Alas Vegas

un juego salvaje
de malas apuestas,
deudas terribles,
y muertes desafortunadas

por James Wallis

Con material adicional de Richard Dansky, Matt Forbeck,

Gareth Ryder-Hanrahan, Kenneth Hite, Robin D. Laws,
Johnstone Metzger, Mike Selinker, Sean Smith,
John Scott Tynes, Allen Varney
y Laurent Devernay y Jerome Larre.

Arte de John Coulthart, Dennis Detwiller, John Kovalic y Daniel Jimbert.

Alas Vegas está ideado, diseñado, escrito y presentado por James Wallis.
Diseño interior de John Coulthart, Dennis Detwiller y John Kovalic.
Texto adicional de Richard Dansky. Matt Forbeck, Gareth Ryder-Hanrahan,
Kenneth Hite, Laurent Devernay y Jerome Larre, Robin D. Laws, Johnstone
Metzger, Mike Selinker, Sean Smith, John Scott Tynes y Allen Varney.
Probadores del juego: Gareth Briggs, Cat Tobin, Dominique Peters, William
McKie, John Kovalic, Kenneth Hite, Gareth Ryder-Hanrahan, Gregor Hutton,
Brian Nisbet, Shevaun Frazier, Alan Jackson, Simon Rogers, Steve Dempsey y
John Anderson.
Todo el material de esta publicación está protegido por el copyright © 2017 de
sus creadores originales y no puede ser reproducido ni utilizado sin su permiso
expreso, con la excepción del texto de las páginas 10-31 que está disponible bajo
una licencia Creative Commons como se describe en la página 394, gracias a los
patrocinadores de Kickstarter.
Los personajes Nate Bards y Patrick Dennis llevan el nombre de sus patrocinadores
de Kickstarter, Nathan Bardsley y Derek Pearcy. Los jugadores de ejemplo Simon
Rogers, Scott Barrett y Troy Hall aparecen por cortesía de sus homónimos en el
mundo real, también patrocinadores de Kickstarter. El personaje Hanna Järvinen
de “Reyes Hechiceros” recibe su nombre de la patrocinadora de Kickstarter
Hanna Järvinen.
El personaje Jeff Mackintosh se llama así por Jeff Mackintosh, a quien echamos
mucho de menos. Todos los demás personajes de esta obra son ficticios y no
tienen relación con ninguna persona viva o muerta, excepto Elvis, el Rat Pack y
el Ermitaño.
Escrito en Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Noruega, Suecia y el sur de Londres, en
trenes, aviones, autobuses y en el infierno.

Edición española
Editado por Víctor Romero.
Traducido por Ascen Martín Díaz.
Maquetado por Víctor Romero.
Corregido por Alejandra González y Juan Carlos Manchado “Torlen”.
Ilustrado por Daniel Jimbert.

ISBN: 978-84-122078-4-2 DL: C 1084-2020

4 Alas Vegas

Índice
Introducción 8

El Sistema Fuga 10

Alas Vegas, por James Wallis 32

Consejos para los Dealers 34
Escenario 41
Primer acto: Primavera 49
Segundo acto: Verano 85
Tercer acto: Otoño 121
Cuarto acto: Invierno 157

Contenido adicional
Igualar la apuesta, por Sean Smith 193
La guía para emborracharse en Vegas, por John Scott Tynes 198
El Big Board en el Adelphi, por Mike Selinker 210
Alas Vegas: Apuestas en partida, por Matt Forbeck 219
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas, por Rich Dansky 224
Salto al tarot en otros juegos, por Robin D. Laws 238
Índice 5

Matar a Bugsy Siegel, por Kenneth Hite 244

Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan 256

Copas 262
Bastos 275
Oros 286
Espadas 296

Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger y Allen Varney 306

La fortaleza de la inmundicia 311
La montaña sagrada 328
Las ciudades de los hombres 334
La ciudadela de los elfos 340
La cuenca abismal 345

Recordando al Hombre Cósmico,

por Laurent Devernay y Jerome Larre 354
El fin del mundo 360
Tarea de tontos 369
Los hombres muertos no mienten 375
Última voluntad y testamento 382

Notas del diseñador 389

Licencia Creative Commons 394

6 Alas Vegas

Dedicado a Becky y Darrell Ottery

de Eclectic Games, en Reading,
por su apoyo, paciencia y dinero.
8 Alas Vegas
Introducción
Estás en el desierto: una tierra inhóspi-
ta y llena de maleza con montañas a lo
lejos. La luna sin alma emite una luz te-
nue. Hay más personas aquí, desnudas
como tú, manchadas de suciedad y ob-
servando en silencio. Detrás de ti, en el
hoyo, un cuerpo se sacude y otro regresa.
¿Quién te enterró para que murieras
aquí, en este desierto? ¿Cómo llegaste a
este lugar? ¿Por qué no lo recuerdas?
¿Por qué no recuerdas nada?
Acerca de este libro
Alas Vegas es un juego sobre el pecado,
la memoria, los juegos de azar y la re-
dención, con una fuerte dosis de alego-
ría y un toque de película de robos clá-
sica de los años sesenta. Considéralo un
Miedo y asco en Las Vegas, pero escrito
por Franz Kafka; Ocean’s Eleven dirigi-
da por David Lynch; o Resacón en Las
Vegas combinada con la serie El prisio-
nero. Es un viaje con una estructura, un
destino único y un mapa de ruta suge-
rido, pero los detalles quedan a criterio
del Dealer y de los jugadores.
El libro empieza con un capítulo
que describe las reglas de creación
narrativas que necesitarás para jugar a
“Alas Vegas”. Se llama sistema Fuga, y
también se puede usar para jugar otros
juegos, tres de los cuales también están
en este libro: “Yet Already”, de Gareth
Ryder-Hanrahan; “Reyes Hechiceros”,
de Johnstone Metzger; y “Recordando
al Hombre Cósmico”, de Laurent
Devernay y Jerome Larre.
El libro también contiene varios ca-
pítulos de material adicional que pue-
des usar con “Alas Vegas”, además de
“Matar a Bugsy Siegel”, un juego inde-
pendiente ambientado en Las Vegas
pero que utiliza su propio sistema de
reglas, creado por Ken Hite.
Una nota rápida para evitar confu-
siones: Alas Vegas es el nombre del libro,
mientras que “Alas Vegas” (sin cursiva)
es el primer juego que se puede jugar
con las reglas de Fuga, que ocupa la ma-
yor parte de la primera mitad del libro.
Estructura
“Alas Vegas” es un juego de rol post
Gygax/Arneson (es decir, un director
de juego y varios jugadores; el director
de juego controla el escenario y la
historia, mientras que los jugadores
controlan a los personajes individuales
dentro del escenario) diseñado para
durar cuatro sesiones de juego, cada
una de ellas de 3 a 4 horas de duración.
Los personajes de los jugadores
empiezan sin saber quiénes son,
dónde están, cómo llegaron allí o qué
se supone que deben hacer. Al final de
la última sesión habrán descubierto
la mayoría de las respuestas, habrán
aprendido lo que tienen que hacer para
finalizar sus historias en este lugar
y, con un poco de suerte, las habrán
concluido de forma satisfactoria.
“Alas Vegas” necesita un jugador que
actúe como director de juego (conoci-
Introducción
do como el Dealer) para guiar la histo-
ria y gestionar la acción. Sin embargo,
no hay un solo director de juego que
supervise todas las sesiones del juego.
En lugar de eso, un jugador diferente
adopta la función de Dealer para cada
uno de los cuatro capítulos, sin saber lo
que vendrá más tarde en la trama.
La razón de esto es que el escenario y
la historia de “Alas Vegas” (y otros jue-
gos de Fuga) contienen una serie de se-
cretos y revelaciones, y si la persona que
dirige el juego sabe cuáles son de ante-
mano, puede ser difícil no revelarlas
por accidente a los jugadores. Pero no
puedes renunciar a lo que no sabes. Si
un jugador diferente dirige cada parte
del juego, entonces las sorpresas segui-
rán siendo una sorpresa. Además, signi-
fica que cada sesión tendrá un estilo y
tono diferente, dependiendo de la for-
ma de dirigir el juego y las manías de
ese Dealer, y eso encaja perfectamente
con la estructura del juego.
Para que esto funcione, “Alas Vegas”
se presenta en cinco partes principa-
les: introducción, el sistema Fuga, los
consejos para el Dealer, el escenario y
la historia. La sección Historia se di-
vide en cuatro capítulos individuales,
uno para cada sesión de juego. Todos
pueden leer la Introducción y el siste-
ma Fuga. No deberías leer los consejos
para el Dealer ni la sección Escenario
hasta que te toque ser el Dealer. En ese
momento, también deberías leer el ca-
pítulo de la historia que vas a dirigir
e idealmente todos los capítulos ante-
riores también. La persona que compró
el juego probablemente debería ser el
9
primer Dealer. De esa manera, puede
leer una buena parte de lo que ha paga-
do de inmediato.
“Alas Vegas” está diseñado para cua-
tro jugadores, incluido el Dealer. Ese
es el número ideal. Si algunas personas
están dispuestas a hacer turnos dobles
para ser el Dealer o, si no, para no ser-
lo nunca, entonces puede variar el nú-
mero a más o menos jugadores. Pero
el juego está estructurado para cua-
tro sesiones de juego y funciona me-
jor si cada jugador es el Dealer de una
de esas sesiones. Cinco jugadores está
bien; seis o más puede ser complicado.
Con tres puede funcionar, pero puede
ser difícil en algunos momentos.
Si no has jugado nunca a un juego
de rol, puede que este no sea el mejor
para empezar. Si tus compañeros tie-
nen experiencia con juegos de rol y jue-
gos narrativos y te explican cómo fun-
ciona el proceso, o si has hecho alguna
obra de improvisación teatral o talle-
res de cuentacuentos o escritura creati-
va, entonces no deberías tener proble-
mas. Pero “Alas Vegas” no está diseñado
como un juego introductorio y no con-
tiene consejos para principiantes. Lo
ideal es que todos los Dealers sean per-
sonas que ya hayan dirigido varios jue-
gos de rol y que se sientan cómodos con
juegos que no utilicen dados o monto-
nes de tablas para resolver las cosas.
10
El sistema Fuga
El conjunto de mecanismos utilizados
para dirigir “Alas Vegas” se llama siste-
ma Fuga, o simplemente Fuga. La me-
cánica ha sido diseñada específicamen-
te para satisfacer las necesidades de un
tipo de juego narrativo en concreto.
Fuga también se puede utilizar para
otros juegos, incluidos: “Yet Already”,
de Gareth Ryder-Hanrahan; “Reyes
Hechiceros”, de Johnstone Metzger; y
“Recordando al Hombre Cósmico”, de
Laurent Devernay y Jerome Larre, que
forman parte de este libro. Las mecáni-
cas de Fuga se han publicado bajo una
licencia Creative Commons, que permi-
te a cualquiera utilizarlas en su material
propio. Encontrarás más información
al respecto en la página 394.
Fuga es un motor de juego que per-
mite construir y contar la historia de un
grupo de personajes que empiezan con
una amnesia total y que recuperan los re-
cuerdos de sí mismos, de su pasado, de
sus conexiones, de sus habilidades y de
sus secretos a medida que avanza la his-
toria. Lo que realmente lo diferencia de
la mayoría de los juegos de rol es que está
construido para contar una historia que
dura una cantidad de tiempo predeter-
minada (en “Alas Vegas” son cuatro se-
siones) y que conduce a un final definiti-
vo. Donde la mayoría de los juegos de rol
son telenovelas continuas y abiertas con
personajes entrando y saliendo de la na-
rración, un juego de Fuga se parece más
a una miniserie de televisión: hay un nú-
mero determinado de episodios y ya está.
Alas Vegas
Fuga es un sistema de juego narrati-
vo. Su diseño mejora la capacidad de los
jugadores para contar una historia a tra-
vés del juego colaborativo. Eso no sig-
nifica que el éxito sea inevitable y, por
supuesto, no significa que se trate de
inventar cosas. El juego, independien-
temente del trasfondo con el que estéis
jugando (y por el bien de la comodidad
y los ejemplos, daremos por sentado que
es el de “Alas Vegas”), proporcionará a
un grupo de jugadores una serie de re-
glas que actúan como base, y un trasfon-
do y un marco narrativo que les permite
construir historias sobre esa base.
Para jugar a un juego Fuga como
“Alas Vegas”, necesitarás este libro,
papel en blanco y bolígrafos. También
necesitarás una baraja de cartas de ta-
rot con imágenes únicas en cada carta,
como la baraja de Rider Waite (algu-
nas barajas de tarot no tienen las ilus-
traciones adecuadas para los Arcanos
Menores; una baraja en la que el sie-
te de espadas solo muestra una ima-
gen de siete espadas no es apropiada
en Fuga), así como algo para escribir y
algo en lo que escribir.
Empezar la partida
Antes de empezar a jugar un juego de
Fuga, debes acordar quién será el pri-
mer Dealer. Esa persona debe leer las
reglas, los consejos para el Dealer, el es-
cenario y el primer capítulo de la histo-
ria de antemano.
El sistema Fuga
Alguien, probablemente el Dealer, de-
bería traer una baraja de tarot, papel
y bolígrafos.
Reuníos.
Todos menos el Dealer deberían ce-
rrar los ojos.
El Dealer lee en voz alta el texto de
introducción.
Abrid los ojos y comenzad a jugar.
Creación de personajes
Personajes jugadores… Mira, ¿puedo
decir algo?
Detesto el término «personaje ju-
gador». Es largo y feo. Siete sílabas,
dieciséis letras. Es una parte esencial
de todo juego de rol y, sin embargo,
es un término de primera generación
que no ha cambiado desde la década
de 1970. Es tosco y nada intuitivo, y
lleva al aún peor «personaje no juga-
dor». Es un término tan desgarbado
que anima a la gente a utilizar las si-
glas PJ y PNJ y hacen que el texto de
los libros de juegos parezca desequili-
brado y demasiado técnico.
También detesto los juegos de rol
que empiezan por redefinir el vocabu-
lario básico convencional, pero detesto
más lo de «personaje jugador».
Hay dos palabras que encajan me-
jor. Está la «persona» y está el «rol». Ya
sabes, como en «juego de rol», donde
interpretas un papel. Pero «rol» es am-
biguo y tiene demasiados significados
para quedar totalmente claro en este
contexto, así que usaré «persona» y
«personae» a lo largo de este juego para
1. Aunque tiene similitudes con la amnesia psicógena y los estados de fuga disociativa, la condición descrita en Fuga es «amnesia de
Hollywood» y no existe en el mundo real. La amnesia es una condición compleja y a menudo desalentadora con muchas causas posi-
bles y sin soluciones fáciles. Fuga no pretende que su representación de la amnesia sea algo más que una cómoda vanidad narrativa.
11
referirme a lo que otros juegos llaman
«personajes jugadores» o «PJ». Y «per-
sonaje del juego» en lugar de «persona-
je no jugador» o «PNJ». Créeme, a la
larga me lo agradecerás y si tienes suer-
te, te explicaré la verdadera razón en
las notas del diseñador más adelante.
¿De acuerdo?
Así que todas las personae empie-
zan un juego de Fuga con amnesia to-
tal1. No recuerdan nada de sí mismos,
ni siquiera sus nombres. Son lienzos en
blanco, indefinidos, incapaces de re-
cordar quiénes son, de dónde vienen o
qué saben hacer. Por lo tanto, el proce-
so de creación de personajes no es tan
complicado como en la mayoría de los
juegos: sin estadísticas, sin habilidades,
sin equipo. Todo el mundo empieza
con un trozo de papel en blanco. Es su
hoja de persona.
En “Alas Vegas”, las personae comien-
zan desnudas en el desierto, temblando
en el frío aire nocturno, al lado de la fosa
poco profunda de la que han salido ca-
vando. Parece que no están heridos, pero
es probable que estén confusos.
Sin embargo, el hecho de que la hoja
de tu persona esté en blanco no signi-
fica que no haya nada que decir al res-
pecto. La creación de la persona se re-
duce a hacer una ronda por todos los
miembros del grupo y cada jugador
cuenta a los demás cómo es su perso-
na. Todo el mundo crea una persona,
incluido el Dealer, aunque la suya fun-
cionará como personaje de juego en la
primera sesión.
12
El grupo tiene cuatro jugadores: Ursu-
la Moth, Scott Barrett, Simon Rogers
y Troy Hall. Ursula es la Dealer de la
primera sesión.
Simon: «Mi persona es de piel oscu-
ra, pero su cara parece más asiática que
africana, especialmente en la zona de
los ojos. Probablemente esté cerca de los
treinta, delgado, bastante enjuto. Lleva
la cabeza afeitada. Tiene un tatuaje en
la parte superior de una cicatriz en su
brazo izquierdo, algo escrito en kanji».
Ursula: «¿Qué dice?».
Simon: «¿Sabes leer kanji? Yo no».
(Ten en cuenta que, aunque Simon
puede tener un plan para lo que dice el
tatuaje de su persona, debido a la for-
ma en que funciona el sistema de flash-
backs de Fuga (ver página 14), otro juga-
dor o el Dealer puede adelantarse a él a
la hora de elegir su significado).
Todas las personae en “Alas Vegas”
son seres humanos normales, o al me-
nos empiezan de esa manera. Nadie
tiene poderes psíquicos, magia, piel
a prueba de balas, implantes ciberné-
ticos, midiclorianos, entrenamiento
ninja, ascendencia sobrenatural, ayu-
dantes invisibles o conciencia meta-
narrativa. Pero como todo el mundo
comienza el juego desnudo, salvo una
fina capa de suciedad, puedes descri-
bir rasgos físicos concretos de tu per-
sonaje: sexo, pelo, cicatrices, comple-
xión, músculos, color de piel, tatuajes
o piercings, extremidades faltantes o
deformes, etc. También puede haber
marcas donde han quitado algo, como
un anillo de bodas o un órgano inter-
no (sin embargo, tú no eres el tipo de
Alas Vegas
Memento y los tatuajes no mostrarán
un mensaje para recordarte quién eres
o qué está pasando).
Para dar a los jugadores algunas cla-
ves iniciales con las que trabajar, es po-
sible que quieran pensar en alguien a
quien su persona se parezca físicamen-
te y alguien al que suenen igual, como
un famoso o una figura histórica. Esto
es opcional, pero algunos grupos lo
encuentran útil para manejar rápida-
mente su persona y ayuda a recordar
quién es quién.
Ursula: «Mi persona parece una Julie
Andrews adicta a la metanfetamina de
unos 40 años, y habla como Edie Falco
en Los Soprano. El tatuaje de la maripo-
sa en su hombro está algo borroso por el
paso del tiempo».
Algunos elementos básicos
Hay algunas cosas que todas las per-
sonae pueden recordar. Lo más im-
portante es que se acuerdan de cómo
hablar en su lengua materna. Se re-
comienda que todos hablen el mismo
idioma. A discreción del Dealer, tam-
bién pueden recordar cómo leer y es-
cribir en ese idioma. Recuerdan ha-
bilidades básicas: cómo comer, qué es
una llave y cómo funcionan la ropa y
el dinero, a menos que se quiera jugar
una partida donde tengan que volver a
aprender todo desde cero.
No recuerdan nada de las otras per-
sonae, ni siquiera las reconocen. Eso
puede venir después.
El sistema Fuga
Hay más sobre las habilidades y las
que se supone que tienen las personae
en la página 14, pero, en última instan-
cia, todo depende del Dealer y de los lí-
mites de este juego Fuga en particular.
Una cosa más
¿Hay algún dato que olvidas de ti mis-
mo de vez en cuando? Yo tengo varios.
Olvido que mi pelo es gris, olvido que
mi nariz tiene una forma diferente
ahora y mis dos dientes de oro. Así que
supongamos que hay algo que tu perso-
na también olvidó mencionar sobre sí
mismo, algo que notaría la persona que
está de pie junto a ella.
De este modo, cuando el jugador
haya terminado de describir a su per-
sona, el jugador de su izquierda pue-
de añadir un dato físico más sobre él.
Todo vale dentro de lo razonable. Hay
algunas pautas:
No puedes contradecir nada de lo que
el jugador del personaje ya ha descrito.
Puede ser malo, bueno o neutral,
pero no puede ser incapacitante. No se
puede declarar que a una persona le fal-
ta una pierna o un ojo, o que es sorda o
muy vieja ni nada parecido.
El jugador puede vetar tu primera su-
gerencia. Sin embargo, si lo hace, tienes
una segunda sugerencia, que debe ser
muy diferente a la primera. Si rechaza
un tatuaje en la frente que dice «Backs-
treet Boy», no puedes seguir sugiriendo
un tatuaje en el cuello que diga «New Kid
On The Block» o cualquier otro tatuaje
que haga referencia a «boy bands». Tiene
que aceptar tu segunda sugerencia.
13
No seas ruin. No vas a recibir una
réplica inmediata por serlo, pero es po-
sible que te ganes algún enemigo si lo
eres, y no necesitas más enemigos en
“Alas Vegas”.
Troy: «La persona de Scott tiene una
marca de quemadura en la espalda. Pa-
rece como si hubieran presionado un
metal candente contra su piel, de unos
30 cm de largo. Tiene la forma de una
luna creciente».
Significador
La otra cosa que cada persona recibe al
comienzo de un juego Fuga es un Sig-
nificador. El Dealer reparte cartas del
mazo de tarot boca arriba a cada juga-
dor hasta que todos tengan una carta
de Arcano Mayor delante de ellos. Este
es el Significador de su persona. Lo es-
criben en su hoja.
La tarjeta no representa a la perso-
na, su personalidad, su historia o cual-
quier parte de ella. Al menos no ne-
cesariamente. Sin embargo, cuando el
mazo de cartas se usa como parte del
juego (ver página 21), si el Significador
de una persona aparece en el transcur-
so de una acción, entonces ese perso-
naje tendrá un Momento Significativo
(ver página 28).
14
DEFINIENDO A
LAS PERSONAE
Flashbacks
En lugar de crear personajes con perso-
nalidades y habilidades totalmente de-
finidas al principio del juego, como se
hace en la mayoría de los juegos de rol,
en Fuga el proceso de definición de una
persona es parte del juego principal. A
medida que la historia avanza, las per-
sonae empezarán a recordar partes de
su vida pasada, y cada uno de esos re-
cuerdos (flashbacks) también definirá
una habilidad de esa persona.
Tener un flashback es tan simple
como describir un incidente o frag-
mento que la persona ha recordado. La
acción fundamental que está llevando a
cabo en el flashback se convierte en una
habilidad que ha recordado cómo utili-
zar. Lo escribe en su hoja.
Scott: «Recuerdo una habitación de azu-
lejos blancos con un mostrador de már-
mol. Estaba usando un cuchillo de car-
nicero pesado para cortar un gran trozo
de carne, macheteando el hueso. Tal vez
era carnicero».
El Dealer: «Tanto si eras carnice-
ro como cualquier otra cosa es elección
tuya, pero sin duda puedes usar el cuchi-
llo que encontraste en la mano del cadá-
ver como arma. El gruñido se acerca».
Scott escribe: «¿Usa el cuchillo como
arma, machetear carne en una habita-
ción de azulejos blancos, tal vez carnice-
ro...?» en la hoja de su persona.
Alas Vegas
Si parece muy conveniente que, de
la misma manera que una persona en-
contró un objeto útil, recuerde que an-
teriormente usó uno igual, entonces
debes tener en cuenta que tal vez es
el incidente o el objeto el que ha des-
encadenado el flashback. También hay
que recordar que se trata de un juego
en el que la naturaleza de la realidad
es cuestionable y que los temas y los
momentos clave de la vida anterior re-
aparecerán en el presente, por buenas
razones. En otras palabras, ten cuidado
con lo que deseas.
Habilidades
En Fuga cada persona puede hacer de
todo, igual que un ser humano medio
del primer mundo moderno. Puede ca-
minar durante un par de horas a 4 ki-
lómetros por hora, sabe leer y escribir,
hacer operaciones matemáticas senci-
llas, asearse de forma básica, pelear y
disparar un arma en dirección a un ob-
jetivo. Para hacer algo más que eso, o
con cualquier grado de experiencia, se
requiere una habilidad.
Si tienes una habilidad, significa
que tienes habilidades en ese campo en
particular. Esto no indica que seas úni-
co o imbatible en ese ámbito. Las ha-
bilidades existen en un nivel: se puede
hacer algo o no se puede. Si puedes ha-
cerlo, entonces, si las cartas lo permi-
ten, de vez en cuando puedes hacerlo
superbién, pero aquí no hay escalas de
percentiles. Si quieres tener un flash-
back sobre ganar el premio Nobel de
Física o ser elegido presidente de los
EE.UU. está bien. Tienes una habili-
El sistema Fuga
dad normal para ello, igual que todos
los demás. Y como la persona comien-
za con amnesia, es posible que necesite
recordar habilidades que la mayoría de
las personae dan por sentadas.
Pero las personae solo pueden darse
una habilidad por sesión (con un flash-
back relacionado con ella) y a veces ne-
cesitas de veras un ladrón de cajas fuer-
tes o un conductor para escapar. Por
ese motivo puedes concederles habili-
dades (y flashbacks) a otras personae.
Obtener habilidades y
tener flashbacks
Hay cuatro maneras de obtener habili-
dades nuevas (y tener flashbacks, ya que
las dos van siempre de la mano):
Una vez por sesión de juego (pero
dos veces en la primera sesión), un ju-
gador puede crear un flashback y, por lo
tanto, una habilidad para su persona.
Una vez por sesión de juego, cada
jugador puede describir un flashback (y
dar una habilidad) a la persona de otro
jugador. El flashback debe incluir a la
persona que lo recibe y a la persona del
jugador que crea el flashback. Los dos
jugadores no pueden discutir de ante-
mano cuál será el flashback, aunque sí
la habilidad. El Dealer tiene veto sobre
la habilidad, pero no sobre el flashback.
Si el Significador de una persona
aparece en la partida, el Dealer le da
un flashback y una habilidad. Si el Sig-
nificador está en manos de otra perso-
na, entonces esa persona aparece en el
flashback, pero no obtiene el recuerdo
ni una habilidad.
15
En raras ocasiones, una persona
puede encontrarse con un personaje
del juego o con un evento que le haga
recordar algo de su vida anterior. Esto
suele formar parte de la historia del
juego, y el Dealer decidirá tanto el flas-
hback como la habilidad relacionada.
Ya has visto el primer tipo de flash-
back. Veamos un ejemplo del segundo
tipo, donde un jugador le da un recuer-
do a la persona de otro jugador:
Troy: «¡Alcohol! Llego a la barra, cojo una
botella de whisky. Tío, tal vez era camare-
ro. Podría hacer cócteles para todos».
Simon: «Mirando la botella, Troy
tiene un flashback repentino. Está afue-
ra, agachado en campo abierto, en al-
gún lugar boscoso. Está oscuro, llueve,
hace mucho frío. Mi persona está apoya-
da contra un árbol cercano. Parece que
está inconsciente. Troy está empapado
hasta los huesos, agarrando una botella
rota de whisky, sollozando y gritando.
Lleva ahí toda la noche. Se ha quitado
la camisa y la está usando para vendar
un gran corte en su brazo izquierdo. Es
donde se hizo esa cicatriz. La lluvia ha
emborronado la sangre».
Troy: «Oh, genial. ¿Qué habilidad
consigo con eso?».
Simon: «Vendar una herida en el
campo».
El Dealer: «Permitiré eso».
Recuerda que, aunque la persona de
Simon está presente en el flashback, no
tendrá un recuerdo de este incidente,
ni una habilidad que surja de él.
16
Este también es un ejemplo de Si-
mon siendo un imbécil. Es más útil dar-
le a alguien una combinación de habili-
dad y flashback en una situación donde
lo necesita o cuando ha encontrado un
objeto que necesita usar o un problema
que tiene que resolver. Tal vez a Simon
no le guste la idea de los cócteles.
He aquí un ejemplo del tercer tipo
de flashback, donde el Dealer le da a
una persona un flashback a partir de
un Significador:
Las personae de Scott y Troy están in-
mersas en una pelea a cuchillo con un
par de lugareños y no les está yendo bien,
sobre todo porque no tienen habilidades
apropiadas. En medio de la disputa, el
Significador de Scott, la Emperatriz, apa-
rece en la mano de cartas de Troy.
El Dealer: «Scott, recuerdas haber
peleado. Es de noche, estás en el jar-
dín trasero de tu casa, hay muchas la-
tas de cerveza vacías y huele a humo de
barbacoa. Estás desnudo hasta la cin-
tura, rodeando al otro tipo. Tú tienes
un cuchillo de trinchar, él tiene un cu-
chillo con muy mala pinta. Una mujer
está apoyada en la valla, mirando. Es
la misma mujer del último flashback y
está igual de atractiva. Ambos seguís
mirándola. ¿Esta pelea es por ella? No
te acuerdas. Está emocionada, pero no
parece importarle quién gane».
Scott: «¿Así que mi habilidad es pe-
lear con cuchillo?».
El Dealer: «Sí».
Troy: «¿Quién era la persona con la
que Scott peleaba?».
El Dealer: «Tú».
Troy: «¿Así que yo también peleo
con cuchillos?».
El Dealer: «No, tú no lo recuerdas».
Alas Vegas
El flashback puede basarse o no en
las imágenes del Significador. Las car-
tas del tarot son útiles como detonan-
tes para las ideas narrativas, pero no os
sintáis limitados por ellas.
La persona del jugador que controla
la mano que tiene el Significador debe
aparecer en el flashback. De forma op-
cional, puedes ampliarlo para incluir a
los personajes del juego, aunque puede
ser mejor restringirlo hasta que sea un
personaje significativo. En el caso de
“Alas Vegas”, por ejemplo, déjalo para
los jefes de los casinos.
Es posible que dos Significadores
aparezcan en la misma mano de car-
tas. En ese caso, ambas personae tienen
el mismo flashback y ambas consiguen
una habilidad, aunque no necesaria-
mente la misma.
Este es el cuarto tipo, donde un perso-
naje del juego desencadena un flashback:
El Dealer: «Troy, el tipo te mira con fas-
tidio. “Tío, ¿no me reconoces? Soy Greg,
(¿tu cuñado?) Aunque yo... ¿eso toda-
vía cuenta después de la desaparición
de Mary?”. Y tu mente se llena con la
imagen: el crepúsculo, la sangre en el
parabrisas del coche, el tictac del metal
enfriándose, el largo esfuerzo de arras-
trar el cuerpo hasta las profundidades
del bosque».
Troy: «¿Estás diciendo que yo...?».
El Dealer: «Solo te digo lo que
recuerdas».
Troy: «Pero al menos también consi-
go una habilidad, ¿no?».
El Dealer: «Sí, es “esconder un
cadáver”».
El sistema Fuga
De dondequiera que provengan, to-
dos los flashbacks deben ser desenca-
denados por algo que se encuentre en
los alrededores de la persona: algo que
note o experimente, algo que alguien
diga o una necesidad que se dé cuenta
de que tiene. Los flashbacks no pueden
surgir de la nada.
Cuando una persona tiene un flas-
hback, el jugador debe escribirlo en la
hoja junto con la habilidad con la que
está relacionado. Si añade una nota so-
bre cómo la obtuvo, quién más estuvo
involucrado o qué cabrón se la dio, es
decisión suya.
Los flashbacks que tu persona recibe
de otros jugadores o del Dealer deben
representar el tipo de recuerdo que es-
perabas que permaneciera enterrado,
que no quieres recordar. Y huelga decir
que, aunque los demás jugadores pue-
den escuchar los flashbacks de tu perso-
na, sus personae en la partida no saben
absolutamente nada de estos recuer-
dos, a menos que les digas que les estás
contando lo que has recordado.
Ningún personaje controlado por
el Dealer (es decir, cualquier personaje
del juego, incluido el suyo) puede te-
ner flashbacks ni adquirir nuevas habi-
lidades. El Dealer puede incluirlos en
cualquier flashback provocado por la
aparición de un Significador, pero no
pueden obtener nuevas habilidades ni
tener flashbacks propios.
17
Lo que no son los flashbacks
Al igual que en la creación del perso-
naje, las personae son seres humanos
normales. Esto significa que muchos
flashbacks están prohibidos. No pueden
recordar tener superpoderes ni habili-
dades sobrenaturales. No pueden recor-
dar tener conocimientos especializados
que les den información que solo está
disponible para el Dealer. El que recuer-
den haber estado en este lugar antes de-
pende de la historia de Fuga que estés
usando, pero en “Alas Vegas” no pueden.
No pueden reconocer espontánea-
mente a los personajes del juego como
amigos, parientes o conocidos de sus
vidas anteriores. Hay un par de si-
tuaciones en “Alas Vegas” donde re-
conocerán a alguien, pero son casos
específicos. Aunque parece raro, su
conocimiento de los famosos no pare-
ce estar afectado: si alguien menciona
a Elvis o a Siegfried y Roy, recuerdan
quiénes son esas personas. ¿Recordar
el nombre de su madre? Claro, si quie-
ren gastar un flashback en ello.
Ampliar un flashback
Una vez que se ha producido un flash-
back, el Dealer y otros jugadores pueden
usar futuros flashbacks para desarrollar-
lo más, añadiendo nuevas perspectivas
y puntos de vista al suceso original. No
pueden cambiar los detalles de lo que
ya se ha creado, pero pueden modificar
el tono o las circunstancias.
El sistema Fuga
Troy: «Bien, necesito la habilidad de si-
gilo… Tengo un flashback en el que ca-
mino a hurtadillas por los pasillos que
están bajo el viejo hospital, tratando de
encontrar la fuente de un ruido sordo.
Miro por la puerta de lo que debió ser
la morgue: paredes de azulejos, losas de
mármol blanco… La persona de Scott
está ahí, cortando trozos de algo en una
losa con un cuchillo de carnicero. Hay
un pentáculo enorme pintado con sangre
en la pared detrás de él. Le doy la vuelta
a lo que está sobre la losa y veo qué es».
El Dealer: «¿Qué es?».
Troy: «Es Simon. Bueno, casi la
mitad de él».
Simón: «¿Qué? No puedes...».
Troy: «Joder. ¿No he hablado claro?».
ACCIONES
Hay tres tipos principales de acciones
en Fuga: acciones básicas, acciones es-
pecializadas y acciones enfrentadas.
Acción básica
Si una persona quiere hacer algo que
cualquier ser humano normal podría
hacer, lo consigue automáticamente. Es
poco probable que estas habilidades se
vean afectadas por la amnesia, e incluyen:
C Hablar su lengua materna.
C Leer y escribir en su lengua materna
(a discreción del Dealer).
C Disparar un arma en la dirección
aproximada de un objetivo.
C Nadar.
C Cualquier otra cosa que el Dealer
decida que es razonable.
19
Acciones que no pueden hacer
automáticamente:
C Recordar conocimientos especia-
lizados o aprendidos (por ejemplo,
química, física, cocina, contabili-
dad, informática, taxidermia, carto-
grafía, etc.).
C Conducir un coche.
C Reparar maquinaria.
C Disparar un arma con precisión o
cargar un arma.
C Artes marciales.
C Jugar un juego de habilidad o de azar.
Acción especializada
Cuando una persona intenta hacer algo
que pondría a prueba las habilidades
de una persona normal, pero sin que
nadie ni nada intente detenerla activa-
mente, se trata de una acción especiali-
zada. Pueden darse tres situaciones:
Sin habilidad
Si el personaje no tiene ninguna habi-
lidad relevante, el Dealer asigna a la ta-
rea un valor de dificultad entre 3 y 12
(donde 3 es el más fácil, 12 es el más di-
fícil) y gira la carta superior del mazo
de tarot. Si la carta es un Arcano Me-
nor y el número es igual o mayor que el
valor de dificultad, la acción tiene éxi-
to. Si el número es menor, falla. Si la
carta es uno de los Arcanos Mayores,
falla inmediatamente y además no pue-
de volver a intentarlo.
20
Habilidad relevante
Si la persona tiene una habilidad que
es relevante para la tarea, entonces sus
posibilidades de éxito son mucho ma-
yores. El Dealer asigna a la acción un
valor de dificultad entre 3 y 12, como en
el caso anterior, y gira la carta de arri-
ba. Si la carta es un Arcano Menor y el
número es igual o mayor que el valor
de dificultad, la acción tiene éxito. Si
el número es menor, la acción falla. Si
la carta es uno de los Arcanos Mayores,
tiene éxito inmediatamente.
Más sencillo
En su defecto, si una persona quiere
probar una acción para la cual tiene una
habilidad relevante, el Dealer puede
simplemente declarar que tiene éxito.
Es más sencillo y rápido de esa manera.
El tiempo pasa
Esta es una regla opcional para deter-
minar cuánto tiempo se tarda en reali-
zar una tarea. No creas que debes usar-
la todo el tiempo, es mejor guardarla
para tareas difíciles o vitales, o una en
la que el tiempo apremie.
Si la persona no tiene ninguna ha-
bilidad que sea relevante para la tarea,
el Dealer le asigna un valor de dificul-
tad entre 3 y 12, especifica horas, mi-
nutos o segundos y gira la carta su-
perior del mazo de tarot. Cualquier
carta de los Arcanos Mayores es un fa-
llo automático e inmediato. Cualquier
carta de los Arcanos Menores indica
cuánto tiempo se ha gastado tratan-
Alas Vegas
do de hacer la acción; si no supera el
valor de dificultad, entonces la acción
ha fallado.
Si la persona tiene una habilidad que
es relevante para la tarea, tendrá éxito.
La única pregunta es cuánto tiempo le
lleva. El Dealer especifica horas, minu-
tos o segundos, y gira una carta. Si es un
Arcano Menor, el número de la carta
es el tiempo que ha llevado hasta aho-
ra; si la carta supera el valor de dificul-
tad, entonces el trabajo está hecho. Si se
trata de un Arcano Mayor, el personaje
tiene éxito inmediatamente.
Ursula: «¿Dijiste que era una vieja caja
fuerte? Voy a pegar la oreja a la puerta,
a ver si puedo oír los bulones de cierre al
girar la rueda para trabajar en la com-
binación. Y además soy una experta en
cerraduras».
El Dealer: «Por supuesto que puedes
intentarlo. La dificultad es 5 y probable-
mente tardarás unos minutos». (El Dea-
ler gira una carta. Es el cuatro de bas-
tos) «Pasan cuatro minutos». (Gira otra
carta: el siete de oros). «Después de otros
siete minutos, notas el clic del bloqueo.
¿Quieres abrir la puerta?».
Agregar narrativa
En todos los casos, tanto si el resultado
es un éxito como si no, el jugador debe
describir parte de lo que sucede como
consecuencia de su intento, usando
parte o toda la ilustración simbólica de
la última carta entregada como pie o
inspiración. No importa si no están fa-
miliarizados con las cartas del tarot. De
hecho, puede ser una ventaja.
El sistema Fuga
Simon: «Voy a intentar puentear el Ca-
dillac. No sé de coches, pero es un modelo
antiguo. La electricidad debería ser bas-
tante simple».
El Dealer: «Eso tiene una dificultad de
8 y como nunca lo has hecho antes, tar-
darás unos minutos». (El Dealer gira una
carta. Es un Arcano Mayor, La Torre, que
representa una explosión). «Sale mal».
Simon: «Está bien, le arranco el con-
tacto. Salta una chispa entre dos cables.
Hay un leve sonido de fastidio cuando
algo detrás del salpicadero se incendia.
Chicos, tenemos que intentarlo con otro
coche, rápido».
ACCIONES
ENFRENTADAS
Y COMBATE
Una acción enfrentada es aquella en la
que dos o más personajes trabajan ac-
tivamente uno contra otro. El ejemplo
evidente es una pelea. Un ejemplo me-
nos evidente es una partida de póquer.
La mecánica de juego utilizada
para resolver las acciones enfrenta-
das es una versión del juego de casi-
no blackjack, también conocido como
pontoon, vingt-et-un o veintiuno. En el
sistema Fuga, para jugar se utiliza una
baraja de cartas del tarot.
21
Blackjack
Si no conoces el blackjack, es un juego de
apuestas que normalmente se juega con
una baraja de cartas normal. Todos los
jugadores compiten contra un solo cru-
pier. Todos, incluido el crupier, inten-
tan conseguir una mano de cartas que
sume 21, pero no más, o lo más cerca po-
sible a esa cifra. La mano más alta gana.
Las manos empiezan con dos cartas
y en su turno el jugador puede pedirle
al crupier más si quiere, lo que se cono-
ce como un twist. Puede plantarse (pa-
rar) en cualquier momento y así termi-
na su turno. Si el total de la mano suma
más de 21, se pasa y su apuesta va para
el crupier. Todas las figuras valen 10; los
ases valen 1 u 11.
Conseguir 21 con dos cartas se cono-
ce como blackjack y normalmente gana
la mano. Cuando todos se han planta-
do o se han arruinado, el crupier juega
su turno.
Hay algunos casos especiales y re-
glas de la casa (como conseguir 21 o
menos con cinco cartas o el rarísimo
Triple 7), pero es bastante sencillo.
Si no conoces las reglas, consulta en
Internet. Wikipedia tiene una buena
descripción del juego.
22
Pero
Hay una serie de diferencias importan-
tes entre el blackjack normal y la ver-
sión Fuga. La primera ya se ha mencio-
nado: usa un mazo de tarot en lugar de
un mazo de cartas normal y el uso de
estas cartas da las probabilidades nor-
males para que el juego salga.
Segunda, no hay apuestas de mesa.
Juegas para ganar o perder.
Tercera, a medida que se juega la
mano, las cartas de cada jugador se en-
señan una a una (ver a continuación) y
después del reparto básico de dos car-
tas, se distribuyen una a una. En otras
palabras, en tu turno solo puedes pedir
una carta (twist) o ninguna (plantarse),
entonces el Dealer pasa al siguiente ju-
gador. El Dealer es el último en jugar
por todos los personajes del juego que
controla; luego, regresa al primer juga-
dor. No se aplica ninguna de las reglas
especiales habituales del juego: no hay
división de pares, ni doblar y pedir, y
tampoco hay recompensa especial por
el truco de las 5 cartas. Nada de eso.
Cuarta, si cualquier participante
en la competición tiene una habilidad
relevante obtiene un comodín, una
sola carta que se le reparte boca abajo.
Es posible que la mire antes de usarla.
En cualquier momento de la compe-
tición puede darle la vuelta a la carta
y elegir cambiarla por cualquier otra
carta boca arriba de su mano. Solo re-
ciben un comodín por competición,
pero pueden quedárselo y reutilizarlo
Alas Vegas
en las siguientes rondas de esta com-
petición, si dura más de una. Hay más
información sobre los comodines en
la página 25.
Quinta, el Dealer recibe una mano
por cada personaje del juego involucra-
do en la competición. Si no intervienen
personajes del juego, sino que se trata
de una competición de persona con-
tra persona, el Dealer reparte pero no
juega una mano. Si el Dealer está invo-
lucrado, los jugadores deben vencer la
mano del Dealer para ganar. Si hay un
empate, el Dealer gana por defecto.
La última gran diferencia es que,
después del reparto inicial de dos car-
tas, cada carta posterior forma par-
te de la narrativa de la competición.
Como en el caso anterior, aquellos
que controlan a los participantes de-
ben utilizar elementos del nombre o la
ilustración de la tarjeta para describir
parte de la acción.
Si no conoces el blackjack
Si no conoces el blackjack, no lo apren-
das y luego intenta entender la versión
modificada descrita anteriormente.
Solo lee esto.
El objetivo del juego es conseguir
cartas que sumen 21 o lo más cerca po-
sible de esa cifra, sin pasarte de 21. Si
tus cartas suman un total de 22 o más,
entonces te pasas o, en términos de
Fuga, quedas bloqueado.
24
Para empezar, el Dealer define los
límites de la acción enfrentada, divi-
diéndola en grupos lo más pequeños
posibles. Así que imagina que estás en
una pelea en un bar. Todas las personae
están involucradas, pero no todas pe-
lean contra la misma gente. Scott está
peleándose por una pistola con un ma-
tón, mientras Bill y Chas luchan con
un gorila. El Dealer lo divide en dos ac-
ciones diferentes: Scott contra matón
y Bill y Chas contra gorila. Scott pelea
una mano contra el matón; luego Bill y
Chas pelean una ronda contra el gorila.
Después, si la competición de Scott no
se resuelve, pelea otra mano contra el
matón. Y así sucesivamente.
Sin embargo, lo que está sucediendo
en una acción puede afectar a la otra,
es un juego narrativo después de todo.
Si el gorila está bloqueado, Bill puede
tirarlo al suelo mientras Chas le tira
una silla al otro lado de la habitación al
matón con el que está peleando Scott.
¿Cuál era el total del matón en las
cartas? Si Chas lo ha vencido, el matón
recibe daño (ver más adelante).
La partida
El Dealer reparte dos cartas boca abajo
a cada participante en la acción enfren-
tada, es decir, a cada persona y perso-
naje del juego. El Dealer juega las ma-
nos de todos los personajes del juego.
El juego va en el sentido de las agu-
jas del reloj desde el jugador a la iz-
quierda del Dealer.
Alas Vegas
Ten en cuenta que en los juegos
Fuga las acciones y combates disputa-
dos no son solo cosas que se resuelven
con reglas y números, sino que forman
parte de la historia que se desarrolla.
Crean parte de la narrativa y esta es
conducida por las imágenes, los ico-
nos y los símbolos de las cartas del
tarot que salen en la partida. Es más
fácil demostrarlo que explicarlo. Mira
el ejemplo de partida en la página 28.
Tal vez quieras leerlo primero y luego
volver a leer esta parte.
En tu turno tienes que plantarte
o jugar una carta. Puedes actuar de
tres maneras:
1. Puedes darle la vuelta a una de tus
cartas, ponerla bocarriba y describir
tu acción.
2. Puedes pedir carta, lo que significa
que le pides al Dealer que ponga una
carta bocarriba. Esta es la carta que
se juega automáticamente.
3. Puedes utilizar un comodín (ver
más adelante).
Estás intentando conseguir cartas
bocarriba con un valor de 21 o lo más
cerca posible de esa cifra, sin llegar a
22 ni pasarte. Debes tener al menos dos
cartas bocarriba para que una mano sea
válida. Si no consigues 21, entonces de-
bes ganarle la mano a tu oponente.
El sistema Fuga
Comodines
Las personae pueden obtener un como-
dín extra en combate si tienen una ha-
bilidad especial relevante. Para obtener
un comodín, declara que tu persona está
usando una habilidad apropiada para
hacer algo. Para esto, el Dealer te da un
comodín, una carta bocabajo (una por
cada habilidad relevante por acción en-
frentada). Puedes mirar esta carta y cam-
biarla en tu turno por una carta bocarri-
ba de tu mano: quitas la carta bocarriba
y la descartas, luego pones el comodín en
su lugar y describes lo que sucede como
resultado. No se descarta un comodín
hasta que la acción enfrentada haya ter-
minado: si dura más de una mano, se
puede guardar la carta para la siguiente.
Jefes
Algunos personajes del juego son sim-
plemente más poderosos que las per-
sonae. A estos personajes se les conoce
como «jefes» y reciben automáticamen-
te un comodín en cada mano. Los per-
sonajes realmente excepcionales pueden
tener dos comodines.
¡Te pasas!
Si un jugador se pasa, su mano suma
más de 21, entonces se les bloquea. No
pueden seguir participando activa-
mente en la acción de esta ronda y no
pueden ganarla. Si todos los partici-
pantes involucrados en la acción están
bloqueados, entonces se recogen las
cartas y se reparte otra ronda. Esto no
sucede a menudo, pero puede ocurrir.
25
El fin de la mano
La mano llega a su fin cuando un ju-
gador tiene 21 y nadie puede igualar-
lo (ver ¡Veintiuno! A continuación), o
cuando todos se han plantado, en cuyo
caso la mano más alta gana (ver Pero
¿qué ha pasado? más adelante).
¡Veintiuno!
Si las cartas bocarriba delante del per-
sonaje suman un total de 21, entonces
la partida normal se detiene. Cualquier
otro personaje con una mano en la ron-
da puede darle la vuelta a cualquiera o
a todas sus cartas bocabajo para inten-
tar conseguir también 21, o una versión
mejor de 21 (ver página 26). Si nadie lo
supera, entonces el personaje con la me-
jor mano logra lo que intentaba hacer
en la acción, lo que significa que su ju-
gador (o el Dealer si es un personaje del
juego) puede describir lo que sucede.
Pero ¿qué ha pasado?
El participante ganador, el que ten-
ga la mano más alta (que puede ser un
personaje del juego controlado por el
Dealer) recibe una descripción gratuita
de lo que sucede. En el combate, esto
implica neutralizar o escapar de cual-
quier combatiente que estuviera di-
rectamente relacionado con tu perso-
na. No significa necesariamente ganar
toda la pelea. La cantidad de daño que
puede hacer depende de lo buena que
haya sido su mano. Cuantas menos car-
tas haya en la mano, más poderosa será.
26
En caso de empate entre un juga-
dor y el Dealer, el Dealer gana. Esa es
la regla estándar del blackjack y se apli-
ca aquí, porque en los juegos Fuga las
personae casi siempre están destinadas
a ser las menos favorecidas, y los menos
favorecidos no son máquinas de matar.
El combate es divertido, pero con mo-
deración. Piensa en soluciones que no
impliquen violencia.
Aquí están todas las manos posibles
en orden de efectividad, cada una con
sus efectos. Los efectos que se dan aquí
son específicamente sobre el combate.
Si estás jugando al póquer contra un
oponente, probablemente no querrás
arrancarle la cabeza al final de la ron-
da. Así que, si es una confrontación no
violenta, usa tu imaginación.
C Te pasas (las cartas bocarriba suman
más de 21): Estás bloqueado (ver en
epígrafes anteriores).
C Mano más alta: Puedes causar una
herida leve a alguien, incapacitar-
lo para la siguiente ronda, ganar la
mano superior en una situación o
intentar terminar la acción enfren-
tada. Este, junto con el siguiente,
son los dos resultados más comunes
de una ronda.
C 21 con 3 o más cartas: Tu persona
puede causar una herida perma-
nente o pasajera, noquear a su ad-
versario o incapacitarlo. Si usa un
arma apropiada, las heridas pueden
incluir la ruptura o amputación de
una extremidad.
Alas Vegas
21 con 2 cartas (Blackjack): Tu persona
C
puede matar a su adversario si usa
un arma apropiada, causar una heri-
da permanente o pasajera, noquear
al adversario o incapacitarlo para el
resto del conflicto.
C 21 con 2 cartas, una de las cuales es un
Arcano Mayor: Tu persona puede
matar, causar una herida permanen-
te o pasajera, noquear a su adversa-
rio o incapacitarlo usando cualquier
arma o las manos.
C 21 con 2 cartas, ambas Arcanos Mayores:
Tu persona puede matar, herir o in-
capacitar a todos los personajes que
se oponían a él en la acción enfren-
tada. Si se trata de un solo personaje,
lo derrota de forma espectacular.
C 21 con el Loco (valor 0) y el Mundo (va-
lor 21): Tu persona puede realizar
cualquier acción sin tener que jus-
tificar cómo. ¿Atravesar una pared?
¿Coger y lanzar un coche? ¿Sacar el
sol del cielo y obligar a su adversario
a tragárselo? Sí. Sin embargo, tienes
que empezar describiendo su acción
antes de que el Dealer entregue otra
carta o se haya pasado el momento.
Dos notas importantes:
Si ganas la mano, siempre puedes in-
tentar terminar la acción enfrentada.
Si un personaje queda incapacitado
o noqueado durante una ronda, mien-
tras esté en ese estado otro personaje
puede matarlo con una sola acción.
El sistema Fuga
¡Empate!
Si la mano termina con dos o más per-
sonajes que tienen la misma cifra en sus
cartas, es tablas. El conflicto pasa a otra
ronda. Todos los participantes que no
hayan sido eliminados por muerte/in-
capacidad/inconsciencia/huida reciben
otras dos cartas del Dealer. Los jugadores
que tenían un comodín en la última ron-
da pueden quedárselo y usarlo de nuevo.
Finalizar la competición
La competición continúa hasta que
haya un motivo para que se detenga o
termine, lo que generalmente significa
que algunos o todos los participantes
están incapacitados, muertos o no pue-
den seguir adelante, han huido, se han
rendido o han abandonado. Los tres úl-
timos no son poco comunes. Las perso-
nas que viven aquí no son orcos, tienen
un sano sentido de autoconservación y
no suelen anteponer el valor de la vida
de los demás a la suya.
El mazo de tarot no se baraja al final
de cada acción enfrentada. En su lugar,
las cartas se colocan en la parte inferior
de la baraja.
Escucha
Me doy cuenta de que esto suena com-
plicado ahora, pero en la siguiente página
hay un buen ejemplo de partida y todo
quedará claro. Por otro lado, si no sabes
cómo funciona el blackjack y no te has
molestado en leer esas reglas, hazlo ahora,
porque de lo contrario te vas a confundir
cada vez más y luego publicarás una re-
27
seña horrible del juego en RPG.net que
no se merece y tu karma apestará durante
meses, y… oye, solo intento mirar por tus
intereses. Créeme. Estoy de tu lado.
Valor de las cartas en
acciones enfrentadas
Los Arcanos Menores (cartas de palos)
valen su valor nominal, así que el dos
de copas es un 2, el nueve de espadas es
un 9 y así sucesivamente.
Los ases cuentan como 1 u 11.
Las figuras de los Arcanos Meno-
res (sota, caballo, rey, reina) cuentan
como 10.
Los Arcanos Mayores cuentan como
10 o el número que aparezca en ellos.
Así que El Mago (número 1) se puede
jugar como 1 o 10; La Templanza (nú-
mero 14) se puede jugar como 10 o 14.
Excepciones:
La Rueda de la Fortuna (número 10) se
tiene que jugar como 10.
El Loco (número 0 o 22) se puede
jugar como 0 o 10. Si se juega como 0,
no añade puntos a la mano, pero pue-
de tener resultados narrativos. Además
puede ser un Significador de persona,
lo que causará otros efectos.
El Mundo (número 21) se tiene que
jugar como 10. Puede valer 21, pero no
se puede jugar sola. En una mano debe
jugarse al menos dos cartas.
Sin embargo, El Mundo y el Loco se
pueden jugar juntas para conseguir 21.
Esta es la mano más potente del juego
(ver en secciones anteriores).
28
MOMENTOS
SIGNIFICATIVOS
Si la carta del Significador de cualquier
persona se pone bocarriba durante una
acción básica o enfrentada, entonces
esa persona:
a. Inmediatamente tendrá un flashback
(ver página 15) descrito por el Dea-
ler. Debe estar relacionado de algu-
na forma con lo que está sucediendo
en ese momento y puede involucrar
a más de una persona.
b. Obtendrá inmediatamente una ha-
bilidad asociada con el flashback ele-
gida por el Dealer. Como en el caso
anterior, debe estar relacionado con
lo que está sucediendo, pero no tie-
ne por qué ser de utilidad inmediata.
c. Si la persona no estaba ya involu-
crada, podrá interceder inmediata-
mente en la acción.
d. Si la persona estaba involucrada en
la acción, entonces tendrá éxito de
inmediato. El jugador describe lo
que sucede. Esto puede incluir una
pequeña cantidad de lo que parece
ser antinatural o incluso poder so-
brenatural, suerte extraordinaria
o ayuda inexplicable (una vez más,
como se decida a partir de las imá-
genes en la carta).
Ejemplo de una acción enfrentada
Las personae han salido de un edificio
abandonado y se encuentran a un grupo
de matones apoyados en su coche. Es muy
probable que estén buscando a Benito, un
exsupervisor del casino Towers. Las perso-
Alas Vegas
nae saben exactamente dónde está Benito:
está en el maletero del coche y le falta una
parte de la cabeza. En esta fase del juego,
todos los jugadores hablan como si fueran
sus personae.
Scott: No han venido para una charla
amistosa, ¿verdad?
Troy: Creo que son lugareños. Esto se
va a poner feo enseguida.
Chuck: Esto ya está feo.
Scott: Yo me encargo. Miro a esos tres
matones y recuerdo la vez que me en-
frenté a los hombres de la familia mafio-
sa local que habían enviado para darme
una lección.
El Dealer: Cuéntame más.
Scott: Entraron en mi bar y empeza-
ron a tirar los muebles. Estaban cabrea-
dos porque me negué a comprarle el al-
cohol a su jefe. Les ofrecí una copa, hice
algunos cócteles, les enseñé por qué las
marcas que yo usaba sabían mejor que
las suyas. Pura fanfarronada y encanto
de barman. Por supuesto, una semana
después quemaron el local…
El Dealer: Bien, recuerdas cómo
Calmar a los matones. ¿Qué vas a ha-
cer al respecto?
Scott: Troy, toma la granada. Mué-
vete a una posición en la que puedas cu-
brirte rápidamente, y si ellos sacan las
pistolas, la tiras.
Simon: Voy contigo, Scott. Sé kung-fu.
Scott: Nos acercamos al coche.
El Dealer: A medida que os acercáis,
los tres matones se ponen de pie. Están
esperando a que os acerquéis más.
Scott: «¡Caballeros! Gracias por pro-
teger nuestro coche del sol. ¿En qué pode-
mos ayudarles?».
El Dealer: El más bajito de los tres,
que no dice mucho, da un paso adelante:
«¿Dónde está Benito?».
El sistema Fuga
Scott: Trataré de engañarlo: «¿Qué
Benito?».
El Dealer: «El Benito con el que
andabas en tu coche esta mañana. Ese
Benito», contesta. ¿Quieres hablar de
esta negociación o hacerla como una
acción enfrentada?
Scott: Vamos a las cartas. Dame
una. ¿Simon?
Simon: Aunque sé kung-fu, me estoy
aguantando para esta ronda.
(El Dealer reparte dos cartas a Scott y
dos cartas a sí mismo. Miran sus cartas).
Scott: Estoy tratando de calmar al
matón inmediatamente, así que nece-
sito un comodín. A ver si podemos sa-
lir de esta charlando.
(Recibe otra carta bocabajo, la mira
y la vuelve a poner bocabajo).
Scott: Muy bien. (Coloca el tres de
oros de su mano boca arriba, que mues-
tra gente hablando). «Claro, llevamos a
Benito, pero nosotros no tenemos dine-
ro. ¿Por qué alguien como Benito esta-
ría con nosotros?».
El Dealer: (Juega La Luna, un Arca-
no Mayor con un valor de 18, cuya ima-
gen muestra unos perros ladrando a la
luna). «¿Has oído algo, Tony? Solo oigo
a los perros ladrando. Dinos dónde está o
te lo sacaremos a golpes».
Scott: (Juega el siete de espadas boca
arriba delante de él). «Tío, lo dejamos
fuera del casino Espadas, dijo que tenía
que ver a un hombre».
El Dealer: (Juega el dos de espadas,
que tiene una figura con los ojos venda-
dos). «Somos del Espadas, imbécil», dice
mientras extiende una mano enorme y
te agarra por la cara, tapándote los ojos.
Scott: Tiene veinte puntos delante,
¿verdad?
El Dealer: Sí. Y tú tienes diez.
Scott: Estoy bastante seguro de que
no cogerá más cartas. Pégame.
29
El Dealer: (Le da a Scott una car-
ta boca arriba. Es el ocho de copas, que
tiene a alguien que se embarca en un
viaje). Dieciocho.
Scott: Ja, ja, ja, vale. Lo esquivo,
para que parezca que estoy a punto de
quitármelo de encima y salir corriendo.
Y luego…
(Revela su comodín: es el Arcano Ma-
yor La Rueda de la Fortuna, el número
10, y lo coloca sobre el 7 de su mano).
Scott: …le doy un puñetazo tan
fuerte en la cara que da una voltereta
hacia atrás sobre el capó del coche y no
se levanta.
El Dealer: Ocho y tres más un arca-
no, 21. Esa es la mano. No es tan potente
como para matarlo, pero ¿queda fuera
de combate?
Scott: Sí, estará inconsciente durante
el resto del combate y unas horas después.
Troy: Espera, espera, espera. La Rue-
da es mi Significador.
El Dealer: Así es. Vale, Troy, tienes
un flashback. Ya has visto a Scott hacer
esto antes, exactamente este movimien-
to, golpear a alguien y tumbarlo hacia
atrás sobre un coche, el mismo crujido
cuando el puño hizo contacto. Fue al
lado de una carretera larga y recta en
alguna parte, campos de cultivo, sol bri-
llante. El tipo al que golpeó era un poli.
El policía tampoco se levantó.
Troy: ¿Y gano también una habilidad?
El Dealer: Claro. Es esta: «Mantienes
la calma ante la violencia extrema».
Troy: Tengo la sensación de que pron-
to será útil.
El Dealer: (Recoge las cartas). Los
otros dos matones se lanzan sobre Scott,
así que te será útil. ¿Quién va a hacer
qué en la próxima ronda?
Simon: Yo hago kung-fu.
(Continúa).
30 Alas Vegas

Heridas y curación Para curarse, hay que atender una

herida, es decir, coserla, vendarla, en-
Una herida leve es algo de lo que las tablillarla, escayolarla o tratarla de otra
personae pueden recuperarse con solo manera apropiada. El tiempo que tarda
una cicatriz en la piel: una puñalada en sanar una herida atendida depende
que no es mortal, un esguince o un de las reglas del mundo en el que se de-
hueso roto. Un jugador con una heri- sarrolla el juego. Las heridas no atendi-
da leve no puede usar ninguna habili- das no se curan.
dad asociada con esa parte del cuerpo
hasta que la herida sea atendida (ver
más adelante).
Una herida permanente suele ser una
amputación, una incapacidad o la pér-
dida de una parte del cuerpo como un
ojo o una oreja. Para que sea más fácil,
un corte o una herida punzante lo sufi-
cientemente grave como para hacer que
alguien se desangre hasta morir si no se
atiende se considera una herida perma-
nente. Un jugador con una herida per-
manente no puede usar ninguna habi-
lidad hasta que la herida sea atendida
y pierde el uso de todas las habilidades
asociadas con esa parte del cuerpo para
siempre. Por ejemplo, una persona dies-
tra que pierde el brazo derecho también
perdería su habilidad para pintar rosas
hermosas a menos que trabaje para vol-
ver a aprenderlo usando la otra mano,
lo cual podría llevar meses.
La incapacitación es la imposibili-
dad para seguir haciendo algo útil. Un
personaje incapacitado puede ser so-
metido o restringido. Sin embargo, el
personaje no está necesariamente he-
rido y sigue consciente, aunque pueda
estar aturdido o conmocionado.
La muerte es la muerte.
El sistema Fuga
No asesinar gente
Os lo explicaré. Los juegos narrativos
como este a menudo se basan en una
amenaza de muerte para evitar que las
personae cometan estupideces. Sin esa
amenaza de muerte, no hay peligro ni
riesgo. Por otro lado, si una persona
muere, entonces queda fuera del juego y
debido a la forma en que está estructu-
rada la narración en Fuga, con recuer-
dos recuperados y redes de experiencias
pasadas compartidas, no es práctico
meter personae nuevas en mitad de la
historia. Y eso es un problema.
31
Fuga se ocupa de esto con un proce-
so de tres pasos:
1. Hace saber a los jugadores que su
persona está en peligro de muerte.
2. Intenta no matar personae.
3. Si fracasan, les hace cualquier daño
físico a las personae, excepto ma-
tarlas. Las golpea. Les rompe unos
cuantos huesos. Les saca un ojo, les
corta una oreja, les abre una fosa na-
sal, les corta algunos dedos, tal vez
incluso pierdan una extremidad. O
dos. Hace que cada golpe sea más
visceral, más real que lo que podría
ser tachar algunos puntos de vida.
Hablo en serio: los jode. Estos per-
sonajes son temporales, su existen-
cia activa termina al final de la úl-
tima sesión de Fuga. Pero, y esto es
crucial, no trabaja en su psique. No
los desmoraliza, ni los hace sentirse
inútiles o impotentes. Si la persona
de un jugador lo está pasando mal,
entonces el jugador tampoco se di-
vertirá, y aunque se quedarán hasta
el final de la sesión de la partida, es-
tarán menos dispuestos a pasar a la
siguiente y colocarás Alas Vegas junto
a esa copia de Pandemic Legacy donde
llegaste a abril y luego Matt se mudó
a Greenwich, y eso sería una pena.
Experiencia
El sistema Fuga no tiene que ver con
puntos de experiencia ni subir de ni-
vel. Las personae adquirirán habilida-
des a través de flashbacks a lo largo de la
aventura y, cuando se acabe, se acabó.
32 Alas Vegas

