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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Son contratos reales aquellos para cuya formación o nacimiento se exige la entrega o tradición
de la cosa materia del contrato. No debemos confundir la entrega como fase del nacimiento del contrato
con la entrega de la cosa como fase de cumplimiento o ejecución del contrato.
Por ejemplo, en la compraventa de cosa mueble, el contrato se perfecciona por el solo acuerdo
de voluntades, es consensual, siendo la entrega de la cosa vendida y el pago del precio actos posteriores,
propios de la ejecución del contrato. Su omisión no afecta la existencia del contrato, sin perjuicio de las
acciones de las partes para exigir, a su arbitrio, el cumplimiento de las obligaciones respectivas o la
resolución del contrato. En los contratos reales, en cambio, si no hay entrega, no hay contrato: la entrega
es un supuesto para que nazca el contrato, y no una obligación del contrato. En los contratos reales, la
entrega opera antes del contrato y como presupuesto fáctico del mismo.
Contrato real es aquel que “para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que
se refiere”, art. 1443, primera parte, además del consentimiento, se exige la entrega o tradición de la
cosa, ello explica su denominación de “reales”.
Son ejemplos de contratos reales el depósito, comodato, prenda, y el mutuo. En los tres primeros
casos, corresponde hablar de entrega ya que estamos en presencia de títulos de mera tenencia, mientras
que respecto del mutuo es acertado emplear la voz tradición ya que existe un título translaticio de
dominio.
En el contrato real, quien entrega la cosa, se torna acreedor de una obligación restitutoria, y
quien la recibe es el deudor. Por ejemplo, comodato, depósito, prenda civil, mutuo y anticresis. En los
tres primeros casos y en el último, quien recibe la cosa pasa a ser un mero tenedor y por ende devolverá
al acreedor la misma especie o cuerpo cierto. Tratándose del mutuo, el mutuario adquiere el dominio de
lo recibido, pasa a ser poseedor, quedando obligado a restituir otro tanto del mismo género y calidad.
En este punto, recordemos la figura del cuasiusufructo (art. 789), que muchos asimilan al mutuo (arts.
2197 y 2198). Sin embargo, se aducen algunas diferencias entre ambas instituciones:
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
1. El título constitutivo es diferente: el cuasiusufructo puede constituirse por ley, testamento o
contrato, mientras que el mutuo sólo por contrato;
2. Sólo el cuasi usufructuario tiene el deber de prestar caución y hacer inventario;
3. Sus causales de extinción son diferentes.
Recordemos que la expresión “tradición” que utiliza el art. 1443 no es del todo correcta, excepto
para el mutuo, siendo la correcta la expresión “entrega”, más genérica. En realidad, mejor habría sido
que el Código hubiere dicho: “entrega o tradición”.
Finalmente, cabe destacar que, en principio, los contratos reales son unilaterales.
Dispone el Código Civil que “El mutuo o préstamo de consumo es un contrato en que una de
las partes entrega a la otra cierta cantidad de cosas fungibles con cargo de restituir otras tantas
del mismo género y calidad.” (Artículo 2196).
Las partes que intervienen en el contrato se denominan mutuante y mutuario.
Cabe precisar sin embargo, que el mutuo recae usualmente sobre cosas consumibles antes que
sobre cosas fungibles. De ahí que se hable de un “préstamo de consumo”. El Código también incurre en
esta imprecisión en otras materias, como acontece al definir el usufructo (artículo 764). En verdad,
podríamos concluir que las cosas objeto de un contrato de mutuo, ordinariamente han de ser
consumibles y también fungibles. Con todo, podría ocurrir que pueda recaer sobre cosas fungibles pero
objetivamente no consumibles, cuando por ejemplo se prestan 200 sillas a un establecimiento
educacional, obligándose el mutuario a restituir otras sillas, iguales, pero nuevas. No se trata en este
caso de un comodato o de un arrendamiento, pues entonces habría que restituir las mismas sillas.
Características.
Es un contrato real.
Es un contrato real. Se perfecciona con la tradición de la cosa (arts. 1443 y 2197). La tradición
puede verificarse de cualquiera de los modos que señala el art. 684. A este respecto, cabe señalar que
cuando el mutuo constituye una operación de crédito de dinero, el contrato podría ser consensual (art.
1° de la Ley 18.010), sin perjuicio de las limitaciones de la prueba de testigos establecida en los tantas
veces citados artículos 1.708 y 1.709.
Art. 2197. No se perfecciona el contrato de mutuo sino por la tradición, y la tradición transfiere
el dominio.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Es un contrato unilateral.
El único que se obliga, por regla general, es el mutuario, a restituir la cosa. Pero a diferencia del
comodatario y del depositario, no se obliga a conservar la cosa, pues se hace dueño de la misma.
El mutuario se obliga a restituir cosas del mismo género y calidad de las que recibió en préstamo.
El mutuante no contrae ninguna obligación
El mutuo es un contrato naturalmente gratuito según las normas del Código Civil, pero es un
contrato naturalmente oneroso cuando constituye una operación de crédito de dinero: la obligación de
pagar intereses en el mutuo, para el Código Civil, puede pactarse pero requiere de estipulación expresa.
Si nada se dice, el mutuo no devengará intereses. Cuando el mutuo constituye una operación de crédito
de dinero, entran a regir las normas de la Ley 18.010, y del artículo 12 de la misma se desprende que el
mutuo es un contrato naturalmente oneroso: si nada se dice se deberán los intereses corrientes.
