicionales del cálculo, tal como se realiza en
nuestro país:
Formalmente, la estimación del valor agregado (VA) del período t se realiza mediante
la operación siguiente:
Cabe señalar que si bien este procedimiento es utilizado en forma predominante, para
algunos sectores puede obtenerse el valor agregado mediante datos contables
disponibles, a precios corrientes; ellos son luego deflactados (por ejemplo, explotación
de petróleo crudo y gas natural, en la estimación de agregados con base 1970).
b) En el caso de servicios para los que no es posible definir con precisión cantidades
producidas - por ejemplo, comercio y finanzas -, se realiza una extrapolación a partir
del valor agregado del año base, mediante un índice que se considera representativo
del nivel de actividad. En el caso de comercio, se emplean indicadores de bienes
comercializados, mientras que en el del sector financiero se utilizan indicadores de
depósitos o préstamos, deflactados. Para los servicios gubernamentales, se utiliza un
índice que combina el empleo involucrado y la población total del país Corresponde
destacar que estos procedimientos no dejan de ser convencionales, y deben ser
considerados con reservas, en función de las diferencias de estos sectores, con
respecto de los productores de bienes.
= SUM(pt . qt)
SUM(po . qt)
Sin embargo, cuando se consideran las relaciones de la economía con el resto del
mundo, las variaciones de precios relativos de los bienes y servicios exportados e
importados significan ganancias netas, que incrementan el ingreso real disponible: si
por ejemplo el precio de las exportaciones se incrementa en un 20%, mientras que el
de las importaciones permanece constante, la economía incrementará su poder
adquisitivo a nivel internacional, lo que podrá traducirse en una mayor disponibilidad
de bienes para consumo o inversión, sin que haya realizado esfuerzo productivo
alguno.
donde:
Ahora bien, aun cuando el ITI proporciona una indicación muy valiosa acerca del poder
adquisitivo de las exportaciones, no permite establecer el impacto que sus variaciones
tienen sobre el conjunto de una economía. Dicho impacto debe ser aquilatado a partir
de la importancia relativa que tiene el sector externo. Por ejemplo, puede darse el caso
de dos economías que registran variaciones similares del ITI, pero que se ven
afectadas en grado muy diferente, en función de la importancia que reviste el sector
externo dentro de la demanda final: no es igual el impacto de variaciones en el poder
adquisitivo de las exportaciones cuando ellas representan menos del 5% de la
demanda final (como es el caso de los Estados Unidos) o más del 50% (como ocurre
en algunos países pequeños).
donde:
EVTI = Efecto de variaciones de los términos de intercambio
Qx = cantidades exportadas del único bien.
y los símbolos restantes son los ya descriptos.
o sea
De esta forma, puede percibirse que cuando el ITI es igual a la unidad, el EVTI es nulo:
si no varían los precios relativos de exportaciones e importaciones, no hay ganancia
o pérdida alguna. No parece superfluo enfatizar que el cálculo del EVTI en momento
alguno incorpora las importaciones efectivamente realizadas.
9. MODELO DE INSUMO-PRODUCTO
Es de destacar que esta temática se encuentra tratada aquí a nivel elemental, por lo
que se remite a textos más avanzados, para un tratamiento más en profundidad.
Y = k.I + b
donde
Y = producto
I = inversión
k, b = coeficientes.
Se trata de un modelo elemental, cuya única finalidad será la de ilustrar los conceptos
que se desarrollarán a continuación (por lo que no deberán extraerse conclusiones a
nivel teórico de las consideraciones que siguen).
