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CartillaVinculaciónComunitaria 12deagosto RVSJL
CartillaVinculaciónComunitaria 12deagosto RVSJL
De una u otra manera, en estas y otras alusiones pareciera que el sentido y razón
de ser de las bibliotecas es la comunidad, o que, por lo menos, es el destinatario y
sujeto principal del hacer y del propósito de las bibliotecas públicas. Pero, cuando
decimos “comunidad”, ¿a cuál comunidad nos referimos? ¿Cómo entender la
comunidad desde nuestra misión y nuestras acciones desde las bibliotecas?
Esta reflexión es necesaria porque con la palabra comunidad sucede algo curioso
y es que parece tan evidente y natural que, con solo nombrarla, evocamos a una
población que comparte un territorio (barrio, vereda, aldea o cualquier otro),
comúnmente con carencias, y que comparte rasgos comunes (necesidades,
intereses, propósitos). Para muchas personas, en efecto, la palabra comunidad
remite a algo positivo. Así, por ejemplo, lo afirma el sociólogo Bauman (2003: 7),
para quien la palabra “comunidad” transmite una sensación agradable, un
sentimiento acogedor; a la comunidad siempre se le verá como buena, cálida y
acogedora; dentro de ella no hay extraños, somos conocidos, y podemos contar
de antemano, con una buena voluntad mutua.
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Entre algunos jóvenes de Bogotá, “parchar” significa estar en compañía, disfrutar entre amigos, hacer algo
en conjunto.
Más aún cuando dichas prácticas buscan contrarrestar la expansión de valores y
relaciones sociales “anti comunitarios” como el individualismo, la competencia y
acumulación desenfrenadas, la instrumentalización de los vínculos
interpersonales, la indiferencia y apatía generalizadas y la desarticulación del
tejido social por efecto de la violencia y el empobrecimiento. Frente a estas
dinámicas disociadoras de los sentidos y vínculos comunitarios, “explotan por
doquier las referencias y vocabularios comunitarios y diferentes expresiones de
acción colectiva impulsadas en nombre de la comunidad” (De Marinis, 2010: 248).
En primer lugar, debemos irnos hasta la antigüedad griega, a fines del siglo XIX,
época en la cual dentro del mundo intelectual la categoría comunidad -entendida
como koinonía-, fue sinónimo de “sociedad” y fue objeto de múltiples reflexiones y
debates por parte de los filósofos modernos que la asumieron como “comunidad
política”; en este sentido, se hablaba de la sociedad romana o la comunidad
colombiana (Espósito, 2003).
También, durante la primera mitad del siglo XX, los sociólogos de la Escuela de
Chicago tomaron la noción de comunidad para referirla a áreas de la ciudad que
constituían mundos sociales y culturales diferenciados. Para ellos, esa palabra
resumía el pequeño y encerrado mundo de los barrios de los migrantes irlandeses,
chinos, italianos y de los negros provenientes del sur de Estados Unidos.
También a finales del siglo XX, ante la emergencia de vínculos, prácticas, formas
de sociabilidad y vida en común, autodefinidos como comunitarios, algunos
sociólogos incorporarán la comunidad como temática relevante de su producción.
Mientras que Touraine (1997) y Bauman (2003), ven en las reactivaciones
actuales de valores y modos de vida comunitarios retrocesos idílicos o falsos
escapes frente a las consecuencias irreversibles de la modernidad, otros autores
como Lash (2001) y Maffesoli (2000) reconocen en estas experiencias
comunitarias la emergencia de nuevos modos de vida en común que desafían las
interpretaciones de la institucionalidad moderna.
El interés por el tema también se dio por parte de los filósofos políticos, en torno al
debate entre liberales y comunitaristas. Su discusión fue sobre la relación entre
moral y política en sociedades en las que conviven grupos humanos con diversas
tradiciones, modos de vida y cosmovisiones. Aunque ninguna de estas dos
posiciones es monolítica, cada una comparte unas ideas básicas. Por un lado, los
liberales defienden la imagen de un individuo libre, igual, racional, ajeno a las
condiciones históricas, a partir de la cual se construye un orden social que permite
la convivencia de múltiples proyectos de buen vivir presentes en sociedades
complejas. Y, por otro lado, los comunitaristas plantean que en sociedades
plurales coexisten múltiples visiones de lo bueno y de lo justo, y por tanto es
imposible una concepción universal de justicia; si la comunidad es la que define la
identidad de los sujetos, sus proyectos de buen vivir y sus reglas de vida pública,
esta debe ser la fuente para las ideas morales y los proyectos políticos.
