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TDAH: ATENCIÓN SELECTIVA, SOSTENIDA Y DIVIDIDA

Actualizado: 8 may 2019

Existen diferentes tipos de atención que responden a circuitos cerebrales diferentes. Los más
importantes son los encargados de la fase de alerta, de la atención selectiva y de la atención continua o
sostenida. Estas funciones están afectadas por el TDAH.

El Arousal. Se refiere a la alerta-vigilancia-activación, es decir, estar atentos para percibir y activarnos


ante estímulos relevantes, que nos interesan en un momento dado para la tarea que estamos
realizando. La consecuencia de su alteración en las personas con TDAH es la dificultad para iniciar tareas,
mostrando un comportamiento errático y carente de determinación, como si no supieran qué es lo que
tienen que hacer o como si se resistieran a empezar.

La atención selectiva. Este tipo de atención es el filtro que evita la sobrecarga mental, ya que nuestro
cerebro recibe alrededor de un millón de bits de información por segundo. La atención selectiva
“selecciona” y deja que “sólo pase” la información que consideramos relevante, al tiempo que ignora lo
que no es importante. Esta dificultad para inhibir y rechazar la interferencia que habitualmente sería
ignorada o suprimida, puede alejar la conducta de su objetivo. En las personas con TDAH, esta alteración
conlleva una dependencia del entorno, es decir, una atracción anormal por todo el medio circundante;
su cerebro busca de manera incansable estímulos novedosos, estimulantes y gratificantes. En el caso de
tratarse de estímulos internos, la distractibilidad está originada por un pensamiento autogenerado
(evocación de “memorias” de la propia persona).

La atención sostenida. Alude a la capacidad para mantener el foco de atención en un estímulo el tiempo
suficiente, resistiendo las distracciones y el incremento de la fatiga. Debido a esta incapacidad para
sostener la atención, los y las estudiantes con TDAH cambian de actividad con frecuencia, sin lograr
terminar ninguna.

La atención dividida. La capacidad para cambiar el foco de atención de manera flexible, es decir, para
atender a más de una estímulo a la vez o para pasar de uno a otro alternativamente. A los y las
estudiantes con TDAH les resulta difícil, por ejemplo, coger apuntes y escuchar al profesor
simultáneamente.

En los pacientes con TDAH el trastorno de la atención puede ser el núcleo del problema o no. Pueden
mostrar alteración de la atención sostenida y selectiva y del estado de alerta o, por el contrario, pueden
tener un buen nivel de atención sostenida y bajos niveles de atención selectiva. Esto es importante para
planificar el tratamiento.

Más información sobre problemas de atención y TDAH en nuestra web:


https://www.neuronae.net/tdah-infantil
Los 15 tipos de atención y cuáles son sus
características
Nuestra capacidad de concentrarnos en un solo estímulo determinado puede adoptar
diferentes formas.
La atención es un proceso cognitivo que permite centrarse de manera selectiva en un estímulo
(o varios) del entorno sin tener en cuenta el resto.

in embargo, tras este concepto se incluyen varios tipos de atención que conviene conocer para
comprender mejor cómo opera en la mente humana. Este es el tema alrededor del cual gira este
artículo: las diferentes maneras en las que el ser humano es capaz de focalizar su atención en
determinados elementos, y cómo afectan a nuestra manera de comportarnos.

Quizás te interese: "El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), también en adultos"

Los diferentes tipos de atención

Tal y como afirma John Ratey (2001), psicólogo y profesor en la Universidad de Harvard, “la atención es
más que simplemente notar estímulos entrantes". Implica una serie de procesos, incluyendo la filtración
de las percepciones, el equilibrio de múltiples percepciones y unir el significado emocional a estas.
Además, este foco atencional puede centrarse tanto en estímulos externos como en contenidos de la
memoria y de la imaginación.

