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Examen - REZAGO NIVEL 5
Examen - REZAGO NIVEL 5
El siguiente instrumento tiene el objetivo de medir la calidad de los aprendizajes de los estudiantes de
1°medio en la asignatura de Lengua y Literatura, desarrollados en la plataforma online CANVAS.
Las preguntas se distribuirán en tres grupos según las habilidades de: conocimiento, aplicación y
comprensión lectora, teniendo en total 40 preguntas y puntaje total de 40 puntos.
Pon mucha atención en cada pregunta y escoge sólo una alternativa para tu respuesta.
OBJETIVOS:
-Conocer el origen y contexto de producción del teatro isabelino, así como sus principios.
¡Éxito!
Pregunta 1 1 pts
¿Cuáles son algunas características del contexto de producción del teatro isabelino?
Términos de conflictos
Auge político
Pregunta 2 1 pts
Parodo
Skene
The Swan
Anfiteatro
Pregunta 3 1 pts
Fantasmal y de venganza
De venganza y tragicómico
Pregunta 4 1 pts
Tragedia
Drama
Conflicto
Clímax
Pregunta 5 1 pts
"Es la relación que un texto (oral o escrito) mantiene con otros textos, ya sean
contemporáneos o anteriores. El conjunto de textos con los que se vincula
explícita o implícitamente un texto constituye un tipo especial de contexto, que
influye tanto en la producción como en la comprensión del discurso."
Lenguaje paraverbal
Lenguaje verbal
Intertextualidad
Lenguaje no verbal
Pregunta 6 1 pts
Lenguaje paraverbal
Lenguaje no verbal
Lenguaje verbal
Lenguaje proxémico
Pregunta 7 1 pts
"Plataforma cuadrada situada ante un muro con dos puertas que carecía de
telón. Allí tiene lugar la casi totalidad de la acción dramática"
Plataforma
Iluminación
Sonido
Escenario
Pregunta 8 1 pts
II, III y IV
I y II
I, II, III y IV
I, II y III
Pregunta 9 1 pts
Pregunta 10 1 pts
XL
Luego de leído el microcuento, responde: ¿Cuál es el estereotipo que quiere
representar fuertemente la autora del microcuento?
Pregunta 11 1 pts
La hormiguita republicana
Pregunta 12 1 pts
El loco.
Dejó atrás todo, y ahora hace esculturas extrañas que vende a turistas despistados,
y aprende trucos de magia que jamás muestra a nadie. Cree tener cosas que contar,
reflexiones nunca dichas, nunca escritas, pero nadie quiere oírlo, ni a él le gusta
hablar con gente. Antes, cuando era contable, cada día se parecía a otro día, y
soñaba con vivir así, pero sin latas de comida y sin frío. Ahora es libre, o algo
parecido, y no tiene que explicarse ante nadie, y come cuando quiere y hace lo que
quiere. Pero, incluso ahora, cada día es igual al anterior.
Cebrián, Jordi. El loco. Recuperado el 17 de enero de 2020 del sitio web: Narrativa
Breve. https://narrativabreve.com/2016/01/microrrelato-jordi-cebrian-loco.html
El concepto de locura
La vida moderna
Pregunta 13 1 pts
El mito de Sísifo
Sísifo era uno de los hijos del señor de los vientos Eolo. Era el hombre más
tramposo del mundo, pero también el más astuto y ambas características las heredó
su hijo Ulises. Sísifo es conocido por sus estafas, por sus engaños y por su habilidad
para salir de cualquier situación complicada pero, sobre todo, es conocido por el
castigo que le impusieron los dioses.
La verdad es que el mundo entero estaba bastante harto de las trampas y los
engaños de Sísifo, tanto dioses como mortales. Porque Sísifo además era un poco
cotilla y sabía todo de todos. Nadie mejor que él era consciente de que la
información es poder y por eso siempre andaba vigilando lo que hacían los dioses y
escuchando tras las puertas de los vecinos. Él lo sabía todo.
