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IIOBERT MUCHEMBLED
El orgasmo
robert
y Occidente
l ’iu historia del placer
ilrsilc el siglo xvi a nuestros días
y Occidente
El orgasmo
Traducción de
J u a n A lm ela
ROBERT MUCHEMBLED
EL ORGASMO Y OCCIDENTE
Una historia del placer
desde el siglo xvi a nuestros días
EX L I B R I S
CHEPA
M u ch e m b le d , R o b e rt
El o r g a s m o y O c c id e n te : u n a h isto ria d el p lacer d e s d e el
sig lo xvi a n u e s tro s d ías . - la e d . - B u en o s A ires : F o n d o d e
C u ltu ra E c o n ó m ic a : 20 0 8 .
4 2 5 p . ; 1 3 .5 x 2 1 c m . (T ezo n tle)
T r a d u c id o p o r: Ju a n A lm e la
ISBN 9 7 8 - 9 5 0 -5 5 7 -7 6 6 -8
P ro h ib id a su v e n ta en E sp a ñ a
D .R . © 2 0 0 8 , F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m i c a d e A r g e n t i n a , S.A .
El S a lv a d o r 5 6 6 5 ; 1 4 1 4 B u en o s A ires, A rg en tin a
f o n d o @ fc e .c o m .a r / w w w .fc e .c o m .a r
A v . P ica ch o A ju s c o 2 2 7 ; 1 4 2 0 0 M éxico D .F.
ISBN : 9 7 8 -9 5 0 -5 5 7 -7 6 6 -8
Im p r e s o e n A r g e n t i n a - P r i n t e d in A r g e n t i n a
H e c h o el d e p ó s ito q u e p re v ie n e la ley 1 1 .7 2 3
Un año de p la cer.................................................................................... 11
Introducción ........................................................................................... 15
Primera parte
E l o r g a s m o y O c c id e n t e
Segunda parte
Im p ro n ta s
E l p l a c e r e n e l d o l o r ( s i g l o s x v i y x v ii)
Cuarta parte
¿ R e v o l u c io n e s ?
L a h e re n c ia de lo s s ix t ie s
Que todos los que me han ayudado a concebir y escribir este libro
encuentren aquí la expresión de mi sincera gratitud:
Tzvi Abusch, Engin Akarli, M arkus Asper, Vivian Barnett,
Paolo Berdini, Sylvia Berrym an, Glen W. Bowersock, Michael
Broers, C aroline Walker Bynum , Vincent C arretta, Pascale
Chapdelaine, Claudine Cohén, Giles Constable, Patricia C rone,
José Cutileiro, Monica y Joseph Davis, Laurence Devillairs, Nicola
di C osm o, Em m a Dillon, William Doyle, Veit Elm, Christine
Evans-Clarke, Theodore Evergates, Vincenzo Ferrone, Robin Fox,
Jane Fulcher, H enry Louis Gates jr., Oleg Grabar, Frank Griffel,
C ynthia H ahn, Ellen Harris, John H ope M asón, Jonathan Israel,
Victoria Kamsler, Lauren Kassell, Tia Kolbaba, Andrey Korotayev,
Thom as Kühne, Ellen Landau, Irving Lavin, Trudo Lemmens, Ki
Che Angela Leung, Alexander Lingas, Richard D. Lockwood, Eliza-
beth A. Lunbeck, Beatrice Manz, David Marsh, Judith McKenzie,
E. William Monter, Lloyd M oote, Alexei Muraviev, Philip Nord,
Michael Nylan, Peter Paret, Sophie y Ronnie Po-Chia Hsia, Tessa
Rajak, Amneris Roselli, Suzanne Saíd, Londa Schiebinger, Joan W.
Scott, Andrew Shanken, H. Alan Shapiro, John Shepherd, Heinrich
von Staden, Adam Sutcliffe, M orton W hite, Don Wyatt, From a
Zeitlin.
Princeton-París, 2003-2004
INTRODUCCIÓN
IN T R O D U C C IÓ N 19
EL ORGASMO Y OCCIDENTE
El ser hum ano no existe nunca solo. Gregario por excelencia, de la
"h orda prim itiva" a las llam aradas hedonistas de principios del
tercer milenio, pide constantemente a los demás que lo ayuden a
vivir y a morir. El objeto mismo de la historia es analizar este víncu
lo para tratar de com prender cóm o y por qué se m antiene unida
una sociedad, adaptándose al tiempo que pasa inexorablemente.
Escoger el tema del placer para llevar adelante tales interroga
ciones puede parecer paradójico, tanto más cuanto que se trata de
una noción vaga, muy difícil de deslindar.1 Es a través de su cuerpo
y su sexualidad, elementos naturales orientados por cada civili
zación, como el Sujeto se percibe y luego compone su relación con
el otro. Sustento de los goces, prisión de la persona, la envoltura
cam al es también una entidad cultural, un elemento de la colectivi
dad que la rodea, una parte del todo político, una porción de un
amplio territorio de símbolos. El ser, así definido, está conformado
por prescripciones imperativas, ya sea que consienta o trate por el
contrario de ejercer su libre arbitrio de la mejor manera posible.
Uno de los grandes enigmas que atorm entan a los occidenta
les desde hace dos milenios, con una intensidad acentuada a par
tir del Renacimiento, es precisamente el de las relaciones entre el
individuo y el grupo. ¿Cuál es su cimiento secreto? ¿Por qué genio
particular el Homo sapiens se revela capaz de ir más allá de las for
m as de asociación propias de los prim ates adelan tados, con los
cuales comparte tantos genes, si se cree a los biólogos de hoy?
\
E l p l a c e r f ís ic o une al ser con la totalidad del universo. Hay pues
que intentar comprender lo que representa la persona en la tradi
ción occidental para definir su relación con el disfrute. Sin dejar de
utilizar palabras y conceptos en apariencia muy diferentes, los teó
logos cristianos y Freud subrayan una oposición irreductible entre
dos entidades constitutivas del hombre. Unos hablan del cuerpo
y del alma. El segundo distingue de manera más compleja la pul
sión de vida y la de muerte, pero vuelve fundamentalmente a una
visión dualista, afirmando a la vez que la sexualidad es indispen
sable para la supervivencia de la especie y que oculta un potencial
destructor. En los dos casos, el espacio concedido a los goces de la
carne está considerablemente reducido. Hay que esperar el último
tercio del siglo xx.para ver florecer reflexiones más favorables a las
ventajas del orgasmo y a su lugar eminente en nuestra cultura.
La invenriónjenta v caótica del individuo es el hilo áureo que
permite seguir la lógica de estas mutaciones, pues el mecanismo
de sublimación instaurado por la represión sexual ha sido el mo
tor invisible del impulso occidental hasta las modificaciones es
pectaculares registradas a partir de los años sesenta.
N a c i m i e n t o d e l in d i v i d u o
¿Renacimiento o capitalismo?
Para muchos, el viraje real data del siglo xvi, o al menos del quat-
trocento italiano. Esta es la opinión, radicalm ente discutida p o ra l-
gunos especialistas, de Jacob Burckhardt, para quien el ser m edie
val no es consciente de sí m ism o sino a través de una raza, un
pueblo, una familia o una corporación, m ientras que en el Renaci
miento se torna realmente individuo desde el punto de vista espi
ritual, capaz de reconocerse com o tal.3 El proceso se limita a las
capas superiores, en particular a los intelectuales y a los artistas.
Paralelamente a las ideas de Karl Marx relativas a los orígenes
comerciales del capitalismo, Max Weber parte también de presu
puestos materiales para llegar a una sociología de las religiones que
atribuye un lugar eminente a un nuevo tipo de hombre.4 A sus ojos,
el siglo xvi constituye un viraje decisivo, m arcado al noroeste del
continente, más precisamente en Inglaterra, por la instauración de
Individuo y transgresión
, ¿P uede realm ente el ser hum ano alcanzar una unidad absoluta?
i El siglo xx se ha deslizado insensiblemente hacia una cultura nar-
' cisista, nos afirm an por todas p artes, incluyendo el lado de las
ciencias exactas.14 Es, en cierto m odo, error de Freud, que ha roto
con la du alidad occidental tradicional, oponiendo el cu erpo al
alm a, para d ar su lugar a lo reprimido. Su pensamiento distingue
el "Y o-cu erp o" del Superyó o Ideal del Yo, vinculado al complejo
de Edipo, y finalmente el F.llo profundo.
¿T o d o e s s e x o ?
22 Ibid., p p . 4 9 , 5 0 y 103.
23 Ibid., p p . 3 7 , 4 0 , 4 2 , 4 5 , 6 2 , 1 8 4 , 1 8 5 y 1 93.
24 Ibid., p p . 51 y 185.
los dos volúm enes siguientes, aparecidos en 1984, año de su
m uerte, a la Antigüedad griega y rom ana.25 Entre las pistas m ás
apasionantes que abrió a partir de 1976 figura la idea de misterio
sexual últim o, entregado nada más que al confesor o m ás tarde
evocado sobre el diván del psicoanalista, paradójicam ente vehicu-
lado por una m asa creciente de escritos consagrados al tem a.
Igualmente fecunda es la observación según la cual no se puede
identificar un ciclo represivo único con un principio y un final.26
La principal aportación del libro concierne a cuatro paradigm as
observados por el autor, que contienen, diga lo que diga, una
fuerte carga represiva. Se trata de la "histerización" del cuerpo de
la mujer producida por la m edicina; de la "p ed ag og izació n " del
sexo del niño, destinada a poner un dique a graves peligros, parti
cularmente el onanismo; de la socialización de las conductas pro
creadoras por el enm arcam iento de la fecundidad de las parejas y
la acentuación de su "responsabilización"; por último, de la "psi-
quiatrización" del placer perverso, para reconocer mejor las ano
malías y las patologías a tratar.27
Es posible descubrir efectivamente los rasgos fundamentales
de un período central, los siglos xvm y xix, pero no caracterizan la
etapa histórica precedente ni la siguiente. Me parece que la única
evolución lineal desde el Renacim iento se sitúa en los discursos
de encerram iento del enigma sexual en el núcleo mismo del Yo, y
no en las realidades de com portam iento, señaladas por rupturas
sucesivas.
La familia y la carne
34 M a u r i c e D a u m a s , L e M a r ia g e a m o u re u x , op. c it., p a r t i c u l a r m e n t e p p .
1 3 8 -1 4 6 .
35 E s ta f ó rm u la fu e u t i liz a d a p o r P h ilip p e A rié s d u r a n te u n c o lo q u io en
19 7 6 ; v é a s e É v e ly n e S u lle ro t (d ir.), c o n la co la b o ra c ió n d e O d e tte T h ib a u lt, Le
Fait Fém in in. Q u 'est-ce q u 'u n e fe m m e ? , p re fa cio d e A n d ré L w o ff, P a rís, F a y a r d ,
1 9 7 8 , p p . 3 8 2 y 3 8 3 [tra d . e s p .: El hecho fem enino. ¿ Q u é es ser m u jer? , B a rc e lo n a ,
A rg o s V e r g a r a , 1 9 7 9 ], y R o b in F o x , T h e R ed Larnp o f Incest: an E n q u iry into the
dad, haciendo de ella el lugar simbólico primordial de la negocia
ción permanente entre los grupos de edad masculinos: los adultos
canalizan así estrictamente el potencial erótico perturbador de las
generaciones que llegan, confinando a sus miembros a una larga
etapa de espera. Reunidos en "reinos" o "abadías de juventud",
que deben unir a todos bajo la presión de las tradiciones, tascan el
freno a partir de la pubertad esperando alcanzar la plenitud de la
existencia, definida no solamente por la posesión de bienes y po
deres sino, más aún, por el estatuto matrimonial que permite in
sertarse en el círculo de los dominantes locales. En contrapartida,
estas bandas ofrecen a sus afiliados protección y solidaridad, a fin
de perm itirles resistir las exigencias de los genitores o de los
m aestros, y les dan m últiples ocasiones de descarga em ocional,
bajo la mirada comprensiva del resto de la parroquia. Sus m iem
bros, en particular, están autorizados para actuar com o guardia
nes de la sexualidad legítima, imponiendo cabalgatas paródicas
sobre un burro a los maridos cornudos, o atrayendo públicamente
la atención hacia amantes adúlteros, por ejemplo, trazando un ca
mino vegetal entre las dos casas. Es posible ver una manera de re
conocer su estatus de frustrados, pues las m uchachas y las muje
res casadas del lugar son vigiladas de cerca por los hombres de su
grupo, padres, hermanos o esposos particularmente, que no vaci
lan en perseguir con sanguinarias venganzas a un enam orado cu
yos ardides no toleran.
Los solteros pueden, sin em bargo, aprovechar circunstancias
en que la vigilancia descansa, para cortejar damiselas por la noche
o bajo sus ventanas y tener con ellas relaciones físicas furtivas, in
cluso en el siglo xvu, cuando el código m oral y religioso se re
43 lb id ., p p . 4 -9 . V é a s e la r e s e ñ a m u y v io le n ta d e e s te lib ro p o r T h o m a s
L a q u e u r en T h e A m erica n H istorical R eview , v ol. 1 0 6 , n ú m . 4 , o c tu b r e d e 2 0 0 1 ,
p p . 1 4 5 6 y 14 5 7 .
44 lbid., p p. 1 4 -1 7 ,1 9 , 2 2 , 2 3 y 4 3 0 .
nes apartadas de las grandes ciudades, el equilibrio fundado en la
perm anencia y en la puesta bajo tutela del grupo de los jóvenes
varones mediante la ley de la vergüenza comunitaria.45 En el otro
extrem o del espectro social, la antigua moral nobiliaria del exceso
y de la magnificencia, del consum o sin freno, sigue inspirando a
gozadores que rechazan la culpabilidad: Sade no es sino la parte
em ergente de ese universo poblado de sibaritas, igualmente bien
representado en la Inglaterra de las Luces tanto por Richard
Payne Knight, inventor del culto de Príapo, como por quienes se
adhieren al club de los dilettanti. Los demás, generalmente citadi-
nos, más o menos capturados en las redes de una sexualidad de
buena calidad, son en el fondo los prim eros en experim entar el
poderío de la sublimación, en adelante laicizada, en otro tiempo
reservada a los atletas de Dios, sobre una pendiente cultural que
conduce a nuestra época y al diván de los psicoanalistas en caso
de patología, pues, a pesar del matrimonio tardío, el antiguo régi
men demográfico se encuentra desequilibrado hacia 1700-1720. La
población aumenta rápidamente. Los contemporáneos adquieren
conciencia de la gravedad del problema. En 1798, Thomas Robert
Malthus lanza un grito de alarm a con respecto al peligro de que
los recursos alimentarios se vuelvan insuficientes y preconiza una
restricción voluntaria de los nacimientos. La Europa occidental
entra en una era diferente: la de la Revolución Industrial. En el nú
cleo de las inmensas metrópolis, que son los motores, el despegue
económico del siglo xvm va precedido, y después acompañado, de
una nueva concepción de la sexualidad. La ética protestante en In
glaterra, la reconquista espiritual católica en Francia, la invención
de la civilidad en toda Europa, habían ya contribuido a enseñar a
más de uno las virtudes de la contención y de la continencia. El fe
nómeno se desarrolla en adelante en el corazón de la familia.
nil organizada, del mismo m odo que las am enazas del castigo
eterno o las severas advertencias de los padres, maestros y confe
sores, pudieron contribuir a desarrollar en los interesados un te
rror hacia su propio cuerpo. En La pena de Bélgica, el novelista fla
menco Hugo Claus ilustra con talento ese miedo a la sexualidad
inculcado, en el transcurso de un recorrido escolar en el seno de
una institución religiosa, durante la Segunda Guerra M undial.47
Interiorización y represión preparan lentamente el cauce de una
conciencia de sí analizable en términos freudianos. La represión y
el sentido de la culpabilidad personal remplazan la ley de la ver
güenza para tener en jaque a los jóvenes varones. Tienen sin em
bargo derecho a distracciones. Si la frecuentación de las dam as
honradas les está en principio prohibida, multitudes de prostitu
tas les abren los brazos. Esta gran salida no es sólo tolerada sino
fomentada, porque constituye una prueba de virilidad por exce
lencia, única sensualidad masculina lícita que no puede ejercerse
sino con mujeres.
A partir del siglo xvm, los hombres establecidos de las vastas
metrópolis llegan a controlar de cerca el conjunto de los intercam
bios sexuales, de un m odo m uy diferente del de los universos
campesinos anteriores. Limitan el acceso de los m uchachos solte
ros a la reproducción y al disfrute carnal por medio de la represión
de los deseos, la prohibición de la masturbación o de la hom ose
xualidad y la definición idealizada de las esposas, dejándoles
como única esperanza la frecuentación de las m uchachas de pla
cer, que ellos mism os solicitan sin escrúpulos antes de regresar a
disfrutar de los encantos de la vida conyugal. El trastorno es pro
fundo. Corresponde a una modernización del sistem a patriarcal,
bajo el efecto de las transformaciones económicas, políticas y reli
giosas. Puede establecerse la hipótesis de que su sostenim iento
duradero hasta la década de 1960, a pesar de los altibajos y de pa
La c o n q u is t a d e l p la c e r fe m e n in o
Entre los tres elementos del juego sexual tradicional, los hombres
m aduros, las mujeres y los muchachos púberes, el último es quizá
el menos intensamente afectado esta vez por los trastornos apare
cidos en los años sesenta. Precisam ente com o en el siglo xvi, el
adolescente de hoy pasa aproxim ad am en te una decena de años
de su vida en ese estado precario, pero esto no representa más que
un octavo de la duración media de la existencia, contra un cuarto
o un tercio bajo el Antiguo Régimen, lo cual limitaba entonces el
período conyugal a uno o dos decenios. Los adultos actuales lo
son durante m ucho tiempo. La etapa de espera de los jóvenes, por
dolorosa que pueda ser, a juzgar por el aum ento del desempleo e
incesantes reivindicaciones, desemboca en una esperanza de muy
lenta realización, sin olvidar la seguridad aportada por el sistema
social del m ism o nombre en Europa. En cuanto a los hom osexua
les, consiguen un lugar m ucho mejor bajo el sol que los mollies
londinenses o los pederastas parisienses del siglo xvui. Exigen y
obtienen el respeto de su diferencia, y aun el derecho de casarse
y adoptar hijos. Sólo Estados Unidos resiste vigorosam ente esta
tendencia, pese a la antigua existencia de grandes com unidades
gays en San Francisco o en Nueva York y a las iniciativas tomadas
en algunos estados liberales, com o el caso de Massachusetts, que
fue el primero en autorizar oficialmente el matrimonio entre com
pañeros del mismo sexo a partir del 17 de mayo de 2004.48
Las principales innovaciones conciernen a los hombres he
chos y, más aún, a las mujeres. Para los primeros, es trivial señalar
una libertad erótica creciente que no exige la hipocresía de los
comportamientos asociada a la doble norma burguesa. La prolon
gación de la duración de la vida va aparejada de una presión mul
tiforme que los empuja a disfrutar y dar placer hasta la vejez más
avanzada. La exigencia es pesada, creadora de traum atism os fe
lizmente tratados con devoción por hordas de psicoanalistas y de
especialistas en problemas de pareja. La inseguridad del Sujeto vi
ril, forzado permanentemente a la hazaña, hace la felicidad de to
dos los m edios m asivos de com unicación. Consejos y remedios
m ilagrosos para evitar una inaceptable falla invaden la publici
dad. Una hilarante película estadounidense, estrenada en 2003,
narra el calvario de un Jack Nicholson envejeciendo pero siempre
firme, con ayuda del Viagra, que pasa, de grado o por fuerza, de
las jóvenes peligrosas para el corazón, después de más de 60 años
de un régimen alimentario que le produce un exceso de colesterol,
a un am or de su edad, Diane Keaton, sobre un trasfondo de apre
mios de hospital sazonados de rom anticism o hollywoodense,
para acabar, y partir con el pie derecho, en París.49
Hay que añadir una característica original, la "d em ocratiza
ción" acelerada del modelo del supermacho, mientras que en el si
glo xvii un soberano constituía la única referencia en este dominio,
y en el siglo xix los goces de la carne pertenecían prioritariamente a
los casados poderosos y ricos. En el marco de un hedonismo triun
fante, muchos europeos exigen su derecho eminente a la felicidad
inmediata. El individuo no es rey todavía, pero quisiera llegar a
Buscar la mujer
IMPRONTAS
EL PLACER EN EL DOLOR
(SIGLOS XVI Y XVII)
E l R e n a c i m i e n t o i t a l i a n o señala el despegue de un proceso cultu
ral nuevo. Muy sensible a las grandes rupturas, com o todo histo
riador, he decidido convertirlo en punto de partida de mi reflexión,
sin pretender descubrir la eclosión del p lacer en este m om ento
preciso. Toda civilización humana tiene esa experiencia, con segu
ridad. Deseo sencillam ente su b rayar la im portan cia del viraje a
partir del cual la aventura colectiva europea estableció lenta, pe
nosamente, por ensayos y errores, no sin num erosas contradiccio
nes e infinitos matices, una textura del placer diferente de aquella
del pasado. Ideas y prácticas han dibujado poco a poco una im
pronta que no ha dejado de ser la m arca de fábrica de O ccidente
durante los cinco siglos siguientes y es probable que no haya desa
parecido del todo en nuestros días.
La experiencia de la voluptuosidad de los sentidos se ha hecho
en el dolor. Esta discreta insinuación, casi invisible, en las páginas
del libro de Europa, ha sido aplicada prim ero por un m olde incan
descente durante dos siglos turbados. ¡Concesión, seguram ente, a
la gran desconfianza del cristianism o, desde sus orígenes, ante el
cuerpo y el volcán de pasiones que contiene! En trelazar así m uy
íntimamente el disfrute físico con el sentimiento de m uerte o de in-
com pletud del ser fue una astucia de los saberes y de los poderes
que retrasó el cuestionamiento de su autoridad hasta las discusio
nes de la época de las Luces. El resultado m ás profundo fue ligar
durante mucho tiempo a Eros y a Tánatos, las pulsiones de vida a
las de m uerte, en un extraño baile que hace rod ar en la m ism a
pista a los atletas de Dios, a Sade y a sus ém ulos, a los herederos de
Darwin, Freud, Marx, Weber, Foucault y m uchos o tro s...
La búsqueda de este vínculo occid ental inextricable en tre el
placer y el dolor podría pasar p or un enfoque filosófico o teoló
gico. O tros lo han ad o p tad o . C om o historiador de las cu ltu ras,
m uy interesado en las aportaciones de la literatura, del arte y de la
so cio lo gía, cen traré m i propósito en dos órd enes de fenóm enos
convergentes expuestos en los dos siguientes capítulos. Relativo a
los saberes del tiem po, el prim ero trae a cuento la extrem a dificul
tad de pen sarse a sí m ism o, sobre todo si se es m ujer, pues a tal
punto el cu erp o es considerado com o un obstáculo para la salva
ción cristiana. Vuelto hacia los com portam ientos, el segundo des
cribe transgresiones sexuales frecuentes y el vigor de la represión
orientada a quienes v an dem asiado lejos en la práctica de los go
ces de la carn e, todos vistos com o pecados m ortales si no se en
cuentran santificados por el sacram ento del m atrim onio.
r
R e p r e s e n ta r y d e c ir su Y o
El individuo en el lienzo
2 C o n t r a la id e a d e u n a e m e r g e n c ia d e l in d iv id u o e n el R e n a c im ie n to , a l g u
n o s ll e v a n a d e l a n t e u n c o m b a t e a r e t a g u a r d i a , c o m o e l m e d i e v a l i s t a D a v id
A e rs , c u y o s a r g u m e n to s s e r e v e l a n m á s b ien d é b ile s : D a v id A e r s (e d .), C u ltu re
a nd H is to ry , 1 3 5 0 - 1 6 0 0 : E ssa y s o n E n g lis h C o m m u n itie s , Id e n tities a n d W ritin g
N u e v a Y o r k , H a r v e s te r W h e a t s h e a f , 1 9 9 2 , s o b r e t o d o e n s u a r t íc u lo , " A W h is-
p e r in th e e a r o f e a r ly m o d e r n i s t s ; o r r e f le c tio n s o n l ite ra ry c r it ic s w r i tin g the
'h is to r y o f th e s u b je c t'" , p p . 1 7 7 - 2 0 1 .
3 S te p h e n G re e n b la tt, R en a issa n ce S e lf-F a s h io n in g : F ro m M o re to Sh a k esp ea re
C h ic a g o , U n iv e r s ity o f C h i c a g o P r e s s , 1 9 8 0 , p p . 2 y 3 .
m ensa fortuna europea durante un siglo, influyendo p ro fu n d a
m ente sobre las élites sociales.4
La em ergencia del Sujeto en el siglo xvi no tiene, pues, nada
de apoteosis narcisista. En todos los casos la figura está d irecta
mente asociada a fuerzas religiosas o culturales que empujan a se
mejante conform ación. De m anera paradójica, es precisam ente el
estrecham iento del control social el que despierta el sentido de la
individualidad. La regulación se orienta particularm ente hacia los
jóvenes varones procedentes de las capas superiores. Induce com o
reacción procesos de relajamiento de las tensiones, com o la inven
ción de los pasatiem pos en la misma época, para los m ism os g ru
pos de población.3 En suma el Yo rotu ndam ente afirm ado es un
producto derivado del saber y del poder del tiempo.
Todos los gran des autores ingleses del siglo xvi co n stru yen
su personalid ad y su obra alud iendo d irectam en te a dos polos
opuestos: una autoridad establecida y un "ajen o " d etestab le u
hostil (herético, rudo, adúltero, traid o r...)- Som etidos a la vez a la
prim era y d eseosos de destru ir la am en aza p lan tead a p o r el se
gundo, tienen la dolorosa experiencia de una especie de pérdida
de sí m ism os, tal com o Shakespeare al exp lo rar las angustias se
xuales m asculinas en Otelo o en varias de sus o tras obras. Incluso
la hostilidad de M arlow e ante el poder no deja de conten er algo
de la fuerza de la sum isión... Greenblatt concluye que su ind aga
ción no desem boca en absoluto en una "epifanía de la identidad
libremente elegida" sino, por el co ntrario, en una fabricación cu l
tural del Sujeto.6 N o com parto su excesiv o pesim ism o. C on ced e
Fragilidad del Yo
L a p a r t e d e l a s m u je r e s
l‘* M i d e f i n i c i ó n s e a c e r c a a la d e A n th o n y F le tc h e r en su e x c e le n te o b ra
G e n d e r, S e x , a n d S u b o rd in a ro n in England, 1 5 0 0 -1 8 0 0 , N ew H a v e n , Y ale U n iv e r
s ity P re s s , 1 9 9 5 , p p . x v y x vi. V é a se ta m b ié n al re s p e c to M erry E. W iesn er, Wo-
m en a n d G e n d e r in E arly M o d ern Europe, 2 ' e d ., C a m b rid g e , C a m b rid g e U n iv e r
s ity P r e s s , 2 0 0 0 , y R o b e rt S h o e m a k e r y M ary V in cen t (e d s.), G ender and History
in W estern E u ro p e, N u e v a Y o rk , A rn o ld , 1998.
2° A n ih o n v F le tc h e r, G en d er, S ex, and Subo rd in a ro n in England, op. cit., p. 27.
por las mismas fuentes y por la imagen, sobre el tema célebre de la
disputa del pantalón, símbolo del poder conyugal. Habría que
ahondar más para tener la seguridad de que el tema, barajado
desde la Antigüedad, cuando se burlaban de Aristóteles por ser
dom inado por una mujer, tiene un auténtico impacto social, más
allá de las escenas teatrales y de los dobles fantasmas masculinos
de desvirilización y pérdida del poder. ¿N o temen los varones,
siempre y por doquier, tales reveses de la inconstante fortuna?