Cabe notar que en este caso la versión invertida del modelo es igualmente válida:
I = (Y - b)/k
• A fines explicativos, se utiliza el modelo para vincular bajo una relación causal
ambas variables. Más específicamente, cuál nivel de producto es alcanzado a partir
de determinada inversión (obviamente, en este caso la versión invertida no tiene ya
sentido). Pero notemos que el modelo no contiene en sí tal relación causal; más
claramente, no nos indica cuáles son los mecanismos económicos que
fundamentan esta relación. Cabe notar incluso que cabe más de una hipótesis; a
efectos ilustrativos proponemos dos:
28
En el caso que nos ocupa, conviene distinguir entre cuadro IP y Modelo IP. El Cuadro IP es un arreglo contable,
que tipifica y cuantifica cierto conjunto de transacciones económicas, con objetivos generales. El Modelo IP
pretende definir un conjunto de relaciones a fines de predecir, programar, etc.; esto es, constituye una herramienta
analítica con objetivos ya más específicos. Es usual, por otra parte, el empleo del término “Matriz” Insumo-
El cuadro de Insumo-Producto nos ofrece, entre otros aspectos, una visión acerca de
los requerimientos de insumo de los diferentes sectores productivos, en el cuadro de
transacciones intermedias, en correspondencia con dados niveles de demanda final y
de producción bruta. El modelo de Insumo-Producto se propone establecer cuáles son
los niveles de demanda intermedia y de producción que corresponden a un
determinado nivel y composición de la demanda final, adoptado como objetivo. En
consecuencia, se trata de un modelo de programación.
Ejemplo 1
A B C DF VP
A 10 - - 20 30
B - 50 - 50 100
C - - 80 40 120
VA 20 50 40 - -
VP 30 100 120 - -
A = 30%
B = 20%
C = 25%
Esto significa que la columna o vector de la demanda final tendrá los valores
siguientes:
A = 26
B = 60
C = 50
Producto, haciendo simultáneamente referencia a Cuadro y Modelo. Para evitar esta ambigüedad, este término no
será utilizado aquí.
• Los requerimientos de cada insumo y servicio de factores son directamente
proporcionales a las cantidades producidas.
En términos del ejemplo, tendremos que para cada unidad producida por cada uno de
los tres sectores, se requerirán las siguientes cantidades de insumos y de trabajo:
Sector A
- 1/3 de insumo
- 2/3 de trabajo
Sector B
- 1/2 de insumo
- 1/2 de trabajo
Sector B
- 2/3 de insumo
- 1/3 de trabajo
donde:
x = valor de la producción de cada sector
a = requerimiento de insumo por unidad de producción
w = requerimiento de trabajo por unidad de producción
A B C DF VP
A 13 - - 26 39
B - 60 - 60 120
C - - 100 50 150
VA 26 60 50 - -
VP 39 120 150 - -
Esta hipótesis no hace sino reafirmar la utilización del sistema de precios como patrón
de medida para mediciones agregadas. Esto es, no debe ser considerada
estrictamente una hipótesis de comportamiento de los precios. 29
Por otra parte, en caso de que los sectores produzcan más de un bien o servicio (que
es lo que ocurre en la práctica, en forma excluyente) se requiere explicitar una tercera
hipótesis, a fin de validar el procedimiento anterior:
Debe notarse que las dos últimas hipótesis son complementarias de la primera: caso
contrario, asumir coeficientes técnicos constantes carecería de sentido preciso.
Ejemplo 2
A B C DF VP
A 10 20 40 30 100
B - 30 70 50 150
C - - 50 130 180
VA 90 100 20 - -
VP 100 150 180 - -
29
Es de notar que en caso de que existiera un único bien por sector productivo, el modelo podría formularse
en términos de unidades físicas. Esta alternativa no será tratada aquí; ella permite visualizar que la hipótesis de
constancia de precios no cumple sino una función de asegurar la estabilidad del sistema de medición.
Siguen por lo demás los supuestos indicados para el ejemplo anterior. Se asume que
se desea programar un incremento de demanda final de acuerdo a los siguientes
porcentajes:
A = 10%
B = 30%
C = 20%
Podemos comprobar que los cálculos se tornan bastante más complejos, dado que
debemos tener en cuenta los requerimientos de producción no sólo para cada sector
y la demanda final, sino también para otros sectores productivos. Por ejemplo, el
incremento de la demanda dirigida al sector C requerirá mayor cantidad de los insumos
A y B, para cuya producción se requerirá a su vez más insumo A y B, etc.
Un abordaje más sencillo, si bien menos rico desde el punto de vista conceptual,
consiste en plantear un sistema de ecuaciones, que contenga las variables-objetivo
(demanda final a cada sector) como variables exógenas y los volúmenes de
producción como variables endógenas.