Alas Vegas
Alas Vegas 33
34
ALAS VEGAS
de James Wallis
CONSEJOS PARA
LOS DEALERS
Bienvenidos a “Alas Vegas”. Esta es la
sección que describe cómo dirigir este
juego tan particular usando el sistema
Fuga y, por lo tanto, es solo para el ju-
gador que será el Dealer. No necesitas
leer más allá hasta que llegue tu turno
de ser el Dealer. Es más, sugiero encare-
cidamente que ni siquiera hojees estas
páginas hasta entonces, ni siquiera para
ver las hermosas cartas del tarot. Aban-
donad la esperanza todos los que...
Cómo decidir quién es el Dealer
Para la primera sesión el Dealer debe
ser la persona que compró el juego, a
menos que haya una buena razón para
que no pueda o no quiera. Para las si-
guientes sesiones, el Dealer anterior
elige, aunque si la persona de alguien
ha muerto en la sesión anterior, suele
ser el candidato ideal para el trabajo.
Al final de una sesión de “Alas Ve-
gas”, el Dealer de esa sesión pasa la copia
del juego al siguiente Dealer, junto con
el mazo del tarot (es buena idea usar el
mismo mazo para las cuatro sesiones del
juego) y todas las hojas de personae.
Alas Vegas
Así que tú eres el Dealer, ¿eh?
Hola. Enhorabuena. Si no eres el primer
Dealer, deberías haber recibido este li-
bro al final de una de las tres primeras
sesiones de “Alas Vegas”. Espero que no
te hayas sorprendido. También espero
que tengas alguna experiencia previa
en la dirección de juegos de rol, porque
“Alas Vegas” no es como muchos otros
juegos de rol. En concreto, es cuasi im-
provisado, sin dados y tiene un sistema
de combate narrativo. Todo esto se des-
cribe en el capítulo anterior.
Lee las reglas de Fuga, esta sección
introductoria que te dará consejos so-
bre cómo dirigir el juego y el capítulo
sobre el escenario y, a continuación, el
capítulo de la partida que vas a dirigir.
Puedes leer los de las sesiones anterio-
res, si quieres, pero no los de los próxi-
mos capítulos. Pronto descubrirás lo
que pasa en ellos.
Además, si el juego ya ha comenza-
do, lee las hojas de personae. Refres-
ca la memoria sobre quiénes son to-
dos y qué flashbacks han tenido hasta
ahora. Esto es importante, porque los
flashbacks que les das durante tu sesión
de juego deberían enlazar con lo que
ya han recordado, como individuos y
como grupo. Deberías estar tirando de
ellos en la dirección de… Ah, ah, pero
ya llegaré a eso.
Alas Vegas
Moderar la partida
Se incluyen todos los consejos habituales
sobre cómo ser director de juego de un
juego de rol. Si nunca has leído una
guía sobre moderar un juego, deberías
hacerlo. Nunca sabes cuánto desconoces.
Robin’s Laws of Good Gamesmastering
de Robin D. Laws es probablemente
la obra canónica. Lo que sigue son
consejos específicos sobre cómo dirigir
“Alas Vegas” y cómo funciona con el
sistema Fuga.
“Alas Vegas” es poco corriente por-
que el Dealer también tiene una per-
sona. Cuando le toca moderar una se-
sión, su persona sigue formando parte
del grupo, aunque debes jugarlo como
un personaje del juego. No adquieren
conocimientos especiales sobre lo que
está ocurriendo solo porque hayas leí-
do algo de lo que pasa en la partida,
aunque si los otros jugadores están muy
atascados, puedes usar tu personaje
para hacerte una idea de lo que está pa-
sando y empujarlos un poco. No puede
tener flashbacks durante esta sesión, o
proporcionar flashbacks a otras perso-
nae. Si su Significador aparece, como
Dealer dices lo que pasa, no como juga-
dor. Incluso puedes elegir usarlo como
si fuera un personaje del juego, como
un primo, un chivo expiatorio, un trai-
dor, un chantajista, un agente enemigo
o un extorsionador, ya sea por voluntad
propia o coaccionado.
35
Una vez que hayas pasado la fun-
ción de Dealer al siguiente jugador, ve-
rás que hay cosas que sabes de tu sec-
ción de este libro pero que tu persona
no sabe. En otras palabras, informa-
ción que deberías haber introducido
mientras moderabas la partida, pero
no lo hiciste. Si es así, introduce la in-
formación cuando sea relevante para la
trama (di que tu persona lo ha resuel-
to, que alguien en el bar lo ha mencio-
nado o que lo ha encontrado escrito en
la pared de un baño) pero, por lo de-
más, no hables. Y si lees por adelanta-
do, mantén la boca cerrada al respecto.
Más acerca de los flashbacks
Como la mayoría de los juegos Fuga,
“Alas Vegas” tiene dos narrativas que se
desarrollan a la vez. Está la acción en el
presente, en Las Vegas, y están los an-
tecedentes de las personae, los hechos
ocurridos antes de que despertaran en
un agujero en el desierto. La primera
está predeterminada en su mayor parte;
es el contenido de los cuatro capítulos
principales de “Alas Vegas”. La última
depende casi por completo del grupo
de jugadores. Y las dos se complemen-
tan; cada narrativa informará y afectará
a la otra a medida que avanza la partida.
Por tanto, como Dealer tienes dos
funciones: dirigir la narrativa principal
como lo harías en cualquier otro juego
de rol narrativo y guiar el desarrollo de
los antecedentes de las personae usando
los flashbacks que les das (ver página 14).
36
En las primeras etapas del juego, es
probable que los jugadores estén mu-
cho más interesados en las habilida-
des que obtienen de los flashbacks que
en los recuerdos. Más adelante, cuando
se den cuenta de que los recuerdos son
piezas de rompecabezas que se interco-
nectan para formar una imagen, y que
la imagen es importante, empezarán
a prestar mucha más atención a estos
fragmentos y retazos.
El truco de la herramienta está en la
forma y la naturaleza de los flashbacks
que les das y cuánta información reve-
las en ellos. Es difícil dar muchos de-
talles aquí, porque la forma en que el
Dealer debería usar los flashbacks cam-
biará de capítulo en capítulo, y cada
capítulo introductorio le dará algunos
consejos específicos sobre cómo dar
forma y guiar el cotarro. Pero aquí te
ofrezco algunas pautas generales.
1. Anima a los jugadores a utilizar los
recuerdos del flashback para crear un
trasfondo para su persona, para re-
cordar quiénes eran y (en sesiones
posteriores) cosas que expliquen por
qué se despertaron desnudos en una
tumba poco profunda en el desierto.
2. Anima a los jugadores a relacionar
las historias dispares de las perso-
nae. Lo primero que hay que esta-
blecer es que todos se conocían an-
tes de que les pasara lo que les pasó.
Aquí debes saber que aunque la
naturaleza general de lo que sea es
una parte de la aventura escrita (y
no es algo agradable), los detalles
exactos dependen de los jugadores y
del Dealer. Eso es material del tercer
Alas Vegas
y cuarto acto. Si estás moderando la
primera o segunda sesión, no tienes
que preocuparte por ello y, es más,
si parecen demasiado interesados en
recordar cómo y por qué terminaron
en el hoyo, deberías intentar apartarlos
de esa idea. Pero tú decides.
Por razones que se irán aclarando a
medida que el juego avance, los flash-
backs son el alma de “Alas Vegas” y hay
que animar a los jugadores a que em-
piecen a unirlos en una historia cohe-
rente para sus personae. No seas desca-
rado, no digas: «Ahora vamos a pasar
un rato averiguando por qué os cono-
céis». Deja que suceda de forma natu-
ral, y si un jugador no quiere participar
en ello, no lo obligues.
He hablado de los tipos de flashbacks
que no deberías permitir en la página
17, que se reduce a cualquier cosa que le
dé a una persona poderes tontos. Aho-
ra hablemos de lo que puedes permitir.
Los jugadores pueden incluir a otras
personae y personajes del juego en sus
flashbacks. Pueden hacer lo que quieran
con estos personajes, porque huelga
decir que pueden tener su venganza, ya
sea en flashbacks propios o en el mundo
del juego. Las personae pueden matar a
otras personae durante la partida, por
supuesto, pero en “Alas Vegas” también
pueden matar a otras personae en flash-
backs y declarar como parte de un flash-
back que fueron testigos de la muerte
de un personaje o que vieron a una per-
sona matar a otra… o incluso que re-
cuerdan su propia muerte.
Alas Vegas
(No voy a explicarlo aquí. Puedes
tomártelo de varias formas. ¿Y si están
todos muertos? ¿Y si son clones? ¿Qué
pasa si los flashbacks no son fiables? ¿Y si
cada persona puede recordar múltiples
vidas? ¿Recuerdas esa parte donde dice
que el tiempo es maleable? ¿Y la parte
de que esto no es una historia cerrada,
sino una metahistoria? Confía en mí,
todo quedará explicado antes del final).
Sin embargo, es importante que no
menciones esta habilidad a los otros
jugadores o que no lo hagas tú. Deja
que lo resuelvan ellos. Si alguien hace
un flashback de «Recuerdo a Peter ma-
tando a Quinn», no intentes explicar
por qué es válido, solo echa un vistazo
al libro, di: «No encuentro nada que
diga que no puedes hacer eso. Me ale-
gro de no ser el Dealer en la siguiente
sesión», y continúa.
Usar los Significadores
Cuando un Significador aparece en la
partida y tú, como Dealer, le das a esa
persona su flashback resultante, debes
incluir al menos a una de las otras per-
sonae en la descripción, normalmente
la persona a la que le apareció la carta.
Sin embargo, también puedes incluir a
otras personae. No abuses de esto, no
lo hagas siempre, solo lo suficiente para
que los jugadores entiendan que es una
herramienta que también pueden em-
plear, ya que se dan habilidades unos a
otros y empezarán a usarla para entre-
tejer abiertamente los detalles de sus
historias pasadas.
37
Recuerda que cada jugador solo
puede dar un flashback a la persona de
otro jugador por sesión, así que solo se-
rían cuatro o cinco en total por sesión.
No es un gran número de conexiones.
Haz que quieran más, haz que entien-
dan que esta información tiene un ob-
jetivo. Tiéntalos con pistas, responde a
las preguntas con otras preguntas. Deja
que ellos hagan el trabajo pesado.
Y si una persona introduce un per-
sonaje del juego en uno de sus flash-
backs (tanto si es uno que han conoci-
do en Las Vegas como si no), entonces
puedes y debes usar ese personaje en el
flashback de otra persona más tarde.
El Inocente
Ahora te contaré que hay un personaje del
juego que necesita aparecer por primera
vez casi al comienzo del tercer acto. Quién
es no es tan importante como lo que re-
presenta, por lo que ni siquiera menciono
su nombre en clave aquí, para evitar des-
triparte la historia. Lo reconocerás cuan-
do lo veas. Pero es alguien que las perso-
nae recordarán y, por lo tanto, debería ser
alguien que hayan visto en sus flashbacks.
Así que, si eres Dealer en el acto uno
o dos, sería muy práctico que introduje-
ras un par de personajes del juego en los
flashbacks, tal vez incluso un personaje
recurrente que el Dealer del acto tres
pueda usar para completar ese papel. Y
por favor, no los conviertas en los típi-
cos psicópatas del juego. Haz que sean
neutrales, o incluso agradables, y si el
Dealer anterior ha hecho el trabajo pre-
liminar por ti, entonces no seas idiota y
mata a este personaje del juego. Gracias.
38
Las sesiones
“Alas Vegas” no es un juego de rol con-
vencional o un juego narrativo. El es-
cenario, las reglas, los personajes y la
estructura narrativa están muy bien
conectados para lograr una experiencia
única y será difícil separar cualquier
parte de ese conjunto, para (digamos)
dirigirla con las reglas de Pathfinder o
para crear tus propias aventuras.
Eso es lo que creo. Pero ¿qué sé yo?
Me encantaría que me demostraras que
me equivoco. Pero por favor, inténtalo
como está escrito primero, ¿de acuer-
do? Estoy contento con la forma en que
todo funciona y creo que tú también lo
estarás si le das una oportunidad.
Eso no quiere decir que tengas que
seguir mi historia al pie de la letra.
Deja que los jugadores se hagan cargo y
dirijan el camino. Tu trabajo es encau-
zar a la gente, las cosas, los incidentes
y las situaciones para que hagan sus vi-
das interesantes. Y eso incluye el rastro
de pistas y sorpresas que finalmente los
llevará a… Pero eso sería desvelarlo.
Por lo tanto, una vez que el anterior
Dealer te haya pasado esta copia de Alas
Vegas, lee el capítulo que ocupa la sesión
que vas a moderar. Quizá también quie-
ras leer las notas de la sesión anterior,
en caso de que se te haya pasado algo
por alto o que no se haya explicado co-
rrectamente. Pero no leas de antemano.
Hay dos razones para ello: en primer
lugar, vas a interpretar a una persona
en esas futuras sesiones y eso arruinaría
la diversión de las diversas revelaciones
y sorpresas que se producen a lo largo
Alas Vegas
del camino. En segundo lugar, mientras
seas el Dealer es probable que los juga-
dores te hagan preguntas sobre el mun-
do del juego y la gente que hay en él, y
será mejor para esta y las futuras sesio-
nes si desconoces las respuestas.
Eso no te da licencia para inventar
mierda. Este no es uno de esos juegos
independientes. Improvisa, por su-
puesto, pero es una narración guiada,
no una sesión de mierda de narrativa
libre. Y en cada sesión hay dos guías, tú
y yo, y estamos juntos en esto.
Si ahora te das cuenta de que el an-
terior Dealer se estaba inventando
cosas y no se trata de un juego sobre
el tráfico de colmillos de morsa en el
mercado negro entre los inuit, puedes
aceptar mi ayuda o rechazarla. Si la re-
chazas, estás solo. Mucha suerte. No
dejes que la puerta te mate al salir.
¿Sigues conmigo? Bien, bien, bien.
Para que esto funcione tendrás que re-
cordar la regla de oro del trabajo de
improvisación. En el fondo, muchos
juegos de narración de historias son
eso. Esa regla es no rechazar ni contra-
decir, sino aceptar y construir. Acepta
lo que te ofrezcan y mételo en la his-
toria. Así que si pensabas que se trata-
ba de una historia de caza en la tundra
congelada, empezabas a encariñar-
te con tu guerrero inuit y, de repente,
descubres que todo se supone que va a
suceder en una versión hiperreal de Las
Vegas donde los cadáveres desaparecen
como por arte de magia, entonces la re-
gla clave es no invalidar todo lo que su-
cedió en la sesión anterior.
Alas Vegas
La segunda regla es llevarte al ante-
rior Dealer aparte, golpearle en la oreja
y preguntarle qué carajo creía que esta-
ba haciendo. No es una sugerencia frí-
vola. Probablemente tenía alguna idea
de adónde iba a parar con todo eso de
los inuit. Aunque, para ser sincero, si
su versión no incluye amnesia, recupe-
ración de recuerdos, apuestas, culpa y
arrepentimiento, es mejor que lo olvi-
des todo. Como se supone que tu per-
sona debe haber hecho.
Las reglas de «aceptar e incorporar»
y «nunca rechazar, nunca contradecir»
también se aplican a los flashbacks. Los
jugadores pueden inventar algunas lo-
curas que sus personajes recuerdan,
pero no deberías rechazarlas si puedes
evitarlo. Desechar su idea y decirles
que hagan otra cosa no solo rompe el
flujo de la historia y la suspensión de
la incredulidad, sino que también les
hace sentir como si el mundo del juego
tuviera límites arbitrarios, muros invi-
sibles que restringen sus movimientos
y acciones. Y eso nunca es bueno para
ninguna clase de juego.
Puede haber formas de hacerlo. Si
un personaje tiene un flashback don-
de luchaba contra un dragón… bueno,
tal vez estaba drogado, tenía un epi-
sodio alucinatorio, formaba parte de
un equipo que ha desarrollado alguna
tecnología de realidad virtual de últi-
ma generación o tal vez era un caso re-
currente. Si estás completamente se-
guro de que no puedes incorporar sus
ideas en el juego, o si hacen algo que
estás bastante seguro de que va a des-
carrilar la trama más adelante, enton-
39
ces puedes pedirles que lo cambien.
Eso es el último recurso, pero a veces
no queda alternativa.
Tratar el estilo y el tono
No hay un estilo fijo para “Alas Ve-
gas”. Improvisa en los elementos que
más interesan: la cultura del casino,
la moda superficial, los juegos de azar
con apuestas altas, la mafia organizada,
la violencia extrema, la hiperrealidad,
los 60, los 70, principios de los 80. Los
años analógicos, lo que pasa en un lu-
gar se queda en un lugar, lo que sea que
te saca de tus casillas o lo que creas que
impresionará a tus jugadores. Si quie-
res seguir las indicaciones del cine o de
la literatura, también está bien. Pero
identifica algunos puntos de referen-
cia estilísticos y cíñete a ellos mientras
dura tu turno como Dealer.
Si no eres el primer Dealer, tienes el
problema de elegir entre imitar el tono
de tu predecesor o crear el tuyo. Tú de-
cides. Las divisiones entre los cuatro
actos de “Alas Vegas” son puntos de in-
flexión claros y un cambio de tono es
totalmente adecuado, si eso es lo que
quieres hacer. Piensa en cambiar la pa-
leta de colores que usas para describir
las cosas, piensa en los sonidos ambien-
tales sobre los que atraer la atención,
piensa en cómo las reacciones de los
personajes menores del juego hacia las
personae difieren entre los actos; pien-
sa en cómo cambiar estas cosas alterará
sutilmente el estado de ánimo. Trabaja
para que tu acto de la partida sea el que
los demás jugadores recuerden más.
40 Alas Vegas

Barajar las cartas Los dados son un nivelador. No pue-

des barajar los dados ni sacudirlos con
Hay algo que puedes hacer que ayudará elegancia. Pero aquí no hay dados. Que
mucho a establecer el tono de la parti- parezca que tú y las cartas están en per-
da y tu autoridad como Dealer: apren- fecta simetría y todos creerán que tú
de a barajar las cartas del tarot. eres el Dealer.
Esto funciona de la siguiente ma-
nera: divide el mazo de cartas en dos.
Agarra cada mitad en una mano, dobla
ligeramente las cartas y usa los pulgares
para soltar las cartas a toda velocidad,
mientras empujas las dos mitades una
hacia otra para que los bordes se entre-
mezclen. A continuación, convierte las
cartas mezcladas en un puente curvo
entre las manos y déjalas caer en cas-
cada. Si lo haces bien, parecerás el gran
tahúr. Expresa que controlas las cartas
en un juego donde las cartas controlan
el destino. Dice que tienes autoridad.
No voy a hacer un tutorial sobre
cómo barajar las cartas (el término de
búsqueda «YouTube riffle shuffle» es lo
que necesitas), pero te aconsejo que lo
aprendas y lo practiques durante al me-
nos media hora hasta que puedas ha-
cerlo sin tirar las cartas por toda la sala.
Barajar un mazo de tarot es más di-
fícil que un mazo normal: las cartas son
más grandes y a veces más rígidas. Es
posible que te resulte más fácil dejar
que las cartas caigan una sobre la otra
en lugar de doblar los bordes. Barajar
de esta manera también puede dañar
las cartas si no se hace a la perfección,
así que asegúrate de que usas una bara-
ja barata como una Rider Waite básica,
no la valiosa Greenwood de alguien.
Alas Vegas
ESCENARIO
“Alas Vegas” tiene lugar en una ciu-
dad desértica que se parece mucho a
Las Vegas. No es Las Vegas; de hecho,
es probable que los jugadores pasen
los primeros actos del juego tratando
de averiguar exactamente dónde está y
qué es. Pero parece, huele y se aprecia
como Las Vegas. Hay algunas diferen-
cias: su distribución y sus lugares de re-
ferencia son diferentes, los casinos tie-
nen nombres distintos y las personae
y las partes de ese mundo también se
comportan de manera diferente. Pero
ya llegaremos a eso.
Una observación para los críticos,
blogueros y otras personas con opinio-
nes públicas. Por favor, no reveléis los
secretos de “Alas Vegas” cuando escri-
báis o habléis del juego. Un rompeca-
bezas no es divertido si ya sabes la res-
puesta. Hagamos un trato, ¿vale? Mirad
la fecha de copyright en la primera pági-
na. Si el año es este o el pasado, todavía
es demasiado pronto para anunciar las
grandes revelaciones del juego al públi-
co. Cualquier momento después de esa
fecha, es decisión tuya.
Algo importante es que dondequie-
ra que se encuentre este lugar, parece
real. Incluso hiperrealista. Los jugado-
res deben creer que realmente existe y
que su existencia tiene un propósito,
41
que importa, y que no se trata solo de
construir un rompecabezas intelectual
ni un estado de ánimo de ensueño don-
de puedan jugar con unas pocas emo-
ciones y volver a casa. Este lugar tiene
una realidad y un peligro, y las cosas se
van a poner feas si no se lo toman en
serio. Si has visto la serie de televisión
británica clásica de finales de los 60 El
Prisionero, el tono es igual. O como las
últimas películas de David Lynch.
Por desgracia, como vas a ser un ju-
gador en este mundo además de Dealer,
no puedo contarte demasiado. Esta sec-
ción cuenta lo básico y, si te soy since-
ro, las cosas seguramente irán mejor si
no lo lees hasta que te toque ser el Dea-
ler. Los detalles específicos aparecen al
principio de cada capítulo en función
de la necesidad de conocerlos.
¿Qué lugar es este?
No es Las Vegas. La gente que vive aquí
lo conoce simplemente como Vegas. Es
una gran ciudad en medio de un desier-
to. Es muy difícil calcular su tamaño y
cuántas personas viven allí, y a nadie
parece importarle mucho. La gente ha-
bla en inglés. Hay otros idiomas, pero
el inglés es el principal.
Aquí las cosas son nuevas pero vie-
jas. Los coches más modernos son de fi-
nales de los años 70. Los teléfonos son
de rueda y plástico pesado, fijados a la
pared por medio de cables. No hay or-
denadores, ni teléfonos móviles, ni re-
lojes digitales, ni calculadoras de bol-
sillo. Este es el último grito del mundo
analógico y luce sus mejores galas.
42
La forma de la ciudad
No tiene forma. Vegas es un lugar de
geografía poco clara y casi no existen
mapas de ella por razones que se ex-
plicarán más adelante. El terreno en sí
parece oponerse a ser registrado: no se
mueve ni se reorienta, pero puedes ca-
minar por una carretera perfectamente
recta y en cuestión de minutos tendrás
la sensación de que de alguna manera
estás yendo en la dirección equivocada.
¿Cómo funciona cuando estás en
el suelo? ¿Has jugado alguna vez a un
MMO como World of Warcraft? ¿Te has
fijado cómo se construye el terreno
para disimular el tamaño del lugar? Los
caminos se curvan y doblan, las colinas
se elevan para bloquearte la visión. En
parte es para minimizar la distancia de
visión y que tu ordenador no empiece
a calentarse, pero sobre todo para dis-
frazar lo pequeño que es el mundo vir-
tual en realidad. Los arquitectos llevan
haciendo lo mismo con las líneas de
visión durante siglos: si exploras el St.
James’s Park de Londres a pie, jurarías
que puedes perderte allí durante horas.
De hecho, es solo un poco más grande
que los jardines del Palacio de Buckin-
gham que está al lado.
Vegas hace esa mierda todo el tiem-
po. Excepto en el Strip.
Casinos y el Strip
El corazón de la ciudad es el Strip, don-
de se encuentran los cinco casinos más
grandes, los que dirigen la ciudad. Aquí
es donde viene la multitud. El neón y el
ruido asaltan los sentidos. Los gorilas im-
Alas Vegas
piden que cualquiera sin dinero entre en
estos pasillos sagrados. En el interior, la
temática difiere, pero el resto es lo mis-
mo: tragaperras, mesas de ruleta, póquer,
blackjack, bacará, camareros que traen
bebidas y que no se sabe por qué nunca
eres un cliente lo bastante bueno para te-
nerlas gratis, salas de juego privadas para
aquellos que pueden permitírselas, tea-
tros, restaurantes, bares y bufés, y hoteles
anexos y suites en el piso superior.
Vegas está controlada por cinco ca-
sinos que manejan casi todo. Todos los
casinos más pequeños y los negocios
más importantes de la ciudad son pro-
piedad o están controlados por ellos, o
están afiliados y protegidos por ellos.
Estos afiliados pagan una suscripción
semanal para permanecer bajo cobijo
del casino principal. Una persona poco
amable podría llamarlo «pago por pro-
tección» y a todo el cotarro un enor-
me fraude criminal, pero la gente poco
amable aprende enseguida a no decir
cosas así. Aunque sí explica la cantidad
de negocios que se incendian.
Los cinco casinos principales
La Rueda: Este es el edificio que las per-
sonae vieron desde el desierto: enorme,
negro, una pirámide de ébano que se
agacha como un gigantesco sapo mal-
vado en cuclillas al final del Strip. Se
encuentra en el corazón de la ciudad,
tanto geográfica como socialmente.
Aquí es donde se encuentran las estre-
llas más grandes y los jugadores empe-
dernidos. Los dos o tres primeros pisos
están envueltos en neón dorado y bom-
billas de una forma que, si conocéis
Alas Vegas
vuestra clásica Vegas, se parece mucho
al Golden Nugget.
El Bastos: Conocido como el lugar
donde actúan los mejores magos e ilu-
sionistas, tiene la arquitectura brutalis-
ta del casino New Frontier.
El Copas: Con una reputación de en-
tretenimiento bullicioso, payasadas de
borrachos y libertinaje, este casino se
asemeja mucho al clásico casino Sands.
El Espadas: Este es el Dunes, hasta en
la figura gigante de un espadachín de
Oriente Próximo blandiendo cimita-
rras gemelas que forman un portal al-
rededor de la entrada. El Espadas es el
escenario de competiciones deportivas
como combates de boxeo.
El Oros: Tiene la reputación de ser el
punto de encuentro de los jugadores se-
rios y de las partidas con mucha pasta, al
menos para los tiburones que ya no son
bienvenidos en La Rueda. Curiosamen-
te, también tiene reputación de alber-
gar tratos sucios y partidas amañadas.
Visualmente se parece al Desert Inn.
Cuatro de estos casinos comparten
nombres con los palos de la mayoría
de las barajas del tarot. Puedes incluir-
lo en la mecánica narrativa si la idea
te cuadra. Si se roba una carta de ese
palo en un momento adecuado, enton-
ces tiene una conexión con el casino (y
el dueño de ese casino y su área de in-
fluencia). La Rueda es la excepción, su
única afiliación con el tarot es una car-
ta de los Arcanos Mayores, que, dada la
forma en que funciona el juego, puede
compartir con una de las personae. Lo
cual podría ser interesante.
43
Aunque a los jefes de los casinos les
agrada ser vistos juntos en público, es-
tán inmersos en una lucha de poder
por ser los mejores de la ciudad, y les
encanta usar tácticas turbias o engaño-
sas para ganar ventaja donde pueden.
Hay un acuerdo general de que La Rue-
da está en la cima y los otros luchan
por el segundo puesto, pero si olvida-
ran sus diferencias y trabajaran juntos
para desbancarla, los días de La Rueda
estarían contados.
La rivalidad entre los diferentes casi-
nos puede ser una herramienta útil para
ti. Las personae se pueden sentir atraí-
das hacia un bando u otro, o lo pueden
usar como distracción para disuadir a
los acosadores. En una ciudad como esta
no faltan servilletas promocionales, ca-
jas de cerillas, souvenirs o panfletos que
se pueden utilizar para dejar un rastro
falso de pruebas. Y no es que alguien de
por aquí vaya a comprobar si hay huellas
dactilares, ADN u otros indicios.
No destaques este hecho, pero no
parece que haya ningún gobierno o
fuerzas de la ley aquí: ni policías, ni
ayuntamiento. La ciudad está goberna-
da por los casinos y sus sicarios mantie-
nen el orden que sea necesario.
Hay otros casinos más pequeños dis-
tribuidos por toda la ciudad. Algunos
incluso son propiedad de turistas y ellos
mismos los dirigen. Algunos de los ca-
sinos de peor categoría, situados al bor-
de del desierto, incluso usan el trueque
para las apuestas, así que prácticamente
puedes apostarte la camisa. Pero todos
le deben lealtad a uno de los cinco.
44
Fichas
Las fichas son la moneda de facto de
la ciudad, como los dólares estadou-
nidenses en un país en bancarrota. Si
todo tiene un precio, y lo tiene, enton-
ces se cotizará en fichas.
Parecen fichas de póquer normales.
Están hechas de una sustancia resisten-
te similar a la arcilla que no raya, pero
que se puede romper si se aplica bas-
tante fuerza. No llevan el nombre de
un casino, solo un número que denota
su valor. Tienen colores distintos:
1 azul o blanca 1000 amarilla
5 roja 2000 azul clara
25 verde 5000 gris
100 negra 10 000 marrón
500 morada 25 000 blanca
Las fichas de más de 5000 son rec-
tangulares y del tamaño de una carta.
Las fichas de mayor valor existen, pero
son increíblemente raras y no tienen
colores estándar.
Si necesitas fijar el precio de algo en
Vegas, hazlo en fichas, donde una ficha
tiene un valor equivalente a un euro. Un
cóctel valdrá entre cinco y diez fichas, un
coche valdrá de cinco a diez mil usado,
más si es nuevo.
Existen otras monedas. El trueque
tiene su papel, pero también la infor-
mación y los favores, que poseen un va-
lor tangible y pueden negociarse.
Alas Vegas
Lugareños y turistas
Los lugareños son personas que viven
aquí de forma permanente. Son los
funcionarios, la seguridad, los dueños
de los negocios, los matones y los tipos
duros... Cualquiera al que le vaya bien
y se contente con quedarse. Este es su
lugar. No odian a los turistas. ¿Odia un
zorro a los conejos, pollos y ratones?
Los turistas son visitantes recién lle-
gados a la ciudad, no nacidos aquí, no
nativos. Son más débiles que los luga-
reños, menos aclimatados al entorno y
a veces pueden distinguirse de un luga-
reño por su estatura, piel más pálida y
ropa menos elegante. O en el caso de
algunos de ellos, sin ropa. Si se quedan,
pueden conseguir un trabajo o montar
una empresa, pero nunca prosperarán
lo suficiente como para rivalizar inclu-
so con un negocio local de segunda ca-
tegoría. Es posible que si un turista se
queda el tiempo suficiente y pone em-
peño en relacionarse con los poderosos,
gane estatus y apariencia similar a la de
un lugareño, pero siempre será un poco
más débil, menos eficaz e inferior a los
ojos de las autoridades locales.
Las personae son turistas.
La proporción de turistas con res-
pecto a la población local es de unos
veinte, treinta, tal vez hasta cincuenta
a uno, pero la población local tiene to-
das las cartas. Pensad en la Sudáfrica
del apartheid. Y lo que significa es que,
debido a que son una élite minorita-
ria, la mayoría de los lugareños se co-
nocen entre sí, o al menos se recono-
cen. Cuando las cosas cambian en el
Alas Vegas
mundo, las ondas se extienden rápida-
mente y reaccionan a toda velocidad.
Lo que hay que recordar es que es
un pequeño pueblo de varios millones
de almas, y un número significativo de
habitantes lleva viviendo aquí durante
mucho tiempo. En definitiva, todos se
conocen. Los lugareños son una comu-
nidad muy unida, sus vidas están sepa-
radas de las de los turistas y no se mez-
clan. Un lugareño nunca invitaría a un
turista a su casa a conocer a la familia,
nunca hablaría de su casa o su fami-
lia, o puede que ni siquiera los tenga.
Cuando los dos mundos se encuentran
es principalmente por negocios, y los
turistas suelen acabar jodidos.
Todas las figuras de autoridad (guar-
dias de seguridad, gerentes de planta,
jefes de sala y no hace falta decir que
la mayoría de estas personas son luga-
reños) son matones sádicos. Disfrutan
haciendo daño a la gente (en su mayo-
ría turistas, pero a veces también a sus
compadres) y humillándolos psicológi-
camente. Si creen que pueden salirse
con la suya y ya no les sirven como ob-
jetivos de su odio, matarán sin remor-
dimientos. Luchan entre ellos, compi-
ten por el estatus y el ascenso, y por la
aprobación de sus superiores. Si la ca-
gan, serán castigados de forma brutal.
Hay tres maneras de distinguir a
un lugareño de un turista, si sabes
qué buscar. En primer lugar, la mayo-
ría de los lugareños usan relojes. Los
turistas no, y los lugares para com-
prar relojes escasean.
45
En segundo lugar, cuando asesinan a
un turista, sucede algo extraño. Mien-
tras alguien mira el cadáver, sigue sien-
do un cadáver, pero si apartas la vista
y vuelves a mirar, el cuerpo habrá sido
reemplazado por (o lo habrán transfor-
mado en) un pequeño número de fichas
de casino normales, generalmente en-
tre una y cinco. Se pueden usar como
las fichas de casino normales, porque a
todos los efectos son fichas de casino
normales. Los cadáveres de los lugare-
ños no se convierten en fichas.
Hay otra diferencia, aunque puede
que las personae tarden en notarlo, y
solo si miran con atención o si se les
informa al respecto. Todo el mundo en
Vegas tiene una sombra, pero las som-
bras de los lugareños son más oscu-
ras, una sólida ausencia de luz, un va-
cío, una negación pura. Y ahora que lo
sabes, tu persona puede notarlo en la
próxima sesión.
Hay armas, pero son sumamente ra-
ras. Las armas pertenecen a los lugare-
ños. No hay armerías. Nadie te venderá
un arma. Si un lugareño ve a un turista
con un arma, se la quita.
Los lugareños que trabajan para un
casino suelen llevar una corbata con la
insignia de ese casino. En términos de
mecánica de Fuga, todos los lugareños
son jefes y automáticamente consiguen
un comodín en cada mano.
46
Hacer preguntas
Naturalmente, las personae querrán sa-
ber más sobre este lugar: cómo llegaron
allí, cómo funciona, quién está al man-
do y mucho más. Tu trabajo como Dea-
ler es ocultarles esta información hasta
que sea dramática y narrativamente im-
portante que la tengan. Esta es una de
las razones por las que el juego solo te
da la información que tú, como Dealer,
necesitas saber para tu sesión.
Los habitantes son reacios a dar in-
formación libremente; se trata de una
sociedad que funciona en gran medida
a base de trueque y los hechos son algo
con lo que se negocia, no se regalan. La
información tiene un valor. La mayoría
de las veces, las preguntas se responden
con otras preguntas, con miradas de
asentimiento, encogimiento de hom-
bros, miradas o gestos ambiguos. La
conversación libre y abierta solo se da
entre personas que se conocen y con-
fían unas en otras.
Cosas sobre las que no hay que
llamar la atención, pero que hay
que describir si se pregunta
Las calles no tienen nombres. La gen-
te se orienta mediante puntos de refe-
rencia locales, que en su mayoría son
casinos, clubes y bares: «Gira a la de-
recha en El Bastos, camina dejando a
tu derecha el Olive Grove y está en-
frente del Chokes…».
Alas Vegas
La geografía es ambigua. No hay
mapas de calles. Hay taxis y algunos de
ellos te llevan a donde necesitas. Otros
te llevan a un lugar desierto y te dan
una paliza hasta matarte para conse-
guir lo que sea por tu cadáver.
El tiempo también es ambiguo. In-
tenta no hablar de horas, minutos o
días. El tiempo pasa sin que la persona
casi se dé cuenta. No hay relojes, o al
menos la persona nunca verá un reloj.
Nadie dice que se reunirá contigo en
un momento determinado. Hay cuatro
puntos fijos en cada día: el amanecer,
el mediodía, el atardecer y la media-
noche. Todo lo demás se menciona en
relación a esos momentos. Si estás en
un lugar cerrado, bajo la iluminación
universal del neón, entonces el tiempo
deja de tener sentido.
Los días también. La gente dice
«ayer», «mañana», «dentro de unos
días» y «la semana que viene». Nadie
dice «martes» o «el quinto día». Si al-
guien pregunta cuánto tiempo llevan en
Vegas, que lo averigüen. Si le preguntan
a alguien, la respuesta suele ser vaga: sin
calendarios, estaciones, días especiales
ni días festivos que marquen el paso del
tiempo. El periódico The Vegas Variety
no tiene una fecha en su cabecera.
Alas Vegas 47