Art. 2198. Si se han prestado cosas fungibles que no sean dinero, se deberá restituir igual cantidad
de cosas del mismo género y calidad, sea que el precio de ellas haya bajado o subido en el intervalo.
Y si esto no fuere posible o no lo exigiere el acreedor, podrá el mutuario pagar lo que valgan en el
tiempo y lugar en que ha debido hacerse el pago.
Es un contrato principal.
El mutuo no requiere de ningún otro contrato para producir sus efectos, y por el contrario, suele
ocurrir que junto a él, las partes celebren un contrato accesorio, con el fin de asegurar el cumplimiento
del primero.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Son consumibles, aquellas que se destruyen con su primer uso.
Son fungibles aquellas cosas que objetiva o subjetivamente pueden ser reemplazadas por otras.
La fungibilidad puede responder por ende a la naturaleza de las cosas o a la voluntad de las partes.
En todo caso, el legislador distingue entre cosas fungibles (y consumibles) que no son dinero,
caso en el cual se aplicarán las normas del Código Civil, y el mutuo sobre dinero, que se regirá por la Ley
Nº 18.010.
Mutuante.
Art. 2202. Si hubiere prestado el que no tenía derecho de enajenar, se podrán reivindicar
las especies, mientras conste su identidad.
Desapareciendo la identidad, el que las recibió de mala fe será obligado al pago inmediato
con el máximum de los intereses que la ley permite estipular; pero el mutuario de buena fe sólo
será obligado al pago con los intereses estipulados y después del término concedido en el artículo
2200.
En primer término, el mutuante debe ser capaz de enajenar. Teniendo en cuenta que el mutuo
es un título traslaticio de dominio, es lógico que el tradente tenga la facultad para disponer de la cosa. Si
el mutuante no tiene capacidad de enajenar, el contrato adolece de un vicio de nulidad (artículo. 2202,
1º). Lo anterior guarda armonía con lo dispuesto en los artículos 670 (definición de tradición), 1464
(objeto ilícito en la enajenación) y 1575 (en el pago).
Mutuario.
La ley sólo le exige que sea capaz de obligarse, conforme a las reglas generales. Si no lo es, el
contrato será nulo absoluta o relativamente, dependiendo de la incapacidad de que adolezca el
mutuario.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Efectos del mutuo.
Como ya se ha señalado, los efectos del contrato de mutuo consisten en los derechos y
obligaciones que se crean para las partes, por ello preciso es distinguir entre las obligaciones del
mutuario y del mutuante o prestamista.
El mutuario tiene la obligación de restituir otras tantas cosas del mismo género y calidad de las que
recibió en préstamo.
Para determinar la forma cómo debe efectuarse la restitución, es menester distinguir si la cosa
prestada es dinero u otras cosas fungibles.
Se le aplican las normas del Código Civil. El único obligado es el mutuario, quien debe restituir
igual cantidad de las cosas, del mismo género y calidad (arts. 2196, 2198 y 2205).
Si no es posible restituir cosas de la misma naturaleza, el mutuario restituirá lo que valgan en el
tiempo y lugar en que haya debido hacerse el pago (artículo 2198).
Este contrato es por naturaleza gratuito. Para pagar intereses, sea en dinero o en otras cosas
fungibles, deberá mediar pacto expreso de las partes (artículo 2205). Con todo, si el deudor pagare
intereses no estipulados, el acreedor podrá retenerlos (artículo 2208), lo que ha hecho decir a algunos
que estaríamos ante un caso de obligación natural, distinto de aquellos señalados en el artículo 1470.
Puede ser fijada por las partes o en el silencio de ellas, por la ley. En el primer caso, habrá que
atender al contrato. En el segundo caso, la ley suple la voluntad de las partes, estableciendo que sólo se
puede exigir la restitución al cabo de 10 días, contados desde la entrega (artículo 2200). Podríamos
afirmar que se trata de un plazo dentro del cual el mutuario puede consumir las cosas.
Se deberá restituir igual cantidad de cosas del mismo género y calidad, sin atender al precio de
la cosa al tiempo de la restitución, el cual puede haber variado.
Si no se puede llevar a cabo la restitución en los términos señalados, el acreedor podrá exigir al
mutuario que pague lo que valgan las cosas en el tiempo y lugar en que ha debido hacerse el pago. Igual
que acontece en el comodato y en el depósito, eventualmente pueden nacer obligaciones para el
mutuante, siendo responsable de los perjuicios que se ocasionen al mutuario:
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
1º Por la mala calidad; o
2º Por los vicios ocultos de la cosa prestada.
Si los vicios ocultos eran de tal magnitud que de saberlos, el mutuario no habría contratado, se
podrá exigir que se deje sin efecto el contrato (artículo 2203). El Código Civil alude a la “rescisión” del
contrato, pero en verdad se trata de la resolución del contrato.
Pero el mutuante no necesariamente responderá por la mala calidad de la cosa o por los vicios
ocultos de que adolezca. En efecto, se exige además, para que proceda la indemnización de perjuicios,
que la mala calidad o el vicio oculto hayan sido conocidos y no declarados por el mutuante2, y que el
mutuario no haya podido, con mediana diligencia, conocer la mala calidad de la cosa o precaver los
perjuicios3 (artículo 2203, que hace aplicable al mutuo el artículo 2192, del comodato).
Art. 2203. El mutuante es responsable de los perjuicios que experimente el mutuario por la mala
calidad o los vicios ocultos de la cosa prestada, bajo las condiciones expresadas en el artículo 2192.
