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“Laberinto artifici@l”

Marlon Pérez

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Título: Laberinto artifici@l
Primera edición: Julio 2023
Contacto con el autor:
Instagram: luzysombra007
Twitter: @Kubriko

Cualquier parecido con sucesos o personas reales es mera


coincidencia.

No se permite la reproducción parcial o total de este libro ni


su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en
cualquier forma o por cualquier medio sea este electrónico,
mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el
permiso previo y por escrito de su autor.
Derechos Reservados.

2
Dedicado a María Elena,
porque en un clic toda mi vida cambió…
.

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“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra
principados, contra potestades, contra señores del mundo,
gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los
aires”
Efesios 6:12

“Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar
por completo las consecuencias de esta embriaguez”
Byung-Chul Han, filósofo y ensayista surcoreano

“La tecnología es lo que nos separa de nuestro medio ambiente”


Marshall McLuhan

“Pero tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta
el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el
conocimiento aumentará”
Daniel 12:4

“No existe laberinto sin salida”


Frase popular

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Índice

Primera Parte (Presente)

1. La niña enamorada de los likes

2. El bebé que sabía cómo prender un iPad

3. El oscuro secreto de Ángel

4. Quiero liberarme

5. No me gusta mi foto de perfil

6. No existen los milagros

7. Borrar conversación

8. Comida hecha con píxeles

9. Una vida inocente

10. El desamor en tiempos de Internet

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11. Laberinto artificial

12. Diamante en bruto

Segunda Parte (Esperanza)

1.1 El amor no busca lo suyo

2.1 El amor es paciente

3.1 El amor se goza de la verdad

4.1 El amor no guarda rencor

5.1 El amor es benigno

6.1 El amor no es arrogante

7.1 El amor no hace nada indebido

8.1 El amor no se irrita

9.1 El amor todo lo soporta

10.1 El amor todo lo sufre

11.1 El amor todo lo cree

12.1 Las muchas aguas no podrán apagar el amor


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¿Cómo leer este libro?

Este libro se divide en dos partes, la primera: PRESENTE y la


segunda: ESPERANZA.
Se debe comenzar con cada una de las historias de la primera parte de
forma lineal con el fin de que la atmósfera existencial se haga presente.
Una vez finalizada la primera parte se debe leer la continuación de cada
relato en la segunda parte.
Decidí colocar un pequeño subtítulo en la segunda parte para mejor
entendimiento de la continuación de las historias.
En caso de que el lector no quiera seguir este método podrá leer cada
historia e ir directamente a la segunda parte para saber su conclusión.
Espero que este libro sea una experiencia enriquecedora para la vida
personal y espiritual de cada lector.

Marlon Pérez
Julio 2023

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Primera Parte

PRESENTE

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1. La niña enamorad@ de los likes

Mónica está en su habitación esperando el “like” de Ulises, el compañero


de la preparatoria que le gusta y que tiene agregado a Facebook. En esta ocasión
Mónica se ha sentido rara pues pocas veces se toma fotos que dejen ver la
silueta de sus pechos. Esta vez al ver a Ulises en línea no lo ha pensado dos
veces para llamar su atención.
En su espera ella recorre su muro de Facebook igual que todos los días,
ahí están las fotos sexys de sus amigas, los comentarios de hombres y mujeres;
algunos incitando el conflicto y solo pocos escribiendo cosas con lógica. Pulsa
sobre la foto de Ulises, le gusta ver su sonrisa, piensa que desde que ha ido al
gimnasio se ha puesto muy guapo. Decide regresar a las publicaciones
generales, escoge compartir un post sobre el rescate animal. Durante los veinte
minutos que lleva esperando ha descargado seis memes y compartido videos de
cómo maquillarse.
El tan anhelado like por fin hace su aparición solo que es diferente al de
las otras veces, ahora Ulises ha comentado: “que linda te ves”. Las emociones
de Mónica estallan, siente como si una pluma suave recorriera su cuerpo y ella
es ahora la única mujer bella del planeta, por lo menos para los ojos de Ulises.
Pasan los días y Ulises le sonríe cada vez más en la escuela, ella continúa
maquillándose más para lograr “atraparlo” y que la invite a salir. También
comienza a subir más fotos y actualizar sus redes sociales con cosas referentes
al amor, espera que él sepa discernir las indirectas y le declare su amor.

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Es un día soleado, mientras se arreglaba el cabello que se revolvía por
culpa del viento, Ulises se acercó a ella haciendo que la joven se sonrojara por
ver directamente a un chico a los ojos. Pero hemos de aclarar algo, Mónica se ha
sentido sola desde hace unos días, su apariencia es dulce, últimamente los
chicos la voltean a ver y la invitan a salir, ha sabido que solo la buscan para
tener intimidad, pero desde que Ulises se ha pasado los recreos jugando fútbol,
hay algo que la atrae hacia él. Está deseosa de poder tener a alguien que la
cuide, que la ame y al que ella le pueda decir lo que piensa, no como a sus
padres que solo le exigen que se comporte como una señorita y saque buenas
notas.
Mónica ha tenido tres novios en su corta vida, el primero, Cristóbal, era
un tipo grosero, pero eso sí, muy varonil, terminaron porque el tipo la engañaba
con otra niña. El segundo fue Raymundo, era tranquilo pero su verdadera
personalidad se reveló al final: un niño cómodo a faldas de su madre y que no
quería ir a lugares lejanos por temor a que alguien les hiciera daño. El último
fue Víctor, él parecía el hombre perfecto, delgado, guapo, inteligente y artista
porque le gustaba tocar guitarra, pero oh sorpresa, dentro de todas estas
cualidades se escondía un tipo controlador que le decía a Mónica que cuidara
más su comida, que viajara más y que tenga mejores gustos a la hora de vestir.
Todos estos comportamientos lo único que han desarrollado en ella son dos
pensamientos: o todos los hombres son falsos o de plano tiene un imán para
atraer lo peor.
Pero volvamos a donde estábamos, los dos ahora se miran apenados, él la
invita a salir, ella responde con un sí instantáneo. Ella se imagina con él,
compartiendo bellos momentos, mientras tanto sus amigas la motivaban a que
tuviera intimidad con él porque si no se iba a conseguir otra. Él era todo para
Mónica, no había canción que no le recordara a este chico. Ulises sabía todo
esto, incluso llegó a apostar con sus amigos en cuánto tiempo lograría robarle la
virginidad a Mónica. En sus tiempos libres Ulises hacía ejercicio pues sabía que
sus músculos robarían miradas, y una vez atrapadas, lo siguiente sería capturar
la mente de sus “víctimas”. Los libros que leía nunca los terminaba, pero eso sí,
su perfil de Facebook e Instagram lo llenaba de frases motivadoras y cosas
románticas sobre cómo ser un buen hombre (caballeroso, atento, detallista,
amable, gracioso, amoroso y leal). Entre las cosas que entretenían la mente de
Ulises estaban las películas de acción y el fútbol, cuando le preguntaban sobre

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libros su mejor amigo era Google porque de ahí obtenía las respuestas de los
libros que solo iniciaba y nunca terminaba.
Todo se complicó cuando Mónica le preguntó si a él le gustaba Irán, la
chica a la que igual le ponía “me gusta” a sus fotos. Él respondió con un rotundo
no, pero nunca dio más explicaciones.
Era 14 de febrero, Ulises sabía que esta fecha ponía de diferente actitud a
las mujeres, lo había planeado todo desde hace meses, le había dicho a Mónica
que para él era una prueba de amor tener relaciones sexuales antes de casarse, la
chica pensó que si no lo hacía con él lo iba a perder, por eso cedió. Ese día a
pesar de sentirse usada y herida por la brusquedad de Ulises, ella se dijo así
misma que era normal que un novio la tocara y satisfaga sus deseos pues
pensaba que había que obedecer al cuerpo. Mientras miraba el techo del cuarto
se sintió vacía, como si lo que acababa de hacer fuera lo más común del mundo,
no se sintió amada y al ver a Ulises vestirse como si nada le dio ganas de llorar,
reconoció que le hubiera gustado guardar ese momento para otra etapa de su
vida.
De noche, la apenas niña de dieciséis años, soltaba una lágrima que salía
de su ojo derecho en el momento que se preparaba para dormir, este acto
involuntario le confirmó que su cuerpo no había estado satisfecho después de
todo. Mónica lo seguía amando a pesar del momento incómodo, pero de un día
para otro el chico la bloqueó de Facebook, Instagram, Tik Tok y WhatsApp. Las
llamadas que a ella le hubieran gustado recibir de él, se esfumaron.
Hoy la niña es un mar de emociones, se siente fea, una “fácil”, piensa que
jamás alguien que valga la pena se interesará en ella, de pronto, sus redes
sociales comienzan a convertirse en su escape, los chicos le envían solicitudes
de amistad y se le insinúan, ella los acepta para sentirse especial y bonita.
Pasaron los meses y Mónica olvidó a Ulises, el tiempo demostró que
todos esos bellos momentos se pueden borrar como una conversación de
WhatsApp.

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2. El bebé que sabía cómo prender
un iP@d

El tan esperado día llegó, Lucía y Enrique se dieron el sí en el altar, sus


familiares los llenaron de confeti y ambos salieron por las puertas de la iglesia
totalmente felices, los celulares de los invitados sacaban una y otra foto de sus
rostros. Pasaron días y nueve meses después llegaría Andrés, un niño que pesó
un kilo y medio al nacer, al que sus padres decidieron apodar como Andy.
Era una experiencia nueva para los recién casados, Enrique salía
temprano de casa para irse a diversas obras, porque su trabajo como ingeniero
civil requería pláticas, planes y mucho café.
La monotonía del cuidado del hogar motivó a Lucía a conseguir un
trabajo en un banco en el centro de la ciudad, su esposo no vio con buenos ojos
esta actitud, pues él se consideraba el “hombre de la casa”, pero tras una larga
charla donde los gritos y las lágrimas hicieron su aparición, ella le demostró a
Enrique que el matrimonio es una tarea donde ambas personas se deben sentir
realizadas individualmente.
El pequeño Andy ahora está al cuidado de Cynthia, la sirvienta, quien
para no estresarse con los problemas del niño de dos años, lo deja utilizar un
iPad por más de tres horas (su papá había recomendado solo utilizarlo para que
no llore y en un máximo de dos horas).

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Entre las cosas que veía Andy en Internet, estaban el “Show de Mickey
Mouse”, la Peppa Pig, caricaturas japonesas y canciones de infantiles. En uno
de sus viajes por la red se le apareció un banner sugestivo, había personas
desnudas, pero él no comprendía qué era aquello, simplemente volvió a su video
favorito.
En otra ocasión el pequeño Andy no quería dormirse, su madre lo mecía
entre sus brazos, Enrique ya estaba harto de los lloriqueos del pequeño, le dijo a
Lucía que al día siguiente tendría una reunión importante, ella le dijo que él no
era el único con cosas importantes, entre la pelea verbal de la que cada uno
trataba de sacar ventaja de sus obligaciones, el bebé ya había gateado hasta la
cama para agarrar el iPad. Los dos padres se asombraron por la astucia del
pequeño para prender tan sofisticado aparato, ambos se miraron y decidieron
dejárselo.
De esta forma los problemas siempre eran resueltos de forma eficaz
(según ella), Andy llora: iPad, Andy no quiere comer: iPad, Andy no quiere
dormir: iPad.
La pareja se dio cuenta que su hijo se había vuelto adicto a la tecnología,
pues al mínimo intento de arrebatarle la tan famosa tableta de Steve Jobs, el
pequeño comenzaba a llorar, incluso ya no le interesaba escalar árboles e
intentar atrapar palomas.
Las actividades del niño consistían en levantarse, desayunar y pasar
medio día con sus ojos sumidos en la pantalla del iPad, a veces no le daba
hambre, la ansiedad por no tener el aparato en sus manos se traducía con un
llanto incesante al que sus papás no tenían otra alternativa más que
devolvérselo.
Intentaron darle un peluche con la forma del objeto para ver si podía
suplantar al real, pero la vista y el oído del niño ya estaban conectados con
aquel dispositivo que poco a poco le arrebataba su sensibilidad hacia su
alrededor, como una mariposa, un caracol, los juguetes de figuras geométricas y
sobre todo sus padres…

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3. El oscuro secreto de @ngel

Ángel es un niño de 15 años, es guapo y le gusta jugar fútbol con sus amigos,
además saca muy buenas notas en el colegio, las niñas lo buscan para ir al cine,
pero tiene mucha pena y siempre cancela. No se comporta como los demás
jóvenes que solo hablan de sexo o de fútbol, él tiene otra pasión: es amante del
Internet.
Recuerda cómo pasó de ir al negocio de su vecino y chatear por
Messenger, a estar ahora conectado más de 12 horas al día.
Los temas de sexualidad que explican en su secundaria no le interesan,
prefiere conocer el sexo en la red. Ahí se dio cuenta de tamaños, formas y
colores que aparecían en la pantalla de su computadora. Sus compañeros
también son esclavos de la pornografía, uno de ellos fue el que llevó su celular y
les mostró un video donde dos personas tenían sexo, los chicos hicieron un
círculo alrededor del celular para evitar que alguien los descubriera. Una niña
del salón les preguntó qué estaban viendo y se unió al círculo solo para volver a
salir rápido y reírse de lo que miraban.
Cuando sus padres le dicen que necesita salir más con sus amigos él se
enoja. Piensa que no deberían meterse en su vida, para él esta edad es difícil, sus
emociones son como un volcán, explotan con la más mínima provocación.
En una ocasión un compañero le aventó una bolita de papel con baba y se
fue contra él empujándolo contra el pizarrón. Los demás chicos del salón
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tuvieron que agarrarlo de los brazos porque el otro chico había quedado
inconsciente.
El primer recuerdo de Ángel con la pornografía se remonta a la casa de su
papá, el hombre de unos 40 años, guardaba en un cajón revistas eróticas. Un día,
la curiosidad del niño que en ese entonces tenía 10 años, le hizo sorprenderse
por las crudas imágenes que veía, mujeres exuberantes que pedían y pedían
placer a los hombres de las historias.
Para ese entonces sus demás compañeros también hablaban de esto,
porque como se dijo anteriormente, las clases de Ciencias Naturales, en lugar de
explicar el tema de una forma analítica, lo único que hacían era fomentar en los
niños las reproducciones sexuales cuanto antes. Eso sí, nunca, pero nunca de los
nunca, sin preservativo.
Hasta ahora, Ángel ha visto más de 300 videos pornográficos, sus
“amigos” (si se les puede llamar así) le envían diferentes cosas por Facebook y
WhatsApp, incluso una vez llegó a ver un video donde una menor de edad era
abusada por otras personas. Ángel se sintió mal después de este hecho, pues
tiene una hermana que fácilmente podría tener la misma edad que la chica del
video. Puso pausa y siguió en su adicción por el mundo digital. Todo el mundo
parece convivir en la era del marketing sexual, los comerciales son sugestivos,
los videos musicales están a un paso de convertirse en pornografía, todo gira en
torno a la belleza, que si un hombre tiene un buen abdomen o si una mujer tiene
demasiadas curvas.
Hoy Elizabeth la “chica buena” del salón (saca excelentes calificaciones y
no es grosera) le declaró su amor, fue algo raro, muy pocas veces se ha sentido
amado, pues hemos de explicar su contexto social:
Sus padres, hijos de una clase media, pasan más tiempo fuera de casa que
dentro de ella, para ellos, la única forma de salir adelante es a través de los
estudios, a ellos se les acostumbró así, cuando eran jóvenes tenían que sacar
buenas notas para que el papá —que se “mataba trabajando”— no se enojara
porque su hijo no tuviera diez en cada materia y en caso de no lograrlo, tenían
que acostumbrarse a ser llamados burros, flojos, o niños problema.
Si tan sólo los adultos supieran que ser padres no se trata solo de alimentar, dar
educación y exigir logros, si tan solo decidieran recordar aquellos años en los
que querían mantener su mente tranquila alejada de tantos problemas

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emocionales, dejando un tiempo de meditación en el que situaciones de las
cuales se arrepienten, no vuelvan de nueva cuenta a su mente, como la
desesperación amorosa con chicos o chicas, olvidar los insultos y exigencias de
los padres, o alejar el pesimismo de sus maestros acerca de la situación
económica del país. Si tan sólo…
Pero volvamos al amor declarado por Elizabeth, ella le llevó una carta y
unos chocolates, él se sintió muy apenado, sus amigos apenas se enteraron le
atormentaban la cabeza con ideas de cómo tocarla y qué cosas decirle para que
no dude en hacer el amor.
Las semanas pasaron, fueron días de ir al cine, comprar regalos,
acompañarla a su casa después de ir a la escuela, ver un atardecer y decirle que
se moría de ganas por tener sexo. Para él decirlo no era nada del otro mundo,
todos bromeaban en doble sentido, incluso las jovencitas.
Ella le quitó las ilusiones diciendo ¡no!, Ángel no lo podía creer, se enojó
y buscó la forma de hacerle entender que si no accedía jamás lo volvería a ver.
Elizabeth era segura de sí misma, ella vivía con sus dos padres y a través de
ellos se dio cuenta que el amor verdadero existe, pero hay que tener un
compromiso de por medio.
Era jueves, Ángel la había invitado al cine, ella estaba feliz de que él
fuera maduro y que logrará respetar sus ideas al no volverle a insistir en tener
relaciones sexuales. La película terminó y Ángel la acompañó de regreso a casa,
dentro de la cabeza de Elizabeth ya estaban los pensamientos de invitarlo a
comer a su casa, qué cosas regalarle en el próximo cumpleaños y sobre todo, se
sentía afortunada de haber encontrado a alguien diferente “al montón”.
Se hace tarde, Elizabeth le dice a Ángel que ya se tiene que ir, pero él
cambia, su voz es ahora más dura y toma a la joven del brazo provocando que
un grito en medio del parque se escuche; pero los vecinos están más
preocupados en ver imágenes graciosas en Facebook que siquiera tienen tiempo
de voltear la mirada de sus smartphones y conocer qué ocurrió por aquel lugar.
Semanas más tarde la policía busca a Ángel N., es acusado de violar a su
novia, presumen que salió del país, sus padres dijeron que desde que su hijo
tenía computadora se había vuelto muy frío, ahora existen páginas de Facebook
donde está la foto de Ángel con el título “violador”, los investigadores
encontraron decenas de videos sexuales en la laptop del joven.

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Para sus padres era normal que pasara más de 12 horas conectado a la
red, pero jamás se imaginaron lo que pasaba por su mente, a pesar de estar en la
misma casa, comer juntos y ser amigos en las redes sociales…

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4. Quiero liber@rme

Armando se peina frente al espejo, no sabe qué estilo ponerse, recuerda


cuando se intentó peinar de copete sus compañeros del salón se burlaron de él
diciéndole que lo había lamido una vaca.
Ahora en plena pubertad Armando ya no quiere ir a la escuela, el acné ha
aparecido en su rostro y tiene que limpiarse constantemente la cara para evitar el
brillo que provoca la grasa de la piel. Antes de irse a la escuela revisa su celular,
comprueba que ahora tiene tres mensajes nuevos que se suman a los cuatro de la
semana pasada, prefiere no abrirlos y evitar tener que leer las palabras
“suicídate”, “das asco”, “nadie te quiere”.
Son las siete de la mañana, está frente a la entrada de la secundaria y su
mamá le da un beso de despedida después de pasar 10 minutos en su carro sin
intercambiar palabras con él y estar más al pendiente de cuántos “likes” tuvo el
post que puso ayer sobre las mujeres que educan a sus hijos sin un marido.
Es la hora del recreo, Armando está sentado en la banca de su salón
porque tiene miedo de salir y encontrarse con los chicos que lo molestan. A
punto de terminar el sándwich de huevo que su madre le preparó, llegan los
chicos que lo molestan, este día trajeron unas ligas y amarraron unos papeles
para tirarlos hacia el rostro de Armando.
Al regresar a casa, el joven había decidido ponerle fin de una vez por
todas a esas acciones de sus compañeros. De alguna forma tenía que darles su
merecido, no había otra forma de detenerlos más que lastimándolos tan duro que
evitando que afecten a otros (eso pensaba él).

