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Un Siglo de Mejico de Hidalgo A Carranza 969532
Un Siglo de Mejico de Hidalgo A Carranza 969532
O B R A S D E A L F O N SO JU N C O
POESIA
Por la senda suave— 1917,
E l alma e s t r e lla - 1920, 1936.
Posesión— 1923, 1936.
Florilegio eucarístico— 1926.
La divina aventura— 1938.
PROSA
Fisonomías— 1927, 1943. -
La traición de Querétaro— 1930.
C r i s t o - 1931, 1942, 1943.
Un radical problema guadalupano■ —1932.
Motivos mejicanos— 1933.
Inquisición sobre la Inquisición— 1933, 1938.
U n siglo de M éjico— 1934, 1937, 1946.
Cosas que arden— 1934.
Carranza y ¡os orígenes de su rebelión— 1935.
Gente de M éjico— 1937,
Lumbre de M éjico— 1938.
Savia— 1939.
La vida sencilla— 1939.
El difícil paraíso—1940.
Sanpre de Hispania— 1940.
T res lugares comunes■ —1943.
E gregios— 1944.
E l milagro de ¡as rosas— 1945.
España en carne viva— 1946.
EDICIONES BOTAS.
Propiedad del autor. ,
Derechos reservados conforme a la ley.
' Impreso en Méjico.
UN SIGLO
DE
MEJICO
De Hidalgo a Carranza
TERCERA EDICION
ADVERTENCIA
W ^^ISIM ILES en amplitud y en estructura,
t 1 escritos al azar de la ocasión y sin p r o
pósitos de ulterior unidad, estos estu
dios, sin embargo, congregados ahora,
quizá puedan ofrecer una manera de panorama
del siglo más tempestuoso y grávido de nuestra
historia, e iluminar los más salientes personajes
y los puntos más, obscurecidos por el polvo de la
pelea.
En el conjunto se advertirá la reiteración de
algunos conceptos y algunas citas. N o he que
rido suprimirlos, para que cada trabajo, indivi
dualmente, conserve su información y sentido
cabal.
Páginas de lealtad escritas para hombres
leales, buscan lectores —como ellas— capaces
de rectificación y desinterés, juveniles los ojos
y libre el alma.
A MANERA DE PROLOGO
Junio d e 1932.
HIDALGO Y ALAMAN
N E R O de 1810. Guanajuato,
E n e ro d e 1935.
MORELOS GUADALUPANO
LM A de la independencia mejicana fue la V ir
A gen de Guadalupe. Todos los campeones de
aquella heroica empresa que, sin exceptuar
uno solo, ponían la religión como esencial cimiento de
unidad y grandeza de la patria, tomaron por patrona a
la Guadalupana, la irguieron como símbolo y bandera
y la amaron con encendida devoción.
Al alborear el levantamiento, Hidalgo recoge y tre
mola en Atotonilco el estandarte de la Virgen. Sus tro
pas se congregan y enardecen al grito de “ jViva la
Virgen de Guadalupe!'’, y llevan en los sombreros la
imagen venerada.
Morelos, de quien luego hablaremos con singulari
dad, tiene en su ejército suriano el regimiento “Gua
dalupe”, que se destaca por su bravura; al triunfar en
O ajaca, conduce a la Virgen en procesión militar des
de la catedral hasta su santuario; y —contra lo que
erróneamente cree don Ignacio Manuel Altamirano en
P aisajes y L ey en d a s—, si hace flamear como enseña
en los combates la imagen de la Guadalupana, ostenta
da también personalmente por él y por sus soldados. Y
hace mós: por bando solemne declara traidor a la n a
ción al que no rinda culto a la Virgen del Tepeyac.
Don Carlos María de Bustamante, compañero y
fogoso colaborador de Morelos, muestra fervor extra
ordinario en su D isertación gu adalupana y otros escri
tos de igual tema, y es él quien nos refiere —y a su
cargo dejamos la noticia—, que don Mariano M ata
moros, cura de Jantetelco, enardecido por las irre
verencias que contra la imagen de nuestra Virgen co
metieron allí ciertas tropas españolas, voló a incorpo
rarse en Jas filas insurgentes.