Si los vicios ocultos eran tales que conocidos no se hubiera probablemente celebrado el contrato,
podrá el mutuario pedir que se rescinda
2º Salvaguardar el debido equilibrio entre acreedor y deudor, que para algunos, habría morigerado el
Código Civil, toda vez que se entendía que el mutuo regulado en dicho Código favorecía exageradamente
al deudor, en perjuicio del acreedor (por ejemplo, al prohibir en el Código Civil el anatocismo, o sea el
interés sobre interés, en el artículo 2210, hoy derogado).
Son aquellas por las cuales una de las partes entrega o se obliga a entregar una cantidad de dinero
y la otra a pagarla en un momento distinto de aquél en que se celebra la convención. Constituye también
operación de crédito de dinero el descuento de documentos representativos de dinero, sea que lleve o no
envuelta la responsabilidad del cedente (artículo 1, de la Ley Nº 18.010).
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
b.2) Características del mutuo de dinero.
b.2.2) Las operaciones de crédito de dinero no son reajustables, salvo pacto expreso de las partes
(artículo 3 de la Ley Nº 18.010). Por ende, la suma adeudada es nominal, salvo estipulación en contrario
que contemple la reajustabilidad. Las partes, en principio, pueden convenir libremente el sistema de
reajustabilidad. Si se hubiere pactado alguno de los sistemas de reajuste autorizados por el Banco
Central y éste se derogare o modificare, los contratos vigentes continuarán rigiéndose por el sistema
convenido, salvo que las partes acuerden sustituirlo por otro. Son tales sistemas, por ejemplo, la
variación del IPC, o la Unidad de Fomento.
Se entiende por reajuste toda suma que el acreedor reciba o tenga derecho a recibir por sobre el
capital y los intereses.
No debemos confundir la reajustabilidad con los intereses. La reajustabilidad es la forma
utilizada para que la moneda no se desvalorice o deprecie, por inflación u otra causa. El interés es el
valor que se paga por el uso del dinero, es la ganancia legítima que obtiene el acreedor por prestar una
suma de dinero.
b.2.3) Es un contrato real o consensual. Dispone el artículo 1 de la Ley número 18.010 que son
operaciones de crédito de dinero aquellas por las cuales una de las partes “entrega” (en cuyo caso el
contrato será real) “o se obliga a entregar” (en cuyo caso el contrato será consensual) una cantidad de
dinero.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
a) Interés corriente: es el interés promedio cobrado por los Bancos e instituciones financieras
establecidas en Chile, en las operaciones que realicen en el país. Quien determina el interés corriente es
la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras. Los promedios se establecerán en relación
con las operaciones efectuadas durante cada mes calendario y las tasas resultantes se publicarán en el
Diario Oficial durante la primera quincena del mes siguiente, para tener vigencia hasta el día anterior a
la próxima publicación (artículo 6 de la Ley Nº 18.010).
b) Interés convencional: es aquél estipulado por las partes. Estas pueden estipular la cantidad de
interés sobre el capital, sea este reajustado o no. Esta facultad se encuentra limitada por la ley sin
embargo, disponiéndose que no podrá estipularse un interés que exceda en más de un 50% al interés
corriente que rija al momento de la convención (así, por ejemplo, si la tasa de interés corriente asciende
al 2%, el interés máximo convencional no podrá superar el 3%). De vulnerarse el límite legal, el interés
se reduce automáticamente al interés corriente que rija al tiempo de la convención (artículo 8 de la Ley
Nº 18.010), sin perjuicio del delito de usura sancionado en el artículo 472 del Código Penal.
b.4) El anatocismo.
Artículo 18: el recibo por los intereses correspondientes a los tres últimos períodos consecutivos de
pago, hace presumir que los intereses correspondientes a los períodos anteriores, han sido pagados.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Igual presunción opera respecto del capital, cuando éste se debe pagar en cuotas. La norma es similar a
la del artículo 1570 del Código Civil.
Permite la ley al deudor de una operación de crédito de dinero, pagar antes del vencimiento del
plazo estipulado, aun contra la voluntad del acreedor, y siempre que se trate de una obligación cuyo
capital no supere el equivalente a 5.000 unidades de fomento, en los siguientes casos:
Si se trata de operaciones reajustables: deberá pagar el capital y los intereses estipulados, que
correrían hasta la fecha del pago efectivo, más la comisión de prepago. Dicha comisión, a falta de
acuerdo, no podrá exceder el valor de un mes y medio de intereses calculados sobre el capital que se
prepaga. No se podrá convenir una comisión que exceda el valor de tres meses de intereses calculados
sobre dicho capital.
En cualquiera de los dos casos anteriores, será necesario que el pago anticipado no sea inferior
al 25% del saldo de la obligación, pues en caso contrario, se requerirá del consentimiento del acreedor
La ley impide, en todo caso, que el deudor renuncie a la facultad de pagar anticipadamente lo
adeudado (art. 10 de la Ley Nº 18.010, precepto que modifica al artículo 2204 del CC, que impide pagar
anticipadamente, cuando se pactaron intereses).
Fuera de los casos antes señalados, será necesario contar con el consentimiento del acreedor,
para proceder a un pago anticipado de la obligación. Por ende, así ocurrirá:
a.-Si se trata de obligaciones superiores a 5.000 unidades de fomento;
b.-Si se prepaga un porcentaje inferior al 25% de la deuda.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Eventualmente, podría verse obligado a indemnizar al mutuario si se producen daños por la mala
calidad de las cosas dadas en mutuo (art. 2.203, el cual se remite al art. 2.192 dentro de las reglas del
comodato).
b) En cuanto al objeto del contrato: en un caso, recae sobre cosas muebles consumibles y fungibles que
no sean dinero; en el otro, sobre una suma de dinero.
d) En cuanto al anatocismo: en un caso, no procede; en el otro, opera por el solo ministerio de la ley,
salvo que se pacte algo distinto.
f) El contrato de mutuo del Código Civil siempre será un contrato real. El contrato de mutuo regulado en
la Ley número 18.010 puede ser real o consensual.