Ahora bien, más allá de conocer la importancia de la gestión del foco atencional, es conveniente conocer
los diferentes tipos de atención que existen, porque en varios aspectos se comportan de un modo
distinto y nos afectan también de una manera variada. Una misma persona puede ser hábil controlando
un tipo de atención, y significativamente menos diestra al manejar otra. Sin embargo, en general son
poco frecuentes los casos en los que se es muy bueno en una de estas áreas y muy malo en otras: todos
los tipos de atención suelen tender a aproximarse a la media, tal y como ocurre con todas las
características psicológicas.

Así pues, veamos cuáles son estas variedades de atención, resumidas y clasificadas a partir de los
criterios más importantes.

Según su amplitud y dirección

En el mundo del deportes es habitual escuchar hablar de los enfoques atenciones, que también pueden
ser aplicados a las diferentes tareas de la vida. Los enfoques atencionales son cuatro, que tienen en
cuenta la dirección (externa o interna) y la amplitud de la dirección (estrecha o amplia).
En cuanto a la dirección de la atención, la atención externa hace referencia a cuando un individuo se
centra en cuestiones ajenas a él, a lo que ocurre a su alrededor. En cambio, la atención interna se refiere
a cuando una persona presta atención a sus eventos internos, a lo que ocurre dentro de él.

En cuanto a la amplitud de la atención, la atención amplia se relaciona con un mayor número de


estímulos, mientras que la atención reducida permitirá una mayor concentración. La dirección y la
amplitud de la atención se combinan creando diferentes tipos de atención, que son los siguientes.

1. Atención externa-reducida

La atención se centra en un número reducido de estímulos ajenos a la persona, y se relaciona con la


concentración. Por ejemplo, cuando un individuo pretende lanzar un dardo y focaliza toda su atención
en el centro de la diana.

2. Atención externa-amplia

Este tipo de atención se centra en un número amplio de estímulos ajenos a la persona. Por ejemplo,
cuando un futbolista inicia un contraataque, alza la cabeza y observa la posición de sus compañeros para
efectuar un pase efectivo.

Es importante conocer la diferencia entre ambos tipos de atención externa para poder maximizar el
rendimiento deportivo, puesto que si un deportista no es consciente de esta diferencia e inicia un
contraataque centrando la atención en el balón y el regate (atención externa-reducida), no sabrá a
quién pasarle el balón y, por tanto, perderá una oportunidad valiosa de buscar la portería contraria.

3. Atención interna-reducida

Se caracteriza porque la atención está centrada en un número reducido de estímulos o respuestas que
ocurren en el organismo de una persona. Por ejemplo, cuando una futbolista está aprendiendo a realizar
una vaselina y debe de centrarse en los movimientos de su propio pie y no de si la vaselina entra dentro
de la portería.

4. Atención interna-amplia

Este tipo de atención hace referencia a que una persona se centra en un número amplio de estímulos o
respuestas que ocurren dentro de su organismo. Por ejemplo, cuando alguien tiene que rellenar un
diario emocional y analiza que le ocurrió durante ese día y cuáles fueron los sentimientos que vivió.

Según la actitud del individuo

Teniendo en cuenta la actitud del individuo, la atención puede clasificarse de dos maneras.
5. Atención voluntaria

Ocurre cuando el individuo hace un esfuerzo activo y consciente para dirigir la atención, es decir, es la
capacidad de concentrarse en un estímulo de manera voluntaria.

6. Atención involuntaria

En este tipo de atención la persona no hace un esfuerzo consciente y activo, sino que es el estímulo
tanto interno como externo que dirige la atención. Por ejemplo, el ruido de un petardo o el dolor de
muelas.

Según las manifestaciones motoras y


fisiológicas
Si tenemos en cuenta las manifestaciones motoras y fisiológicas, la atención puede dividirse en:

7. Atención abierta

El foco de la atención y los receptores de interés tienen su orientación en la fuente de atención. Por
ejemplo, cuando alguien nos habla y estamos de frente atendiendo tanto a su lenguaje verbal como no
verbal.

8. Atención encubierta

En este tipo de atención el foco atencional y los receptores sensoriales se disocian. Por ejemplo, cuando
parece que estamos prestando atención a la televisión y en realidad estamos escuchando a nuestra
pareja hablar por teléfono.