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Su padre antes de abandonarlo cuando él tenía cuatro años, había dejado
una pistola cargada bajo el resguardo de su mamá. Ella creyendo que su hijo no
sabía nada de este incidente, colocó el arma en uno de los cajones de su cuarto.
Armando ya había hurgado por aquel lugar hace tiempo; cuando su mamá lo
había regañado por tener revistas pornográficas, en esa ocasión no encontró lo
que buscaba, en cambio, halló algo tan pequeño que podía acabar con la vida de
una persona.
Armando tomó la pistola y apuntó hacia el espejo, se imaginó
disparándole a un bandido como en las películas de acción que tanto le
encantaba ver. Ahora lleno de rabia, supo que tenía que utilizar esa arma para
acabar con un mal que según él, era el causante de tantas infancias,
adolescencias y juventudes tristes en el mundo. Él se veía como un salvador de
la humanidad, utilizando en su mente la cita del Antiguo Testamento: “ojo por
ojo”.
Miércoles, 11 de la mañana, todos están sentados tomando la clase de
Química, los alumnos se preguntan de qué les servirá eso en la vida, mientras
tanto, Armando no sabe qué hacer, cree que es mejor no hacer algo y soportar
todos los abusos que le hacen. Decide guardar el arma dentro de la mochila.
Desde la parte de atrás alguien le avienta una bola de papel con saliva, —
es la primera— piensa en sus adentros, la segunda hace su aparición causándole
un dolor horrible, y más rápido llegó la tercera al rostro de Armando.
Armando se imagina el siguiente movimiento, en el que sus compañeros
no tuvieron tiempo de escapar del salón, él bloquea la entrada mientras sacaba
toda su furia contra aquellos que lo molestaban en la red social.
En su mente contaba los segundos, minutos, se calmó un momento, mejor
esperar al siguiente día, primero tenía que ensayar…

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5. No me gust@ mi foto de perfil

Hoy Katia ha publicado tres fotos de perfil diferentes en tan solo 12 horas, no
está satisfecha en cómo se ve, ya lo intentó de todo, desde ponerse blusas
escotadas, hasta usar un lápiz labial diferente, o incluso hacer muecas que la
hagan ver más sexy (según ella), el problema es que sus fotos no han logrado
superar los 120 “me gusta” de su imagen pasada.
Ahora, mirando a través de Instagram a las modelos de revistas, a sus
demás amigas que suben fotos en bikini y a su cantante favorita con shorts
cortos que hacen lucir sus piernas, provocan en Katia una sensación de
incomodidad, por no decir inseguridad.
Vienen a su mente los comentarios de su ex novio, quien para salir
huyendo de los problemas le decía cosas que herían sus sentimientos. Como una
ráfaga de imágenes, se acuerda de cuando era apenas una niña, Katia la única de
ojos verdes en el salón, pero siempre quiso lucir igual de delgada que las chicas
en la revista para adolescentes.
Ahora a sus 22 años, se le antoja comer de todo, pero piensa que sus 85
kilos ya son muestra de gordura. Para ella, verse y sentirse bien deben ir de la
mano. En una ocasión leyó en una revista que se podía llevar una dieta a base de
toronja y huevos, lo intentó, pero después de una semana tuvo que ser internada
en el hospital por un cuadro de anemia.
Katia está aburrida, no quiere hacer ejercicio, le molesta que los chicos la
vean correr en el parque porque sus senos se mueven por todos lados, incluso
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recuerda cuando un chico se le acercó mientras corría y le dijo comentarios que
la hicieron sentir muy mal. Ella piensa que le hubiera sido mejor nacer plana, no
soporta las miradas de los hombres sobre otra cosa que no sean sus glándulas
mamarias.
Recuerda que en varias ocasiones escuchó a alguien de su salón decir que
las famosas se meten el dedo en la boca para vomitar toda la grasa que comen,
al principio tenía miedo, pero hoy, cuando sus padres han salido al
supermercado, cree que es el momento para hacerlo. De hecho, quisiera tener el
cuerpo de Kendal Jenner pero con los labios de Kylie, se esfuerza lo más que
puede por parecerse a ellas. Sus amigas cada vez que la ven adoran lo bella que
se ve y le dicen que bien podría ser la doble oficial. Su mamá, siempre que salen
juntas le arregla el cabello y comenta al igual que ella sobre hombres guapos y
cómo le gustaría que su hija se case con un hombre atractivo y con dinero.
Katia toma celular, se quiere hacer una “selfie”, después de pasar casi una
hora haciendo más de 16 poses diferentes no está satisfecha con el resultado al
sentirse gorda, para ella sus fotos solo le muestran la papada o si no grandes
cachetes, ahora que lo piensa no le gusta para nada su busto, se siente ansiosa,
entra al baño, agarra papel y lo pone alrededor de la bacinica, tiene miedo, se
siente culpable, pero cree que con un cuerpo delgado podrá sentirse más segura.
¡Toc, toc! Llaman a la puerta, Katia se asusta, su padre la llama, ella jala la
palanca rápidamente, se seca la boca y se pone de pie, su papá ya está al
interior, le da una bofetada, su mamá la abraza, los gritos y las lágrimas están en
la casa, mientras tanto, los likes, comentarios y capturas de pantalla de la actual
imagen de perfil de Katia continúan llegando sin siquiera saber qué es lo que
hay detrás de tan “bella” imagen.

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6. No existen los mil@gros

Kevin es estudiante de Universidad, escogió la carrera de Filosofía porque le


encanta leer, ya leyó a Nietzsche, Schopenhauer, Platón, Rousseau, Erich
Fromm y Herman Hesse, para él la vida es una serie de hechos sin sentido, ese
es el pensamiento que predomina en cada conversación que tiene, sus amigos no
creen en nada al igual que él, le encanta debatir con los religiosos, piensa que no
saben nada porque no han leído otra cosa más allá de la Biblia. A su novia la
engaña con otra chica, para él todo es “sexo, drogas y rock and roll”. En la clase
de hoy el tema es “¿Existen los milagros?” Entró decidido al aula para dar sus
puntos de vista. La mitad de los compañeros se declaró en contra y solo dos
dijeron que sí creían. Él les habló muy soberbio:
—A ver chicos, entonces si creen en ello, muestren uno.
—Si un corazón no cree en los milagros tampoco lo hará al ver uno
—dijo uno de los jóvenes encolerizando a Kevin.
—No queremos frases de iglesia, ¿qué son, monaguillos?
—No nada de eso, somos creyentes.
—Bueno expliquen por qué creen en los milagros.
—Porque hemos visto varios.
—Ah sí, díganme uno.

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—Mi hermano y yo teníamos pocas esperanzas de nacer, pero lo
logramos.
—Jajaja, ¿eso es todo? deberán tener más argumentos, no creerán que con
eso las personas les crean.
—Está bien, esa enfermedad era desconocida para los médicos y les
habían recomendado a nuestros papás que interrumpieran el embarazo, una vez
que salimos del vientre de nuestra madre ella nos explicó que de alguna manera
algo había pasado y el raro padecimiento desapareció.
—Chicos la ciencia es exacta, estoy seguro que luego les dirán que su
mamá no había tomado el suficiente ácido fólico. Bueno, ¿fuera de eso han visto
otro “milagro”?
—Claro, el más reciente fue el de mi madre.
—Ok ahora qué le pasó a ella, déjame imaginar, estaba enferma y luego
sanó.
—Así es.
—Chicos ya déjense de tonterías, en esta clase se requiere madurez.
—Mira Kevin hace un año mi madre tenía cáncer, la enfermedad se
estaba yendo a todo su cuerpo, ya había pasado por su seno y se lo tuvieron que
extirpar. Mi familia oró mucho por ella y yo tuve una revelación en un sueño,
veía a mi mama feliz, con su pelo completo y con una sonrisa muy bella. Piensa
lo que quieras, pero a los seis meses le dijeron a mi mamá que su enfermedad
estaba yéndose. Hoy solo quedan secuelas, pero este hecho para mí es la
evidencia de que existe algo más allá de nuestra inteligencia, que es capaz de
mover cielo y tierra para lograr cosas.
—Mmm, pues yo mantengo mi postura, no creo en los milagros y siento
que todo lo que dijeron se puede entender mejor gracias a la tecnología y a la
ciencia.
La clase terminó y todos los chicos salieron del aula, muchos reían con
Kevin por los comentarios graciosos que estaba haciendo de los otros jóvenes.
Dos meses después algo terrible ocurrió, Kevin sufrió un accidente mientras
manejaba su moto, se lastimó la cabeza y le era imposible emitir palabras, su
cerebro no lograba enviar correctamente la información a sus extremidades,
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tenía todo el cuerpo paralizado y estaba entubado a una máquina que no dejaba
de emitir sonidos raros. Miraba la habitación y se sentía como muerto en vida,
veía a los enfermeros ir de un lugar a otro y él atrapado en esa cama viendo
televisión y tomando sus alimentos por una sonda, no dejaba de pensar,
escuchaba voces que lo atormentaban con palabras suicidas, se acordó de los
chicos de su salón cómo decían con tanta seguridad que los milagros existen,
siendo sincero, a él le gustaría que uno le ocurriera, lo deseó con todas sus
fuerzas y suspiró.

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7. Borr@r conversación…

Don José, es un hombre de 45 años, Erika, su esposa, ama de casa (que en su


tiempo libre vende cosméticos por catálogo), es el amor de su vida. Tan fuerte
fue su amor el uno por el otro, que hace 18 años decidieron ponerle nombre.
Ahora, Camila, estudiante de Universidad en la carrera de Diseño
Gráfico, se prepara para comenzar su día. Los tres reunidos en la mesa miran la
televisión, el celular de Camila no deja de sonar, su padre la regaña y le dice
que se detenga en escribir, que primero debe desayunar, ella obedece y pone el
aparato en modo silencio.
Pasó el día, son las 11 de la noche, Camila sigue chateando por
WhatsApp con Esteban, el chico que conoció en Facebook hace tres meses. Una
foto de perfil del joven donde resaltan sus músculos fue necesario para que ella
decidiera aceptarlo de entre casi 20 hombres (de todas las edades, niveles
socioeconómicos y situaciones sentimentales) que buscaban su amistad en la red
social. La noche se alarga con decenas de emoticonos de amor, entre los que
encontramos: caras enviando besos, flores, anillos de boda, una mujer bailando,
un lápiz labial, otras rosas, un corazón atravesado por una flecha y por último
un corazón palpitando.

4:23 am, borrar conversación…

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Dan las siete de la mañana, Camila no durmió lo suficiente, cerró los ojos hace
tan solo tres horas, para “acabarla de amolar” hoy es su examen del cuarto
parcial, lo reprueba. Se siente mal, pero los mensajes de Esteban continúan
llegando, le levanta el ánimo y está lista para tomar su siguiente materia.
Regresa a casa, no saluda a sus padres, su perro mueve el rabo, pero la mascota
reconoce que ella ya no lo consiente como antes, ahora un objeto le roba su
atención, el papá va a su habitación, le pregunta por el examen, ella miente, le
dice que aprobó, que fue muy fácil, él se lo cree, pasan las horas y los padres ya
duermen.
Los ojos de Camila continúan viendo la imagen de Esteban en su foto de
contacto de WhatsApp, ella le pregunta por qué nunca pone “estados” (que
desaparecen haciendo muestra de su futilidad). Él le miente, ella le cree, la
conversación cambia, ella accede, le gusta hablar de sexualidad, se siente
madura cuando toca el tema con sus amigas y más aún cuando habla de eso con
chicos de su edad. Él le dice sus fantasías sexuales, ella también, sabe que no
puede mostrarse fácil, busca preguntarle más cosas a Esteban, él continúa
texteando, en un momento su estado muestra “escribiendo”, ella se muere de
curiosidad, quiere saber qué le va a preguntar.
De un momento a otro el estado solo muestra “en línea”, ella le pregunta
si le iba a preguntar algo, él envía una cara de un emoticono apenado, ella le
dice: “dime”, él respondió: “Envíame una foto de”…
Una hora después Camila duerme, la foto de perfil de Esteban
desaparece, ella se dio cuenta, la ha bloqueado después de que ella le enviara
fotos íntimas, semanas después busca en internet como hacen los depredadores
sexuales para engatusar jovencitas y se alerta de lo que hizo, pero por ahora se
siente mal e intenta dormir.
Diez de la mañana, Camila termina la primera clase de la escuela y busca
su teléfono para ver la hora, se desespera, no lo halla, lo dejó en su cama, se
olvidó de borrar el historial con Esteban, piensa que nadie verá su conversación,
se acuerda que no bloqueó su celular con contraseña porque la última vez no
recordaba la combinación. Teme lo peor. Continúa en la escuela anhelando
llegar a casa, pero Don José (su papá) ya vio el teléfono y no le fue difícil abrir
la aplicación, su curiosidad por saber quién es el chico que le “robó el corazón”
a Camila lo lleva a descubrir la verdad: una imagen donde descubre la desnudez
26
de su hija combinado con el textual impulso sexual de todo joven. No sabe qué
hacer, le brotan lágrimas y se voltea al espejo, mira a la foto de su “princesa”
cuando era pequeña, recuerda cuando la tomaba de la mano y la llevaba a
comprar un helado, se pregunta cuánto tiempo ha pasado, la respuesta es
sencilla: 18 años, pero parece una eternidad desde que un celular los volvió
extraños.

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8. Comid@ hecha con pixeles

Martín, Eli, Sheila, Emanuel, Caro y Luis, se quedaron de ver en una


cafetería para comer algo y platicar, (bueno eso se supone que hacen). Primero
llegan las chicas, después, uno por uno van llegando los chicos, entre todos, su
media de edad es de 20 años, los seis estudian en universidades privadas, sus
vidas fuera de la escuela son muy parecidas, además, la mayoría de sus padres
se conocen pues van al mismo club deportivo. Los jóvenes comienzan a hablar
de la última borrachera, de la cual Sergio no recuerda nada, pero cómo iba a
recordarlo si los chicos se divirtieron vistiéndolo de payaso y montándose en él
como un perro.
Hoy el menú es el mismo, tres frapuchinos con menta para los hombres y
tres té chai latte para las chicas, mientras toman sus bebidas los jóvenes
comparten fotos de sus parejas, los adultos que están presentes en las mesas
contiguas solo los miran pero ninguno les reprocha su mal vocabulario, “esta
generación está perdida” piensa un hombre que los mira en la mesa cercana.
Ha pasado media hora, Martín y Emanuel, uno amante de las habilidades
de Leo Messi y el otro que siente lo mismo por Cristiano Ronaldo, deciden
ordenar para dos sándwiches de pavo con queso panela, Caro —la más glotona
del grupo— pide una galleta con doble chocolate, Elisa —cuyo modelo a seguir
es Taylor Swift— pide una ensalada de frutos rojos, Luis y Sheila deciden
compartir un panini clásico.

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Los seis jóvenes hablan de una película de Cara Delevingne, dicen que su
nuevo libro los aburrió, lo dicen sin haber leído nunca un libro mayor a 700
páginas, incluso tampoco han leído clásicos como “1984” de George Orwell o
“Un mundo feliz” de Aldous Huxley, pero eso sí, acuden a las librerías como
expertos críticos y se dicen unos a otros qué libro vale la pena leer sólo porque
un amigo se les recomendó.
Todos actúan como si fueran robots, colocan sus celulares sobre sus
platillos para hacer “clic” sobre ellos. En menos de tres minutos decenas de
fotos de su comida llegan a la red, la gente que media hora después verá las
fotos se puede imaginar que los chicos se la pasaron bien, es curioso, los
jóvenes nunca hablaron de otra cosa que no sean videos de YouTube, memes, o
sobre lo atractivos que son las chicas y chicos que pasan frente al café donde
están sentados.
Ahora Martín ha abandonado el restaurante, su padre lo lleva en auto,
ambos se dirigen a casa, el chico continúa mirando su celular, la luz de la
pantalla luminiscente se postra en su rostro, el joven se admira al ver tantos
“likes” en sus publicaciones de comida, cierra la aplicación y escoge otra
canción, le gusta la música electrónica y Swedish House Mafia es de sus grupos
favoritos, de hecho, planea decirle a su padre que le pague el avión y vaya al
próximo Tomorrowland en Bélgica. Su papá conduce el auto mientras tiene el
celular entre las piernas, lo agarra en cada semáforo con la luz en rojo. Su
afición es el fútbol y al igual que su hijo, es fanático del Barcelona, parece ser
que lo único que los une como padre e hijo son las jugadas maestras de Messi y
los trofeos que gana el equipo en la Champions League.
Pero sepa el lector que esta pasividad de la vida a la que ambos se han
obligado a seguir gracias a su adicción a la tecnología, cambiará por diferentes
factores, el primero es este: Martín recibe un mensaje de WhatsApp de Libna,
ella va en su misma escuela, pero en otro grupo y tratan de no verse mucho en
público, no quieren que alguien sospeche que mantienen relaciones sexuales en
cada fiesta a la que asisten, esto solo lo sabe Emanuel, el mejor amigo de
Martín.
El mensaje dice lo siguiente:

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“Hola, Martín, oye tenemos que hablar, no te asustes, pero no me bajó
desde hace días, pensé que tal vez era porque soy irregular pero mi
amiga me dijo que más seguro era con la prueba de embarazo, me la hice
y creo que estoy embarazada, ¿cuándo nos vemos para platicar? No te
enojes porfa :)”

La respiración de Martín se detiene por completo, se imagina a su papá


furioso, reclamándole por reprobar y embarazar a una mujer, también diciendo
una y otra vez «¿por qué no te cuidaste? Existen miles de métodos
anticonceptivos». Decide bloquear a Libna y eliminar su número telefónico. Al
llegar a casa su madre lo abraza y le pide a la sirvienta que le prepare algo a su
esposo, la televisión está encendida, la familia ve el canal de deportes, necesitan
saber cómo serán los partidos de su equipo favorito esta semana.
El celular de Martín está apagado, no quiere saber nada, tiene miedo,
piensa que deberá salirse de la Universidad, que tal vez el bebé no es suyo y
solo es una forma de que Libna lo “amarre” y no lo suelte, él sabe que lo de
ellos no es amor, ambos accedieron a no crear lazos, se sintieron muy maduros
al tomar esa decisión.
Un pensamiento llega, ¿aborto? No sabe si es lo correcto, decide intentar
dormir. Al día siguiente habla con Emanuel, su “amigo” del que esperaba
obtener una respuesta lógica a sus problemas, pero descubre que su amigo está
en el limbo mental, solo le dice que le dé dinero a Libna y que ella se las arregle
con lo del bebé, de todos modos, según él, esa chica se ha acostado con medio
mundo.
Martín no se puede concentrar en la escuela, mira a sus compañeros y le
parecen muy felices, se pregunta si alguno de ellos tal vez haya pasado por lo
mismo, lo que sí sabe es que Caro se ha acostado con muchos chicos pero nunca
se ha embarazado. Se quita la pena y al terminar las clases habla con ella, le
sorprende conocer explícitamente todo lo que ha hecho Caro, Martín se siente
mal, ella le dijo que a los 16 años abortó y que jamás quisiera tener hijos porque
son mucha responsabilidad.
Martín no se imagina cargando a un niño, yendo al supermercado para
comprar pañales, de hecho, le asusta ver los altos costos que tienen los artículos
para bebé. Piensa su vida a futuro, dejará de asistir a sus clases de fútbol, ya no

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irá a la universidad y tendrá que darle a su novia todo lo que gane. No tendrá
tiempo para él, de aquí en adelante será “nosotros”.
Ahora la vida le parecía tan dolorosa, se sentía culpable, sabía que esto
podía pasar, pero no estaba preparado, un nudo en su garganta le corta la
respiración, no sabe cómo se lo dirá a sus padres, piensa en escapar de la ciudad
e irse a vivir con su tía que vive en Estados Unidos, mantiene la calma, respira y
mira su celular, tiene 20 llamadas perdidas provenientes del celular de Libna. El
joven no tiene ganas de nada, falta a sus prácticas de fútbol y decide pasar
tiempo en casa, sus “amigos” lo invitan al café, pero eso se le hace tan vacío
porque ningún tema lo abordan con madurez, así que decide pasar el día en su
casa tratando de despejar su mente buscando una respuesta al bebé que lleva
Libna en su interior.

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9. Una vid@ inocente

Ayer me enteré, no sé qué hacer, tengo miedo, mis papás no se pueden


enterar, qué va a ser de mí, aún no estoy lista. ¿Martín se quedará conmigo
porque me ama o solo por compromiso? Creo que también tendrá miedo como
yo, seguro me va a decir que el bebé no es de él.

Estado en Facebook: Estoy confundida. :(

Ya hablé con él, lo que me suponía, sucedió, me dijo que no es suyo, y


que ni se me ocurra decirles a mis papás, me dice que aborte, que soy muy chica
para tener al niño. Voy a la escuela, me siento en la silla y veo a todos felices,
muchos bromean de sexo, mis amigas no paran de maquillarse y hablar de
chicos, que si son guapos, que si son buenos a la hora de tener relaciones, que
ya fueron a tal hotel, etc., etc. Me doy cuenta que hablan de puras tonterías, son
niñas todavía, me pongo a pensar pues antes de saber que esperaba un bebé
hablaba igual y escuchaba la misma música que ellas; canciones número en el
top ten de Billboard de las que ahora me doy cuenta solo hablan de sexo y no de
amor, que equivocada estaba, yo me creía especial, pero ahora con las palabras
duras que me dijo Martín me siento muy mal.
Me imagino qué sería de mi vida si decido tener al bebé, trabajando todo
el día por él, no me duele decirlo, aún soy muy egoísta, quiero vestidos y
maquillaje, anhelo seguir teniendo dinero para mí, ir al cine, salir con las amigas
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y en definitiva no preocuparme por otro ser vivo. Ahora me doy cuenta que
muchas veces las mujeres nos dejamos llevar por cómo se comportan los
hombres al exterior dejando de lado lo interno, nos apasiona saber cómo piensan
pero luego descubrimos que muchas veces sus actos dicen más, lo sé, ya sabía
en qué me metía cuando me acostaba con Martín, pero déjenme les explico,
hace tres años salía con un chico pero no era mi novio aún, era súper lindo, me
daba detalles, pero no cualquier detalle como rosas o chocolates, él era único, o
eso creía yo. Él se esmeraba por hacerme feliz, averiguaba que me gustaba y
trataba de conseguirlo, yo en ese entonces era todavía más caprichosa, le hacía
la vida imposible, cuando él me invitaba a un lugar especial, le decía que me
aburría fácilmente, nunca hice nada por él, era un buen chico, incluso mis
padres se alegraban cuando él venía a mi casa, yo me iba a mi cuarto para no
verlo, para hacerme la interesante.
Pero todo ese juego del gato y el ratón cambió cuando un día que fue a
verme, él estaba con mi hermano, ambos platicaban y yo decidí no salir del
cuarto, me maquillaba y me perfumaba esperando al otro lado de puerta, él
hablaba en la sala, su voz había cambiado, se escuchaba más seguro y más
grave su tono, muy varonil pero dulce a la vez, porque los temas que hablaba
incluso los más comunes como el trabajo o el matrimonio, él los abordaba de
una forma madura.
Salí del cuarto y lo vi, mi corazón palpitaba, fui rápido por mi celular y
al estar frente a él dije «hola», él respondió, no me miró a los ojos pues seguía
platicando con mi hermano. Volví a mi habitación, jugaba con mi celular y dejé
la tele prendida para hacer parecer que estaba ocupada.
Una hora más tarde, salí de mi habitación, mi hermano veía la tele, le
pregunté por el chico y me dijo que ya se había ido. Muy dentro de mí me sentía
mal, esperaba que me hablara ese día. Lo recuerdo muy bien porque fue la
penúltima vez que lo vi, después de eso me enteré que había eliminado su
Facebook y casi no utilizaba WhatsApp, en fin, parecía haber desaparecido de la
faz de la tierra y yo me preguntaba por qué era tan raro.
Los días siguieron y yo con las tareas de la Universidad llegaba a casa y
esperaba encontrarlo allí, pero esto jamás sucedió. Le llamé a su número mil
veces hasta que su celular no dejaba entrar la llamada. Siendo sincera, extrañaba
su dulzura, esos detalles que me hacía sentir bien, esas palabras de apoyo en las
que me decía que confiara en mí, incluso se preocupaba por mis padres, de

33
hecho, ahora que lo recuerdo, él trataba de “consentirlos” también, regalándoles
libros, despensa o charlando con ellos, escuchando a mis papás que fácilmente
pudieran aburrir a cualquiera.