Débiles mujeres
Una cosa es segura: nadie considera que la mujer es fuerte por na
turaleza. Dios la ha creado para estar som etida a su com pañero,
concebir niños y permanecer “al abrigo de su casa, que debe lle
var como el caracol o la tortuga", afirma en 1579 Laurent Joubert,
médico del rey. Más fuerte, el hombre hace la guerra, trabaja, vive
en el exterior, mientras que su compañera, "m ás bonita y fina", lo
espera pacientemente.21 ¡La voluntad divina aguanta mucho! La
justificación de la inferioridad del "m ás débil navio" es pu ra
mente masculina. A las tradiciones bien establecidas desde siglos
atrás se añade, en el Renacimiento, la voluntad de enm arcar me
jor a mujeres y muchachas en los universos urbanos, a la vez más
inestables y más saturados de tentaciones que los campos. El De-
camerón de Boccaccio (hacia 1348-1353) pinta la ciudad italiana
como una moderna Babilonia. El arte del adulterio es más fácil en
París que en el cam po. Es posible que la angustia m asculina se
haya intensificado en las poblaciones a causa de la gran fluidez de
las relaciones, que desemboca en la resignación de Panurgo en el
Tercer libro (1546) de Rabelais: ¡ningún m arido tiene manera de
evitar el llevar cuernos!22 Una insistencia nueva acerca de los debe
90 I M P R O N T A S . E L P L A C E R E N E L D O L O R (S IG L O S X V I Y X V II)
28 J a c q u e s R o s s i a u d , La P ro stitu tio n m éd ié v a le , P a r ís , F la m m a r i o n , 1 9 8 8
[ t r a d . e s p .: l~a p ro stitu ció n en el M edioevo, B a r c e lo n a , A rie l, 1 9 8 6 ],
29 A n t h o n y F le tc h e r , G en d e r, S ex , a nd S u b o rd in a !io n in E n g la n d , op. cit., p . 9 3 .
tes, m enos las qu e acu d en a qu ejarse de violen cias d iv ersas que
las que deben defender su reputación contra calum nias, les es d i
fícil atraer la sim patía de los jueces, pues lo que denuncian es g e
neralm en te co n sid erad o trivial; só lo los exceso s ev id en tes son
san cio n ad o s, inclu so en m ateria ca rn a l.30 Lo m ism o aco n tece en
Francia, donde el derecho del m arid o al castigo puede llegar m uy
lejos, con la cond ición de que no ponga en peligro la vida de la es
posa apalead a, y donde la violación es m uy difícil de probar ante
un tribunal, p u es la víctim a es sosp echosa de haberse dejado lle
var por su lubricidad natural.31
El reforzam iento del sistem a patriarcal en Europa a partir del
siglo xvi establece m ás nítidam ente que antes la diferencia entre lo
m asculino y lo femenino. La tram a antigua es conservada, sim ple
m ente a ce n tu ad a, para los hom bres: su virilidad se expresaba ya
p or las p ro ezas sexu ales, el e x ce so de bebida y el co m b ate en el
m arco de los rein o s de ju v en tu d cam p esin o s. P or el lado fem e
nino, la inflexión se revela claram ente m ás señalada y acarrea co n
secuencias m ás dram áticas a cau sa d e un nuevo centro obligatorio
de la familia conyugal, bajo la presión de las Iglesias y de los pode
res, que a testig u an la valoración del m atrim onio a partir de m e
diad os del siglo xvi en Francia o su s cam bios significativos hacia
1590 en In glaterra. A unque las transform aciones concretas exijan
sin duda m ucho tiem po y no afecten de la m ism a m anera a los di
versos gru pos sociales, la vivienda y la unidad conyugal asum en
un lugar creciente en la existencia de las m ujeres. M ientras que los
m arid os y los hijos m ayo res p u ed en co n tin u ar frecu en tan d o el
un iverso exterio r correspondien te a su sexo , y practicar la doble
polém ica sobre los ecos hom osexuales en el teatro. M arlow e, con
siderado él m ism o sodom ita, calificado com o tal en ocasión de su
p ro ceso p o stu m o por herejía en 1593, actú a a co nciencia según
este registro en Doctor Faustus. En cu anto a Shakespeare, atrae la
atención hacia el carácter an d ró g in o de las mujeres en sus co m e
dias. R osalinda, la heroína d e Como gustéis (As You Like It, hacia
1599), se oculta, vestida de hom bre, en el bosque de las A rdenas.
Al térm in o de la obra, sale a presen tar el epílogo dicien do: "si
fuese yo una m ujer", m e g u staría abrazar al m ayor núm ero posi
ble de v o so tro s... La cum bre de la am bigüedad sexual se alcanza
cu a n d o un m u ch ach o d esem p eñ a el papel de una m ujer, su gi
rien d o a la v ez que es un jo ven v aró n disfrazado. Este g u iñ o al
público crea una sensualidad particular, de alto tenor erótico.40
Es posible ir m ás allá d e estas constataciones. En Lo n d res,
do n d e se en cu en tra el princip al público del escenario isabelino,
se produce una lenta m odificación de las relaciones entre lo m as
culino y lo femenino. El proceso que conduce a la aparición en la
capital inglesa, hacia 1700, de un grupo bien definido de hom ose
xuales m asculinos, de un tercer "g én ero ",41 parece haber sido pre
p arad o por una especie de lento trabajo de duelo de las p rácticas
a n terio res. Pu nta em erg en te de la cu ltu ra inglesa, el teatro del
tiem po de Shakespeare habría sido el prim er laboratorio, en co n
tacto con el público. Los joven citos travestidos de m ujeres an u n
cian la m igración del d eseo hacia un Sujeto turbio, situ ad o en la
intersección de los dos sexos, pero sobre todo recalcando los carac
teres débiles del segun do, pu es los adolescentes son seres dep en
dientes, varones incom pletos, m enos cálidos y menos secos que los
adultos, a los ojos de los m édicos. Reinos de juventud m asculinos,
to d av ía v ivo s y co lean d o en el siglo xvi, g uardan tam bién el re
cu erd o de los juegos sen su ales y de la sodom ía entre sus m iem
Rebeldes y sublevadas
No p oder existir sino a través del hom bre: tal parece ser para la
mujer la lección m etafórica del teatro isabelino. En el m undo pa
triarcal de la época siem pre es definida en relación con el sexo
m asculino. Los archivos, a decir verdad m uy m ezquinamente pre
servados por una m ano femenina, prueban que su persona es sis
tem áticam ente presentada de esta m anera. A dm inistradores, es
cribanos de lo crim inal o notarios se interesan únicam ente en el
nexo principal que traduce su condición: esposa, hija, m adre, her
m ana "d e " aquel que le da verdaderam ente su identidad. Pero los
detalles de esta última no interesan para nada a los redactores. El
propio nombre de pila puede faltar, aun si la interesada tiene m u
cho que ver. En 1612 el Parlam ento de París trata un asunto rela
tivo a una dam a noble, desnuda, azo tad a a golpes de vergajo,
a m en a z ad a de m uerte, insultada, g olp ead a con un can delabro
que le ha roto varios d ien tes... Es designada por su calidad de es
posa del violento, el señor de C erveau.43 Sólo una m inoría de sus
contem poráneas es designada de m anera m ás precisa a causa de
un rango elevado, de votos religiosos o, al contrario, por despre
42 V é a s e e n el c a p . i d e l p re s e n te lib ro " P o r el la d o d e lo s jó v e n e s v a r o n e s
fru s tra d o s ".
■*’ R o b e rt M u c h e m b le d , " N e r f d e b o e u f e t c h a n d e lie r: R e n é e ? " , e n Passions
d e fe m m e s , op. cit., p p . 1 1 7 -1 2 2 .
ció, a propósito de una sirvienta y sobre todo el de una prostituta,
llam adas la Rubia, la Juanota o C oñ o Dorado. Entre las cap as p o
pulares la ind ivid ualidad parece en ocasiones estar un po co m ás
afirm ada, en lo que atañe al uso de m otes, dim inutivos e indicios
concernientes al tem p eram en to indom able de alg u n as v irag o s, a
im agen de las p escad eras de París. La utilización conju nta del
apellido p atern o y del correspondien te al m arid o (bajo la form a
M arie D ubois, esp osa de Jean D uval) revela m ás bien una doble
sujeción a los varo n es de referencia, antes que un rasgo de ind e
pendencia, pues ésta es casi imposible en el poblado para el sexo
llam ado débil; la supervivencia material exige la ay u d a m utua en
el m atrim onio y m ás allá. La sospecha se relaciona m ás bien con la
aislada que con su equivalente m asculino. La v iuda, sobre todo si
ha tenido varios m arid os, es fácilm ente acu sada de hab erlos em
pujado deliberadam ente a la tum ba, incluso de entregarse carn al
m ente al diablo del aquelarre, m ientras que el viudo se halla sim
plem ente g ratificad o con una cen cerrad a cu an d o d esp o sa a una
chica m ucho m ás joven que él.
La principal dificultad que encuentran las m ujeres de en to n
ces, cu alquiera sea su posición en el m undo, es la de asu m ir un
p ap el social co m p lejo y fru stra n te .44 M ientras que el h o m b re
p u ed e un día asu m ir un tipo sencillo de co m p o rta m ie n to v a lo
rado y coherente, el de adu lto, pad re de familia, am o de casa, su
co m pañera debe a la v ez acep tar su subordinación hacia él e im
poner su propia autoridad a los hijos, así com o a los sirvientes si
pertenece a las categ o rías sociales m edianas o superiores. Precisa
en este caso ajustarse a los discursos dom inantes sobre la inferio
ridad fem enina, sin dejar de h acerse respetar p o r los serv id o res
v aro n es e v itan d o - ta r e a m u y a r d u a - ser presa d e la visión que
éstos tienen de la m ujer com o una presa sexual de instintos lúbri
cos inextinguibles. Las m ás g ran d es princesas no escap an a esta
p oderosa contradicción . Isabel I de Inglaterra sale del p aso v alo
44 H e le n W i l c o x , e n H e n k D r a g s t r a , S h e ila O ttw a y y H e le n W i l c o x (e d s .) ,
B e lra y in g o u r Selv es, op. c it., p. 2 1 6 .
rando su estado virginal, pero también afirm ando que p osee un
co razón de hom bre en un cuerpo femenino. Irritada p or el folleto
m isógino publicado por uno de sus protegid os, el p ad re jesuíta
Loryot, la reina M argot usa el tono de la falsa m od estia irónica
para responderle en el Discours docte et subtil, en 1614. Al no p o
der oponerse a la Vulgata establecida a propósito de la inferiori
dad natu ral del sexo débil, ella acen tú a a propósito este rasg o:
"D ios se com place con los espíritus tranquilos, reposados, d ev o
tos, tales com o el de la mujer, y no en los espíritus tum ultuosos y
sanguinarios com o el del hom bre".45 Olvida precisar que este re
trato ad u lad o r se refiere ún icam ente al m odelo de la buena es
posa, m ientras que ella ha vivido gran parte de su vida del otro
lado de la b arrera, a rrastrad a por la lubricidad d ev o rad o ra co
m únm ente concedida a toda hija de Eva que rechaza la tutela sal
v adora de su m arido.
N um erosas mujeres se colocan sin em bargo deliberadam ente
al m argen de las definiciones norm ativas para su sexo. A lgun as
de ellas, o riginarias de todas las clases sociales, siguen sen cilla
m ente sus pasiones y sus deseos para alzar el velo de prejuicios
que pesa sobre sus sem ejantes, a fin de obtener lo que g en eral
m ente les es negado por las convenciones, en particular los place
res de la vida y de la carne.46 Otras adquieren conciencia del dolor
de ser mujer y encuentran una escapatoria en la escritura, y hasta
en la sublevación contra quienes las oprim en.47
En Inglaterra, la influencia de las doctrinas protestantes trans
form a la familia en una "pequeña Iglesia", donde se desarrolla
una piedad femenina intensa. Ésta se manifiesta por la redacción
de "d iario s" personales consagrados a la m editación espiritual y
al exam en de conciencia. El prim ero conocido es el de lady M ar
g a re t Hoby, iniciado en 1599. Se han podid o d escu b rir 23 en la
52 S u m e m o r i a s i g u e e s t a n d o m u y v i v a e n n u e s tr o s d ía s : " T h e L a d y A n n e
C lif f o r d W a l k " , d e lo s Y o r k s h ir e D a le s a l v a lle d e l E d é n , p e r m i te a lo s tu ris ta s
p o n e r s u s h u e l l a s e n la s s u y a s , d e S k i p to n a B r o u g h a m : < w w w .p i k e d a w .
f r e e s e r v e .c o .u k / w a l k s /l a d y _ a n n e _ c li f f o r d _ w a l k .h tm > .
53 C u a d r o c o n s e r v a d o h o y e n d í a e n A p p l e b y C a s t l e , p r o b a b l e m e n t e d e
b i d o a J a n v a n B e lc a m p .
la m adre, señala con la m ano a su hijo m ayor lord Francis, al lado
del cual está sir Robert, el m ás joven de los hijos. C olgados detrás
de ellos, cuatro retratos agru pados de a dos evocan únicam ente a
mujeres, todas tías de Anne: dos Clifford (la baronesa W harton y
la condesa de Derby) y dos Russel (las condesas de W arw ick y de
Bath, la prim era llam ada también Anne). El m ensaje suavem ente
irónico es que velan en secreto por los d erech os de su sobrina,
despojada por la volu n tad de su padre y p or la ley de los hom
bres, pero que al final venció todos los obstáculos. Ella está repre
sen tada, en p erso n a, sobre el panel izqu ierd o, a la ed ad de 15
años, época en la que hubiera debido heredar bienes paternos, con
un estante lleno de libros y dos retratos de sus preceptores sobre
la cabeza, incluyendo a Sam uel Daniel. El panel de la derecha ce
lebra su triunfo a los 56 años, con la m ano d erech a ap o y ad a en
obras puestas sobre la m esa, m ientras que m uchas otras están o r
denadas en dos estantes superiores. Precisam ente sobre su brazo
derech o, dos retrato s pequeños puestos entre los libros que ella
tanto am a, los de los poetas en particular, m uestran dos m aridos
sucesivos. Anne se da el gusto de un guiño m alicioso señalando
así su lealtad conyugal, pero colgando a “my lord" y a su sucesor,
que sigue v ivo, co m o trofeos de su p asado do lo ro so , en el m o
mento m ism o en que sabe que por fin será liberada de todas las
trabas y podrá alcan zar bien pronto la felicidad tan deseada rei
nando personalm ente sobre sus tierras del W estm oreland. Imposi
ble no pen sar que había obtenido, cosa rarísim a en el siglo xvu,
una victoria sobre todos los hombres que habían tratado de doble
garla, incluyendo al rey, a su padre, a sus dos m aridos sucesivos y
a C rom w ell, sin p or ello ap artarse de una actitud de obediencia
tanto hacia ellos com o hacia Dios. No es seguro que esto haya sido
siem pre algo fingido. La ironía que destila perm ite en ocasiones
pen sarlo, pero sus acen tos son igualm ente sin ceros en m uch os
otros casos, cu an d o em ite du das sobre sus accion es y se cuida y
tiene en.cuenta las convenciones. No im porta que todo lo m arque
con una im pronta fem enina, la su ya, la de su hija, que instituye
com o su heredera, la de sus tías en el panel central del retrato fa
1
54 R a m o n a W r a y , " ( R e ] c o n s t r u c t i n g th e p a s t : T h e d i a m e t r i c liv e s o f M a r y
R i c h " , e n H e n k D r a g s t r a , S h e ila O t t w a y y H e le n W i l c o x ( e d s .) , B e tra y in g o u r
S elv es, op. c it., p p . 1 4 8 y 1 4 9 .
D f. l a f l u i d e z d e l o s c u e r p o s
"Todo hom bre es una esponja llena de lágrim as", predica John
Donne en un serm ón de cu aresm a de 1 623.55 Gran lectora, Anne
Clifford, que encuentra al personaje el 27 de julio de 1617, después
de un sermón dominical, conoce tales ideas, desarrolladas por todos
los saberes de la época, ante todo por la m edicina. Las lecciones de
Galeno y de Hipócrates dom inan la definición del cu erp o, consi
derado lleno de fluidos pero abierto al aire que lo atraviesa, debido
a que son porosas sus fronteras. Todos los líquidos circulan ; es
perm a, leche, sudor, lágrim as, etc., pueden transform arse unos en
otros y convertirse en sangre; tanto es así que los diversos procesos
físicos, alim entación, excreción, m enstruación, lactancia, se consi
deran hom ólogos.56 Este cuerpo hum oral depende estrecham ente
del equilibrio de su tem peratura interna: la alim entación es vista
com o un cocim iento (cocción); la enferm ed ad, com o un exceso o
una carencia en este dominio. La m edicina antigua agrega al cu a
dro los cuatro elementos constitutivos: lo cálido, lo seco, lo frío y lo
húm edo. Los dos primeros definen al adulto viril; los otros dos, a
su com pañera. La polarización sostiene una noción de la diferencia
que los etnólogos descubren en nu m erosas sociedades h u m an as
con form as variadas: el hombre se ubica del lado de la fuerza, de la
pureza, del cielo, de Dios, en tanto que el concepto de mujer evoca
la debilidad, la impureza, el agua y la tierra, el demonio.
Se ha podido presumir, sin em bargo, que la fisiología galénica
no contiene sino un solo m odelo sexu ád o , y las diferencias entre
las dos partes del género humano son nada m ás que de grad o y no
55 C i t a d o e n la e x c e le n te o b r a d e G a il K e rn P a s t e r , T h e Body E m b a rra s s e d :
D ra m a a n d the D is c ip lin e in E arly M o d ern E n g la n d , It h a c a , C o r n e ll U n i v e r s i t y
P r e s s , 1 9 9 3 , p. 8.
56 Ibid ., p p . 8 y 9 ; T h o m a s L a q u e u r , M a k in g S e x : B ody a n d G e n d e r f r o m the
G reek s to F r e u d , C a m b r i d g e , M a s s a c h u s e t ts , H a r v a r d U n iv e r s ity P r e s s , 1 9 9 0 ,
p p . 1 9 y 2 0 [ tr a d . e s p .: La co nstrucción del sexo. C u e rp o y g én ero desd e los g rie g o s
hasta F re u d , M a d r id , C á te d r a , 1 9 9 6 ]; A n th o n y F le tc h e r , G ender, S e x , a n d S u b o r
d in a r o n in E n g la n d , op. cit., c a p . " F u r g i b l e flu id s , h e a t a n d c o n c o c tio n " .
de naturaleza.57 Es cierto que el discurso médico y erudito evoca un
continuo,58 el del supervarón m uy caliente y m uy seco, peludo y
de piel oscura, hasta la más femenina de las mujeres, rubia y de tez
muy clara. Entre los extremos se sitúan seres híbridos, de humores
menos equilibrados; las muchachas morenas de pronunciada pilo-
sidad y senos duros que desarrollan semejantes caracteres por ex
ceso de calor; los viejos masculinos debilitados por la edad, m ás
fríos que lo normal; los niños, que todavía no son suficientemente
cálidos, vestidos de niñas, por otra parte, hasta los siete años; los
jovencitos, que están gravitando desde la humedad materna hacia
la apoteosis calorífica (la definición de la hom osexualidad es,
pues, esencialmente cuestión de edad); los varones afem inados,
cuyos fluidos internos se aproxim an a los de las hem bras. A los
ojos de los médicos, los órganos sexuales de la mujer parecen exac
tamente análogos a los del hombre, sencillamente ocultos en el in
terior. Por eso Montaigne aconseja irónicamente a las m uchachas
que no salten por el aire con demasiada violencia si quieren evitar
la desventura de una de ellas, cuyas "partes vergonzosas" descen
dieron al jugar así. Y en su obra De humani corporis fabrica, publi
cada en 1543, el célebre anatom ista Andrés Vesalio presenta una
vagina extirpada cuya forma es exactamente la de un pene.59
Sin em bargo, no hay que tom ar los discursos por realidades.
La teoría del m odelo sexual único ha sido vivam ente criticada
pues no da razón de la experiencia concreta del cuerpo. Sin acusar
la importancia de la teoría del flujo corporal, es im portante obser
var que el lenguaje m oral ha construido p rácticas personales
siempre m uy tum ultuosas, si no es que dram áticas, incluso para
aquellos que se perciben com o normales en función de las ideas
de la época.60 Así, la definición trivial, ordinaria, de la virilidad en
63 Ib id ., p p . 2 3 , 2 8 y 2 9 , y J o n a t h a n S a w d a y , " S e l f a n d s e l f h o o d in s e v e n
t e e n t h c e n t u r y " , e n R o y P o r t e r ( e d .) , R e w r it in g th e S e lf: H is to rie s f r o m th e
R en aissan ce to the P resen t, L o n d r e s , R o u tle d g e , 1 9 9 7 , p p . 3 4 - 3 6 , a p r o p ó s i to d e l
C a r a v a g g i o ; p p . 4 6 - 4 8 , s o b r e la s c o n s e c u e n c i a s d e la s i d e a s d e H a r v e y y d e
D e s c a rte s .
entonces, E u ro p a, Asia y Á frica. G eografía y teatro ofrecen al ob
serv ad o r un espejo de sí m ism o. Así hay que considerar con gran
interés la invención por p arte d e Iñigo Jones, en 1605, en la corte
de In g la terra, del escen ario a la italiana. D estinado a im ponerse
en la se g u n d a m itad del sig lo , d esp u és de haber d eso rien tad o
fu e rte m en te a los p rim ero s esp ectad o res, traza una línea de d e
m arcació n p recisa entre los a cto res y la sala, crean d o una nueva
p e rce p ció n , un ificad a y estab le, del ser hu m ano. A sim ism o , el
nu evo re cu rso al soliloquio, co m o en La trágica historia del doctor
Fausto (Doctor Faustus, h acia 1588) de C h risto p h er M arlow e, re
fuerza el efecto de in terio rid ad , brind ándole un g u sto m ás vivo
para el público.64 Sin em bargo, las tradiciones culturales antiguas
no desap arecen brutalm ente. En un ám bito m uy diferente, la lec
ción de anatom ía, las representaciones iconográficas de principios
del sig lo xvu señ alan siem p re un d ispositivo co n cén trico h e re
d a d o d e V esalio: el c a d á v e r se en cu en tra en el cen tro del teatro
an ató m ico d e Leiden en 1610, rod ead o de hileras de asientos cir
culares, en m edio de una sala cu ad rad a, donde deam bulan cu rio
sos por fuera de las barreras de m ad era.65 El apego al círculo tradi
cio n al y la po sició n del cu e rp o d isecad o rod ean co n sig n o s
divinos un acto sacrilego a los ojos de m uchos, pues es atreverse a
m irar p o r den tro un ser hecho a su im agen por el C reador. En Por-
trait ofth e Image ofGod in M an, en 1627, John Weem es (o W em yss),
un teó log o inglés, invierte el arg u m en to para conciliar la an a to
mía con la religión, afirm and o que perm ite conocer m ejor la obra
del Todopoderoso.66 Sin em bargo, el tabú no ha desaparecido hasta
n u estros d ías, pues el interior del cu erp o, que un cirujano del si
glo xx d en om in a "la cab eza d e M ed u sa", recuerda al o b serv ad o r
su calidad de m ortal.67
Fanchon: Pero, después de todo, esas muchachas que son tan tí
midas y que tienen tanto miedo de que las preñen, ¿cóm o pue
den pues hacer para pasársela sin hombre cuando les vienen ga
nas y las superan tanto que, estando bien acalorado su coño, no
sienten ningún alivio, de cualquier modo que se frote?
Te diré prima, hay algunas que jamás han sido toca
S u sa n n e:
4 Ibid., a c to u, e s c e n a v , v. 6 0 0 .
’ J a c q u e s P r é v o t (e d .), Libertins d u xv ir' siécle, op. cit., h a c e u n a e x c e le n te p r e
•
s e n ta c ió n s in té tic a , p p . 1 6 7 2 -1 6 8 0 .
h E d w a r d S h o r t e r , T h e M a k in g o f th e M o d e r n F a m ily , N u e v a Y o r k , B a s i c
B o o k s, 1 9 7 5 [tra d . e s p .: El nacim iento d e la fa m ilia m o d ern a , B u e n o s A ire s , C r e a ,
1 9 7 7 ] ; L a w r e n c e S t o n e , T h e Fa m ily , S e x a n d M a r r ia g e in E n g la n d 1 5 0 0 - 1 8 0 0 ,
N u e v a Y o r k , H a r p e r a n d R o w , 1 9 7 7 [ t r a d . e s p .: F a m ilia , sex o y m a trim o n io e n
In g la terra. 1 5 0 0 - 1 8 0 0 . M é x ic o , F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m ic a , 1 9 9 0 ]. C r ít ic a d e
e s o s d o s lib r o s p o r G e o f f r e y R o b e r t Q u a i f e , W a n to n W e n c h e s a n d W ayivard.
P ea sa nts a n d lllicit S e x in E a rly S e v e n t e e n t h - C e u t u r y E n g la n d , L o n d r e s , C r o o m
H e lm , 1 9 7 9 , p p . 2 4 3 -2 4 8 .
g a sm o fem en ino se to rn a tam b ién una especie de co n d e n sa d o
irón ico , un p o co n o stálg ico , de una experiencia carn al m u ch o
m ás difundida de lo que se ha dicho, incluyendo a los cam p esi
nos, en oposición a las glaciaciones morales que van im poniendo
reglas nuevas. El resultado final de tales tensiones en la civiliza
ción es la asociación p or largo tiem po la noción de volu ptuosid ad
con la de cu lp a y castig o : d isfru ta r en el su frim iento se v u elv e
p rivativo de aquellos y aquellas que resisten con cu erp o y alm a el
brote de los instin tos y los tabú es. M ucho antes del m arq u és de
Sade, el siglo xvn inventa p or otra parte el recurso al dolor y a la
san gre para d ecu p licar las sen saciones en Les Dialogues d'Aloysia
Sigea, igualm ente co n o cid os con el título de Sátira sotádica, publi
cad os en 1660 por N icolás C horier.7
P a s io n e s p r o h ib id a s
16 A p r o p ó s i t o d e lo s c r í m e n e s f e m e n in o s , e s p e c i a l m e n te d e la s o c u l t a c i o
n e s d e e m b a r a z o s y d e la s c u e s t i o n e s d e b r u je r ía , v é a s e R o b e r t M u c h e m b l e d ,
l'aasions d e fe m m e s , op. c it., c a p s . 2 y 7.
París, según mis sondeos. La parte de los cam pos es una vez más
claramente minimizada. Si bien tal acto suscita un poco m ás de in
dignación en el medio urbano, la pena capital no es com ún. Seña
lada tres veces en dos años, o sea, en el 10% de los juicios, depende
siempre de circunstancias agravantes. Lo m ism o acontece con siete
condenados a remar en las galeras, mientras que los otros son des
terrados, fustigados o sencillamente puestos en libertad.
La presencia del adulterio en las m ism as fuentes m anifiesta la
nueva atención hacia la pureza del sacram ento m atrim onial d es
pués del edicto real de 1557. H ay 33 acusados involucrados, inclu
yendo 18 mujeres en 1567 y 1568. Las penas m ás graves se limitan
sin em bargo al envío de dos hom bres a g aleras y a dos añ o s de
destierro para una m uchacha soltera que pecó con un individuo
casado. Destierros, m ultas, fustigación pública, exposición infa
mante, son las sanciones a los dem ás condenados. La atención de
las autoridades recae especialm ente en la doble ruptu ra del lazo
conyugal en el medio urbano: se advierte que el contingente feme
nino com prende a once ciudadanas contra siete cam pesinas y que
en total once de ellas son casadas, frente a cuatro viudas y tres sol
teras. Los cam pesinos, que conform an m ás del 80% de la pobla
ción, son sin lugar a dudas m enos perseguidos, lo cual traduce un
encuadram iento religioso y m oral del m undo rural m enos rig u
roso que en la ciudad, y no una propensión m enor a los pecados
sensuales. Un siglo m ás tarde, hacia 1670, el ad u lterio ap arece
m uy poco en los recursos al Parlam ento de París. Una práctica li
gada al dom inio del hom bre sobre su pareja parece hab erse im
puesto: el m arido engañad o puede hacer en cerrar a la culpable
durante dos años en una institución religiosa y luego decidir so
beranamente dejarla allí de por vida, o volver a aceptarla consigo.