Los días son calurosos y las noches Nota de estilo

frías, no insoportables, pero sí desagra-
dables. Nunca llueve. Los periódicos, la “Alas Vegas” utiliza unidades de medi-
televisión, la radio y otros medios de da americanas para mantener el tono
comunicación se basan en el entrete- y la atmósfera. La mayoría de las me-
nimiento. No hay noticias nuevas. De didas son aproximadas, pero cuando se
hecho, no hay nada que no sea ficción, necesitan dimensiones precisas, se dan
a menos que se relacione con los famo- equivalentes métricos. Por lo general,
sos: prensa rosa, biografías y ese tipo se puede dar por sentado que las «yar-
de cosas. Los periódicos son panfletos, das» y los «metros» son intercambia-
casi en su totalidad anuncios y artícu- bles. Nadie usa una cinta métrica.
los de propaganda de negocios locales.
No hay cines. Hay teatros, pero se uti-
lizan para conciertos o actuaciones en
lugar de obras.
Si adquieren una brújula, hay un
norte magnético. El sol sale por el
este, llega al cenit a mediodía y se
pone por el oeste en los mismos pun-
tos todos los días. Las estrellas por la
noche giran alrededor de una estrella
en lo más alto del cielo.
No hay aeropuerto. No hay aviones
ni helicópteros en el cielo. Las carre-
teras que salen de la ciudad no tienen
señales que indiquen a dónde llevan, y
si un personaje es lo suficientemente
imprudente para seguir una, se queda-
rá sin gasolina o sin carretera. No hay
forma de salir.
Alas Vegas
Primer acto
PRIMAVERA
CUANDO LAS COSAS EMERGEN DE LA TIERRA
Solo debes leer este capítulo si la parti-
da aún no ha comenzado y eres el Dea-
ler de la primera sesión; o si el juego
está en marcha y eres el Dealer de la
siguiente sesión.
INTRODUCCIÓN
PARA EL DEALER
Hola, primer Dealer. Empezaré con las
malas noticias. Estás a punto de crear
una persona, un personaje jugador, con
los demás jugadores al principio de la
partida. Luego, vas a matarlo.
Sí, vas a matar a tu propia persona.
Sé que suena inesperado, fútil y po-
siblemente estúpido, pero hay un moti-
vo. Necesitamos asegurarles a los otros
jugadores que Vegas es un lugar azaroso
y peligroso donde entregarse al heroís-
mo o ser idiota hará que te maten, y la
mejor manera de hacerlo es matar a al-
guien que conozcan. Lo siento, amigo.
Lo que fácil viene, fácil se va.
Pero ya llegaremos a tu inoportuna
muerte. Primero debes saber cómo di-
rigir esta sesión de la partida.
A estas alturas ya deberías haber leí-
do las tres primeras secciones del libro,
49
hasta el comienzo de esta sección, para
que conozcas las reglas y un poco sobre
el escenario. Esta sección te ofrecerá
más trasfondo (todo lo que necesitas sa-
ber para esta sesión) y te proporcionará
la trama y los personajes de la misma.
Comencemos, ¿de acuerdo?
Dirigir la partida
De todos los Dealers, tu trabajo es
probablemente el más fácil: básica-
mente configuras el escenario, creas el
lugar, el tono y un par de sus persona-
jes representativos.
El tema de este episodio, las dos pre-
guntas esenciales de esta primera par-
te, son: ¿dónde estamos?, y ¿cómo so-
brevivimos aquí? Piensa en el primer
episodio de Perdidos. Están destinados
a estar confusos y desorientados, aca-
ban de sobrevivir a una situación trau-
mática que no recuerdan y están inten-
tando reconstruirlo todo y averiguar
qué les ha pasado y qué les está pasan-
do. Si quieres joderlos, hay un montón
de personajes del juego en Vegas que lo
harán por ti con mucho gusto, así que
usa uno de ellos. No abuses de tu posi-
ción de confianza.
50
Parte de tu trabajo consiste en ex-
plicar las reglas básicas del juego y del
mundo, lo que significa que pasarás
mucho tiempo frustrando a los jugado-
res al negarles la información que pi-
den. Si empiezan a enfadarse, puedes
indicar que parte del motivo por el que
no puedes decirles esas cosas es porque
no lo sabes (lo cual también debería ser
cierto). No es una gran táctica, rom-
pe la cuarta pared que puede tardar
un poco en reconstruirse, así que úsala
solo si es necesario.
No llames la atención sobre las co-
sas raras. No te propongas asustarlos.
Deja que se asusten ellos mismos. El
estilo y el tono son hiperrealistas, no
melodramáticos. Es casi mágico-rea-
lista: cosas extraordinarias y extrañas
suceden de manera natural. El Grand
Guignol vendrá después.
Seguramente tus jugadores dictarán
los primeros pasos de la partida: que-
rrán ropa, dinero, comida, posiblemen-
te un arma e información. Nada de eso
se consigue fácilmente en Vegas. Si pue-
des poner a las personae en una situa-
ción donde tengan que violar la ley o
cruzar una línea moral para conseguir
lo que necesitan, mucho mejor. Poner-
los en situaciones en las que tienen que
tomar decisiones difíciles es bueno.
En caso de duda, crea una situación
que requiera usar mecánica de Fuga
para resolverla y deja que las cartas su-
gieran una dirección para la narración.
Alas Vegas
Introducción para las personae
Dile a tus jugadores que cierren los ojos
y luego léeles esto.
Te abres camino hacia la consciencia
desde un sueño sin sueños. Tu mundo
está lleno de tierra. La tienes en los ojos,
la nariz, la boca, los oídos, por todo el
cuerpo, el peso te empuja hacia la tie-
rra. A medida que tu mente vuelve a la
superficie, los brazos hacen lo mismo de
forma instintiva, abriéndote paso frené-
ticamente a través de la tierra suelta ha-
cia el aire que hay sobre ti.
Te liberas, irrumpiendo en la fría no-
che como un cuerpo renacido, tus pulmo-
nes ardiendo en busca de oxígeno, y te
arrastras desde la tumba poco profunda
que hay debajo de ti.
Estás en el desierto. Una luna sin
alma arroja una luz tenue. Hay más
personas contigo. Desnudas como tú,
ateridas de frío, sucias y silenciosas, ob-
servando. Detrás de ti, en la tumba, otro
cuerpo se tambalea erguido. Otro que re-
gresa a la vida.
¿Quién te enterró dándote por muer-
to aquí, en este desierto? ¿Cómo llegaste
a este lugar? ¿Por qué no lo recuerdas?
¿Por qué no recuerdas nada?
En el horizonte hay una cicatriz de
neón en forma de ciudad, latiendo como
algo no muy vivo. Un haz de luz roja se
extiende entre la tierra y el infinito y lle-
ga hasta las estrellas. A veces parpadea.
Allí habrá respuestas.
Alas Vegas
Es una trampa
Esa es la trampa. Léelo en voz alta, o in-
terprétalo. O incluso hazlo circular en-
tre los jugadores antes de que comien-
ce la partida. Todas las personae acaban
de salir de una tumba poco profunda en
el desierto, en las afueras de una ciudad
desconocida. Todos están desnudos, na-
die recuerda nada y todos están pasando
un frío de narices. No les des más pistas.
Este es el momento de pasar por la
creación de personajes (página 11) y de-
berías crear una persona junto a los de-
más. Hay tres puntos a tener en cuenta:
1. Anima a los jugadores a inventar
nombres o apodos para sus perso-
nae o para cada uno de ellos, o te
pasarás el juego dirigiéndote a ellos
como «Cara Pasa», «Culo Arruga-
do» y «Tatuaje Obsceno», que no es
nada agradable.
2. Una persona extra ha salido del agu-
jero. Inventa una descripción para
ella. No habla mucho. En realidad,
es tu persona real, la que interpreta-
rás en las sesiones 2, 3 y 4.
3. Siéntete libre de jugar un poco con
el escenario. Puede que tengas más
información de primera mano de
desiertos por la noche que yo.
Bien, volvamos a esa tumba poco
profunda.
2. Si alguien quiere un flashback sobre alguna experiencia militar o científico-atómica en una vida anterior (algo poco probable y des-
aconsejable, pero esto es un juego de rol para que esos cabrones sentados frente a ti prueben cualquier estupidez que se les ocurra a esos
cerebros podridos de pizza), entonces pueden intuir que fue una detonación sobre el suelo, y es más que probable que sea una explosión
de prueba, de un rango de 20-30 kilotones. ¿Les será útil esa información en algún momento? Para nada.
51
Llanura inhóspita
El suelo desértico es en su mayor parte
tierra dura con alguna que otra colina y
pequeñas zonas de matorral. Hay luna
llena, pero aún está muy oscuro.
Cualquiera que se pare a mirar y es-
cuchar tiene la sensación de que lo está
observando algo que no puede ver. Al-
guien o algo en la oscuridad. Sea lo que
sea, esté donde esté, no responde a los
gritos. No se mueve nada aparte de ellos.
Justo cuando la sensación inicial de
extrañeza y de aceptación de la situa-
ción está desapareciendo y justo antes
de que alguien les sugiera que empie-
cen a caminar hacia la franja de neón
en el horizonte, el desierto se ilumina.
Como el día más luminoso. Hacia el
norte, algo acaba de explotar. A juzgar
por el estruendo y la onda expansiva
que llegará a la persona... aproximada-
mente... ya y por la nube en forma de
hongo llena de fuego que sube inexo-
rablemente hacia el cielo ennegrecido,
alguien acaba de lanzar un dispositi-
vo atómico a unos veinticinco, treinta,
cuarenta kilómetros al norte.2
Y en cuanto pueden mirar en esa di-
rección, recortada sobre la imagen de
la explosión, en una escarpadura baja a
unos cientos de metros de distancia, hay
una figura. Humana. De pie. No saben si
está mirando la explosión o a ellos.
Luego vuelve la oscuridad y la figura
desaparece.
Si las personae llaman a la figura o
van a buscarla, es como si nunca hu-
biera estado allí. La cicatriz de neón en
forma de ciudad se encuentra al este.
52
Lo que está al este
Atravesar el desierto en la oscuridad
no es fácil: la marcha es casi siempre so-
bre terreno llano, pero hay surcos con
los que tropezar y el sonido de cria-
turas nocturnas escabulléndose en los
matorrales. Un grupo resuelto podría
avanzar a unos cinco kilómetros por
hora sin romperse los dedos desnudos
contra rocas invisibles con demasiada
frecuencia. La ciudad se acerca.
No hay más explosiones atómicas.
Otras cosas que no hay, si las personae
piensan en buscarlas: luces de aviones
en el cielo, faros en carreteras lejanas
y estrellas fugaces. Hay estrellas, pero
faltan los destellos lentos de los saté-
lites. Si alguien pregunta, díselo. Si no
preguntan, no lo insinúes.
El coche en la arena
Después de ochocientos metros trope-
zando con raíces y pisando piedras afi-
ladas, la persona más alta ve algo que
brilla en el desierto a unos cientos de
metros de distancia. No se parece a
nada de lo que conocen, sobre todo
porque sufren amnesia y no se recono-
cerían a sí mismos en un espejo.
Es un coche. Un Pontiac Firebird
de finales de los 60, rojo y polvoriento,
con la capota bajada. Está un poco he-
cho polvo, sobre todo porque tiene el
morro metido en un arroyo seco. Los
faros están encendidos, lo cual explica
el brillo. Ambas puertas están abiertas
de par en par. No hay llaves en el con-
tacto ni señales de ocupantes, salvo una
enorme cantidad de sangre en el inte-
Alas Vegas
rior y un montón de fichas de casino de
poco valor desparramadas en las alfom-
brillas. El motor no arranca porque no
tiene gasolina. Hay una lata de gasoli-
na de siete litros en el maletero, ade-
más de un gato, una rueda de repuesto
y tres o cuatro agujeros de bala. El ma-
letero está cerrado. Las únicas huellas
visibles son las del Firebird, pero hay
huellas de pisadas alrededor. No son
huellas de zapatos, sino de pies.
Sugiere a las personae que podrían
tener un flashback o dos para conseguir
habilidades sobre cómo arreglar, robar
o conducir coches, y para que se hagan
una idea de cómo funciona el sistema.
Mientras las personae están deci-
diendo cómo sacar el Firebird del arro-
yo y volver a ponerlo en marcha (hay
un camino de tierra a unos cuarenta
y cinco metros que lleva a la ciudad),
algo sale del desierto.
Ejemplo de combate
Las figuras salen del matorral, gritan-
do, cargando con armas contunden-
tes levantadas. Sucede tan rápido que
es imposible verlos bien. Lo único
que puedes asegurar es que son hu-
manos. Probablemente.
Estos son los Perdidos, gente que lo
ha perdido todo en la ciudad y que han
huido o han sido perseguidos hasta el
desierto, donde tratan de mantener-
se con vida matando y comiendo todo
lo que pueden atrapar, incluso unos a
otros. La primera impresión de la per-
sona puede ser que esté luchando con-
tra monstruos o zombis: flacos como
Alas Vegas
un cangallo, todo tendones, huesos y
hambre. Están armados con ramas y
barras de acero largas. Matarán o aca-
barán muertos.
Estos Perdidos aparecen para que
tus jugadores y tú tengáis un primer
contacto con el sistema de combate
de Fuga sin demasiadas interrupcio-
nes ni complicaciones como armas
de proyectiles o espectadores. La fal-
ta de accesorios disponibles limita tu
habilidad para improvisar elementos
de la historia alrededor de cualquier
Arcano Mayor que aparezca, así que
siéntete libre de ser preciso o recoger
elementos menores. ¿Hay un perro en
la carta? Aparece un perro salvaje, o
al menos uno fiero. ¿Un árbol? Claro,
solo que no te diste cuenta antes. ¿Un
letrero de neón? Roto y medio ente-
rrado en la tierra. Te haces una idea.
Deja que los jugadores también lo ha-
gan. Es un sistema de combate narra-
tivo después de todo.
El número de Perdidos es el mismo
que el de personae menos uno.
Pelea con las cartas. Los Perdidos no
se rinden ni huyen; no hablan de forma
inteligible ni intentan comunicarse por
ningún otro medio que no sea la violen-
cia. Tienen su nombre por una razón. Si
los someten o capturan, no harán más
que gruñir y luchar para liberarse. Mue-
ren con una facilidad sorprendente.
53
El silencio después de matar
Y luego vuelve el silencio una vez más.
El universo no parece haber sido al-
terado por esta brutalidad. Pueden
apropiarse de la ropa andrajosa y las
armas improvisadas de los Perdidos.
Tienen género, pero en cierto modo
eso no parece relevante.
Una cosa más. Si las personae apartan
la vista de los cadáveres durante unos se-
gundos y luego vuelven a mirar, los cuer-
pos han desaparecido. Donde estaban
no hay más que un puñado de fichas de
póquer de poco valor (blancas y un par
rojas). La ropa sigue ahí, así que tal vez
las fichas estuvieron ahí todo el tiempo.
Sería fácil no verlas en la oscuridad.
Mira hacia la luz
Algo les pasa a las estrellas. Tienen un
aspecto extraño. Si alguien pregunta
si puede ver las constelaciones habi-
tuales y las estrellas principales, ponle
esa cara y pregúntale si quiere tener un
flashback para recordar una pasión por
la astronomía. Si accede, entonces es
idiota, pero sí, las constelaciones nor-
males están ahí. Pero todavía hay algo
extraño en la forma en que se ven las
estrellas. Más frías. Menos brillantes.
Con ángulos extraños.
Mientras las personae peleaban, la
luz de los faros se ha atenuado visible-
mente. Parece que la batería se está ago-
tando. Es bastante normal usar la barra
de acero que uno de los Perdidos estaba
empuñando para abrir el maletero, pero
si alguien quiere tener una habilidad
para abrir el coche a la fuerza, déjalo.
54
El camino lleva a la ciudad. Es acci-
dentado y el Firebird puede hacer unos
24 kilómetros por hora como máximo, e
incluso así, algo hace unos chirridos des-
agradables en la transmisión, si alguna
de las personae recuerda lo que es una
transmisión. Conducir a poca velocidad
afecta al consumo de gasolina y a ocho-
cientos metros del borde de la ciudad
el motor da un último resoplido largo y
muere. Tienen que caminar desde aquí.
ALGO
CONSTRUCTIVO
A medida que se acercan al borde de la
ciudad, donde el desierto da paso a terre-
nos baldíos, filas de almacenes prefabri-
cados y algunos edificios que podrían ser
oficinas o talleres, se encuentran al lado
de una zona de construcción. Un com-
plejo muy grande se elevará aquí, posi-
blemente uno con varios edificios, que
ocupa alrededor de ocho hectáreas. Los
cimientos han sido excavados hasta una
profundidad de unos seis metros y los pi-
lares de hormigón se mantienen ergui-
dos con barras de refuerzo que surgen de
los extremos. Los reflectores esporádicos
arrojan una iluminación irregular y largas
sombras por todo el lugar. Hay coberti-
zos cerrados alrededor del borde del área
excavada, pero no hay vehículos. Toda el
área está rodeada por una cerca de malla
metálica de tres metros con alambre de
púas en la parte superior. Hay puertas a
intervalos y caminos de tierra que con-
ducen a la ciudad. La primera puerta a la
que llegan las personae está abierta, con
la cadena y el candado a un lado.
Alas Vegas
Nadie está trabajando en la cons-
trucción ahora mismo. Es de madru-
gada, pero hay movimiento en la par-
te excavada, y el sonido tenue de algo
denso y líquido y una súplica amorti-
guada. Apoya la cara contra la valla y
podrás distinguir a tres personas, ele-
gantemente vestidas. Dos de ellas están
tratando de enterrar a una tercera en
los cimientos del nuevo edificio, que
aún está en proceso de construcción.
Así que aquí surge un dilema. ¿In-
tervenir o marcharse?
Si las personae se alejan, no pasa
nada más. En unos meses aquí habrá un
nuevo y brillante hotel-casino, el Pearl.
Si las personae interrumpen lo que
sea que esté sucediendo, los dos agre-
sores (llamémoslos los matones) se sor-
prenden primero y luego desconfían.
Uno de ellos exige saber para quién tra-
bajan las personae; el otro le dice al pri-
mero que son turistas estúpidos y grita
que deben seguir adelante, que lo que
está sucediendo allí es un asunto oficial,
nada de lo que tengan que preocuparse,
y que sería mejor para todos que se mar-
charan y olvidaran que han visto algo.
Parece que la tercera persona en la
fosa no está de acuerdo con esto, pero
está atada y amordazada, así que es di-
fícil estar seguros.
Si se les presiona para obtener más
información, los matones jugarán con
las personae durante un par de minutos,
pero no revelarán nada de importancia y,
además, tienen trabajo entre manos. Si las
personae los amenazan o se acercan, in-
tentarán asustarlas con amenazas y luego
Alas Vegas
con enfrentarse a ellas en una pelea. Pre-
ferirían no hacerlo: como ya se ha dicho,
están aquí para hacer un trabajo. Lo que
realmente les molestará es que alguien li-
bere o interfiera con la víctima atada.
Si los atacan, se defenderán. Tienen
tres ventajas principales sobre las perso-
nae: son lugareños (lo que significa que
son unos centímetros más altos y con-
siderablemente más fuertes), parece que
hacen ejercicio y tienen armas. Sin em-
bargo, llevan las armas en las chaquetas
y estas están colgadas en una barra de
acero a unos cuantos metros de distan-
cia para que no se ensucien. No tendrán
reparos en intentar matar a las perso-
nae, pero si huyen no las perseguirán.
Este sería probablemente un buen
lugar para que tu personaje muera. Po-
siblemente de forma heroica, pero más
bien debido a un error lamentable. En-
séñales, no la cagues.
Los matones
Los matones son lugareños. Son perso-
nas grandes y robustas que se mueven
con una facilidad que denota fuerza y
entrenamiento, y se sienten cómodos
con la brutalidad, algo que solo se ve
en hombres que beben en pareja en tu-
gurios de mala muerte o entre gorilas
del tipo de club de striptease y que no
son arrestados muy a menudo pase lo
que pase en él.
Son una mujer y un hombre, trabajan
en equipo. Ninguno de los dos parece
ser el jefe del otro. Sus nombres son Pai-
ne y Sheen. Llevan trajes elegantes, he-
chos a medida, con hombreras ocultas.
55
Como todos los personajes del juego
en Fuga, no tienen ninguna habilidad
en particular, ni estadísticas ni puntos
de golpe, porque no lo complicamos.
Como todos los lugareños, entran en la
categoría de jefes, lo que significa que
reciben un comodín en cada mano de
una acción enfrentada.
Si las personae sacan lo mejor de
sí mismas, intentarán hacer dos cosas:
matar a la persona en el hormigón dis-
parando 2 o 3 ráfagas a la fosa y después
huir. Resulta que el cemento de secado
absorbe muy bien los tiros. Se produce
una gran salpicadura, pero no penetra
más que unos pocos centímetros. No
hay señales de balas reales, si alguien
tiene pensado mirar.
A diferencia de los Perdidos, los cuer-
pos no desaparecen después de morir.
La fosa
La fosa está iluminada por cuatro
juegos de focos separados alrededor
del borde, cada uno alimentado por
un juego de baterías de coche en la
base. Apagarlos o desconectar los ca-
bles de alimentación es un trabajo fá-
cil, entonces el área estaría ilumina-
da solo por la luna. Un lado del foso
es una rampa de tierra por donde el
equipo de construcción puede subir
y bajar durante el día; a lo largo de
los otros lados del foso hay barras de
acero y malla expuestas que las per-
sonae pueden usar para subir o bajar
por los lados.
56
No hay mucho en la fosa que pue-
da usarse para pelear, aunque los co-
bertizos de herramientas alrededor del
borde tienen todo tipo de equipo. Pero
están cerrados con candado y las llaves
no están por ninguna parte.
Si las personae interfieren con los
personajes del juego involucrados en
una acción en curso (por ejemplo, dos
lugareños enterrando a un tercero en
hormigón), y cualquiera de estos perso-
najes escapa, informará de ello a sus su-
periores. Si los personajes del juego tra-
bajan para un casino u organización, da
por sentado que todos los que trabajan
para esa organización tendrá conoci-
miento de lo sucedido. Las identidades
de las personae pueden ser desconoci-
das, pero se compartirán las descrip-
ciones y se les reconocerá la próxima
vez que traten con alguien de ese casi-
no. En otras palabras, cuidadín.
Si los matones abandonan la escena
sin sus chaquetas, no hay ningún tipo
de identificación en ellas. Toda la ropa
está bien confeccionada y muestra po-
cos signos de desgaste. No hay etiqueta
de sastre, pero hay un parche cosido en
el forro justo debajo de la nuca: «Pro-
piedad del Golden Chariot Casino. Por
favor, devuélvalo si la recupera». Asi-
mismo, si las personae ven alguna de
las corbatas de los matones, son negras
con un estampado de carros dorados
bordados en el tejido.
Intenta evitar que las personae co-
jan las pistolas de los matones (es pre-
ferible que las tiren al hormigón líqui-
do) aunque si es inevitable, entonces
es inevitable. Las pistolas son semiau-
Alas Vegas
tomáticas que no llevan la marca del
fabricante ni el número de serie, pero
cualquiera que sepa de armas (hazles
tener un flashback) las reconocerá como
Colt 1911, «la mejor arma de fuego del
mundo», rediseño de 1970, identifica-
ble por una corredera más pesada y un
buje de cañón ranurado tipo Collet. No
parece haber una manera de quitar el
cargador para recargar y eso significa
que es imposible saber cuántos proyec-
tiles contiene cada pistola. Las perso-
nae no pueden disparar las armas que
han conseguido, al menos por ahora.
Puede apretar el gatillo, pero no hace
clic ni bang. Han rectificado las cabe-
zas de los tornillos, así que es imposible
desmontar la pistola.
La víctima desagradecida
Si las personae son capaces de luchar
contra los matones o de persuadirlos
de alguna manera para que se vayan,
descubrirán que la víctima que está
atada en el hormigón sigue viva. Sin
embargo, sigue atada en un líquido que
se endurece rápidamente y sus movi-
mientos se están debilitando.
Desde fuera del hormigón, queda
claro que se trata de una mujer alta con
el pelo largo, que lleva los restos de una
chaqueta de traje y una falda hasta la
rodilla. Está exhausta, posiblemente
conmocionada, y con una actitud muy
arrogante para alguien en su situación.
Si la rescatan, no lo agradecerá con
efusividad. Dará por sentado que las
personae tienen un plan y la han res-
catado por sus propias razones, y sobre
Alas Vegas
todo está deseosa de lavarse el hormi-
gón (hay un cubo no muy lejos) y salir
de aquí, poniéndose cualquier prenda
que pueda coger. Es reacia a contestar
cualquier pregunta o a dar su nombre.
Ejemplos de diálogo:
—Creo que os habéis ganado un enemigo
esta noche. Yo no. Debéis tener cuidado a
quién ayudáis aquí.
—No habléis con nadie de lo que ha
pasado aquí.
—Son negocios. Cosas del casino. Si
sois inteligentes, mantendréis la cabeza
baja antes de involucraros. Bueno, antes
de que alguien se entere de que os habéis
involucrado.
—No creáis que esto significa que os
debo algo.
Es útil dejar que sobreviva, y si las
personae están decididas a fastidiar el
trabajo, o si simplemente tratan de pa-
sar por alto todo el asunto, entonces la
víctima se quedará entre la espada y la
pared. Si eso sucede, tienes que colocar
a alguien más aquí, porque más tarde
este personaje vuelve a aparecer.
Si las personae deciden no involu-
crarse, o se involucran y fracasan, en-
tonces cuando abandonen la zona ha-
brá alguien observando. Esto no tiene
nada que ver con la sensación que tu-
vieron en el desierto, la de ser observa-
dos. Se trata de alguien que se encuen-
tra en las sombras de una de las cabañas
de material, de espaldas al borde de la
fosa, vestido con un traje. El faro de un
coche en una carretera cercana barre la
escena, iluminándolos por un segundo.
Cuando las personae llegan allí, ya se
ha ido. Y si la persona en el cemento
57
está muerta, entonces este personaje
ocupará su lugar al final de este acto,
y habrá preguntas acerca de por qué no
hicieron algo más para salvar a alguien
que se estaba ahogando en cemento.
Rodamientos y engranajes
Más allá de la obra está el límite de
la ciudad. Las subdivisiones están dis-
puestas, bordeadas por caminos de
tierra, pero no contienen nada más
que matorrales y polvo. Los grupos
bajos de edificios se agrupan como si
la unión hiciese la fuerza. Hacia un
lado, filas de casas residenciales de
una sola planta. Hacia el otro lado, un
centro comercial se convierte en una
calle de pequeños negocios. Algunos
coches están aparcados en el borde de
la carretera, modelos de los años 70, o
incluso de los 60.
Un coyote sale de entre dos edificios
y los mira fijamente. Sus ojos brillan
amarillos y sobrenaturales a la luz de
una farola. Se da la vuelta y se aleja.
Estas son las afueras de las zonas
residenciales, lo que pasa por ellas. La
mayoría de la gente de por aquí son tu-
ristas que se han quedado atrapados en
la ciudad, ya sea por elección o por las
circunstancias. Los pocos que mero-
dean a esta hora pueden estar dispues-
tos a ayudar a los recién llegados, pero
a muchos de ellos les traen sin cuidado
o sienten miedo al ver a gente desnuda,
polvorienta y confundida salir del de-
sierto tambaleándose hacia el aura de
una luz de sodio.
58
Hay borrachos y vagabundos des-
plomados contra las paredes o tamba-
leándose por las calles oscuras, buscan-
do un trago, un chiste, una partida de
dados, un zumbido, un amigo o un ho-
gar que nunca encontrarán. No están
en condiciones de renunciar a la infor-
mación, pero la mayoría de ellos tie-
nen ropa. Pueden tener algunas fichas
de casino, pero no tienen dinero. Casi
todo en las afueras funciona con true-
que: un intercambio de bienes, infor-
mación o favores. Muchos favores.
Si detienen a alguien, a nadie pare-
ce importarle su historia de haber sali-
do de una tumba poco profunda. “Tío,
todo el mundo tiene problemas y yo no
quiero los tuyos”. Si intentan encontrar
una comisaría de policía, no la hallarán
(no hay ninguna, ni hospitales), pero si
intentan denunciar lo que ha sucedi-
do en algún lugar que parezca oficial,
entonces la persona que está detrás del
escritorio se reirá en sus caras y llamará
a sus colegas, que son buenos tiradores,
y también se reirán.
Tu trabajo como primer Dealer es
mantener a las personae en las afueras
de la ciudad, lejos de las delicias de neón
del Strip, al mismo tiempo que te asegu-
ras de que entienden que en el Strip está
la acción que mola. Si tú (o ellos) quieres
una metáfora de todo esto: ahora mismo
son de bajo nivel. El Strip es de alto ni-
vel. ¿Qué pasa con los personajes de bajo
nivel que caen en una trampa en las zo-
nas de alto nivel? Exacto.
¿Cómo los mantienes aquí? Dales
tareas que hacer en las zonas residen-
ciales, objetos que recoger y cosas que
Alas Vegas
aprender. Lo mejor que se puede hacer
es darles una base y un patrocinador;
no alguien que tenga un gran poder,
sino que sepa algunas cosas, que tenga
algunos recursos y que necesite que se
hagan algunos trabajos. Alguien como
el dueño del bar que las personae en-
contrarán en breve.
Hay una gran posibilidad de que al-
guien intente recordar una vida ante-
rior en Vegas que le dé conocimientos
del lugar. Mucha suerte con eso. Este
lugar puede llamarse Vegas, puede te-
ner similitudes con la Vegas que pue-
den recordar, pero no es ninguna Ve-
gas en la que hayan estado nunca. No
les digas que desperdiciaron una habi-
lidad, pero es lo que ha pasado. Espero
que el flashback haya sido interesante.
SOPA DE POLLO PARA
ALMAS PERDIDAS
Un poco más allá de la construcción
hay una fila de tiendas vacías y un ca-
mino que la bordea, posiblemente
marcando el límite del desierto. Está
oscuro, pero hay farolas aquí y allá, y
debajo de una de ellas hay un carrito de
sopa aparcado al lado de una furgoneta
blanca anónima y antigua. No hay sig-
nos de que haya nadie más en la calle,
tampoco hay tráfico. Aquí, en la peri-
feria, la ciudad es tranquila.
Si te preguntan, sí, las personae tie-
nen mucha hambre.
Hay dos personas en el carrito de
sopa: una mujer blanca de unos cin-
cuenta años y un hombre negro de
Alas Vegas
unos sesenta. Esperan expectantes
mientras las personae se acercan, lle-
nando silenciosa y lentamente vasos de
papel de sopa a lo largo del borde del
carro. Cuando han llenado el mismo
número de vasos que de personae, dan
un paso atrás.
—Está bien. Coged uno —dice ella—.
Son para vosotros.
La sopa está buena. Espesa, de pollo,
con un toque de especias.
Ella habla. Su nombre es Martha y
su amigo es George, y se encargan del
carrito de la sopa todas las noches para
quien lo necesite. Espera que estén bien.
¿Cómo están? ¿Vinieron del desierto?
Martha es buena conversadora, y
muy buena haciendo preguntas de una
manera que no parece inquisitiva. In-
tentará mantener la conversación so-
bre las personae, aunque responderá
a algunas cuestiones si se le pregunta
directamente. No se sorprende de que
las personae se hayan despertado des-
nudas en el desierto, aunque se muestra
compasiva y empática con ellos.
George no dice nada a menos que se
dirijan a él directamente; es educado,
pero no comunicativo, y no responde a
preguntas más allá de lo simple o inme-
diato, diciendo en el resto de los casos:
«Mejor pregúntale a Martha». Si algu-
na de las personae hace un movimien-
to hostil o beligerante, descubrirá que
está agarrando un bate de béisbol de
aluminio debajo del mostrador y sabe
usarlo como un profesional.
Hay un bote para las propinas en la
encimera, probablemente fuera de pe-
59
pinillos. Un tercio está lleno de fichas
de casino de poco valor. Entre ellas hay
algunas monedas de plata.
Las respuestas de Martha
a preguntas obvias
¿Qué es este lugar? «Vegas. Es una ciu-
dad en el desierto. La gente viene aquí
a apostar».
A mí no me parece Vegas. Se enco-
ge de hombros. «No sé qué decirte. Tal
vez no sueles llegar así. ¿O te golpeaste
la cabeza?».
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
¿Qué hacíamos en el desierto? ¿Quién
nos metió allí? «No lo sé, cariño. Tal vez
lo recuerdes con el tiempo».
¿Quiénes sois, qué hacéis? «Hacemos
sopa para las personas que la necesitan y
también les ofrecemos ayuda si la necesi-
tan. Lo hacemos todas las noches».
¿Qué fue la explosión? «Fue una pa-
sada, ¿verdad? He oído hablar de ellas
antes, pero nunca he visto una. No creo
que nadie lo sepa, pero es mejor no hacer
demasiadas preguntas».
¿Quiénes eran las personas del de-
sierto? «Son los Perdidos. Salvajes. Vi-
ven ahí. Nadie los busca». En este mo-
mento George da un paso adelante:
«¿Los matasteis? ¿Matasteis a mucha
gente? —Afirmen o nieguen, da igual—.
Tened cuidado. La violencia sabe encon-
trar su camino de regreso aquí. Como
dicen: “La sangre llama a la sangre”».
Martha lo manda callar.
¿No vienen aquí a tomar su sopa?
«No les gusta la ciudad. A algunos de
ellos les recuerdan cosas que quieren ol-
vidar. Otros han recibido advertencias y
tienen demasiado miedo de volver».
60
¿Qué estaba pasando en la obra?
«Cariño, a veces es mejor no preguntar.
Hicisteis algo bueno, salvando a esa po-
bre mujer (si lo hicieron), pero no sabéis
si era una mala persona y merecía lo que
le estaban haciendo. No molestes a la
gente y la gente no te molestará a ti, es
un buen lema para vivir aquí».
No estás respondiendo a nuestras
preguntas. «¿No? Supongo que no. Lo que
descubriréis es que este es el tipo de lugar
donde es mejor que saquéis vuestras pro-
pias conclusiones y no quiero daros de-
masiadas ideas preconcebidas o ideas de
segunda mano».
¿Puede ayudarnos? ¿Dónde podemos
conseguir ropa? ¿Dónde podemos conse-
guir una cama para pasar la noche? «Por
supuesto, ¿dónde están mis modales?
George, abre la camioneta, por favor».
Dentro de la camioneta hay cajas
de ropa usada de estilos que van desde
retro hasta rancia. Las personae pue-
den conjuntar trajes que les sirvan,
quizás no es lo que hubiesen elegido,
pero es más cálido y cómodo que la
desnudez o los harapos de los Perdi-
dos. También hay zapatos.
Lo que Marta ha estado haciendo
con sus preguntas (y eso incluye anotar
las preguntas que le hacen) es evaluar a
las personae. Cuando terminan de ves-
tirse, o si terminan de tomarse la sopa
desnudos (porque si no piden ropa, ella
no les ofrece nada), les dirá:
—Conozco a un tipo que podría ayuda-
ros a que os habituéis a esto. Se llama
Nate, lleva un bar no muy lejos de aquí.
No ayuda a todo el mundo, pero si le de-
cís que os envío yo, os proporcionará un
lugar donde quedaros.
Alas Vegas
Porque eso es lo que Martha hace.
Separa la paja del trigo y envía a las
personae que pueden ser interesantes
o útiles a un representante, un reclu-
tador de una de las organizaciones que
dirigen la ciudad. A cambio, se asegu-
ran de que ella esté a salvo y que tenga
suficientes cosas con sabor a pollo para
hacer su sopa de pollo y suficiente ropa
usada en la camioneta. En concreto, vi-
gila a la gente que viene del desierto.
¿Qué? ¿Pensabas que era una especie
de buena samaritana?
La persona a la que los envía es Nate
Bards, que dirige un bar llamado Metró-
polis, afiliado al casino Espadas. Ahora,
el libro podría detallar cuatro persona-
jes del juego diferentes con personali-
dades distintas dirigiendo cuatro bares
diferentes dependiendo de cómo reac-
cionen las personae con Martha y res-
pondan a sus preguntas, pero eso sería
una pérdida de tiempo. Martha se los
envía a Nate. No tienen que ir a Nate,
pero, veámoslo así, al final terminarán
en algún bar, y no importa quién sea el
dueño, ahora se llama Nate.
TODO EL MUNDO
VA AL BAR DE NATE
No es difícil encontrar el bar de Nate
después de casi un kilómetro de cami-
nata, pero, aunque las indicaciones de
Martha son claras y la ruta debe ser
sencilla, las personae todavía tienen esa
sensación de que se han perdido que se
produce al caminar por Vegas antes de
ver la fachada y el letrero del Metrópo-
Alas Vegas
lis. Es un bar de tamaño normal rodea-
do de comercios no muy interesantes,
todos cerrados porque es la hora floja de
la noche. Cerveza de neón y señales de
Coca Cola brillan en los cristales. Es un
bar, como un millón de bares más. Está
abierto porque siempre está abierto.
El interior está poco iluminado,
pero las zonas que se ven están lim-
pias y bien cuidadas. Hay unas veinte
mesas y sillones, tres de ellas ocupadas
por bebedores silenciosos o pequeños
grupos conversando en voz baja. Una
camarera. No hay gramola. No se ve
ninguna lista de precios ni nadie que
parezca el dueño.
Si le preguntan a la camarera («Ju-
lie», dice la placa de su nombre; 30 años,
soltera, cansada y aburrida, dice todo
lo demás), les dice que Nate no está
pero que volverá más tarde y que son
bienvenidos a esperarlo. Pueden pedir
una copa, pero a menos que pregunten,
no saben si tienen suficiente para pa-
garlas. Si preguntan, Julie les dirá que
pueden pagar con fichas de casino. Si
mencionan a Martha, ella asentirá con
la cabeza y les traerá una ronda de cer-
vezas por cuenta de la casa. La cerveza
tiene un sabor genérico y suave.
61
Los otros bebedores se resistirán a
cualquier intento de iniciar una charla,
desde decirles que es una conversación
privada hasta ignorarlos de lleno. Las
personae pueden escuchar disimulada-
mente las conversaciones, pero ninguna
es interesante: la mayoría son de juegos
de azar, las probabilidades en los dife-
rentes casinos, si las partidas son fijas
o no, el atractivo de las chicas que lle-
van los cócteles en los distintos locales,
en qué asientos de los bares de striptease
coges ladillas, y así sucesivamente.
Hay un periódico doblado en la
mesa de al lado. Se llama Vegas Variety
y es el peor periódico gratis de la ciu-
dad. Tiene sobre todo anuncios de lu-
gares para gastar dinero y de dudosos
servicios y muy sórdidos. Si esto real-
mente es la década de los 70, entonces
es sorprendentemente explícito, con
una sordidez agresiva. Entre anuncio y
anuncio hay algunas historias, la mayo-
ría sobre artistas que se alojan en ca-
sinos y clubes, fotos de estrellas loca-
les de las que nunca has oído decir que
vayan a lugares y hagan cosas. No hay
nada que cuente como noticia y nada
sobre ningún otro sitio excepto Vegas.
Ni siquiera hay horóscopos.
Pero hay una tira cómica.
62
Lo sé, ¿verdad?3
Antes de que las cosas se pongan
aburridas, un grupo en uno de los re-
servados más alejados le arma un follón
a la camarera. Al principio son solo pa-
labras, pero enseguida uno de ellos la
ha agarrado del brazo, ella intenta za-
farse, alguien la llama «¡zorra!» y un
vaso cae al suelo y se rompe...
Por supuesto, las personae no tienen
que reaccionar. Si no lo hacen, unos se-
gundos más tarde aparece un hombre-
tón por la puerta principal, se mueve a
grandes zancadas por la sala, coge una
silla con una mano y la balancea cuando
llega al reservado, bajándola en un arco
completo. Se produce un crujido. Balan-
cea la silla dos veces más; hay más cru-
jidos y astillas. Julie se tambalea a tra-
vés de una puerta detrás de la barra. El
hombre levanta dos formas ensangren-
tadas e inertes del reservado, las arras-
tra hasta la puerta principal y las lanza a
la oscuridad. Luego sigue a Julie a través
de la puerta detrás de la barra. Uno de
los clientes dice: «Buenas noches, Nate».
Nadie más en el bar hace nada.
Si las personae reaccionan al asal-
to antes de que llegue Nate, ahora es
una pelea en un bar. Los dos hombres
del reservado son fornidos, pero están
borrachos y se niegan a que alguien
interfiera en su diversión, usando los
puños. Las armas típicas de un bar es-
tán disponibles: botellas, mesas, sillas,
ventanas. Julie se pondrá detrás de la
barra y se quedará allí, armada con un
3. Si los jugadores deciden investigar las tiras y el periódico que las imprime, el Vegas Variety, ahora o más tarde, ve a la sección Es cu-
rioso en la página 66.
Alas Vegas
hacha de bombero. Otros clientes se
unirán a la pelea si se les ataca direc-
tamente. Valora cómo reaccionan los
jugadores ante la situación: ¿son des-
piadados y brutales, eficientes o se di-
vierten un poco?
Cuando la pelea se acabe, Julie pedi-
rá a las personae que echen a los borra-
chos, si es que no los han echado ya, y
les llevará una bandeja con bebidas, in-
vitación de la casa. Les pregunta qué les
gustaría comer. Unos minutos más tar-
de, Nate hará su entrada por la puerta
principal y Julie lo llevará a la habita-
ción trasera para contarle lo que pasó.
Unos minutos más tarde saldrá, se sen-
tará con las personae y se presentará.
Nate tiene cuarenta y tantos años,
con la piel oscura y suave. Es alto y se-
guro de sí mismo, lleva pendientes con
diamantes y tiene una sonrisa y una
personalidad encantadora que puede
activar y desactivar según le plazca. Pa-
rece un poco más ostentoso que su bar.
Si las personae se levantaron para ayu-
dar a Julie, entonces él se lo agradece.
—Así que os envió Martha —dice, y hace
una pausa para ver cómo responden.
Nate es hablador, pero no necesaria-
mente informativo. Es probable que las
personae tengan preguntas y, a la ma-
nera de los personajes jugadores desde
1974, esperan que los PNJ tengan las res-
puestas y que se las den de forma gratui-
ta. Vegas no funciona así. A la primera
pregunta, Nate levanta la mano.
Alas Vegas
—Esperad, esperad, aguardad un mo-
mento —dice—. Lo entiendo, sois nue-
vos en la ciudad, estáis entusiasmados y
queréis empezar, pero existen unas reglas
básicas que hay que cumplir primero.
Empieza con esta. Aquí no obtienes nada
gratis. —Gesticula a su alrededor, refi-
riéndose a la ciudad—. Todo es un quid
pro quo. Eso incluye la información. La
información tiene un precio. ¿Queréis
que continúe? Yo encantado de hablar,
claro, pero debéis saber que el contador
empieza a correr ahora.
Este consejo tiene dos funciones:
primero, explica por qué las personae
no pueden pedir a los personajes del
juego que les den una cantidad enor-
me de información, y también debería
hacerles pensar en qué clase de infor-
mación tienen que sea valiosa. ¿Un par
de matones enterrando a alguien en
cemento? Eso podría valer algo, ¿no?
Así que tal vez no deberías soltárselo a
todo el mundo.
Nate explica la economía local: fi-
chas de casino, si las tienes, o trueque,
información, favores y trabajo. Quie-
ren respuestas sobre tumbas y desier-
tos, van a tener que esforzarse para sa-
ber algo del tema.
—O espera hasta que encuentres al bo-
rracho correcto y luego te preguntas has-
ta qué punto te puedes fiar de lo que dijo.
—Y luego añade—. Pero también hay
preguntas que no debes hacer. Las res-
puestas son... sensibles. Incluso pregun-
tarse por ciertas cosas en voz alta puede
meterte en problemas. Las paredes tienen
sentidos que ni te imaginas.
63
¿Cómo puedes saber qué preguntas
hay que evitar? Nate se encoge de hom-
bros, enarca las cejas, toma un trago y
dice que pronto aprenderéis.
—Os doy esto gratis —dice, y explica lo
básico de Vegas, los cinco casinos princi-
pales que manejan el cotarro: el Rueda, el
Bastos, el Espadas, el Oros y el Copas—.
Todo gira en torno a ellos. Se aseguran
de que todos paguen por todo con fichas
de casino. De esa manera, también con-
trolan la economía. Todo regresa a ellos.
Cualquier información de trasfon-
do que se haya dado anteriormente en
este capítulo, incluida la parte sobre
Martha, Nate la sabe y se le puede per-
suadir para que la cuente.
¿Quién está al mando? «El Rat Pack.
Los cinco mandamases. Llevan diri-
giendo esta ciudad desde que la mayo-
ría tiene uso de razón. Les gusta pare-
cer simpáticos, pero luchan por el poder
constantemente. No os dejéis arrastrar
en su lucha. Ahí solo hay locura. Ha-
blando del diablo...».
Chicos sabios
Tres personas entran de la calle, gran-
des y vestidas con trajes oscuros. Po-
drían ir al mismo sastre que la gente de
la obra, excepto que sus corbatas tie-
nen un círculo dorado en lugar de un
carro, la insignia del Rueda. Es eviden-
te por su postura que no han venido a
relajarse. Se acercan a Nate. Él asiente
con la cabeza y, mientras lo hace, le da
un codazo a la persona a su derecha (a
tu derecha) con fuerza en las costillas.
Alas Vegas
—¿Una noche tranquila? —pregunta uno.
—Sí.
—¿Algo fuera de lo normal?
—¿Aparte de la explosión en el de-
sierto, quieres decir?
Se ríen.
—Sí, aparte de eso. Gente haciendo
locuras. Algo raro, que no sea natural.
—¿Alguien notaría algo así en esta ciu-
dad? —Nate mueve la cabeza—. No puedo
ayudarles, amigos. Pero estaré atento.
Con suerte, las personae recuerdan
las palabras de Nate sobre la informa-
ción económica, pero aun así pueden
contar sus experiencias en el desierto.
Los lugareños, que trabajan en seguri-
dad para el casino Rueda, son arrogan-
tes: ni las personae ni su brillante ami-
go son la persona que les han pedido
que encuentren. Se van.
«¿Puede ayudarnos?»,
y preguntas similares
Nate los observa después, pensativo.
—Nada es gratis, os lo dije. Pero si po-
déis ayudar con algunos recados, algu-
nos asuntos en los próximos días, puedo
haceros la vida más fácil. Os recupera-
réis, os enseñaré cómo funciona este lu-
gar, os presentaré a algunas personas y
os daré algunas fichas para los gastos.
Hay algunas habitaciones arriba que
solía alquilar en los viejos tiempos. Po-
déis usarlas. Y una ducha también. Des-
cansad un poco, volveremos a hablar por
la mañana y, para entonces, puede que
haya encontrado algo que podáis hacer.
Hace una pausa.
65
—Y hay una lavadora. Tal vez que-
ráis lavar la ropa que os dio Martha.
Si le preguntan por qué dice eso,
contesta.
—Tal vez no os llegue el olor de la
gente muerta que la llevó antes, pero...
hay algunos que sí la huelen.
Llega la comida. Está muy buena
para ser comida de bar.
—Os dejo para que comáis —dice
Nate y desaparece en la habitación tra-
sera. Es la última vez que lo verán esa
noche. Si van a mirar en la habitación
(una simple oficina) está vacía, y Julie les
informa de que ha tenido que salir por
negocios. Responderá algunas preguntas
sencillas, pero evitará cualquier tema de-
masiado incómodo o complicado con un
«tendrás que preguntarle a Nate».
Les muestra la escalera que lleva al
piso de arriba. Ese piso es un conjun-
to de habitaciones, poco amuebladas
y funcionales en lugar de confortables:
hay cuatro, cada una con tres camas
(nadie más se aloja aquí), una cocina
común y un salón, y un baño con ducha
que fue claramente diseñado por un ar-
quitecto que había diseñado prisiones,
o que tal vez pasó algún tiempo en una.
En algún momento se quedan dor-
midos. Duermen, preocupados por
sueños que no pueden recordar bien
al despertar.
66
BUSCABA TRABAJO
Y ENTONCES
ENCONTRÉ UNO
El sol ya ha salido cuando se levantan.
El ciclo de la lavadora ha terminado y
su ropa está limpia, pero no planchada.
Hay una plancha.
Abajo, una camarera diferente lleva
la misma insignia con el nombre «Julie»
y les ofrece el desayuno: precio normal,
pero con todo el café que quieran.
Mientras comen, Nate sale de la oficina
y coge una silla. Esta mañana no hay ni
asomo de cumplidos. Solo negocios.
—¿Estáis listos para ayudarme con un
par de cosas? —pregunta. Si la respuesta
no es afirmativa, toma la taza de café
de la persona más cercana y se la vacía
en los zapatos—. Largo de aquí, gorrón.
Vuelve cuando hayas entrado en razón.
Pero esperemos que las personae no
estén de mal humor esta mañana. Nate
mete la mano en el bolsillo del pecho
y saca un sobre marrón. Dentro hay fi-
chas de casino: dos de 50 y diez de 20.
—Tomad. Quiero que llevéis esto al casi-
no Cornucopia. Encontrad al señor Gow,
dádselo con mis saludos y decidle lo que
me dijisteis sobre la explosión de anoche.
Volved cuando terminéis.
¿Cómo llegamos hasta allí? «Echad a
andar. Dirigíos al Strip, no tiene pérdida».
¿Cómo sabe que puede confiar en no-
sotros? «No lo sé, no lo sé. Esa es la idea».
Supongamos que las personae acep-
tan la oferta de Nate y no huyen con
su dinero. Los listos ya habrán com-
prendido que este trabajo es, en parte,
Alas Vegas
una prueba de su honradez y fiabili-
dad, y harán lo que se les ha pedido.
La alternativa consiste en que Nate
haga correr la voz de que no se pue-
de confiar en este grupo de aspirantes
recién llegados del desierto y que ig-
noren a las personae en la ciudad has-
ta que vuelvan con él, se disculpen y
acepten jugar con su patrón esta vez, o
que se ganen la vida por otros medios
cada vez más desesperados, hasta que
regresen al desierto, demacrados y con
harapos, con fémures y barras de hie-
rro como armas. Podríais usarlo como
una campaña, pero no lo recomiendo.
Podrías hacerles ver una serie de flash-
forwards para persuadirlos de que aun-
que esto no es un juego de trenes, a
menudo es mejor seguir las vías.
Geografía
Parece que es temprano por la maña-
na: el aire está limpio y las calles están
bastante vacías. El casino Cornucopia
está donde Nate indicó, solo un poco
más lejos, y de nuevo las personae ten-
drán la sensación de que esta carretera
recta no es del todo recta y que han gi-
rado donde no era aunque no lo hayan
hecho en absoluto.
Puede que quieran explorar. Pueden
caminar o hay autobuses ocasionales
con los nombres de barrios desconoci-
dos. Pueden intentar robar un coche;
déjalos, pero mira la sección sobre los
cuerpos de seguridad en la página 44.
La ciudad se distribuye alrededor
del Strip, donde se encuentran los prin-
cipales casinos y hoteles, los altos edifi-
Alas Vegas
cios adornados con bombillas de luces y
neón en una exhibición salvaje y llama-
tiva, como el cenador de algún extraño
dios anciano que intenta hacer señas a
un compañero para que baje de las es-
trellas que no parpadean en el cielo. Es
fácil ver el Strip en cualquier lugar de la
ciudad y a cualquier hora del día, por-
que se eleva por encima del perfil del
resto de la ciudad, lo que lo convierte
en una gran ayuda para la orientación.
Alrededor del Strip hay un anillo de
casinos más pequeños y clubes asocia-
dos, restaurantes y bares. Más allá, hay
otro anillo de tiendas, oficinas y residen-
cias. Esto da paso a una serie de barrios
de viviendas y negocios: centros comer-
ciales, parques comerciales, fábricas y al-
macenes. Todavía hay casinos tan lejos,
algunos de ellos grandes y nuevos, otros
solitarios y bastante ignorados, algunos
cerrados y desmantelados. Los negocios
más sórdidos se concentran a su alrede-
dor: bares de segunda, clubes de strip-
tease, salones de masaje y otras instala-
ciones que atienden las peticiones más
especializadas y antiguas. Los nombres
de los barrios son mediocres y genéricos:
North Heights, South Heights (la ciu-
dad es plana), River Park (no hay río ni
parque), Copper Hills (no hay colinas, ni
cobre), Eastchester, Sun County.
Información principal
Cuando se acercan al Cornucopia, ven
un poste de telégrafo con un folleto
grapado. «Recompensa por la informa-
ción que lleve a la recuperación de un
Pontiac Firebird o de los objetos que
contenía» y un número de teléfono.
67
Si llaman al número (los teléfonos
públicos de los casinos aceptan fichas)
se ponen en contacto con Doug. Doug
quiere saber dónde está su coche, y es
posible que las personae tengan que
mentir para decírselo sin incriminarse.
O si captan la indirecta del folleto, des-
cubrirán que lo que realmente quiere es
el casete que estaba en la guantera. Lo
quiere más que nada. Ofrece trescien-
tos en fichas y sin hacer preguntas. Se
reunirá con ellos en un bar del Oros esa
noche para hacer el intercambio.
Si regresan al coche, recuperan la
cinta y encuentran la manera de escu-
charla antes de dársela a Doug, se tra-
ta de dos personas hablando: una hace
preguntas, y la otra, que suena como un
loco, divaga. Las preguntas se refieren
sobre todo a cómo la otra persona salió
de un lugar, y las respuestas se refieren
a fosas de fuego y a gente que se derri-
te, a ver las cosas como son realmente
y al trabajo y al dolor infinito y a los
gritos, a todos los gritos. Son noventa
minutos del mal viaje ácido de una per-
sona aburrida, y por alguna razón vale
300 fichas.
Si se deciden a hacerlo, la entrega es
fácil. Doug está nervioso, pero les da las
fichas. Y ya está.
—Sin preguntas por mi parte ni por la
vuestra —dice, si es que empiezan una
frase con un interrogante.
68
El Cornucopia
El Cornucopia es un casino mediano de
dos pisos cuya antigüedad es visible: la
alfombra de la entrada está desgastada,
la pintura está descascarillada y el cro-
mo de las tragaperras está desconchado,
pero, por lo demás, es lo que se espera de
un casino de Vegas de este tipo. Se ofre-
cen los juegos habituales: además de las
máquinas, hay mesas de dados, póquer,
blackjack y bacará a varios límites, ade-
más del keno y novedades como carreras
de caballos mecánicos. No hay demasia-
da gente a estas horas de la mañana,
pero unos pocos todavía están introdu-
ciendo fichas en las máquinas o barajan-
do cartas. Parecen muertos por dentro.
Si las personae piensan preguntar-
le a alguien que lo sepa, está afiliado
al Espadas.
Hay un guardia de seguridad viejo y
aburrido cerca de la entrada; un turis-
ta, ni siquiera un lugareño, así de cutre
es este lugar. Responde a las preguntas
señalando en silencio la gran mesa de la
ruleta que se encuentra en el centro de
la sala, justo después de las dos prime-
ras filas de máquinas. No tiene pérdida.
Un letrero de bronce proclama «MESA
SIN LÍMITE». Nadie está apostan-
do aquí, pero el croupier (de mediana
edad, guapo, aburrido) está hablando
con un hombre de traje marrón (gran-
de, calvo, fanfarrón) en el taburete que
está más a la derecha. Es el señor Gow.
En cuanto al sobre, le echa un vistazo.
—Ponedlo en la mesa —dice, y cuan-
do lo hacen, añade—. No, en la mesa de
juego. Elegid un número.
Alas Vegas
Si las personae hacen lo que les ha di-
cho, el crupier acepta la pequeña pila de
fichas sobre el tapete, entona «No más
apuestas», hace girar la ruleta y hace gi-
rar la bola en sentido contrario. Puedes
tirar por él si quieres, o sacar algunas
cartas, pero el propio Gary Gygax dijo
que un buen director de juego solo tira
los dados por el sonido que hacen, y aun-
que se trata de un juego sobre apuestas,
no significa que toda la mecánica tenga
que ser al azar. Sabes lo que va a pasar y
también lo saben las personae. Tal vez la
ruleta esté trucada. Si quieres darles una
piesta falsa, haz que salga el número seis.
El croupier retira sus fichas de la
mesa, las deja caer y traquetean por
un colector metálico, Gow se vuelve
hacia ellos.
—Nate siempre paga a tiempo sus deu-
das. Un verdadero hombre de negocios.
Dadle las gracias de mi parte.
La información. Al principio Gow es
despectivo (todo el mundo vio la explo-
sión, o afirman que la vieron), pero se
interesa mucho más si la persona men-
ciona alguno de los siguientes detalles:
Estaban en el desierto. «¿Qué hacíais allí
de noche?», pregunta, y asiente pensativa-
mente con la cabeza ante las respuestas.
Salieron de una tumba. «Eso es
muy raro —dice—. No hay mucha
gente que salga de la tumba por aquí.
Preguntaré a ver si alguien sabe algo.
A cambio de un favor o dos, por su-
puesto. Pago a la entrega».
Vieron una figura en forma de silue-
ta. Se sienta más derecho en su taburete.
«¿Dónde estabais? ¿A qué distancia de la
ciudad? ¿Dónde estaba la luna?».
Alas Vegas
Vieron algunas cosas en el Pearl.
«¿Quiénes eran los matones? ¿De qué ca-
sino eran? ¿Les habéis oído decir algo?».
Finalmente dice:
—Vale. Habéis contado una buena
historia. Dadle las gracias a Nate por
enviaros. Puede que siga en contacto. —
Se vuelve hacia la mesa y luego se da la
vuelta—. Ah, y si veis a alguien hacien-
do locuras extrañas no molestéis a Nate
con eso, llamadme primero.
Él y el crupier continúan hablando
de las camareras de cóctel.
El señor Gow, al igual que la mi-
tad de la ciudad, está interesado en
un personaje que las personae no co-
nocerán hasta mucho más tarde. Si
lo llaman cada vez que se encuentran
con un bicho raro, se volverá cada vez
más abusivo.
Si las personae quieren quedarse en
el Cornucopia y jugar, o explorar la
zona, permíteselo. También es posible
que quieran ir a explorar la ciudad, en
particular el Strip, o investigar por sí
mismos este lugar. Déjalos. Se perderán
y tendrán que preguntar cómo regresar
a algún lugar que reconozcan.
Nate otra vez
Cuando las personae vuelven a casa de
Nate, está esperando en el bar, pero tan
absorto en sus pensamientos que no se
da cuenta de que entran. Les pregunta-
rá cómo les fue, pero su concentración
desaparece en medio de la descripción.
Julie trae una bandeja de cafés.
Puede que no se pregunten qué pasa.
Podría suceder. Pero si lo hacen, y da-
69
mos por sentado que no han contado
nada sobre esto a Nate antes:
—Alguien desapareció anoche —dice—.
Parece un secuestro. Muchos efectos cola-
terales. La situación ha cambiado. Solo
trato de averiguar cómo.
Si las personae describen a la Vícti-
ma Desagradecida (ya esté viva o muer-
ta) Nate se levantará de su asiento.
—¿Qué? ¿Dónde la visteis?
Presionará para conseguir más deta-
lles, aunque si las personae le recuer-
dan que la información es una moneda
de cambio, les espetará:
—No os hagáis los listillos, esto es im-
portante. Además, trabajáis para mí.
Intercambiaremos información por in-
formación.
Quiere saber la descripción del lugar
y de los dos hombres que estaban involu-
crados, y lo que pasó. Si consigue lo que
quiere, les corresponderá con algo de in-
formación sobre lo que está pasando.
—Vuestra amiga en el cemento —
dice— era Rebecca Oh. Es un pez gordo
en el Espadas, la número tres o cuatro.
Con toda la tensión que hay en la ciudad
en este momento, lo primero que se pen-
só fue que alguien se la llevó para averi-
guar lo que sabía. Pero eso es menos que
probable ahora. La obra en construcción
será el Pearl Hotel and Casino, un com-
plejo grande y nuevo para el mercado fe-
menino financiado por el Oros. El caso es
que se supone que el Espadas y el Oros
se llevan muy bien en este momento. Así
que es raro.
»Lo que necesitáis saber sobre la
Srta. Oh es que ella es como vosotros y
yo, no es una lugareña, no nació aquí.
70
¿Os conté que eso te distingue? Pues sí
que te distingue. Tipos como nosotros,
los recién llegados, no llegamos muy le-
jos aquí. Bien, por lo que me dijisteis,
no parece que estuvieran tratando de
matarla. Era un entierro apropiado, un
sacrificio, como… ¿Sabéis que la gente
solía encerrar a un gato vivo en la pa-
red de una casa nueva para momificar-
lo y ahuyentar a los espíritus? Pues eso.
Metes a un turista de alta categoría en
la estructura de un nuevo casino, lite-
ralmente dentro de él, y es un amule-
to muy potente para el lugar. Pero no
conozco a esa escoria lo bastante bien
como para saber si estaban tratando de
bendecir el lugar o de envenenarlo.
¿Alguna idea de quiénes eran los ma-
tones? «Lugareños, os lo aseguro. Ni idea
de quiénes eran o para quién trabajaban.
Y ese es el problema».
Pero vimos una etiqueta en sus cha-
quetas/un símbolo en sus corbatas. «El
carro dorado, ¿eh? ¿En serio? Es una
pieza asociada al Rueda. Y no tiene sen-
tido porque el Rueda es el que mantiene
a los demás a raya. No es la clase de
cosas que hacen. Podría ser alguien que
se ha vuelto corrupto. Todo el mundo
tiene un precio».
Suspira.
—Esto no es nada bueno. Alguien
está buscando un cambio de poder y eso
siempre es malo. Parece que las cosas se
pondrán feas en las calles durante un
tiempo, y solo los chicos que viven en la
calle acaban muertos, nunca los gran-
des que están en la cima. Hasta el Er-
mitaño sigue ahí fuera en alguna parte,
o eso dicen.
¿Quién? «Nada. Una historia. Lo
que me recuerda que tengo un trabajo
para vosotros».
Alas Vegas
Los consuelos de Job
Parece que hay un caballero, Bob
Munker se llama, que buscando un
sistema de bacará con el que cree que
llevará a la bancarrota al menos a uno
de los casinos, ha acumulado una deu-
da considerable con amigos y socios de
Nate. A este caballero se le ha pedido
amablemente que reembolse sus paga-
rés, pero hasta ahora se ha negado. Ha
llegado el momento de pedirlo con me-
nos cortesía. Nate cree que las personae
son perfectas para transmitir el mensa-
je y espera que accedan, de acuerdo con
lo hablado la noche anterior.
—No lo matéis —dice—. No sirve de
nada que esté muerto. Obligadle a pagar
la deuda, o parte de ella, o llevaos cual-
quier cosa de valor que tenga en su casa.
Cuanto más viejo, mejor. Cualquier cosa
que intente proteger es lo mejor. Y dejad
claro que esperamos el resto y pronto.
Y aunque las personae no se den
cuenta, esto es interesante porque, evi-
dentemente, Nate no les cuenta todo,
ya que la información es valiosa y tam-
bién porque no lo sabe todo, pero tam-
bién porque hay una verdad más pro-
funda: en un lugar donde se trata de
olvidar y borrar el pasado construyen-
do algo nuevo, las cosas viejas y las his-
torias tienen un valor que solo unos po-
cos admitirán.
Alas Vegas
Nate les da tiempo para terminarse
el café, las instrucciones para llegar a la
casa de Munker y las llaves de un coche
en buen estado aparcado fuera del bar.
Se ofrece a prestarles algunas armas
que guarda en el último cajón de su ar-
chivador. Se incluyen puños america-
nos, porras, bates de béisbol y un par
de navajas. Nada de kung-fu, nada fue-
ra de lo común, nada de pistolas. Las
personae probablemente se pregunta-
rán por qué no les ofrece pistolas. Nate
hará una mueca.
—Esto no es un trabajo de pistolas —
dice— y además no tengo. Las pistolas
son solo… Son un símbolo de estatus. Si
os pillan con una pistola a la que no te-
néis derecho, tendréis muchos problemas.
Venga, es hora de que os vayáis.
No les da un mapa, y solo sacude la
cabeza si se lo piden.
—Los mapas son difíciles —afirma.
Si siguen preguntando, añade.
—Está bien, a la mierda con las
preguntas, vosotros lo habéis querido.
Heisenberg: «el acto de observación
cambia el objeto que se observa».
Nietzsche: «cuando miras al abismo,
el abismo también te mira a ti».
Conclusión: si dibujas un mapa a alguna
parte, le dices a ese lugar que te interesa,
también le dices quién eres y dónde estás.
Por eso no dibujas mapas. Ahora id a
decirle a Bob que pague sus deudas.
71
LA CASA DE TIERRA
Por supuesto que no es tan sencillo.
El coche está aparcado fuera del bar:
es un Buick LeSabre de finales de los 60
y, a juzgar por la pintura descolorida,
las abolladuras, los arañazos y el cuen-
takilómetros, ha pasado bastantes años
al azote del sol del desierto.
Es posible que las personae no pue-
dan resistir la tentación de hacer un
viaje por la ciudad antes de hacer la vi-
sita a domicilio que se les ha encomen-
dado. Es buena idea, aunque casi segu-
ro que se perderán si lo hacen y tendrán
que pedir indicaciones para llegar a su
destino. Nadie se ofrece a venderles un
mapa. Si intentan hacer uno, sale mal.
El destino de las personae, la casa de
Bob Munker, está en West Meadows,
que es un barrio encima de Copper
Hills, donde se encuentra el bar de
Nate. Si conducen directos hasta allí,
tardarán unos quince minutos si saben
a dónde van, o media hora y al menos
dos paradas para pedir indicaciones si
no lo saben. Si tuvieran que hacer un
mapa, o si alguien tiene un buen sen-
tido de la orientación, se darían cuen-
ta de que en realidad no están muy le-
jos del centro de la ciudad, pero parece
que no hay una ruta directa hacia allí.
Las carreteras no conectan de la mane-
ra que uno espera… y, por alguna razón,
siempre es más fácil encontrar el Strip
que volver a salir.
72
La casa está en una calle residencial.
Es una vivienda de dos plantas con jar-
dín, que se mantiene verde y exuberan-
te en un intento de olvidar o borrar el
recuerdo de que esta ciudad imposible
está en medio de un desierto donde la
gente tira ojivas atómicas por casuali-
dad. La ilusión se hace añicos en el ca-
mino exterior: no es asfalto ni hormi-
gón, solo suciedad acumulada. La casa
se ve completamente normal: fachada
de madera, ventanas con rejas, puerta
mosquitera y puerta interior. No hay
camino de entrada ni señales de que
haya un coche aparcado afuera. Las ca-
sas vecinas están vacías y el tráfico es
muy ocasional. Nadie presta atención a
lo que las personae están haciendo.
Tocar el timbre o llamar a la puerta
no da ninguna respuesta. Si escuchan
atentamente, pueden oír el sonido apa-
gado de un animal, pero suena como si
viniera del fondo de la casa (cualquier
persona con experiencia en animales
reconocerá el sonido como ladridos
amortiguados o con bozal de perros,
probablemente grandes). Cualquiera
que examine la puerta interior notará
algo extraño: las bisagras se han cam-
biado para que se abra hacia afuera, no
hacia adentro, así que darle un empu-
jón no funcionará. La cerradura se pue-
de forzar o, dado que las bisagras están
en el exterior, se pueden desatornillar.
No hay forma de entrar en la casa.
Déjalos que piensen en algo. Las venta-
nas, pensarán, y entonces notarán que
algo está empujando las cortinas cerra-
das contra los cristales.
Alas Vegas
Si tardan demasiado, una vecina
que pasa se detendrá y hará preguntas
como: «¿Qué están haciendo?». «¿Quie-
ren entrar?». «Si buscan un lugar vacío,
vayan al número 18, hace semanas que
allí no hay nadie». «¿A quién buscan?».
«¿Para quién trabajan?». La informa-
ción es valiosa, y esta mujer está ha-
ciendo el equivalente de meter la mano
entre los cojines del sofá en busca de
monedas. No puede o no quiere ofre-
cerles nada de valor a cambio.
No tardarán mucho en abrir la
puerta principal.
El pasillo está lleno de tierra seca y
piedras hasta una profundidad de me-
tro y medio. Se amontona contra el in-
terior de la puerta principal, dejando
un espacio entre la superficie y el techo
lo suficientemente alto como para ca-
minar encorvado. Las habitaciones la-
terales están llenas de tierra hasta don-
de alcanza la vista, y pueden entrar si
se arrastran a través de las puertas. To-
dos los interruptores de la luz están en-
terrados y las luces apagadas. El lugar
está oscuro y huele como la tumba poco
profunda en la que se despertaron.
A mitad del pasillo hay unas escale-
ras que salen de la tierra y se dirigen al
piso superior. Allí pasa lo mismo: todas
las habitaciones están llenas de tierra
hasta el techo excepto una, que está a
medio llenar; los pasillos tienen solo 30
centímetros de profundidad, excepto en
las puertas, donde la tierra se derrama
hacia los pasillos. Hay una trampilla al
desván, que también está lleno de tierra.
Alas Vegas
Deja que entren de alguna manera,
dirigiéndose hacia la habitación que,
probablemente, fue una vez la cocina
en la parte de atrás de la casa. Luego,
una ráfaga de viento llega desde afue-
ra y agita el polvo, haciendo que todos
parpadeen y suelten tacos (soltar tacos
no es obligatorio), y la puerta princi-
pal, o lo que queda de ella, se cierra de
golpe. Ahora está muy oscuro. Casi al
mismo tiempo, se oye escarbar en la
cocina (no, desde más allá de la cocina)
y un perro de tres cabezas mete la ca-
beza a través del hueco entre la tierra y
la parte superior de la puerta.
Espera, un perro de tres cabezas, eso
es una locura. Se les habrá metido pol-
vo en los ojos. Son tres perros, por su-
puesto. Tres dóberman se precipitan
hacia ellos, sus patas lanzan piedrecitas
que se desprenden de las paredes.
¿Recuerdas a los dóberman? Los pe-
rros a los que teníamos miedo antes de
los pitbulls. Y pueden moverse a la per-
fección en un espacio con un techo bajo.
Sonríe con alegría infantil y pide a
las personae su orden de marcha.
No todos los perros atacarán a la
misma persona, cada uno atacará a
una persona diferente. Esto les facili-
tará organizarse.
Cuando estás en un agujero
Más allá de los perros está la cocina.
Esta habitación no está totalmente lle-
na; la tierra desciende desde la entrada
hasta el interior, y uno puede ponerse
de pie. En realidad, está bastante orde-
nado: hay una mesa y una silla, algunos
73
alimentos básicos en los armarios, los
grifos funcionan, alguien ha prepara-
do una comida y ha fregado. La nevera
está encendida, zumbando y vacía. Hay
comederos de perro vacíos en el sue-
lo, bozales en la mesa. Han quitado la
puerta del sótano.
Los escalones del sótano descien-
den bastante. Tardan un poco en dar-
se cuenta de que el sótano está com-
pletamente lleno de tierra y donde
terminaban los escalones de madera
originales se han construido unos nue-
vos, posiblemente con la puerta que
falta. El túnel desciende hasta la tierra
en un ángulo pronunciado, iluminado
por bombillas desnudas que cuelgan
de un cable fijado al techo en interva-
los de tres metros. Hay marcas de una
pala en la tierra.
El túnel es estrecho, con la anchu-
ra suficiente para atravesarlo de uno
en uno, y tan empinado que cada esca-
lón es apenas un peldaño. Baja unos 27
metros, tal vez más. Es difícil de juz-
gar, porque en un momento dado gira
noventa grados para dirigirse hacia
abajo en una dirección diferente. Es
profundo y empinado, y el fondo está
oscuro. En la oscuridad hay un hom-
bre con una pala y un arma.
El búnker de Munker
Bob Munker está aterrorizado. Proba-
blemente haya oído que han golpeado
a sus perros hasta matarlos e imagina
que está a punto de sucederle lo mismo
a él. No tiene un plan de huida.
Alas Vegas
—¡Alto! —gritará cuando la primera
persona descienda a menos de tres me-
tros de él—. ¡Alto o disparo!
Si la persona no se detiene, dispara-
rá. La explosión es de baja potencia por
razones que se aclararán más tarde, pero
el sonido es ensordecedor en el estrecho
túnel. A menos que la persona pueda ha-
cer algo muy inteligente de inmediato y
en un espacio cerrado, recibe un disparo
y cae. Por suerte, su caída es interrum-
pida por Bob, que no lo había pensado
bien y se desmaya. La herida de bala no
es mortal: evidentemente sintió el im-
pacto, pero en una inspección posterior
no hay señales de herida ni un desgarro
en la ropa, ni siquiera una bala; solo un
moretón profundo y doloroso.
Es probable que haya una negocia-
ción o al menos una discusión en algún
momento. Negociar con Bob es difícil:
es monomaníaco y está asustado, y si
disparó el arma también está débil y
desorientado. No escucha lo que tienen
que decir, de la misma forma que un
profeta de la calle que quiere transmi-
tir el mensaje del amor de Dios no está
interesado en la trivialidad del policía
que le dice que se ponga algo de ropa.
Lo que intenta decirles es, al menos en
su cabeza, más importante.
Bob les pedirá una y otra vez a las
personae que se callen y escuchen. Lo
que quiere decir es que guarden absolu-
to silencio y escuchen lo que les rodea.
Si lo hacen, y solo si dicen concreta-
mente que lo están haciendo, escucha-
rán el sonido lejano pero inconfundi-
ble de la maquinaria pesada industrial,
transmitida por la tierra desde abajo,
75
en la dirección en que Bob ha estado
cavando el túnel.
—¿Veis? —exclama—. ¡Veis! ¡Está aquí!
¡La contaduría! ¡Podemos excavar y
conseguir nuestros millones! ¡Un millón
para cada uno! Ahora que estáis aquí,
podemos hacerlo juntos.
¿Qué hay ahí debajo? «¡La contadu-
ría! ¡Donde van las fichas!».
¿De qué hablas? «Escucha, tenéis que
entenderlo. Yo trabajaba en contabili-
dad, me dedicaba a eso. Y pude ver cómo
fluctuaban las cifras, a dónde se dirigían
y qué pasó con los diezmos. Es un sis-
tema cerrado, ¿entendéis? Las fichas se
quedan aquí, pero los cinco grandes no
se las gastan. Las envían bajo tierra, a la
contaduría. Una vez entré en los túneles
por un camino, un tipo del Bastos me lle-
vó. ¡Yo hice el mapeo! ¡Lo solucioné todo!
¡Encontré esta casa! ¡Empecé a cavar! ¡Ya
casi hemos llegado!».
Él hizo el mapeo. Así que según lo
que Nate dijo antes, a cualquiera a que
le importe sabe dónde está Bob. Ya no
tiene los mapas, lo que probablemente
sea bueno.
Sí, pero ¿qué hacen con todas las fichas?
«¡No lo sé, tío! ¡Pero voy a averiguarlo
antes de llevarme mi millón!».
Deseo suscribirme a su boletín de no-
ticias. «¡Genial! ¡Fantástico! Creo que te-
nemos un par de semanas por delante. Yo
cavo y vosotros sacáis la tierra, así será
más rápido. Hay cubos debajo del frega-
dero de la cocina».
Sobre el dinero que debes. «¡Voy a
conseguir un millón! ¡Pagaré todas mis
deudas! ¡Entonces voy a subirme al as-
censor negro y jugaré por conseguir mi
billete de salida! ¡No os preocupéis!».
76
No, en serio, el dinero. «Como os dije
antes, aguantad un poco, esto saldrá
bien. ¡Será un día de paga!».
Danos el dinero, imbécil. Bob los
mira fijamente y de repente se da cuen-
ta de que no son sus amigos. «Oh… Oh,
mierda. Pensé… Pero aquí no hay nada
que valga la pena. Todo ha sido vendido,
excepto que hay libros en la cocina».
Algo sobre Bob
Hasta hace poco, Bob era el contable
jefe de LockDownTown, un almacén
de alquiler a largo plazo afiliado al ca-
sino Bastos. También era responsable
de vender el contenido de los depósi-
tos pertenecientes a los que no paga-
ban sus cuentas, y a veces guardaba las
cosas que encontraba. Como también
es un teórico de la conspiración, reunió
una buena colección de objetos esotéri-
cos, pero ha vendido la mayoría a cam-
bio de comida y una pistola.
Bob piensa demasiado, a veces en
voz alta. La muerte de alguien que es-
taba cerca de él lo llevó al límite y está
decidido a marcharse de la ciudad. Es
inofensivo, pero no se sabe cómo ha
conseguido un arma y la gente inofen-
siva con armas es impredecible.
Sería mejor que Bob no muriera
aquí, pero si lo matan, su cuerpo vale
tres fichas blancas.
Alas Vegas
Algo sobre el arma
Bob no debería tener esta arma. No es
suya. Como cualquier arma que las per-
sonae puedan haber recuperado del sitio
en construcción del Pearl, es una auto-
mática con recámara cerrada. En otras
palabras, no hay forma de saber cuántas
balas le quedan, que es ninguna. Si los
lugareños pillan a las personae en po-
sesión del arma, los arrastrarán hasta el
jefe de seguridad del casino correspon-
diente. La próxima vez nos encontrare-
mos con un jefe de seguridad, porque
será mejor que las personae no se en-
cuentren con uno en este momento.
Esto no es una biblioteca
Hay tres formas para que las personae
puedan encontrar los libros escondi-
dos en los armarios de la cocina. Pue-
den mostrar interés en las teorías de
Bob, pero quieren ver cómo funciona.
Como la mayoría de los locos, Bob está
deseando explicar sus procesos de pen-
samiento para obtener la validación de
alguien que no sea una voz en su cabeza.
Si lo amenazan por el dinero, recupera-
rá los libros como lo único de valor que
posee. O pueden registrar la cocina.
Alas Vegas
Hay cuatro libros. Tres de ellos pare-
cen libros de contabilidad corrientes y
cada uno de ellos comienza así, con un
registro contable de doble entrada, don-
de aparecen los ingresos y pagos diarios
de un negocio de almacenamiento de ta-
maño moderado, con una línea lateral
donde figuran los días de pago. Al menos
eso parece. ¿Alguna de las personae sabe
leer una cuenta de pérdidas y ganancias?
Ahí lo tienes. Pero el reverso de cada li-
bro es diferente: páginas y páginas de no-
tas escritas muy pegadas unas a otras so-
bre probabilidades y ventajas, y muchas
referencias al bacará y a la forma en que
se juega en el Bastos. Muchos subrayados.
Si alguien que lo lea tiene buenos cono-
cimientos sobre los juegos de azar, puede
darse cuenta de que parece describir una
forma infalible de ganarle a la casa siem-
pre y cuando juegue por lo menos 250
manos seguidas y sepa contar las cartas.
El sistema no funciona, por supues-
to. Bob no entiende eso. Si Bob lo hu-
biera entendido no habría pedido pres-
tada una gran cantidad de dinero de
otras personas y se la habría dado a los
crupieres del Bastos. Bob admite que
su sistema tiene algunos problemas ini-
ciales, pero cree que ya los ha solucio-
nado. Si no hubiera descubierto un ca-
mino más seguro para ganar su millón,
estaría perdiendo más dinero de otras
personas en este momento.
El cuarto libro es diferente. Es más
pequeño y delgado, está encuadernado
en cuero y la letra no es de Bob. La por-
tada interior indica que es el Libro de
Honor del Silver Cloud. El interior está
lleno de columnas de palabras de cinco
77
letras sin sentido, tres columnas por pá-
gina. ¿Alguien sabe algo de códigos? Es
un texto cifrado, probablemente un có-
digo de libro. Se necesitaría un experto,
mucho tiempo y el libro adecuado para
tener una posibilidad de averiguarlo.
Cualquiera que pase un rato estu-
diando este cuarto libro notará algunas
cosas. En primer lugar, parece tener mu-
chas más páginas para ser un libro tan
delgado. Si lo abres por la mitad, avan-
zas cien páginas y todavía sigues en la
mitad. En segundo lugar, no hay pági-
nas en blanco y hay muy poco espacio en
blanco. En tercer lugar, de vez en cuan-
do hay una nota escrita a mano, como
una entrada de un diario. «Preocupado
por la lealtad de K», «C se arruina en la
ruleta. No volverá. Una buena noche».
«Basta de promesas de X. He reclama-
do la deuda». «Gané una gema por valor
de 4,5 millones de P. Dice que pertenecía
a Carlomagno». Y en la última página:
«Los nuevos jefes volvieron esta noche.
No me gusta su arrogancia. Se llevaron
a S aparte y tuvieron una conversación.
Creo que podemos hacer negocios».
Si se le pregunta (si todavía está vivo),
Bob es muy precavido con el tema de los
libros. No hablará de su sistema, sigue
pensando que es viable, pero no explica
cómo. Parece haber olvidado que el cuar-
to libro estaba allí y lo mira fijamente.
No quiere perderlo, pero ahora no pue-
de hacer nada. Solo dirá que pertenecía
a un amigo y que no sabe mucho al res-
pecto y que el amigo está muerto ahora,
y una vez les haya dicho eso, Bob deja de
hablar durante un rato y no los mira.
El arma también podría tener valor.
78
Un millón de fichas
Las personae se enterarán de esto en al-
gún momento durante esta sesión, aun-
que sea en forma de locura por parte de
Bob, o de un escéptico Nate, o de al-
guien en un bar o en la calle o en un
casino. Todos en la ciudad lo saben y la
mayoría de ellos lo creen. Bob, es evi-
dente, ha comprado al por mayor. Nate
cree que si alguna vez lo hace a lo gran-
de, irá a ver si es real. Pero es como Papá
Noel: aunque no creas, no quieres reve-
lar el gran secreto a los idealistas que
todavía esperan que haya una salida.
Así es como funciona: hay una ma-
nera de salir de Vegas. El jefe del Rueda
organiza un juego de cartas abierto en
el ático del casino. Hay un ascensor ne-
gro en el centro del casino con el logo
del Rueda en las puertas, y así es como
se llega hasta allí. Está abierto durante
una hora todos los días, de medianoche
hasta la una. Pero la entrada en la par-
tida es un millón de dólares. Solo para
entrar en el ascensor.
¿Cuál es el juego? Nadie lo sabe. Di-
cen que si te juegas todo y ganas, pue-
des irte de Vegas. Pase libre. Pero si
pierdes entonces... nadie está seguro. A
lo mejor tienes que trabajar para él el
resto de tu vida. A lo mejor te mata.
A lo mejor es un rollo sexual. Nadie lo
sabe, pero todas las posibilidades pare-
cen malas. Lo que sí saben es que nadie
vuelve a bajar de la partida.
Esa es la historia y la creencia en ella
es lo que impulsa gran parte de los jue-
gos de azar en Vegas: la simple desespe-
ración. Todo el mundo espera que sea
Alas Vegas
verdad, lo que quiere decir que algunos
de ellos realmente lo creen. Solo dos in-
dividuos podrán dar a las personae una
respuesta autorizada sobre si hay algo
de verdad en ello: el Ermitaño y el jefe
del Rueda, y aún no hemos conocido a
ninguno de ellos. Y si se les pregunta,
ambos dirán que sí, que el trato es real.
La sexta nube
Si las personae le preguntan a Bob so-
bre el Silver Cloud, les dice que es un
casino, o lo era. Uno de los cinco gran-
des, cuando eran los seis grandes. Hubo
una discusión o una pelea o una guerra
o algo así, los detalles son confusos, fue
antes de su tiempo, y el Silver Cloud se
quemó. Bueno, no del todo, su esque-
leto ennegrecido sigue ahí. Se pregun-
ta por qué no lo han derribado y cons-
truido algo nuevo.
—Pour encourager les autres —dice
Bob sin ningún acento francés.
Bob quiere volver a cavar. Se siente
cómodo cavando e incómodo en cual-
quier otro lugar.
Luminoso
Cuando las personae salen de casa de
Bob, la calle está luminosa y tranquila.
El sol los deslumbra por un momento,
por lo que no se dan cuenta de la figu-
ra del otro lado de la calle. Entonces la
ven. Un déjà vú: la figura del desierto,
la silueta negra que se recortaba en la
explosión y la bola de fuego.
Esta vez es una silueta blanca. Por-
que está en llamas. Es ardiente, incan-
Alas Vegas
descente, más brillante que el magne-
sio ardiente. Pueden sentir el calor que
irradia esta cosa desde el otro lado de
la calle. Y no hace más que observarlos.
Luego gira, da un paso y desaparece
de la vista como si hubiera caminado
detrás de una camioneta estacionada,
salvo que no hay ninguna camioneta
estacionada. Se va sin dejar rastro.
¿Alguna vez te ha pasado algo muy
raro y aterrador? ¿Algo extraño, que se
saliera de los límites de la normalidad?
Yo... no voy a entrar en detalles, esto es
un juego de rol, no una autobiografía,
pero estoy hablando de algo más raro
que ver el rastro de la ecosonda del
monstruo del lago Ness a doce metros
debajo de ti, y yo lo he sentido. Lo re-
cuerdo con toda claridad. Fue aterra-
dor (eran las 2 de la madrugada en un
bote hinchable de cinco metros a ocho-
cientos metros de la orilla), pero hay
una explicación racional para eso, des-
cabellada, pero una explicación. Estoy
hablando de hechos para los que no hay
explicación. No hay razón para ello: no
«por qué sucedió eso», sino «qué carajo
ha sido eso», el sentido de que por un
momento el modo en que actuó el uni-
verso fue básicamente diferente. ¿Te ha
pasado eso? ¿Tienes problemas para re-
cordarlo? ¿Como si tu mente intentara
enterrarlo, con algún tipo de mecanis-
mo de protección, formando una ci-
catriz sobre una herida en la realidad?
Me encuentro con notas de hace años y
digo: «Joder, la leche, qué experiencia
tan extraña. ¿Cómo he podido olvidar-
la hasta ahora?». Y luego, una hora más
tarde, la he vuelto a olvidar.
79
Ver la figura blanca es así. Pensar en
ella más tarde, incluso unas horas des-
pués de que suceda, es difícil. Como si
algo en ti realmente quisiera olvidarlo.
Como un sueño, como si no fuera parte
de la realidad. La silueta en el desierto es
lo mismo. Los detalles son todavía recu-
perables si la persona los busca, pero esa
búsqueda es un esfuerzo físico y desagra-
dable. Como si algo de ese recuerdo fue-
ra activamente peligroso. Como si pensar
en ello pudiera herirte de alguna manera.
De cualquier manera.
Entrega
Las personae pueden tomar una ruta
tortuosa de regreso al Metrópolis, pue-
den detenerse en un casino a lo largo del
camino o conducir por el Strip, pueden
visitar el negocio donde Bob solía tra-
bajar, o incluso tratar de encontrar las
ruinas del Silver Cloud. Este último se
ve perfectamente desde el bar de Nate,
y se preguntarán cómo es que no vieron
un edificio de ocho pisos quemado esta
mañana, porque es bastante evidente.
Dejemos que se lo pregunten.
De vuelta en el Metrópolis, Nate lle-
va a las personae a su oficina, escucha
su informe y ríe satisfecho ante la des-
cripción de la excavación.
—Eso es nuevo. La gente desesperada
tiene las teorías más descabelladas. Mira
este sistema suyo. —Echa un vistazo a
las páginas de los libros más grandes—.
Es una tontería, como todos los demás,
pero cualquiera que haya aprobado un
examen de matemáticas tiene uno. Todos
creen que van a fundir los casinos y ser
más grandes que Charles Deville Wells.
80 Alas Vegas

¿Quién? «Analfabetos. El hombre cuando entran, los guía a través de una

que arruinó a la banca en Montecarlo.
Los casinos nunca averiguaron cómo lo
hizo. Yo sé cómo hacerlo».
¿Cómo? «Hizo trampa».
Suena el teléfono de la oficina y
Nate va a contestar. Vuelve unos minu-
tos más tarde, con una expresión cui-
dadosamente neutra.
—Bueno, eso es interesante. —Se sien-
ta—. Vale, deberíais saber que parte
de lo que hago es localizar objetos que
la gente anda buscando. Necesito que
llevéis estos libros al Cornucopia ahora
mismo. Entregádselos personalmente al
señor Gow. A nadie más.
puerta hacia el hueco de una escalera
y les dice que suban. Suben dos pisos
y hay una recepción con una recepcio-
nista aburrida.
—El señor Gow les recibirá ahora —
dice, señalando una puerta.
Tras ella, hay una oficina grande y
lujosa, un tipo en traje marrón está de-
trás del escritorio.
—Reuniones inesperadas, qué remedio
—dice. Coge el paquete envuelto con un
aire extraño, como si no lo esperara y
no supiera lo que es, y lo deja sobre la
mesa—. Bien, gracias, sentaos. Esperad.

Coge los tres libros de contabilidad Sale por la puerta por la que entraron.
que las personae recogieron de casa de Pausa.
Bob (suponiendo que así fuera) luego La otra puerta se abre y alguien en-
mira el cuarto libro más pequeño, lo tra. Elegante, traje caro, de negocios.
saca de la pila y lo pone en un cajón Ya han visto a este personaje. La última
de su escritorio. Saca un poco de pa- vez estaba en una zanja llena de hormi-
pel marrón y una cuerda de otro ca- gón húmedo.
jón, envuelve el paquete con habilidad
—Buenas tardes —dice ella—. Os han
y se lo entrega.
ascendido. Ahora trabajáis para mí.
—Mucha suerte. Y gracias.
Suena a despedida definitiva, ¿no? - FIN DE LA SESIÓN -
Además, ¿por qué hace falta que todo
el grupo entregue un paquete? Nate los
mira desde donde está sentado.
—Hay un dicho sobre caballos regala-
dos: les disparan, ¿no? Poneos en marcha
antes de que este eche a correr.
Saben dónde está el Cornucopia y
no tardarán en llegar. En el local hay
un poco más de gente ahora, pero es el
tipo de casino que rara vez se llena. El
guardia de seguridad de antes se acerca
Alas Vegas
POSDATA
Es algo divertido
A lo largo de “Alas Vegas”, las perso-
nae verán tiras cómicas de periódicos
que, de forma extraña, parecen entre-
lazarse con sus propias experiencias.
Quizá decidan que se trata de algún
tipo de pista y que tienen que hablar
con el dibujante.
Las oficinas del Vegas Variety están
situadas al oeste del Strip. Es una ofi-
cina de dos pisos con las prensas en el
sótano, lo que le produce un zumbido
bajo y constante. Veinte personas tra-
bajan aquí, principalmente en publici-
dad, distribución y mantenimiento de
las rotativas. La editorial está arriba: el
editor, tres reporteros y dos maqueta-
dores. Hay máquinas de escribir y pas-
ta de cera caliente.
Permite que las personae expliquen
por qué están aquí.
—¡Jeff! —grita la persona con la que es-
tán hablando—. Ha venido alguien más
a hablar de esas malditas bromas.
El editor es Jeff Mackintosh. Un
hombre afable, encantador, divertido,
pero siempre con exceso de trabajo, di-
vidido entre estar demasiado ocupado
para hablar y querer hacerlo, porque la
tradición de Vegas es su pasión. Lo que
él sabe de la tira cómica es lo siguiente:
-Las están repitiendo. Siempre se repiten.
Hay unas cuatrocientas tiras. Las repi-
ten una y otra vez. Nadie se queja.
81
-Lo ordenó su predecesor, o probable-
mente el anterior. No llegó a conocer al
artista. Por lo que él sabe, está muerto.
Las personae no son las únicas que
piensan que la tira habla de ellas. «Viene
una todas las semanas. “¿Por qué te ríes
de mi sufrimiento?”, bla, bla, bla. Ese es
su atractivo, ¿entendéis? Es universal.
Por eso seguimos haciéndolo».
¿Por qué el periódico no imprime no-
ticias? «La primera regla del periodismo:
mantener al anunciante contento. Así
que no publicamos nada difícil que los
cabree».
En cuanto comienza a ser una pesa-
dez, levanta una mano:
—Aunque es muy agradable, vamos a
imprenta en una hora. Si queréis saber
más, invitadme a una copa luego.
Si las personae investigan, verán que
Jeff está tan informado sobre Vegas
como cualquiera, aunque su medidor
de mentiras está más afinado y puede
separar los hechos de la leyenda. Como
periodista, se dedica por completo a la
economía basada en la información.
Si no pueden intercambiar algo inte-
resante por sus conocimientos, no les
ayudará mucho.
Juegos de azar
En algún momento, las personae que-
rrán ir a un casino, grande o pequeño, y
apostar. Es Vegas, después de todo. Tu
mejor guía para saber cómo dirigir esto
está en el artículo de Matt Forbeck en
la página 219, pero hay otros puntos a
tener en cuenta:
82
Los casinos no están corruptos. Jue-
gan a juegos normales con reglas nor-
males. Hay algunos juegos que tal vez
las personae no reconozcan, al que ge-
neralmente juegan personas de idiomas
que ellos no hablan. La gran excepción
es el Adelphi, en la página 210, que per-
mite a las personae (y a otros) apostar
por sí mismos. Esta es una parte opcio-
nal del juego, úsalo solo si quieres, pero
añade una dimensión totalmente dife-
rente al mundo de Vegas y otra oportu-
nidad para ganar o perder dinero.
La tecnología es de los años 70, pero
los locales son inteligentes. Son cons-
cientes de todas las formas de hacer
trampas, no necesitan cámaras de se-
guridad ni chips de RFID para saber
lo que está pasando. A un tramposo a
pequeña escala lo llevarán al sótano y
le darán una pequeña paliza antes de
expulsarlo, pero cualquiera que haga
algo a mayor escala o con cómplices
será torturado para que diga nombres
y detalles, y luego lo asesinarán.
No hay máquinas de vídeo, ni traga-
perras digitales o póquer. Todo es ana-
lógico. Un montón de tragaperras: tra-
gaperras de palanca, progresivas y de
múltiples líneas. Casi todos los grandes
casinos tienen una enorme máquina
tragaperras con un bote de un millón o
más. No pagan.
La atmósfera no es optimista y he-
donista, es desesperante y desespera-
da. La gente apuesta para ganar o para
olvidar la miseria de su existencia du-
rante unas horas, y las posibilidades de
que cualquiera de los dos funcione son
escasas. En Vegas no hay escapatoria,
Alas Vegas
solo la presión de ganar suficientes fi-
chas para subir al ascensor negro y la
incertidumbre que se encuentra en su
cénit. Pero nadie lo hace nunca. Es un
falso sueño, algo que no impide que los
Poderes lo cuelguen delante de todos.
Lo otro no es diversión. Apostar
en Vegas no viene con ningún tipo de
emoción. Es más un acto de desespe-
ración mecánica. De hecho, la mayo-
ría de los vicios parecen haber perdido
su ventaja. No hay champán ni ningún
otro tipo de alcohol, y emborracharse
es como hundirse en las profundidades
de un océano frío. La lujuria, el deseo,
el sexo, el despojo, la prostitución y el
resto del espectáculo llamativo conti-
núan, pero hay un vacío en el centro
de su placer, un vacío en el centro que
este acto o cualquier cantidad de buena
comida, bebida o drogas de cualquier
naturaleza, o desperdiciar el dinero en
malas probabilidades envuelto en el
optimismo no pueden llenar.
Vegas se está moviendo.
Radio de explosión
Es posible que las personae quieran ir
al desierto para ver si pueden encon-
trar el sitio donde se produjo la explo-
sión atómica. Tendrían que estar locos,
pero esto es un juego de rol y la locura
siempre está sobre la mesa, al lado de
los dados.
Si lo hacen, es una expedición co-
losal. Pueden averiguar la dirección de
la explosión, pero pocos vehículos en
Vegas están construidos para conducir
por el desierto y no hay carreteras ni
Alas Vegas 83

senderos que lleven a ese lugar. Pueden Habilidades: Toma dos habilida-
caminar, pero el calor es excesivo du- des relacionadas con esos flashbacks y
rante el día y, por la noche, es simple lo que tu personaje estaba haciendo
y llanamente peligroso. Se equivocarán en ellos. Sé razonable, no excesivo, en
dos veces, quizá los ataquen los Perdi- tus elecciones. Si estabas en algún lugar
dos, encontrarán los restos de personas anteriormente, entonces Observación
que intentaron huir de la ciudad y no o Escuchar tienen sentido.
lo lograron. Pero, al final, llegan al lu- Disfruta de la próxima sesión. Aho-
gar de la explosión. ra, pásale este libro al próximo Dealer.
Hay un disco de vidrio irregular
de unos 270 metros de diámetro don-
de el calor ha fundido la arena. En el
centro, justo en la zona cero, están las
huellas de unos pies descalzos, hundi-
dos tres centímetros en el cristal, pro-
bablemente calce un 40 o 41, ya sea un
hombre pequeño o una mujer grande.
Se pueden ver los contornos de la piel
en el vidrio.

Pero ¿maté a mi persona?

Sí, está muerto y se ha convertido en
un puñado de fichas, y tienes un nuevo
personaje que interpretar en la próxima
sesión. Desgraciadamente, todavía no
tienen un Significador ni habilidades,
como todas las demás personas.
Significador: Toma el Significador
de tu personaje anterior. Esto te faci-
lita la vida.
Flashbacks: Puedes usar dos flash-
backs de cualquiera de las otras per-
sonae, siempre y cuando sea razona-
ble que tu persona estuviera presente
cuando sucedieron. Evidentemente, ve-
rás los eventos desde tu punto de vista.
Alas Vegas
Segundo acto
VERANO
CUANDO LAS COSAS CRECEN Y SE EXTIENDEN
Hola, nuevo Dealer. Probablemente
solo has leído el primer acto y, vaya, era
demasiado descriptivo y muy forzado,
¿no? Tiene que ser así, debe crear la es-
cena y el tono, y presentar a algunos ju-
gadores, poner las cosas en marcha a lo
largo de una pista, coger un poco de ve-
locidad, un poco de impulso. No puede
haber un descarrilamiento adecuado
sin aumentar primero la velocidad.
Este capítulo va a ser un poco más
libre, un poco más relajado. Lo que si-
gue es todavía bastante lineal, pero los
jugadores son impredecibles. A veces
les das las señales más claras y ellos las
ignoran despreocupadamente y a pro-
pósito para hacer alguna estupidez. Los
tiras en un desierto y les dices que hay
una ciudad a poca distancia, y ellos de-
cidirán montar un campamento con
una hoguera, comer cactus y esperar a
un equipo de rescate que nunca llegará.
No hay manera de que yo pueda pre-
decir todas las tonterías que harán tus
jugadores. Si se salen del mapa, haz lo
que puedas para volver a encaminarlos,
pero si no pasa, debes hacer una de las
siguientes cosas:
85
Averigua
C cuáles son los incidentes,
personajes e información clave de la
escena o escenas que se han saltado
y busca la manera de introducirlos
en la narrativa antes de que termine
la sesión. Tienes la obligación para
con el siguiente Dealer de dejar a las
personae en un nodo particular de
la narración, para que puedan lan-
zarse directamente a su parte sin re-
troceder y rellenar los huecos que
dejaste en la historia.
C O simplemente improvisa. Si ves
que hay una historia y no les interesa
seguirla, deja que se salgan de la pis-
ta. Si crees que puedes hacerlos re-
troceder, entonces tal vez puedas ex-
tender tu período como Dealer una
sesión más, dejarlos que exploren,
luego arrancarles las cadenas que los
asfixian y encaminarlos de nuevo.
Pero primero, aquí hay algo más que
necesitarás saber sobre el mundo en
caso de que tus jugadores se pierdan y
empiecen a hacer preguntas incómodas.
86
Luz blanca, calor blanco
En primer lugar, la explosión atómica
en el desierto que las personae presen-
ciaron no es solo una prueba de bom-
ba aleatoria a última hora. La gente
importante sabe que es una señal ma-
yúscula de que alguien importante ha
llegado a la ciudad desde otro lugar.
Esto ha alterado un poco el lugar y ha
perturbado una serie de planes con-
solidados que estaban a punto de dar
fruto. El señor Gow lo sabía cuando
las personae le describieron sus expe-
riencias y eso ha puesto en movimiento
nuevos engranajes.
La cuestión es si las personae son
ese alguien importante y la respuesta
es no, no lo son. Pero no todo el mundo
se da cuenta de ello todavía.
Flashbacks
Tu trabajo con los flashbacks en este ca-
pítulo es empezar a conectar los tra-
fondos de las personae. Así que tienes
dos misiones:
1. Inclúyelas en los flashbacks de los
demás: «Estás en una habitación de
hotel. Jerry también está ahí». Bien,
hemos establecido que las dos per-
sonae se conocían antes de llegar
a Vegas. Si se te ocurre una buena
escena de grupo, hazla, pero no lo
fuerces.
2. Trata de crear flashbacks que enla-
cen con flashbacks que la persona ya
ha tenido.
Alas Vegas
Di: «Estás de vuelta en el sótano,
pero ahora algo huele mal. Pasas una
luz por la placa de fusibles para tra-
tar de averiguar cuál se fundió an-
tes de que el olor empeore... porque
sabes que si empeora significa que
algo se está acercando».
No digas: «Estás fuera de la casa don-
de Jerry recordaba haber matado al
perro». Aunque lo describió al gru-
po, solo Jerry experimentó el flash-
back de Jerry. Puedes añadir que una
persona estuvo allí y presenció el ase-
sinato, añadiendo detalles al anterior
de otro personaje, pero los flashbacks
no son una visión compartida a me-
nos que algo suceda para que así sea.
3. Empieza a oscurecer. Deja que los
jugadores hagan el trabajo compli-
cado de construir el trasfondo, pero
añade pistas de que quienesquiera
que fueran no eran muy agradables
y que tal vez hicieron cosas malas, y
puede que las hicieran juntos.
Mientras seas el Dealer, es probable
que solo tengas unas pocas oportuni-
dades para crear un flashback para uno
o más jugadores, así que haz que cada
uno cuente. Al mismo tiempo, recuer-
da que se trata de pequeñas viñetas de
memoria recuperada: no son narrati-
vas y si les das más de dos o tres frases,
entonces distraerá la atención de cual-
quier escena que esté ocurriendo en la
acción principal.
Alas Vegas
EN LA OFICINA
Dejamos a las personae mirando a una
mujer que vieron envuelta en cemento
hace menos de un día. Probablemente
la vieron morir. Tiene muy buen aspec-
to para que le sucediera eso, y no con-
testará ninguna pregunta sobre cómo
es posible que esté aquí:
—Sí, eso es lo que visteis.
—No lo niego.
Y tro, pero que esté dispuesta a arriesgar-
—Sigamos adelante, ¿de acuerdo?
Junta los dedos y si opinas que yo
debería seguir adelante y que si quie-
ro incluir este nivel de detalle debería
escribir una maldita novela, pues sí, se-
guramente tienes razón.
—Sabéis quién soy, ¿no?
Para los que son cortitos, y siempre
hay alguien, es Rebecca Oh, un pez gor-
do del casino Espadas a la que secuestra-
ron allí la noche anterior para conver-
tirla en una especie de sacrificio ritual o
encarnación dentro de la estructura del
nuevo casino Pearl. Dependiendo de lo
que haya pasado allí, las personae pue-
den pensar que la vieron morir. Pueden
preguntar por eso pero, de nuevo, ella
no hablará del tema.
—Dejadlo. Eso está varios niveles por
encima de vuestro grado de pago. Está
cayendo mucha mierda y tengo algo más
por lo que tenéis que preocuparos.
87
Dice que ha llamado a las perso-
nae porque ha recibido noticias pre-
ocupantes. Alguien está planeando
un gran golpe contra uno de los cinco
grandes casinos, un asalto a sus cáma-
ras lo bastante grande como para aca-
bar con el casino. Todas sus fuentes le
dicen que es probable que se haya or-
ganizado desde dentro. El problema es
que no está claro qué casino será, y ne-
cesita saber si es o no el Espadas. Así
que necesita gente que no sea de den-
se y a seguir órdenes (Nate le habló de
ellos) para hacer algunas investigacio-
nes, mantener los oídos bien abiertos
y averiguar lo que puedan. Recibirán el
doble de lo que Nate estaba pagando
(que era sesenta, pero no les digas la ci-
fra si no te la piden).
Además está el asunto de que vienen
del desierto al mismo tiempo que la ex-
plosión de la bomba, lo que hace que
valga la pena vigilarlos, aunque ella no
les diga eso.
Las personae probablemente dirán
algo sobre Bob. Bien por ellos, por el
intento. Ella sacude la cabeza.
—¿Haciendo un túnel? Ya, eso no va a
funcionar. Pero… —Hace una pausa para
pensar—. En cualquier caso, tal vez debe-
ríais recogerlo luego. Conozco a alguien
que podría sacarle información útil.
¿Dejaron a Bob con vida? ¿Llega-
ron a conocer a Bob? Eso espero, o ten-
dremos que hacer una sustitución de
emergencia más tarde.
—Lo primero es lo primero. Tengo un
trabajo para vosotros esta noche.
88
Si no se habían dado cuenta de que
el sol se estaba poniendo, entonces este
sería el momento. Oye, ¿no se ha ido el
día un poco rápido?
—¿Recordáis dónde nos conocimos? Ne-
cesito que volváis allí y enterréis algo en
los cimientos. Algo, no alguien.
¿Qué clase de cosa? «Un coyote. Vivo».
Espera, ¿qué?, ¿cómo vamos...? «¿Me
estáis diciendo que he contratado al
grupo equivocado de turistas? Pensaba
que erais inteligentes. Nate me dijo que
erais tipos listos. Resolvedlo. Tengo co-
sas más importantes en las que pensar.
Y recordad, los oídos bien abiertos».
Les dice que hay un coche esperán-
dolos delante del casino: un Lincoln
Continental negro. Las llaves están en
la recepción.
—Y cambiaos de ropa —añade—. Pa-
recéis cadáveres con esa. No, pensándo-
lo bien, dejáosla puesta. Es mejor que la
gente no sepa que trabajáis para alguien
importante.
Una carta del Cloud
Cuando las personae vuelven a la planta
baja del casino, el mismo guardia de se-
guridad que los recibió antes («Patrick
Dennis», dice su placa; su sombra parece
normal, aunque con esta alfombra tan
extraña que hay, ¿quién sabe?) se acerca
con un sobre crema en las manos.
—Esto ha llegado para vosotros —dice.
No pone nada por fuera del sobre.
En el interior hay una única hoja de pa-
pel con el membrete del casino Silver
Alas Vegas
Cloud. Escrito con una caligrafía firme,
se lee lo siguiente:
«Si me traéis mi libro, os ayudaré. Venid
esta noche».
Está firmado con la letra H.
Patrick Dennis solo dirá que al-
guien lo trajo al casino un rato antes.
¿Cómo sabía que era para ellos? Se en-
coge de hombros.
—Dijo que habría [número] de vosotros
con ropa de muertos.
Patrick puede ayudarlos a conseguir
el equipo de la oficina de seguridad del
casino y cualquier cosa dentro de lo ra-
zonable que puedan querer. Es eficien-
te pero no amistoso.
Primero atrapad al coyote
Los coyotes no son muy raros, sobre
todo al atardecer. Dicho esto, es poco
probable que las personae sepan mu-
cho sobre los hábitos de los canis la-
trans, y ahora que ven uno de estos de
cerca, no están seguros de que en reali-
dad sean canis latrans. Parece más gran-
de y más oscuro, y en cierto modo más
felino, con dientes más grandes.
Alas Vegas
Las personae trabajan para un casino
de tamaño mediano con un restauran-
te, una cocina y un congelador de car-
ne. Un gran trozo de filete sangriento (o
mollejas o lo que sea, los coyotes no se
distinguen por ser exigentes con la ca-
rroña) actuará como un cebo decente.
Probablemente podrían conseguir otro
equipo de caza o captura de animales
de las tiendas cercanas, si no hubie-
ra atardecido ya. Los negocios norma-
les cierran al atardecer y todos se van a
los casinos. Algunas tiendas permane-
cen abiertas: farmacias que abren toda
la noche, ese tipo de lugares. No suelen
tener trampas para animales.
No voy a decirte la manera correc-
ta para que un grupo de personae me-
dianamente competentes atrapen a un
maldito coyote. No hay una manera co-
rrecta. Deja que hagan una trampa, y
que salga mal una y otra vez. Prueban
otra cosa, sale mal. Tu instrucción para
esta sección es recalcar el asco. Porque,
como se indicó anteriormente, este co-
yote (y solo hay un coyote, el que es-
tán intentando atrapar, el mismo una y
otra vez) no es el coyote común canis la-
trans, ni siquiera uno de los menos co-
munes carnivorous vulgaris. Considéralo
un correcaminos. ¿Quién es el coyote?
Las personae. Bip bip, imbéciles.
89
Aquí pásatelo en grande. Como el
correcaminos, dirígelo rápido: escena,
escena, escena, bang, bang, bang. No lo
estires, pero diviértete. Llévalo hasta el
punto en que los jugadores hayan pasa-
do por la irritación y la rabia con este
maldito animal que constantemente se
les escapa y que no cogerán y que co-
miencen a ver el humor de la situación;
luego deja que lo atrapen.
La razón de este interludio humo-
rístico, para aquellos de vosotros que
conocéis la historia, es acentuar el cam-
bio de tono que está a punto de ocurrir.
De la luz a la oscuridad. También es-
tamos jugando con arquetipos: Coyo-
te, el dios tramposo de la América pre-
colombina, al que se le daba lo que le
correspondía y se le permitía volver a
correr como loco, se transformó a tra-
vés de los dibujos animados de Warner
Bros de las décadas de 1950 y 1960. Dio-
ses antiguos vistos a través de la len-
te de la América del siglo XX. ¿Crees
que podría estar presagiando algo? ¿Lo
crees? ¿Entonces qué crees que significa
cuando lo atrapen?
Porque dejaste que lo atraparan.
Cuando por fin tienen un coyote en la
parte de atrás del coche, mordiendo y
gruñendo y meando y con un cabreo
de cojones, ya ha oscurecido. Luna lle-
na (¿Otra vez? Sí). Parece medianoche,
aunque no hay reloj en el tablero del
Lincoln. Será mejor que vayas al Pearl.
90
Perlas de sabiduría
En la obra, las luces están apagadas, in-
cluso las luces de seguridad que esta-
ban encendidas la noche anterior, pero
hay suficiente luz de luna para ver tres
Cadillac grandes aparcados en el lado
más cercano a la ciudad y, si se acer-
can a hurtadillas, figuras en la base del
pozo. Humanas, masculinas, caminan-
do y hablando. Ambos con trajes muy
elegantes, hechos a medida, nada de
trapos confeccionados. El lenguaje cor-
poral les da la impresión de que son
los dueños del lugar, lo cual podría ser
muy cierto.
Si alguien que sabe cómo buscar co-
sas (tal vez ha tenido un flashback de
que era un policía, o un artista, o un
francotirador) estudia el lugar, pue-
de darse cuenta de que hay figuras es-
condidas en las sombras de la cons-
trucción, en los huecos del ascensor
principalmente, pues los ascensores se
hacen en primer lugar y luego constru-
yen todo su alrededor. Esta gente está
tratando de mantenerse oculta, y están
haciendo un buen trabajo mezclándose
con la oscuridad. No hay forma de sa-
ber cuántos son. Al menos cuatro.
A quienes tenemos aquí es a dos al-
tos cargos de Vegas (los jefes del Oro y
el Bastos respectivamente) que tienen
una reunión y se esfuerzan por asegu-
rarse de que no les molesten. Si las per-
sonae hacen ruido para llevar a cabo el
asunto, entonces se irán decepcionados
y probablemente llenos de agujeros. Si
son silenciosos, no han dejado patente
que están aquí, aparcaron en la parte
Alas Vegas
de atrás y no llevan un coyote furioso
que se retuerce y gruñe, es posible que
puedan observar y escuchar. Es una no-
che tranquila y las palabras vuelan.
Escucha.
Figura grande: «…la misma mierda por
la que pasamos la última vez. Me impor-
ta un carajo. Es un espectáculo secunda-
rio. Una distracción».
Figura pequeña: «No me he ven-
dido. Sigo pensando que podrían ser
coincidencias».
Grande: «Escucha, ya sabes lo que
dicen, uno es casualidad, dos es coinci-
dencia, tres es acción enemiga. Y si uno
de esos tres es la llegada de un maldito
Pikadon anoche...».
Pequeño: «Nadie esperaba eso. Na-
die basa un plan en un fenómeno que
ocurre una vez en la vida».
Grande: «En eso estoy de acuerdo,
pero ¿qué pasaría si alguien tuviera un
plan preparado y listo para ponerlo en
marcha cuando algo así ocurriera? Por-
que sabes que ese brillante cabrón está
aquí para encontrar algo».
Pequeño: «Entonces no están vincu-
lados. Alguien vio el flash y le dijo a su
equipo que cogiera a Oh, y se supone que
debemos pensar que todo esto —gesticula
señalando la zona de construcción— y el
Pika y el robo están todos conectados».
Hay una pausa.
Grande: «Creo que todo es una maldita
distracción. Todo esto. Querían sorpren-
dernos. La mierda que pasó aquí ayer,
algún cabrón tratando de poner un amu-
leto en mi casino, me afecta a mí, y a ti,
y al Espadas. Lo que significa que vino
del Copas o del Rueda».
Alas Vegas 91

