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Efesios 6:10-18
Al otro lado de la línea, un hombre desesperado quería saber qué hacer con
su hija adolescente. “Grita como loca y emite chillidos horrorosos”, decía
atropelladamente. Él se limitó a recomendarle que fuera donde su párroco o
pastor. Terminada la comunicación, se encogió de hombros y dio vuelta en la
cama para proseguir su sueño. Muy en lo íntimo, no sabía a ciencia cierta
cómo responder en un caso así.
Hace siglos nuestro amado Señor Jesús dijo a sus discípulos: “Los setenta
regresaron con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en
tu nombre. Y él les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad,
os he dado autoridad para hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre
todo el poder del enemigo, y nada os hará daño. Sin embargo, no os
regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que
vuestros nombres están escritos en los cielos.” (Lucas 10:17-20, La Biblia de
Las Américas)
Lo invito para que lea detenidamente el texto. Los seguidores del Maestro
estaban exultantes de gozo porque dominaban sobre el mundo de las
tinieblas, pero el Señor Jesús les dijo que no sólo podían hacer eso, sino nada
les haría daño. Es decir, aunque Satanás y sus huestes libraran ataques contra
ellos y contra nosotros hoy no podría causarles daño ni en lo material ni en lo
espiritual.
Satanás sabe quién es quien
Ante el ambiente sensacionalista que gravita en torno a los guerreros
espirituales, hombres y mujeres que batallan en el poder de Jesucristo y
ministran liberación espiritual y física, abundan quienes posan de ser
“miembros del Ejército de Cristo”. Incluso, hay quienes, buscando
reconocimiento y admiración, se atreven a “alborotar avisperos”, como
solemos decir en Latinoamérica, rentando el mundo de maldad.
3. Consagración a la obra
Resulta lamentable que, al iniciar en el ministerio de Guerra Espiritual,
muchos hombres y mujeres manifiestan entusiasmo; no es para menos,
despiertan a una dimensión sobrenatural en la que antes no se habían
desenvuelto. Todo resulta novedoso, atrayente y deslumbrador. Sin
embargo, pasado un tiempo, dejan de orar y su desenvolvimiento ministerial
se torna mecánico.
5. Conocer al enemigo
Usted y yo no podemos hacer frente, eficazmente, hasta tanto no
conozcamos los sutiles pero certeros mecanismos que utilizan Satanás y sus
huestes. En criterio del apóstol Pablo, una vida consagrada a Dios debe ir de
la mano con mantenernos alerta “…para que Satanás no gane ventaja alguna
sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.” (2 Corintios 2.11)
6. Ejercer autoridad en fe
Nuestro amado Salvador delegó en nosotros la Gran Comisión, y para
ejercerla, nos dio autoridad. Él dijo a sus discípulos y a nosotros hoy: “Les
dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura.
El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.
Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán
demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y
cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos
sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud. (Marcos 16.15-18. Nueva
Versión Internacional)
Ese poder de Dios, lo ponemos en evidencia por fe. Cuando nos paramos
frente a un endemoniado o tenemos evidencia de un ataque directo de
Satanás, le ponemos de manifiesto nuestra autoridad. Es fe. Tener la certeza
de que Dios la proveyó para usted y para mí, para hacer más eficaz nuestro
desenvolvimiento como Guerreros Espirituales.
“Estoy rodeada por tres brujas”, relató Irma en un correo que me llegó a
primera hora de la mañana, cuando recién encendía el computador y el
teléfono no comenzaba a repicar insistentemente, ocupándome en las
labores cotidianas.
Pensé que igual, hacer riegos o tal vez, colocarles un crucifijo o por qué no,
echar agua bendita…musitó, después de un buen rato.
La batalla no fue fácil. Las señoras la insultaban, sin razón aparente aun
cuando usted y yo sabemos que estar metidos con Dios, prendidos de su
mano, nos convierte en enemigos del mundo de las tinieblas; no debemos
sorprendernos si viene la oposición.
Tal vez usted enfrente una situación similar. Mi recomendación en todos los
casos: dar la batalla en oración.
Respecto a Irma le diré que la batalla duró alrededor de dos meses, pero
después de ese tiempo y de manera “inexplicable” aunque usted y yo
sabemos que el poder de Dios hace posible lo imposible dos de ellas se
mudaron de barrio y una, la más radical en sus prácticas ocultistas, terminó
recibiendo a Jesucristo como Señor y Salvador.
