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El Otro Curso Del Tiempo: Una Interpretacion de Los Rios Profundos
El Otro Curso Del Tiempo: Una Interpretacion de Los Rios Profundos
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Indigenismo,
Literatura peruana,
Tiempo y Temporalidad,
Literatura indigenista
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Los ríos profundos de José Maria Arguedas fue un proyecto artístico conectado con la
realidad inmediata de un movimiento social emergente que, ... más información
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PDF Original
Resumen
Relacionado
Isabelle Tauzin
4tenencia
de las tierr
as como e
n Bolivia,
donde un p
rocesode r
eforma agr
aria había
sido empre
ndido en 1
953. Laciu
dad de Cus
co está ocu
pada en m
ayo de 195
8; éste esel
punto de p
artida de la
s sublevaci
ones que d
urarán uno
sdiez años
y verán la
aparición
de las guer
rillas inspi
radasen el
modelo cu
bano.
El mito de
Inkarri, est
udiado por
José María
Arguedas
en 1956, p
redice el re
nacimiento
del incacu
yo cuerpo
descuartiz
ado fue ent
errado en r
egionesdis
tantes y ha
de renacer
algún día,
de modo q
ueesta resu
rrección se
a la señal
de la revue
lta contra e
lopresor. E
sta alegorí
a sublimin
al comienz
a a hacerse
realidad cu
ando las c
omunidade
s dispersas
se juntanp
ara reafirm
ar su derec
ho a la vid
a.
Los ríos
profundos
anuncia la
Gran Marc
ha india, la
concientiz
ación dela
s masas m
arginadas,
anhelada d
esde los ar
tículos de
Manuel G
onzález Pr
ada dedica
dos a la cu
estión indí
genay los
ensayos de
José Carlo
s Mariáteg
ui que inte
ntabahallar
un sentido
a la realida
d nacional
escribiend
o en«El pr
oblema de
la tierra»:
«No nos c
ontentamo
s con reivi
ndicar el d
erechodel i
ndio a la e
ducación,
a la cultura
, al progre
so,al amor,
al cielo. C
omenzamo
s por reivi
ndicar,cate
góricamen
te, su dere
cho a la tie
rra».
(Mariátegu
i, 1987 [19
28]: 50)La
historia lit
eraria —
reductora
y por esen
cianormati
va— clasi
fica
Los ríos p
rofundos
en la cate
goríade las
novelas in
digenistas
dedicadas
a denuncia
r la
Introducción
5explotaci
ón de los i
ndios. El i
ndigenism
o constituy
euna noció
n proteica
2
sobre la c
ual Argue
das manife
stódurante
mucho tie
mpo las m
ayores reti
cencias ant
es deafirm
ar su esper
anza en un
a nueva de
finición ac
orde conu
n país en p
lena eferve
scencia:«T
odo el Per
ú está llen
o de indios
ahora, no e
stánya met
idos solam
ente en esa
s cuevas tr
emendasde
los ríos pr
ofundos de
l Perú, está
n en Arequ
ipay en Li
ma hay 70
0 000 indi
os». (Prim
er encuent
rode narra
dores peru
anos, 1986
[1965]: 24
3)
Los ríos p
rofundos
brinda un
sinfín de lí
neas deinv
estigación.
El estudio
de la temp
oralidad q
ue voya lle
var a cabo
aquí permi
tirá supera
r la lectura
de undoble
discurso d
emasiado
evidente p
ara ser just
o y querest
ringe la ob
ra arguedi
ana a la no
vela de apr
endizaje y
a la novela
de tesis.El
tiempo es
como un a
mplio río c
uyo cauces
inuoso e i
mprevisibl
e guía toda
la novela.
En el prim
ercapítulo
de este ens
ayo record
aré la cron
ología de l
asaventura
s del prota
gonista.Lu
ego, en el
segundo c
apítulo, est
udiaré la f
unciónretr
ospectiva
entre recue
rdos y leye
ndas.A vec
es el tiemp
o parece d
etenido, es
ta suspensi
ónaparente
será el tem
a del capít
ulo 3.
2
El multilingüis
mo y la heterog
eneidad genéric
a, la distancia c
ultural y étnica
entre autor, púb
lico y personaj
es constituyen l
as característic
as de la literatu
raindigenista c
omo lo muestra
Antonio Cornej
o Polar (1980;
1994).
Isabelle Tauzin
6
Los ríos
profundos
va progres
ando poco
a poco,en
un vaivén
en que el f
uturo está
constante
mentesoña
do, antes d
e concretar
se en prese
nte, como
veráel lect
or en el ca
pítulo 4.
Por último
, las etapas
de laescrit
ura y de la
recepción
serán expu
estas en un
quintocapí
tulo esclar
eciendo po
r primera v
ez la génes
is de
Losríos p
rofundos
.