Pequeño: «O del Ermitaño». De todos modos, hay un bramido

Grande: «Cierra la puta boca. El como el de un toro enfurecido y una
Ermitaño es una escalera de color rota». figura enorme carga desde el borde de
Pequeño: «O un doble farol. Podría la fosa hacia ellos. Un tipo enorme. Sin
ser cualquiera si es un doble farol». cuello, su cabeza parece extenderse y
Grande: «Lo que sea. Es todo a la vez convertirse en sus hombros.
y huele muy mal. Es un juego de poder. Si huyen, huyen. Bullneck los ahu-
La amenaza de robo nos pone a todos a yenta del lugar, pero no los persigue has-
la defensiva. Es el momento perfecto para
ta el desierto. Cuando regresan, no hay
que alguien ocupe el territorio del presi-
dente. ¿Pero quién está detrás de esto?».
señales de las dos personas que hablaban
ni de los Cadillac. Las luces están encen-
Pequeño: «Creo que eres tú. Citán-
didas de nuevo y hay un par de guardias
dome aquí en una noche helada para es-
cucharte parlotear durante media hora de seguridad haciendo patrullas ocasio-
hasta que me duerma de aburrimiento. nales alrededor del lugar, aunque la ma-
Luego tus matones me golpearán en la yoría de las veces se sientan en su camio-
cabeza y me cubrirán de cemento, ¿no?». neta con la radio encendida.
Hay risas. Las dos figuras se giran y Si las personae no corren, si deciden
caminan hacia el otro lado del solar, y pararse o pelear, entonces Bullneck
sus palabras se vuelven ininteligibles. avanzará hacia ellos y se detendrá
a unos diez metros de distancia. Es
¿Intentan las personae moverse para grande, e incluso con el traje que lleva
escuchar más de la conversación? Lue- puesto está claro que es puro músculo.
go coge la carta de arriba de la baraja, Su torso es básicamente triangular.
mírala y ponla en algún lado. Diles que Su sombra es tan negra como el cielo.
oyen un grito desde el borde del pozo y El arma cuelga de su mano como si la
ven mucho movimiento: los han visto. hubiera olvidado. No la ha olvidado.
Sé que en un juego de rol normal ten-
drías que adularlos por lo bien ocultos
que estaban y ahorrarte lanzamientos
de dados y cosas así; puedes hacerlo si
quieres, pero francamente es más inte-
resante si las cosas terminan drástica-
mente. Deja que la persona sienta que
metió la pata.
Por supuesto, si no se mueven ni se
alejan, entonces no los ven, pero no es-
cuchan el resto de la conversación y
también se pierden la introducción de
un personaje recurrente del juego por-
que son unos imbéciles sin carácter.
92
—Vaya, vaya —dice—. Turistas. ¿Dis-
frutáis de vuestra estancia en Vegas?
(Decid algo, joder).
—¿Lleváis mucho tiempo aquí?
(Lo que sea).
—Sé que no acabáis de llegar. Esa
ropa ha salido de Martha. Puedo oler su
detergente en ella. No me vaciléis u os
doblaré como una mala mano. ¿Qué ha-
céis aquí a estas horas de la noche cuan-
do podríais estar de fiesta?
(Será mejor buscar una excusa).
—¿Sabéis quién era ese, en el pozo?
(Una suposición alocada).
—¿Quién os envió?
(Verdad o reto).
Por un momento no dice nada.
Entonces:
—¿Sabéis?, el detergente de Martha no
es a lo único que apestáis. Hay todo un
cóctel de olores en vosotros. Y no estoy
hablando de coyotes. —Se detiene—.
Haré un trato con vosotros. Debo estar
de buen humor o algo así. Dejaré que os
vayáis y no volváis. Pero si os vuelvo a
ver, os mataré sin pestañear. ¿Está claro?
(Más os vale).
—Bien. Buenas noches.
Si las personae hacen un movimien-
to hostil, Bullneck les dará en la cara
con la mano abierta (quiero decir que
lo intentará, lo hará con las cartas, pero
es un lugareño y sus manos son como
guantes de béisbol) y los lanzará hacia
atrás tres metros, probablemente con
la nariz rota y sin respiración.
—Pillad la maldita indirecta y largaos
—dice y se va.
Alas Vegas
Se necesitará una gran cantidad de
trabajo por parte de las personae para
cabrear a Bullneck lo suficiente como
para que intente herirlos o matarlos.
Esto se debe a que no los deja mar-
char porque está de buen humor, por-
que nunca, nunca está de buen humor.
Bullneck ha olido el perfume de Oh en
ellos y va a seguirlos para ver quiénes
son y qué diablos están haciendo. Pero
si insisten en darle problemas, enton-
ces disparará el arma y eso atraerá a los
otros guardaespaldas. No irá nada bien.
Recomiendo que eso no suceda. Si ocu-
rre, entonces probablemente te enfren-
tarás a la desaparición de la mayoría de
las personae y no hay manera fácil de
evitarlo. Así que no dejes que eso pase.
Un informe vago
Si las personae deciden llevar la infor-
mación que oyeron a Oh en el Cornu-
copia, ella no está en la oficina aho-
ra mismo. Es medianoche y, de todos
modos, esa no es su oficina, ella es una
figura de alto rango en el Espadas,
¿recuerdas? Pero ella los citará a la ma-
ñana siguiente.
Lo que plantea la pregunta de dón-
de dormirán las personae esta noche.
Es tarde, están cansados. El Cornuco-
pia tiene algunos pisos de habitacio-
nes de hotel encima del casino y se les
dijo que podían usar esas habitaciones.
O Nate los dejará quedarse si encuen-
tran el camino de regreso al Metrópo-
lis. También hay un desayuno bufé, y
mientras están comiendo alguien ven-
drá y les dirá que tienen una llamada
en el teléfono de cortesía blanco.
Alas Vegas
Pero ahora mismo todavía es de no-
che y está el asunto de un libro.
¿Qué hacemos con este
maldito coyote?
No sé, tío. No lo sé.
Interludio
El libro del que habla la nota manus-
crita es el cuarto libro que las personae
recuperaron de Bob en la última sesión,
pero fue en la última sesión, por lo que
es posible que necesiten refrescar la
memoria. La última vez que vieron el
libro fue en la oficina de Nate. La car-
ta no se refiere a los tres grandes libros
del libro de contabilidad, aunque po-
dría ser divertido si las personae pen-
saran que lo es y decidieran entrar en la
oficina de su nuevo jefe en el Cornuco-
pia para recuperarlos.
La nota no dice nada acerca de a
dónde deben llevar el libro, pero está
en papel de carta del casino Silver
Cloud, que tal vez sea un esqueleto
quemado ahora, pero sigue en pie. Tal
vez un lugar extraño para una reunión
nocturna, pero puede darles una idea
de con quién están tratando.
Las personae no necesitan volver
a casa de Nate ahora mismo. Es uno
de esos bares que nunca cierran y pue-
den decidir esperar un momento más
oportuno. Cuando regresen, descubri-
rán lo siguiente:
1. Nate no está allí.
2. La puerta de la oficina está cerrada
con llave.
93
3. La camarera, Julie, los recuerda y
dice que Nate volverá más tarde.
4. Pueden forzar la cerradura, pero
cualquier intento violento de abrir
la puerta hará que Julie coja el telé-
fono y llame a Nate.
5. Julie tiene una llave de la oficina y
abrirá la puerta si se lo piden ama-
blemente.
6. El café está recién hecho, ¿queréis
un trozo de pastel?
Dentro de la oficina, las cosas no
han cambiado mucho. El libro está en
uno de los cajones del escritorio de
Nate, junto con otras curiosidades: un
frasco de ocre rojo, un frasco de miel,
un cráneo de azúcar, cuatro o cinco dó-
lares de plata, algunos billetes chinos
obviamente falsos. Hay un patrón de
tarot en el escritorio, un círculo de car-
tas rodeando a un grupo más pequeño.
A menos que las personae tengan al-
gún conocimiento específico del tarot
(lo que requerirá un flashback), diles lo
que ven, pero no lo que significa. Las
cartas del centro son todas de los Arca-
nos Mayores. En concreto, son los Signi-
ficadores de las personae (aunque ellos
mismos no los reconozcan, los jugadores
deberían) y otras dos cartas, El Ermita-
ño y La Rueda, en la parte superior.
94
Si alguien entiende el tarot, no se
trata de un patrón estándar y, por lo
tanto, no es fácil de leer de inmedia-
to. La mejor suposición: las cartas de en
medio son Significadores. En otras pa-
labras, las colocaron allí antes de que se
repartieran las otras cartas, o al menos
algunas. Sin saber dónde comienza o
termina el círculo, es muy difícil averi-
guar qué fortuna se está diciendo, pero
La Rueda indica claramente algo cícli-
co o un patrón repetitivo. Parece que
hay una llegada a un lugar desolado, un
viaje y un avance, un encuentro con al-
guien muy poderoso (aunque esto pue-
de haber ocurrido antes de su llegada,
es difícil de decir) un descenso, un gran
peligro, una persecución, un revés que
podría ser la traición de un amigo y la
muerte a manos del diablo o posible-
mente la muerte del diablo. O el cam-
bio. O quizá no estés leyendo el círculo
bien y todo es al revés. Es complicado
leer los patrones de tarot de otras per-
sonas de esa forma, sobre todo si no sa-
bes las preguntas que se les hicieron.
Es un tarot básico de Rider Waite,
si alguien pregunta. El resto de cartas
se apilan a un lado. La baraja completa,
sin sustituciones.
Si se quedan demasiado tiempo,
Nate regresará y los encontrará en su
oficina, y entonces habrá problemas.
Será mejor que se vayan.
Alas Vegas
EL SILVER CLOUD
Si las personae no descubren que aquí
es donde se supone que deben llevar el
libro, o reciben la nota y la ignoran,
tal vez tengas que buscar otra forma
de llevarlos al Silver Cloud esta noche,
o al menos presentarlos al Ermitaño.
Quiero decir, puedes saltarte esta par-
te por completo si tus jugadores están
tan espesos que no ven el mapa de ruta
o prefieren ir a tomar algo en algún
lugar, pero si pasas de esto la historia
se puede descarrilar. “Alas Vegas” no
es un sandbox, las personae no pueden
vagar por el mapa inexistente y espe-
rar que les aparezca una trama, tienen
que fracasar para que puedas rellenar
los espacios en blanco.
El Silver Cloud está en el borde del
Strip, y si alguien estudia la carretera y
los edificios, adivinará que aquello era
el Strip, el extremo sur, pero cuando el
Silver Cloud desapareció, todo el nego-
cio del casino se desplazó unas cuan-
tas manzanas hacia el norte y esta zona
perdió su pujanza. Para los que cono-
cen su Vegas, es el Caesars Palace, la
Acrópolis rediseñada como si el dinero
y el gusto no fueran un problema por
un arquitecto que nunca ha estado más
cerca del mundo clásico que el este de
Chicago, solo que más. Las periferias
del edificio monolítico cubren toda
una manzana de la ciudad con falsos
templos, falsas ruinas de edificios que
nunca existieron, frescos con ninfas re-
tozando, héroes ambiciosos y centau-
ros visiblemente viriles. A César, como
imaginarás, le habría dado un ataque.
Alas Vegas
Pero la mayor parte de esto no es vi-
sible. Todo el sitio está tapiado y ca-
bleado. En el edificio principal las rejas
cuelgan sobre las puertas y ventanas.
Las marcas de quemaduras de un fuego
devastador todavía son visibles alrede-
dor de muchas ventanas.
Las puertas principales del edificio
están abiertas. Nadie está mirando, y
aunque lo estuviera, probablemente
no le importaría. Es solo otro grupo
de casi perdidos buscando un lugar
donde fracasar.
Dentro, el Silver Cloud está destrui-
do. Quien haya provocado el incendio
hizo un buen trabajo: las paredes y el
techo alto todavía están negros. Me-
sas retorcidas y carcasas desplomadas
de máquinas tragaperras de palanca se
alinean sin orden, como los fantasmas
de las esculturas en un museo muy muy
oscuro. Las fichas de casino se han de-
rretido en multitudes de colores en el
suelo. Huele a orina y a historia, y aun
así, un poco a fuego.
No hay luz aparte del resplandor de
un botón de ascensor al otro lado del
vestíbulo. Parece que funciona bien.
El botón abre las puertas. Es un as-
censor con alfombra y espejos. Si pul-
san cualquier botón, no se detiene has-
ta llegar al piso 14.
95
La gran vida
Las puertas se abren a la opulencia: un
gran ático, amueblado con estilo y pas-
ta. Arte exquisito en las paredes. Los
grandes ventanales ofrecen una vista de
Vegas difícil de describir, pero si miran,
las personae reconocerán algo: la ciu-
dad está construida formando muchos
círculos, superpuestos y entrelazados.
Las carreteras que parecían rectas cuan-
do caminaban por ellas son en realidad
arcos. Y en el centro del círculo interior
se encuentra el Rueda, los otros grandes
casinos están dispuestos alrededor de él
como si estuvieran rezando.
En una silla tapizada de cuero, con
una bata de seda, hay una figura que re-
conocen del Cornucopia. Es el guardia
de seguridad, Patrick Dennis, un hom-
bre acostumbrado a esconderse a ple-
na vista. Si se tratara de una película,
estaría interpretado por Richard Bur-
ton o posiblemente por Peter O’Toole:
afable, cortés, contenido, pero al mis-
mo tiempo capaz de matar a golpes a
alguien con un extintor sin derramar el
cóctel que tiene en la otra mano.
—Buenas noches —dice—. ¿Un cóctel?
Hay un bar, por supuesto. Se acerca
hasta él.
—¿Tenéis mi libro? —pregunta.
Si no es así, se disgusta, pero lo ocul-
ta con humor. «¿Habéis venido a pedir
más tiempo? Esto no son deberes, ¿sa-
béis? Necesito el libro».
96
Sí, ¿dónde estamos? «No le ponga-
mos nombre. Los nombres tienen
poder y resonancia, y nunca se sabe
quién está escuchando».
¿Qué es el libro? «El libro es una lis-
ta de personas que me debían favores
cuando este lugar era un negocio ac-
tivo». Quiere el libro, pero no pagará
con dinero. «Puedo ayudaros. Dadme
el libro como un gesto de buena fe. Si
puedo confiar en vosotros, tengo una
propuesta. Una empresa conjunta».
Pasa los martinis: ginebra y vermú
a una temperatura perfectamente fría,
deliciosos, pero en vez de aceitunas,
tienen unas semillas rojas. Son semillas
de granada. Si alguien pregunta la cifra
exacta, hay seis en cada vaso.
Esta es una pista sutil de gran parte
del misterio de Vegas, y también una
buena maniobra de distracción. Depen-
de de si las personae lo notan y de que
los jugadores conozcan la bastante mi-
tología clásica para recordar que una vez
alguien comió seis semillas de granada y
terminó muy mal. Así que necesitas es-
tar preparado para la pregunta: «¿Eres
Hades, señor del inframundo, que obli-
gó a la diosa Perséfone a quedarse con él
en las profundidades de Estigia durante
seis meses de cada año después de haber
comido seis semillas de granada?».
No, el Ermitaño no es Hades. Pero
lo que necesitas saber, amigo Dealer,
es que lo era. Este era su reino. No el
casino, lógicamente se añadió después,
sino todo el lugar, ¿y tal vez te diste
cuenta del perro de tres cabezas antes?
Pero entonces llegaron nuevos mato-
Alas Vegas
nes, por un tiempo todos compartieron
el lugar, y luego le robaron su imperio y
borraron su identidad.
¿Qué clase de canalla le haría eso a
un tipo como Hades?
El problema es que aquí los nombres
tienen poder, ya lo hemos dicho antes,
y cuando destruyes la identidad de al-
guien, puedes quitarle parte de su ser,
pero también puedes anular tu habili-
dad para controlarlo. Un dios es un in-
dividuo, pero un arquetipo es universal
y no puedes contenerlo. Así que el Er-
mitaño ha sobrevivido, escondiéndo-
se a plena vista y creando problemas.
Ahora quiere causar algunos más.
Y dos cuestiones. Primero, sí, es el
inframundo. Bienvenido a la otra vida.
Evita decírselo a los jugadores, lo pilla-
rán enseguida. Segundo, las semillas de
granada en un Martini son importantes.
Como he dicho, existe una peque-
ña posibilidad de que los jugadores se
den cuenta de ello ahora, y si lo hacen,
acelera sin problema la escena hasta
el punto de que no haya tiempo para
sentarse a hablarlo porque tienen que
huir para salvarse. Pero dentro de una
hora más o menos, los jugadores di-
rán: «¿QUÉ COÑO ESTAMOS HA-
CIENDO EN EL INFIERNO?» (o tal
vez: «¿Ves?, os dije que estábamos en el
infierno»), y mirarán hacia atrás para
averiguar por qué no se dieron cuen-
ta antes. Esta es una de esas cuestiones.
Pero se estaba produciendo un diá-
logo y deberíamos volver a él. El Ermi-
taño no admitirá que es Hades, ni ahora
ni antes, ni les contará qué le sucedió.
98
—Tenemos que crear un poco de confian-
za mutua. Confiar no significa no tener
secretos, significa respetar los límites del
otro. No os estoy pidiendo que me contéis
vuestra vida, ¿no? ¿Nos respetamos? En-
tonces podemos trabajar juntos. Podéis
conseguirme lo que necesito y yo puedo
ayudaros a salir.
Hay algunas cosas que el Ermitaño
necesita saber de las personae, y él tie-
ne información preparada para inter-
cambiar. Dales la impresión de que él
conoce todos los secretos y los compar-
tirá si le dan bastante tiempo e incen-
tivos, pero todavía no. Es seco e inge-
nioso, y es agradable pasar el rato con
él. Las personae se sienten como peces
gordos, en presencia de la realeza de
Vegas (incluso si es una realeza derro-
cada) y se les trata como iguales.
Las cosas que el Ermitaño quiere
saber son: ¿cuándo y dónde vivieron
las personae? ¿Vieron la explosión en
el desierto? ¿Han visto algo? Está pre-
sionando para obtener información,
no quiere saber lo que saben, pero sí
quiere saber lo que no saben que saben.
Solo dará información si se le pide, no
ofrecerá algo sin la pregunta.
No quiere responder demasiadas
preguntas, pero si se le hacen, entonces
aquí hay algunas posibles respuestas.
La tumba del desierto: «Así es como
algunas personas llegan aquí. Unos se
despiertan en una suite de hotel en el
Strip con una cuenta de efectivo lista
para apostar. Otros se despiertan en un
motel barato en las afueras, en una bo-
nita casa residencial en una de las nue-
vas subdivisiones o en una cama en un
Alas Vegas
albergue. Me hablaron de un tipo que
se despertó en las fuentes fuera del Co-
pas. Y otros se despiertan en el desier-
to. Pero no he oído de nadie que estu-
viera tan lejos en el desierto desde hace
mucho tiempo».
¿Qué significa eso, estar en el desierto?
«Significa que le habéis buscado las
cosquillas a alguien. Que no tenéis nada
que perder».
Tensiones en los casinos y gente enterra-
da en cemento: «Ah, sí, las continuas lu-
chas para ser segundo, tercero y cuarto
en la escalera. Un solo rumor, un susu-
rro al oído de la persona correcta, y es
increíble lo que puede pasar. Por ejem-
plo, en este preciso momento todos es-
tán muy entusiasmados con la historia
de que alguien va a robar uno de los ca-
sinos del Strip por millones de fichas,
pero nadie sabe quién, cuándo, cómo o
cuál. Hablando del tema...».
La ganga del Ermitaño
Quiere que las personae roben un ca-
sino para él. Nada de robar la mesa de
un cajero, eso es cosa de principiantes.
Está hablando de un trabajo grande. Él
les proporcionará la información y los
artilugios que necesitan para entrar en
la cámara acorazada de uno de los ca-
sinos, donde encontrarán las fichas de
alta denominación para comprar su sa-
lida de Vegas.
Alas Vegas
—El problema con un millón de fichas —
dice pensativo, como si se le acabara de
ocurrir y no fuera un discurso que haya
dado ya cincuenta veces— es que tres pe-
san 28 gramos. Incluso si os lleváis fichas
de diez, de veinte y de cincuenta, esta-
mos hablando de un cuarto de tonelada
de arcilla. Necesitáis las cifras grandes,
cosas que quepan en un maletín, o inclu-
so en el bolsillo.
Distraído, le da vueltas a una ficha
blanca rectangular de la mesa sobre el
dorso de sus dedos; el número dorado
«25.000» brilla en la tenue luz.
—Lo que necesito está en el mismo lugar.
No una ficha. Hecho de fichas, del mis-
mo modo que un diamante está hecho de
carbón. Para ser sincero, nunca lo he vis-
to, ni nadie que yo conozca, pero sé que
existe y sé que lo sabréis cuando lo veáis.
¿Qué casino? «Si os soy sincero, aún
no lo he decidido. El Rueda no, y pro-
bablemente tampoco el Oros, es dema-
siado obvio. Os lo diré, no temáis».
¿Para qué lo necesitas? «¿Esa cosa que
llegó después de vosotros? Necesito ha-
cer algo que pueda matarlo».
¿Qué es esa cosa? Se encoge de hom-
bros. «La gente los llama Pikadon.
Poderoso. Implacable. Muy raro. Vie-
nen aquí con algún propósito, algo
que están buscando. Aparte de eso,
no sé nada». No lo sabe de verdad: es
una deidad prerromana, todo esto es
nuevo para él.
99
¿Entonces por qué quieres matarlo?
«Porque es una fuerza desestabilizado-
ra y ahora mismo no necesitamos que
las cosas sean menos estables de lo que
ya son. Me gusta mantener los poderes
equilibrados en el filo de un cuchillo. Si
esta cosa empuja en la dirección equi-
vocada, cortará el pastel en los segmen-
tos incorrectos».
¿Qué son las fichas? «Es de lo que es-
tán hechos los sueños, amigo mío».
Hace un gesto hacia la ciudad, toma un
sorbo de su Martini y cambia de tema.
Les siguen
Si las personae deciden que lo mejor
que pueden hacer es atacar al Ermita-
ño (es posible, se imaginarán que pue-
den obtener una recompensa por cap-
turarlo o algo así), entonces los deja
acercarse a él, con una expresión de dé-
bil decepción en su cara. Cuando van
a golpearlo o a agarrarlo, desaparece.
La bata de seda revolotea en el suelo y
se ha vuelto más poderoso de lo que se
pueden imaginar. No, solo bromeaba,
ya es más poderoso. Ve directo al as-
censor, pero sin el Ermitaño.
¿Qué parte del ascensor? En este
momento, o en cualquier momento
cuando la tensión comienza a dismi-
nuir o cuando creas que las personae
han preguntado y escuchado lo sufi-
ciente, hay un zumbido muy silencio-
so detrás de ellos. El ascensor se mueve,
los tubos Nixie sobre la puerta cuentan
desde cero. El Ermitaño lo estudia.
100
—Interesante —dice—. ¿Es posible que
os siguieran hasta aquí?
(Caramba, no lo sé...).
—Inténtalo de nuevo. ¿Hablasteis
antes con alguien que podría haberos
matado en el acto, pero no lo hizo?
(Oh, mierda).
—Tenéis que iros. Los distraeré. Se-
guidme. —Tira de una cortina para re-
velar un largo pasillo recto (alfombra de
felpa, riel de madera, puertas de paneles
oscuros a lo largo del pasillo). Los escolta,
hablando a medida que avanzan—. Vol-
ved con vuestro jefe, haced exactamente
lo que os pida. Cuando acabe el día habrá
una vacante. Ofreceos voluntarios para
la carrera del diezmo, y recordad todo
lo que veáis. Estaré pendiente de cómo os
va. Saludad a Bob de mi parte.
Empuja y abre la puerta al final,
señalada como escalera de incendios.
Afuera está la noche y las estrellas y
una salida de incendios que baja. Si las
personae intentan demorarse para ha-
cer más preguntas, se oye el sonido de
un ascensor que llega al piso y un grito.
El Ermitaño les hace un gesto para que
se vayan y cierra la puerta tras ellos.
No salen más ruidos del interior. Si las
personae esperan a que sus ojos se adap-
ten a la oscuridad, podrán divisar algu-
nas figuras que se mueven por los terre-
nos del Silver Cloud, catorce pisos más
abajo. Si abren la puerta de la salida de
incendios, en el interior se encuentran
los restos destripados del ático de un ho-
tel casino incendiado. No hay alfombras
de felpa, muebles modernos, bar de cóc-
teles ni el Ermitaño: solo Bullneck y tres
de sus colegas lugareños, con linternas,
una actitud soez y armas de fuego.
Alas Vegas
Salida
¿Bajamos? Adelante. La salida de in-
cendios acaba cuatro pisos por encima
del suelo, el resto visible en un amasi-
jo de hierro forjado. La puerta de ese
nivel está sellada con fuego y permiti-
rá el paso tras unos buenos empujones.
Interior: carbón y desolación. No hay
señales de escalera mecánica en este
piso, pero después de revisar un poco,
encontrarán las escaleras que los lleva-
rán al suelo. Los gritos de Bullneck y su
cuadrilla resuenan desde arriba como
los gritos de una manada de animales
del desierto, cazando.
Juega con la grandeza arruinada del
lugar. Si te adelantas a lo previsto, pue-
des estirar la situación. Haz que los
persiga Bullneck o uno de los que le
acompañan; dales un susto de muerte
mientras molestan a un vagabundo o
un nido de Perdidos que se esconden
en un salón de baile en ruinas. Los ac-
cesorios dañados por el fuego pueden
chocar contra el piso si los tocan, aler-
tando a los perseguidores sobre su ubi-
cación. Y están las ratas, amigo mío, las
ratas. Grandes.
Pero es solo una distracción. De una
forma u otra salen a la calle, donde la
gente los espera. Cuatro lugareños,
dos delante de las puertas principales
(mientras las personae no salgan del
edificio, recibirán indicaciones de que
alguien está esperando ahí fuera mien-
tras se acercan), los otros dos en otros
lugares de los antiguos terrenos del ho-
tel. Están aquí por el Ermitaño, pero se
llevarán todo lo que puedan conseguir.
Alas Vegas
Sus instrucciones son capturar y detener;
aunque en los términos del juego su tra-
bajo es dejar que las personae pasen, dar-
se cuenta, perseguirlos y dar la alarma.
El objetivo de las personae aquí es
que todos se salgan con la suya sin re-
henes y con el mínimo de heridos. Los
lugareños en la zona no van a disparar:
quieren información, no un recuen-
to de cadáveres. Pero irán a por todas.
Las personae probablemente correrán
a coger el coche, es un destino bastan-
te obvio, y debes hacerlo más evidente.
«Sabéis dónde dejasteis el coche. Entre
vosotros y él hay unos ciento treinta me-
tros, incluidas una piscina vacía y una
valla con un agujero en alguna parte».
Persecución a través de los terre-
nos. Esta es una acción enfrentada; usa
las cartas para jugarla. Está oscuro y el
suelo está lleno de basura, algunas co-
sas son del interior del casino (las car-
casas vacías de las viejas máquinas tra-
gaperras, que asemejan caparazones de
insectos), otras, del exterior. En la pis-
cina vacía hay un coche estrellado. Pa-
rece un Rolls Royce, pero sinceramen-
te es difícil de saber. Tal vez haga falta
declarar que los lugareños que van con
Bullneck son idiotas si las personae se
van a escapar. Que así sea. Dales una
distracción, una bengala o un sonido
que pueda estar relacionado con el Er-
mitaño, los guardias de seguridad apar-
tarán la vista de las sombras donde se
esconden las personae y estas dispon-
drán de unos segundos para moverse.
101
Supongamos que llegan al coche. Hay
otro coche aparcado justo enfrente, gran-
de y negro, vacío. Antes no estaba allí. De
todos modos, cuando tienen las manos
en las manijas de las puertas, se produce
un fuerte golpe y se escucha un rugido…
Es Bullneck. Bullneck ha saltado
desde algún lugar alto y ha aterrizado
en el techo de su coche, aplastándolo
por completo. Cristales rotos y acero
dentado por todas partes. Pero se trata
de una era antes de las zonas de defor-
mación, el chasis es rígido y ha atrave-
sado el techo. Tiene las piernas dentro
del coche, el torso, los brazos y la cabe-
za fuera. Está rugiendo. También está
desgarrando el metal, despedazando la
carrocería del coche con las manos para
liberarse. Está haciendo un buen traba-
jo. Si el coyote todavía está en el male-
tero, va a por él y Bullneck lo lanza sin
pensar, roto y chorreando sangre.
¿Adivina qué idiotas lugareños de-
jaron las llaves en el contacto del auto
de enfrente?
Es posible que a las personae no se
les pase por la cabeza comprobarlo,
pero incluso si deciden ir al Cornuco-
pia a pie, está a solo unas pocas man-
zanas y pueden volver corriendo. Si lo
hacen, descubrirán algo: la seguridad
que trabaja para un casino se resiste a
entrar en un establecimiento operado o
protegido por otro casino. No es que no
puedan, sino que prefieren no hacerlo.
Bullneck y sus amigos se quedarán unos
minutos en la entrada mientras uno de
ellos hace una llamada desde un teléfo-
no público en el vestíbulo, luego se diri-
gen hacia el norte, hacia el Strip.
102
Objetivo de trama: El coche de Bu-
llneck es importante. Si las personae
no se lo llevaron, entonces la próxima
vez que pasen por el Silver Cloud lo ve-
rán allí. Las llaves están en el contacto
y nadie le presta atención. Si se lo lle-
van, menciona que hay un golpeteo que
viene del eje trasero. Si solo cogieron el
vehículo y lo dejaron en el Cornucopia,
entonces no le prestes atención: más
tarde será importante. Si hicieron una
estupidez como quemarlo, están jodi-
dos. Ya se te ocurrirá algo.
Vayamos entre bastidores un mo-
mento. Cuando las personae lo cono-
cieron en el desierto, Bullneck hizo re-
ferencia a un olor distintivo. Olió el
perfume de Rebecca Oh en sus ropas,
pero también olió a cemento recién
vertido, y esa es una combinación po-
tente en este momento. Ha informado,
se ha corrido la voz y ahora los jefes
de los casinos importantes creen que
el Ermitaño estaba detrás del complot
para enterrar a Oh en los cimientos del
Pearl. Bueno, la mayoría de los jefes.
Uno de ellos lo sabe bien porque estaba
detrás de todo esto. De todos modos,
ahora mismo cuatro de los jefes están
en medio de la misión Atrapar al Ermi-
taño, que encaja con nuestro misterio-
so quinto jefe, porque tiene sus propios
planes en marcha y esto es una distrac-
ción conveniente.
Así que eso es lo que está pasando.
Algo de lo que está pasando, en cual-
quier caso. Es tarde. Deberían dormir
un poco.
Alas Vegas
Informar a Oh
Las personae intentarán informar a Oh
esa noche, en cuyo caso se les dice que,
a) si están bromeando, es pasada la me-
dianoche, que duerman un poco; y b),
que ella no trabaja aquí, sino en el Es-
padas, excepto que no está ahora mis-
mo porque es pasada la medianoche,
que duerman un poco.
Hay catres en el Cornucopia, una
habitación sin decorar llena de literas
y olores rancios, tal vez la mitad esté
ocupada por más personal del casi-
no que está durmiendo. Si no piensan
en asaltar una habitación del hotel de
arriba, pueden descansar aquí. En la
planta baja unos cuantos beben y jue-
gan toda la noche, y en las puertas los
guardias de seguridad locales no duer-
men. Por la mañana hay un pase para
el personal (un llavero de plástico mal-
tratado) para el bufé de «come todo lo
que puedas» en la planta baja. Durante
el desayuno, los llaman al teléfono de
cortesía blanco.
—La señora Oh está esperando para ha-
blar con ustedes en la habitación 415 del
casino Espadas. ¿Cuánto tardarán en
llegar allí?
Abajo, si dejaron un coche, enton-
ces sigue ahí. El Silver Cloud también
sigue allí mientras pasan. En el Strip, el
casino Espadas (de arquitectura similar
al clásico Dunes, con un espadachín de
Oriente Próximo en el exterior) tiene
un aparcamiento subterráneo y el vi-
gilante en la cabina les permite el paso
como si reconociera el coche, lo que es
muy probable. La habitación 415 está
Alas Vegas
en el cuarto piso, que resulta ser de ofi-
cinas en lugar de habitaciones de hotel,
y hay una recepcionista y todo, además
de lujosas sillas de cuero y copias del
Vegas Variety de ayer.
Enseguida la secretaria los llama a la
oficina y les ofrece té o café. En el inte-
rior, mucho cuero negro. Rebecca Oh
está colgando el teléfono.
—Bueno —dice y se detiene, mirándolos.
Si hablan sin pensar, que lo hagan. Si no,
no les quita la vista de encima.
»Alguien soltó un gato entre las pa-
lomas anoche. ¿Fuisteis vosotros? —Y si
con eso todavía no hay respuesta, aña-
de—. Al parecer la gente que me metió en
el cemento anoche está trabajando para
el Ermitaño. ¿Qué sabéis de eso?
Esto es lo que Oh sabe: no mucho
más. Está pescando. Las altas esferas de
Vegas están muy preocupadas. Hay un
Pikadon suelto por ahí. La mayoría de
la gente en Vegas no tiene ni idea de lo
que es un Pikadon, pero los altos man-
dos sí y eso los perturba. El jefe de se-
guridad del Bastos ha informado de que
se ha reunido con un grupo de turistas
que cree que están relacionados con el
intento de entierro de Oh, a los que si-
guió hasta el Silver Cloud pero escapa-
ron, posiblemente con la ayuda del Er-
mitaño, que parece haber regresado.
103
Oh escuchará lo que las personae le
digan, escuchará las discrepancias en-
tre su historia y lo que ella sabe, y les
llamará la atención por cualquier cosa
que no encaje. ¿Le hablan del encuen-
tro con el Ermitaño? ¿Sobre lo que les
dijo? Es mejor si no lo hacen, pero pue-
den sucumbir a su mirada de acero y
soltarlo todo.
Ella escucha.
—Vaya —dice al final—. Os pido que ha-
gáis una cosa sencilla y mirad lo que suce-
de. ¿Cómo os fue en el trabajo del coyote?
No está contenta con la respuesta.
Si le dicen que han conocido al Er-
mitaño, o ella lo averigua, entonces
querrá saber por qué. Si hablan del
robo que se les ha pedido que cometan,
Oh se interesará mucho.
—Seguidle el juego —dice ella—. Quie-
ro saber quién es el objetivo. Esto es im-
portante. Avisadme en cuanto lo sepáis
y os daré instrucciones. No la caguéis,
podría ser un ascenso para vosotros si
lo hacéis bien.
Si le preguntan si sabe quiénes fue-
ron las personas que intentaron ente-
rrarla en el casino a medio construir,
ella asiente con la cabeza y hace otra
pregunta. Si le preguntan quién fue, los
mira como si fueran idiotas. «¿Tenéis
idea de lo valiosa que es esa informa-
ción? ¿Qué haríais con ella? ¿Venderla?
¿Os la sacarían mediante tortura? No».
Alas Vegas
Si mencionan a Bullneck antes que
ella, parece interesada. «Bullneck. Es el
jefe de seguridad del Bastos. Sí, debe-
rías haberos dado cuenta de que no iba
a dejaros ir tan fácilmente. Evitadlo si
podéis y veré si puedo tranquilizarlo».
Si le han hablado del Ermitaño, les
pedirá todos los detalles de lo ocurri-
do. La única manera de que ella sepa
si están mintiendo es si la cagan o si su
versión de la historia difiere de lo que
ella ya sabe. Ella estará interesada en
cómo el Ermitaño se puso en contacto
con ellos y en el libro. Si empiezan a di-
vagar, lo que probablemente sucederá,
o si hacen una pregunta para la que no
tienes la respuesta, córtales:
—Eso me recuerda algo —dice ella—.
Vuestro amigo Nate. ¿Habéis sabido algo
de él últimamente? —No, no han sabido
nada. Entonces prosigue—. Qué lástima.
No pagó sus cuotas esta mañana y pare-
ce que se lo llevaron. Alguien se lo llevó.
Así que vuestro trabajo ahora es averi-
guar quién.
¿Encontrar a Nate? «Eso también, su-
pongo. Nate es un buen tipo, pero no
es importante. Si alguien cree que lo
es, quiero saber quién. Mi suposición,
con la ciudad tan agitada ahora mismo,
es que alguien se lo ha llevado al Harry
Spicers. A ver si podéis hacer que ha-
blen. Sed amables. Son viejos».
¿Harry qué?
Suena el teléfono de su mesa y lo
coge sin ponérselo en la oreja.
—La chica os dará indicaciones. Marchaos.
105
La recepcionista les da indicaciones:
deben dirigirse hacia el norte pasando
la Torre Blanca (un casino de dos pisos,
pero muy visible) y continuar hasta que
pasen por la calle quemada a la dere-
cha, es el siguiente edificio.
VISITAR EL
HARRY SPICER’S
La ruta está bastante clara, pero lo que
nadie dijo es que el destino estaba fue-
ra de la ciudad, más allá de donde el
desierto se divide en parcelas para fu-
turas construcciones, donde el terreno
es desigual y el asfalto está agrietado
y lleno de arena. El armazón carboni-
zado de un edificio es visible al lado
de la carretera, el neón roto del letrero
dice «F ish Vir ns», y unos cientos de
metros más allá está lo que parece un
corral cubierto o un matadero, cons-
truido con bloques y revestido de ma-
dera, pero no huele ni suena como tal.
No hay ningún nombre en el exterior
del edificio, solo una entrada lo sufi-
cientemente grande como para que
entre un camión. Una joven de género
indeterminado holgazanea en un lu-
gar a la sombra al lado de un teléfono
público cerca de la entrada, fumando.
Dentro, alguien grita. Son gritos
continuos a un volumen considera-
ble. Probablemente varón, probable-
mente humano.
106
Retrocedamos un momento
Espera, ¿no había algo antes sobre un
ruido de golpes dentro del coche que
robaron a los matones de Bullneck, y
que probablemente están conducien-
do ahora? ¿Un ligero balanceo? Porque
eso se repite en el camino hacia el nor-
te. Pam, pam, pam, algo en el maletero.
No es un coyote, eso era en el otro co-
che. Algo está golpeando.
Es Bob, el de la casa del túnel. Está
atado de pies y manos y amordazado,
con sangre en la frente. Parece que ha
estado usando la cabeza para golpear
y llamar la atención y se ha quedado
aturdido. Apenas está consciente, solo
puede hablar, pero lo que dice no tie-
ne sentido. Además, ha perdido mu-
cha sangre y probablemente morirá si
no lo atienden pronto. ¿Alguien sabe
vendar heridas?
¿Y si mataron a Bob? Bueno, hay
otros por los que podemos sustituirlo.
En realidad, cualquiera (cualquier tu-
rista) que haya tenido un intercambio
con las personae desde que llegaron.
Están Martha y George, Julie, el señor
Gow o cualquier camarero, camarera o
crupier con el que coquetearan, o cual-
quier otra persona con la que se hayan
mezclado. Eso no incluye a Bullneck, el
Ermitaño, Oh, o el Burning Man.
Ah, ¿crees que es una pista?, ¿crees
que sabes lo que es el Pikadon?, ¿por
fin estás pensando en todas las culturas
de parásitos que alberga el desierto de
Nevada como garrapatas en la piel de
un indiferente rinoceronte blanco? No
me vengas con conjeturas.
Alas Vegas
Y si resulta que ninguna de esta gen-
te sigue con vida, que las personae de
tus jugadores han causado estragos en
Vegas iguales al recuento de cuerpos de
varias temporadas de CSI, una carnice-
ría que los marcaría entre los psicópa-
tas más crueles que la humanidad haya
conocido, un nivel de daño que traicio-
na a su humanidad y los señala como
simples máquinas de destrucción des-
tinadas a la crueldad y la muerte con
el volumen subido al once, deja que los
maten a todos, que el mal se encuentre
cara a cara. Pero no habrá nadie en el
maletero del coche.
Si incendiaron el coche anterior, en-
tonces hay otro aparcado aquí, un se-
dán negro como el anterior, y oyen los
golpes que vienen de su maletero.
De todos modos, no van a conseguir
nada de Bob durante un tiempo.
Los jóvenes
Aburridos, taciturnos, inútiles, dema-
siado guais para ir la escuela; son gua-
pos y lo saben. Puede que coqueteen u
ofrezcan favores sexuales.
Alas Vegas
¿Qué lugar es este?
Es Harry Spicers, o «Haruspices» para
aquellos que hablan griego y no escu-
charon mal lo que dijo Oh, que no está
en el grupo actual. Haruspices es el plu-
ral de haruspex. En la antigua civiliza-
ción etrusca y en Grecia, un haruspex
era un sacerdote que leía los presagios y
los augurios del futuro examinando los
órganos internos, sobre todo el hígado,
de los animales sacrificados, principal-
mente ovejas. Fue un haruspex quien le
dijo a Julio César que debía tener cui-
dado con los idus de marzo, así lo dice
Suetonio. En Vegas es una de las for-
mas más fiables de obtener una visión
del futuro, lo que significa que está a
un paso de mirar las cartas del tarot y
adivinar. Pero no hay ninguna oveja, al
menos no literalmente.
Dentro hay un matadero, al menos
uno poco usado. Está fresco sin ser frío.
Las luces cuelgan del techo. Hay dos o
tres cosas que se parecen a las losas de
los forenses, hechas de mármol blanco,
talladas para drenar la sangre. Las he-
rramientas brillantes se balancean des-
de los bastidores superiores y también
desde los cabrestantes y ganchos. Ven
mangueras para lavar los objetos. El
suelo es de hormigón estriado con ca-
nales de drenaje. Hay una pequeña ofi-
cina, en la parte de atrás, con la puerta
cerrada y una ventana que da a la zona
de trabajo si las persianas no estuvieran
cerradas, que lo están.
107
Una de las losas está ocupada.
Es Nate. Nate y sus órganos inter-
nos. Los órganos todavía están unidos
a él, pero están fuera de su cuerpo, no
dentro, y no es una visión agradable.
Vaya, el hígado humano es enorme,
en serio. Todavía está vivo, porque si
lo mataran se convertiría en una ficha
de casino. Grita muchísimo. También
sangra bastante, pero no lo suficiente
para que se desangre, al menos no rápi-
damente. Quienquiera que haya hecho
esto es muy hábil en su trabajo.
Si alguien intenta tener un flashback
para ser un arúspice, eso está en la lis-
ta prohibida. ¿La capacidad de leer el
futuro? No. Trabajador de matadero,
claro, sin problema. ¿Cirujano? Por su-
puesto. Pueden decir que se trata de un
trabajo excelente, muy preciso y prácti-
co. El hígado de Nate tiene buen aspec-
to y está sano. Aparte de eso, nada más.
No dejes que se queden en los órga-
nos de Nate. Hay movimiento en la ofi-
cina y la puerta se abre. Bullneck y dos
de su cuadrilla, por supuesto. Bullneck
está siguiendo a las personae, cree que
están conectadas con lo que está pasan-
do, y usará a cualquiera que hayan co-
nocido para tratar de averiguar qué es
lo que van a hacer. Pobre Nate.
Los arúspices están en la oficina (los
jóvenes son solo los que lavan las losas),
pero se quedarán allí en cuanto empie-
cen a volar las balas, lo cual está a pun-
to de pasar.
108
El primer instinto de Bullneck es la
violencia. En el momento en que ve a
las personae, saca su pistola y grita:
—¡Quedaos donde estáis!
Dispara tres tiros. Por encima de sus
cabezas, es cierto, pero probablemen-
te no se detengan para comprobar su
puntería. Y si no se ha dicho antes, los
lugareños no necesitan recargar.
Recuerda: Oh aún no ha tenido la
oportunidad de calmar a Bullneck. Este
quiere a las personae vivas. Quiere saber
qué está pasando. Así que no apunta a
matar, sino que intenta que las perso-
nae se rindan y vengan en silencio. Por
supuesto, anoche les dijo que si los veía
de nuevo los mataría, así que es com-
prensible que prefieran no quedarse.
De todos modos, está disparando
para reprimirlos, para hacer que se aga-
chen, sobre todo apuntando a la entra-
da del tamaño de un camión que da a la
carretera. Qué lástima que por casua-
lidad alguien pase conduciendo en ese
mismo momento.
Deberías empezar a representar esto
con las cartas en cuanto se produzcan
los primeros disparos, dales a los juga-
dores una idea de que tiene una estruc-
tura. Luego llega el chirrido de un de-
rrape desde afuera, algo grande golpea
algo sólido, hay gritos confusos y luego
alguien comienza a devolver el fuego en
ráfagas semiautomáticas de tres balas.
Hay tres personas fuera disparan-
do, todos lugareños, dos con automá-
ticas y uno con una M-16. Las perso-
nae no pueden usar nada de esto por
ciertas razones.
Alas Vegas
Si alguien está fuera para verlo, un
sedán negro ha golpeado al otro sedán
negro. Los jóvenes se lanzan hacia el te-
léfono público, marcan tres dígitos y
gritan pidiendo refuerzos de emergen-
cia. Unos segundos después, una bala
destroza esos hermosos pómulos.
Sabemos que hay personajes del jue-
go dentro disparando hacia afuera, per-
sonajes del juego desconocidos fuera
disparando hacia adentro, y las perso-
nae están atrapadas en medio sin armas.
En este momento una ráfaga alcanza a
Nate y las vísceras impregnan las balas.
¿Qué? Mira, Fuga es un sistema de
combate narrativo. No hay tablas de
fallos críticos o tiradas de dados para
saber en qué terminan los fallos. Se
trata de cómo lees las cartas, qué sacas
de ellas y de tu imaginación. Si dices
que Nate la palma, él la palma. No hay
que apresurarse, sino mantener la es-
cena interesante y animada. No tiene
que ser ahora mismo, pero debería ser
en un momento en el que haya que re-
forzar la tensión dramática, y hay una
persona lo bastante cerca para acabar
rociada de rojo. Lo bufonesco late en
medio del combate.
Las personae pueden intentar salir,
pueden esconderse y esquivar entre las
losas de mármol, o hay una tercera op-
ción: la oficina en la parte de atrás. Allí
es donde se esconden los dos arúspices. El
mayor es una mujer muy vieja, arrugada
como un tomate secado al sol, con el pelo
largo y plateado. El otro es más joven,
también una mujer, de pelo diferente y
es la que habla. Se refieren a sí mismos
como «los arúspices» y «nosotros». Pa-
Alas Vegas
recen no tener identidad propia. Los dos
están bastante asustados y, por el aspecto
que tienen, ambas eran originalmente tu-
ristas, aunque llevan aquí mucho tiempo.
La oficina en sí no es grande, pero
está ordenada, con archivos en los es-
tantes a lo largo de dos paredes. Los ca-
jones contienen artículos de papelería
y chucherías: souvenirs de la mayoría de
los grandes casinos, un frasco de mone-
das que van desde las modernas hasta
las de hace dos mil años y un par de
vértebras. La mesa está cubierta con
imágenes Polaroid del hígado de al-
guien (si alguien conoce los hígados en
profundidad, reconocerá que es el de
Nate) con círculos y flechas dibujadas
sobre ellas. Hay una cámara Polaroid.
¿Sabías que el hígado es una glándula?
Puede que haya tiempo para algunas
preguntas sobre el tiroteo de afuera.
La joven es la que habla. Sí, estos son
los arúspices. Trabajan para todos los
que puedan pagar y no hacen pregun-
tas, aunque conservan registros. Se su-
pone que es una zona neutral, fuera de
los límites, sin confrontaciones «como
todos los lugares sagrados». Lo que está
pasando es muy malo.
¿Tienen armas aquí? La joven arús-
pice abre un cajón. Vaya, cuántos cu-
chillos. Algunos están bien equili-
brados para lanzarlos, si alguien sabe
cómo hacerlo. La mayor abre otro ca-
jón y saca su falso fondo para revelar
un arco corto y seis flechas. Antiguo,
probablemente diseñado para un uso
ritual en lugar de la caza, pero aun así
es un arco. ¿Alguien sabe usar un arco?
109
Más ruidos de vehículos en el exterior,
gritos indefinidos y luego más disparos.
A juzgar por el sonido, alguien ha traído
una o dos escopetas a la fiesta. Esto pare-
ce darles un respiro a Bullneck y a los dos
miembros de su equipo que aún siguen
vivos, y comienzan a regresar a la oficina.
Deja que las personae hagan lo que
puedan, pero Bullneck es duro y recluta
a tipos duros. Estos dos pueden aguan-
tar mucha leña. Es posible que las per-
sonae puedan tumbarlos, en cuyo caso,
déjalos y que se sientan orgullosos de sí
mismos. Bueno, más o menos.
En uno de esos dos momentos (el
segundo en el que las personae se dan
cuenta de que han ganado, o al menos
han podido con Bullneck y su cuadrilla;
o el segundo donde se dan cuenta de
que la derrota es inevitable y de que ya
están muertos) parece que la sala prin-
cipal se vuelve más luminosa, como si
la luz del sol de repente fluyera a través
de un hueco de las nubes. Y más lumi-
nosa. Y más calurosa. Y alguien hecho
de luz entra por las puertas del tamaño
de un camión y se dirige hacia el centro
del suelo de hormigón.
Cualquiera que no mire hacia otro
lado inmediatamente quedará deslum-
brado durante el resto de la sesión de
juego. También está muy quemado por
el sol. ¿Tienes gafas de sol? Es una figu-
ra alta, sin rasgos distintivos, en llamas.
Ardiendo, ardiendo, ardiendo.
Hay una cámara Polaroid aquí. Si al-
guien pregunta, es una cámara SX-70
Land y sufren de amnesia, así que debe-
rían dejar de hacer preguntas como esa.
110
La figura es muy elegante, muy sere-
na. Camina alrededor de las tres losas
de mármol y luego gira en una esquina
que no está ahí y desaparece.
Las fotos polaroid de la figura en
llamas tardan unos dos minutos en re-
velarse. Salen borrosas y torcidas, pero
no completamente blancas. El cuerpo
de la figura en llamas es negro, como
una ausencia, aparte de la cabeza, que
es en su mayoría un solo ojo que mira
al espectador. No un ojo humano, algo
más primitivo. La foto no deja de reve-
larse, sino que continúa saturándose de
color durante un par de minutos hasta
que toda la imagen se vuelve negra.
Hay un rastro de huellas brillantes
en el suelo que señalan por dónde ha
pisado el hombre llameante. Se desva-
necen después de unos minutos.
Bullneck y su cuadrilla están muer-
tos y sus cuerpos en llamas, al igual que
sus armas. El cuerpo de Nate ha desa-
parecido, y en su lugar hay 154 fichas.
Todos los matones fuera del edifi-
cio también están muertos y ardiendo.
Hay tres coches aquí, uno con agujeros
de bala, todos ardiendo, además del co-
che de las personae si lo dejaron cerca,
en cuyo caso también está en llamas. Si
dejaron a Bob en el maletero, enton-
ces el maletero está en llamas, aunque
es difícil saber si es el mismo tipo de
fuego, porque el fuego es fuego y el co-
che está ardiendo bastante ahora; pero
si lo comprueban, entonces lo que que-
da de Bob está ardiendo con fuego nor-
mal y no con fuego local, que es el tipo
de fuego que huele a mierda y poliéster
Alas Vegas
ardiendo. La estructura de madera del
edificio no está quemada.
Bob, muerto, produce dos fichas.
A las arúspices no les ha ido bien.
La mayor habla de forma incoherente
debido al miedo y el shock, y no respon-
de a las preguntas. La más joven la está
consolando, pero les dirá a las personae
que se marchen ahora.
—Esto es malo. Peor de lo que vimos. Y
se va a poner mucho peor.
Si se quedan, otros dos coches llenos
de exaltados guardias de seguridad del
casino armados llegarán en unos cin-
co minutos y no harán preguntas. Las
personae pueden hacer preguntas, por
supuesto. O podrían matar a las arúspi-
ces, incendiar el lugar para destruir to-
das las pruebas y huir. Es decisión suya.
¿Qué era eso? «Un Pikadon. Nunca
antes habíamos visto tanta gloria».
¿Un qué? «Pikadon. No sabemos lo
que es. Nadie lo sabe. Es algún tipo de
representante de otro lugar».
¿Qué otro lugar? «¡No lo sabemos!
Nos han dicho que lo contrario de este
lugar. Pero los Pikadon son como un
mito. Es como si un dragón hubiera en-
trado aquí». Ella mira los cuerpos ar-
dientes y se atraganta.
¿Por qué está aquí? «Los Pikadon vie-
nen a buscar a alguien especial».
¿A quién? «¡No lo sabemos!».
¿Por qué? «¡Nadie lo sabe!».
¿Por qué se incendiaron los cuerpos de
los lugareños? «¡No lo sabemos!».
Alas Vegas
¿Quién trajo a Nate aquí? «Bullneck y
su cuadrilla. Querían información so-
bre algunos turistas y el Ermitaño, y
algo sobre un robo».
¿Qué te dijo el hígado de Nate? La jo-
ven arúspice mira a la mayor, que dice:
«Solo hemos visto exta (entrañas) así
una vez, y fue antes de que cayera el
Silver Cloud. El cambio está llegando.
El mundo se puso patas arriba. Muchas
cosas no estaban claras. Íbamos a hacer
una segunda lectura más tarde, cuando
se hubieran calmado los ánimos».
¿Visteis algo de esto? «Vimos llegar
un gran cambio. Los detalles no esta-
ban claros. No tenía sentido. Al me-
nos no entonces».
Si te traemos un sujeto adecuado, ¿po-
drías hacer una lectura más detallada?
Ella sacude la cabeza. «No con no-
sotras así. Y además, no puedes per-
mitírtelo». La vieja arúspice solloza
fuerte y la más joven le presta toda
su atención. Tratar de sacarles infor-
mación a golpes a cualquiera de ellas
atraerá al coche lleno de matones.
Eso es todo lo que pueden sacarle a
las arúspices.
Al regresar
No es una larga caminata de regreso a
la ciudad, pero sí considerable.
Si las personae salieron pitando del
Haruspices y regresaron a la ciudad an-
tes de que las cosas empeoraran y sin
ser vistos o detenidos por Bullneck y
su cuadrilla, de vuelta en la urbe oyen
rumores de un gran tiroteo en un lu-
gar fuera de la ciudad, seguratas de dos
111
o tres casinos diferentes implicados, al
menos diez muertos, y que personas im-
portantes están muy cabreadas, y esto es
probablemente la primera señal de una
nueva lucha por el poder en las calles.
¿Qué hay de Bob?
Si sigue vivo, sí, Bob está ahí. Estará
inconsciente o al menos incoherente
durante un tiempo. No hay hospitales,
pero la mayoría de los casinos tiene en-
fermeros que pueden vendar heridas y
recetar aspirinas y reposo en cama. Y
los casinos tienen hoteles, y siempre
hay habitaciones libres. Sobornando a
la persona adecuada, puede quedarse
en habitaciones de lujo indefinidamen-
te o tener a un amigo enfermo en recu-
peración el tiempo que haga falta.
El problema es que Bob ahora es sos-
pechoso, y lo están buscando porque dan
por sentado que él sabe algo, o tal vez su
hígado. El otro problema es que, en rea-
lidad, no sabe nada. Los subordinados de
Bullneck lo atraparon la noche anterior,
lo golpearon en la cabeza y se despertó
en el maletero, eso es todo. Iba a ser el si-
guiente en la losa, pero no lo sabe.
Bob sabe algo importante para las per-
sonae, pero no sabe que lo sabe (no es el
más listo de la clase, además de que tiene
una conmoción cerebral), por lo que sería
buena idea que las personae lo mantuvie-
ran vivo y oculto si pueden. Se vuelve rele-
vante en el siguiente acto. No tienen que
hacerlo, las cosas irán bien si no lo hacen.
Si quieren entregarlo a la seguridad del
Bastos a cambio de unos brownies y una
cena con langosta, entonces intimídalos,
y eso es lo último que sabrán de Bob.
112
Volver al Harry’s
Si las personae regresan más tarde a la
sede de los arúspices, el lugar está de-
sierto. Los cadáveres y los coches que-
mados han sido retirados. La entrada y
las ventanas están tapiadas.
El informe
La recepcionista del Espadas les hace
esperar mucho tiempo, y a través de la
puerta cerrada de la oficina pueden es-
cuchar a Oh gritando al teléfono, aun-
que no se entiende lo que está diciendo
ni a quién se lo está diciendo. Una lar-
ga llamada telefónica. Una larga espera.
No les ofrecen té ni café. Al menos las
copias del Vegas Variety son de hoy, y
hay una nueva tira cómica.
Al final los hacen pasar. Oh los mira
fijamente desde detrás de su mesa.
—Una pregunta —dice ella—. ¿Fuis-
teis de alguna forma responsables de las
muertes en el Haruspices?
No quiere detalles ni excusas, quiere
una simple respuesta. Si es no:
—¿Quién fue el responsable?
4. Si no conocen esta palabra, hay muchas posibilidades de que los jugadores crean que es una referencia a un Pokemon raro. Entonces,
alguien lo buscará en Google.
Alas Vegas
Bueno, o mencionan la figura en lla-
mas (afrontemos el desafío y vamos a
llamarlo Pikadon4, todos los demás pa-
recen hacerlo) o no lo hacen. Si lo ha-
cen, la conversación sigue así:
—¿Habíais visto antes esa figura?
Evidentemente, no preguntará esto
si ya le han hablado de su encuentro
fuera de la casa de Bob. En realidad,
debería hacer esto como un gran dia-
grama de flujo sangriento, ¿no? Un úni-
co libro de juego con posibles opciones
de diálogo y direcciones. No voy a mo-
lestarme en hacer eso y ese tipo de co-
sas está bien para los juegos de ordena-
dor, pero no para los de mesa. De todos
modos, son solo directrices. No leas el
diálogo de la página, reformúlalo como
creas o simplemente improvisa. No es
que me vaya a quejar si no lo dices tal
y como como está escrito. ¿Qué voy a
hacer, hundirte el barco?
Así que supongamos que Oh sabe
ahora que las personae han visto al Pi-
kadon dos, tal vez tres veces. Eso los
convierte no solo en personas de in-
terés, sino en algunas de las personas
más importantes de la ciudad en este
Alas Vegas
momento, excepto el Rat Pack y otro
más que llegará pronto. Es eviden-
te que el Pikadon está aquí por ellos.
De alguna manera. Puede que sean un
arma o una responsabilidad o algo así,
pero sea lo que sea, son personas co-
nectadas al poder. Así que los quiere
de su lado, o al menos en algún lugar
donde pueda vigilarlos.
Por supuesto, no les dice eso. Si pa-
rece que quieren protección o al menos
tranquilidad, entonces ella se las dará;
no tiene idea de cómo protegerlos del
Pikadon, pero dirá que sí. Aunque tar-
dará un tiempo reunir los elementos
necesarios y, mientras tanto, necesita
que hagan un trabajo. Echa un vistazo
a La carrera del diezmo, más adelante.
Si, por otro lado, dicen que el Pika-
don lo hizo, pero no lo han visto antes,
y no contradicen nada de lo que ya le
han dicho (o le han dicho a Nate, que se
lo dijo a ella), entonces les cree. «Un Pi-
kadon. Bueno, sabíamos que el cabrón
indescifrable estaba aquí. Si aparece de
nuevo, si oís algo sobre lo que está ha-
ciendo o lo que ha hecho o quema a más
lugareños, decídmelo enseguida».
¿Sabe ella algo de los Pikadon? «El úl-
timo entró mucho antes de que yo llega-
ra. Normalmente hay un par de inciden-
tes raros y luego desaparecen. Si alguien
sabe lo que es, no lo está compartiendo».
113
Qué hacer y qué no hacer
con los Pikadon
Sin embargo, si las personae no le
cuentan a Oh lo del Pikadon en el Ha-
ruspices (y es posible que hayan mata-
do a todos los que podrían contrade-
cirlo), entonces querrá saber qué pasó.
Hay cuatro maneras de proceder:
1. «No lo vimos porque estábamos
ocupados acobardándonos».
2. «Lo hicimos porque somos unos ca-
brones».
3. «Un grandullón lo hizo y huyó».
4. Los jugadores inventan mierdas que
nadie podría predecir.
Las respuestas son:
1. Oh sospecha que están mintien-
do. Pero luego suena el teléfono.
Seguimos.
2. Oh está casi segura de que están
mintiendo, pero si pueden hacer que
su historia sea plausible, entonces su
reacción sería la misma que si le di-
jeran que no es la primera vez que
han visto el Pikadon: ella comienza
a considerarlos un bien mucho más
importante de lo que había pensado
al principio. Suena el teléfono.
3. Detalles, por favor. Obviamente ella
está tratando de averiguar a quién es-
tán describiendo (no importa si real-
mente están describiendo a alguien o
inventando cosas) y puede llegar a una
conclusión. Como antes, no les dirá a
las personae en quién está pensando,
pero debería darles la impresión de que
ha puesto en marcha una operación
grande y fatídica. Suena el teléfono.
4. Improvisa. Y suena el teléfono.
114
La carrera del diezmo
Ella contesta el teléfono, escucha y des-
pués cuelga.
—Bueno, parece que la ciudad está pa-
tas arriba gracias a vosotros y a vuestro
brillante amigo. Y esta crisis se nos pre-
senta con algo que podría ser peligroso o
podría serlo… ¿Sabéis que hay un dicho
sobre la palabra china para «crisis»? Se
compone de otras dos palabras: «peligro»
y «crédulo». —Si alguien asiente con la
cabeza, ella le arroja un pisapapeles—.
Por Dios, sois… Si Nate no os hubiera
recomendado, os echaría por esa puerta
y habría tipos con machetes al otro lado.
»Pero aun así, tenéis una oportuni-
dad. El Bastos ha perdido un montón de
muchachos hoy y esta noche es su diez-
mo, así que están pidiendo favores. Quie-
ro que vayáis y los ayudéis. Lo más pro-
bable es que sea un trabajo de niñera,
pero se rumorea que alguien va a asaltar
uno de los casinos, así que nunca se sabe.
Y puede que aprendáis algo.
¿Qué es una carrera del diezmo? Ella
lo explica.
Los cinco casinos principales exigen
tributo, cuotas, llámalo como quieras,
de los casinos y negocios más pequeños
que tienen su protección. Se paga una
vez a la semana: el diez por ciento de
la recaudación, en efectivo; después se
lleva al corazón del imperio y se com-
prueba. Obviamente, es un objetivo
tentador para cualquiera que pretenda
conseguir su millón o morir en el in-
tento, así que se lleva a cabo con una
gran seguridad. Algunos casinos usan
coches blindados y búnkeres, pero el
Bastos prefiere que los mensajeros lle-
Alas Vegas
ven el dinero por la puerta principal y
a través de la sala de juego.
—Se trata de la visibilidad —dice—.
Que los turistas vean el dinero entrando
para que sepan que hay allí riquezas, que
es un lugar próspero. «El dinero genera
dinero, el éxito genera éxito».
Pero como la mayoría de los guar-
dias de seguridad del Bastos fueron ase-
sinados hace poco y quemados por una
cosa de otra dimensión, necesitan algu-
nos cuerpos más para aumentar la cifra.
Aquí es donde entran las personae.
Oh va a la ventana y ajusta las per-
sianas. El sol se está poniendo. Espera,
¿cuánto tiempo esperaron para verla?
—Será mejor que os vayáis. Buscad a
Romanov, era la número dos de Bullneck
y dirigirá el espectáculo ahora.
Despojado para la acción
El Bastos se basa en el viejo casino del
Strip, el New Frontier. La arquitec-
tura básica y brutalista es la misma,
pero, en cierto modo, el neón es más
chillón, el atractivo más evidente, la
sensación de permiso para pecar más
palpable. La noche está cayendo cuan-
do llegan las personae. Amplios esca-
lones conducen a una serie de puer-
tas de cristal que dan a un vestíbulo
con aire acondicionado, que lleva a la
planta principal del casino.
Es fácil encontrar a Romanov, está
de pie justo en la entrada: lugareña,
de baja estatura, atlética, lleva un tra-
je negro de hombre, no un traje pan-
talón, sino un traje hecho a medida de
Alas Vegas
un hombre, y le queda muy bien. Es di-
recta, solo habla de negocios, la sombra
del estrés se muestra bajo la máscara.
Les informa rápidamente: su trabajo
consiste en vigilar a los mensajeros que
entran por la puerta, y ante cualquier
señal de problemas deben someter y
contener (no matar) al alborotador.
Los mensajeros se dirigirán al casino.
Un poco más adentro, más allá de la
primera fila de tragaperras y mesas de
blackjack, hay una puerta tapizada en
cuero rojo tachonado, como un sofá
chesterfield. Un letrero de latón dice:
«Solo empleados». Ahí es donde irán.
En cuanto atraviesen la puerta, ya no es
asunto de las personae.
—Hay otros guardias —dice—, pero es
mejor que no sepáis quiénes son. Mato-
nes de las otras casas. Debería ir todo
bien. Si las cosas salen mal, sabréis quién
está de parte de quién.
Los coloca en dos mesas de póquer
de apuestas bajas y le da a cada uno un
puñado de fichas por valor de 500.
—Perdedlo poco a poco. No seáis tan
descarados.
Dan la espalda a la entrada, pero hay
un espejo detrás del crupier para po-
der vigilar las puertas. Las mesas están
demasiado lejos para que las personae
puedan comunicarse. Si gritan, alguien
de seguridad (hay dos cerca de la en-
trada) se acercará y les pedirá que no
hagan ruido.
115
Romanov
Romanov ha tomado el relevo de
Bullneck como jefe de seguridad
del Bastos. Básicamente es la nueva
Bullneck: puede que ahora sea una mujer
de negocios, pero es tan despiadada y
letal como lo era él. Lo más importante
es que hay un mensaje en un casete de
un contestador automático en alguna
parte que describe lo que Bullneck
sabe sobre las personae y el Ermitaño.
Romanov lo escuchará muy pronto,
probablemente al final del segundo acto
o al principio del tercero, y después de
eso irá a por las personae con la misma
fiereza que Bullneck, y aún más después
de… Bueno, eso sería contar demasiado.
Hacer el trabajo
La siguiente hora pasa lentamente. Uti-
liza las reglas de juego de la página 219
si quieres: se trata de póquer directo
con una baraja normal de 52 cartas. Los
mensajeros entran en el casino a razón
de uno cada 2 o 3 minutos: traje con-
servador y maleta de cuero negro espo-
sada a la muñeca. Hacen una pausa en
la puerta roja, hay una especie de com-
probación, pasan y no vuelven a salir.
Algunos son lugareños, otros no.
Ahora que lo piensan, el casino está
bastante lleno, pero hay muy pocos lu-
gareños apostando, y cuando lo hacen
juegan al póquer o a los dados, una par-
tida charlando, camaradería y palma-
das amistosas en la espalda. No juegan
a las tragaperras. (Si las personae no
han observado esto hasta ahora, puedes
no contárselo).
116
Si se pasan el tiempo vigilando la
habitación, en la siguiente hora verán
a otras cuatro personas que probable-
mente también están en algún tipo de
equipo de seguridad, personas que lan-
zan demasiadas miradas de reojo a la
entrada o el cuero rojo de la puerta.
Entonces, un guardia de seguridad se
acerca y les dice que Romanov les pide
que dejen de ser tan descarados.
Después de una hora y media, Ro-
manov camina hacia la más grande de
las dos mesas de blackjack.
—Ya casi hemos terminado. Solo quedan
dos mensajeros más y llegan tarde, pero
en cuanto estén aquí, podéis iros. Dad-
le recuerdos a Rebecca. Quedaos con lo
que hayáis ganado como honorarios por
el trabajo.
Se aleja; si alguien la observa mien-
tras se va, la verá asentir con la cabeza a
un hombre en las tragaperras, y luego a
otras personas que se encuentran en el
camino hacia la puerta roja. Puede que
las personae no lo hagan, o puede que
decidan concentrarse en apostar todo
lo que tienen en el último par de manos
de póquer con la esperanza de obtener
dinero gratis.
A mitad de la segunda mano, suce-
den varias cosas en el siguiente orden.
Representa todo lo que quieras con las
cartas del tarot.
1. Dos lugareños con trajes negros en-
tran por la puerta principal. Uno
lleva un maletín, el otro lleva dos.
Los maletines parecen pesados.
Alas Vegas
2. Dos turistas se separan de donde es-
taban parados en el mostrador de la
conserjería, acorralan al que lleva los
dos maletines e intentan quitárselos.
Los maletines están esposados a las
muñecas del mensajero, pero eso no
los detiene porque tienen un hacha.
3. Seis personas, aparte de las perso-
nae, atraviesan la sala del casino
para someter a los atacantes.
4. En la pelea uno de los maletines se
abre. Las fichas salen volando. Una
pequeña turba de turistas echa a co-
rrer, tratando de llevarse el botín. Es
un caos. Se tarda un poco en darse
cuenta de que ninguna de las fichas
vale más de 20.
5. El segundo mensajero atraviesa co-
rriendo la sala del casino y espera
un segundo en la puerta roja. Al pa-
sar, otra persona se mueve increí-
blemente rápido desde el banco de
tragaperras más cercano (las traga-
perras son terribles para bloquear
las líneas de visión, razón por la cual
las personae no las vieron) agarran
la puerta antes de que se cierre y se
deslizan dentro. La puerta se cierra.
Si las personae no estaban observan-
do al segundo mensajero, no verán
lo que pasa. Anímalos a que presten
atención, pero si todos han saltado
al jacuzzi de fichas en el vestíbulo,
entonces, bueno, déjalos.
Suenan las alarmas. Si aún no lo han
hecho, Romanov llega para decirles lo
que tienen que hacer a continuación,
que es resolver la situación detrás de la
puerta roja.
Alas Vegas
Detrás de la puerta roja
Entran en un pequeño vestíbulo, más
bien el rellano superior de unas escale-
ras. Escaleras abajo, otro rellano con una
puerta cerrada, y más escaleras hacia aba-
jo. En la parte inferior hay una habita-
ción bien iluminada, se escuchan voces.
Es una sala de conteo del tamaño de
la oficina de Oh. Las mesas están dis-
puestas con pilas de fichas de diferentes
denominaciones, todas bajas. Hay bás-
culas en cada mesa y montones de bolsas
vacías. Al otro lado de la habitación hay
una puerta verde (cerrada) y a su lado el
comienzo de una cinta transportadora,
de unos 60 centímetros de ancho, que
llena la habitación con un zumbido bajo.
Hay un cuerpo dentro de la habi-
tación, un virote de ballesta sobresa-
le de una de sus cuencas oculares, y el
hecho de que siga aquí indica que es
un lugareño. En el centro de la sala,
la veloz figura de arriba (un turista)
y un guardia de seguridad con unifor-
me del Bastos mantienen un enfren-
tamiento mexicano, a seis pies de dis-
tancia, uno con una pistola y el otro
con una pequeña pero fuerte ballesta
de empuñadura de pistola. ¿Las per-
sonae le consiguieron a Doug su cinta
del Firebird rojo? Porque es Doug. Se
sorprende de verlos de nuevo.
—¡Abre la puerta! —le grita al guardia.
—No tengo las llaves.
—¡Entonces dame tres millones! —
exige Doug.
—Aquí solo hay fichas —dice el
guardia—. Tres millones, hablas de tres
cuartos de tonelada de arcilla.
117
—¡Dame tres millones o te mato!
—grita.
—Tío —dice el guardia despacio—,
si crees que mi vida vale tres millones,
me siento halagado, pero estás solo.
Si las personae atacan, el guardia
caerá instantáneamente al suelo. Doug
se gira para dispararles: pega un solo
tiro porque lleva una ballesta. Las me-
sas son metálicas y ofrecen una cober-
tura decente si las vuelcan (las fichas de
poco valor se caen al suelo). Esta debe-
ría ser una pelea fácil.
Limpieza con fregonas de verdad
La ballesta es de metal y está hecha a
mano. Necesita virotes. Doug tiene dos
en el bolsillo.
Doug no responderá a las preguntas
en el poco tiempo que queda antes de que
lleguen Romanov y otros tres lugareños.
—Nos lo llevaremos de aquí —dice mien-
tras esposa a Doug y uno de los otros lo
empuja con fuerza escaleras arriba.
El guardia de seguridad está ileso.
—Tú, a mi oficina, en cinco minutos
—le dice Romanov, y luego se dirige a
las personae—. Buen trabajo. Aquí hay
doscientos para cada uno para que no le
cuenten a nadie la farsa de la carrera del
diezmo. Todo es por el espectáculo. A los
patanes les gusta, trae buenos negocios.
Pero de todas las noches, esta ha sido un
desastre. La ciudad está patas arriba y el
jefe vendrá más tarde.
En realidad, eso no es lo que ella
dijo; dijo «jefes». No pienses que tienes
que aclararlo a menos que te lo pidan.
118
—Me caéis bien, chicos, tenéis iniciativa.
Mantened los oídos bien abiertos, a ver si
podéis averiguar algo sobre lo que acaba
de pasar. Si veis u oís cualquier cosa de
interés, aquí está mi tarjeta.
La tarjeta debe cogerla quien vaya a
ser Dealer de la sesión final del juego.
Por ciertos motivos. No le deis mucha
importancia, pero aseguraos de saber
de antemano quién será.
Ella se va. El guardia de seguridad se
limpia, se pasa una mano por la cara, se
vuelve a colocar la gorra.
—Gracias —dice—. Revisad vuestro
maletero.
No lo reconocen, pero su insignia
dice «Patrick Dennis». Pueden tardar
un momento en recordar que es el mis-
mo nombre del guardia de seguridad
del Cornucopia. El que resultó ser el
Ermitaño. Oh, ya se ha ido. Y no hay
señales de él en las escaleras. Ni en nin-
guna parte. ¿Sabías que una de las cosas
que se decía de Hades era que poseía
una capa de invisibilidad?
Los dos lugareños que llegaron con
Romanov comienzan a ordenar la sala,
a enderezar las mesas y a subir los cadá-
veres a la cinta transportadora.
—Deberíais iros ya —dice uno de ellos
sin levantar la vista.
La otra puerta, la verde, está bien
cerrada, pero es posible que una per-
sona haga algo como saltar a la cinta
transportadora. En cuyo caso, es lo úl-
timo que los otros o sus jugadores ve-
rán de él hasta la siguiente sesión.
Deberían irse ahora.
Alas Vegas
El maletero
Si van hacia su coche en el aparca-
miento subterráneo, descubrirán que
el maletero contiene ahora una serie
de trajes y camisas negras planchadas
del tipo que usan los lugareños, en con-
creto, los lugareños que trabajan para
los casinos. Hay una para cada uno y de
su talla. Lo mismo ocurre con las pis-
tolas (que no funcionan ahora mismo),
las fundas de pistola y las gafas de sol.
Y una nota escrita en una servilleta del
bar del Silver Cloud: «Vuestro destino
os llegará en breve». Si intentan salir
del aparcamiento del casino, el vigilan-
te no levantará la barrera.
—El Strip está cerrado. Los jefes están lle-
gando. Podréis salir cuando el desfile haya
terminado o salir a ver el espectáculo.
El espectáculo de medianoche
Las personae están en el Strip, cerca del
Bastos. Hay una alfombra roja que an-
tes no estaba, que va de la calle a las
puertas cavernosas del casino. Se ha re-
unido una multitud de cientos de per-
sonas. Cuerdas de terciopelo y gorilas
mantienen a la gente alejada, hay una
gran expectación y anticipación. Dos
enormes limusinas del color de la me-
dianoche pulida recorren la carretera
con los motores a todo gas y se detie-
nen al final de la alfombra. Un lacayo
del casino abre la puerta… y son ellos.
Nunca los habíais visto, no en persona,
pero los conocéis. Los cinco grandes. La
constelación de estrellas que pende so-
bre este lugar. Los hombres. Los jefes.
Alas Vegas
Los peces gordos. Los jefes del casino.
En carne y hueso, el Rat Pack.
Mirad, ahí está Mammon. Sale el
primero de la limusina, es reconocible
(¿Cómo lo reconoces? Porque sí) pero
no el más famoso del grupo: traje oscu-
ro, elegante, ojos brillantes como dia-
mantes, una sonrisa cortante.
Asmodeo, moreno y cortés, el más
guapo de todos y lo sabe, hace una re-
verencia ante el rugiente público.
Belcebú tal vez se tambalea un poco;
tiene una sonrisa llena de alegría, en-
cantado con el momento, probable-
mente ebrio, pero sin perder el control.
Belfegor está detrás de Belcebú. Es
bajo, afable, tiene un ojo malo oscuro.
Se ríe de alguna broma que acaba de ha-
cer, intenta un poco más que los otros
seguir el ritmo. El Bastos es su casino, se
nota por su forma de pavonearse, es el
anfitrión esta noche y se deleita en ello.
La multitud enloquece, chilla, clama,
grita, se lanza a las barreras. «¡Mam-
mon!». «¡Asmodeo!». «¡Ayúdame!».
«¡Sálvame!». «¡Mammon, por favor!».
Todos adoran a Mammon. «¡Una ficha,
solo una ficha!». «¡Haré lo que sea!».
«Mi esposa, mis hijos, le suplico...». Los
gorilas intervienen, golpean a la gente.
Ves que los cuerpos caen bajo el aplas-
tamiento y no vuelven a aparecer.
Y el último en salir de los coches es
el más importante. El mismo. El encan-
tador. El presidente de la junta. El viejo
Ojos Rojos. En carne y hueso, su majes-
tad infernal, Satanás.
119
Y tiene buen aspecto. ¿El traje? Cor-
te italiano, el mejor. El pelo, inmacula-
do. Los cuernos, arreglados. Esa sonri-
sa, todo lo que has oído. ¿El encanto?
Puedes notarlo, como el calor de un
alto horno.
Los gritos de la multitud se elevan
en un crescendo.
Juega con las masas, saludando, son-
riendo, con poses llamativas. Y… mira
hacia vosotros, sí, directamente a vues-
tro grupo. Como si reconociera a uno
de vosotros. Coloca los dedos como si
fuera un arma, apunta en vuestra direc-
ción, finge que os dispara, sonríe y se
da la vuelta. Y se ha ido, entrando en
el casino, y las puertas se cierran tras
él como las cortinas en el intermedio
de una obra.5
- FIN DE LA SESIÓN -
5. Para que conste, estos son los jefes de los casinos, sus casi-
nos, los casinos reales a los que se parecen y los Rat Packer a los
que representan:
Belfegor: El Bastos, el New Frontier, Sammy Davis Jr.
Belcebú: El Copas, el Sands, Dean Martin.
Asmodeo: El Espadas, el Dunes, Peter Lawford.
Mammon: El Oros, el Desert Inn, Joey Bishop.
Satanás: El Rueda, el Luxor con la fachada del Golden
Nugget, Frank Sinatra.
Alas Vegas
Tercer acto
OTOÑO
CUANDO LAS COSAS DAN FRUTO, SE CAEN
DEL ÁRBOL Y SE PUDREN
Ahora mismo, ya sea al comienzo de
esta sesión o al final de la anterior,
mientras estás leyendo un poco por
delante (no hagas eso), tus jugadores
se habrán dado cuenta de que son al-
mas condenadas en el Infierno. Tal
vez lo sospecharan, no pasa nada si es
así, pero el final de la última sesión les
hace tomar conciencia con la sutilidad
de una excavadora y lo culmina con:
«Mirad, Satanás os ha reconocido».
Algunos puntos clave que deberían
poder extrapolar de ese encuentro:
1. Este lugar es el Infierno. Infierno
con mayúscula.
2. Las personae son almas condenadas
y también lo son los demás turistas.
Los casinos están dirigidos por una
camarilla de príncipes demonios y
los lugareños son los demonios que
les sirven.
3. Las fichas de casino que aparecen
cuando un turista es asesinado son
la encarnación literal de sus almas.
121
¿Cuántas personas en Vegas com-
prenden que realmente están en el In-
fierno? Buena pregunta. Un amigo
comentó una vez que la persona que in-
ventó el póquer era inteligente, pero la
persona que inventó la ficha de póquer
era el genio, porque una ficha de póquer
no se parece a tu casa. Ese nivel de abs-
tracción, poniendo las cosas a un grado
de distancia de la realidad, es una herra-
mienta asombrosa, y pronto sabremos
más sobre los niveles de abstracción.
Aunque solo esté en sus cabezas,
todos en Las Vegas de nuestro mundo
fingen ser grandes apostadores; a veces
lo hacen tan bien que se convencen a
sí mismos, incluso si están sentados en
cuero desgastado bebiendo un Sprite
caliente y metiendo monedas en una
máquina de videopóquer que parpa-
dea. Todos en Vegas fingen que no es-
tán en el Infierno, y a veces tienen éxito
durante un tiempo y se lo creen, y si se
lo creen el tiempo suficiente, entonces
olvidan lo que realmente han visto, la
grotesca y molesta realidad que yace
debajo de su acogedora existencia.
Un poco como… puedes rellenar el
espacio en blanco tú mismo.
122
Es así, la mayoría de las personas
prefieren que no se les recuerde que vi-
ven en el Infierno, como a los seres hu-
manos no les gusta que se les recuerde
que van a morir, lo más probable es que
en el dolor y la confusión, y que eviten
cualquier cosa que trastoque demasia-
do su pequeño mundo. Además, hay
una ruta de escape, ¿verdad? Mantén la
mirada baja, trabaja duro, ahorra, jue-
ga un poco, y tú también podrás subir-
te a ese ascensor negro para conocer al
jefe y ganarle a las cartas. Porque eres
un gran apostador, ¿no? Un tiburón de
las cartas. Un pez gordo.
Por supuesto que sí.
Hay una pregunta interesante acer-
ca de si alguien de una cultura diferente
experimentaría el Infierno de la misma
manera que un cristiano, o si lo vería
de otra manera, usando una metáfora
cultural con la que esté más familiari-
zado. ¿Los burdeles de Southwark en
la Inglaterra de los Tudor? ¿El Coliseo
de Roma? ¿Saigón durante la guerra de
Vietnam? Afrontémoslo, para empe-
zar, Vegas no es una visión convencio-
nal del infierno. Este no es el lugar para
explorar cosas así y, además, estoy a
punto de escribir una novela basada en
esto, no quiero quemar todos los cartu-
chos aquí. Ahora es tu juego de rol. Tú
estás al mando, al menos durante esta
sesión. Si estás atascado, siempre queda
el lado sórdido del comercio inuit de
marfil de morsa que explorar.
Sobre las fichas de póquer. Las per-
sonae deberían ser capaces de averi-
guarlo por su cuenta, pero una ficha de
casino aquí es un alma humana. Lite-
Alas Vegas
ralmente. Cuanta más gente condenas-
te en la vida, más valor tiene tu alma
en el Infierno, por eso algunas perso-
nas dejan más de una cuando mueren
aquí. «Asesinado» puede ser metafóri-
co: si destruyes su vida o lo corrompes,
se añade a tu recuento.
Acércate una ficha a la oreja. ¿Es-
cuchas ese sonido muy débil, justo en
el borde superior de tu oído? ¿Suena
como si alguien gritara? ¿O te lo es-
tás imaginando?
Y por último, un poco más sobre
las armas. Las armas funcionan porque
los demonios las disparan: son canales
para la energía demoníaca. No funcio-
narán con los turistas. Excepto… Es po-
sible que un turista que practicara ma-
gia real o meditación yogui y demás
(concretado en flashbacks) pueda averi-
guar cómo enfocar y canalizar su pro-
pia energía a través de la pistola para
disparar a alguien. Lo hace una vez y
lo debilita tanto que no puede estar de
pie el resto del día. Si lo hace de nuevo,
muere. Por supuesto, en primer lugar,
la persona tendría que dejar de tratar
de averiguar por dónde introducir las
balas y cómo funcionan las armas, qué
es lo que realmente hacen, y solo los lu-
gareños lo entienden y es poco proba-
ble que hablen de ello.
Espera, y las personae estarán todas
muertas. Sí, eso. Pueden tener flash-
backs presenciando la muerte de otro
o incluso causando la muerte de este,
aunque puede que no ocurra en tu se-
sión. Y por eso los flashbacks que narra
el Dealer deben centrarse en los aspec-
tos más sórdidos, más escabrosos y más
Alas Vegas
infernales de las historias de las perso-
nae. Las personae han estado usando
flashbacks no solo para obtener habili-
dades geniales, sino también para tra-
tar de reconstruir quiénes eran y cómo
se conocieron, o al menos deberían ha-
berlo hecho. A partir de ahora, el gru-
po (tanto ellos como tú) tiene un tercer
propósito: averiguar qué hicieron que
fuera lo bastante malo como para aca-
bar con todos ellos en el Infierno.
Por supuesto, lo de estar muertos
en el Infierno también explicaría por
qué muchos de sus flashbacks se refie-
ren a la violencia y lo desagradable. Es
una parte natural de la manera en que
el sistema Fuga se desarrolla dentro de
la estructura de la mayoría de los jue-
gos de rol: los personajes necesitarán
habilidades cuando se involucren en
una acción enfrentada, lo que normal-
mente significa peleas. Y decir: «Sí, re-
cuerdo cómo usar un AK-47, recuerdo
las horas que le dediqué en el campo
de tiro y todos los blancos que destro-
cé», no mola demasiado. Los flashbacks,
al menos algunos de ellos, están pensa-
dos para ser esos malos momentos de la
vida que recordamos con una claridad
sorprendente, que interfieren cuando
menos lo esperamos y que nos produ-
cen una mueca de dolor o murmurar
en voz baja o tomar otra píldora o pe-
dir otra sesión con el terapeuta. Hay un
acrónimo para eso: TEPT, trastorno de
estrés postraumático, pero es un térmi-
no lleno de implicaciones, por lo que
no lo he mencionado hasta ahora. Pero
aun así, salir un día de las rondas en el
123
campo de tiro, ir a casa para cenar, to-
mar una birra y ver las reposiciones de
Friends no es algo que recuerdes con te-
rrible nitidez y que de repente te em-
piecen a sudar las manos. No es el tipo
de recuerdo que se mete en tu concien-
cia, abrumando tus pensamientos con
una inmediatez tan sorprendente que
es como si aún estuvieras allí, porque
un portazo lo desencadena.
Esta sesión trata principalmente del
atraco: la preparación, el asalto, el per-
cance, las repercusiones. Hay un truco
de guion y estructuración cinéfilo para
los ardides y las aventuras: si los perso-
najes explican su plan a los otros y al
espectador antes de empezar (y recuer-
da que los juegos de rol son una forma
única donde los actores son la audien-
cia y viceversa), entonces fallará. Pero
si empiezan la ejecución sin describir
primero el método, entonces es proba-
ble que salga bien. Supongo que tus ju-
gadores se prepararán para esta incur-
sión lo mejor posible y, por lo tanto, es
tu deber sagrado asegurarte de que sus
planes mejor ideados se van a la mierda.
Acabamos de pasar el ecuador y
30.000 palabras de la historia, que era
aproximadamente el doble de lo que
originalmente había previsto que sería
todo el libro, así que no voy a dar tan-
tos detalles en esta parte. La ubicación
está decidida, los personajes principa-
les presentados y se ha producido la
gran revelación; siempre y cuando tire-
mos de los hilos adecuados en esta par-
te, todo nos saldrá de perlas.
124 Alas Vegas

