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Antecedentes
La tradición historiográfica francesa
Las raíces culturales de la corriente de los Annales se encuentran en Francia en el siglo XIX o, incluso,
más atrás en el tiempo:
● La tradición historiográfica tuvo una gran importancia desde la Edad Media, ya que, por su carácter
pragmático, estuvo vinculada a los centros de poder político e ideológico (la Monarquía y la
Iglesia), a los grupos sociales influyentes o emergentes (como la nobleza o la burguesía) y a
procesos como la formación del sentimiento nacional entre los siglos XII al XV.
● Desde finales del siglo XVIII la Historia tuvo un papel dominante en el ámbito de las ciencias
humanas o sociales.
● La historiografía se constituyó como disciplina científica en el siglo XIX, con la fundación
por Gabriel Monod en 1876 de la Revue Historique, que se inspiró en el modelo kantinano,
subrayando la importancia de los datos empíricos y de las fuentes de información, y prestando una
especial atención a la historia política y diplomática.
● La historiografía historicista francesa, llamada “Escuela Metódica”, reforzó su posición con las
aportaciones de dos profesores de Historia de la Universidad de París, Charles Victor
Langlois y Charles Seignobos, frente al nacimiento de nuevas ciencias sociales y a las críticas
realizadas por los sociólogos, encabezados por Émile Durkheim. La Escuela Metódica tenía las
siguientes características comunes con el Historicismo alemán:
o Profesionalización de la historia.
o Conversión en una disciplina académica.
o Defensa del carácter científico de la Historia.
o Reducción del objeto de estudio a la historia política, diplomática y militar.
o Método de análisis basado en la crítica y la utilización de fuentes documentales.
o Estilo narrativo de descripción cronológica de hechos, con notas sobre las fuentes.
o Utilización política y pedagógica.
o Pretensión de objetividad.
Orígenes de la historia económica y social
Durante el siglo XIX, la industrialización y el desarrollo del capitalismo generaron
importantes transformaciones socioeconómicas, que hicieron insuficiente la construcción histórica
basada en los acontecimientos políticos. Por ello, a mediados del citado siglo surgieron formas
alternativas de escribir la historia, que permanecieron al margen de la corriente historiográfica principal
de aquella época. La conexión entre los cambios económicos y sus repercusiones sociales hizo que
apareciese una nueva historia económica y social, que analizaba aspectos como los niveles de vida, la
sanidad, la pobreza o las diferencias de clase. La nueva historia económica y social fue utilizada
políticamente como arma contra el Estado y como escudo para la defensa de las ideas liberales,
democráticas y socialistas.
La historia social tuvo tres orientaciones:
● La historia de los movimientos sociales de los pobres o de las clases bajas, en ocasiones, limitada a
la historia de la clase obrera, su ideario socialista y sus organizaciones.
● La historia de actividades sociales de la clase alta, como las costumbres, el ocio o la vida cotidiana,
que evolucionó a la historia de la cultura.
● La historia socioeconómica, centrada principalmente en el estudio del pasado desde la perspectiva
de las clases desposeídas, y que tuvo como principales representantes a Henri Pirenne, Kurt
Breysig y Max Weber.
Contexto político
La revista Annales fue creada en 1929. Los años previos a tal fecha, la situación política europea fue
bastante agitada. Iniciado el período de entreguerras, los distintos países europeos se estaban
restableciendo política, social y económicamente de la destrucción ocasionada por la Primera Guerra
Mundial.
En 1919, la situación en Francia era penosa:
● Consecuencias sociales de la Gran Guerra: 8 millones de ciudadanos habían tenido que emigrar,
1,3 millones habían muerto durante la guerra y 1 millón de franceses sufrían secuelas físicas o
psíquicas severas.
● Consecuencias económicas: las zonas agrícolas e industriales del noreste habían sido destruidas; la
producción manufacturera había caído un 60% y el valor del franco se había devaluado.
La década de los 20 fue una época de reconstrucción. En 1925 el gobierno concluyó el programa
dedicado a rehabilitar las zonas destruidas y abrió las fronteras a dos millones de inmigrantes extranjeros
necesarios para ocupar el vacío de mano de obra provocado por la emigración francesa durante la Guerra.
La presión fiscal de los sucesivos gobiernos conservadores, necesaria para financiar el déficit financiero
causado por los gastos de la guerra, empeoró la situación económica del pueblo, lo que hizo que los
trabajadores se aglutinaran en torno a varias organizaciones sindicales, como la Confederación General de
Trabajadores (CGT), la Federación Obrera Católica o la Federación Obrera Comunista, para defender sus
derechos.
La gran Crisis de 1929, surgida en los Estados Unidos, afectó al sistema social, económico y político
francés a partir de 1931, una vez que el gobierno tuvo que retirar las medidas proteccionistas.
En el ámbito de la cultura, hacia la década de los 30 surgió en Europa un rica diversidad cultural.
Coexistieron pensadores, escritores y artistas de distintas tendencias: fascistas, nihilistas, existencialistas,
socialistas, etc.
En este contexto filosófico, político y cultural nació la corriente historiográfica de los Annales.
Henri Berr
Importancia de Berr en relación con Annales.
Henri Berr (1863-1954) fue un filósofo francés que ejerció una gran influencia sobre Lucien Febvre
y Fernand Braudel (líder de la segunda generación), tanto en su formación como en la creación de la
revista Annales.
Breve reseña biográfica.
