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REBELIÓN MACABEA Y REINADO DE LOS ASMONEOS (167-63 a.C.

1. La rebelión Macabea
Los intentos de Antíoco IV helenizar Palestina que se expresaron en los
dos decretos arriba mencionados, encontraron desde el comienzo
resistencias entre la mayoría del pueblo.1 Muy pronto la resistencia se
organiza en forma de rebelión armada. El sacerdote Matatías y sus cinco
hijos (Juan, Simón, Judas, Eleazar y Jonatán) organizaron un grupo
armado que comenzó a tener rápidos éxitos. Con el apoyo valioso de los
fieles a la ley (hassidim), lanzaban rápidos ataques contra los pueblos en
los que destruían los altares paganos, imponían por la fuerza la
circuncisión, eliminaba a los judíos helenistas y se retiraban rápidamente
a los montes. Cuando murió Matatías, dejó como jefe militar de la rebelión
al más aguerrido de sus hijos, a Judas, a quien todos llamaban “Macabeo”
(“el martillo”), nombre que pasó a toda la familia.
Con instinto táctico infalible y con gran conocimiento del terreno, muy
pronto comenzó a cosechar éxitos contra los seléucidas. El primero en
caer en batalla fue Apolonio, gobernador de Samaria (1Mac 3,10-12),
luego fue derrotado y puesto en fuga Serón, el gobernador de Celesiria
(1Mac 3,13-26). Entonces Antíoco IV encargó personalmente a su
lugarteniente Lisias de aplastar la rebelión, éste envió a los generales
Gorgias y Nicanor con un poderoso ejército. Cuando se dirigían a atacar
el campamento de Judas, éstos atacaron y destruyeron el desguarnecido
campamento invasor y luego hicieron otro tanto con el grueso del ejército
sirio hasta derrotarlo completamente (1Mac 3,38-4,25). Lisias
personalmente se dirigió con su ejército hacia Jerusalén y también fue
derrotado, se retiró hacia Antioquía. Antíoco IV, aconsejado por el partido
de los helenizantes, ofrece una amnistía a los rebeldes y revoca los
decretos de persecución religiosa. Judas ocupa Jerusalén con sus tropas
y el 14 de diciembre de 164, justo tres años después de la dedicación del
templo a Baal Šamen, comenzarán de nuevo a ofrecerse sacrificios en
medio del regocijo popular. Para conmemorar estos hechos, se instituye
la fiesta de la dedicación del templo que se ha perpetuado hasta hoy con
el nombre de Hanukka.
Sin embargo, se habían creado profundas divisiones en la sociedad
judía. Las pasiones políticas entre las facciones envueltas en tres años de
guerra civil estaban tan inflamadas que los seléucidas dudaban acerca de
las medidas políticas más adecuadas para Judá. Judas decidió continuar

1
Bibliografía básica para estas páginas: Joaquín González Echegaray y otros, La Biblia en su entorno
(Introducción al estudio de la Biblia 1), Estella (Navarra) 1996, pp. 259-273.

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su resistencia buscando la independencia política, hasta llegó a firmar un
tratado de defensa con Roma (1Mac 8). No obstante, la muerte de Judas
(abril-marzo 160), la revuelta no se detuvo ni los ejércitos seléucidas la
pudieron apagar. Jonatán asumió el liderazgo (160-143) y desde las
zonas rurales extendió gradualmente el dominio sobre Judá, se alió con
facciones seléucidas en disputa tras la muerte de Antíoco y consiguió ser
nombrado sumo sacerdote y comandante civil y militar en Judá (152-
150). Es probable que la aceptación de Jonatan como sumo sacerdote
haya resultado tan desagradable que grupos de judíos piadosos
reaccionaron de manera distinta ante semejante acción. El historiador
judío Flavio Josefo menciona en este momento de la historia tres grupos
religiosos: fariseos, saduceos y esenios. Las diferencias entre ellos eran
por cuestiones como la predestinación, la inmortalidad, la existencia de
los ángeles o el valor de la tradición oral. Una de las ramas del movimiento
esenio terminará por romper totalmente con la rebelión macabea y se
retiró a Qumrán, en las orillas del Mar Muerto, para formar comunidades
ascéticas rigurosas donde pudieran practicar la ley sin compromisos. Los
saduceos eran el partido de la aristocracia sacerdotal y los fariseos eran
los continuadores de los hassidim y representantes del pueblo.
Jonatán es apresado y asesinado el 142, el pueblo eligió a su hermano
Simón como sucesor militar y como sumo sacerdote. El año 141 logró a
dominar totalmente Jerusalén, que no habían logrado sus hermanos y con
ello selló la independencia nacional. En septiembre de 140, una asamblea
de sacerdotes y pueblo, autoridades y senadores del país legitimó los
poderes de Simón como caudillo y sumo sacerdote vitalicio (1Mac 14,21-
42) aunque con algunas limitaciones: hasta que surgiese un profeta
fidedigno. Simón consolidó su poder mediante la renovación del tratado
de amistad con Roma y con Esparta para protegerse de los ataques
seléucidas. Logró recuperar tierras que estaban aún sin reconquistar
(Joppe, Guezer, el acra que entre tanto estaba nuevamente en manos
seléucidas). Simón terminó trágicamente sus días víctima de una
conspiración familiar: su yerno Tolomeo de Abubos, gobernador de Jericó
que pretendía hacerse con el poder, asesinó a Simón y a sus dos hijos
Matatías y Judas, en el 135/134, en las vecindades de Jericó (1Mac 16,11-
16).