El tercer acto tiene varios propó- Imperio, se está derrumbando en una

sitos, pero una gran parte consiste en guerra civil. Half-Life 2 también: mien-
sacar a las personae de la ciudad (con- tras Gordon Freeman está fuera irrum-
cretamente de debajo de ella) duran- piendo en prisiones inexpugnables en
te el tiempo que permita que las cosas el culo del mundo sin ningún motivo
sucedan sin que ellos estén cerca para que tenga lógica, la revolución estalla
presenciar nada de lo que ocurre. No en Ciudad 17 justo a tiempo para que
es una técnica nueva para dar un giro él regrese y la gane. Esta técnica no es
a la acción en esta etapa de la narra- nueva en los juegos, ni siquiera en los
ción. Shakespeare lo hace en Macbeth: juegos de rol. Pero es útil.
todo el Acto IV, escena 3 se desarrolla Así que eso es lo que vamos a ha-
en Inglaterra. Es una escena larga que cer aquí.
nos permite ver cómo los adversarios
Escribo esto en la terraza de una ta-
de Macbeth se están uniendo y crean-
berna en Naxos, una de las islas Cícla-
do un ejército, que contrasta su huma-
das, mirando otras islas del archipiélago
nidad con su creciente megalomanía.
sobre el mar Egeo, los puntos que mar-
Deja que Shakespeare denigre un poco
caron y presenciaron la primera parte
a Jacobo I, que también era Jacobo VI
del largo viaje de regreso a casa de Odi-
de Escocia, y si estás escribiendo una
seo desde la guerra de Troya, como una
obra sobre un rey escocés enloquecido
línea punteada que cruza un mapa, y si
por el poder, es mejor no cabrear al otro
alguna vez existió un viaje de un héroe,
rey escocés que podría cerrar todos los
fue ese. No el tipo polifacético de Jo-
teatros si se pone como una furia, pero
seph Campbell, algo mucho más viejo y
lo más importante es que deja que el
verdadero: la verdad de que una histo-
escenario principal, Escocia, cambie
ria es un conjunto de cosas que suceden,
mientras miramos hacia otra parte, de
pero que tienen que hacerlo en el orden
modo que cuando volvemos, Macbeth
correcto. Hollywood los ha llamado
ha pasado del pragmatismo de estali-
«Beats», y decreta que hay una progra-
nesco homicida feliz y se ha convertido
mación fija para estas cosas; es cierto
en todo un Pol Pot. Lo mismo sucede
que algunos tipos de películas se divi-
en la clásica campaña The Enemy Within
den en la misma metaestructura. Inten-
(«El enemigo interior») de Warhammer
ta desmontar Star Wars y Matrix y poner
Fantasy Roleplay. El cuarto libro Some-
las partes una al lado de la otra en algún
thing Rotten in Kislev (Algo está podrido
momento porque es la misma maldita
en Kislev, escrito por Ken Rolston) saca
historia contada con los mismos mal-
a los PJ del Imperio, donde se han de-
ditos componentes en el mismo orden.
sarrollado los tres primeros actos, y los
Luke es Neo, Morfeo es Obi Wan (y lo
lleva a los restos congelados de Kislev,
similares que son las escenas del entre-
donde pasan mucho tiempo jugando
namiento: «Tus ojos pueden engañarte.
con los chamanes, y cuando regresan al
No confíes en ellos»; frente a: «¿Crees
Alas Vegas
que es aire lo que respiras?»), Trinity es
Han Solo (la escena del vestíbulo fren-
te a la escena del guardia de la prisión),
¿y es una coincidencia que el Agente
Smith vista de negro y nunca veas sus
ojos? Pero no tiene por qué ser así. Al-
tibajos, no es más que eso, equilibrar lo
frenético con lo tranquilo, lo raro con
lo ordinario y lo horrible con un poco
de alivio cómico, como olas que se pre-
cipitan y retroceden a través de los ma-
res oscuros entre las islas, y realmente
es oscuro, sobre todo a esta hora de la
noche y si has estado probando algunas
de las cervezas locales, es decir, este es
un lugar donde la cerveza local preferi-
da se llama Mythos. Homero reconoce-
ría esto como su tierra casi inalterada,
con el sonido de cencerros de cabras en
las oscuras colinas, el olor a tierra seca
y cítricos, el viento cálido y algún puto
perro aullando en la costa. No sé qué
pensaría de la cerveza.
También ocurre que en la sección
de reglas te prometí una explicación
de por qué Fuga usa «persona» en lugar
de «PJ». Por varios motivos. No es tan
simple como odiar la forma en que dos
personajes en mayúsculas saltan de la
página y hacen que parezca una espe-
cie de manual o libro de texto fácil de
usar para el usuario. No me malinter-
pretes, las siglas tienen su lugar, pero
para lo único que sirven en la mayoría
de los juegos de rol es para hacer que
el texto sea hostil a cualquiera que no
sea miembro de los expertos, y Dios me
libre de decir que esto puede ser exac-
tamente lo que algunos de sus autores
grognard pretenden, pero tú sabes que
125
es verdad, joder. No. «Persona» es sim-
plemente una palabra mejor. Signifi-
ca «máscara», y nuestro personaje en
cualquier juego de rol es una máscara
a través de la cual vemos un mundo
nuevo pero que impide que nos veamos
como nosotros mismos. Keith Johnsto-
ne, en el mejor libro sobre diseño de
juegos que no trata en absoluto de di-
seño de juegos, Impro, dedica toda una
sección al uso de máscaras en el teatro
de improvisación y la narración de his-
torias, y eso es exactamente lo que esta-
mos haciendo aquí.
Las máscaras son importantes, son
nuestra forma de enfrentarnos al mun-
do. El juego de rol no es jugar con ro-
les, es jugar con máscaras. La palabra
«persona» viene del antiguo etrusco,
phersu, y también del griego, prosōpon, y
la forma plural que estoy usando, perso-
nae, es latina, y estas cosas importan. Es
una palabra con resonancia, es un con-
cepto que Homero entendió, y uno de
mis objetivos con “Alas Vegas” (no fija-
do hasta ahora, y ahora ya es demasiado
tarde para echarse atrás) es que debería
ser un juego que resuene. Las personae
en “Alas Vegas” no son moldes de ga-
lletas, sino que se van formando con el
juego, la narración y los flashbacks, pero
empiezan como espacios en blanco: son
hojas de papel en blanco con agujeros
de ojos recortados, a través de los cuales
nos miramos fijamente y nos juzgamos
unos a otros por las acciones de los de-
más. Quiero que entiendas que tus per-
sonajes de Fuga no son abstracciones de
números y reglas, son una parte de ti
mismo visto desde un ángulo diferente.
126
Aquí hay golpes que quiero que
sientas.
Quiero hacerte sangrar.
«Sangrado» es un concepto del
LARP nórdico, el escenario rolero más
interesante del mundo en este momen-
to sobre cómo las emociones de un per-
sonaje del juego y las emociones de un
jugador pueden solaparse y funcionar
juntas como la tinta y la leche. Se han
escrito muchas cosas inteligentes sobre
ello, pero aquí y ahora se reducen a: la
mayoría de los juegos de rol de mesa se
esfuerzan en separar al personaje del
jugador: ya no más Black Leaf, a nadie
le afecta que un compañero de su PJ
muera de heridas después de diez años
en la silla. Y no basta con eso. Nun-
ca vamos a crear historias que valga la
pena volver a contar si no nos permiti-
mos sentirlas, si no permitimos que nos
conmuevan, nos afecten y nos cambien.
Y así, tú, persona y personaje que lees
esto, quiero que se te caiga la másca-
ra. Quiero que sientas un par de cosas
más cerca de casa de lo normal. Quiero
que pienses. Quiero que experimentes.
Quiero que sientas.
Yo. Quiero. Que. Sangres.
Ahí lo tienes. Financiaste con dine-
ro extra las notas del diseñador, así que
corres el riesgo de recibir notas del di-
señador cabreado. Y ahora está dema-
siado oscuro para ver la pizarra, y pue-
de que esté borracho. Me olvido de usar
saltos de párrafo cuando estoy borra-
cho. Ese puto perro sigue ladrando. Ya
estoy harto. Voy a cambiar la caravana.
Alas Vegas
Preparación
Dos cosas antes de empezar la tercera
sesión.
Primera, repasa los flashbacks que
las personae han experimentado en las
dos últimas sesiones del juego. Si los
Dealers anteriores han hecho su tra-
bajo entonces deberían haber tomado
notas, y debería haber algunos perso-
najes del juego además de las perso-
nae. Escoge uno al que pueda llamarse
«el Inocente» o «la Víctima», o posi-
blemente ambos.
Si todavía no se ha introducido di-
cho personaje, tendrás que incluirlo
a la primera oportunidad que tengas.
Está conectado al menos con una de las
personae. No parece estar involucrado
en ningún acto vil; incluso puede pare-
cer una persona bondadosa de verdad.
No le pongas nombre. No referiremos a
ella como el Inocente.
Segundo, debes saber quién va a ser
el Dealer de la última sesión del jue-
go. Escríbele una nota (no, envíale un
correo electrónico ya) que diga: «Oye,
cuando las luces vuelvan a encenderse
hacia el final de esta sesión, tu persona
debe inventarse una excusa y salir un
par de minutos. Preferiblemente a un
lugar donde haya un teléfono. Digamos
que va a mear o algo así».
Alas Vegas
RETOMANDO
LA ACCIÓN
Sí, nos quedamos con las personae en la
calle fuera del Bastos, probablemente
un poco aturdidas. No pueden seguir al
Rat Pack; la seguridad del casino y los
propios guardaespaldas de los jefes se
aseguran de que eso no suceda. Cuando
puedan regresar al Bastos, no hay seña-
les de los cinco señores demonios.
Podrían volver al Espadas e infor-
mar a Oh. Una elección mundana. Oh
se alegrará de que lo hayan hecho, no
podrá o no querrá responder a las pre-
guntas sobre el Rat Pack, y se negará
a hablar de lo que hay más allá de la
puerta verde en el sótano.
—Son asuntos del Bastos. Si lo supiera,
no os lo diría. No necesitáis saberlo.
¿Tiene el Espadas una puerta equiva-
lente? «No necesitáis saberlo, imbéciles.
Largaos y disfrutad de la noche».
Les lanza un puñado de fichas, de
diez y de veinte, tal vez unos doscien-
tos en total. Ahora que sabes lo que son,
te sientes un poco mareado por apostar
con ellos, ¿no? ¿No? Malditos psicópatas.
¿Qué dice Bob?
Bob podría estar en una habitación de
hotel en el Cornucopia recuperándo-
se de una herida en la cabeza, o pue-
de estar muerto debido a la estupidez
de las personae. Si es lo último, sálta-
te esta parte. Pero si todavía está por
aquí, ya se ha recuperado lo suficiente
como para hablar.
127
Bob es la única persona que conocen
que les dirá qué hay más allá la puerta
verde de la sala de conteo del Bastos.
Nunca ha estado allí, pero ha hablado
con gente que ha entrado, ha dibujado
mapas y esquemas sobre ese complejo.
Sus recuerdos han elaborado lo que le
han contado a través del filtro creativo
de una conmoción cerebral, por lo que
puede no ser del todo exacto.
Les dice que la puerta verde condu-
ce al mismo lugar que la cinta transpor-
tadora: la cámara acorazada del casino.
Los cinco grandes tienen una, aunque
el Silver Cloud nunca la tuvo. Todas las
fichas que se llevan, todas las almas que
recogen, se almacenan bajo tierra, para
siempre. Y hay una red de túneles que
los conectan. La parte principal está
debajo del Rueda, cree, con ramales y
radios que se dirigen a todos los demás
casinos importantes, por lo que todos
los túneles se conectan entre sí y a un
gran anillo alrededor del exterior.
Si las personae preguntan si hay
algún túnel que lleve al Silver Cloud,
Bob no tiene ni idea y no se arriesgará
a hacer suposiciones.
¿Qué producía el ruido de maquina-
ria pesada que las personae pudieron
haber oído cuando estaban en la casa
de Bob? Se encoge de hombros.
—No lo sé. No me lo dijeron. No les pa-
gaba suficiente. ¿Aire acondicionado,
tal vez?
Bob es idiota.
128
Solo para tus ojos
En algún momento una de las personae
tendrá que coger su cartera, o al me-
nos meter la mano en el bolsillo, tal vez
para buscar unas fichas, la llave de un
coche o algo así. Entonces encuentra
algo que no ha metido allí: una tarjeta
para un lugar del que nunca han oído
hablar. Cuenta tus bendiciones. «Re-
cupera tu suerte. Se emiten y presen-
cian votos y juramentos. Renovamos tu
espíritu, eliminamos maldiciones, pro-
porcionamos guía, ayudamos a iniciar
nuevos caminos». No tiene ni idea de
quién la puso ahí, pero puede adivinar-
lo con facilidad porque tiene una pista
importante: un paquetito de semillas
secas de granada, de color morado os-
curo y masticables, unas cincuenta, que
lleva una etiqueta con la inscripción:
«Solo hay que añadir agua».
La ubicación se encuentra en algún
lugar al noreste del Strip, y en el cami-
no las personae se perderán bastante
en un distrito de Tenderloin. Aquí se
vende mucha carne. Y hay algo en la
energía del lugar, algo en las afueras,
que no da buen rollo. Tal vez podrías
narrarles una interacción incómoda
con alguien a quien piden indicacio-
nes. Tal vez podrías enviarlos a un ca-
llejón sin salida y que tengan que vér-
selas con un par de tipos duros que
creen que pueden darles una tunda.
Justo en el momento en el que
creen que les vendría bien un mapa,
ven una huella en la acera. Brilla li-
geramente. Nadie más parece haber-
lo notado, por la buena razón de que
Alas Vegas
nadie más puede verla. Hay más, que
se alejan, y son cálidas al tacto. Si las
personae han visto antes las huellas
del Pikadon, son las mismas. Empie-
zan a desvanecerse lentamente.
EL AS DE
LA INOCENCIA
Las huellas se alejan de la dirección en
la que van, avanzan en línea recta y no
se desvían ni siquiera cuando la carre-
tera gira: entran en un bar, atraviesan
la cocina y salen a un callejón al otro
lado, a través del patio trasero, el alma-
cén y la sala de exposición de un fabri-
cante de trajes a medida, cruzan de una
concurrida calle de doble sentido, un
salón de belleza con una puerta sellada
en la parte de atrás que conecta (una
vez derribada) con una tienda de lence-
ría al otro lado, cruzan otra calle, atra-
viesan el aparcamiento hasta un casino
de mala reputación llamado el Labe-
rinto, cruzan la decadente sala de juego
(«¡Tragaperras fáciles!», indica un le-
trero, aunque no está claro si se refiere
a las máquinas o a los clientes), cruzan
el vestíbulo del hotel que se encuentra
encima y se adentran en una escalera.
Suben tres pisos, recorren el pasillo
(todavía en la misma línea recta) has-
ta una puerta. Habitación número 154.
Dentro de un tipo de habitación que
normalmente se alquila por horas hay
una persona dormida en la cama. Las
personae la reconocen de los flashbacks:
el Inocente. (Si no se ha incorporado
ningún Inocente en flashbacks anterio-
Alas Vegas
res, entonces no te apures: solo di que
es alguien a quien reconocen. No tie-
nen ni idea de dónde. Si alguien quie-
re hacer un flashback solo para recordar
a este personaje, claro que sí, deja que
establezca un trasfondo por ti. Sin em-
bargo, intenta no dejar que los jugado-
res lo conviertan en alguien malvado.
El nombre en clave es el Inocente por
una razón, y el Pikadon dirigió la fiesta
aquí por un motivo, y probablemente
puedas empezar a trabajar algunas de
estas cosas tú mismo, pero no se tra-
ta de que todo llegue a su punto críti-
co hasta la sesión final, así que deja de
pensar tanto, ¿de acuerdo?).
Si despiertan al Inocente (y tiene
que ser un acto deliberado, el Inocen-
te es un dormilón), entonces esta per-
sona no los reconoce en absoluto. Se
está volviendo loco. No sabe dónde
está ni qué está pasando. No sabe que
está en una habitación de hotel en una
analogía de Las Vegas. Lo que ve son
rocas y llamas, pozos ardientes, cade-
nas y cavernas. En lugar de máquinas
de juego, ve instrumentos de tortura.
En lugar de los lugareños, ve demo-
nios. En lugar de turistas, ve a los mal-
ditos. Ve un mundo construido a par-
tir del sufrimiento eterno.
Lo único que comparte con las per-
sonae es que también ha visto al Hom-
bre Llameante. Cuando se despertó
aquí, el Hombre Llameante estaba al
otro lado de la habitación, observándo-
lo. Le dijo que no se fuera. Le dijo que
alguien vendría a ayudarle y que esta
gente sabría qué hacer, lo que probable-
mente sea una novedad para las perso-
129
nae. El Inocente tiene miedo del Hom-
bre Llameante, pero no tanto como de
todo lo demás. Está aterrorizado por
este lugar, pero tiene más miedo de irse
ahora mismo, lo cual es bueno porque
no será de mucha utilidad en el robo
que sigue en breve. Su mantra es «no
quiero estar aquí, no quiero estar aquí»
y después de suficientes repeticiones se
duerme de nuevo.
Una cosa a tener en cuenta: el tacto
del Inocente es corrosivo para las co-
sas del Infierno. Eso incluye a las almas
condenadas, e incluye a las personae. Si
el Inocente los toca o si tocan al Ino-
cente, o si el Inocente toca parte del
tejido del Infierno como una pared, se
derrite como si alguien hubiera pues-
to una plancha caliente en una camisa
de poliéster y duele como una quema-
dura química. Tardaría mucho tiempo
en usarlo para quemar algo sólido, pero
sin duda distrae mucho. Ay, ay, ay.
El Inocente acompañará a las per-
sonae si lo obligan o persuaden, pero
habrá que persuadirlo mucho, y ahora
mismo las personae no tienen ningún
motivo para llevárselo. Quizá sea mejor
dejarlo aquí.
Cuando las personae salen de la ha-
bitación, las huellas han desaparecido.
¿Y si las personae ignoran
las huellas?
Méate en sus Coca Cola. Busca mejores
jugadores.
130
No, en serio
Se encuentran con el Inocente más ade-
lante en esta sesión, acojonado en una
esquina de la calle, tras salir del hotel
donde el Hombre Llameante lo dejó y si-
guiendo algún impulso instintivo hacia
las personae. Una vez más, las personae
reconocen a esta persona. Deja que fluya
como debe. Recuerda que los lugareños
desaprueban a los turistas que se golpean
o se matan en público, ese es su trabajo.
CUENTA TUS
BENDICIONES
En un terreno aislado en una zona me-
nos transitada de la ciudad, se encuen-
tra Cuenta tus bendiciones. Se parece
un poco a una iglesia o un templo, uno
antiguo, pero con más pilares y menos
iconos religiosos. Como si el arquitec-
to del Silver Cloud hubiera intentado
diseñar una cafetería. La gente de Ve-
gas sabe dónde está y dará indicaciones
que son en su mayoría precisas.
En el interior, más allá de una hilera
de columnas que no es lo suficientemen-
te profunda para formar un verdadero
pórtico y a través de las puertas dobles,
está... Bueno, no es una iglesia, pero sí
un espacio para los rituales. Dos conjun-
tos de asientos están orientados hacia
una gran mesa de madera con un libro.
Los suelos son de madera desnuda.
Justo tras cruzar la entrada, hay una fi-
gura encorvada sobre un montón de pape-
leo. Se detiene un segundo después de que
las personae entran y luego se levanta, con
las manos entrelazadas a modo de saludo.
6. Una anécdota para que te hagas una idea de quién es este hombre. Cuando Elvis salió del ejército, a principios de los 60, en Fort Dix,
Nueva Jersey, había una aglomeración de reporteros esperándole fuera de las puertas del cuartel, lanzándole preguntas como si fueran
bollos a un oso feliz pero desconcertado. Elvis, ¿te vas de gira? Elvis, ¿cómo comparas el Ejército con la industria musical? ¿Cuál es tu
siguiente paso? Elvis, ¿estás contento de volver a la normalidad? Y Elvis se gira, mira a ese tipo y le dice: «Señor, si mi vida se vuelve
normal, tendré que empezar a conducir un camión de nuevo».
Alas Vegas
Les resulta familiar.
Es Elvis.
Bueno, se parece a Elvis (y vamos a
pasar por alto cómo lo reconocen, te-
niendo amnesia y todo eso). El tono
es ligeramente diferente. Y este no es
el joven y sexi Elvis o el hinchado El-
vis de Las Vegas, es otra cosa. Algo así
como si al coronel Tom Parker lo hu-
biera aplastado un camión el día antes
de que Elvis saliera del ejército en 1960,
y el joven civil hubiera decidido entrar
en la iglesia6.
Carismático, seguro. Encantador,
por supuesto. Sexi, sin duda. ¿Elvis? Re-
finado. Turista, no lugareño. Además,
si alguien lo llama Elvis, lo corrige con
suavidad: «Señor Presley, por favor».
—Bienvenidos —dice—. ¿En qué puedo
ayudaros, hermanos y hermanas? ¿Qué
estáis buscando hoy?
Hay muchas posibilidades de que las
personae no tengan ni idea y se queden
sin palabras. Elvis está buscando un de-
tonante: cualquier mención al Ermita-
ño, o a Patrick Dennis, una tarjeta o
una cita. En ese momento se alegrará:
—¡Ah, vosotros sois los tipos para el
bautismo!
Cosas que confundirán a Elvis: la
conversación sobre el Pikadon. Cosas
que asustarán a Elvis: hablar de robo,
mencionar a Satanás o a cualquier jefe
de casino. «No se habla de eso, aquí no
se habla de esos tipos. No les gustamos
en el mejor de los casos, y esto queda
muy lejos de aquello. No hagáis nada
que pueda atraer su mirada».
Alas Vegas
Cosas en las que Elvis puede ayudar:
si las personae han traído al Inocente
con ellos, este personaje del juego se
calma visiblemente dentro de Cuenta
tus bendiciones, y se resistirá a cual-
quier intento de obligarlo a marcharse.
Elvis se ofrece a cuidar de él: «Siempre
nos vienen bien un par de manos y un
cuerpo sano por aquí». Se quedará aquí
hasta que las personae regresen a bus-
carlo. No participará en ningún ritual
al que se sometan las personae.
Bajo el agua
En cuanto Elvis haya averiguado por
qué están aquí las personae («Sí, vues-
tro amigo el señor Dennis lo organizó
todo ayer. ¿Esperamos a alguien más
o queréis empezar?»), camina hasta
la pared trasera y levanta dos paneles
del suelo, trampillas grandes, cada una
de aproximadamente un metro veinte
de ancho. Debajo hay una piscina de
agua oculta, con escalones empinados
que conducen a ella. Puede que el agua
esté limpia, pero de ella sale un ligero
olor a moho.
No hay una salida visible de la
piscina.
Elvis lo explicará (las personae pro-
bablemente le preguntarán, pero de to-
dos modos lo explicará):
—Yo digo unas palabras, vosotros can-
táis cualquier cosa que creáis que pueda
ayudar y os metéis en el agua. Es como
tomar un baño sin piel. Te limpia, te deja
renovado, rejuvenecido y revitalizado.
Nacido por segunda vez, dicen algunos,
aunque yo no diría tanto.
131
Si las personae siguen adelante, en-
tonces seguro que eso es lo que pasa,
ve a Un conjuro seco más adelante.
Pero si saben captar la indirecta y de-
jan caer las semillas de granada en el
agua, entonces las cosas marcharán
de forma distinta. Un brillo aceitoso
aparece en la superficie del agua por
un segundo, y las semillas se hunden y
desaparecen. Si Elvis se da cuenta, se
queda consternado.
—Ay, caray, no sabía que estabais me-
tidos en esa clase de... problemas. Ahora
voy a drenar el tanque, y habrá otra fies-
ta más tarde. Tendré que pediros 500 por
el trabajo extra y no decírselo a nadie.
Regateará, pero no bajará de tres-
cientos. Si no tienen esa cantidad, él
aceptará todo lo que tienen.
¿Qué clase de problemas? «Vaya, ¿no
sabéis en qué os habéis metido? —Le-
vanta las manos y sonríe con una sonri-
sa que, por un instante, es puro Elvis—.
Confiáis mucho en vuestros amigos, y
eso lo respeto. Es un lujo bastante esca-
so en esta ciudad. Olvidad que he dicho
algo. Adelante. ¿Quién es el primero?».
Las personae pueden quitarse la ropa
o no, es decisión suya. Cuando el prime-
ro se encuentra en lo alto de la escalera,
Elvis señala lo que parece una pared.
—Agáchate y nada por el hueco que hay
debajo. Si no, no funcionará. Tendrás
una mano amiga al otro lado. ¿Quieres
que diga algo?
Si la personae pide una bendición,
Elvis entona lo siguiente:
Alas Vegas
«La ciudad de la luz brillante se
quedará con tu alma.
Y hará que tu alma arda en llamas.
Hay un montón de dinero listo
para fundirse.
Así que sube más las apuestas.
Hay un millón de personas en la rui-
na esperando ahí afuera..
Y todos viven sin miedo a nada.
Mientras que en la cima está el diablo
con amor para regalar.
Amén».
Luego espera.
Inmersión
En el otro extremo del tanque, que pasa
por debajo de la pared, hay un túnel re-
dondo de unos sesenta centímetros de
ancho y noventa de largo. Es lo bastan-
te ancho para que incluso alguien obeso
pueda pasar, y si alguien se queda atas-
cado, Elvis se meterá en el tanque (solo
tiene un metro cincuenta de profundi-
dad) y usará el pie para empujarlo.
En el momento en que cada persona
meta la cabeza debajo del agua, levántate y
pide a su jugador que te acompañe fuera de
la habitación, a algún lugar donde los otros
jugadores no puedan escuchar. Una vez
allí, dile que debajo del agua está caliente
pero totalmente oscuro. Incluso si abre los
ojos, está completamente oscuro en cuanto
están debajo de la superficie. Y en el mo-
mento en que se sumerge, tiene un único e
increíblemente vívido flashback. Pídele que
te cuente el peor momento de la vida de su
personaje. O lo peor que le ha pasado o lo
peor que ha hecho. Puede incluir morir, si
quiere. Básicamente, no le des tiempo de
133
prepararse para esto: no se trata de inven-
tar algo, se trata de llegar a las oscuras pro-
fundidades de su psique y sacar lo primero
que duela. Exige que te lo diga ya. Pensar
cinco segundos es demasiado.
Si no encuentra nada, no lo alar-
gues. Dile: «No tienes que decírmelo
ahora, pero tienes que saberlo» y déjalo
en la cocina o en cualquier otro lugar.
No consiguen ninguna habilidad gra-
tis con esto, pero obtendrán una visión
de su persona y tú conseguirás símbo-
los e ideas que puedes volver a incluir en
la historia más adelante en esta sesión.
Además, haz sangrar a tus cabrones.
Un conjuro seco
En cuanto la persona atraviesa el túnel,
unas manos lo agarran y lo sacan del
agua. Están en una segunda habitación
detrás de Cuenta tus bendiciones, no tan
grande como la principal, con un pozo
de agua idéntico. Y quien lo saca es... Es
Elvis. El Elvis de Vegas, grande e hincha-
do, descentrado, no completamente pre-
sente. Le da a cada uno una toalla no de-
masiado limpia y le hace gestos hacia una
silla. Si se quitaron la ropa antes del bau-
tismo, está doblada en la silla.
Y se sienten diferentes. Renovados.
Más fuertes. Llenos de un nuevo propó-
sito y fortalecidos con vitaminas C y K.
A continuación, envía al jugador a
una tercera ubicación para que espere a
los demás. Y repítelo para cada persona
por turnos. Si alguien no quiere hacerlo,
no pasa nada, pero no tiene el flashback
y no obtiene el beneficio. Se encuentra
con los otros en la parte de delante.
134
Este es el beneficio, esta es la razón:
¿alguna de las personae tiene un sen-
tido arácnido para detectar a los luga-
reños? Porque si es así, será como un
contador Geiger en el rodaje de El con-
quistador de Mongolia. Aún parecen ellos
mismos, solo que más grandes, más se-
guros, más fuertes, más permanentes.
Sus sombras son tan oscuras como lo
eran bajo el agua. Si el Inocente está
cerca, se asusta al ver a las personae
después del bautismo, porque parecen
demonios con cuernos y colas.
Los jugadores bautizados pueden ha-
blar del tema mientras esperan a que los
demás lleguen. Una vez que todos hayan
terminado, regresan a donde estaban
sentados antes. En cuanto a las perso-
nae, Elvis de Vegas les da un sobre. En el
interior, con el papel habitual del Silver
Cloud, hay una nota: «Atracad el Bastos.
Tenéis una hora, pero ya conocéis el ca-
mino para entrar. Dentro tendréis ayu-
da. Me encontraréis cuando terminéis».
Los disfraces desaparecen después
de una hora, según lo prometido.
Hay una puerta que da a la calle, y
Elvis de Vegas gesticula para que salgan
por ella.
—Muchas gracias —farfulla, y hasta
aquí los cameos de famosos.
Sí, ¿todo ha sido un poco extraño?
Ahora que las personae conocen la ver-
dadera naturaleza de Vegas, al momento
caen las vendas que cubrían sus ojos. Se
están volviendo más atentas a la extrañe-
za y las contradicciones del lugar, y cier-
tas cosas sobre su verdadera naturaleza
están comenzando a ser más evidentes.
Alas Vegas
No deberían poder ver al Elvis de
la entrada y a Elvis de Vegas juntos al
mismo tiempo. ¿Hay uno? ¿Hay dos?
Tú decides. Pero esta es una escena so-
bre renacer y segundos nacimientos y
Elvis tenía un hermano gemelo, Jesse
Garon Presley, treinta y cinco minutos
mayor que él, nacido muerto. Haz con
eso lo que quieras.
En fin.
BAJAR AL SUBSUELO
Es la hora. Las personae tienen todo lo
que necesitan, o al menos todo lo que
deberían necesitar: trajes, armas, gafas
de sol, un disfraz, conocimientos sobre
cómo entrar y una necesidad desespe-
rada de un millón de fichas. El truco
del disfraz en Cuenta tus bendiciones
no se puede repetir, sobre todo porque
el Ermitaño no les dará más semillas
de granada, además de que el local está
ocupado. Es ahora o nunca.
En la calle, se dan cuenta de que la
gente reacciona de manera diferente.
Los turistas se apartan de su camino.
Los lugareños no los miran de arriba
abajo como antes. Si eres la clase de
Dealer al que le gusta poner una ban-
da sonora, a ver si puedes pasar a Li-
ttle Green Bag de la selección de Geor-
ge Baker en este momento. Es posible
que tus jugadores empiecen a disfru-
tar demasiado. Si lo hacen, recuérda-
les que el tiempo pasa.
Alas Vegas
El Strip está transitado, pero no de-
masiado. Es tarde (o temprano si las
personae son holgazanas y han dormi-
do una noche después de su encuentro
con los Señores del Infierno), hay mo-
vimiento abundante de gente, el nego-
cio va bien. El Bastos está atrayendo a
la gente: la mezcla de una visita de los
jefes y la noticia de un robo siempre
produce entusiasmo.
Es posible que las personae quieran
usar sus disfraces para joder la marra-
na un rato. Está bien, déjalos, pero es-
tán trabajando. También es posible que
decidan atracar otro casino. Como he
dicho, déjalos. La disposición allí será
similar a la del Bastos, pero añade las
diferencias que consideres necesarias.
Un par de cosas sobre las armas. Las
personae pueden dispararlas durante
esta hora, pero como se describe en la
página 122, debilitarán su fuerza vital.
Hacer un solo disparo los dejará tam-
baleándose. Dos los llevarán a un nivel
en el que apenas pueden mantenerse de
pie. Un tercero los deja K.O. Un disparo
tiene la fuerza equivalente a una Mag-
num .357, solo que con más pirotecnia.
Los turistas caerán con un solo disparo,
para los lugareños harán falta dos o tres.
Los jefes de los casinos dispararán con
un simple movimiento de muñeca.
El Bastos parece apagado. En las
puertas principales hay lugareños tra-
jeados que vigilan a todos los que en-
tran. Saludan con la cabeza a las perso-
nae, pero no traban conversación. No
hay señales de Romanov, y si pregun-
tan, está ocupada arriba.
135
La puerta roja sigue ahí, pero está
abierta. Dos trabajadores están insta-
lando nueva seguridad bajo la mirada
de dos aburridos guardias de seguri-
dad. Si les preguntan, le dirán a las per-
sonae que se trata de una mejora im-
portante, con todo tipo de cosas: vídeo
bidireccional, placas de acero, un nue-
vo cerrojo y un sistema de teclado. Los
guardias son cautelosos, pero con los
lugareños menos que con los turistas,
y dejar caer una historia convincente
o el nombre de Romanov hará que los
trabajadores se hagan a un lado y dejen
bajar a las personae.
Abajo, la sala de conteo es muy pa-
recida. Ahora hay menos fichas, tal vez
unas cien mil aquí, suficientes para
llenar un par de sacas como mínimo.
¿Trajeron algo para llevarse las fichas?
No te preocupes si no lo han hecho, ya
llegaremos a eso. Cada pocos segundos,
una serie de conductos traen un nuevo
montón de fichas que caen estrepitosa-
mente en los cubos de almacenamien-
to que se encuentran en el borde de la
habitación. Hay un par de turistas con
uniformes de casino, clasificando las fi-
chas más pequeñas en pilas, contando,
embolsando y pesando, y las bolsas co-
dificadas por colores se colocan en la
cinta transportadora. Las fichas de va-
lor alto (no parece que haya muchas) se
colocan individualmente en una rampa
diferente y mucho más pequeña en la
pared y se pierden de vista. Dos perso-
nas están clasificando y contando, ade-
más de un guardia de seguridad.
136
La otra puerta, la verde, permane-
ce cerrada. Se puede abrir con una pa-
lanca, siempre y cuando no haya nadie
aquí para pulsar uno de los grandes bo-
tones de alarma instalados en la pared.
Las cerraduras se pueden forzar con las
herramientas apropiadas, el flashback
adecuado y el tiempo suficiente, pero
tus personae ya deberían estar sintien-
do la presión del tiempo. El guardia de
seguridad de la habitación (un turista,
pero fornido) tiene la llave.
—¿Qué hacéis aquí? —pregunta.
Deja que las personae intenten enga-
ñarlo para pasar, si quieren. Hazlos sudar
un poco. Si no, la habitación está insono-
rizada (salvo que los trabajadores mejo-
ren la puerta roja del piso de arriba), y si
quisieran disparar a todo el mundo, co-
ger las llaves, atravesar la puerta y cerrarla
con llave desde el otro lado, eso manten-
dría a sus perseguidores alejados durante
un rato. Siempre está la cinta transporta-
dora. O si no llegan a ninguna parte con
el farol, entonces un soborno funcionará,
siempre y cuando sea bastante jugoso, o
cualquier cosa que parezca una identifica-
ción oficial, como la tarjeta de Romanov.
El otro lado
Están en un pasillo. Podría ser cual-
quier pasillo de cualquier casino. Hay
una moqueta asquerosa en el suelo con
la insignia del Bastos tejida, una mo-
queta diferente en las paredes llega
hasta una altura de noventa centíme-
tros, y papel aterciopelado por encima.
Las luces de neón en el techo no pro-
yectan sombras. Es un pasillo largo.
Alas Vegas
Dos cosas a tener en cuenta: el pasillo
se inclina hacia abajo, y en un lado ven
trampillas metálicas de vez en cuando,
cerradas con llave. La cinta transporta-
dora debe pasar por ahí, aunque no se
oye ningún ruido. Después de un rato,
las trampillas dejan de aparecer.
La cinta transportadora
No es una cinta transportadora, es una
rampa. La cinta solo lleva las bolsas y a
personae idiotas ocasionales a unos po-
cos metros más allá del agujero de la
pared. Más allá, hay acero inoxidable
pulido, curvado e inclinado, y total os-
curidad. Es un viaje largo y va cada vez
más rápido. Volveremos a eso más tarde.
Sala de cultura
Es un pasillo largo. Los extremos se ex-
tienden hacia adelante hasta un punto
de convergencia que al final se convier-
te en unas puertas dobles. Si alguien
pregunta, no tienen idea de en qué di-
rección están caminando.
Las puertas no están cerradas con
llave y al otro lado hay un gran salón.
Las sillas están tapizadas en cuero des-
gastado, agrupadas alrededor de mesas
rayadas. Hay un bar en una pared, y en
el otro extremo (lo que es una incon-
gruencia) un mostrador de recepción.
Unos cuantos grupos de personas con
trajes oscuros se relajan y charlan, tie-
nen una bebida delante. Alguien está
tocando jazz sexi en un piano vertical.
Hay un aroma en el aire: no es testoste-
rona ni adrenalina, sino otra cosa. Prin-
cipalmente poder. Poder en reposo.
Alas Vegas
Todos los ojos del lugar se giran para
mirar a las personae cuando entran.
Todos los cabrones del antro son luga-
reños. Tienen platos con costillas, algu-
nas, y si alguien sabe de anatomía para
darse cuenta, son costillas humanas.
Están rebozadas en una salsa que hue-
le muy bien. (Pero espera, matas a un
turista y desaparece, ¿verdad? ¿Cómo
sirven costillas humanas? Deja que lo
piensen por sí mismos).
Qué es esto: un salón recreativo para
los lugareños que trabajan para el Bas-
tos y sus asociados. Los lugareños no
duermen (las personae pueden no ha-
berlo notado, pero no lo hacen), pero
aun así necesitan descansar y recuperar-
se, y no se juntan con los turistas. De-
trás de la recepcionista hay otro par de
puertas dobles que llevan a un vestíbulo
con pasillos que salen de él y dos ascen-
sores. El ascensor sube a una habitación
en la parte trasera del casino, o baja a
cuartos privados: habitaciones, un gim-
nasio, un sastre, cualquier instalación
que necesiten los demonios que estén
descansando. Las personae no deberían
bajar allí. No quiero tener que crear
mecánicas de cordura para el sistema
Fuga. De todos modos, necesitarían una
llave para hacer funcionar el ascensor.
137
Los están estudiando porque los lu-
gareños no los reconocen. Vegas no es
una ciudad pequeña, pero en los nive-
les superiores todo el mundo conoce a
todo el mundo, y el equipo que traba-
ja en la seguridad de un casino espera
conocer a sus colegas. Sin embargo, es-
tamos en un momento de cambio, ha
muerto gente, así que no les coge des-
prevenidos que haya caras nuevas.
Si las personae permanecen aquí
más de un minuto o así, uno de los luga-
reños se acercará y les preguntará quié-
nes son. No es hostilidad, sino todo lo
contrario, o al menos es tan poco hostil
como los lugareños. Puede que esto no
sea evidente para las personae.
Entonces reconocen a alguien en
una de las mesas, leyendo el Vegas Va-
riety. La última vez que lo vieron es
probable que estuviera enterrando a su
jefa Rebecca Oh en cemento. Dobla el
periódico, lo deja y les hace señas para
que se acerquen.
Si no quieren, no lo hacen. Si se
acercan, se pone en pie para saludarles
con una mano extendida.
138 Alas Vegas