Estudió filosofía en la Escuela Normal Superior de París. Fue profesor de Retórica en Douai, en Tours y
en el Liceo Enrique IV de París.
A partir de la redacción de su tesis doctoral, “Esbozo de una Síntesis de los conocimientos, basada en la
historia” (1893), Berr comenzó a conceder un lugar privilegiado al conocimiento histórico. De hecho, la
reflexión sobre la historia se convirtió en la temática principal de su producción intelectual. Aparecía en
trabajos como La síntesis en historia. Ensayo crítico y teórico. Su interés por la historia creció hasta tal
punto que en 1900 creó la Revue de Synthèse historique (Revista de Síntesis histórica), emprendió la
publicación de dos grandes colecciones enciclopédicas, Les Régions de la France (Las Regiones de
Francia) y L’Évolution de l’humanité (La Evolución de la Humanidad), y creó en 1924 el “Centre
International de Synthèse” (Centro Internacional de Síntesis). Esta institución alcanzó en poco tiempo un
gran prestigio, gracias, sobre todo, a la organización de “semanas culturales”, a las que asistían
intelectuales de disciplinas muy diversas (entre los que se hallaba Lucien Febvre).
La influencia de la Revista de Síntesis hizo surgir en el propio Febvre y en Marc Bloch la idea de crear
una nueva publicación, de carácter más histórico y menos filosófico: la Revista Annales de Historia
Económica y Social. No obstante, el mismo año de la creación de Annales (1929), Febvre y Berr
rompieron relaciones y a partir de 1945 no hallamos en los sucesivos números de Annales ninguna
referencia a la Revista de Síntesis, ni a las aportaciones de Berr.
En los últimos años de su vida, Henri Berr abandonó la labor docente para entregarse por completo a las
actividades del Centro de Síntesis y a la producción editorial.
Concepción y método.
Las ideas de Berr tuvieron una profunda influencia sobre la historiografía francesa y, especialmente,
sobre los componentes de las dos primeras generaciones de historiadores de la corriente de los Annales.
Veamos las características principales de su concepción de la historia:
● No quiso crear una nueva teoría de la historia, sino analizar, criticar y obtener resultados de teorías
ya existentes.
● Concedió importancia a la relación de la filosofía con la historia para una mejor comprensión del
pasado y del presente.
● Promovió la colaboración con intelectuales de otras ciencias, como la psicología, la antropología, la
economía o la biología, con la intención de enriquecer el conocimiento histórico con aportaciones
intelectuales interdisciplinarias. (Esta idea la pusieron en práctica los principales representantes de
los Annales: Bloch, Febvre y Braudel).
● Pretendió desarrollar una historia global, que tuviese en cuenta todas las dimensiones de la realidad,
desde lo económico hasta lo psicológico, desde una perspectiva científica.
● Defendió el estudio del pasado desde la perspectiva del presente, para poder aprovechar el carácter
magistral de la historia tanto en el presente como para la preparación del futuro.
● Hizo énfasis en la necesidad de incluir los factores psicológicos en los estudios históricos, para
mejorar la explicación de los acontecimientos del pasado. (Esta propuesta tuvo influencia en la
historia de las mentalidades).
● También insistió en la importancia de los factores sociales en la construcción histórica, partiendo
del carácter social del hombre.
Atención especial merece el método historiográfico propuesto por Berr: la síntesis histórica, que
requiere dos tipos de trabajos intelectuales:
● Síntesis erudita: estudio y análisis de las fuentes recopiladas.
● Síntesis científica: análisis de resultados y reducción a principios explicativos.
Para realizar ambas tareas, el historiador necesita la colaboración de las demás ciencias. Por ello, la
síntesis histórica, según Berr, alcanza el rango de verdadera ciencia.
Los cambios conceptuales y metodológicos propuestos por Berr tuvieron tal influencia en el pensamiento
de Febvre, Bloch y Braudel, que les llevaron a transformar su concepción del trabajo del historiador.
Henri Pirenne
Breve reseña biográfica.
Henri Pirenne (1862-1935) nació en Verviers (Bélgica), en el seno de una familia de industriales. En 1879
fue a estudiar Derecho a la Universidad de Lieja. No obstante, el profesor de Historia Godefroid Kurth le
impresionó de tal forma que le despertó la vocación de historiador y acabó doctorándose en Historia en
1883. Entre 1883 y 1885 estuvo en Leipzig, Berlín y París, completando su formación como historiador.
De vuelta a la Universidad de Lieja, ese mismo 1885 dio clases de Paleografía y Diplomática. Y en 1886
comenzó a dar clases de Historia Medieval e Historia de Bélgica en la Universidad de Gante, centro en el
que impartiría docencia hasta 1930. Durante la Primera Guerra Mundial se destacó como una de las
principales figuras de la resistencia pacífica contra la ocupación alemana, por lo que fue apresado y
llevado preso a Alemania. Pasó sus últimos años en la Universidad de Bruselas.
Sus principales obras fueron Historia de Bélgica, Mahoma y Carlomagno y Las ciudades de la Edad
Media .
Concepción de la historia.
La concepción de la historia de Henri Pirenne tenía también rasgos innovadores, que pueden ser
considerados precedentes de corrientes historiográficas posteriores, entre las que podemos incluir la de
los Annales. De dichos aspectos podemos destacar los siguientes:
● Trató en sus obras históricas no solo los acontecimientos políticos, sino también las circunstancias
económicas y sociales. De hecho, les concedió tal importancia a los hechos económicos y sociales
para la comprensión del pasado, que buena parte de sus escritos históricos basan sus explicaciones
en ellos. Por ejemplo, en Las ciudades de la Edad Media, analiza el progreso urbano utilizando
como marco de referencia la evolución del comercio. Pirenne consideraba que los hechos
económicos tenían relación con sus causas y consecuencias sociales.