Un día se formó un lío impresionante porque la hija del río Asopo había desaparecido
y nadie la encontraba. Sí, en aquella época los ríos también tenían hijos, al igual que
las personas. Nadie
encontraba a la hija del río Asopo y todos estaban muy preocupados. Para variar,
Sísifo sabía lo que había ocurrido con la muchacha, así que decidió sacar partido de
la situación.
Le dijo a Asopo que él sabía con quién estaba su hija, pero que si quería saber algo
más tendía que compensarle creando una fuente en su ciudad. Asopo hizo brotar en
medio de la ciudad una fuente de aguas cristalinas para que todo el mundo tuviera el
agua cerca y no tuvieran que desplazarse por todo el monte a por ella. Todo el
mundo parecía satisfecho con el acuerdo, pero faltaba que Sísifo revelara el secreto
de la hija del río Asopo.
La noticia cayó como una bomba porque pocos se atrevían a encararse con el dios
Zeus, el más poderoso de todo el Olimpo. Pero el río Asopo quería demasiado a su
hija como para no enfrentarse al dios.
- Zeus, si no me devuelves a mi hija secaré todos los ríos que recorren la Tierra-
amenazó el río Asopo.
Con este panorama a Zeus no le quedó más remedio que devolver a su casa a la
hija de Asopo, pero el asunto no iba a quedar así. El chivato Sísifo iba a recibir su
merecido. Un castigo que nadie se imaginaba y que no dejaría a Sísifo tiempo para
cotillear en los asuntos ajenos.
Zeus castigó a Sísifo a subir una enorme roca hasta la cima de una montaña. Sísifo
sudaba y sudaba porque la roca era enorme y la cuesta de la montaña también. Y
cuando estaba a punto de llegar a la cima, la roca caía rodando sin que Sísifo
pudiera hacer nada por evitarlo. Y vuelta a empezar. Sísifo empujaba la roca hasta
casi casi la cima de la montaña y para abajo otra vez. Y allí sigue Sísifo desde
entonces, para arriba y para abajo con la roca a cuestas.
Vélez, Laura. El mito de Sísifo. Recuperado el 17 de enero de 2020 del sitio web
Guía Infantil. https://www.guiainfantil.com/articulos/ocio/cuentos-infantiles/la-roca-de-
sisifo-cuentos-cortos-de-la-mitologia-griega-para-ninos/
¿Qué prejuicio se puede afirmar sobre los dioses a través de lo que se conoce en el
relato?
Son piadosos
Son vengativos
Pregunta 14 1 pts
El egoísta
El resentido
El astuto
Pregunta 15 1 pts
1. JULIETA.—¡Ay de mí!
2. ROMEO.—¡Habló! Vuelvo a sentir su voz. ¡Ángel de amores que en medio de la
noche te me apareces, cual nuncio de los cielos a la atónita vista de los mortales,
que deslumbrados le miran traspasar con vuelo rapidísimo las esferas, y mecerse en
las alas de las nubes!
3. JULIETA.—¡Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¿Por qué no reniegas del
nombre de tu padre y de tu madre? Y si no tienes valor para tanto, ámame, y no me
tendré por Capuleto.
4. ROMEO.—¿Qué hago, seguirla oyendo o hablar?
5. JULIETA.—No eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y qué
quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo, ni semblante ni pedazo alguno
de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser
rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo. De igual suerte mi
querido Romeo, aunque tuviese otro nombre, conservaría todas las buenas
cualidades de su alma, que no le vienen por herencia. Deja tu nombre, Romeo, y en
cambio de tu nombre, que no es cosa alguna sustancial, toma toda mi alma.
6. ROMEO.—Si de tu palabra me apodero, llámame tu amante, y creeré que me he
bautizado de nuevo, y que he perdido el nombre de Romeo.
7. JULIETA.—¿Y quién eres tú que, en medio de las sombras de la noche, vienes a
sorprender mis secretos?
8. ROMEO.—No sé de cierto mi nombre, porque tú aborreces ese nombre, amada
mía, y si yo pudiera, lo arrancaría de mi pecho.
9. JULIETA.—Pocas palabras son las que aún he oído de esa boca, y sin embargo te
reconozco. ¿No eres Romeo? ¿No eres de la familia de los Mostescos?
