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Para vivir de acuerdo con estos principios (con cariño, respeto, interés, integridad y voluntad de

cooperar) tenemos que ser valientes. Aprender a enfrentarnos a nuestros miedos es una manera
de abrirse al amor. Tal vez el miedo no desaparezca, pero no se interpondrá en nuestro camino.
Aquellos que ya hemos decidido adoptar una ética del amor, permitiendo que guíe e instruya
nuestro pensamiento y nuestros actos, sabemos que cuando dejamos brillar nuestra luz atraemos
a otros portadores de luz y somos atraídos por ellos. No estamos solos.

Dar es curar el espíritu. La tradición espiritual nos aconseja dar a quienes conocen el amor. El amor
es una acción, una emoción participativa.

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