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EL MIEDO
Dice Don Juan que cuando uno empieza a conocerse a sí mismo y a la vida, “uno aprende
así, poquito a poquito al comienzo (…) Lo que se aprende no es lo que uno creía (…) Y así
ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo!”.
Pero “si el hombre echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda (…) Llegará
a ser un maleante o un cobarde cualquiera, un hombre vencido”. Cada que el miedo nos
vence, aquel ámbito de nuestra experiencia queda viciado, se vuelve mentiroso. Solo
miren los amores donde ganó el miedo, los talentos que venció la cobardía. Muchas
personas quieren ser felices, pero no están dispuestas a arriesgarse para serlo. La
felicidad no es para los cobardes.
¿Qué hacer frente al miedo? Don Juan responde: “La respuesta es muy sencilla. No debe
correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su
aprendizaje”. Don Juan nunca habla de negarlo, sino de “no correr”, “dar el siguiente
paso”, “estar lleno de miedo”, pero sin detenerse. Hay que saber que el miedo va a estar
ahí, y aprender a caminar con él, no creerle ciegamente, quitarle la corona y convertirlo
en nuestro amigo. Cuando trascendemos el vértigo llega el segundo enemigo.
LA CLARIDAD
Una “claridad de mente (…) que dispersa el miedo, pero también ciega (…) fuerza al
hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le
antoje, porque todo lo ve con claridad (…) pero todo eso es un error, y si el hombre se
rinde a esa ilusión, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender”.
¿Qué hacer entonces? “Desafiar la claridad (…) pensar, sobre todo, que (…) es casi un
error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto
delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo”. No se puede creer en
la claridad, hay que tener muy presente que uno nunca llega a la verdad. Se necesita
mente de principiante: una actitud abierta y fresca. El nuestro es solo un punto de vista
y el saber una vastedad interminable.
EL PODER
“Es el más fuerte de todos los enemigos, (…) el hombre es de veras invencible. Él manda;
empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas (…) Un hombre en esta
etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto (…) su
enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel, caprichoso”.
Son pocos los que llegan a sentirse poderosos. Pero más pocos los que son capaces de
conservar el corazón intacto. “Crueles y caprichosos” nos vuelve el poder. Nos usa,
maneja nuestro ego, temeroso y voraz, como una dócil marioneta; más dócil mientras
más poderoso se siente el susodicho.
¿Qué hacer frente al poder? “Desafiarlo, con toda intención (…) darse cuenta de que (…)
no es nunca suyo en verdad. Debe tenerse a raya a todas horas (…) ver que, sin control
sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores”. Cuando tenemos
poder es cuando más atentos tenemos que estar, porque este es el enemigo más difícil.
Y solo hay una fuerza que puede contrarrestarlo: la humildad, el desapego. El mejor
antídoto contra el poder es el servicio.
LA VEJEZ
“El más cruel de todos, el único al que no se puede vencer por completo”. Porque tarde o
temprano nos gana el tiempo. Cada proceso llega a la muerte: el dictador termina
exiliado, al gerente le llega su jubilación, al león lo desplaza un nuevo.
¿Por qué te preocupas sin motivo alguno?, ¿A quién temes sin razón?, ¿Quién te
podría matar? El alma no nace, ni muere.
Cualquier cosa que pase, pasará por tu bien; lo que esté sucediendo, está
sucediendo para bien; lo que vaya a pasar, también sucederá para bien. No
debes lamentarte por el pasado. No debes preocuparte por el futuro. El presente
está sucediendo.
¿Qué pérdida te hace llorar?, ¿Qué has traído contigo?, ¿Qué crees que has
perdido?. ¿Qué has producido, qué piensas que se ha destruido?
No has dado nada, tú no has traído nada contigo, cualquier cosa que poseas, la
has recibido aquí. Cualquier cosa que hayas tomado, la has tomado de la vida. Lo
que sea que hayas dado, llegaste con las manos vacías, y regresarás con las
manos vacías.
Cualquier cosa que poseas hoy, pertenecía a otra persona el día de ayer y
pertenecerá a otra diferente el día de mañana. Erróneamente todos los hombres
y mujeres han disfrutado de esa idea de pertenencia. Es esta falsa felicidad la
causa de sus penas.
“La tristeza surge porque las cosas ya no son como eran antes, el miedo surge
porque desconocemos lo que está por venir. el enfado surge porque no nos
gusta lo que ha ocurrido.”
Todo lo que nos altera esta detrás de nosotros, o delante de nosotros, pero
nunca con nosotros.