Por otro lado, otros filósofos políticos interrogan la comunidad desde posturas
filosóficas originales. Autores como Jean Luc Nancy (2001) reconocen que la
“comunidad” posibilita pensar de nuevo y de otro modo las preguntas por el “ser-
en-común” y por el estar juntos, tomando distancia de las concepciones que
identifican la comunidad solo con lo común y revalorándola desde la diferencia, la
alteridad, la singularidad, los compromisos y la reciprocidad.
Por otro lado, también podemos afirmar que este ethos convival2 que da sentido y
cohesión comunitaria casi siempre busca “territorializarse”, en el sentido de
construir o asentarse en “lugares” permanentes o transitorios, como es el caso del
hogar para las comunidades de sangre, los altares y los sitios sagrados para las
comunidades religiosas, y los espacios de encuentro, celebración y movilización
de las comunidades emocionales e intencionales: tanto los fans de un ídolo
artístico, los hinchas de un equipo deportivo, como los participantes de un
movimiento social, van estableciendo lugares emblemáticos como un bar, parque
o una plaza pública.
Para profundizar
Algunas experiencias comunitarias intencionales buscan acercarse y solidarizarse
con grupos sociales “desheredados” por la modernización, cuyos derechos
reclaman y cuya condición buscan transformar. Al mismo tiempo, buscan
convertirlos y convertirse ellos mismos en fuerzas sociales con capacidad de
incidencia en las políticas públicas, en la orientación de la sociedad en su
conjunto; podríamos afirmar, entonces, que los movimientos sociales son
“comunidades de comunidades” que luchan en torno a unos objetivos comunes y
con capacidad de transformar las estructuras sociales.”
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Concepto incorporado por Michel Maffesoli (1990) para referirse al ambiente o atmósfera intersubjetiva
cálida e intensa que se genera, y a su vez sostiene, en las experiencias comunitarias.
La anterior idea fue tomada y puede profundizarse en: Torres Carrillo, Alfonso
(2020). Comunidad en movimiento. Persistencias, renascencias y emergencias
comunitarias en América Latina. Bogotá, Editorial Desde Abajo.
Para reconocer
En Cumaral, departamento del Meta, después de meses de que el personal
bibliotecario intentara solucionar y hacer comunicables los problemas de
insalubridad y de infraestructura que tenía la Biblioteca Pública Álvaro Garzón
Torres, habitantes del municipio se unieron para manifestarle a la administración
municipal y la coordinación departamental de bibliotecas públicas la urgencia de
sacar ese espacio adelante. Las acciones de mejora se emprendieron, gracias a la
gestión que día a día la bibliotecaria Nelly Castellanos llevó a cabo en conjunto
con la comunidad cumaraleña, la cual participó activamente en la campaña
mancomunada de limpieza y descarte. Gracias a estas acciones colectivas la
biblioteca sigue estando viva en el corazón de todos los cumaraleños.
Para apropiar
En la biblioteca habilite un espacio para identificar posibles comunidades o grupos
con vínculos comunitarios con los que trabaja actualmente o con los que aún no
trabaja, pero puede llegar a trabajar. El propósito es generar un ejercicio de
reconocimiento de diferentes modos de vida, vínculos o experiencias de
comunidad en el territorio donde está la biblioteca y definir posibles maneras de
trabajar con ellos. Para realizar este ejercicio, es recomendable que se reúna todo
el personal bibliotecario y que, en la medida de lo posible, pueda convocar al
Grupo de Amigos de la Biblioteca y a los Lectores Voluntarios (si cuenta con esos
actores). En grupo, responda en un cuaderno cada uno de los siguientes puntos:
- Identificación: ¿qué vínculos comunitarios ya existentes conocen en el
municipio?