Mutuo y comodato.
a) El mutuo tiene por objeto cosas fungibles, mientras que el comodato tiene por objeto cosas no
fungibles;
b) El mutuo puede ser gratuito u oneroso. El comodato es por esencia gratuito.
c) El mutuo es un título traslaticio de dominio. El comodato es un título de mera tenencia.
d) El mutuario se obliga a restituir otras tantas cosas del mismo género y calidad. El comodatario se
obliga a devolver la misma cosa recibida.
Mutuo y arrendamiento.
a) El mutuario se hace dueño de la cosa recibida. El arrendatario nunca deja de ser mero tenedor.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
b) La obligación del mutuario es de género. La obligación del arrendatario consiste en devolver la misma
cosa dada en arrendamiento.
c) En el mutuo, el riesgo es del mutuario, pues la pérdida de la cosa no lo exonera de su obligación de
restituir, ya que el género no perece. En el arrendamiento, el riesgo recae en el arrendador.
d) El mutuo es un contrato real, por regla general. El arrendamiento es un contrato consensual, por regla
general.
Mutuo y cuasiusufructo.
CONTRATO DE COMODATO
Definición
El art. 2174 define el comodato en los siguientes términos: “El comodato o préstamo de uso es
un contrato en que una de las partes entrega a la otra gratuitamente una especie, mueble o raíz,
para que haga uso de ella, y con cargo de restituir la misma especie después de terminado el uso.
Este contrato no se perfecciona sino por la tradición de la cosa.”
Características
Contrato real.
Se perfecciona con la entrega de la cosa prestada (art. 1443). El contrato de comodato origina
una obligación de restituir, y obviamente no se puede concebir tal obligación sin haber recibido el
comodatario previamente la cosa.
El art. 2174, inciso 2º, ratifica expresamente esta característica con la salvedad que la ley usa
impropiamente la expresión “tradición” en circunstancia que debió decir “entrega”. En efecto, mal puede
haber tradición, si el comodato no es un título traslaticio de dominio.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
La entrega de la cosa puede ser material o ficta, como se admite en una sentencia de la Corte
Suprema, de fecha 4 de abril de 1995.
Contrato unilateral.
Sólo genera obligaciones para una de las partes contratantes, el comodatario, que se obliga a
restituir la cosa prestada.
El comodante no contrae ninguna obligación. Cabe consignar que la entrega de la cosa no es una
obligación, sino que un requisito del contrato. Antes de la entrega no hay contrato; una vez efectuada la
entrega, surgen las obligaciones del contrato, exclusivamente para el comodatario.
Contrato gratuito.
Así como decíamos que el único obligado es el comodatario, la situación se invierte tratándose
del beneficio que se obtiene del contrato. Solamente se grava el comodante a favor del comodatario, o
dicho en otros términos, el contrato sólo reporta utilidad para el comodatario. La gratuidad es de la
esencia del comodato; si faltare, el contrato degeneraría en otro diferente: arrendamiento.
El comodatario es un mero tenedor (art. 2176). El comodante no sólo conserva sus derechos en
la cosa, sino que también la posesión. Excepcionalmente, el comodatario podría ganar el dominio por
prescripción adquisitiva, en el caso previsto en el artículo 2510, regla tercera.
Es un contrato principal.
Por regla general, deben ser cosas no fungibles, puesto que el comodatario debe restituir la
misma cosa que recibió. Asimismo, debe tratarse de cosas no consumibles. La cosa prestada puede ser
mueble o inmueble, pero siempre debe tratarse de una especie o cuerpo cierto.
No es necesario que el comodante sea dueño de la cosa prestada. Así, por ejemplo, puede darse
en comodato una cosa respecto de la que se tiene sólo un derecho de usufructo, o incluso ningún
derecho.
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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Naturalmente que tratándose del comodato de cosa ajena, el contrato será inoponible al dueño
(art. 2188).
Cabe agregar que a diferencia de lo que acontece con la compraventa, en la cual el comprador
evicto puede accionar contra el vendedor, el comodatario, por regla general, no tiene acción contra el
comodante. Ello, porque la obligación de saneamiento de la evicción es propia de los contratos onerosos.
Excepcionalmente, el comodatario tendrá acción contra el comodante, cuando el último sabía que la cosa
era ajena y no lo advirtió al primero.
En lo que respecta a las limitaciones a la prueba de testigos que establecen los arts. 1708 y 1709,
el comodato constituye una excepción, pues se admite acreditar la existencia del contrato mediante
testigos. Así lo establece el art. 2175, que guarda relación con el último inciso del art. 1711.
Los efectos del contrato de comodato debemos examinarlos en primer lugar en el comodatario,
pues sólo él contrae obligaciones, las que fundamentalmente son tres:
Esta es una consecuencia de la obligación de restituir la cosa misma recibida en comodato, para
lo cual el comodatario debe conservarla y emplear en ello el debido cuidado.
Recordemos que el comodatario responde hasta de la culpa levísima, puesto que el contrato sólo
cede en su beneficio (arts. 1547 y 2178).