Estado en Facebook: Nunca llores por un hombre que no te valora…

Publiqué esto hace un mes, esperaba que de alguna forma él pudiera ver
este mensaje, tal vez por algún amigo o algo así, pero la semana siguiente creía
haber tenido su atención porque gracias al cielo volvió a casa.
Al verlo desde mi puerta entreabierta quería abrazarlo, darle un beso y
pedirle perdón, no sabía qué me pasaba, parecía que hubiera dos mujeres en mi
mente, una que quería amarlo y otra que lo odiaba y pensaba que podía
conseguirme algo mejor pues soy joven y bella. En fin, enseguida comprobé lo
equivocada que estaba.
El chico llegó a mi casa con una caja y un pastel, recuerdo su cara, se veía
muy feliz, pero todo cambió cuando detrás de él vi a otra persona, era una
mujer. Estaba muy hermosa y su pelo ondulado le daba un aire muy diferente a
toda chica que hubiera conocido, no se parecía para nada a mí, iba muy bien
vestida, con una blusa azul y un cinturón café, además tenía un bolso discreto
del que sacó también un pequeño estuche. Lo había comprendido todo, ellos
venían a ver a mi hermano porque en días pasados fue su cumpleaños. Puff,
quería que me tragara la tierra, pero un nudo en mi garganta no me dejaba
respirar, verlos a ellos tan felices, tan unidos, riendo, hablando y compartiendo
miradas.
Mi madre les agradeció por su visita, yo seguía en mi cuarto mirando la
situación con la puerta apenas abierta, cuando de pronto mi mamá me habló:
—Libna, te buscan —pronunció mi madre con voz alta. Me hice la
dormida, ella entró y me dijo que por educación debería responder el saludo.
Salí de mi cuarto, y lo vi, me sentía muy débil, sabía que este era el fin.
Él me saludó, pero en su mirada ya no me veía con inocencia, esa que se
ve en los hombres cuando les gusta alguien y tienen miedo de meter la pata. Sus
ojos ya no tenían eso al verme, ahora se veía más seguro, todo en él era
tranquilidad y en su “amiga” también. Mientras todos hablaban él fue al baño,
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yo me levanté para servirme agua, pero me escabullí para entrar rápido con él.
Le tomé la mano e intenté besarlo —si lo sé, fui muy atrevida, pero
entiéndanme, no quería perderlo—.
De nada sirvió, me detuvo en seco y me dijo que estaba enamorado de
Grace, la chica que lo había acompañado, yo comencé a llorar porque sentí que
mi corazón se había reducido a nada, él salió y fue a decirle a ella que se tenían
que ir.
Esa fue la última vez que lo vi, sé que me extendí mucho en mi narración,
pero eso me dolió bastante y me llevó a conocer a Martín y sentirme “amada”.
Ahora como ya saben, llevo a un bebé en mi vientre, estoy convencida de
abortar, sé que cometí un error al tomar el sexo a la ligera, pero creo esta es mi
oportunidad para poder seguir viviendo tranquila sin responsabilidades de más.

Estado en Facebook: La vida se trata de tomar decisiones, que tengan


un lindo día…

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10. El des@mor en tiempos de Internet

Erick no sabe qué hacer, pasó la tarde mirando la foto de Emireth en su celular,
días atrás ella le había dicho que su relación terminaba. Él tiene 20 años, estudia
la universidad, es hijo de padres divorciados, desde pequeño se ha sentido
abandonado y le cuesta relacionarse con los demás, Emireth era ese ser que le
había devuelto la paz que muchas veces se veía alterada por sus repentinos
cambios de humor.
El joven trata de mantener su mente tranquila, sale a jugar fútbol, pero ni
la adrenalina del juego logra calmar sus ansias de saber cómo está la joven.
Poco a poco va cambiando su actitud, ya destruyó las imágenes de ella en su
celular, para él todas las mujeres son iguales, son egoístas, solo dan “alas” y
buscan el mejor postor de entre todos los que admiran su belleza. En Internet
vio que existen diferentes formas de visitar el perfil social de una persona sin
ser necesariamente su amigo, también descubrió como tener el control de la
cuenta de alguien. Ya ha hecho de todo, incluso ha publicado mensajes desde la
cuenta de Emireth como: “soy una p…” “me gustan las mujeres” “ya no soy
virgen”.
Día y noche le enviaba solicitudes de amistad, a Emireth se le hacía raro
que una vez que decidía darle otra oportunidad aceptándolo, él la eliminaba
nuevamente. Incluso él la llamaba insistentemente, en una ocasión ella
respondió y le dijo que ya no la siguiera molestando, el no colgó y en cambio

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escuchó todo el “veneno” que ella le estaba diciendo, era su forma de entender
que ella ya no lo quería. Todo esto provocó que la chica decidiera cerrar sus
cuentas y más tarde creara otras con un nombre falso. A los pocos meses, ambos
publicaban fotos de sus nuevas parejas, las publicaciones se llenaban de cosas
positivas, sus nuevas parejas eran jóvenes igual que ellos y también habían
tenido por lo menos dos relaciones sentimentales antes.
En casa, Erick pensaba que la vida era muy simple y a la vez complicada,
su padre en una ocasión le dijo que la vida era nacer, reproducirse y morir, al
igual que un animal. Esta forma de pensar le hizo creer que en la juventud solo
era para encontrar novia y tener relaciones sexuales; los videos musicales, las
películas, los comerciales y sus demás compañeros de clase también lo creían.
Muchos de sus amigos miraban a qué chica quisieran conocer y una vez
entablada la conversación con ellas, iban poco a poco tratando de ganarse su
confianza logrando hacer que se hagan dependientes de ellos.
Pero volvamos a Erick, ha empezado a escuchar canciones de despecho y
reviviendo el dolor que no se quiere ir de su corazón. La actitud que antes
demostraba a Emireth ahora es todo lo contrario, ya no es tierno, de hecho es
más frío; incluso con las pocas amigas que tenía, sabe que su nueva novia es
solo un pretexto para intentar darle celos a Emireth, pero antes de dormir brotan
lágrimas de sus ojos pues no logra dejar de pensar en los lindos momentos que
pasó al lado de ella. En cambio, Emireth, ha conseguido olvidar a Erick, decidió
dejarlo porque comprendió que no quería compartir la vida con un niño que ve
anime y que de lo único que habla es sobre los nuevos episodios que pasan en
Internet.
Ahora ha retomado el ejercicio, se siente bien al salir por las tardes con
una botella de agua y su reproductor de mp3, incluso a la primera semana de ya
no verse con Erick conoció a dos jóvenes en el parque, la forma de pensar de
estos chicos la ha dejado sorprendida porque pensaba que pocas personas tienen
sueños o metas positivas más allá de vivir de un salario, sino que estaban
decididos a buscar algo que los hiciera felices.
Invitaron a la joven a una excursión de snorkel, al principio ella se sintió
rara, muy pocas veces la dejaban salir con hombres, pero decidió darse una
oportunidad y despejar su mente. Erick en cambio, se ha inscrito a clases de
boxeo, el deporte lo ha ayudado a canalizar su energía y a mantener su mente
ocupada. Emireth conoció a fondo a Erick, sabe de su comportamiento porque

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una vez la lastimó al empujarla contra la pared, ella no supo cómo reaccionar y
se puso a llorar, una semana después él le pidió disculpas y ella aceptó.
Ahora ambos ya no se hablan, son como completos desconocidos y cada
quien se siente lastimado por abrirle su corazón a alguien que no lo cuidó…

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11. Laberinto artifici@l

El joven pone un estado en Facebook: “aburrido y en casa”, el post


obtuvo nada más y nada menos que la cantidad de dos me gusta y un solo
comentario. Pero esto no provocó cambio alguno en Miguel; quien miraba la
tele absorto en las imágenes de las conductoras de televisión que vestían ropa
diminuta y daban vueltas por la pantalla diciendo tonterías y banalidades.
Miguel decidió cambiar de canal, lamentablemente en la televisión
pública mexicana solo pasaban programas aburridos, mucho fútbol, concursos
donde la gente competía por ganar dinero, telenovelas y demasiados noticiarios,
pero para un joven que tenía el mundo por delante a veces el medio de
comunicación lo único que lograba crear en él era solo un estado somnoliento
acerca de las cosas.
Volvió a prender su celular, ahora probaría con otra red social, iba a
buscar contenido en Instagram donde las personas subían fotos y videos con
millones de hashtags, lo primero que vio eran mujeres en bikini y frases
motivadoras. Miguel decidió dormir, no había nada que le llamara la atención y
si lo había era más que seguro que lo olvidaría después.
A la mañana siguiente le daba mucha flojera alistarse para ir a la escuela,
verificó su celular y vio las notificaciones de Facebook, cuando salió de su casa,
por estar viendo su celular no pudo evitar pisar excremento de un perro. Se
limpió el zapato y fue a la parada de autobús. Ya a bordo, veía muchas fotos y

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mientras escuchaba música con audífonos ignoraba a una mujer embarazada que
buscaba un asiento, el sólo la vio en una milésima de segundo y siguió en su
viaje por la red.
Al llegar a la escuela toma sus clases como de costumbre, en el intervalo
de una y otra se divierte con las aplicaciones que tiene, le encanta abrir sus
redes sociales, juegos, Google y su reproductor de música. Termina la escuela,
han pasado rápidamente seis horas, se despide de sus amigos y va de nuevo a
casa.
Sus padres todavía no regresan de sus trabajos, todos los días es lo
mismo, su celular es su forma de escapar a lo rutinario de la vida. Toma de
nuevo su teléfono y le escribe a la chica que le gusta, se da cuenta que ya ha
cambiado su foto de perfil, en esa nueva imagen se ve muy atractiva, y por lo
que dicen los comentarios todos admiran su belleza.
Le escribe, pero el mensaje se ha quedado en visto así que prefiere
prender su laptop para ver una película en Netflix, la inmensa cantidad de
películas que aparecen más que interesarle le parecen hartar. Se sirve comida
chatarra porque tienen tanta pereza de cocinar algo bueno para su salud, de
hecho, sabe que el ejercicio es recomendable a cualquier edad, pero decide
cambiar la sensación de la vida real por la pantalla de su celular, pulsa varios
videos: le encantan los partidos de fútbol americano y de básquetbol. Apaga la
laptop y se queda viendo el techo, se acuerda de su infancia, esos momentos en
que se dejaba maravillar por lo desconocido, ahora nada le asombra, piensa que
la vida pasa sin sentido, se imagina terminando la escuela, graduándose,
trabajando en algo que no le gusta, teniendo una esposa que solamente piensa en
maquillaje y en las canciones del momento, después de eso, lo corren del
trabajo, empieza a buscar algo parecido a lo que estudió, pero termina en algo
completamente diferente. Llega el momento de la vejez y se prepara para partir,
para ese entonces habrá visto miles o millones de videos por internet y subido la
misma cantidad de fotos a la red, quizás mantendrá relaciones sentimentales a
larga distancia gracias a Facebook. Pero es sincero consigo mismo, se imagina
su vejez en un mundo del cual nunca formó 100% parte, porque estaba viviendo
dentro de un laberinto artificial.

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12. Diam@nte en bruto

Un punto de luz brilla en la oscuridad, la vida a punto de ser creada, hay niños
formados esperando su turno, ríen y juegan antes de pasar por la puerta que
resplandece, a su alrededor están parados seres alados y todos parecen felices,
los niños los toman de la mano y al despedirse con un beso salen de esa
habitación blanca. Ahora hay oscuridad, hay dolor, se escuchan gritos, por fin
logra salir, hay una persona con guantes y está vestido de verde, hay sangre por
todos lados, la inmensa luz de la sala del quirófano lo ciega, no comprende
nada, lo colocan en una manta y una señora lo aprieta a su pecho. Sigue sin
entender, llega a un lugar que parece una prisión, hay barrotes; es su cuna, no le
está permitido salir, lo único que puede ver son unas estrellas de plástico
pegadas al techo que más allá de tranquilizarlo solo lo marean.
Escucha gritos, las dos personas que viven con él se insultan y se ponen a llorar,
ve como uno de ellos avienta cosas por la casa, no se siente seguro y la única
forma de poder sacar todas sus emociones es llorando, pasa el tiempo y va
comprendiendo que ellos son sus padres, los ve desde su mesa de plástico pues
aún no se puede sentar en la mesa. Llegó la abuela, le jala los cachetes y le hace
muecas, él no se divierte, le aterra aquel rostro lleno de arrugas. Hoy se pegó
con una chuchara, se siente débil, su madre lo soba y desaparece el dolor. En las
noches tiene miedo, cree que la persona que vio en la televisión se aparecerá en
su cuarto y le hará daño.
No puede comprender qué es lo que sus papas tienen en las manos, piensa
que es un juguete nuevo y se los pide, los papás lo ignoran y le dan de comer,
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creen que el alimento es lo que necesita cuando es el amor lo que más le hace
falta.
Va creciendo, en su escuela es lo mismo, sus maestras también están con
ese aparato, no le gusta hablar solo pero ahora lo hace porque nadie lo escucha,
a veces corre de aquí para allá para sentirse rápido, incluso le gusta saltar de
cojín en cojín, sus padres dicen que es un niño problema, que lo educaron bien y
que se descontroló. Tiene el sueño de lograr grandes cosas, pero nadie cree en
él, sus padres solo le piden que viva una vida normal: terminar sus estudios,
casarse, ser un bien hombre y tener hijos para que al final de la vida esté listo
para partir.
El ahora joven mira el cielo, sabe que pocos miran hacia allí, conforme va
analizado más a los seres humanos ve que muchos escogen el camino fácil, no
quieren esforzarse y si lo hacen, no tienen el coraje para enfrentar su estilo de
vida con el de los demás. La mayoría de las personas que conoce esperan el fin
de semana para emborracharse y salir de sus problemas, otros se van a
prostíbulos para no tener la necesidad de comprometerse con alguien. Sus
padres, ahora parecen estar sincronizados con la televisión, sus amigos de la
secundaria tienen hijos, y el amor de su vida (su primer amor) está casada con
un hombre que la golpea. El joven se pregunta ¿acaso esto es todo en la vida o
hay algo más?

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Segunda Parte

Esperanza

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1.1 El amor no busca lo suyo
(La niña enamorada de los likes)

Es la hora del recreo, Mónica está sentada en el patio de la escuela, se


encuentra mirando a los niños guapos del lugar, hay uno que le llama la
atención, nunca lo había visto, su rostro la desconcierta, hay un misterio en él,
parece convivir con los demás de forma alegre, en un instante sus miradas se
encuentran, ella tiene miedo de mantener sus ojos en él y voltea rápido hacia
abajo. El chico juega muy bien al básquetbol, de todos los pases que Mónica ha
visto que ha dado, todos han terminado en canasta. Su vestimenta es pulcra y no
es torpe al caminar, viéndolo bien camina muy derecho.
Más tarde, en la salida, ella se despide de sus amigas después de planear
que lugar visitarán el fin de semana, en días pasados iban a la plaza comercial, a
los parques, a los cines o a los centros turísticos de sus alrededores.
—Hola, ¿tú debes ser Mónica verdad? — pregunta el chico, quien visto
más de cerca por ella, luce muy atractivo, es alto, su boca es grande y su pelo es
castaño, tiene ojos color miel que le hacen ver muy dulce. Mónica apenas pudo
contestar, pues dentro de ella había algo que le estaba dando una sensación de
felicidad, pero no era cualquier cosa, no era la misma emoción que sentía al
practicar básquetbol (su deporte favorito), tampoco cuando comía pizza (su
alimento preferido), ni cuando viajaba a su ciudad natal y platicaba con seres
queridos. Esta sensación era muy diferente, no era sexual, simplemente era…
amor.

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—Sí, ¿cómo sabes? —ella respondió tratando de no lucir apenada, pero lo
dijo tan rápido que todos sus intentos por permanecer tranquila le fueron
imposibles.
—Me han platicado mucho de ti, dicen que eres muy inteligente, mucho
gusto, mi nombre es Ángel —dijo el chico con una voz dulce que lo hacía ver
muy educado. Las palabras se mezclaron, los chicos reían, Mónica recogía su
pelo a cada instante, tratando de que él se fijara más en ella, el joven solo
sonreía y mostraba su perfecta dentadura que combinada con su suave voz,
parecía adormecer a la chica.
Ya en casa, Mónica no lo puede creer, se ha enamorado, algo le pasa, no
puede dejar de pensar en él, le ha dicho tantas cosas que cree que es el hombre
perfecto, tiene este pensamiento a pesar de contar con solo 17 años, hace mucho
tiempo tuvo una sensación similar con un chico que conoció en la primaria, era
un niño que era dos grados más grandes que ella, recuerda cómo con una carta
le declaró su amor. En ese entonces platicaba mucho con su mamá, le hablaba
de este niño, pero su anhelo de conocerlo se terminó cuando lo vio besando a
una chica de su salón.
Las clases continúan su curso, las tareas llegan como el agua a la arena, el
aburrimiento invade los salones de clases, los chicos del plantel educativo
cambian la convivencia social por estar en sus celulares y en este proceso
Mónica busca a Ángel entre los compañeros, la mujer caza la preciosa alma del
varón dice la Biblia. Sus amigas también le hacen preguntas sobre el chico,
muchas de ellas se sentían celosas por no ser las escogidas por él para platicar
un rato.
Es viernes, la joven sale del salón con una pesadez pues hoy practicó
demasiado básquetbol, se detiene un instante ya que le ha parecido ver a alguien
a lo lejos. Sí, es él, Ángel está a lo lejos sentado, tiene un libro antiguo y grueso
en sus manos. Mónica va a paso veloz hacia su lugar, interrumpe su marcha
porque ha aparecido otra chica. Es muy bella, sus cabellos son ondulados y
rubios. Algo duele en el corazón de Mónica, piensa mucho, se imagina que
Ángel desapareció porque tal vez conoció a esa extraña niña días antes. Mónica
los observa desde lejos, puede ver que ambos sonríen y comparten miradas, el
chico posa sus ojos en la niña desconocida quien le toca los hombros y le hace
muecas, las demás chicas de la escuela pasan y se le quedan viendo a Ángel,

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pero luego voltean la mirada para continuar su camino y no ser descubiertas en
el acto de celos.
¿Quién es ella? ¿Quién es? —Se pregunta Mónica en voz alta, haciendo
que una de sus amigas al escucharla le responda: Es Lucy, la niña nueva.
Mónica la mira y dice:
—Ah, sí ya sabía, pero no recordaba su nombre, nos vemos cuídate—. La
joven salió avergonzada después de que su compañera la oyera. Ángel la miró
desde su lugar y dejó a Lucy sentada mirándolo irse.
—Mónica, Mónica, ¿cómo estás? —El chico estaba a su lado provocando
que el corazón de la joven palpitara mucho.
—Bien, gracias —dijo Mónica con los ojos mirando hacia los lados, pero
a su alrededor no había más bello e interesante que los ojos color miel de Ángel.
—Oye, quería platicar contigo de algo importante ¿puedo invitarte a
tomar algo?
—¿Qué? ¿Por qué lo dices? Gritó Mónica, ella no lo podía creer.
—Está bien, disculpa no debí tomarme mucha confianza, perdón debo
hacer unas cosas —dijo Ángel con la cara sonrojada y tomando su mochila
rápidamente para salir corriendo.
—Ok, nos vemos, cuídate —Mónica respondió haciéndose la interesante,
pero cuya actitud lamentaría después.
Es lunes, ella lo busca para decirle que sí tomará su invitación, trata de
ver si está en su salón, pero se da cuenta que ese día Ángel faltó a la escuela.
Sentada en el comedor, Mónica mira su celular y come unos dulces picosos.
Aparece Lucy, su belleza es atrapante, provoca que las chicas de alrededor la
miren con envidia, ella observa a Mónica y sin preguntarle, se sienta a su lado.
—¿Te gusta? —preguntó Lucy.
—¿Perdón, a qué te refieres? —respondió Mónica un poco molesta.
—Ay no te hagas, obvio Ángel, ¿de quién más te preguntaría?
—No te importa —dijo secamente Mónica.
—Bueno pues yo sé cómo podrías llamar su atención —respondió Lucy
muy confiada.
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—Jajaja, gracias por tus consejos, pero no los necesito —dijo Mónica
muy secamente y decidida a dejar la conversación.
—Está bien, solo ten cuidado no es lo que aparenta —Lucy dijo estas
palabras tomando a la otra joven del brazo y mirándola sin parpadear.
Es martes, la cara de Ángel parece ausente mientras mira su libro en la
cafetería, unas niñas sentadas al lado de él intentan llamar su atención hablando
fuerte y haciendo bromas, las mira y sonríe, su mirada irradia paz. Mónica entra
en el sitio para pedir un cappuccino, esta tarde deberá hacer mucha tarea y el
café la ayuda a relajarse, al ir acercándose puede ver que Ángel está sentado en
una mesa.
—Ángel, ¿cómo estás?
—¿Bien y tú? —dice él casi sin sonar interés.
—Igual, gracias, ¿oye puedo hablar contigo?
Sentados, ambos se miran, Mónica se disculpa por su actitud tan seca
cuando Ángel la invitó a salir. Le dice que ha estado muy seria con los hombres
porque muchos han jugado con ella, un tal Ulises le rompió el corazón en el
pasado y le ha sido muy difícil superarlo. Ambos deciden salir el sábado, irán al
cine y luego a comer una pasta.
El tiempo pasa, Mónica mira sus series de televisión y en cada héroe
romántico se imagina que Ángel y ella bien podrían ser los próximos
protagonistas de esas historias, su mente vuela, escucha las canciones
románticas y entre ellas se dibuja el rostro de Ángel, deja de pensar, cree que ya
fue mucho, apenas conoce al chico y ya quiere casarse, obliga a su mente
detenerse pero su corazón aún continúa sintiéndose muy débil, como si sus
palpitaciones le dolieran y esta sensación recorriera todo su cuerpo.
Ángel, está en su cuarto con una vela prendida, todo está apagado, la tele,
su celular, comienza a susurrar arrodillado hacia la luz de la llama.
—Padre nuestro que estás en el… —su voz y la vela se apagan, el aire
entró por la ventana, después de cerrarla prende la vela de nuevo. En el cuarto
aparece Lucy, no lleva algo puesto, se acuesta frente a él, ella comienza a gemir
llena de excitación, él sigue rezando, la vela se vuelve a apagar, Ángel la vuelve
a encender y de pronto Lucy no está.

