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DERECHO CIVIL – CONTRATOS

TEMA V: CONTRATO DE MANDATO

Concepto y Caracteres

El contrato de mandato se encuentra regulado en el Libro IV, Título XXIX, artículos 2116 al 2173
del C.C.
Su definición la encontramos en el art. 2116: “el mandato es un contrato en que una persona
confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la
primera.
La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado,
procurador, y en general, mandatario.”

Partes del Mandato

Mandante:

También “comitente”, es la persona natural o jurídica que confiere el encargo.


Un punto de tradicional de discusión es si es o no necesario el interés personal del mandante en
el negocio que encomienda. La mayoría de la doctrina estima que no, pues la ley así no lo exige. Eso si el
mandante debe asumir los riesgos del mandato. Art.2116.
El negocio encomendado puede interesar al mandante, al mandatario o a un tercero pero no sólo
al mandatario, pues en tal caso es un mero consejo. Art.2119. Si interesa a un tercero puede el mandante
actuar con o sin autorización del tercero. Si hay autorización hay un contrato en que el mandante asume
el rol de mandatario respecto del tercero. Si lo hace sin autorización hay agencia oficiosa. Art.2120.
El art.2121 agrega que, en general, la simple recomendación no es mandato. El juez decidirá,
según las circunstancias, si es mandato o recomendación, y en caso de duda será recomendación.
En general, la recomendación de negocios de negocios ajenos no genera responsabilidad contractual
pues no hay contrato, pero puede ser extracontractual según el art.2119 inc.2º.

Capacidad del mandante.

Debe considerarse en un doble aspecto:


 Para celebrar el contrato de mandato:
El CC no señala normas especiales, cabe aplicar por tanto las reglas generales. Así se aplica el
art.1445.
Si el mandante es incapaz va ha haber nulidad absoluta o relativa según sea la situación.

 Para celebrar por sí mismo el acto o contrato que encarga.

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No lo dice la ley, pero así resulta a la lógica. El mandante debe ser plenamente capaz de celebrar
el acto por sí mismo, incluso si faculta al mandatario para obrar a su propio nombre.

Efecto de los actos con mandante incapaz.

La doctrina en general señala que el acto sería nulo. D. Stitchkin analiza este punto y establece
una serie de distinciones:
 Entre mandante y mandatario.
Si el mandatario no ha dado comienzo al encargo, las partes vuelven al estado anterior.
Si el mandatario ya ha cumplido el encargo, hay que determinar si había buena o mala fe:
1. Si actuó de buena fe hay agencia oficiosa. Art.2127.
2. Si actuó de mala fe, simplemente el mandato es nulo y opera el art.1688 sobre actos o
contratos celebrados por incapaces.

 Entre mandante y terceros.


Si el mandatario ha contratado a su propio nombre para nada interesa la capacidad del mandante
y los terceros, si no cumple, lo demandarán a él. Art.2151.
Si actuó a nombre del mandante, los terceros demandarán a el mandante, pudiendo oponer la
excepción de su incapacidad.

Pluralidad de mandantes.

Si son varios mandantes, a falta de regla especial, se aplican las reglas generales, respondiendo
todos conjuntamente. Arts.1438 y 2126.
En materia comercial si son varios mandantes hacen un encargo la responsabilidad es solidaria.
Art.299 CCom.

Mandatario:

Es la persona que acepta el encargo (apoderado, procurador). Puede ser una persona natural o
jurídica.
El mandatario, por regla general, carece de interés directo en el negocio que se le encomienda.
Se pueden dar varias situaciones según a quien interesa el negocio:
1. Si interesa solo al mandante, hay mandato. Arts.2126 y 2120.
2. Si interesa sólo a terceros, hay mandato. Art.2120.
3. Si interesa al mandante y a terceros, hay mandato. Art.2120.
4. Si interesa al mandatario y a terceros, hay mandato. Art.2120.
5. Si interesa a todos, hay mandato. Art.2120.
6. Si interesa a mandante y mandatario, hay mandato. Art.2120.
7. Si interesa sólo al mandatario, es un solo consejo y no hay mandato. Art.2119.

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Capacidad del mandatario.

De acuerdo con el art.2128, el mandatario puede ser un incapaz relativo y la razón de esto es que
la incapacidad relativa se encuentra establecida para proteger el patrimonio del incapaz y cuando hay
mandato, los actos del mandatario no comprometen su patrimonio, sino el del mandante.
Si una persona confía una gestión de negocios a un relativamente incapaz, es porque tiene
confianza en lo que éste puede hacer. Por su parte, el legislador adopta medidas para proteger a los
incapaces en su patrimonio, pero no para proteger a quien tiene plena capacidad.
Los absolutamente incapaces no pueden ser mandatarios porque carecen totalmente de
voluntad (art.2128). Este artículo sólo menciona a los menores adultos, pero hay autores que sostienen
que esta regla es extensiva a todos los incapaces relativos, o sea, debería incluirse aquí también a los
disipadores que se encuentran en interdicción de administrar lo suyo. Sin embargo, hay otros autores
que estiman que esta norma es aplicable solamente a los menores adultos, excluyéndose al disipador,
porque éste carece de suficiente juicio y discernimiento. Cabe recordar aquí que también se le excluye
en el art.1470 en materia de obligaciones naturales.

Lo anterior debe entenderse en relación a tres situaciones diferentes:


 En las relaciones mandante mandatario:
Si el mandatario es relativamente incapaz debe aceptar el encargo autorizado por su
representante legal, de lo contrario el mandatario podría alegar su incapacidad frente al mandante al
momento de exigírsele rendición de cuentas.

 En las relaciones mandatario terceros.


Si contrata a nombre propio, el mandatario debe ser autorizado por su representante legal, de
lo contrario es nulo.
Si el mandatario actúa en representación del mandante el acto es válido (si el mandatario es
menor de edad) en virtud del principio de la representación modalidad.

 En las relaciones mandante terceros.


Si el mandatario contrata a nombre del mandante, aun cuando sea incapaz, el mandante queda
obligado respecto de terceros.

Pluralidad de mandatarios.

El art.2126 lo permite, y el art.2127 señala que si son varios mandatarios puede que el mandante
divida la gestión, o bien que no lo haga. En el último caso los mandatarios pueden dividirse a menos que
el mandante lo prohiba.
Si puede dividirse cada uno es responsable de su gestión ante el mandante.
Si los mandatarios se ponen de acuerdo en no cumplir el mandato, o si cumplen erróneamente,
son responsables solidariamente. Art.2317.

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Prohibición de dividir el mandato.

El art.2127 señala que si habiendo varios mandatarios, a estos se les prohíbe dividir el encargo,
lo que hacen separadamente es nulo.
Esta solución no es correcta según René Ramos, pues hay que distinguir:
1. Entre el mandante y los mandatarios el acto es nulo.
2. Entre los mandatarios y los terceros no es nulo, pero si inoponible al mandante.
Si los mandatarios dividieron la gestión ellos no han cumplido con una obligación de hacer, y por
ende deben indemnizar pagando al mandante.

Requisitos.

a. Que se confíe o encargue a otra persona, la ejecución de uno o más negocios jurídicos, como celebrar
un contrato, cobrar, percibir, demandar, etc. El encargo que consiste en la ejecución de un hecho
material, no constituye mandato, sino un contrato de arrendamiento de servicios o de confección de
obra material.
En principio, todos los actos jurídicos pueden ejecutarse mediante mandatarios, salvo que la ley
disponga lo contrario, como acontece en el testamento (art. 1004); el albaceazgo (art. 1280.1), en las
capitulaciones matrimoniales, que deben convenir personalmente los esposos, aunque fueren incapaces
(art. 1721).

b. Que el negocio no interese sólo al mandatario, pues no existe mandato si el negocio sólo interesa al
mandatario (art. 2119).
c) Que mandatario y mandante sean capaces. Sin embargo, no es necesario que sea plenamente capaz:
art. 2128, primera parte, admite que el mandatario sea un menor adulto.

Características Del Contrato De Mandato

Contrato consensual, Art. 2123.

Art. 2123. El encargo que es objeto del mandato puede hacerse por escritura pública o privada, por
cartas, verbalmente o de cualquier otro modo inteligible, y aun por la aquiescencia tácita de una
persona a la gestión de sus negocios por otra; pero no se admitirá en juicio la prueba testimonial
sino en conformidad a las reglas generales, ni la escritura privada cuando las leyes requieran un
instrumento auténtico.

Art. 2124. El contrato de mandato se reputa perfecto por la aceptación del mandatario. La
aceptación puede ser expresa o tácita.
Aceptación tácita es todo acto en ejecución del mandato.

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Aceptado el mandato, podrá el mandatario retractarse, mientras el mandante se halle todavía en
aptitud de ejecutar el negocio por sí mismo, o de cometerlo a diversa persona. De otra manera se
hará responsable en los términos del artículo 2167.

El legislador es amplio al momento de señalar las formas mediante las cuales se puede celebrar
el contrato de mandato, de ahí que se diga que por regla general es de carácter consensual. Incluso la
aceptación puede ser expresa o tácita y en esta último caso, lo será cuando existe un acto de ejecución
por parte del mandatario, ello por aplicación del Art. 2124, más aun el Art. 2125 establece un caso en
que el silencio produce efectos jurídicos. El silencio tiene efecto de aceptación en el mandato, solo
respecto de aquellas personas cuya profesión u oficio es encargarse de negocios ajenos. Art. 2123, dice
el legislador que el encargo que es objeto del mandato, puede hacerse aún por la aquiescencia tacita de
una persona a la gestión de negocios por otra, pero no confundir aquiescencia tacita con agencia oficiosa
donde derechamente no hay voluntad del mandante (aunque exista el conocimiento).