No hace falta decir que la situación inversa no se encuentra.17
Es finalm ente bastante difícil de in terp retar claram en te el
conjunto de estos fenómenos. Los partidarios de la austeridad po
18 G ilíe s D e r e g n a u c o u r t y D id ie r P o to n , La V ie religieuse en F ru n ce a u x x v f -
x v u f siécles, P a rís , O p h r y s , 1 9 9 4 , e x p e d ie n te so b re los co n sisto rio s, p p . 2 6 3 -2 7 3 .
d ad , in fo rm ar a sus su p eriores las actitud es escan d alo sas de los
fieles, com o el adulterio, la prostitución, el incesto u otras villanías.
Los obisp os se en carg an de la vigilancia. El de Bath y W ells, por
ejem plo, pide en 1630 una relación m inuciosa concerniente a toda
form a de inm oralidad, incluyendo la simple fornicación, las actitu
des que afectan la castidad de las mujeres, la lubricidad masculina
o femenina, las chicas encintas, los posibles padres, los m uchachos
que desposan a estas desvergonzadas para ocultar la falta de geni
tor, las co m ad ron as ineficaces o sin licencia, sin olvidar precisar el
nom bre d e cu alq u iera que haya prestad o una ay u d a m aterial a
uno u o tro de los au to res d e las transgresiones. El objetivo no es
descubrir prueb as sino obligar a aquel o a aquella que es d en un
ciado por un rum or público o por un chism orreo a acu dir a justifi
carse delante de las autoridades religiosas, pues el "m urm ullo co
m ún" constituye en sí un hecho que debe ser cap az de explicar.
A unque el m atrim onio deje de ser un sacram ento en la época
de la p rim e ra revo lu ción inglesa, co n secuencia de la o rd en an za
p resb iterian a d e 1645, las realid ad es cam bian poco. El acta de
1650, o rien tad a a su p rim ir los abom inables p ecad o s de incesto,
adu lterio y fornicación, no va tam poco seguida de efectos concre
tos; h asta ese pu n to las san cio n es p rev istas resultan rigu ro sas.
Prevé en efecto la pena de m uerte en los dos prim eros casos, salvo
si un hom bre adú ltero no sabía que su pareja era casada o si el es
poso de una culpable había estad o ausente d u ran te tres años. Es
su ficien te a m e n u d o ap lica r lo que co n ciern e a la fornicación,
co m o en S o m erset: tres m eses de prisión y un añ o de p u esta a
prueba para el fornicador sim ple; el látigo, la picota, la m arca de
una B con hierro al rojo vivo y tres años de aprisionam iento para
el propietario de un burdel, que arriesga la vida en caso de reinci
den cia. En cu a n to a los m agistrad os civiles, teó ricam en te afecta
dos sólo por los delitos de violación y de "co n tacto " con un hom
bre o un anim al, ejercen en la práctica una influencia considerable
sobre todos los tem as sexu ales, com o guardianes de la paz co m u
nitaria. Tanto m ás cu an to que la legislación T udor les confió por
entero el problem a de los bastardos, no solam ente a fin de castigar
a los padres culpables sino tam bién para que se aseguren de la
subsistencia del niño y eviten que la parroq uia p ad ezca con el
asunto. En el condado de Som erset, al sudoeste de la isla, los dos
tipos de tribunales en cuestión, las quarter sessions laicas y las con-
sistory courts eclesiásticas, han ofrecido a G eoffrey Robert Q uaife
una abu ndan te y su gestiva cosech a docu m en tal p ara a clarar la
vida sexual de las poblaciones de 1601 a 1660.19
Los G O C E S DHL S E X O
19 G e o f f r e y R o b e r t Q u a i f e , W a n to n W e n ch es a n d W a y w a rd W iv es , op. c it.,
pp. 3 8 -4 3 .
30 N o r b e r t E lias, La Civilisation des m ceurs, P a rís , C a l m a n n -L é v y , 1 9 7 3 ( l * e d .
e n a l e m á n , 1 9 3 9 ) ; M ijaíl B ajtín , L 'C E uvre d e Frangois Rabelais et la C u lt u r e p o p u -
laire au M o y e n Á g e et sou s la R ena issance, P a rís , G a lli m a r d , 1 9 7 0 [ t r a d . e s p .: La
cu ltu ra p op ula r en la Edad M edia y en el R enacim iento. El co n texto d e Fra n go is R abe
lais, B a r c e lo n a , B a rra l E d ito r e s , 1 9 78].
21 L a w r e n c e S t o n e , T h e F a m ily , S e x a n d M a r r ia g e in E n g l a n d , o p . c it ., p p .
6 2 7 -6 3 1 .
Erotismo campesino en Somerset
s u l t a d o s c o n c o r d a n t e s s e g ú n lo s m is m o s tip o s d e d a t o s , p a r t i c u l a r m e n t e
p p . 1 1 2 - 1 5 8 . M a r t i n I n g r a m , C h u r c h C o u rts , S e x , a n d M a r r ia g e in E n g la n d .
1 5 7 0 - 1 6 4 0 , C a m b r i d g e , C a m b r i d g e U n iv e r s it y P r e s s , 1 9 8 7 , p a r a W ilt s h i r e ,
m u e s t r a la im p o r t a n c i a d e la d o c u m e n t a c ió n , s in d e ja r d e c r i t i c a r la v is ió n
g e n e r a l d e Q u a ife c o n a r g u m e n t o s m á s p r ó x im o s a la m o r a l q u e a la h is to
r ia , p p . 1 5 9 - 1 6 1 . L a o p i n i ó n d e lo s d e m ó g r a f o s c o m o P e t e r L a s l e t t ( F a m ily
Life a n d lllicit Love in E a rlier G e n era tio n s, C a m b r id g e , C a m b r i d g e U n i v e r s ity
P r e s s , 1 9 7 7 ) , c o n c e r n ie n te a u n a e s tr i c ta d is c ip lin a p e r s o n a l, c o n s ti tu y e a p a
r e n te m e n te u n d o g m a p a r a n u m e r o s o s in v e s tig a d o r e s , p e s e al d e s c u b r i
m i e n t o d e fu e n te s n u e v a s y d e v is io n e s h i s t ó r ic a s m e n o s p u r i t a n a s a c e r c a
d e la s e x u a l i d a d . L o s a r c h i v o s d e ja d o s p o r las c o r te s e c le s i á s ti c a s lo n d in e n
s e s h a n s i d o ta m b ié n o b je to d e u n t r a ta m i e n t o o r ig in a l p o r p a r te d e L a u r a
G o w i n g , D o m estic D a n g e r s : W o m en , W ords an d S e x in E a rly M o d e rn L o n d o n ,
O x f o r d , C l a r e n d o n P r e s s , 1 9 9 6 , e s p e c i a l m e n t e p p . 1 8 0 - 2 3 1 , a p r o p ó s it o d el
a d u l t e r i o v i s t o d e s d e el la d o fe m e n in o . P a ra las re g io n e s f r a n c ó f o n a s , n o ta
c i o n e s q u e r e v e l a n u n a v i d a s e x u a l ta n " a m o r a l " c o m o e n S o m e r s e t , d e
a c u e r d o c o n p ie z a s ju d ic ia le s d e l a lto v a lle d el M e u rth e y d e lo s a lr e d e d o r e s
d e S a i n t - D i é , s e e n c u e n t r a n e n J e a n - C l a u d e D ie d le r, D ém o n s et so rc iére s en
L o rra in e . L e bien et le m al d a n s les c o m m u n a u tés ru ra les d e 1 5 5 0 a 1 6 6 0 , P a rís ,
M e s s e n e , 1 9 9 6 , p p . 2 8 - 3 2 (n u m e r o s o s a d ú l t e r o s y f a n f a r r o n a d a s d e G é r a r d
G r i v e l , q u e a f ir m a q u e " s i t o d a s las m u je r e s o c h i c a s d e la s q u e d is f r u tó s e
t o m a r a n d e la m a n o , lle g a r ía n p o r c ie r to h a sta el b a rrio d e l V ie u x M a r c h é " ,
o s e a , a 1 5 k m d e l l u g a r ) , p p . 3 6 y 3 7 ( in c e s to p a d r e -h ij a ), p . 6 3 (f r e c u e n t e s
i n f id e lid a d e s f e m e n in a s ), e t c é t e r a .
g en eral. C on cifras del 18% al 20% , el siglo xvn se inscribe p ara él
en un a larg a e ta p a d e d e s ce n so , co m p a ra d o co n el 32% d e los
a ñ o s e n tre 1 550 y 1599 y co n el in crem en to co n tin u o qu e sig u e,
h asta un m á x im o del 39% h acia 18 0 0 -1 8 4 9 .26 En m ate ria d e bas
tard ía , la situ a ció n n o p arece diferente de la de F ra n cia en tiem
pos de Luis XIII y d e Lu is XIV, cu ando la tasa alcan za un m áxim o
del 3% en la Baja N o rm an d ía y cae a m en u d o en o tro s lu g ares al
1% d e los n a cim ien to s. En cu an to a los ad elan tos so b re el m a tri
m o n io c o n tra íd o p o r los jó v en es fran ceses, no su p e ra n el 5% al
10% d e esto s últim os, o sea, claram en te m enos qu e del o tro lado
del ca n a l d e la M a n c h a .27 Sin em b argo , si se p asa d e las fuentes
d em o g rá fica s a los arch iv o s p ro d u cid o s p o r el sistem a inglés de
vigilan cia eclesiástica, el paisaje cam bia d e m an era fund am en tal.
En todos los niveles sociales, el hom bre ejerce una g ran liber
tad se x u a l an te s y d u ra n te el m atrim o n io . L a m ujer, cu alq u iera
sea su ran g o, es a su s ojos un objeto de deseo legítim o, que p u ede
tra ta r d e co n q u ista r sin ten er en co n sid e ra ció n el h ech o d e que
sea ca sa d a , si se en cu en tra a solas con ella. M u ch o s no co m p ren
den q u e se los a cu se p o r tan p o ca co sa ; alg u n o s a firm a n qu e si
ca d a un o h icie ra o tro ta n to , n ad ie se q u ejaría; a lg u n o s in v o can
in clu so un p e rm iso d a d o p o r su esp o sa. P a ra e x p lic a r su co n
du cta se refieren, pues, a una visión de la m ujer que insiste en su
lub ricid ad n atu ral y su co n stan te bú squed a d e una pareja cap az
d e sa tisfa ce r su co n c u p isc e n cia . Ellos m ism o s se re p re se n ta n
co m o n o rm a le s, sim p lem en te d em asiad o "c a lie n te s " en un ins
tan te d ad o , con lo cu al tienen n ecesidad d e en friar su llam a con
una e y acu lació n ráp id a: un o de ellos p rom ete así a una ch ica a la
que co d ic ia que el a su n to no llev ará sin o un m in u to , si ella le
G e o ffre y R o b e rt Q u a ife , W anton W enclies and W ayw ard W ives, op. cit.,
p p. 165-169.
M Ibid., pp. 1 2 4 -1 4 2 ,1 7 1 y 246.
semejantes prácticas, insistiendo incluso en ocasiones en la extraor
dinaria calidad del goce tomado de manera tan furtiva, cuando el
temor de ser sorprendido embriaga al amigo de Susanne.
El cuadro de la sexualidad popular en el condado de Somerset
se revela colorido y muy variado. Las prostitutas ocupan un lugar
considerable en las parroquias, incluso en el pueblo, y sus activida
des están lejos de ser tan desdeñadas como pretenden los purita
nos. Existen cuatro tipos diferentes: la itinerante pobre, que va de
un lugar a otro para ofrecer sus favores en las ferias, los mercados
y las tabernas; la puta pública, instalada en una posada o una casa
de placer; la querida privada, que consagra toda su actividad a un
solo hombre, en ocasiones a dos, durante algunas semanas o algu
nos meses antes de buscar fortuna en otra parte; la mujer fácil del
pueblo, más bien discreta, a menudo viuda, que ofrece su cuerpo a
cambio de servicios tales com o ordeñar vacas o trabajar los cam
pos, abriendo la puerta a todos, a la vez providencia de los hom
bres casados y de los jóvenes inexpertos. Mary Combe pertenece a
la última categoría, pero de una manera particularmente estrepi
tosa. Es convocada repetidas veces por la justicia sin grandes con
secuencias punitivas, lo cual indica una indulgencia colectiva a su
respecto. Mujer de un posadero, a menudo pone la mano en el
pantalón de los clientes, tiene por costumbre pasearse desnuda por
la localidad y tenderse en pleno camino, con las piernas al aire, in
vitando a los que pasan: "¡Ven a jugar con mi coño y ponle cuernos
a mi m arido!". En 1653 organiza una orgía donde no invita sino a
cornudos y perseguidores de mujeres casadas. Tiene también fama
de levantarse la ropa para instalarse en cuclillas sobre todo varón
que encuentre tendido boca arriba. No vacila en mostrar su desdén
hacia sus enemigos cubriéndoles la casa con sus excrem entos o
desnudándose para orinar delante de ellos. Numerosas habitantes
del condado, especialmente en Wells y en Glastonbury, ostentan
una libertad sexual y corporal tan agresiva como la suya. Una ex
clama que tiene tal calor en el trasero, que ¡se acostaría con cual
quier hombre en pleno camino! La suavidad de las persecuciones
contra ellas permite pensar que despliegan a los ojos de todos una
subcultura femenina bastante bien tolerada, pero muy diferente de
la de la esposa puritana del yeoman rico.33
Sin duda alguna, los habitantes de Somerset no cultivan la
moral estricta definida por las leyes y los reglamentos religiosos.
Las quejas de las esposas frustradas señalan que la anticoncepción
es practicada en forma de abstinencia, además de múltiples men
ciones del retiro del hombre o coito interrumpido. En Francia los
manuales de los confesores insisten en la necesidad de estigmati
zar un pecado tan grave, que conduce a la pérdida de simiente y,
de ese modo, de una vida. Sin embargo, se conocen mal las reali
dades que están detrás de las recriminaciones del siglo xvm contra
la propagación de los "funestos secretos" en los campos. Fuera del
matrimonio, a veces incluso dentro de él, en Somerset son fre
cuentemente mencionados los intentos de aborto. Muchas muje
res conocen recetas variadas, al parecer bastante a menudo efica
ces, incluso si gran número de ellas las rechaza por miedo a sufrir
daños físicos más que por temor a la condenación eterna.34
Del otro lado del canal de la Mancha faltan datos tan ricos, pero una
abundante literatura erótica permite descubrir una cultura del pla
cer con caracteres generales muy parecidos. Autores conocidos se
entregan a ella, como Mathurin Régnier o Frangois Béroalde de Ver-
ville hacia 1600-1610. Más a menudo el prudente refugio del anó
nimo permite entregar al público la Copie d'un bail et ferme,fait par
une jeune Dame de son con pour six ans (1609), o L'Origine des cons sau-
vages et la Maniere de les apprivoiser, editado simultáneamente en
Lyon y Rouen, en 1610. Bajo Luis XIII se distinguen René de Menou,
33 G e o ffre y R o b e rt Q u a ife , W anton W enches and W ayw ard W ives, op. cit.,
p p . 1 4 6 -1 5 8 (e s ta s u b c u ltu r a fe m e n in a a p a r e c e ta m b ié n en la d ió c e s is d e
C h e ste r; véase, en John A d d y , Sin and Society in the Seventeenth C entury, op. cit.,
p. 138, el ca so d e la sirvien ta A n n S avage en N orth en d en ).
34 Ibid., pp. 1 1 9 -1 2 1 ,1 7 1 y 172.
Claude d'Estem od, Jean Auvray, Charles Sorel, Charles Sigogne y
sobre todo Théophile de Viau, autor en 1622 del Parnasse des poetes
satyriques. Los opúsculos anónimos florecen igualmente, com o Le
Réveil du chat qui dort (1616), La Permission aux servantes de coucher
avec leurs maitres (1620), Le Parnasse des Muses (1627), mientras que
un librero avisado compila las mejores piezas de Sigogne, Régnier,
Motin, Berthelot, Maynard y otros poetas picarescos para entregar
las al público en 1618: Le Cabinet satirique. Existe un género, y gusta,
a juzgar por la multiplicación de las ediciones y de las reimpresio
nes, hoy día conservadas en el infierno de la Bibliothéque Natio-
nale. A mediados del siglo, L'École des filies y los escritos del barón
de Blot-l'Église adquieren un gran renombre, traducida la primera
al inglés ya en 1656, un año después de su primera aparición. Bajo
Luis XIV se multiplican las reediciones, en particular de las obras
de Théophile de Viau, y los nuevos triunfos, como los cuentos de La
Fontaine en 1685 y Venus dans le cloitre ou la Religieuse en chemise,
atribuida a Fran^ois Chavigny de La Bretonniére, hacia 1682.35
A primera vista, autores y lectores difieren fundamentalmente
del campesinado inglés de Somerset. Muchos nobles escriben ver
sos y prosa erótica. Esto no tiene nada de sorprendente, pues múlti
ples escritores han salido de sus filas y, por lo demás, la aristocracia
posee una cultura de oposición m uy m arcada hasta la Fronda.36
Este tipo de literatura picaresca es severam ente perseguido por
las autoridades. Los dos supuestos creadores de L'École des filies,
Michel Millot, controlador-pagador de los suizos, y Jean L'Ange,
gentilhombre sirviente del rey, pertenecen a este medio. Otros son
citadinos, a veces ligados a los primeros. El público es más difícil
de delimitar. Pertenece sobre todo a las capas urbanas acom oda
das capaces de leer, una escasa m inoría. Com prende ta m b ié n a
personalidades célebres: el poeta Scarron o el superintendente de
¿Qué hay, te ruego, dice la segunda, más dulce que estar desnuda
bajo el amante? ¿Estar como ahogada bajo el peso de su cuerpo? [...]
¡Ah!, qué dulce es, Tullie, verse uno al otro morir y resucitar un mo
mento después. El que se entretiene por detrás no tiene sino un pla
cer; pero quien ama por delante goza de todos los placeres juntos.
No solicito al Señor,
para la felicidad
más que ser bebedor, jodedor,
incrédulo y sodomita,
y después morir (bis),
¡y morir de muerte súbita!
L 'E c o l e d e s f ie l e s , u n a jo y a l i b e r t i n a
P la c er y pec a d o
50 Ibid.. p. 2 35.
51 V éase ca p . iv d e este libro, a p rop ósito d e L o n d res y d e París.
más estrechamente el deseo y el goce al pecado y el sufrimiento, al
punto de empujar a ciertos seres muy lejos de los caminos trilla
dos, para tratar de realizarse a pesar de los constreñimientos, co
rriendo el riesgo de perderse.
Represiones
54 Jacques P rév ot (e d .), Libertins du xv t? siécle, op. cit., pp. 1 2 21-1246, reseña
acerca d e T h éop h ile y te x to s d e su p ro ce so . F réd éric L a ch év re, Le Libertinage
devant le Parlemenl de París. Le Procés du poete Théophile de Viau (11 juillel 1623-1
septembre 1625), 2 vols., P arís, H . C h am p ion , 1909, y Le Libertinage au x v ií siécle.
Une seconde revisión des oeuvres de Théophile de Viau, París, H. C h am p io n , 1911;
am bos reed itad os, G in eb ra, Slatkine, 1968.
chistes, impiedades y blasfemias.55 Lúbrico, no tiene más que la
palabra "joder" en la boca, y hace de ella su filosofía. Es también
para él un modo de tirar la casa por la ventana, con la presunción
sombría de un aristócrata que tutea (algunas veces) a Gastón
d'Orléans y ofrece la clave de su desesperación:
55 F réd éric L ach év re, Le Libertinage au x v i f siécle, t. vi: Les C hansons libertines
de Claude de C houvigny, barón de Blot-l'Église, op. cit., pp. xxvii, 19 y 22.
56 Ibid., p. xxvii.
57 F réd éric L ach évre, Le Libertinage au x v if siécle, t. ii: Disciples et successeurs
de Théophile de Viau, i, La V ie et les Poésies libertines inédites de D es Barreaux
(159 9 -1 6 7 3 ), Saint -Pavin (1 5 9 5 -1 6 7 0 ), París, H . C h am p ion , 1911.
58 Fré d é ric L ach évre, Le Libertinage au xvir' siécle, t. vii: M élanges, op. cit., pp.
9 0 -1 2 1 , y Jacq u es P révo t (e d .), Libertins du x v h ' siécle, op. cit., p. 1 672; R oger R.
B o u gard , Érotisme et am our physique dans la littérature francaise du x v i f siécle, op.
cit., p p. 162 y 173.
verdadero autor es Michel Millot, controlador-pagador de los sui
zos, que ha asumido las tres cuartas partes de los gastos de publi
cación, y que él mismo ha aportado el resto y ha copiado con su
mano el manuscrito destinado a la impresión. Un tercer ladrón,
Claude Le Petit, un joven apenas salido del colegio de Clermont,
es citado. Para engañar a la censura, por no haber solicitado la
prerrogativa de edición necesaria, la indicación del impresor no
lleva ni la mención de París ni la dirección de Piot; sencillamente:
"En Leiden". Se editaron 250 ejemplares en papel ordinario y 50
en pape) fuerte destinados a notabilidades. El 7 de agosto se pro
nuncia la sentencia en ausencia de Millot, que se esconde. Decla
rado impío, injurioso hacia la religión cristiana y contrario a las
buenas costumbres, el libro debe ser quemado sobre e! Pont-Neuf.
Por haberlo redactado, impreso y vendido, los dos supuestos re
dactores serán severamente castigados. Millot será "colgado y es
trangulado si quizá se lo detiene, si no simbólicamente, en una
horca que será plantada en el mismo sitio", sus bienes serán con
fiscados en provecho del rey, aparte de recibir una multa de 400 li
bras de París. L'Ange deberá ofrecer una reparación honorable, de
rodillas, con la cabeza descubierta, en la cám ara del merino del
Palacio, y después será desterrado tres años del prebostazgo de
París y pagará 200 libras de multa. El impresor Piot escapa al cas
tigo, pues la ley protege al denunciante contra todo ataque a su
persona o a sus bienes. Además se prohíbe a todos los libreros la
venta del opúsculo, bajo pena de muerte. El procurador había pe
dido en vano extender la sanción a cualquiera que lo tuviese en su
tienda. Tanto mejor, según se ha visto, para el poeta Scarron, que
poseía ocho ejemplares encuadernados, o para el poderoso Nico
lás Fouquet, superintendente de finanzas desde 1653, que había
recibido uno y se lo había ofrecido a una amante.
L'École des filies no desagrada en modo alguno al público, como
lo prueban sus reediciones en 1667,1668,1671 y 1686. La censura,
rigurosa en tiempos de Luis XIV, no tiene tanto celo en el asunto,
pues las incautaciones realizadas en París de 1678 a 1701 señalan
únicamente la confiscación de dos ejemplares, en la casa del mismo
poseedor.59 Desde el origen, el asunto parece haber sido tratado con
circunspección por las autoridades, tal vez por causa de altas pro
tecciones que habrían beneficiado a los acusados, eventualmente la
de Fouquet. Las persecuciones no han conmovido más de la cuenta
al mundo cultivado. No son mencionadas ni en La Muse historique
de Loret, ni en las Épitres del librero Lesselin, ni en diversas gacetas
en verso de 1655. ¡Severidad aparente pero indulgencia tácita! La
obra encuentra de algún modo un buen lugar en una especie de
"infierno" virtual más antiguo que el de la Bibliothéque Nationale.
Circula bajo cuerda, apreciada por los conocedores en los círculos
intelectuales o mundanos. Tiene por lo demás una brillante carrera
posterior, siempre perseguida pero reimpresa sin cesar. Una edición
belga de 1865 es condenada por ultrajes a la m oral pública y a las
buenas costumbres por el tribunal correccional del Sena, y una
adaptación igualmente belga, m odernizada en 1863, es también
condenada cinco años más tarde por el tribunal de Lille.60
La hoguera de un pornógrafo
Soneto joditivo
62 D a v id F o x o n , L ib e rtin e L ite ra tu re in E n g la n d , N e w H y d e P a r k ( N u e v a
Y o r k ), U n iv e rs ity B o o k s, 1 9 6 5 , p. 4 8 .
« V é a s e el e x c e le n te lib ro d e M ic h e l Je a n n e re t, Éros rebelle. L ittéra tu re et dis-
sid en ce a l ’e r e classique, P a rís , S e u il, 2 0 0 3 .
No solamente se mofa de las autoridades, se burla de los mejores
principios -clam a su simpatía hacia un sodomita torturado en
1661-, sino sobre todo representa una perversión de la inteligen
cia y de la cultura. Bien criado, abogado, poeta, opone su apetito
de libertad y su juventud a los progresos de la glaciación religiosa
y política que se está reforzando después de que Luis XIV tomó
personalmente el poder en 1661. El espacio de libertad se reduce.
París se ve provista de un ojo del rey, el teniente de policía, esta
blecido en 1667. A todos los inconformistas, desde los simples
marginales hasta los movimientos estructurados com o el janse
nismo, se les ruega que vuelvan a la fila.
Esta sociedad que se ve más constreñida y más controlada
crea naturalmente un sentido de oposición reforzado en algunos
casos. Se perfila la civilización de las costumbres, fundada en los
imperativos de la etiqueta cortesana y en los manuales de mundo
logía destinados a la buena sociedad, como el de Courtin. Publi
cado en 1675, reeditado siete veces durante la década siguiente, el
Nouveau Traité de la civilité qui se pratique en France parmi les honné-
tes gens se dirige al pueblo citadino ampliado que desea imitar el
modelo real.64 Dentro de ese m arco, la sexualidad debe ser dis
creta y seguir las reglas definidas por la m oral masculina cris
tiana. Pero del lado de algunos nobles, frustrados en su "deber de
revuelta", después de la Fronda, de los libertinos, de la ciencia
cartesiana que pone en peligro las certidum bres teológicas, de
quienes deben inclinar mucho más la cabeza que antes, aparecen
actitudes rebeldes. La "pornografía" divulga algunas. Desde el
comienzo está ligada a las ideas reprobadoras con respecto a la
concentración de los poderes, pues las prácticas sexuales y la ma
nera como son pensadas revelan la naturaleza del nexo social en
el cual se incluyen.65 Ciertamente, la civilidad expulsa el gusto por
64 V éase a e ste re sp e cto R obert M u ch em b led , La Société policée, op. cit., cap .
[v, pp. 123 -1 8 0 .
65 L yn n H u n t (ed .), The Invention o f P ornography: Obscenity and the Origins of
M odernity, 1500-1800, N u eva York , Z o n e Book s, 1993, pp. 3 0 y 40.
la escatología rabelaisiana y aprende a hablar del sexo con pudor,
en los términos admitidos en público, tal como aconseja Susanne
a Fanchon, sugiriéndole preferir palabras menos chocantes que
"joder" o "montar". Sin embargo, aquellos que gustan de procla
mar y realizar atrevidamente el acto amoroso, pero que se ven im
pedidos por la censura moral y por las leyes, no siempre tienden a
a g a c h a r la cabeza. Hay quien decide quemarse las alas, si es pre
ciso, para reconquistar el espacio de libertad que les es negado.
