1. La rebelión Macabea
Los intentos de Antíoco IV helenizar Palestina que se expresaron en los
dos decretos arriba mencionados, encontraron desde el comienzo
resistencias entre la mayoría del pueblo.1 Muy pronto la resistencia se
organiza en forma de rebelión armada. El sacerdote Matatías y sus cinco
hijos (Juan, Simón, Judas, Eleazar y Jonatán) organizaron un grupo
armado que comenzó a tener rápidos éxitos. Con el apoyo valioso de los
fieles a la ley (hassidim), lanzaban rápidos ataques contra los pueblos en
los que destruían los altares paganos, imponían por la fuerza la
circuncisión, eliminaba a los judíos helenistas y se retiraban rápidamente
a los montes. Cuando murió Matatías, dejó como jefe militar de la rebelión
al más aguerrido de sus hijos, a Judas, a quien todos llamaban “Macabeo”
(“el martillo”), nombre que pasó a toda la familia.
Con instinto táctico infalible y con gran conocimiento del terreno, muy
pronto comenzó a cosechar éxitos contra los seléucidas. El primero en
caer en batalla fue Apolonio, gobernador de Samaria (1Mac 3,10-12),
luego fue derrotado y puesto en fuga Serón, el gobernador de Celesiria
(1Mac 3,13-26). Entonces Antíoco IV encargó personalmente a su
lugarteniente Lisias de aplastar la rebelión, éste envió a los generales
Gorgias y Nicanor con un poderoso ejército. Cuando se dirigían a atacar
el campamento de Judas, éstos atacaron y destruyeron el desguarnecido
campamento invasor y luego hicieron otro tanto con el grueso del ejército
sirio hasta derrotarlo completamente (1Mac 3,38-4,25). Lisias
personalmente se dirigió con su ejército hacia Jerusalén y también fue
derrotado, se retiró hacia Antioquía. Antíoco IV, aconsejado por el partido
de los helenizantes, ofrece una amnistía a los rebeldes y revoca los
decretos de persecución religiosa. Judas ocupa Jerusalén con sus tropas
y el 14 de diciembre de 164, justo tres años después de la dedicación del
templo a Baal Šamen, comenzarán de nuevo a ofrecerse sacrificios en
medio del regocijo popular. Para conmemorar estos hechos, se instituye
la fiesta de la dedicación del templo que se ha perpetuado hasta hoy con
el nombre de Hanukka.
Sin embargo, se habían creado profundas divisiones en la sociedad
judía. Las pasiones políticas entre las facciones envueltas en tres años de
guerra civil estaban tan inflamadas que los seléucidas dudaban acerca de
las medidas políticas más adecuadas para Judá. Judas decidió continuar
1
Bibliografía básica para estas páginas: Joaquín González Echegaray y otros, La Biblia en su entorno
(Introducción al estudio de la Biblia 1), Estella (Navarra) 1996, pp. 259-273.
2
Para el reinado de los asmoneos cf. también E. LOHSE, L’ambiente del Nuovo Testamento (Brescia, 1980)
29-33.