Pero esta regla de responsabilidad puede alterarse, conforme lo dispone el art. 2179, en los
siguientes casos:
1º Cuando el comodato fuere en pro de ambas partes: se responde de culpa leve por el comodatario (por
ejemplo, cuando se presta un perro de caza con la obligación de amaestrarlo; o cuando se presta una
parcela de agrado con la obligación de efectuar ciertas innovaciones técnicas en el manejo de los frutales,
de manera que éstos proporcionen en el futuro un mayor rendimiento).
2º Cuando el comodato sólo fuere en pro del comodante: en este caso, el comodatario sólo responde de
la culpa lata o grave (por ejemplo, si el mandante presta al mandatario un automóvil para cumplir la
gestión encomendada).
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a.2) Deterioros de la cosa.
3º De un caso fortuito, salvo tratándose de las excepciones consignadas en el art. 2178, inciso 3º:
3.1. Cuando el comodatario empleó la cosa en un uso indebido o está en mora de restituir
(contraexcepción: cuando se prueba que el deterioro o pérdida por el caso fortuito, habría sobrevenido
igualmente sin el uso indebido o la mora). Art. 2178 Nº 1.
3.2. Cuando el caso fortuito sobrevino por culpa del comodatario, aunque sea levísima: art. 2178 Nº 2.
3.3. Cuando en lugar de salvar la cosa dada en comodato, el comodatario prefirió salvar una suya: en
otras palabras, la ley excluye la posibilidad de alegar por el comodatario el “estado de necesidad” como
causal eximente de responsabilidad: art. 2178 Nº 3.
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El art. 2180 establece la regla, señalando que el comodatario debe restituir la cosa:
En el tiempo convenido, es decir en el plazo estipulado; o
A falta de convención, después del uso para que fue prestada.
c.2) Casos en los cuales el comodante puede exigir la restitución antes del tiempo estipulado.
Por la muerte del comodatario, por regla general. Sin embargo, cuando la cosa se prestó para un
servicio particular que no puede diferirse o suspenderse, los herederos del comodatario no estarán
obligados a restituir la cosa prestada sino una vez realizado el servicio (art. 2180, 2º Nº 1);
Si sobreviene al comodante una necesidad imprevista y urgente de la cosa (art. 2180, 2º Nº 2);
no cualquier necesidad autoriza entonces al comodante para pedir la restitución anticipada: debe
tratarse de una necesidad que razonablemente las partes no previeron al contratar y además exigir que
el comodante recupere la cosa sin dilación (este caso, además, es interesante, pues constituye una
hipótesis en la que el propio legislador, vulnera la “ley del contrato”, ya que el comodante puede exigir
la restitución anticipada de la cosa);
Si ha terminado o no tiene lugar el servicio para el cual se prestó la cosa (art. 2180, inciso 2º Nº
3). Por ejemplo: se prestaron algunos textos para el estudio del examen de grado, y éste se rindió
satisfactoriamente por el comodatario.
Si el comodatario hace un uso indebido de la cosa: art. 2177, 2º. Esta norma es una de aquellas
citadas por quienes sostienen que la condición resolutoria tácita también opera en los contratos
unilaterales, al menos cuando la ley así lo establece.
-Cuando la cosa prestada se embargue judicialmente en manos del comodatario: art. 2183 en relación
al art. 1578 Nº 2.
-Cuando la cosa prestada haya sido perdida, hurtada o robada a su dueño: art. 2183. El comodatario
debe dar aviso al dueño y fijarle un plazo razonable para que reclame la cosa. Si el dueño no la reclama
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oportunamente, el comodatario debe restituir la cosa al comodante. El dueño en todo caso no podrá
exigir al comodatario la restitución, sin consentimiento del comodante, o sin orden judicial.
-Cuando se trata de armas ofensivas u otras cosas de que el comodatario sepa se hará un uso criminal,
casos en los cuales deberá poner las cosas a disposición del juez: art. 2184.
-Cuando el comodante ha perdido el juicio (la razón) y carece de curador; al igual que en el caso anterior,
el comodatario deberá poner las cosas a disposición del juez: art. 2184.
-o al incapaz que prestó la cosa cuando usaba de la misma con permiso de su representante legal: en
este caso, el art. 2181, inciso 2º, constituye una excepción al art. 1578 Nº 1, norma que establece que,
por regla general, el pago hecho al incapaz adolece de nulidad (salvo un pago “útil”, de acuerdo al art.
1688).
2º Una real, la acción reivindicatoria, cuando la cosa salió de manos del comodatario y está en poder de
terceros. Obviamente que esta segunda acción, sólo podrá deducirla eficazmente el comodante, en la
medida que sea dueño de la cosa.
A diferencia de las obligaciones del comodatario, que siempre se originan, celebrado que sea el
contrato, las obligaciones del comodante son eventuales y nacen después de celebrado el contrato.
Recordemos que por tal razón, el contrato es uno de aquellos contratos que la doctrina denomina
como “sinalagmáticos imperfectos”, pues durante la ejecución del contrato, se originan obligaciones para
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aquella parte que inicialmente ninguna había contraído. Lo que, por cierto, no significa que el contrato
se transforme en bilateral, pues sabemos que dicho carácter debe tenerse al celebrarse al contrato.
Las obligaciones que eventualmente pueden nacer para el comodante son las siguientes:
a) Obligación del comodante de pagar las expensas de conservación de la cosa: art. 2191.
-Que las expensas sean necesarias y urgentes, vale decir, que no haya sido posible consultar al
comodante y que éste igual las hubiere efectuado, de tener la cosa en su poder.