El continente negro de los malos pensamientos probable
mente no decae en la segunda mitad del siglo xvn. Se hace menos
visible que antes para evitar la represión, en espera de días mejo
res. Esta faz oculta de la modernidad es a la vez simbolizada por
el pensamiento contestatario y por el gusto físico del placer. Los li
bertinos, caricaturizados por sus adversarios, son precisamente el
empalme entre el espíritu y el cuerpo, a la espera de los filósofos
del siglo siguiente. Los escritos eróticos de algunos de ellos son
portadores de una filosofía de la existencia, una am argura del
hombre sin Dios que el barón de Blot-l'Église oculta bajo la explo
sión de las voluptuosidades. Y, en 1660, Chorier enlaza el abanico
de las perversiones con una animada crítica de las hipocresías de
la sociedad cortés. El sufrimiento de tener que obedecer órdenes u
obligaciones mal recibidas desemboca en reivindicaciones libidi
nosas, una especie de escapatoria para las tensiones. De manera
general, a ambos lados de la barrera entre los normativos y los
transgresores, el sexo y el pecado se unen más íntimamente que
antes. Más dolorosamente también. La prohibición, afirmada más
alto y con más fuerza, es vuelta del revés con determinación por algu
nos que se las ingenian para descubrir secretos placeres jubilato-
rios, como el de leer, a veces escondiendo una mano, los libros prohi
bidos que la justicia no consigue nunca quemar en su totalidad.
Francia e Inglaterra conocen en este ámbito una evolución
muy paralela. Los éxitos eróticos franceses son muy pronto vendi
dos o traducidos en la isla. Samuel Pepys, el autor de un diario ín
timo bien conocido, compra el 8 de febrero de 1668 un ejemplar de
L'École des filies, que lee y después quema, para evitar la vergüenza
de que sea encontrado un día entre sus libros.66 Una oculta cul
tura erótica circula activa y constantemente entre los dos países
vecinos. Así como la Bibliothéque Nationale francesa organiza un
"infierno" en el siglo xix para recibir esta literatura reprobada, la
British Library crea "the Prívate Case", que posee esencialmente
1.920 documentos en francés y en inglés, frente a 127 en alemán y
38 en italiano...67 Después de la Italia del Renacimiento, la Francia
del siglo xvu sirve a su vez de parangón en este ámbito, y luego
Inglaterra produce sus obras maestras, como las Memorias de una
mujer de placer, más conocidas bajo el título de Fanny HUI, de John
Cleland, en 1748-1749.6»
Prohibido, reprimido, el goce no deja de acosar a Occidente,
con el cual estableció en los siglos xvi y xvu una relación estrecha y
turbadora.
CICLOS
EL VICIO Y LA VIRTUD (1700-1960)
son a m enudo engañosas. El siglo xvm libertino,
L a s a p a r ie n c ia s
ligero, pornográfico, que contrasta en Francia con el período de
gran rigor m oral precedente establece una visión muy controlada
del placer. Inglaterra ha seguido el m ism o cam ino desde la Res
tauración, en 1660. En los dos países, más precisamente en el cora
zón de sus capitales, m onstruos urbanos sin equivalente en el con
tinente, se instala lentam ente un m odelo de econom ía sexual
destinado a dom inar las concepciones y las prácticas occidentales
hasta la década de 1960.
La decena de generaciones que se suceden durante este cuarto
de m ilenio presentan evidentem ente caracteres muy diversos, in
cluso enorm es diferencias. No están menos bañadas de un idéntico
flujo cultural portador de una concepción de la virtud consagrada
intensamente a triunfar sobre el vicio. La oleada traduce a términos
nu evos, adap tados a un universo citadino en rápida transform a
ción, la prohibición religiosa y moral que pesaba en los siglos ante
riores sobre el goce fuera del matrimonio cristiano. Propone una fi
losofía del térm ino medio, desprendida de los rigores punitivos,
judiciales y penitenciales, que prefiere la moderación personal deri
vada del dominio sobre sí mismo y del sentido íntimo de culpabili
dad. Llevada por capas sociales dinámicas, cuyo núcleo central se
recluta entre los filósofos de las Luces y los estratos medios de las
grandes ciudades, une íntimamente la sexualidad y la búsqueda de
la felicidad en el m undo, más que en el más allá. Hablar de burgue
sías a este respecto sería reduccionista, en tanto la noción se revela
vaga y cam biante durante la larga sucesión cronológica en cu es
tión. El conjunto considerado no deja de poseer caracteres origina
les en m ateria de administración de los deseos carnales, tanto por
oposición a la aristocracia como a la mayoría de los campesinos.
Hacia 1700, Europa entra en una era de transformaciones ace
leradas en todos los ámbitos. Entre las más im portantes para el
tema de este libro figura la expansión de las grandes ciudades,
vinculada al capitalismo comercial y a la afirmación de los Esta
dos. M otores de crecimiento, atraen m ultitudes cam pesinas y
ofrecen estilos de vida desconocidos hasta entonces. Una socie
dad de consum o se va esbozando, por lo menos en Inglaterra.
Los humanos que se oprimen dentro de esos muros viven de mane
ra diferente a los rurales. La sexualidad se despliega con menos
constreñimientos morales pero con más inquietud y sentido de lo
efímero, particularm ente entre los más pobres. Los contrastes se
multiplican, así como las ocasiones de codearse con seres de di
versas condiciones sociales. Comer, beber, hacer el amor, para pa
rafrasear al barón de Blot-l'Église, adquieren sabores diferentes a
los que tienen en los poblados o los castillos. Como consecuencia
de semejante fiebre urbana, la presión represiva, siempre fuerte en
teoría, se afloja en la práctica. Ya no son quemados los autores li
cenciosos en Francia. A lo sumo se los encierra, en ocasiones... La
sujeción se resquebraja por doquier, pese a los esfuerzos del te
niente de policía especialmente encargado de vigilar a los pari
sienses. La metrópoli, al igual que Londres, se vuelve un universo
tan complejo que nadie puede verdaderamente dominarla. Estalla
en revueltas, en grandes desórdenes durante una ejecución o por
el pánico de una multitud. Bajo el manto de las Luces filosóficas,
deja prosperar a los malpensantes, a los rebeldes de todo tipo, a los
excéntricos y a todos los que viven, deliberadamente o no, al m ar
gen de las leyes. Una decisión que llega de arriba desencadena un
breve movimiento represivo que no puede jamás arreglar definiti
vamente el problema, pues las poblaciones vuelven a caer en sus
carriles una vez aplacada la tormenta.
El inmenso cuerpo viviente de más de medio millón de pari
sienses o de londinenses oscila constantemente entre el vicio, bas
tante trivial, y la virtud, tan inapreciable como rara, pues las reali
dades se imponen a la ley y a las convenciones morales. Semejantes
pulsaciones más o menos regulares proporcionan la trama de esta
tercera parte. Quienes desean alejarse de los excesos para alcanzar
la felicidad, o sencillamente una vida dichosa, cultivan el ideal vir
tuoso para proponerlo pacientemente a los demás. Prolongando el
viejo esfuerzo ascético de los monjes pero de manera sensiblemente
diferente, según un principio de economía proveniente del comer
cio, anhelan marcar la sexualidad con el sello de la moderación. ¡Ya
llega el tiempo del placer dominado! El esfuerzo resulta sin em
bargo más de una decisión reflexiva que del miedo al castigo o al
infierno. En este marco se explican la virulencia del combate contra
la masturbación y la valoración de la doble norma sexual mascu
lina. Esta última permite renovar la tutela que pesaba sobre las es
posas y las madres de familia, sin dejar de ofrecer a los maridos el
escape lícito de la frecuentación de prostitutas. Menos asociado a la
religión que en los siglos precedentes, el dogma de la inferioridad
femenina declina en adelante con dos variantes que son objeto de
un amplio discurso social justificativo. Por un lado, se trata de pro
teger a la mujer casada contra las tentaciones y contra ella misma,
confinándola en el hogar. Por otro, la puta, cada vez más presente
en la acera urbana, concentra en una única persona los rasgos nega
tivos, en particular la perversidad y el inextinguible apetito carnal
que se le atribuía antes a toda hija de Eva.
Esta configuración se opone rotundamente a las prácticas po
pulares campesinas relativamente libres y amorales observadas en
Somerset en el siglo xvu, al igual que a las incitaciones al goce sin
trabas formuladas por los nobles, como el barón de Blot-l'Eglise y
Michel Millot, el probable autor de L'École des filies en 1655. Las
dos últimas tradiciones no desaparecen por ello. En París, como en
Londres, continúan produciendo subculturas eróticas muy vivas.
Numéricamente muy importante, la primera caracteriza a la me
nuda población urbana, con frecuencia inmigrada hace poco
tiempo, a veces forzada a amores rápidos o furtivos. Mucho más
minoritaria, la segunda proporciona la imagen del disipado aristó
crata (the rake en Londres), que desdeña las leyes humanas y las di
vinas, pésimamente considerado por los moralistas pero bastante
fácil de tolerar, incluyendo sus más pasmosos excesos. Las dos es
tán marcadas por la ausencia de constreñimientos, incluso por la
"prodigalidad" sexual, entre los menos dotados para amenizar su
existencia difícil, entre los nobles para seguir una ética de la lar
gueza contraria a los principios de economía que ostentan los bur
gueses. En este campo de fuerzas múltiples se precisan estrategias
que no impiden en modo a lg u n o que los representantes de cada
grupo se sientan eventualmente afectados por caracteres llegados
de otras partes. Así, la gran cocina francesa, un placer refinado que
pertenece prioritariamente al m undo de la magnificencia aristo
crática desde el reinado de Luis XIV, desencadena igualmente pa
siones entre los plebeyos acomodados.
P a r a t r a t a r d e a p r e c i a r la importancia de la transformación eró
tica en el siglo xvm hay que volverse primero hacia la invasión
pornográfica. Aparecida hacia 1650, acelerada después, impone
su impronta al tiempo de los filósofos, al punto de exasperarse en
Francia bajo la revolución. Su difusión, que traducía inicialmente
resistencias dirigidas contra el Estado y la Iglesia, se orienta en
adelante hacia la denegación más específica de una sexualidad
demasiado controlada o demasiado sublimada, pues la época ha
visto la profunda modificación de las relaciones entre el alma y
el cuerpo, dando al Yo mayor importancia y trasladándolo desde
los márgenes hacia el centro de la sociedad. Una revolución del
deseo comienza a esbozarse en ambos lados del canal de la Man
cha. Fundamental pero sigilosa, acompaña al relajamiento de los
constreñim ientos religiosos y políticos, para poner en su lugar
una economía moral más personal. Se articula alrededor de nue
vas relaciones de "género" entre las dos partes de la humanidad, y
hasta con un tercer universo homosexual masculino que va defi
niéndose como un gueto, pues nuevas prohibiciones interiorizadas
se orientan a apartar al varón de la sodomía, incluso activa, y más
todavía de la masturbación, que es objeto de una extraordinaria
ofensiva represiva. La práctica creciente de la doble norma mascu
lina relega por lo demás a la mujer a una sujeción acrecentada, sus
tituyendo la ley divina por un principio "natural" de debilidad
que motiva la necesidad del matrimonio y de la maternidad, y ais
lando de paso la parte maldita de la feminidad para llevarla a la
imagen de la prostituta o de la chica libre. Semejante adaptación
del viejo modelo paternalista a las evoluciones mentales y sociales
en curso no es compartida por todos, ni mucho menos. La sexuali
dad se debilita en adelante cada vez más en función de la perte-
nencia social, explica Bernard de Mandeville en El panal rumoroso
(1714). Anclado en el sistema de cortesía, el nuevo camino es, como
de costumbre, no exclusivo sino dominante de las capas urbanas
que ascienden. Permanece rodeado de constelaciones de sensuali
dades diferentes. El populacho no acata con facilidad las incitacio
nes que no concuerdan con sus tradiciones o sus necesidades, al
punto de que padece diversas ofensivas, para lograr que vuelva a
su sitio. Los refinados, los aristócratas, los cortesanos conservan
una exuberancia conquistadora tan visible, tanto en Francia como
en Inglaterra, que parece caracterizar el siglo de los filósofos para
convertirlo en el de la pornografía y el erotismo. El más poderoso
empuje hacia el cambio procede sin embargo de aquellos que bus
can un equilibrio armonioso de las pasiones, una vía intermedia a
fin de alcanzar la dicha. Si sus esfuerzos no impiden la carrera en
pos del goce de no pocos de sus contemporáneos, ponen en mar
cha un principio de autocontrol del placer que corre paralelamente
a la "civilización de las costumbres",1 pero con la forma de una lí
nea sinuosa y ya no ascendente, pues la virtud no consigue jamás
por mucho tiempo ni por completo triunfar sobre el vicio...
L a o l e a d a p o r n o g r á f ic a
21 Ibid., p. 80.
sión que solicita. Morande se convirtió después en agente secreto
de Luis X V I...22 ¡Parece que la pornografía conduce a todo y
puede ayudar al individuo a vivir a lo grande!
Antepasado popular de los relatos del marqués de Sade, el
cuarto grupo de escritos escabrosos combina el sexo con la sangre
y la muerte. Se trata de un surtido importante de obras y folletos
que cuentan las hazañas y las desventuras de los criminales ejecu
tados en Londres, a causa de violaciones, incestos o adulterios que
acabaron en homicidios. Francia conoce un fenómeno comparable,
que ocasiona un floreciente comercio de grabados, sobre todo al pie
del patíbulo o de la pira. En Inglaterra se agregan amplias coleccio
nes oficiales, como los cuatro tomos de The Tyburn Chronicle hacia
1768 o los cinco volúmenes de The Newgate Calendar of Malefactor's
Bloody Register hacia 1773.23 Más adelante entraremos en los deta
lles de este conjunto complejo, que hace también intervenir a auto
res célebres, tales como Daniel Defoe, porque la lectura de las relacio
nes combinada con el espectáculo del suplicio tiene un importante
impacto sobre la definición del Yo, ligando las impurezas corpora
les de los culpables con el pecado y sirviendo de modelo negativo
a los biempensantes.2'4
El quinto tipo de pornografía se organiza en torno al m atri
monio y la guerra de los sexos. La literatura consagrada a las
"conversaciones criminales" -e n otros términos, a las infidelida
des según la terminología anglosajona- se vincula con eso, así
com o los escritos y las im ágenes relativas a la prostitución, los
cuernos o la com petencia por el poder en la pareja, llam ada en
Francia "lucha por los pantalones". En Inglaterra, ésta se desa
rrolla sobre todo en el último decenio del siglo xvrn y se encuen
tra ampliam ente valorizada por las caricaturas de Newton o de
Woodward. Wearing the Breeches, de Richard Newton, en 1794,
muestra a una mujer sólidamente plantada sobre la pierna dere
L a m e d id a d e l s e x o
Orgasmo y matrimonio
El fin del siglo xvm registra una laicización de los discursos acerca
del cuerpo ligada a las inmensas alteraciones de las revoluciones
políticas, sociales y científicas. Se adaptan de manera muy elástica
a las nuevas realidades, para afirmar y aun para reforzar, con argu
mentos nuevos, la dominación masculina a través del matrimonio
y la sexualidad. No es tanto la sustancia de las relaciones entre
hombres y mujeres lo que cambia, sino sus mecanismos. El poder
de los primeros ya no se apoya en la palabra divina sino en la inte
riorización de los valores de "género" para subrayar la inferiori
dad natural de las segundas. Mientras que las fronteras entre los
dos universos se refuerzan, el sistema de subordinación ideológica
genera una angustia continua entre quienes ejercen el control, em
pujándolos a buscar constantemente pruebas de la obediencia de
las dom inadas.43 A pesar de su antagonismo creciente, Francia e
Inglaterra conocen una evolución pasmosamente paralela, con al
gunas diferencias de detalle, lo cual permite comprender por qué
el doctor Venette tuvo igualmente numerosos lectores del otro lado
del canal de la Mancha. En la época del rechazo de la Revolución
Francesa en la isla, emerge una middle class provinciana llamada a
imponerse en el escenario Victoriano, que se diferencia de la aristo
cracia y de la gentry por un conjunto de valores domésticos donde
las esferas masculina y femenina están bien separadas. La cultura
70 Ibid., p p . 1 9 8 y 1 99.
71 R o y P o r te r y L e sle y H a ll, T h e Facts o f U fe, op. cit., p p . 9 2 y 9 3 .
72 A n n e -L o u is e -G e r m a in e d e S ta e l, D e l'in flu en ce des passions s u r le b o n h eu r
d es in div idu s et des nations, L a u s a n a , J. M o u re r, 1 7 9 6 [tra d . e s p .: D e la in fluencia
d e las pasiones en la felicid a d d e los ind ividuos y de las naciones, C ó rd o b a (A n d a l u
c í a ) , B e r e n ic e , 2 0 0 7 ] . G r a c i a s a V e it E lm , q u e h a lla m a d o m i a t e n c i ó n h a c i a
e s te te x to .
orientada hacia el amor, m ientras que el varón la convierte en un
arma de reconocimiento público. En términos elegantes y nuevos,
traduce la influencia, a través de la visión rom ántica, de la dife
rencia "natural" de los géneros: vuelto el hombre hacia el m undo;
su pareja, m adre y esposa, hacia un universo interior consagrado
a las bellas letras y a la transm isión de la cultura a las generacio
nes siguientes. N o dice hasta qué punto esta distinción apoyada
en argum entos filosóficos produce tensiones y an g u stia m ascu
lina, pues la percepción de sí se m odifica profu ndam ente en los
grupos sociales más som etidos a las tiranías de la m oderación.
76 P h ilip R aw lin g s, D rnnks, Wliores and ldle Apprenlices, op. cit., p. 23.
y al crimen en el caso de los muchachos, a la venta de sus encan
tos en el caso de las m uchachas. Esta doble reserva de mano de
obra y de placer experimenta nuevas prácticas simbólicas. La mo
ral dominante inventa la adolescencia como un tiempo de constre
ñimientos que deben ser aceptados si se quiere triunfar. Insiste en
que los muchachos se abstengan de toda sexualidad, legítima o
no, sin tratar siquiera sobre el derivativo de la sodomía o la mas
turbación. Las m uchachas son confrontadas a una elección aún
n\ás temible. Las sirvientas pueden pensar en volverse esposas
castas y amantes con la condición de escapar a las solicitudes am
biguas de los amos y de los servidores. De lo contrario, se deslizan
ineluctablemente hacia la calle, multiplicando los rangos de las
prostitutas, pues a diferencia del poblado, ya no están protegidas
en caso de embarazo por una presión colectiva suficiente para
obligar a los seductores a casarse con ellas o a mantener a su cria
tura. Muchos despreciados de los dos sexos son así lanzados a cir
cuitos económicos normales. Para los pudientes y los biempen-
santes, esta cohorte creciente de insatisfechos, de marginales, de
aprendices del vicio y de mujeres perdidas no puede sino acen
tuar el temor latente de verlos morder la mano de los amos. El
miedo a la enfermedad venérea voluntariamente transmitida a un
gentleman por una puta odiosa no es por otra parte pura fantasía.
No es sorprendente que numerosas metáforas para designar
las grandes ciudades europeas evoquen la imagen de un abismo
infernal repleto de todos los vicios, si no de una gigantesca matriz
que traga a los humanos. El viejo miedo a la sexualidad femenina
devoradora se traspone al conjunto del monstruo urbano. El tema
del cuerpo, humano y colectivo, se torna literalmente obsesivo. En
Inglaterra, es frecuente en los escritos de Defoe, Swift, Smollett,
Sterne, Fielding, Richardson y tantos otros, así como en los graba
dos y pinturas de Hogarth. Defoe apela incluso a la peste para que
purgue a Londres de todos estos organismos que lo colman. La
morbidez urbana acarrea reacciones de horror y de rechazo. Ya en
1721, Thomas Lewis preconiza que deje de enterrarse a la gente
en el interior o alrededor de las iglesias, para evitar una corrup
ción fatal, en Seasonable Considerations on the Indecent and Dangerous
Custom of Burying in Churches and Church Yard. O tro tanto ocurre
en París. Pero la decisión tom ada en 1776 de trasladar los cem en
terios fuera de las ciudades provoca m otines, pues las capas infe
riores no tienen la m ism a concepción de las cosas y desean con
servar a sus difuntos a su lado.77
Biografías demonizadas
81 F ra n q o is e d u S o r b ie r , "D e la p o t e n c e á la b io g r a p h ie , o u le s a v a t a r s d u
crim in e l et d e s o n im a g e e n A n g le te r r e ( 1 6 8 0 - 1 7 4 0 ) " , e n É tu d es a n g la ise s, v o l.
3 2 , 1 9 7 9 , p p . 2 5 7 - 2 7 1 (s e g ú n s u t e s is d e d o c t o r a d o , R écits d e g u e u s e r i e et bio-
g ra p h ie s crim in e lle s d e H ead a D efoe, d e f e n d id a e n la U n iv e r s id a d d e P a r ís V II,
e n 19771
r
téseos, que han ap arecid o ya, idénticos, en diferentes vidas de
m alhechores, para hacer reír de ellos y establecer una sana distan
cia con el lector. Este último no siente la m enor tentación de seguir
el ejemplo de los héroes sulfurosos, pues ninguno de ellos escapa
jam ás al suplicio: los m alos son castigados siem pre. A dem ás, se
funden en estereotipos uniformes en el transcurso del siglo, dom i
nados por las figuras del aprendiz que acaba mal y de la m ucha
cha perdida, prostituida y ladrona.82 El género traduce, pues, las
m ism as obsesiones que las guías de co m portam iento, las obras
m orales o la gran literatura concerniente al grave peligro de sub
versión que representan los adolescentes desviados y las mujeres
que viven fuera de los lazos sagrados del m atrim onio. Transfor
marlos en puros objetos de mofa contribuye quizá a aplacar sem e
jantes inquietudes.
R evelada por el fin patético del co nd enado, cu an d o acepta
esp e ctacu larm en te su responsabilidad, la m oraleja su byacente
a estos textos es la del control necesario de sí, opuesta al indivi
dualism o destru ctor.83 La tram a social desgarrada es remendada
por el culpable. Es posible interrogarse sobre el efecto preciso pro
du cido sobre el ánim o del lector por el uso peyorativo en los d o
cu m en tos de las nociones de "p erson a p articu lar", "n atu raleza
hu m an a" d ep rav ad a, "propias pasion es", "ap etitos e inclinacio
n e s", que oponen un uso "p riv ad o " intem pestivo de sí m ism o a
las necesidades del orden público y de la m oral. No hay que ex
cluir identificaciones, por admiración hacia algunos de estos seres
trágicos de carácter m uy firme, en ocasiones hasta carism ático. El
éxito del género indica al m enos una considerable fascinación,
que oscila probablem ente entre los sueños de transgresión sin
rie s g o y la satisfacción de ver el delito castigado, al aprendiz de
vicioso y a la chica perdida sancionados por su desviación. Fan
tasm a m asculino, la mujer rebelde es devuelta a su lugar y acaba
82 Ibid., p p . 2 6 6 -2 7 1 .
83 M ic h a e l M a s c u c h , O rig in s o f the Individualist Self: A utobiography a nd Self-
consintiendo y aceptando el orden del mundo. No es seguro que
las lectoras vean las cosas con la misma mirada. Las esposas ence
rradas en la jaula del matrimonio ¿no experimentan ciertos estre
mecimientos ante los relatos de aventuras prohibidas y pasiones
eróticas inaccesibles? En todo caso, es más fácil y menos vergon
zoso para ellas com prar abiertamente, y entonces devorar, estos li
bros, antes que procurarse obras pornográficas.
Grandes escritores se apoderan del tema. Entre los autores de
piezas teatrales, Gay propone The Beggars'Opera en 1728 y Lillo The
London Merchant en 1731. En el ámbito literario, Fielding publica
Jonathan Wild en 1743 y Daniel Defoe (1660-1731) se muestra lite
ralmente fascinado por el tema, que trata abundantemente y de
una manera muy original.84 A diferencia de las convenciones ad
mitidas, los héroes representados en el escenario en estas largas
historias permanecen impunes. Por añadidura, fiel protestante
muy individualista, Defoe empuja al lector a considerar el relato
como una ficción y a ejercer su libertad de juicio sorprendiéndolo y
hasta contrariándolo. En el prefacio de Molí Flanders (1722), explica
su ambición de "hacernos más presentes a nosotros mismos".85 Co
ronel Jack (1722) le ofrece la ocasión de usar de manera compleja el
concepto de persona. Cuando Jack, presa de los remordimientos,
acude a restituir el dinero que robó un año atrás a una pobre
viuda, se dirige mentalmente a su conciencia utilizando "Yo" y a
la interesada diciendo "él" para designar al ladrón, que no es sino
él mismo. No se trata solamente de un subterfugio para atribuir el
delito a un desconocido. Más sutilmente, Defoe emplea el "yo" so
bre el registro del fracaso moral, el "él" para expresar el arrepenti
m iento y la esperanza de que Dios pueda perdonar tal acción.86
Q uizá extrajo la idea de las confesiones muy reales de ciertos cri
s7 Ibiti.. p. 225.
ss N o rb ert E lias, Ij ) Civilisation des mceurs, op. cit., M ichel F o u c a u lt, en n u
m e ro sa s ob ras, trata a su m an era m ás pesim ista el m ism o fenóm eno, vin cu lán
d o lo co n los a d elan to s del p o d er al "v ig ilar y castigar".
T
E l c o n t r o l d el sex o
7 R ich ard S en n ett, Les T yrannies de l'intim ité, op. cit., pp. 145 y 202.
8 La visión d e la m e d icin a c o m o u n a n u ev a religión del siglo xix a p a re ce en
H ilary P u tn a m , Reason, T ruth an d H istory, C a m b rid g e , C a m b rid g e U n iv e rsity
P re ss, 1 9 8 1 , p . 18 [tr a d . e s p .: Razón, verdad e historia, M a d rid , T e c n o s , 1 9 8 8 ).
S a n d e r L. G ilm a n , S exu ality: an lllu strated H istory. R epresenting the Sexu a l in
,
M edicine and C u ltu re fro m the M iddle A g es to the A ge o f a i o s N u ev a Y o rk , W iley,
1989, p. 9 , m a tiz a la tesis, au n q u e a d m itie n d o qu e el a u to r tiene razó n en m o s
tra r q u e la m e d ic in a es m o d e la d a p o r la c u ltu ra en la cu al se a rra ig a . R on ald
P e a rsa ll, T h e W orm in the B ud: T he W orld o f Viclorian Sexuality, L o n d re s, W ei-
d en feld a n d N ic o ls o n , 1 9 6 9 , p. x i i , s u b r a y a ig u a lm e n te el p o d e r d e los m é d i
cos, a q u ien es califica d e a rro g a n te s , so b re u n a clase m ed ia créd u la.
litamiento del marco espiritual, sobre todo en Francia después de
la revolución, y más aún las ideas nuevas a propósito de la felici
dad accesible en la tierra, liberaron un vasto espacio de fe en la
segunda mitad del siglo xvm. Única que habla de modo racional
de los misterios del cuerpo, de la m uerte, del orgasm o, la medi
cina se labra un imperio respondiendo a las angustias del público
cultivado y acomodado, tanto más cuanto que no es indispensable
abandonar la fe propiamente dicha para adherirse a sus preceptos.