● Pirenne consideraba necesario conocer el pasado para comprender el presente y viceversa, es decir,
conocer el presente para comprender el pasado.
● Creía que para poder teorizar sobre la historia era imprescindible la disposición de una buena base
de conocimientos concretos (erudición).
Método historiográfico.
El método historiográfico de Pirenne se basaba en dos premisas:
● La doble redacción de textos históricos. Tal como descubrió su hijo, Jacques Pirenne, en el prólogo
de Mahoma y Carlomagno, Henri Pirenne tenía la costumbre de escribir sus libros dos veces. En la
primera redacción construía la obra reuniendo las ideas principales que deseaba exponer, pero sin
ninguna preocupación formal (la primera versión podía tener esquemas no desarrollados, referencias
a fichas propias o incluso párrafos inacabados). En la segunda, redactaba un texto nuevo, en el que
desarrollaba las explicaciones e incluía cifras y referencias bibliográficas o archivísticas, tratando de
acentuar la objetividad de la construcción histórica y de ocultar la parte subjetiva del historiador (su
personalidad y sus sentimientos).
● El uso del método comparativo de análisis histórico. Este método comparaba aspectos políticos,
económicos y sociales de la historia de un mismo Estado en diferentes momentos históricos, o de
distintas naciones o incluso culturas o civilizaciones.
o Por ejemplo, en Historia de Bélgica, explicaba la estrecha dependencia de la historia de
Bélgica en la Edad Media y en la Moderna de la historia de otros estados europeos, como
Francia, Inglaterra o, sobre todo, los “principados” alemanes. Por ello, para poder
comprenderla, era necesario conocer la historia de las naciones vecinas.
o En Mahoma y Carlomagno, comparaba aspectos económicos de las dos civilizaciones (la
musulmana y la cristiana occidental).
Nació en Nancy (Lorena, al noreste de Francia) en el seno de una familia procedente del Franco-
Condado, lo que le hizo sentir a lo largo de su vida un especial afecto por esta región, cuya historia y
cultura estudió. Su padre, psicólogo de profesión, le inició en el estudio de los textos antiguos y de los
idiomas, lo que influyó decisivamente en su forma de pensar. Realizó sus primeros estudios en el Liceo
de Nancy y posteriormente marchó a París, a cursar Geografía e Historia en la Escuela Normal Superior,
donde recibió la influencia del geógrafo Vidal de la Blache. Tras licenciarse en 1902 comenzó a trabajar
como profesor de Historia en el Liceo Louis Le Grand de París, al tiempo que trabajaba en su tesis. Se
doctoró en 1911 tras defender la tesis titulada Felipe II y el Franco-Condado.
En esta época conoció a Henri Berr, quien ejerció una gran influencia sobre su vida profesional. Participó
con él en reuniones culturales. Escribió varios artículos para la Revista de Síntesis histórica, el trabajo El
Franco Condado para la colección Las regiones de Francia y las obras Al margen de la historia
universal en dos volúmenes y La Tierra y la evolución de la Humanidad, que aparecieron publicadas
en La Evolución de la Humanidad.
Tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914 tuvo que dejar su plaza docente para enrolarse en el
ejército, en el que sirvió durante los cuatro años de la contienda. En 1919 consiguió una plaza de profesor
en la Universidad de Estrasburgo y fue distanciándose progresivamente de su maestro Berr. En
Estrasburgo compartió las labores docentes con un grupo de historiadores entre los que se hallaba Marc
Bloch, quien a partir de este momento sería su colaborador y amigo.
En 1929 Bloch y Febvre fundaron la Revista Annales d’histoire économique et sociale. Febvre publicó en
ella innumerables artículos, reseñas y notas críticas. En 1933 consiguió una cátedra en el Colegio de
Francia, lo que le permitió centrarse más en la investigación. Su labor editorial se vio frenada por la
Segunda Guerra Mundial. Durante el enfrentamiento militar murió Bloch, quedando Febvre solo al frente
de la revista. A partir de 1945, hasta su muerte en 1956, siguió escribiendo para Annales, dirigió durante
un tiempo la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y realizó distintos trabajos de investigación
colectivos e interdisciplinarios.
En la actualidad, su obra, junto con la de Marc Bloch, ha sido revalorizada, especialmente por los
historiadores de la cuarta generación de los Annales.
Obras principales.
Febvre se especializó en estudios sobre la Edad Moderna, especialmente sobre el siglo XVI. Aparte de su
tesis doctoral, Felipe II y el Franco-Condado, sus obras más importantes tratan sobre cuatro personajes
que vivieron en este siglo: Martín Lutero, François Rabelais, Margarita de Navarra y Erasmo de
Rotterdam.
● Un destino, Martín Lutero.
● El problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religión de Rabelais.
● El Heptaméron. Amor sacro, amor profano.
● Erasmo, la Contrarreforma y el espíritu modeno.
Concepción de la historia.
Los principales aspectos de la concepción de la historia de Febvre son los siguientes:
● Amplía el ámbito de estudio de la historia al ser humano (no solo a los grandes hombres, sino
también a todos los demás, a los individuos, a los grupos y a las colectividades).