Según la modalidad sensorial

Teniendo en cuenta la modalidad sensorial. La atención puede ser de dos tipos.

9. Atención visual

Se refiere a la disposición espacial. Este fenómeno permite detectar la estimulos en un contexto visual
complejo.

10. Atención auditiva


Aunque no podemos mover las orejas igual que los ojos para captar diferentes estímulos auditivos, sí
que podemos elegir lo que escuchamos, es decir, podemos centrar la atención en un estímulo auditivo u
otro.

Otros tipos de atención


Además de las clasificaciones anteriores, también existen otros tipos de atención. A continuación te los
explicamos.

11. Atención selectiva

También recibe el nombre de atención focalizada. Es la capacidad de seleccionar y focalizar la atención


determinada en un estímulo concreto o tarea determinada. Existen diferentes teorías que tratan este
concepto. En el artículo “Atención selectiva: definición y teorías” puedes saber más sobre esta temática.

12. Atención dividida

Es la capacidad de atender y procesar simultáneamente a dos o más demandas o estímulos. Suele


conocerse también como multitarea. Por ejemplo, cocinar y a la vez escuchar música.

13. Atención alternada

Es la capacidad de cambiar el foco de atención de un estímulo a otro. Por ejemplo, leer una receta y
preparar la comida.

14. Atención sostenida

Se refiere a cuando tenemos que utilizar la atención durante un largo periodo de tiempo. Por ejemplo, al
jugar a un videojuego.

15. Concentración

La concentración es la atención externa reducida, es la capacidad que tiene una persona de centralizar
su atención de forma mantenida y constante. Sus aplicaciones son muchas.

Puedes conocerlas en el artículo “La importancia de la concentración y la focalización de la atención en


el deporte”
Los estudiantes no aprenden mucho simplemente sentados en las clases escuchando a los profesores,
memorizando tareas preempaquetadas y emitiendo respuestas. Deben hablar de lo que están
aprendiendo, escribir de forma reflexiva sobre ello, relacionarlo con experiencias pasadas y aplicarlo a
su vida diaria. Deben hacer que lo que aprenden forme parte de ellos mismos."

- Arthur W. Chickering and Stephen C. Ehrmann.

El Trastorno por Déficit de Atención e


Hiperactividad (TDAH), también en adultos

El TDAH es un síndrome conductual que afecta, según estimaciones, entre el 5% y el 10% de la población
infanto-juvenil. La clave que actualmente se utiliza para comprender el amplio espectro de
manifestaciones que caracterizan los individuos con TDAH es el concepto de déficit en el control
inhibitorio de la respuesta.

Es decir, la notoria incapacidad para inhibir los impulsos y los pensamientos que interfieren en las
funciones ejecutivas la actuación de las cuales permite superar las distracciones, plantearse unos
objetivos y planificar las secuencias de pasos necesarios para conseguirlos.

Ahora bien, muchas veces se habla de esta alteración psicológica como si solo fuese cosa de niños. ¿Es
así? ¿Existe el TDAH en adultos? Tal y como veremos, la respuesta es sí.

Artículo relacionado: "Tipos de TDAH (características, causas y síntomas)"

TDAH: ¿también se da en adultos?

Durante más de 70 años, las investigaciones del trastorno por déficit de atención con hiperactividad se
han centrado en la población infantil. Pero a partir del 1976, se demostró que este trastorno puede
existir en el 60% de los adultos los síntomas de los cuales ya empezaron antes de los siete años (Werder
PH. te. 2001). Este desfase diagnóstico hizo que los síntomas y tratamientos de TDAH infanto-juvenil
sean más conocidos y orientados que en los adultos, a pesar de que los parámetros clínicos sean
similares. Además, en los adultos, las complicaciones, los riesgos y las comorbilidades son más
frecuentes y matizadas que en los niños, con el riesgo que los síntomas sean confundidos con otro
cuadro psiquiátricos. (Ramos-Quiroga YA. te. 2006).
Un origen biológico común permite que los adultos puedan ser diagnosticados con los mismos criterios
adaptados del DSM-IV-TR, pero debido al hecho que en el adulto el observador solo ser único se
encuentran dificultades diagnósticas, puesto que facilita una dispersión más grande y sesgo en las
opiniones.