Diferencias sustanciales entre el mandato y la agencia oficiosa (art. 2286)

1. Es que el mandato, el dueño del negocio encarga o confía la gestión del a otro. Y en la agencia oficiosa,
un tercero sin mandato toma la gestión de un negocio ajeno.

2. La aquiescencia, en el caso del Art. 2123, que es la voluntad, el consentimiento, proviene del mandante.
En la agencia oficiosa la voluntad proviene del agente oficioso, el que realiza la gestión.

Un punto en común lo encontramos en el art. 2122 nos dice que si el mandatario de buena fe
ejecuta un mandato nulo o se extralimita en sus atribuciones se entiende que se ha consentido en un
agente oficioso. Y a su turno el Art. 2287 nos dice que las obligaciones del agente oficioso son las mismas
que tiene el mandatario.

Excepciones al mandato consensual.

i). Es solemne el mandato para contraer matrimonio (al igual que aquel para reconocer un hijo) tiene
dos requisitos: debe otorgarse por escritura pública y debe designarse expresamente a los contrayentes.

ii). Es solemne el mandato judicial que debe efectuarse mediante escritura pública; mediante acta
extendida ante el juez y suscrita por todos los otorgantes; o mediante declaración escrita del mandante,
autorizada por el secretario del tribunal (art. 6° del C.P.C.).

iii). Es solemne el mandato que otorga la mujer para los efectos de enajenar bienes raíces sociales. El
artículo 1.749 inciso séptimo señala que tal mandato Debe constar por escrito o por escritura pública si
el acto requiere de esa solemnidad.

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iv). Es solemne el mandato para enajenar bienes raíces que el marido está obligado a restituir en especie.
Artículo 1.754 inciso segundo parte final. Requiere escritura pública.

¿El mandato, para los efectos de realizar un acto solemne, debe a su turno ser solemne ?

La jurisprudencia, en torno a los bienes raíces se inclinó por exigir la solemnidad del acto ha ser
realizado, por lo tanto se exigía escritura pública tratándose de un mandato para la compraventa de
bienes raíces.
Las razones que se esgrimían eran: a) El poder o mandato es el único instrumento en que el
comprador o vendedor manifiesta su consentimiento, y como la ley prescribe que este elemento o
requisito esencial se produzca de una forma especial, es obvio que el documento que lo contenga se
sujete a igual formalidad; b) Si bien el artículo 2.123 establece la regla del consensualismo, esa misma
disposición señala entre sus excepciones, el caso en que el mandato deba constar por escritura pública.
Hoy en día parece que no cabe duda que no es necesario la celebración del mandato solemne
para realizar un acto solemne. Ya no hay discusión en torno a que el mandato para vender un bien raíz
no requiere de escritura pública. El mandante que encomienda al mandatario la compra o la venta de
algún bien no manifiesta en manera alguna el consentimiento necesario para que se perfeccione esa
compraventa.
Simplemente, autoriza o faculta al mandatario para que celebre ese contrato. A su turno, el
mandatario que en cumplimiento del encargo celebra el contrato, manifiesta su propio consentimiento
y no el del mandante (Teoría de la representación como modalidad), aun cuando contrate a nombre de
éste. Esta es la solución doctrinaria, ampliamente aceptada.
Sin embargo, esta solución en la práctica bancaria no es aceptada, por lo tanto, por la fuerza de
los hechos, habrá que celebrar un mandato para vender un bien raíz, por escritura pública.

Contrato oneroso.

Conforme al Art. 2117 el mandato puede ser gratuito o remunerado. En el caso de ser
remunerado dice que se llama honorario y la forma en que se va fijar este. A la luz de la sola lectura del
Art. 2117 Inc. 1° debiéramos decir que el mandato es un contrato oneroso o gratuito según se haya
pactado. Pero se entiende que el contrato de mandato es un contrato naturalmente oneroso según lo
señala el Art. 2158 N° 3 es obligación del mandante pagar la remuneración estipulada o usual.
Para efectos de la responsabilidad del mandatario no importa si es oneroso o gratuito, siempre
responderá de la culpa leve (deberá emplear un cuidado mediano en su encargo). Lo que pasa es que si
es oneroso se va ser más estricto respecto del grado de culpa dentro de la gradación de culpa leve dentro
de la cual ha podido incurrir el mandatario en el cumplimiento del contrato.

Contrato aleatorio o conmutativo

En la medida que consideramos al contrato de mandato, naturalmente oneroso, podría ser de


carácter conmutativo o aleatorio.

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Conmutativo por que la remuneración se fija tanto en consideración al trabajo que se va a


desempeñar como a la utilidad que le reporta al mandante. En tal sentido, la remuneración se le debe al
mandatario, aunque este no tenga éxito en su cometido, a menos que este hecho se debiera a una falta
imputable por culpa del mandatario.
En cambio, el mandato será aleatorio, cuando la remuneración del mandatario queda
condicionado al éxito de la gestión que se encarga por el mandante y en tal sentido, debe constar en una
cláusula expresa, así entonces la regla general será que el mandante sea un contrato naturalmente
oneroso conmutativo.

Contrato naturalmente bilateral

Es un contrato bilateral, ambas partes quedan obligadas de forma reciproca, este carácter de
bilateralidad se da incluso tratándose del mandato gratuito y ello porque las obligaciones del mandante
no se circunscriben al mero hecho del pago de una obligación, sino que entre otras cosas además debe
proveer los medios necesarios para cumplir cabalmente la gestión encomendada al mandatario. De
forma excepcional, el contrato de mandato puede ser unilateral, es decir, quedara solo obligado el
mandatario cuando se acuerde en virtud de una cláusula expresa que no hay obligación alguna del
mandante respecto de su mandatario, es decir, no ha de remunerarlo por la gestión encomendada, ni
queda obligado a proporcionar los medios necesarios para el desarrollo del mandato.

Se actúa por cuenta y riesgo de un tercero.

El mandatario no necesariamente debe actuar a nombre del mandante, puede actuar a nombre
propio, y las obligaciones recíprocas entre mandatario y mandante persisten, aunque ante terceros
responda el mandatario y no el mandante.

Elementos de la Esencia, Naturaleza y Accidentales

Elementos de la esencia:

1) Se obra por cuenta ajena. El encargo es un elemento de la esencia del mandato, y puede ser
muy variado, por ejemplo, comprar una casa, celebrar matrimonio, recibir el pago, administrar los
negocios, etc. Nuestro código en el art. 2116 prescribe “confía la gestión de uno o más negocios”, y sobre
este particular, la doctrina se divide:
Para Meza Barros, el encargo está referido a la ejecución de actos jurídicos; comprar y vender,
pagar, interrumpir una prescripción, presentar una demanda, etc.
Agrega que no se puede otorgar un mandato para efectuar un acto material como levantar un
muro o construir un camino, en tales casos no se está en presencia de un mandato sino de un
arrendamiento de servicio o de confección de obra material.

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Por su lado, David Stitchkin sostiene que “gestión de negocios” implica administrar los negocios
ajenos, es decir, gobernar, regir, cuidar y dar término a una operación de interés económico, para lo cual
es necesario la ejecución de uno o más actos jurídicos o de actos que no son necesariamente jurídicos.

2) Bilateralidad

3) Contrato intuito personae, se celebra en atención a la persona. De ello se desprenden algunas


consecuencias:
a) Las obligaciones del mandatario no se transmiten.
b) Por muerte del mandatario se pone fin al contrato de mandato.
c) Normalmente existe la facultad del mandante de revocar el mandato.
d) El error en la persona es causal de nulidad de este contrato.

4) Objeto del Mandato. El encargo debe consistir en la realización de actos jurídicos, lo que se
comprueba con las facultades naturales del mandatario. El encargo que consiste en la ejecución de un
hecho material es un arrendamiento de servicios o confección de obra material.
Servicios profesionales: art 2118 dice que a los servicios de las profesiones y carreras con largos
estudios o a que está unida la facultad de representar y obligar a otra persona respecto de terceros, se
sujetan a las reglas del mandato. También se les aplican las normas de arrendamiento de servicios o
contratos de trabajo.
Actos jurídicos a que es aplicable el mandato: En principio a todos los AJ, pero hay excepciones
como el art 1004 en cuanto a la facultad de testar

Elementos de la naturaleza

1) onerosidad. La remuneración es de la naturaleza del mandato, es decir, si no se establece que


es gratuito hay que pagar remuneración. El artículo 2117 establece que el mandato puede ser gratuito
o remunerado, y agrega que la remuneración llamada honorario es determinada, primero por
convención de las partes ya sea antes o después del contrato, y también puede ser establecida por la ley,
por la costumbre o incluso por el juez. Esto debe relacionarse con el Art. 2158 N° 3, que establece la
obligación del mandante de pagar la remuneración estipulada o la usual.

2) Representación
3) Administración

Elementos accidentales

1) Clausula de la libre administración


2) Clausulas de los riesgos

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Mandato y Representación

Según la postura doctrinal más aceptada, la representación equivale a una modalidad en los
actos o negocios jurídicos que altera los efectos normales del acto ejecutado por un sujeto de derecho,
haciendo que las consecuencias patrimoniales del acto celebrado se radiquen en un patrimonio distinto
del que comparece al acto; por lo tanto, los derechos y obligaciones se radican en el patrimonio del
representado, artículo 1.448.
Antaño se discutió la relación entre mandato y representación, básicamente porque en Francia
no existe mandato sin representación.
Pero en este punto don Andrés Bello, se apartó del Código de Napoleón de 1.804. La institución
de la representación es autónoma del contrato de mandato; de manera que puede existir
independientemente de otra relación jurídica o unida a una relación contractual determinada.