A B C DF VP
A 10 + 20 + 40 + 30 = 100
B - 30 + 70 + 50 = 150
C - - 50 + 130 = 180
A B C
A 1/10 2/15 2/9
B - 1/5 7/18
C - - 5/18
donde:
Se trata de un sistema de tres ecuaciones con seis incógnitas: tres de las cuales deben
ser fijadas a partir del objetivo. Esto es, se agregan en realidad tres ecuaciones a
saber:
DFA = 35
DFB = 65
DFC = 156
XA = 117,57
XB = 186,25
XC = 216
Los valores del cuadro que satisfacen el objetivo de programación propuesto serán los
siguientes (valores redondeados):
A B C DF VP
A 11,76 24,83 48 33 117,57
B - 37,25 84 65 186,25
C - - 60 156 216
VA 105,83 124,17 24 - -
VP 117,59 186,25 216 - -
Planteo General
En función de estas condiciones, puede asumirse que los coeficientes técnicos son
constantes, y por lo tanto pueden ser obtenidos a partir del Cuadro. Por su parte, los
valores de DF son fijados exógenamente, a partir de objetivos de programación. En
consecuencia, las incógnitas del modelo son n (los términos X), siendo las ecuaciones
en igual número.
Si:
A = matriz de coeficientes técnicos
DF = vector de demanda final (variable objetivo)
X = vector de valor de producción.
A * X + DF = X
IA * X - X = -DF
[I - A] * X = DF
X = [ I - A ]-1 DF
Según ya se indicó, el MIP tiene por objetivo establecer qué niveles de producción
satisfacen niveles de demanda final fijados como objetivo; se trata entonces de un
modelo de programación.
En este caso, las variables incluídas en la demanda final son proyectadas, en función
de sus comportamientos esperados; en particular, ello es realizado para los
componentes de demanda final que pueden considerarse dotados de cierta
autonomía: inversión bruta fija, consumo del gobierno y exportaciones. El
procedimiento empleado consiste en la proyección de tales componentes, en función
de criterios determinados, y su posterior incorporación como variables independientes
en el modelo (en ciertos casos, el consumo familiar es endogeneizado, a fin de tornarlo
dependiente del nivel de ingreso, mediante procedimientos que no se detallarán aquí).
El objetivo de esta utilización es predecir el impacto de cambios en las decisiones de
inversión o en el mercado de productos exportables sobre los niveles de actividad, la
balanza comercial, etc..
Cabe señalar que la utilización predictiva invierte en cierto sentido la lógica del modelo,
por cuanto no supone ya que cada sector tiene de antemano asignado cierto nivel de
demanda para su producción, sino que el mercado transmitirá los nuevos
requerimientos "hacia atrás", los que serán satisfechos en tiempo, tras un eventual
período de ajuste. Ello trae una consecuencia importante, y es que la utilización
predictiva requiere una hipótesis adicional. Se trata de que exista capacidad ociosa en
todos los sectores productivos; de no ser así, el impacto de incrementos en los
requerimientos productivos podrá ser el de creación de cuellos de botella, con
repercusiones sobre la posibilidad efectiva de alcanzar los niveles de actividad
programados y/o sobre la demanda de importaciones. El MIP no puede reflejar el
efecto de tales circunstancias, particularmente porque los coeficientes técnicos
dejarían de ser constantes, si se incrementan las importaciones.
Resulta claro que una u otra presentación deberá ser seleccionada en función de los
propósitos del análisis y aun de presentación, por cuanto se trata simplemente de una
opción entre técnicas expositivas. Debe sin embargo señalarse que los indicadores
estructurados son en principio preferibles por dos motivos:
Los SCN pueden definirse, en forma genérica, como estructuras contables de variada
amplitud, que presentan un conjunto inter-relacionado de indicadores, básicamente
económicos-orientados a cuantificar los flujos y stocks de una economía.
Los objetivos del SCPeI - esto es, la información que se propone cubrir - son los
siguientes:
• Detallar la conformación del producto, en cuanto a la utilización final.
• Presentar la distribución funcional del ingreso.
• Caracterizar los ingresos y gastos del gobierno, describiendo así la redistribución
secundaria del ingreso en la que éste interviene.