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Durante el fin de semana que habían acordado, los dos jóvenes vieron una
película que a ambos les gustó, ahora están comiendo pasta en un buen
restaurante de la plaza comercial, ella pidió agua de sandía y él agua de melón,
Mónica platica de cómo se comportaba de niña, pero Ángel no decía mucho de
su pasado, esto intrigó mucho a Mónica quien recordó lo dicho por Lucy “no es
lo que aparenta”. Tuvo miedo, pero pensó que era la táctica de Lucy para
alejarlo de él. Momentos después los dos caminaban con dirección a un parque,
Ángel la detuvo en seco y dijo: Mónica debo decirte algo, no soy….
Ella lo intenta besar en la boca, pero él se apartaba, Ángel no la miraba
con odio sino con pena, ella abrazó su cabeza con sus dos manos, pero él la
detuvo, suavemente bajó los brazos de Mónica y los colocó a la altura de sus
rodillas. Mónica llora, le pregunta si no la ama, él mira el suelo y voltea a verla.
—Te amo, pero el amor no busca lo suyo— le responde. Ella no entiende,
con su ex novio iba al parque y lo normal era terminar besándose y tocándose.
Ahora se siente despreciada, piensa que seguro es homosexual, él la abraza y le
da un beso en la frente, Mónica llora, no sabe qué hacer.
—No hay nada más preciado que yo valore más que tu corazón, cuídalo
Mónica, yo no puedo seguir con esto, cuando era pequeño alguien abusó de mí,
desde ese día no he podido amar a alguien, es algo que tengo, debo cambiarlo,
perdón —dijo Ángel mientras trataba de calmarla.
Ella fue por su bolso colocado a un lado de donde estaban sentados,
resignada y con paso firme para marcharse, volteó la cabeza buscándolo, pero el
chico de cabello castaño, ojos color miel y voz suave, se había ido de ahí.
Pasarían los años, amigos, canciones del momento, las películas en
cartelera, vacaciones en diferentes ciudades, trends en TikTok, pero entre todo
esto, Mónica jamás olvidaría que durante un momento de su vida conoció a un
verdadero ángel. Su vida daría una vuelta de 360 grados, no perdería el tiempo
con sus amigas que solo hablaban de hombres y el actor de la temporada, en
cambio, pasaría sus tardes leyendo libros, estudiando más al entrar la
universidad y sobre todo, encontrando en su armario el misterioso libro antiguo
que Ángel leía, la Biblia.
Gracias a ese libro ella descubriría que muchos pastores de iglesias no
saben nada y solo repiten prédicas bajadas por internet y al ser cuestionados
sobre el calvinismo, protestantismo y luteranismo no podrían dar una respuesta.

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Ella ganaría confianza y sabría identificar a los cristianos de verdad y no
solo los que van a la iglesia, gritan, lloran y presumen su conversión.
Sus padres la motivarán a que busque sus sueños, pero siempre agradando a
Dios y no seguir lo que su corazón diga, pues como el libro sagrado dice “El
corazón es engañoso por sobre todas las cosas, ¿quién lo conocerá?”.

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2.1 El amor es paciente
(El bebé que sabía cómo prender un iPad)

La pareja estaba sentada en un restaurante, ambos miraban sus celulares y


el bebé Andy miraba todo a su alrededor asombrándose y teniendo miedo de las
caras de las personas a sus costados. La mesera llegó y sirvió los platillos, al
lado de la mesa, estaba un hombre, su cara era alargada, sus cabellos eran
lacios, utilizaba lentes y leía el periódico, en su mesa había un plato de fruta y
comía una pasta. Lucía lo miraba sin hacerse notar, el hombre se levantó de su
asiento y fue decidido hacia ellos.
—Me parece que esto es de ustedes —dijo el hombre mientras levantaba
una servilleta que había caído de la mesa de la joven pareja.
—Gracias, gracias —respondió ella ruborizándose. Enrique no sintió la
sensación que tienen muchos hombres cuando otro se presenta y hay una bella
mujer presente: los celos.
El joven pidió sentarse con ellos e invitarles un café, momentos después,
se puso a jugar con el pequeño Andy mientras Enrique seguía absorto en su
celular enviando los reportes de ventas de ese mes. Lucía dejó de ver las fotos
de sus amigas en Facebook y puso su smartphone en la mesa. Así pudo
compartir sonrisas y miradas con el sujeto que para ese entonces ya había dado
su nombre; se llamaba Miguel.
Después de este incidente, la pareja continuó viviendo, tenían peleas,
abrazos, lágrimas y salidas al parque o a la plaza comercial cada fin de semana,
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esos momentos distraían, los apartaban por poco tiempo de la soledad e
infelicidad en que vivían.
Hoy es miércoles por la mañana, Enrique ya ha salido de su hogar y
Lucía mete las llaves en el carro, pero oh sorpresa, el auto no logra encenderse.
—Demonios, porque a mí, porque a mí, no puede ser— dice Lucía en sus
adentros. De la nada apareció Miguel conduciendo su auto, apretó el claxon y
bajó el vidrio del copiloto.
—Buenos días Lucía ¿estás bien? —ella no tenía tiempo de ponerse a
pensar cómo este sujeto que había visto hace 3 meses aún retenía su nombre.
—Hola, no, no estoy bien, mi carro no prende, ¿me podrías ayudar?
—Sí, súbete creo tienes mucha prisa —respondió él con una voz muy
suave. Ya en el carro Lucía escuchaba la canción “Ave María” que Miguel tenía
reproduciendo.
—¿Te gusta la música clásica? —preguntó ella sin sonar agresiva, más
bien curiosa e inocente.
—Sí, creo que es una manera de conectar con Dios —dijo él de forma
amable y sin sonar soberbio.
—¿Por qué lo dices?
—Pues cualquier autor clásico creo tenía tiempo para pensar cuál era el
propósito de su vida, ahora la gente no quiere hacer algo para conocerse a sí
misma, y mira, existen miles de libros de autoayuda que venden la idea de la
plenitud individual, pero si nos ponemos a pensar qué pensaban aquellos que
hicieron obras maestras; en diferentes ramas artísticas, creo que estaremos más
cerca de ser como ellos —respondió Miguel muy seguro de que sus palabras
eran verdad.
Lucía parecía estar en trance, muy pocas veces escuchaba a un hombre
hablar de esos temas y con seguridad. La mayoría que había conocido solo
conversaba de sexo, fútbol, autos y política. A ella le aburría todo eso, se casó
con Enrique porque se sentía protegida y ya no quería vivir con sus padres, eso
era todo, pero cuando tenía problemas parecía que hablaba con una pared, su
marido simplemente le decía que debía pensar más y nunca terminaba la
conversación sin decir “te lo dije”. Por eso, desde años atrás ella prefería
evitarle decir sus problemas emocionales, deseos sexuales, e incluso, sus
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pensamientos acerca de la vida. Para Lucía el matrimonio se había convertido
en un engaño de los medios de comunicación para vender la falsa idea del amor;
en el que las parejas solo se ven felices si compran una casa, un carro, o si
tienen un bebé o mascota.

—Y a ti ¿qué te gusta? —preguntó Miguel con una sonrisa.


—De todo un poco, ahora con mi hijo he descubierto canciones para
niños, ya te podrás imaginar. ¿Y tú tienes hijos?
—No, pero en algún futuro claro que me gustaría.
—No te preocupes, estoy segura que llegará la indicada.
—Claro, no hay cuidado, ahora me imagino que has de aprender muchas
cosas con el pequeño.
—Ni que lo digas, antes no le tomaba mucha atención a los detalles como
no dejar nada encendido, verificar la comida que se va a comer, si se enferma
debo conocer qué tipo de síntomas son o incluso hasta saber ver en su mirada
cómo se siente. Créeme, es difícil ser madre, eso de descuidar tu cuerpo y estar
cansada todo el día solo pocas quieren enfrentarlo. ¿Perdona te estoy aburriendo
verdad?
—No para nada, es muy interesante.
—Gracias. Oye, por aquí bajo.
Al despedirse para irse a trabajar Lucia tenía más fuerzas, ahora estaba
decidida a continuar su día con la mejor actitud.
Son las 10 de la noche, la pareja está acostada en su cama, Enrique ve la
televisión y Lucía mira un punto fijo de la habitación, piensa en Miguel.
—¿Amor? —preguntó su marido con los ojos muy abiertos.
—¿Eh, sí qué pasó? —respondió Lucía tratando de lucir normal.
—¿Estás bien?
—Sí, ¿por qué lo preguntas?
—No sé, te veo rara —dijo Enrique tomándola de la mano.

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—No en serio, todo bien —Lucía se detuvo un momento porque le dolía
el pecho y se le cortaba la respiración, sin avisar las lágrimas empezaron a
brotar de sus ojos.
—¿Tranquila Lucía, qué pasa? —Enrique no podía contenerse, estaba
muy preocupado.
—¿Prometes no enojarte? —dijo ella muy insegura.
—¡Sí, sí! —respondió enrique asintiendo con la cabeza.
—Ok, seré sincera, no me siento feliz —la cara de Lucía estaba muy
seria.
—¿Pero, por qué? —los ojos de Enrique lucían perdidos, las palabras de
su esposa le dolían, en ese instante se dio cuenta que a su mujer le faltaba algo,
pensó en muchas cosas; insatisfacción sexual, falta de dinero o quizás sentirse
vieja. Lucía lo miró a los ojos, y le dijo lo siguiente con un tono de voz que
daba muestra de su seguridad:
—No sé Enrique, pero desde que vi a ese hombre divirtiéndose con
nuestro bebé me hizo sentir especial, no te vayas a poner celoso, créeme que no
pretendo hacerte sentir mal, no lo quiero, soy tuya Enrique, pero me gustaría
que de vez en cuando nos miremos más a la cara y nos digamos sin miedo lo
que piensa el uno del otro y de lo que pensamos en nuestro interior, creo que
nos hemos convertido en extraños viviendo en la misma casa.
—¿Pero si sí hablamos no? Te escribo siempre por teléfono y me envías
corazones —Enrique parecía no entender.
—Sí, sí, pero, desde esa vez en el restaurante sentí como que todo en ese
momento era más real, ¿no piensas igual? —las caras de ambos se miraban
alegres pues por fin había entendido que se sentían igual.
—¿Sabes? Sí, yo también lo he pensado, creía que era el único que tenía
eso en mente. Bueno pues vamos a intentarlo otra vez y me disculpo por no
haberme dado cuenta de lo que necesitabas, creo que miraba más mi vida en mi
celular que en tus ojos amor. ¿Oye pero cómo es que justamente hoy se te vino a
la mente ese hombre? —la actitud de Enrique había cambiado, ahora su voz
sonaba más rápida y alterada.
—Hoy me llevó al trabajo en su carro porque el mío no quería funcionar,
de hecho, creo que vive por aquí, ¿qué raro no? Lo vimos en el restaurante y
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también aquí —Mónica ya comenzaba a preocuparse hasta que su esposo
respondió.
—Seguramente es un psicópata.
Jajaja, las risas de ambos volvieron a sonar en casa después de mucho
tiempo donde casi el único ruido era el de los timbres de sus teléfonos y el del
televisor.
El Sol continuó saliendo, la Luna arriba con su dulce blancura alumbraba la
noche y ellos junto a su bebé habían decidido pasar un día en su patio mirando
la noche estrellada.
Los smartphones, las tabletas y los televisores permanecieron apagados
mientras la familia veía un espectáculo natural sin la necesidad de pixeles: una
lluvia de estrellas. Este fenómeno quedaría grabado en la mente del pequeño
Andy y años más tarde le daría el sueño de trabajar en la NASA.

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3.1 El amor se goza de la verdad
(El oscuro secreto de Ángel)

Ángel ha terminado de mirar esos videos que muchos hombres miran por
internet, se siente infeliz, por un momento su morbo fue satisfecho, pero sabe
que con el tiempo se sentirá solo otra vez. Recuerda sus relaciones pasadas con
mujeres, vienen a su mente los instantes de intimidad, anhela poder conocer a
alguien diferente, una persona que se respete y que lo inspire a ser mejor
persona.
Se pregunta cómo lograr dejar de ser adicto a la pornografía, ha visto
videos de personas que explican su salida de este horrible vicio,
lamentablemente Ángel no ha logrado vencerlo. Piensa que es algo normal
debido al fuerte deseo sexual de los hombres. En casa sus padres trabajan
mucho y lo dejaban solo, algunas de esas ausencias fueron la oportunidad para
que él llevara a varias mujeres a su cuarto.
Hoy Ángel quiere hablar de esto con alguien, mira su lista de amigos,
pero la mayoría de ellos están igual o peor que él. Decide salir a correr y a
respirar aire fresco, a su paso ve cómo se visten y se maquillan algunas
jovencitas de su edad, no les presta atención y sigue entrenando. Una chica que
pasaba por ahí lo observaba con cada vuelta que daba en el parque. Al tenerla
enfrente pudo notar que era muy alegre, de hecho, iba acompañada de su mamá,
esto le pareció bien a Ángel quién terminó hablándole muy a gusto.
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Después de esto se motivó al llegar a casa, le parecía haber conocido a
alguien que por fin marcaba algo diferente, tierno y amable.
Después de este incidente cada vez que iba al parque se motivaba y se
sentía feliz de conversar con una mujer, ella sabía de historia, física, literatura,
política y salud, esto último era lo que más le gustaba a él. En su pasado
siempre conoció a mujeres adictas a chucherías, maquillaje, a las redes sociales,
chismes, salir a pasear y a subir a diario una foto a Instagram mostrando su
cuerpo, pero la joven (que para este momento hemos descubierto se llama Sofía)
era muy diferente, no era una fanática del ejercicio ni de las dietas, sino más
bien era consciente de todo lo que hacía tendría consecuencias.
Al conocer a la mamá de Sofía, se dio cuenta que es una mujer de
admirar, trabajó como enfermera en su juventud y quien al saber de la
enfermedad de su esposo que ahora está muerto víctima del cáncer, se dedicó en
cuerpo y alma en su cuidado. En su casa hay muchos libros, su familia siempre
ha considerado el arte como algo esencial en la formación del ser humano. En
su biblioteca personal hay libros de toda índole: gramática, geografía, pintura,
idiomas, música, arquitectura, filosofía, geometría y grandes tomos de la
enciclopedia británica.
Algo le llama la atención a Ángel y es una Biblia que está en la sala sobre
una repisa. Da otro vistazo general a la casa y no observa algún plato sucio o la
típica bolsa de basura a rebosar, Ángel se siente como un extraño en la casa de
una reina. Los tres comen y conversan plácidamente, en ningún momento
mencionan cosas como el noviazgo o sobre el trabajo, en cambio, la señora
Alicia le pregunta a él como ha estado, ella se preocupa por su estado emocional
pues reconoce que es un joven inquieto.
Sofía le enseña sus artistas preferidos, entre ellos está Luciano Pavarotti y
Lara Fabian, Vivaldi, Yanni, Strauss, Chopin, Wagner, Andrea Bocelli, Luis
Miguel, Nat King Cole, Whitney Houston, Ingmar Bergman, Jean Paul Sartre,
Isabel Allende, Aretha Franklin, Astrud Gilberto, Audrey Hepburn, Gabriela
Mistral, Joan Didion, entre otros. Ángel no lo creía, para él encontrar gente así
solo era posible en sueños, de hecho, muchas de las chicas que conocía solo les
gustaba el reguetón y fuera de ello, sus únicos pensamientos giraban casarse y
se acabó. No esperaba encontrarse a alguien así cerca de su casa.
Ángel ya había ganado una gran amistad con Sofía y cada día aprendía
algo más de ella. Por otro lado, al ver la vida de sus anteriores amigos se daba
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cuenta de que estos no eran felices y una de las razones por las que estaban en
esta situación se debía a que se sentían solos, provocando (o más bien
decidiendo) unirse a alguien para que los haga feliz de varias maneras: sexual,
emocional o psicológicamente, pero muy pocas veces espiritual. Decidió
contarle su problema, fue tanta su pena que terminó llorando, Sofía no se rio ni
se alarmó, ella sabía que muchos hombres eran esclavos de ese vicio porque un
chico que le gustaba también era dependiente de eso. Ella no lo pensó dos veces
en sacar su Biblia y explicarle a él lo que era el amor según el libro sagrado, fue
a Corintios y leyó lo siguiente:

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es


jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad”

Al llegar a casa Ángel sintió cómo si un peso se le quitara de encima,


había algo en él que lo hacía sentir muy feliz, por fin había conocido a una
amiga de verdad, alguien que no solo estuviera con él para matar el tiempo, sino
que era un ser que quería saber su lugar en el mundo y que su vida fuera
utilizada para bien.
Pareciera que la conclusión de esta historia será como un triviado final
feliz, pero dejemos por un momento el pensamiento común y descubramos los
hechos que sucedieron:
Ángel cumplió los 25 años, ese día celebró con nuevos amigos, de pronto
llegó Sofía con un regalo entre sus manos, él tomó el pequeño objeto
rectangular y lo abrió, la sonrisa de Ángel era muy grande pues su amiga le
había entregado unos lentes nuevos, a él no le importaba cambiar de lentes, los
que tenía en ese momento estaban rayados por las veces en que se le caían. En
la caja de los anteojos había una nota pegada que decía: “los ojos son la ventana
del alma y hoy sé que miramos igual, felicidades Ángel”.
Pasados cinco años. Ambos continuaban creciendo en amor, dejaron a sus
padres y madres, convirtiéndose en “una sola carne”, marido y mujer, salían a
todas partes, a la iglesia, al parque, al cine, a visitar a sus padres y a diferentes
partes del mundo.

