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William Carlos Williams y su lirismo estadounidense

José Manuel Aguilera F.


William Carlos Williams y su lirismo estadounidense

Introducción

Este trabajo pretende evidenciar que William Carlos Williams, dentro de la poesía
norteamericana de la primera mitad del siglo XX, fue probablemente el escritor que con
mayor brillantez alcanzó y mantuvo una identidad esencialmente norteamericana a lo
largo de su destacadísima obra, en medio de importantes compañeros del movimiento
llamado Imagismo (Imagism), que representa una de las primeras tendencias modernistas
en lengua inglesa. Algunos de sus coterráneos Imagistas como James Joyce, Ezra Pound,
Amy Lowell, HD (Hilda Doolittle) y T. E. Hulme, entre otros, transitaron caminos por
distintas latitudes tanto geográficas como líricas, que los vincularon más bien a la cultura
europea de la época. Williams queda entonces como el poeta de Rutherford, New Jersey,
que se mantuvo arraigado a la vida y tradiciones norteamericanas, sin dejar de destacar
su profunda originalidad, esa que marcó un camino de ascetismo de la forma para
subsiguientes generaciones de poetas de su país.

El Imagismo

Las principales voces líricas norteamericanas de principios del siglo XX tuvieron una
importante vinculación con el llamado movimiento Imagista, La Academy of American
Poets nos habla del Imagismo como esa corriente que nació en Inglaterra y América a
principios del siglo XX en contra del romanticismo y la poesía victoriana, enfatizando la
“simplicidad, la claridad de expresión y la precisión mediante el uso de imágenes visuales
exigentes”. Siguiendo con las conceptualizaciones de la Academy… acerca de la corriente
Imagista, Ezra Pound es conocido como el fundador del Imagismo. Pound le da cabida a
las visiones que el poeta y filósofo inglés TE Hulme venía expresando desde 1908, cuando
habló de una poesía “basada en una presentación absolutamente precisa de su tema, sin
excesos.” Igualmente Pound experimentó con el verso libre y tuvo la influencia de los
haikús japoneses. Su temprana amistad con Yeats, tan empapado de misticismo oriental,
le dio nuevos matices a su obra.

Los norteamericanos que se quedaron en Europa

El Imagismo no es considerado un movimiento articulado y permanente. Los poetas que


lo conformaron y que aparecieron en publicaciones realizadas en Nueva York y Londres
tenían notables diferencias que nunca fueron ocultadas. La profesora Cyrena Pondrom,
publica en 1969 "Selected Letters from H. D. to F. S. Flint: A Commentary on the Imagist
Period", donde Frank Stuart Flint, destacado poeta y crítico británico, señala muchas de
las diferencias que surgieron en el grupo, vinculadas esencialmente a la forma, que era
sin duda la amalgama que en un principio debía vincular al movimiento.

Un número significativo de los poetas estadounidenses de esa generación y de ese


movimiento permanecieron en Europa, como son los casos de T. S. Elliot, que adquirió
la nacionalidad británica a los 39 años y Ezra Pound, que estuvo exilado en Italia por
razones políticas. Este no fue el caso de Williams.

En la Introducción del libro William Carlos Williams, Antología Bilingüe de Alianza


Editorial, podemos encontrar una brillante semblanza biográfica escrita por Juan Miguel
López Merino. “En 1902 terminó el bachillerato en un centro neoyorquino y decidió
estudiar medicina en la universidad de Pensilvania. Allí conoció a Hilda Doolittle y a
Ezra Pound, con quien mantendría una intensa amistad hasta el final de sus días”. El poeta
viajó a Europa y se vinculó con los Imagistas al punto de aparecer en algunas de sus
primeras publicaciones. Pero Williams regresa a su país. Williams comienza a publicar
en 1909 sus primeros poemas y “salvo un par de viajes a Europa durante la segunda mitad
de los años veinte, permaneció en Rutherford dedicado a sus labores médicas y a la
escritura”. López Merino destaca que “Williams, a diferencia de Eliot y de Pound, decidió
ser estadounidense”, señalando además que su “formación cosmopolita” y una infancia
que le permitió tempranamente conocer Europa, pudieron ser elementos que lo alejaron
de la tradicional curiosidad de muchos escritores de asentarse en Paris, Londres o
cualquier otra ancestral ciudad europea.

Williams, Norteamérica y el secreto íntimo de las cosas

Williams, que se quedó en Rutherford su pueblo natal hasta el final de su vida, logra hacer
una poesía universal desde la óptica de su entorno vital estadounidense. El poeta logra
rescatar el instante, ahora poético, sin estridencias ni luces que traten de desdibujar la
forma exacta de las cosas. ENTRE LAS PAREDES/de las alas traseras/del/hospital
donde/nada/ crece quedan/cenizas/donde brillan/los rotos/pedazos de una verde/botella.
Sentimos que el poema se despoja de todo, hasta que queda el objeto, que pareciera
extenderse brevísimamente con la palabra, dejándonos una incomparable carga de vida
cotidiana. A la luz de la lámpara de gas/abro el grifo de la cocina y observo/cómo el agua
desciende/y salpica al golpear/el fregadero blanco e impoluto. Esta vez ni siquiera se
trata del objeto descrito, sino el objeto como parte del quehacer del hombre. No realismo.
Se trata de la búsqueda del secreto íntimo de las cosas, la hechura del hombre o de la
naturaleza, mencionada alegremente, sin aspavientos. Y el goce que sentimos. No el goce
romántico que nos pone a sonreír o a llorar los perfumes, las flores, las frutas. Es este un
placer casi biológico, cotidiano, coloquial a veces que nos deslumbra en su sencillez:
SOLO PARA DECIR/Que me comí/las ciruelas/que estaban/en la nevera/y que/tal
vez/guardabas/para el desayuno/Perdóname/estaban deliciosas/tan dulces/y tan frías.
Un fresco y ligerísimo humor también acompaña al poema en su aroma natural y
cotidiano.