• Indicar las fuentes de ahorro que financian la inversión interna.
Caso básico
En una economía en la que las familias solamente brindan fuerza de trabajo a las
empresas, y siendo que el propósito de contabilización no incluye transacciones
dentro del sector productivo, las transacciones pueden representarse a partir de dos
cuentas de ingreso y gasto (o utilización), para ambos sectores institucionales. Ello se
realiza de la manera siguiente :
CUENTA A -EMPRESAS
Debe Haber
Remuneración al trabajo Consumo de familias
Ingreso Producto
CUENTA B - FAMILIAS
Debe Haber
Consumo de familias Remuneración al trabajo
Gasto de Familias Ingreso de familias
Esto es, las familias proporcionan a las empresas fuerza de trabajo y adquieren de
éstas bienes de consumo, registrando las empresas una situación simétrica. Por el
momento, se asume que lo producido es vendido totalmente; análogamente a lo ya
realizado para el Cuadro Insumo Producto, este supuesto se levantará más adelante.
De esta forma, tendremos ahora las tres cuentas siguientes, las que contabilizarán las
transacciones que en cada caso se indican.
CUENTA A -EMPRESAS
Debe Haber
Remuneración de los asalariados Consumo de familias
Superávit de explotación distribuido Inversión bruta fija
Asign. para consumo de capital fijo Variación de existencias
Ahorro de sociedades anónimas
Ingreso Bruto Producto Bruto
CUENTA B - FAMILIAS
Debe Haber
Consumo de familias Remuneración a los asalariados
Ahorro de familias Superávit de explotación distribuido
Gasto de Familias Ingreso de familias
CUENTA C - AHORRO-INVERSIÓN
Debe Haber
Inversión bruta fija Ahorro de familias
Variación de existencias Ahorro de sociedades anónimas
Asignaciones para consumo de capital fijo
Inversión bruta interna Ahorro bruto
Nótese que el ahorro es integrado también por las Asignaciones para consumo de
capital fijo. No puede dejar de notarse cierta ambigüedad en esta partida, reflejada por
lo demás en su denominación; ella puede ser tanto entendida como depreciación
(imputación de parte del ingreso para contabilizarla) como amortización (separación
de parte del ingreso para integrar el fondo de reposición). El tratamiento que aquí se
asigna parece mantener ambas acepciones: las asignaciones integran el ingreso bruto
- reflejando la depreciación de los activos - pero también el ahorro bruto, lo que indica
la formación de provisiones para la reposición. Sin duda, subyace aquí la identidad
entre ambas partidas que las Cuentas Nacionales asumen, y que anteriormente ya ha
sido objeto de una discusión crítica.
Las transacciones con el Resto del Mundo producen un saldo - precisamente el saldo
de la Cuenta Corriente - que puede contribuir con signo positivo o negativo al ahorro
de la economía; por tal motivo, debe integrarse este saldo a la cuenta de Ahorro-
Inversión (este tema se retomará en seguida).
Ahora bien, el sistema opta por tratar por separado el ingreso interno y el ingreso
nacional. Por tal motivo, recurre al desdoblamiento de la cuenta que aquí hemos
denominado A-Empresas en dos cuentas, que se denominan “Producto Bruto Interno”
e “Ingreso nacional”. Se presentará aquí este desdoblamiento, adoptando
simultáneamente la numeración que efectivamente utiliza el sistema.
Es conveniente entonces reseñar los ingresos y gastos corrientes del gobierno, y luego
consignar su contabilización en el SCPeI bajo estudio.
Por último quedan por definir dos nociones de saldo: el Ahorro del Gobierno General,
que se obtiene por diferencia entre el total de ingresos y gastos corrientes de éste y el
Ahorro de las Empresas Públicas que es el remanente de las utilidades de las
empresas públicas una vez descontada la parte transferida al Gobierno General
Debe Haber
Producto Neto Interno a cf Consumo de familias
Asign. para consumo de capital fijo Consumo del Gobierno
Impuestos indirectos Inversión bruta fija
Menos: subsidios Variación de existencias
Exportaciones
Menos: Importaciones
Producto Bruto Interno a pm Producto Bruto Interno a pm
Comentarios adicionales
Esta breve reflexión muestra las dificultades que acarrea la contabilización del sector
público en las cuentas nacionales, en particular en lo que hace al superávit asociable
a sus inversiones. Un cómputo correcto del mismo va mucho más allá de la
consideración de los intereses de la deuda pública, puesto que debería imputarse un
precio a los servicios prestados que contemplara, allí donde las inversiones realmente
se hubieran justificado, un monto por superávit de explotación . Como es evidente, la
raíz de esta problemática reside en la carencia de un precio de venta de los servicios
del gobierno.