—Sheen. Pedid una copa en el bar. Re- Vuelven a la mesa con Sheen, que
lajaos, por el amor de Dios. Charlad un habla en voz baja. Tiene un mensaje
poco. Parece que tenéis un palo metido sencillo que transmitir:
por el culo.
—Nuestro amigo en común me pidió
No hay que pagar las bebidas, pero que os esperara aquí. Ahora no, cuan-
mientras les sirven, alguien treinta cen- do salgáis. Tengo que hacer interferen-
tímetros más alto que ellos se acerca cias en caso de que las necesitéis. El jefe
hasta donde se encuentran. habría venido, pero está trabajando en
una distracción.
—No os he visto antes por aquí. ¿De dón-
de sois? ¿Cuándo os crearon? Es probable que las personae tengan
preguntas. Sheen no tiene respuestas a
Busca información, no pelea, pero te-
nada más que lo básico: trabaja para el
ned en cuenta dos cosas: la mayoría de
Carro Dorado, que está afiliado al Rue-
los lugareños lleva un arma de fuego; y los
da, pero conoce al camarero de aquí.
lugareños interactúan queriendo saber el
Sí, también trabaja para el Ermitaño.
estatus de todos apenas oculto por una fa-
El Ermitaño le pidió que los esperara,
chada de cortesía profesional. ¿Has visto a
aunque no dijo la palabra «Ermitaño».
dos leones o ciervos machos interactuar?
No dirá quién le pidió que enterrara a
Observan al otro esperando el momento
Rebecca Oh en el cemento ni por qué.
de debilidad, una señal de que un ataque
(Para que conste, no fue el Ermitaño.
atravesará las defensas del otro y asegura-
Eso fue un asunto interno del casino, el
rá quién es el macho alfa. El ataque puede
trabajo de día de Sheen. Pero la coinci-
ser un amago, lo que importa es si se en-
dencia de eso y la llegada del Pikadon
cuentra con un contrataque, una defensa
es lo que hizo que el Ermitaño final-
sólida o un retroceso. Los lugareños no
mente pusiera en marcha su plan).
respetan a nadie que no se defienda. Por
eso desprecian tanto a los turistas. ¿Sabe adónde van? A la Casa de
Conteo. ¿Sabe lo que hay allí? «Oh,
La conversación es breve, pero si la
no. Nunca he estado dentro. Pero he
cagan, la comprobación del estatus pue-
oído que es bastante tradicional. De
de llegar a ser un empujón, y si no se res-
hecho, esta es la segunda parte de por
ponde con el estilo adecuado, habrá más
qué estoy aquí. Al viejo no le gusta el
empujones, y tirarán sus bebidas, y la
Bastos porque se apoderó de parte de
gente mirará y se reirá. Si hay violencia
su viejo sótano, así que sabe lo que hay
indebida, sonarán las alarmas y el com-
abajo y quiere que sepáis que los mon-
plejo subterráneo se pondrá en alerta.
tacargas siguen funcionando si os me-
Los lugareños que se encuentren más tar-
téis en problemas».
de tenderán a disparar primero, al me-
nos a la gente que no reconocen, y todas Sheen los animará a seguir adelan-
las puertas se cerrarán por defecto. Algu- te lo más rápido posible, dirigiéndo-
nos lugareños llevan un juego de llaves. los a las puertas detrás de la recepción.
Cuanto más tiempo permanezcan aquí
Alas Vegas
las personae, más probable será que se
descubra su tapadera. Si meten la pata,
los lugareños intentarán someterlos, y
luego los llevarán a Romanov para in-
terrogarlos. Dales la oportunidad de
escapar; si no pueden conseguir un mi-
llón en fichas de alguna manera, enton-
ces el resto de la historia se desvía con-
siderablemente de su camino.
En la mesa también está la Vegas
Variety que Sheen estaba leyendo.
Pasar
Hay dos puertas en el pequeño vestíbulo
detrás de la recepción. La llamaremos A
y B. Si hay un gran pasillo circular que co-
necta todos los casinos, como puede que
Bob les haya dicho, entonces no está aquí.
La puerta A (sin cerrar) conduce a un
pasillo de hormigón desnudo. Hace calor
y el aire no se mueve. Desemboca unos
cientos de metros después en otra puerta
(sin cerrar), y que da a una pequeña ha-
bitación sin decoración, salvo una puer-
ta de metal pesado en el otro lado (muy
cerrada, por cierto). Hay una campana y
una trampilla grande, como la puerta de
seguridad nocturna fuera de un banco.
139
Si tocan la campana, se abre una pe-
queña mirilla. Ojos de cerdo miran a
través de ella. «¿Qué queréis?».
Tío, no lo sabemos. «Id por encima
de la tierra, imbéciles. Esto no es un
atajo, joder».
Si las personae miran a través de la
trampilla, verán que el lugareño al otro
lado lleva una corbata con la insignia
del Rueda. Así que ahora saben que hay
una ruta que conecta el Bastos con el
Rueda. Si se salen del guion más adelan-
te en este acto o en la parte final, enton-
ces esa información puede serles útil.
La puerta B da a la puerta A, y tam-
bién se abre a un pasillo de hormigón
desnudo, así que si A conduce hacia
el Rueda, entonces B se aleja de él ha-
cia las afueras de la ciudad. Este pasillo
se inclina suavemente hacia abajo, gira
una esquina después de unos cientos de
metros, se empina más (espera, ¿es una
mancha de sangre?) y termina en unas
puertas dobles en una pequeña habita-
ción, con una veintena de máscaras an-
tigás y protectores de oídos colgados en
ganchos de la pared. También hay mu-
chos ganchos vacíos y chaquetas negras.
140
Inmediatamente después, hay unas
puertas dobles más pesadas, más indus-
triales y golpeadas. Y más allá, el infierno.
FICHAS CALIENTES
Es una planta enorme: una refinería
combinada con una planta de procesa-
miento. Las paredes son de roca desnu-
da que se elevan muy altas y no están
decoradas hasta donde empieza la som-
bra; el sonido rebota en ellas para lle-
nar el espacio amplio con un constan-
te rugido. Está iluminada sobre todo
por la llama: los tubos de neón blancos
de los postes no pueden resistir la luz
abrasadora de los fuegos de las enormes
cubas de sea lo que sea que han fundi-
do. A través del humo ondulante, atra-
padas de vez en cuando por la luz des-
lumbrante, las siluetas se mueven de
un lado a otro, empujando carros, va-
gonetas, carritos o vigilando. El ruido
es atronador.
El olor es sulfuroso y abrumador. El
sonido es de gritos.
No son gritos humanos, ni gritos de
algo que todavía viva. Son los gritos de
pura esencia en el tormento eterno. Es
difícil escuchar más de unos segundos
sin que te afecte. Menos mal que llevan
los protectores de oídos.
El lugar es inmenso y cavernoso. No
hay una estructura obvia en la planta,
ni líneas de visión claras, ni señales y
mucho humo. Es muy fácil perderse, o
al menos desorientarse.
Alas Vegas
Mira
Vegas no es el Infierno. Vegas es la boni-
ta máscara que lleva el Infierno. Aquí es
donde está el Infierno. Hazlo una pesa-
dilla, impresionista, violento, inhumano,
confuso. Lee la historia de H. G. Wells
The Cone. Las personae deben sentirse
fuera lugar, de contexto, con su verdade-
ra alma en peligro de tormento eterno.
Deja que averigüen lo que está pasando a
partir de fragmentos de tu descripción,
no les des un personaje del juego para
que lo explique todo, a menos que les
esté costando entender todo esto.
Información general
Te voy a decir lo que está pasando para
que puedas improvisar algunas escenas.
El rastro de las migas de pan lleva a las
puertas dobles, las personae necesitan
encontrar su propio camino a la cáma-
ra acorazada, no que las lleven hasta
allí. Deja que se equivoquen un poco,
que recojan pistas.
Esto es una refinería. Los cinco casi-
nos tienen una, aunque todas son dife-
rentes. Aquí es donde las fichas del ca-
sino –las almas humanas– se clasifican
por su valor, se funden y se convierten
en estructuras que se utilizan para cons-
truir nuevas partes de la ciudad. Todo
lo que ves en Vegas está hecho de almas.
Las fichas de poco valor se convierten
en ladrillos y hormigón; las de mayor
valor se convierten en metal, cerámica,
vidrio y tejidos; y las realmente valiosas
van a la cámara acorazada. Así que aquí
hay diferentes líneas de producción, di-
ferentes crisoles y orígenes.
Alas Vegas
La distribución es metódica. Puedes
caminar a lo largo del proceso.
Clasificación: Se comprueban las bol-
sas del mundo superior (hay otros lu-
gares que envían sus fichas al Bastos,
otros conductos que conducen a otras
tolvas, un flujo constante). Si alguna
persona bajó por el conducto, aquí es
donde terminó. Para facilitar la narra-
ción, la caída lo aturdió mucho y ape-
nas está volviendo en sí cuando llegan
las otras personae.
Fusión: Las fichas suben a la par-
te superior de una cuba calentada so-
bre una llama enorme. Hay cubas de
seis metros de altura que cuelgan de
enormes rodamientos de hierro fun-
dido suspendidos del techo; otras se
parecen más a una caldera o un crisol
con capacidad para unos pocos litros.
Aquí es donde los gritos son más fuer-
tes: penetran en los protectores de oí-
dos y resuenan desde el suelo a través
de los huesos. El origen de las llamas no
está claro, pero esto es el Infierno, así
que no hagamos demasiadas preguntas
sobre el origen del fuego infernal. Evi-
dentemente la fusión es un proceso que
requiere tiempo.
Vertido: Un grifo en la parte inferior
vierte el líquido fundido dentro un cri-
sol del tamaño aproximado de una ba-
ñera grande situado en una vagoneta.
Las vagonetas circulan sobre rieles, em-
pujadas a mano.
Moldeado: Empujan la vagoneta a
una parte diferente de la refinería
donde se construyen moldes en el sue-
lo: ladrillos, vigas, barras de refuerzo
141
e incluso pistolas. Hay una máquina
grande que se usa mucho: no está claro
cómo funciona, pero las fichas de uno
derretidas entran por un lado y las bol-
sas de cemento en polvo salen por el
otro. Hay otro para el asfalto.
Almacenamiento y envío: Una vez en-
friados, los artículos se retiran, se em-
balan, se paletizan y se arrastran a una
zona de almacenamiento o se llevan a
uno de los montacargas. Los ascenso-
res están bien vigilados, se usan estric-
tamente para carga. Cada uno lleva al
sótano de un almacén en algún lugar de
Vegas, una de las fachadas del Bastos, y
los camiones vienen aquí para recoger
los envíos y llevarlos a uno de los mu-
chos sitios de construcción, para conti-
nuar con el inexorable crecimiento de
la ciudad.
Es evidente que se trata de un proce-
so lento, y no cabe duda de que ha esta-
do sucediendo durante mucho tiempo.
El equipo se parece al de la Revolución
Industrial: hierro fundido, engranajes
enormes y cadenas con eslabones tan
grandes como tu cabeza. No hay ras-
tros de automatización ni de líneas de
montaje ni de salud y seguridad. En al-
gún momento, una gran cuba se inclina
demasiado y uno de los obreros queda
atrapado en su arroyo caliente: almas
fundidas salpican por todas partes y
el hombre cae gritando, con la mitad
de su cuerpo quemado. Todo el mundo
retrocede hasta que un lugareño llega
con una palanca, hace PAM PAM, re-
coge la ficha recién acuñada, la arroja
a la cuba, y grita: «¡Volved al trabajo,
cabrones!». Todos de vuelta al trabajo.
142
No tienes que incluir eso. Pero ya sa-
bes, son las costumbres locales pinto-
rescas y esas cosas que ayudan a darle
vida a una escena.
¿Quién está aquí abajo?
Dos clases de personas: los lugareños,
que están al mando; y los turistas, que
hacen el trabajo. No todos usan más-
caras de gas o protectores de oídos.
Algunos de los lugareños más grandes
parecen disfrutar del olor y los gritos.
¿Cuántas personas hay en total? Impo-
sible de decir. ¿Cientos de trabajado-
res, tal vez veinte lugareños?
Los turistas están en su mayoría se-
midesnudos o vestidos con harapos,
consumidos hasta los huesos, tan ago-
tados que tienen dificultad para hacer
cualquier cosa salvo cumplir las órde-
nes. Algunos están desconcertados y
aterrorizados, y rogarán ayuda, libera-
ción, socorro, un sorbo de agua, cual-
quier cosa. Otros son más delgados y
fibrosos, más duros físicamente, pero
destruidos psíquicamente. Se han ce-
rrado, se han retirado a un lugar don-
de su humanidad está encerrada en una
caja y no tienen que procesar este tor-
mento. Están quemados, con cicatrices,
delgados y retorcidos. Nadie dura mu-
cho aquí abajo.
Si las personae se esfuerzan, tranqui-
lizan a alguien, lo convencen de que no
está a punto de ser golpeado o aplasta-
do o de que tiene que cumplir un deber
de doble peligro, es posible que sean ca-
paces de sacarle algo con sentido.
Alas Vegas
Entre los lugareños, tal vez dos ter-
cios de ellos son supervisores y vigilan
sobre todo las secciones. Tienen látigos
y los usan. Los otros patrullan de dos
en dos y de tres en tres. Algunos se han
quitado la chaqueta, y uno o dos se han
arremangado la camisa, aunque parece
que no sienten el calor.
Un punto crucial es que no parece
haber ningún tipo de alarma o apagado
de emergencia accesible para el usua-
rio. No hay botones rojos grandes, no
hay paneles de control manual. Lo que
significa que dar la alarma o provocar
una distracción puede ser más difícil
de lo previsto.
¿Qué podemos hacer?
¿Para mejorar la situación? ¿Para
acabar con el sufrimiento de estas mal-
ditas almas? No son los obreros los que
están en el tormento eterno, sino las
almas, las fichas, el material del que
está hecho la ciudad, la ciudad misma:
muerta, irreflexiva, que solo conoce la
agonía eterna. Porque esto es el Infier-
no y el castigo es tal y como se anuncia.
Si las personae realmente quieren
inventar un plan de alto riesgo para
acabar con este lugar, o para liberar
a los trabajadores, entonces déjalos.
Piénsalo, considera sus acciones. Po-
drían conseguirlo. No es imposible. ¿La
gente se escapa de aquí? Algunas veces.
No es algo que no se sepa. Las perso-
nae pueden ver una similitud entre los
trabajadores que más lejos han llegado
aquí y los Perdidos que conocieron en
el desierto cuando llegaron. Pero las
Alas Vegas
posibilidades de que una fuga o una al-
teración cambien algo en el gran esque-
ma o a más largo plazo son nulas. En
todo caso, añadirá un poco más de caos
a los estragos que se desatarán cuando
vuelvan arriba.
Recuerda que solo tienen una hora.
Ahora menos.
Las cosas aquí abajo
Pueden suceder algunas cosas mientras
están en la refinería. Utiliza algunas o
todas como distracciones y marcapa-
sos, según te parezca apropiado.
Turista desesperado. Alguien corre ha-
cia ellos. «¡Chicos! ¡Tíos! ¡Soy Jake! ¡Te-
néis que ayudarme! ¡Por favor! ¡Voy a
morir aquí! ¡Ayudadme!». Parece que
los reconoce; ellos no lo reconocen a
menos que tengan un flashback para ha-
cerlo. Tiene mal aspecto: demacrado,
magullado, habla casi sin coherencia.
Pueden ayudarlo si quieren, pero eso
atraerá la atención de una patrulla local.
Escapada. Un grupo de trabajadores
escapa; tienen palancas y ya han derri-
bado a golpes a un lugareño. Ahora se
dirigen a uno de los montacargas. Au-
menta el alboroto, los lugareños aban-
donan sus puestos para perseguirlos.
Hay disparos y daños colaterales. Si los
trabajadores llegan al ascensor, los luga-
reños los dejan ir y luego pulsan un con-
trol manual para detenerlo en el medio
del hueco del ascensor mientras alguien
llama al almacén en la superficie para
decirles que se preparen con los perros.
143
Un trabajo. Uno de los lugareños se
acerca a ellos. «Las cargas están aumen-
tando. Vamos a necesitar más trabaja-
dores. Id a decírselo a Trice en Logís-
tica». Pueden hacerlo o no, pero si se
tropiezan con el mismo lugareño más
tarde, querrá saber dónde están los
nuevos trabajadores.
Encontrar la cámara acorazada
No hay señales evidentes de dónde se
almacenan las fichas de mayor valor.
Los trabajadores no lo saben, están de-
masiado asustados para decir nada o
están tan idos que han perdido el poder
del habla. Los lugareños se lo dirán si
se les pregunta, pero son desconfiados
a menos que las personae puedan pro-
porcionar una buena razón por la que
necesitan saberlo, y otra buena razón
por la que no lo saben ya.
Está sobre sus cabezas. En un espa-
cio despejado en la zona de almacena-
miento, colgada a unos pocos centí-
metros del techo con cuatro cadenas
gigantescas, se encuentra una habita-
ción cuadrada como una casa rodante.
Sus bordes parecen parpadear y despla-
zarse como si parte de ella no estuviera
del todo ahí, como si su naturaleza es-
tuviera fluctuando. Y al menos una de
las personae la ha visto antes.
Alas Vegas
¿Recuerdas esos flashbacks de «lo
peor» que les hiciste tener a los juga-
dores en la página 133? Saca todo lo
apropiado de ellos, y algo diferente
para cada persona. Un blocao, una ca-
ravana, un granero, una casa rodante,
cualquier tipo de edificio pequeño o
incluso una habitación donde ocurrie-
ran cosas malas. Eso es lo que ven en
la inquietante silueta del edificio col-
gante. Los otros ven algo más, o solo
hormigón cuadrado. Está bien si solo
uno o dos ven algo familiar, pero es
importante que al menos uno lo vea.
Porque eso debería asustarlos.
Lo práctico. O se suben a ella o la
bajan. Está a unos quince metros de
altura; la cadena de la que cuelga está
colocada en la estructura del edificio y
los eslabones están hechos de acero de
dos centímetros y medio de grosor. Un
explosivo podría desplazarlo. Si buscan
en las salas de almacenaje el tiempo su-
ficiente, encontrarán algunos.
Pueden construir una torre lo bas-
tante alta como para llegar hasta ella.
Hay un par de plataformas elevadoras,
pero solo suben hasta 10 metros. Eso
llamará la atención.
145
Hay un cabestrante, por supues-
to. Es poco probable que lo encuen-
tren por su cuenta y solo los lugare-
ños pueden manejarlo, lo que incluye
a las personae mientras sigan llevando
los disfraces. Una buena tapadera con-
vencerá a los otros lugareños para que
los ayuden a bajarla, de lo contrario, si
la ponen en marcha por su cuenta, lla-
marán la atención. La cámara acora-
zada tarda unos dos minutos en bajar
al suelo. El proceso será muy evidente
para cualquiera que esté cerca, por lo
que valdría la pena crear algún tipo de
distracción o al menos una buena ex-
cusa. Crea suspense con las patrullas
que deambulan por ahí.
LA CÁMARA
ACORAZADA
La cámara acorazada mide unos tres
por seis metros, con una única puerta y
sin ventanas. La puerta no está cerrada
con llave y no tiene alarma.
En el interior, la cámara acorazada
parece una joyería exclusiva. Las pilas
de fichas están colocadas en bandejas
de terciopelo, en cantidades a partir
de 200. Matemáticas rápidas: un mi-
llón equivale a cinco mil fichas de 200
puntos. No hay cinco mil fichas aquí,
e incluso si las hubiera, todavía serían
más de 45 kilos que tendrían que trans-
portar. Pero ¿por qué están contando?
Deberían estar cogiendo todo lo que
puedan. ¿Quieren pararse y hacer un
recuento? ¿Por qué?
146
Al final, sobre un pedestal, hay un
objeto, no es una ficha. Es más o menos
del mismo tamaño, pero más bien pare-
ce un cristal plano y redondo, con nu-
merosas caras, completamente negro y
ligeramente aceitoso al tacto. No tiene
ningún número en relieve. Tiene cier-
to peso, no un peso físico ni una masa
real, sino más bien una carga: cuando
los hippies dicen: «Qué pasada, tío»,
este es el tipo de peso al que se refieren,
solo que en forma física. Cuesta levan-
tarlo y mientras lo tienes en la mano no
puedes pensar en otra cosa. Imagínate
recoger un dólar de plata que sabes que
está hecho de plutonio puro. Algo así,
solo que mucho peor.
Esto es de lo que hablaba el Ermitaño.
Fichas con todo
Pensemos por un momento en las fi-
chas, en su procedencia y en lo que re-
presentan. Cuando un turista (un alma
condenada) muere, el número de fichas
que deja representa el número de per-
sonas que ha condenado, incluyéndo-
se a sí mismo, e incluyendo su tiempo
en el Infierno. Malditos, no necesaria-
mente muertos, aunque a menudo los
dos son equivalentes. Pero si tú y cinco
colegas participasteis en un plan para
cortar los cables del freno de tu jefe,
entonces todos cargáis con esa muer-
te en vuestra conciencia: todos recibís
+1 en el recuento final de vuestra alma.
Entenderás que la mayoría de la gen-
te solo deja un puñado de fichas. Los
que tienen en total más de diez no son
habituales; más de cien son muy poco
Alas Vegas
frecuentes. Un tirador de instituto po-
dría tener 20; alguien que eliminara el
sistema de seguridad en una mina que
como consecuencia se inundó o se de-
rrumbó podría llegar a un par de cien-
tos, pero más de eso requiere un desas-
tre realmente importante, una política
gubernamental o una guerra. Y esto
tiene implicaciones en la distribución
de las fichas de mayor valor.
Las fichas con un valor de más de
100 son raras. De más de 1000, la mayo-
ría de la gente ni siquiera ha visto una.
Esa de 25000 puntos que el Ermitaño
mencionó antes, puede que reconozcas
el nombre de la persona de la que pro-
vino. ¿Cuántas fichas necesitan las per-
sonae? Y esa enorme piedra negra… Hay
gente en Vegas que puede leer fichas (o
fingir que lo hacen), que pueden decir-
te algo sobre la persona o personas de
las que salieron. La mayoría se quedaría
aterrorizada con la ficha negra, atónita
por la incoherencia, pero es posible (no
es fácil pero sí posible) que las personae
encuentren a alguien que pueda ponerle
un valor numérico. Ese valor está en tor-
no a los once millones de dólares.
No lo digas en voz alta a las perso-
nae. Pero puedes soltar una o dos pistas
y dejar que lo resuelvan por sí mismos.
En el momento en que alguien pasa
cualquier cantidad de fichas por la
puerta de la cámara acorazada, se dis-
paran todo tipo de alarmas y sirenas.
Es ensordecedor, incluso más que el
sonido de la refinería. Los turistas de-
jan de trabajar para mirar y los lugare-
ños empiezan a correr hacia la cáma-
ra acorazada, armados. En unos treinta
Alas Vegas
segundos, el edificio se tambaleará y
comenzará a elevarse en el aire, a medi-
da que una chispa brillante golpea los
controles del cabrestante.
Si las personae no han preparado
ningún tipo de plan de escape (¿en se-
rio no lo han hecho?), un pequeño gru-
po de turistas lo toma como una señal
para escapar, corriendo hacia el pasillo
por donde entraron las personae. Esto
provoca una especie de distracción y
envía a algunos lugareños tras ellos, al
menos durante un rato. Por otro lado,
significa que las personae no pueden
volver a salir por ese camino.
Huida
Aceptémoslo, las cosas no van a salir
bien para las personae. Insinúa muchí-
simo que este no es el final de Dos hom-
bres y un destino y que una carga heroica
contra las armas del 27º Regimiento de
Gilipollas del Diablo no sirve de nada.
Como las personae son cobardes y
supersticiosas, probablemente se en-
contrarán acurrucados tras algún tipo
de cobertura mientras las balas (bueno,
los proyectiles de espíritus hechos de
la esencia de los demonios) vuelan so-
bre sus cabezas. Puede que todavía es-
tén dentro de la cámara acorazada. En
algún momento el tiroteo se detendrá
y alguien empezará a gritar, diciendo
que deben rendirse, que no les pasará
nada malo si lo hacen.
Reconocen la voz. Es Romanov. Si
esto les da más o menos razones para
confiar en ella, depende totalmente
de ellos.
147
Si aquí se disputa cualquier acción
directamente, reparte algunas cartas
para resolverla. Mientras las personae
sigan disfrazadas, recibirán un como-
dín cada una.
Usa personajes del juego
Recuerda que como tú eres el Dealer,
durante todo este acto tu persona es
un personaje del juego. La mayoría de
las veces eso significa que debe seguir
dócilmente a las otras personae, no de-
cir mucho y hacer lo que se le dice. Lo
que también puede significar es que, si
hace falta que un personaje se separe
del grupo, puede ser el tuyo. Digamos,
por ejemplo, que las personae deciden
escapar en uno de los montacargas has-
ta la superficie. Los ascensores no tie-
nen controles, tienen que ser opera-
dos desde el suelo, y eso significa que
alguien tiene que quedarse atrás para
apretar los botones y asegurarse de que
se mantengan apretados. Esa puede ser
tu persona. Y luego, más tarde, cuando
las cosas se calmen, tu persona puede
volver a reunirse con el grupo, y cele-
brar que han salido de allí sanos y sal-
vos. Lo que puede hacer que los demás
sospechen algo o se pregunten si te has
convertido o algo así, pero ese es el pre-
cio que tienes que pagar.
Sin embargo, el plan de los ascenso-
res de carga no funcionará porque algo
está a punto de desconectar todos los
ascensores. Sigue leyendo.
148
La tierra se mueve
En este momento, pueden pasar co-
sas. En primer lugar, sus disfraces pue-
den desaparecer. Deberías tener algún
tipo de reloj en marcha para seguir la
hora desde el momento en que salie-
ron de la piscina. El efecto desaparece
en unos minutos, y al sentirse más dé-
biles y de alguna manera más peque-
ños, sus trajes parecen más holgados.
Todavía pueden disparar sus armas,
pero un disparo los llevará casi hasta
el borde de la inconsciencia.
La intención aquí, fanáticos de los
tres actos, es que sea una historia beat,
una historia deprimente. Las personae
deben estar a punto de rendirse, deses-
peradas por saber cómo va a salir, an-
tes de que suceda algo inesperado que
les dé esperanza, que las lleve a lo que
se llama una falsa victoria, donde creen
que han ganado, pero las cosas están
a punto de volver a ponerse muy feas.
Una de las reglas de la escritura es que
se te permite una gran coincidencia o
deus ex machina, un giro inesperado que
no se veía venir, por obra o por episo-
dio. Si te pasas, pierdes credibilidad,
pero uno está bien. Esto, la segunda
cosa que sucede, es ese momento.
La refinería tiembla. Todo tiembla.
Hay un estruendo que impregna toda
la caverna. Las cubas de las almas fun-
didas vibran en sus rodamientos y las
cosas resuenan en el suelo. Dura solo un
segundo o dos, luego se detiene. Hace
una pausa de diez segundos, y luego
BUM y todo salta por los aires como un
trueno subterráneo, como una bomba
Alas Vegas
que estalló cerca, una grande, como un
terremoto. La gente es lanzada al sue-
lo. Todas las luces se apagan y el lugar
queda iluminado por el resplandor de
las almas fundidas que salpican des-
de sus cubas y rocían todo el suelo. La
cámara acorazada salta en su cadena y
dentro de ella las fichas se derraman de
las bandejas. Algunas se deslizan desde
la puerta y caen al suelo que hay deba-
jo. Las máquinas se paran. Si las alar-
mas siguen sonando, se reducen al si-
lencio. Un momento después se oye un
CRASH metálico desde algún lugar en
la distancia. Resuena en la quietud.
Luego BUM de nuevo, más grande y
más largo esta vez.
Es posible que las personae estuvie-
ran haciendo algo inteligente, en cuyo
caso me sorprendería, pero nunca se
sabe. Si lo estaban, a ver si puedes cua-
drar todo esto con una acción suya,
para que crean que de alguna manera
lo provocaron.
Más estruendos, más temblores. Los
trabajadores entran en pánico frenético,
corriendo a ciegas, y los lugareños los
matan con hostilidad, sobre todo para
apartarlos del camino. Por supuesto,
en la penumbra no se sabe quién es
quién. Resulta que pueden distinguir
a los turistas de los lugareños, porque
en la sombra más profunda los ojos de
los lugareños brillan muy tenuemente.
No son rojos, sino más bien una especie
de bioluminiscencia blanca-amarilla-
verdosa, lo que les da una forma de
visión nocturna limitada.
Alas Vegas
Primera parada, volver a la salida.
Solo que ya no es la salida, una per-
siana de hierro fundido muy grande se
ha desplegado, bloqueando completa-
mente el túnel. (Estaba sostenida con
electroimanes). Ese trasto pesa tonela-
das, no se moverá.
—¡Ahí están! —La voz de Romanov suena
sorprendentemente cerca. ¿Qué hacen las
El delicado arte
personae? Mejor reparte algunas cartas.
Vayamos al grano. Justo cuando las de salir a la superficie
personae empiezan a desesperarse, po-
siblemente cuando se escondan en una
de las zonas más desiertas de la Casa
de Conteo, o tengan algún motivo para
mirar hacia abajo, notan una pátina
extraña en el suelo: pequeños cuadra-
dos irregulares. Está cubierto de años
de suciedad, pero el raspado revelará lo
que es: un mosaico. Dejar al descubier-
to lo suficiente sacará a la luz dioses
y diosas vestidos con ropas vaporosas
que se divierten en nubes de plata. Ge-
nial, esta es la parte vieja de la estruc-
tura, aquella que pertenecía al Ermi-
taño. Si estudian las paredes cercanas,
verán una parte que ha sido tapiada.
Algo que parece una puerta.
Necesitarán una forma de abrirse
paso a través de treinta centímentros
de construcción sólida. Una caja cer-
cana contiene palancas. Si buscan un
poco más, encontrarán explosivos.
Las explosiones y las vibraciones
violentas continúan sacudiendo la re-
finería. Las cosas se caen, tal vez has-
ta las cubas grandes, y caen rocas del
techo. En algún momento, si algo más
tiene que suceder, el cabrestante que
149
sostiene la cámara acorazada se suel-
ta y se derrumba en el suelo con un
gran estrépito, y entonces se produce
más caos. Alguien con conocimientos
de geología (y la gente ha cogido peo-
res habilidades) puede decir que no se
trata de un terremoto, sino de algo que
está sucediendo arriba, en la superficie.
La mampostería se cae y desvela un
arco clásico y un túnel más allá, excava-
do a través del lecho rocoso, lo bastan-
te grande como para que una persona
pueda caminar a la vez. Si las personae
no tienen una luz, entonces se vuelve
oscuro casi de inmediato. Es en su ma-
yor parte recto, pero no tan recto como
para correr sin chocarse con las pare-
des. La piedra está húmeda por la con-
densación y el moho, y hay cosas que se
escabullen en la oscuridad. En un mo-
mento dado, se produce un crujido de
hueso bajo los pies.
Suena un grito detrás de ellos: los
lugareños que los persiguen han encon-
trado la boca del túnel. Su visión noc-
turna es realmente muy limitada, pero
en situaciones como esta les viene de
perlas. Se aproximan, se acercan a las
personae. En caso de que los alcancen
(¿tal vez una de las personae no puede
moverse tan rápido como las otras?), se
produce una pelea uno contra uno por-
que no hay espacio para más.
Romanov no está entre el grupo de
los lugareños.
150
¿Cómo calculas la distancia sin lí-
neas de visión ni marco de referencia?
¿Han sido doscientos metros o qui-
nientos? Y luego hay luz, y la luz crece
hasta que se convierte en el final del tú-
nel, y ya están fuera.
No están fuera. El túnel acaba, y más
allá hay un vacío.
Están a medio camino de un acanti-
lado en el lado de un cañón, una grie-
ta de cien metros de profundidad. En
otros puntos del acantilado, el agua y
los líquidos residuales se vierten en el
vacío desde tuberías rotas, y trozos de
roca, hormigón, mampostería y la par-
te superior negra caen por los lados.
En el fondo no hay nada más que fue-
go. La grieta se extiende fuera de la vis-
ta en cualquier dirección, hasta que se
pierde en el humo y el polvo. Alguien
muy familiarizado con las rocas (geo-
grafía, geología, gestión de desastres,
escalada, ese tipo de cosas) puede de-
cir que es reciente y nuevo. La tierra
cambió aquí hace poco.
Al otro lado, visible a mitad del
acantilado opuesto, el túnel continúa.
EL ABISMO
Lo que ha pasado: dos seres de poder co-
losal combatieron. Te lo perdiste por-
que te estabas burlando de la clandesti-
nidad. Este cañón es un daño colateral.
¿Qué deberían estar intentando ha-
cer las personae? Llegar a la cima. No
hay nada para ellos en el fondo, y a su es-
palda solo la muerte. Casi al alcance de
la mano hay un montón de cables grue-
Alas Vegas
sos (electricidad y teléfono) que cuelgan
de la pared de la roca, interrumpidos
por algún que otro poste. ¿Todo el mun-
do sabe escalar? Será mejor que apren-
dan rápido, hay lugareños que los per-
siguen sin tregua. Además, tendrán que
buscar una manera de hacerlo sin soltar
lo que sea que estén usando para llevar
las fichas. Flashbacks de las habilidades
apropiadas, por favor.
Una vez están en la cima, todo ha
cambiado. (También puede haber de-
monios trepando por los cables detrás
de ellos, no lo olvides). Se ha ido la luz
en todas partes. El abismo, como pue-
den ver, es de unos cincuenta metros de
ancho y tal vez de cien de profundidad,
y divide Vegas en una línea que cruza
el Strip. Las formas maltrechas de los
cinco grandes casinos están en el lado
norte, y las personae y el armazón del
Silver Cloud están en el otro. El abismo
se extiende hasta el desierto, y si estás
pensando que esto es simplemente una
forma de evitar que las personae en-
cuentren un atajo rápido para llegar al
Rueda, en parte tienes razón. Pero, oye,
¿qué vas a hacer?
Hay lugareños y turistas de pie des-
concertados en el borde, donde las an-
tiguas carreteras se detienen de repen-
te en un espacio vacío. La gente se grita
a través de la brecha. No hay manera de
cruzar, al menos todavía.
Tiene que haber sido una pelea de la
leche, ¿no? Lástima que se lo perdieran.
Alas Vegas
Hablar con extraños
¿Qué ha pasado? «¡Hubo una pelea!».
«¡Sí!». «¡Una grande!».
¿Quién estaba peleando? «¡Satanás y
un tipo enorme en llamas!». Alguien lo
contradice. «Bueno, me refiero al jefe
del Rueda y a un tipo en llamas. A la
antigua usanza, intercambiando golpes
uno con otro, golpeándose con coches
y casas. ¿Veis ese agujero en la torre del
Oros? El tipo en llamas le dio un puñe-
tazo a Sa… al Presidente y lo lanzó ahí».
¿Cómo se formó el abismo? «¡El cuer-
po de ese tipo en llamas golpeó directa-
mente contra el suelo! ¡Bam! ¡Como se
hacía antes! Este sitio se abrió de golpe».
¿Solo Satanás? «No digas ese nom-
bre, tío».
¿Solo el Presidente? «Sí, no apareció el
resto del Rat Pack. No los necesitaba,
supongo».
¿Quién ganó? «Todavía estamos aquí,
¿no? El Presidente. Derribó al otro tipo
con un hotel».
Pero ¿qué…? Una interrupción. «¿Por
qué vais vestidos como los lugareños?
No sois lugareños».
¿Qué pasó con el tipo en llamas?
«Muerto, supongo. No me acerqué lo
bastante para averiguarlo». Alguien
interrumpe: «Oye, va a haber mucho
trabajo de construcción. ¿Dónde creéis
que debemos presentar la solicitud?», y
la conversación se desvía.
¿Y ahora qué?
151
Perderse el desastre
Hay un apagón en la ciudad. El neón está
apagado y su ausencia es inquietante.
Más importante aún, los casinos que
estaban planeando una insurrección (el
Copas y el Oros) han tomado todo esto
como una señal para iniciar la pequeña
guerra civil que se ha estado gestando.
Bandas de lugareños deambulan por las
calles, incendiando negocios que están
asociados a cualquiera de los otros ca-
sinos (y recuerda que todos los lugare-
ños y muchos turistas son leales a uno de
los cinco casinos, o por lo menos tienen
vínculos con ellos). Esta es una oportu-
nidad para saldar viejas cuentas y para
que los oportunistas saqueen las casas y
negocios de los vecinos como si estuvie-
ran en una partida de Final Fantasy. Al-
gunas calles están bloqueadas por los es-
combros de edificios derribados, se han
caído postes de teléfono y líneas eléctri-
cas, hay coches ardiendo y peleas, lo cual
es una forma de evitar que las personae
vayan en direcciones que no son intere-
santes y que pierdan el tiempo.
Los rumores inundan las calles: el
Casino A está derribando al Casino B;
el Casino C ha formado un pacto con
el Casino D y están derribando al A; el
jefe del Casino E está muerto; el Hom-
bre Llameante está muerto; el Hombre
Llameante mató al Presidente y se ha
hecho con el poder; había dos Hom-
bres Llameantes; la pelea fue una dis-
tracción; etcétera.
152
Además
Unos diez minutos después de que las
personae salgan de la grieta, antes de
que la disputa por el dominio del Oros
y el Copas gane terreno, la noticia de
que han robado millones de la cámara
acorazada del Bastos llega a las calles.
Se convierte en un tema importante de
conversación, junto con alguna sugeren-
cia de que los ladrones usaron la pelea
como distracción, o que provocaron la
pelea para crear una distracción, o algo
así. Todo turista ha soñado con estafarle
millones a un casino, así que esta histo-
ria tiene cierto grado de aceptación. Si
las personae se mantienen visibles de-
masiado tiempo, los reconocerán.
Y corren rumores de una recompen-
sa. ¿He mencionado la recompensa? Un
cuarto de millón por información que
lleve a su detención y a la recuperación
de las fichas. Cada vez que alguien más
cuenta la historia, la cifra aumenta.
La electricidad y el teléfono se res-
tablecen después de una hora más o
menos. Mientras tanto, puede que las
personae quieran entregarle algo al
Ermitaño. No dejes que lo hagan en-
seguida. No tienen prisa, el ascensor
negro no se abre hasta medianoche,
¿qué prisa hay? Así que desvíalos. Sa-
queadores, gente angustiada porque
su pareja está al otro lado de la grie-
ta, lugareños del Bastos, lugareños de
otro casino, turistas o lugareños que
buscan a los tipos que acaban de robar
en el Bastos, Elvis si quieres.
Alas Vegas
Cómo atravesar el abismo
Si una persona tiene un flashback para
especialista en conducción o similar,
puede pensar en una manera de mon-
tar una rampa para cruzar de un salto
la brecha con un coche a todo gas. La
construcción de la rampa solo debería
llevar una semana, y el aterrizaje será
difícil porque no hay rampa en el otro
lado, pero debería ser posible hacerlo.
Hay uno o dos cables inestables que
todavía se extienden de un lado al otro.
¿Nadie tiene un flashback para caminar
sobre la cuerda floja? ¿En serio?
Si no, podrían esperar a que otro
solucione el problema. Alguien tendrá
una guindola colgada en el vacío en un
par de horas, cobra mil fichas por usar-
la, pero hay que hacerlo. Entonces al-
guien más pone otra y se produce una
breve y agresiva guerra de precios que
termina con una breve y agresiva pelea
de navajas, y el precio sube a dos mil.
Todavía hay cola.
Toda nube
El Silver Cloud se mantiene. Está justo
en el borde de la grieta, pero el edificio
sigue en pie. Algunas de las ventanas
que antes no estaban rotas ahora lo es-
tán y los restos de la escalera de incen-
dios se han derrumbado, pero sigue ahí.
A medida que las personae se acer-
can… Se acercan, ¿no? No han inven-
tado ningún plan loco para engañar al
Ermitaño y salirse con la suya, espero…
Escuchan disparos. En realidad, se oyen
desde una cierta distancia, incluso so-
Alas Vegas
bre los incendios y, de vez en cuando,
coches que explotan: pistolas y rifles
automáticos, procedentes del casino.
¿Has jugado a Halo en la Xbox? Es
igual de importante que Half Life 2 para
narrativas interactivas ejecutadas con
maestría que en realidad no tienen nin-
gún sentido cuando piensas en la trama.
Pero hay un par de escenas en las que
puedes ver a los Covenant (chicos ma-
los) luchan con los Flood (también ma-
los) y puedes sentarte y observar con re-
gocijo mientras tus enemigos se matan
unos a otros. Es impresionante. Y eso es
lo que está pasando aquí: dos grupos de
lugareños están luchando a la sombra
del Silver Cloud. Es difícil saber a quié-
nes están afiliados (se puede adivinar
por las corbatas, si las personae se acer-
can lo suficiente para mirar) pero esto
no es un contrafuego, ambos bandos tie-
nen el objetivo de matar al otro. No está
claro quién está luchando o por qué.
Después de un rato, los combatien-
tes comienzan a retroceder. Cerca de
allí, alguien con un traje negro se le-
vanta para gritarles a algunas de las fi-
guras que huyen, le da un puñetazo en
el pecho a alguien y da vueltas mientras
se cae. Es Rebecca Oh. Está herida, en
mal estado, pero sigue viva.
—¿Dónde coño os metisteis? Necesitába-
mos a todos los hombres posibles.
¿Qué ha pasado? «Me encontré con
algo de resistencia». Tose sangre negra.
¿Quiénes eran esos tipos? «Del Co-
pas y el Oros. Intentan establecer una
nueva base al sur del cañón. Malditos
pringados. Nosotros se lo enseñamos».
153
¿Qué hacías aquí? «Descubrimos lo
que está pasando. No son el Oros y el
Copas, son cabezas de turco. El Ermi-
taño es quien está detrás de todo esto.
Está haciendo su jugada».
Que la conversación sea breve. En
un momento dramáticamente adecua-
do, se producen una serie de detona-
ciones y el Silver Cloud se derrumba,
desplomándose elegantemente sobre
el borde del cañón; los escombros
caen en las llamas que hay en el fondo
de la brecha. Rebecca Oh mira, tose,
sonríe y muere (43 fichas).
Has visto imágenes de los viejos ca-
sinos de Las Vegas derrumbándose,
y así es como lo hace el Silver Cloud;
un trabajo profesional, hacia abajo, no
hacia arriba, con mucho polvo. No se
trataba de una estructura debilitada
por el fuego y llevada al límite por el
reciente terremoto, sino que se trataba
de una demolición. Y las personae es-
tán demasiado cerca.
Corred, imbéciles
La nube de polvo los atrapará de to-
dos modos. Sus trajes negros se vuelven
blancos en un instante (oh, presagio), y
es difícil respirar, pero no se asfixiarán
a menos que sean idiotas. El polvo se
extiende por el abismo, ocultando el
resto del Strip con una nube hecha de
almas y destrucción.
154
Bien, joder
Suerte para llevar ese cristal de almas
concentrado al Ermitaño, chicos. Pa-
trick Dennis no está en ninguno de los
lugares donde lo hayan visto antes: ni
en el Cornucopia, ni en el Bastos (tam-
poco es que puedan llegar al Bastos
ahora mismo).
He aquí otra cosa que tal vez no ha-
yan notado hasta ahora: los casinos es-
tán cerrados. Las puertas están cerradas
con llave y los guardias de seguridad
con pistolas están en grupos de dos y
de tres. Dentro, las salas de juego están
oscuras y silenciosas. Aunque sigan pa-
reciendo lugareños, las personae no van
a entrar. Los turistas se acobardan en
sus habitaciones de hotel, mirando por
las ventanas mientras esperan a que
vuelva la electricidad, o vagan por las
calles buscando algo que los tranquili-
ce. Se bebe mucho. Hay muchos borra-
chos enojados y confundidos.
En ese momento, cuando has ago-
tado el potencial dramático de la si-
tuación y has contado todos los datos
que las personae deberían tener ahora
mismo, empieza a llover. Gotas de agua
grandes y duras que duelen de verdad
cuando te caen encima, en la piel pa-
recen corrosivas. Forman arroyos des-
coloridos en las alcantarillas de las ca-
rreteras, todos ellos fluyendo hacia el
abismo. El aire se llena con el olor del
agua en la tierra seca, algo que no ha
sentido en mucho tiempo, y huele a
plástico quemado.
7. N. de la T. Inquietante.
Alas Vegas
Las calles están vacías de turistas.
No es agradable estar al aire libre. Los
lugareños se quedan fuera, aunque lo
odian y brillan al mojarse, lo que es un
poco unheimlisch.7
El propósito es llevar a las personae
a un lugar donde puedan esconderse
para el descanso del final de la sesión,
un lugar donde puedan sentirse me-
dianamente seguros. Debería ser bas-
tante evidente que todo está llegan-
do a su fin y que el tiempo casi se ha
acabado. Así que desanímalos de cual-
quier gran plan y déjalos encontrar un
hotel, un bar, un negocio abandonado,
una casa vacía o algo por el estilo. In-
cluso podrían volver al Metrópolis, no
está muy lejos y es tranquilo.
De todos modos, pueden encontrar
una o un par de habitaciones en alguna
parte, y probablemente algo para co-
mer y beber, y espacio para hacer pla-
nes. También es posible que quieran
contar el botín de la cámara acorazada
del Bastos.
A menos que contaran cuidadosa-
mente en la cámara acorazada, y sin
incluir el cristal negro del Ermitaño,
tienen uno coma siete millones. Sufi-
ciente para que uno de ellos suba al
ascensor negro.
Alas Vegas 155

Maldición.
Después de unos minutos, las luces
parpadean de nuevo y permanecen en-
cendidas. Además, hay una televisión,
que también vuelve a encenderse, y
aparece un programa de noticias (lo
que se considera un programa de noti-
cias en Vegas) sobre el robo del Bastos.
Mira, son ellos. Salen en la tele. Malos
bocetos y todo eso.
Este es el momento para que la per-
sona del próximo Dealer se escabulla a
mear. Dales un poco de tiempo. Deje-
mos que discutan, planeen y creen algo
que se parezca un poco a un plan de
acción. Diez minutos, tal vez un poco
más, y luego:

Toc, toc, ¿quién está ahí?

Alguien llama a la puerta. Llaman
confiados.
También hay un agujero en una
mirilla para que puedan ver quién
está al otro lado. Son dos personas a
las que reconocen.
Son Romanov y su jefe: el príncipe
del Infierno conocido como Belfegor,
jefe Bastos, el Señor de la Brecha, en la
forma de Sammy Davis Junior. Sonrien-
do como un hijo de puta.

- FIN DE LA SESIÓN -
Alas Vegas
Cuarto acto
INVIERNO
CUANDO LAS COSAS MUEREN
Y por fin estamos aquí: el clímax, la
conclusión, la gran revelación. No te
pongas nervioso. La mayoría de los tru-
cos del juego han pasado y la mayor
parte del trabajo difícil de esta sesión
no recae en ti, sino que corresponde-
rá a los jugadores atar los cabos sueltos
y hacer que todo salga a la perfección.
Supongo que, como grupo, proba-
blemente han descubierto que hay una
gran razón narrativa para los flashbacks
del sistema Fuga, y que es importante
que las personae hayan recordado lo
suficiente de sus vidas anteriores para
elaborar una historia coherente sobre
quiénes eran y qué hicieron para que
las enviaran al Infierno. Así que par-
te de tu trabajo como Dealer en esta
última sesión es asegurarte, con más
flashbacks y cualquier truco o sugeren-
cia que puedas aportar, de que al me-
nos una persona tenga todas las piezas
de su trasfondo completo. No todos
tienen que tener una. Si algunos juga-
dores todavía insisten en usar los flash-
backs para gastar bromas, obtener ha-
bilidades geniales o engrandecerse, o se
niegan a aceptar que hicieron algo lo
bastante malvado como para enviarlos
al Infierno, entonces está bien. Eso sig-
nifica que quizá no puedan salir del In-
157
fierno, pero, en realidad, el clímax fun-
ciona mejor si algunas personae tienen
que quedarse atrás.
Sí, hablando del tema… Has repre-
sentado a tu persona en las tres sesio-
nes anteriores, y tal vez esperabas que
pudiera encontrar una salida del Infier-
no. Pero en esta sesión, tú eres el Dealer
y tu persona es un personaje del juego,
y te voy a pedir que lo sacrifiques a la
condenación eterna a cambio del pe-
núltimo dispositivo narrativo del jue-
go. Tu persona, camarada de confianza
del grupo, se va a dar la vuelta y los va
a apuñalar por la espalda, vendiéndolos
a uno de los príncipes demonio. Vas a
joderlos y a hundirlos en la miseria más
de lo que nunca han sufrido. De hecho,
ya lo has hecho.
Permítete sonreír aquí. Será diver-
tido. Belfegor, o Sammy Davis Jr., está
en la puerta.
Un hombre extraordinario, Sam-
my Davis Jr. Con tanto talento como
el resto del Rat Pack, quizás un como-
dín mejor que cualquiera de los otros,
pero siempre en el último escalón de la
jerarquía. Y aun así...
158
Hay una historia sobre él jugando
al golf con Jack Benny, en el campo de
golf de Las Vegas. Benny era posible-
mente el mejor cómico de radio del si-
glo XX, un hombre capaz de asombrar
un poco a un Rat Packer como Davis
Jr. Están en el primer hoyo y Davis Jr.,
que juega primero, está colocando la
bola en el tee, después entra en la zona
y Benny, el gran maestro de la comedia,
un hombre que sacó una de las risas
más largas en la historia de la radio sin
una maldita pausa, dice en el momento
justo en el que iba a hacer el swing:
—Dime, Sammy, ¿cuál es tu hándicap?
Sammy Davis Jr. se endereza lenta-
mente, lo mira y dice:
—¿Mi hándicap, Jack? ¿Mi hándicap? ¿Te
parece poco ser judío, negro y tuerto?
Sammy Davis, Jr. es tu hombre para
este trabajo porque la gente lo subesti-
ma. Incluso cuando es un señor del In-
fierno, la gente lo subestima.
Sí, Belfegor, Señor de la Brecha, uno
de los príncipes demonio del Infierno,
algunas veces asociado con la pereza,
pero también con grandes riquezas,
y con los poderes de la invención y el
descubrimiento, que puede conceder si
se le convoca. Un judío negro tuerto, y
con todo lo que eso implica.
¿Cómo funciona esta sesión?
Flashbacks de esta sesión
Mentí. Puede que tengas que currar un
poco, porque necesitamos atar algunas
de las historias de las personae en una
narrativa que tenga sentido. Para la es-
Alas Vegas
cena final de la sesión deberían tener
una idea bastante clara de:
a. Quiénes eran.
b. Cómo murieron (ya sea uno o todos).
c. Por qué están en el Infierno.
d. Quiénes eran los Inocentes, y el he-
cho de que estén libres de culpa y
sean intachables.
e. Y posiblemente por qué merecen salir.
Hay varias formas de lograrlo, pero
vas a tener un número limitado de
oportunidades para usarlos. Si aún no
han aparecido, los flashbacks de esta se-
sión deben incluir lo siguiente:
C Un fuerte discusión que explique
algo de lo que estaban haciendo, tal
vez nombrando el crimen o pecado
por el cual se ganaron la condena-
ción (puede ser tan sencillo como
«¡Tú fuiste quien le dijo a Jonny que
la matara!»; o simplemente: «¡Tie-
nes las manos manchadas con su
sangre!»).
C Una persona mutila o mata a otra
persona.
C Cómo murieron algunos o todos ellos.
C El acto de traición o la venta de sus
almas a Satanás (porque así es como
los reconoció y como terminaron en
el desierto, porque la suya no es la
típica travesura infernal, es contrac-
tual, joder).
C La condena de los inocentes.
Es posible que las personae lo hagan
por ti sin que les pidas que lo hagan. Si
es así, genial. También es posible que lo
fastidien todo al hacerlo de una forma
que no esperabas. Adelante. El clímax
es bastante resistente y está dirigido
Alas Vegas
por un jugador, y la conclusión es que
existe una salida, y si la cagan, se que-
dan atrapados en el Infierno. No pue-
den decir que no se lo advirtieron.
En la habitación
Y estamos de vuelta. Romanov y Bel-
fegor están al otro lado de la puerta
y, como habrás adivinado, hay mato-
nes en todas las demás salidas posibles,
porque Belfegor no es idiota.
No está aquí para discutir ni amena-
zar. Está aquí para hacer un trato. Tam-
bién para dar algunas explicaciones.
Esto es lo que necesitas saber sobre
estar en una habitación con un príncipe
demonio del Infierno: es como estar en
una habitación con una celebridad de
la clase de Sammy Davis Jr. Es un indi-
viduo con muchísimo carisma. Es difí-
cil actuar con normalidad con personas
así, llaman la atención como un imán
con dientes enormes. Y son increíble-
mente buenos camelándote, haciéndo-
te sentir cómodo, haciéndote sentir que
hay una conexión personal entre los dos
mientras le prestes atención o parecien-
do interesados y entretenidos con lo
que tienes que decir. Crees que si este
tipo te propusiera hacer negocios jun-
tos y lo único que tuvieras que hacer es
firmar aquí, en este papel, dándole to-
dos los derechos de tu alma inmortal,
lo harías en un abrir y cerrar de ojos no
solo para hacerlo feliz, sino porque es
lo correcto, porque ¿cómo no confiar en
un tipo honrado como este?
159
Tal vez ya lo has hecho.
Al mismo tiempo, hay un intelecto
aterrador que hace tictac bajo la capa,
un auténtico cerebro de ocho válvulas
a tope. Conoce su negocio mejor que
nadie y cuando se tiene una idea de lo
bien que entiende su mundo, es como
estar en un abismo. Sin vacilaciones,
sin pausas para la contemplación: pre-
guntas incisivas y decisiones rápidas
y definitivas. Y aunque eso asusta per
se, lo que realmente preocupa es cuan-
do comprende que hay lagunas en su
gran plan. Porque Belfegor se está dan-
do cuenta ahora de que le han ganado
la partida (no las personae, no seas ri-
dículo, no pueden superar a un prín-
cipe demonio, apenas pueden aparcar
un coche) y que este grupo de turistas
nacidos en el desierto, que ni siquiera
pueden recordar quiénes eran, pueden
ser su única esperanza.
Además, tiene poderes. Es un prín-
cipe demonio. Ayudó a construir esta
realidad, puede manipularla como un
cerrajero. Pero ese tipo de acción llama
la atención, los otros príncipes lo no-
tan («como dibujar un mapa, ya sabéis
a qué me refiero», dice, chasqueando
los dedos) y eso es malo para él.
Romanov se respalda a sí misma. Está
atenta a cualquier cosa que pueda ser
una amenaza para su jefe y actuará para
neutralizarla. Está un poco nerviosa.
160
No te voy a dar todo el diálogo de
Belfegor porque sería tedioso. En vez
de eso, aquí está la manera en que va a
llevar la conversación, las cosas de las
que quiere hablar, adónde quiere lle-
gar y lo que no quiere discutir. No lo
alargues demasiado. Que sea una esce-
na ágil, como la de una película del Rat
Pack: un diálogo rápido, una decisión
y una salida. Permite que las personae
hagan un par de preguntas, asegúrate
de que tengan claro lo que se les pide,
pero no dejes que se atasque en la ex-
posición y la explicación. Los príncipes
demonios son gente ocupada con ho-
rarios que cumplir, y Belfegor no quie-
re quedarse más tiempo del necesario.
Tampoco quiere que lo vean aquí.
¿Estás listo? Entonces comencemos.
Hablar con el diablo
sobre el robo
Si las personae no abren la puerta de la
habitación, después de unos instantes
se producen una serie de chasquidos y
repiqueteos a medida que desbloquean
las cerraduras y la puerta se abre.
—¿Y bien? —dice—. ¿No me invitáis
a pasar?
Si se niegan, él entra de todos modos.
—Solo estoy siendo educado. No podéis
dejarme fuera así, eso solo funciona con
los vampiros. Y no hay vampiros aquí.
»Chicos, chicos —dice, y los llama
«chicos» aunque todos sean mujeres—.
Relajaos. No os va a pasar nada… toda-
vía. Quiero saber por qué me robasteis
1,17 millones de almas.
Alas Vegas
En realidad, esto podría ir hay varias
maneras, y si queréis hacerlo como Ju-
les y Vincent y los estudiantes de Pulp
Fiction, pues genial. Las personae son
ratas acorraladas, pero Belfegor no pa-
rece de humor para matarlas, sino que
está jugando con ellas. Un gato muy
guay, nuestro Belfegor.
Escucha la explicación que le dan
con regocijo. Como con tantos otros
momentos, espera escuchar pistas es-
pecíficas. ¿Mencionan sobre todo al
Ermitaño? Si lo hacen, asiente lenta-
mente. «Por supuesto que os metió
en esto. Por supuesto que sí. Le dije a
Belcebú que esto iba a pasar». Si no se
han dado cuenta antes, esa fue la con-
versación que escucharon en los ci-
mientos del Pearl.
—Chicos —dice—, sois un montón de
herramientas, si sabéis a qué me refiero.
Os han utilizado para dar forma a un
plan que se ha trazado para darme en
toda la cabeza. ¿Queréis venganza? Por-
que yo quiero vengarme. Tengo la cabeza
dolorida y quiero vengarme. Y creo que
podemos llegar a un acuerdo.
»Es el jefazo. Cree que he estado
conspirando en su contra desde que me
quitó el ojo —señala al globo ocular ne-
gro y vidrioso de su cuenca izquierda.
(«¿Has estado conspirando contra
Satanás, oh Señor de la Apertura?».
«Tío, aquí abajo todos conspiran con-
tra todos»).
Belfegor lo explica, y no voy a darte
un monólogo para que lo leas, lo guar-
daré para la novela. Este es el trato.
La única vez que Satanás baja la
guardia es cuando está jugando la Gran
Alas Vegas
Partida, porque sucede en el punto más
alto de la ciudad, el piso superior del
Rueda, lo más cerca que puede llegar al
Cielo. Belfegor les dará las fichas extra
que necesitan para que todos entren en
el ascensor negro. Ya se está corriendo
la voz por toda la ciudad de que le tan-
garon ocho millones de dólares, no los
1,17 millones de dólares que realmente
consiguieron. Todo está preparado.
Mira, Satanás le quitó el ojo. Fue
hace un tiempo. Y Belfegor no se queda
corto cuando la devuelve. Incluso la Bi-
blia dice algo al respecto, le han dicho.
Así que tienen que jugar la Gran
Partida en la última planta del Rueda.
Ganen o pierdan, eso es cosa de ellos,
pero en cuanto acabe la mano, le dispa-
rarán a Satanás en el ojo. Ojo por ojo.
Y como recompensa, los que no ganen
la partida conseguirán trabajo como
sus tenientes. Pensión, plan de salud,
dental (sonríe, mostrando uno colmi-
llos inesperadamente grandes), un tra-
bajo para toda la vida. O les dará un
casino para que lo dirijan. Queda a su
elección.
—Si vais a estar atrapados aquí durante
un tiempo deberíais estar del lado de los
poderosos, ¿no es así? —dice.
Disparar a Satanás en el ojo
Hay un problema: las armas no funcio-
nan para los turistas.
—Ah, ya he pensado en eso. Vais a necesi-
tar un arma y vais a necesitar una bala.
Nena, ayuda a estos gatos con lo primero.
161
Belfegor asiente con la cabeza a Ro-
manov, esta saca una Colt estándar de
los lugareños de la funda y se la entrega.
—La bala ya la tenéis —dice—. Bueno,
más o menos. Ya tenéis los ingredientes.
Me lo robasteis.
El cristal negro. El poder de su fuente.
Y no, Belfegor no quiere que se lo
devuelvan.
—¡Mantened esa cosa lejos de mí! Tie-
ne… Puede detectar sobrecargas de ener-
gía. Si yo lo tocara, él lo sabría. Tengo
que mantenerme a distancia de él. Pero
podéis hacer la bala, ¿verdad?
Hundido.
—Eh, ¿qué queréis decir con que no po-
déis? Sois chicos listos, lo he oído en to-
das partes. ¿Qué queréis decir? ¿No os lo
dijo el Pikadon?
Porque él pensaba que ellos lo sa-
brían. Pensaba que con el Inocente y
el Pikadon, la gente que había puesto
en marcha todas esas ruedas por lo me-
nos sabría cómo hacer una sola bala de
entre once millones de almas. Pensaba
que sabrían cómo hacer todo el traba-
jo, y no le hace gracia que resulten ser
un puñado de idiotas.
—Sois chicos inteligentes, lo averigua-
réis, o descubriréis a quién preguntarle.
—Se vuelve hacia Romanov—. ¿Se te
ocurre alguna idea?
Se encoge de hombros.
—Hay un tipo en el desierto que lo sa-
bría, según dicen.
162
¿En qué parte del desierto? «No co-
nozco el desierto. Buscad a alguien que
lo conozca».
Sobre ese pago extra
—Ah, sí. Esta es de mi parte. —Belfe-
gor levanta la mano y se saca el ojo iz-
quierdo, el ciego, obviamente—. Com-
prad vuestra entrada en la partida con
esto. Vale lo suficiente. Quiero que ese
imbécil sepa lo que está pasando. Mirad,
no puede retirarse del trato una vez las
apuestas están hechas. Esas son las re-
glas, como dicen. Quiero que vea mi ojo
y sepa lo que está pasando.
El ojo es de cristal oscuro y pesado,
igual que el cristal negro de la cámara
acorazada. Vale, para aquellos en Vegas
que saben distinguir estas cosas, más o
menos la cantidad exacta.
—Habrá una bonificación si me lo de-
volvéis —dice.
Pero ¿qué pasa si todos salimos? «Chi-
co, ¿conoces las probabilidades contra
eso? Uno de vosotros se quedará atrás,
os lo garantizo. Tal vez hasta decidáis
que queréis hacerlo».
Si las personae le preguntan al res-
pecto, Belfegor no tiene ni idea de lo
que ocurre en la Gran Partida. «¿Tengo
pinta de haber jugado alguna vez? ¿Por
qué querría hacerlo? Podría permitír-
melo, claro. Pero me gusta estar aquí
abajo. No hay mejor lugar para mí. Este
es mi lugar. No, chicos, en la habitación
estaréis solo vosotros y el Presidente».
Alas Vegas
¿Qué pasa con el Ermitaño? «¿Quién
coño lo sabe? El Espadas se puso como
una furia diciendo que él estaba de-
trás de todo esto, volaron el Silver
Cloud, bum, adiós Ermitaño. No os
preocupéis por él».
Un par de preguntas más
¿De quién era el alma del cristal negro?
«Ah, de algún tipo. No queráis su nom-
bre. Un asociado de Mao».
¿La bala de cristal negro matará a Sa-
tanás? «¿Queréis una respuesta em-
pírica? Nunca se ha hecho, así que no
hay datos de prueba, ¿entendéis lo que
digo? Pero si golpeas un objeto inmó-
vil con una fuerza lo bastante potente e
irresistible, es probable que algo ceda.
¿Cuáles son las medidas del infinito?
¿No? El Presidente está cansado, le ha
dado una paliza a un Pikadon, está dé-
bil y distraído. Si alguna vez hubo un
momento, es este».
Una cosa más
No sigáis aquí. Belfegor tiene un hora-
rio y no puede darse el lujo de que lo
vean cerca de donde las personae po-
drían o no estar escondiéndose.
Pero antes de que se vaya, alguien
podría pensar en cómo diablos (lite-
ralmente) los encontró Belfegor. La
respuesta es, por supuesto, que tu per-
sona lo avisó. Porque tu persona se ha
dado cuenta de lo que está pasando y
ha decidido que es mejor reinar en el
Infierno que servir en el Cielo, o lo que
sea que pase si ganas la Gran Partida.
Piensa en su justificación para ello an-
Alas Vegas
tes del juego; la necesitarás porque tu
personaje va a tener su monólogo final.
Al final del segundo acto, tu persona-
je debería haber recibido la tarjeta de
Romanov, y al final del acto anterior,
cuando se restableció la energía, se es-
cabulló, la llamó e hicieron un trato: la
ubicación de las personae a cambio de
su seguridad.
Y cuando Belfegor y Romanov salen
por esa puerta al final de la escena, tu
personaje suelta su monólogo y se va
con ellos. Frío como el hielo. Créeme,
es mejor así. Por tres razones: les hará
sentir como si les hubieran arrancado
una víscera; si las cosas se ponen feas
al final, hay alguien a quien pueden lla-
mar; Belfegor y Romanov necesitan a
alguien que lleve los 1,17 millones de fi-
chas, porque no se irán sin ellas.
Lluvia oscura
Fuera del hotel sigue lloviendo, y la llu-
via ha hecho que la mayoría de la gente
haya dejado las calles. Moverse es fácil,
sobre todo si tienen un coche, a menos
que quieran ir a algún sitio al norte del
cañón. Afortunadamente, todos sus
destinos principales (el Vegas Variety, el
hotel donde se encuentra el Inocente,
incluso Cuenta tus bendiciones) están
en este lado. Conveniente.
Solo desiertos
Bien. Alguien ahí fuera sabe cómo ha-
cer una bala que mate a Satanás (ex-
cepto que eso no es exactamente lo
que dijo Belfegor, ¿verdad?) Alguien
en el desierto.
163
A estas alturas, las personae ya de-
berían haber hecho suficientes contac-
tos en Vegas a los que poder preguntar:
Martha, a quien conocieron en el lími-
te del desierto su primera noche; Jeff
Mackintosh en la oficina del Vegas Va-
riety; Elvis, y tal vez incluso Bob si si-
gue vivo. La oficina de información tu-
rística es un no rotundo para esto.
Lo que sabrán a cambio de un poco
de información o de un favor razonable
es que hay gente que vive en el desierto
y que no son los Perdidos. ¿Alguien que
pueda hacer balas? No que ellos sepan,
pero está Doc Raoul, él es… Bueno, si
no es el tipo, entonces él lo conocerá.
Doc Raoul vive en el desierto. Es una
especie de superviviente que predice un
apocalipsis, una gran ola que barrerá
Vegas y lo dejará limpio y renovado. A
veces se escabulle a la ciudad por la no-
che y vende cosas que ha hecho o culti-
vado a cambio de suministros. En una
ciudad de monstruos y reprobados, da
la sensación de que todo el mundo lo
considera un caso tan extremo que es
un milagro que no haya muerto.
¿Dónde vive? En el desierto. Sigue la
carretera hacia el este hasta que se aca-
be. Busca el punto más alto que puedas
y súbelo. Mira con mucho cuidado has-
ta que veas algo que brilla bajo el sol.
No, espera, sigue lloviendo. Bueno, jo-
der. Valdrá la pena intentarlo. De todos
modos, llévale un regalo porque no le
gustan mucho los extraños.
164
Las instrucciones son buenas. El ca-
mino hacia el este es accesible sin cru-
zar el nuevo cañón; los letreros dete-
riorados y polvorientos lo sitúan en la
I-95, pero no hay señales de Boulder o
del río Colorado. La lluvia no cesa, el
cielo está oscuro con nubes densas y no
hay rastro del sol. El asfalto comienza a
resquebrajarse después de unos sesenta
kilómetros y desaparece por completo
unos cientos de metros más tarde. Aquí
el desierto no es completamente llano;
hay un montículo en una dirección y
en la otra, una casa búnker con un pos-
te de telégrafos solitario a su lado. No
hay señales de otros postes ni de nin-
gún tipo de telégrafo. Tal vez fue una
especie de culto cargo: si construyes un
poste de telégrafos, llegará un telégra-
fo. Quizá sea otra cosa. Algo más. De
cerca se ha tallado como un tótem por
alguien que no tenía ni las herramien-
tas ni la habilidad artística para el tra-
bajo. Lo que más se ve son caras con-
torsionadas. No parecen felices. Por
suerte, sirven de buenos agarres para
trepar por el poste.
Sigue lloviendo y el poste está res-
baladizo, y la parte superior es preca-
ria. Nada brilla en ausencia de luz solar,
pero si entrecierras los ojos a través la
lluvia, hay algo al norte, una mota blan-
ca a casi un kilómetro de distancia. La
casa búnker de una habitación está va-
cía, es un armazón, la parodia de una
vivienda. No está abandonada, es como
si nada hubiera vivido aquí, excepto por
los huesos roídos y el olor a mierda.
El suelo del desierto se está convir-
tiendo en lodo y las pequeñas hendi-
Alas Vegas
duras se están convirtiendo en charcos
y arroyos. La mancha blanca resulta
ser un coche, lo que una vez fue un
Oldsmobile de lujo, ahora abollado,
oxidado y con manchas de arena. Pero
los neumáticos están en buen estado y
parece que…
Espera, hay un tipo apuntándoos
con una ballesta.
Doctor Raoul
El doctor Raoul tiene más de sesenta
años, está demacrado, calvo y barbu-
do. Su piel bronceada está tan oscu-
ra y curtida que es imposible saber si
era originalmente caucásico, hispano
o indio americano. Lleva una gorra de
béisbol descolorida y (sin ninguna piz-
ca de ironía) una camiseta de Grate-
ful Dead. Se queda quieto, esperando
a que las personae reaccionen o digan
algo. Practica mucho con esa ballesta.
La construyó él mismo. Tiene un man-
go de acción de bomba para recoger la
cuerda, puede recargar y disparar de
nuevo antes de que la sangre de su pri-
mer objetivo toque el suelo.
Es posiblemente el hombre más pia-
doso y honrado que conocerán en Ve-
gas. Y si cree por un segundo que no es-
tán del lado de los ángeles, los tumbará
y dejará sus fichas para los coyotes.
El doctor Raoul («Soy médico, ya que
usted pregunta») es un superviviente. No
está loco como tal, pero tiene una serie de
opiniones profundamente arraigadas que
son tangencialmente opuestas al pensa-
miento popular, además de que fracasó
con un par de establecimientos hace un
Alas Vegas
tiempo. Por eso vive aquí, en lo más pro-
fundo del desierto, lejos de las «influen-
cias mentales» de Vegas. Sabe que está en
el Infierno y hablará de ello abiertamen-
te, aunque no discutirá por qué está aquí.
Se ha acordado de todo, y parte del moti-
vo de su autoexilio es la expiación de sus
pecados. Tampoco le gusta la gente.
El doctor Raoul sabe cosas, pero pri-
mero las personae van a tener que con-
vencerlo de que hable con ellos. Quiere
saber por qué están aquí, quién les ha-
bló de él y qué quieren. Los regalos y
los nombres de conocidos comunes en
Vegas son buenos. Decir que Belfegor
sugirió que lo buscaran es malo.
No dejes que los mate. Hazles creer
que va a matarlos y que luego cederá
por algún detalle trivial («Eh, ¿es el úl-
timo número del Vegas Variety? Dejad-
me verlo»). Entonces, después de un
momento de contemplación.
—¿Cuál es el panorama general ahora
mismo? Sed breves. Tengo mal genio y la
tetera al fuego.
Cualquier mención del ascensor ne-
gro, la gran partida, el Ermitaño, matar
a Satanás, el Pikadon, el conflicto entre
165
el Rat Pack o el Inocente (aunque no es-
toy seguro de por qué mencionan al Ino-
cente en este momento) tendrá su aten-
ción inmediata. Ha bajado la ballesta.
—Entrad y sentaos. Tenemos cosas de las
que hablar.
Levanta una trampilla escondida bajo
rocas y plantas del desierto. Los escalo-
nes conducen a un búnker de dos habita-
ciones del tamaño de un autobús escolar.
Los libros se alinean en una pared, los
clásicos, todos escritos a máquina («De
memoria. ¿Habéis intentado encontrar
alguno de estos libros en Vegas? Por su-
puesto que no. Pero creedme, allí no es-
tán»). La pared opuesta está llena de es-
tantes con cientos de frascos de pastillas
y medicinas, y un par de cajas de vodka.
Varias ballestas hechas a mano de dife-
rentes diseños cuelgan de la pared: las
venderá si le ofrecen bastante, pero no le
interesan las fichas como pago.
En un banco de trabajo hay herra-
mientas y trabajos a medias, además de
una máquina de escribir. En una estufa
de parafina reposa una tetera que está
hirviendo. Es todo muy modesto. Sobre
la cama hay una tira cómica recortada de
un periódico, amarillenta y hecha jirones.
166
Raoul hace un gesto a las personae
para que se sienten en la cama y alre-
dedor de ella.
—¿Queréis un té? Tenemos cosas impor-
tantes que discutir y el té ayudará.
Preguntas sobre el doctor Raoul
¿Es Hunter S. Thompson? Solo si tú
quieres que lo sea. Hunter Thompson
iba a aparecer aquí, iba a desempeñar
el papel de Virgilio y luego pensé en
Charles Bukowski, pero ninguno de los
dos funcionó. Entonces me di cuenta
de que el problema era que el papel de
Virgilio no funcionaba y lo eliminé.
Lo que el médico sabe
El doctor no está al tanto de los últi-
mos acontecimientos en Vegas, pero
está interesado en conocerlos desde el
momento en que las personae llega-
ron a la ciudad. El doctor Raoul no es
miembro de la economía basada en la
información de Vegas. Le agrada hablar
de cosas. Es más, quiere, si eso conven-
ce a las personae, que lo ayuden en su
plan. Todo lo que les dirá es lo que él
cree que es verdad. Eso no significa ne-
cesariamente que sea cierto.
El Pikadon. «¡Ángeles! ¡Ángeles del
cielo! Heraldos del cambio. Embaja-
dores de la corte de luz. Emisarios de
la mano derecha en alto. Fuerzas espe-
ciales encargadas de la extracción del
alma», exclama el médico.
Los ángeles, explica, solo aparecen en
el Infierno en circunstancias muy espe-
cíficas: cuando un alma inocente ha sido
Alas Vegas
enviada aquí. Su trabajo no es rescatar
el alma, sino abrir una ruta para que el
alma encuentre su propio camino para
salir del Infierno. Es posible que las per-
sonae sean parte de la ruta. Sí, es una
misión de escolta. Aunque son poten-
cialmente tóxicos para él, Satanás es ca-
paz de obtener un gran poder de la pre-
sencia de inocentes en el Infierno y rara
vez es capaz de traer uno aquí. Por otro
lado, es probable que a Hades no le im-
porte que haya mortales e inocentes en
la otra vida equivocada.
El Ermitaño. El doctor sabe que el
Ermitaño es Hades, expulsado y forza-
do a vivir bajo tierra. «No hay forma
de saber hace cuánto tiempo, pero tal
vez miles de años. Lo cual es intere-
sante, porque nadie puede sobrevivir
mucho tiempo cuando los cinco prín-
cipes centran su atención en su perso-
na. Pero el Ermitaño lo ha logrado. Tal
vez no se tomen tan en serio lo de aca-
bar con él, quizá ya no lo vean como
una amenaza, o puede que esté reci-
biendo ayuda, patrocinio, protección
o algo de uno de ellos».
Fichas. «Almas atormentadas. Tan
simple como eso. Estáis jugando con el
dolor humano, amigos míos». No sabe
por qué algunas personas producen
más de una ficha/alma cuando mue-
ren (se explica en la página 146), pero
sí sabe que tiene que ver con lo cabrón
que fuiste en la vida.
La bala. El Doctor mira el cristal ne-
gro aterrorizado. «¡No toquéis eso! ¡Es el
mal!», grita. No, no puede convertirlo en
una bala para ellos, pero sabe quién lo ha-
ría. Solo un tipo de persona puede mani-
Alas Vegas
pular un objeto tan poderoso: un Inocen-
te. Y la presencia de un Pikadon indica
que hay un Inocente en la ciudad, o al
menos lo hubo recientemente. «Es posi-
ble que ya hayan llegado hasta él o ella»,
cavila refiriéndose a las fuerzas de uno o
más jefes de casino. Verás, por muy po-
derosa que sea, el alma de un Inocente, la
mera presencia de un Inocente, es tóxi-
ca para la esencia del Infierno, y estamos
recibiendo otro latido de ese tema de la
radioactividad que ha estado presente en
todo este asunto. Ese tipo de toxicidad
se puede usar como arma por aquellos
que saben cómo blandirla para modifi-
car las cosas. Y por lo que Raoul ha oído,
un Inocente tiene poder sobre las almas y
puede fabricar vuestra bala.
Huellas brillantes. «Es un rastro que hay
que seguir. ¿Por qué? No tengo ni idea.
Pero estad agradecidos porque la ayuda
gratuita es un bien muy escaso por aquí».
La naturaleza de Vegas. «Es una
metáfora, como toda la realidad. Tu
mente le da sentido filtrándola en
algo que entiende. Porque si pudié-
ramos ver la verdad que subyace en la
ciudad, tal y como la ven los lugare-
ños, todos estaríamos locos».
El té, por cierto, es interesante. Es
amargo, pero no desagradable, quizás
por la miel que el doctor Raoul le ha
añadido. Si alguien pregunta, el doctor
dice que lo hace con una planta del de-
sierto que crece cerca. Él también está
bebiendo, por si a alguien le preocupa
que lo haya envenenado.
La profecía de las arúspices. «Intere-
sante. He oído hablar de los arúspices,
167
supervivientes de los días de Hades, y
hablo en serio cuando digo que son vie-
jos». No sabe lo que podría significar la
profecía ni lo fiable que es.
Satanás y la muerte del Pikadon, la aber-
tura del cañón. «Satanás es un tipo duro,
pero no suele mostrar la mano tan abier-
ta. Mi lectura: necesitaba que el Pikadon
se quitara de en medio rápidamente por-
que amenazaba algún plan importante,
alguna operación que tiene en marcha
ahora mismo. ¿El abismo? Nunca había
oído que algo así pasara. Suena como si el
lugar se fuera a ir al infierno. Je, je, je, je».
Si las personae le preguntan qué
cree que está pasando en Vegas en este
momento, lo medita. Le suena a un
cambio de fase. No es que haya visto
uno, por supuesto, no muchos lo han
visto. Pero ¿se imaginan ellos que el In-
fierno se ha parecido siempre a Vegas?
Por supuesto que no. De vez en cuando
el paradigma se altera, la metáfora sub-
yacente cambia y el Infierno cambia de
forma. A veces viene con un cambio en
el equilibrio de poder: la realineación o
destitución de un príncipe demonio. Es
difícil saber si es algo que se dirige, si
es intencionado o si es solo la geografía
la que responde al cambio de dinámica.
Raoul no sabe nada del ascensor
negro, de lo que hay más allá, ni de la
gran partida.
—Nunca he hablado con nadie al respecto
porque no hay nadie con quien hablar. Na-
die vuelve a bajar, ¿sabéis? Pensad en eso.
Así que cualquier cosa que escuchéis es un
rumor infundado o una historia inventa-
da porque eso es lo que quieren que creáis.
168
La salida
Cuando terminen de hablar, el doctor
los acompañará a la salida. Fuera la luz
parece más clara, el mundo más cristali-
no y geométrico, los colores más inten-
sos, la percepción de sus sentidos más
rica y profunda, sus pensamientos más
agudos y sesgados, menos borrosos. Su
visión del mundo es más precisa, atra-
vesando las capas externas que normal-
mente colorean su pensamiento.
Si le preguntan a Raoul, sonríe. Por
eso vive aquí, dice. La influencia de la
ciudad enreda el cerebro e infecta la
conciencia. Cuanto más te alejas, cuan-
to más tiempo permaneces en el desier-
to, más libre se vuelve tu mente. O po-
dría ser el peyote en el té. Debería estar
surtiendo efecto ahora mismo. ¡Buen
viaje de vuelta a la ciudad!
Drogas del Infierno
El peyote es un alucinógeno natural que
contiene mescalina, y si las personae se
bebieron el té, entonces han tomado
una dosis considerable de esta droga.
El peyote de “Alas Vegas” no es peyote
real, que no crece en el desierto de Ne-
vada, pero esto no es Nevada. Esta mes-
calina es como la normal de las drogas.
Un dato acerca de la mescalina es
que las alucinaciones que produce a
menudo tienen un ángulo místico. Vi-
sualmente, puede ser como mirar a
través de un caleidoscopio fractal: las
cosas son puntiagudas, afiladas, refrac-
tadas, no muy diferentes a una carta de
tarot de John Coulthart. Pero el cere-
bro procesa estas señales de forma di-
Alas Vegas
ferente. En Vegas, eso significa que la
capa externa del artificio y la aparien-
cia se quita y el usuario puede ver las
cosas como realmente son. O posible-
mente puede proyectar sus creencias
y entendimiento encima de lo que su
corteza visual les está diciendo que está
ahí. O la visión de rayos X o el equiva-
lente farmacológico de una pantalla de
proyección, y no sabes cuál porque es-
tás ocupado con un ciego de la hostia.
¿Quién conduce?
Ojos nuevos
El viaje de vuelta a la ciudad parece du-
rar mucho. Posiblemente porque para
un observador objetivo el coche va bas-
tante lento. La mescalina, los efectos
de dilatación temporal, ya sabes. Ade-
más, ¿hay observadores objetivos en el
Infierno? ¿Y acaso importa que lo haya
escrito con I mayúscula hasta ahora? El
Infierno con I mayúscula implica una
versión ortodoxa de la mala vida des-
pués de la muerte, casi con toda segu-
ridad significa el Infierno Cristiano,
de la misma manera que ponerle una
C mayúscula a «cristiano», como acabo
de hacer, le da autoridad a la palabra,
y algo que las personas pueden haber
notado, ya sea hablando con la gente
o recordando quiénes eran, es que este
Infierno no respeta la fe. Hay gente de
todas y cada una de las denominacio-
nes aquí abajo. Agnósticos y ateos se
codean con hindúes, sijes, budistas y
todos los sabores de islamistas. Es un
público variado.
Alas Vegas
Lo que eso implica, si pueden en-
contrar a alguien que pueda explicar-
les la logística del lugar (y es probable
que sea el doctor Raoul, el Ermitaño o
Satanás, cuando lo conozcan, y de esos
el Ermitaño puede dudar un poco en
algunos detalles), es que si asumes que
te envían aquí por hacer cosas malas (lo
cual, dada la criticidad del Inocente,
parece probable), hay un código objeti-
vo, una lista de verificación o un algo-
ritmo para calificar tu alma que tras-
ciende los principios de las creencias
individuales o estructuras de creencias.
Tal vez Moisés y los israelitas, en sus
cuarenta años de vagar por un desierto
diferente, comiendo el maná que ellos
creían que su dios les había enviado (y
que podía ser la seta psicodélica Psiloy-
be cubensis), tuvo una visión o una co-
nexión con algo, una lista cósmica que
trató de dividir en diez normas senci-
llas: siete cosas que no debían hacer y
solo tres que sí; estas últimas se refieren
principalmente a los métodos de ado-
ración y al cuidado de sus padres. ¿Lo
hizo bien? ¿Y es un error y estás con-
denado, o puede una vida de obras de
caridad, respetando el día de descanso
y llamando a tu madre a diario com-
pensar esa cena que pasaste fantasean-
do sobre la pareja sexi de tu jefe?
Notad, por cierto, que nadie en el
Infierno menciona a Dios, o a dios, o
a cualquier otro poder superior aparte
de los seis que están merodeando aquí
abajo. Si Hades es real, entonces es po-
sible que los otros dioses griegos ten-
gan la misma realidad, y si es así, qui-
zás también haya espacio para todos
169
los demás. Tal vez todos son distin-
tas facetas de la misma cosa, distintas
caras de un poliedro de dimensiones
más elevadas de la esencia del ser del
que todos provenimos y al que todos
regresamos, la última D-infinidad de
todo y nada. Lanza los dados, a ver
qué te sale: ¿todo o nada? Sálvate de la
condenación eterna. Tal vez sea así de
arbitrario. Tal vez eso es el Infierno:
el azar, saber que nada es seguro, ex-
cepto lo que te esté sucediendo ahora
mismo, y solo irá a peor.
Mescalina, hombre. Una droga
infernal.
Un recuerdo muy importante
Ya hemos llegado al final de la parti-
da, y los entendidos habrán notado que
ya hemos quitado dos veces a las per-
sonae del escenario principal. Las cosas
serán muy diferentes cuando regresen
a la ciudad.
Así es como se supone que debería
ir todo: regresan a la ciudad, localizan
al Inocente, hacen la bala, se llevan al
Inocente con ellos (o no), intentan cru-
zar el cañón, descubren que tienen que
pagar por pasar, obtienen el pago, cru-
zan el cañón y aquí ya no hay vuelta
atrás. Entran en el laberinto, superan a
un guardián, se encuentran con un vie-
jo amigo, suben al ascensor y juegan la
partida con Satanás.
170 Alas Vegas