Aunque en los adultos se dispone de menos datos epistemológicos, el TDAH se manifiesta persones
adultas con gran frecuencia. Los primer trabajos encontraron prevalencias en adultos entre el 4 y el 5%.
(Murphy K, Barkley RA, 1996 y Faraone et. al., 2004)

Sintomatología, diagnóstico y evaluación del TDAH en adultos

Los criterios diagnósticos del TDAH en los adultos son los mismos que para los niños, registrados al DSM-
IV-TR. Ya a partir del DSM-III-R se describe formalmente la posibilidad de realizar el diagnóstico a estos.

Los signos y síntomas en los adultos son subjetivos y sutiles, sin prueba biomédica que pueda confirmar
su diagnóstico. Para poder diagnosticar el TDAH en una persona adulta, hace falta que el trastorno sea
presente desde la infancia, como mínimo desde los siete años, dato esencial para el diagnóstico, y tiene
que persistir una alteración clínicamente significativa o un deterioro en más de una área importante de
su actividad, como el funcionamiento social, laboral, académico o familiar. Por eso, es muy importante
que en la historia clínica se anoten los antecedentes infantiles junto con los síntomas actuales y sus
repercusiones en la vida actual, familia, trabajo y relaciones sociales.

Los adultos con TDAH señalan principalmente síntomas de inatención y de impulsividad, puesto que los
síntomas de hiperactividad disminuyen con la edad. Así mismo, los síntomas de hiperactividad en los
adultos suelen tener una expresión clínica ligeramente diferente del encuentro en los niños (Wilens TE,
Dodson W, 2004) puesto que se manifiesta como un sentimiento subjetivo de inquietud.

Los problemas más comunes del trastorno por déficit de atención con hiperactividad en adultos son los
siguientes: problemas para la concentración, falta de memoria y pobre memoria a corto plazo, dificultad
para la organización, problemas con rutinas, falta de autodisciplina, comportamiento impulsivo,
depresión, baja autoestima, inquietud interior, escasa capacidad para administrar el tiempo,
impaciencia y frustración, pobres habilidades sociales y sensación de no conseguir objetivos, entre otros.

Las escaleras de autovaloración son una buena herramienta de diagnóstico por los síntomas más
generales (Adler LA, Cohen J. 2003):

Escalera de autoevaluación de los adultos (EAVA): (McCann B. 2004) se puede utilizar como una primera
herramienta de autoevaluación para identificar los adultos que pueden tener TDAH. Copeland Symptom
Checklist: ayuda para evaluar si un adulto tiene síntomas característicos del TDAH. Brown Attention
Deficit Disorder Scale: explora el funcionamiento ejecutivo de los aspectos de la cognición que están
asociados con el TDAH. Wender-Reimherr Adulto Attention Deficit Disorder Scale: mide la gravedad de
los síntomas de los adultos con TDAH. Es especialmente útil para evaluar el estado de ánimo y labilidad
del TDAH. Conners´Adulto ADHD Rating Scale (CAARS): los síntomas se evalúan con una combinación de
frecuencia y gravedad.

Según Murphy y Gordon (1998), para realizar una buena evaluación del TDAH se tiene que tener en
cuenta si hay evidencias sobre la relación entre los síntomas de TDAH durante la infancia y un deterioro
posterior significativo y crónico en diferentes ámbitos, si hay una relación entre los síntomas del TDAH
actuales y un deterioro sustancial y consciente en diferentes ámbitos, si hay otra patología que justifique
el cuadro clínico mejor que el TDAH, y finalmente, si para los pacientes que cumplen los criterios
diagnósticos del TDAH, hay alguna evidencia que existan condiciones comórbidas.