Tomemos seguidamente el caso del ahorro del resto del mundo. Desde un punto de
vista contable es interesante observar que se produce el efecto de desplazar el ahorro
interno. Ello puede apreciarse a partir de la conocida identidad siguiente:
Por lo tanto
Ahora bien, pueden definirse claramente dos componentes de ahorro que financian
la inversión:
De esta forma
El aspecto diferenciador más importante es el referido a las dos primeras cuentas del
SCN del BCRA. Ellas son mantenidas como una cuenta única por el sistema de
CONADE-CEPAL, lo que permite reencontrar el concepto de cuenta de “Empresas”
que se presentó inicialmente. Si bien esta organización implica “concentrar” algunos
rubros, tiene la indudable ventaja de resultar bastante más clara, desde una óptica
conceptual, por cuanto la cuenta así integrada refleja primordialmente la consolidación
de ingresos y gastos de las empresas.
Si bien muchos de los conceptos que integran los sistemas de contabilidad social
tienen una tradición relativamente larga en el pensamiento económico, el desarrollo
metódico de tales sistemas y su implementación práctica es en realidad reciente; en
otros términos, puede afirmarse que gran parte de las teorías económicas surgieron
previamente a la disponibilidad de información empírica sistemáticamente tratada .
Diversas son las razones que pueden apuntarse para esta constatación un tanto
sorprendente.
En segundo término, debe señalarse que la propia teoría económica, tras el período
clásico, dejó de interesarse en los fenómenos de crecimiento y cambio estructural de
la economía en su conjunto, para concentrarse en cuestiones de nivel
microeconómico, utilizando enfoques estáticos y de elevada abstracción..
Al igual que las versiones posteriores, este sistema cumple una doble función:
1. brindar un esquema general de contabilización, aun cuando su efectivización
no es fácilmente alcanzable, por el volumen de información requerida.
2. proporcionar un conjunto de criterios generales, aptos para implementar
sistemas más simplificados; típicamente, brindan definiciones precisas acerca del
concepto de actividad productiva a contabilizar.
Tras algunas versiones que modificaron ligeramente este sistema, en 1968 se publicó
la segunda versión del sistema de Naciones Unidas. Se introducen aquí considerables
cambios, que permiten básicamente ampliar el universo de fenómenos comprendido.
Ellos pueden sintetizarse en los términos siguientes:
Finalmente, en 1993 las Naciones Unidas publican la tercera versión del Sistema de
Cuentas Nacionales, que constituye la versión hoy día vigente. A ella se hará
referencia en el próximo acápite.
Cabe señalar que la exposición que sigue cubre diversos aspectos técnicos que son
válidos para cualquiera de los sistemas contables que se han tratado en los capítulos
anteriores; ellos no fueron mencionados, a fin de no complicar la exposición (tal es el
caso, por ejemplo, de las reglas de valuación o la identificación de sectores
institucionales).
a. Unidades institucionales
c. Activos y pasivos
Debe notarse que se incluyen bajo este concepto únicamente los activos que son
susceptibles de apropiación y venta. Esto implica que no se incluyen conceptos tales
como capital humano, cultura, recursos naturales no apropiados o no productivos, etc..
5. Cuentas del resto del mundo: estas cuentas reflejan las transacciones de la
economía con el resto del mundo, con una apertura similar (aunque no coincidente)
con la del balance de pagos; se registran también los valores iniciales y finales de
stocks de activos y pasivos externos.
El SCN de 1993, aun cuando no parece tan innovador como el de la revisión de 1968,
ha incorporado algunos elementos de importancia, a saber:
• la contabilización de los revalúos de activos por inflación.