Luchador tenacísimo fue quien llevó su devoción
al extremo de mudar su propio nombre por el de Gua
dalupe Victoria, en honor de la Virgen con la cual
vinculaba su esperanza en el triunfo. Y siendo más
tarde el primer Presidente de la República, púsose el
nombre de T ep ey a c a una corbeta que adquirió la na
ción en 1825.
Don Vicente Guerrero, que ocupaba la Presiden
cia en octubre de 1829, hizo traer las banderas arreba
tadas en Tampico a la vencida expedición española de
Barradas, y fue a depositarlas solemnemente a los pies
de la Virgen de Guadalupe, entre las aclamaciones del
gentío que, refiere Zavala, inundaba la Calzada de
M éjico a la Villa.
Finalmente, Iturbide, con aprobación del Congre
so, fundó en 1822 la Orden de Guadalupe, cuyos ca
balleros juraban defender las bases del Plan de Igua
la, insignia y concreción de nuestra triunfante inde
pendencia. En la Cámara de Diputados tuvo desde en
tonces y por muchos años sitio de honor una imagen
de la Guadalupana. Y cuando abdicó don Agustín, fue
a depositar su bastón de generalísimo en los altares
de la Virgen.
La Virgen de Guadalupe fue, históricamente, el
alma de nuestra independencia. Y Ella, por lo que sig
nifica de intimidad nacional, de idiosincracia vernácu
la, de baluarte de nuestros valores autónomos, sigue
siendo, actualmente, el alma de nuestra independencia.
H ID A L G O E IT U R B ID E
LA L U C H A Y E L A M O R
E L M A RCO D E LA O BRA
L A IN IC IA C IO N
C R IT E R IO S O B R E E L M O D O
E L P L A N D E IG U A L A
M O N A R Q U IA Y R E P U B L IC A
TR A TA D O S D E CORDOBA
E N T R A D A T R IU N F A L
H O N O R E S Y E L E C C IO N E S
IT U R B ÍD E E M P E R A D O R
E L A M B IC IO S O
P O R Q U E C A Y O IT U R B ID E
IT U R B ID E , G O B E R N A N T E
L A C A ID A
E L V IA C R U C IS
E L D E C R E T O D E P R O S C R IP C IO N
E L P A R R IC ID IO
“Mejicanos:
EL HEROE
CO N TRA EL EM PERAD O R
EN EL POD ER
P O IN S E T T Y L A S S E C T A S
IM P O S IC IO N Y F R E N E S I
LA C LA V E
E L P R E S ID E N T E
EL DERROCADO
L A T R A IC IO N
LA M U E R T E
A g osto d e 1932,
HORAS DE SANGRE
L respeto a la vida humana es esencia de civi
A bril d e 1931,
DON BENITO Y LOS VECINOS
U N A DE LAS CLAVES DE NUESTRA
h is t o r ia
S T A M O S en abril de 1859.
M a y o d e 1932.
IN T E R M E Z Z O P O L E M IC O : H IS T O R IA
Y JU V E N T U D
M a y o d e 1932.
P O R Q U E F U E R E C O N O C ID O JU A R E Z
R O S IG A M O S .
E l 3 de agosto de 1858, dice Juárez a San-
tacilía:
“E l señor M ata me escribe desde W áshington y
me asegura que el gobierno americano está ya resuelto
a reconocer al constitucional de M éjico, y al mismo
señor M ata como su ministro. Es probable que el re
conocimiento indicado se haya verificado ya a esta
fecha, y él nos facilitará, indudablemente, la adquisi
ción de recursos en ese país. . . "
Don José M aría Mata, como se ve, hacía solicita
ciones en W áshington de tiempo atrás; en agosto ase
gura que el gobierno americano está ya resuelto a
otorgar el reconocimiento. Pero no hay nada. Siguen
los aplazamientos y los afanes.
Transcurren meses. Y por febrero del año siguien
te, Lerdo y Ocampo, sin duda para estimular y deci-
dir a los yanquis al reconocimiento, convienen con
Churchwell en unas bases increíbles para un posible
tratado.
Finalmente, el primero de abril (1859), escribe Juá
rez a Santacilia;
"H oy amaneció en este puerto el Quaker City tra
yendo a bordo al señor Lañe, que, según todos los da
tos que tengo, reconocerá inmediatamente al Gobier
no Constitucional".
