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Unidad en la diversidad.

No debemos olvidar este lema nacional

Antrop. Gonzalo Valderrama Escalante

Tenemos un país culturalmente diverso, con 47 lenguas originarias, habladas


por una población de cuatro millones de personas. La mayoría cuenta con
alfabetos oficiales, reconocidos por los ministerios de Educación y Cultura, así
tenemos: quechua, matsigenka, harakbut, ese eja, shipibo, ashaninka, aimara,
yine, kakataibo, kandozi-chapra, awajún, jaqaru, shawi, yanesha,
nomatsigenga, cashinahua, wampis, sharanahua, secoya, achuar, murui-
muinani, kakinte, matsés, ikitu, shiwilu, madija, kukama kukamiria, maijiki, bora,
yagua, kapanawa, urarina, amahuaca, yaminahua, ocaina, nanti, arabela y
ticuna. También, el Minedu ha iniciado un proceso de normalización de los
alfabetos del nahua y nanti. Las lenguas isconahua, muniche, iñapari, taushiro,
chamicuro, resígaro y omagua se encuentran en proceso de diagnóstico. En
Cusco se hablan a más del quechua en la zona de sierra, 7 lenguas originarias
más, (idiomas, no dialectos) que son: matsigenka, ashaninka, nahua, nanti,
yine, kakinte y harakbut – wachiperi. La diversidad cultural ha sido un reto para
el estado en cada periodo histórico, durante el incanato también fue un desafío
unificar bajo un solo régimen político, las distintas naciones que aún perduran
en el amplio territorio andino amazónico de esta parte del continente. Una
primera solución fue reconocer esta diversidad, luego valorarla, considerarla
una fuente de riqueza y no un obstáculo. El cronista indígena Felipe Guamán
Poma de Ayala explica a detalle esta cuestión, y describe las particularidades
culturales de cada región, el Collasuyo, Antisuyo, Chinchaysuyo y Cuntisuyo no
obstante tener diferencias constituían el Tawantinsuyo, que desde su nombre
reconocía esta pluralidad cultural. El algo que debemos recordar todos, la
historia que nos une. Uno de los primeros lemas del Perú como país soberano
tras la independencia de España, fue “Firmes y felices por la Unión”. Se acuñó
tal lema en la nueva moneda nacional, que simbólicamente se llamó Sol, en
recuerdo del incario. No lo olvidemos.

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