El método
de análisis
selecciona
do consist
e enacosar
la dificuta
d, despejar
la incógnit
a y puntual
izarlos ind
icios que f
undan el s
entido, mo
vilizando t
odas lasfor
mas de co
nocimient
os lingüísti
cos, literar
ios, históri
cosy antro
pológicos.
En esta ex
ploración
paulatina e
speroque e
l lector des
cubra una
realidad de
sconocida
y vuelvaa l
eer con un
a nueva mi
rada aquell
a obra mae
stra.
Tiempo de l
a narración
1
CAPÍ
TUL
O ITI
EMP
O DE
LA N
ARR
ACI
ÓN
Los ríos
profundos
presenta
una orga
nización
muycuid
adosa de
l tiempo.
De entra
da asom
bra el sil
encio del
narrador
sobre el
moment
o históri
co de los
sucesos.
Peroes q
ue much
as veces
la primer
a lectura
resulta s
uperficia
ly engañ
osa; el le
ctor se d
eja atrap
ar por lo
s señuel
os delas
peripeci
as.Por es
o, intent
aré fijar l
a cronol
ogía de l
anarraci
ón, ateni
éndome
primero
a la orde
nación p
orcapítul
os para r
ecordar l
a intriga
y apunta
r las dist
intasetap
as en la
progresi
ón del re
lato. Nos
iremos p
erdiendo
por los
meandro
s del tie
mpo y lo
s días ac
ompasad
ospor las
campana
das en u
na vida r
utinaria
alejada d
e laHisto
ria oficia
l. En un
segundo
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o, verem
os cómol
a cronol
ogía hist
órica no
está excl
uida por
complet
o yun se
ñalamie
nto discr
eto va g
uiando e
l camino
seguidop
or el lect
or.
1. Una c
ronologí
a a-
históric
a
1. 1. Capít
ulo 1: «El
viejo»
«El viejo
» está de
dicado e
xclusiva
mente a
la estadí
adel narr
ador ado
lescente
en la ciu
dad del
Cusco. E
l uso de
Isabelle Tau
zin
2la may
úscula (
Viejo) re
alza al p
ersonaje
mientras
que lami
núscula (
viejo) lo
rebaja. J
osé Marí
a Argue
das empl
eauna u
otra segú
n el cont
exto, el t
ítulo del
capítulo
es «Elvi
ejo», cor
respondi
endo al e
nfoque d
el narrad
or adulto
que ha s
uperado
cualquie
r someti
miento,
y a conti
nuacióne
ncontra
mos un i
ndicio d
e la subo
rdinació
n patern
a en«Mi
padre [...
] había tr
abajado
como es
cribiente
en lasha
ciendas
del Viej
o»(138);
asimism
o Argue
das pond
ráuna m
ayúscula
enfática
a «colegi
o», recal
cando lo
únicoy a
nómalo
de este l
ugar.El t
ítulo del
capítulo
en sí re
mite a la
temporal
idad.Rev
ela despr
ecio haci
a el anci
ano alud
ido, pero
sobretod
osume al
lector en
un pasad
o a-
histórico
, cuya in
definició
nse debe
precisam
ente al p
ersonaje
matusale
no. No s
econocer
á el nom
bre del h
éroe, Er
nesto, ha
sta el ca
pítulo 6,
a mediad
os de la
novela.E
l capítul
o consta
de tres p
artes de
extensió
nmuy de
sigual, c
on una p
ágina ini
cial cons
agrada al
anciano
pariente,
otra part
e de una
s quince
páginas
sobrela n
oche en
el Cusco
y una ter
cera más
breve pa
ra laparti
da. Tal tr
ipartició
n se repi
te en la e
structura
ción dela
obertura
de la no
vela. Ést
a, a mi j
uicio, no
puede se
rsegmen
tada en s
ecuencia
s porque
Argueda
s no se c
iñeal mo
delo de l
a narraci
ón cine
matográ
fica; se a
proxima
más bien
a las pau
tas del c
uento po
pular, un
género q
ueexplor
ó a lo lar
go de su
s años d
e práctic
a etnoló
gica.Cad
a parte c
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una unid
ad temát
ica que e
ncaja en
el entra
mado na
rrativo.
Pero, co
mo en lo
s cuento
s, noaso
ma ning
una fech
a, ningu
na crono
logía qu
e remita
al
Tiempo de l
a narración
3enfoqu
e raciona
lista y li
neal de l
a Histori
a: el tie
mpoverb
al del im
perfecto
eterniza
la situaci
ón del in
icioremit
iendo a
un
illo tempo
re
o un «ér
ase una
vez» que
notiene
nada de
arcádico
1
.La frase
inaugura
l de cada
párrafo c
ompendi
a unasitu
ación pa
radójica
que es e
xplicitad
a a conti
nuación(
«Mi pad
re lo odi
aba», «E
ran parie
ntes, y s
e odiaba
n»,138).