Aún no lo reconocía. Antes de hacerlo, los días
4 y 5, se cruzó con el ministro don Melchor Ocampo
los papeles de que vamos a hablar, y hasta después
vino — “por fin", según expresión de Juárez— el sus
pirado reconocimiento.
E l día ocho (acaso haya error y deba ser 7 ), lo
comunica don Benito a Santacilia:
“Por fin ha sido reconocido el Gobierno Consti
tucional de esta República el día de ayer, como verá
en el adjunto impreso. Este suceso aumentará la fuer
za moral de la causa liberal que aquí sostenemos, y
nos facilitará la adquisición de recursos para resta
blecer la paz".
# U E pláticas, ofertas y compromisos habían me-
^ V i,^ diado para llegar a esta conclusión?
Vamos a verlo, en los siguientes sensacionales do
cumentos, casi desconocidos, pues por primera vez
los sacó a luz don Alberto María Carreño el año de
1922, en su importantísimo libro M éjico y los E sta d os
U nidos d e A m érica, que apenas si ha circulado.
He aquí, en su cruda desnudez que inutiliza el
comentario, lo que don Melchor Ocampo y don M i
guel Lerdo, representantes del gobierno de Juárez, ha
bían convenido con el enviado de W áshington, Mr.
Churchwell, hacia febrero de 1859:
"Protocolo que contiene ciertas condiciones y esti
pulaciones convenidas por los señores Ocampo y Ler
do de Tejad a por una parte, y el señor Churchwell
por la otra, como las más apropiadas para formar la
base de futuras negociaciones entre el Gobierno Cons
titucional de Méjico y el de los Estados Unidos.
" l o .—En vista de la peculiar situación del Territo
rio de la B aja California, el cual desde que fue ce
dida la Alta California a los Estados Unidos, ha que
dado separado y desintegrado del cuerpo principal de
la República Mejicana, el Gobierno Constitucional con
sentirá en traspasar la soberanía sobre dicho territo
rio a los Estados Unidos, por una remuneración que
después será convenida entre las partes contratantes.
“2o.—El Gobierno Constitucional de M éjico con
cederá igualmente a los Estados Unidos los derechos
de vía para tránsito a través del territorio mejicano,
que en seguida se mencionan:
“I.—De El Paso a Guayjnas, en el Golfo de C a
lifornia;
“II.*—De algún punto del Río Grande a Mazatlán,
en el mismo Golfo.
“Méjico, además, concederá a las compañías que
designen los Estados Unidos y a todo lo largo de las
líneas de tránsito, secciones de tierra a uno y otro la
do, con una extensión de diez leguas cuadradas. Cada
una de dichas líneas de tránsito será protegida, si
fuere necesario, de las depredaciones de los indios
hostiles, por medio de guarniciones militares, com
puestas, ya sea de tropas mejicanas o de los Estados
Unidos. De igual manera se estipulará que los mismos
Estados Unidos gozarán de un derecho de vía perpe
tuo a través del Istmo de Tehuantepec.
“3o.—Se estipulará de igual manera que una parte
de los fondos que M éjico recibirá de los Estados Uni
dos como un equivalente de las anteriores concesiones
de territorio y derechos de vía, se reservará en el con
trato que se firme, con el propósito de extinguir la deu
da de M éjico para con los tenedores ingleses de bonos.
“4o.— Las dos partes contratantes convendrán de
igual manera en el nombramiento de comisionados, con
el fin de ajustar las reclamaciones de sus respectivos
ciudadanos; serán compensados del mismo fondo, y
tendrán su asiento en la ciudad de Méjico.
5o.—Habrá perfecta reciprocidad en el comercio
y en la navegación y en las relaciones directas e indi
rectas entre las dos partes contratantes.
“6o.— Ningún derecho de tránsito se cargará a los
artículos de un país que pasen a través del otro.
“7o.— Ninguno de los dos países podrá favorecer
en el comercio o de alguna otra manera a otro país,
sin que esos beneficios resulten comunes a las partes
contratantes.
“8o.— Se otorgará protección eficiente a los ciuda
danos de uno de los dos países que residan o tengan
negocios en el otro.