En nuestro Derecho, mandato y representación son cosas absolutamente distintas, relacionadas,


pero distintas:
i). El mandato es un acto jurídico, particularmente un contrato. La representación es una modalidad de
los actos jurídicos.

ii). Tienen origen distinto: El mandato tiene su origen en una convención.


La representación puede tener su origen en la convención, en la ley o en una sentencia judicial
como las guardas que otorga la justicia (guardas dativas). Ni aun en el caso que el origen de la
representación sea la convención necesariamente es mandato, ya que hay otros contratos a los que
también va unidad la figura de la representación, como la sociedad.

iii). En Chile puede existir mandato y no existir representación. También, como ya lo vimos, existe la
representación sin mandato (representación legal). En virtud del artículo 2.151, la representación es un
elemento de la naturaleza del mandato y no de la esencia del mismo. Esta norma autoriza al mandatario
para que actúe a nombre del mandante (o sea para que lo represente) y agrega qué cosas comprende
naturalmente esa representación. Termina diciendo que para todos los actos que salgan de estos límites
requerirá de poder especial; por lo tanto, la representación es de la naturaleza del mandato.
Cuando se produce la figura del mandato sin representación los derechos y obligaciones se
radican en el patrimonio del mandatario. El mandante es un tercero extraño a la relación jurídica y no
adquiere por dicho contrato derechos ni obligaciones.

¿Qué pasa, entonces, con los derechos y obligaciones que nacen del contrato celebrado
por el mandatario? Nace la obligación para el mandatario de traspasar los derechos y obligaciones al
mandante. No es lo mismo el estatuto aplicable al traspaso de los derechos que al traspaso de las
obligaciones, ya que al tercero contratante no le empece ni puede oponerse a que la parte activa del
contrato (los derechos) le sea traspasado al mandante, pero si le empece el traspaso de la deuda (por
cuanto habrá ahí un cambio de deudor o sujeto pasivo). En consecuencia, hay que distinguir:
a). La parte activa o Derechos;

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b). La parte pasiva u Obligaciones.

a). Parte Activa: Traspaso de créditos y demás derechos. De las obligaciones que tiene el mandatario
para con el mandante, está la obligación de rendir cuenta de su gestión a éste. La rendición de cuenta
será el título necesario para el traspaso de los derechos y hay que distinguir entre derechos Reales y
Personales.
Si se trata de derechos reales, por ejemplo, el mandatario adquirió un inmueble en el ejercicio
del mandato, para transferir éste, el mandatario requiere de un título traslaticio de dominio y de un
modo de adquirir. El título es el propio contrato de mandato que, para estos efectos, se materializa en
una escritura pública de rendición de cuenta; el modo de adquirir es la tradición del derecho de dominio
(mediante inscripción del título en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces). En
efecto, una vez perfeccionado el mandato nace para el mandatario la obligación de ejecutar el encargo
(obligación de hacer) y una vez ejecutado el encargo, la obligación de entregar al mandante las cosas
que han sido adquiridas por el mandatario “por cuenta y riesgo del primero”.
Esta es una obligación de dar (arts. 2.153 y 2.157) que impone al mandatario la de entregar las
cosas. De manera que el mandatario que transfiere al mandante en dominio las cosas adquiridas para
éste, en ejecución del mandato, paga lo que debe (1.568).

Si se trata de derechos personales o créditos, como ya lo vimos, se efectuará la tradición de los


mismos a través de la cesión de crédito, si son créditos nominativos (arts. 1.901 y ss.); del endoso, si son
créditos a la orden; y de la entrega material del documento si son créditos al portador.
Por lo tanto se efectúa la tradición de los derechos personales según la naturaleza el título y
siempre se tiene como antecedente o título el propio mandato, que se materializa a través de la rendición
de cuenta.

b). Parte Pasiva: Traspaso de las deudas u obligaciones. Hay que distinguir si se tiene o no la
aquiescencia o voluntad del acreedor, para efectos que la obligación se radique en definitiva en el
patrimonio del mandante.
No hay aquiescencia o voluntad del acreedor, esto es, no acepta el traspaso de las obligaciones.
En este caso, el mandatario no quedará liberado de las obligaciones y seguirá siendo obligado. Por lo
tanto, permanece y sigue como deudor. El mandante, en el supuesto de haber aceptado el traspaso de
las deudas, será obligado a favor del tercero acreedor en calidad de codeudor solidario o subsidiario
(fiador). En todo caso, y en virtud del mandato, el mandante debe proporcionar al mandatario los fondos
necesarios para cumplir las obligaciones contraídas por cuenta y riesgo de él.
Existe aquiescencia por parte del acreedor. En tal caso, el acreedor consiente expresamente en
dar por libre el mandatario (primitivo deudor), aceptando en su reemplazo al mandante, en cuyo caso
se produce la novación por cambio de deudor (art. 1.635). También podría aplicarse aquí la novedosa
figura sugerida por el profesor Gonzalo Figueroa: la asunción de deudas.
Entendiendo por tal, la figura jurídica por medio de la cual, por contrato celebrado entre las
partes, un nuevo deudor se subroga al deudor originario en una deuda ya existente, quedando liberado
este último, y subsistiendo con el nuevo deudor la misma obligación primitiva.

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Mandato con representación

Cuando en el mandato se actúa con representación se producen los efectos propios de esta
modalidad; por lo tanto los derechos y obligaciones nacidos en el contrato celebrado por el mandatario,
se radican en el patrimonio del mandante (representado).
Como la representación es una modalidad del acto, ésta no se presume; de manera que quien la
invoca debe probar su existencia.

Clasificaciones del Mandato

Atendiendo a la extensión con que se ha conferido el mandato, este puede ser general o especial:
art. 2130.

Art. 2130. Si el mandato comprende uno o más negocios especialmente determinados, se llama
especial; si se da para todos los negocios del mandante, es general; y lo será igualmente si se da
para todos, con una o más excepciones determinadas. La administración está sujeta en todos casos
a las reglas que siguen.

Mandato general es el que se otorga al mandatario para todos los negocios del mandante,
aunque se indiquen algunas excepciones determinadas. Cabe advertir que los abogados suelen
denominar como “mandato general” aquél que contiene numerosas facultades y cuya extensión abarca
varias páginas. En realidad, un mandato así conferido se encuadra en lo que llamamos “especial
propiamente tal”, al que aludiremos más adelante en éste acápite. El verdadero mandato general no
contiene enumeración de facultades, y por eso mismo, es general. Se contiene en una foja.
Conferido en esta forma, el mandato no otorga al mandatario otras facultades que las que
enumera el art. 2132. De los términos de este artículo, se desprende que el mandato general otorga al
mandatario la facultad de administrar los negocios del mandante dentro del giro ordinario. La
enumeración que al efecto hace de los actos administrativos el citado artículo, es sólo por vía ejemplar,
lo que implica que cualquier otro acto de administración que no se mencione en dicho precepto, podrá
también ser ejecutado válidamente por el mandatario general (por ejemplo, artículo 1411, aceptar
donaciones).

Mandato especial es aquél que comprende uno o más negocios especialmente determinados.
Como en el mandato pueden indicarse todos los actos jurídicos que una persona puede ejecutar, es
posible en la práctica que el poder especial llegue a ser más amplio que uno general. Cabe señalar que
según la parte final del art. 2132, se requiere poder especial para la ejecución de todos los actos que
salgan de los límites del giro ordinario de los negocios del mandante. El mandato especial admite una
subclasificación, en dos categorías que hemos denominado simplemente especial y especialísimo. El

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primero opera, por ejemplo, cuando se confiere mandato para que el mandatario pueda administrar
todos los inmuebles que pertenezcan al mandante, sin que ellos sean singularizados; el segundo, por
ejemplo, cuando en el mismo caso, el mandato recae en un determinado inmueble. A nuestro juicio, el
artículo 1580 del Código Civil, en las normas del pago, recoge en cierta medida este distingo. El precepto
alude a tres situaciones, que corresponderían, respectivamente, a un poder general, a uno simplemente
especial y a un poder especialísimo: “La diputación para recibir el pago puede conferirse por poder
general para la libre administración de todos los negocios del acreedor, o por poder especial para la libre
administración del negocio o negocios en que está comprendido el pago, o por un simple mandato
comunicado al deudor.”

Esta clasificación es importante en definitiva, para saber qué tipo de negocios jurídicos puede
ejecutar legítimamente el mandatario. Stitchkin enfatiza que la calificación del mandato en general o
especial interesa únicamente para establecer de qué negocios puede conocer válidamente el
mandatario. Esclarecido este punto corresponde determinar con qué facultades entrará a conocer el
mandatario los negocios que son de su incumbencia (cuestión que corresponde, según veremos, a la
siguiente clasificación). Stitchkin plantea un ejemplo: establecido que el mandato se ha conferido para
la gestión de los negocios relativos a una fábrica o industria determinada que posee el mandante, deberá
concluirse que el mandatario sólo puede conocer legítimamente de estos negocios y no de otros que
sean ajenos a la fábrica o industria. Pero en seguida, es necesario determinar cuáles son las facultades
del mandatario en la gestión de esos negocios: si puede transigir, comprometer, hipotecar, empeñar, etc.

Atendiendo a las facultades conferidas al mandatario, el mandato puede ser definido o


indefinido.

El mandato será indefinido, cuando el mandante no precisa al mandatario las facultades


conferidas. Por ejemplo, se confiere mandato para que el mandatario administre un negocio del
mandante, pero sin indicarle con qué facultades goza.
Por el contrario, el mandato será definido, cuando se precise cuales son las facultades o
atribuciones del mandatario. Por ejemplo, un mandato para vender un determinado bien del mandante.
De lo expuesto, se puede afirmar que el mandato especial podrá ser definido o indefinido (por
ejemplo, será especial pero indefinido, si confiero mandato a Juan, para que se haga cargo de todos los
asuntos vinculados con mi inmueble ubicado en tal ciudad; y será especial y además definido, cuando
confiero mandato a Juan, para que venda el inmueble de mi propiedad, ubicado en tal ciudad). El
mandato general, en cambio, es indefinido.
La definición o indefinición del mandato tiene directa relación con las facultades del
mandatario. Se aplican a este respecto, los artículos 2132 y 2133.