● En sus escritos históricos efectúa un estudio global del contexto social, económico, político, cultural
y de las mentalidades de la época en que están inmersos los personajes que analiza. Esta línea se
aprecia ya en su tesis doctoral Felipe II y el Franco-Condado y se confirma sus obras “biográficas”.
● Justifica el carácter científico de la historia argumentando que es una de ciencia social global,
porque incluye aspectos sociales, económicos, políticos y culturales, propios de otras ciencias
sociales.
● Valora el potencial pedagógico de la historia. Gracias a ella, pretende comprender el presente a
través del pasado y el pasado a través del presente. No juzgar, ni describir, ni enumerar: reconstruir
con imaginación para comprender el proceso histórico.
● Cree que la historia debe tener una orientación utilitarista. El historiador debe estudiar el pasado en
función de los problemas que preocupan a los hombres de su tiempo, para contribuir a su
resolución. Por ejemplo, en su tesis doctoral parte de dos problemas contemporáneos: uno
historiográfico, la interdependencia entre los diferentes aspectos de la historia (sociales, económicos
o políticos); y otro social, la inseguridad socioeconómica derivada del auge del socialismo y la
extensión del sindicalismo.
Método historiográfico.
Febvre pretende renovar el oficio de historiador presentando un método historiográfico innovador:
● Utilización del método comparativo. En distintos estudios históricos, Bloch comparó sociedades
coetáneas de distintas naciones o la misma sociedad en tiempos históricos diferentes, con la
intención de hallar semejanzas y diferencias que le permitiesen mejorar su conocimiento de dichas
sociedades, en beneficio de la interpretación, la explicación y la síntesis histórica. Por ejemplo,
en Los reyes taumaturgos comparó las sociedades de Inglaterra y Francia desde el siglo XIII hasta
el XVIII, y ello le dio fama internacional. Bloch concedía gran importancia al método comparativo
porque creía que sustituía en la investigación histórica al método experimental.
● Fomento del uso del método regresivo. Bloch justificaba la idoneidad del método regresivo, es
decir, la construcción histórica desde el presente hacia atrás, argumentando que los períodos
cercanos en el tiempo son mejor conocidos y que se debe proceder de lo conocido a lo desconocido.
Segunda generación (1956-1968)
Fernand Braudel
Breve reseña biográfica.
Fernand Braudel (1902-1985). Nació en Luméville-en-Ornois (Lorena, Francia). Aunque de joven se
inclinó por la Medicina, su padre, profesor de matemáticas, le convenció a estudiar Historia. Cursó
estudios universitarios en la Sorbona de París y en la Ecole Practique des Hautes Etudes. En 1923 se
licenció en Historia y comenzó a ejercer la docencia en Bar-le-Duc. De allí marchó a Argel a trabajar
también como profesor. Allí conoció a Henri Berr e inició su tesis doctoral, que trataba sobre la historia
diplomática de la política mediterránea de Felipe II. La falta de documentación le llevó a investigar en
el Archivo de Simancas, así como en otros archivos franceses, italianos e incluso yugoslavos. De regreso
a Francia, en 1932 conoció a Lucien Febvre, quien influiría considerablemente sobre sus trabajos
históricos. Entre 1932 y 1935 dio clases en París, en los liceos Pasteur, Condorcet y Henri IV. En 1935
marchó a Sao Paulo para fundar la cátedra de Historia en su Universidad. En 1937 volvió a París para
trabajar en la École Practique des Hautes Etudes.
En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el ejército. En 1940 fue capturado por los
nazis y llevado a un campo de concentración cerca de Lübeck, donde permaneció cinco años. Durante
este tiempo, trabajó prácticamente de memoria en su tesis doctoral.
Tras la guerra, volvió a la docencia universitaria en París, junto a Lucien Febvre, dedicándose también a
la historia social y económica. En 1947 leyó la tesis doctoral y dos años después, en 1949, la publicó con
el título de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II.
El trabajo causó una gran impresión en la comunidad de historiadores de su época. Presentado en tres
volúmenes, era un detallado análisis de un vasto ámbito geográfico, el Mediterráneo y su área de
influencia, durante un largo período (la segunda mitad del siglo XVI), en el que el autor escalonó
magistralmente los fenómenos estructurales, coyunturales y episódicos, realizando así un excelente
análisis de conjunto.
Gracias a esta obra, Braudel se convirtió en uno de los historiadores más reconocidos del momento. Al
jubilarse, Febvre le cedió su cátedra del Colegio de Francia (1949), lo que le permitió dedicar más tiempo
a la investigación. En 1951 fundó junto a su maestro Febvre el Centre de Recherches Historiques (Centro
de Estudios Históricos), lo que aseguró la publicación de varias colecciones de historia económica y
social. Tras la muerte de Febvre en 1956, pasó a dirigir la revista Annales y la École Practique des Hautes
Etudes.
En el año 1967 publicó su segunda obra importante: Civilización material, Economía y Capitalismo: de
los siglos XV hasta el XVIII, en el que realizó un estudio económico del mundo preindustrial, utilizando
técnicas de la cliometría, y valorando las repercusiones sociales de los cambios económicos.
También fueron numerosas sus contribuciones de carácter metodológico, reunidas en la obra Escritos
sobre la historia, que promovieron la reflexión historiográfica durante muchos años.
Contribuciones historiográficas.
● Énfasis en los factores económicos, sociales e incluso políticos en la construcción histórica; escaso
interés por las mentalidades o la religión.