“9o.— Se añadirá una estipulación a virtud de la
cual, en el caso de ejercerse los derechos de vía, el
gobierno de M éjico se reserva el derecho de formu
lar un tratado especial aplicable en casos de guerra .
Junio d e 1932.
JU A R E Z IN T E R V E N C IO N IS T A
Julio d e 1932.
MIRAMON EN QUERETARO
L A F IG U R A
IN C ID E N T E S D E L S IT IO
Continúa Miramón:
L A M A Ñ A N A D E L 15 D E M A Y O
M IR A M O N , H E R ID O Y P R E S O
L A T R A IC IO N
E L U L T IM O A D IO S
A R T E S en la noche.
"Todas las puertas se han cerrado, me
nos las del cielo. El Emperador ha hecho por última
obra, una que vivirá imperecedera en el ánimo de los me
jicanos: ha pedido a Juárez nuestra vida, pidiendo ser él
sólo sacrificado; por supuesto que Juárez se negó. T a n
to M ejia como yo quedamos muy agradecidos.
"N os han violentado el tiempo: en lugar de las
diez, son las seis las horas señaladas para el sacrifi
cio; me he confesado de nuevo, y estoy dispuesto y re
signado con la suerte que Dios me ha deparado.
"Como no tengo tiempo de que disponer, cierro és
ta. He pasado dos días terribles con la ausencia de
Concha" (su esposa, doña Concepción Lombardo):
"nunca he conocido como hoy lo mucho que la amo.
"Adiós, querido hermano. Vela por Concha, por
mis adorados hijos, dales un abrazo a Merced y a las
otras muchachas, unos besos a mis sobrinos y princi
palmente a mi ahijada, y tú recibe el último recuerdo
de tu hermano.*—M ig u el’»
II
m
Primer Jefe.
S U R G EDonel Venustiano Carranza, adicto a don Por
firio, en cuyo régimen disfrutó curul senatorial por el
ancho término de tres lustros, fué partidario fervoro
so de don Bernardo Reyes. Y cuando éste, mal mirado
ya por el general Díaz, no quiso rebelarse contra su
antiguo jefe y aceptó el exilio, don Venustiano se
sumó al movimiento armado de Madero, que por ley
natural aprovechó el ansia de renovación y el oleaje
de descontento suscitados por el reyismo.
Pero esta alianza fortuita no era afinidad real. C a
rranza se sentía superior a Madero y no ocultaba su
desestimación y su desdén. Y las cosas se agriaron más,
Por habérsele suspendido a don Venustiano el subsi
dio federal para unas fuerzas irregulares que como Go
bernador de Coahuila tenía a su disposición.
¿Podrá demostrarse documentalmente que Carran
za intentaba conspirar contra Madero, cosa que un im-
portante colaborador de éste me asegura y que se ha
afirmado con insistencia? En otra ocasión he de es
tudiarlo. Pero desde luego me consta, por respetable
testimonio de personas allegadísimas a Madero y vi
vamente identificadas con él, que don Venustiano y
don Francisco estaban en pésimas relaciones; que, ya
en las postrimerías del régimen, el Gobernador había
enviado al Presidente, por conducto personal, una co
municación de tal modo intemperante, que Madero se
la había mandado devolver por el mismo conducto
— aunque no alcanzó a llegar a su punto de origen—,
diciéndole a Carranza que no podía aceptar ni conser
var en su archivo papeles de esa calidad.
La animadversión es indudable, y no aparece don
Venustiano muy persuasivo como cabeza de una re
volución que se decía vengadora del Presidente de
rrocado.
Ni puede hallarse más que pretexto y añagaza, en
querer cohonestar la persecución irreligiosa de enton
ces, achacando a los católicos un amor para Huerta y
un odio para Madero que estuvieron muy lejos de
profesar.
F eb rero d e 1933.
LA VOZ DE CARRANZA
E habla de reformar el artículo tercero de la
ia
((U L Ejecutivo considera a todas luces de trascen-
dental importancia, afirmar que en el actual mo
mento de la civilización, resulta infundado cualquier
temor al ejercicio de la libertad. El poder público, par
ticularmente, nada teme de la libertad de enseñanza;
por el contrario, cuenta en ella con un auxiliar de
primer orden para la consecución de los fines de pro
greso”.