Efectos del Contrato de Mandato: Obligaciones del Mandante y del Mandatario

Como en todos los contratos, es preciso distinguir entre efectos para las partes, y respecto de
terceros.

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Efectos para las partes

El artículo 529 del C.O.T. establece que el mandato de los abogados no termina por la muerte del
mandante. Las demás normas del mandato judicial las encontramos en el C.P.C. (arts. 4ª a 16), y en la
Ley sobre comparecencia en juicio Nº 18.120.
Los efectos para las partes, en el contrato de mandato, no son sino los derechos y obligaciones
que en virtud de tal acuerdo de voluntades se crean para ambas.

Obligaciones para el mandatario

Las obligaciones del mandatario son básicamente dos: ejecutar el encargo y rendir cuenta.

a). Ejecutar el encargo


Se trata de una obligación de hacer. Según el artículo 2.131, el mandatario deberá ceñirse
rigurosamente a los términos del mandato, fuera de los casos en que las leyes lo autoricen para obrar
de otro modo.

Art. 2131. El mandatario se ceñirá rigorosamente a los términos del mandato, fuera de los casos
en que las leyes le autoricen para obrar de otro modo.

El artículo 2.134 nos señala que esto se refiere tanto a los medios como a los fines. Nuestro
legislador contempla excepciones a esta regla (casos en que la ley lo autoriza a obrar de otro modo):
 Artículo 2.134 inciso 2°. Dice que se podrán emplear medios equivalentes, a los ordenados por
el mandante, cuando sea necesario y se obtuviere completamente de este modo el objeto del
mandato;
 Artículo 2.150 inciso 1° y 2°: Contempla la situación en que el mandatario se halle en la
imposibilidad de obrar con arreglo a sus instrucciones, en cuyo caso no está obligado a
constituirse en agente oficioso; pero debe tomar las providencias conservativas. En caso que no
fuere posible dejar de obrar sin comprometer gravemente al mandante, actuará del modo que
más se acerque a sus instrucciones y que más convenga al negocio;
 Artículo 2.150 inc 3°: Compete al mandatario probar la fuerza mayor o el caso fortuito que le
imposibilite llevar a efecto las órdenes del mandante;
 Artículo 2.148: Sus facultades se interpretan con mayor latitud cuando no está en situación de
poder consultar al mandante;
 Artículo 2.149: Debe abstenerse de ejecutar el mandato si ello es manifiestamente pernicioso al
mandante;
 Art. 2147: Caso en que puede realizar el negocio con mayor beneficio o menor gravamen.

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Alcance de las facultades del mandatario.

1º el mandatario facultado para transigir, no implica que también pueda convenir que el asunto sea
resuelto por un árbitro (art. 2141);

2º quien está facultado para vender, está igualmente facultado para recibir el precio, sin necesidad de
mención especial (art. 2142); y

3º quien está facultado para hipotecar, no implica que igualmente lo esté para vender, y el que está
facultado para vender, no implica que pueda también hipotecar (art. 2143).

4° no puede comprar para sí las cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo al
mandante lo que éste le ha ordenado comprar (art. 2144).

5° no puede el mandatario tomar para sí el dinero que el mandante le encargó colocar o prestar a interés.
Puede sin embargo el mandatario prestar de su dinero al mandante cuan-do éste le encargó obtenerlo,
pero siempre que lo haga al mismo interés designado por el mandante o a falta de éste, al interés
corriente (art. 2145).

6° no puede el mandatario colocar a interés dineros del mandante, sin autorización expresa de éste. Si
contaba con dicha autorización para colocar el dinero a un determinado interés y lo coloca a un interés
superior, el exceso no pertenecerá al mandatario sino que al mandante, salvo si el mandante lo hubiere
autorizado para apropiarse del exceso (art. 2146).

7° si el mandatario ejecuta el mandato con mayor beneficio o menor gravamen que los designados por
el mandante, se prohíbe al mandatario apropiarse lo que exceda al beneficio o disminuya el gravamen
designado en el mandato. Pero si el mandatario negocia con menos beneficios o más gravamen que los
designados en el mandato, el mandatario deberá responder ante el mandante por la diferencia (art.
2147).

b). Obligación de rendir cuenta

Esta obligación la señala el artículo 2.155 inciso primero. Se trata de una obligación de la
naturaleza el mandato, y es obligado a ella sea que el mandatario haya obrado a su propio nombre o en
representación de su mandante.
Art. 2155. El mandatario es obligado a dar cuenta de su administración.
Las partidas importantes de su cuenta serán documentadas si el mandante no le hubiere
relevado de esta obligación.
La relevación de rendir cuentas no exonera al mandatario de los cargos que contra él justifique
el mandante.

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La rendición de cuentas tiene por objeto poner en conocimiento del mandante la forma en que
se ha llevado a cabo la gestión, los resultados del mismo, y la restitución de todo lo que el mandatario
ha recibido con ocasión de la ejecución, sea del propio mandante, sea de terceros y aún cuando lo pagado
por éstos no se deba al mandante (art. 2.157). En consecuencia, la rendición debe comprender todo lo
recibido para o por cuenta del mandante.
Además, el mandatario es responsable de lo que ha dejado de recibir por su culpa (art. 2.157).
La cuenta debe comprender, también, los intereses corrientes de los dineros del mandante que el
mandatario haya empleado en utilidad propia (art. 2.156).
Si el mandatario ha actuado a su propio nombre, la rendición de cuenta importa también la
cesión de todos los derechos y el traspaso de todas las deudas. Las partidas importantes de la cuenta
deben ser documentadas (art. 2.155 inc. 2°).
Como se trata de una obligación de la naturaleza del mandato, el mandante puede relevar al
mandatario de la obligación de rendir cuenta documentada, y en este caso, el mandatario podrá
acreditar la verdad de las partidas por todos los medios de prueba que franquea la ley, incluso la prueba
testimonial. El mandante puede relevar al mandatario de la obligación de rendir cuenta; pero esto debe
ser acreditado por el mandatario, ya que la obligación de rendir cuenta es de la naturaleza del mandato.
Sin embargo, esta liberación no produce otro efecto que el de alterar el onus probandi, pues ello no
exonera al mandatario de los cargos que contra él justifique el mandante. En otras palabras, el mandante
deberá acreditar que el mandatario ha recibido del mandante o de terceros cosas que está obligado a
restituirle.

La acción de rendición de cuentas es personal, transmisible y prescribe según las reglas


generales, esto es, cinco años contados desde que la obligación se hizo exigible (tres años como ejecutiva,
y siempre que conste de título ejecutivo).
El mandatario podría oponer a esta acción dos excepciones. La de prescripción extintiva de la
acción de rendición de cuenta; y la de prescripción adquisitiva de las cosas adquiridas en ejecución del
mandato, pero a su propio nombre (no a nombre del mandante, pues en ese caso reconoce dominio
ajeno).

El mandante también tiene acción reivindicatoria en contra del mandatario para obtener la
restitución de las cosas que le pertenecen y que el mandatario ha recibido del mandante o de terceros a
nombre del mandante, pues en tal caso es un mero tenedor (art. 915).
La aprobación dada por el mandante al mandatario de las cuentas presentadas por éste,
determina irrevocablemente los saldos a favor o en contra del mandante. En consecuencia, no podría
volver a discutirse, salvo que haya habido dolo del mandatario, a menos que el mandante condone
expresamente el dolo contenido en ella (1.465).

El que deba rendir una cuenta la presentará en el plazo que la ley designe o que se establezca
por convenio o por resolución judicial (art. 693 C.P.C.). Presentada la cuenta, se pondrá en conocimiento
de la otra parte, concediéndole el tribunal un plazo prudente para su examen. Si vencido el plazo, no se

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ha formulado observación alguna, se dará la cuenta por aprobada (art. 694 CPC). En caso de existir
observaciones, se planteará un juicio de cuentas.
Según el artículo 227 Nº 3 del Código Orgánico de Tribunales, el juicio de cuentas es una de las
materias de arbitraje forzoso.

Obligaciones del mandante: Art.2158

Ninguna de las obligaciones del mandante es de la esencia del mandato. Las partes pueden
excluirlas, puesto que sólo son de la naturaleza. De otro lado, las partes podrían estipular otras
obligaciones para el mandante, a través de cláusulas accidentales.

Art. 2158. El mandante es obligado,


1.º A proveer al mandatario de lo necesario para la ejecución del mandato;
2.º A reembolsarle los gastos razonables causados por la ejecución del mandato;
3.º A pagarle la remuneración estipulada o usual;
4.º A pagarle las anticipaciones de dinero con los intereses corrientes;
5.º A indemnizarle de las pérdidas en que haya incurrido sin culpa, y por causa del mandato.
No podrá el mandante dispensarse de cumplir estas obligaciones, alegando que el negocio
encomendado al mandatario no ha tenido buen éxito, o que pudo desempeñarse a menos costo;
salvo que le pruebe culpa.

En este artículo, podemos distinguir dos grupos de obligaciones, a saber:


i) Las que se generan al tiempo de perfeccionarse el contrato (N° 1);
ii) Las que se generan durante el contrato o con ocasión del mismo (N° 2 a 5).

a) Obligaciones que se generan al tiempo de perfeccionarse el contrato.