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Dentro de cada uno había un respeto hacia el otro, una fuerza que los
obligaba a servir lo más posible, a cuidar y prever lo mejor para el otro. En la
intimidad ninguno tenía pena o sufría de un deseo intenso para satisfacerse a sí
mismo, los dos se sentían plenos al saber que ese individuo formaba una parte
inseparable de sí mismo.
Pasó el tiempo hasta que una noche un ángel llegó a la tierra, tenía el
nombre de Marcos, en sus primeros días mostraba una seguridad innata, hablaba
muy bien, pero jamás pudo ponerse de pie, su cuerpo no respondía como el de
los demás niños, su hermana Ingrid, menor que él por dos años, no comprendía
muy bien por qué su hermano no podía patear el balón.
Marcos no iba a la escuela, sus padres habían decidido que recibiría su
educación en casa, tomaba clases en línea y con éxito pasó a secundaria.
Cuando su hermana llegaba a casa después de jugar con sus amigas de la
escuela, miraba a su hermano que estaba atento a los programas de naturaleza
que pasaban en la televisión, conforme iba creciendo, ella se preguntaba si a
Marcos le gustaba alguien, en una ocasión notó que estaba muy absorto en el
celular, tratando de jugar con él corrió y tomó el aparato, pero se llevó una gran
sorpresa al ver que estaba mirando pornografía, él se apenó mucho y se metió en
su cuarto. Al llegar, sus papás hablaron con Marcos, explicándole que era una
acción muy mala, que una mujer no es un objeto sexual y que no era correcto
estar de morboso mirando a los demás en intimidad.
De buena gana Marcos entendió, su padre le explicó cómo la soledad que
tenía de adolescente le llevó a caminos torcidos, también le habló de como
Sofía, le devolvió la esperanza de conocer a una mujer virtuosa. Gracias a esta
conversación llena de amor —más que regaño— por conocer la sexualidad fue
posible que el menor tuviera más dominio propio y viera en el reflejo de sus
padres, el futuro que quería tener.
Pero lamentablemente en toda historia hay hechos que escapan a nuestro
entendimiento y eso fue lo que les pareció a Sofía y a Ángel, quienes después de
tres visitas al hospital, veían que su hijo no se reponía, sus huesos eran muy
débiles y perdía peso cada día, ya no quería comer y tampoco tenía ganas de ver
sus programas favoritos.
En una ocasión Marcos le preguntó a Sofía:

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—¿Me voy a morir mamá? —ella, con un fuerte nudo en la garganta y
enojada le respondió:
—Nunca vuelvas a decir eso, Dios nos está probando, él quiere
mostrarnos cómo después de la adversidad viene la gloria.
—Pero ¡qué Dios tan malo! ¿Por qué hacerme sufrir si me pude decir:
¿”levántate y anda” o no mamá? Sofía se llevó las manos a la boca y empezó a
llorar, salió del cuarto de Marcos y se refugió en el suyo, sus ojos los cerraba
con fuerza y su cabeza ardía, sentía que las palabras de su hijo habían
atravesado su alma.
Al llegar a casa Ángel pudo notar los ojos hinchados de Sofía, la abrazó y
le dijo que todo iba a estar bien, que no iba a regañar a su hijo por hablar así, en
cambio le dijo que iban a seguir orando para ver los milagros que Dios puede
hacer en la vida de todos los seres humanos.
Mientras la crisis existencial parecía invadir la casa, Ingrid, la hija
pequeña, se comenzaba a maquillar más, le comenzaban a gustar los chicos, el
ver a su hermano en casa ya no parecía importarle, si tenía la oportunidad de
jugar con él, lo hacía, si no, le daba igual.
Eran las cinco de la mañana cuando Sofía se levantó a preparar a su hija
para ir a la escuela, hizo el desayuno y calentó agua, entró al cuarto de ella pero
sintió algo en su vientre, como si tuviera cólicos, se detuvo un momento, respiró
y vio que Ingrid estaba durmiendo, le tocó la pierna y le indicó que ya era hora
de despertarse.
Del otro lado estaba Marcos estaba muy quieto, ella se acercó y le dio un
beso en la frente, pero de pronto parecía que estaba dentro de una pesadilla, el
presente la golpeaba de manera horrible, su hijo no respiraba, comprobó su
pulso y no tenía, su pecho estaba muy duro y su rostro estaba muy pálido. Sofía
gritó, cayó de rodillas y se apretó el cabello, su hija se le acercó y ella la abrazó
muy duro, su esposo entró y las vio, ella le dio a la niña y cerró la puerta para
quedarse sola con su hijo. Tocó el cabello de Matías con delicadeza, le limpió la
cara con agua que siempre tenía cerca y le tomó su mano, arrodillada ante él
comenzó a orar el Padre Nuestro.
Fue un año largo y difícil, pero al final el inmenso amor de su esposo e
hija la hicieron salir adelante. Sofía recobró la confianza en sí misma, en Dios y
en la vida.
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Ahora salían más a menudo para evitar que la hija absorbiera cualquier dolor,
visitaban los parques y veían varias películas en el centro comercial,
programaron unas vacaciones a Europa para relajarse y no deprimirse por la
muerte de Matías.
Una mañana cuando aún no salía el Sol en el hotel que visitaron, Ingrid
tuvo un sueño y se levantó rápido para decírselo a su madre. Al llegar a su cama
le dijo que había soñado con Marcos, que podía caminar y jugaba fútbol, que ya
tenía novia y que se veía guapo porque le había salido bigote. Ambas se
abrazaron llorando de felicidad y despertaron a papá para contarle, él les dio un
beso y se levantó de la cama con una sonrisa, abrió las cortinas del cuarto y
contempló al Sol que había decidido salir un día más de la oscuridad.

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4.1 El amor no guarda rencor
(Quiero liberarme)

Armando decide probar la pistola de su padre en un complejo lleno de


edificios abandonados. El sonido de los disparos no llegaba a lo largo de los tres
kilómetros en que se encuentran las casas más cercanas. Armando quiere
intentar disparar sin lentes, piensa que podrían caérsele por lo nervioso que está,
agarra el arma y apunta a lo lejos, con su poca vista alcanza a ver un pequeño
punto azul que se está moviendo como en forma ondulada. Piensa que es una
playera colgada para secarse, dispara una continua ráfaga, el hacerlo le hizo
sentir mucha confianza, como si de pronto toda su energía y valentía estuvieran
en cada bala que se impactaba contra ese algo a lo lejos.
De pronto el pequeño punto azul toma una forma mayor, ahora se veía
más grueso y parecía tener una estructura que el reconocía: era una persona
pequeña. Armando hizo este descubrimiento al percatarse que su objetivo caía
de rodillas. Ahora el joven se llena de terror, tira el arma a lo lejos y corre en
dirección al lugar. Al llegar, ya con sus lentes puestos, ve mejor la horrible
escena… es un niño, las balas se impactaron en su pecho, una sensación de frío
y un nudo en su garganta invaden a Armando, los ojos del niño que por su
estatura ronda los 10 años, le dirige una mirada de dolor, su boca está llena de
sangre y se retuerce poco a poco.

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Armando sale huyendo de ahí, corre tan rápido como puede, llega a su
casa y se mete en su cuarto, se tapa con una sábana y tiembla, media hora
después vomita y su boca se queda seca.
Al día siguiente va a la escuela y sus compañeros comienzan a insultarlo,
algunos lo empujan de un lado a otro, se imagina de qué forma puede hacerles
sentir dolor al igual que él lo siente. Armando los ignora, se siente vacío, no
tiene ni ganas de comer, se mira al espejo y ya no le da asco su cara, comprende
que es una etapa de la vida, será pasajera y más tarde desaparecerá. Les ha
preguntado a profesores por qué la adolescencia es un proceso tan complicado,
no le gusta sentir erecciones involuntarias, ni tener que ir a la escuela solo para
obtener buenas calificaciones que sus padres le exigen. El pensamiento del
joven se va volviendo más abstracto, comienza a cuestionarse todo, los libros de
filosofía son sus favoritos pues ha comenzado a analizar más el comportamiento
humano.
Por el momento, su conciencia lo acusa de haber matado a alguien
inocente, piensa en cómo la vida de ese pobre niño que no tenía la culpa de nada
acabó solo por la amargura de otro. Fue en este instante en que se interrogó
cuánto porcentaje de los hechos atroces en el mundo se debieron a que esas
personas no tenían suficiente amor en su corazón.
Los chicos que lo molestan llegan al baño en que se encuentra,
comienzan a decir bromas sobre su aspecto. Controlando sus impulsos juveniles
tan prestos a la ira; Armando logra calmarse. Decidió tomar esta decisión luego
de meditarlo bien, comprendió que tal vez esos jóvenes tan malos no eran
amados en su casa y la única forma de sentirse importantes era molestando a los
demás.
A la semana siguiente ya no ve a esos chicos en su salón porque los han
cambiado de escuela. Ahora su único temor es ser descubierto por haber matado
al niño en los edificios abandonados, sabe que no puede volver al lugar.
Comienza a recordar que debe tirar la ropa de ese día, además debe de salir con
alguien para que demuestre que su comportamiento está bien y nada ha
cambiado. Al regresar a casa se asusta al ver una camioneta negra justo en la
entrada, abre la reja y gira la perilla de la puerta principal, dentro hay dos
hombres con caras serias sentados con su madre que está llorando. Los tres lo
ven y de pronto los hombres se levantan, uno lo toma del cuello y el otro pone
las manos del adolescente en su espalda.

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Armando puede imaginarse quienes son y qué quieren de él, se imagina
su vida en la cárcel, con gente que ha hecho más que disparar un arma y matar a
un inocente. Se hace a la idea de estar rodeado de secuestradores, violadores,
pedófilos o personas todavía peores. Comienza a llorar y a decir que fue un
accidente. De pronto, los dos hombres lo sueltan, Armando cae de rodillas y
mira a su alrededor, el panorama es horrible, ya no está en su casa, está en un
lugar abierto, el cielo es rojo, y los edificios a su alrededor están cayéndose a
pedazos, se pueden escuchar lamentos terribles, Armando siente que algo
aprieta su pecho, es como la sensación de agonía al ver un avión dirigiéndose
rápidamente hacia él y no poder hacer algo.
—Despierta, despierta —dice la mamá de Armando desde la puerta. Él
abrió los ojos y se dio cuenta que estaba en el cuarto de su mamá.
—¿Qué haces dormido aquí? Sabes que no me gusta que entres, si lo vas
a hacer tienes que dejar todo como estaba, apúrate y arregla la cama —dijo ella
algo alterada.
Armando entendió todo, el niño muerto, los policías y el mundo
destruyéndose fue todo un sueño, se había acostado justo después de tomar la
pistola del cajón de su mamá, con pánico todavía, coloca el arma en su lugar y
sale de ahí. Camina rápido al baño, se lava la cara y sonríe, entiende que la vida
no está solo hecha de emociones, sino de inteligencia y cordura que llegan a
cualquiera si se piensa que las acciones no solo afectarán a uno sino a todos los
que están a su alrededor.

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5.1 El amor es benigno
(No me gusta mi foto de perfil)

Días después del incidente en el baño Katia visita un antro, sus amigas
beben alcohol en demasía, las fotos y videos de aquella supuesta diversión
inundan las redes sociales, el lugar está infestado de cigarros, marihuana,
cocaína y mucho perfume. Todo esto convierte a este sitio al que acuden
jóvenes y adultos sin nada que hacer, en el mejor lugar para encontrar parejas
pasajeras, ella lo sabe y lo visita en la zona hotelera de Cancún para conocer
hombres nacionales y por suerte uno extranjero.
Dentro del mar de gente que se aprietan entre sí, hay una chica, el ruido
de las bocinas provoca que Katia no entienda algo de lo que la otra le está
diciendo.
Tan solo tres mesas las separan, poco a poco la chica misteriosa se va
acercando, Katia puede ver que su vestimenta es muy elegante, tiene un collar
de perlas, poco maquillaje, le sorprende que no lleve minifalda o escote
exageradamente abierto como ella y las mujeres que están en ese sitio.
Katia no puede apartar la mirada, la otra joven se acerca como bailarina
de ballet (suavemente pero sin los saltos). El cambio de luces del club nocturno,
muestran claramente el rostro de la chica, un color rojo alumbra su mejilla
izquierda y una luz azul brilla sobre su lado derecho. Una sonrisa, solo eso bastó
para que Katia se sonrojara, ya más cerca, se da cuenta que la extraña joven
parece que acaba de salir de una entrevista de trabajo.

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Ambas platican en la mesa, las otras chicas con las que fue Katia están
bailando con hombres que lo único que hacen es elevar su libido para luego
hablar de ese incidente con sus demás amigos a las primeras horas del día
siguiente.
Pero volvamos a la mesa, las dos, por su forma de llevarse, pareciera que
se conocen desde tiempo atrás. La elegante joven por fin dice su nombre, se
llama Marisol, su cabello es ondulado, sus ojos color miel y sus labios son entre
delgados y gruesos, por su acento cualquiera diría que es de alguna ciudad al
norte de México. Marisol y Katia se toman de la mano y deciden salir del lugar.
Ya es tarde, son las dos de la mañana, piden un taxi y a medio trayecto Katia
tiene ganas de vomitar. Marisol le pide al conductor que se detenga, Katia
vomita. Su garganta emite sonidos que a Marisol se le hacen raros.
Ya en el taxi las chicas se miran de nuevo y Katia aprecia mejor los
labios de su compañera. Le gustan mucho, verla le transmite tranquilidad, siente
algo en su vientre, no aguanta las ganas de besarla y se dirige hacia el rostro de
la joven. El taxista mira por el espejo, y a punto de que las chicas unan sus
bocas, Katia se duerme y coloca su cabeza en las piernas de Marisol.
Diez de la mañana, Katia está con dolor de cabeza, siente su cuerpo
caliente, tiene mucha flojera para levantarse, mira su celular y ve que sus fotos
del antro ya llevan decenas de “likes”, por fin decide ponerse de pie, se da un
baño y prepara el desayuno. Extraña a sus padres que se encuentran de
vacaciones en la ciudad de México, planearon ir a ver a Luis Miguel en uno de
los conciertos en el Auditorio Nacional.
Llegó el momento de acordarse, la imagen de Marisol irrumpe en su
mente, se pregunta más cosas: ¿de dónde será? ¿Tendrá novio? ¿Por qué estaba
vestida así? ¿Por qué fue tan amable al traerme a casa? Toma su celular y ve su
álbum de fotos, pero no hay rastros de la chica misteriosa. Les escribe a sus
amigas, pero ninguna parece recordar que la hubieran visto platicando con la
joven que les describió.
Se sirve cereal porque no le gusta tardarse preparando el desayuno, la
leche que toma es deslactosada y le pone muchos frutos rojos como fresas y
ciruelas. Horas más tarde mientras veía la televisión en su sillón, sintió que la
comida se le iba a la garganta, no pudo soportarlo y fue al baño, vomita en el
retrete, observa la comida en el agua y se limpia la boca, se pone de pie y luego
mira el espejo, su rostro es un poco cadavérico, sonríe y sale del baño.
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Son vacaciones de Semana Santa, y aburrida de ver su celular una y otra
vez, decide ponerse ropa deportiva y salir a hacer ejercicio.
Ya le dio cuatro vueltas al lugar, pero algo o más bien alguien, ha
llamado su atención. Son las ocho de la noche, las luces de los focos que
alumbran la cancha de fútbol también caen sobre una persona que está mirando
el encuentro deportivo.
Katia parece reconocer su silueta, a pesar de que observa a ese ser de espaldas le
resulta familiar, se dirige hacia donde está y le toca el hombro, la persona voltea
y sí, resulta que es Marisol, la joven del antro.
—Hola, no te había visto. ¿Vives por aquí?
—Sí, un poco retirado, pero me gusta venir aquí —dijo Marisol con una
voz dulce como si fuera la primera vez que se conocieran.
—Oye, gracias por llevarme a casa la otra vez —Katia habló sonriendo y
haciendo un gesto con su mano derecha sinónimo de tomarse un trago, hacía
esto tratando de hacer la plática más divertida; logrando que la otra chica le
regalara otra sonrisa.
—¿Cómo has estado? —dijo Marisol.
—Bien, bien, mis padres salieron de vacaciones y yo estoy sola en casa.
—Ya veo —respondió Marisol muy indiferente, Katia miraba a los chicos
que jugaban y cómo su compañera miraba con atención el encuentro.
—¿Tu novio está jugando? —preguntó Katia con ojos alegres.
—Noooo, cómo crees, jajaja, no me gusta el fútbol, se me hace un juego
muy primitivo, soy más como un bicho raro, me encanta leer y escribir poesía.
—Waoo, que bonito, ya nadie es así —dijo Katia reconociendo muy en
sus adentros que su vida era por completo diferente a la vida de Marisol.
—Lo sé, pero es eso lo que me gusta, ser única, qué aburrido sería repetir
la vida de otros —añadía Marisol recogiéndose el cabello.
—Claro, no te preocupes —dijo Katia.
—¿Y tienes novio?
—Mmm, tenía uno, lo corté hace tres meses porque era muy mujeriego y
violento. Las dos continuaron hablando, a los pocos meses ya se habían vuelto
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amigas, ambas visitaban las librerías y se ponían de acuerdo para ver películas
de arte en el cine.
Gracias a Marisol, Katia conoció el cine de Andrei Tarkovski, la
literatura de Khalil Gibran y la poderosa música de Bach, la pintura de Piero
della Francesca, al principio fue difícil adaptarse al arte, pero poco a poco fue
descubriendo los beneficios de que su alma conociera la belleza interior de cada
artista. En una ocasión, mientras comían en un restaurante, Katia tuvo otra vez
la sensación de vomitar, provocando que se levantara y abandonara rápido la
mesa. Marisol la acompañó al baño y desde el otro lado de la puerta escuchaba
cómo vomitaba Katia. Las chicas volvieron a la mesa y platicaron de lo
sucedido, de cómo había iniciado Katia a vomitar desde los 15 años, hablaron
de que ella no se sentía bonita y que su primer novio le decía que estaba gorda.
Admitió que escuchar esas palabras, viniendo de la persona que amaba, era lo
que le dolía más. Marisol no lo pensó dos veces, se levantó y sentándose a un
lado le dio un abrazo, Katia no aguantó la emoción y comenzó a llorar.
—Gracias Marisol, de veras lo necesitaba —dijo Katia limpiándose las
lágrimas con una servilleta. Ambas chicas se despidieron, Katia se dirigió a su
casa y Marisol a un parque grande lleno de árboles.
Son las ocho de la noche, Marisol camina entre las plantas del lugar, el
claro de luna resplandecía e iluminaba el sitio, la chica se arrodilló y comenzó a
llorar.
—Dame más tiempo, por favor, todavía no sabe, déjame explicarle, por
favor —decía Marisol con una voz entrecortada.
Un hombre que pasaba por ahí al escuchar y ver a Marisol llorando,
corrió hacia ella, pero se llevó un gran susto al ver que la figura corporal de
Marisol se convertía en una paloma blanca y emprendía el vuelo para huir.
Aquel hombre no lo podía creer y huyó asustado del parque.
Pasó un mes desde aquel incidente, las chicas habían decidido visitar
Mérida, Yucatán. Katia no quería pedir permiso a sus padres, porque hasta la
fecha no les había dicho que tenía una nueva amiga, sentía que sus padres eran
muy entrometidos y siempre le hacían preguntas haciéndola sentir culpable de
cualquier decisión que tomara. Así que les mintió, diciendo que se quedaría a
dormir con Fabiola (su otra amiga que había sido la responsable de mentir
también, para salir de antro con ella la última vez) y hacer cosas de mujeres

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como una pijamada para arreglarse el pelo, las uñas y aplicase exfoliantes
faciales.
Sus papás accedieron y ya en el autobús al siguiente día, las chicas
platicaban de su pasado y qué esperaban de su futuro.
Para Katia, su papá era muy estricto, sin educación, porque apenas había
terminado la primaria y además era muy machista, ordenaba que su esposa
hiciera la limpieza de la casa y solo aportaba el dinero que le sobraba de alcohol
para los gastos del hogar.
Ambas bajaron del camión y visitaron algunas casas antiguas de la
ciudad. En días recientes Katia se había comprado una cámara réflex para
tomarle fotos a los nuevos sitios que observarían. La joven decidió tomarle una
foto a Marisol, pero todo quedó en un intento porque a su amiga no le gustaban
las fotos, de hecho, no tenía Facebook y su foto de perfil en WhatsApp solo
tenía la imagen de una paloma.
—No quiero, no quiero —decía Marisol mientras se tapaba la cara.
—Está bien —dijo Katia dándose por vencida. Marisol caminaba frente a
ella, Katia no lo pensó dos veces y tomó la tan buscada foto.
Las chicas llevaron un mantel para hacer un picnic, encontraron un área
verde y bajo la sombra de un árbol se sentaron para comer fresas y sándwiches,
Marisol había logrado poco a poco que Katia comiera mejor y su paladar
disfrutara nuevamente de todos los sabores que se había dedicado a eliminar de
su vida. En esta ocasión también habían traído espagueti y jugo que ambas
tomaron. Las chicas reían, pero de pronto Marisol comenzó a llorar.
—¿Qué tienes? —preguntó Katia.
—Nada, es solo que me gusta verte feliz —dijo Marisol con voz suave
mientras las lágrimas escurrían de su rostro. Katia le dio un abrazo y pudo oler
su pelo, le agradaba mucho, nunca había sentido una experiencia parecida hacia
una mujer. Marisol dejó de llorar y se puso muy seria, sus ojos todavía tenían la
misma dulzura que Katia había percibido desde el primer momento en que la
conoció; de hecho, la cinta roja que llevaba para sujetar su cabello le hacía ver
muy inocente. Marisol secó sus ojos y dijo lo siguiente mientras tomaba la
mano de Katia:
—El verdadero amor es lo más puro que podrás conocer Katy.
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—Lo sé, no te preocupes amiga —respondió su compañera mientras
sonreía.
—Todos nos sentimos solos en algún momento —dijo Marisol y la
miraba como si tratara de entrar en la mente de Katia. Ella también la miraba y
le pareció ver en el rostro de su amiga la de alguien más. Como si fuera una
visión, el rostro de Marisol visto desde la mirada de Katia, tomaba la forma de
una niña de corta edad.
Era ella, Ester, no Marisol; la pequeña que Katia había conocido en la
primaria y que había muerto al caer del techo mientras jugaba con su hermano a
las escondidas. Katia comenzó a llorar y agachó su cara.
—No llores, estoy bien, vine para ayudarte —dijo Marisol con voz suave
y maternal.
—No es cierto, tú estás muerta, ¿por qué, por qué? —preguntaba Katia
totalmente alterada. Un grupo de palomas dejó con fuerza un árbol que estaba
cerca del lugar, una de ellas era tan bella y blanca que brillaba por el reflejo del
Sol. Katia se asustó, pero Marisol tomó su mano.
—Parece que la vida es dura Katy, lo sé, pero todo tiene sentido, es difícil
aceptarlo, pero debes confiar en Él.
—¿En Él? ¿Quién es Él? —preguntó Katia.
Sin ver el rostro de Marisol, Katia escuchó lo siguiente como si se tratare
de una voz que provenía de su cabeza: “Jesús”. Katia levantó su cara y se
sobresaltó al no ver a alguien a su alrededor, todo parecía no tener sentido.
Las cosas estaban ahí, los sándwiches, la pasta, el jugo y su cámara, sin
pensarlo dos veces la agarró y se alarmó al ver la fotografía que supuestamente
le había tomado a Marisol. En la imagen aparecía el fondo, los edificios, la
arquitectura de la zona, la luz del Sol, la calle, los autos, pero nada, no estaba
Marisol, Katia solo había capturado un paisaje cualquiera. A pocos metros
encima de ella, había quedado en el árbol una paloma del grupo que momentos
antes había despegado. Era la misma paloma blanca, sus plumas parecían brillar
aún más, Katia la observó y le tomó una foto, días después esa imagen sería la
prueba de que todo lo que vivió con Marisol había sucedido de verdad.