● Reconocimiento del papel fundamental de las distintas ciencias sociales para la explicación
histórica.
● Integración del espacio en el discurso histórico como protagonista de la Historia (influido por la
concepción geográfica de sus maestros del período de entreguerras, como Vidal de la Blache).
● Visión multicéntrica de los factores con influencia en la evolución histórica de la región analizada.
● Introducción en la historiografía de una nueva visión del tiempo histórico, que tiene tres niveles
o duraciones:
●
o Duración larga. Es la historia estructural. Hace referencia a la geohistoria, a la relación del
hombre con el medio que le rodea. Braudel se interesa por el medio en el que viven los
hombres de la cuenca mediterránea: clima, montañas y llanuras, mar y ríos, caminos y
ciudades. Analiza el ritmo casi inmóvil del “tiempo geográfico”.
o Duración mediana. Es la historia coyuntural. Hace referencia a la estructura social de los
“destinos colectivos y movimientos de conjunto”. En El Mediterráneo es subdividida en
economías, imperios, civilizaciones, sociedades y formas de guerra. El tiempo medio se
corresponde con los ciclos socioeconómicos (la evolución de los precios, las tendencias
demográficas, el movimiento de los salarios). Es el “tiempo social” en el que se producen los
cambios de los fenómenos demográficos y económicos.
●
o Duración corta. Es la historia episódica. Hace referencia a los acontecimientos, la política y los
hombres. Es la historia política, factual, de los acontecimientos, a la medida de los individuos.
● Importancia de la larga y la media duración. Para poder comprender la historia es necesario el
estudio de los grandes procesos en la larga duración, o en menor medida, de las coyunturas. Braudel
desprecia la historia episódica. Esta concepción se vio muy mediatizada por su experiencia vital.
Estando preso en un campo de concentración nazi, cuando la Alemania nazi había terminado con un
régimen político francés de cierta duración (la Tercera República) y amenazaba con destruir una
tradición política occidental de aún mayor duración, Braudel tendía a privilegiar el estudio de una
historia estructural o coyuntural, y a despreciar la historia episódica.
● Estructuralismo. Influido por el antropólogo Claude Lévi-Strauss, cree que los fenómenos
estructurales son los tienen una influencia mayor y más duradera sobre la vida de las sociedades.
Braudel cree que todo hecho histórico está conectado con una estructura, que le da sentido. Por ello,
escribir historia es reconstruir los nexos entre el suceso y su estructura.
● Perspectiva anti-historicista. Relega a un segundo plano el estudio de los acontecimientos concretos
y de los protagonistas individuales (corta duración) y prioriza el estudio de las sociedades desde una
perspectiva global formada a lo largo de los siglos (mediana duración), en el contexto del entorno
habitado por las sociedades (larga duración).
● Desarrollo de una historia “total”, “globalizante” o “totalizante”. Tiene este calificativo porque
estudia todas las manifestaciones humanas acontecidas en todos los períodos históricos, rompiendo
las divisiones de la Prehistoria y de la Historia.
Otros historiadores de la segunda generación de Annales son Pierre Goubert, Ernest Labrousse, Charles
Morazé o Georges Friedmann.
Tercera generación (1969-1989)
A comienzos de los años 70 del siglo XX, Fernand Braudel se retiró de la revista Annales por
discrepancias internas. Su salida dio inicio a la tercera generación de historiadores de esta escuela
historiográfica. Comparten una serie de características:
● Heterogeneidad por la falta de acuerdo metodológico, político e intelectual.
● Incremento de la presencia académica y social.
● Mayor interés por el estudio de la cultura.
● Inspiración en Lucien Febvre, Jules Michelet y Michel Foucault.
Los principales representantes de esta tercera generación son Jacques Le Goff, Pierre Nora y, en menor
medida, François Furet, Jacques Revel, André Burguière, Marc Ferro, Emmanuel Le Roy
Ladurie, Philippe Ariès y Michel Vovelle.
Fruto de esa tercera generación es la acuñación de la expresión Nouvelle Histoire (Nueva Historia), con el
propósito de resaltar una nueva perspectiva historiográfica, basada en el análisis de las mentalidades en
tiempos “largos” (las representaciones colectivas y las estructuras mentales de las sociedades) utilizando
métodos de la antropología. Por ello, también ha sido denominada antropología histórica.
La multiplicación de los objetos de investigación fue motivo de diversas críticas sobre esta tercera
generación.
Definición de mentalidad
La RAE define mentalidad como la cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo,
a una generación, etc.
El concepto “mentalidades” alcanzó una gran difusión e importancia historiográfica durante los años 70 y
80 del siglo XX gracias a que entre 1968 y 1989 la producción de la tercera generación de la corriente
francesa de los Annales se difundió por todo el planeta, ejerciendo una notable influencia sobre la
historiografía y las ciencias sociales. Pese a su amplia difusión y popularidad (que llevó incluso a la
creación de neologismos en alemán –mentalitäts– o en inglés –mentalities-), no existe una definición
precisa y universalmente aceptada ni del término “mentalidad” ni de la “historia de las mentalidades”.
La palabra “mentalidad”, más que designar un concepto bien definido, ha sido utilizada como un término
descriptivo que aludía a un amplio y poco preciso ámbito de estudio, en el que se incluían los
comportamientos, los gestos cotidianos, el inconsciente, las emociones, las creencias populares, las
formas de conciencia, las estructuras ideológicas o los imaginarios sociales, entre muchos otros elementos
posibles. Ello llevó al propio Jacques Le Goff -uno de los principales representantes de la tendencia- a
afirmar que se trataba de una historia ambigua.