La autoridad médica no se basa únicamente en datos científi
cos, pues quienes la ejercen son también padres, maridos, herma
nos, hijos, la mayoría de las veces procedentes de las clases me
dias. Someten la realidad a las necesidades culturales de su
universo de referencia. Recuperando el viejo sentimiento de cul
pabilidad cristiano en materia de sexualidad, lo vuelven a forjar
bajo la forma de un régimen de salud. Advirtiendo contra los gas
tos vitales excesivos, toman con aplomo el relevo de los confeso
res y orientan decididamente la vida íntima de sus contem porá
neos. Preconizan, en particular, la m oderación en las relaciones
conyugales. Tal es el caso del prolífico O. Q. S. Fowler y del hidro-
terapeuta T. L. Nichols. Las ediciones inglesas, a partir de 1873, de
la obra del segundo, Esoteric Anlhropology, lo atestiguan. Las mu
jeres, según él, son impulsadas con ardor hacia la voluptuosidad
varios días al mes, pero las relaciones deben ser interrum pidas
durante el período de lactación y evidentem ente durante las
menstruaciones. Aconseja también evitar cualquier excitación, la
danza, los hábitos inmodestos, los besos y las caricias. Muchas es
posas, afirm a, son incapaces de alcanzar el placer sexual en el
mundo moderno corrompido, y los esfuerzos de los maridos para
hacerlas participar más intensamente en el acto venéreo corren el
riesgo de dañar su sistema nervioso. Advierte asimismo a los va
rones que después de 50 años los goces de la carne se revelan muy
agotadores y pueden conducir a la parálisis o a la apoplejía.9 Tri
9 R oy P o rte r y L esley H all, The Facts o fL ife : the Creation o f Sexual Knowledge
in Britain, 1 6 5 0 -1 9 5 0 , N e w H a v e n , V ale U n iv e rs ity P ress, 1995, pp . 2 0 2 y 2 0 3 .
vial, más bien moderada en su tiempo, la opinión de Nichols des
cansa en una secularización del temor al pecado, transferida a
consejos de higiene física. El miedo a la enfermedad y la muerte
sustituye al miedo a la condenación eterna. Produce una viva an
gustia que la ciencia médica pretende resolver mediante consejos
de moderación, una especie de "economía libidinal" antes de que
se use esta expresión. Los prácticos no hacen sino transcribir al
dominio físico el tema burgués dominante, según el cual el ahorro
permite sacar el máximo de dividendos de la prudente acumula
ción de un capital, pues la sexualidad es entonces definida por los
médicos com o una fuerza eruptiva potencialmente peligrosa para
la salud, que debe imperiosamente vigilarse y encuadrarse.10 El
modelo viene de muy lejos, de la tradición m onástica medieval.
Traduce un miedo a la sensualidad incontrolable, directamente li
gada a la representación del Yo y de la sociedad. El orgasm o
puede ser para el individuo una pérdida de control sobre sí
mismo y volverse emblema del desorden del mundo si formula
ciones peyorativas, morales o científicas, avivan aún más dicho
sentimiento. El trastorno produce fantasmas, a propósito de los
órganos genitales, del Otro del sexo opuesto o de una raza dife
rente. El arte y la medicina los recogen para crear el discurso do
minante acerca de la sexualidad.
En el siglo xix, la necesidad del goce femenino para alcanzar
un em barazo exitoso es lentamente puesta en d u d a.11 Algunos,
com o el doctor William Acton (1813-1875), autor en 1841 de A
Practical Treatise on Diseases of the Urinary and Generative Organs in
Both Sexes, llegan incluso a asegurar que las esposas normales es
tán privadas de deseos y se someten sencillamente a los de su ma
rido, para exclusivo placer de él. Acton afirma que "el am or a la
L a S E X U A L ID A D , U N A E N F E R M E D A D V E R G O N Z O S A ,
A V EC ES M ORTAL
19 A n n e -M a rie Soh n , D u prem ier baiser a l'alcdve, op. cit., pp. 8 9 y 94.
seno consagrarse y reclaman, si no una liberación sexual, al menos
un poco de consuelo en las lindes del siglo xx.
La edad de ¡a angustia
21 A n n e-M arie S ohn, D u prem ier baiser a l'alcóve, op. cit., d ed ica sin em b arg o
un cap ítu lo a los m iedos, esp ecialm en te de la enferm edad v en érea, pp. 109 y ss.,
y A lain C orb in señ ala esta a n g u stia en Les Filies de noce: m isére sexuelle et prosti-
tution, xixf et xx*' siecles, P arís, A u b ier, 1978, pp. 5 2 ,5 3 ,3 6 8 y 369.
22 R onald P earsall, The Wornt in the Bud, op. cit., pp. xn y 4 1 6 (d o n d e el c a p í
tu lo d e d ic a d o a la p sicología v icto ria n a del sexo se abre co n la palab ra "a n g u s
tia "); S teven M arcu s, The O ther Victorians, op. cit., pp. 17 y 272.
y sociales son particularm ente graves para las m ujeres.23 La in
quietud proviene esencialmente de una especie de perversión de la
ideología de la acumulación propia de las clases medias. Traduce
un miedo más general a la pérdida, la desposesión, la pobreza.
Así, la expresión inglesa más corriente para designar el orgasmo
es to spend (gastar), hasta fines del siglo xix. La noción no desapa
rece totalmente después, cuando se impone el concepto moderno
de to come (venir). La medicina de la época considera el cuerpo
com o una máquina, al punto de que la eyaculación masculina
aparece com o un movimiento mecánico que desemboca en una
pérdida de sustancia y de potencia. De ahí la insistencia en la nece
sidad de la economía sexual. El mundo de la pornografía propone
una imagen exactamente inversa creando una utopía, una "porno-
topía", de plenitud erótica donde la naturaleza asume una forma
femenina gigantesca y donde los adeptos adoran un inmenso dios
pene alzado. Semejante fantasía no puede haber sido concebida
sino por seres que padecían una privación extrema, por varones
literalmente hambrientos de sexo.24 Es verdad que los autores y el
público del género no representan sino una minoría, pero el sín
toma no es menos revelador de las pasiones ocultas bajo los púdi
cos velos Victorianos. Es trivial insistir en la hipocresía de las cla
ses medias. Sus miembros deben sin embargo tener conciencia de
la existencia de una doble realidad para practicar con constancia
tal duplicidad, pues no desempeñan sus papeles para ellos solos.
Quieren también parecer buenos, nobles, puros, en el vocabulario,
el corazón o las acciones, a los ojos de la posteridad.25 ¡En otros
términos, posan para la historia!
Del otro lado del espejo, las frustraciones son grandes. La so
ciedad permanece muy constreñida. El rigor moral se apoya en la
ley. En Francia el divorcio no ha sobrevivido al período revolucio-
E L G R A N M IE D O A L A M A S T U R B A C IÓ N
36 C i t a d o e n J e a n - P a u l A r o n y R o g e r K e m p f, Le Penis et la Démoralisation d¡
l'Occident, P a r ís , G r a s s e t, 1 9 7 8 , r e e d it a d o c o n u n títu lo m á s a c a d é m ic o y m e n o :
p r o v o c a d o r , La Bourgeoisie, le Sexe et l’Honneur, B ru s e la s , C o m p le x e , 1 9 8 4 , p . 17C
de Eros o de Cupido, como la puerta de entrada a placeres inefa
bles pero también a los peores sufrimientos. Un cuadro de Agnolo
Bronzino, Venus, Cupido, ¡a Locura y el Tiempo, muestra al segundo
besando a la primera, su madre, en la boca, con la mano derecha
sobre el seno izquierdo de la diosa.37 Esta actitud lasciva es subra
yada por los signos de la lujuria y de la decadencia, evocados por
las m áscaras de la edad y de la enfermedad, a los pies de Venus,
por el gancho del escorpión a su izquierda, y por la presencia de
Vulcano, su m arido cornudo. El episodio ha sido interpretado
como una alusión a la transmisión de la sífilis por contacto sexual.
Como se creía que oscurecía la piel, la enfermedad fatal o morbus
gallicus es encarnada por un hombre negro que se sujeta la cabeza
con las dos manos en una actitud de desesperación detrás de la es
palda de Cupido.38 En los siglos siguientes, este mal sigue estando
estrechamente asociado al exceso venéreo, como por ejemplo en la
obra de Hogarth. El tratado inglés anónimo Onania, hacia 1710,39 y
luego la obra de Tissot sobre el mismo tema, en 1758, vinculan la
obsesión con el vicio solitario, que se vuelve una causa de desastre
físico. Para acentuar espectacularmente el violento contraste entre
la epidermis sana y la del "enfermo", las nuevas ediciones de Tis
sot que se suceden durante el siglo xix utilizan la imagen.40 En
1836, L'Onanisme; ou dissertation physique sur les maladies produites
par la masturbation. Nouvelle édition annotée d'apres les nouvelles ob-
servations par les docteurs Cottlier, Vogler, etc. ofrece dos grabados
muy sugestivos. En el primero se pavonea un joven vestido a la
moda, orondo y robusto: "Era joven, guapo y lleno de salud". El
42 Jean S ten gers y A n n e van N eck , Histoire d 'u n e gra n d e peur, la masturbation,
B ru selas, u l u , 1984; reed. Le P lessis-R ob in son, Institut S yn th élab o p o u r le p ro -
g ré s d e la co n n aissan ce, 1998, c ita s en la a d e n d a , p. 196.
43 S a n d e r L. G ilm an , Sexuality: A n lllustrated History, op. cit., p. 2 7 0 , e ilu stra
ció n n ú m . 2 8 6 (el a rtíc u lo en c u e s tió n e s el d e T h o m a s D. S av ill, " H y s t e r ic a l
skin s y m p to m s an d e ru p tio n s", en The Lancet, 20 d e en ero d e 1904).
parecen haber aparecido en él a la edad de 14 o 15 años. Se habría
entregado muy activam ente al onanismo hasta la edad de 16
años". Los magistrados de los tribunales adoptan exactamente el
mismo lenguaje e idénticas argumentaciones. Unánime y sin ape
lación en la burguesía, la condenación de la masturbación apa
rece com o mucho menos sistemática y más matizada en los me
dios populares. La costumbre es observada sin emoción entre los
más jóvenes y parece ser tolerada com o una práctica de espera
por parte de los solteros. Eso sí, es preciso que sea discreta. Los
niños que se tocan en público, así fuese para rascarse, son gene
ralmente regañados y castigados por los padres. Si los exhibicio
nistas no son percibidos como mentalmente trastornados, ofen
den al rechazar las normas de pudor y se atraen la vindicta
colectiva. En cuanto al marido que se da el gusto a sabiendas de
su esposa, hiere a menudo profundamente a ésta, que se consi
dera tratada como algo insignificante.44
La ofensiva dirigida contra la masturbación se revela tanto
más agresiva cuanto que no es probablemente muy eficaz. Mu
chachas y muchachos de todos los orígenes sociales se entregan a
ella antes de la adolescencia, sin sentimiento de culpa, y no vaci
lan en confesarlo ante un tribunal si son interrogados. Al juez de
Argenteuil, que le pide en 1873 que hable de sus "costum bres",
una muchachilla de 10 años, cuyos padres son labradores acomo
dados, responde que sabe bien que varias de sus compañeras lo
hacen y que su tío se lo ha enseñado. En 1891, en Aviñon, un m a
gistrado que interroga a una campesina apenas más vieja acerca
del hecho de que ya no sea virgen, la escucha afirmar: "Soy yo
quien me lo he hecho cuando era pequeña. Me he rascado algunas
veces con el dedo y un día intenté meter una zanahoria en mis ór
ganos genitales, pero no he podido introducirla, pues me dolía".
Flaubert cuenta los juegos colectivos en los retretes de su colegio,
donde se fumaba y "se la meneaban". Algunos investigadores
pretenden incluso que la literatura que denuncia tales perversio-
nes constituye en realidad un género confuso, cuyo objetivó
oculto sería "la estimulación sexual del lector".45 ¡Un tipo de libro
de los que se leen con una sola mano! La hipótesis parece excesiva
al referirse a las intenciones de los autores. No lo es tanto cuando
se considera a los expertos de la lectura, pues, desde el Antiguo
Régimen, los tratados médicos son a menudo utilizados como m a
nuales de iniciación en las técnicas reprobadas. Para permitir que
la pareja procree en las mejores condiciones posibles, indican con
precisión las posiciones y los com portam ientos susceptibles de
dañar la generación. Aristotle's Master-Piece, por ejemplo, aconseja
que el hombre no se retire dem asiado rápidamente después del
coito y que la mujer evite moverse o estornudar. No es, pues, nada
difícil descubrir prácticas anticonceptivas invirtiendo las prescrip
ciones.46 Paradójicamente, son más o menos las únicas obras líci
tas donde puede aprenderse lo que es el placer carnal.
La lucha antim asturbatoria procede de una terrible fantasía
de la pérdida. Traduce a la vez una fascinación y un miedo al cuer
po, una curiosidad mórbida para lo que se halla tras la superficie de
la piel. Son muchos los que descubren con horror el espectáculo
de la corrupción y de la muerte. Sexualidad rima con decadencia
moral y deterioro físico. Com o la viñeta en el título de la versión
francesa, por Auguste Barthélemy, en 1840, de la obra de Fracastoro,
Sífilis: poema en dos cantos, que muestra a un joven a los pies de una
bella dama vestida a la moda. Le agarra la mano y levanta con la
otra una m áscara femenina muy pura que oculta su auténtico ros
tro de muerte. En 1888, en Londres, Jack el Destripador asesina a
peripatéticas. La policía no se atreve a presentar al público más
que reproducciones de los rostros m utilados de las víctim as, ya
que han sido destripadas y a veces tienen los senos cortados con
tanta ciencia que se sospecha que el culpable desconocido es un
62 A la in C'orbin, Les Filies de noce, op. cit., p p . 18 y 19. La situ ación p a risie n se
a n t e r i o r es b ien co n o c id a g r a c ia s a E ric a -M a rie B en ab o u , La Proslitution et la
Pólice des m ceurs au x v iif siécle, p re facio d e P ierre G ou b ert, P a rís , P e rrin , 1 9 8 7 .
63 Ibid., p p . 2 4 y 25.
64 M ich e l F o u c a u lt, S u rv eiller et p u n ir. N aissance de la p rison, P a rís , G a lli
m a r d , 1 9 7 5 [tra d . e sp .: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, M é x ico , S ig lo
x xi, 19 7 7 ].
das, a quienes acusa de ser profesionales disfrazadas. El doctor
Bertillon se pone a dem ostrar que el uso de los órganos genitales
antes de la edad de 21 años acarrea pavorosos peligros para la sa
lud. Las estimaciones oficiales muestran un rotundo crecimiento
del número de "insumisas" que asumen un lugar predominante en
el universo del am or tarifado hacia 1890-1900. El fracaso del sis
tema de reglamentación se vuelve entonces evidente.65
Las prostitutas proceden de todos los medios sociales y se
adaptan a todos los públicos. Las semimundanas, leonas o galli
nas bajo el Segundo Imperio, "grandes horizontales" más ade
lante, viven lujosamente en un hotel particular o en un departa
mento de los hermosos barrios parisienses. Las "com ensales" de
los restaurantes nocturnos y las "mujeres de café" son más nume
rosas y más representativas en la capital y las ciudades industria
les. Algunas están perfectamente establecidas, a veces incluso con
su marido, algún viejo solterón; otras se hacen pagar una alcoba o
un departam ento, a veces sencillamente se hacen com prar sus
atuendos y sus distracciones. Los burgueses de provincia, en
Lyon, Lille, Valenciennes, por ejemplo, escogen a m enudo a sus
queridas entre las jóvenes obreras de las fábricas. Verdaderos ma
trimonios existen a veces entre un hombre joven y de calidad y
una bonita proletaria inculta, lo cual conduce a menudo a malen
tendidos y a frustraciones de ambos lados.66 La lucha de clases
toma cam inos tortuosos pero deja marcas profundas, pues el
am ante tiene tendencia a considerar a su pareja com o un instru
mento de puro placer, y ésta, para quien pudo haber sido el pri
mero, padece por su descaro y por ser comprada.
La autobiografía erótica anónima de un inglés de buena fami
lia contiene una historia edificante a este respecto.67 El narrador
D e t r á s d e l e s p e jo
Walter el Victoriano
79 M y Secret Life, op. cit., t. ti, p. 2 1 9 3 , d escrib e una larga esce n a d e este tipo.
sexualidad. Considera este momento como la coronación de su ca
rrera lujuriosa: "Ei hecho más audaz de mi vida secreta. Un deseo
anormal que me ha avergonzado y desolado [...] aunque según
mi filosofía no hubo ni hay nada malo en mis acciones, porque en
materia de deseo todas las cosas son naturales y justas". Se tran
quiliza asegurando que no es más vergonzoso para un hombre
acariciar otro pene ni para una mujer otro coño que estrecharse las
manos, pero confiesa experimentar ante este recuerdo una aver
sión de sí mismo producida a su modo de ver por viejas "ense
ñanzas y prejuicios". Durante los jugueteos com unes con una
guapa dam isela, practica una felación con un artesano llamado
Jack (el cual lo llama respetuosamente sir), ajustándose exacta
mente, precisa él, a lo que había visto hacer a una puta francesa
sobre su propio cuerpo, antes de pasar a la penetración anal.80
Una de las principales obsesiones de Walter es experimentar
lo que la mujer puede sentir exactamente durante el acto venéreo
y después. Le da ganas de poseer a una transeúnte bella que ve pa
sar, a fin de hacerla "parte de su cuerpo".81 Esta curiosidad intensa
hacia el otro sexo lo empuja a multiplicar las experiencias. Triun
fante algunas veces, su virilidad se revela más frecuentemente in
quieta. Se tiñe en ocasiones de fantasías de identificación feme
nina, y hasta de pulsiones homosexuales. Todo esto no concuerda
con el discurso moral Victoriano pero sigue muy de cerca el sueño
erótico desarrollado en la pornografía, en que el acento es puesto
en los juegos amorosos complicados y la transgresión de todos los
tabúes. Walter es un desviado muy lúcido, que experim enta con
frecuencia malestar al llevar al extremo sus deseos y quebrantar
así las reglas morales. Socialmente, es perfectamente normal, bien
instalado en su papel en cuanto a clase, que le permite abordar el
juego sensual en una posición dominante. El dinero le da el poder
so S teven M a rcu s, The O ther Victorians, op. cit., pp. 150, 158, 159, 164, 172 y
1 76; Ellen Bayuk R o sen m an , U nauthorized Pleasures, op. cit., pp . 1 7 5 ,1 8 3 y 186-
1 8 8 . El re la to co m p le to d e la e x p erien cia h o m o sexu al se e n c u e n tra en M y Se-
cret Life, op. cit., t. n, pp. 153 3 -1 5 4 8.
Sl M y Secret Life, op. cit.
para gozar sin trabas y para explotar al proletariado sexual, feme
nino o m asculino, com o Jack el artesano. Así se asombra al ver a
este último com enzar a com portarse con familiaridad después de
haberse dejado masturbar. "H abía perdido la modestia y con ella
mucho de su respeto hacia mí. En lugar de sencillamente respon
der y decir sir, com enzaba a plantearm e preguntas." Com para
esta actitud con la de una m ujer cuyo comportamiento se m odi
fica hacia el hombre que acaba de hacerle el amor.82
A diferencia de los héroes pornográficos de papel, Walter se
entrega sin intentar ocultar las numerosas contradicciones que lo
agitan. Narcisista y compulsivo, cansa al lector repitiendo sin cesar
un escenario siem pre idéntico. Se da perfectamente cuenta, al
punto de interrogarse en su m adurez sobre la necesidad de abre
viar sus memorias, cuando concluye su séptimo volumen. Afirma
haber dejado ya a un lado num erosas páginas m anuscritas, pero
no haber querido prescindir de otras, pues las redactó para su
"placer secreto", que siempre se m antuvo igual de intenso, incluso
después de repetir 20 veces las m ism as cosas. Además, "la mujer,
la pareja de mi felicidad, era a m enudo fresca y nueva para mí y yo
para ella". Es la búsqueda de estos sutiles matices lo que lo motiva,
pues, si bien la cosa termina siem pre de la misma manera, con el
acoplamiento, "hay delicadas gradaciones de diferencia, incluso al
hacerlo, lo cual torna a la variedad tan encantadora, y describirlas
ha sido siempre nuevo y divertido para mí, cuando la seductora
era nueva para mí". Después de haber experimentado sentimien
tos contradictorios mezclados con el remordimiento, la idea de que
no hay nada de malo en ello y el temor de ser avergonzado, decide
conservar algunos pasajes relativos a imágenes o a libros porno
gráficos: "E sto debe perm anecer -escrito por mí mismo, y para mí
mismo, y nadie lo verá probablemente sino yo mismo-, así que por
qué engañarme a nú mismo: ¡que quede esto!".83
87 Roy P orter y L esley H all, The Facts o fL ife, op. cit., pp . 152 y 153.
88 R o n a ld P ea rsa ll, T h e W onn in the Bud, op. cit., p p . 3 6 4 , 3 6 5 y 4 1 5 ; S te v e n
M a rc u s , The O lher Victorians, op. cit., pp. 3 4 ,3 5 y 163. V é a se tam b ién P eter G ay ,
Th e Bourgeois Experience, 1 . 1: Education o f the Senses, op. cit., p p . 3 5 8 y 359.
contra la m asturbación, evoca orgías sin fin cuando la medicina
previene contra los efectos peligrosos de los excesos carnales, in
siste en el orgasm o femenino, mientras que las dam as de calidad
se consideran frígidas o poco inclinadas al asu n to ...89 Los biem-
pensantes se ofuscan evidentem ente con los posibles estragos
sobre los espíritus. Tratan de aplicar a esta producción la ley del
silencio, ya sea por interdicción o por la relegación a un enfer sulfu
roso. La palabra designa en su origen las obras censuradas, en es
pera de ser quemadas, en la biblioteca vaticana. En París, una pe
queña colección de libros y dibujos ligeros conservados en la
Bibliothéque Nationale es comúnmente designada con este voca
blo. Según Guillaume Apollinaire, la decisión se remonta al primer
cónsul Bonaparte. Algunos especialistas no la datan sino hasta los
últimos años del Segundo Imperio; otros, en la monarquía de Julio.
En todo caso es el siglo xix positivista el que ha inventado el in
fierno... literario. La British Library utiliza oficialmente el nombre
de Prívate Case, y más corrientemente el de enfer, para designar un
conjunto idéntico organizado hacia la misma época. La aparición
en 1861 de la Bibliographie des ouvrages relatifs a l'amour de Jules Gay,
y a partir de 1877, en Inglaterra, del Index librorum prohibitorum de
Pisanus Fraxi (seudónimo de Ashbee), de título irónicamente deri
vado de la censura romana, responde a la necesidad de los aficio
nados de poder localizar escritos destinados en adelante al olvido
y al silencio, que a veces es muy difícil procurarse en el comercio.
Aparte de los volúmenes procedentes del depósito legal, la reserva
parisiense acoge a otros, incautados por la justicia o por las adua
nas en las fronteras cuando han sido impresos en el extranjero.90
Los autores casi siempre son hombres pero hablan mucho del
placer de las mujeres, com o ya ocurría durante el "vuelco porno
gráfico" de mediados del siglo xvii.9' La continuidad en la trans
96 Ibid., p p . 1 9 2 ,1 9 3 , 2 0 4 , 2 0 5 y 211.
97 R o n a ld P e a rsa ll, Th e W orm in the Bud, op. cit., p. 289.
98 A n n e -M a rie S oh n , D u prem ier baiser a l'alcóve, op. cit., p. 78.
anim alidad. El m iedo de dejar que se desencaden e la bestia que
dorm ita en el ser hum ano acosa a los moralistas. En Francia, la fe-
lación parece escasa y un asu nto profesional en el siglo xix, pero
las "p rácticas bucales, con el placer com o centro y no la reprod uc
ción, se trivializan en el siglo x x ", pasando de las parejas ilegíti
m as a los consortes de los m edios populares y hasta quienes enta
blan relaciones pren u p ciales entre las dos g u erras. La beata
Albion prohíbe totalm ente sem ejantes m aterias de la g ran litera
tura para reservarlas a la pornografía. Calificadas de "p rácticas re
p u gn an tes", la felación y el cunnilingus son sin em bargo frecuen
tem ente solicitados por los clientes de las casas de trato, y por lo
tanto reco rd ad o s en las g uías londinenses esp ecializad as. A los
dos lados del canal de la M ancha, los médicos reservan la noción
de "p erv e rsid a d es" o de cosas "m onstruosas" al onanism o y a la
"inversión sexu al", que les interesan a m ás no poder, en tanto que
la gente del pueblo reprueba esencialm ente la pedofilia y la bes
tialidad, pero no la m asturbación.99
El p rim e r uso de la palab ra "h o m o sexu al" en 1869, p o r el
húngaro Benkert, corresponde a un impulso de curiosidad erudita
hacia el "te rce r sexo ", que había recibido un reconocim iento m uy
am b ig u o en L ond res y en París a principios del siglo xv m .100 En
F ran cia, A m broise Tardieu rom pe la ley del silencio ya en 1857, y
en to n ce s el cu e rp o m édico se m uestra cau tiv ad o p o r el tem a,
desde el segun do Im perio a la Gran G uerra.101 M ás de mil obras le
son d e d ica d a s en Eu ropa entre 1898 y 1908.102 Esta salida de los
limbos corresponde al advenim iento de una m ayor tolerancia. En
In g laterra, la pedication o p en etración anal era castig ad a con la
m u erte hasta 1828, con la cond ición de que un testig o hubiese
103 V é a s e m á s a b a jo , c a p . vi.
104 R o n a ld P e a r s a ll, T h e W orm in the B u d , op. c it., p p . 4 4 8 -4 5 1 . A p r o p ó s i to
d e H a v e lo c k E llis, v é a s e R o y P o r te r y L e s le y H a ll, Th e Facts o f Life, op. cit., p p .
1 6 0 y 161.
m uchacho joven, contribuye a desculpabilizar a los interesados.
En la segunda mitad del reinado de Victoria, tres asuntos estrepi
tosos, m uy referidos por la prensa, traducen sin embargo la repro
bación masiva y el aroma maléfico que se vinculan a la cuestión: el
caso de travestism o de Boulton y Park en 1870, el escándalo de
Cleveland Street en 1889 y, sobre todo, los tres procesos de O scar
Wilde, ex estudiante de Oxford, en 1895.105
Las adeptas del safism o no son objeto de una hostilidad tan
viva com o sus hom ólogos m asculinos. A principios del siglo xix
Parent-Duchátelet considera, sin embargo, "a las tríbades como caí
das en el último grado de vicio que pueda alcanzar un ser hum a
no", y en 1824 se prohíbe form alm ente a las encargadas de casas
de trato dejar que las chicas se acuesten en la misma cam a. Pero
la tensión se afloja m ás adelan te. Los grandes autores -B alzac,
Musset, Baudelaire, Pierre Louys, Z o la- no vacilan en describir el
fenómeno. Los médicos no se apasionan mucho por el tema, de no
ser por los clítoris m onstruosos que despertaban ya las fantasías
de sus predecesores de los siglos xvi y xvn. Los varones vacilan
entre la posición del voyeur y la del m achista frustrado. Los sen
tidos del prim ero se erotizan im agin an d o los cu erpos fem eni
nos enlazados. El segundo encuentra su virilidad y su capacidad
para procurar placer en tela de juicio: "Prescindiendo del hombre,
bastándose a sí m ism a, la m ujer prescindirá m uy pronto de su
am or", asegura el doctor Chevalier. El modelo vuelve a encontrarse
en la literatura clandestina, en carn ad o por la condesa Gamiani.
C uarenta y cu atro veces im preso entre 1833 y 1930, este gran
triunfo erótico es atribuido falsam ente por un libelo a George
Sand, "la coronela de las tríbades". Se enriquece de una edición a
otra, y la heroína acaba volviéndose un animal en celo insaciable,
al llegar el siglo xx. La historia cuenta que adquirió su odio mortal
a los hombres después de haber sido apaleada y violada por frai
les... Menos subidos de tono, com parables a los ocho ejemplos se
ñalados por Krafft-Ebing, 14 casos descubiertos en los archivos ju
m
108 R on ald P ea rsa ll, The Worrn in the Bud, op. cit., p p . 3 2 8 -3 3 5 . A p ro p ó sito d e
la lite ra tu ra p o r n o g r á f ic a c o n s a g r a d a a e s te te m a , v é a s e S te v e n M a rc u s , The
O ther Victorians, op. cit., c a p . 6 , " A C h ild is being B e aten ".