El procedimiento del diagnóstico se guía por unas pautas para realizar los exámenes diagnósticos según
la situación clínica. Este procedimiento empieza con una historia clínica completa incluyendo una
exploración neurológica. El diagnóstico tiene que ser clínico, apoyado por las escaleras de
autoevaluación, comentadas anteriormente. Es imprescindible evaluar condiciones psiquiátricas,
descartar posibles comorbilidades y ciertas condiciones médicas como la hipertensión y descartar el
abuso de sustancias.

Cómo muy bien destacan Biederman y Faraone (2005), para poder realizar un diagnóstico de TDAH en
adultos es fundamental saber qué síntomas son propios del trastorno y cuáles son debidos a otra
patología comórbida.

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Es muy importante tener en cuenta que es bastante común la comorbididad en el TDAH del adulto
(Kessler RC, at al. 2006). Las comorbilidades más frecuentes son los trastornos de humor como la
depresión mayor, la distimia o el trastorno bipolar, que tiene una comorbididad con el TDAH que va
desde el 19 al 37%. Para los trastornos de ansiedad, la comorbilidadt oscila entre el 25 y el 50%. En el
caso del abuso del alcohol es del 32 al 53% y en otro tipo de abuso de sustancias como la cocaína es del
8 al 32%. Los tasa de incidencia de los trastornos de personalidad es del 10 al 20% y para la conducta
antisocial del 18 al 28% (Barkley RA, Murphy KR. 1998).

Tratamiento farmacológico

Los fármacos utilizados para tratar este trastorno son los mismos que en la infancia. De los diferentes
fármacos psicoestimulantes, se ha demostrado la eficacia en los adultos con TDAH del metilfenidato y
atomoxetina.

El metilfenidato de liberación inmediata inhibe la recaudación de la dopamina; y la atomoxetina, tiene


como función principal inhibir la recaudación de la noradrenalina. Actualmente, y gracias a varios
estudios realizados por Faraone (2004), se sabe que el metilfenidato es más eficaz que el placebo.

La hipótesis explicativa desde la que parte la terapia del TDAH basada en psicoestimulantes como el
metilfenidato es que este trastorno psicológico está causado (al menos en parte) por una necesidad
constante de mantener el sistema nervioso más activado de lo que está por defecto, lo cual tiene como
consecuencia la búsqueda repetitiva de estímulos extenos con los que involucrarse en actividades. Así,
el metilfenidato y el resto de medicamentos similares activarían el sistema nervioso para que la persona
no se vea tentada de buscar externamente una fuente de estimulación.

Entre los fármacos no estimulantes para el tratamiento del TDAH en adultos se incluyen los
antidepresivos tricíclicos, inhibidores de la aminooxidasa y fármacos nicotínicos entre otros.

Tratamiento psicológico

A pesar de la elevada eficacia de los psicofármacos, en determinadas ocasiones no es suficiente a la hora


de manejar otros factores, como cogniciones y conductas disruptivas u otros trastornos comórbidos.
(Murphy K. 2005).

Las intervenciones psicoeducativas ayudan a lograr que el paciente obtenga un conocimiento sobre el
TDAH que le permita no solo ser consciente de la interferencia del trastorno en su vida cotidiana, sino
también que el mismo sujeto detecte sus dificultades y defina sus propios objetivos terapéuticos
(Monastra VJ, 2005). Estas intervenciones se pueden llevar a cabo bajo un formato individual o grupal.
La aproximación más efectiva para tratar el TDAH en adultos es la cognitivo-conductual, tanto en una
intervención individual como grupal (Brown, 2000; McDermott, 2000; Young, 2002). Este tipo de
intervención mejora los síntomas depresivos y ansiosos. Los pacientes que recibían terapia cognitivo-
conductual, junto con sus medicamentos, controlaban los síntomas persistentes mejor que con el uso de
medicamentos combinados con ejercicios de relajación.

Los tratamientos psicológicos pueden ayudar al paciente a afrontar los problemas emocionales,
cognitivos y conductuales asociados, así como un mejor control de la sintomatología refractaria al
tratamiento farmacológico. Por eso se considera que los tratamientos multimodales son la estrategia
terapéutica indicada (Young S. 2002).

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