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GARCILASO DE LA VEGA

1. VIDA Y PERSONALIDAD

Garcilaso de la Vega nació en Toledo, probablemente en 1501, en el seno


de una ilustre familia. Toda su vida se
desarrolló en la Corte, pues desde muy joven
entró al servicio del emperador Carlos V.
Desempeñó misiones diplomáticas, participó
en varias batallas y visitó más de una vez
Italia. Allí, en Italia, conoció a los más
importantes poetas y humanistas, que le
pusieron en contacto con la nueva forma de
vida renacentista.

Garcilaso representó el ideal de caballero


renacentista. Según este ideal, el perfecto
caballero debía dedicarse a las armas y a la
literatura, ser galante, refinado y culto, y
hábil en el trato social. Así era Garcilaso: era
un gran poeta y un valiente soldado, dominaba
el latín, el griego, el francés y el italiano, y
poseía, además, un gran atractivo físico y grandes virtudes espirituales.
Garcilaso era, pues, un perfecto cortesano.

Un hecho inesperado rompió las buenas relaciones entre el Emperador y


el poeta. Este asistió a la boda de su sobrino, que no había sido autorizada por
el Emperador. Por ello, fue desterrado, primero, a una isla del Danubio durante
unos meses y, luego, a Nápoles durante dos años. En Nápoles, entra en contacto
con el floreciente panorama artístico de Italia.

Al poco tiempo, reanuda su vida de soldado. En una de sus innumerables


batallas, Garcilaso es herido por una piedra al intentar escalar la fortaleza de
Muy, en la región francesa de la Provenza. Unos días después, el 13 o el 14 de
septiembre de 1536, morirá en Niza

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2. EL AMOR Y LA NATURALEZA EN SU POESÍA

En su poesía, Garcilaso no habla de sus batallas bélicas ni de sus


actividades de cortesano y de
hombre de mundo. En su poesía,
Garcilaso solo habla de amor. Se
casó en 1525 con doña Elena de
Zúñiga, dama de compañía de la
hermana del Emperador por orden
de este. Pero su amor platónico
siempre fue doña Isabel Freyre,
mujer portuguesa que ejercía de
dama de compañía de la Reina y a
la que conoció en 1526. Ella será la
fuente de inspiración de gran
parte de sus versos, en los cuales
expresa su “dolorido sentir” ante un amor imposible: primero, por los desdenes
de doña Isabel, que se casó con un importante personaje de la Corte, y después,
por su muerte de sobreparto en 1533.

Garcilaso renovó por completo la lírica española con la incorporación del


verso endecasílabo y de la sensibilidad poética italiana. Siguiendo el ejemplo de
Petrarca, se centra exclusivamente en el análisis del sentimiento amoroso, de
los estados afectivos. Escribe, por tanto, una poesía intimista, suavemente
melancólica, relativa a la amada y a la pasión que ella despierta.

Ese “dolorido sentir” está enmarcado en una naturaleza idealizada, de


serena belleza. Se establece una evidente correlación entre los elementos
naturales y el estado anímico del poeta.

3. OBRA

Quizás a causa de su corta vida, la obra de Garcilaso es muy breve: tres


églogas, dos elegías, una epístola, cinco canciones, cuarenta sonetos.

Lo más conocido de su producción son los sonetos y las églogas. Los


sonetos relatan asuntos amorosos o asuntos mitológicos. A menudo, amor y
mitología se mezclan en una misma composición. El amor que Garcilaso presenta

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en ellos no es un amor fingido, concebido como juego literario; es un amor
sincero, inspirado por el que sintió por Isabel Freyre.

Las églogas son poemas extensos, generalmente dialogados, en los que


unos pastores hablan sobre temas
amorosos en el marco de una
naturaleza idílica. La Égloga I es la
mejor obra de Garcilaso por el
ajuste perfecto entre vida y
literatura. En ella, dos pastores,
Salicio y Nemoroso, se quejan de su
suerte: el amor de Salicio no es
correspondido por Galatea, y
Nemoroso llora la muerte de su
amada Elisa. La Égloga II está
escrita íntegramente en forma de
diálogo. En ella se combinan los
asuntos amorosos con un elogio de la
Égloga I

figura del duque de Alba. La


Égloga III nos muestra un
mundo de serena belleza. La
acción transcurre en un lugar
idealizado cerca del río Tajo:
de las aguas apacibles y
transparentes del río surgen
cuatro ninfas que, con el oro
oculto en las arenas, tejen
tapices mitológicos, cuyos
motivos son el amor y la muerte. Égloga III

Sus obras se publicaron por primera vez en 1543, incorporadas como otro
libro más, el cuarto, a la edición que de
las obras de Juan Boscán hace su viuda.
De manera independiente, se publican por
primera vez en 1569, en Salamanca.

Edición de 1543
Edición de 1569
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