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Una república propia

Antrop. Gonzalo Valderrama Escalante

Toda broma tiene un trasfondo de verdad, reza el refrán, y en el caso de los


memes que han circulado en redes sobre una segmentación del Perú (en la
cual los departamentos del sur, Tacna, Moquegua, Puno, Arequipa, Cusco,
Madre de Dios, Apurímac y Ayacucho, conforman la republica del sur peruano),
también ha ocurrido un fenómeno similar. Se trata de una broma recurrente,
pero los historiadores precisan, recurrente en los departamentos del sur
durante el último cuarto de siglo. La segmentación del sur peruano circula
como ironía, pero es una idea que flota en el aire, que estos días se enrarece.
La tregua anunciada por las organizaciones de base, el tiempo de gracia al
congreso y al presidente interino se acaba la próxima semana y el año 2023 se
llena de incertidumbre.

El historiador Pablo Macera propuso un modelo para el largo proceso de la


historia andina, en el cual vemos alternarse dos tipos de consolidación del
estado como orden político. Por un lado, tenemos las fuerzas de integración
regional, que producen estados regionales, alcanzan confederaciones de
pequeños estados, pero siempre mantienen un carácter más bien local. Y por
otro, están los momentos de articulación macrorregional y consolidación de
estados unificadores del territorio. Así, la gran unificación territorial de la época
Inca, continúa hasta la época colonial, pero con el surgimiento de las nuevas
republicas en el siglo XIX se produce ya un fenómeno de segmentación
territorial, y regionalización, el cual podría acentuarse. Con lo cual nos
ubicaríamos más nítidamente en otro periodo de estados regionales, como el
que antecedió al incario. Pero, Cusco no podría ser nunca la capital de un
estado regional, porque fue fundada para unificar los andes, es una ciudad
sagrada porque guarda esa memoria y ese sueño. Impulsar la separación es
traición a la patria y es hasta penado, pero proponer encima que Cusco sea la
capital es blasfemo.

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