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hermano encarna las dudas e incertidumbres del otro.

Para Walter,
Victor confirma su persistente sospecha de que se equivocó al
quedarse atrás, sin haber logrado apenas nada con su sacrificio
ahora que el padre se ha ido. Para Victor, Walter representa la
solidez emocional que con todo su éxito él no fue capaz de alcanzar.
En lugar de ofrecer sendos monólogos en los que cada hermano
reflexione sobre su decisión, Miller los sitúa en una habitación
juntos, arrancándose las máscaras y retazos de apariencia moral,
luchando como boxeadores. Aunque transmitan un mismo mensaje,
entre las dos opciones, reflexión solitaria o confrontación escénica,
la segunda es más interesante por sí misma.
La razón por la cual las escenas nos parecen más convincentes e
iluminadoras es que en ellas se abre el conflicto y se revelan las
emociones. En El precio vemos la premisa de la obra, los costos de
opciones morales opuestas pero igualmente justificables, que se
enfrentan ante nuestros ojos. Para cada uno de los personajes algo
crucial está en juego, alguien puede ganar, alguien puede perder. Su
modo de soportar esa competición define quién es cada personaje.
Hasta que actuamos según nuestros pensamientos y emociones,
siguen siendo solo posibilidades. Una vez que existen en el
comportamiento y no solo en el interior, ya no pueden borrarse. Las
obras nos comprometen, forjan un vínculo entre la vida interior y la
experiencia externa, nos arrastran de nuestra soledad a la arena de
la presencia de los demás. Nuestras acciones nos unen
irremisiblemente, para bien o para mal, con el mundo.

La mecánica de la escena
Estructuralmente, cada escena posee tres elementos clave:

Planteamiento: se establece la situación entre los personajes


a medida que comienza la escena. Normalmente plantea una
pregunta, presenta un dilema o establece las bases para el
conflicto que define la escena.
Punto de inflexión: giro inesperado de los acontecimientos –
acción, decisión o revelación– que de alguna forma fuerza un
cambio significativo entre los personajes.
Resultado: el clímax de la escena, presenta el nuevo estado
de cosas creado por el punto de inflexión. A menudo supone
el planteamiento de la siguiente escena (o la siguiente de esa
subtrama).

Consideremos estos ejemplos:


Planteamiento:

Un grupo de separatistas vascos se reúne para planificar el


secuestro del hijo adolescente del embajador estadounidense
en Madrid.
Un periodista asiste a una lujosa fiesta en Naples, donde «a
través de una habitación abarrotada», ve a una mujer que lo
fascina al instante.
Un ladrón necesita abrir una caja fuerte de pared de una casa
de la playa de Hamptons antes de que vuelvan los ocupantes
de vacaciones.

Punto de inflexión:

Uno de los conspiradores, después de sopesar los riesgos y


beneficios y escuchar a los demás, se niega a aceptar el plan
de secuestro.
Al reportero, que trata de encantar a la encantadora con una
pequeña charla, le presentan a su esposo, un prestigioso
pintor mucho mayor que ella y con mala salud.
Los residentes de la casa de la playa regresan de repente.

Resultado:

El líder del grupo apacigua al orador del plan de abducción,


de tal modo que se da cuenta de que le han marcado para
asesinarle.
A pesar de los riesgos, el periodista logra que la esposa del
pintor acuerde reunirse con él nuevamente, solos.
El ladrón se ve obligado a esconderse dentro de la casa, en
lugar de huir.

Desde el punto de vista del personaje, hay otros tres elementos


fundamentales:
Objetivo: lo que el personaje quiere en la escena.

El insurgente reacio quiere que sus compañeros reconozcan


la locura de su plan.
El pretendiente quiere tener alguna esperanza de encontrarse
con la hechicera que ha conocido.
El ladrón quiere abrir la caja fuerte y salir de la casa sin ser
detectado.

Obstáculo: la fuerza que en esa escena se interpone entre el


personaje y su objetivo.

El líder insurgente está a favor del secuestro, y su rango, más


la autoridad que tiene sobre los demás, hace que la
ratificación del plan sea casi segura.
La mujer que le gusta al reportero no solo está casada; su
marido es prestigioso y está enfermo, lo que aumenta su
devoción, o al menos eso parece.
El ladrón tiene solo un breve lapso de tiempo antes de ser
descubierto.

Acción: la táctica que emplea el personaje para superar el obstáculo


y continuar persiguiendo su objetivo.

El conspirador reacio trata de convencer al líder del grupo de


que el plan de secuestro es imprudente, bárbaro o
políticamente inoportuno. Espera, al menos, retrasarlo,
pensando en secreto que el tiempo provocará cautela,
reflexión y reconsideración.
El reportero supera la resistencia inicial de la esposa
fingiendo que su interés es completamente inocente:
mantiene con el marido una conversación animada, por
ejemplo, y le pide a ella que sea su guía de la ciudad, ya que
sus ideas sobre Naples podrían servirle para un texto que
está escribiendo. La esposa sigue circunspecta.
Sorprendentemente, es su marido el que la insta a aceptar.
El ladrón, adivinando que el propietario no ha previsto esa
opción, hace un hueco en la pared sobre la bóveda y entra
desde la parte superior, eludiendo por completo el problema
de la combinación, que consume mucho tiempo19. (Esto, por
supuesto, le impide, cuando le sorprende el regreso de uno
de los residentes, simplemente cerrar la puerta de la caja
fuerte antes de esconderse, pues el hueco en la pared
revelará lo que ha hecho, creándose el planteamiento de la
siguiente escena.)

Un personaje puede emplear varias acciones dentro de una escena


en su intento continuo de superar el obstáculo, cada acción/reacción
se llama beat, y cada intento fallido representa otro giro, hasta que

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