• la diferenciación en el tratamiento de los servicios, respecto de los bienes.
• la definición de criterios para la definición del sector financiero y la clasificación de
los nuevos instrumentos financieros.
• la apertura hacia la contabilidad del medio ambiente, básicamente a partir de la
inclusión de activos y la incorporación de una cuenta auxiliar (cuenta satélite).
A pesar de las apreciaciones críticas que puedan surgir del análisis de conceptos y
procedimientos, no puede dejar de señalarse la importancia de que una sociedad logre
disponer de un conjunto actualizado, amplio y confiable de estadísticas, y de la
contribución que a tal fin realiza la contabilidad social. Con todas sus deficiencias, y
más allá de su uso más o menos espúreo, las estadísticas sociales constituyen una
suerte de “espejo” indispensable para la práctica no sólo de los analistas sino también
de la sociedad toda, para aquilatar adecuadamente la situación del conjunto social y
de sus integrantes; recuérdese que la acentuada división del trabajo y la complejidad
y multiplicidad de las relaciones técnicas y sociales no permiten una apreciación clara
y directa del conjunto social por parte de sus integrantes. Debe considerarse entonces
un logro el que tales sistemas estadísticos se desarrollen y perfeccionen. La discusión
más importante es entonces en que sentido debe darse este desarrollo.
Cabe preguntarse por otra parte si es correcto persistir en el desarrollo de este criterio
de medición, o si debe en cambio apuntarse hacia perspectivas menos reduccionistas.
Esta pregunta es importante, por ejemplo, a la hora de discutir la incorporación de
dimensiones ambientales en las mediciones de producto, tal como se verá en el
acápite correspondiente.
Para iniciar esta tarea, notemos algunos aspectos importantes, acerca de estas
visiones alternativas (cuyo nivel de implementación podría calificarse como
“experimental”, con una única excepción que se indicará más adelante).
Por último, destaquemos que, aun cuando los enfoques utilizados difieren entre si, en
todos los casos se pretende obtener una medición agregada alternativa a las
mediciones usuales. Esto es, en ningún caso se pretende criticar la medición agregada
en si misma, sino que se acepta el desafío dialéctico que ella propone, esto es, buscar
la medición agregada “correcta”.
Eisner (1988) reseña seis propuestas; ellas no serán detalladas aquí, por brevedad,
pero se presenta a continuación una rápida reseña de los temas más importantes
tratados:
1. Se incluye en el concepto de producción las actividades similares a las
productivas que se desarrollan en el hogar, tratándolas en igual forma que las
actividades productivas corrientes; tal sería el caso de la elaboración de alimentos,
mantenimiento de la vivienda, cuidado de niños, etc.. Esto implica, entre otros
aspectos, el tratamiento de bienes durables de consumo en términos de activos
productivos, esto es, se les imputa una superávit de explotación.
2. Se propone incluir también el concepto de “capital humano”; ello consiste en
considerar que la formación que provee el sistema educativo, en lugar de ser
contabilizada como consumo, debe ser enfocada como una inversión que se
“acumula” en el individuo. De esta forma, el capital humano se integraría al conjunto
de los stocks de la economía. El fundamento de esta propuesta es que la educación
incrementa la productividad del individuo, de la misma forma como lo hace la dotación
de activos durables de producción.
3. Se computa un valor para el tiempo dedicado al ocio, en cuanto contribuye al
bienestar del individuo.
4. En algunos esquemas se propone sustraer actividades que en sí no producen
satisfacción, sino que son medios para viabilizar otras producciones. Este conjunto
incluye dos casos: actividades necesarias a pesar de no reportar beneficios
(mantenimiento vial, defensa, policía, bomberos, etc.), y actividades que implican
algún tipo de perjuicio o molestia (viaje al trabajo, etc.) .
5. Por último, se introducen elementos referidos al medio ambiente; a este tema
se hará referencia en el próximo acápite.
Concepto Autores
El objetivo de incluir actividades del hogar apunta evidentemente a evitar el error que
produciría un cambio en el largo plazo entre actividades fuera y dentro del hogar en la
medición del producto; en otros términos, a suprimir la “paradoja de la cocinera” ya
mencionada .
