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María Antonieta Rivas Mercado.

María Antonieta Rivas Mercado nació en 1900. Hija del destacado arquitecto y escultor
Antonio Rivas Mercado (el creador del Ángel de la Independencia), recibió la mejor
educación para una mujer de esa época: practicó la danza y hablaba inglés, francés,
alemán, italiano y griego. A los dieciocho años, se casó con Albert Edward Blair un inglés
que tenía inclinaciones conservadoras y había participado en la Revolución Mexicana pues
era amigo de los Madero, con quien tuvo a su único hijo Donald Antonio. Finalmente se
separaron y él obtuvo la custodia del niño. María Antonieta fue un gran mecenas de los
artistas e intelectuales de la época: fundó el Teatro Ulises y formó el patronato para la
Orquesta Sinfónica de México, bajo la dirección de Carlos Chávez. Además, se convirtió
en mecenas de personajes como Andrés Henestrosa, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo,
Gilberto Owen, Celestino Gorostiza y María Teresa Montoya. En ese ambiente conoció a
su gran amor, José Vasconcelos Calderón, el iniciador de las campañas de alfabetización y
el principal impulsor de la construcción de escuelas en el México post revolucionario y
ministro de Educación Pública de la recién creada Secretaria de Educación Pública,
Impresionada por el escritor y diplomático, Antonieta tuvo un papel destacado en su
candidatura presidencial y fue su compañera sentimental, a pesar de que él estaba casado
con Serafina Miranda. Antonieta tuvo un papel destacado en la candidatura presidencial de
José Vasconcelos Calderón, de quien fue compañera sentimental en los años de 1928 y
1929. Al ser derrotado Vasconcelos (por un escandaloso fraude electoral en su contra),
Vasconcelos se autoexilió en París. Ella no lo pensó dos veces y se fue con él, pero antes
sustrajo a su hijo de la casa paterna y lo llevó con ella a Europa, donde trabajó como
escritora y periodista. Pero pronto Vasconcelos dejó de mostrar interés por ella. Un día
Antonieta le preguntó si aún la amaba o si, al menos, la necesitaba. Él le contestó que no y,
además, le expresó su necesidad de volver con su esposa a México, donde le ofrecían el
puesto de Rector de la Universidad Nacional. Desolada, Antonieta se suicidó el 11 de
febrero de 1931 dentro de la Catedral de Notre Dame a sus 31 años de edad, con la pistola
que Vasconcelos siempre llevaba consigo. Se pegó un tiro en el corazón.

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