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DAVID: ¡Hola, señor Adrián! Me llamo David, hablamos por teléfono. Tome asiento por favor.
Ambos se sientan. David se quita el sombrero. Parece tener un tic nervioso de frotarse mucho las manos, como
alguien que urde un plan.
DAVID: ¡Por supuesto, colega! Y por eso estamos acá, para hablar un poco de … negocios. Me FASCINÓ todo lo que
llegué a leer de los primeros 5 capítulos, y estoy seguro de que a nuestros amados lectores les va a encantar. Como
podrás comprender, la gente no conoce tu nombre así que no va a arriesgarse a comprar un libro de un
desconocido. Por lo tanto para mí es un riesgo el que estoy tomando contigo. Es por esa razón que a los escritores,
digamos… “novicios”, les solicitamos un depósito de garantía para así empezar. Es relativamente poco, y lo
recuperas enseguida.
ADRIÁN: ¡¿Qué?!
DAVID: No, señor. 5 mil dólares y lo voy a convertir en un escritor FAMOSO. Se va a hacer rico. Sólo necesito tu
firma aquí, y el depósito cuanto antes.
ADRIÁN: No , de ninguna manera. Ayer hablamos por teléfono y me dijo que no hacía falta ninguna inversión de
dinero.
DAVID: Ah, ¿ayer? ¡Oooohh! Me equivoqué de persona, señor Adrián hubo un traspapeleo de reuniones. Sí , sí,
¡Adrián! No, a usted no le pediré dinero.
ADRIÁN: Perfecto.
ADRIÁN: ¿Disculpe?
DAVID: Sí. Quién lo recomienda. Quién le dijo que debe hablar conmigo.