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6.1 El amor no es arrogante
(No existen los milagros)

Kevin abrió los ojos, pudo ver lo mismo del día anterior, el enfermero
pasaba con una carpeta color plateada para examinar cómo estaba, pero se
sorprendió al ver que este lo miraba y le decía cosas. Le preguntó cómo se
encontraba y si podía deletrear su nombre. El chico hizo eso y más, a los pocos
días se puso de pie, podía sentir las piernas, su cabeza estaba tranquila y no
pensaba en otra cosa más que llegar a casa y ver a sus papás.
Después de una semana de convivir en su casa decidieron que era
momento de que volviera a la escuela, así que lo hizo, regresó a tomar sus
clases, pero ahora tenía una rara sensación, no hallaba una razón lógica a todo lo
que le había pasado, anotaba en su libreta las posibles razones: genética,
recuperación acelerada, buenos medicamentos, relajación, pero todo le parecía
absurdo, algo dentro de él supo que no era normal, este tipo de hechos no
ocurren normalmente. Sus días en la universidad le parecían fáciles, todos lo
felicitaban de regresar, las chicas lo buscaban para platicar pero él ya no tenía
ganas de hacer eso, en cambio, quería conocer más acerca de lo que ya había
aceptado: había sucedido un milagro.
Encontró a los hermanos con los que había debatido días atrás y les
explicó lo que ocurrió, ellos se alegraron de verlo y lo abrazaron. Kevin se
disculpó por cómo les había hablado. Los hermanos respondieron que no había
problema y en cambio le hablaron sobre lo que ellos creían: en Dios.

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La arrogancia de Kevin volvía a tocar su puerta mental, el no creía en
Dios, se levantó de la mesa y se fue, no pudo creer que fuera a hablar de Dios
con ellos.
Cuando regresó a casa jugó un poco de videojuegos, luego decidió ir al
cine, pero en el momento en que iba a decir el nombre de la película que quería
ver no pudo hablar, se había ido su voz, le dio tanta pena que fue al baño, se
miró en el espejo y pronunció con sus labios: ¡perdón, perdón!
Kevin no lo podía creer, todo parecía una pesadilla, las personas tampoco
hablaban, no había ruido, todo era silencio, salió del baño y fue a una tienda de
discos para colocarse audífonos y escuchar algo pero todo fue en vano. Sordera,
pensó, de pronto le faltaba el aire, el día parecía más gris que nunca, salió del
centro comercial, no quería que nadie lo viera, se sentía rechazado, apartado del
mundo, por fin llegó a un parque donde no había nadie.
Sentado debajo de un árbol comenzó a llorar, lamentó su vida, llena de
infortunios, como si todo lo malo le sucediera a él, hasta que de la nada un
suave sonido entraba por sus oídos, Kevin levantó la mirada y se maravilló de
ver a un pájaro pequeño con el pecho amarillo, el ave reposaba sobre una rama
del árbol y miraba a Kevin.
Este será nuestro pacto, escucho una voz dentro de su cabeza, el pacto
con el que te protegeré hasta el fin de tus días, no importa lo que te suceda, yo
estaré ahí, aunque un millar de ejércitos acampen contra ti, ahí estaré, te enviaré
este pequeño pájaro para que recuerdes que nunca te abandonaré, por eso se
valiente y no temas que yo estoy contigo.
Los días, meses, años y décadas siguientes Kevin parecía más relajado,
veía la vida de otra forma, los pesares que la vida le iba mostrando en su salud y
amigos que estaban en las drogas, prostíbulos, robos e infidelidades, no le
hacían eco, su casa estaba llena de pájaros con pecho amarillo, a diario lo
visitaban, Kevin ya tenía 33 años y vivía solo, salía de casa diariamente para ir a
trabajar, a su paso se topaba con perros callejeros que le movían la cola como si
fuesen soldados y él su capitán, la gente lo miraba con envidia, no podían ver a
un hombre soltero con una sonrisa y bien vestido conduciendo su auto. Cuando
regresó del trabajo se sorprendió al ver que todo dentro de su casa estaba hecho
un alboroto, su computadora no estaba, se habían llevado hasta el horno de
microondas, los ahorros que guardaba en un clóset desaparecieron.

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Kevin sonrió cuando un pajarito de pecho amarillo se posó sobre su hombro, en
ese instante recordó el día que estaba bajo el árbol, sólo que ahora ninguna
lágrima había en su cara, en cambio una sonrisa iluminaba su rostro, tomó al
pájaro y lo alimentó con un poco de alpiste que tenía en su alacena. Apagó las
luces de su habitación y durmió escuchando en su mente unas palabras que
nunca se fueron de su vida a pesar de todo, de la muerte, de la violencia, de la
injusticia, de la hipocresía, de la maldad.

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo;
siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”

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7.1 El amor no hace nada indebido
(Borrar conversación)

Pasaron los años luego del bochornoso hecho, Camila tiene una nueva
solicitud de amistad, mira a las personas que buscan conocerla y en la lista hay
un chico que llama su atención, es Carlos, desde hace 10 años no lo había visto,
se dejaron de ver desde la secundaria. Acepta su solicitud y mira el muro del
joven, sus publicaciones hablan sobre Dios y acerca del verdadero amor.
Momentos después mira sus fotos. El chico popular que conoció tiempo atrás
había cambiado, ahora luce más discreto, ya no es el niño que presumía sus
músculos. Ella no espera más y decide hablarle por chat:

—Holaaaaaa .
—Hola Camila.
—No lo puedo creer, cuánto tiempo de no saber de ti.
—Sí, lo sé.
—Has cambiado mucho, como que te veo diferente.
—Sí, me han pasado cosas que me han vuelto más consciente de la vida.
—Sí me imagino, ¿oye podemos vernos? ☺
—No lo creo, ya no vivo en la misma ciudad.
—Ah ok, bueno luego hablamos.
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Poco a poco Camila iba teniendo más confianza con Carlos; quien nunca
la ofendía ni la incitaba a hablar de temas privados. Esto se le hacía raro a ella,
tanto, que llegó a pensar en la posible virginidad o preferencias sexuales de él.
En una ocasión, ella no se aguantó las ganas de decirle sobre sus fantasías
sexuales intentando abrir la conversación y terminar comentando sobre eso. El
mensaje que le envió libre de pena ya había sido leído por Carlos (pues dos
palomitas de color azul lo demostraban). Pasaron, dos, cuatro, cinco, diez,
quince, hasta treinta minutos y el mensaje continuaba sin ser respondido.
Camila se hartó y le envió una gran cantidad de signos de interrogación
intentando obtener alguna respuesta. Ya en la noche, Camila encaprichada
apagó su celular después de no obtener respuesta por parte de él.
Después de dos semanas de no obtener respuesta ni señales de
comunicación de Carlos, Camila recibió un paquete en la puerta de su hogar, al
parecer alguien le había enviado algo. Tomó la pluma digital del señor de
servicio de entrega y firmó. Dentro de casa apenas y lograba mantenerse quieta,
su corazón palpitaba porque en su cabeza estaba la imagen de Carlos. Abrió el
paquete con unas tijeras y se encontró con una carta color rosa. Dentro de ella
estaba su foto de hace 10 años (el tiempo desde que se habían conocido),
acompañada de letras de colores, que decían lo siguiente:
“Hola Camila, espero estés bien, creo que has malentendido mis
intenciones, no busco hacerte sentir mal, ni ofenderte, simplemente espero que
te des cuenta de qué tan grave error es tomar las cosas a la ligera.
Hace tres años cometí un hecho muy grave, te explico, yo tenía muchas
ganas de tener relaciones sexuales con cuanta mujer tuviera enfrente, en ese
entonces las mujeres me buscaban solo por mi atractivo, una de ellas se
enamoró de mí, hacía todo lo que le pedía, pero la traté mal y abusé de su
confianza, le bajé tanto la autoestima que terminó suicidándose.
Hoy me lamento de todo lo ocurrido, si algo he aprendido es que el amor
no hace nada indebido. Yo estoy dispuesto a conocer ese amor que llega
después de mucho sacrificio. Espero algún día puedas entender mis palabras.
Dios te bendiga”
Esa fue la última vez que Camila supo algo de Carlos, esa carta fue como
si le hubieran quitado una venda del enamoramiento de los ojos, con ella pudo
decidir mejor con qué clase de hombres juntarse, también le hizo sentirse

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valorada y respetada por la forma tan bella en que su amigo de la infancia le
había abierto su corazón, ahora cuando los hombres la tachaban de lesbiana al
no salir con alguien, sabía que estaba marcando la diferencia al no ser igual que
el resto.
Incluso su padre sonreía cada vez que entraba en su cuarto porque Camila
había escrito en su pared la frase de Albert Einstein:

“La mujer que sigue a la multitud por lo general no obtiene nada más allá de la
multitud, la mujer que camina por si sola es probable que se encuentre en
lugares donde nadie ha estado nunca”

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8.1 El amor no se irrita
(Comida hecha con pixeles)

Martin duerme, entre las imágenes que van y vienen, están sus recuerdos
de niñez, la primera vez que dio un beso, también la ocasión en que fumó su
primer cigarrillo, su inicio en las relaciones sexuales, recuerda este momento
como algo lleno de placer, pero admite que no había amor; solo el deseo de
conocer esa parte de la vida que le hubiera gustado descubrir a más avanzada
edad.
Entre una visión y otra, se transporta a su casa cuando era pequeño, sus
familiares están a la mesa platicando sobre algo aburrido, los adultos miran las
noticias y él decide ir al patio a jugar con sus amigos, recuerda que es su
cumpleaños, vino Elías, el niño que vive a cuatro casas de la suya, su abuela
llega y le pregunta por qué lo invitó, él le dice que es su amigo, hace memoria y
se da cuenta que sus abuelos no se llevan con esa familia por un problema del
pasado, por supuesto los niños no le dan importancia porque lo único que
quieren es divertirse. Ese día recibió muchos regalos, abrazos y besos en la
mejilla, en esa ocasión lo visitó Edith, la niña que le gustaba, ella le regaló una
caja de chocolates y una carta deseándole lo mejor.
Las imágenes se disuelven, hay obscuridad, ahora está en la secundaria,
corre como loco pues es perseguido por el chico más rápido del salón, mira su
clase, su mirada pasa como fantasma, observa a los chicos sin que ellos se den
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cuenta, ahí está Paco el chico al que sus padres no le prestaban atención,
también está Orlando el joven que años más tarde se convertiría en un experto
de las artes marciales, también está Grecia, la primera chica que se embarazó en
la secundaria, la recuerda sonriendo con sus bonitos dientes blancos, su falda
corta y sus labios pintados, Martín se ríe porque aparece la maestra de inglés,
ahora entiende que en ese entonces era nada más que un niño sin escrúpulos,
insultaba a todos y hablaba sin parar.
Intenta correr hacia ellos pero en su intento dio un salto a otro evento de
su vida, es la muerte, el primer recuerdo que tiene es con un familiar que
falleció, es de noche, ahora los adultos que estaban en su fiesta están sentados y
una lámpara alumbra la sala en donde están, él está en su cuarto, su hermano lo
ha levantado y le ha explicado que al parecer han asesinado a su primo, el no
entiende nada y camina para ver la escena desde el final del pasillo, su tío está
llorando, tiene las manos en la cabeza y todas las voces emiten gemidos, piensa
que están jugando y prefiere irse a dormir.
Dura poco su intento porque ahora su mente lo transporta a otro hecho, su
madre le dice que tiene cáncer, tiene miedo, siente que la vida no tiene sentido,
que es mejor que un asteroide caiga sobre la tierra y destruya todo pues nada es
eterno y Dios se pasa la vida jugando a los dados. Se quiere morir, no quiere
sufrir, su abuela lo asusta, le dice que su mamá tiene contado el tiempo, ahora
va a su escuela sin ganas, no le llaman la atención las niñas, comienza a dudar
de todo, a buscarle por qué a las cosas, a tratar de hallarle el sentido a la vida.
Una chica lo mira, está enamorada de él, pero en su soledad prefiere ignorarla.
Todo comienza a temblar, las caras de sus compañeros comienzan a deformarse,
sus cuerpos se mueven como siluetas sin forma humana, tiene miedo, quiere que
todo termine, no sabe por qué está viendo todo esto.
De nuevo oscuridad, hay sombras a su alrededor, hay voces que lo
critican y se burlan de él, escucha a niñas diciéndole que no vale nada, que se va
a quedar solo, un ruido se intensifica y es duro oírlo, se parece al timbre de una
frecuencia de radio, las sombras se acercan, él siente que algo le aprieta el
pecho, de la nada aparece una luz blanca que poco a poco va destruyendo toda
la oscuridad.
Ahora se escuchan los cantos de las aves, está en un bosque, los perros
que tenía cuando era más pequeño están ahí, sonríe, se siente vivo, a su
alrededor están todos sus amigos, sus familiares y hay un ser que le llama la

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atención, está a lo lejos y lo saluda lleno de gusto. Sus familiares lo despiden y
le indican que se dirija con él. Poco a poco va sintiéndose más ligero; como si
flotara, al irse acercando ve que el sujeto tiene a un bebe en brazos, lo mece con
ternura y el pequeño sonríe y toma el dedo del individuo.
Ahora los dos platican, Martin le dice que su rostro se le hace familiar, él
lo acepta y le indica que siempre se han conocido pero ahora lo ha olvidado. Él
bebe comienza a llorar, Martin lo ve y hace lo mismo, pareciera que sueltan
lágrimas de manera coordinada, el hombre misterioso toma el rostro de Martin y
de la nada se secan las lágrimas. Es un sentimiento raro, le parece que no hay
nada de qué preocuparse, que no hay obligaciones por hacer y que solo se
respira paz en ese lugar, el Sol entra por las ramas de los árboles y todo parece
coexistir en armonía, Martin, le pregunta qué puede hacer ante el bebé de Libna.
El hombre misterioso pone su mano en el vientre del joven, de pronto
Martín siente una palpitación, se aparta asustado, pero en el suelo poco a poco
se va poniendo feliz, siente que algo bueno le espera, como la sensación cuando
sabes que ganarás algo por haberte esforzado tanto.
El hombre que visto desde cerca tiene cabellos blancos y ojos de fuego le
da un abrazo a Martin, y le dice: No estás solo. Se va no sin antes deletrear algo
en la mano del chico. Martin mira su mano y está escrito el nombre Berenice.

Ahora abre los ojos, mira el techo de su cuarto, da un gran respiro, voltea
a su derecha y mira su celular, habían muchas llamadas perdidas de Libna, sin
pensarlo dos veces le envía un mensaje diciendo que su hija Berenice cambiará
el rumbo de sus vidas.

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9.1 El amor todo lo soporta
(Una vida inocente)

Libna está en la clínica, espera su turno en los sillones de la sala de espera, se ha


pagado con sus ahorros el viaje a otro Estado donde es permitido el aborto, les
ha mentido a sus papás que ahora está pasándosela estupendo con sus amigas en
Nueva York, planea verse con ellas después de tomar esta decisión.
La acompaña Grace, ella ya ha abortado antes y le dice que no pasa nada,
que solo se va a sentir ardor pero luego se le pasará porque la van a sedar. Libna
ve a otras jovencitas frente a ella, hay de todas clases sociales, pues quiso ir a un
lugar no tan conocido para no generar historial, eso acordó con el médico que
debido al monto pagado aceptó sin rechistar. La espera se hace larga, ya le dejó
decenas de mensajes a Martin, pero él no le ha respondido, incluso cuando le
marca el celular aparece sin señal.
Entre tanta preocupación le dan ganas de hacer del baño, se levanta y
pregunta por el sanitario más cercano, una vez ahí descansa, en si no eran ganas
de hacer pipí, más bien estaba estresada, tanto que ahora sudaba, se miró al
espejo y se sintió más fea que nunca, una voz se escucha en su interior, ¡asesina!
Aparta su mirada del reflejo y se sienta a un lado del lavamanos, no quiere
matar a nadie, se siente culpable, no logra entender cómo muchos ven el aborto

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como algo normal, pero el imaginar los objetos que entrarán en su cuerpo le
provocan ganas de vomitar.
Grace toca la puerta, le pregunta si todo está bien, ella le dice que sí. Sale
del baño y va al consultorio del doctor que le practicará el aborto. Sube a la
camilla, se desabrocha la bata dejando sus piernas abiertas, las enfermeras la
toman de las manos, una comienza a verificar su pulso, la otra prepara la
anestesia local, su amiga sonríe, de pronto y antes de que algo ocurra las luces
se extinguen, un foco se comienza a prender y a apagar repetidas veces, los
materiales para la operación suenan dentro de una bandeja plateada, el sonido
del metal aturde a Libna pero a los demás parece no importarles; de hecho,
sonríen y a medida que lo hacen la joven puede ver en ellos sus dientes afilados,
tanto que al cerrarse provocan que las encías sangren. Prestando más atención
sus ojos son como los de un pescado; grandes y con la pupila dilatada, Libna
grita intentando moverse, pero se da cuenta que sus manos están atadas a la
camilla, ahora el doctor y las enfermeras comienzan a reír y a bailar,
rápidamente tirando todo a su paso, el cuarto parece irse cayendo poco a poco,
cae polvo del techo y el suelo comienza a romperse.
—Ayuda, ayuda —grita Libna pero nada sucede, en cambio una
enfermera le coloca un trapo en la boca y con una cinta le da una vuelta por toda
su cabeza para que no pueda hablar. El doctor abre más la boca, sus dientes se
han puesto más grandes y afilados, parece la boca de un tiburón, sin compasión
abre más las piernas de Libna y la mira sonriendo mientras sus encías sangran
sin parar.
—Es hora del show —dice el doctor, Libna intenta cerrar las piernas pero
el doctor se va acercando poco a poco a su vagina, a ella le aterra todo, siente
que se va a morir y de un momento a otro se desmaya.
¡Abre los ojos mujer, qué caso el tuyo! Te desmayaste sin que te hayamos
puesto la anestesia, así no podemos iniciar, no te vayas a levantar en plena
operación. El doctor ya con su rostro normal y sin dientes afilados, le habló
sarcásticamente a Libna. Ella se levantó y les dirigió una mirada de odio a todos
y a Grace le dijo:
—No quiero ser una asesina como tú, ¡no te quiero volver a ver en mi
vida!

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Se cambió y salió de la clínica con la mirada del personal del lugar y el de
las chicas que iban a hacer lo mismo que ella, antes de irse les dijo: “no sé
ustedes, pero yo prefiero vivir sabiendo que no he matado a alguien”.
Al salir llena de adrenalina y mil emociones en su interior, se subió a un
taxi para dirigirse a la estación más cercana y regresar a casa para explicarles a
sus papás todo lo sucedido. Mientras miraba el cielo despejado a través de la
ventana del auto recibió un mensaje de Matías que decía: “se llamará Johana”.
Libna pudo por fin sonreír llena de confianza.