El “capital humano”
El cómputo del llamado “capital humano” ofrece dificultades considerables, por cuanto
no resulta claro cómo computar la “capacidad acumulada” a través de la educación,
aun medida como valor de uso definible. En principio, ello debería realizarse
computando la mayor productividad imputable; pero resulta claro que este enfoque,
que de hecho se ha empleado en estudios específicos, no resulta operable en
términos de la contabilidad social. Una variables “proxy” usual es el número de años
de educación formal; pero resulta claro que ella constituye una aproximación
demasiado cruda al efecto . Nótese incluso que se requeriría identificar cuáles
actividades educativas efectivamente incrementan la capacidad productiva del
individuo, algo que, cuando se estudia con un poco de detenimiento, parece de
determinación extremamente compleja . Por último, el procedimiento adoptado por
Jorgenson y Fraumeni (op.cit.) parece combinar equivocadamente flujos corrientes
con flujos futuros actualizados.
La inclusión del ocio como parte del bienestar del individuo se realizaría sumando a
su ingreso el valor que éste le asigna a su tiempo libre. Una primera aproximación
cruda brinda sentido a este criterio: si un país logra igual producto en un período,
respecto de uno anterior, insumiendo menos tiempo de trabajo, parecería claro que el
bienestar se ha incrementado.
La idea en principio tiene aplicación para ajustes marginales (por ejemplo, para el caso
de horas incrementales de trabajo frente a una base ya establecida), y no para la
totalidad del tiempo del individuo. Ello ocurre por cuanto existen topes biológicos a la
dedicación laboral, en circunstancias normales, por lo que un mínimo de horas de ocio
sería de valor indefinidamente alto, por cuanto no admiten sustitución; dicho más
claramente, el tiempo mínimo para el descanso no es utilizable a otros fines, por lo
que la remuneración que le sería atribuible es indefinida.
Por otro lado, a nivel de una unidad familiar siempre debe existir algún miembro que
se dedique al trabajo - excepto el caso de rentistas - por cuanto el ocio no permite
atender por si mismo a necesidades básicas de alimentación, vestimenta, vivienda,
etc.. En parte, esto es compensado al aplicarse simultáneamente un enfoque más
amplio de actividad productiva, incluyendo actividades del hogar, y contabilizando las
horas de ocio en términos netos también para quienes no desempeñan una actividad
remunerada comercialmente.
No puede dejar de notarse, por otra parte, que la visión del trabajo que subyace en
este enfoque es limitada y simplista, por omitir aspectos que influyen fuertemente en
la práctica social. Entre éstos, puede señalarse la mayor valoración que recibe a nivel
individual y social el trabajo, y básicamente el sentido de integración que éste brinda
al individuo. Desde ya, nada de esto es fácilmente generalizable y sistematizable; pero
como mínimo estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta, atendiendo a
aquello de no fetichizar indicadores.
Las razones anteriores colocan límites importantes a la tarea de valorización del ocio;
pero, ellas no deben tomarse como argumentos para no considerar este tema. Esto
es, el tiempo que los individuos dedican a actividades no laborales es un dato
significativo a relevar, aun cuando no es posible una lectura única .
Supongamos que a lo largo del tiempo una economía presenta un nivel global de valor
agregado constante, pero que, en virtud de un aumento de distancias o de
congestionamiento, requiere destinar recursos crecientes para el viaje al trabajo,
siendo que éste no muestra variaciones en su calidad (esto es, el mayor gasto en
transporte no representa un incremento de comodidad, velocidad, etc.). Es evidente
que la disponibilidad de los bienes y servicios restantes habrá disminuido; dado que
de éstos dependerá el nivel de bienestar de las personas, y no de la cantidad de
servicio de transporte adquirido, es claro que se habrá producido una disminución del
nivel de vida, no reflejada en las cifras convencionales de producto. Consideraciones
similares pueden aplicarse para gastos de defensa, seguridad, e incluso para gastos
en administración de justicia.
Este enfoque se implementa partiendo de valores observados de producción de estas
actividades que se consideran mínimos; luego, se computa la evolución del ingreso
descontando el valor correspondiente al crecimiento eventual que ellas evidencien. En
otros términos, ellas no son descartadas totalmente. Conceptualmente, este
procedimiento equivale a retirar estas actividades del consumo final, que es donde son
convencionalmente computadas, tornándolas insumos intermedios; esto implica que
el nivel de producto real queda computado en términos de demanda final.