- Descripción: ¿qué rasgos les caracterizan?
- Focalización del vínculo: ¿en qué factor se sostiene (territorial, intereses
compartidos, identificación emocional, etc.)?
- Proyección de la biblioteca: ¿cómo podría vincular a este grupo más (o por
primera vez) a la biblioteca?
Una biblioteca está viva, entre muchas otras cosas, gracias a las personas que la
hacen parte de sus prácticas cotidianas y gracias a las redes comunitarias que teje
en el territorio donde está. Si bien es necesario que las bibliotecas públicas estén
ampliamente dotadas, cuenten con un personal calificado, una infraestructura que
permita prestar sus servicios apropiadamente, y con unas políticas públicas a nivel
local y nacional que respalden y garanticen su buen funcionamiento, también es
importante, y todo lo anterior cobra sentido, cuando la biblioteca teje relaciones y
nexos con las personas que se vinculan con ella, la acogen, participan y se
apropian de ese espacio.
Así, pues, podemos hacer palpables los niveles de identidad social y sentido
comunitario en las dinámicas cotidianas de las que da cuenta el personal
bibliotecario sobre su biblioteca y las diversas maneras como las personas
interactúan, se relacionan, se vinculan y participan dentro de ella. Desde la
cotidianidad de nuestras bibliotecas podemos ir identificando qué actividades
tienen acogida y cuáles no, la afluencia de usuarios en ciertos momentos del día o
de la semana, los niveles de préstamo externo y las estrategias de divulgación de
colecciones y de difusión de servicios que son mejor recibidos, los libros que las
personas leen, según sus temáticas y necesidades, las personas que destinan de
su tiempo para apoyar acciones de la biblioteca, y las que encuentran en ese lugar
un espacio para generar colectivos sociales, compartir ideas, crear proyectos,
construir iniciativas grupales, entre otros.
Para profundizar:
El autor Isidro Maya (2004) nos indica que hay cuatro componentes para que
podamos comprender de una manera más profunda esta idea del sentido
comunitario:
Vinculación comunitaria
El sentido de comunidad favorece también la identificación de las personas con el
espacio donde se desarrollan, influenciando diferentes conductas de participación
conscientes para resolver diversos problemas. Esto despierta un sentido de
pertenencia que potencia formas de interacción más colaborativas. Disponer de
materiales, espacios y prácticas culturales, promover el acceso a la información,
al conocimiento, lograr la participación de las personas y que éstas se apropien
de la biblioteca debe ser una de las apuestas principales de esta institución social.
Para apropiar:
Premisas de la vinculación comunitaria a tener en cuenta:
La vinculación es algo continuo, cambiante e inacabado, siempre debe ser
bidireccional, poniendo en diálogo los sentires y necesidades de los miembros de
una comunidad con las apuestas de la biblioteca. Todas las acciones que salgan
de la biblioteca, desde una asesoría en una búsqueda bibliográfica, una consulta
de interés local, una hora del cuento, una actividad realizada por otra entidad en el
espacio de la biblioteca, un programa de escritura, entre otras tantas posibilidades,
son los escenarios perfectos para generar procesos de vinculación comunitaria.
Por lo tanto, les invitamos a que tengan en cuenta estas premisas en los procesos
y servicios que se desarrollan:
Referencia: Tomado de un diagrama original elaborado por la International Association for Public Participation, con adaptaciones
para esta cartilla.
Acceso y disponibilidad
Para esta primera instancia de participación, nos basamos en la propuesta de la
escritora mexicana Judith Kalman (2003) para entender por disponibilidad la
presencia física, en este caso, de materiales en diversos soportes y formatos,
actividades, acciones, y la infraestructura para su circulación y distribución. Y por
acceso las posibilidades de que las personas participen en encuentros y en los
usos alrededor de la palabra escrita y oral y otras prácticas culturales. En este
primer grado de participación, la disponibilidad de materiales en todos los soportes
y formatos, espacios físicos, prácticas y el acceso a éstas, promueven una primera
instancia de acercamiento, de reconocimiento y de identificación, y potencia
futuras formas de involucramiento más activas de las personas con las bibliotecas
y sus servicios.
