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DIAMANTES Y PEDERNALES (1954)

AUTOR:

José María Arguedas quien fue un escritor, poeta, profesor y antropólogo peruano. 

PESONAJES PRINCIPALES:

- Mario
- Don Aparicio
Los sucesos transcurren principalmente en la capital de una provincia de la sierra peruana,
donde cuatro personas foráneas entrecruzan sus vidas: el arpista Mariano, el hacendado
don Aparicio, Irma la ocobambina y Adelaida la costeña.
Mariano, un eximio arpista y cantante de huaynos, a quien la gente común lo ve como
un upa o idiota por su carácter ensimismado, llega al villorrio acompañado de su cernícalo
(killincho), a quien llama «inteligente Jovín». Era originario de un pueblo frutero cercano,
del que partió instigado por su hermano Antolín, quien le aseguró que en la capital de la
provincia triunfaría pues los arpistas eran muy apreciados y solicitados.
En la ciudad, Mariano conoce a don Aparicio, joven terrateniente que tiene bajo su mando
a muchos indios, también conocido por ser una persona que siempre estaba conquistando
a varias mujeres y posteriormente las dejaba. Don Aparicio se siente fascinado por la
música de Mariano y lo acoge, tratándole de “don”, pero le obliga a que toque solo para él.
Don Aparicio es un enamorador empedernido y seduce a muchas mujeres, siendo su
preferida una mestiza llamada Irma, natural de Ocobamba, a quien había raptado
separándola de su familia. Sin embargo, cuando llega al pueblo una joven costeña llamada
Adelaida, don Aparicio queda deslumbrado con la belleza de esta mujer, rubia y de ojos
azules. Él asume que lo que siente por Adelaida es amor, ya que esta le genera un dolor
que ni siquiera la música de Mariano logra calmar. Don Aparicio colma de regalos a la
recién llegada y de esta manera se siente con dominio sobre ella, aunque sin saber para
qué la quiere.
Todo ello entristece a Irma, quien se había mostrado fiel al terrateniente. Celosa, trama un
plan para recuperar el amor de don Aparicio: lleva con engaños a Mariano a su casa y lo
oculta. Cuando llega don Aparicio, Irma empieza a cantarle, siguiéndole don Mariano con
los acordes de su arpa, tal como habían acordado. Pero don Aparicio se da cuenta de la
presencia del arpista, se precipita sobre él, le destroza su arpa y lo expulsa de mala
manera, pues considera su acto como una traición. Mariano siente mucho pesar y espera
al patrón en la puerta de su habitación para pedirle perdón, pero don Aparicio no acepta
sus disculpas y le ordena que se marche. Pero ante la insistencia de Mariano, don Aparicio
pierde el control y lo lanza por la baranda desde el segundo piso hacia el patio. Producto
de la caída don Mariano fallece. Impactado por el hecho, don Aparicio ordena a su gente
que digan que se trató de un accidente y que su caballo le había dado una coz en la
cabeza al arpista.
Mariano es velado en casa de don Aparicio y enterrado con una ceremonia digna de un
comunero grande, que preside el mismo alcalde de la comunidad o varayok. Esta muerte
pesa mucho al joven terrateniente y sirve para que empiece a redefinir su existencia
disipada.
Don Aparicio planea vengarse de Irma: imagina casarse con ella para hacerla sufrir toda la
vida, pero finalmente decide marcharse definitivamente de la ciudad. Se despide fríamente
de Adelaida antes de alejarse, montado en su potro negro y llevándose al cernícalo de
Mariano, a quien alimenta con un pedazo de carne que destaja del cuello de su propio
caballo. Su partida hacia un lugar indefinido tiene como propósito expiar de alguna manera
su culpabilidad en la muerte del arpista. Mientras que Irma es acogida por la comunidad, al
considerársela como la única cercana al finado Mariano, por quien había llorado
sinceramente en su sepelio.

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