109 A lain C o rb in , Les Filies de noce, op. cit., pp. 184 y 185.
Placeres proletarios
130 D e s m o n d M o r r is , La C ié des g e s t e s , P a r ís , G ra s s e t , 1 9 7 9 , p . 2 2 1 , c o n u n a
g rá fica d e la lo n g itu d d e la s fa ld a s e n e l s ig lo x x .
C u a r ta parte
¿REVOLUCIONES?
LA HERENCIA DE LOS SIXTIES
L a n o c i ó n d e p l a c e r supera la definición de la satisfacción de las
necesidades y de los deseos y confluye con el tema de la felicidad.
Es, pues, indispensable tomar en cuenta la cuestión de la moral per
sonal y colectiva frente a la vida, a los goces o a los dolores para ex
plorarla bien,1 sin olvidar interesarse de cerca en el hecho religioso
y en la manera como es vivido por el Sujeto.
La originalidad europea actual, señalada por un individualismo
creciente y un poderoso hedonismo, tiene raíces muy antiguas. Los
capítulos precedentes han mostrado que el punto de partida se da
en el siglo xvi, cuando algunos temperamentos infrecuentes, muy
diferentes de sus contemporáneos, comienzan a generar una ima
gen singular de su Yo, pese a todo el peso de una sociedad, una reli
gión y una moral muy represivas. La segunda gran etapa conduce
desde los libertinos del siglo xvn, contestatarios ante los dogmas teo
lógicos y al mismo tiempo cantores del amor físico, hasta los filóso
fos de las Luces que influyen sobre grupos sociales reducidos pero
activos. Pasa por la conquista del goce camal, que introduce trans
gresiones importantes y fracturas simbólicas en París o en Londres
en el último siglo del Antiguo Régimen. Lo atestiguan, cada uno a
su manera, el marqués de Sade y el médico Tissot, denunciante de
los peligros del vicio solitario.2 En el mismo momento, parte de la
trascendencia espiritual emigra hacia otras esferas, particularmente
a la de lo político, con la afirmación del "desencanto del mundo".3
U n a b o m b a s e x u a l : e l i n f o r m e K in s e y
Basta con abrir el enorme informe Kinsey de 1948 para darse cuen
ta de que los Estados Unidos de entonces cuidaban devotamente el
legado represivo europeo. Al mostrar por vez primera la realidad
de las conductas eróticas en un universo de lo más puritano, la obra
realmente abrió la caja de Pandora. La California de Peace and Love,
los movimientos de liberación sexual, el descubrimiento del goce
femenino, las solicitudes de reconocimiento de quienes en aquel
tiempo eran llamados desviados o anormales, son algunas conse
cuencias entre otras de esta verdadera sacudida telúrica, particu
larmente violenta en una comarca de marcados contrastes.
? A l f r e d C . K i n s e y , W a r d e l l B. P o m e r o y , C ly d e E. M a r t in y P a u l H . G e b
h a r d , S e x u a l B ehavior in th e H u m a n F em ale, op. cit., p p . 2 8 5 , 3 2 4 y 3 2 5 .
6 V é a s e m á s a r r i b a , c a p . ui.
jos pues la encuesta se detiene en esté punto. Cincuenta años m ás
tarde, la capa puritana sigue siendo pesada en el país del Tío Sam.
Kinsey temía ya que una interpretación literal de la severa ley anti
m asturbatoria de 1905 en Indiana permitiese perseguir a un profe
sor o a un científico por haber dicho o escrito que el vicio solitario no
causa daños físicos, con el argum ento de que tal conclusión cientí
fica puede fomentar la com isión del delito. Ahora bien, en diciem
bre de 1994, Jocelyn Elders, m inistra de Salud de Estados Unidos
en la adm inistración C linton, es despedida por el presidente por
haber declarado públicamente en una reunión de las Naciones Uni
das sobre el sida que quizá sería bueno que el tema de la m asturba
ción form ase parte de la enseñanza en las escuelas públicas. Ésta
es en todo caso la razón oficialmente adelantada por el jefe de Es
tado durante una conferencia de prensa en Miami: explica que este
punto de vista se aleja de la política de su gabinete y de sus "p ro
pias convicciones".7 La tom a de posición de Elders ofende tanto al
equipo dem ócrata dirigente com o a los cristianos m ás tradiciona-
listas. Es verdad que el tabú sigue siendo en nuestros días uno de
los m ás poderosos y mejor com partidos en Estados Unidos.
O tros asuntos recientes m uestran más bien que una "guerra de
las cu ltu ras" sacude actualm ente dos cam pos de opiniones rotun
das -progresistas y conservadores-, a propósito del aborto, la fami
lia, el m atrim onio gay o sim plem ente de los derechos sexuales de
cada uno. El brillante atleta seleccionado para ingresar en la Univer
sidad Vanderbilt, M arcus Dixon, un joven estudiante negro, resi
dente en Rome, una com unidad m ayoritariam ente blanca de G eor
gia, ha visto caer su vida al principio de 2004. Ha sido condenado a
7 A lf r e d C . K in se y , W a r d e ll B. P o m e r o y y C ly d e E. M a rtin , S e x u a l Behavior
in the H u m a n M ale, op. cit., p . 2 6 4 . A c e r c a d el c a s o d e Jo c e ly n E ld e r s , v é a s e S te
p h e n G r e e n b la tt, "M e , m y s e lf a n d I " , e n T h e N ew Y ork R eview o f Books, v o l. 5 6 ,
n ú m . 6 , 8 d e a b ril d e 2 0 0 4 (a p r o p ó s it o d e l lib ro d e T h o m a s L a q u e u r , S olitary
S e x : a C u ltu ra l H istory o f M a sturba tion , N u e v a Y o rk , Z o n e B o o k s , 2 0 0 3 ; tr a d . fr.,
Le S e x e e n solitaire. C o n tribu tio n a l ’histoire cu ltu re lle d e la sex u a lité, P a r ís , G a lli
m a r d , 2 0 0 5 [ t r a d . e s p .: S e x o solitario. U n a historia c u ltu ra l d e la m a s tu rb a ció n ,
B u e n o s A ir e s , F o n d o d e C u ltu r a E c o n ó m ic a , 2 0 0 7 ]).
10 años de cárcel por haber tenido relaciones sexuales, a los 18 años
y siendo m ayor de edad, con una m uch acha blanca, m enor de
edad , de su escuela, de 15 años y 9 m eses. C om p u esto de nueve
blancos y tres negros, el jurado lo absolvió de las acu saciones de
violación en el sentido estricto form uladas contra él, pero lo consi
deró culpable de "violación según la ley" (statutory rape) y de "agre
siones sexuales agravadas sobre infante" (aggraved child molesta-
tion). El prim er cargo de inculpación se refiere a las relaciones
físicas con alguien m enor de edad, incluso si éste consiente en ello.
La pena m áxim a es de un año de prisión, pues Georgia forma parte
de los 35 estados que prom ulgaron "leyes Rom eo y Julieta" descri
m inalizando o m oderando las sanciones previstas a este respecto
contra los adolescentes. Pero la segun da acusación es m uy grave.
Definida en 1995 por los legisladores locales com o uno de los "siete
pecados capitales", acarrea por lo m enos 10 años de detención. H a
bía sido usada porque la víctima era virgen, tenía lesiones en la va
gina, cortes en los labios y aseguraba no haber estado de acuerdó.
Pocas personas, por lo dem ás, conocían la incidencia exacta de la
form ulación. El juez explicó que estaba obligado a ap licar la ley.
Una vez enunciada la sentencia, cinco de los m iem bros del jurado
declararon que no habrían votado de la m isma m anera si hubieran
sabido que M arcus perm anecería tanto tiem po detrás d e las rejas.
El castigo era m uy duro por un sim ple coito entre teenagers, tanto
más cuanto que no constaba ningún otro ejemplo reciente de tal se
veridad en Georgia. El New York Times criticó severam en te, por lo
dem ás, esta "injusticia estilo Viejo S ur". El attorney del distrito había
creído desactivar los reproches de parcialidad racial afirm ando que
M arcus Dixon era un "d ep red ad o r sexu al" porque había recibido
dos reprim endas previas p or "co m p o rtam ien to sexual inap ro
piado": una por haberse exhibido en clase, la otra por haber puesto
las m anos bajo los pantalones de una condiscípula.8
8 A n d r e w J a c o b s , " S t u d e n t s e x c a s e in G e o r g ia s t ir s c l a i m s o f O íd S o u th
j u s tic e " , e n T h e N ew York T im es, 2 2 d e e n e r o d e 2 0 0 4 . G r a c ia s a la a c c ió n e n su
f a v o r d e c o m i t é s d e d e fe n s a , M a r c u s D i x o n h a s id o fin a lm e n te lib e r a d o d e s
p u é s d e 18 m e s e s d e d e t e n c i ó n ...
La vieja prohibición que pesaba sobre la sexu alid ad juvenil
puede siem pre ser activada para la justicia a principios del siglo
xxi. Entre los criterios definidos por Kinsey en 1953, la minoría de
edad de la "v íctim a", la m ayoría de edad y la diferencia de color
del "a g r e s o r" contin úan pesando m ucho. La propia m uchacha
había precisado que no quería hacerse ver con M arcus porque su
padre "era un racista" y ella temía que los matase a ambos si la veía
con un negro. La opinión pública no es sin em bargo m onolítica,
com o lo m u estran las "ley es R om eo y Ju lieta" ad o p tad as en la
mayoría de los estados, la reacción de una parte del jurado en Geor
gia, el artículo escandalizado de The Neiv York Times y la acción de
com ités de apoyo a M arcus Dixon, que consiguieron su liberación
an ticip ad a. Po co frecuentes, incluso excep cionales, sem ejantes
procesos son también m uy simbólicos, y por este hecho juzgados
con una brutal severidad. La realidad es que las leyes trituran a
escasos d esviad os que son castigados com o ejem plo, pero dejan
e sca p a r a la m ayoría de quienes las quebrantan. En el fondo, la
perm isividad domina las normas y los códigos apremiantes, com o
lo su brayan vigorosam ente los informes Kinsey.
Homosexualidad y masturbación
12 Ibid., p. 4 8 3 .
13 A lfred C . K in sey, W a rd e ll B. P o m e ro y y C ly d e E . M a rtin , S exu a l Behavior
in the H um an M ale, op. cit., p p . 3 1 3 y 4 9 9 .
Sem ejante actitud parece directam ente heredada de la prohi
bición seria dictada por la m edicina occidental a partir de Tissot.14
El im agin ario en cu estión en trelaza la noción de p ecad o p ro ce
dente del cristianism o con la noción de pérdida de su stancia, d a
ñina para el individuo y la socied ad entera. Un fuerte sentim iento
de culpabilidad se desprende con sólo form ular el tem a, que p ro
voca m olestia, angustia o rechazo por parte de los oyentes. N o es
seguro que se trate de algo perfectam ente consciente. Una especie
de reflejo autom ático ha sido confusam ente establecido en un país
m uy hostil a toda form a d e sexu alid ad fuera del m atrim o n io ,
co m o su b raya Kinsey, pu es el p lacer solitario es ev id en tem en te
m uy difícil de descubrir, y p o r tan to de castig ar y vencer. U na
anécdota relatada por The Neiv York Review of Books perm ite tom ar
la m edida en tera del tra sto rn o o casio n ad o por su ev o cació n . El
núm ero del 8 de abril de 2004 usaba en la cubierta el "sexo solita
rio", a propósito de un libro co n sagrad o al problem a. El au to r ha
bía sid o invitado a presen tar una exposición al resp ecto en H ar
vard, dos años antes. Pues bien, la iniciativa había d esencaden ado
un v e rd a d e ro pequeño p án ico en tre los instructores en carg ad o s
de los trabajos prácticos. Una reunión para regular la "g ran crisis de
la m astu rb ació n " había tran scu rrid o en una atm ósfera tan febril
com o em barazosa. U no de los educadores había d eclarad o que su
conciencia le prohibía h acer leer la obra o incluso incitar a los es
tudiantes a asistir a la co n fe re n cia ...15 El estado de M assachusetts
no es, sin em bargo, conocid o por su estrechez de espíritu. El tribu
nal suprem o local incluso creó un suceso, al final de 2003, al au to
rizar el m atrim onio gay, a partir del 17 de m ayo de 2004, prim era
iniciativa legal de este tipo, m uy vigorosam ente criticad a por los
neoconservadores. El su rgim iento de una angustia tan intensa to
can te al vicio so litario, en una un iversidad prestigiosa de un rin
cón tenido p or abierto en la U nión, perm ite cap tar toda la im por
tancia del silencio cultural al respecto.
14 V é a s e m á s a r r i b a , c a p . v .
15 S te p h e n G r e e n b la tt, " M e , m y s e l f a n d I " , op. cit.
El informe de 1953 acerca de las mujeres añade que el 62% de
ellas se ha m asturbado en el curso de su vida, pero que sólo el 58%
ha alcanzado así el orgasm o. Su núm ero aum enta en función de la
edad, sin duda porque ven reducirse las ocasiones de copular, pero
quizá también, com o plantea Kinsey, porque adquieren m ayor sen
sibilidad erótica al envejecer. Una de las conclusiones más estrepi
tosas, cap tad a pronto por las que reclam an su derecho al goce,
atañe al efecto del fenómeno sobre la vida sexual de la pareja. La
investigación m uestra que las esposas tienen m ayor dificultad que
los m aridos para alcanzar la satisfacción de los sentidos. Entre las
cau sas se propone el hecho de que el 36% de ellas no hayan experi
m entado jam ás el m enor placer antes de la boda, ya sea a través de
una relación com pleta, caricias profundas, relaciones hom osexua
les o m asturbación. La calidad del comercio conyugal depende es
trech am en te de cualquier experiencia anterior del orgasm o: del
31% al 37% de las que jam ás se han m asturbado, que no han ha
llado en ello deleite, no lo alcanza en el cu rso de los 12 prim eros
m eses, y aun durante los cinco prim eros años de su unión, m ien
tras que sólo entre el 13% y el 16% de quienes han alcanzado la di
cha gracias a prácticas solitarias está en esta situación. Las técnicas
m astu rb ato rias fem eninas son adem ás m ás variadas: el 84% de
ellas, contra el 95% de los varones, recurre a manipulaciones geni
tales; el 20% a inserciones vaginales; el 15% a la presión de los
m uslos o a las tensiones musculares, y el 2% a la pura imaginación,
cosa extrem adam ente infrecuente en el Sujeto masculino.16
16 A lf r e d C . K in s e y , W a r d e ll B. P o m e r o y , C ly d e E. M a rtin y P au l H . G e b -
h a r d , S ex u a l Behavior in lite H um an Fem ale, op. cit., p p . 1 4 2 ,1 7 4 y 3 7 1 .
y solamente el 11%, menos de tres minutos. La posición más co
mún es la del varón dominando a su pareja, pero las encuestas de
1953 revelan que ésta aprecia a menudo otras posturas, ponién
dose encima de él (45%) o al lado (31% ).17 Otros datos trazan el
contorno de una cultura sensual oculta, en contradicción con la
moral o las leyes. La desnudez, por ejemplo, es mejor aceptada
por los representantes de las capas superiores que por los estratos
populares, donde se halla definida incluso como obscena por los
menos acomodados y las personas de escaso nivel escolar. Por el
contrario, el 90% de los primeros tiene regularmente relaciones se
xuales estando desnudos y muchos, sobre todo entre los hombres,
duermen sin ninguna prenda.18 En el caso de la gente menuda,
hay que ver un legado Victoriano tardío, mientras que las élites
adoptan otras costumbres para diferenciarse mejor de los seres or
dinarios. Sin embargo, si el tabú de la desnudez se ha aflojado en
la intimidad conyugal de los grupos dom inantes, sigue siendo
más importante en público que en algunos países europeos, es
candinavos en particular. Las normas del cine de Hollywood con
tinúan atestiguando un pudor puritano que no se ejerce en el resto
del mundo occidental. Al igual que la violencia o la sangre, la des
nudez, los besos y las escenas de amor son siempre objeto, en Es
tados Unidos, de una intensa supervisión y de una rigurosa codi
ficación a fin de advertir al público.19
21 V é a s e m á s a rrib a , c a p . ni.
los desviados. Hay que recordar que el petting extraconyugal pú
blico es definido como indecencia, incluso com o un delito si im
plica toqueteos atrevidos o contactos bucogenitales, en la m ayoría
de los estados de la Unión, hacia 1950. Pueden emprenderse per
secuciones en el caso de denuncia de parte de padres furiosos o
vecinos ofendidos. En Oregón toda conducta genital "p erv ersa"
es un crim en contra natura. Otro tanto acontece en Arizona con
respecto a un contacto corporal realizado de manera "no natural"
para despertar los deseos sexuales de alguien. En muchos estados
el contacto entre la boca y el pene o la vagina es sancionado, ya
sea en virtud de las leyes contra la sodomía o porque representa
un "crim en contra natura".22
Las experiencias orales en ia pareja están igualmente proscrip
tas por las leyes y los estatutos de numerosos estados. O curre en
ocasiones que los cónyuges son entregados a la justicia y condena
dos porque sus hijos los han visto en acción y los vecinos lo han
sabido por esas bocas inocentes... La represión a este respecto es
tan poderosa, hacia m ediados del siglo xx, que induce una gran
reticencia a responder a preguntas acerca de este capítulo, lo cual
minimiza la parte del fenómeno.23 La inhibición ha declinado no
tablemente después, pues todas las investigaciones de fines de la
década de 1980 m uestran que el cunnilingus y la felación son
practicados por el 90% de los que responden, casados o solteros.
Las mujeres llegan incluso a quejarse de una verdadera obsesión
masculina por un bloiv job (una "chupada").24
El notable trabajo del equipo dirigido por Kinsey pone de m a
nifiesto el paradigma fundamental de la sexualidad estadouni
dense ideal hacia 1950: ¡la pareja heterosexual y nada más! La de-
El d e s c u b r im ie n t o d e l o r g a s m o f e m e n in o
La voluptuosidad femenina
Buenas vibraciones
37 Ibid., p. 227.
grandes manufacturas de juguetes sexuales que emplean cada
una a más de cien personas, y entre ellas la más importante del
planeta, la de Doc Johnson. Europa no se queda atrás, pues al
berga una docena en el mismo momento. La mundialización del
placer está en camino. ¿No ofrece acaso un sitio de Internet conso
ladores de silicona con la efigie de Jesús, de la Virgen o de Buda?38
La masturbación y los goces eróticos no son sólo normalizados
por las encuestas de los sexólogos y la profusión de información
en los medios escritos, visuales o en Internet. Están instalados en
el corazón de un comercio tan floreciente, que es dudoso que los
oponentes puedan invertir la tendencia en nombre de la moral.
Las leyes del mercado, no se aprecia lo suficiente, son las princi
pales palancas de la liberación sexual actual... Extraña inversión
de los valores, pues el vicio solitario era condenado como un des
pilfarro por Tissot y luego por los médicos del siglo xix. Se con
vierte en nuestros días en un principio primitivo de acumulación
capitalista, lo cual lo normaliza mucho más que los informes de
Kinsey o de Masters y Johnson. En consecuencia, el tabú no deja
de retroceder, incluso en Estados Unidos, particularmente entre
las nuevas generaciones. Mientras que la encuesta Kinsey de 1953
indicaba que sólo el 40% de las mujeres se habían masturbado an
tes de su primera experiencia carnal, más de tres cuartas partes de
las mujeres indagadas y prácticamente todos los hombres están
involucrados en 1990.39 Aparte el desarrollo de una práctica des-
culpabilizada, las cifras indican también que se ha vuelto más fá
cil hablar ante un investigador, mientras que la vergüenza y el si
lencio minimizaban los resultados a mediados del siglo.
Un retorno de lo reprimido puede discernirse, pues los dildos
y otras joyas indiscretas, consoladores o como se los quiera llamar,
m uy elogiados por entonces, eran vendidos abiertamente en las
calles de Londres en el siglo x v h i . Estaban asociados a una sensua
lidad extrem a, considerada de origen francés, com o es debido.
¿ H a c ia u n n u e v o p a c t o s e x u a l ?
A los dos lados del Atlántico se asiste al principio del tercer mile
nio a una renegociación del pacto sexual.42 Ahora, éste representa
F
43 N iklas Luh m an n , Lave as Passion: The Codificaron of Intimacy, trad . del ale
m á n , O xford , Polity P ress, 1986, p p. 4 y .2 0 [trad. esp .: El amor como pasión, B ar
celo n a , Península, 2008).
44 Ihid., pp. 43 y 45.
45 ¡bid., pp. 5 ,4 3 y 45.
34 6 ¿R E V O L U C IO N E S ? L A H E R E N C IA DE LOS SIX TIES
El derecho al goce
Treinta años más tarde, al final extremo del siglo xx, los caracteres
principales del nuevo compromiso sexual y social aparecen mu
cho más claramente. La pareja tradicional unida por los lazos sa
grados del matrimonio está por doquier en crisis o decayendo. Las
uniones oficiales terminan en divorcio en un número creciente de
casos, tanto en Europa como en Estados Unidos, hasta el punto
de que este último país, movido siempre por el espíritu práctico y
el gusto por la eficacia, ha inventado una máquina para propor
cionar los documentos jurídicos necesarios, del tamaño y con la
forma de un tocadiscos autom ático...51 El impulso se explica en
parte por el alargamiento espectacular de la duración de la exis
tencia, lo cual implica mucho más a menudo que en otro tiempo
una cohabitación muy larga, mientras que el hambre, las enferme
dades, las guerras rompían a menudo y dramáticamente el hilo
El matrimonio gay
78 S h ere H ite, The H ite Report on the Fam ily: G row ing up und er Patriarchy,
N u e v a Y ork , G ro ve P ress, 1995 (ed . original en L o n d res, B loom sb u ry, 1994).
79 IbiJ., pp. 1 4 ,1 5 y 42.
la Europa hedonista que protege, toca, acaricia, mima a los peque
ños. Si se trata más bien de un fantasma estadounidense traído a
cuento por los sujetos del estudio, dice muchas cosas acerca de
la persistencia del miedo al contacto corporal y a la sexualidad en
general. En ambos casos, es convocado un modelo erótico viejo,
conflictivo, dominado por el varón. Algunos especialistas estiman
por lo demás que la violencia doméstica o conyugal, frecuente en
el país del Tío Sam, resulta de los procedimientos punitivos utili
zados contra los niños pequeños y los adolescentes.80
El segundo rasgo fuertemente teñido de pesimismo concierne
a la definición de un miedo masculino al amor vinculado a la pu
bertad traumatizante. El niño se masturba mucho entre los 10 y
los 12 años, según demostraba ya el informe Kinsey, pero en se
creto, con vergüenza, en el momento mismo en que recibe la or
den de "dejar" a su madre, de actuar de manera viril, de no ser un
nene de mamá (Don't be a sissy!). Según el autor, estos fenómenos
juntos inducen en él un tipo confuso de sexualidad, que mezcla
apego y odio, sentimientos de culpabilidad y cólera, de modo que
numerosos hombres adultos tienen miedo de enamorarse profun
damente de una mujer, eventualidad más terrible que agradable a
sus ojos. Muchos no se casan con aquella hacia la cual sienten pa
sión y se jactan públicamente para demostrar su fidelidad a los
valores de grupo masculino.81
Las explicaciones se hacen aún más oscuras a propósito de la
formación de la libido femenina. Todo comienza sin embargo muy
bien. Muchas chiquillas conocen un período maravilloso de inde
pendencia y libertad hasta la adolescencia, pues tienen derecho a
comportarse como si fueran muchachos fallidos (tomboys). Enton
ces las cosas se echan a perder brutalmente cuando la familia las
empuja a volverse "buenas chicas" en el momento de la primera
menstruación. Esta, sin embargo, sigue siendo un completo tabú,
80 M u rray S trau s, R ichard G elles y Su sanne Steinm etz, Behind Closed Doors:
Violence in the A m erican Family, N u e v a Y ork , Sim ón and S ch u ster, 1980.
81 S h ere H ite, The Hite Report on the Family, op. cit., pp. 231 y 232.
totalmente silenciada, en el momento mismo en que las interesa
das tienen una vida secreta de masturbación, cuya expresión está
igualmente prohibida y en la que padecen castigos físicos que tie
nen poderosos efectos sensuales. Les es negado cualquier poder
sobre su propio cuerpo. El único ejemplo que se les propone seguir
es el de la madre, definida de manera totalmente asexuada en el
seno del hogar. Cada unidad conyugal reproduce, pues, la doble
norma masculina tan cara a los burgueses Victorianos. Todavía do
minante en Estados Unidos, divide a las mujeres en dos grupos ra
dicalmente opuestos, las "buenas", a imagen de la Virgen María,
de la mamá pura o de la hija conforme, y las "malas", peligrosas
porque no controlan sus pulsiones carnales. Las damiselas generan
una doble identidad, por vergüenza de dejar filtrar cosas podero
samente prohibidas, que han reprimido bajo la presión de un
aprendizaje sensible y gestual constante: "¡Junta las piernas!", se
les repite sin cesar entre los 3 y los 13 años. La adolescente bien
educada que se exhibe como tal en público no puede expresar sus
verdaderos deseos y su sensualidad más que en privado.82 Una vez
más, si Shere Hite evoca un mito más que una realidad, es suficien
temente poderoso para obsesionar a la sociedad estadounidense.
En 2004, una película de Gary Winick, con Jennifer Garner como
primera actriz, 13 Going on 30, narra cómo una chiquilla que for
mula un deseo mientras está encerrada en el baño por chicos ma
los, se vuelve una vamp de 29 años, sin dejar de conservar la gracia
y la torpeza de sus 13 años... Calificada de p g - 13, por su "ligero
contenido sexual y referencias a la droga", la película es una obra
ingeniosa que procura tocar una cuerda sensible interpretando las
dos personalidades sucesivas, fundamentalmente diferentes, con
las que deben cargar las muchachas estadounidenses.
Aunque exhiba en otra parte su voluntad de romper con tales
pesos "patriarcales",83 ligados según ella a los viejos iconos do-
res com o a gentes rev olu cio na ria s d el ca m bio, Madrid, Vindicación Feminista,
2001). Véase también Shere Hite, W om en and Lave: A C ultural Revolution in Prog-
ress, Nueva York, Knopf, 1987 [trad. esp.: M u jeres y am or (el nuevo inform e H ite),
Madrid, Punto de Lectura, 2002],
84 Lilian B. Rubin, Erotic W ars, op. cit., pp. 195 y 198.
85 Desmond Morris, Intím ate B ehaviour, op. cit., p. 243.
86 Desmond Morris, T h e H u m a n S e x e s , op. cit., p. 241.
La verdad no está quizá ni del lado de Hobbes ni del de
Rousseau. Lejos de los juicios m orales que pueden im plicar las
visiones pesimistas u optim istas, el historiador verifica ante todo
la amplitud de los cambios y advierte entonces la fluidez de la si
tuación a principios del siglo xxi. Tironeada por sus tradiciones
em inentes que otorgan al m atrim onio un valor sacro y los retos
del m undo actual, la civilización occidental ¿no está sencilla
mente produciendo nuevas síntesis, veladas por conflictos super
ficiales? Más lentam ente en Estados Unidos que en Europa, las
jóvenes generaciones están renegociando el contrato social a tra
vés de la redefinición del pacto sexual. La libertad femenina, en
materia de erotismo, pero igualmente de acceso al trabajo, sacude
vigorosam ente el árbol de las tradiciones m atrimoniales. La dis
yunción de los principios de procreación y de placer abre un espa
cio totalmente nuevo. El conjunto de la sociedad se sacude cada
vez más, pues la com petencia profesional supone readaptaciones
de la unidad doméstica: la mujer no acepta sacrificar sus deseos de
maternidad ni volver a la casa para ocuparse sola de las criaturas.