Confiere la ley al comodatario el derecho para retener la cosa recibida en préstamo, en caso que
el comodante no satisfaga las obligaciones que eventualmente le puede imponer el contrato: art. 2193.
En todo caso, cesará este derecho de retención, cuando el comodante caucione el pago de las
indemnizaciones que adeude al comodatario.
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A su vez, la obligación principal, la de restituir, es indivisible (art. 1526 Nº 2), y puede reclamarse
del comodatario que tenga la cosa en su poder.
Siguiendo la regla general, los derechos y obligaciones pasan a los herederos (art. 2186). Sin
embargo, en cuanto a la sobrevivencia del contrato, distinta es la situación si muere el comodante o el
comodatario:
a) Si muere el comodante: el comodatario podrá seguir usando la cosa y la restitución deberá
hacerse a los herederos del comodante: arts. 2190 y 2186. El contrato, por ende, no se extingue.
b) Si muere el comodatario: sus herederos no podrán continuar con el uso de la cosa prestada, y
deben restituirla al comodante. Ello, porque desde el punto de vista del comodante, el comodato
es un contrato intuitu personae. Estamos por ende ante un caso excepcional, en el cual el contrato
se extingue por la muerte de uno de los contratantes (recordemos que por regla general, la
muerte de una de las partes es inocua para la sobrevivencia del contrato, pues sus herederos
ocuparán el lugar del fallecido, en calidad de partes).
Con todo, los herederos del comodatario podrán continuar usando la cosa prestada, en el caso
del art. 2180 Nº 1: cuando la cosa se ha prestado para un servicio particular que no puede diferirse o
suspenderse. En esta hipótesis, los herederos del comodatario quedarán sujetos al art. 2187, si enajenan
la cosa prestada:
- Si enajenaron desconociendo el préstamo (o sea, estando de buena fe, creyendo que la cosa pertenecía
al causante), deberán pagar el justo precio de la cosa o ceder las acciones que en virtud de la enajenación
les competan;
- Si enajenaron a sabiendas que la cosa había sido prestada al causante (vale decir, estando de mala fe),
deberán, además, resarcir todo perjuicio e incluso podrán tener responsabilidad penal (delito de estafa,
art. 470 Nº 1 del CP).
El comodato precario.
Por regla general, el comodante no puede pedir la restitución de la cosa, antes que expire el plazo
convenido o antes que termine el uso para el cual se prestó la cosa.
Cuando el comodante puede en cualquier tiempo pedir la restitución de la cosa, el comodato
recibe la denominación de comodato precario: art. 2194.
Art. 2194. El comodato toma el título de precario si el comodante se reserva la facultad de pedir la
restitución de la cosa prestada en cualquier tiempo
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También estamos ante un comodato precario en la hipótesis del art. 2195, 1º: cuando no se
presta la cosa para un servicio particular ni se fija un plazo para su restitución. Puesto que la cosa no se
ha prestado para un servicio particular, no tiene aplicación el art. 2180, que establece que la cosa debe
restituirse “después del uso para que ha sido prestada”.
Art. 2195. Se entiende precario cuando no se presta la cosa para un servicio particular ni se fija
tiempo para su restitución.
Constituye también precario la tenencia de una cosa ajena, sin previo contrato y por ignorancia
o mera tolerancia del dueño.
El precario.
En las tres hipótesis de comodato precario, hay contrato de comodato, con la salvedad que el
comodante puede pedir en cualquier tiempo la restitución de la cosa. Distinta es la hipótesis de precario,
establecida en el art. 2195, 2º. En ella, nos encontramos sencillamente ante un individuo que tiene la
tenencia de una cosa ajena, sin mediar título, sin haber celebrado ningún contrato, de comodato o
cualquiera otro, que lo faculte para retener la cosa. Como se indica en una sentencia de la Corte Pedro
Aguirre Cerda, de 27 de noviembre de 1986, el comodato o préstamo de uso es un contrato, o sea, un
acuerdo de voluntades que liga jurídicamente a las partes, en la forma establecida en el art. 1438 del CC.
En cambio, lo que para la ley constituye también precario, conforme al art. 2195, inciso 2º del mismo
Código, es una simple situación de hecho, con absoluta ausencia de todo vínculo jurídico entre dueño y
tenedor de la cosa, una tenencia meramente sufrida, permitida, tolerada o ignorada, sin fundamento,
apoyo o título jurídicamente relevante. En esta última hipótesis se trata entonces de una situación
radicalmente opuesta al comodato, desde el momento que supone, como requisito esencial, la ausencia
de contrato.
El dueño de la cosa deberá acreditar su dominio, y que el demandado detenta la cosa. El juicio
de precario se tramita de acuerdo a las normas del juicio sumario (art. 680 Nº 6 del CPC).
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CONTRATO DE DEPOSITO
Definición.
Las partes que intervienen en el contrato son dos: la persona que hace el depósito, denominado
depositante, y la persona que lo recibe, llamada depositario.
La expresión “depósito”, como previene la ley en el inciso 2º del art. 2211, sirve también para
designar la cosa misma depositada. En tal sentido, se utiliza en el art. 63 de la Ley General de Bancos.
La entrega puede hacerse de cualquier modo que confiera la tenencia de la cosa, incluso en forma
simbólica, como deja en claro el inciso 2º del art. 2213, al aludir a la forma simbólica de tradición
denominada constituto posesorio (art. 684 Nº 5, segunda parte).
Es un contrato unilateral.
El depósito, al igual que ocurre con el comodato y el mutuo, origina obligaciones sólo para una
de las partes. En efecto, al momento de perfeccionarse el contrato –oportunidad a la que debemos
atender para calificar de unilateral o bilateral un contrato-, sólo se obliga el depositario, a restituir el
depósito.