"Independientemente del pueril temor a una reli
gión o a un cuerpo clerical, existe el derecho innato
del hombre para creer y practicar, sin que baste ningún
poder en contra de esa ingénita libertad que, si es sus
ceptible de acallarse por la tiranía, es indestructible
en su principio vital, no habiendo, en consecuencia, un
motivo capaz de justificar el imperio del poder públi
co sobre esta materia”.
Palabras trascendentales y definitivas,
Y no lo son menos las que fijan el derecho indecli
nable de los padres de familia:
"Nadie, humanamente considerado, se interesa más
por el adelanto y bienestar de la infancia, que los pa
dres mismos. La vigilancia del Estado debe venir des
pués de la de aquéllos, más bien en su defecto. E s in
concuso que la voluntad familiar respecto de la ense
ñanza de los hijos no puede coartarse, salvas las razo
nes de ética”.
' T i R A T A N D O de explicar y cohonestar el laicis-
mo en las escuelas oficiales, dice don Venustiano:
"Los gastos de los servicios nacionales se cubren
con el dinero de los contribuyentes, sin distinción de
ideas. Los contribuyentes católicos, protestantes de to
das las sectas, mahometanos, budistas, ateos o de cual
quier otro matiz, se declararían justificadamente con
tra el empleo que se hiciera de los impuestos para en
señar privilegiadamente una religión en las escuelas
oficiales, aun en el caso de que se eligiese la de la
mayoría de los habitantes, pues se produciría siempre
un agravio al derecho de los demás. Esta razón de or
den práctico es incontestable, porque se funda en las
exigencias más evidentes de la justicia distributiva”.
Muy bien, digo yo. Pero del razonamiento se con
cluye que lo que procede no es la escuela laica, que a
nadie satisface, sino la repartición proporcional del
presupuesto escolar, que a todos respeta y a nadie
lesiona, según se practica en países de vanguardia.
Mas, independientemente de esto, si Carranza re
pudiaba en la escuela oficial una imposición en contra
de la minúscula minoría, ¿cómo no repudiaría ahora
una imposición en contra de la gigantesca mayoría?
« Q I en las leyes institucionales perdurase el espí-
ritu parcial que se observa en el artículo ter
cero, según fue aprobado en la Asamblea de Queréta-
ro, se correría el grave riesgo de prolongar la irrita
ción característica de las contiendas de religión que
tan funestas han sido en el V iejo y en el Nuevo Mun
do, porque guardar en la Ley Suprema los rescoldos
de semejantes disensiones, equivale a fomentar las
rencillas que comprometen la solidaridad humana y la
cuerda de fraternidad con que deben ligarse los ciu
dadanos de cualquiera nación".
"Resultaría inconcebible que las armas de partido
que quedaron sin esgrimirse a raíz de la Guerra de
Tres Años, fuesen empleadas hoy, cuando a pesar de
los intentos diseminados de algunos retrógrados y con
todo y la efervescencia del espíritu radical, el sentir
franco y general del país se ha externado en favor de
la más sincera tolerancia".
"Como las leyes, aunque tendiendo a estimular el
progreso de los asociados, han de ser el reflejo exacto
de la colectividad que regulan, estando, por otra parte,
definitivamente resueltas en Méjico las cuestiones re
ligiosas que en la pasada centuria ensangrentaron al
país, pues en la actualidad ningún espíritu bien pon
derado trata de revivirlas, se infiere inevitablemente
que del texto constitucional debe desterrarse, el enga
ñoso diapasón en que se halla concebido. . . "
íf^ T ^ E O R IC A M E N T E no cabe dudar de que el re-
A conocimiento de los derechos naturales ha de
revestir en la letra de la ley una generalidad positiva,
condición que no ha llegado a cum plirse..
“Reglas primarias de legislación ordenan abstener
se, al fijar cualquier rama jurídica, señaladamente las
que integran la Institución Política, de toda prescrip
ción diferencial que dañe la igualdad innata de los aso
ciados; y aparece con claridad completa que la profe
sión de determinadas ideas religiosas no significa una
desventaja en los ciudadanos de cualquier matiz con
fesional, que aspiren al ejercicio completo de los dere
chos del hombre”.
