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Desarrollo

En este apartado se rescatará la información que nos permita comprender un poco más y poder
plantear los escenarios que ayuden a reflexionar y analizar las preguntas planteadas : ¿De qué
manera la brecha digital afecta al estudiante de nivel medio superior durante la pandemia al
momento de aprender ? ¿Cómo repercute en estos alumnos el contar o no con las competencias y
habilidades digitales a través de los que se dan las clases y se difunden los contenidos
educativos? ¿A través de qué recursos digitales se difunden dichos contenidos y se imparten las
clases?

Considero que el eje del problema que se aborda es la brecha digital así que con respecto a ésto
Dussel (2020) habla que En México se hicieron visibles tanto la gran heterogeneidad de las
situaciones como que las brechas no solo son de acceso a los medios digitales sino también de
uso y de disponibilidad. Tener el dispositivo y la conectividad es una condición necesaria pero no
suficiente.

Y bien esta brecha es causada por la desigualdad en diversos ámbitos, a lo que Dussel, I. (2020)
enuncia que una de ellas, tal vez de la que más se ha hablado en relación con la educación y la
escuela, es la cuestión de la igualdad. De pronto, una desigualdad que ya estaba se ha desvelado
con particular crudeza, ha mostrado formas nuevas (las que se derivaron del cierre de las
escuelas), ha disparado todas las alertas y, desde luego, la mayoría de los profesores y profesoras
(y la mayoría de las personas que trabajan en las políticas educativas públicas) la han
enfrentado con mayor o peor fortuna pero, eso sí, lo mejor que han podido, haciendo enormes
esfuerzos y dando lo mejor de sí mismos. Todos y todas tratamos de no desistir, de que los niños
y los jóvenes no desistan y, para eso, tratamos de seguir «haciendo escuela aunque sea por otros
medios (los que tenemos) y en otras condiciones (las que se nos imponen).Además de
permitirnos ver las cosas con especial claridad, las crisis son también aceleradoras de los
cambios. Desde el comienzo de la pandemia, también en lo que se refiere a la educación, todos
hemos oído eso de que ya nada será como antes, de que estamos en un cambio de época, de que
tenemos que aprender a hacer las cosas de otra manera.

Donde el papel de lo educativo y la escuela se retoma por Aguilar (2020) en cuanto habla que el
covid-19 no detuvo la inercia escolar, sólo la sacó de la escuela y la puso en la casa. Pero
tampoco detuvo una de sus funciones centrales: dar esperanza de un mejor futuro. La educación,
representada en este caso por la continuidad de los trabajos escolares en casa durante la
pandemia, trae consigo, en un primer momento, la sensación de que todo puede seguir igual, de
vivir el enclaustramiento como mero paréntesis en nuestras vidas, de negación de lo que estamos
viviendo. O, tal vez, la esperanza de que este momento no afecte a nuestras niñas y niños, como
si la escuela fuera una especie de manto protector ante los traumas por venir. En un sentido más
práctico, quizá simplemente estamos esperando que ayude a sus estudiantes y a las familias a
entender y enfrentar esta situación. Más profundamente se encuentra, por supuesto, nuestro
miedo a morir y nuestro deseo de trascendencia depositado en nuestros hijos e hijas.

Mientras que Dussel (2020) retoma que la escuela, como otras instituciones humanas, requiere
de cierta estabilidad, cierta permanencia, cierta durabilidad. Los que vivimos en y para la
escuela, también los profesores y las profesoras, necesitamos de cierta tranquilidad, no solo para
hacer bien nuestro trabajo, sino también para reunirnos, para hablar, para pensar, para decidir.
Por eso, este shock que lo ha puesto todo patas arriba nos ha dejado aturdidos y desorientados,
como sin suelo bajo los pies, oyendo detrás de la nuca esa cantinela de que todo ha cambiado»,
de que «ahora sí que hemos entrado definitivamente en el siglo XXI, de que «tenemos que
reinventarnos. Y siguiendo esta línea de la desigualdad Aguilar (2020) aborda que en este
panorama, el programa de educación digital es un amplio ejemplo de promoción de la
desigualdad social. No se trata de descalificar el esfuerzo de la autoridad educativa por acercar a
los maestros al empleo de tecnologías digitales para el aula, pues ésta es una necesidad imperiosa
de nuestra época, pero sí de cuestionar hasta dónde es ésta la respuesta adecuada para impulsar el
aprendizaje de los estudiantes en esta situación.