Y el ámbito que rodea al poeta se extiende sigiloso, sin cambiar en modo alguno su
alfabeto de piedra y sencillez. La multitud en el partido de béisbol/se mueve uniforme/con
un sentimiento de inutilidad que le complace…/Hasta el último de los emocionantes
detalles/de la persecución/y de la huida,/el error,/el toque genial… Comienza no solo a
mostrarnos el pequeño pueblo norteamericano con sus herramientas, sino también la
comunidad y sus costumbres.

Para Williams, la mujer brilla: es mucho más que sugestiva. Ella late con sus formas y
finalmente nos altera. A las diez a.m. la joven ama de casa/merodea en negligé tras las
paredes/de madera de la casa de su esposo./Yo paso solitario en el coche./Al poco sale
hasta la verja de nuevo/a llamar al del hielo, al pescadero, y espera/tímida, sin corsé,
recogiéndose/mechones sueltos de pelo, y la comparo/con una hoja caída./Bajo las
sigilosas ruedas de mi coche/hay un crujido de hojas secas/mientras saludo y paso
sonriente. En cualquier pequeño descuido de la mente, nos parece estar viendo alguna
vieja serie de televisión de los años sesenta, una calle sola, un otoño en blanco y negro.

Cada vez con más certeza, sin luciérnagas, nos habla de la mujer que nos estremece,
inalcanzable: LA CAMARERA/No la viveza (ni falta que hace)/sino el mutismo de sus
ademanes, sus ojos grises/tras una fronda de pestañas negras…/Los ojos miran y la
mirada se desvía./No hay manera, es inútil. Tan próxima/que uno puede sentir el calor
de la mejilla y aun asi/no hay manera. Es además la hermosa mujer que atiende la mesa
de un bar, de cualquier pueblo cercano a Rutherford. La cercanía vana, porque aun así no
hay manera.

Nada más cierto que la flor/y las mejores, a veces, son esas que florecen/directamente en
la aspereza/de jardines ralos: el azafrán/que sale a flote, narcisos que se elevan/en un
lugar pisoteado, y en una ocasión/vi juncos olvidados, sepultados/bajo una carretera
nueva, cubiertos de pedruscos/pero aún no aniquilados, aun alzándose/en una
encantadora corola. Hay en Williams la sencillez y el tedio, es cierto. Pero bajo su asfalto,
siempre hay lugar para la esperanza.

Williams menciona muy eventualmente su terruño: ¿Hacia dónde vas?/Parece un buen


día para ir de viaje./Pongamos a Florida… En otros versos dice: Los saludables
productos de América/enloquecen:/montañeses de Kentucky//o del retorcido confín
norte/de Jersey/con sus lagos y valles, O también: Su padre construyó un puente sobre el
río Chicago, ella en cambio construyó un puente sobre la luna. Pero resulta
verdaderamente irrelevante esta mención expresa del ámbito geográfico. La huella de este
norteamericano de avanzada influyó en tendencias y poetas más jóvenes de su país. En la
revista digital buenosairespoetry.com del 12 de julio de 2017 hay una interesante
referencia acerca de la relación del escritor Allen Ginsberg, emblema de la Generación
Beat, con William Carlos Williams. Ginsberg quedó sumamente impresionado con
Williams luego de asistir a uno de sus recitales, al punto de escribirle y enviarle algunos
de sus poemas más viejos. La respuesta del poeta consagrado seguramente reorientó el
camino de Ginsberg. Sus consejos fueron: “1) no emular viejos maestros. 2) hablar con
tu propia voz. 3) utilizar imágenes visuales fuertes. 4) cambiar el registro formal por el
verso libre”. De hecho, Williams terminó escribiendo un prólogo para Howl la obra de
mayor trascendencia de Ginsberg.
Podemos finalizar diciendo que Williams siempre buscó un lenguaje propio y
norteamericano; una intimidad heroica que resaltara al hombre común de su país, con su
poesía-relato de eventos que terminan resaltando lo más cotidiano de la sociedad de los
Estados Unidos.

Bibliografía
- William Carlos Williams. 20 Poemas. Cuadernos de difusión, Fundarte, Caracas
- William Carlos Williams. Antología bilingüe. Alianza Editorial. Madrid, 2009.
- William Carlos Williams. Viaje al amor. Lumen. Barcelona, 2009.
- https://www.letraslibres.com/mexico/libros/paterson-william-carlos-williams
- https://buenosairespoetry.com/2017/07/12/escrito-en-mis-suenos-por-william-
carlos-williams-poesia-beat-de-allen-ginsberg/
- https://www.poets.org/poetsorg/text/brief-guide-imagism

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