La historia de las mentalidades suele presentarse como opuesta a la tradicional historia de las ideas,
que se concentró en la reconstrucción de los grandes sistemas de pensamiento, de los grandes pensadores,
los científicos notables, los grandes escritores o artistas, los intelectuales prestigiosos, siempre desde la
perspectiva de las élites. La historia de las mentalidades reivindica la ampliación del ámbito de estudio a
los colectivos, abordando las creencias populares, la cosmovisión de una determinada época, la
sensibilidad cultural o artística de las masas, o los conocimientos técnicos o científicos de una sociedad.
Además, la historia de las mentalidades intenta también recuperar los aspectos inconscientes de la cultura
y las creencias de una sociedad. Por tanto, las fuentes a estudiar no son solo las obras de los grandes
pensadores o artistas, sino también los textos cotidianos, los gestos, la iconografía, las formas de
representación popular de una sociedad.
Podemos distinguir cinco componentes en las mentalidades, que se corresponden con modos de percibir
la realidad y de actuar sobre ella:
● Lo racional. El componente racional de la mentalidad permite el estudio de la historia cultural y de
las ideas. Marc Bloch y Lucien Febvre fueron los pioneros en el estudio de lo racional para la
construcción histórica de los comportamientos colectivos.
● Lo emotivo. Los sentimientos, la sensibilidad, el miedo o la inseguridad son elementos emotivos
que han sido utilizados en la historia de las mentalidades. Entre los historiadores que han trabajado
estos aspectos, destacamos a Georges Lefebvre, Marc Bloch, Lucien Febvre o, más
recientemente, Jean Delumeau.
● Lo imaginario. El imaginario es el conjunto de representaciones mentales (fundamentalmente
gráficas o textuales) que tratan de reconstruir un mundo interior, distanciado de la realidad. Los
historiadores han recurrido al arte, la literatura o las representaciones sociales para realizar estudios
históricos sobre el componente imaginario de las mentalidades.
● Lo inconsciente. Es el componente más controvertido de la mentalidad, por la dificultad existente
en probar la mayor o menor influencia que pueda llegar a tener sobre la historia. El pionero en la
aplicación de los descubrimientos de Sigmund Freud a la historia fue Wilhem Reich. Por otra parte,
en los Estados Unidos se ha desarrollado una corriente historiográfica denominada “psicohistoria”,
que intenta aplicar el psicoanálisis al estudio de la historia y cuyos trabajos han encontrado dos
vehículos de difusión principales: las revistas The Psychohistory Review y Psychohistory Review.
The Journal of Psychohistory. La técnica psicohistórica que suscita mayores recelos entre los
historiadores es la empatía, mediante la cual el psicohistoriador se pone en el lugar del sujeto
histórico para tratar de tener una noción más real de los acontecimientos sucedidos en dicha época.
● La conducta. La inclusión de los comportamientos colectivos en la historia de las mentalidades
permite la conexión con la psicología, la antropología histórica (también interesada por aspectos
como los gestos, los rituales, las fiestas o las tradiciones) y con la nueva historia sociocultural.
Entre los temas relacionados con la historia de las mentalidades que han servido para la elaboración de
estudios históricos, podemos destacar el vocabulario, la vida cotidiana y la violencia.
La mentalidad, por tanto, queda definida en virtud de la manera de pensar, de sentir, de imaginar y de
actuar consciente o inconscientemente, de forma individual o colectiva. Así, la actividad humana, desde
las palabras o gestos personales hasta los grandes hechos de un grupo social, entra en el ámbito de estudio
de la historia de las mentalidades. Los historiadores han realizado trabajos de historia de las mentalidades
desde cuatro perspectivas que pueden combinarse a la hora de definir los ámbitos de estudio:
● Han analizado formas mentales complejas, como la memoria, las actitudes, las creencias o los
valores.
● Han realizado estudios sobre un tema determinado (entre los que destacan los siguientes: tiempo,
espacio, naturaleza, trabajo, poder, institución, acontecimiento, revuelta, propiedad, dinero, justicia,
igualdad, naturaleza, locura, vida, muerte, etc.).
● Han analizado diversos sujetos: individuo, estamento, clase, profesión, género, grupo de edad,
minoría, nación, civilización.
● Han estudiado períodos temporales concretos.
La dispersión conceptual, temática y editorial ha propiciado la elaboración de síntesis, balances y
rectificaciones de la tendencia historiográfica.
Fuentes y método
Una de las consecuencias de la indefinición y la ambigüedad temática de la historia de las mentalidades es
la amplitud y variedad de las fuentes que el historiador puede utilizar para su estudio. A diferencia de la
historia social o económica, la de las mentalidades no cuenta con fuentes específicas. Para el historiador
pueden resultar relevantes tanto la información o los testimonios extraídos del análisis de las fuentes,
como los hechos a los que se refieren. No obstante, incluso la ausencia de fuentes y datos también puede
ser utilizada por los historiadores para el estudio de las mentalidades.
Esta disciplina pretende estudiar la subjetividad humana, conocer la historia desde el punto de vista del
protagonista, desde su interior. Además, no solo pretende descubrir nuevos enfoques, métodos o fuentes,
sino que también se plantea la revisión de los temas históricos ya estudiados o de las fuentes y los
métodos ya utilizados desde una perspectiva diferente.