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10.1 El amor todo lo sufre
(El desamor en tiempos de Internet)

El Sr. Agustín vivía años atrás con sus dos hijos, María y Abel. Les había
entregado parte de su vida para que alcanzaran sus metas. Incluso, cuando su
esposa se divorció de él supo que tenía que apoyarlos en lo que necesitaran,
pensó que no debían de sentir la ausencia o por lo menos él trataría de ayudarlos
en lo que pudiera. En la secundaria le costó mucho que su hija se abriera con él
para que le brinde apoyo durante los días en que tenía la regla. Eran momentos
difíciles, María tenía unos cambios de humor terribles y no se sentía cómoda
con la ropa que usaba, era muy caprichosa y siempre le reprochaba a su papá el
que no tuviera el dinero suficiente para comprarle ropa de marcas exclusivas.
Con Abel todo era muy diferente, estaba en la edad en que se sentía el
más fuerte del mundo, pero algunas veces sus palabras herían lo más humilde de
su padre. Si María le reprochaba el no tener dinero, Abel le decía que no tenía
tiempo para salir a jugar al parque, incluso una vez le dijo que era un fracasado,
un esclavo del trabajo y que no era un buen ejemplo de padre. Todas estas
actitudes venenosas de sus hijos el señor Agustín las soportaba, creía que sus
hijos cambiarían y se darían cuenta de sus errores, puede llamársele falso amor
o fe, de lo que nadie puede dudar era que ese hombre, amaba a sus hijos.
Ahora 20 años después de que sus hijos se quedaran con su casa y lo
abandonaran, él ha tenido que sobrevivir pidiendo limosna a cada persona con la
que se topa en su camino, su memoria se va deteriorando poco a poco, no come
muy bien, a veces cuando logra reunir más de 100 pesos se compra un combo
en McDonald’s y satisface su hambre por unas horas. En las noches le gusta
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descubrir nuevos lugares, ya ha dormido en iglesias, paradas de autobús,
escuelas, tiendas, cementerios, y en un bosque, planea no volver a hacerlo ahí
porque la última vez una rata lo mordió. Su cabello está seco, no se ha bañado
en años, la gente lo voltea a ver con asco, pero el sigue su rumbo, no está loco
diciendo cosas a lo tonto, simplemente espera que sus hijos vuelvan por él y lo
ayuden como el los ayudó cuando eran pequeños.
En su día a día el señor Agustín ha estimado mucho a unas personas, son
dos jóvenes que vienen a verlo para platicar, incluso a veces en vez de darle
dinero le llevan comida. Él les agradece cada vez que los ve y por separado les
cuenta sobre cómo el otro joven lo viene a ver también. Además, también les
platica lo que sus hijos le hicieron y cómo mantiene la esperanza en que logren
cambiar.
Hoy lo fue a visitar el chico, esta vez trajo un tablero de ajedrez, intenta a
enseñarle a jugar pero el señor Agustín ha olvidado todo, le cuesta mucho
concentrarse. Terminan de platicar y el joven se despide, va a una tienda de
abarrotes para comprarle agua. Ahora gracias a ello él se podrá lavar las manos
y la cara más a menudo. Se prepara para dormir y mira las estrellas, se acuerda
cuando las veía en compañía de sus hijos, cierra sus ojos y duerme.
Días después, entre sus recorridos por los lugares de ocio se encuentra a la otra
joven que también habla con él, prefiere no hablarle, ella está sentada en unas
mesas de un parque, sus amigas platican y apuntan en sus libretas unas cosas.
Ella lo ve, les dice a sus amigas algo y se dirige hacia él, lo saluda y le sonríe, le
pregunta cómo ha estado, la chica se da cuenta que ahora tiene un perro que lo
acompaña a todos los lugares que va.
Las manos del Sr. Agustín tiemblan, la joven le pregunta si ya comió, él
le responde que no lo ha hecho. Entre todas las chicas cooperan para comprar
una buena comida en una de las fondas que están cerca. Le han comprado un
platillo con carne, frijoles y arroz, además la señorita también compró croquetas
para el perro. Una vez que logran despedirse el señor Agustín va a la iglesia, no
se olvida de ir, no le importa que los “hermanos” lo miren feo, ni que algunos se
hagan a un lado cuando se pone de rodillas para orar y pedir más poder para
amar a sus prójimos.
Hoy ha pasado una semana, el chico que siempre lo viene a ver ha traído
bolsas llenas de ropa y más comida, su cara irradia mucha felicidad, ve que el sr
está hablando con alguien, es una mujer, lo sabe porque puede ver su cabello
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que está en su espalda, verla le parece especial, casi nunca había visto al Sr.
Agustín conversar con alguien. La joven se levanta y los dos descubren la
identidad del otro.
Erick y Emireth se dan cuenta que ambos visitaban al mismo hombre. Al verse,
sus rostros se llenaron de indiferencia, el señor Agustín les preguntó si se
conocían; a lo que ellos respondieron que sí. Erick le entregó la ropa y comida
que trajo y miró con unos ojos llenos de odio a Emireth, lo que ella hizo ante
esa actitud tan infantil fue apartar la mirada, cada uno muy en sus adentros
querían pedir perdón si en algún momento ofendieron a la otra persona, pero su
egoísmo y pensamientos individualistas provocaron que no hicieran nada. El
señor Agustín notó esta forma de actuar de los chicos y les dijo que no quería
nada, que era mejor morirse de hambre que recibir algo de mala gana, los dos lo
miraron y le dijeron que no era nada malo. Él les respondió que si no lo era
entonces por qué actuaban tan mal el uno con el otro. Los chicos no querían
escuchar sermones de un hombre mayor y se fueron cada uno por su lado.
Días después ambos iban (cada quien por su lado) a los lugares que el
señor frecuentaba, al no verlo se preocuparon, pero no querían preguntarse el
uno al otro si lo habían visto. Emireth salió como cualquier día con dirección a
su trabajo, ya había desistido de buscar al Sr. Agustín, pero se sorprendió al
verlo sentado en un lugar del estacionamiento en el centro comercial donde
acostumbrada desayunar. Al verlo corrió hacia él y le pregunto dónde se había
metido, él le respondió que no era de su incumbencia, ella se sintió mal al
escuchar esas palabras de la persona que tanto cariño le había dado.
—¿Duele, verdad?
—¿A qué se refiere?
Que cuando alguien hace que no esperabas que te hiciera, te afecta, altera
tu vida, pero dime la verdad, ¿acaso por eso vas a dejar de amar o de ser amable
hacia una persona?
Ella por un momento no quiso responder, pero al final lo hizo admitiendo
que uno no deja de amar a alguien a pesar de que lo haya ofendido.
—¿Entonces por qué estás enojada con Erick? —Le preguntó el hombre.
—Mire, hace tiempo que él y yo manteníamos una relación, su forma de
actuar era muy rara, de hecho, una vez me lastimó físicamente, yo no quiero
estar así en un noviazgo.
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—Muy bien, ¿y cómo quieres estar?
—Pues ya sabe, amada respetada, valorada, apoyada —respondió
Elizabeth con mucha seguridad.
—¿Y así te sientes ahora? Digo, me habías dicho que actualmente tienes
una pareja.
—Mmm pues la verdad no, ¿pero a qué viene todo esto?
—No te digo que seas de nuevo la novia de Erick, pero si algo he
aprendido de acuerdo a lo que me ha pasado con mis hijos, es que el odio puede
destruir no solo a la persona que nos hizo daño sino también a nosotros mismos.
—Ok, entiendo, ¿qué sugiere?
—Sencillo, la próxima vez que venga Erick, no te muestres hostil, sé
amable y trata de dirigirte a él de manera educada.
—Pero, ¿qué gano yo?
—¿Aún no lo entiendes? Ganarás todo. El hombre tomó sus cosas y se
fue.
Emireth meditó por mucho tiempo las palabras del hombre, no quería ser así
con Erick, en cambio trataba de ser lo más áspera posible.
Hoy es viernes, Erick salió de su trabajo, planeaba ir a tomar cervezas
con unos amigos pero decidió no hacerlo porque al día siguiente había decidido
ir a correr, quería dejar viejos hábitos que estaban destruyendo su vida como lo
era fumar y beber alcohol.
En el camino de regreso a casa, se sorprendió al ver a una persona tirada
en el suelo retorciéndose del frío, era un vagabundo, estaba sobre un pedazo de
cartón, Erick corrió y sin pensarlo dos veces se quitó la gabardina que traía
puesta, el hombre volteó en automático y reveló su rostro, era el Sr. Agustín,
Erick se llenó de felicidad, pues desde hace meses no había visto a aquel
hombre. Antes de preguntarle dónde estaba la ropa que le había entregado la
otra ocasión, se detuvo porque al fondo del callejón donde estaba aquel hombre
había más personas en el suelo estaban usando como sábana la ropa que él le
había entregado.

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Erick fue al Oxxo más cercano y compró dos cafés y unos sándwiches,
Una vez sentado con el aquel hombre, el hombre mayor le pidió una explicación
sobre su comportamiento con Emireth.
—Sabe, es algo complicado señor, prefiero no hablar de ello.
—¿Complicado como un laberinto? —El señor Agustín preguntaba
elevando sus cejas en señal de duda.
—Sí, más o menos así.
—Supongo que sabes que no existe laberinto sin salida ¿verdad?
—Claro que lo sé, pero ella es muy especial, ya no quiero verla, es más,
por mí que se muera, me hubiera gustado no haberla conocido jamás.
—Pensé que cuando salías con ella decías todo lo contrario.
—Si, pero eran otros tiempos.
—Entonces qué cambió, no logro comprender.
—Ni yo la verdad.
—Yo creo que sí sabes, pero eres tan terco que no lo quieres reconocer.
—Oiga, no vengo con usted para que me dé clases de cómo vivir.
—Entonces de qué quieres que hablemos, de lo maravilloso que eres o
sobre tu corazón tan grande y cómo te interesas en ayudar a un vagabundeo
como yo, pero la verdad es que a la media vuelta de esa loable actitud
desprecias a alguien con quien compartiste momentos que no quieres recordar
porque no obtuviste lo que esperabas o más bien deseabas.
—Touché, buena esa, lo sé, ya entendí, pero bueno ya me dijo como soy,
que le puedo hacer.
—Mucho.
—Mucho ¿en serio? Esa relación ya está muerta.
—¿Cómo sabes?
—Porque ella tampoco me quiere ver.
—¿Ya le preguntaste?
—No, pero con ver su actitud la otra vez me lo puedo imaginar.
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—¿Ahora eres escritor y psicólogo para imaginar las actitudes de los
demás?
—No, hablando en serio, usted la vio, ella tampoco quiere saber nada de
mí.
—Descuida, el tiempo pasa y en su sabiduría muestra nuestros errores y
nos empuja a cambiar nuestra actitud ¿no lo crees?
—Sí, tiene razón, bueno está bien, seré más amable la próxima vez que la
logre ver. Gracias por sus consejos, me asombra, muy pocas personas hablan
como usted lo hace, pareciera que todo se entiende mejor con usted.
—Jajaja, es sencillo, ¿te digo el secreto?
—Venga, estoy ansioso.
—Perdonando.
Hoy es Febrero 16, Emireth y Erick caminan en la misma calle, unos 30
metros los separan, cada uno piensa en las palabras del Sr. Agustín, ambos han
terminado las relaciones sentimentales que habían iniciado después de
conocerse, reconocieron que solo las tuvieron para sacar que “un clavo saque
otro clavo”. Detienen su paso al ver que un carro muy lujoso y una ambulancia
se han detenido en un callejón, del auto elegante marca Lincoln salen dos
personas, uno es hombre y parece de 40 años, lleva barba negra en forma de
cuadrado y un saco café, está perfectamente peinado y muestra una fuerte cara
de preocupación, a su lado hay una mujer que viste con un saco blanco, lleva
tacones negros, su cabello es pelirrojo, cualquiera diría que es la doble de
Jessica Chastain, está perfectamente maquillada y lleva un bolso Louis Vuitton,
ella también está alterada, ambos entran en el callejón donde ya hay enfermeros
poniendo una manta sobre un hombre que yace en el suelo. Erick y Emireth se
miran pues ya han llegado hasta el sitio, no pueden pasar más al fondo del
estrecho lugar por la cinta amarilla de precaución que puso la policía, cuando
los enfermeros traen la camilla se dan cuenta que aquel hombre era el Sr.
Agustín. Emireth rompe en llanto y se tapa la boca, Erick la toma del brazo y la
abraza lo más fuerte que puede, sus gemidos sorprenden a la pareja que había
salido del auto.
—¿Lo conocen? —preguntó al unísono la pareja elegante.

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—Sí, a veces lo veíamos en diferentes sitios y le dábamos comida, era un
sujeto muy agradable.
—Sí, sí que lo era —la pareja mayor respondió con una mirada hacia el
suelo y un timbre de voz muy bajo, como si estuvieran apenados.
—¿Y ustedes también lo conocen? —preguntó Erick.
—Sí, somos sus hijos, mi nombre es Abel dijo el hombre con barba de
candado.
—Yo soy María, respondió la mujer de cabello rojo. Sus ojos también
lagrimearon y Abel dio un golpe en la pared como muestra de su ira.
—Tranquilo hombre, él también nos platicó de ustedes —Erick les habló
familiarmente a aquellas dos personas.
—Ah, ya veo, también nos vas a decir que fuimos unos malditos hijos por
haberlo dejado así ¿verdad?
—No, no piensa decir eso —respondió Emireth abriendo los ojos más de
lo normal.
—Ah bueno, ¿entonces tienen algo que decir? —El hombre de barba de
cuadrado preguntó echándoles a ambos una mirada de soberbia. Erick suspiró y
miró a la pareja directamente a los ojos y señalando con su dedo de la mano
izquierda la ambulancia que se llevaba el cuerpo del señor Rogelio.
—Ese hombre los amó hasta su último suspiro, nunca gastó un solo
segundo de su vida para odiarlos, es más, él esperaba que un día como hoy,
ustedes estuvieran aquí para abrazarlos y amarlos más.
Los rostros que momentos antes estaban serios, ahora lucían apenados,
sabían que todo lo que le habían hecho a su padre, a él en realidad nunca le
afectó. Recordaron las palabras que les dijo justo después que ellos le dijeron ya
no era bienvenido en su casa, esas palabras eran: “el amor no es una emoción, es
una decisión”. En ese entonces no comprendieron lo que les dijo, estaban más
empecinados en saber cómo iban a vender la casa que ahora les pertenecía
además de las reliquias que el abuelo le había regalado a su padre. Abel enviaría
a sus hijos a las mejores universidades del país y María ganaría lo suyo para
poder crear su propia empresa. Hoy después de tantos años donde su corazón
había estado tapado de miles de “yo”, llegaba el momento en que un dolor y paz
llegaba a sus vidas.
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Erick y Emireth fueron a una cafetería para platicar de todo lo que le
había pasado desde que se habían dejado de ver. Las palomas comían restos de
comida en la banqueta, el cielo mostraba un bello atardecer y unos niños
juagaban a atraparse sin pensar en cómo, cuándo o por qué se divertían,
simplemente… amaban la vida.

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11.1 El amor todo lo cree
(Laberinto artificial)

Hoy se vuelve a levantar el joven en un día muy claro, hay una bella luz
que entra por todos los rincones de la casa, agarra el control remoto para ver si
hay algo en la televisión pero le ver sorprende que no se enciende, le pega a las
baterías para comprobar si hay algún cambio, pero todo sigue igual, toma su
celular para ver la hora pero tampoco enciende, tal vez durmió tanto que se le
acabó la pila. Sin preocuparse va a la sala, sus papás dan miles de vueltas
hablando y discutiendo.
—¿Qué pasa? —pregunta el joven.
—¿No sabes? Ya no hay tecnología, nada, adiós Internet —respondió su
padre muy alterado.
—¿Queeeeeeé? Estás loco, ayer todo estaba bien, no bromees.
—Ahhh, te crees muy inteligente, pues entonces explica esto.
En el periódico que le enseñó su padre estaba el siguiente título: “Adiós
al mundo digital”.
La cara del joven no lograba entender todo lo que había ocurrido, más
tarde en su escuela se discutía qué pudo haber provocado que ningún televisor,
computadora o dispositivo electrónico de ocio (como smartphones o
videojuegos) funcionaran. Todo era muy raro, las licuadoras si servían, también
las lavadoras, hasta los ventiladores, solo las cosas que al parecer mantenían a
las personas en pleno ocio eran las que habían dejado de funcionar.

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El chico se sentía muy ansioso, no podía vivir sin internet, sus días ahora
pasaban más lentos. En el mundo entero los presidentes de cada país habían
establecido que se impartirían consultas gratuitas para todas las personas adictas
a la red y que necesitaran tratamientos anti estrés, ahora las noticias solo
llegaban en papel, los periodistas únicamente escribían en máquinas de escribir,
las imprentas volvieron a sacar sus máquinas antiguas para dar a conocer todo
por medio de letras impresas.
El señor Carlos que hace 40 años repartía el periódico montado en su
bicicleta, volvió a las calles, saludaba amablemente a todas las personas que
querían un ejemplar de las noticias del día, dentro de cada uno de los lectores
esperaban la noticia que por fin el internet había sido reestablecido.
Los vecinos ya no estaban embobados con sus celulares, en cambio los
usaron como material idóneo para que reciban los golpes de sus nuevos
trompos. Las personas en las calles ahora estaban más conscientes de lo que
pasaba a su alrededor, ahí se podía ver a alguien ayudando a los adultos
mayores a cruzar la calle, a una persona diciéndole a otra que tenga cuidado de
pasar por un agujero, y las miradas de los jóvenes se unían como muestra de
risas y felicidad. Las niñas que podía ver el joven ya no se vestían igual que las
famosas que miraban por internet, en ese momento imitaban la apariencia
discreta de sus mamás cuando eran jóvenes. Los abuelos sacaron los viejos
discos de vinilo que tenían guardados en los closets, los jóvenes desarrollaron
mayor atención al prestar sus oídos a todo lo que los adultos les decían, ellos les
hablaban de la vida, de Dios, de sus padres, de sus fracasos amorosos y los
ayudaban a resolver cualquier duda que tuvieran.
De hecho, los accidentes en carretera disminuyeron, los policías ya no
perdían el tiempo en sus celulares mientras miraban el tráfico. Las parejas de
enamorados ya no se escribían desde sus casas envueltos cada uno en las
sábanas de su cama. Ahora los muchachos que pretendían iniciar una relación
sentimental ya no eran tan cortos en edad, dejaban esa etapa para después de los
veinticinco años, porque antes se estaban fortaleciendo emocional y
psicológicamente; algunos en diferentes oficios manuales, como la carpintería,
plomería, electricidad o pintura. Los que decidían cortejar a una mujer pedían
consejo a sus padres. Las rosas en la mano, las camisas bien planchadas, las
fuentes de sodas y los restaurantes se llenaban de jóvenes enamorados que les
daban el asiento a sus parejas y cuya cortesía asombraba a los adultos. Los
gobiernos de cada país planeaban plantar más árboles para que las personas
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pudieran pasar más tiempo con la naturaleza. Luego de un tiempo las personas
parecían convivir más en armonía.
La gente ocupaba más su tiempo para hacer cosas de provecho, gracias a
ello, en las escuelas ya no se obligaba a ver videos aburridos o preparar
diapositivas de Power Point, ahora los directivos habían decidido traer de vuelta
a los maestros de verdad. Solicitaron al gobierno y varias librerías, obras
importantes con el fin de mostrarles a sus jóvenes pupilos quiénes fueron los
responsables de los grandes cambios de la humanidad. Ahí estaban los bocetos
del cuerpo humano de Leonardo Da Vinci, también el cine de Ingmar Bergman,
las composiciones de Wagner, volvió el tablero de ajedrez con videos de
Kaspárov, también se debatía la teoría de la evolución y la visón bíblica de la
creación, además, las obras de Platón y Aristóteles eran de las favoritas por los
jóvenes quienes estaban ávidos de debatir con quien tuvieran enfrente.
Ahora la gente estaba más ejercitada pues dejaban el sedentarismo por
salir a correr, ahí estaban las familias en los parques, los niños jugaban con sus
padres y las mascotas también tenían su felicidad en esto, pues la atención que
les robaban los celulares ahora era inexistente, sus dueños los acariciaban más y
salían más seguido.
Es curioso, la gente perdió su miedo a intentar cosas nuevas y los comités
vecinales eran todo un éxito, los muchachos ya no se querían sentir unos
gánsteres como los protagonistas de los videos de reggaetón y hip hop que veían
en su pasado. Ahora al leer a los clásicos y al escuchar más a los padres querían
convertirse en hombres de bien. Aunque había algunos escépticos, nadie podía
negar que la delincuencia, contaminación, los embarazados no deseados y
divorcios habían disminuido.
Pasado un año y medio de que la gente no tuviera Internet, se corría el
rumor de que había gente que por fin pudo volver a conectarse a la red. Esto era
un secreto a voces, porque en realidad si estaba sucediendo. Los gobiernos no
“cazaban” a estas personas, el libre albedrío fue el lema de los presidentes.
“Cada quien elige qué ventana quiere ver, la real o la artificial”, se podía
leer en los grafitis de los muros en las ciudades. Era fácil reconocer a un “pixel”
(así se les llamaba a los que entraban a la red por medios desconocidos), estaban
encorvados, no comían bien, los había muy delgados, con sobrepeso o muy
obesos, también sus ojos estaban opacos, no había vida en ellos, casi no les

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gustaba salir a descubrir cosas más allá de su casa, también su piel era muy
pálida y su forma de hablar era muy cortante.
Apenas estaba volviendo el auge de la red a la sociedad, pero había
personas como el joven de esta historia que no se estaba dejando arrastrar por lo
que los demás pudieran pensar o actuar. Ahora tenía el hábito de escribir cada
vez más, se imaginaba siendo escritor pero sabía que para lograrlo debía tener
disciplina y amor por lo que hacía. Desde que se había “divorciado” de Internet
comprendió que la vida tiene el tiempo necesario para ser vivida, solo que los
seres humanos habían desarrollado malos hábitos con tal de destruir el tiempo.
Pasaron dos años desde la ausencia digital, el joven y su familia habían
salido más de viaje, visitaron diferentes sitios donde conectaron con la
amabilidad de las personas, conocieron más culturas y eso les dio más sueños
por querer hacer realidad. En uno de esos recorridos el joven decidió ir solo, les
platicó la idea a sus padres, quienes vieron en su hijo a un hombre maduro, ya
tenía 25 años y sus actos daban muestra de la responsabilidad de sus actos. Al
hacer este viaje el joven claro que estaba miedoso, pero había algo en él que
deseaba conocer más y más. Cuando subió al avión que lo llevaría a otro rincón
del mundo se maravilló y se preguntó cómo era posible que no decidiera hacer
este viaje antes cuando era un esclavo de su celular.
Al llegar al hotel donde se hospedaría a lo largo de una semana, se
asombraba al igual que un niño pequeño viendo juguetes nuevos, todo parecía
un sueño que poco a poco se iba haciendo realidad. Tocaba la textura de las
sábanas de su cama, se sentó en un cojín para leer un poco y lo más importante,
iría al mar para poner en práctica las clases de natación que había estado
tomando.
Ya en la noche el mesero le ofrecía bebidas y algo para cenar, él escogió dos
platillos del menú y escuchaba atentamente la “Balada para Adelina” que tocaba
el pianista del hotel. En ese estado lleno de paz y de deleite, el joven comenzó a
sentir algo en su estómago, se sentía muy a gusto mirando el rostro de una joven
que estaba sentada a lo lejos. Nunca había visto una cara tan amable y dulce, le
parecía que era una princesa, llevaba un vestido color morado. Al preguntar al
mesero quién era ella, este le respondió que, en efecto, era una princesa de un
país extranjero y estaba en el hotel buscando descansar porque su jet privado se
descompuso. Alrededor de la chica había personas que tenían smartphones
prendidos, subían fotos de ellos felices y bromeando. El chico apartó la mirada

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por qué pensó que tanta belleza de nada valía si al final era esclava del mundo
digital.
Su punto de vista cambió al ver que la princesa abandonó la mesa donde
estaba sentada y salió al balcón del restaurante mientras sus acompañantes reían
y seguían comiendo. El joven fue tras ella y lentamente se colocó al lado de la
bella mujer. La noche era estrellada y el sonido del piano llegaba hasta donde
estaban los dos. Mientras miraba el paisaje lleno de luces, el chico pudo notar
que la princesa estaba llorando.
—Disculpe, ¿se siente bien?
—¿Quién es usted y qué quiere de mí? —preguntó la mujer en inglés.
(Para propósitos narrativos seguiremos la charla en español)
—Hola, sólo soy un tipo que te vio llorar y se pregunta cómo alguien tan
linda puede derramar lágrimas y verse todavía más bella.
—Ahhh, eres un Romeo, pues mira no me interesan los hombres, así que
piérdete.
—De acuerdo, quería darte esto, creo que te puede ayudar. El joven le
entregó un pañuelo, la princesa lo tomó sin delicadeza y se limpió las lágrimas.
—Y bueno ¿podrías decirme porque lloras?
—¿Qué ganas si te lo digo? ¿Eres un paparazzi o algo así? Me di cuenta
que me veías desde tu mesa.
—No para nada solo quiero ayudarte, ¿tan falso parece eso?
—No, disculpa, lo siento, es que desde que en mi familia volvió eso de la
fiebre del celular, han creado inseguridades en mí. De hecho, mi padre es uno de
los pioneros en el desarrollo de tecnología, es cuestión de tiempo para que poco
a poco el internet regrese a cada rincón del mundo.
—¿A qué te refieres? —preguntó el joven con mucha curiosidad.
—Ahora están en pláticas con los presidentes y gobiernos para que todo
el tiempo que las personas no pudieron pasar en internet lo utilicen subiendo
miles de fotos y descargando todo el contenido que gusten.
—Pero ¿cómo lo van a hacer?