2. El reino de los asmoneos (140-63)


Juan Hircano fue el único de los hijos de Simón que escapó al asesinato
de su padre y hermanos2. Se hizo con el control en Jerusalén, asumió las
funciones de sumo sacerdote e intentó sin éxito vengar a su padre y sus

2
Para el reinado de los asmoneos cf. también E. LOHSE, L’ambiente del Nuovo Testamento (Brescia, 1980)
29-33.

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hermanos. Pero tuvo que esperar hasta el 128, cuando repelió el último
intento de Siria por apoderarse de Palestina, para gobernar sobre todo el
país sin impedimentos. Ese mismo año destruyó el templo del monte
Garizim, suprimiendo de esa manera el culto “heterodoxo”, con lo cual
consumó una ruptura irreconciliable entre las dos comunidades. Sometió
también Idumea y, casi al final de su vida dirigió otra campaña contra la
ciudad helenizada de Samaria, la conquistó y la destruyó en el 107. Estas
campañas no las realizó con el ejército nacional que defendía la fe en
Yahvé, sino con tropas mercenarias pagadas por él mismo. Este hecho
encontrará poco apoyo del pueblo y desencadenará la aversión de los
piadosos que lo consideraban como representación de ambiciones
profanas. Con Juan Hircano se inició la dinastía asmonea (Asmon,
antepasado de Matatías): [Simón 142/1-134] Juan Hircano I (134-104),
Aristóbulo I (104-103), Alejandro Janeo (103-76), Alejandra Salomé (76-
67); Aristóbulo II (67-63) [Hircano II (63-40)].
Antes de morir, Hircano legó el sumo sacerdocio a su hijo Aristóbulo
(“Aristóbulo Filoheleno”) y el poder político a su esposa. Aristóbulo no
aceptó la división de poderes, encarceló a sus hermanos, hizo morir de
hambre a su madre; partícipe de su gobierno sólo quiso a su hermano
Antígono, hasta cuando cayó en desgracia y lo hizo matar. Aristóbulo fue
el primer asmoneo que asumió el título de rey. El único hecho que
conocemos de su breve reinado, aparte lo ya mencionado, fue la conquista
de una parte de Galilea a la que sometió a una judaización forzada, como
su padre había hecho con Idumea.
A la muerte de Aristóbulo, su viuda, Alejandra Salomé, liberó de la
cárcel a sus hermanos se casó con uno de ellos y lo nombró sumo
sacerdote. Era Alejandro Janeo (103-76), que cambió su nombre Jonatán
por la forma griega Janeo. Aunque expandió el territorio hasta alcanzar
una extensión casi comparable a la de tiempos de Salomón, a su reino le
faltó cohesión interna. En buena parte se debía a la crueldad del rey
contra los fariseos y sus aliados. En una de las rebeliones, Janeo crucificó
en Jerusalén a 800 de los rebelados mientras banqueteaba con sus
concubinas. Cuando murió, luego de una larga enfermedad, el reino
asmoneo había conquistado su máxima extensión.
Alejandra Salomé sucedió a su esposo, se dice que gobernó durante
nueve años (76-67) con prudencia y sabiduría. Nombró sumo sacerdote
a su hijo Hircano II y permitió que los fariseos controlaran el poder de la
gerousía o sanedrín del cual hasta ahora sólo habían hecho parte grandes
sacerdotes y ancianos. Ante las venganzas de los fariseos contra los
partidarios del Janeo, el hijo menor de la reina, Aristóbulo, consiguió que
ella limitara los poderes de los fariseos so pena de tomarse el poder.
Alejandra Salomé actuó con prudencia y evitó emprender acciones
militares. Se interesó más bien de consolidar la paz al interior del país.

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Hircano II asumió el poder a la muerte de su madre, pero Aristóbulo
II (67-63) le arrebató realeza y sumo sacerdocio, aunque le dejó sus
rentas. Intervino Antípatro, gobernador de Idumea y padre del futuro
Herodes el grande, que se puso a favor de Hircano y puso de su lado a
Aretas, rey nabateo (cuya capital era Petra). Cuando las tropas mixtas
avanzaban hacia Jerusalén y comenzaban el asedio, entró en escena la
superpotencia de Roma. Pompeyo, que había llegado en el 66 a Asia,
acabó en el 64 definitivamente con el imperio seléucida y transformó Siria
en provincia romana. Tres delegaciones le vienen de Jerusalén: una de
cada uno de los contendores pidiendo apoyo para su propia causa y una
tercera del pueblo que rechazaba a ambos contendientes y pedía la
restauración de la antigua teocracia. El reino de los asmoneos no sólo
había perdido su relevancia internacional, sino que ni siquiera tenía
sostenedores entre el pueblo judío. El final de la dinastía asmonea estaba
próximo. Pompeyo se tomó su tiempo para decidir. Eso desesperó a
Aristóbulo que quiso asegurar su reino con medidas militares. Pompeyo
marchó hacia Jerusalén, Aristóbulo y los suyos se encerraron en la ciudad,
pero luego de tres meses de asedio fue vencida su resistencia. Pompeyo
entró en Jerusalén, penetró en el templo hasta el santo de los santos.
Aunque bien pronto ordenaría que se restableciera el culto, con la toma
del templo, a mediados del 63 sucumbió el último vestigio de la soberanía
asmonea y la independencia nacional tan difícilmente conquistada.

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