“Las leyes impracticables, allanando el camino de
la injuria, orillan al pueblo a la violación y al menos
precio de los mandatos escritos. Por contrarrestar el
fanatismo, no seria lícito acudir al menoscabo de las
garantías constitucionales, aparte de que los riesgos
de la libertad no se conjuran con declaraciones hipo
téticas. . . Además, distaría de la juiciosa previsión
extinguir por motivos de credo los focos de instruc
ción que sean capaces de contribuir seriamente al es
parcimiento de las luces que redaman los pobladores
del territorio nacional”.
En suma, el Primer Jefe de la Revolución tiene por
Indispensable “sostener el principio (de libertad de en
señanza) con la pureza que exigen la civilización y el
reconocimiento categórico de las garantías".
O N E X IO N apretada con lo anterior tiene la re
C forma al articulo 130, propuesta también por
don Venustiano Carranza al Congreso, y que puede
verse en el D iario O ficial del 27 de diciembre de 1918.
He aquí unos cuantos párrafos:
“Por la índole de la presente iniciativa, son aplica
bles para fundar las modificaciones que se proponen,
todos los argumentos centrales que sustenta la que con
sulta la reforma del artículo tercero, y por la unidad
filosófica de la libertad de enseñanza con la de cultos.
El respeto a todos los credos religiosos, sin más limi
tación que las exigencias de la moral, es un derecho
natural que el poder público no estaría capacitado pa
ra restringir, mayormente en el estado actual de la
civilización".
Eso “aparecería extemporáneo e incompatible con
la tolerancia y con la cultura ambientes”.
Explica la atmósfera encendida del Congreso de
Querétaro, porque “la lucha armada abierta con el Plan
de Guadalupe, superó en caudal de sangre y en furor
de pasiones, a la Guerra de T res Años", pero agrega
que “siendo imposible, dentro de la perdurabilidad que
debe distinguir a las leyes, particularmente a las cons
titucionales, mantener las exaltaciones de ningún ins
tante político, por justificadas que hayan sido, es in
eludible la conveniencia de suprimir en el Código Su
premo las medidas sobre culto que no sean suscepti
bles de comprobarse por el espíritu democrático y por
el alejamiento que en la potestad civil debe guardarse
respecto de los pormenores del organismo eclesiásti-
E n ero d e 1934.
JUAREZ Y CARRANZA
E largo tiempo atrás ha cautivado mi aten
A bril d e 1934.
A MANERA DE EPILOGO
A g osto d e 1928.
M EM ENTO CRONOLOGICO
1810.— Inicia Hidalgo la guerra de independen
cia.
1821.— Consuma Iturbide la independencia.
1822-1824.— Iturbide, emperador. Abdicación y des
tierro. Regreso y fusilamiento.
1829.—Expedición española de Barradas. Capi
tula.
1829-1831..— Guerrero, presidente. Es derrocado. Se
levanta en armas y se le fusila.
1835.—Empieza la guerra separatista de T ejas.
1838-1839.—Tropas francesas en Veracruz. Tratado
de paz con Francia.
1844-1845.—Anexión de Tejas a los Estados Unidos.
1846-1848.— Invasión norteamericana y pérdida de la
mitad de nuestro territorio.
1853.—Santa Anna, presidente por enésima vez.
? Tratado de la Mesilla, vendiendo a los
Estados Unidos una fracción territorial.
1854-1855.—Revolución de Ayutla y derrocamiento de
Santa Anna.
1855-1858.— Presidencia de don Juan Alvares y don
Ignacio Comonfort. Constitución de 1857.
Calda de Comonfort.
1858-1860.— Guerra de Tres Años o de Reforma. Juá
rez asume la presidencia, que conservará
hasta su muerte.
1862-1867.— Intervención Francesa e Imperio de M a
ximiliano.
1867.— Fusilamiento de Maximiliano. Reinstala
ción de Juárez en la capital,.
1871. —Levantamiento de don Porfirio Díaz con
tra don Benito Juárez (Plan de la Noria).
1872. —Muerte de Juárez. Presidencia de don S e
bastián Lerdo de Tejada. *
1876.—Lerdo derrocado por Díaz (Plan de Tux-
tepec).
1876-1880.— Díaz, presidente.