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—Sencillo, van a dar internet gratis en todo el mundo y reparar los
dispositivos electrónicos sin ningún costo.
—Ohh ya veo, me imagino que a veces no te gusta estar con ellos.
—Así es, yo soy su princesa, suben fotos de mi cara haciéndome ver
bella, como si nunca tuviera necesidad de nada, soy el claro ejemplo de la
perfección según ellos.
—Pues mira, nadie puede negar que eres bella, pero creo que detrás de
todo eso, algo que he aprendido desde que la red estaba desaparecida, es que
debemos valorar a las personas por dentro y no solo por lo que nuestros ojos
ven, ¿no lo crees?
—Sí, claro, ufff, que bueno que pienses así, y dime ¿qué te trae por aquí?
—Vacaciones.
—¿En serio? Eres tan joven, te envidio, yo siempre tengo que salir
acompañada de mis guardaespaldas.
—Si me imagino, oye si quieres algún día de estos podemos salir a
descubrir cosas, no me lo tomes a mal.
—Está bien pero no creo que me den permiso.
—No hay peor batalla que la que no se intenta —dijo el joven seguro de
sí mismo.
En ese momento un guardaespaldas se acercó al balcón para avisarle a la
joven que dentro de 20 minutos se debían retirar. Ella aceptó y continúo con su
conversación.
—Hay algo que debo decirte… Él viene pronto…
—¿A quién te refieres?
—No puedo decir su nombre, pero muy pronto lo descubrirás.
—No me asustes, jeje, ¿quieres explicarme?
—No tengo mucho tiempo pero aquí voy, presta atención, Arpanet hizo
su primera conexión en 1969, fue creada por el departamento de Defensa de los
Estados Unidos. Michael Aquino, fue un reconocido satanista y teniente coronel
del ejército de los Estados Unidos. Curiosamente ese país tiene un pentagrama
como agencia militar y de seguridad. Ahora bien, todos aman las redes sociales,
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dicen que cuando un producto es gratis es por qué tú eres el producto. Eso
quedó comprobado con lo que hizo Snowden, nos vigilan, somos un ganado
para ellos, nos distraen, nos idiotizan para esclavizarnos, para imponernos su
plan, el plan de Él, no puedo mencionar su nombre, él nos escucha, debemos ser
precavidos. Mis padres y los gurús tecnológicos lo saben.
Él es el príncipe de la potestad del aire, el internet viaja por el aire, la
serpiente antigua, la s de sin (pecado), la s del símbolo del dinero, la s de snake
(serpiente), la s de saturno, la s del sol, la s de six (seis) con tres cifras, la s de
smartphone, la s de satán, s de los semiconductores, hay invocaciones que ellos
utilizan para entrar en esta realidad, no puedes verlos, ellos están cerca…
De la nada un fuerte dolor de cabeza debilitó a la princesa y casi cae
desmayada, pero rápidamente fue socorrida por sus guardaespaldas y apartada
del joven rápidamente. Todo parecía confuso. A lo lejos unos fuegos artificiales
celebraban el regreso del internet en todo el mundo y todos en el hotel
celebraban con champán y música en intensidad. El joven fue a su habitación y
acostado mirando el techo reflexionaba las palabras de la princesa.
A la mañana siguiente el joven salió del hotel y preguntó en recepción si
la princesa había salido, pues todo el personal que la acompañaba la noche
anterior parecía haber desaparecido, el empleado del hotel dijo que no le podía
dar la información, el joven fue a buscar al mesero con el que habló en la noche
y este dijo que sí, la chica había salido temprano con su familia.
Ese día, el joven aprovechó su tiempo para ir a tirarse de tirolesa, probó
dulces característicos de los nuevos lugares a los que iba, se adentró a un jardín
botánico y vio pájaros que nunca había conocido. A su regreso al hotel pudo ver
que la princesa caminaba con dirección a su habitación. Él la saludó pero ella lo
ignoró volteando rápido hacia su celular. A él esto se le hacía familiar, esta
actitud la tenían muchos de los “pixeles”, pero le sorprendió cómo la joven iba
convirtiéndose poco a poco en eso que una noche atrás ella le dijo que no le
gustaba.
La siguiente ocasión que él se encontró con la princesa fue también en el
restaurante, a la hora del desayuno, no la acompañaba su familia así que el
joven no dudó en hablarle, el sentarse a su lado a la chica parecía no importarle
pues miraba atentamente su celular. El chico le preguntó si se acordaba de él,
ella le dijo que sí y siguió mirando su celular, la niña miraba memes y se reía de

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todas las imágenes que pasaba rápidamente, el joven la miró con tristeza y se
levantó de la mesa.
Esa noche los familiares de la princesa esperaban el momento en que ella
perdiera el conocimiento luego de colocarle un polvo en su bebida, una vez
dormida, sus padres la ponían en una camilla y la ingresaban al cuarto que
estaba próximo al suyo, una vez dentro ya los esperaba un cirujano y tres
médicos. La operación estaba lista para iniciar, los recuerdos de la princesa
serían borrados otra vez, sus imágenes mentales de cuando era niña tenían que
irse, sus gustos en comida tenían que desaparecer, y lo más importante, su
sentido crítico debía exterminarse.
Pasó el tiempo y al joven solo le quedaba un día en el hotel, así que
decidió ir a pasar la noche en un restaurante fuera de ahí, la comida fue
excelente, incluso cantó en el karaoke del lugar. Algunas personas utilizaban sus
celulares y le tomaban fotos, pero él no les prestaba atención, simplemente
quería aprovechar lo más que sus ojos pudieran ver. Y así fue, en su regreso
hacia el hotel decidió que haría el recorrido caminando, al pasar por las calles
notó que gran parte de la gente estaba volviendo a utilizar la tecnología, las
casas estaban iluminadas por la luz de los focos LED. Los niños habían dejado
los trompos, los baleros y el ajedrez por ahora sumirse de lleno en los
videojuegos de primera persona donde les encantaba disparar a lo que tuvieran
enfrente. Todos esperaban unas nuevas gafas de realidad virtual que lo
cambiaría todo, el sonido de un ave por beats hechos en computadora, un bello
amanecer por pixeles mayores a 4K y el tacto con un ser querido por imágenes
holográficas que se movían gracias a la realidad virtual.
Decidió ignorar todo y seguir adelante, recorrió el lobby, vio por última
vez el restaurante y fue decidido a su cuarto. Al intentar introducir la llave pudo
notar que la puerta estaba abierta, con delicadeza y temor entró suavemente a su
habitación para ver si alguien estaba ahí, sacó su navaja suiza y dio unos pasos
hasta que por fin se dio cuenta de que la persona que había entrado en su
habitación era la princesa. Cerró su navaja y se sentó al lado de ella en la cama,
tenía puesto un vestido de mariposas y además traía su pelo amarrado con un
listón color rojo, todo este aspecto la hacía lucir como una niña pequeña
inocente. El joven pudo notar que la chica llevaba un regalo en sus manos.
—¿Te encuentras bien? ¿Cómo entraste a mi cuarto?
—Mis padres son gurús tecnológicos, no lo olvides.
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—Claro, pero si querías entrar me pudiste haber buscado y te hubiera
entregado una llave, ¿quieres estar lejos de ellos verdad?
—¿De quién?
—¿De tus padres verdad?
—No, por qué habría de hacerlo, ellos son muy buenos conmigo.
—Pero hace días habías dicho que se comportan como todos los amantes
de la tecnología, y que eso de que te escojan como la modelo perfecta te
molestaba.
—¿Yo dije eso?
—¿Sí, no recuerdas?
—No, la verdad no.
—Bueno está bien, tal vez solo fue mi imaginación, pero recuerdo haber
platicado contigo luego de que lloraste.
—¿Lloré?
—Mmm, ya entendí, ¿se trata de una broma?
—No, mira, te traje esto— la princesa le entregó una caja de color blanco
con un listón rojo.
—Y ¿qué es?
—No sé, lo encontré después de la operación.
—¿Operación? Ahora si ya me estas asustando
—Sí, son chequeos que me hacen cada mes, es para ver cómo está mi
cabeza, a veces me dan migrañas y eso me ayuda a disminuirlas, solo que a
veces no recuerdo muy bien las cosas que hice días atrás.
—Ah, está bien, ahora vamos a abrir esto.
—Sí, me muero de curiosidad al ver qué hay dentro.
El joven tomó unas tijeras y cortó el listón rojo que envolvía la caja de
color blanco, quitó la envoltura y se asombró al ver lo que había en su interior…
era un celular con la pantalla más perfecta que se pudiera imaginar. Estaba
encendido y sus bordes eran plateados con dorado haciendo que tenga un diseño
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muy llamativo; parecía una obra de arte. La pantalla era de colores tan vívidos
que parecía que no tuviera superficie física. El joven tomó el celular y se dejó
maravillar por el lujoso artefacto. Algo le estaba ocurriendo en su interior, la
sensación de ansiedad volvía. Apagó el teléfono y lo metió otra vez a la caja. La
chica lo volteó a ver con preocupación.
—¿No te gusta?
—No, la verdad no, yo era esclavo de ese mundo y no quiero volver ahí.
—De qué hablas, no es nada malo, sólo es tecnología, no hace daño a
nadie
—Claro que sí, gracias a ello la gente volverá a ser como antes.
—¿Antes?
—No empieces, ahora me vas a decir que no recuerdas cómo era el
mundo antes, lleno de violencia y odio todo por la culpa de esas cosas, por mí
quédatelo.
—Eres un grosero, pensé que eras diferente, eres igual a todos.
—Jajaja, ahora sí recuerdas, pues a ver dime quiénes eran todos
—Los médicos.
—¿Los médicos qué tienen que ver?
—Ellos son malos, me hacen memorizarme palabras y me obligan a mirar
pantallas llenas de sexo y violencia.
—Oye, espera, ¿de qué médicos hablas?
—Me duele, me duele —la joven comenzó a cerrar los ojos y a gritar,
agarró todo lo que tenía a su paso y lo rompía. El joven llamó a recepción y en
menos de dos minutos aparecieron los guardaespaldas de la joven, tomaron al
chico y lo metieron al baño, mientras tanto, a la princesa le aplicaron varias
dosis de anestesia y se la llevaron cargando con dirección a un vehículo del
estacionamiento. Cuando personal del hotel entró a la habitación, notaron que el
joven estaba en el baño, lo ayudaron a salir y le pidieron que les diera
explicaciones de por qué estaba así el cuarto, él les explicó pero para eso un
señor bien vestido entró al lugar y dijo que se iba a hacer cargo de los daños.

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El joven le pidió una explicación lógica sobre el comportamiento de la
princesa, aquel hombre lo ignoró y salió de la habitación. El chico tomó la caja
que contenía el celular y la guardó en su maleta. Días después regresó a casa,
había leído en las noticias que cientos de empresas tenían planeado brindar los
mejores paquetes de ocio, ahora las laptops, pantallas planas, smartphones y
audífonos se controlaban con desearlo en tu cerebro, después de seis meses la
realidad virtual estaba en su punto máximo, las personas utilizaban esa
tecnología para diversos fines, la industria pornográfica crecía y las marcas de
videojuegos siempre estaban generando un alto valor en Wall Street.
Sus padres poco a poco iban volviendo a su rutina de antes con la
compañía del televisor, en uno de esos bloques informativos no pudo dejar de
escuchar que la princesa que había conocido en el hotel al parecer había muerto
luego de ir al evento Coachella, se mencionó que tuvo una sobredosis de
cocaína. El padre de la chica mencionó que su hija tenía deseos de quitarse la
vida desde tiempo atrás. Pero el rostro del progenitor más que tristeza lo único
que reflejaba era seriedad.
El joven sabía que así como estaba volviéndose el mundo nadie le iba a
creer si mencionaba lo que pasó en el hotel, de hecho, si pensaba hablar darían
con su paradero y obtendrían el primer prototipo perdido del nuevo celular de la
compañía, al parecer, la princesa había tomado el lujoso aparato para tomarse
unas fotos con él pero nunca lo regresó. De cualquier manera, la acaudalada
familia de la joven no estaba preocupada porque en los próximos días iban a
tener el lanzamiento oficial y ya tenían listos millones de dispositivos a precios
exhorbitantes.
Pasaría un año en el que todo volvió a como era antes, la gente caminaba
apurada de aquí para allá no prestando atención a lo que sucedía a su alrededor.
Para la gente los atardeceres eran mejor vistos a través de un celular o una
Smart TV, los jóvenes estaban desatados, su lenguaje era obsceno y lo único
que les interesaba era buscar el medio para saciar sus impulsos. Las drogas
llegaban a todos por fáciles accesos. Los policías detenían a la gente no para
obtener dinero sino también tratando de quitarles sus nuevos celulares. La
contaminación iba en aumento, tanto plástico y material tóxico para construir
dispositivos digitales se iban acumulando en los mares; porque las empresas
querían la novedad y no la durabilidad.

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Uno de los grandes avances para la humanidad (así lo tituló un video de
YouTube) fue la clonación, los hombres ahora podían crear digitalmente a los
hijos que le gustaría tener, además, también tenían el poder de “revivir” a sus
seres queridos. El video de la clonación mostraba el proceso para obtener su
ADN y luego la sangre de la persona entraría en una fase de incubación a nivel
molecular que aceleraba en cuestión de días el aspecto físico de la persona. Fue
en un noticiero donde el joven descubriría que la joven princesa había sido
clonada y ahora podía vivir otra vez, los padres de la joven se vanagloriaban de
tan perfecta elaboración diciendo: “Ahora somos dioses”.
En esta era ya no había pudor, las noticias y los videos musicales
enseñaban el sexo y la violencia sin censura. Ahora a todos les parecía normal el
vivir en un lugar lleno de odio y egoísmo, la existencia de Dios era una fábula y
las personas se prestaban a sus pasiones igual que los animales.
El joven no podía comprender cómo tan rápido el mundo había dado una
vuelta de 360 grados, viendo toda la maldad que había a su alrededor decidió
tomar una decisión, caminó hacia su habitación y sacó la caja que la princesa le
había entregado en el hotel, sabía que dentro estaba el lujoso celular que en
pocos segundos lo transportaría a ese “laberinto artificial”, al mundo en que los
deseos nunca eran satisfechos, donde podía husmear la vida de los demás y
buscar el contenido más enfermo que pudiera existir. Era sencillo, simplemente
prender el aparato y dejarse llevar al igual que el drogadicto se deja llevar por su
adicción. El joven abrió la caja y todo volvió a su mente…. en realidad, nunca
había guardado el smartphone otra vez. Haciendo memoria, recordó haberlo
tirado por el escusado del hotel y en cambio, guardó en la caja un libro que lo
había acompañado desde que el mundo se estaba cayendo a pedazos: su Biblia.
Dio vuelta a las hojas y se encontró con un texto que siempre le había ayudado a
mantener la esperanza en medio de la oscuridad:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en


el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”

San Mateo 20, 18-19

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12. Las muchas aguas no podrán apagar el
amor
(Diamante en bruto)

El sol nace a lo lejos, las plantas y las flores se abren para recibir la luz,
dentro de ellas agradecen que su creador se acuerde de ellos, se sienten bien al
saber que nunca las deja de cuidar. Los animales viven alegres, no filosofan ni
debaten su existencia, la vida se mueve por la tierra, las hormigas salen de sus
cuevas para ponerse a trabajar, las estrellas en el universo esperan su turno
pacientemente, pues en la noche, cuando los hombres volteen su mirada hacia
ellas, estarán ansiosas de mostrarse.
Un hombre nace, ahora es partícipe de la vida, podrá desarrollar su
fuerza, enamorarse, hacer lo que más le gusta, vencer sus miedos y acercarse
más a su creador. Una mujer también llega a este mundo donde las aguas se
mueven sin cesar, los volcanes explotan y el viento va de un sitio a otro sin que
alguien pueda conocer en verdad su rumbo. Cada uno podrá admirar la
perfección del otro, él se fijará en los dulces ojos y la delicadeza de su
compañera, amará su limpieza, su tranquilidad, admirará la parte divina que
tiene, al albergar en su interior la semilla de la vida.
Ella se sentirá segura con él, le abrirá su corazón y el la tratará como una
rosa, siempre la sostendrá y le ayudará a vencer su fragilidad, le brindará el
apoyo que necesitará al dejar a sus padres, será su cabeza y ella será dirigida por
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una senda llena de amor. Vencerán los retos juntos, no cada uno por su lado, la
vida les será simple, él no deseará a otras mujeres porque ella es ahora la reina
de su corazón. La mujer lo verá como un rey, aquel que siempre la escogerá en
medio de piedras preciosas y de la que se sentirá orgulloso de ser su compañero.
Soportará con ella sus dolores, tratará de adaptarse a sus inquietudes y nunca la
hará sentir mal.
Educarán a sus hijos con disciplina y amor, ella les mostrará la bondad y
él les mostrará lo práctico de las cosas, los niños crecerán con lo mejor de dos
mundos, su seguridad estará fortalecida y como buenos hijos tratarán de hacer
todo con respeto a sus padres. Buscarán tener los mismos valores que ellos.
Llegará el momento en que los cambios en sus cuerpos ocurran sin que ellos los
puedan detener, los padres les enseñarán qué propósito tiene todo eso, cuándo
debe ser usado, con quién y sobre todo, diciéndoles que el sexo no es malo,
simplemente las demás personas han hecho de sus cuerpos un estandarte y van
descuidando la fuerza que mueve el mundo: el amor.
Los hombres del mundo descubrirán el poder benigno y destructivo que
tiene cada uno en su interior. Comenzarán a odiarse, a insultarse, a desearse lo
peor, les es muy fácil lastimar a los demás, dentro de su corazón sabrán que algo
les falta, no es una mujer, no es un hijo, no es una familia: es Dios.
Muchos les dirán a las nuevas criaturas que él no existe, que es un
invento solo para controlar a la población, para mantenerla sumida en la
creencia de que un ser supremo que no han visto creó la Tierra. Tendrán dudas,
muy pocos los podrán orientar, irán a iglesias para conocer a su creador, pero la
mayoría de las veces conocerán a gente fanática que lo único que querrán hacer
será que se comporten exactamente igual que ellos. Decidirán confiar en Dios y
no darle explicaciones a los demás sobre su vida, será difícil, en ese camino que
muy pocos tienen el valor de seguir tropezarán, pero tendrán la fuerza necesaria
para volverse a levantar.
Sus decisiones tendrán más lógica y serán perfectas. El mundo los
insultará y aborrecerá, ellos llorarán, pero sabrán que su carrera no habrá sido en
vano. Pasarán la vida llenos de verdadero amor, no el falso que se vende en la
televisión, películas y redes sociales. Más bien se deleitarán en un amor lleno de
sacrificio, valentía y obediencia.
Al momento de su despedida ambos estarán listos para partir, saben que
la vida les fue prestada, que sólo eran instrumentos de algo perfecto y los espera
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en nuevos cielos y nueva tierra. Abrirán los ojos y ya no habrá temor en el
porvenir, antes veían por espejo y todo era oscuridad pero al estar ante lo
perfecto conocerán como fueron conocidos, su alma vuelve de donde salió y
estará lista para vivir eternamente en amor.

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Agradecimientos

Comenzaré agradeciendo a Dios, por su misericordia a pesar de los


pecados de mi juventud.
A Cristo, quien entregó su vida por mí y quien me enseñó el camino,
la verdad y la vida.
A mi esposa María, por su amor incondicional en los momentos más
duros de mi existencia. Conocerte fue el regalo más grande que Dios
me dio.
A mis abuelos, quienes me enseñaron los valores que llevo marcados
en mi corazón.
A mi hermano, por su arduo trabajo al ayudarme a maquetar este
libro.
A mi madre, quien me dio la vida, me acercó a Dios y se esforzó por
darme una buena educación más allá de los libros.
Quiero agradecer a mis amigos, Erick Erasmo y Uriel Zenteno
quienes en etapas de necesidad no dudaron en apoyar mis causas.
Por último, pero no menos importantes le doy gracias a Paco Alzaga,
José Luis Salgado “El Juglar de Cancún” y Melissa Zamudio
(@Melybee) por apoyarme en la difusión de mis libros.

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Sobre el autor

Marlon Pérez (Cancún, México. 1994).


Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la
Universidad del Sur Cancún. Trabajó como vendedor de libros,
maestro de dibujo, fotógrafo, editor, reportero y community
manager en el periódico Novedades Quintana Roo. Participó
como Jurado Joven en el Festival de Cine de la Riviera Maya en
el año 2013. Seleccionado en Cannes con el pase 3DaysinCannes
(2019).

Posee el canal de Youtube @MarlonPérez007 donde


recomienda libros, películas y series. Actualmente se desempeña
como docente universitario.

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