Lo anterior, sin perjuicio que a posteriori, también pueda resultar obligado el depositante, a
pagar las expensas de conservación de la cosa y a indemnizar los perjuicios ocasionados al depositario.
En tales hipótesis, estaríamos ante un contrato sinalagmático imperfecto.
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Igual que acontece con el art. 2116, que define al mandato, en el art. 2211 se deja en claro que el
depósito es un contrato de confianza, y por ende, resulta determinante la persona del otro contratante.
En efecto, el depositante, por regla general, tomará en consideración las aptitudes personales, la rectitud
y la honestidad del depositario, para confiarle la custodia de algunos bienes. Excepcionalmente,
no será posible calificar al depositario, tratándose del depósito necesario. Desde otro punto de vista, el
contrato de depósito también supone que el depositario acepte custodiar gratuitamente las cosas, en
consideración a la persona del depositante.
En relación con lo anterior, si bien es cierto que el art. 2216 impide al depositante pedir que se
declare la nulidad del contrato, cuando yerra acerca de la identidad del depositario, el art. 2226 le
permite pedir la restitución de las cosas depositadas en cualquier tiempo, subsanando por esta vía la
equivocación en que incurrió al ponderar los atributos personales del depositario. El mismo artículo, en
todo caso, si admite el error en que pueda incurrir el depositario, en la persona del depositante.
El depositario reconoce dominio ajeno, por ello, se obliga a restituir. Sólo es un mero tenedor de
la cosa entregada en depósito.
El secuestro.
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El depósito propiamente tal.
a) El depósito voluntario.
Art. 2215. “El depósito propiamente dicho es un contrato en que una de las partes entrega a la otra
una cosa corporal y mueble para que la guarde y la restituya a voluntad del depositante.”
Debe tratarse de un bien corporal y mueble. El secuestro puede recaer en cambio sobre cosa
mueble o inmueble. Nada impide sin embargo que las partes acuerden un depósito de inmueble, pero
en tal caso estaremos ante un contrato innominado o atípico, al que en todo caso habría que aplicarle,
supletoriamente de la voluntad de las partes, las normas del depósito.
El art. 2218 no requiere capacidad especial, sino la capacidad general para celebrar cualquier
contrato.
La disposición se pone en el caso de que el depositante o el depositario sean incapaces:
1º si es incapaz el depositante, el contrato es nulo, pero la nulidad no aprovecha al depositario: art. 2218,
inciso 2º. En otras palabras, la nulidad sólo aprovecha al incapaz, debiendo el otro contratante cumplir
con sus obligaciones.
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Establece el art. 2216 que el error en que incurra el depositante acerca de la identidad personal
del depositario es inocuo, no le permite pedir que se declare la nulidad del contrato. Como dijimos, el
art. 2226 le franquea una vía más expedita, cual es la de pedir derechamente la restitución de la cosa.
Tampoco invalida el contrato el error acerca de la substancia, calidad o cantidad de la cosa
depositada. Dicho error, afectará ciertamente al depositario.
En dos casos, sin embargo, la ley autoriza al depositario para restituir de inmediato la cosa
depositada:
a.-cuando padece error acerca de la persona del depositante;
b.-cuando descubre que la guarda de la cosa depositada le acarrea peligro.
b.- A falta de pacto escrito, será creído el depositario respecto a los aspectos esenciales del
contrato, esto es: en cuanto al hecho mismo de haberlo celebrado, a la cosa depositada y a su restitución.
Como puede observarse, la ley indirectamente obliga al depositante a celebrar el contrato mediante un
instrumento.
1º Si se ofreció espontáneamente o pretendió que se le prefiriera por sobre otras personas, como
depositario;
2º Si tiene interés personal en el depósito, sea porque se le permita usar de las cosas depositadas en
ciertos casos, sea que estemos ante un depósito remunerado;
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3º Si se estipula por las partes que el depositario responderá de culpa leve o aún levísima.
Las partes, en todo caso, no podrán estipular que el depositario queda exonerado de toda culpa,
pues la culpa grave equivale al dolo en materia civil (art. 44), y por ende estaríamos ante una
condonación del dolo futuro y por tanto ante objeto ilícito (art. 1465).
El depositario no tiene derecho a usar la cosa dada en depósito, sin el consentimiento del
depositante: art. 2220, inciso 1º. El permiso del depositante puede ser expreso o presunto, calificando
el juez las circunstancias que justifican la presunción (atendiendo por ejemplo a las relaciones de
confianza y amistad entre las partes, o a la circunstancia de tratarse de cosas que no se deterioran
sensiblemente con el uso).
Debe respetar el depositario los sellos y cerraduras: art. 2223. El art. 2224 alude a la fractura o
rotura de sellos o cerraduras, distinguiéndose si hubo o no culpa del depositario:
1º Hubo culpa del depositario: se estará a lo que declare el depositante, en cuanto al número y calidad
de las especies depositadas;
2º No hubo culpa del depositario: habrá que probar, de acuerdo a las reglas generales, en caso de
controversia.
En todo caso, la ley presume culpa del depositario, si ha mediado fractura o forzamiento (se trata
de una presunción simplemente legal).
Deber del depositario, de guardar el secreto de un depósito de confianza: art. 2225. Será tal,
aquél en el cual el depositante instruye al depositario para no revelar a terceros el contenido del
depósito o incluso la circunstancia de haberse celebrado el contrato.