Y en tanto al esfuerzo que realizan los Estados en el ámbito educativo ante esta situación
pandémica Dussel , Ferrante y Pulfer ( 2020) mencionan que los recursos que los Estados,
incluyendo México, y las escuelas han sido capaces de proporcionar, junto a los recursos con los
que los estudiantes y sus familias cuentan en sus hogares, han dado forma a las diferentes
iniciativas de educación a distancia y de aprendizaje remoto. Mientras que algunos docentes y
alumnos han migrado con éxito a plataformas virtuales de aprendizaje, donde han continuado
enseñando y aprendiendo a través del uso de aplicaciones de videollamadas y diversos recursos
virtuales, otros están luchando con problemas básicos como mantenerse en contacto debido a la
falta de conexión a internet o la inexistencia de un teléfono móvil. Si bien las familias
económicamente favorecidas, con mayores niveles de educación, han podido ayudar a los
estudiantes con sus tareas y proporcionarles actividades para menguar los déficits de aprendizaje,
las familias que viven en la pobreza están luchando para equilibrar sus obligaciones de
subsistencia con el cuidado de los niños y sortear las consecuencias económicas y sanitarias
creadas por el aislamiento. Ahora, más que en otras oportunidades de la historia, podemos
observar la fuerte asociación entre riqueza y entornos favorables de aprendizaje en casa para los
estudiantes.

(Dusel, 2020) en brusco contraste, haber vivido el encierro necesario para sobrevivir. Decía que
los docentes recobraron prestigio en tiempos de pandemia. En los años anteriores los medios de
comunicación habían servido a los intereses de las empresas del mercado educativo, interesadas
en rebajar el salario docente, eliminar los convenios colectivos de trabajo, establecer formas
frágiles de contratación y avanzar en la ilusión de sustituir al educador por la máquina. Pero en
los tiempos de pandemia, los docentes, como hemos visto, lejos de retraerse, salieron a enseñar y
los medios de comunicación suspendieron su campaña negativa hacia ellos.

Ahora bien, ante la situación de emplear medios y recursos digitales en lo educativo existen
diferentes vertientes que analizar, donde una de ellas la visualiza Aguilar (2020) al decir que
estamos ante una nueva generación de alumnos que, en general, está vinculada con la tecnología
digital, lo cual ha modificado sus formas de aprender, sus intereses y sus habilidades. Sin
embargo, esto no significa que puedan aprender con la tecnología; saben usarla para
comunicarse, para las redes sociales, pero no necesariamente la emplean como un recurso de
aprendizaje. Los sistemas educativos y pedagógicos van a la zaga en esta tarea.Aunque el
sistema educativo mexicano estuviese en condiciones de hacer una oferta clara en línea, no
necesariamente daría como resultado que los alumnos estuvieran en posibilidades de aprender.
Pero tampoco basta con pensar que si los docentes tienen acceso a la tecnología y al manejo de
algunas herramientas pueden, de un momento a otro, crear programas en la lógica que demanda
el trabajo digital. Los que desarrollan programas, sean objetos de aprendizaje, aplicaciones o
cursos en línea, en general cuentan con un equipo integrado por un especialista en la
materia, un experto en didáctica y un diseñador. Se trata de emplear con toda su potencialidad la
tecnología.

Y continuando con los recursos tecnológicos necesarios en este nuevo escenario Aguilar (2020)
menciona que , sólo en el caso excepcional de que la familia cuente con conectividad a internet y
que además existan suficientes equipos de cómputo para cada hijo, el empleo de los cursos en
línea podría llegar a funcionar.Se buscó enmendar este tema con la difusión de la televisión
educativa y programas de radio que, posteriormente, se empezaron a desarrollar también en
lenguas indígenas. La autoridad educativa caía en cuenta de que hay una enorme diversidad
social en este país.

Para poder visualizar en medida de lo posible el alcance de los estudiantes los medios digitales
necesarios para tomar clases Morduchowicz y García, (2021) Retomaron La siguiente Tabla que
muestra las grandes diferencias de acceso y disponibilidad de computadoras e internet a lo largo
de la distribución del ingreso. Por ejemplo, uno de cada diez hogares, cuyo ingreso se encuentra
por debajo del promedio en México, cuenta con computadora y dos de cada diez cuenta con
acceso a internet. Existe una brecha en la disponibilidad de computadoras en el hogar de 63%
entre los hogares con ingreso por debajo del promedio y el 5% de hogares con mayores ingresos.
Al mismo tiempo, al hablar del capital humano de los hogares con menos del ingreso promedio,
estos cuentan con cinco años de escolaridad en comparación con los siete años de los deciles 5 y
6 de la distribución, ocho años de la población de los deciles 7 y 8, y los 10 años de escolaridad
del 5% de los hogares con mayores ingresos.
Referencias:

Aguilar, J. (et. al) (2020). Educación y pandemia. Una visión académica. México. IISUE.
UNAM.

Dussel, I. (et. al) (2020). Pensar la educación en tiempos de pandemia I. Entre la emergencia,
el compromiso la espra. Argentina. Colección Políticas Educativas.

Morduchowicz, A. y García, V (2021). El impacto de la pandemia COVIV-19: consecuencias


educativas y laborales a largo plazo. División de Educación. BID.

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