10. ROMEO.—No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te
enfada.
La juventud
El deber familiar
Pregunta 16 1 pts
Contra Dios
Contra la naturaleza
Contra la sociedad
Contra sí mismo
Pregunta 17 1 pts
Confundida
Impasible
Maravillada
Indiferente
Pregunta 18 1 pts
Efímero
Intrascendente
Provisional
Fundamental
Pregunta 19 1 pts
Divorciarse de su esposa.
Casarse a escondidas.
Pregunta 20 1 pts
¿Cuál de las siguientes alternativas corresponde a una inferencia válida que se
desprende del fragmento leído?
Pregunta 21 1 pts
Pregunta 22 1 pts
Érase una vez un pobre leñador que estaba harto de la vida tan penosa que llevaba
y solía decir que tenía ganas de ir a reposar a los bordes del Aqueronte; porque veía
que, en su profundo dolor, jamás el Cielo cruel no había querido concederle ni uno
de sus deseos.
Un día que se quejaba en el bosque, Júpiter, con el rayo en la mano, se le apareció;
difícilmente podría pintar el miedo que sobrecogió al buen hombre.
-No quiero nada -exclamó, arrojándose al suelo-; no deseo nada, ni truenos ni nada.
Vamos a hablar, Señor, de igual a igual.
-Deja de temblar -le dijo Júpiter-; vengo compadecido de tus quejas, para
demostrarte que eres injusto en tus quejas. Escucha. Yo te prometo, yo que soy el
dueño soberano del mundo entero, atender plenamente tus tres primeros deseos, los
primeros que quieras formular sobre cualquier cosa. Mira bien lo que pueda
satisfacerte, y como tu felicidad depende de tus votos, piénsalo bien antes de
formular tus deseos.
Diciendo estas palabras, Júpiter ascendió a los Cielos, y el leñador, muy contento,
echándose el haz de leña a la espalda, emprendió el camino de regreso. Nunca le
pareció la carga menos pesada.
-No hay que obrar a la ligera -decía trotando-. El caso es importante; hay que pedir
consejo a la parienta.
-Fanchon, hagamos un buen fuego y una buena comida; somos muy ricos. Y sólo
necesitamos formular nuestros deseos.
Y allí, punto por punto, le cuenta todo lo sucedido. Al oír su relato, la esposa, viva y
presurosa, concibe mil proyectos en su mente; pero considerando la importancia de
conducirse con prudencia, le dice a su esposo:
-Blas, amigo mío, para no cometer una tontería debido a nuestra impaciencia,
examinemos juntos lo que nos conviene hacer en una situación así. Dejemos para
mañana nuestro primer deseo y consultemos con la almohada.
-Estoy de acuerdo -dice el buen Blas-. Anda, vete y trae vino añejo.
Cuando volvió con él, bebió y, saboreando cómodamente, cerca del fuego, aquel
dulce reposo, dijo apoyándose en el respaldo de su silla:
-¡Con estas brasas tan buenas, qué bien vendría una vara de morcilla!
Apenas acabó de pronunciar estas palabras, que su mujer, muy asombrada, vio una
larga morcilla que, saliendo de una esquina de la chimenea, se aproximaba a ella
serpenteando. Al instante lanzó un grito; pero juzgando que esta aventura tenía por
causa el deseo que, por pura torpeza, había formulado el imprudente de su marido,
no hubo injuria, ni pulla, ni improperio que, hecha una furia, no dijera a su pobre
marido.
-Bueno, bueno -repuso ella-. Espérame sentado. ¡Se necesita ser un animal para
formular ese deseo!
-Los hombres -se decía- hemos venido al mundo a padecer. ¡Maldita sea la morcilla,
plegue a Dios, maldita pécora que se te quede colgada de la nariz!