Se trata de la obligación fundamental del depositario. El art. 2215 señala que la restitución debe
efectuarse “en especie a voluntad del depositante”.
2º La cosa debe restituirse con sus accesorios, incluyendo los frutos que hubiere producido (art. 2229).
3º El depositario no responde, si la cosa se pierde por caso fortuito (regla general). Con todo, debe
restituirse al depositante:
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- el precio de la cosa depositada, si lo recibe;
- u otra cosa recibida en lugar de la cosa depositada (art. 2230).
Si el depositario estaba en mora de restituir, será responsable del caso fortuito o fuerza mayor
(aplicación del art. 1672: la obligación del depositario subsiste, pero varía de objeto, pues deberá
restituir, en lugar de la cosa depositada, su precio más indemnización de perjuicios, o sólo la última).
5º Serán de cargo del depositante los gastos de transporte necesarios para la restitución: art. 2232 (el
art. 1571 establece que por regla general, los gastos del pago corresponden al deudor).
Cuándo debe efectuarse la restitución: arts. 2215 y 2216, 2º.
La restitución debe efectuarse ante el requerimiento del depositante (“a voluntad del
depositante”).
Si se estipuló plazo para la restitución, ello no impide al depositante para exigir la restitución
antes de la expiración del plazo en cuestión. El plazo sólo obliga al depositario. Éste no puede renunciar
al plazo. Sin embargo, en dos casos el depositario puede exigir al depositante que retire la cosa:
1º Cuando peligre el depósito en poder del depositario;
2º Cuando el depósito cause perjuicio al depositario (art. 2227).
El depósito irregular.
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Aplicación al depósito de las reglas de los arts. 2181 a 2185, del comodato (art. 2233).
1º La restitución debe hacerse al depositante o a quien tenga derecho a recibir en su nombre. Cabe
consignar que puede restituirse la cosa a un incapaz, si éste, al hacer el depósito, actuaba con
autorización de su representante legal.
2º Cesa la obligación de restituir, si el depositario descubre que la cosa le pertenece. Pero puede haber
litigio con el depositante acerca del dominio, caso en el cual el depositario deberá restituir, salvo si
probare breve y sumariamente su derecho de propiedad.
3º Por regla general, el depositario no puede retener la cosa para seguridad de su crédito que tenga
contra el depositante; excepcionalmente, podrá retener cuando se trate de las expensas hechas por el
depositario para la conservación de la cosa y de los perjuicios que sin culpa del depositario le haya
ocasionado el depósito (arts. 2234 y 2235). Observamos que el depositario, al igual que el comodatario,
goza del derecho legal de retención en los casos recién indicados.
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b) El depósito necesario
b.1) Concepto.
Art. 2236. El depósito propiamente dicho se llama necesario, cuando la elección de depositario no
depende de la libre voluntad del depositante, como en el caso de un incendio, ruina, saqueo, u otra
calamidad semejante.
En general, está sujeto a las mismas normas que el voluntario: art. 2240. Sin embargo, respecto
de la prueba y a la responsabilidad, la ley establece normas especiales:
No se aplican al depósito necesario las limitaciones de la prueba testimonial: arts. 2237 y 1711,
último inciso.
El depositario, que usualmente sólo responde de culpa grave, responde en el depósito necesario
de culpa leve: art. 2239.
Puesto que el depositante no puede cerciorarse de la capacidad del depositario, sería injusto
aplicarle el art. 2218. Por ello, el art. 2238 establece que estaremos ante un cuasicontrato, si el
depositario es un menor adulto (no se trata de cualquier incapaz por lo tanto). Por imposición de la ley,
el incapaz, sin autorización de su representante legal, contrae las obligaciones propias del depositario.
El art. 2241 lo asimila al depósito necesario. El art. 2248 extiende la norma a otros
establecimientos. Los efectos de esta clase de depósitos están consignados en los arts. 2242 a 2247.
Recordemos que sobre estos bienes, puede alegarse una preferencia de segunda clase, para el
pago del crédito del hotelero o posadero (artículo 2474, número 1).
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El secuestro
a) Concepto.
Es una especie de depósito en poder de un tercero de una cosa que dos o más personas disputan,
mientras se resuelve definitivamente acerca de sus respectivos derechos. Se trata, por consiguiente, de
una medida conservativa o de precaución: art. 2249.
b) Clases de secuestro.
Art. 2250. Las reglas del secuestro son las mismas que las del depósito propiamente dicho, salvas
las disposiciones que se expresan en los siguientes artículos y en el Código de Enjuiciamiento.
Art. 2253. Los depositantes contraen para con el secuestre las mismas obligaciones que el
depositante respecto del depositario en el depósito propiamente dicho, por lo que toca a los gastos
y daños que le haya causado el secuestro.
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1º Si es judicial: el secuestre no puede restituir la cosa mientras no se haya pronunciado sentencia
ejecutoriada, que adjudique la cosa secuestrada a uno de los litigantes: art. 2256. En todo caso, el juez,
en cualquier momento, podrá dejarlo sin efecto.
2º Si es convencional: podrá cesar el secuestro por voluntad unánime de las partes, aunque no se haya
dictado sentencia.
Asimismo, tanto el depósito judicial como el convencional, podrán terminar cuando el secuestre
de cuenta de una necesidad imperiosa de restituir, a los depositantes o al juez, quienes dispondrán su
relevo.
El art. 2254 consagra la acción del secuestre para recuperar la cosa de manos de cualquiera
persona, incluso el depositante.
El art. 2255 se refiere a las facultades del secuestre de un inmueble: tiene las facultades y
obligaciones del mandatario.
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