Aquí la participación comunitaria tiene unos objetivos colectivos más claros, como
tener mayores oportunidades para establecer alianzas y contactos, el acceso a
información y recursos que fortalezcan la biblioteca y las iniciativas de las
personas que colaboran dentro de ella, el reconocimiento personal por parte de la
comunidad como líderes sociales o comunitarios, el aprendizaje e
intercambio constante de ideas, puntos de vista y perspectivas distintas, la
motivación de tener mayor capacidad colectiva de estar ayudando a resolver los
problemas comunitarios, y la generación de canales sólidos de confianza y
comunicación promoviendo mejores relaciones entre las partes interesadas.
En este nivel ya no solo hay motivación o interés, sino una relación afectiva
con el espacio y las personas que frecuentemente asisten, por lo que en este
nivel se recomienda crear instancias de organización y colaboración que
involucren más a estas personas con la biblioteca.
d. Colaborar: Usuarios asiduos que destinan parte de su tiempo libre para
apoyar al personal bibliotecario en programas, actividades o iniciativas
específicas. Aquí se evidencian formas de organización propiciadas por la
biblioteca como los Grupos de Amigos de la Biblioteca (GAB) y Lectores
Voluntarios (LV), principalmente en las primeras etapas en que empiezan a
constituirse. Estas personas, desde roles activos y participativos, colaboran
desde distintos niveles con el personal bibliotecario (sobre estos actores
hablaremos más adelante y en mayor profundidad en el tercer capítulo).
Apropiación
En este nivel el proceso vinculatorio adquiere una instancia más autodeterminada
y autónoma. Las personas se encuentran involucradas al accionar de la biblioteca
y colaboran en su fortalecimiento, se organizan comunitariamente, influyen y
asumen vocería en la toma de decisiones, en los compromisos adquiridos y las
responsabilidades compartidas. Al organizarse comunitariamente, se confiere un
poder de actuar desde un interés común y hay espacios de participación amplia en
la ejecución estratégica, en la ejecución de la política pública y en la gestión de
proyectos y recursos. Aquí ya vemos un ejercicio de apropiación, es decir, un
proceso por medio del cual las comunidades ya conformadas interactúan con
propuestas ajenas de tipo cultural, educativo, económico, organizacional, de
consumo, entre otras, y éstas son asimiladas, negociadas, resignificadas, y desde
una recepción activa y transformadora se vuelven propias, adjudicándoles nuevos
sentidos y propósitos.
Aquí ya se identifica que, por medio del trabajo de estos grupos organizados,
se ha incrementado la integración y la participación de nuevas personas en la
biblioteca, comprendiendo el encuentro como una experiencia democratizante
que pone en un mismo nivel el intercambio de saberes y conocimientos. Como
lo hemos mencionado en varias ocasiones, los encuentros entre personas son
potentes al momento de pensar espacios de vinculación y construcción de un
somos comunitario, que fortalece desde legados históricos e identitarios hasta
el tejido afectivo y social. En este tipo de escenarios los grupos organizados
generan formas de participación potentes, que permiten establecer redes de
cercanía, de integración, de aprendizaje mutuo. En el siguiente capítulo
conoceremos más de cerca estos grupos sociales que desde la comunidad se
han organizado activamente para fortalecer las bibliotecas y qué estrategias
encontramos para su consolidación y fortalecimiento.
Para reconocer:
Desde los distintos niveles de vinculación e instancias diversas de participación,
conozcamos algunas experiencias inspiradoras desde las bibliotecas públicas del
país:
Acceso y disponibilidad
Desde la Biblioteca Nacional de Colombia, como entidad coordinadora de la
RNBP, se promovió la articulación entre las bibliotecas públicas y el Programa
de Familias en Acción, donde se convocaba a madres líderes y se hacían
ejercicios de lectura en voz alta (lectura, conversación y reflexión), para
propiciar un acercamiento a los servicios de la biblioteca y las colecciones.