Esta súplica, al instante, fue escuchada por el Cielo y, apenas el marido profirió sus
palabras, la vara de morcilla se quedó pegada a su nariz. Este prodigio imprevisto
irritó muchísimo a Fanchon. Fanchon era bonita, muy graciosa, y a decir verdad este
adorno en su nariz no hacía buen efecto, salvo que al colgarla sobre la boca, le
impedía hablar tranquilamente, lo cual era una ventaja para su esposo, tan grande
que en aquel feliz momento pensó no desear más.
-Ya podría, -pensaba para sus adentros-, después de una desgracia tan terrible, con
el deseo que me queda, convertirme de una vez en Rey. Desde luego, nada iguala la
grandeza soberana, pero hay que pensar qué tristeza tendría la Reina cuando, al
sentarse en su trono, se viera con la nariz más larga que una vara. Voy a ver qué
dice y que decida ella si prefiere convertirse en una gran Princesa y conservar esa
horrible nariz o quedarse de simple leñadora con la nariz corriente, como las demás
personas, tal como la tenía antes de la desgracia.
De la mala suerte que tenía, pues había venido al mundo solo a padecer.
Del dolor que sentía al ver que el cielo no le concedía sus deseos.
Pregunta 23 1 pts
¿Cuál fue el error que cometió el leñador para hacer aparecer la vara de morcilla?
Pregunta 25 1 pts
ANACLETO: Dile que eres de confianza y que para eso te pago, para que me sirvas.
MARIQUITA: (Al notario) Dice que soy de confianza y que para eso me paga, para
que le sirva, aunque la verdad, Señor Notario, es que ya me debe 33 meses de
sueldo y si la cosa sigue así, me voy a retirar en marzo.
Don Anacleto avaro (fragmento)
Drama
Comedia
Tragedia
Drama
Pregunta 26 1 pts
Acto segundo
MADRE: Gracias
Cuadro
Acto
Conflicto
Presentación
Pregunta 27 1 pts
¿Cuántas escenas se presentan?
Uno
Tres
Cuatro
Dos
Pregunta 28 1 pts
“El viajero.- (Apareciendo a espaldas del campesino.) ¡Eh, buen hombre… ¡Buen
Hombre! (El campesino no le atiende.) ¡Ni que fuera sordo como yo! (le toca un
hombro) ¡Oiga!
El viajero.- Hágame el favor de hablar más alto, porque soy bastante sordo.
El campesino.- ¡Claro que tienen fragancia mis melones! Es que son muy buenos, le
haré traer algunos para que los pruebe.
El viajero.- ¿Nueve? ¿Nueve qué? ¿Nueve leguas? ¿Tanto? ¡No puede ser!
La patrona.- ¡Ah, muy bien! ¿Así que este caballero quiere tener relaciones con
nuestra hija? Tanto gusto, señor. En seguida se la presentaremos. (Gritando hacia el
interior de la casa.) ¡Mariquita!... ¡Mariquita!... Esa chica es más sorda que yo,
todavía... Un momento, siéntese... (Se introduce en la casa)
El viajero.- ¿De modo que usted dice que la estancia “Los Leones” queda a nueve
leguas de aquí?
La patrona.- No grites, hombre; aquí está Mariquita. (A su hija.) Bueno, hija aquí
tienes a tu pretendiente…
La sordita.- Ay, mamá, ¿cuántas veces quiere que le diga que no me duelen los
dientes ni nada?
La sordita.- ¡Mamá!, por favor, ¿para qué quiero yo un dentista, si no tengo enferma
la boca?
La patrona.- Es que tú sabes cómo es esta niña; ella quiere salirse siempre con la
suya. (Al viajero.) Ésta es mi hija, se llama Mariquita.
La sordita.- ¡Ah, yo no pretendo que usted sea adivino! Sólo le he dicho que sigo
soltera.
El campesino.- ¡Ah!, como buenos le aseguro que son buenos. Y puedo mandarle
todos los que quiera…
El campesino.- ¿Qué? ¡Tiene razón!, no iba a esperar hasta mañana que le trajeras
los melones.
La patrona.- Y no. Jamás consentiré que nuestra hija tenga relaciones con semejante
gente.
La sordita.- Déjelo que se vaya; total, aquí a nadie le duelen los dientes.