Esta no es la forma en que se llevará entender más acerca de quiénes eran

a cabo, inevitablemente, porque esa es y qué hicieron para llegar al Infierno.
la naturaleza de la narración interacti- Porque recuerda que la mayoría de la
va, y en cuanto hayas explicado cuál es gente se despierta en una habitación
el plan, este saldrá mal. Y algunas esce- de hotel. Solo los casos difíciles apare-
nas pueden ser más largas o más cortas cen en un agujero en el desierto. Hicie-
que otras, así que no te cortes y añade ron algo muy malo y todos están im-
o quita cosas para mantener la dura- plicados, y la otra implicación es que
ción deseada. El principal problema es murieron juntos o sus muertes estaban
el careo con el Presidente. Puede durar conectadas, de lo contrario, ¿por qué
dos minutos o más de una hora depen- estarían todos en la misma tumba?
diendo de cómo lo jueguen los jugado- Por lo tanto son tres conflictos, que
res. Hay mucho de qué hablar, muchos te proporcionarán al menos un Signi-
temas que resolver y algunas decisiones ficador en las cartas. No tengas miedo
difíciles que tomar. Después de todo, es de repartir hasta que salga uno. Mira,
la oportunidad de que las personae re- vienen algunos refuerzos, supongo que
diman sus almas inmortales, y no hay tienes que luchar contra ellos también.
que tomárselo a la ligera.
Hay un recuerdo particularmente
En definitiva: conoces a tus juga- importante, pero si se lo das directa o
dores mejor que yo. Si crees que van a indirectamente, depende de ti. Una o
entrar en la última habitación y gritar: más de las personae fueron las respon-
«¡Eh, Frankie, salud y pesetas8!» y a pe- sables de que el Inocente terminara en
garle un tiro, entonces deja suficiente el Infierno. Cómo sucedió, lo dejo en
tiempo para eso y haz un rápido resu- tus manos. A los jugadores se les puede
men. Si esperas que ellos participen en ocurrir algo mejor que a ti.
un discurso sobre el dualismo metafísi-
En realidad, depende de cuánto
co con el príncipe de las tinieblas, en-
confíes en tus jugadores.9 Si son bue-
tonces dales al menos una hora y repa-
nos narradores de historias, si les gus-
sa tu Tomás de Aquino porque pese a
ta improvisar, si les gusta la idea de fi-
lo que Bing Crosby pueda haber dicho
nales infelices y que sus personajes se
sobre él, Satanás es de la vieja escuela.
conviertan en unos canallas si eso les
Estamos a punto de llegar a una es- da una experiencia más memorable,
cena de acciones disputadas, con al entonces dales los ingredientes del giro
menos tres conflictos. Hay una razón final, pero déjalos que hagan la mezcla
para ello: el final se acerca a toda ve- ellos mismos. Si les gustan que les den
locidad, y por razones que quedarán las historias en bandeja, dales el flash-
claras más adelante, es importante que back con la misma claridad y sin ambi-
las personae tengan unos cuantos flash- güedades que si se tratara de una esce-
backs más, no para aumentar el núme- na cinemática de un videojuego.
ro de habilidades que tienen, sino para
8. N. de la T. En el texto original dice here’s mud in you eye, una expresión coloquial que se utiliza para hacer un brindis y cuyo origen no queda claro. Hay
quienes dicen que procede de los soldados estadounidenses de la I Guerra Mundial, y otros, a un pasaje del Nuevo Testamento, en concreto Juan 9:1-41,
donde Jesús cura a un ciego de nacimiento aplicándole barro en los ojos. Por lo que esta expresión sería una manera de brindar por la salud de alguien.
9. Ja.
Alas Vegas
Les queda una última oportunidad
para obtener este flashback, que los ju-
gadores pueden resolver por sí mismos.
Cuando llegan al piso superior del
Rueda, es lógico que alguien tenga ex-
periencia previa en el trato con el Dia-
blo, y supuestamente esa es la persona
que había hecho un trato con él cuando
todos estaban, ya sabes, vivos, por eso
el Diablo reconoció a uno de ellos al
final del segundo acto. Y ese flashback
debería ser aquel en el que esa perso-
na recuerde haber negociado con Sata-
nás lo que fuera y haber hecho un trato
que los condenara a todos al Infierno.
Incluyendo (y esto es importante) tam-
bién al Inocente.
¿Cómo puedes hacer que esto su-
ceda? Si alguien tiene un flashback de
la reunión o del trato con el Diablo en
cualquier momento de esta sesión, tú
harás del Diablo. Empieza directamente
con un poco de diálogo. Algo rápido,
solo unos intercambios de palabras, y
termina en cuanto se determine que las
almas de todos se estaban hundiendo.
No es necesario mostrar todos los deta-
lles. Podría ser algo así:
171
Jugador: «Necesito que todo este lío des-
aparezca. Necesito quitarme a la mafia
de encima».
Satanás: «Fácil. Tan simple como
que nunca le metas esa bala a Joey».
Jugador: «¿Puedes hacer eso? ¿Hacer
que nunca ocurriera? ¿De veras?».
Satanás: «En un abrir y cerrar de
ojos. Por el precio justo».
Jugador: «Te ofrezco mi alma, señor».
Satanás: (silencio)
Jugador: «Y las almas de mi equipo.
Son míos. También son tuyos».
Satanás: «Un puñado de almas man-
chadas no basta».
Jugador: «Pero es todo lo que tengo».
Satanás: «Tienes una hija», y ahí
paras, bam. No tiene por qué ser
una hija. Tengo hijas, por eso me
ha venido a la mente. Lo que mejor
te parezca.
Hora del día
Debe estar atardeciendo ahora, porque
las personae solo pueden entrar en el
ascensor negro a medianoche y tiene
que haber alguna presión del tiempo
sobre ellos en estas últimas etapas para
ayudar a mantener la tensión.
Ha dejado de llover.
172
EN LA CARRETERA
Si crees que irán muy justos de tiem-
po, esto es opcional. Pero estamos revi-
sitando deliberadamente algunas de las
acciones de las primeras tres sesiones,
así que este encuentro tiene un propó-
sito temático.
Cerca de Vegas, con las luces a la
vista y el haz de luz en la parte supe-
rior del Rueda apuntando a los cielos,
si eso es lo que son, el camino queda
bloqueado de repente por una hilera
de rocas, cada una tan grande como la
cabeza de una persona o más. Si pasan
por encima ellas, se cargarán la sus-
pensión del coche en el mejor de los
casos. El terreno por aquí es irregular;
demasiado rocoso para conducir fuera
de la carretera y rodearlo.
Si paran el coche y se bajan, los Per-
didos atacarán.
Estos Perdidos están mejor organi-
zados que los últimos y son más. Han
estado escondidos bajo el polvo al lado
de la carretera, con tuberías y ramas
como armas. Hay cinco o seis y, a dife-
rencia de las personae, no están en me-
dio de un viaje con mescalina.
Este puede ser un combate intere-
santemente deslavazado. Puede que ni
siquiera sea un combate si hay comida
en el coche que puedan lanzarles. Los
Perdidos no son psicópatas, homicidas
o malvados. Como algunas criaturas de
All The World’s Monsters, su alineamien-
to de juego de rol es «hambrientos».
Si no, las personae pueden simple-
mente atropellarlos. ¿Recuerdas el fi-
Alas Vegas
nal de Robocop, el momento con el ED-
209 y el lanzacohetes? Ahí no es donde
nos encontramos en la ruptura de este
guion y, en realidad, hay un momento
mejor y más satisfactorio para ese quie-
bro en particular que llegará más tarde,
pero, por otro lado, cuando el más allá
te da un Coupe de Ville descapotable
de tercera generación machacado, todo
parece un atropello en la carretera.
De vuelta en la ciudad
Estamos a punto de volver a la ciudad
y, con un poco de suerte, las personae se
habrán dado cuenta de que necesitan al
Inocente. Saben dónde está (sigue en la
habitación del hotel) y conocen el ca-
mino. Será un viaje interesante.
A medida que se acercan a la ciu-
dad pueden sentir su presencia psíqui-
ca abriéndose camino en sus mentes,
junto con la sensación de que algo fun-
damental ha cambiado, ha vuelto atrás.
Los edificios siguen aquí, pero parecen
diferentes. Tal vez sean las drogas, tal
vez el cambio de fase, pero es como si la
fachada, la delgada capa de yeso exte-
rior, se hubiera caído, revelando de qué
está hecho realmente el lugar.
Los edificios están hechos de gritos,
de agonía, de tormento. Almas retorci-
das, fundidas, mezcladas y moldeadas,
una aleación de lo peor de la humani-
dad, tu esencia deformada y mezclada
con el carácter básico de otro millón de
malas personas.
Es por los flashbacks. ¿Esos flashbacks,
esos momentos de tensión muscular,
los repentinos recuerdos de instantes
Alas Vegas
que desearías que permanecieran en-
terrados en tu mente? ¿No son siempre
los peores momentos de tu vida? ¿Ima-
ginas tener que vivirlos una y otra vez,
cada fragmento de tu existencia es aho-
ra cada recuerdo que lamentas o deseas
rehacer o borrar, y no solo el tuyo, sino
también el daño que causaste a todos
los que pasaron por tu vida, lo quieras o
no, para que entiendas el dolor y el su-
frimiento y la humillación y el odio y el
miedo que causaste porque tienes que
revivirlo también? Eso son las fichas.
Y luego coges eso y lo fundes para
que cada alma pierda su identidad y se
convierta en parte de una gran masa de
dolor causado y dolor recibido, arre-
pentimiento y odio hacia sí mismo,
anonimizado. Cada acto despiadado,
cruel, egoísta, codicioso e hiriente co-
metido por la raza humana, revivido
desde ambos lados de la acción, en un
ciclo interminable de tormento y sufri-
miento. Todo lo que sabes, todo lo que
siempre sabrás, es dolor y sufrimiento
y que es culpa tuya.
Y ahora las personae entende-
rán que sus muertes aquí son inevita-
bles: ellos morirán de nuevo porque la
muerte es inevitable y este será su des-
tino. Y la Gran Partida no existe para
darle a la gente esperanza o una sali-
da, sino simplemente para motivarlos
a que se jodan unos a otros por última
vez antes de que sus fichas caigan don-
de puedan. Y por eso aquí la gente les
dice que no recuerden demasiado, y
por eso los Perdidos se vuelven locos y
huyen al desierto. No porque lo hayan
olvidado todo, sino porque recuerdan
173
demasiado. Los recuerdos no te hacen
poderoso. Los recuerdos son un arma
en este lugar, pero un arma que te hará
daño toda la eternidad.
Y esto es el Infierno con I mayúscu-
la. Y ahora lo entiendes. Te advertí so-
bre la mescalina, ¿no?
Ir al Infierno
Cuando las personae vuelvan a entrar
en Vegas, deben recordar que se ru-
morea que esos chiflados han robado
ocho millones de almas. Para algunos
turistas, eso los convierte en héroes.
Para otros, los convierte en la posibi-
lidad de una jugosa recompensa y de
grandes favores del Bastos. Para los lu-
gareños son algo valioso. Por todo esto
deberían intentar viajar de incógnito,
lo que probablemente significa que-
darse en el coche.
Cosas que encontrarán de camino al
hotel del Inocente:
Cambió la geografía. El trazado de la
ciudad, nada previsible en el mejor de
los casos, ha cambiado. Es más difícil
conducir por los puntos de referen-
cia porque algunos de ellos han des-
aparecido. Algunas carreteras están
bloqueadas con escombros o coches
estrellados o multitudes. Si intentan
dirigirse hacia el norte, a través del
cañón hasta donde está el Strip (y pa-
recería más fácil si estuvieran condu-
ciendo hacia la ciudad), solo termina-
rán en el lado sur, y eso también ha
cambiado. Se rumorea que los casinos
del Strip siguen abiertos, o al menos
los neones siguen encendidos.
174
Confusión y pánico. Nadie sabe lo
que está pasando. Muchos de los nego-
cios que normalmente estarían abier-
tos tienen las persianas cerradas, y
esto ha llevado a la gente a la calle. Las
multitudes son impredecibles y blo-
quean los caminos.
Gente pidiendo monedas. La gente
mendiga o intercambia cualquier cosa,
desde un número ridículo de fichas
hasta actos de extraordinaria deprava-
ción a cambio de monedas. Parece que
nadie tiene monedas. Los lugareños
también exigen monedas, pero ofrecen
violencia a cambio. No le digas a las
personae por qué necesitan monedas a
menos que le pregunten en concreto a
alguien que esté en posición de saberlo.
El abismo. Solo verán el cañón ahora
si viajan concretamente hasta él, pero
es posible que quieran hacerlo. El ca-
ñón ha cambiado. Se ha inundado.
Ahora es un río oscuro, opaco y lento
que fluye hacia el oeste. Hay un hom-
bre con un bote, y ya volveremos a él.
Los lugareños buscan al Inocente. Todos
los bandos en esta lucha por el poder sa-
ben que hay un Inocente por ahí o de lo
contrario no habría habido un Pikadon,
y ahora que el Pikadon ha muerto, el Ino-
cente es para quien lo quiera. Pero nadie
sabe cómo es el Inocente, lo que significa
que cualquier turista podría ser el Ino-
cente. La única prueba es que el tacto del
Inocente es corrosivo para la materia del
Infierno. Así que los lugareños agarran a
los turistas y les hacen apretar las manos
contra la pared para ver qué pasa. Lo que
está pasando es que la mayoría de la gen-
te se rompe las muñecas.
Alas Vegas
Bandas de lugareños arreando a los turis-
tas. A medida que se acercan al hotel, se
encuentran con unos doscientos turistas
arrodillados en el suelo con las manos
sobre la cabeza, rodeados por seis o sie-
te lugareños que han sacado las armas.
Esta bloquea por completo la carretera.
Si intervienen, los lugareños intentarán
que se unan a los arrodillados. Se llama
control de masas: una situación empezó
a ponerse violenta, los lugareños inter-
vinieron para calmarla y no saben qué
hacer a continuación. Si los lugareños
reconocen a las personae, comienza una
persecución por las calles hasta que la
interrumpe otra banda de lugareños y
acaba en tiroteo. Sobre lo de…
Tiroteos entre lugareños. Esto puede re-
solver la situación con la multitud, si es
necesario resolverla: cuando grupos de
lugareños leales a diferentes casinos se
encuentran, se pelean. Lo que quedará
claro, si las personae se detienen a ana-
lizar la situación o preguntan a alguien
que lo sepa, es que se está convirtiendo en
una guerra de territorios por el control
de diferentes áreas de la ciudad y, lo que
es más importante, de los turistas que vi-
ven en ellas. Al igual que la ganadería en
el viejo Oeste, los casinos consideran a
sus turistas habituales propiedad y están
intentando protegerlos; o si se presen-
ta la oportunidad, se los roban a alguno
de los otros casinos. Un gran apostador,
dice un administrador de fondos de co-
bertura, valdrá más que un centenar de
turistas normales y corrientes, por lo que
también pueden encontrarse con lugare-
ños que escoltan a un gran apostador o a
un pez gordo a un lugar seguro.
176
Al igual que en el encuentro con los
Perdidos, úsalos con moderación y de-
pendiendo de cuánto tiempo tengas
para llenar. Además, no te cortes en in-
troducir los encuentros con personajes
del juego que las personae hayan cono-
cido en episodios anteriores, que pue-
den ser útiles o pueden pedir ayuda o
favores. Devolver llamadas, atar los ca-
bos sueltos, todo eso.
EN EL HOTEL
El mismo Inocente, la misma habitación,
aún traumatizado. Reconoce a las perso-
nae de la última vez, pero advierte que
en cierto modo han cambiado. «Ahora
veis lo que yo veo» es la frase clave que
no deberías pronunciar enseguida.
El Inocente todavía no tiene ni
idea de lo que está pasando, y hará fal-
ta persuasión para que haga cualquier
cosa salvo quedarse en la habitación y
tratar de dormir.
Hay dos cosas que las personae tienen
que hacer aquí. Necesitan que el Inocen-
te les fabrique la bala; y necesitan que el
Inocente los acompañe. Opcionalmente,
también deberían disculparse.
Fabricar la bala
El Inocente siente curiosidad por el
cristal, y no tiene miedo de él.
—¿Qué queréis que haga con él?
Lo devuelve y es una bala. Una .45
estándar, como si fuera de cristal ne-
gro. Tan pesada como antes.
Alas Vegas
Si la tocan con el arma, o con
cualquier otra arma, el metal se abre
como un orificio y la atrae hacia el
interior, cerrándose a su alrededor.
Ahora el arma está hecha de cristal
negro. Pueden hacer lo mismo con el
ojo de Belfegor, si lo piensan. Ahora
tienen dos balas y no hay suficientes
fichas para subir todos en el ascensor
negro. Jugadores, ¿eh?
Persuadir al Inocente
El Inocente no quiere salir del hotel.
No es una persona débil, pero tras ver
la versión del Infierno que el Inocente
ve, las personae deben estar agradeci-
das de tener la cabeza llena de mesca-
lina todavía.
Lo único que le interesará al Inocen-
te es: «Podemos sacarte de aquí», y a
estas alturas las personae ya deberían
haberse dado cuenta de que sería bue-
no hacer algo así. Si este fuera el tipo
de juego donde tenían una misión, en-
tonces esa sería su misión, pero no lo es
y esta no es su misión, aunque eso no
cambia el hecho de que sacar al Inocen-
te del Infierno es lo correcto porque la
única razón por la que el Inocente está
aquí es por algo que las personae hicie-
ron, y además elimina al Inocente del
terreno de juego y debilita principal-
mente a Satanás y a cualquier otra per-
sona que esté realizando una maniobra
agresiva ahora mismo.
El tacto del Inocente es corrosivo
para la materia del Infierno, como he-
mos dicho antes. Así que no te hagas
el listo.
Alas Vegas
Si el Inocente es asesinado
Trata de evitar que maten al Inocen-
te, pero si no es posible, entonces el
cuerpo no se transforma en fichas de
casino. En su lugar, el cadáver se con-
vierte en una media esfera del tamaño
de una naranja, formada por un me-
tal plateado que pesa una barbaridad.
Sea cual fuere el gran equivalente del
U-235, es este. Quema si la recoges y la
exposición a ella durante más de una
hora provoca náuseas, mareos, lesiones
cutáneas, pérdida del cabello, fallo or-
gánico y la muerte. Causará un daño
importante a cualquier objeto del In-
fierno que se haya usado como arma.
El cañón
El cañón ha cambiado. Se ha inundado,
ahora es un río que fluye negro y len-
to por la ciudad y que la divide en dos.
No hay puentes ni cables que lo crucen,
y la vieja guindola ha desaparecido. La
gente se aglomera en las orillas. Nadie
está nadando.
Hay un hombre con capucha y un bote,
parecido a una zodiac, con un motor fue-
raborda. Tiene ocho asientos más el del
piloto. Está cruzando a la gente, pero no
trae a nadie de vuelta. Cada vez que atra-
ca, se apresuran hacia el bote, pero él se
aleja de la orilla hasta que se calman. Si
las personae miran la próxima vez que su-
cede, empujan a alguien de la multitud, se
tambalea, se agarra al bote, falla y cae al
agua. Muchas manos se elevan desde aba-
jo, tirando de él hacia las profundidades.
Las burbujas que suben a la superficie son
cosas extrañas, deformadas.
177
De lo único que se habla entre la
multitud es de monedas. El hombre del
bote no transportará a nadie sin una
moneda. Las fichas no valen. Y nadie
sabe dónde conseguir una moneda.
Conseguir monedas
Las personae necesitarán una mone-
da cada una para pagar su pasaje a tra-
vés del río. Cualquier moneda de me-
tal servirá siempre y cuando sea o haya
sido reconocida como una unidad mo-
netaria válida en algún lugar. Hay un
par de lugares donde las personae pue-
den haberse fijado en monedas durante
los tres episodios anteriores. Las mone-
das siguen allí.
C Primero, un cajón en la mesa de
Nate contiene unos pocos dólares
de plata.
C Segundo, la oficina de las arúspices
tiene un frasco lleno de monedas.
Por desgracia, eso está ahora al nor-
te del río.
C En tercer lugar, el bote de propinas
del carrito de sopa de Martha con-
tiene algunas monedas de metal.
Hay una forma alternativa de con-
seguir monedas. Si una persona tiene o
recibe un flashback que incluya el cadá-
ver de otra persona, y el flashback in-
cluye monedas que se colocan en los
ojos o en la boca del cadáver, entonces
esa persona tiene ahora monedas en el
bolsillo. Dos como mucho, y este truco
solo funciona una vez.
178
Si no piensan en eso, hay alternati-
vas. Es posible que Martha se haya dado
cuenta del valor de las monedas de su
frasco y esté dispuesta a intercambiar-
las con gente que ella reconoce. Al-
guien en la multitud puede estar dis-
puesto a vender una sola moneda por
una cantidad ridícula de fichas, lo cual
está bien porque las personae deberían
tener una cifra ridícula de fichas. O,
como último remedio, el hombre del
bote puede reconocer a un miembro
del grupo (o, por alguna razón, puede
que lo reconozcan a él) y hacer un ges-
to a las personae para que suban a bor-
do. Es un hombre de pocas palabras, y
cuando digo «hombre» me refiero a un
lugareño, y cuando digo «pocas» me re-
fiero a ninguna. Si alguien le pregunta
si es el barquero Caronte y si esto es el
río Estigia y qué diablos está pasando,
amigo, esto es un lenguaje anacrónico y
su arquetipo fue reemplazado hace si-
glos, tal vez todo esto es una especie de
metáfora encarnada, él no responde.
El viaje
Parece que tardan mucho. El agua es
opaca, el sonido alrededor del barco
está amortiguado aparte del motor. Las
gotas de lluvia golpean la superficie y
se absorben solo con la mínima salpi-
cadura. Quien la mira no ve un refle-
jo de su propio rostro, sino de un ros-
tro de un recuerdo. Unas manos que se
elevan desde la superficie agarrarán a
cualquiera que toque el agua (es impo-
sible saber si las manos están unidas a
los cuerpos o si forman parte del pro-
pio río) y tratarán de arrastrarlo hacia
Alas Vegas
abajo. Cualquiera que desaparezca bajo
la superficie nunca reaparece.
Una persona por sí sola no puede re-
sistir el tirón de las manos, pero otras
pueden tirar para sacarla del agua.
Si se produce alguna pelea o dispu-
ta, recuerda que se trata de una zodiac,
un bote inflable rígido. Lo que se infla
se puede vaciar, así que ten cuidado.
Al norte del río
Este lado del río parece haber sufrido
más daños que el sur. La geografía está
visiblemente trasformada, el terreno
parece más irregular que antes, las su-
perficies de las carreteras negras están
agrietadas y fisuradas. El tráfico y los
coches brillan por su ausencia. Aquí
la gente parece más desorientada, sin
rumbo, como si estuviera perdida. Para
las personae, que los ven aún colocadas
de mescalina, tienen una cierta trans-
parencia, como si perdieran coheren-
cia. Muchos se agrupan alrededor de
la orilla del río, desesperados por re-
gresar, pero el barquero solo transpor-
ta pasajeros en un solo sentido. Otros
deambulan o se agrupan, hablando en
voz baja o gimiendo. No son fantas-
mas, son refugiados. Les han despojado
de sus certidumbres y están desarraiga-
dos. Buscan algo familiar.
Los casinos son conocidos. Las luces
brillantes del Strip aún parpadean en
modo atrayente y alargado por la lluvia.
Llegar allí es más bien un problema.
Las calles parecen haberse reorganizado.
180
Perrito bueno
Primer obstáculo: un hotel (el Trébol) se
ha caído de costado, bloqueando la ruta
al Strip. Las personae reconocen esta
ruta, es la misma carretera que llevaba
del Cornucopia al Strip, pero de alguna
manera ya no hace ese recorrido. Y, de
todos modos, está el hotel caído. El blo-
que ha conservado su forma rectangular,
es una pieza gigante de Tetris que hu-
biera caído del cielo. Hay un nuevo ca-
llejón con la parte superior del edificio
en un lado y el lado anterior de la calle
en el otro, de unos tres metros de ancho.
Parece que va en la dirección correcta.
A mitad de camino hay un perro en
las sombras. Uno grande. Tipo dóber-
man, del tamaño de un burro. Con tres
cabezas. Sin collar es imposible saber el
nombre, así que vamos a suponer que
se llama Cerbero.
Cerbero es un perro guardián, en-
cargado de saber quién puede pasar y
quién no. En realidad, no quiere dejar
pasar al Inocente porque los perros,
como sabes, notan cosas. Muchos gru-
ñidos y ladridos, y atacará si hace fal-
ta. Está bien entrenado y no les dejará
pasar. En esta fase, el Inocente quiere
quedarse con las personae. Se trata de
poner a prueba la lealtad.
Hay otros caminos: el camino lar-
go, el camino que pasa por encima de
la parte alta, el camino por los lados
del hotel y otros que se les ocurrirán.
No dejes que hagan el tonto con tru-
cos de obediencia canina o con peda-
citos de carne. Podrían ver si pueden
meterse en el subsuelo del Bastos y to-
Alas Vegas
mar la ruta del túnel directamente al
Rueda. O podrían matar al perro, aun-
que no será fácil. Aquí podrían perder
al Inocente, ya sea porque no ayuden a
su compañero a superar al perro, o por-
que ataquen al perro y acabe fatal. En
cualquier caso, se ha tenido en cuenta.
No creas que tienes que salvar al Ino-
cente si las personae no se molestan en
hacerlo. Déjalos vivir con las repercu-
siones de sus acciones. Es el Infierno,
después de todo.
Ruedas dentro de ruedas
El camino se ensancha más allá del ho-
tel derribado, pero la ruta ya no con-
duce directamente al Strip. Aunque las
personas utilicen las torres y el haz rojo
del pináculo del Rueda para orientar-
se y conducir hacia el centro, tienen la
sensación de que el camino directo ya
no existe, de que hay una ruta diferen-
te, más larga, más antigua, que hay que
recorrer para llegar al centro. Están re-
corriendo un laberinto creado a partir
de la geometría de la ciudad reorgani-
zada: un camino verdadero, con mu-
chos giros y vueltas.
Deja que lo recorran un rato, más allá
de los puntos de referencia que han visto
antes, creyendo que se acercan al Strip y
que luego se alejan de nuevo. Un labe-
rinto clásico. Y este puede ser un viaje
literal o figurativo, pero es necesario.
También es necesario recordar qué
habita los laberintos.
Por fin se acercan al Strip, pueden
verlo frente a ellos, el Rueda está justo
delante. El Strip parece desierto, pero
Alas Vegas
no lo está. Hay gente pero está apáti-
ca, desesperada, agónica. Se les ha qui-
tado la única pizca de esperanza. Los
casinos están abiertos, pero han de-
jado de pagar. La casa siempre gana.
Siempre. Cada mano es mala, cada
giro se alarga, cada tirada es un do-
ble uno. Las fichas fluyen en una sola
dirección. Y para los turistas que so-
ñaban con la gran partida, que arries-
gaban su suerte cada noche y perdían
porque creían que podían superar las
probabilidades, este es el fin de su es-
peranza. Esto es la condenación.
¿Lo llamamos magia? No parece
que haya una palabra mejor. Sea lo que
sea, contiene unas dosis importantes
de magia que afecta a las leyes de pro-
babilidad en toda la ciudad. Una cosa
es derribar unos edificios y otra muy
distinta es eliminar el único eje que
mantenía unida la cultura de toda una
sociedad. Quienquiera que haya hecho
esto quería acabar con Vegas aquí mis-
mo, esta noche.
Es probable que las personae no ha-
yan estado antes en el Rueda. Es la cuna
de los grandes apostadores, sin tragape-
rras ni mesas de póquer de cinco fichas.
Todo es nuevo y nítido, la iluminación
discreta, la disposición de las mesas y
las filas de tragaperras guían sutilmente
desde las puertas hacia la zona de apues-
tas altas en el centro y el pilar de obsidia-
na sin marcas que es el ascensor negro.
Está desierto. No hay nadie. Ni tu-
ristas en las mesas, ni crupieres. No hay
cadáveres, todo está vacío. Y aquí tam-
bién sienten la geometría del laberin-
to codificada en la arquitectura, el ca-
181
mino ritual que los lleva hacia adentro,
hacia adelante, hacia el centro.
Y hay un PAMP y un CRAC y una
máquina tragaperras que sale volando
hacia ellos a la altura de la cabeza. La
esquivan sin problema, pero quién po-
dría tener… Ah, hola, Bullneck. Tienes
buen aspecto para ser alguien al que vi-
mos muerto y en llamas la última vez.
Esa cabeza de toro y los cuernos, real-
mente quedan bien con esas cicatrices
de quemaduras, has creado un conjunto
que está en total sintonía con el nuevo
estilo de la ciudad. Una especie de apo-
calíptico-retro-mítico-chic. Y has im-
provisado un martillo a dos manos con
un trozo de hormigón en el extremo de
una barra de refuerzo. Bien por ti.
Vamos a pelear.
Bullneck está aquí para destruir. Con
él no se puede razonar porque no es ra-
cional, porque no hay ningún motivo
racional para que haya vuelto a la vida
como un minotauro, excepto que esto es
el Infierno y sigue sus propias reglas. Si
no, es posible que él o alguien poderoso
detrás de él haya averiguado lo que ha su-
cedido y lo que está pasando, y que haya
comprendido que es importante para su
plan particular que las personae no en-
tren en el ascensor negro. Incluso podría
ser Belfegor, el antiguo jefe de Bullneck,
que se ha dado cuenta de que en esta ciu-
dad de jugadores han jugado con él.
No creas que tienes que explicar la
situación a menos que lo necesites. Si
las personae le preguntan a Satanás
sobre Bullneck en unos minutos, él
niega saber algo.
182
No te pases con esta pelea. Si
las personae se ven tentadas a usar
el Arma con la Bala para detener a
Bullneck, es pasarse.
Al final, Bullneck cae y se queda así.
Todo está muy tranquilo aparte de la
música ambiental. El ascensor negro
está delante.
¿Es medianoche? Parece que es me-
dianoche y eso es suficiente.
Pulsa el botón
El ascensor es una columna negra des-
de el suelo hasta el techo, el mismo ne-
gro de las aguas del río o de las som-
bras de los lugareños. La luz se hunde
en él. Hay un botón. Si alguien con fi-
chas por valor de un millón lo pulsa,
una puerta se desliza y se abre en si-
lencio. El interior es del mismo color
negro, con luces empotradas en el te-
cho y espacio para unas doce personas.
Solo hay un botón, marcado con una
flecha hacia arriba. Púlsalo y la puerta
se cerrará. No hay ruido ni sensación
de movimiento.
Aquí guarda silencio. Déjalos ha-
blar, o no. Es un ascensor y esta es la
última oportunidad que tienen para
cualquier cosa ahora mientras se acerca
el momento. A ver qué dicen.
LA CIMA DE LA RUEDA
En el momento en que alguien dice:
«Esto tarda mucho», o algo parecido,
el ascensor llega a su destino. La pla-
taforma sobre la que están de pie (no
tiene paredes, no se dieron cuenta, o
Alas Vegas
las paredes han desaparecido) se eleva
suavemente en una habitación enor-
me bien iluminada, y se traba en su
sitio en el suelo. La habitación es cua-
drada y las paredes están inclinadas
hacia adentro para formar un punto
en el centro, directamente sobre sus
cabezas. Si miran desde aquí, ven un
túnel rojo elevándose hacia el cielo. Es
el haz de luz que han visto emerger de
la parte superior del Rueda, solo que
no es un haz sólido, es hueco.
Al otro lado de la habitación hay
un bar bien surtido y una gran mesa
de caoba, rodeada de sillas de cuero.
En un extremo de la mesa hay una
enorme rueda de ruleta. En el otro
extremo, impecablemente vestidos
con esmoquin y con vasos de cristal
sobre posavasos de oro frente a ellos, se
encuentran dos personas. Las personae
los reconocen. Uno es Satanás. El otro
es Patrick Dennis, el Ermitaño, Hades.
Bien, ¿las personae llevan al Inocen-
te con ellos? Si es así, Satanás da un
golpe en la mesa.
—Te dije que traerían al Inocente.
Venga, paga.
Hades hace una mueca y desliza una
sola ficha sobre la mesa. Si no llevan al
Inocente o murió por el camino, Hades
levanta una ceja a su compañero. «No
veo al Inocente con ellos. Te dije que
eran demasiado tontos para hacerlo
bien. Gano la apuesta». Satanás sonríe
arrepentido y empuja una ficha.
Parece que no fue solo a Belfegor a
quien engañaron.
Alas Vegas
Recapitulemos
Satanás y Hades sentados en un nido
de águilas, t-r-a-m-a-n-d-o. Han pasa-
do muchas cosas entre bastidores.
La partida larga: Los príncipes de-
monio han estado conspirando con-
tra Satanás y Satanás lo sabe. Tiene
que debilitarlos, pero no es lo bastante
fuerte para acabar con ellos si traba-
jan juntos. Así que durante milenios
los ha tenido peleando entre ellos y or-
ganizando cambios de fase ocasiona-
les para desestabilizar la estructura de
poder: la Venecia del Renacimiento, la
Corte del Rey Sol, Berlín en los años
20, y ahora el Vegas de los 70. Pero el
paradigma de Vegas se ha vuelto dema-
siado estable y es hora de un cambio.
Así que buscó al Ermitaño y le propu-
so un trato: un retorno a los valores
tradicionales, a un Infierno más pare-
cido al que todo el mundo espera, si el
Ermitaño se aliaba con Satanás.
Solo necesitaban sembrar la discor-
dia entre los cuatro príncipes, desesta-
bilizar el cómodo cartel en el momen-
to oportuno. La llegada del Pikadon
fue eso, lo estaban esperando. No pasa
a menudo, altera las cosas cuando ocu-
rre. Se programó un ataque con tres
frentes: hacer algo provocativo como
enterrar a la jefa de seguridad de un
casino en los cimientos del gran pro-
yecto de otro casino; matar al Pika-
don y usar el poder de la muerte para
forzar un cambio de fase; encontrar al
Inocente (y cuando te des cuenta de
que no puedes, buscar un puñado de
pringados desafortunados para encon-
183
trar al Inocente y traerlos a esta ha-
bitación, aquí mismo, ahora mismo).
El poder del Inocente se utilizará para
remodelar la ciudad y mantener a los
príncipes a raya. En cuanto a los prin-
gados, bueno, solo son turistas. Turis-
tas que Satanás conoce personalmen-
te porque hizo un trato con al menos
uno de ellos mientras aún estaban
vivos (ese flashback ya debería haber
ocurrido, pero no te preocupes si no
lo has hecho, todavía hay tiempo) pero
aun así, esto es un negocio.
¿Qué esperabas? Es Satanás. Lleva
haciendo esto miles de años. En primer
lugar, organizó la llegada del Inocen-
te al Infierno, ¿recuerdas? Sabía lo que
haría el Pikadon, llevar a las personae
a la habitación del hotel. Cada paso ha
sido coreografiado. Excepto uno.
Mientras tanto, Hades lleva escon-
dido milenios, desde que los nuevos
chicos incendiaron el Silver Cloud, o
lo que fuera en los viejos tiempos. Eso
es mucho tiempo para maquinar y tra-
mar, y Hades es más viejo, más sabio
y más astuto que Satanás. Por ejem-
plo, sabe exactamente lo que las perso-
nae tienen en el bolsillo. Y si crees que
Belfegor le guarda rencor por lo de su
ojo, imagina cómo se siente Hades: un
puñado de patanes llegan de una es-
tructura de creencias completamente
diferente (el monoteísmo, por el amor
de Dios) y convierten el lugar en esto.
Quiere recuperar su hogar.
184
Así que el robo de la cámara acora-
zada de Belfegor debajo del Bastos for-
maba parte del gran plan: eliminar una
de las fuentes de poder de Belfegor en
forma del cristal de alma negra. Pero
Satanás cree que se lo trajeron a Ha-
des para añadirlo a la reserva de poder
de este. Hades sabe exactamente lo que
pasó con él. Y Belfegor, bendito sea,
cree que pensó en el plan para disparar
a Satanás él solo y cree que Hades que-
ría que el cristal reforzara su fuente de
autoridad en la ciudad.
¿Qué quieren las personae? Vamos
a averiguarlo.
Lo último que quiero decir es que
esto podría salir de muchas maneras.
Voy a darte los objetivos de los distintos
participantes para la escena, un orden
en el que suceden los eventos y algunas
instrucciones para lo que ocurrirá si de-
terminadas cosas van en determinadas
direcciones. Más allá de eso, depende
de ti. Aquí hay finales buenos y malos,
y todavía es posible que las personae la
caguen, mueran, se conviertan en fichas
y sufran el tormento eterno.
Como Dealer, tu comodín es el Ino-
cente. Satanás no puede tocarlo, literal
o metafóricamente: su poder no domi-
na a quien no ha pecado. No le tiene
miedo (estamos hablando de un tío que
hace nada se ha cargado a un ángel con
un hotel) pero, en realidad, lo necesita
vivo. Si las personae deciden que alte-
rar el destino del Infierno y de todos los
que lo habitan es más importante que su
autodeterminación personal, entonces
matar al Inocente es una enorme posi-
bilidad. Llegaremos a eso más abajo.
Alas Vegas
Llega el momento
Estamos en la habitación. Si las perso-
nae aún no se han dado cuenta de que
el Ermitaño es Hades, entonces este se-
ría el momento de una presentación
formal, apretones de manos e invita-
ciones a una copa y todo eso.
Satanás y Hades están encantados
de explicar/alardear si las personae
preguntan qué es lo que está pasando,
pero no se enredan en la exposición. La
mayoría probablemente se sorprenderá
de ver a Hades allí.
—Ah, sí —dice Satanás—. Todo el mun-
do se pone nervioso en cuanto los cua-
tro riñen entre ellos, los cuatro palos que
forman la ciudad. Todo el mundo olvida
a los dos jokers.
No puntualiza que un mazo de tarot
no tiene jokers; a Satanás no le gusta
que discutan sus analogías.
Hades está complacido; Satanás está
o jactándose o muy cabreado, depen-
diendo de si el Inocente también ha ve-
nido. El punto importante que hay que
aceptar es: han utilizado a las personae
y el hecho de que estén allí es su recom-
pensa por ser buenos mensajeros.
Alas Vegas
Las vistas
Antes de llegar al quid de la cuestión,
hablemos de las vistas. Las paredes de
la habitación son de cristal negro y es
posible ver toda Vegas desde aquí. Los
enormes letreros de neón todavía titi-
lan, pero, sin duda alguna, la geografía
ha cambiado. Los grandes círculos de la
ciudad son más evidentes. Todo arde, o
posiblemente el fuego es ahora la na-
turaleza de las cosas. El río se extiende
desde lugar indeterminado a otro, un
tejido negro. Se escuchan estallidos y
sonidos de disparos muy débilmente.
Esto es lo que quieren los
distintos participantes
Las personae probablemente quieran
jugar la partida y salir del Infierno,
como se ha anunciado.
Si tienen una pizca de decencia o
sentido común, querrán llevarse al Ino-
cente con ellos. Esto podría ser muy im-
portante para ellos o un extra opcional.
Si consideran que el Inocente no es más
que una baza para negociar su oportu-
nidad de escapar, bueno, que les den.
Son bestias. Si no han llegado a un esta-
do donde estén listos para la redención,
reconociendo la injusticia de sus peca-
dos y pidiendo perdón y estando listos
para seguir adelante, entonces no solo
no están listos narrativamente para el
final feliz, sino que son exactamente el
tipo de imbéciles libres de conciencia
que Satanás quiere en su ejército.
185
Algunos decidirán que les gusta esto
y quieren quedarse. Es posible que quie-
ran hacer un trueque con algo que tienen
(el ojo, la bala o el Inocente) por un as-
censo. Eso pondrá las cosas interesantes.
Satanás quiere al Inocente. En reali-
dad, le da igual si las personae salen o se
unen a su ejército, pero quiere resolverlo
muy rápido porque tiene una guerra civil
que librar y la metáfora central de un pla-
no metafísico a la que darle forma.
Aunque no lo dirá en voz alta, Ha-
des quiere que le disparen a Satanás.
El orden de las cosas
Esto es lo que probablemente sucederá.
C Exposición.
C Explicación de la partida y la natu-
raleza de la apuesta.
C Un contratiempo con el Inocente.
C El arma se puede disparar.
C La partida se juega.
C Repercusiones.
Exposición
Es probable que las personae tengan
preguntas que hacer. Satanás y Hades
darán algunas respuestas (a todos les
gusta regodearse) pero no entorpe-
cen el ritmo. Permite que las personae
vean el panorama, pero no permitas
que lo estudien con detalle. Satanás
en particular quiere seguir adelante.
La ciudad está en guerra, él quiere al
Inocente y volver a los negocios. No
tiene tiempo para discutir.
Pero un trato es un trato, y tiene que
cumplir su palabra sobre la Gran Partida.
186
La partida y la apuesta
—Bien —dice Satanás—, juguemos. El
juego es el blackjack. Las reglas de la
casa. Una mano. Si ganáis, os vais de
aquí, un pase libre. Si la casa gana, me
pertenecéis. Bueno, se podría decir que
ya sois míos, pero si gano, venís a traba-
jar para mí. Borramos esos recuerdos in-
cómodos, conseguís un ascenso y os que-
dáis aquí. Puedo usar a gente que haya
demostrado que tiene una mente rápida
y aptitud para la violencia.
Belfegor también nos ofreció un traba-
jo. «No seáis idiotas. Belfegor trabaja
para mí, pero ha elegido olvidarlo por
el momento. ¿Por qué trabajar para un
vicepresidente cuando podéis estar a
las órdenes directas del Presidente?».
El tema de la apuesta está a punto
de surgir y probablemente las perso-
nae pondrán el ojo de Belfegor sobre la
mesa como si fuera una especie de as en
la manga. Satanás lo mira.
—¿Qué es eso?
El ojo de Belfegor. Te manda saludos.
«¿Ah, sí? ¿Lo hace ahora?». Se mueve
en su asiento. Hace falta mucho para
que Satanás parezca incómodo, y el
momento no dura.
Es nuestra apuesta, evidentemente.
«Ah, vale, lo entiendo. No, ha habido
un error. El millón de fichas os trae a la
habitación, solo eso. Es una prueba de
valía. Cualquiera que pueda reunir un
millón es la clase de persona que quiero
conocer, y no me habéis decepcionado.
Vuestra apuesta real es algo más rara.
Alas Vegas
»Lo que tenéis que traer a la mesa
es vuestro ser, todos los pedazos de
vuestro pasado que habéis reunido des-
de que llegasteis aquí. Si sabéis quié-
nes erais y por qué estáis aquí, eso es
lo que apostáis. Yo gano, por tanto me
lo quedo. Lo dejamos todo a cero, no
hay recuerdos difíciles de ser humano
ni acciones pasadas incómodas, os con-
vertiréis en la esencia pura de vuestro
potencial. Y luego trabajaréis para mí.
Pero no quiero ningún rompecabezas.
Solo imágenes completas».
Por si no lo han entendido, les está
ofreciendo la oportunidad de conver-
tirse en lugareños de alto rango dentro
de su organización. Entonces, ¿es me-
jor reinar en el Infierno que arriesgarse
a una salida incierta? Es decisión suya.
Pueden discutirlo. Deja que suceda.
Lo que Satanás está pidiendo es la
historia de una persona: una narración
autocontenida de quiénes eran y por
qué están en el Infierno, reconstruida
a partir de sus recuerdos.
Puedes jugar esto de dos maneras,
dependiendo de cómo les vaya a las
personae en ese frente: puedes exigir
que sea una historia por cada uno de la
mesa; o puedes decir que una narración
completa es suficiente para el grupo,
sobre todo si es la narración del per-
sonaje que hizo el trato con el Diablo
cuando estaban vivos.
Ambos enfoques tienen sus ventajas
y tú debes elegir dependiendo de lo que
tu grupo quiere y se merece. Llevar a
todo el grupo a la mesa probablemente
funcionará mejor si no los ha acompa-
Alas Vegas
ñado el Inocente, de lo contrario el jue-
go terminará con un enorme hilo pen-
diente. Por otro lado, hacer que cada
uno de ellos se gane su asiento es bueno
porque deja a unos cuantos atrás para
que jueguen la partida final con Sata-
nás, Hades y el arma, si es que no he-
mos llegado a eso todavía.
De todos modos, tienen que contar-
le a Satanás su historia y él juzgará si
es bastante buena para una apuesta. No
seas demasiado estricto; quieres que al
menos alguien salga vivo. No todos tie-
nen que contar una historia, evidente-
mente. Pero los que aprueban se sien-
tan en la mesa grande. Hades les ofrece
cócteles. Prepara uno sencillo. Semillas
de granada otra vez. Pista, pista.
Un error inocente
Mientras esto sucede, hay un proble-
ma. El Inocente se pone histérico por-
que no puede recordar y por lo tanto
no tiene nada que hacer, y no es un jue-
go donde puedas prestarle unos recuer-
dos a alguien.
¿O sí? Las personae pueden intentar
que el Inocente recuerde lo suficiente
de su vida para poder apostarla dicién-
dole qué recuerdos comparten. Esto lle-
varía inevitablemente, si es que no ha
pasado ya, a que una o más personae se
vean forzadas (mediante las preguntas
del Inocente) a admitir que ellas son la
razón por la que él está aquí abajo.
Exprime esto tanto como puedas.
Haz que sea difícil y doloroso para
las personae. El Inocente no va a reso-
plar, a sonreír con valentía y a decirles
187
que no pasa nada, que lo entiende. El
Inocente no va a perdonar. El Inocen-
te aúlla con una traición inconsolable
y angustiosa. El Inocente no quiere un
abrazo. El Inocente os odia. El Inocen-
te quiere alejarse de estos monstruos. El
Inocente solo quiere irse a casa y ahora
el Inocente sabe que no puede, y es todo
culpa suya y pensaba que eran sus amigos.
O, ya sabes, sus padres o algo así.
Es completamente posible, por su-
puesto, que una persona que le cuen-
te a Satanás su historia pueda incluir
detalles sobre el Inocente que este no
está listo para escuchar. Pero no hay
suficientes detalles para hacer una
apuesta inicial.
Por este motivo, Satanás está senta-
do petulante, porque sabe que no fun-
cionará. El Inocente no tendrá sufi-
cientes recuerdos para hacer que salga
bien. Y no hay forma de que Satanás
deje que el Inocente se vaya.
Satanás no ha pensado en todo
Satanás no ha pensado en todo.
¿Las personae han tenido un flash-
back donde muere el Inocente? Espero
que no. Si no es así, el Presidente les dice:
—¿Aún no lo entendéis? Esta no es
un alma ordinaria. Solo podéis volver
a entrar en la rueda kármica o donde
sea que la gente vaya cuando se va de
aquí… Y solo podéis hacer eso si estáis
listos, y para estar listos, tenéis que
estar muertos. Y [el Inocente] no ha
muerto todavía. Ese es el asunto, idio-
tas. Me lo disteis vivo. Y los vivos no
pueden salir del Infierno.
188
—Eso es lo que él se cree —dice Ha-
des en voz baja.
Porque si alguien sabe algo acer-
ca de traer gente viva al Infierno o de
darles un camino de regreso a casa, es
Hades. Si las personae no logran dar
el salto mitológico por sí mismas, pue-
de que tengas que explicárselo: el mito
de Perséfone, a quien Hades arrastró a
su mundo inferior, cuya liberación fue
negociada por Zeus, pero que se había
comido seis semillas de granada mien-
tras estaba bajo tierra y, por lo tanto,
se veía obligada a regresar durante seis
meses al año. Bien, Perséfone era más
que mortal, era una diosa de bona fide,
y no ha venido desde hace eones, pero
aun así, Hades conoce los caminos de
entrada y salida.
Hades puede enviar al Inocente a
casa, si se le persuade.
Por otro lado, si las personae han te-
nido un flashback recordando la muerte
del Inocente, lo han matado o lo han
dejado morir, entonces es simplemente
una cuestión de Satanás, que se niega a
dejar que el Inocente juegue la partida
porque el Inocente no tiene nada que
hacer; y Hades dice que, si fuera por él,
lo dejaría jugar.
Sacan el arma
Satanás cree que es una broma. Hades
puede, si así lo cree, informarle de qué
está hecha la bala. Dando por sentado
que el arma esté cargada con ella, por
supuesto. Hades cree que sí.
Alas Vegas
Si disparan a Satanás
Es muy posible que disparen a Satanás
en algún momento. Vamos, ¿cuántas
veces puedes responder a la pregunta
«¿Qué hiciste anoche?», con «Le dis-
paré a Frank Sinatra, el Rey del Infier-
no, con una bala hecha de once millo-
nes de almas».
Si esto sucede, Satanás se mueve in-
creíblemente rápido, pero no lo sufi-
ciente. La bala le da en el ojo. La ma-
teria oscura explota desde la parte de
atrás de su cráneo, salpicando el papel
pintado a su espalda. Por un segundo el
mundo se queda quieto y se puede ver
directamente a través del agujero de su
cráneo, lo bastante ancho para meter el
puño. Se desploma en el suelo, tirando
su cóctel sobre la mesa.
Su puño se cierra por reflejo tres ve-
ces y permanece así. Gime y murmura
algo en un lenguaje que nadie identifi-
cará como arameo antiguo.
—¿No estás muerto, viejo? —dice Ha-
des—. Por supuesto que no, aunque estés
tan débil por la lucha con un ángel. No
puedes destruir al mal disparándole en la
cabeza. Pero ahora te dormirás, y cuan-
do despiertes, este lugar estará bajo una
nueva dirección. Gracias amigos míos,
habéis hecho muy bien vuestra parte.
Si se le pregunta, explica que este es
el plan que ha estado tramando durante
miles de años, desde que fue expulsado al
principio. Ha construido su red de agen-
tes y su fuente de poder de almas des-
pacio y con esmero, esperando una inte-
rrupción como la llegada de un Inocente
para poner las cosas en movimiento.
Alas Vegas
—Cuando llega un Inocente, no solo
viene un Pikadon también (el ángel
fue enviado para mostrarle el camino
de regreso, si es que no lo habéis ave-
riguado), sino que la gente que lo en-
vió aquí en primer lugar tiene que ve-
nir también. La gente así tiene poder. Y
una oportunidad de redención, si así lo
desean. Si vosotros lo deseáis.
Si disparan a Hades
Eso también podría pasar. A la gente
no le gusta descubrir que les han uti-
lizado. Hades es más viejo y más débil
que Satanás, y las personae pueden te-
ner una segunda bala.
La bala le arranca la cabeza. Se cae
y se queda en el suelo. Satanás, si to-
davía está con nosotros, está cabrea-
do: ha estado confiando en la fuente
de autoridad oculta de Hades para
completar su cambio de fase y mante-
ner a los príncipes demonio en su si-
tio. También porque el Inocente está
ahora histérico y gritando, lo que no
ayuda a nadie a pensar.
Tienes la impresión de que a Sata-
nás le gustaría mucho matarlos a todos
ahora mismo. Pero un trato es un trato,
así que hagámoslo.
Si matan al Inocente
¿Con el arma? La bala lo destruye. Lo
convierte en subátomos. No queda ab-
solutamente nada. Esto molestará a
casi todos en la habitación.
189
Si asesinan a Satanás,
segunda parte
Hades mira los restos.
—Vinisteis aquí a jugar una partida,
lo sé —dice—, y ahora el crupier está
muerto. Qué lástima. No soy crupier,
pero tengo la capacidad de jugar una
partida a mi manera, y os debo un favor
por ayudarme. Los términos son los mis-
mos que los de la antigua administra-
ción, pero las probabilidades cambian.
Jugar por el placer de jugar; si ganáis,
seguís adelante y si perdéis, venís a tra-
bajar para mí, a construir el nuevo in-
framundo. ¿Qué me decís?
Esto es lo que pasa si juegan
la partida contra Satanás
Uno contra uno. Satanás reparte, la
casa lleva ventaja. Usa su propio ta-
rot. Es... No querríais mirar los dibujos
muy de cerca. Sobre todo si aún estáis
colocados de mescalina.
Es una mano de blackjack de casino
o veintiuno, jugado con cartas de tarot
como antes.
No hay comodines. Aquí la habili-
dad cuenta poco.
Esto es lo que pasa si ganan
Desaparecen en un rayo de luz, verti-
calmente, hacia arriba en el cilindro de
luz que se alarga hasta el cielo. Ahora
están en otra parte y esa ubicación no
está dentro del ámbito de este juego.
La atención cambia a cualquier perso-
na que quede en la habitación.
190
Esto es lo que pasa si pierden
Sienten un calor terrible que les atra-
viesa, un calor purificador que les lim-
pia como si estuvieran bebiendo lejía.
En cierto modo es bueno sentir que te
despojan de cualquier sentido, deján-
dote como una vasija vacía para que la
llenen con un nuevo propósito. Siguen
siendo ellos mismos, pero su yo ha de-
jado de ser importante. Esta nueva for-
ma de ser, que sustituye la ética con la
potencia, es poderosa. No hay nada que
les impida girar el dial de su personali-
dad hasta cabrón integral.
La luz negra del ascensor parpadea.
Aparece un nuevo botón de destino: el
sótano. (El ascensor nunca deja salir a
nadie en la planta baja). Ellos saben a
dónde tienen que ir.
Entran y se van.
Esto es lo que pasa si juegan
la partida contra Hades
—La casa hace honor a sus ventajas —
dice Hades—, pero yo nunca me creí la
metáfora del casino. No entiendo estos
juegos, solo son complejidad cubierta con
capas de azar. Despojémoslo de lo esen-
cial y confiemos en el destino. El Inocen-
te puede irse. Aquí ya no tiene sitio.
Puf, se ha ido.
—Vosotros, sentaos. —Saca el mazo de
tarot de Satanás—. Nombrad cada uno
una carta. Algo personal.
Es probable que elijan sus Significa-
dores. Eso espero.
Alas Vegas
—Bien. Ahora le daré una carta a cada
uno y veremos lo que sale.
Seguramente protestarán porque
es muy injusto, que las probabilidades
son mucho peores que las ofrecidas por
Satanás, que se merecen algo mejor.
Hades escucha con calma, asintiendo
con la cabeza de vez en cuando. Luego,
sin ningún problema, reparte una carta
a cada persona.
¿Injusto? Tal vez. Puedes jugar di-
rectamente si quieres, y dejar que las
cartas caigan donde puedan. Lo hici-
mos en la prueba de juego, y apareció
un Significador y fue increíble. O pue-
des adelantar dos páginas hasta el capí-
tulo escrito por el espléndido mago de
la prestidigitación, Sean Smith, que te
enseñará cómo forzar un robo de car-
tas. He mencionado antes que Gary
Gygax dijo que un buen maestro de
juegos solo tira los dados por el ruido
que hacen, y qué ruidos más maravi-
llosos hemos hecho hasta ahora. Sería
una pena que el último fuera un petar-
do húmedo.
Independientemente de cómo deci-
das resolver este último giro de carta,
debes jurar por la noche de tu muerte
que fue completamente al azar.
Alas Vegas
Esto es lo que pasa si pierden
Hades los mira bajo una nueva luz.
—Ahora trabajáis para mí —dice—. To-
davía no tengo mucho personal a tiem-
po completo. De hecho, vosotros sois gran
parte del equipo. Así que estáis a cargo de
mis trabajadores, que son los que he he-
redado de nuestro expresidente. Id abajo,
dadles la noticia de que el nuevo rey ha
sido derrocado por el antiguo rey, y hay
un montón de príncipes rebeldes que ne-
cesitan ser sacrificados antes de que se les
ocurran ideas. Suerte con ello.
La puerta del ascensor se abre silen-
ciosamente, el botón al sótano está ilu-
minado. Mucha suerte.
191
Esto es lo que pasa si ganan
Algo cambia. Están sobre la ciudad, so-
bre el Rueda, en una habitación redon-
da hecha de luz roja. No tiene techo y
una estrecha escalera de caracol sube y
sube alrededor de la pared, en el sen-
tido de las agujas del reloj. Debajo de
ellos, la ciudad arde. Pueden ver la ha-
bitación de la cima del Rueda, donde
Hades está sentado a la mesa, barajan-
do las cartas. No mira hacia arriba.
Sobre ellos, la columna roja se ex-
tiende hacia el interminable cielo ne-
gro azabache. Las estrellas los miran,
implacables. La escalera llega a lo que
podría ser el infinito. Pero en su cénit,
el punto de fuga donde todo se une, tan
pequeño y tenue como una estrella al
otro lado del universo, está la luz.
- FIN -
Igualar la apuesta, por Sean Smith
Igualar la apuesta
FORZAR UNA SOLA CARTA
SEAN SMITH
Todos somos jugadores de rol experi-
mentados. Para ser justos, si no lo eres,
no tengo ni idea de cómo te las has
arreglado para superar los tres prime-
ros actos. Todos hemos oído la historia,
probablemente hasta nosotros mismos,
sobre ese momento en el que solo ne-
cesitabas conseguir un veinte natural
para derribar al <insertar antagonista
aquí>, cómo agitabas (soplabas) el dado
y lo tirabas sobre la mesa para ver un 20
mirándote a la cara, y la manera en que
la mesa gritaba de alegría y asombro.
Eso era imposible (bueno, veinte a uno)
que sucediera.
Esa no es una historia convincente.
¿Y por qué seguimos contándola?
Las emociones en la historia son
muy fuertes. El hecho de que hayas en-
frentado el riesgo y hayas salido ven-
cedor es muy emocional. Es ese senti-
miento lo que te obliga a compartirlo.
Es la historia de una apuesta enorme.
¿Y qué es más temáticamente perfecto
para “Alas Vegas” que terminar con un
subidón de apuestas? ¿Y no sería fan-
tástico si pudieras asegurarte de que
tus jugadores contaran una historia así?
193
Por cierto, ¿quién es este tío?
Hola, amigos. Soy Sean Smith y soy
adivino y mago, algo que llevo estu-
diando desde hace más de quince años
y ejerciendo de forma semiprofesional
durante los últimos siete.
Me han importado las historias du-
rante mucho más tiempo. El primer
vídeo de mi hermano tiene la banda
sonora constante de mí contando una
historia. Una historia sobre dinosau-
rios, nada menos.
Os voy a enseñar cómo aseguraros
de que vuestros jugadores cuenten esa
historia de ganar contra todo pronósti-
co. Os voy a decir cómo forzar la apari-
ción de una sola carta.
Voy a dar por sentado que no te-
néis ningún conocimiento sobre ma-
gia de cartas. De hecho, probablemente
es mejor que nunca hayáis estado en la
misma habitación que un libro de ma-
gia. Será mucho más fuerte cuanto me-
nos parezca un truco. Me acusarían de
hacer trampas si lo hiciera; vosotros no.
Voy a compartir dos métodos: una ver-
sión básica y una versión intermedia.
194
¿Qué estoy
intentando conseguir?
Al final del último acto, cuando las
personae juegan la partida con Hades,
vas a asegurarte de que ganen. Uno de
los jugadores nombrará una carta que
es importante y tú le darás esa carta.
Es muy probable que nombren a su
Significador. De hecho, esto solo fun-
cionará si nombran a su Significador.
Pero aun así, si nombran cualquier otra
carta y en su lugar se les reparte su Sig-
nificador, eso también es interesante
desde el punto de vista narrativo.
Pero primero, la preparación
En algún momento durante el acto,
tienes que asegurar uno de los Sig-
nificadores de los jugadores. La car-
ta tiene que estar en el mazo de tarot
durante el acto para que las personae
puedan tener flashbacks reveladores,
y después de que haya aparecido en
el juego un Significador, tendrás que
asegurarte de que la carta acaba en la
parte inferior del mazo.
Esto se hace asegurándote de que el
Significador está encima de las cartas
boca arriba mientras las recoges y lue-
go colocas toda la pila en la parte infe-
rior de la baraja.
Es importante mantener la carta ahí.
Esto es superfácil si estás barajando
las cartas (ver la página 40). Después de
cortar la baraja, asegúrate de dejar caer
primero la primera carta de la parte in-
ferior. Repite esto cada vez que barajes.
Alas Vegas
Si estás haciendo la mezcla en mano,
mantienes la carta inferior en su sitio
presionando la punta de los dedos con-
tra la parte inferior de la baraja mien-
tras sacas la mitad inferior de las cartas
para barajar hacia arriba. Si eso no fun-
ciona mientras practicas, mira un vídeo
para asegurarte de que estás hacien-
do la mezcla de manos correctamente.
En cualquier caso, esto se conoce como
«retener las cartas de abajo» y también
se pueden encontrar algunos vídeos.
Tres cosas más. En primer lugar, in-
cluso si aparece otro Significador, no
sueltes el que ya estás controlando.
En segundo lugar, tendrás que poner
las cartas en el centro o en la parte su-
perior de la baraja cuando las recojas
luego. Por último, no podrás cortar las
cartas sin perder la carta controlada en
el centro, así que evita hacerlo en cual-
quier momento del acto.
El método básico
Recapitulemos. El Significador de una
persona está en la parte inferior de la
baraja. Es la persona a quien Hades in-
vita a jugar su partida.
Pide al jugador que corte las cartas
aproximadamente por la mitad. Des-
pués de hacerlo, recoge las cartas que
quedaban (que contenían la carta infe-
rior original) y coloca esta mitad sobre
las cartas que habían cortado. En un
ángulo de 45°. Esto te permitirá reco-
ger la mitad superior en el punto exac-
to donde se hizo el corte, aunque por
supuesto quiere decir que el Significa-
dor está en la cara de esa mitad.
Igualar la apuesta, por Sean Smith
Bien, si revelaras esto inmediata-
mente, no engañarías a nadie. En vez
de eso, tendrás que esperar antes de re-
velar la carta. La manera de hacer esto
es pedir que el jugador corte las cartas,
luego Hades comparte su juego dife-
rente y el personaje decide sobre una
carta. Como Dealer, deberías animar
al jugador a elegir su Significador de
la manera más sutil que puedas. Des-
pués de todo, es la carta más importan-
te para el jugador.
Después de nombrar la carta, Hades
le da la vuelta a la mitad superior de la
baraja y le muestra el Significador.
Si quieres ver un vídeo de esto, se
conoce como forzado de corte trans-
versal. Con cartas normales, las cartas
se colocan en un ángulo de 90°. Con
cartas del tarot, te interesa colocar las
cartas en diagonal para ayudar a sem-
brar la ilusión visual. Y no hace falta
decir que esta acción debe parecer to-
talmente natural. No quieres que pa-
rezca algo efectista o magia. Si necesi-
tas saber qué evitar, hay un episodio de
The IT Crowd (Los informáticos) donde
Jen sale con un tío que parece un mago.
Evita eso a toda costa.
Método intermedio
Una vez más, recapitulemos. El Signi-
ficador de un jugador está en la parte
inferior del mazo. Es la persona a quien
Hades invita a jugar su partida.
A diferencia de la versión básica,
quieres que Hades comparta su juego
antes de comenzar el proceso, pero no
hagas que el jugador elija su carta toda-
195
vía. Todavía te interesa animarlos a que
escojan su Significador, pero no debería
ser tan difícil. Una vez más, es la carta
que está más conectada con su persona.
Lleva las cartas a la posición para
una mezcla en mano, y barájalas rápi-
do mientras retienes el Significador en
la parte inferior. Esta forma de barajar
normal crea esa escena de que todo es
normal. Si por el contrario has estado
barajando las cartas como Dealer, el
hecho de que esto ocurra en las manos
de Hades justifica la diferencia.
La segunda vez, quitarás toda la mi-
tad inferior del mazo para barajar, in-
cluido el Significador. Baraja con nor-
malidad hasta que llegues al final del
mazo, luego aumenta ligeramente la
presión sobre el mismo entre los dedos
y el pulgar en los extremos. Esto signi-
ficará que cuando saques las cartas de
la parte superior del mazo con el pul-
gar de la mano receptora, solo sacarás
una carta a la vez. También significa-
rá que la carta que antes estaba la par-
te inferior del mazo pasará a la parte
superior. Esto se conoce como running
cards si quieres buscar un vídeo.
Si conoces un corte falso sutil, tam-
bién puedes usarlo aquí.
Pon las cartas sobre la mesa. El Signi-
ficador a forzar será la carta superior de
la baraja. Es en este punto cuando Hades
le pide a la persona que nombre la carta
que desea. Un momento después, repar-
te la carta de la parte superior del mazo a
ese jugador, o deja que el jugador la coja.
En este punto, cualquiera puede darle la
vuelta y se ajustará a su elección.
196
El corte transversal requiere un
poco de práctica. Este método inter-
medio exige al menos media hora de
entrenamiento. Pasa un rato con un
espejo y asegúrate de que barajar con
normalidad, mantener la carta de aba-
jo en su lugar y pasar la carta de abajo
hacia arriba parezca iguales. Si es po-
sible, intenta hacerlo sin mirarte las
manos, pero este es un detalle menor.
Y aunque quieras controlar a la per-
fección estas cartas, no quieres dar la
impresión de que eres demasiado hábil
con ellas. Dejar caer unas cuantas car-
tas no es un problema.
¿Te sientes afortunado,
gamberro? Un método experto
Podrías estar leyendo estas instruccio-
nes y burlándote de su estrechez de mi-
ras. Claro, si podemos sacar uno de los
Significadores al final, ¿por qué no sa-
carlos todos?
Esto es posible, pero habrá que ha-
cer algunos cambios en los métodos de
recogida de cartas y control. Si quie-
res intentarlo, deberías pasar al menos
una hora practicando. Es bastante di-
fícil con cartas del tamaño del póquer,
pero se vuelve más difícil y complejo
con las del tarot.
A lo largo del último acto, querrás
llevar todos los Significadores a la par-
te inferior de la baraja. Para esto hace
falta que todos suban durante el juego
y que se recojan y controlen hasta el
fondo del mazo. Sin embargo, como re-
coges más de una carta, tendremos que
cambiar el método de recogida.
Alas Vegas
Después de que un Significador
haya aparecido durante una acción bá-
sica o disputada, cuando las cartas es-
tén reunidas, esa carta debe estar en la
parte superior. Desde aquí, se ejecuta lo
que se conoce como un «doble corte»
para mover la carta superior al fondo.
Debes sostener las cartas frente a ti en
horizontal y asegurar una «separación»
(un pequeño hueco) debajo de la car-
ta superior con el pulgar de una mano.
La otra mano corta la mitad inferior de
la baraja hacia arriba y luego agarra la
carta que está por encima de la separa-
ción. La primera mano toma las cartas
que quedan debajo de la separación y
las corta todas hasta la parte superior.
Solo harán falta un par de golpes. La
separación permite que el movimiento
sea suave y casi automático.
Es una cuestión de asegurarse de
que dejas caer a la parte inferior varias
cartas de la parte inferior original de
la baraja cuando barajes, pero como
nunca pasará de cuatro cartas, no de-
bería ser muy evidente. Lo más difí-
cil será realizar el doble corte cuando
no haya cartas que controlar hacia la
parte inferior; esto es solo un caso de
mantener una separación entre la par-
te inferior original y la parte superior
hasta la mitad del corte.
Una vez más, justo antes de la
apuesta final de Hades, te interesa ba-
rajar las cartas en mano. Pasando las
cartas (igual que en la versión inter-
media) hacia el final de la mezcla, pue-
des asegurarte de que todas las cartas
correctas han terminado en la parte
superior de la baraja.
Igualar la apuesta, por Sean Smith 197

Hades invitará a cada jugador a ju-
gar su partida esta vez y repartirá una
carta a cada jugador. Como no puedes
estar seguro de que las cartas saldrán
en el orden de los asientos del jugador,
debes repartir una carta por cada ju-
gador en un solo montón, no una sola
carta a cada persona. Puedes encon-
trar de todo menos el Significador de
una persona que haya salido durante el
acto. Que así sea, pero asegúrate de que
la carta final sea interesante, y para eso
deberías leer abajo.
tancia durante los tres actos anteriores
del juego.10 Esta carta se puede asegurar
durante las acciones disputadas y bási-
cas, como se explicó anteriormente, o
al principio del acto en la parte infe-
rior de la baraja.
Estadísticamente, es más probable
que tengas al menos un momento sig-
nificativo durante el juego. Pero no te
hará daño tener una red de seguridad.