El mandante debe proveer al mandatario de lo necesario para la ejecución del mandato. “Lo
necesario para la ejecución...”: Expresión amplia que comprende todas las cosas que puedan necesitarse
para la correcta ejecución del encargo. Por ejemplo, para vender una casa, el mandante deberá entregar
al mandatario los títulos de la propiedad y los dineros necesarios para los gastos, etc. Si el mandante no
cumple esta obligación, el mandatario puede desistirse de su encargo (art. 2159). Opera en este caso,
también, la exceptio non adimpleti contractus para el caso de que el mandante persiga la responsabilidad
del mandatario por no haber ejecutado el encargo.

b) Obligaciones que se generan con posterioridad al perfeccionamiento del contrato

i). Reembolso de los gastos causados en la ejecución del mandato. La ley habla de gastos
“razonables”, cuestión que deberá determinarse caso a caso, y queda entregada a la prudencia del juez.

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ii). Pago de la remuneración estipulada o la usual. La remuneración es de la naturaleza
del mandato. Puede ser fijada por convención de las partes, por ley, por costumbre o por el juez.
Prevalece el principio de la autonomía de la voluntad. Las partes pueden fijar a su arbitrio la forma de
remuneración.

iii). Obligación de pagar las anticipaciones de dinero con los intereses corrientes. Las
anticipaciones de dineros propios que el mandatario hace durante el desempeño de su cometido,
importan un contrato de mutuo (acto consigo mismo, art. 2.145). Terminado el mandato, el mandatario
puede exigir el reembolso de las sumas prestadas o anticipadas al mandante, con los intereses corrientes
desde el día en que se anticiparon.

iv). Obligación de indemnizar las pérdidas que hubiere sufrido el mandatario sin culpa y por
causa del mandato. Alessandri sostiene que esta responsabilidad es de carácter contractual, pues el
contrato, por expresa disposición de la ley, obliga a reparar el daño causado. Sin embargo, si el mandante
debe reparar los perjuicios es porque la ley lo obliga a ello. No se infringe aquí una obligación que emana
del contrato, sino que existe una responsabilidad simplemente legal, fundado en el principio de que
quien se aprovecha de la actividad ajena debe soportar, también, los riesgos que entraña. El mandante
debe reparar todos los perjuicios. No se distingue si son previstos o imprevistos, materiales o morales.
Por lo tanto, todos los perjuicios que tengan una causa directa e inmediata en el mandato.

v). Derecho legal de retención. De conformidad al artículo 2.162, para asegurar el pago de estas
prestaciones, el mandatario goza de este beneficio, sobre los bienes y efectos que le hayan entregado
por cuenta del mandante.

Efectos del contrato de mandato respecto de terceros

Para referirnos a este punto, es preciso distinguir cómo se verificó la contratación del
mandatario, esto es, si actuó a nombre propio o a nombre de su mandante:

Mandatario que contrata a nombre propio;


Mandatario que contrata a nombre de su mandante.

Mandatario que contrata a nombre propio.

En principio, no obliga respecto de terceros al mandante (art. 2.151). Pero una vez finalizada su
gestión, debe traspasar a su mandante los créditos y demás derechos adquiridos y las deudas contraídas
por la ejecución del mandato.

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Mandatario que contrata a nombre de su mandante.

Opera la representación (art. 1.448). El mandatario en virtud del acto realizado, obliga al
mandante frente a terceros y no se obliga personalmente. Como la representación es una modalidad de
los actos jurídicos, ella no se presume y debe acreditarse por quien la invoca. Los terceros deben probar,
también, que el mandatario ha contratado dentro de los límites de sus poderes, pues sólo de este modo
queda obligado el mandante y la prueba de las obligaciones incumbe al que las alega. Si producida esta
prueba, el mandante alega que los poderes exhibidos por el mandatario estaban restringidos por
cualquier medio que no haga presumible el conocimiento de los terceros, por ejemplo, por instrucciones
privadas, a él tocará acreditar que los terceros conocían el verdadero alcance del mandato (art. 2.173
inc. final).

El problema de los vicios del consentimiento y de los hechos ilícitos del mandatario. Se
ha resuelto que el mandante puede intentar la acción de nulidad por los vicios que hayan afectado la
voluntad del mandatario (Regla especial en la tradición, art. 678). Si los vicios del consentimiento han
recaído en la voluntad del tercero, no hay duda que éste tiene acción de nulidad. Ello es categórico
tratándose del error y la fuerza, pues ellos vician el consentimiento con independencia de dónde o de
quién provenga. El problema se plantea con el dolo, pues él no vicia el consentimiento sino cuando es
obra de una de las partes. La pregunta entonces es si el dolo cometido por el mandatario es oponible al
mandante.
Una tesis sostiene que como el mandante no participó en la maquinación fraudulenta, el dolo de
su mandatario (que es personalísimo) no le puede ser oponible. En tal caso, el tercero sólo tendría acción
de perjuicios contra el mandatario por el total de los perjuicios y contra el mandante que se ha
aprovechado de él y hasta concurrencia del provecho. No obstante, al parecer la doctrina correcta es la
contraria: el dolo del mandatario es oponible al mandante. Ello por cuanto en la especie el dolo ha sido
obra de una de las partes (quien presta su consentimiento es el mandatario y no el mandante) aún
cuando los efectos del mismo se radiquen en el mandante. Y es justamente por esto último que el
mandante se hace cargo de todos los derechos y todas las acciones que emanan directa e
inmediatamente del contrato. Pero esto no quiere decir que el dolo del mandatario se traspase al
mandante. (La jurisprudencia ha dicho que el dolo es una actitud personalísima, de manera que no se
traspasa de manera alguna). El tercero podrá accionar de nulidad en contra del mandante, pero la acción
de perjuicios deberá dirigirla en contra del mandatario. Esto, por cuanto el mandante, por regla general,
no es responsable de los delitos y cuasidelitos cometidos por el mandatario en el desempeño de su
cometido, a menos que existiere coautoría. En consecuencia, el mandante responde de su propio dolo y
del provecho que reporta del dolo del mandatario (art. 2.316 inc. final).

La responsabilidad del mandante por culpa o dolo del mandatario en el incumplimiento


de una obligación contractual. Estamos aquí situados en la hipótesis de que exista un contrato que
ligue válidamente a mandante y a un tercero; que el cumplimiento del mandato haya sido encomendado
al mandatario; que el incumplimiento sea imputable a dolo o culpa del mandatario; y que el tercero

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contratante haya sufrido perjuicio. Aquí el mandante es responsable de los perjuicios que se deriven del
incumplimiento contractual, aunque el mismo sea imputable al mandatario. Ello, por cuanto los artículos
1.590 y 1.679 establecen que en materia de responsabilidad contractual, en el hecho o culpa del deudor
se comprende el de las personas por quienes fueren responsables. En consecuencia, el mandante no
puede eximirse de responsabilidad alegando su falta de culpa. Debe probar también que el
incumplimiento no ha sido imputable a su mandatario.

A) La Delegación

El mandato es uno de esos contratos intuitu personae, pactados en relación a la persona. Debido
a esta circunstancia, la ley ha establecido reglas especiales para determinar los efectos que la delegación
produce. La delegación del mandato es el acto por el cual el mandatario encarga a otra persona la
ejecución del cometido que a él se le había confiado por el mandante.
En principio, la delegación está permitida, a menos que exista prohibición expresa por parte del
mandante (art. 2.135).

Art. 2135. El mandatario podrá delegar el encargo si no se le ha prohibido; pero no estando


expresamente autorizado para hacerlo, responderá de los hechos del delegado, como de los suyos
propios.
Esta responsabilidad tendrá lugar aun cuando se le haya conferido expresamente la facultad de
delegar, si el mandante no le ha designado la persona, y el delegado era notoriamente incapaz o
insolvente.

Distinguimos en la delegación a dos sujetos, delegante y delegado. El delegante, es aquél


mandatario primitivo que encarga la gestión a otro. El delegado, es aquél tercero que recibe el encargo
del mandatario primitivo. Podríamos decir que el delegado es un submandatario. Ello nos permite
concluir que la delegación es un subcontrato.

Hipótesis de la delegación.

El mandante autorizó expresamente la delegación

Se deben distinguir dos situaciones:


a). Si la autorización fue genérica: En este caso, la autorización es efectuada sin designación de
personas. El mandatario es responsable en cuanto debe designar, necesariamente como delegado, a una
persona solvente y capaz (Art. 2135 inc.2°). Es un caso de responsabilidad objetiva o sin culpa. En este
caso, el mandatario responde de los hechos del delegado como si fueran propios. Su culpa está en no
haber elegido una persona solvente y capaz, y de ahí su responsabilidad por los hechos del delegado,
aún cuando en éstos no haya culpa del mandatario.

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b). Si la autorización fue a persona determinada: Aquí nos encontramos, en la práctica y en el


derecho, con un nuevo contrato de mandato, con todas sus consecuencias. Si la autorización fue a una
persona determinada se origina un nuevo contrato entre mandante y delegado, cuyas consecuencias
son, por ejemplo, que el mandatario que efectuó la delegación no podrá revocar este encargo (art. 2137).
La verdad es que cuando se le ha autorizado delegar en persona determinada, el mandatario se
encuentra frente a una obligación alternativa que consiste:
- En ejecutar él mismo el encargo; o
- En delegar el encargo a un tercero.

Art. 2137. Cuando la delegación a determinada persona ha sido autorizada expresamente por el
mandante, se constituye entre el mandante y el delegado un nuevo mandato que sólo puede ser
revocado por el mandante, y no se extingue por la muerte u otro accidente que sobrevenga al
anterior mandatario.