Los historiadores de las mentalidades están haciendo un uso desigual de las fuentes más tradicionales:
● Prácticamente no están utilizando las fuentes narrativas tradicionales de la historia política, quizá
porque el acontecimiento propio de la “corta duración” no suscita un gran interés para el estudio de
las mentalidades.
● En cambio, las fuentes notariales y judiciales (especialmente los testamentos y los procesos),
explotadas principalmente por la historia demográfica, económica y social, sí empiezan a ser más
empleadas por los historiadores de las mentalidades.
● También están utilizando las fuentes propias de la historia cultural: la literatura, el arte, la filosofía,
la religión, la educación o la ciencia. Junto a estas fuentes tradicionales, se han revalorizado otras
que anteriormente eran consideradas menores para el estudio de la cultura (como la prensa, la
fotografía, o la literatura y el arte populares) o que ni siquiera eran admitidas como tales (la cultura
oral o los documentos personales).
La amplitud de las fuentes y la dificultad que conlleva el análisis de las mentalidades (lo subjetivo hasta
lo inconsciente) han requerido el desarrollo de una metodología específica para esta tendencia
historiográfica. Para definir un método que permita extraer información de las fuentes, verificar dichos
datos y sacar conclusiones ha sido necesario buscar el apoyo de las ciencias sociales que más han
trabajado temas relacionados con la mente, esto es, la psicología y la antropología. Ello ha resaltado el
carácter interdisciplinar de la historia de las mentalidades.
Tipos de estudios sobre historia de las mentalidades
Pese a que el objeto de estudio de la historia de las mentalidades es ambiguo y no está bien delimitado,
los miembros de la tercera generación de los Annales no han tipificado los modelos historiográficos de
esta tendencia.
● Vinculación a la historia social. George Duby anunciaba que el objetivo era construir una historia
social de las lógicas mentales y las categorías ideológicas, sin concederle a la mentalidad una
autonomía excesiva.
● Relación con la psicología colectiva. Duby propone la realización de la historia de las mentalidades
como un plan de investigación de una historia psicológica, animando a los historiadores a conceder
una particular atención a la psicología social. En la misma línea, Alphonse Dupront planteó la
necesidad de comenzar a elaborar trabajos científicos sobre la historia de la psicología colectiva.
El impulso decisivo de los años 70
Este impulso tiene su origen en un artículo de Jacques Le Goff, titulado “Las mentalidades: una historia
ambigua”, en el que muestra ciertas reservas sobre la historia psicológica y social que se había estado
haciendo en la década anterior. Y pese a la relación existente entre las mentalidades y las estructuras y la
dinámica social, Le Goff planteó el distanciamiento entre las dos historias (la de las mentalidades y la
social).
En esta época, la imprecisión del concepto de mentalidad hizo posible la elaboración de un gran número
de estudios caracterizados por la v ariedad temática, la heterogeneidad metodológica y la
relación con diversas disciplinas históricas, que tuvieron, en general, una buena difusión
pública.
A finales de la década de los 70, la historia de las mentalidades se había convertido en
Francia en la principal tendencia historiográfica, destronando a la historia social y
económica, de la que se había desvinculado totalmente.
El apogeo crítico de los años 80
El triunfo de la historia de las mentalidades supuso una ruptura radical con los
planteamientos originales de la corriente de los Annales (que proponía el desarrollo de
una historia sintética, total, con una fuerte base en los aspectos sociales y económicos).
La nueva tendencia se acercó progresivamente a la antropología histórica. De hecho, los
temas más tratados en los trabajos de la Nouvelle Histoire fueron materias
antropológicas: la familia, la alimentación, el cuerpo, la sexualidad, la enfermedad, las
fiestas, la brujería, etc.
El desarrollo de la historia de las mentalidades tuvo algunos efectos positivos:
● La renovación de algunas historias, como las de la religión, las ideas o la cultura, cuyos estudios no
habían tenido en consideración hasta entonces la psicología social colectiva. De esta forma, fueron
redefiniéndose como historia social de las ideas o historia social de las prácticas y modelos
culturales.
En esta época ganaron protagonismo los trabajos de la nueva historia social de la cultura, realizados por
historiadores de las mentalidades y basados fundamentalmente en el estudio del imaginario colectivo (las
representaciones imaginarias -imágenes, símbolos y realidades inventadas-), a través de las obras
artísticas y literarias. Ello contribuyó a la ampliación del objeto de estudio de las mentalidad a la
“superestructura” de la sociedad.
Paralelamente a este segundo esplendor, relacionado con el estudio del imaginario colectivo, comenzaron
a aparecer distintas críticas a la corriente.
En 1981, François Furet publicó en la revista Le Débat un artículo titulado “Al margen de los Annales.
Historia y ciencias sociales” en el que criticaba la vaguedad de la definición de la historia de las
mentalidades y el distanciamiento de los planteamientos originales de la corriente, y afirmaba que el éxito
de la tendencia se debía a que constituía un sustituto a la francesa del marxismo y el psicoanálisis.
En 1983, el propio Furet publicaba en la misma revista Le Débat una editorial titulada “¿Dónde va la
historia?, en la que criticaba la multiplicidad temática de la historia de las mentalidades y sus escasos
resultados desde el punto de vista de la investigación y la interpretación histórica, y anunciaba el
agotamiento de la Nouvelle Histoire.
También la historiografía anglosajona criticó a los historiadores de mentalidades por su minusvaloración
de los cambios históricos, su sofisticación metodológica inútil y su potenciación de la historia inmóvil.