Los efec
tos de ec
o, los pa
ralelism
os y las
oposicio
nesconfo
rman la
armazón
casi invi
sible de l
a novela.
Lamemo
ria auditi
va y la
memoria
visual se
rán solic
itadas a
menudo
para unir
objetos p
arecidos
y escena
s similar
es.El pri
mer capí
tulo es el
único de
dicado a
unperso
naje. Co
n él, la s
ombra d
el Mal s
e cierne
sobre elc
onjunto
de la obr
a. Usurp
ador del
poder, s
ubstituto
delInca,
el viejo
está omn
ipresente
y es todo
poderos
o desdee
l
incipit
. Ejerce l
a autorid
ad absol
uta más
allá del a
quí ydel
ahora en
que se u
bica. Tal
soberaní
a permit
e aplazar
su aparic
ión hasta
la tercer
a parte d
el capítu
lo y noid
entificarl
o nomin
almente
antes del
último c
apítulo,
conun n
ombre d
e pila qu
e lo excu
lpa y co
nsagra s
u domini
o(«Te va
s a las ha
ciendas
de tu tío
Manuel
Jesús»
2
, 442).
1
«Infundía re
speto, a pesa
r de su antic
uada y sucia
apariencia» (
137). Ésta es
lafrase con q
ue empieza
Los ríos profu
ndos
. La paginaci
ón remite a l
a edición de
Ricardo Gon
zález Vigil (
Arguedas, 2
000).
2
La novela b
rinda una tra
nsfiguración
poética de la
experiencia t
raumática vi
vidapor el a
utor colocad
o en casa de
su tío Manu
el María Gui
llén y alojad
o lejosdel re
sto de la fam
ilia: «Pero u
n año llegué
a los valles d
el Apurímac
. Allí teníaha
ciendas un p
ariente lejan
o de mi padr
e. Eran cuatr
o haciendas.
El dueño me
mandó a una
de ellas, par
a no verme a
su lado [...]
Este viejo te
nía cuatrocie
ntosindios e
n sus tierras.
La indiada v
ivía en las al
turas de los
cañaverales;
bajaban
Isabelle Tau
zin
4Como l
os perso
najes de
la tradici
ón popul
ar y adif
erencia d
e la nove
la realist
a, aquel
anciano
no tienea
pellido.
La sucie
dad que
le caract
eriza cu
mple un
papelsim
bólico, a
nuncian
do la in
moralida
d. Lleva
un somb
reroque l
e da «un
poco de
sombra»
, limitaci
ón que e
jemplific
ala avari
cia. Señ
or princi
pal de C
usco, ost
enta com
oemble
ma de su
poderío
«un bast
ón con p
uño de o
ro»;al en
tregarlo
al padre
del prota
gonista,
simbólic
amentei
ntentará
sobornar
lo; devol
viendo l
a vara de
mando,
éstese li
berará d
e la mals
ana tutel
a.La entr
ada al C
usco de
padre e
hijo resu
lta unain
mersión
en las tin
ieblas («
Entramo
s al Cuz
co denoc
he», 139
). La deb
ilidad de
l alumbr
ado eléct
rico enel
centro d
e la anti
gua capit
al del im
perio inc
a pone d
emanifie
sto el es
pacio tét
rico que
envuelve
a los viaj
eros.Por
el dédalo
de las ca
lles que l
os forast
eros des
cubren y
en la cas
ona fami
liar en c
uya coci
na tiznad
a con ho
llín seve
n relega
dos, solo
deambul
an somb
ras y rei
na el sile
nciocom
o en los i
nfiernos.
El tiemp
o transcu
rre indefi
nidodura
nte la ex
ploració
n de la ci
udad mít
ica, hast
a que lac
ampana
mayor d
e Cusco,
la María
Angola,
da las nu
evey met
amorfos
ea la noc
he en luz
deslumb
rante («
La tierra
debía co
nvertirse
en oro e
n ese ins
tante; yo
también,
no solo l
os muros
y la ciud
ad, las to
rres y el
atrio y la
sfachada
s que ha
bían vist
o», 154).
Entonce
s, aquell
afantásti
ca lluvia
de un or
o inmate
rial ilum
ina el es
píritu
por turnos a
trabajar en l
as haciendas
, de cuarenta
en cuarenta.
Los indios e
ran delviejo,
como las mu
las de carga,
como los árb
oles frutales
»
Canto Kechwa
(1938)inclui
do por Carm
en María Pin
illa (2004: 9
1).
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