La sordita.- ¡Ay, qué bueno eres, papá! ¿Oyes, mamá? Dice que nos llevará al teatro
a ver las comedias.
La patrona.- ¡Cierto! Ya me había olvidado que tenía que zurcirle las medias. ¿Sabes
dónde he dejado la lana azul?
La sordita.- ¡No me digas! ¿La comedia de Barba Azul? ¡Qué bonito título! ¡Ay, qué
contenta estoy, madre mía!
La patrona.- Es lo que digo siempre a tu padre: ¡que Dios nos conserve esta
armonía! Porque el día que nos entendamos, esta casa será un infierno…
Lo absurdo de la vida.
El casamiento de la hija.
Pregunta 30 1 pts
“(La señora y el señor Martin se sientan el uno frente al otro, sin hablarse. Se sonríen
con timidez. El diálogo que sigue debe ser dicho con voz lánguida, monótona, un
poco cantante, nada matizada).
Sr. Martin: ¡Dios mío, qué curioso! Yo también soy originario de la ciudad de
Manchester.
Sr. Martin: (Después de haber reflexionado largamente, se levanta con lentitud y sin
apresurarse, se dirige hacia la señora Martin, quien, sorprendida por el aire solemne
del señor Martin, se levanta también, muy suavemente; el señor Martin habla con la
misma voz rara, monótona, vagamente cantante) –Entonces, estimada señora, creo
que ya no cabe duda, nos hemos visto ya y usted es mi esposa... ¡Isabel, te he
vuelto a encontrar!
Sra. Martin: (Se acerca al señor Martin sin apresurarse. Se abrazan sin expresión. El
reloj suena una vez, muy fuertemente. El sonido del reloj debe ser tan fuerte que
sobresalte a los espectadores. Los esposos Martin no lo oyen) –¡Donald, eres
tú, darling!”.
Lírico
Dramático
Narrativo
Argumentativo
Pregunta 31 1 pts
Conciliadora
Indiferente
Certeza
Dubitativa
Pregunta 32 1 pts
Manchester
Kilburn
Londres
Pregunta 33 1 pts
Pregunta 34 1 pts
1. Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento.
Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía éramos chatas.
Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los
dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de
historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.
2. No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los
cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal
de la tienda del padre.
3. Pero qué talento tenía para la crueldad. Cómo nos debía odiar esa niña a
nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre.
Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer,
yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole
prestados los libros que a ella no le interesaban.
4. Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como
al pasar, me informó que tenía Las travesuras de Naricita, de Monteiro Lobato.
5. Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para
comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo
que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.
6. Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma
esperanza: no vivía, flotaba lentamente en un mar suave, las olas me
transportaban de un lado a otro.
7. Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento,
como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me
dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día
siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había
vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que
era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí:
me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían
después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola
vez.
8. Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la
librería era sereno y diabólico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su
casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila
respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día
siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la vida, el drama
del “día siguiente” iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como
aquélla.
9. Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni
uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero
como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era
propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos
sorprendidos.
10. Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo
silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la
presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió
explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortado de palabras
poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no
entender. Hasta que, madre buena, entendió al fin. Se volvió hacia la hija y con
enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni
siquiera querías leerlo!
11. Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser
el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la
potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la
puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando,
recobrándose al fin, firme y serena, le ordenó a su hija:
12. -Vas a prestar ahora mismo ese libro.
13. Y a mí:
14. -Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras. ¿Entendido?
15. Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: “el tiempo que quieras”
es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.
Expositiva
Dialógica
Argumentativa
Narrativa
Pregunta 35 1 pts
Pregunta 36 1 pts
¿Qué tipología textual se puede identificar en el primer párrafo?
Descriptiva
Expositiva
Dialógica
Argumentativa
Pregunta 37 1 pts
Pregunta 38 1 pts
Desencadenarme
Quitarme
Buscarme
Aplicarme
Pregunta 39 1 pts
Cortesía
Prudencia
Audacia
Deseo
Pregunta 40 1 pts
Indiferente y neutra
Egoísta y cruel
Paciente y amigable
Amorosa y servicial