Algunas de las mujeres que participaron, se volvieron usuarias de las
bibliotecas junto con sus familias.
En la Biblioteca Pública Municipal de Chinchiná, Caldas, hay un usuario con
discapacidad cognitiva que encontró la posibilidad de consultar una variedad
temas y materiales en diversos soportes en la biblioteca. Así mismo, gracias a
su gusto y hábito por escribir ha podido, junto con el apoyo de la bibliotecaria
Maria Aleida Trujillo, poder compartir a habitantes del municipio sus textos.
En La Unión, Antioquia, se hizo un centro de interés con un sanitario en desuso
al que se le metieron papeles en colores con diferentes mensajes, el cual llamó
la atención de los usuarios que se motivaron a participar con sus opiniones y
textos. Una de las ideas centrales es llamar la atención sobre lo cotidiano y
cómo algunos objetos pueden enriquecerse en significados y funciones.
Participación comunitaria
En la biblioteca de Ovejas, Sucre, la bibliotecaria Ana Milena Acosta Carrascal
socializa en las redes virtuales aquellos usuarios que son asiduos, lo que
genera reconocimiento en el municipio de la comunidad usuaria de la
biblioteca.
En la biblioteca de Cachipay, Cundinamarca, existe un club de lectura cuyos
integrantes se han involucrado activamente con la biblioteca apoyando la
programación de lectura, escritura y oralidad. El club fue la apertura para
establecer relaciones de confianza, comunicación y colaboración con el
personal bibliotecario, que ahora trasciende el espacio de la biblioteca y se
abre a otras personas del municipio.
En la biblioteca de Regidor, Bolívar, el bibliotecario Jorge Mojica, junto a un
usuario asiduo llamado Julio Flórez (como el poeta colombiano), y que
frecuenta la biblioteca para leer y escribir poesía, deciden organizar un evento
donde se expuso la obra del usuario y su homónimo, el poeta colombiano. A
partir de ese evento que organizaron, se consolidó un programa de memoria
viva con este usuario y escritor de 98 años.
Para apropiar:
Para profundizar más en el tema del agenciamiento y apropiación comunitaria
recomendamos un concepto inspirador de Julian Rappaport (1981), la
potenciación comunitaria, como una de las estrategias fundamentales de
transformación de las
comunidades. Éste se refiere al proceso intencional por parte de personas,
organizaciones y comunidades, y desde el respeto, la solidaridad, la organización
y cuidados mutuos adquieren o mejoran su calidad de vida social, y su capacidad
de control sobre sus vidas (o sobre asuntos de interés específicos) a través de la
participación, el control, el fortalecimiento de capacidades, la identidad social, la
politización y algunos otros procesos de concienciación y compromiso de los
participantes.
Participar como integrante de estos grupos en una biblioteca, resalta el ser político
de los individuos, en tanto contribuyen al desarrollo cultural de la comunidad a la
que hacen parte; de igual manera, hace visible ante otros actores sociales el valor
de las iniciativas que se adelantan en la biblioteca y evidencia la necesidad de
apropiarse de los espacios públicos desde acciones concretas. Esto ha generado
la necesidad de pensar estrategias e iniciativas que busquen espacios de
visibilización, de reconocimiento, de construcción de una identidad grupal pensada
desde el territorio, y de procesos formativos encaminados a la creación de
escenarios de participación más consolidados. Conozcamos un poco la definición
de estos grupos.
Principales funciones:
- Aportan su saber profesional, sus conocimientos en diversas áreas, sus
habilidades y talentos, su saber sobre el territorio y las personas que lo
habitan, entre otros.
- Apoyan al bibliotecario en la búsqueda de recursos y en la presentación de
proyectos de carácter nacional e internacional que fortalezcan la biblioteca
pública.
- Gestionan alianzas y recursos que permitan mejorar la calidad y cobertura de
los servicios en la biblioteca pública.
- Promocionan el portafolio de servicios y actividades de la biblioteca.
- Construyen en conjunto con el personal bibliotecario los lineamientos y
políticas de servicio de la biblioteca.
- Entre otros.