El mandante nada dijo respecto de la delegación

En otras palabras, no ha autorizado, ni ha prohibido la delegación (nada dijo). De acuerdo con el


artículo 2135, el mandatario puede delegar el encargo sino se le ha prohibido. (La facultad de delegar es
de la naturaleza del mandato).

Los efectos de la delegación.

Debemos distinguir:

Relaciones entre mandante y mandatario:

En principio, el mandatario que delega su encargo actúa dentro de sus facultades, por lo que no
le cabe responsabilidad. Sin embargo, frente a su mandante es el mandatario el responsable por la
inejecución del encargo y por el incumplimiento de cualesquiera otras obligaciones contraídas por el
mandato. De manera que el mandatario responderá de los hechos del delegado como de los suyos
propios (art. 2.135 inc. 1°). Es una responsabilidad objetiva (sin culpa) por lo que sólo podría exonerarse
de responsabilidad probando la inculpabilidad del propio delegado (caso fortuito o fuerza mayor).

Relaciones entre el mandante y el delegado.

Hay que distinguir si el mandatario delegó el encargo a su propio nombre o a nombre del
mandante:
i). El mandatario contrata la delegación a nombre propio: en este caso, el mandato celebrado entre
mandante (delegante) y mandatario (delegatario) es una “res inter alios acta” para el delegado. De
manera que el mandante carece de acción en contra del delegado y el delegado es responsable

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exclusivamente frente al mandatario y no obligada al mandante. Si bien el artículo 2.138 otorga al
mandante el derecho de ejercer contra el delegado las acciones del mandatario, no significa que tenga
acción personal directa en contra del delegado, sino que el derecho a subrogarse en los derechos del
mandatario. Se trata de un caso en que procede acción subrogatoria u oblicua del artículo 2.466.

ii). El mandatario contrata la delegación a nombre del mandante: Si el mandatario delega el


encargo a nombre de su mandante, obliga a éste para con el delegado y viceversa. Ello, por aplicación
de los artículos 2.151 y 1.448. En este caso, el mandatario celebra un contrato de mandato con el
delegado, como cualquier otro a que está facultado por el mandato (venta, permuta, etc.). En tal caso, el
mandante tiene acción directa contra el delegado, del mismo modo que la tendría contra cualquiera que
hubiere contratado con el mandatario a nombre del primero. En el mismo supuesto, el delegado es
responsable directamente al mandante por las faltas cometidas en su gestión y deberá rendirle cuenta
de la misma.
Todo lo anterior supone que la delegación haya sido efectuada dentro de los límites del mandato.
Si el mandatario delegó fuera de los límites de su mandato, el mandante no puede ser obligado (art.
2.160).
Así, por ejemplo, si el mandatario estipuló una remuneración, sin estar facultado para ello, el mandante
sólo será obligado a la remuneración usual, o la determinada por la ley, la costumbre o el juez.

c). Relaciones entre el mandatario y el delegado: Si el mandatario delegó a su propio nombre, se


produce entre mandatario y el delegado un nuevo mandato. Si el mandatario delega la gestión a nombre
del mandante, obliga a éste para con el delegado y no se obliga personalmente, siempre que actúe dentro
de los límites de su mandato; pero el mandatario conserva su carácter de representante del mandante
y en tal calidad el delegado le responde del cumplimiento de sus obligaciones; sin perjuicio de que
también sea obligado en iguales términos frente al mandante.

d). Relaciones entre el mandante y los terceros: Conforme al artículo 2.136, la delegación no
autorizada o no ratificada expresa o tácitamente por el mandante no da derecho a terceros contra el
mandante por los actos del delegado. Esta disposición ha llevado a algunos sostener que para que el
delegado represente al mandante se requiere que el mandatario tenga facultad expresa de delegar. Otros
sostienen que, surtirá efectos la delegación respecto de terceros (y no entre mandante, mandatario y
delegado), obligándose el mandante por los actos del delegado, cuando haya mediado autorización del
mandante o bien ratificación expresa o tácita de la delegación.
Existe todavía una tercera posición que sostiene que haciendo una interpretación armónica de
las disposiciones sobre esta materia, la frase “delegación no autorizada” que aparece en el artículo 2.136
debe entenderse en el sentido de la “delegación prohibida”. En apoyo a esta tesis, podemos decir que el
2.135 autoriza al mandatario para delegar, de manera que al hacerlo obra dentro de sus facultades. Al
delegar el encargo, se delega con ello las facultades para ejecutarlo, entre las que se cuenta la de
contratar a nombre del mandante. De esta manera, el delegado ejecuta el encargo a nombre del
mandante, por lo que lo obliga respecto de los terceros contratantes (art. 1.448); de manera que el
mandante no podría desconocer la gestión del delgado. Si admitimos que los actos del delegado no

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obligan al mandante frente a tercero s, tendríamos que concluir que en tal caso los terceros no tienen
acción personal derivada del contrato que celebran: no puede dirigirse contra el mandante; tampoco
contra el delegado porque no actúa a nombre propio sino a nombre del mandante; y tampoco contra el
mandatario, pues el delegado no obró a nombre del mandatario sino a nombre del mandante.
El tema y la discusión quedan abiertos.

Delegación prohibida por el mandante

En tal caso, si el mandatario delega, contraviene la prohibición, de manera que aquí habría
incumplimiento de una obligación de no hacer, que se resuelve en la de indemnizar perjuicios, y si es
posible, deshacer lo hecho (art. 1.555).
En todo caso, el mandante podrá ejercer contra el delegado las acciones del mandatario por
aplicación del artículo 2.138 (acción subrogatoria). El mandatario queda personalmente responsable al
delegado si no le dio suficiente conocimiento de sus poderse o se obligó personalmente a obtener la
ratificación del mandante (art. 2.154)

Delegación del mandato judicial.

La delegación del mandato, que no ha sido autorizada, no da derecho a terceros contra el


mandante por los actos del delegado, a menos que aquél la ratifique en forma expresa o tácita.
En el mandato judicial la situación es diferente. El mandatario judicial puede delegar, a menos que se le
haya prohibido hacerlo, y los actos del delegado obligan al mandante.
El art. 7° del Código de Procedimiento Civil dispone que el procurador puede delegar el mandato
"obligando al mandante, a menos que se le haya negado esta facultad".

Extralimitación y Mandato

Si el mandatario se extralimita en sus facultades, incurre en responsabilidad frente a su


mandante, pues infringe el contrato. Pero también puede incurrir en responsabilidad frente a terceros,
en la medida de que éstos quedarán privados de obtener del mandante el cumplimiento de las
obligaciones contraídas a su nombre por su mandatario.
Determinar si el mandatario se extralimitó en sus facultades es una cuestión de hecho privativa
de los jueces del fondo y que, por ende, no es susceptible de casación.
Para estudiar los efectos de la extralimitación de las facultades, debemos distinguir: a)
Responsabilidad del mandatario frente al mandante; b) Responsabilidad del mandante frente a terceros;
y c) Responsabilidad del mandatario frente a terceros.

Responsabilidad del mandatario frente al mandante

Conforme al artículo 2.154, se trata de una responsabilidad de carácter contractual para con el
mandante, pues ha infringido la obligación de ceñirse rigurosamente a los términos del mandato (art.

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2.131). Por lo tanto, deben cumplirse los requisitos propios de la responsabilidad contractual
(imputabilidad; mora; perjuicios.)

Art. 2154. El mandatario que ha excedido los límites de su mandato, es sólo responsable al
mandante; y no es responsable a terceros sino,
1.º Cuando no les ha dado suficiente conocimiento de sus poderes;
2.º Cuando se ha obligado personalmente.
Los perjuicios que sufra el acreedor (mandante) normalmente consistirán en lo que sea obligado
a cumplir por los actos y contratos celebrados por el mandatario fuera de sus poderes. (Este mismo
criterio es el que inspira el art. 2.173 inciso 2°). Si el mandante no resulta obligado en favor de terceros,
y sin embargo ratifica expresa o tácitamente los contratos celebrados por el mandatario, debe
entenderse que renuncia a la acción de perjuicios que pudo intentar en contra de éste, pues ha tomado
voluntariamente la obligación de ejecutarlos, aún cuando les resulte dañoso.

¿De quién es el peso de la prueba? De conformidad al artículo 1.698, si el mandante acredita


la existencia del mandato (la obligación de ejecutar el encargo dentro de los límites de sus atribuciones),
será el mandatario quien deberá acreditar que ha ejecutado el encargo en la forma convenida. Si por una
necesidad imperiosa el mandatario se sale de los límites de su mandato, cesa su responsabilidad para
con el mandante y se convierte en un agente oficioso (art. 2.122), pero él deberá acreditar esta
circunstancia imperiosa. Esta disposición distingue, entonces, el mandatario que se excede de sus
atribuciones de manera culposa (y que será responsable) de aquel que se excede por una necesidad
imperiosa. De esta manera, si el mandatario se excede culpablemente de sus atribuciones, tendrá
responsabilidad por perjuicios frente al mandante y no tendrá acción en contra del mandante para
demandar las prestaciones que se le deban, salvo que pruebe que la gestión ha sido verdaderamente útil
al mandante y que esa utilidad exista al tiempo de la demanda. En este caso, se aplica la norma del
artículo 2.291, pues, en definitiva, el mandatario actúa aquí como en la hipótesis del agente oficioso que
administra contra la expresa prohibición del interesado.

En cambio, el mandatario que excede sus atribuciones por una necesidad imperiosa, tiene acción
contra el mandante para que le reembolse las expensas útiles y necesarias y no es responsable por la
infracción, salvo que el negocio haya sido mal administrado (art. 2.290), en cuyo caso la responsabilidad
emana de la agencia oficiosa y no de la infracción del contrato de mandato.