Por una parte, ella tiene particular interés no en cuanto al nivel en sí del producto, sino
en su evolución y comparación entre países; el ejemplo presentado acerca del
transporte parece elocuente al respecto, y de hecho el criterio de implementación
enfatiza esta perspectiva de análisis.
Esta definición implica excluir a los siguientes grupos de actividades, todas ellas
entendidas como actividades de consumo, y no de producción:
1. actividades de distribución: son aquéllas que se refieren al proceso a través del
cual los valores de uso producidos cambian de propiedad, desde sus propietarios
iniciales a sus usuarios finales.
2. actividades de conservación y reproducción de lo social: se trata de las
actividades que brindan el marco jurídico, de seguridad, defensa, etc., a los efectos de
asegurar la reproducción de la organización social. Se enfatiza que no necesariamente
estas actividades se desarrollan exclusivamente en el ámbito del sector público (ello
no ocurre, por ejemplo, en el caso de servicios privados de seguridad). Se incluyen en
este rubro las actividades referidas a salud y educación .
3. actividades de consumo personal: son las actividades que hacen al usufructo
de los valores de uso .
Si esto puede resultar evidente para las actividades específicamente dedicadas a ese
fin (incluidas en el numeral 2. anterior), las actividades de distribución requieren una
aclaración. La definición que brindan los autores no apunta a servicios en cuanto
participantes del proceso por el cual un bien es puesto a disposición del consumidor.
Las actividades incluidas bajo el rótulo de “distribución” son las que hacen al proceso
de apropiación del producto, no a la transformación material del mismo. Se incluyen
bajo este concepto a las actividades siguientes, entre otras:
• comercio mayorista y minorista
• publicidad y ventas
• alquiler de edificios y equipos de producción
• intermediación financiera
En algunos casos, incluso, una misma actividad, en términos técnicos, puede ser o no
productiva, en función de la utilización que se le dé. Los autores citan como ejemplo
el caso del transporte de cargas: si el objetivo de determinado transporte es poner a
disposición del consumidor un producto, será una actividad productiva; si en cambio
su finalidad es realizar una ganancia, trasladando mercancías de un depósito a otro
por especulación de precios, se tratará de una actividad no productiva. En la práctica,
el tratamiento que instrumentan no toma en cuenta este tipo de casos, por las obvias
dificultades estadísticas que existen.
Desde la óptica marxista, las actividades productivas son las únicas que generan
efectivamente valor; dicho valor se distribuye entre el pago de la fuerza de trabajo
involucrada - cuyo valor es determinado a partir del valor de los bienes necesarios
para reproducirla - y el valor excedente, denominado plusvalía. Sin embargo, la
existencia de capital invertido en actividades no productivas implica que éste, y el
trabajo por éste empleado, recibe una remuneración extraída del valor generado por
las actividades productivas; dado que la fuerza de trabajo siempre es remunerada a
su valor, el “financiamiento“ de las actividades no productivas proviene del excedente
producido por las actividades productivas, y no del valor de la fuerza de trabajo .
La creciente conciencia del impacto ambiental de las actividades del hombre ha dado
lugar a una amplia y creciente discusión sobre el tema, a partir de los años 70, en los
distintos ámbitos relacionados al pensamiento económico y social.
Nótese aquí que se plantea un problema novedoso, respecto del universo considerado
por la contabilidad usual: el desconocimiento de los efectos últimos de las actividades
humanas sobre el medio, siendo que el efecto final de esta intervención no resulta
determinable. En tal caso, la contabilización de los impactos de la actividad económica
contiene necesariamente componentes hipotéticos.
Todas las soluciones ofrecen costados críticos, tal como el propio trabajo de Naciones
Unidas señala. Por una parte, la valuación de cada individuo se realiza, según se
señaló, a partir de un conocimiento evidentemente insuficiente. Por otro lado, no
siempre la reposición de activos es posible, ni tampoco la completa mitigación del
efecto ambiental.