Lectores Voluntarios
Son personas de cualquier edad, grupo social, rol, nivel educativo, entre otros, que
disponen de su tiempo para compartir con otros la experiencia de leer. El nexo que
los une como grupo es el gusto y el amor por la lectura, sus experiencias y
prácticas diversas en relación con la palabra ya sea escrita, hablada, cantada y
sus ganas de compartirlo con los demás. Apoyan al personal bibliotecario en el
desarrollo del servicio de promoción de lectura, escritura y oralidad, y procuran un
espacio de formación continua para explorar textos, metodologías y diferentes
tipos de actividades que den cuenta de los intereses y necesidades de las
personas.
Principales funciones:
- Aportan su gusto e interés, cultivado por años o recién adquirido, por los
libros, la lectura, la escritura, la oralidad, la literatura, entro otros.
- Ofrecen su voz y su tiempo al servicio de otros.
- Apoyan en la consolidación de la programación de lectura, desde la planeación
hasta su ejecución y evaluación,
- Leen en voz alta a otros potenciando escenarios poderosos de encuentro con
el otro, desde la palabra, escrita, hablada, cantada. Compartir con otras
personas diversas experiencias de lectura.
- Acompañan la apertura de espacios de formación con la comunidad para
vincular más lectores voluntarios a la biblioteca.
- Establecen encuentros en los que explorar la colección, leer y conversar hagan
parte de su proceso formativo.
Para reconocer:
En las Bibliotecas Rurales Itinerantes (BRI), con las cuales se articulan las
bibliotecas públicas, también se constituyen este tipo de grupos. En las BRI
encontramos:
Caracterización:
1. Antes de la conformación de los grupos, se deben definir, de acuerdo con la
naturaleza del grupo (según lo definido en el anterior apartado):
a. Sentido del grupo.
b. Objetivos.
c. Acciones generales a desarrollar.
d. Roles y perfiles.
e. Tareas específicas a desarrollar.
f. Competencias y habilidades requeridas.
g. Horas semanales de voluntariado.
h. Duración en el tiempo.
Tomado de la Biblioteca Nacional de Colombia. (BIBLIONAL, 2015). Guía 10 del
modelo de madurez. Bogotá: bibliotecanacional.gov.co/es-co. Recuperado de
https://siise.bibliotecanacional.gov.co/UPLOADSFILES/documentos/RNBP/
mm_guias/Guia_10_Manual_GAB_V.1.1.pdf
Identificación
1. Reconocer quiénes son los usuarios asiduos, los lectores frecuentes, las
personas que frecuentan la biblioteca, colaboradores y actores clave del
municipio. Tener un espacio de encuentro con ellos informando sobre la
iniciativa de crear estos grupos.
2. Realizar un diagnóstico que permita reconocer de qué manera han sido
apropiados por parte de los vínculos comunitarios preexistentes los liderazgos,
así mismo visibilizar esos grupos sociales conformados (dinámicas,
operatividad, impacto acciones específicas).
3. Realizar jornadas informativas y convocatorias dirigidas a las personas del
municipio para ser parte de estos grupos de apoyo.
4. Crear un banco de información con las personas interesadas en hacer parte de
algún grupo de apoyo.
Distintos distintivos identitarios y acciones colectivas que refuerzan el sentido de pertenencia que tienen los
grupos de apoyo con la biblioteca.
Continuidad:
10.
Acciones que fortalecen y consolidan los grupos de apoyo, generando continuidad, reconocimientos y procesos
de autogestión.
Experiencias significativas:
A manera de cierre
Como hemos visto a lo largo de esta cartilla, lLa biblioteca pública posibilita
condiciones de participación y acceso al conocimiento, la información y la cultura
mediante servicios, estrategias y actividades, que cobran significado para las
personas cuando se posibilita el encuentro, se crean redes de confianza, apoyo y
compadrazgo, y se renuevan y resignifican los vínculos con el territorio. Ese
encuentro favorece también la circulación y generación de saberes, reflexiones
que fortalecen e inciden en la construcción de vínculos comunitarios más fuertes y
estables, contribuyendo a procesos de empoderamiento y organización social.
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