Principio de la Oración
¿Cuál es el significado de orar? ¿Qué significa para usted? ¿Cómo hacerlo? Es
probable que tenga ideas preconcebidas, las mismas que le forjaron desde la
iglesia tradicional a la que asistíamos, en la cual orar era no era otra cosa que
una concatenación de frases, muchas veces sin mayor trascendencia para
nosotros, conocidas como oraciones, novenas y letanías.
¿Desea aprender del Señor Jesús? Sin duda que sí. Una de sus motivaciones
era la oración. ¿Lo sabía? Es lo que aprendemos en las Escrituras: “En
aquellos días se fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando
era de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos, a los cuales llamó
también apóstoles...” (Lucas 6:12, 13).
Aquí hay tres elementos que debes conocer. Se trata de los tipos de oración:
1.- Oración general. - Cuando tú hablas con Dios y le refieres todo lo que
concierne a tu vida, tus necesidades y la petición que tienes de ayuda.
También puede estar orientada a expresar gratitud a Aquél que todo lo
puede.
4.- Oración de clamor. - Cuando nos humillamos delante del Señor para
elevarle una petición específica. Oramos intensamente hasta tanto vemos
una respuesta. En algunas ocasiones nuestras oraciones van acompañadas
con ayuno.
¿Has escuchado frases como: “A pesar de mis oraciones parece que Dios no
me escucha?” Sin duda que sí. En tales casos pueden estarse manifestando
impedimentos a la oración. Te preguntarás, ¿por qué ocurre? Hay varios
aspectos que describimos a continuación.
1-No perdonar a quienes nos provocan mal. La Biblia dice: “Por tanto, si traes
tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja
allí tu ofrenda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y
presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23, 24).
¿Por qué los riegos, amuletos y ritos ocultistas desatan ruina, enfermedad y
muerte?
El Mundial de Fútbol de Johannesburgo, Sudáfrica, se encontraba a
las puertas de comenzar. Afiches, publicidad, propaganda radial y televisiva y
mensajes que iban y venían en todos los teléfonos celulares. En la ciudad, así
como en muchos rincones del planeta, no se hablaba de otra cosa que del
balompié y el certamen que iniciaba. “Será todo un acontecimiento”,
comentaban todos. Expectativa. Entusiasmo. Alegría.
El encargado de aplicar el cuchillo entre los cuernos del animal, frente a unos
dos mil curanderos especializados en medicina tradicional sudafricana, fue el
guerrero septuagenario de la etnia xhosa Zakhele Sigcawu, que pertenece al
clan Tshawe. Durante el ritual, unos 300 brujos invocaron a los antepasados
para que aportasen su energía y quemaron impepho, una hierba tradicional,
reclamando a los dioses de sus antepasados, prosperidad el torneo mundial.
Después de sacrificio, los brujos más antiguos entraron en el estadio y
cantaron y bailaron con su vestimenta tradicional para bendecir también el
interior del recinto.
Hace muchos siglos Dios advirtió a los israelitas y a nosotros hoy, apartarnos
de toda práctica que abra puertas al mundo de las tinieblas: “Cuando entres
a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las
abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a
su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni
sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a
los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace
estas cosas.”(Deuteronomio 18:9-12)
Asumir esos ritos nos separa de nuestro amado Padre celestial pero además,
le otorga a Satanás y sus huestes el derecho legal para afligir nuestras vidas y
traer ruina, enfermedad y muerte. Puede que no alcance a dimensionar el
alcance del problema, pero es real.
No puedo prosperar; cada vez resulta más difícil. Al comienzo, todo pareció
marchar bien, pero hoy día no puedo con las deudas--, confesó una mujer
que acudía, todos los viernes, a una yerbatera en procura de preparaciones
de plantas con las cuales se bañaba, para atraer la suerte.
El rey Salomón enseñó que todo lo mejor, tanto en las dimensiones física
como espiritual, provienen de Dios y de las fuerzas ocultas de las tinieblas:
La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.
(Proverbios 10:22)
No hay tal como suerte. Es nuestro amoroso Padre celestial quien trae lo
mejor para nosotros, como describe el rey David: “Jehová es la porción de mi
herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en
lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado.”(Salmos 16.5,
6)
Es en ese momento cuando Satanás pierde toda autoridad sobre su
existencia y las cadenas que lo atan a la maldad se rompen. ¡Podrá disfrutar
de la libertad! Tomados de la mano del Señor Jesús aseguramos que no
volverán a doblegarnos esas ataduras. ¡Hoy es el día para ser libres!