1880-1884.—Presidencia del general Manuel González.
1884-1911. — Presidencia de don Porfirio.
1910. —Revolución de Madero.
1911. —Don Francisco I. Madero, presidente.
1913.— Madero traicionado y asesinado. Presi
dencia del general Victoriano Huerta. Re
volución de don Venustiano Carranza.
PERSONAS CITADAS
Abad y Queipo.—21. 26, 33.
Abasólo M ariano.—36, 38, 39, 72.
Acebal.—'242.
Aduna Francisco.— 174.
Alamán Lucas.— 15, 16, 21 a 27, 32, 41, 47, 60, 64, 66,
68, 70. 78, 88. 92, 111, 133, 143, 155. 158, 160,
162, 164, 166, 167, 201, 292.
Aldama.— 72.
Allende.—25. 27, 34, 38, 39, 72.
Almela.— 82.
Alpuche José M aría.— 135, 143.
Altamirano, Ignacio Manuel.—45, 155. 158, 160.
Alvarez Juan.— 144, 147, 168, 170, 312.
Andrade.— 105.
Apodaca, V irrey.—65, 66, 69, 70, 81, 83.
Argándar.— 106.
Arista M ariano.— 161.
Armijo.— 67.
Arangoiz, 14, 15, 162.
Arroyo.—27.
Asencio Pedro.—84.
Asúnsolo, excoronel.— 119.
Banegas y Galván Francisco, Monseñor.—90, 92, 96,
99. 101, 115.
Barra Francisco L. de la.—26d.
Barradas.—46, 141. 311.
Barragán.—82.
Barrio.— 16.
Bazaíne, M a r is c a l.-304.
B e c e r r a .- 106.
Beneski.—117 a 119.
Bermúdez Zozaya M anuel.—61, 66.
Blancarte, g e n e r a l.-180.
Blanquet.—267.
Bocanegra, José M a.— 16, 88, 104 a 106, 140, 141, 143,
146, 147.
Bocardo,—27.
Bolívar.—55, 79, 101, 102, 110, 115, 125.
Bonillas Ignacio.— 286.
Bravo N ic o lá s.-2 7 , 83, 98, 111 a 113, 133 a 135, 137,
138, 142, 144, 148.
Buchanan.— 188. 194, 205, 287, 297.
Bulnes Francisco.—98, 99, 218, 257, 299.
Bustamante Anastasio.—82, 138, 141 a 145.
Bustamante Carlos M a.—46, 118, 122, 146, 147.
Chavarría.—243.
Churchwell.—208, 209, 211, 212, 214, 215, 298.
Echávarri.—94, 111.
Echegaray.— 243.
Echevarría, M ons.— 265.
Elizondo.—39. 40.
Emparán.—223.
Escobedo M ariano.— 147, 233, 243, 244.
Espinosa de los Monteros J. J .—89.
Esteva José Ignacio.— 135.
Galeana.—27,
Gálvez.— 17,
Gallardo Pedro.— 174.
Gamboa Federico.—266.
García Albino.—27.
García Genaro. — 153.
García Naranjo Nemesio.—98. 124.
Garza Felipe de la.— 110. 118, 119, 120, 121.
Gil de Castro.—239.
Gómez Farías Valentín.—31, 94, 124, 131.
Gómez Pedraza.— 138, 139, 144, 148.
Gómez Vicente.—27.
González Manuel.—255, 312.
González Obregón Luis.— 146.
González Ortega Jesús.— 159.
González Refugio I.—242.
Gorbitz.—242.
Guerrero Vicente, — 16, 27, 32, 46, 65, 72, 73, 84, 98,
129 a 149, 311.
Guerrero Sra.— 16.
Guillow, M ons.—265.
Guridi y Alcocer.— 106.
Quintana-Roo. — 124.
Quintanar Luis.— 16.
Ramírez Arellano.—234, 238, 239.
Ramos Arizpe Miguel. — 135.
Rascón, Gral. — 266.
Rayón Ignacio.—36, 39, 47.
Redonnet.—239.
Revillagigedo.— 56.
Reyes Bernardo.—257, 267.
Riaño.—21, 22, 25, 26, 33.
Riego.—64.
Rincón Gallardo Pedro.—243.
