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México y Venezuela
México y Venezuela
La cooperación técnica bilateral está regulada por el Convenio Básico suscrito en 1973, que entró
en vigor en 1981. Además, en 1997 se firmó y entró en vigor el Convenio de Cooperación
Educativa y Cultural.
1. Convenio Básico de Cooperación Técnica entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el
Gobierno de la República de Venezuela. Entró en vigor el 18 junio 1981
3. Convenio sobre Transporte Aéreo entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el Gobierno
de la República de Venezuela. Entró en vigor el 14 enero 1988
5. Acuerdo entre los Estados Unidos mexicanos y la República de Venezuela sobre Prevención,
Control, Fiscalización y Represión del Consumo y Tráfico Ilícitos de Estupefacientes y Sustancias
Psicotrópicas. Entró en vigor el 16 febrero 1990.
7. Convenio de Cooperación Educativa y Cultural entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y
el Gobierno de la República de Venezuela. Entró en vigor el 4 de junio 1997
En este sentido, el Dr. José María Ramos García, investigador del Dpto. de Estudios de
Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), puntualiza que también debe
de sumarse a los migrantes procedentes de Nicaragua, Cuba, Colombia, Brasil y países de África,
que suman cerca de un millón de las detenciones realizadas por autoridades fronterizas de EE.UU.
Representan casi el 60% del total de migrantes detenidos.
En este contexto, el gobierno de México propuso al gobierno de Estados Unidos un acuerdo para
regular la migración vía terrestre por el país. Se acordó la entrega de 65 mil visas laborales para
trabajadores no agrícolas, de las cuales 20 mil serían para población migrante proveniente de
Centroamérica y Haití; el resto para migrantes de Venezuela.
Sin embargo, comenta el Dr. Ramos, para que las personas procedentes de Venezuela puedan
adquirir estas visas de trabajo tienen que llegar vía aérea a Estados Unidos, además de contar con
un aval económico en el país; lo cual coloca en incertidumbre a los cerca de 40 mil migrantes
venezolanos que han ingresado vía terrestre por México, con destino en la frontera norte.
La inmigración irregular a Estados Unidos, que batió récords el año pasado, se ha convertido en
uno de los flancos por los que la oposición conservadora ha atacado con más fuerza al presidente,
Joe Biden. Los republicanos aseguran que el país sufre “una invasión” y quieren procesar
políticamente al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Biden ha decidido este
jueves tomar nuevas medidas para reforzar el control de la frontera con México y a cambio
promete ofrecer nuevas vías de inmigración legal, especialmente a personas que puedan
demostrar lazos o arraigo con el país y que procedan de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití, según
han adelantado altos cargos del Gobierno. El presidente ha anunciado que viajará a El Paso (Texas)
este domingo, en su primera visita a la frontera desde que ocupa el cargo.
Biden ha hecho el anuncio el jueves, días antes de que viaje a Ciudad de México, donde se reunirá
el lunes y el martes con su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y el primer
ministro canadiense, Justin Trudeau. El encuentro de líderes norteamericanos tocará temas como
la crisis climática y el desarrollo económico, pero, según el propio Biden, la agenda estará centrada
en “fortalecer” la frontera con México. El mandatario evaluará en El Paso (Texas) las operaciones
de detención y control fronterizo en una región que declaró una emergencia ante la creciente
llegada de inmigrantes sudamericanos a finales de diciembre. “Sé muy bien que la migración está
elevando la tensión en las comunidades fronterizas”, ha dicho Biden desde la Casa Blanca.
Este lunes se cumple un mes del regreso a la aplicación de la ley migratoria estadounidense: Título
8, que regula la entrada de solicitantes de asilo a su territorio. México aceptó, por primera vez, en
negociaciones poco transparentes, recibir hasta mil personas deportadas al día desde Estados
Unidos de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela. En los primeros días, más de 2 mil 400 personas
fueron recibidas por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y transportadas en aviones
y autobuses a Villahermosa, Tabasco y Tapachula, Chiapas, en un intento por alejarlas de la
frontera norte y de organizaciones de la sociedad civil que pueden orientarlas. Estas personas
fueron deportadas bajo una nueva regla que requiere que antes de cruzar la frontera con Estados
Unidos para pedir protección, lo hayan solicitado en algún país por el que transitaron.
Sin embargo, desde 2018, con la administración de Donald Trump, y con más ahínco desde el inicio
de la administración de Andrés Manuel López Obrador, el gobierno mexicano ha realizado
negociaciones migratorias poco transparentes con el gobierno estadounidense para recibir a
poblaciones no mexicanas deportadas desde ese país, sin un plan público de cómo garantizará el
principio de no devolución, el acceso a la salud, a la educación, al trabajo, a una vivienda digna, a
un documento migratorio y a la seguridad de las personas deportadas. Los resultados han sido
desastrosos y cobrado la vida de miles de familias en este país. Entre 2019 y 2020 se contabilizaron
más mil 300 eventos violentos (secuestros, extorsiones, violaciones) contra solicitantes de asilo en
Estados Unidos regresados a México bajo “Quédate en México”; y entre 2021 y 2022 más de 14
mil eventos violentos contra personas expulsadas desde territorio estadounidense bajo Título 42.
En pocos casos ha habido investigación y acceso a la justicia.
El gobierno estadounidense ha implementado una serie de acuerdos políticos con México y países
Centroamericanos, disfrazados de responsabilidades compartidas, para contener la migración, sin
importar que represente una externalización de sus fronteras y la transgresión de las legislaciones
nacionales e internacionales, colocando a las personas en riesgo, no solo de ser regresadas a los
contextos de los que escapan sino a los riesgos que implica el camino. En México, el gobierno ha
dejado la responsabilidad de brindar atención y orientación a las personas deportadas desde
Estados Unidos a la sociedad civil sin brindarles apoyo. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) han
expresado su preocupación por estas políticas que violan el derecho de pedir asilo, independiente
de la forma de entrar a un país.
Firman,
1. Alianza Américas
2. Al Otro Lado