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Teatro UIS: “La Culebra Pico de Oro”

Orlando Pardo Martínez


Docente-Investigador
Escuela de Derecho y Ciencia Política, UIS
Autor libro: “Los pico de oro la resistencia artesanal en Santander”

Con mucho agrado pude presenciar en más de una ocasión la representación


de una historia de amor ambientada en el contexto histórico de los
denominados “Sucesos de Bucaramanga”, quizás uno de los hechos más
significativos de nuestra historia regional del siglo XIX, con consecuencias no
solo en el plano regional y nacional sino, también, en el internacional. El “7 y 8
de septiembre de 1879” fue generado por el conflicto derivado de esa espiral
ideológica en torno a la implementación de precisas políticas económicas:
Proteccionismo vs. Librecambismo y, desde luego, con consecuencias en todos
los ámbitos de la vida social. Por lo anterior, considero que “La Culebra Pico de
Oro” es una obra que está dirigida no solo a los santandereanos, como pudiera
pensarse.

Clara Guerrero –dramaturga- y Omar Álvarez –director-, logran de manera


excelente conjugar la creatividad literaria y dramática con acontecimientos
históricos, gracias, a su vez, al talento de los jóvenes estudiantes universitarios
del Teatro UIS. Así, en un espacio de dos horas, logran ambientar muchas
cosas difíciles de mostrar en tan poco tiempo, derivadas de la problemática
anunciada. Ahí radica, en mi parecer, el éxito y la fuerza de esta pieza teatral,
toda vez que el espectador imbuido en la observación del desarrollo de un
sencillo drama romántico, va develando las connotaciones económicas,
políticas y socioculturales que están en juego, mediante situaciones muy
sensibles, las cuales generan las más variadas reacciones anímicas. Gracias a
su profesionalismo, esos noveles actores y actrices se adentraron y lograron
emular, en cada personaje, eso del “ser” santandereano con que hoy nos
percibimos, identifican o nos identificamos, al mostrar de forma muy vívida
actitudes, acentos, valores, ideales… En ese sentido todos los roles estuvieron
muy bien desarrollados; quizás al sacerdote le faltó un poco más de fuerza
persuasiva, como “autoridad moral” e institucional, tanto en su voz como en su
postura o actuación material. De tal manera resulta difícil precisar cual fue el
mejor actor o actriz, si Mariana, Antonio, Franz, Nicolás o Celestino, pues cada
uno encarnó su papel con una naturalidad en la cual no se percibe exageración
o pesados estereotipos, como muchas veces se ven en las obras en vivo.

Respecto del diseño escenográfico encuentro muy acertado el uso de material


audiovisual en los cambios de escenas, pues a la vez que entretenían e
informaban permitían la renovación del escenario. Me parece que pudieron
ambientar un poco más el mobiliario, como por ejemplo, el uso de una ventana
rota, así como el de puertas o de paisajes urbanísticos, desde luego sin
saturar. Por su parte, los efectos especiales fueron, sin duda, una gran
sorpresa y novedad para todo el público.

En relación con la recepción de la obra por parte del público pude observar que
la misma seduce, lo cual hace que la atención se mantenga, ello coadyuvado
también porque las escenas son balanceadas, excepto, desde luego, la final
que eleva la sensibilidad del espectador haciéndolo estremecer.

Finalmente, me interesa relevar que obras de esta naturaleza son muy


importantes para el acercamiento de un público, muchas veces, alejado del
conocimiento histórico y del disfrute artístico de hechos y obras de su propia
cosecha. Estas obras realmente ayudan a entendernos mejor, demostrándonos
que existen muchas cosas por conocer de nosotros y, por otra parte, develando
talentos. Así que invito al amable lector nativo o foráneo a disfrutarla
plenamente, pues bien vale.

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