Responsabilidad del mandante frente a los terceros

Nuevamente, es preciso distinguir si el mandatario actuó a nombre propio, o lo hizo a nombre


de su mandante.
Si el mandatario ha contratado a su propio nombre, el mandante es ajeno a las relaciones
derivadas de ese contrato; por lo tanto es indiferente, para los terceros, que el mandatario haya o no
excedido de sus facultades. Los terceros deben dirigirse contra el mandatario, quien es personalmente
obligado por esos contratos.

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Si el mandatario ha actuado a nombre de su mandante (con representación), por regla general,
el mandante no será obligado respecto de los terceros, y ello por lo que señala el artículo 2.160 (a
contrario sensu).
Se trata de un caso de inoponibilidad del acto por falta de concurrencia de voluntad (el mandante
no ha prestado su consentimiento para obligarse, ni ha sido legítimamente representado).
En este caso, es perfectamente posible que el mandante ratifique lo obrado por el mandatario
fuera de los límites de su mandato en cuyo caso quedará obligado como si el mandatario hubiese actuado
legítimamente (art. 2.160 inc. 2°).
Es un error sostener que en estos casos, los contratos celebrados por el mandatario fuera de los
límites de su mandato son nulos absolutamente por falta de consentimiento; pues si así fuese, esos actos
no podrían ratificarse; obligarían al mandante mientras no se declara judicialmente la nulidad y no
procedería acción reivindicatoria mientras no se declarare la ineficacia del acto. La doctrina acertada, y
recogida mayoritariamente por la jurisprudencia, es que “el mandatario que contrató excediendo sus
poderes, o después de expirado el mandato, o sin haber tenido jamás esa calidad; actúa sin poder
suficiente y sus actos son válidos pero no obligan al mandante, salvo que éste los ratifique”.

La ratificación del mandante. Hemos dicho que por la ratificación, el mandante queda obligado por los
actos y contratos celebrados por su mandatario fuera de los límites de su mandato.
La ratificación es, pues, un acto jurídico unilateral, en virtud del cual una persona acepta como
suyas las declaraciones de voluntad hechas en su nombre por otra persona que carecía de poder
suficiente; en consecuencia, para la validez de la ratificación no es necesaria la aceptación del tercero ni
la del mandatario.
|Conforme a los artículos 2.160 inciso segundo y 2.136, la ratificación puede ser tácita o expresa. Será
tácita, la ejecución de actos que sólo podrían ejecutarse en virtud del contrato (por ejemplo, recibir el
precio de venta de un contrato celebrado por el mandatario). El simple conocimiento del acto no basta.
La ratificación tácita no requiere de formalidad alguna (así se desprende, por ejemplo, del art. 898).
La ratificación expresa, debe reunir las formalidades del acto que ratifica. Si el acto requiere de
escritura pública, la ratificación deberá constar en escritura pública (Así se desprende, por ejemplo, del
art. 2.417). En cualquier caso, la ratificación opera con efecto retroactivo. La ratificación hecha por el
mandante es irrevocable, no obstante ser un acto jurídico unilateral, pues crea derechos favor de
terceros contratantes.
El mandante no tiene plazo para ratificar; por lo tanto, puede ratificar en cualquier tiempo. Los
terceros pueden romper esta inercia demandando al mandante, quien en el plazo de contestación,
deberá ratificar o alegar inoponibilidad (esta situación constituiría un vacío legal, que está parcialmente
resuelto en materia procesal, pues el art. 6° del C.P.C. que dispone que el que comparezca en
representación de otro sin poder, puede hacerlo rindiendo fianza y el juez señalará un plazo dentro del
cual debe verificarse la ratificación).

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Responsabilidad del mandatario frente a terceros

La regla general es la irresponsabilidad del mandatario frente a terceros; esto es, en principio el
mandatario no contrae responsabilidad alguna respecto de los terceros con quienes contrató
excediendo sus poderes (art. 2.154).
Sin embargo, como toda buena regla general ésta presenta excepciones, vale decir, existen
situaciones en donde el mandatario sí se ve afecto a responsabilidad frente a terceros, en los siguientes
casos:
a). Cuando el mandatario no ha dado suficiente conocimiento de sus poderes: Supone
necesariamente que el mandatario actúe a nombre (en representación) del mandante, pues de otro
modo a los terceros no les empece la extensión de sus poderes.

¿Cuál sería la naturaleza de la responsabilidad del mandatario frente a terceros en este


caso? ¿Es contractual o extracontractual? Su responsabilidad no emana de la infracción del contrato
celebrado con el tercero, pues él no entiende obligarse personalmente, sino al de su mandante en esa
relación jurídica. En consecuencia, su responsabilidad es de carácter delictual o cuasidelictual, pues
habrá dolo o culpa al dejar en ignorancia a los terceros o al inducirlos a contratar en base a una condición
jurídica distinta a la que ostenta. Obviamente, si el mandatario ha dado suficiente conocimiento de sus
poderes, los terceros que contratan lo hacen bajo su cuenta y riesgo, pues sabedores de esta
circunstancia, el contrato quedará subordinado a la ratificación del mandante.

¿Sobre quién pesa la carga de la prueba? Son los terceros quienes deberán acreditar que el
mandatario no les dio suficiente noticia de sus poderes. Deben acreditar, en consecuencia, que el
mandatario actuó con dolo o culpa, y esto es así por cuanto en materia de responsabilidad
extracontractual la culpa no se presume, sino que debe probarse.

b). Cuando el mandatario se ha obligado personalmente: En este punto, es preciso clarificar las
siguientes dos hipótesis:
i). El mandatario ha contratado en su propio nombre;
ii). El mandatario contrata a nombre del mandante, pero se ha constituido en deudor solidario o
subsidiario o ha prometido, por sí, la ratificación del mandante.
La primera hipótesis debe descartarse, pues esta norma se refiere siempre al caso en que el
mandatario actúa a nombre del mandante.
La segunda es la hipótesis correcta. Nada obsta a que el mandatario se constituya en deudor
solidario o subsidiario de su mandante (fiador), y en tal caso, el tercero podría intentar dirigirse en
contra de mandante y mandatario. Del mismo modo, si el mandatario se obligó a obtener la ratificación
del mandante, estamos en presencia de una promesa de hecho ajeno, que se regirá por la norma del art.
1.450. Si el mandante no ratifica, el tercero tendría acción de perjuicios en contra del mandatario, que
es quien hizo la promesa.

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
B) Extinción del Mandato

Además de las causales de extinción generales aplicables a cualquier contrato, el Código


reglamenta causales especiales de extinción del mandato, contempladas en el artículo 2.163 y regladas
desde el artículo 2.164 al 2.172.

Art. 2163. El mandato termina:


1.º Por el desempeño del negocio para que fue constituido;
2.º Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la terminación del
mandato;
3.º Por la revocación del mandante;
4.º Por la renuncia del mandatario;
5.º Por la muerte del mandante o del mandatario;
6.º Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro;
7.º Por la interdicción del uno o del otro;
8.º Derogado. L. 18.802, Art. 4º
9.º Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas.

Desempeño del negocio para el cual fue constituido

Una vez ejecutado el negocio termina el mandato. Pero pueden quedar subsistentes obligaciones
ya generadas, como son las de rendir cuenta y la de pagar la remuneración convenida o usual. Estas
obligaciones se extinguirán por el pago. Como es obvio, esta causal sólo es aplicable a los mandatos
especiales.
Los mandatos generales para la administración de los bienes del mandante no se agotan, aún
cuando se destruyan todos los bienes, pues jurídicamente su patrimonio subsiste.

Expiración del término o evento de la condición.

El mandato puede estar sujeto a un plazo o al evento de una condición; cumplidas las cuales, el
contrato termina o se resuelve (pero la resolución no opera aquí con efecto retroactivo). A todo evento,
el mandato siempre estará sujeto a un plazo indeterminado, cual es la muerte del mandante o
mandatario, pero esta última constituye una causal especial contemplada en el Nº 5.

La revocación del mandante

El mandato es un típico contrato en que las partes pueden ponerle término unilateralmente. El
mandante puede revocar el mandato a su arbitrio (art. 2.165), lo que implica que por regla general no
necesita explicar las razones de la revocación, ni justificar una falta del mandatario. Se ha dicho, por ello,
que en el ejercicio de este derecho no puede hablarse de un abuso. Si el mandato era remunerado, no

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
por eso se priva al mandante de su facultad de revocar. Se ha fallado que si el mandatario ya ha dado
comienzo a la gestión, los tribunales deberán regular los honorarios proporcionalmente a los servicios
prestados. La revocación puede ser expresa o tácita y pone término al mandato desde que el mandatario
toma conocimiento de ella; pero respecto de terceros sólo produce efecto desde que éstos la conocieron.

Art. 2165. El mandante puede revocar el mandato a su arbitrio, y la revocación, expresa o tácita,
produce su efecto desde el día que el mandatario ha tenido conocimiento de ella; sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 2173.

Formas de la revocación del mandato

De conformidad al artículo 2.164 la revocación puede ser expresa o tácita.


La revocación expresa puede hacerse de palabra o por escrito; siempre que se haga en términos
explícitos. La Ley entiende que hay revocación tácita cuando el mandante encarga el mismo negocio a
otra persona.
El legislador señala que, si el primer mandato es general y el segundo especial, subsiste el primer
mandato para los negocios no comprendidos en el segundo. No da la solución para la situación inversa.
Pero se ha resuelto que si el segundo mandato es general, éste deja sin efecto el mandato especial
anterior, pues se entiende que comprende el negocio anteriormente encomendado. También habrá
revocación tácita, cuando aparezca claramente y de cualquier modo su intención de poner término al
mandato (por ejemplo, si ejecuta por si el negocio encomendado). La revocación no está sujeta a
formalidad alguna, ni aun cuando el mandato conste en escritura pública (art. 2.165); salvo que el
mandado deba constituirse en forma solemne por ley; en cuyo caso debe revocarse de igual manera.