Rincón Gallardo José M a.—243 a 245.
Riva Palacio Vicente — 123.
Rivera Cambas Manuel.— 300.
Robles Pezuela. — 161.
Rocafuerte V icente.— 104.
Rocha Sóstenes.— 243.
Rodó José Enrique.— 125.
Rodríguez, Coronel.—235.
Romero M atías.—228, 301, 304.
Rousseau Juan Jacobo. — 102.
Ruiz.—223.
Ruiz y Flores Leopoldo. M ons.—265.
Taboada Manuela.—39.
Tapia Manuel Primo. — 147.
Tornel José María.— 103.
Torrente. — 114.
Torres J. Antonio. —36.
Torres J. Antonio.—36.
Toscana, Gran Duque de — 113.
Treviño, Comandante.—222, 225, 226.
Twyman.—224.
W ashington.— 101.
W ilson,— 287.
HIDALGO y ALAMAN 19
m o relo s GUADALUPANO 43
it u r b id e 53
Pórtico 55
Hidalgo e Iturbide 55
La lucha y el amor 59
Proceso y receso 62
El marco de la obra 64
La iniciación 67
Criterio sobre1 el modo 69
El plan de Iguala 74
Monarquía y república 76
La campaña de independencia 80
Tratados de Córdoba 85
Entrada triunfal 86
Honores y elecciones 88
Iturbide emperador 91
El ambicioso 99
Por qué cayó Iturbide 102
Iturbide gobernante 108
La caída 110
El viacrucis 112
El decreto de proscripción 117
El parricidio 118
La reparación 124
La clave 140
El presidente 141
El derrocado 142
¡Santa Anna fiel! 144
La traición 144
La muerte 147
Conclusión 149
Esbozo 153
Juicios de Alamán y de Altamirano 155
Conservadores y liberales anteSanta Anna 161
La figura 231
El diario inédito 233
Incidentes del sitio 234
La víspera dd la entrega 237
La mañana del 15 de mayo 239
Miratnón herido y preso 241
La traición 244
El último adiós 246
LA V O Z DE CARRANZA 269
A manera de epílogo:
NUESTRO PROBLEMA VITA L: MEJICO Y LOS E S
TADOS UNIDOS 289
M EM EN TO CRONOLOGICO 309
PERSONAS CITADAS 313
FRAY FRANCISCO DE AGUILAR
HISTORIA DE LA NUEVA ESP AÑA.— Copiada y revisada por Al
fonso Teja Zabre.
DIEGO ARENAS GUZMAN
LA CONSUMACION DEL CRIMEN.— Episodios y documentos di
la Revolución Mexicana.
MARIANO AZUELA
EL PADRE AGUSTIN RIVERA— Ilustrado.
ALDO BARONI
YUCATAN.— Prólogo de A. Medí* Bolio.
DJED BORQUEZ
CRONICA DEL CONSTITUYENTE.
ALFREDO BRECEDA
MEXICO REVOLUCIONARIO. (2 tomos).
LIC. BLAS URREA (LUIS CABRERA)
VEINTE AÑOS DESPUES. (El Balance de la Revolución).
ALBERTO MARIA CARRERO
EL CRONISTA LUIS GONZALEZ OBREGON .(Viejos cuadros.)
JOSE CASTILLO TORRE
A LA LUZ DEL RELAMPAGO. (Ensayo de biografía subjetiva
de Felipe Carrillo Puerto).
TULIO M. CESTERO
CESAR BORGIA.
GUILLERMO DURANTE DE CABARGA
ABELARDO L. RODRIGUEZ. E L HOMBRE DE LA HORA.
TORIBIO ESQUIVEL OÉREGON
MI LABOR EN SERVICIO DE MEXICO. (Partido Antirreeleccio-
nista. Trabajos para la pacificación. Decena trágica. Gobierno de
Huerta).
LUIS FERNANDEZ-GUERRA Y ORBE
DON JUAN RUIZ DE ALARCON Y MENDOZA — E d ició n con nue
vos datOB de Alfonso Teja Zabre.
M. GARCIA GAROFALO MESA
PLACIDO. POETA Y MARTIR.
EDICIONES BOTAS
Justo Sierra Nftm. 52. México. D. F