No obstante, muchos historiadores han preferido mantenerse al margen de esta línea de investigación
historiográfica por las características que presenta: la ambigüedad del concepto y su consecuente
multiplicidad de objetos de estudio, las dificultades metodológicas, el distanciamiento de la historia social
y su preferencia por la historia de larga duración o la historia inmóvil.
La solución a la crisis vino con la reorientación de la corriente hacia la historia social de las mentalidades,
de acuerdo con los principios generales de Annales. En este sentido, Georges Duby escribía a
comienzos de los 90 que el progreso de la historia social dependía de la convergencia
entre la historia de la civilización material y la del pensamiento colectivo.
Hoy parece claro que el futuro de la historia de las mentalidades como disciplina depende de la
reanudación de sus relaciones con la historia social, ya que solo así la historia de las mentalidades puede
contribuir a la explicación de la actividad humana en la historia. Este giro hacia el estudio concreto de la
subjetividad humana para la comprensión de la sociedad se puede ver beneficiado por los éxitos
alcanzados previamente por la historia de las mentalidades:
El retraso español
La dictadura franquista, con sus implicaciones ideológicas y académicas, y su oposición general a la
movilidad del profesorado, retrasó la entrada de las tendencias historiográficas innovadoras en España al
menos una década. La historia social y económica llegó y se impuso en los años 70, bajo la influencia
directa de la corriente de los Annales, en un momento en que en Francia la línea de trabajo dominante
entre los historiadores era una historia de las mentalidades, cada vez más alejada de la historia social.
Los historiadores españoles de las mentalidades comenzaron escribiendo sobre temas socio-psicológicos:
los modelos de comportamiento, las representaciones sociales, las prácticas, las actitudes, los valores y las
creencias colectivas. No obstante, el tema más estudiado en España fue la actitud ante la muerte, una
cuestión que ya había sido objeto de gran atención en Francia en los inicios de la corriente de la historia
“subjetiva” o de las mentalidades. De hecho, algunos de las principales historiadores de la tercera
generación de Annales, como Philippe Ariès, Michel Vovelle o Pierre Chaunu, escribieron libros sobre
esta temática en los 70. El balance historiográfico español de la historia de la muerte fue muy positivo ya
que, además de popularizar la historia de las mentalidades y generar un buen número de publicaciones,
promovió la colaboración interdisciplinar con historiadores del arte, la literatura y la religión. Pese a ello,
la historia de la muerte es una tema secundario en el conjunto de la historiografía española reciente.
El auge de la historia de las mentalidades en España, desde finales de los 80, conllevó una benéfica
multiplicación temática. Muchos otros temas, objetos de investigación mental y psicológica, fueron
estudiados por los historiadores: la imagen del rey; la justicia, la criminalidad y la violencia; los conflictos
y las revueltas; los caballeros y los clérigos; etc. A ellos habría que sumar los propios de la antropología
histórica: la familia, la cultura popular, la tradición oral, la enfermedad, la fiesta, la alimentación, la
sexualidad, la infancia, la vida cotidiana y la religiosidad popular. Y también los relacionados con la
nueva historia cultural.
El crecimiento de las historia de las mentalidades en España se generalizó y consolidó en la década de los
90.
● Por una parte, la caída del Muro de Berlín (1989) y la disolución del “Telón de Acero” promovieron
la aparición de importantes movimientos sociales, que generaron entre los historiadores la necesidad
de revisar los paradigmas historiográficos vigentes en busca de explicaciones.
● Y por otra, las críticas que cuestionaban la utilidad del análisis de las mentalidades para explicar los
problemas históricos también llevaron a los representantes de los Annales a buscar nuevas vías
historiográficas.
Características historiográficas.
Pese a que la falta de referentes metodológicos comunes y la variedad de objetos de estudio llevaron a
algunos críticos a dudar de la conciencia de grupo de la última hornada de historiadores de los Annales, el
elemento aglutinador de la cuarta generación fue la voluntad de revisar y buscar nuevas soluciones
historiográficas. Entre los rasgos más destacados de esta última generación, podemos destacar los
siguientes:
● Abandono de la historia de las mentalidades.
● Revisión de los planteamientos de las dos primeras generaciones:
o Recuperación y renovación de la historia social y económica, marginada por la tercera
generación.
o Recuperación y actualización crítica de las perspectivas de la historia global y de la larga
duración.
o Búsqueda de apoyos en los aportes de otras disciplinas científicas.
● Propuesta de una historia social de las prácticas culturales o de una nueva historia cultural de lo
social.
● Interconexión de la cultura con su entorno socio-económico.
● Atención por la metodología historiográfica, buscando el debate sobre temas como la síntesis
histórica, la historia problema, el método comparativo o la historia interpretativa.
El principal representante de la cuarta generación de los Annales es Roger Chartier.
Josep Fontana
Especialmente duras resultan las críticas de Josep Fontana (realizadas en 1974), para quien la Escuela es
reaccionaria e involucionista por distintos motivos:
● La carencia de una teoría social globalizadora, que sirva para explicar los cambios sociales.
● La obsesión por el desarrollo de instrumentos cuantitativos de análisis (una línea de trabajo que se
convirtió en un fin en sí misma).
● El desinterés por la historia política.
● La falta de análisis de los grandes problemas históricos por el exceso de atención por la evolución
de las sociedades.
George G. Iggers
George G. Iggers también ha criticado negativamente diversos aspectos de la Escuela de los Annales: