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Introducción
El término TENS proviene de las iniciales del acrónimo inglés «Transcutaneus Electrical Nerve
Stimulation», es decir, estimulación eléctrica transcutánea de los nervios. Técnicamente, el acró-
nimo TENS puede definir todos los estimuladores del sistema nervioso, incluyendo las corrientes
de estimulación muscular, como puede ser la estimulación eléctrica neuromuscular (NMES) y la
estimulación eléctrica funcional (FES). Sin embargo, la TENS suele utilizarse únicamente para
designar los aparatos que se emplean para el alivio del dolor. Otros acrónimos alternativos tam-
bién utilizados son TNS (estimulación nerviosa transcutánea), ENT (electroestimulación neural
transcutánea) y TES (estimulación eléctrica transcutánea) (Maya y Albornoz, 2010). Por lo tanto,
la TENS puede definirse como la estimulación eléctrica de las aferencias primarias mediante
impulsos eléctricos controlados, de bajo voltaje, a través de electrodos aplicados sobre la piel del
paciente (Barlas y Lundeberg, 2007).
La TENS es considerada como uno de los pilares fundamentales en el tratamiento del dolor
tanto agudo como crónico, ya sea de origen cutáneo, somático profundo o visceral, localizado,
irradiado o referido (Dujo, 2006); esto conlleva un uso elevado en una amplia variedad de enfer-
medades agudas y crónicas como pueden ser, entre otras, el dolor musculoesquelético agudo y
crónico, el dolor postoperatorio, el dolor orofacial, el dolor del parto, la dismenorrea, la angina de
pecho, las cefaleas, las neuropatías periféricas, el síndrome doloroso regional complejo, la neuralgia
postherpética, el dolor por metástasis, etc.
Haciendo un análisis esquematizado, se puede decir que el estímulo nocivo es la causa de una
serie de procesos químicos y eléctricos conocidos como transducción, transmisión, modulación y
percepción. La fundamentación de la acción de la TENS se basa en que el dolor se percibe como
consecuencia de una determinada agresión y que puede ser atenuado tras la aplicación de estímu-
los eléctricos transcutáneos no dolorosos (Dujo, 2006; Maya y Albornoz, 2010).
Para Dujo (2006), la sensación dolorosa que se ha generado en las terminaciones nervio-
sas nociceptivas (receptores) es transmitida por las fibras no mielinizadas de pequeño calibre
(fibras C) hasta el asta posterior de la médula espinal, donde se realiza la sinapsis. Este impulso
postsináptico asciende hasta el tálamo y pasa a la corteza cerebral, donde se hace consciente.
Sin embargo, existen otras aferencias sensitivas (fibras mielínicas, más gruesas o fibras Aβ) que
también hacen una «escala» en la médula espinal antes de ascender hasta la corteza cerebral y
que modulan en la sustancia gelatinosa del asta posterior el impulso doloroso transmitido por
las fibras C. En ausencia de este estímulo inhibidor, las fibras amielínicas realizan la sinapsis en
el asta posterior con la neurona de proyección o segunda neurona y el impulso asciende hasta la
corteza cerebral.
Las fibras Aβ poseen una mayor velocidad de conducción que las fibras C, de manera que,
aplicando un estímulo eléctrico sobre una zona dolorida, son capaces de bloquear de forma post-
sináptica las terminaciones de las fibras C y las neuronas de proyección, lo cual inhibe el estímulo
doloroso.
Para Griffin (2007), la TENS actúa inhibiendo la actividad de las fibras C en las neuronas
del asta dorsal a través de la estimulación de las fibras gruesas A cutáneas. También puede actuar
sobre los opiáceos endógenos, puesto que se ha demostrado que la analgesia producida por algunas
formas de TENS es reversible con naloxona, un antagonista opiáceo, y por antagonistas de la
serotonina.
En definitiva, la TENS va a consistir en la aplicación de electrodos sobre la piel con el obje-
tivo de estimular las fibras nerviosas gruesas Aβ mielínicas de conducción rápida. Esta activación
desencadena, a nivel del sistema nervioso central, la puesta en marcha de los sistemas analgésicos
descendentes de carácter inhibitorio sobre la transmisión nociceptiva, vehiculizada por las fibras
amielínicas de pequeño calibre, obteniéndose de esta forma una reducción del dolor (Maya, 1997;
Maya y Albornoz, 2010). En otras palabras, se va a tratar de realizar una estimulación sensitiva
«diferencial», por vía transcutánea, de fibras nerviosas propioceptivas táctiles, de gran velocidad de
conducción con la mínima respuesta de las fibras nerviosas nociceptivas, de conducción lenta y
de las fibras nerviosas motoras eferentes (Maya, 1998, 2001; Maya y Albornoz, 2010). El término
TENS en sí no es muy apropiado, ya que otras formas de corrientes eléctricas, como las corrientes
diadinámicas, la corriente de Trabert y las corrientes interferenciales también estimulan los nervios
a través de la piel.
Aunque el papel de la electricidad en el tratamiento del dolor ha sido desconocido durante
muchos siglos, la mayoría de los adelantos en el empleo de la electroanalgesia se ha realizado en los
últimos 60 años, como consecuencia del conocimiento de los mecanismos del dolor y el fomento
de aparatos portátiles. Desde la década sesenta, el avance en el conocimiento de la neuroanatomía,
neurofisiología, farmacología y bioquímica del dolor se ha expandido considerablemente con el
descubrimiento y aislamiento de ciertas sustancias como los opiáceos.
Numerosos estudios fisiológicos, realizados desde los años cincuenta del pasado siglo, apoyan
el hecho de que la actividad en las aferencias de gran diámetro puede alterar la transmisión en
las vías centrales que transportan los mensajes que, finalmente, se experimentan como dolor. Se
considera que dicha interacción se presenta en el asta dorsal y en el tálamo (Barlas y Lundeberg,
2007).
La investigación científica de la estimulación eléctrica comenzó en la década de los sesenta
del pasado siglo a partir del trabajo de transmisión del dolor realizado por Mendell, Melzack y
Wall entre los años 1964 y 1965, con su conocida teoría sobre la puerta de control espinal o «Gate
Control Theory» (Mendell y Wall, 1964; Melzack y Wall, 1965; Wall y Sweet, 1967). El desarrollo
de la TENS está basado directamente en el trabajo innovador de estos autores sobre la teoría de la
puerta de control espinal y la modulación del dolor.
Esta teoría suministró el conocimiento del sustrato neurofisiológico para la estimulación
eléctrica con fines analgésicos, actuando de esta forma como un catalizador hacia la producción
comercial de estimuladores eléctricos. Básicamente, esta teoría proponía la existencia de un gate
(umbral) en el asta dorsal de la médula espinal, que podía controlar el flujo de entrada de la infor-
mación nociceptiva. Estos descubrimientos forman la base de muchos de nuestros conocimientos
acerca de los mecanismos del dolor y clarifican el valor terapéutico de la estimulación eléctrica
transcutánea de los nervios (Maya y Albornoz, 2010).
El primer informe, realizado por Wall y Sweet (1967), del uso de la electroestimulación para
aliviar el dolor crónico en seres humanos apareció después de que se publicara la teoría de la puerta
del control espinal. Este estudio proporcionó evidencias científicas y clínicas que avalaban dicha
teoría de la puerta, al confirmarse los éxitos obtenidos por la estimulación nerviosa eléctrica trans-
cutánea de alta frecuencia para el alivio del dolor crónico neurológico. También Meyer y Fields
(1972) fueron de los primeros investigadores en exponer el uso clínico de la estimulación nerviosa
eléctrica transcutánea (como la conocemos hoy día) para el alivio del dolor crónico.
En los años posteriores, tanto investigadores como fabricantes trabajaron en el desarrollo de
varios tipos de estimuladores eléctricos portátiles por batería (Long, 1974; Shealy, 1974). Uno
de los resultados de esta investigación fue el desarrollo de aparatos portátiles para la estimulación
eléctrica denominados ENS (Electrical Nerve Stimulation).
Entre los primeros estudios realizados con la TENS destacan los de Andersson et al. (1976
y 1977) y el de Dougherty (1978), llevado a cabo en Siracusa (Nueva York), que compararon
la TENS con narcóticos para el tratamiento del dolor. Los autores concluyeron que este nuevo
método era una alternancia viable a los narcóticos, siempre que el paciente no fuera ya adicto o
muy dependiente de los fármacos, para la mejoría del dolor.
Posteriormente, los trabajos de Sjölund y Eriksson (1979), titulados Endorphins and analgesia
produced by peripheral conditioning stimulation y, ya en la década de los ochenta del pasado siglo,
los trabajos de Wall y Devor (1981), acerca de los cambios patológicos que ocurren en los nervios
después de lesionarse, llevaron a la justificación científica de la aplicación de impulsos eléctri-
cos en los nervios lesionados para modificar sus respuestas anormales. Lundebert (1983, 1984a)
demostró, en concordancia con dicha teoría, que otras formas de estimulación periférica, como las
vibraciones, eran muy eficaces para disminuir la percepción del dolor. Ottoson y Lundebert (1988)
publicaron el libro Pain treatment: A practical manual by transcutaneous electrical nerve stimulation.
El conjunto de todos estos estudios ha ayudado al desarrollo más moderno de los actuales aparatos
de estimulación eléctrica de los nervios.
También en la década de los ochenta empiezan a publicarse ensayos clínicos controla-
dos (muchos de estos estudios carecían de un grupo control correcto o adecuado) con resultados
opuestos. Para Bundsen et al. (1982), Abelson et al. (1983) y Warfield et al. (1985) la TENS era
un procedimiento efectivo para el alivio y control del dolor. Sin embargo, otros estudios apuntaban
en sentido opuesto, como los de Taylor et al. (1981), Harrison et al. (1986), Conn et al. (1986)
y Lehmann et al. (1986). Para Johnson (2001), parte de esta discrepancia podría deberse a lo
mencionado anteriormente en el diseño del grupo control conveniente o adecuado y a la falta de
aleatorización de los sujetos para ser incluidos en los distintos grupos, condición que podría llevar
aparejado un aumento en la estimación de los efectos del tratamiento.
En un período posterior, desde los años noventa hasta la actualidad, ha habido un incremento
importante en el número de publicaciones que tratan desde una doble vertiente la investigación
clínica y los estudios experimentales sobre la corriente TENS. En la década de los noventa se
realizaron muchas revisiones sistemáticas que pusieron en el punto de mira la efectividad clínica
de la TENS y, de una forma indirecta, la desacreditación de su utilidad clínica (Carroll et al., 1996;
Reeve et al., 1996; Johnson, 1998).
En el siglo actual, y a raíz de la Colaboración Cochrane, se ha producido un avance en la meto-
dología y el diseño de estudios sobre la TENS, imponiéndose de esta manera los metaanálisis como
herramienta potente para valorar cualquier tipo de intervención o procedimiento terapéutico. Claro
ejemplo de lo anteriormente mencionado es el estudio realizado por Bjordal et al. (2003); estos auto-
res apuntan a que muchas de las conclusiones a las que llegaban las revisiones sistémicas de los años
noventa estaban sesgadas, al no excluir en sus análisis los estudios en los que se utilizaron formas de
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frecuencia).
■ Muy pocos estudios comparaban los resultados con un grupo placebo.
■ En otros estudios no se incluía grupo control ni se tenía en cuenta el cegado en el diseño del
estudio.
■ En muchos estudios, el tamaño de la muestra era pequeña y esta no permitía obtener un
Características físicas
La TENS (Maya, 1997, 1998; Maya y Albornoz, 2010) es una corriente de baja frecuencia si se
compara con el espectro de frecuencias eléctricas que hay disponibles para usos terapéuticos. La
mayoría de los equipos de electroterapia funcionan mediante una corriente alterna, caracterizada
por una duración y un intervalo de fase ajustables, y también puede variarse la frecuencia. La
duración de fase suele ser muy breve; oscila habitualmente entre un mínimo de 20 y un máximo de
250 μs. La frecuencia de la TENS oscila entre un mínimo de 1 Hz y un máximo de 150 a 200 Hz.
La mayoría de los aparatos portátiles de la TENS se alimentan con una o dos pilas alcalinas de 9
voltios y algunos otros con dos pilas alcalinas de 1,5 voltios.
En general, la frecuencia de los pulsos es variable en todos los aparatos, y oscila en la gama
de 1-150 pulsaciones por segundo o hertzios (Hz). Una frecuencia baja, de unas 10 pulsaciones
por segundo, es descrita por el paciente como una sensación de «tictac» lento, mientras que una
frecuencia alta es descrita como una sensación continua de «zumbido». Es muy interesante que
exista una correspondencia entre la frecuencia programada en el equipo de electroterapia y la
percepción del sujeto.
INTENSIDAD
La intensidad o amplitud de la corriente TENS es un valor que puede regularse entre 1 y 90 mA,
con una impedancia del electrodo de 1 kΩ. La intensidad de la corriente se ajustará en función
del procedimiento terapéutico propuesto y de los objetivos perseguidos. Cuando utilizamos la
modalidad de la TENS convencional, la intensidad debe mantenerse justo por debajo del límite
del dolor del paciente, lo que significa que este experimenta una sensación de excitación indolora
o escozor agradable, provocando parestesias en la zona afectada (Maya y Albornoz, 2010; Fox y
Sharp, 2007). Por ello, es fundamental el adiestramiento del paciente en la correcta identificación
de las distintas sensaciones provocadas por el paso de la corriente. En la modalidad de la TENS
de ráfaga y TENS de baja frecuencia, la intensidad debe aumentarse hasta que se aprecien con-
tracciones musculares media-fuertes y visibles en los músculos con inervación correspondiente a
la zona dolorosa.
Existe un escaso número de estudios cuyo propósito es cuantificar la dosis de intensidad ideal
con la TENS en situaciones de dolor crónico y agudo. Para Chesterton et al. (2003), la intensidad
es el parámetro de mayor relevancia, ya que de este valor depende el grado de reclutamiento de las
fibras en función de su profundidad. Según Wang et al. (1997), la intensidad o amplitud debe ser
ajustada al máximo en cada momento, sin rebasar el umbral de dolor, ya que la influencia de este
parámetro en la activación de las aferencias y, por tanto, en el efecto deseado, muestra una gran
correlación con el grado de analgesia provocado.
De lo mencionado con anterioridad, se deduce que es obligatorio aumentar la intensidad cada
vez que se produce la acomodación sensitiva para mantener la parestesia y la analgesia de la zona
tratada; otras posibilidades que podrían evitar la acomodación serían el uso de la modulación
automática de la duración del impulso y la frecuencia (Chen y Johnson, 2009).
FORMA DE LA ONDA
La forma de onda más común en los procedimientos de electroterapia es una onda cuadrada, equi-
librada, asimétrica y bifásica con valor galvánico medio igual a cero, como se muestra la figura 1.1.
Es decir, el área debajo de la onda positiva es igual al área debajo de la onda negativa. En conse-
cuencia, no se producen efectos polares netos, con lo cual se evita la acumulación, a largo plazo, de
concentraciones de iones positivos-negativos debajo de cada electrodo o en el interior del tejido,
eliminando de este modo las reacciones dermatológicas adversas a causa de concentraciones pola-
res y al uso de intensidades mayores.
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Figura 1.1 Onda bifásica asimétrica con componente de valor galvánico medio igual a cero.
ESTÍMULOS ADECUADOS
Howson (1978) afirma que para estimular los nervios tipos II y III, así como las neuronas motoras
tipo Aα, lo ideal es emplear impulsos con duraciones de fase muy cortas (fig. 1.2).
Cuando se realiza una curva I/t de los nervios se demuestra que, con duraciones de fase
inferiores a 200 μs, es posible estimular los nervios motores y/o sensitivos sin estimular a la vez
los nervios delgados no mielinizados (del dolor). Con estas duraciones de fase tan cortas puede
emplearse un rango de intensidad relativamente amplio sin estimular los nervios delgados o
nociceptivos.
Por el contrario, con duraciones de impulsos mayores las diversas curvas I/t están tan juntas
que un ligero aumento de la intensidad provoca estimulación de los nervios delgados, tratándose
en este caso de un rango de intensidad más estrecho.
En general, para que un estímulo sea eficaz tiene que llegar a cierta intensidad, ser de cierta
duración y alcanzar la intensidad máxima a cierta velocidad mínima. Es la relación de la amplitud
o intensidad con la duración de fase del impulso lo que determina que un estímulo resulte ade-
cuado. Así pues, duraciones de fase cortas requieren amplitudes altas para producir estímulos
adecuados, mientras que duraciones de fase largas requieren amplitudes más bajas para producir
estímulos adecuados. Si se aumenta la duración de fase, se aumenta la energía dentro de la pulsa-
ción por medio de un incremento en el área de superficie a lo largo del eje horizontal, y si se eleva
la intensidad o amplitud se producirá un incremento en el eje vertical.
mA
5 Aβ Aδ C
4
Amplitud (I)
1 µs 5 10 100 1 ms 5 10
superior (25-70 mA), frecuencias inferiores (1-4 Hz) y duraciones de fase más largas
(150-250 μs).
Como consecuencia de la organización del sistema nervioso, han surgido diferentes modelos de
estimulación mediante la TENS. En la actualidad existen cuatro tipos de TENS, utilizados en la
práctica clínica, que pasamos a describir:
TENS convencional
También denominado TENS de frecuencia alta y amplitud baja. Otras denominaciones para este
mismo TENS son high-rate o Hi TENS, es el modelo de la TENS que está en consonancia con
la teoría de la puerta de control espinal propuesta por Melzack y Wall (1965). Este modelo es el
más empleado en los procedimientos de aplicación de la TENS por dos motivos: a) debido a la
premura en la aparición de la parestesia y analgesia en el paciente, y b) la buena tolerancia a este
tipo de estimulación eléctrica transcutánea. La característica principal que define este modelo es
la forma continua en la que la corriente se aplica al paciente.
Esta clase de TENS está más indicada para el tratamiento del dolor crónico y profundo, muy
habitual y característico de patologías de larga evolución y de tipo degenerativo, o incluso en
aquellas sobre las que la modalidad convencional ha fracasado.
TENS intensa/breve
Este último modelo de TENS es quizás el menos conocido (Mannheimer y Lampe, 1984), y recibe
también el nombre de TENS intense o brief intense. Las características de este tipo de TENS son
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una frecuencia alta (90-150 Hz), una duración de fase del pulso larga (150-250 μs) y una intensi-
dad que se ajusta al nivel de tolerancia del paciente en cortos períodos de tiempo (< 15 min). Está
indicada en procesos dolorosos como desbridamiento, sutura por extirpación, etc.
Diversas investigaciones han demostrado que la TENS breve e intensa es capaz de promover
la activación de ambas vías analgésicas gracias a la estimulación de fibras de tipo Aβ y nocicepti-
vas de tipo Aδ ( Johnson, 2009); por un lado, a nivel periférico, por el bloqueo de la transmisión
nociceptiva en el asta posterior de la médula y, por otro lado, a nivel central, por la activación
de vías descendentes inhibidoras, pues se activa un mecanismo que responde al concepto de la
contrairritación, gracias a la provocación de una sensación casi dolorosa, derivada de la activación
de las fibras aferentes de pequeño diámetro de tipo Aδ (Chung et al., 1984; Toledo et al., 2016).
Un gran número de investigadores (Sluka y Walsh, 2003; Walsh, 1997) han intentado esta-
blecer los parámetros más efectivos de estas corrientes TENS. Sin embargo, no se pueden dar
parámetros prescriptivos, ya que los resultados de las distintas pruebas no son constantes ni meto-
dológicamente comparables.
Johnson et al. (1991) investigaron los efectos analgésicos de distintos patrones de pulsaciones
de la TENS en dolor inducido por frío en sujetos normales, y llegaron a la conclusión de que las
frecuencias de entre 20 y 80 Hz produjeron la mayor analgesia, y que la mayor seguridad estadís-
tica se observó a 80 Hz y con un patrón de pulsaciones continuas.
Por el contrario, Sjölund y Eriksson (1979) refirieron que ráfagas de alta intensidad y baja fre-
cuencia eran más eficaces para aliviar el dolor que la TENS de pulsaciones continuas. Esta teoría
propone que la TENS de ráfaga imita la acupuntura en cuanto al alivio del dolor, estimulando la
segregación de péptidos opiáceos endógenos, mientras que se considera que la TENS de modo
continuo y de alta frecuencia alivia el dolor activando mecanismos de la puerta de control de
Melzack y Wall (1965).
Se ha comprobado que los beneficios terapéuticos de la TENS tienden a disminuir con el
tiempo. Es posible que esto se deba a la adaptación del sistema nervioso a los estímulos repetitivos
regulares (Pomeranz y Niznick, 1987).
Control
cognoscitivo
Control
inhibitorio
descendente
Fibras
gruesas
Impulsos Sistema
desde la SG T
de acción
periferia
Fibras
finas
Sistema de control
por compuerta
Figura 1.3 Esquema de la teoría de control del dolor por compuerta II. El nuevo modelo
incluye vínculos excitatorios (círculo blanco) e inhibitorios (círculo negro) desde la sustancia
gelatinosa (SG) hacia las células que intervienen en la transmisión (T), así como el control
inhibitorio descendente desde centros del tallo encefálico. La pequeña esfera en el extremo
del vínculo inhibitorio denota que su actividad puede ser presináptica, postsináptica o de
ambos tipos. Todas las conexiones son excitatorias, excepto el vínculo inhibitorio de SG
a las células T. (Tomado de Melzack R, Wall PD. The challenge of pain. New York: Basic Books; 1982.)
Las fibras C (delgadas) ofrecen una velocidad de transmisión que es considerablemente más
lenta que las fibras A. De este modo, la señal a lo largo de las fibras A suele alcanzar el cerebro
antes que la transmisión por las fibras C. Ambas fibras y sus transmisiones respectivas deben pasar
a través de las mismas células T en la médula espinal, con una preponderancia de la llegada de las
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La vía de acceso de la TENS al sistema nervioso central la proporcionan las gruesas y las
mielinizadas fibras Aβ. Estas fibras de conducción rápida son muy sensibles a la estimulación
eléctrica y conducen el impulso eléctrico rápidamente hacia la médula espinal. Por el contrario,
las pequeñas y no mielinizadas fibras C, que conducen más lentamente, no pueden transmitir su
mensaje de los estímulos nocivos (dolorosos). El mecanismo por el cual se impide que las fibras
nociceptivas (fibras transmisoras de dolor) transmitan su mensaje a la médula espinal se describe
como la inhibición presináptica (Wagman y Price, 1969; Handwerker et al., 1975; Woolfe y Wall,
1982; Chung et al., 1984). «Abrir» o «cerrar» la puerta ante los estímulos nocivos o dolorosos
dictaminará el reconocimiento por parte del sujeto de un estímulo doloroso.
En consecuencia, la estimulación con la TENS de las fibras aferentes puede proporcionar un
mecanismo para mantener la puerta cerrada ante estímulos dolorosos. Este proceso inhibidor
posiblemente modula la entrada sensorial a la médula espinal. La utilización de la TENS puede
distorsionar la función del sistema nervioso bloqueando una de sus entradas (Woolfe, 1989).
Cuanto más cerca se coloque la TENS de la zona dañada, mayor será la probabilidad de inhibir de
manera apropiada los estímulos nocivos que emanan de ella.
Los circuitos nerviosos inhibidores mediados por fibras Aβ están dispuestos de forma segmen-
tal, por lo que se necesita una estimulación del segmento medular de baja intensidad. Otros circui-
tos inhibidores polisegmentados, mediados por las fibras aferentes Aδ y C, requieren estímulos de
mayor intensidad, como en el dolor miofascial o los puntos gatillo, para su activación (Frampton,
1994, 1996; Bowsher, 1994; Altree, 1994).
El umbral de estimulación aceptado o frecuencia tetanizante para los sistemas humanos nor-
males es aproximadamente de 30 a 50 Hz. En consecuencia, los fisioterapeutas son capaces de
estimular la superficie de la piel con un dispositivo de llegada fásica para estimular las fibras A sin
alterar las fibras C, lo cual ha llevado al desarrollo de los procedimientos de la TENS.
A continuación, repasaremos brevemente la fisiología del dolor y las características más impor-
tantes que hay que tener en cuenta para una lograr una estimulación eléctrica eficaz.
Las fibras del grupo III (Aδ) y del grupo IV (C) son fibras nerviosas aferentes encargadas
de la transmisión de la información dolorosa. Dichas fibras están finamente mielinizadas y no
mielinizadas, respectivamente. La mielina es una sustancia blanca, grasa, semifluida que envuelve
a algunas fibras nerviosas, de ahí que, debido a su presencia, se le asignara la denominación de
fibras mielinizadas. Las fibras nerviosas mielinizadas conducen más rápido que las fibras nerviosas
no mielinizadas. Por otro lado, la resistencia al flujo de corriente en un nervio es inversamente
proporcional a su diámetro, lo que explica que las fibras nerviosas de menor diámetro (grupos III
y IV) tengan un relativamente alto umbral de excitación en comparación con las fibras de largo
diámetro (grupo II), que poseen un bajo umbral de excitación. Por tanto, las fibras III y IV poseen
una velocidad inferior de conducción comparadas con las fibras mielinizadas de mayor diámetro
pertenecientes al grupo II (Aβ) (Ganong, 2004).
regeneración, son muy sensibles a los estímulos mecánicos ligeros; es decir, son espontáneamente
activos y al palpar sobre ellos se reproduce una sensación referida en la parte de la piel que solía
ser inervada por dicho nervio (Tinel, 1915; Moldaver, 1979). Los brotes nerviosos también son
sensibles a la noradrenalina segregada por las terminaciones nerviosas simpáticas en los tejidos
(Loh y Nathan, 1978).
El sistema simpático puede verse influenciado por una respuesta anormal de los brotes de
las fibras C, produciendo un aumento de reflejo de la actividad simpática que provoca síntomas
de trastornos simpáticos (Wallin, 1976; Besson et al., 1987). Esto puede servir como base de
los síntomas que se observan en la distrofia simpática refleja. El dolor experimentado después
de una lesión nerviosa se presenta como una respuesta anormalmente dolorosa a una presión
ligera (Wynn, 1981; Withrington y Wynn, 1984). En trabajos experimentales con animales, Wall
y Gutnik (1974) demostraron que la aplicación proximal de vibración o estimulación eléctrica
amortigua o impide las descargas eléctricas anormales que ocurrían en los extremos dañados de
nervios o neuromas.
Es posible que la TENS alivie el dolor inhibiendo de manera directa las descargas eléctricas
que ocurren en los nervios dañados, como sucede, por ejemplo, en una lesión por aplastamiento del
nervio, en la compresión de la raíz nerviosa después de una hernia discal, o en la compresión del túnel
carpiano. La irritación o compresión a largo plazo debido al prolapso discal en una raíz nerviosa
puede ocasionar descargas crónicas en el lugar de la irritación y a lo largo del nervio distal hasta el
asta posterior de la médula (Wall y Devor, 1981).
En resumen, los cambios patofisiológicos periféricos que pueden originarse después de lesiones
nerviosas y los cambios centrales simultáneos que se producen a nivel de la médula espinal, pueden
contribuir a un estado doloroso persistente en el sujeto.
Los efectos centrales generados por lesiones nerviosas pueden provocar un aumento en las
descargas de células en el asta posterior de la medula (Wall y Devor, 1981), lo que causa cambios
morfológicos y el crecimiento de neuronas. Estos cambios centrales, junto con las respuestas peri-
féricas a la lesión nerviosa, pueden llevar en última instancia a la creación de patrones centrales
anormales y al establecimiento del ciclo doloroso autónomo (fig. 1.4).
Establecimiento
de modelos irregulares
en los centros
superiores
indicaciones analgésicas locales, sino que también resuelve disfunciones del sistema ortosimpático.
En la figura 1.6, basada en el ciclo ortosimpático de los reflejos, se explica en qué consiste esta
teoría.
Frecuencia de ráfagas a 2 Hz
Figura 1.5 TENS por trenes de impulsos con una frecuencia de 2 Hz.
Trauma
Consumo alterado de
Dolor información en la
médula espinal
Alteración de la
Cambios
actividad simpática
tróficos
(vasomotora-
sudomotora)
Esta técnica se aplica en todas las aplicaciones de corrientes eléctricas para verificar la sensi-
bilidad del paciente. Como muestra la figura 1.7, en situaciones patológicas la secuencia anterior-
mente señalada de los diferentes niveles perceptivos puede verse alterada.
B B
Amplitud
A
A
A Umbral de sensibilidad
B Umbral de excitación
C Umbral de dolor
A continuación, abordaremos las dos clasificaciones más utilizadas para indicar la amplitud
correcta en los diversos procedimientos de electroterapia.
percibe.
■ Sensibilidad liminal. Es el nivel de estimulación en el que la corriente se percibe ligeramente.
■ Sensibilidad supraliminal. Es el tercer nivel de estimulación, en el que la corriente se percibe
claramente.
■ Nivel de tolerancia. Es el último nivel de estimulación, en el que la amplitud alcanza el
motora.
Esta segunda clasificación resulta más conveniente en la práctica clínica. De todas formas, se
mantiene el interrogante de saber si el nivel motor se halla realmente por debajo del umbral de
tolerancia. En condiciones patológicas puede cambiar la secuencia anteriormente mencionada,
debido a factores como el tipo de patología, la sensibilidad del paciente y el trofismo de la piel.
Esta circunstancia evidencia la imposibilidad de indicar valores exactos para los límites entre los
diferentes niveles de estimulación. En definitiva, debe tenerse presente que cuanto más aguda sea
la situación patológica, más cerca estarán los umbrales de percepción entre sí, e incluso es posible
que estos cambien de posición.
125 ms
25 ms 75 ms 25 ms
Figura 1.8 Detalle de una ráfaga con su tiempo de ascenso, mantenimiento y descenso.
electrodo ni el cable.
La colocación precisa de los electrodos a menudo requiere mucho tiempo. Es importante com-
prender bien la causa del dolor para que la colocación de electrodos se base en un conocimiento
sólido del mecanismo de dolor interesado. Por ejemplo, el paciente que padezca dolores de irradia-
ción tendrá mejor respuesta si se utilizan electrodos grandes. De la misma manera, los electrodos
deben colocarse sobre zonas con sensibilidad parecida. Por ejemplo, si se coloca un electrodo sobre
piel normal y el otro sobre piel con pérdida de la sensibilidad al tacto ligero, no habrá percepción
de los estímulos eléctricos debajo de este último electrodo.
Los estímulos pueden aplicarse tanto dentro como fuera de la zona donde se experimentan las
afecciones dolorosas. Es aconsejable aplicar en primer lugar los estímulos dentro de la zona afec-
tada; no obstante, en determinadas situaciones dichos estímulos no pueden o no deben aplicarse
localmente. En estos casos puede seguirse algunos de los siguientes procedimientos:
■ Aplicación segmental.
■ Estimulación de los puntos «gatillo» o puntos «trigger».
■ Estimulación del sistema vegetativo.
■ Estimulación de puntos de acupuntura.
Los aparatos actuales, que aportan varios canales de tratamiento, permiten la estimulación
simultánea dentro y fuera del área dolorosa. Mediante esta metodología se consigue una máxima
reducción del dolor de la zona afecta. Sirva como ejemplo el dolor en los ligamentos laterales
externos del tobillo: colocamos un canal a nivel de la raíz nerviosa L5-S1, para el tratamiento
segmentario y otro canal en la zona de la articulación del tobillo, para el tratamiento transregional.
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Este procedimiento también es útil en los casos de afecciones bilaterales, diagnóstico y trata-
miento de puntos de provocación, etc.
En la figura 1.9 aparecen los diferentes dermatomas, miotomas y esclerotomas del miembro
superior a modo de ejemplo de guía para el tratamiento con la corriente TENS.
A continuación, se describen brevemente las distintas formas de aplicación de los electrodos.
Sin embargo, la experiencia profesional del fisioterapeuta será la que determine la mejor coloca-
ción de los electrodos con respecto a la patología a tratar, la etiología del dolor y la sintomatología
existente en cada caso clínico (Maya, 2002):
■ Aplicación en un punto doloroso. Para este tratamiento se aplica directamente el cátodo (–)
C5
C5 C4
C6
C4
C5
T3
C6
C7
C5 C7
C7 C8
C6
C7
T2
C6
C6 C6 C7
T1 C8
C8
C8
C7
C7
A B C
tratamiento de una articulación. La colocación de los electrodos debe regirse por la premisa
de que cada canal debe situarse sobre una misma zona sensitiva (dermatoma) o motora
(miotoma). Así pues, en el caso de las articulaciones no deben colocarse los electrodos de un
mismo canal de forma transversal, sino longitudinal con respecto a la articulación. Si obser-
vamos la articulación del codo, la cara interna corresponde, sensitivamente hablando, a la raíz
nerviosa de T2 y la cara externa a C5, como muestra la figura 1.9. Cuando se refiere a la
aplicación sobre las articulaciones vertebrales también se denomina aplicación paravertebral.
En este caso, los electrodos sí se colocan transversalmente al segmento medular, es decir, a
ambos lados de la columna vertebral, con el cátodo (–) sobre el punto más aquejado de dolor.
■ Aplicación miogénica. Es la aplicación sobre el tejido muscular. Ambos electrodos se colo-
can sobre el músculo a tratar, con el cátodo (–) en el punto más doloroso.
TIEMPO DE TRATAMIENTO
El tiempo necesario para conseguir el alivio del dolor con las corrientes TENS es muy superior al
requerido por otras corrientes eléctricas empleadas en electroterapia. Así pues, períodos insuficien-
tes de estimulación han hecho que fracase la TENS, y esta es la razón más habitual del poco o nin-
gún alivio del dolor mediante esta corriente. Trabajos experimentales han demostrado que la TENS
puede tener un efecto acumulativo (Sjolund y Eriksson, 1979; Woolfe y Wall, 1982; Wynn, 1980).
Los principales efectos patofisiológicos después de lesiones nerviosas y el carácter complejo
de los mecanismos del dolor crónico parecen apoyar la teoría de que se necesitan períodos pro-
longados de estimulación para permitir que la médula espinal se alimente de nuevo de estímulos
funcionales normales. Por lo tanto, es esencial un período prolongado de alivio del dolor para que
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los patrones normales de movimiento reemplacen los patrones centrales anormales que se han
acumulado durante un largo lapso.
En las primeras sesiones de tratamiento, la estimulación debe realizarse durante un mínimo
de 2 a 4 h. La siguiente serie de principios forma una guía para la dosificación del tiempo de
tratamiento:
■ Un mínimo de 2 a 4 h de estimulación continua por día.
■ En condiciones dolorosas agudas, se debe aplicar estimulación continua durante 3 semanas
imprescindible volver a aumentar el tiempo de estimulación; por ejemplo, 3 h al día durante
1 semana más antes de volver a comenzar a reducir de nuevo dicha estimulación.
■ Se debe disminuir el tiempo de tratamiento gradualmente hasta que no se necesite
estimulación.
■ En algunos casos de dolor muy intenso, como en el caso de enfermos terminales, está indi-
■ En algunos casos de dolor crónico, los pacientes pueden necesitar el aparato de la TENS a
largo plazo (aplicación domiciliaria).
■ La TENS puede utilizarse solamente por la noche; por ejemplo, en el dolor fantasma de
miembros, porque el dolor es a menudo más fuerte de noche, cuando el paciente intenta
dormir. Además, puede que el paciente lleve de día una prótesis, para restablecer alguna
estimulación aferente al muñón.
La sesión puede continuarse durante varias horas más si es necesario para el alivio del dolor. La
colocación de los electrodos se rige por lo anteriormente descrito; es decir, sobre los nervios peri-
féricos, a nivel segmentario, etc. Se obtienen pocos resultados óptimos si se colocan los electrodos
en regiones cutáneas de sensibilidad reducida.
La TENS convencional de frecuencia alta y amplitud baja es la modalidad más indicada en la
neuralgia, en hiperestesias debidas a lesiones de los nervios periféricos, la causalgia y el dolor sordo
continuo que se irradia al esqueleto (columna, articulaciones, costillas), sea por artrosis, cáncer o
lesión muscular. También puede probarse en estados de dolor central, dolores fantasmas, cicatrices
dolorosas, dolores postoperatorios, dolor obstétrico y lumbalgia, entre otros.
PRUEBAS EXPERIMENTALES
Existen pruebas sólidas de que el modelo teórico de modulación neuronal dentro de la médula
espinal, demostrado en los laboratorios de fisiología, es aplicable a los seres humanos. El empleo
de dicho modelo experimental del dolor en seres humanos a través de la TENS aumentó en un
grado bastante considerable la tolerancia al dolor en las personas tratadas, y los efectos más llama-
tivos se produjeron en el grupo de personas tratadas con alta frecuencia (60 Hz) (Barr et al., 1986).
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24 1—Estimulación eléctrica transcutánea
Estudios realizados con la TENS sobre puntos gatillo o mialgésicos han constatado una
disminución de la intensidad del dolor en dichos puntos. Estos estudios se realizaron conforme
a un esquema con testigos (comparativos). Así, Graff-Radford et al. (1989) afirman que este
efecto analgésico no se debía a cambios locales en la sensibilidad de los puntos gatillo, sino que,
con mucha probabilidad, se debería a la modulación del sistema nervioso central. Además, se
obtuvieron los mejores efectos con la TENS convencional a 100 Hz y también se constató en
este estudio una eficacia creciente conforme la duración de fase de los impulsos aumentaba de
50 a 100 μs, utilizándose una intensidad o amplitud cercana al nivel de estimulación muscular.
Por el contrario, se obtuvo poco efecto con la TENS de acupuntura en el tratamiento de dichos
puntos.
En el estudio realizado por Marchand et al. (1993) en personas con dorsalgia baja de diversos
orígenes, se constató que la TENS convencional, a una frecuencia de 100 Hz e intensidad del
nivel necesario para producir parestesia, logró una disminución notable del dolor a corto plazo en
comparación con la TENS placebo y el grupo control. Este estudio demostró que la TENS tenía
un efecto acumulativo que perduró incluso una semana después de terminar el tratamiento; unos
resultados que no se obtuvieron en el grupo placebo ni en el grupo control.
En los estudios realizados por Abram et al. (1980) y por Kaada (1982) se demostró que la
TENS no solo modula el dolor, sino que también incrementa la irrigación sanguínea de la región
estimulada. Esta característica de la TENS la analizaremos en el capítulo 4.
tifactoriales y se han expuesto con detalle en los trabajos publicados por Marchand et al. (1993)
y Deyo (1991).
Según Fishbain et al. (1996), desde 1970 se han publicado más de 600 artículos sobre la TENS.
En estos estudios se ha afirmado que la TENS constituye un tratamiento útil contra diversas
neuralgias y síndromes del dolor neuropático, vasculopatías periféricas, angina crónica y dolor
musculoesquelético.
Long (1991) concluyó, sobre la base de los estudios publicados, que la TENS constituía un
tratamiento eficaz contra el dolor de diversos orígenes, que generaba beneficios a corto plazo
en el 50% de los casos de dolor crónico, que cerca del 25% de los pacientes utilizarían la TENS
durante muchos años y que era imposible explicar el efecto de esta técnica por simple atribución
a un efecto placebo.
Indicaciones
El progreso tecnológico (baterías, componentes electrónicos, etc.) está relacionado con la producción
de pequeños aparatos portátiles que ha acrecentado considerablemente las aplicaciones de la corriente
eléctrica para el tratamiento del dolor, sobre todo de la corriente TENS. Por ello, la TENS está cada
vez más extendida, pues implica una modalidad no farmacológica para el tratamiento del dolor.
Paciente
■ Selección inadecuada de pacientes (histéricos, no fiables)
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Procedimiento de aplicación
■ Electrodos mal colocados
■ Falta/exceso de gel electroconductor
■ Insuficiente tiempo de tratamiento
■ No se adaptó la técnica para maximizar la eficacia terapéutica en cada caso, por ejemplo, cambiar
Los equipos TENS como método para hacer desaparecer cualquier clase de dolencia son utili-
zados por multitud de fisioterapeutas, médicos, etc. Sin embargo, quien más utiliza la TENS es el
propio paciente bajo la supervisión del fisioterapeuta.
Esta ventaja inherente hace de este tratamiento una modalidad única en comparación con otras
modalidades de electroterapia, como son las corrientes de baja, media y alta frecuencia, ultrasoni-
dos, láser y campos magnéticos, que requieren el acceso de los sujetos a las consultas o gabinetes
del fisioterapeuta.
Es imperativo que el primer punto de contacto entre el paciente y la TENS esté supervisado
por un fisioterapeuta o un médico especialista en la materia, el cual deberá realizar una exploración
exhaustiva para obtener un diagnóstico apropiado de la afección en cuestión. Posteriormente, se
establecerán unos objetivos de tratamiento y se indicarán los parámetros más adecuados para el
procedimiento de aplicación con la TENS, puesto que el paciente no posee los conocimientos
necesarios.
Además de lo expuesto anteriormente, la asignación de un fisioterapeuta o de un médico ins-
truido es importante no solo por las precauciones asociadas con el uso de la TENS, sino también
para establecer un tratamiento óptimo.
Como ya se ha señalado, las indicaciones de la TENS incluyen todas aquellas afecciones que
cursen con sintomatología dolorosa, tanto de forma aguda como crónica. Por consiguiente, las apli-
caciones clínicas de la TENS son muy variadas: dolores leves de espalda, afecciones reumáticas, pro-
blemas obstétricos, dolor postoperatorio, etc. Con esta amplia gama de aplicaciones y las ventajas que
mencionaremos, es una pena que el uso de la TENS no esté más extendido en el tratamiento del dolor.
Con respecto al dolor crónico, los objetivos terapéuticos que han de plantearse deben ser rea-
listas, con el fin de no dar falsas esperanzas a los pacientes. Es decir, a veces es más conveniente
hablar de reducir el dolor que de eliminarlo, sobre todo en pacientes con largos historiales de esta
afección, por ejemplo, un paciente con 11 años de dolor lumbar no experimentará los mismos
resultados que un paciente que solo ha pasado por 1 mes de dolor. Por ello, hay que racionalizar las
expectativas del paciente sin desalentarlo ni minarle la moral, que puede estar ya minada. Además,
es muy importante ganarnos la confianza del paciente, ya que la motivación y el ánimo son ingre-
dientes esenciales para el tratamiento de los pacientes de dolor crónico (Bates y Nathan, 1980).
A continuación, señalamos algunas condiciones dolorosas para las cuales puede usarse la
TENS:
■ Lesiones avulsivas del plexo braquial, es decir, lesiones de nervios periféricos; por ejemplo,
neuroma doloroso.
■ Lesiones de compresión nerviosa y distrofia simpática refleja; por ejemplo, síndrome del
túnel carpiano.
■ Dolor del muñón y/o dolor fantasma de miembros.
■ Neuralgia postherpética.
■ Cervicobraquialgias y lumbociáticas.
■ Neuralgia del trigémino.
■ Dolor postoperatorio.
■ Dolor en los enfermos terminales.
■ Dolor obstétrico.
■ Dolores musculares; por ejemplo, contusiones, tratamiento de puntos gatillo.
■ Dolores ligamentosos; por ejemplo, esguinces.
evaluar al paciente).
■ Personas con epilepsia, sin consultar los cuidados y consejos necesarios con el médico.
■ No debe utilizarse sobre zonas tumorales o zonas de tejido con alta mitosis celular.
■ Para evitar cualquier posible influencia sobre el útero o el feto, no debe aplicarse la TENS
por encima o en las proximidades de un útero en estado de gestación. Sin embargo, otras
regiones del cuerpo de una gestante pueden ser tratadas con la TENS.
reacción alérgica debajo o alrededor de los electrodos después de la estimulación, por lo que
recomendaremos aplicar crema hidratante.
■ Se asegura el cuidado de la piel si la zona de aplicación y los electrodos se lavan después de
la estimulación para evitar exantema y para que no se pudra la goma del electrodo.
La respuesta alérgica y la irritación de la piel constituyen el problema más corriente de la
TENS. Esta situación se puede resolver de las siguientes maneras: a) cambiando el tipo de elec-
trodo; b) sustituyendo periódicamente el lugar de estimulación, y c) utilizando un tipo diferente
de gel conductor. Hay muy pocas razones por las cuales no deba emplearse la TENS, puesto que
se trata de una de las técnicas para aliviar dolor menos invasiva que tenemos a nuestra disposición.
Ventajas de la TENS
La TENS posee numerosas ventajas por las que es muy requerida tanto por los fisioterapeutas
como por los pacientes. Destacamos las siguientes:
■ Los aparatos de la TENS no son peligrosos. Son equipos portátiles.
■ Estas corrientes permiten realizar procedimientos domiciliarios por parte de los individuos,
bajo la supervisión del fisioterapeuta o del médico especialista; esto es, ofrecen al paciente
la opción del autotratamiento. Este aspecto favorece la fijación del sujeto al tratamiento y
garantiza una mayor eficacia del mismo.
■ En cuanto al coste económico que representa la adquisición de un equipo portátil de
corrientes TENS, cabe señalar que representa una cantidad insignificante con respecto al
gasto que suponen otros procedimientos como, por ejemplo, el tratamiento farmacológico,
quirúrgico, etc. Así pues, una vez adquirido el aparato de electroterapia, el mantenimiento se
reduce a la sustitución de los electrodos autoadhesivos y las pilas del equipo. En conclusión,
la TENS es, sin duda, un tratamiento más económico, ya que brinda unos resultados positi-
vos y satisfactorios en un corto plazo de tiempo.
■ Son pocas las precauciones y contraindicaciones asociadas con la utilización de la TENS y
en su mayoría están basadas en el uso del sentido común. Asimismo, los efectos secundarios
observados son mínimos (irritación temporal de la piel).
■ El empleo de la TENS es no adictivo, como ocurre con algunos procedimientos farmacoló-
Desventajas de la TENS
Comparado con la lista de ventajas anteriormente citadas, las desventajas de la TENS son inapre-
ciables, aunque cabe destacar algunas:
■ Ciertas personas no pueden tolerar la sensación eléctrica e invariablemente no podrán res-
causada por una reacción alérgica al medio conductor o a las cintas de fijación. En cualquier
caso, esto puede subsanarse fácilmente con la sustitución del medio conductor.
■ Hay que tener en cuenta que, en general, puede existir un riesgo de quemaduras en las
aplicaciones terapéuticas con corrientes eléctricas. Esto puede sobrevenir debido a ciertas
razones importantes; por ejemplo, si una corriente de alta densidad pasa por debajo de un
electrodo de pequeñas dimensiones. De todas formas, conviene recordar que el peligro de
una quemadura química es mínimo, ya que la mayoría de los aparatos TENS tienen un
componente de amplitud de onda con un componente galvánico igual a cero.
Conclusiones
La TENS proporciona una serie de procedimientos terapéuticos no invasivos y baratos para aliviar
el dolor. Es esencial que se controle y evalúe correctamente las características del dolor. Además,
debe considerarse dentro del contexto de un programa de recuperación funcional completa para
la reducción del dolor crónico.
Son precisas la información e instrucción de los pacientes, así como el control y seguimiento
necesarios para evaluar la eficacia y dar la oportunidad a los sujetos de que aprecien plenamente el
alcance de este pequeño aparato.
El tratamiento clínico de la TENS se basa en principios fisiológicos y experimentales bien
establecidos, respaldados por numerosos estudios clínicos. Los efectos positivos de estos procedi-
mientos están perfectamente definidos para el tratamiento del dolor agudo y no tanto en el empleo
sobre pacientes con dolor crónico.
Una característica muy destacable es la diferencia con respecto a muchos analgésicos, pues la
TENS carece totalmente de efectos adversos, como las alteraciones de las vías gastrointestinales,
las coagulopatías y los efectos tóxicos en hígado y riñones.
Por tanto, y a modo de conclusión, la TENS es un componente útil en el tratamiento integral
del dolor tanto agudo como crónico.
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1—Estimulación eléctrica transcutánea 29
PROTOCOLOS DE TRATAMIENTO
Cuando un fisioterapeuta debe tomar una decisión clínica con respecto al procedimiento de electrote-
rapia que debe emplear para programar una sesión de tratamiento, puede que los efectos terapéuticos
obtenidos dependan tanto de la modalidad como de la dosis utilizada. Por ello, la primera decisión debe
ser la elección de la corriente eléctrica que se usará. La segunda decisión tiene que ver con la dosis
idónea en lo que se refiere a la situación clínica del paciente.
Actualmente, la programación de los tratamientos de electroterapia se realiza en función de los proble-
mas de salud de los pacientes y de las evidencias científicas existentes. Sin embargo, la experiencia de
los profesionales de la fisioterapia es de gran importancia en la toma de decisiones clínicas.
La fisioterapia actual emplea diversos tipos de corrientes eléctricas para el tratamiento del dolor. Son
muchos los estudios y evidencias científicas que avalan el uso de la TENS con corrientes rectangulares
bifásicas asimétricas con el fin de disminuir o resolver el dolor en los pacientes. Sin embargo, los proto-
colos de tratamiento adecuados para cada sujeto y en cada situación patológica han sido poco analiza-
dos. Por esta razón, exponemos una serie de protocolos de tratamiento de los procesos dolorosos más
frecuentes, con todos los parámetros necesarios y con imágenes en las que se expone la colocación de
los electrodos en el paciente, para que los fisioterapeutas se guíen en la práctica clínica actual.
Cabeza y cuello
NEURALGIA DEL TRIGÉMINO
• Duración de fase (del impulso): 50-80 μs.
• Frecuencia de la corriente: 100-120 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: nivel de sensibilidad medio.
• Tamaño de los electrodos: redondos de 32 mm.
• Colocación de los electrodos: (+) debajo de la articulación temporomandibular (ATM) (–) en el
arco zigomático (rama media) (fig. 1.10) o en el ángulo inferior de la mandíbula (rama mandibular)
(fig. 1.11).
• Tiempo de tratamiento por sesión: 45-60 min.
• Periodicidad: 1-2 sesiones diarias, según el grado de afectación.
• Número de sesiones aproximado: 15-20 sesiones.