La doble norma varonil victoriana no ha muerto, sobre todo en Es
tados Unidos, sino que está alicaída y en ocasiones hasta es des
viada para su propio beneficio por las m uchachas y las mujeres.
La tiranía del goce y la búsqueda casi mística del orgasm o simul
táneo contribuyen m ás todavía a desestabilizar la institución con
yugal, ya invalidada com o único modelo eficaz para criar niños.
Las confrontaciones se intensifican entre los dos "géneros", cada
vez más exigentes el uno hacia el otro. La inseguridad toca parti
cularmente a los jóvenes varones, que viven un difícil período de
transición, pues son conjurados a adap tar las certidum bres ma-
chistas declinantes a las reivindicaciones igualitarias de las dam i
selas de su edad. Los grupos otrora rechazados o m arginalizados
por un erotism o que se aparta de los fines reproductores ganan
aceptación creciente sobre los escom bros de la familia patriarcal
sombríamente recordada por Shere Hite.
El porvenir no se escribe en los libros. A lo sum o se capta la
amplitud formidable de los cam bios que ocurren ante nuestros
ojos. El dios placer puede en adelante ser adorado sin angustia por
las mujeres, lo cual no le había ocurrido nunca desde los orígenes
de la humanidad. Sólo falta que ellas lo deseen, pues las culturas
son también pesados estratos apilados unos sobre los otros. Una
nueva capa de mantillo civilizador no destruye el poder germina
tivo de las precedentes, las innovaciones no hacen desaparecer
brutalmente las tradiciones seculares. Si el comienzo del tercer mi
lenio aparece sin discusión com o un extraordinario período de
transformación, el observador arraigado en su época no puede per
cibirla sino de m odo imperfecto, esencialmente a través de las rup
turas m ás espectaculares o del diálogo conflictivo entre fuerzas
múltiples. Ignora en qué sentido, hasta qué punto, irá la evolución.
El porvenir permanece abierto, imposible de predecir.
CONCLUSIÓN
LA SOCIEDAD NARCISISTA
Los V A L O R E S D E L O S H E D O N IS T A S
14 O livier G allan d , " L e s d im en sio n s d e la con fian ce", en Futuribles, op. cit.,
pp. 15-40.
y as poblacion es se distinguen igualm ente por una tolerancia m a
y o r en m ateria de costum bres, p articu larm en te en lo que respecta
a la h o m osexu alid ad , el divorcio, el aborto, el suicidio y la eutana
sia. A lem ania y Gran Bretaña m anifiestan, p or su parte, una sem e
janza estru ctu ral, y las dos categorías en cuestión superan apenas
la tercera parte del total, m ientras que los tradicionalistas, integra
d o s o no, llegan a poco m ás de la m itad del contingente, y los indi
v id u alistas, el 11%. Los otro s países perm an ecen profundam ente
im p re g n a d o s p or los v alores a n tig u o s, en p articu lar los Estados
m e d ite rrá n e o s y las dos Irlan das. F ran cia co n stitu y e una excep
ción, co n el 48% de m odernos integrados y de hiperperm isivos, el
32% de tradicionalistas de los dos tipos y el 19% de individualis
tas. La últim a cifra corresponde casi al doble de la m edia general.
A d em ás, los franceses se revelan co m o los m enos cívicos de todos
los e u ro p e o s y los m ás desco n fiad o s hacia los otros. A diferencia
de los países nórdicos, el retroceso m u y pronun ciado de los valo
res estab lecidos no está am pliam ente co m p en sad o en sus filas por
la a p a rició n d e n u evo s co m p ro m iso s do tipo altru ista. El rápido
d e sm o ro n a m ie n to del m arco m oral cató lico , sobre todo después
de 1990, va a co m p añ ad o de una irreprim ible elevación de la per
m isividad en m ateria de costu m b res, pero el m ovim iento conlleva
un deb ilitam iento del sentido de integración social.
Bajo to d as su s form as, cívicas o egoístas, el individualism o en
pleno pro greso prepara la llegada de la libertad sexual. El ejemplo
m ás e sp e cta cu lar concierne a la hom osexu alid ad , totalm ente con
d e n a d a p o r el 44% de los en trev istad o s en 1981, pero solam ente
p o r el 24 % en 1 9 9 9 .15 R ecu érd ese qu e el 52% la sig u e ju zgand o
in acep tab le en E stad o s U n id o s en 2 0 0 3 . En estas cond iciones, el
placer se halla prom ovido al nivel d e nu evo dios del Viejo Conti
nen te. M u ch o s se inquietan o d en u n cian su " tir a n ía " ,16 algunos
N a r c is is m o y c u l t u r a
25 Ib id ., p p . 7 3 , 1 7 4 y 1 7 5 .
26 V é a s e m á s a r r ib a , c a p . vi.
27 C h r i s t o p h e r L a s c h , T h e C u ltu re o /N a rc iss ism , op. cit., p. 193.
retorno al placer femenino, sin los riesgos del pasado, es en vir
tud de este hecho doblemente alarmante para los hombres, pues
anuncia en verdad el fin de la desigualdad erótica. La guerra de
los sexos no puede sino avivarse en estas condiciones. Sobre todo
en vista de que al otro lado del Atlántico los miedos viriles son
agravados por las reivindicaciones de las feministas radicales y
continúan echando raíces en una imagen maternal inquietante en
sí misma. Para Lasch, la personalidad narcisista constituye una
forma colectiva patológica, característica de una sociedad que ha
perdido su interés en el porvenir. Le parece que explica la intensi
dad de la crisis en la mitad de la existencia: "Los estadounidenses
resienten el cuadragésimo aniversario como el comienzo del fin".
Incapaces, añade, de interesarse en lo que ocurrirá después de su
desaparición, buscan la juventud eterna y no se preocupan para
nada por reproducirse.28
Tanto en Estados Unidos como en Europa se manifiesta un in
terés creciente y sostenido por la comprensión del Yo, convertido
en un verdadero fenómeno social.29 Después de dos milenios, el
discurso de la valoración del alma eterna y de la desconfianza ante
la carne mortal ha perdido su monopolio, dejando aparecer una
concepción más positiva de la segunda. En la sociedad "posmo-
derna", donde los riesgos y los temores no han desaparecido, lo
cual parecería a primera vista una visión narcisista del cuerpo, se
revela más profundamente una necesidad de comprenderlo, de
28 C h ristop h er L asch , The Culture ofN arcissism, op. cit., pp. 2 0 4 ,2 0 5 ,2 1 0 y 211.
29 E n tre una b ib liografía m u y a b u n d an te, N ev itt S an ford , S elf and Society;
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ford U n iv ersity P ress, 2003.
construirlo, de controlarlo.30 Los análisis de esta realidad no dejan
de revelarse contradictorios; tan rápido cambia la situación. Hacia
1990, un filósofo inglés ligaba la necesidad creciente de seguridad
a la ruptura de los marcos protectores de la pequeña comunidad y
de la tradición, reemplazados por organizaciones impersonales
más amplias.31 Ahora bien, la encuesta de 1999 acerca de los valo
res de los europeos los ve, por el contrario, plebiscitar los capara
zones de estatura humana, familia y redes amistosas, en detri
mento de la política o de lo sagrado. El estremecimiento verificado
asimismo a propósito de una mayor adhesión de los jóvenes a las
nociones de orden y de civismo va en el mismo sentido: el Sujeto
se consagra en los niveles locales para aplacar mejor sus angustias.
Otros pensadores, sobre todo estadounidenses, consideran de ma
nera alarmista el Self como frágil y fragmentado.32 A sus ojos, el
narcisismo revela más odio a sí mismo que admiración, incluso si
el individuo persigue constantemente pruebas de esta última por
parte de sus interlocutores. Tiene necesidad de asegurarse de
modo permanente para llenar el sentimiento de vacío que coexiste
en él con la impresión de ser grandioso. En trabajos ulteriores,
Christopher Lasch ha acentuado más aún el lado pesimista de su
interpretación, hablando no ya de narcisismo sino de una "cultura
de supervivencia" (culture of survivalism). Ante los riesgos crecien
tes que corre la humanidad, piensa que se ha desarrollado una
mentalidad de asediado, apocalíptica y paralizante. Algunos insis
ten en la dimensión de la vergüenza para explicar la mentalidad
narcisista. Ésta no es sino un avatar del orgullo y, como él, se en
cuentra aferrada al vínculo social. Ligada al Yo ideal, es decir, al
35 Ibid., p. 77.
36 Ibid., p. 3 3 , citan d o a Jeffrey W eeks, Sexualily and its Discontents, Londres,
R o u tle d g e an d K egan P a u l, 1 9 8 5 [tra d . esp .: El malestar de la sexualidad, M a
d rid , T a la sa , 1993).
37 N ik las L u h m an n , Love as Passion: the Codification o f Inlimacy, trad . del al.,
O x f o r d , P o lity P ress, 1 9 8 6 [tra d . e sp .: El amor como pasión, B arcelo n a, Pen ín
su la , 20 0 8 ],
38 A n th o n y G id d en s, The Transformation o f Inlimacy, op. cit., pp. 2 , 9 , 1 0 y 27.
L o s te m a s está n ya e sb o z a d o s en su obra an terior, M odernity and Self-Identity,
op. cit., pp. 1 6 2 ,1 6 4 , 2 0 6 y 2 1 9 . A p ro p ó sito de las g en eracion es fem eninas en
los E s ta d o s U n id o s, v é ase Lillian B. R ubin, Erotic Wars: What H appened lo the
Sexual Revolution?, N u ev a Y o rk , F a rrar, Straus, and G irou x, 1990.
Nadie sabe muy bien todavía en qué dirección evolucionará la si
tuación. Es posible tanto inquietarse com o regocijarse al ver
cómo la sexualidad se desprende de los "procesos cósmicos de la
vida y la m uerte".39 En todos los casos, seguramente conservará
su lugar primordial en nuestra civilización. Los discursos bioló
gicos mismos ¿no abren camino a una especie de trascendencia,
con el pretexto de la perpetuación de la especie? La hipótesis
planteada por Desmond Morris a propósito del papel esencial
del orgasmo en la perennidad de la pareja humana a fin de otor
gar las mejores probabilidades de crecimiento a los niños se ins
cribe en una perspectiva como esa. Sus conclusiones acerca de la
igualdad voluptuosa "natural", echada a perder durante la fase
reciente de urbanización y luego redescubierta a partir de los
sixties, se acompañan de una condena explícita del egoísmo car
nal, que le parece vacío de significación.40 En el fondo, ¿no ha sido
siempre así en nuestras sociedades? El derrumbe reciente de las
interdicciones religiosas no es de toda moral. Nuevos sistemas
de sentido ocupan su lugar para expresar el infinito valor social
que hay que conceder a la intim idad de los cuerpos. Algunos
proponen sencillamente m edios de supervivencia al individuo
atascado en las contradicciones de su universo de referencia. Así
el narcisismo estadounidense sum inistra una respuesta global
a la insostenible tensión que existe entre las normas puritanas
consideradas intangibles y sus permanentes transgresiones, pro
ductoras de una ansiedad existencial a través de un fuerte sen
timiento de culpabilidad. Otros insisten en la necesidad de ad
m inistrar el am or físico de m anera que se vuelva un elemento
constructivo de la estimación de sí mismo y de las relaciones en-
riquecedoras con los semejantes. La encuesta de 1999 acerca de
los valores europeos permite pensar (o esperar) que el continente
está eligiendo este tipo de solución, lejos de una presión esquizo
estadounidense, 1966).
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ÍNDICE DE NOMBRES
A c to n , W illiam : 2 4 2 , 2 4 3 ,2 5 0 , 263. Bayuk R osenm an, Ellen: 249 n., 279 n.,
A d d in g to n S y m o n d s, J.: 291. 281 n„ 28 2 n„ 300 n.
A d d iso n , Josep h : 197. B eaum archais, Pierre-Augustin de: 189.
A d d y ,J o h n : 134 n ., 141 n. B elcam p, Jan v an : 106 n.
A e rs , D avid: 7 7 n. Bellay, m arq u és du : 163.
A g rip p a , E n riq u e C o rn e lio : 1 15, 143. Bellefore, b arón de: 163.
A g u stín d e H ip on a: 7 6 ,7 9 . Belluck, P am : 61 n ., 353 n.
A lem b ert: Jean L a Rond d ': 231. B elsey, C ath erin e: 9 0 n., 114 n., 95 n.,
A m iel, H en ri-Fréd éric: 257. 9 9 n.
A n a de A u stria: 145. Bem , S an d ra L.: 324 n.
A n zieu , D idier: 3 7 0 n. B enabou, E rica-M arie: 271 n.
A p o llin a ire , G u illa u m e ' ? 8 6 Benedicti: 200.
A rb aleste, C h arlo tte: 80. Ben kert, K arl-M aria: 290.
A rd iti, S ebastian o: 79. B ercé, Y ves-M arie: 51 n.
A re tin o , Pietro: 185. B erger, Peter L.: 3 1 0 n.
A rg e n s, m arq u é s de: 181. B erkley, T h om as: 294.
A ries, P h lip p e: 4 6 n ., 4 8 n., 2 0 6 n. B éroalde, Fran<;ois: 141.
A ristóteles: 88. B erriot-S alvad ore, Evelyne: 118 n.
A ro n , Jean -P au l: 2 5 5 n., 2 6 8 n., 2 9 0 n., B erthelot, Pierre: 142.
2 9 3 n. Bertillon, A lphonse: 272.
A sh b ee, H en ry Sp en cer: 2 8 5 , 286. B ertran d , A lexan d re: 262.
A u b ig n e , A g rip p a d ': 3 2 , 8 1 , 8 4 , 143. B ienville, M. D. T. de: 215.
A u b ig n é, Franqoise: 143. Bloch, M arc: 75.
A u v ra y , Jean: 142. B loch, O scar: 33 n.
B lo t-l'É g lis e , C la u d e C h o u v ig n y ,
B acu lard d 'A rn a u d : 182 b a ró n d e: 120, 142, 1 4 5 -1 4 7 , 1 4 9 ,
B agem ih l, B ruce: 3 5 3 n. 1 5 9 ,1 6 0 ,1 6 7 , 1 7 2 ,1 7 3 , 1 8 6 ,3 0 3 .
Bajtín, Mijaíl: 4 4 n ., 1 1 6 ,1 3 3 . B oaistu au , Pierre: 1 2 3 ,1 2 4 n.
B alzac: 2 4 3 , 2 5 4 , 2 6 8 , 292. Bobbit, John W ayn e: 359.
B ard et, J.-P .: 136 n. Bobbit, L o ren a: 359.
B a rre t-D u c ro c q , Fran ^ oise: 2 9 5 n ., B o ccaccio, G iovanni: 8 8 ,1 3 9 .
296 n ., 2 9 8 n„ 35 8 n. B oileau, Jacq u es: 187.
B arrin , Jean: 177. B o n ap arte, N apoleón: 5 8 , 2 3 2 , 286.
B arth élem y , A u g u ste: 260 B ontem ps: 148.
B astien, Pascal: 2 2 5 n. B otticelli, San d ro: 127.
B au d elaire, C h arles: 292. Bougard, Roger R.: 142 n., 145 n., 147 n.,
B au d o in , P. A .: 184. 148 n., 160 n.
B ayle, Pierre: 198. B ou rcier, Élisabeth: 8 5 n.
B ra n tó m e , P ie rre d e : 3 2 , 8 0 , 8 5 , 1 0 1 , C h ev alo t, C atherine: 261 n.
139. C h eyn e, Robert M u rray -M': 198.
B réch on , P ierre: 3 7 0 n. C h o rie r, N icolás: 1 2 2 , 16 5 , 1 6 7 , 177.
B rew er, Joh n : 186 n., 231 n ., 2 3 3 n. C hristian, Jules: 266.
B rieu x, E u gén e: 2 75. C iceró n , M arco Tulio: 80.
B riot, F réd éric: 8 5 n. C lau s, H ugo: 57.
B roca, P au l Pierre: 2 6 4 , 265. C laverie, Élisabeth: 5 4 n.
B ron zin o , A gn o lo: 2 5 6 . C le la n d , Jo h n : 1 5 0 , 1 6 8 , 1 8 0 , 1 8 1 ,
B row n e , T h om as: 112. 191, 194.
B ru eg el, P eter: 117. C liffo rd , A n n e: 1 0 1 , 1 0 2 , 1 0 4 -1 0 7 ,
B ullou g h , V ern L.: 251 n. 1 0 9 ,1 1 0 .
B u n y an , Joh n : 84. C lifford, Francis: 103, 104-107.
B u rck h a rd t, Jacob : 3 0 , 3 3 , 7 5 n. C liffo rd , G eo rg e, c o n d e d e C u m b e r-
Burk e, E d m u n d : 25 n. land: 1 0 1 ,1 0 6 .
B urke, Peter: 7 8 n., 7 9 n ., 81 n. C liffo rd , lad y , c o n d e s a d e D erb y:
B u ry, Elizabeth: 100. 107.
B u ssy -R ab u tin , R og er d e: 149. C lifford, Robert: 103, 107.
C linton, Bill: 321.
C a n n o n , Jo h n : 214. C o lem an , Jam es L.: 3 2 4 n.
C ap o n n i, Elisabeth: 2 32. C ollin gh am , M ary: 205.
C a ra v a g g io , M ich elan g elo M erisi d a : C o ló n , C ristóbal: 26.
112, 113 n. C o m b e, M ary: 140, 147, 155.
C arle to n , M ary: 226. C o n d o n , Bill: 3 1 8 n.
C a rlo s V: 3 5 0 , 351 n. C o rb in , A lain: 2 5 0 n ., 251 n ., 2 5 3 n .,
C a rlo s IX: 7 9 , 85. 2 7 0 , 271 n „ 2 7 2 n ., 2 7 4 n ., 2 7 5 n „
C a rriv e , L u cien : 196 n. 2 7 6 n., 294 n.
C a rriv e , Pau lette: 19 6 n. C o rn e ille , Pierre: 1 4 9 , 1 5 0 , 1 5 3 , 2 3 1 .
C a rro ll, L ew is: 245. C rain , Jeanne: 30 5 n.
C a rs o n L evin , Gail: 3 2 8 n. C ran ach , Lu cas, el Viejo: 8 1 ,1 2 7 .
C á rte r, T h o m a s: 205. C raw fo rd , Patricia: 9 2 n.
C a r to u c h e , L o u is D o m in iq u e B o u r- C ré b illo n , C la u d e P r o s p e r J o ly o t
gu ig n o n , llam ad o : 229. d e: 181.
C asa le , G iam b attista: 79. C ressy , D avid: 186 n.
C a stig lio n e , B a ld a ssa re : 3 6 , 7 7 , 7 8 n ., C ro m w ell, John: 106, 107.
79. C ruikshank , G eorge: 194.
C av e n d ish , M argaret: 100, 101. C ruikshank , R obert: 194.
Cellin i, B en ven u to: 7 6 , 79. C u rll, E d m und: 1 8 3 ,1 8 6 .
C e rv e a u : 97.
C h a rc o t, Jean -M artin : 2 5 8 , 268. D a Vinci, L eon ard o: 77.
C h arle s, Sébastien: 3 6 9 n. Daniel, Sam uel: 107.
C h au sso n , Ja cq u es: 163. D arw in, E rasm u s: 196.
C h av ig n y d e La B reton n iére, Fran^ois D arw in, C harles: 73.
d e: 1 4 2 ,1 7 7 . D a u m a s, M au rice: 4 6 n ., 4 8 n ., 6 4 n.
C h e ste rto n , G ilbert K eith: 3 6 7 . D avidoff, Leon ore: 195 n.
C h ev a lie r, d o cto r: 2 92. D avie, G race: 3 1 0 n., 371 n.
D avis Kasl, C h arlo tte: 3 3 6 n. Enrique II: 91, 1 0 2 ,1 2 4 .
D avis, N atalie Z em on : 3 3 n. Enrique III: 3 2 , 79, 84.
D aviso n H u n ter, Jam es: 311 n. E nrique IV: 3 2 , 81, 84.
D eb av, A u gu ste: 262. E rasm o: 3 6 , 8 0 ,1 1 6 , 1 2 3 .
D eC ecco, John P.: 32 4 n. E stern od , C lau d e d ': 142.
D efoe, D aniel: 1 9 0 ,1 9 1 , 19 8 , 2 2 2 -2 2 4 , Etlin, R ichard: 224 n.
2 2 8 , 229. E u stach e, Jean: 127 n.
D egu ise, d o cto r: 264.
D ep ard ieu , G érard : 3 2 8 n. Faller, Lincoln B.: 2 2 8 n ., 23 0 n.
D erg n a u co u rt, G ilíes: 131 n. F arge, A rlette: 93 n.
D escartes, René: 26, 113. F arrar, Fred eric W illiam : 262.
D e s p n c e r, F ra n cis D a sh w o o d , b a ró n F eb vre, L u d e n : 89.
d e: 232. F ed erico, príncipe d e G ales: 232.
D id ero t, Denis: 181. F erry, Jules: 288.
D ied ler, Jean -C lau d e: 135 n. Feuillade, Louis: 261.
D ixon , M arcu s: 321 -3 2 3 . Fiaux, d o cto r: 253.
D od son , Betty: 338. F ielding: 223, 228.
D olan, C laire: 2 2 5 n. Fillon, A nne: 199 n.
D on n e, John: 110. Firem an, G ary D.: 3 8 0 n.
D ou g las, Kirk: 3 0 5 n. Flan agan , O w en J.: 3 8 0 n.
D r a g s tr a , H en k : 8 5 n ., 9 8 n ., 10 0 n ., Flandrin, Jean-Louis: 4 4 n., 4 7 n., 52 n.,
101 n„ 109 n. 1 22, 123 n „ 128 n „ 138 n„ 178 n„
D rysd ale, G eo rge: 265. 200 n.
Du C a m p , M áxim e: 271. F laub ert, G u stave: 2 3 7 , 240, 259.
D ubois, M aría: 98. Fletch er, A n th on y: 8 7 n., 8 8 n., 89 n .,
D u b ost, Jean -P ierre: 144. 91 n ., 9 4 n „ 100 n „ 110 n „ 118 n.,
D u b y, G eorges: 4 6 n. 203 n., 20 4 n., 2 0 9 n., 211 n.
D u err, H an s-P eter: 35 n. Fogel, M ichéle: 8 0 n.
D u n ton , Elizabeth: 100. F ou cau lt, M ichel: 16, 19, 40, 41, 42 n.,
D u p áq u ier, Jacq u es: 4 7 n ., 13 6 n. 53 n ., 7 3 ,1 4 3 ,1 6 1 ,1 6 2 , 271 n.
D u p lessis-M om ay, P hilippe: 80. F o u m ier, E d m on d : 275.
D u p u y , N : 198. Fow ler, O. Q. S.: 241.
D u rero , A lberto: 77, 81. F ox, Robin: 26 n., 48 n.
D u tro u x , M arc: 349. F o x o n , D avid : 165 n ., 168 n ., 17 7 n.,
D u val, Jean: 98. 178 n.
F ragon ard , Jean -H on oré: 185.
E ccles, John C .: 3 8 0 n. Fran cisco I: 188.
E id er, Janet: 3 5 2 n. Francisco II: 79.
E ld ers, Jocelyn: 321. F raser, A ntonia: 86 n., 95 n.
Elias, N orbert: Elias: 1 7 ,1 8 n„ 3 4 ,3 5 n„ F re u d , S igm u n d : 2 7 , 2 9 , 3 4 n ., 3 5 -3 9 ,
1 1 6 ,1 3 3 ,2 1 1 , 22 9 n „ 2 3 8 n. 4 3 n., 5 8 , 73, 2 0 8 , 2 1 4 , 2 3 6 , 2 4 7 ,
Ellis, H a v e lo ck : 2 6 3 , 2 6 5 , 2 6 6 , 2 9 1 , 252, 254, 266, 267, 268, 284, 336,
3 00, 324. 3 4 3 ,3 7 6 .
Elm , Veit: 219 n. Frisius, G em m a: 81.
En riq ue I: 80. Furner, D avid M.: 210.
G a le n o d e P é rg a m o : 110. H a r t , J a m e s : 1 16.
G a lla g h e r , C a th e r in e : 2 5 3 n. H a r v e y , W illia m : 1 1 3 ,1 9 9 , 2 0 0 .
G a lla n d , O liv ie r: 3 7 0 n ., 3 7 3 n ., 3 7 4 n. H a u s e r , R e n a te : 25 1 n ., 2 9 3 n.
G a r n e r , J e n n if e r: 3 6 3 . H a u s s o n v ille , c o n d e d e : 2 5 1 .
G a s c o ig n e , G e o r g e : 8 3 . H e a le , E liz a b e th : 84 n.
G a s s e n d i , P ie r r e : 1 58. H e lle r, T h o m a s C .: 3 3 n „ 3 4 n.
G a u c h e t , M a rc e l: 3 0 9 n. P e m b ro k e y M o n tg o m e ry , P h ilip H e r -
G a u t ie r , T h é o p h ile : 2 8 7 . b e rt, c o n d e de: 1 0 5 ,1 0 6 .
G a y , Jo h n : 2 2 8 . H é ritie r, F ra n ^ o is e : 6 4 n.
G a y , Ju le s : 2 8 6 H e r v i e u - L é g e r , D an iéle: 3 1 0 n ., 3 1 1 n.
G a y , P e le r: 2 3 7 , 2 3 8 n „ 2 6 4 n „ 2 7 7 n „ H ic k e y , W illia m : 194.
2 8 5 n. H ip ó c r a te s d e C o s : 110.
G e b h a rd , P a u l H .: 3 1 7 n „ 3 2 0 n ., 3 2 4 n ., H ir s c h , E m ile : 3 2 8 n.
3 2 7 n „ 3 2 8 n „ 3 3 1 n. H ite , S h e re : 3 6 0 , 3 6 1 , 3 6 2 n ., 3 6 3 - 3 6 5 ,
G e lle s , R ic h a r d : 3 6 2 n. 379.
G e n t, L u c y : 1 1 8 n. H o b b e s , T h o m a s : 3 6 0 ,3 6 5 .
G id d e n s , A n th o n y : 3 8 1 n ., 3 8 2 n ., H o b y , M a r g a r e t: 99.
3 8 3 n ., 3 8 4 n „ 3 8 6 n. H o d g s o n B u rn e tt, F ra n c é s : 2 5 8 .
G illr a y , J a m e s : 1 9 4 . H o g a r t h , W illia m : 1 8 7 , 1 9 3 , 1 9 4 , 2 2 1 ,
G ilm a n , S a n d e r L.: 2 4 0 n ., 2 4 2 n ., 2 5 6 n ., 2 2 3 , 2 3 2 ,2 5 6 .
2 5 8 n ., 26 1 n. H o lb e in , H a n s , el V iejo: 8 0 , 8 1 .
G io v io , P a o lo : 8 1 . H o ld e n , S te p h e n : 3 1 2 n.
G la d s to n e , W illia m : 2 5 7 , 2 6 9 . H o lla n d , E u g e n e : 3 9 n.
G o n c o u rt, E d m o n d d e: 2 51. H o m o , d o c to r : 2 7 1 .
G o u b e r t , P ie r re : 1 3 6 n ., 2 7 1 n. H o u lih a n F ly n n , C a ro l: 2 2 4 n.
G o u jo n , J e a n : 1 2 7 . H o w e ll, T h o m a s : 83.
G o u le m o t , Je a n -M a r ie : 1 8 0 , 1 8 5 n. H u m e , D a v id : 3 4 n.
G o u rcy : 198. H u n t , L y n n : 1 6 6 n ., 1 6 8 n ., 1 7 8 n .,
G o u m a y , M a r ie d e : 8 0 . 1 8 1 n „ 1 8 2 n.