La irrevocabilidad del mandato

El Código de Comercio recoge una norma que se ha entendido de Derecho Común y que excede
la órbita mercantil, rigiendo todo tipo de mandato. Conforme al artículo 241 del Código, el comitente
(mandante) no puede revocar a su arbitrio la comisión aceptada, cuando su ejecución interesa al
comisionista (mandatario) o a terceros. Asimismo, se ha estimado perfectamente lícito el pacto por el
cual mandante y mandatario convienen en que el primero no podrá revocar el encargo, y ello de
conformidad al artículo 12 CC que permite la renuncia de los derechos, siempre que dicha renuncia mire
el interés exclusivo del renunciante.

Además, la ley en determinadas ocasiones ha prohibido expresamente el pacto de


irrevocabilidad, de donde se sigue que la regla general es su licitud. Es el caso, por ejemplo, de los
administradores de sociedades anónimas.
Sin embargo, se ha estimado ilícito el pacto de irrevocabilidad estipulado en un mandato general
de administración de bienes, pues ello implicaría renunciar a perpetuidad a la administración de sus
bienes, estableciendo una especie de incapacidad relativa convencional.

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Una vez pactada la irrevocabilidad, el mandante no puede prohibir a los terceros que contraten
con el mandatario. A su turno, el mandante debe abstenerse de ejecutar por sí mismo el negocio
encomendado y si de hecho lo hace y se adelanta al mandatario, quedará responsable de los perjuicios
que irrogue al mandatario (responsabilidad contractual).

Publicidad de la revocación

Para que la revocación surta efecto respecto del mandatario, es decir, para que el mandato deje
de producir efectos, debe ponerse ésta en conocimiento del mandatario. Este conocimiento puede darse
por cualquier medio de comunicación (verbal o escrita). Basta que el mandatario sepa que sus poderes
han sido revocados aunque se entere por terceras personas. Es el mandante quien tiene que acreditar
que el mandatario tomó conocimiento, para lo cual puede servirse de todos los medios que le franquea
la ley.

Art. 2165. El mandante puede revocar el mandato a su arbitrio, y la revocación, expresa o tácita,
produce su efecto desde el día que el mandatario ha tenido conocimiento de ella; sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 2173.

Efectos de la revocación respecto del mandatario.

Desde que el mandatario toma conocimiento de ella, cesa en sus funciones y debe abstenerse de
seguir actuando, salvo en lo estrictamente necesario para evitar un daño con la suspensión inmediata
de la gestión.
Si el mandatario, sabedor de la revocación, contrata con terceros, deberá indemnizar al
mandante de los perjuicios que esa contravención le haya ocasionado (art. 2.173 inc. 2°). Si el
mandatario, luego de la revocación, contrata a su propio nombre, pero por cuenta del mandante, no
obliga al mandante con terceros ni tiene derecho a que el mandante le pague reembolsos, etc., salvo que
la gestión hubiese sido útil al mandante y existiera la utilidad al tiempo de la demanda, en cuyo caso
tiene acción contra el mandante hasta concurrencia del provecho (Regla del art. 2.291).

Efectos de la revocación respecto de terceros

La revocación es inoponible a los terceros de buena fe, vale decir, a aquellos que ignoran la
revocación al tiempo en que contrataron con el mandatario. Para los terceros ignorantes de la
revocación el mandato subsiste, de esta manera lo que celebre el mandatario con ellos, obliga al
mandante. Como la buena fe se presume, incumbe al mandante acreditar que los terceros conocían de
la revocación. Pero si el mandante notifica al público mediante avisos que ha revocado el mandato o no
pareciera probable la ignorancia del tercero, podrá el juez en su prudencia absolverlo (art. 2.173 inc.
final). Si los terceros contrataron de mala fe no tiene acción ni contra el mandante ni contra el
mandatario.

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
La renuncia del mandatario

El mandatario también puede poner término unilateral al mandato, renunciando. Lo puede hacer
antes de dar comienzo a la gestión (art. 2.124) o durante ella, sin perjuicio de continuar atendiendo los
negocios del mandante por un tiempo razonable para que éste pueda encargárselo a un tercero o asumir
personalmente. El mandatario no está obligado a justificar su renuncia ni a formularla en determinado
tiempo.
Es perfectamente lícito el pacto por el cual se estipula que el mandatario no podrá renunciar al
encargo; salvo los casos en que la renuncia esté expresamente prohibida (por ejemplo, el art. 242 del C.
Com.). Si pactada la irrenunciabilidad, el mandatario renuncia o cesa en sus funciones, la renuncia no
produce efectos y se hace responsable de los perjuicios que con ello se sigan al mandante
(responsabilidad contractual).
La renuncia debe comunicarse siempre al mandante, artículos 2.124 inciso final y 2.167. La
renuncia del mandato judicial, se encuentra regulada en el artículo 10 del Código de Procedimiento Civil.
Los efectos de la renuncia son los siguientes: Pone fin al mandato una vez vencido que sea el
tiempo razonable a que se refiere el artículo 2.167. En cuanto a los terceros, la renuncia no es oponible
sino desde que han tomado conocimiento de ella, artículo 2.173.

Art. 2173. En general, todas las veces que el mandato expira por una causa ignorada del
mandatario, lo que éste haya hecho en ejecución del mandato será válido y dará derecho a terceros
de buena fe contra el mandante.
Quedará asimismo obligado el mandante, como si subsistiera el mandato, a lo que el mandatario
sabedor de la causa que lo haya hecho expirar, hubiere pactado con terceros de buena fe; pero
tendrá derecho a que el mandatario le indemnice.
Cuando el hecho que ha dado causa a la expiración del mandato hubiere sido notificado al público
por periódicos, y en todos los casos en que no pareciere probable la ignorancia del tercero, podrá
el juez en su prudencia absolver al mandante.

Muerte del mandante

El mandato es un contrato, intuito personæ. Expresión de la naturaleza personalísima de este


contrato, es que termine por la muerte del mandante, artículo 2.168. Esta causal, produce su efecto
desde que el mandatario toma conocimiento de esta circunstancia. Mientras éste lo ignore, rige la regla
del inciso primero del artículo 2.173.

Art. 2168. Sabida la muerte del mandante, cesará el mandatario en sus funciones; pero si de
suspenderlas se sigue perjuicio a los herederos del mandante, será obligado a finalizar la gestión
principiada.

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Casos en que no obstante la muerte del mandante subsiste el mandato

i). El mandato destinado a ejecutarse después de la muerte del mandante. Artículo 2.169 (arts. 1.270 y
1.311);
ii). El mandato judicial. Artículo 396 del COT
iii). La comisión mercantil. Artículo 240 del C Com;
iv). Finalmente subsiste el encargo cuando la suspensión en sus funciones pueda ocasionar perjuicio a
los herederos del mandante (art. 2.168).

Efectos de la muerte del mandante

Por regla general, la muerte del mandante pone término al mandato desde que el mandatario
toma conocimiento de ella; pero los contratos celebrados por el mandatario, sabedor o ignorante de la
muerte, con terceros de buena fe obligan a los herederos del mandante (art. 2.173).

Muerte del mandatario

Al igual que el caso anterior, la muerte del mandatario pone fin al mandato, (art. 2.170) salvo
estipulación de continuar el mandato con los herederos del mandatario. Si existen varios mandatarios
que deban obrar conjuntamente, la muerte de uno de ellos pone término al mandato respecto de todos
(art. 2.172).

Art. 2170. Los herederos del mandatario que fueren hábiles para la administración de sus bienes,
darán aviso inmediato de su fallecimiento al mandante y harán en favor de éste lo que puedan y
las circunstancias exijan: la omisión a este respecto los hará responsables de los perjuicios.
A igual responsabilidad estarán sujetos los albaceas, los tutores y curadores y todos aquellos que
sucedan en la administración de los bienes del mandatario que ha fallecido o se ha hecho incapaz.

Art. 2172. Si son dos o más los mandatarios y por la constitución del mandato están obligados a
obrar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cualquiera de las causas antedichas pondrá fin
al mandato.

Quiebra o insolvencia de mandante o mandatario

Si el mandante ha caído en quiebra, queda inhibido de administrar sus bienes, por lo que
tampoco podrá hacerlo por medio de mandatario.
La quiebra del mandatario también pone término al mandato, dado la relación de confianza que
este contrato supone. La insolvencia es un estado de hecho que deberá acreditarse en un juicio y ser
declarada por sentencia judicial.

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DERECHO CIVIL – CONTRATOS
Interdicción de mandante o mandatario

Quien ha sido declarado interdicto, ha sido privado de la administración de sus bienes, por lo
que cesa el mandato de pleno derecho.

Cesación de las funciones del mandante

Tal es el caso, por ejemplo, del mandato otorgado por el padre o madre en ejercicio de la patria
potestad. Una vez emancipado el hijo, el mandato se extingue, por haber cesado la patria potestad. Lo
mismo sucede con el resto de los representantes legales.

Otras causales

Mandatarios conjuntos (art. 2172): si son dos o más los mandatarios y por la constitución del mandato
están obligados a actuar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cualquiera de las causas antedichas,
pondrá fin al mandato.

Actos ejecutados después de expirado el mandato: Por regla general tales actos son inoponibles al
mandante. Excepcionalmente, obligan al mandante, en razón de la buena fe de los terceros que contraten
con el mandatario (art. 2173):
a. Cuando el mandatario ignoraba la expiración del mandato;
b. Cuando aun habiendo sabido el mandatario que el mandato había expirado, los terceros con
quienes contrató estaban de buena fe. En este caso, el mandante tendrá acción contra el mandatario.

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