• Observaciones: la intensidad de la corriente no debe superar la estimulación motora (no provocar
contracciones).
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Figura 1.12
Figura 1.13
Figura 1.14
Miembro superior
SÍNDROME SUBACROMIAL: MÚSCULO SUPRAESPINOSO (fig. 1.15)
• Duración de fase (del impulso): 100 μs.
• Frecuencia de la corriente: 80 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: por debajo del umbral doloroso.
• Tamaño de los electrodos: 5 × 5 cm.
• Colocación de los electrodos: (+) en el vientre muscular y (–) en la inserción tendinosa en el
hombro.
• Tiempo de tratamiento por sesión: 45-60 min.
• Periodicidad: 1 sesión diaria (fase aguda) o en días alternos (fase crónica).
• Número de sesiones aproximado: 10-15 sesiones.
• Observaciones: la estimulación es más importante si el miembro superior se encuentra en rotación
interna (mano-espalda).
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Figura 1.15
Figura 1.16
Figura 1.17
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Figura 1.18
Figura 1.19
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Figura 1.20
Figura 1.21
Figura 1.22
Figura 1.23
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Tronco
DORSALGIA MUSCULAR: MÚSCULO ROMBOIDES (fig. 1.24)
• Duración de fase (del impulso): 200 μs.
• Frecuencia de la corriente: 60-80 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: por debajo del nivel de tolerancia.
• Tamaño de los electrodos: 5 × 5 cm (2 canales).
• Colocación de los electrodos: con cada canal a ambos lados de la columna dorsal (zona interes-
capular) de forma longitudinal.
• Tiempo de tratamiento por sesión: 30-45 min.
• Periodicidad: 1 sesión diaria.
• Número de sesiones aproximado: 15 sesiones.
Figura 1.24
Figura 1.25
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NEURALGIA INTERCOSTAL
• Duración de fase (del impulso): 150 μs.
• Frecuencia de la corriente: 80-100 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: nivel de sensibilidad media-alta.
• Tamaño de los electrodos: 5 × 5 (2 canales).
• Colocación de los electrodos: siguiendo el recorrido del nervio, canal 1 (+) en la raíz del nervio y
(–) en el ángulo costal (fig. 1.26); canal 2 (+) en el arco costal y (–) en la cara anterior (fig. 1.27).
• Tiempo de tratamiento por sesión: 30 min.
• Periodicidad: 1 sesión diaria.
• Número de sesiones aproximado: 10-15 sesiones.
Figura 1.28
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Figura 1.29
CIÁTICA
• Duración de fase (del impulso): 150 μs.
• Frecuencia de la corriente: 80 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: nivel de sensibilidad medio.
• Tamaño de los electrodos: 5 × 9 cm (2 canales).
• Colocación de los electrodos: siguiendo el recorrido del nervio, canal 1 (+) en la raíz del nervio y
(–) en la zona media del glúteo; canal 2 (+) en el tercio proximal de la región isquiotibial y (–) en el
tercio distal de la cara posterior del muslo (fig. 1.30).
• Tiempo de tratamiento por sesión: 60-90 min.
• Periodicidad: 1 sesión diaria.
• Número de sesiones aproximado: 20 sesiones.
• Observaciones: si el dolor abarca todo el miembro inferior, se colocará un tercer canal sobre el
nervio ciático poplíteo interno: (+) en el tercio superior del músculo gemelo interno y (–) por encima
del tendón de Aquiles, y un cuarto canal sobre el nervio ciático poplíteo externo: (+) encima de la
cabeza del hueso peroné y (–) por encima del maléolo externo (fig. 1.31).
DISMENORREA
• Duración de fase (del impulso): 100 μs.
• Frecuencia de la corriente: 80 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: nivel de sensibilidad medio.
• Tamaño de los electrodos: 5 × 5 cm (2 canales).
• Colocación de los electrodos: canal 1, sobre la charnela dorso-lumbar D10-L1, de forma transver-
sal (fig. 1.32); canal 2, sobre la charnela lumbosacra L4-S2 (fig. 1.33).
• Tiempo de tratamiento por sesión: 30-45 min.
• Periodicidad: sesiones diarias o 2 veces al día.
• Número de sesiones aproximado: 5-10 sesiones.
• Observaciones: si es necesario, se colocará un tercer canal abdominal (–) sobre la zona más
dolorosa: ovárica o inguinal y (+) en la menos dolorosa. Recomendamos comenzar a aplicar antes
de que el dolor sea muy intenso.
Miembro inferior
BURSITIS TROCANTÉREA (fig. 1.34)
• Duración de fase (del impulso): 150 μs.
• Frecuencia de la corriente: 100-120 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: nivel de sensibilidad bajo-medio (fase aguda) y por
debajo de umbral doloroso (fase crónica).
• Tamaño de los electrodos: 5 × 5 cm (dos canales).
• Colocación de los electrodos: canal 1, por encima y por debajo de la bursa; canal 2, en el lado
interno y en el lado externo de la bursa.
• Tiempo de tratamiento por sesión: 45-60 min.
• Periodicidad: 1 sesión diaria y días alternos (según grado de afectación).
• Número de sesiones aproximado: 15-20 sesiones.
• Observaciones: los canales se entrecruzan.
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Figura 1.34
Figura 1.35
Figura 1.36
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Figura 1.37
Figura 1.38
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Figura 1.39
Figura 1.40
Figura 1.41
Figura 1.42
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Figura 1.43
Figura 1.44
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Figura 1.45
Figura 1.46
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ESGUINCE DE TOBILLO
• Duración de fase (del impulso): 150 μs.
• Frecuencia de la corriente: 80 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: nivel de sensibilidad bajo-medio.
• Tamaño de los electrodos: 5 × 5 cm (2 canales).
• Colocación de los electrodos: canal 1 (local), encima del ligamento lateral interno o externo
(fig. 1.47) y canal 2 (segmentario), en el hemicuerpo afectado en la metámera L5-S1 (fig. 1.48).
• Tiempo de tratamiento por sesión: 60 min.
• Periodicidad: 1 sesión diaria.
• Número de sesiones aproximado: 10-15 sesiones.
• Observaciones: el segundo canal se retirará cuando ceda el dolor intenso.
ARTROSIS DE TOBILLO
• Duración de fase (del impulso): 100-150 μs.
• Frecuencia de la corriente: 50-80 Hz.
• Nivel de intensidad o amplitud de la corriente: nivel de sensibilidad medio-alto.
• Tamaño de los electrodos: 5 × 5 cm (2 canales).
• Colocación de los electrodos: posición cruzada: canal 1, el electrodo (–) en la cara inferior-interna
del tobillo y el electrodo (+) en la cara superior-externa del tobillo; canal 2, el electrodo (–) en la
cara inferior-externa del tobillo y el electrodo (+) en la cara superior-interna del tobillo (fig. 1.49).
Posición longitudinal: canal 1, el electrodo (–) en la cara superointerna del tobillo y el electrodo (+)
en la cara inferior-interna del tobillo; canal 2, el electrodo (–) en la cara superoexterna del tobillo y
el electrodo (+) en la cara inferior-externa del tobillo (fig. 1.50).
• Tiempo de tratamiento por sesión: 45 min.
• Periodicidad: 1 sesión diaria.
• Número de sesiones aproximado: 15-20 sesiones.
Figura 1.51
Figura 1.52
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Figura 1.55
Figura 1.56
Bibliografía
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