G o w in g , L a u r a : 9 2 n ., 9 3 n ., 1 3 5 n. H u n t in g to n , S a m u e l P .: 3 6 7 n.
G r a h a m , E ls p e th . 101 n. H u s m a n s , Jo ris -K a rl: 2 5 1 , 2 7 5 .
G r a y , E ffie : 2 4 5 .
G r e e n , J u lie n : 2 6 6 . I g n a c io d e L o y o la : 79.
G r e e n b l a t t , S t e p h e n : 3 3 n ., 7 7 , 7 8 , I n g r a m , M a rtin : 13 5 n.
1 1 7 n ., 3 2 1 n „ 3 2 6 n. Is a b e l I: 8 2 , 9 8 , 1 0 1 - 1 0 3 ,1 0 8 .
G re g o rio el G ra n d e : 122.
G riv e l, G é r a r d : 1 3 5 n. J a c k s o n , Ja n e t: 185.
J a c o b , M a r g a r e t C .: 1 7 8 n ., 1 7 9 n.
H a ll, C a t h e r i n e : 1 9 5 n. J a c o b o I: 8 2 , 1 0 4 , 1 0 5 , 1 3 1 .
H a l l , L e s l e y : 1 9 4 n , 1 9 5 n ., 2 0 2 n „ J a c o b s , A n d r e w : 3 2 2 n.
2 1 4 n „ 2 1 9 n „ 24 1 n ., 2 4 3 n „ 2 5 0 n „ J a r d i n e , L is a : 9 5 n ., 9 6 n.
2 5 2 n „ 2 6 4 n ., 2 6 5 n , 2 7 5 n ., 2 8 5 n „ J e a n n e r e t , M ic h e l: 1 6 5 n ., 1 7 6 n.
2 9 1 n. J o h n s o n , A la n B.: 3 1 7 n.
H a n l e y , S a r a h : 9 0 n ., 1 2 5 n. J o h n s o n , C h a rle s : 2 2 6 .
H a n s o n , E liz a b e th : 8 3 n. J o h n s o n , S a m u e l: 196.
J o h n s o n , V ir g i n i a : 3 3 6 , 3 3 7 , 3 3 8 n ., L a m b e rt, Y v e s : 3 7 2 n.
3 40, 342, 376, 379. L a q u e u r, T h o m a s : 5 3 n ., 1 1 0 n ., 111 n .,
J o n e s , Iñ ig o : 1 1 4 . 1 5 5 n ., 2 4 2 n „ 2 5 3 n ., 2 5 6 n ., 2 6 1 n .,
J o n e s , J a m e s H .: 3 1 8 n. 3 2 1 n ., 3 3 8 n ., 3 4 2 n.
J o r d a n o v a , L u d m illa J.: 2 1 1 n „ 3 0 3 n. L a rp e n t, A n n e : 2 3 1 .
J o u a n n a , A rle tte : 1 4 2 n. L a s c h , C h r i s t o p h e r : 3 9 n ., 3 7 9 - 3 8 2 .
J o u b e r t , L a u r e n t: 8 8 . L a s le tt, P e te r: 4 7 n ., 135.
L a w re n c e , Jo h n G .: 3 5 3 .
K a u f m a n n , J e a n -C la u d e : 3 1 0 n. L a w s M ilto n , J.: 2 6 3 , 2 6 4 n ., 2 6 6 .
K e a to n , D ia n e : 6 1 . L a y to n , L y n n e : 3 9 n.
K e m p f , R o g e r : 2 5 5 n ., 2 9 0 n ., 2 9 3 n . L e B ru n d e la R o c h e tte , C la u d e : 1 2 8 .
K e r n P a s t e r , G a il: 1 1 0 n „ 111 n ., 1 1 6 , L e N is m o is , J.: 2 8 7 .
1 1 8 n. Le P e tit, C la u d e : 1 6 1 -1 6 5 .
K e r n b e r g , O tto F.: 3 7 8 n. Le V a y e r, M o th e : 158.
K e r r C a m e r o n , D a v id : 1 9 4 n. L é a u d , J e a n -P ie rre : 1 2 7 n.
K i n s e y , A lf r e d C .: 2 9 1 , 3 1 5 - 3 2 1 , 3 2 3 , L e b ru n , F ra n ^ o ise : 1 2 7 n.
3 2 4 n ., 3 2 5 - 3 2 7 , 3 2 8 n „ 3 2 9 , 3 3 1 , L e d u c , L o u is e : 3 5 5 n.
332 n ., 3 3 3 - 3 3 6 , 3 3 8 , 3 4 0 , 3 4 2 , L e g m a n , G .: 2 8 3 n.
3 6 2 , 386. L e ig h to n , F re d e ric : 2 4 5 .
K ip n is , L a u r a : 3 5 3 n. L e je u n e , P h ilip p e : 2 2 0 n.
K le in , R .: 3 0 n „ 7 5 n. L e m n iu s , L e v in u s : 1 1 5 , 1 1 7 .
K le in , F r itz : 3 2 4 n. L e s se lin : 1 6 2 .
K o e d t, A n n e : 3 3 8 . L e v y , Jo s e p h M o se s : 2 4 6 .
K o h u t, H e in z : 3 9 n ., 3 7 7 , 3 8 2 . L e w is , T h o m a s : 2 2 3 .
K o la ta , C i ñ a : 3 4 9 n. L ilb u rn e , Jo h n : 8 4 .
K r a f f t - E b i n g , R ic h a r d v o n : 2 5 1 , 2 5 4 , L illo , G e o rg e : 2 2 8 .
2 6 6 , 2 9 1 -2 9 3 . L im n e y , L a u ra : 3 1 8 n.
K r a m e r , S u s a n R.: 3 0 n. L ip o v e ts k y , G ilíes: 3 6 9 n .
K r a u s s , C liffo rd : 3 1 2 n. L ip ta k , A d a m : 3 5 3 n.
K ris , E r n s t: 3 9 n. L iv i-B a c c i, M a s s im o : 6 5 n.
K ris to f , N ic o lá s D .: 3 5 4 . L le w e lly n , N ig e l: 1 1 8 n .
K u p e r t y - T s u r , N a d in e : 8 5 n. L o c k e , Jo h n : 198.
L o o m is , M a b e l: 2 3 8 .
L 'A n g e , J e a n : 1 4 2 , 1 6 0 ,1 6 1 . L o r e t, Je a n : 1 6 2 .
La F a y e tte , M a rie -Jo s e p h Paul du L o r y o t, F ra n ^ o is: 9 9 .
M o tie r, m a r q u é s d e : 18. L o u y s , P ie rre : 2 9 2 .
L a F o n ta in e , J e a n d e : 1 4 2 . L u d w i g , C a ri: 2 3 9 .
L a M e tt r i e , J u lie n O f f r a y d e : 1 8 0 , 1 8 2 . L u h m a n n , N ik la s : 3 4 5 , 3 4 6 n ., 3 8 3 r
L a T o u c h e , G e r v a is e d e : 1 8 2 ,1 8 8 . L u is X III: 1 2 8 , 1 3 6 ,1 4 1 .
L a 'M e r t , S a m u e l: 2 6 2 , 2 6 5 . L u is X IV : 3 4 , 5 6 , 5 8 , 1 3 3 , 1 3 6 , 1 4 2 , 1 6 :
L a c h é v r e , F r é d é r i c : 1 2 0 , 1 2 1 , 1 4 3 n ., 1 6 6 , 1 7 4 ,1 9 3 , 2 0 5 , 2 1 3 , 2 4 4 .
1 4 6 n ., 1 5 9 n ., 1 6 0 n „ 1 6 2 n. L u is X V : 1 8 9 , 3 6 7 .
L a f o n t, B e r n a d e tte : 1 2 7 n. L u is X V I: 1 9 0 , 2 3 2 ,3 6 7 .
L a h ir e , B e r n a r d : 3 6 9 n. L w o ff, A n d ré : 4 8 n ., 2 6 8 n .
L a m a i s o n , P ie r r e : 5 4 n. L y ly , Jo h n : 9 5 .
L y o n , E liz a b e th : 22 1 . M ilton , Joh n : 84.
L y o n s , Jo h n O .: 3 4 n. M ira b e a u , H o n o ré G a b rie l R iq u eti,
c o n d e de: 182.
Mainil, Jean : 2 1 4 n., 2 1 7 n., 21 8 n., 3 0 9 n. M o lie re , Je a n -B a p tiste P o q u e lin , lla
M a lth u s , T h o m a s R ob ert: 54. m a d o : 8 7 ,1 1 8 ,1 2 0 , 121, 150.
M a n d e v ille , B e rn a rd d e : 1 76, 1 9 6 -1 9 8 . M o n b ro n , Fou g eret: 182.
M a n d rin , L o u is: 2 29. M o n d a t, d o cto r: 294.
M an n , T h o m a s : 3 8 . M o n lu c, Blaise de: 3 2 ,8 5 , 8 6 ,1 0 1 .
M a rc u s , S te v e n : 2 4 3 n ., 2 4 8 n ., 2 4 9 n., M o n ta ig n e, M ichel d e: 3 2 , 8 0 , 8 3 , 111.
2 5 0 n ., 2 7 7 n ., 2 7 8 n „ 2 7 9 n „ 281 n., M o n tm o re n c y , d u q u e de: 159.
2 8 4 n ., 2 8 5 n„ 2 8 6 n „ 2 9 4 n. M o ran d e, C harles T h eveneau: 1 8 9 ,1 9 0 .
M a rg o t, M a rg u e r ite d e V a lo is , re in a : M orlié re, cab allero d e la: 198.
32, 79, 8 0 ,8 4 ,8 6 ,9 9 . Moro, Tomás: 7 7 ,1 2 3 .
M a riv a u x , P ie rre d e: 1 8 1 , 2 3 1 . M o rris, C olin: 2 9 n.
M a rlo w e , C h ris to p h e r: 7 8 , 9 6 ,1 1 4 . M o rris, D esm on d : 3 0 5 , 3 0 6 n ., 3 3 7 n .,
M a rm o n te l, Je a n -F ra n ^ o is: 2 3 1 . 3 4 0 n ., 3 4 3 n., 3 4 7 n „ 3 4 8 n „ 3 5 0 n.,
M a rsh all, C a ro ly n : 3 5 5 n. 351 n „ 3 5 6 , 3 5 7 n „ 3 5 8 , 3 6 0 n „
M a rsh all, I. N .: 3 6 n. 3 6 4 n „ 384.
M a rte n , Jo h n : 2 1 4 . M o sse , G eo rg e L .: 3 5 9 n.
M artin , C ly d e E.: 3 1 7 n „ 3 1 8 n „ 3 2 0 n„ M otin , P ierre: 142.
321 n „ 3 2 3 n „ 3 2 4 n ., 3 2 5 n ., 3 2 7 n„ M o u re r, J.: 21 9 n.
3 2 8 n., 3 2 9 n ., 331 n ., 3 3 2 n „ 3 3 4 n„ M uch em bled, Robert: 3 2 n., 35 n., 4 4 n.,
3 3 6 n. 4 9 n„ 5 0 n., 8 0 n., 8 2 n., 8 8 n., 9 0 n.,
M a rx , K arl: 3 0 , 73. 9 2 n„ 9 3 n„ 9 7 n., 9 9 n. 120 n ., 125 n.,
M a sc u c h , M ich a e l: 2 2 7 n. 126 n., 128 n., 129 n ., 130 n„ 134 n.,
M asó n , M ich a e l: 2 7 0 n. 1 6 6 n ., 179 n ., 21 3 n„ 2 2 0 n ., 2 2 5 n.,
M a s te r s , W illia m : 3 3 6 , 3 3 7 , 3 3 8 n ., 2 3 9 n„ 253 n. '
34 0 , 3 4 2 , 37 6 , 379. M u lv e y R oberts, M arie: 196 n ., 1 9 7 n.
M ath ie u -C a s te lla n i, G iséle: 2 2 0 n. M u rp h y , D ean E.: 3 5 5 n.
M atth ew s-G rieco , S arah F.: 8 9 n ., 12 7 n. M u sse t, A lfred: 292
M a u d s le y , H e n ry : 2 6 6 .
M a u p a s s a n t, G u y d e : 2 5 1 . N a rd o , A nna K.: 7 8 n.
M a u ria c , C h a rle s : 2 6 6 . N a u d e , G ab riel: 158.
M a u z i, R o b e rt: 1 6 n ., 1 9 7 n ., 1 9 8 n ., N a v a r r a , M arg arita d e: 1 3 9 ,1 8 8 .
199 n. N e ck , A n n e van : 2 1 6 n ., 2 5 8 n ., 261 n.,
M axim ilia n o , e m p e r a d o r : 8 0 . 2 6 2 n „ 2 6 4 n„ 2 6 7 n ., 2 6 8 n.
M a y n a rd , Fran q ois: 1 4 2 . N e e so n , L iam : 3 1 8 n.
M a z a rin o , Ju lio : 1 47, 15 9 . N e rc ia t, A n d rea de: 1 8 2 -1 8 4 .
M c V a y , T ed E .: 3 8 0 n. N e w to n , Isaac: 26.
M éd icis, M a ría d e: 1 27. N e w to n , R ich ard : 190.
M elville, G e rt: 3 0 n. N ich o ls, T. L.: 2 4 1 , 242.
M e n o u , R en e d e : 141. N ich o lso n , Jack : 61.
M e y e r, Jo h n W .: 3 4 n. N ie tz sch e, F ried rich : 23 7 .
M ich elet, Ju le s: 8 5 . N o o m a n , Joh n T.: 128 n.
M illot, M ich el: 1 4 2 , 1 4 3 ,1 6 1 , 1 6 2 , 173. N o rb e rg : 179 n.
N o r to n , R ictor: 2 0 9 n. P o zzi, M ario: 7 8 n.
N y la n , M ich ael: 15 n ., 69. P resto n , Joh n M. A .: 2 2 4 n.
P rév o st, A n toin e Franq ois, a b ate: 181.
O g in o , K yu sa k u : 3 41. P ré v o t, Jacq u es: 119 n „ 121 n „ 1 4 3 n .,
O g e ro lle s , Je a n d ': 11 5 n. 151 n„ 152 n ., 159 n„ 16 0 n ., 16 2 n.
O r lé a n s , Felip e d e : 184. P u isieu x, M ad am e de: 197.
O r lé a n s , G a stó n d ': 1 4 5 ,1 4 6 ,1 6 0 . P u tn am , H ilary: 2 4 0 n.
O t t w a y , S h e ila : 8 5 n „ 9 8 n „ 1 0 0 n .,
101 n „ 109 n. Q u aife, G eoffrey R obert: 5 0 n ., 121 n.,
1 3 3 , 134 n ., 13 5 n ., 1 3 6 n ., 1 3 7 n „
P a g e t, Ja m e s: 26 6 . 1 3 8 ,1 3 9 n., 141 n.
P a r e n t-D u c h á te le t, A le x a n d r e : 2 5 3 ,
27 0 , 292. Rabelais, Franqois: 7 7 ,8 8 ,1 2 3 ,1 2 6 ,1 3 3 .
P a rs o n s , T h o m a s: 2 05. R ainold es, John: 9 5 ,9 6 n.
P a te m a n , C a ro le : 3 4 4 n. Raw lin gs, Philip: 221 n., 2 2 2 n.
P a u ls o n , R on ald : 182 n. Rebuffé, E u stach e: 163.
P a u v e r t, M ath ias: 2 4 5 n ., 2 7 7 n. Rebuffé, Pierre: 163.
P a y n e K n igh t, R ich ard : 54, 23 2 . R egnier, M athurin: 141, 142.
P e a rsa ll, R on ald : 2 4 0 n ., 2 4 4 n ., 2 4 5 n., R e m b ra n d t H a rm e n s z o o n v a n Rijn:
2 4 6 n „ 2 4 7 n ., 2 4 8 n„ 2 4 9 n ., 2 5 0 n., 112 .
2 6 8 n „ 2 7 0 n ., 2 7 2 n„ 2 7 5 n„ 2 8 5 n., R ém ond el G riego: 198.
2 8 9 n ., 2 9 0 n ., 291 n ., 2 9 2 n ., 2 9 4 n. R étif d e La B reto n n e, N ic o la s - E d m e
P e p y s , S am u el: 1 6 7 ,1 9 4 . Rétif, llam ado: 180, 1 8 2 ,1 8 3 .
P e rro t, M ichelle: 2 6 8 n., 3 0 0 n. Rey, M ichel: 21 3 n.
P e tr a r c a , F ra n ce sco : 80. Rey, Roselyne: 3 0 9 n.
P in c u s , G re g o ry : 3 40. R eyes, A lfonso: 196 n.
P in ta rd , R ené: 158. Rich, C h arles. 108.
P io t, L o u is, el C h ico : 160, 161. Rich, M a ry , c o n d e s a d e W a rw ic k :
P itta rd , M ary : 138. 1 0 1 ,1 0 8 ,1 0 9 .
P itt-R iv e rs, Ju lián : 4 4 n. R ich ard son , Sam uel: 2 1 0 , 2 2 2 , 22 3 .
P la tó n : 3 8 ,1 1 2 , 2 9 1 . R ichepin, Jean: 293.
P lin io el Viejo: 1 15, 124. R iddle, R ebecah: 205.
P o llo ck , L in d a A .: 4 6 n. Riesm an , D avid: 37 8 n.
P o m e r o y , W a rd e ll B.: 3 1 7 n ., 3 1 8 n ., Roecke, M ichael: 156 n.
3 2 0 n ., 321 n „ 3 2 3 n ., 3 2 4 n „ 3 2 5 n ., R oper, Lyndal: 112 n ., 1 1 3 n.
3 2 7 n ., 3 2 8 n „ 3 2 9 n ., 3 3 1 n „ 3 3 2 n ., R ops, Félicien: 275.
3 3 4 n., 3 3 6 n. Rose, N ikolas: 3 4 n., 3 8 n.
P o n s, Philip p e: 3 7 5 n. R ossiau d , Jacques: 5 0 n ., 91 n.
P o p p e r, K arl R.: 3 8 0 n. R oudet, Bernard: 37 0 n.
P o rte r, R oy: 3 4 n„ 79 n„ 11 3 n„ 194 n. R ousseau, Jean -Jacq u es: 198, 2 1 5 -2 1 7 ,
18 6 n., 1 9 5 n ., 196 n„ 19 7 n „ 2 0 2 n., 220, 2 3 0 ,2 3 1 ,3 6 5 .
2 1 4 n., 2 1 9 n ., 241 n„ 2 4 3 n „ 2 5 0 n„ R ow lan d son , T h om as: 194.
251 n., 2 5 2 n„ 2 6 0 n„ 2 6 4 n„ 2 6 5 n„ Rubens, Peter Paul: 127.
2 7 5 n., 2 8 5 n ., 291 n. Rubin, Lilian B.: 331 n ., 3 3 9 n ., 3 4 2 n „
P o to n , D idier: 131 n. 3 4 6 n„ 364 n„ 38 3 n.
R usk in , Jo h n : 2 45. S h ort, Th om as: 222.
R u ss e i, A n n e , c o n d e s a d e W a r w ic k : S h orter, E d w ard : 5 0 n., 121 n.
107. Sigel, Lisa 2 .: 284 n.
R u ssel, M a rg a re t: 1 0 2 ,1 0 5 ,1 0 6 . S igogn e, C harles: 142.
S ilverm an , Lisa: 82 n.
S ac h e r-M a s o c h , L eo p o ld von : 29 3 . S im ón, Louis: 199, 263.
S ack ville, Isabella: 105. S im onin, M ichel: 124 n.
S ack ville, M a rg a re t: 105. S ingly, Franqois de: 311 n.
S a ck v ille , R ic h a rd , c o n d e d e D o rse t: S ixteen-String, Jack: 229.
1 0 2 -1 0 5 . S m ith, A d am : 197.
S a d e , D o n a tie n A lp h o n s e F ra n q o is, S m ith, A lexan d er: 226.
m a rq u é s de: 73, 12 2 , 18 2 , 190, S m ith , Dinitia: 3 5 4 n.
309. S m ollett, Tobias: 223.
S á n c h e z , F ra n c is c o , el E s cé p tico : 2 0 1 . S o h n , A n n e -M a rie : 2 4 4 n ., 2 4 7 n .,
San L u is, L u is IX , lla m a d o : 158. 2 4 8 n„ 25 9 n„ 2 6 0 n„ 2 7 5 n„ 2 8 9 n„
S an d , G e o rg e : 2 9 2 . 2 9 0 n„ 293 n., 2 9 5 n „ 3 0 0 n „ 3 0 2 n.
S a n d w ic h , Jo h n M o n ta g u , c o n d e d e : S orbier, Franqoise du: 226.
23 2 . S orel, C harles: 142.
S a n g u in d e S a in t-P a v in , D en is: 1 6 0 . S osn a, M orton: 3 3 n., 3 4 n.
S au v y , A n n e: 1 6 2 n. S p en ce, R ichard T.: 101 n.
S a v a g e , A n n : 141 n. S taél, L o u ise-G erm ain e de: 2 1 9 .
S avill, T h o m a s D .: 2 5 8 n. S teinberg, Sylvie: 9 5 n., 111 n.
S aw d ay , Jonathan: 111 n., 112 n., 114 n ., S tein m etz, Susanne: 3 6 2 n.
116 n. S te n g e rs , Jean : 2 1 6 n ., 2 5 8 n ., 2 6 1 n .,
S c a rro n , P au l: 1 4 3 ,1 6 1 . 26 2 n„ 264 n ., 2 6 7 n ., 2 6 8 n.
S ch a p iro , A n n e: 3 9 n. S tern e, L au ren ce: 1 9 4 ,2 2 3 .
S ch ild eb eck , b a ró n de: 164. S teven son , R obert Louis: 2 6 7 , 284.
S ch m itt, H .: 3 0 n. S ton e, L aw re n c e : 5 0 n ., 121 n ., 1 3 3 n.
S ch ü re r, M ark : 3 0 n. S to ra -L a m a rre , A n ie: 2 4 4 n ., 261 n .,
S c h w a rz e n e g g e r, A rn o ld : 3 5 4 . 28 6 n., 2 8 7 n „ 28 8 n ., 2 9 3 n.
S e g a r, W illiam : 103. S trau s, M u rray: 3 6 2 n.
S ég u ie r, P ierre: 164. S u lle ro t, É v ely n e: 4 8 n ., 6 5 , 2 6 8 n .,
S elye, K ath a rin e Q .: 3 5 2 n. 3 0 0 n.
S én a c d e M eilh an , G ab riel: 182 S u llo w ay , A llison G .: 3 8 0 n.
S en n ett, R ich ard : 2 3 8 n ., 2 3 9 n ., 2 4 0 n., S w ift, Jon ath an : 198, 223.
381 n.
S év ig n é , m a rq u e s a d e: 2 05. T affe, baron esa de: 239.
S haftesb u ry, A n th o n y A sh ley C o o p e r, T ait, d o cto r: 269.
lord d e: 2 31. T aran tin o , Q uen tin: 3 2 8 n.
S h a k e s p e a r e , W illia m : 7 7 , 7 8 , 8 3 , 8 6 , T a rc z y lo , T h é o d o re : 2 0 2 n ., 2 1 5 n .,
8 7 , 9 1 ,9 6 , 1 1 6 ,1 8 2 . 21 6 n.
S h ep h e rd , Joh n : 2 26. T ard ieu , A m b roise: 2 90.
S h ively, M ich ael G .: 3 2 4 n. T au n ton : 214.
S h o e m a k e r , R o b e r t: 8 7 n ., 1 5 5 n ., T axil, L éo: 294.
2 0 4 n „ 2 0 7 n „ 2 1 5 n. T a y lo r, C h arles: 3 8 0 n.
T ch e rn ia , Je a n Frangois: 3 7 0 n. W aal, F ran s de: 3 5 3 n.
T eich , M ikulas: 251 n., 2 6 0 n. W a g n e r, P e te r: 179 n ., 181 n ., 1 8 2 n .,
T e re sa d e Á vila: 79. 185 n ., 18 7 n., 188 n„ 190 n „ 191 n.,
T ern isien , X avier: 3 7 2 n. 2 6 0 n.
T h a n e t, N ich olas: 106. W alk er B yn u m , C aroline: 3 0 n.
Th ib au lt, O d ette: 4 8 n„ 2 6 8 n. W alk er, Elizabeth : 100.
T h o m a s , Joh n : 246. W alk o w itz, Jud ith: 2 7 0 n.
T ig e r, Lion el: 2 5 n ., 2 6 n ., 4 6 n., 5 4 n ., W alp o le, H o race: 232.
68 . W a rtb u rg , W alth er von: 33 n.
T issot, S am u el-A u g u ste: 2 1 6 -2 1 8 , 256, W eb b er, Joan : 84 n.
2 5 7 , 2 6 1 , 3 0 9 ,3 4 2 . W eb er, M ax: 17, 30, 31, 58, 73.
T o m á s d e A quino: 112. W ed d e, Joh an n es: 293.
T ow n e le y , C h arles: 232. W e e k s , Je ffrey : 2 7 0 n ., 3 4 6 n ., 3 8 3 n.
T re v o r, C laire: 3 0 5 n. W eem es, Joh n : 114.
T rie r, L ars v on : 3 2 8 n. W ellb ery, D avid E.: 3 3 n „ 34 n.
T r u m b a c h , R a n d o lp h : 5 2 n ., 6 2 n ., W h a rto n , lad y C lifford , b a ro n esa de:
9 6 n „ 181 n „ 2 0 4 n ., 2 0 6 n ., 2 0 9 n „ 107.
2 1 2 n „ 2 1 5 n ., 3 3 5 n. W h ite, E d m u n d : 351 n.
T u rn e r, D avid M .: 155 n. W h itn ey , Isabella: 83.
T y n d a le , W illiam : 86. W h y th o m e , T h om as: 8 0 , 83.
W iesn er, M erry E .: 8 7 n.
U lrich , C ari H einrich: 2 91. W ilc o x , H e le n : 8 5 n „ 9 8 n „ 1 0 0 n .,
101 n ., 109 n.
V allée, Ja cq u e s, se ñ o r d e B arre au x: W ild e, O scar: 2 8 9 , 292.
160. W ilson , A d rián : 4 6 n.
V an U sse l, Jo s: 2 1 4 n ., 2 1 5 n ., 261 n. W inick, G ary: 363.
V a n b u tch ell, d o cto r: 187. W o o d w a r d , G e o rg e M o u ta rd : 1 9 0 ,
V eil, Sim one: 344. 1 9 1 ,1 9 8 .
V e n e tte , N ico lá s: 2 0 1 - 2 0 3 , 2 0 6 , 2 1 1 . W ra y , R am o n a: 109 n.
V esalio, A n d rés: 1 1 1 ,1 1 2 ,1 1 4 . W rig ley , E d w a rd A n th o n y : 4 7 n.
V iala, A lain : 142 n. W u lffen , E.: 293.
V iau, T h éop h ile d e: 142, 1 4 3 ,1 5 9 .
V icto ria, reina: 2 6 2 , 2 6 5 , 2 6 6 , 2 6 9 , 274, Y a te s , F ran cés A .: 8 5 n.
2 9 1 , 292. Y ello w lees, d o c to r: 265.
V id or, King: 3 0 5 . Y o u n g , E d w a rd : 199.
V in cen t, C a th erin e: 3 7 0 n., 3 7 4 n.
V in cen t, M ary: 8 7 n., 155 n. Z o h a r, D an ah : 3 6 n., 3 8 n.
V o lta ire , F ra n q o is-M a rie A r o u e t, lla Z o la, Ém ile: 2 5 1 , 292.
m a d o : 1 8 4 ,1 9 3 ,1 9 7 , 2 3 1 , 3 44. Z u k , M arlen e: 354.