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Podalsky, L. (2018). “El giro afectivo”, en J. Poblete.

Nuevos acercamientos a los


estudios latinoamericanos. Cultura y poder (pp. 413-442). Nueva York: Routledge-
CLACSO.

“(...) no estoy segura de que haya habido un giro afectivo. Es cierto que una serie de
libros y artículos que se ocupan del rol de la emoción y el afecto en la cultura
latinoamericana (...) Sin embargo, el alcance disciplinario de estos estudios es bastante
limitado puesto que la mayor parte del trabajo latinoamericanista sobre la emoción y el
afecto se ha realizado en los campos de estudios literarios, crítica cultural, estudios de
cine y, hasta cierto punto, en antropología” (Podalsky, 2018, p. 411).

“(...) si ha habido un giro afectivo en los estudios latinoamericanos, este ha ocurrido a lo


largo de rutas particulares y no ha marcado un cambio sísmico similar al del ‘giro
lingüístico’ sino, en cambio, un reconocimiento del rol de la emoción, el afecto y lo
sensorial en procesos socioculturales y políticos más amplios” (Podalsky, 2018, p. 412).

Puntos de partida

“Las investigaciones latinoamericanistas sobre el afecto (y la emoción) se han concentrado


en tres problemáticas. La mayoría de ellas han sido esfuerzos por diagnosticar
configuraciones socioculturales, políticas y económicas hacia fines del siglo XX y en el
comienzo del siglo XXI, como parte de iniciativas que analizan el después de la vida
psicosocial en contextos de dictaduras y conflictos armados (...) y como parte de la
investigación de nuevas estructuras y dinámicas económicas” (Podalsky, 2018, pp. 412-
413).

“Dentro de esta problemática algunos estudiosos han prestado atención al afecto como
una manera de entender las continuidades entre periodos marcados por el cambio político
(de la dictadura a la democracia” (Podalsky, 2018, p. 413).

“Una segunda problemática en la investigación es la que se concentra en el rol del afecto


en la constitución y mantenimiento de ciertos colectivos. (...) Estos diversos estudios han
recurrido al afecto como una respuesta a lo que perciben como limitaciones de otros
conceptos (identidad e ideología) para teorizar la cohesión de ciertos grupos sociales. A
través del estudio de casos, algunos de estos trabajos sostienen que ciertos lazos afectivos
o sentidos de pertenencia (...) son lo que mantiene unidos a ciertos grupos y los moviliza
hacia la acción colectiva” (Podalsky, 2018, p. 413).

“La tercera problemática se ha enfocado en la emoción desde un punto de vista histórico,


especialmente en su rol en la política y el orden social en el periodo colonial y en los
proyectos de construcción de la nación en el siglo XIX” (Podalsky, 2018, p. 413).

“El giro conceptual desde el afecto (a menudo usado en estudios sobre el momento actual)
a la emoción (en la producción sobre períodos históricos anteriores) es significativo y será
examinado luego (...) a pesar de las muchas diferencias entre los estudios de estas tres
problemáticas, estas comparten una comprensión de lo sensorial como una fuerza cultural,
social y política significativa, ya sea para impulsar un sistema económico particular (el
capitalismo tardío de fines del siglo XX), unir a un colectivo social, o reforzar un cierto
orden sociopolítico o una formación estatal” (Podalsky, 2018, p. 414).

Problemas potenciales, callejones sin salida, sobresaltos en la ruta y salidas de camino

“Aun reconociendo la productividad de lo afectivo como línea de investigación, algunos


estudiosos han señalado su preocupación, por un lado, por la tendencia a celebrar el
afecto como ‘una práctica que en sí misma funciona como una herramienta de
emancipación’ (...); y, por otro, acerca de las limitaciones de la investigación histórica”
(Podalsky, 2018, p. 428).

“En relación con la primera duda, muchos estudios sobre el tema reconocen los peligros de
las versiones demasiado optimistas del afecto. (...) incluso Beasley-Murray (2010), un
promotor del uso del concepto, se niega a hacer al afecto equivalente a [un] potencial
liberador” (Podalsky, 2018, p. 428).

“De hecho, aún cuando hoy el afecto está posicionado como una parte significativa (y
todavía más, constitutiva) de los procesos sociopolíticos, todavía hay una tendencia
académica a identificar dinámicas sensoriales con la manipulación y a ignorar (descartar)
sus posibilidades epistémicas” (Podalsky, 2018, pp. 428-429).

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