Unas últimas palabras

La narración continuará rápidamente
después del forzado, y la euforia de ga-
nar la partida de Hades y escapar del
Infierno penetrará en la euforia del
mito de los «veintes naturales». No
hace falta decirlo, pero no debes admi-
tir en ningún momento lo que has he-
cho. No se te preguntará, pero incluso
si lo hacen, por supuesto que no sabes
cómo ha sucedido.
Existe una remota posibilidad de
que, durante el último acto, no sal-
ga el Significador de nadie. Si se da el
caso, te interesa que aparezca una car-
ta narrativamente interesante como La
Fuerza. Es muy poco probable que el
jugador nombre la carta que estás for-
zando, pero hacer que tus jugadores re-
flejen «por supuesto que era esa» des-
10. James dice: «Si quieres darle al asunto un revés final alucinan-
pués es apropiado desde el punto de te, entonces toma El Diablo como tu carta de repuesto. Hades la
mira fijamente y dice: “Eso no me lo esperaba”, y la cabeza cae por
vista temático. En definitiva, quieres un lado al suelo, el torso cae hacia el otro lado. Satanás mira desde
El Ermitaño (para Hades), La Rueda el suelo, sonriendo a través de su rostro destrozado, haciendo un
gesto arcano con una mano, y se desploma para siempre. Ahora le
(como el casino), cualquiera que sea tu toca a las personae salir del Infierno, supuestamente destruyendo
la baraja del tarot del Diablo, las cartas que los han atado a Ve-
Significador cuando eras una persona, gas y sus acciones desde que llegaron. Puedes improvisar desde
u otra carta que haya ganado impor- ahí. Confío en ti».
198
La guía para emborracharse en Vegas
JOHN SCOTT TYNES
¿Qué puedo decir al respecto? Yo mis-
mo me he emborrachado en Vegas a ve-
ces, en un momento dado me convencí
de que era el momento perfecto para
explorar el Jardín Secreto de Siegfried
y Roy en el Casino Mirage. No es una
metáfora coqueta. Tenían una atrac-
ción turística llamada el Jardín Secre-
to de Siegfried y Roy donde de día los
visitantes podían admirar a sus horri-
blemente endogámicos tigres blancos.
Por la noche, a altas horas de la noche,
el Jardín Secreto no era tan acogedor
para los visitantes que desembarcaban
con paso vacilante del asador brasile-
ño de la propiedad y los guardias de se-
guridad se aseguraron de que yo y mi
acompañante, mi colaborador de “Alas
Vegas” Ken Hite, salíamos rápido de las
instalaciones. Oh, la locura del coma
de la juventud.
Mientras que nuestro breve recorri-
do por el Infierno fue sorprendente-
mente tranquilo, el que sigan las per-
sonae en “Alas Vegas” será mucho más
consecuente. Los viajes sombríos se
realizan mejor con valentía holandesa
(o valentía irlandesa, dependiendo de
su idioma) y la siguiente selección de
cócteles clásicos y originales puede ser
útil en su viaje.
Alas Vegas
CÓCTELES CLÁSICOS
DE LAS VEGAS
Las Vegas en realidad no tiene un cóc-
tel representativo porque es una ciu-
dad construida sobre la base de hacer
felices a los consumidores. Y estos, en
general, son felices cuando consumen
cosas que ya saben cómo consumir. Lo
que significa que, desde el principio,
los camareros de Las Vegas tenían que
ser expertos en preparar los cócteles
que todos los que llegaban ya deseaban.
La poca demanda de novedad que po-
dría haber existido fue ahogada por la
escandalosa demanda de cantidad, y si
hay algo que Las Vegas hace bien es res-
ponder a cualquier solicitud con una
demostración de fuerza abrumadora.
Por lo tanto, esta lista de cócte-
les clásicos de Las Vegas es realmente
una lista de cócteles clásicos de Esta-
dos Unidos que habrían sido servidos
en Las Vegas clásica en cantidades in-
dustriales. Dicho esto, me he tomado
la libertad de asegurarme de que esta
particular selección de cócteles clásicos
utilice las recetas que creo que son más
interesantes y deliciosas. Puede que no
sean históricamente exactas al momen-
to cultural abrazado por “Alas Vegas”,
pero tampoco lo es “Alas Vegas”.
200
En resumen, estos son los cócte-
les que se deben servir en el Infierno
para que sean tolerables para el bebe-
dor moderno.
Manhattan
Creo que el Manhattan es el cóctel es-
tadounidense por excelencia. Lo han
adorado desde hace casi ciento cin-
cuenta años y se elabora en innumera-
bles variantes: directamente, con hielo,
batido, revuelto, con vermú dulce, con
vermú seco, con vermú dulce y seco, y
así, sucesivamente. Es versátil, fuerte y
delicioso. En última instancia, creo que
todo bebedor serio necesita encontrar
el suyo particular. Esta, simplemente,
es mía: una receta de Manhattan de la
época eduardiana donde la absenta y el
licor de marrasquino se añadían de for-
ma habitual a los cócteles para darles
complejidad y un toque de dulzura.
2 oz (60 ml) de whisky canadiense
1 oz (30 ml) de vermú dulce
2 golpes de amargo aromático
¼ oz (7 ml) de licor de marrasquino
1 cucharadita de absenta
Remover todos los ingredientes con
hielo y colarlos en una copa de cóctel
fría. Adornar con una buena guinda.
Una breve observación sobre la téc-
nica: el método de remover es apro-
piado para cualquier cóctel que no
contenga zumo de frutas, leche u otros
ingredientes con texturas inusuales.
Remover en lugar de agitar evita ai-
rear la bebida, lo que a menudo pro-
Alas Vegas
duce burbujas espumosas, y también
evita que la bebida tenga fragmentos
de hielo flotando en la superficie. Pero
si vas a revolver un cóctel, hazlo du-
rante veinte segundos. Agitar las be-
bidas convierte rápidamente el hielo
en agua, lo diluye y enfría la bebida
enseguida; removiendo se obtiene una
menor dilución y se tarda más tiem-
po en alcanzar una temperatura baja.
No caigas en la tentación y revuelve
solo unas cuantas rotaciones enérgi-
cas. Dale tiempo y serás recompensa-
do con una bebida bien fría.
Si la bebida tiene zumo de frutas, le-
che o lo que sea, entonces no te cortes
en agitarla. La textura no se verá afecta-
da. Algunos camareros vierten un cóctel
agitado a través de un colador fino para
eliminar los fragmentos de hielo.
Una breve observación sobre los in-
gredientes: el whisky canadiense no es
difícil de encontrar hoy en día, pero
el bourbon está bien; un whisky cana-
diense decente tiene una calidad lige-
ramente picante que resulta muy agra-
dable en esta bebida. Si vas a comprar
vermú, busca Dolin. Es un poco más
caro que las marcas habituales, pero es
mucho mucho mejor. Luxardo fabrica
el licor de marrasquino más común,
que es un licor dulce y claro elabora-
do a partir de cerezas. La absenta está
en todas partes hoy en día y no te hará
alucinar, desgraciadamente. El amargo
aromático está disponible más común-
mente bajo la marca Angostura, pero
hay muchas otras marcas pequeñas de
amargos aromáticos en el mercado hoy
día y es divertido probarlas.
La guía para emborracharse en Vegas, por John Scott Tynes
Una breve observación sobre los re-
cipientes: muchas de estas recetas re-
quieren una copa de cóctel fría, que
sirve únicamente para ayudar a mante-
ner la baja temperatura de las bebidas
durante más tiempo. No hace falta to-
mar medidas extremas. Pon un par de
vasos en el congelador antes de empe-
zar a reunir los ingredientes y las he-
rramientas, y estarán razonablemente
frías cuando estés listo para servirlos.
Martini
El Martini es probablemente tan an-
tiguo como el Manhattan, aunque du-
rante gran parte de sus primeros años
de vida se elaboraba con vermú dul-
ce y era una bebida muy diferente a la
que conocemos hoy. Con el tiempo, su
variación de vermú seca se convirtió
en la más destacada y ha permaneci-
do así desde entonces. Es el momento
perfecto para aclarar algo: el término
«Martini seco» se refería originalmen-
te al hecho de que era la versión he-
cha con vermú seco en lugar de vermú
dulce. El término no tenía nada que
ver con el artificio moderno de usar
la menor cantidad posible de vermú,
y el hecho de que algunas personas se
empeñen en minimizar el vermú solo
significa que no entienden lo que hace
que la bebida sea tan buena. Tanto
para la ginebra como para el vermú
seco se utilizan fórmulas complejas
con listas enormes de hierbas y espe-
cias, y cuando se combinan forman un
todo casi perfecto.
201
Dicho esto, la proporción de gine-
bra en el vermú es una cuestión de pre-
ferencia. Pero si estás acostumbrado
a «Martinis secos» con un mínimo de
vermú, te sugiero que compres una bo-
tella de vermú seco Dolin y pruebes la
siguiente receta:
2½ oz (45 ml) de ginebra
½ oz (15 ml) de vermú seco
1 golpe de amargo de naranja
Remover todos los ingredientes con
hielo y colarlos en una copa de cóctel
fría. Adornar con corteza de naranja.
También recomiendo una variación
donde la guarnición son aceitunas re-
llenas de queso azul. Si pruebas este, no
añadas el amargo de naranja, pero consi-
dera la posibilidad de sustituirlo con un
poco de amargo de apio, que va muy bien
con las aceitunas. En ningún caso com-
pres un frasco de aceitunas precocinadas
rellenas de queso azul; son malísimas.
No cabe duda de que un martini en
el contexto de Las Vegas clásica estaría
completo sin reconocer a ese mutante
de la Guerra Fría, el Vodka Martini.
Es difícil de imaginar hoy en día, pero,
en la década de los 60, el vodka era una
nueva importación de moda de la exó-
tica y preocupante Rusia soviética. Se
produjo un auge de los cócteles con
vodka y, para muchos bebedores, susti-
tuyó a la ginebra en el Martini. Yo mis-
mo soy un hombre de ginebra (Madre
de Dios, siempre lo he sido) pero si este
es tu tipo de Martini, entonces te pido
que por lo menos uses un vermú decen-
te. Tiene cinco letras: Dolin.
202
Old Fashioned
Este es quizás el primer cóctel de la his-
toria, y es quizás por eso por lo que se le
conoce con este nombre: «Ponme uno
de esos cócteles Old Fashioned». La pri-
mera receta conocida de un cóctel de
1806 fue el whisky, los amargos, el azú-
car y el agua, y, de hecho, eso es exacta-
mente lo que constituye un Old Fashio-
ned hoy en día, con el azúcar y el agua
ahora representados con un simple siro-
pe. Es muy sencillo, pero bastante bue-
no. En algún momento durante la Ley
Seca, el Old Fashioned se adulteraba con
varios gajos de naranja, guindas y otras
frutas machacadas en el fondo del vaso.
Según la leyenda popular, esta prácti-
ca surgió para disimular el sabor de los
aguardientes de bañera que se destila-
ban en diferentes sótanos y cuartos tra-
seros. En Las Vegas clásica, esta bebida
se habría pedido en las versiones origi-
nales o con mucho contenido de fruta.
2 oz (60 ml) de bourbon o whisky canadiense
¼ oz (7 ml) de sirope sencillo
2 golpes de amargo aromático
piel de naranja
Machacar la piel de naranja en un
vaso, o pasar el lado carnoso por todo
el interior del vaso. Añadir hielo y re-
mover los ingredientes, dejando la piel
de naranja en el fondo.
Debo señalar que mientras el Old
Fashioned se hace hoy en día con bour-
bon o whisky canadiense, sus primeros
Alas Vegas
adeptos lo sustituyeron libremente con
otras bebidas alcohólicas: ginebra, ron,
brandi, tequila, etc., se puede inter-
cambiar una por otra y disfrutarlo.
Una observación sobre los ingre-
dientes: el sirope sencillo se hace mez-
clando una taza de azúcar con una taza
de agua hirviendo y removiendo hasta
que se disuelva, y se deja enfriar. Pue-
des comprar una botella, pero es una
tontería (yo añado una onza de vodka
Everclear o de alta graduación antes de
verterlo en una botella para prolongar
su vida útil).
Sidecar
El Sidecar, una de las bebidas más nue-
vas de la lista, salió de la Ley Seca y des-
de entonces se ha desenvuelto muy bien.
El brandi con naranja y limón forma un
trío ácido con una base fuerte. Hay poco
que decir sobre esta maravillosa bebida
aparte de «disfruta, ¿quieres?».
2 oz (60 ml) de brandi
1 oz (30 ml) de Cointreau
¾ oz (23 ml) de zumo de limón
Humedecer el borde de una copa de
cóctel con el medio limón exprimido
que sobró del zumo y luego colocarlo
boca abajo en un platillo de azúcar ex-
trafina. Deslizarlo un poco para obte-
ner un borde azucarado. Luego, com-
binar los ingredientes en una coctelera
con hielo y agitarlos hasta que se en-
fríen. Luego, colarlos en el vaso.
La guía para emborracharse en Vegas, por John Scott Tynes 203

Daiquiri
El zumo de lima se ha administrado a
los marineros para protegerse del es-
corbuto durante más de dos siglos, y
dada la afición de la Marina Británi-
ca a navegar por las cálidas aguas del
Caribe, cuna del ron, no es de extrañar
que estas dos cosas se hayan cruzado.
El Daiquiri es probablemente el cóctel
tropical original, precursor del mai tai,
la piña colada y de muchos más, y ha
sobrevivido hasta hoy y seguirá.
2 oz (60 ml) de ron blanco
½ cucharadita de azúcar extrafino
½ oz (15 ml) de zumo de limón
Exprimir el zumo de limón en una
coctelera, añade el azúcar y revolver
para que se disuelva. Añadir el ron y
el hielo, agita y colar en una copa de
cóctel fría.
204
Cócteles de
“Alas Vegas”
Mientras que lo anterior nos da una
buena selección de cócteles clásicos,
“Alas Vegas” merece una atención espe-
cial. Nos centraremos en tres áreas: los
desesperados, los jefes y las estaciones.
LOS DESESPERADOS
Estos desgraciados de la periferia de Ve-
gas y de nuestra historia no beben ver-
mú Dolin. Incluso la ginebra está fuera
del alcance de sus escasos medios. No,
estas almas perdidas tienen que tomar
sus bienaventurados descansos del do-
lor de la condenación cotidiana donde
puedan encontrarlos, y para algunos eso
conduce directamente a la gran bestia
que se encorva desde Belén para nacer.
Hablo, inevitablemente, y por maldita
experiencia, de la Nyquilada.
La Nyquilada
2 oz (60 ml) de remedio para el resfria-
do Nyquil
2 oz (60 ml) de 7-Up
Añadir los ingredientes en un vaso de
plástico con hielo y beba. Taparte la na-
riz ayuda a bajarla. Algunos adeptos se
untan primero la lengua con mantequi-
lla de cacahuete para anular las papilas
gustativas. Es preferible que hayan roba-
do todos los ingredientes mientras se usa
un abrigo o medias manchados de orina.
Adornar con un trozo de lima exprimi-
do no le hace ningún efecto a la mezcla.
Alas Vegas
Una observación sobre los ingre-
dientes: aunque este cóctel se llama la
Nyquilada y la receta hace honor a su
nombre, entenderás que no es un requi-
sito difícil. La idea es coger simplemen-
te cualquier sustancia que produzca
algo que sea pariente lejano de la em-
briaguez, la ofuscación o la disociación
y suavizarla con alguna sustancia azuca-
rada que ayude a que el medicamento
baje. Muchas recetas de la era de la Ley
Seca derivan de motivaciones idénticas
y se limitan a cubrir sus cadáveres viejos
con un tapete de encaje. Se puede sus-
tituir fácilmente el jarabe para la tos, el
Windex, el formaldehído o el Rumple
Minze por el Nyquil sin cambios signi-
ficativos en la experiencia.
No he tomado este cóctel en Vegas
ni en Las Vegas por eso mismo. Pero lo
he tomado en la Gen Con y cuanto me-
nos diga sobre él, mejor.
LOS JEFES
Los jefes de los casinos de “Alas Vegas”
son Mammon, Asmodeo, Belcebú, Bel-
fegor y Satanás. A estas alturas te ha-
brás dado cuenta de que estas cinco
entidades infernales están basadas en
el Rat Pack de la década de los 60 de
Las Vegas: Peter Lawford, Joey Bishop,
Dean Martin, Sammy Davis Jr. y Frank
Sinatra, respectivamente.
Para ayudar a los Dealers en la ges-
tión de esta sabrosa mezcolanza, ayu-
daría saber un poco sobre el carácter
de estos personajes. Y aunque se podría
escribir mucho, y ya se ha hecho, sobre
estos caballeros, también hay que con-
La guía para emborracharse en Vegas, por John Scott Tynes
siderar un aspecto que define su perso-
nalidad: lo que bebían.
Teniendo esto en mente, aquí están
los perfiles resumidos del Rat Pack y
sus bebidas preferidas. (Excepto por ese
hijo de puta abstemio de Joey Bishop, de
quien hablaremos más en un momento).
Mammon (Peter Lawford)
Peter Lawford fue un actor de éxito y
cuñado del presidente John F. Kennedy.
Fue desterrado del Rat Pack después
de que Kennedy desairara a Sinatra
por pasar sus vacaciones en la mansión
de Bing Crosby en lugar de en la suya.
Lawford siguió trabajando después de
su caída en desgracia y bebió duran-
te los años setenta y principios de los
ochenta, protagonizando programas de
televisión como Vacaciones en el mar y
La isla de la fantasía, mientras se casaba
y divorciaba una y otra vez con jóvenes
actrices a las que triplicaba en edad, la
última de las cuales solo tenía diecisie-
te años, y que esparció sus cenizas en
el océano acompañada de un fotógra-
fo del National Enquirer. Murió, inevi-
tablemente, de insuficiencia hepática.
Dicho esto, el hombre conocía un
buen cóctel cuando lo tomaba, ya que
este es probablemente el mejor cóctel
de todos los Rat Pack:
The Preview
1½ oz (45 ml) de ginebra
1 oz (30 ml) de Cointreau
205
Mojar una copa de cóctel fría con
absenta. En los tiempos de Lawford
esto hubiera sido Pernod o Herbsaint,
pero hoy en día la absenta está dispo-
nible en cualquier parte. Mezclar la gi-
nebra y el Cointreau en una coctele-
ra con mucho hielo y agitar hasta que
esté muy frío. Luego colarlo en la copa.
Adornar con corteza de naranja.
Una observación sobre la técnica. «Es-
pera un momento, antes has dicho que
agitar era para bebidas con ingredientes
texturizados como zumos de frutas y le-
che. ¿Por qué se agita este?», estarás di-
ciendo. La respuesta, querido amigo, es
que siempre pasan mierdas, y puedes ru-
lar con ambigüedad o vivir la vida en un
estado constante de indignación.
Asmodeo (Joey Bishop)
Joey Bishop era cómico y artista, lo que
en las décadas de los 60 y 70 signifi-
caba que era divertido y que aparecía
en películas, programas de televisión y
programas de entrevistas nocturnos al
azar. Sustituyó a Johnny Carson como
anfitrión de The Tonight Show al menos
175 veces, un récord que solo batieron
Jay Leno y Joan Rivers. También tuvo
su propio programa de entrevistas, bre-
vemente, y durante cuatro años prota-
gonizó una comedia de televisión en la
que hacía de presentador de un progra-
ma de entrevistas. Esto, como dicen, se
repite. Aunque es gracioso y recuerda
vagamente a Peter Lorre, Bishop come-
tió el desafortunado pecado de ser abs-
temio y, por lo tanto, no tiene un cóctel
favorito para este libro.
206
Belcebú (Dean Martin)
¿Qué puede decir de un cantante, actor
y artista infame y borracho cuya ma-
trícula era «DRUNKY»?11 Dean Martin
actuaba de forma habitual en el esce-
nario con un vaso de bourbon, que fue
descrito como un accesorio o una mu-
leta que necesitaba con desesperación.
Es cierto que su imagen era la de bebe-
dor y vividor, que es como se le llama a
un alcohólico que es encantador y pací-
fico. Insultos maliciosos aparte, la ver-
dad es que Dean Martin fue una leyen-
da épica estadounidense y se le debe
tomar en serio. A lo largo de su vida
fue boxeador, crupier, cantante de sa-
lón, actor serio, actor cómico, estrella
de cine e ídolo de millones de personas.
Trabajó sin parar, se tomó su carrera en
serio y vivió hasta los 78 años. Cuando
murió, las luces del Strip de Las Vegas
se atenuaron en su honor.
¿Qué bebía? Sorprendentemente,
grandes cantidades de bourbon, por
supuesto, pero más tarde se dijo que
Martin disfrutaba de un cóctel bas-
tante curioso:
Flame of love
2 oz (60 ml) de vodka
Un golpe de jerez
Frotar un trozo de cáscara de naran-
ja por el interior de una copa de cóc-
tel fría. Revolver el vodka y el jerez con
hielo y colar. Adornar con cortezas de
naranja caramelizadas.
11. N. de la T. Significa “borrachín”.
Alas Vegas
Belfegor (Sammy Davis Jr.)
Como se ha dicho anteriormente, el
chiste característico de Sammy Davis
Jr. al preguntársele sobre su hándicap
de golf fue, «¿Mi hándicap? ¿Te parece
poco ser judío, negro y tuerto?». Y, de
hecho, Sammy Davis Jr. perdió el ojo en
un accidente de coche en la década de
los 50, era afroamericano y se convirtió
al judaísmo varios años después. Pero
era mucho más que lo que sugiere su fa-
moso chiste. Fue actor y cantante, apa-
reció en muchas películas y programas
de televisión, así como en giras, y actuó
en su club nocturno durante décadas.
Al haber crecido en unos Estados Uni-
dos caracterizados por la segregación
racial, Davis tenía opiniones firmes so-
bre los derechos civiles y fue uno de los
principales patrocinadores económicos
del movimiento en la década de los 60.
Hablando de cómo superó la intoleran-
cia para labrarse una carrera brillante,
Davis dijo: «Mi talento era el arma, el
poder, la forma de luchar. Era la única
forma con la que podía esperar afectar
en la opinión de un hombre».
Aunque Davis tuvo muchas grandes
canciones, si quieres entender su poder
de incandescencia en dos minutos y
medio, vete a YouTube y busca el vídeo
titulado «Sammy Davis Jr. sings I’m your
Vehicle». Al igual que su amigo Dean
Martin, la muerte de Davis hizo que el
Strip de Las Vegas atenuara sus luces.
Sammy Davis Jr. prefería un cóctel
sencillo que cualquier barman pudiera
preparar, sin importar a dónde lo lleva-
ran sus viajes:
La guía para emborracharse en Vegas, por John Scott Tynes 207

Jack and Coke de extrañar que, en el entorno de “Alas

1 oz (30 ml) de Jack Daniels Vegas”, el alter ego de Sinatra hubiera
3 oz (90 ml) de Coca Cola subido hasta lo más alto de la escalera y
se hubiera quedado allí.
Revolver los ingredientes en un
Sinatra bebía bourbon, Martinis y
vaso con hielo. Adornar con una ro-
Manhattan, pero su bebida preferida,
daja de lima.
sobre la que era muy muy particular, fue
aquella a la que le dio una variedad de
Satanás (Frank Sinatra) nombres a lo largo de los años. Mi nom-
Sinatra es conocido hoy en día como bre favorito se da a continuación. Es una
un cantante legendario y actor ocasio- bebida muy sencilla, y no está mal.
nal, famoso por su temperamento y sus El culo negro de Jack Daniel
vínculos con la mafia. Pero nadie llega
2 oz (60 ml) de Jack Daniel’s
a la cima de su profesión por accidente,
1 oz (30 ml) de agua filtrada
y Sinatra era un profesional emprende-
dor que realizó múltiples remontadas Poner exactamente cuatro cubitos de
que habrían puesto fin a las carreras hielo en un vaso de cristal pesado. Aña-
de hombres de menos temple. Trabajó dir Jack Daniel’s y agua. Revolver hasta
mucho y jugó aún más, y ardió con un que se enfríe y dejar reposar dos minu-
talento tan impresionante que se abrió tos antes de tomar el primer sorbo.
camino a través de los Estados Unidos Para beber como Frank, levanta el
del siglo XX y pocos podían rivalizar vaso por la base, nunca por el borde.
con él. Era un luchador, un hombre de- Nunca lo bajes. Mantenlo en tu mano
cidido, de grandes virtudes y deseos, y en todo momento, aislado con una ser-
de las muchas cosas que se dijeron de villeta de papel para cócteles.
él, tengo que señalar su expulsión de la
escuela secundaria, sus días como re-
partidor y remachador en los astilleros,
y su arresto en 1938 por adulterio y se-
ducción (delitos en aquellos tiempos)
como prueba de su peculiar carácter y
de la dureza del mundo del que proce-
día. Las personas que emergen de esas
circunstancias están decididas a no
volver a hundirse nunca más en ellas,
y Sinatra se abrió paso a través de un
obstáculo tras otro para conseguir un
control similar al de los latidos del co-
razón de Estados Unidos y no lo soltó
ni siquiera después de su muerte. No es
208
LAS ESTACIONES
“Alas Vegas” está estructurado temáti-
camente en torno a las cuatro estacio-
nes. Creo que cada una se merece su
propio cóctel y por eso he creado cua-
tro recetas originales que encarnan es-
tos temas. Espero que las disfrutéis.
Revuelta de primavera
La primavera en “Alas Vegas” es una
época potente de salir de las tumbas
en vez de retozar en los prados exu-
berantes, por lo que este cóctel es un
brebaje profundo y rico con un com-
plejo y ligeramente inquietante almiz-
cle herbáceo que se podría confundir
con pura putrefacción.
2 oz (60 ml) de bourbon
½ oz (15 ml) de licor de albaricoque
¼ oz (7 ml) de Green Chartreuse
2 golpes de amargos aromáticos
Revolver con hielo y colarlo en una
copa de cóctel fría. Adornar con corteza
de limón.
Día de verano
Todavía es pronto en la historia y, como
todos los jugadores, los tuyos pueden
sentirse optimistas con su suerte. El ve-
rano es una época de vida y aventura,
de viajes por carretera y contratiem-
pos desenfrenados, durante el cual vi-
ves las historias que contarás el resto de
tu vida. Dependiendo del resultado de
esta historia en particular, el resto de
la vida de las personae podría ser muy
Alas Vegas
largo. Pero aun así saca provecho mien-
tras puedas, esta bebida está a la altura
de los sabores del verano.
2 ½ oz (75 ml) de vodka de pepino
½ oz (15 ml) de Lillet Blanc
¼ oz (7 ml) de sirope sencillo intenso
1 golpe de Fee Bros. Lemon Bitters
Revolver con hielo y colarlo en una
copa de cóctel fría.
Una observación sobre los ingredien-
tes: el sirope sencillo intenso se hace
mezclando dos tazas de azúcar con una
taza de agua hirviendo y removiendo
hasta que se disuelva. Luego se deja en-
friar. Proporciona mayor dulzura con
menos dilución que el sirope sencillo
normal. Lillet Blanc es una especie de
vermú, un licor de vino con infusión
de hierbas que, al igual que el vermú,
se presenta en variedades blanco y rojo,
también conocidos como seco y dulce.
Caída del ángel
Bueno, la situación se intensificó rápi-
damente. A medida que se desarrolla el
tercer capítulo de “Alas Vegas”, los juga-
dores necesitarán una bebida más fuerte
que tenga tanto la familiaridad del zumo
de manzana de la infancia como la com-
plejidad y el misterio del Bénédictine,
un licor de hierbas elaborado por mon-
jes franceses desde el siglo XIX. Cada bo-
tella lleva la inscripción D.O.M., una si-
gla latina que significa «Al mejor y más
grande Dios». Este parece un momento
apropiado en la historia para una plega-
ria susurrada y desesperada.
La guía para emborracharse en Vegas, por John Scott Tynes
2 oz (60 ml) de brandi de manzana
1 oz (30 ml) de Bénédictine
2 golpes de amargo de pomelo
2 golpes de Fee Bros. Whiskey Barrel
Aged Bitters
Remover en un vaso con hielo.
Una observación sobre los ingre-
dientes: durante décadas, al menos en
Estados Unidos, el brandi de manzana
era casi desconocido a pesar de ser uno
de los grandes licores coloniales. So-
brevivió durante gran parte del siglo
XX en forma de Laird ‘sApplejack, un
brandi de manzana diluido con vodka.
Hoy en día se puede encontrar con fa-
cilidad un buen brandi de manzana y,
por supuesto, en Europa nunca desapa-
reció; el brandi de manzana francés se
conoce como Armagnac.
El ascenso del invierno
Las conclusiones fuertes requieren be-
bidas fuertes y esta variación de un
Whiskey Sour tiene la dulzura para ha-
cer que el dolor ardiente de la pérdida
y la subyugación se calmen lentamente.
No estoy seguro de si los limones me-
yer crecen en el Infierno, pero si no es
así, no me sorprendería nada por lo ce-
lestiales que son.
2 oz (60 ml) de bourbon
¾ oz (23 ml) sirope de azúcar demerara
¾ oz (23 ml) de zumo de limón meyer
1 golpe de Fee Bros. Gin Barrel Aged
Orange Bitters
209
Agitar con hielo y colarlo en una
copa de cóctel fría.
Una observación sobre los ingre-
dientes: el sirope de azúcar demerara
es un sirope sencillo hecho con azúcar
de demerara, a menudo conocido como
azúcar sin refinar. Generalmente se
presenta en cristales grandes, de color
marrón oscuro, pero no es tan húme-
da como el azúcar moreno. Los limones
meyer son una variedad de limón mu-
cho más dulce.
CONCLUSIÓN
Espero que hayáis disfrutado de este
breve tour de bebidas en las dos Ve-
gas, la real y la de otro mundo. He
pasado demasiado tiempo en esa ciu-
dad a lo largo de los años y, aunque no
puedo prever cuándo tendré motivos
para volver a visitarla, apreciaré mis
recuerdos (los que aún poseo) cada vez
que levante una copa por nuestros an-
fitriones infernales.
Las Vegas es, para mí, un choque
enorme de símbolos e ideologías: es-
tética y economía, clase y crimen, his-
toria y misterio, todo mezclado en un
brebaje embriagador. Pero ya sea re-
vuelto, agitado, colado o bebido de
una botella en una bolsa de papel,
aquí está Las Vegas, el eterno espejis-
mo de Estados Unidos.
210
El Big Board en el Adelphi
UN SISTEMA DE PROP BETS12
MIKE SELINKER
Al borde del desierto, el primer casi-
no que todo el mundo ve es el Adel-
phi, un reluciente templo neoclásico
con columnas de color blanco humo
que arden hacia el cielo. En la casa de
apuestas del Adelphi puedes apostar en
cualquier competición deportiva que
desees. Se alegrarán de coger tu dine-
ro. Pero en una esquina la casa hay algo
que solo unos pocos afortunados juga-
dores pueden ver: el Big Board.
El Big Board es una lista de prop bets
en constante cambio sobre cosas que
podrían pasarle a la gente real. Ahora
mismo están aceptando apuestas sobre
lo que te va a pasar hoy. Ellos pueden
saber más sobre tu destino que tú, lo
cual, dada tu condición actual, proba-
blemente no te sorprenda.
Resulta que tienes un poco de sal-
do en el Adelphi. Deberías usarlo. Si
apuestas por ti mismo, podrías ganar
algo de ayuda en el futuro. O puedes
decidir que no eres una buena apuesta.
Mira en tu interior y sabrás dónde po-
ner tus fichas. Es decir, si confías en tu
propia visión. Los oráculos en el Adel-
phi ya han mirado y no están dispues-
tos a compartir lo que ven.
12. N. de la T. Una prop bet es una apuesta hecha entre dos o más jugadores al margen de la partida en la que están. Pueden apostar que
la próxima carta en salir es un 8, que el flop en una mano de Omaha tiene 3 picas o tréboles, que mañana va a llover o que un jugador
puede recorrer el mundo andando en un año. La imaginación es el límite y la apuesta no tiene por qué tener nada que ver con la partida.
Alas Vegas
Visitar el Adelphi
Tu primera visita al Adelphi es una odi-
sea a través de los excesos del Londres
victoriano. Un Puente de Londres ado-
quinado conduce a través de un foso
artificial que representa el Támesis,
donde los galopines buscan en el lodo
apestoso fichas y otros objetos que les
lanzan los clientes para burlase de ellos
desde la orilla. En el interior, la facha-
da neogótica del casino se asemeja a las
Casas del Parlamento, dominadas por
una réplica del Big Ben y grandes esta-
tuas de mármol de los antiguos maes-
tros coloniales, con representantes de
las razas conquistadas apretujados bajo
sus botas de piel de becerro.
Dentro del decorado hay un amplio
vodevil y bar victorianos, con elementos
robados sin mostrar vergüenza alguna
del París de finales del siglo XIX. Des-
de cada esquina, los camareros vestidos
con camisas con botones bajos, chalecos
y corsés traen cócteles (a base de ginebra
y absenta) a un grupo de jugadores que
no deja de aumentar. Arriba, los acró-
batas en leotardos realizan una serie
de tragedias acrobáticas rotatorias. Los
poetas se mueven de una mesa a otra,
declamando versos temáticos a petición.
El Big Board en el Adelphi, por Mike Selinker
En el centro, adornado por la niebla
artificial, se encuentra el club nocturno
Dickens, dividido en doce amplias pistas
de baile. Por ejemplo, el Whitechapel Bar
es una pajarera de callejuelas estrechas
donde se anima a los invitados a bus-
car saciar sus deseos más oscuros en los
miembros del personal, que siempre pue-
den sustituirse. No se sabe cómo se llega
a la duodécima corte, la de Su Majestad,
salvo que debes estar vestido de luto.
Independientemente de sus deli-
cias, es poco probable que los huéspe-
des del Adelphi se marchen sin haber
visto la casa de apuestas. La casa está
dirigida por Burlington Bertie («Bur-
ly»), un hombre corpulento con acen-
to de matón callejero británico y un ci-
garrillo Player’s siempre en los labios.
Burly mantiene un equipo de «Irregu-
lares» que mantienen el oído puesto en
las calles atentos a rumores y consejos.
Luego, ponen sus predicciones en el ta-
blero Big Board, una enorme muestra
de posibles acontecimientos y las pro-
babilidades de que se cumplan. Como
dicen en el Adelphi, si no has apareci-
do en el Big Board, aún no eres nadie.
Cómo utilizar este sistema
Al comenzar tu primera partida en
una serie de sesiones de “Alas Vegas”,
el Dealer puede presentar el Big Board.
Los personajes que vengan al Adelphi
se enterarán de que cada uno de ellos
tiene una cuenta de 1000 créditos para
empezar, con 1000 créditos adicionales
que se pueden comprar por cualquier
cantidad de fichas que Burly considere
apropiada. Generalmente una cantidad
211
de entre 60 y 150. Los jugadores pueden
apostar cualquier cantidad que tengan
en su cuenta, pero no pueden apostar
futuras cantidades que esperan ganar.
Antes de la partida, el Dealer de la
sesión debe establecer un Big Board que
defina los acontecimientos que pueden
ocurrir durante la sesión y las proba-
bilidades de que ocurran. Un aconteci-
miento se puede enunciar directamen-
te, como «Sunny muere primero». O se
puede decir de manera críptica, como
«Big Sally pierde un canario».
Ten en cuenta que el Dealer no ne-
cesita saber si el acontecimiento ocu-
rrirá. Solo necesita saber las probabi-
lidades que los otros creen que hay de
que suceda. Así que si el acontecimien-
to es «El Hotel Starland se quema hasta
los cimientos», deberá ser consciente
de que los que toman parte en la apues-
ta podrían intentar prenderle fuego al
Starland y otros podrían intentar evi-
tar que se incendie.
El Dealer escribe un número de apues-
tas en el tablón y luego se las revela a los
jugadores. Cada jugador escribe sin en-
señárselo a nadie en una tarjeta de índi-
ce las apuestas que hace y cuánto apuesta
en cada una. Las personae pueden ele-
gir cualquier número de esas apuestas,
y apostar cualquier cantidad que ten-
gan en cualquiera, siempre y cuando no
supere la cantidad que tienen a cuenta.
Excepto para las apuestas a las que no se
les puede dar la vuelta (véase abajo), a
cada apuesta elegida se le puede asignar
un «Sí», lo que significa que el jugador
cree que el acontecimiento ocurrirá, o un
«No», que significa que no lo cree.
212
Entonces, el Dealer recoge todas las
apuestas y las mantiene a mano du-
rante la sesión. A lo largo de la sesión,
se producirán acontecimientos y las
cuentas de las personae se actualizarán
en tiempo real. En cualquier momen-
to, suponiendo que una persona pue-
da llegar al Adelphi, puede acceder a
su cuenta. Esto generalmente no sirve
de nada durante la sesión a menos que
el jugador desee «cobrar» favores de la
casa. Y, en un sentido figurado, todas
las apuestas están cerradas.
Al final de la sesión, se revelan to-
das las apuestas, lo que puede tener
algunas consecuencias sociales no in-
cluidas en estas reglas. Todas las cuen-
tas están arregladas y los personajes
pueden depositar sus cantidades ac-
tuales o retirar el dinero.
Hacer las apuestas
Si eres el Dealer, puedes inventarte
cualquier número de acontecimientos
por los que las personae puedan apos-
tar. A menudo diez es un buen número.
Puedes ser tan enigmático como quie-
ras con las descripciones, sobre todo
cuando lo que dices no es exactamen-
te lo que quieres decir. Por ejemplo, si
presentas el acontecimiento «Alguien
se lanza de lo alto del Gold Crest», los
jugadores pueden pensar que te refieres
a que «Alguien se suicida saltando des-
de el tejado del hotel» cuando lo que
realmente quieres decir es «El bar cutre
del último piso del hotel se cambia por
un club nocturno elegante». Los juga-
dores llegarán a sus propias conclusio-
nes sobre lo que quieres decir.
13. N. de la T. Si tu apuesta resulta ganadora, ganas la cantidad apostada.
Alas Vegas
Para cada acontecimiento, hay que
establecer la línea, es decir, las proba-
bilidades de un resultado positivo. Las
probabilidades se establecen en frac-
ciones, con la barra que se pronuncia
«a», por lo que «3/2» es «3 a 2». La ta-
bla de las pág. 214 y 215 muestra una se-
rie de posibles probabilidades en or-
den creciente de improbabilidad. Una
apuesta de 1/1 es mucho más probable
que ocurra que una apuesta de 12/1.
La línea debe basarse en tu opinión
de qué llevaría al 50 % de los aposta-
dores a pensar que ocurrirá, y al 50 %
a que no ocurrirá. La gente muere en
Vegas constantemente, así que poner
la línea en «Alguien muere esta noche»
tendría que ser una apuesta evens13 (1/1)
como mucho. Supuestamente, una fi-
gura de alto rango no será una de las
que mueren en una noche determina-
da, por lo que «El alcalde Vox muere
esta noche» podría obtener una línea
mucho más alta (10/1, tal vez).
Para cada acontecimiento, los juga-
dores pueden elegir sí o no en cualquier
apuesta. Un resultado «No» altera las
probabilidades. Así que, si la apuesta
«Sí» es de 2/1, la apuesta «No» corres-
pondiente es de 1/2.
Puedes hacer que algunas apuestas
no se puedan voltear. Una apuesta que
no se puede voltear es aquella donde
la casa no permite que la gente escoja
«No». Esto se utiliza a menudo para las
apuestas que dan varias opciones a la
manera de las carreras de caballos. Así
que si tienes cuatro apuestas por cada
uno de los personajes que encuentre
primero el vestido manchado de san-
El Big Board en el Adelphi, por Mike Selinker
gre incriminatorio, no tienes que ofre-
cerles las correspondientes apuestas de
«No» en todos ellos.
Cuando se elige una apuesta, el ju-
gador apuesta una cantidad de créditos
igual a un múltiplo del número después
de la barra en la apuesta. Si ese aconte-
cimiento ocurre, el jugador que apuesta
recibe esa cantidad de dinero multiplica-
da por las probabilidades, además de no
tener que pagar la cantidad apostada ini-
cialmente (a menos que el beeswax se lle-
ve una comisión; véase abajo). Si no ocu-
rre, el personaje pierde su apuesta inicial.
Por ejemplo, un jugador puede apos-
tar 160 créditos en una apuesta de 11/8.
Si gana, el Adelphi pone 220 créditos en
su cuenta; no se saca dinero. Si pierde,
sus 160 créditos van para el Adelphi.
El gráfico de probabilidades
A continuación definimos una serie de
apuestas cada vez más improbable. Por
cada apuesta hemos mostrado:
C Las probabilidades que indican la
probabilidad de que ocurra el aconte-
cimiento, con la fracción que indica el
multiplicador de la apuesta del apos-
tador si sucede el acontecimiento.
C El nombre de la apuesta en la jerga
de la sala de apuestas del Reino Uni-
do de tic-tac,14 un conjunto de pa-
labras de corredores de apuestas en
jerga rimada y escrita al revés.
C El movimiento físico en tic-tac,
que permite a los apostadores y co-
rredores de apuestas comunicarse a
través de una sala de apuestas rui-
dosa y llena de gente.
14. Para más información sobre esto, le remitimos a la excelente Guía de Barry Dennis para el Tic-Tac, en http://www.barrydennis.
com/tic-tac.html
213
El beeswax
No todas las apuestas son gratis, natu-
ralmente. El impuesto sobre las apues-
tas, o beeswax, puede llevarse un buen
pico de las ganancias de un jugador.
El Adelphi cobra este impuesto de las
apuestas ganadoras antes de poner las
ganancias en las cuentas de los perso-
najes (nunca se cobra ningún impuesto
por una apuesta fallida).
Sin embargo, el beeswax no se im-
pone sobre la base de un cuadro ofi-
cial de impuestos. Se basa en el com-
portamiento que el Dealer decide que
vale la pena castigar.
Al comienzo de la sesión, el Dealer
escribe en su propia ficha de índice has-
ta un máximo de tres acciones por las
que los jugadores pueden ser penaliza-
dos, y un porcentaje por cada apuesta
ganadora que se impone si un jugador
realiza esa acción. El importe debe ba-
sarse en la frecuencia con la que es pro-
bable que se produzca la acción y en la
indeseabilidad pertinente de la acción.
Los impuestos son añadidos y se apli-
can a cada jugador que tenga éxito en
una apuesta. El Dealer también puede
optar por aplicar impuestos solo a la
persona que comete el delito, escribien-
do la palabra «Solo» al lado de la acción.
Por ejemplo, la acción «Alguien dis-
para a un rehén» podría estar penali-
zada con un enorme 20 % de todas las
apuestas realizadas, mientras que «Al-
guien hace referencia al Prisionero»
podría merecer solo una reducción del
1 % para la persona que dijo: «Por las
buenas o por las malas, lo haremos».
214 Alas Vegas

Prob. Nombre de la apuesta Movimiento físico (signo tic-tac)

Comandante Extender los índices de cada mano, moverlos arri-
Evens
Stevens ba y abajo en direcciones opuestas varias veces.
Juntar las manos abiertas, con las puntas de los
11/10 Puntas
dedos tocándose.
5/4 Muñeca Mano derecha sobre muñeca izquierda.
Mover la mano derecha hacia arriba en el bra-
11/8 Sube por el brazo
zo izquierdo, desde la muñeca hasta el codo.
6/4 Agujero de la oreja Dorso de la mano derecha a la oreja izquierda.
Dorso de la mano derecha a la izquierda y lue-
13/8 Mala suerte
go unir las yemas de los dedos.
7/4 Eteis a ortauc Mano derecha al hombro izquierdo.
Doble toque de la mano derecha al hombro
15/8 Doble toque
izquierdo.
2/1 Dos Mano derecha toca la nariz.
9/4 La cabeza Ambas manos sobre la cabeza.
5/2 Dos y medio Ambas manos frente a cada lado de la nariz.
Ambas manos a la cara a cada lado de la nariz
11/4 Ecno a ortauc seguido de las yemas de los dedos tocándose
delante de la cara.
Llevar la mano a la barbilla, con la palma
3/1 Carpet
hacia abajo.
Llevar la mano a la barbilla, con la palma ha-
100/30 Burlington Bertie cia abajo, luego tocar las yemas de los dedos
delante de la cara
7/2 Carpet y medio Ambas manos tocan el pecho.
Extender la mano derecha delante del cuerpo
4/1 Ortauc
y dibujar una L.
9/2 Hombros Llevar cada mano hasta el mismo hombro.
El Big Board en el Adelphi, por Mike Selinker 215

Prob. Nombre de la apuesta Movimiento físico (signo tic-tac)

5/1 Ching Mano derecha al hombro derecho.
Mano derecha al hombro derecho y luego a la
6/1 Ses
parte superior de la cabeza.
7/1 Eteis Mano derecha al hombro y luego a la nariz.
Mano derecha al hombro derecho, mano a la
8/1 T. Aitch
barbilla, la palma hacia abajo.
Mano izquierda sobre la cabeza, mano dere-
9/1 Eveun
cha extendida hacia los lados.
10/1 Zeid Entrechocar los puños.
Entrechocar los puños, luego tocar la parte su-
11/1 Ecno
perior de la cabeza.
12/1 Stretch Entrechocar los puños, luego tocar la nariz.
Entrechocar los puños, luego brazo delante di-
14/1 Zeid y ortauc
buja una L.
Entrechocar los puños, luego mano derecha al
16/1 Zeid y se hombro derecho, luego mano derecha a la par-
te superior de la cabeza.
20/1 Doble zeid Entrechocar los puños dos veces.
Entrechocar los puños, luego tocar hombro
25/1 Pony
derecho con mano derecha.
33/1 Doble carpet Brazos cruzados y manos planas sobre el pecho.
Golpear la parte inferior de un puño sobre el
50/1 Diana
otro puño.
Pasar las manos extendidas una sobre otra de-
100/1 Siglo
lante del cuerpo.
216 Alas Vegas

Invertir y cobrar
Después de la sesión, se arreglan todas
las apuestas, se deduce el impuesto de
juego y se actualizan las cuentas. Los ju-
gadores pueden transferir sus ganancias
a la siguiente sesión, cuando es proba-
ble que uno de ellos sea el nuevo Dealer.
Los personajes también pueden ver-
se en la necesidad de sacar dinero in
extremis. Eso implica acudir a Burly y
pedirle un favor. Podría concedérselo
en función de cuánto haya en la cuen-
ta del personaje. Por ejemplo, si la per-
sona necesita una ballesta, Burly puede
deducir 1000 créditos de la cuenta de la
persona. Si la persona necesita la llave
de una suite en particular en un hotel
en particular, podría inclinarse a dedu-
cir 6000 créditos de las cuentas de todo
el grupo. La información es la especia-
lidad de Burly: el Board y los Irregula-
res lo convierten en uno de los conduc-
tos principales de Vegas, pero él conoce
el valor de todo.
No es necesario que el cobro se
haga en público. Un jugador puede
pasarle al Dealer una ficha con una so-
licitud de deducción y el Dealer puede
deducir la cantidad y cumplir con la
solicitud, o negar con la cabeza y de-
volverle la tarjeta.
Por supuesto, los créditos son su re-
compensa. Son la moneda propia del
casino y pueden utilizarse para acceder
a habitaciones de hotel y clubes en el
Adelphi, o a cualquier otro tipo de ser-
vicios, incluidos o no. Nadie se va del
Adelphi sin recibir lo que se merece.
El Big Board en el Adelphi, por Mike Selinker 217
Alas Vegas: Apuestas en partida, por Matt Forbeck
Alas Vegas: Apuestas en partida
MATT FORBECK
En un juego ambientado en un Vegas de
cualquier clase la gente querrá apostar.
Ya es bastante difícil para la gente re-
sistirse al canto de sirena de las mesas
o de las máquinas tragaperras en la vida
real, pero ponlos en una situación en la
que estén al menos a un paso de elimi-
nar las consecuencias reales, y atracarán
los casinos como un borracho ponién-
dose ciego en una boda con barra libre.
Pues deja que lo hagan. Si las apues-
tas no fueran parte del juego, se llama-
ría Alas Detroit, ¿no?
He aquí cómo hacer que sea fácil para
ti y con suerte divertirte en el proceso.
No lo hagas de verdad
La manera más obvia de manejar las
apuestas en el contexto de cualquier
juego de rol es sacar un kit de casino
casero y practicar. ¿Qué mejor manera
de imitar una partida de póquer, por
ejemplo, que jugando al póquer?
En realidad, hay formas mucho me-
jores. No lo hagas. Tú y tus amigos no
os reunisteis para jugar al póquer. O
para que el juego se convierta en una
artimaña para una noche de póquer.
Estáis aquí para jugar a “Alas Vegas”.
Si quieres probar juegos de azar en
casa, adelante. Estúdialos, coge todo el
material, reparte las fichas y dedícale
una noche a eso, pero hazlo otra noche.
219
A menos que tengas un grupo de ju-
gadores increíblemente disciplinado,
detener la partida para jugar a otro jue-
go puede hacer que toda la velada llegue
a su fin. Distrae demasiado y puede in-
terrumpir todo lo que estéis haciendo.
Además, detenerse para jugar a otra
cosa saca a los jugadores del mundo
del juego de rol. Los juegos de azar en
la vida real tienen que ver con sus ha-
bilidades personales, no con las de sus
personae. Claro que puedes intentar re-
presentar a un mal jugador fastidiando
intencionadamente unas cuantas manos
mientras juega al blackjack, pero ¿cómo
se supone que que vas a interpretar a al-
guien que es mejor que tú en el juego?
No vas al cuadrilátero de boxeo
cada vez que hay una pelea a puñetazos
en el juego. No se viaja a un campo de
tiro cuando se inicia un tiroteo. Los lle-
vas a cabo dentro del juego y usas reglas
que te permiten hacerlo en abstracto.
Las probabilidades
Todos los juegos de casino le dan a la
casa una ventaja, que es como los dueños
del casino pagan las cuentas para man-
tener esos miles de millones de luces en-
cendidas a lo largo del Strip. A la larga,
la mayoría de los juegos le generarán a la
casa entre un 0,5 % y un 10 % o más del
dinero que fluye a través de ellos.
220
Las probabilidades siempre funcio-
nan a favor de la casa porque la casa
no juega una partida a la vez. Está rea-
lizando decenas, si no cientos o inclu-
so miles de partidas al mismo tiempo.
Al casino no le importa si un jugador
tiene una racha de suerte y se lleva mi-
les de dólares. Las estadísticas les dicen
que hay muchos más teniendo malas
rachas al mismo tiempo, metiendo su
dinero en el bolsillo de la casa.
Además, pocos jugadores son avis-
pados, inteligentes o con conocimien-
tos suficientes para jugar la mejor
partida posible en todos los puntos.
Muchos cometen errores y esos errores
benefician a la casa.
Jugar en lo abstracto
Por el bien de la sencillez, que es la ra-
zón principal por la que los diseñado-
res modelan cosas de la vida real en los
juegos, aceptemos que solo hay un par
de cosas que necesitas saber acerca de
cualquier juego de casino para imitarlo
en “Alas Vegas” o en cualquier otro jue-
go de rol. Son:
C El nombre del juego.
C Quién está jugando.
Puedes añadir detalles como el nú-
mero de jugadores del Dealer y las par-
tes mecánicas del juego (usa dados,
cartas, etc.), pero no importan mucho
para este modelo de juego. Es revestir
la narración, que es vital para el juego,
pero no para esta parte en concreto.
La mayoría de los juegos de casino no
duran tanto tiempo. Puedes jugar una
mano de blackjack en un minuto y tar-
Alas Vegas
das menos que eso en tirar de la palanca
de una máquina tragaperras. Pero nadie
juega solo una vez. Vuelve y repite el jue-
go una y otra vez durante cierto tiempo.
Por eso, no vamos a imitar cada ron-
da de una partida de uno en uno.En su
lugar, las trataremos como rachas.
Ganar y perder
Cuando las personae se sientan a jugar,
cada uno tiene que declarar:
C Cuánto está dispuesto a apostar en
el juego.
C La agresividad con la que quiere jugar.
Los jugadores eligen un estilo cuan-
do se acercan a un juego. Pueden ser
cuidadosos o descarados. Por ejemplo,
una persona puede llegar a la mesa con
1000 fichas y planear hacer apuestas de
10. Eso significa que va a jugar un mí-
nimo de 100 veces. Puede ganar o per-
der, pero lo hará despacio. Eso es un
juego precavido.
Si una persona insiste en hacer una
sola apuesta de 1000 en la primera
mano, está siendo agresiva. La mayoría
de las personae se encuentran en algún
punto entre esos dos extremos del es-
pectro, pero al menos tiene que elegir
de qué lado se va a inclinar.
Si una persona está jugando con pre-
caución (en otras palabras, intentan-
do aguantar todo lo que pueda), pue-
des calcular aproximadamente cuánto
tiempo puede seguir jugando haciendo
unos cálculos rápidos. Supongamos que
el jugador perderá el 5 % de su apuesta
en cada ronda. Eso no suena tan mal,
hasta que te das cuenta de que las pér-
Alas Vegas: Apuestas en partida, por Matt Forbeck
didas se agravan rápidamente. Después
de unas 50 manos (digamos, una hora
de juego) no le quedará mucho.
Para un jugador precavido, es una
sola racha.
Si una persona está jugando descara-
damente, las probabilidades lo alcanza-
rán más rápido, pero tiene más rachas
y viajar en la montaña rusa que forman
puede ser un poco más espectacular. Por
cada racha, pídele que robe una carta
del mazo de tarot. Si sale uno de los Ar-
canos Mayores, pierde toda la apuesta.
Si saca uno de los Arcanos Menores,
gana ese porcentaje de su apuesta por
diez. Por ejemplo, si saca un 9 en una
apuesta de 100 dólares, gana 90, lo que
le da un total de 190.
Si la persona saca un as, se lleva el
premio gordo. Saca otra carta y dale
ese número por cien como porcentaje
de sus ganancias. Por ejemplo, si la per-
sona saca un as y luego un 9, obtendrá
900 dólares por su apuesta de 100 y se
llevará un total de 1000 dólares.
Esto puede parecer mucho y mejo-
res probabilidades de lo que cualquier
casino podría dar. Sin embargo, recuer-
da que sacar un Arcano Mayor elimina
la apuesta de la persona de inmediato.
Y luego está el problema de dejar
el juego.
Dejar el juego
Solo porque una persona haya gastado
el capital que reservó para el juego no
significa que el juego haya terminado. El
truco con un juego de casino es no en-
221
trar en un juego. Eso es fácil. Alejarse de
la mesa por voluntad propia es lo difícil.
Los casinos quieren que juegues has-
ta que te vacíes los bolsillos, y luego
hasta que hayas empeñado todo lo que
tienes y hayas agotado cada línea de
crédito que puedas explotar. Usan todo
tipo de trucos para mantenerte feliz y
distraído mientras estás en la mesa.
No muestran ningún reloj para que
no te des cuenta del paso del tiempo.
Te mantienen lejos de la luz del día,
de nuevo para que no veas que el tiem-
po pasa de largo.
Te ofrecen bebidas gratis, para ayu-
dar a nublar tu juicio.
Bombean aire fresco, a veces incluso
oxígeno fresco, en el local, para evitar
que te canses.
Y eso sin mencionar los juegos en
sí, que están afinados hasta el punto de
mantenerte lo bastante cerca de la vic-
toria como para seguir pensando: «Solo
una más», hasta que no te quede nada.
En cuanto una persona ha completa-
do una racha y está lista para alejarse de
un juego, tiene que robar otra carta. Si
se trata de un Arcano Mayor, no puede
alejarse y discute con cualquiera que in-
tente convencerlo de que es hora de irse.
Si todavía tiene dinero en efectivo
a mano, lo aprovecha. Si no tiene di-
nero, ofrece algo más de valor como
garantía. El casino podría incluso
ofrecerles una línea de crédito. Des-
pués de todo, la casa está bastante se-
gura de que va a recuperar el dinero. Y
lo tendrá de las dos maneras.
222
Engañar
La única forma segura de que una per-
sona gane en el juego es haciendo tram-
pa. Las probabilidades en una partida
justa caen a favor de la casa, así que la
persona necesita reajustar las probabi-
lidades para que se incline hacia ella.
Aunque la recompensa por ello puede
ser clara, viene cargada de riesgos.
Cuando una persona cuidadosa
hace trampa, puede duplicar el tiempo
que tiene antes de que se acabe su capi-
tal. Cuando termina de jugar, no tiene
que sacar una carta para ver si puede
levantarse e irse. En su lugar, debe ro-
bar una sola carta para ver si lo han pi-
llado. Si saca un Arcano Mayor, se des-
cubre el pastel.
Cuando una persona descarada hace
trampa, puede coger una carta cada vez
que saque un Arcano Mayor. Si se trata
de un Arcano Menor, no solo no pierde
el dinero, sino que duplica el resultado
normal. Sin embargo, si saca un Arca-
no Mayor en la segunda carta, lo pillan.
Por ejemplo, una persona descarada
que está haciendo trampa apuesta 1000
dólares y saca un Arcano Mayor. Como
está haciendo trampa, puede sacar otra
carta, y sale un 9. La persona recibe
1800 dólares, además de su apuesta ori-
ginal, y una mirada sospechosa del jefe
de la banca que vigila al crupier.
Cuando una persona descarada
quiere dejar de jugar, simplemente se
va. El impulso de que no lo pillen ha-
ciendo trampa domina cualquier deseo
de seguir jugando.
Alas Vegas
Sin embargo, aquí hay una ironía
más. Una persona no tiene que estar
haciendo trampa para que la acusen
de ello. Solo tiene que ganar mucho.
Si una persona descarada gana cuatro
rachas seguidas, automáticamente se
piensa que está haciendo trampas, no
importa lo honrado que sea.
Sin embargo, el equipo de seguridad
del casino solo sospecha que la persona
está haciendo trampa y la observa más
de cerca que nunca. Si la persona pier-
de la siguiente racha, el equipo de segu-
ridad se retira.
Sin embargo, también es difícil per-
der a propósito, al menos sin ser muy
cantoso. Si una persona quiere perder
y fracasa, puede intentar falsear su ca-
mino hacia la partida perdida sacando
otra carta. Si sale un Arcano Mayor,
pierde tal y como quería. Sin embargo,
si se trata de un Arcano Menor, la per-
sona gana la racha y el equipo de segu-
ridad ahora está seguro de que tienen
un tramposo en sus manos.
Alas Vegas: Apuestas en partida, por Matt Forbeck 223

Pillado
Cuando pillan a una persona hacien-
do trampas en un casino, las cosas se
ponen feas de inmediato. La seguridad
del casino llega mientras juega y lo ro-
dea, y también a cualquiera que parez-
ca ser amable con ella. Si la persona se
resiste, le espera una pelea y es proba-
ble que pierda.
Si las personae logran escapar y sa-
lir del casino, los guardias de seguridad
dejan de perseguirlos. Sin embargo, a
partir de ese momento, las personae
tiene prohibida la entrada en el casino
y sus fotos también se distribuirán a los
demás casinos.
Si las personae no se escapan, los
guardias de seguridad las llevan a un
cuarto trasero del casino. Proceden a
despojar a las personae de todo lo que
tienen de valor y luego las golpean has-
ta casi matarlas. Una vez que terminan,
los guardias hacen desfilar a las per-
sonae fuera del casino y las tiran en la
acera para que sirvan de ejemplo.
Al igual que en la vida real, la única
forma segura de salir de un casino con
dinero en el bolsillo es no entrar en él
en primer lugar.
224
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas
RICH DANSKY
En teoría, jugar a “Alas Vegas” es un
viaje de ida para las personae. Como
Churchill dijo una vez: «Si te encuen-
tras en el Infierno, sigue adelante», so-
bre todo si solo tienes cuatro sesiones
de juego para hacer el viaje. Y al final
de la campaña, los días del Infierno
como un doble de Vegas han termina-
do. Independientemente de quién aca-
be en la cima, las cosas están a punto
de volver a una situación más tradi-
cional, es decir, más dantesca, y la geo-
grafía infernal está a punto de ofrecer
más llamas y bolgias y menos tiendas de
préstamos de día de pago y casinos.
Bajo circunstancias normales, esto
está bien. La campaña ha terminado,
después de todo. Las personae han sa-
lido y no hay nada más que hacer que
apagar las luces.
A menos, por supuesto, que quieras
seguir adelante.
Si es así, siempre es posible detener
la transformación para conservar la in-
fernal Vegas que todos conocéis y ado-
ráis. Tal vez sea porque las personae
aceptaron quedarse y trabajar para el
nuevo jefe en lugar de subir. O tal vez
es porque algo que ellos hicieron metió
un palo en la rueda cósmica. La manera
de lograrlo queda a discreción total del
Dealer, pero, en cualquier caso, si to-
dos quieren continuar la campaña, en-
Alas Vegas
tonces es muy posible que el Infierno se
quede estancado en Vegas y que el es-
tatus se mantenga alegremente durante
la eternidad previsible.
Y si esa es la situación, entonces los
jugadores necesitarán algo que hacer el
resto de la eternidad. Esto es cierto si al
cortocircuitar la reversión del Infierno
han metido un palo en el ojo a quien-
quiera que esté ahora a cargo. Sería una
buena idea buscar otro empleo o tra-
bajar por cuenta propia cuanto antes.
Problemas
Hay dificultades inherentes a una pan-
dilla de turistas que deciden que quie-
ren hacerse un hueco en Vegas. Por un
lado, son turistas, lo que significa que
estarán en desventaja automática en
cuanto al poder cada vez que se en-
frenten a los lugareños en una pelea.
Por otra parte, será muy difícil con-
seguir potencia de fuego. Como se in-
dica en la página 122, las armas son
accionadas por la esencia demoníaca
de quienes las empuñan, e incluso los
turistas más sucios y asquerosos solo
disponen de un disparo. Contrasta eso
con los lugareños engendrados por el
Infierno, que pueden disparar ráfa-
gas con impunidad, y cualquier turis-
ta ambicioso ya está en una desventaja
total. Después de todo, los operadores
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas, por Rich Dansky
afianzados son más grandes, más du-
ros, más fuertes y van mejor armados.
¿Qué esperanza podría tener un puña-
do de turistas?
Ser más furtivo, por supuesto. Lo
que sigue es una lista de posibles ope-
raciones, estafas y técnicas para que un
grupo de turistas se haga un hueco en
Vegas a pesar de que el mismísimo Dia-
blo esté apilando la baraja contra ellos.
No todos van a ser atractivos para to-
dos los grupos ni todas las estafas van
a funcionar. Pero al menos son opcio-
nes y mientras tengas opciones, tienes
la oportunidad de salir con vida.
Estafar a los turistas
Va a ser más fácil estafar a los turistas
que a los lugareños. Al fin y al cabo,
los turistas se resistirán menos, y los
nuevos turistas en particular proba-
blemente estarán desorientados, con-
fundidos y propensos a aferrarse a
cualquier mano que le tiendan para
ayudarles en su duro camino. La pri-
mera pizca de bondad que encuentra
un alma perdida puede hacer que se
incline favorablemente hacia su bene-
factor, lo que significa que puede ser
demasiado fácil llevar a los recién lle-
gados confiados directamente a una
trampa mortal, a una servidumbre
bajo la ciudad o a alguien que esté dis-
puesto a pagar una comisión de inter-
mediario ese día.
El incentivo es que los turistas que
han estado por ahí durante un tiempo
y que no han estado aumentando su in-
versión en los casinos son generalmen-
225
te capaces de manejarse mejor que los
recién llegados asustados que se des-
piertan en agujeros en el suelo o en ca-
mas de hoteles o en piscinas. Eso sig-
nifica que incluso si un recién llegado
quiere resistirse, los números y la fami-
liaridad darán a las personae de los ju-
gadores la ventaja. Y en Vegas nadie va
a mover un dedo para ayudar.
Labrarte tu futuro en el territorio
El territorio no es solo un bien inmue-
ble. En el contexto de Vegas, es el con-
trol sobre algo. Ya sea de unos pocos
negocios, de toda la pornografía pro-
ducida a nivel local o el derecho exclu-
sivo de distribuir drogas o robar en un
espacio específico, el territorio se trata
realmente de control. Si lo tienes, pue-
des beneficiarte de ello. Si no lo haces,
no tienes una fuente de autoridad. Y si
lo tienes, inevitablemente alguien in-
tentará quitártelo.
La dificultad de labrarte tu futuro
en el territorio de Vegas es que técni-
camente no hay nada que labrar. Cual-
quier terreno nuevo ya está siendo
construido por la estructura de poder
existente a partir del alma derretida
que se forja debajo de los casinos, lo
que significa que ya está decidido an-
tes de que se coloque el primer ladri-
llo o se saque la primera pala llena de
tierra. Y el territorio que ya existe está
hablado. Cada casa de empeño, antro
y albergue para indigentes está super-
visado por alguien, que informa a otro
alguien, que informa a alguien más a lo
largo de toda la cadena.
226
En otras palabras, establecer el te-
rritorio en Vegas no es fácil, pero tam-
poco imposible, si los jugadores real-
mente se lo proponen.
El mayor obstáculo para tomar po-
sesión de un chanchullo son los due-
ños anteriores. Hay que convencerlos
de que se retiren o se adhieran al nue-
vo régimen. Si no lo hacen, hay que
eliminarlos por la fuerza y esto, como
se ha señalado anteriormente, puede
ser problemático.
La mejor manera de conseguir que
los lugareños se adhieran a un chan-
chullo de un turista es hacer que val-
ga la pena. Proporciona mejores re-
sultados que la estructura de poder
existente y los desertores aparecerán
rápidamente, aunque no demasiado rá-
pido; querrán ver si aplastan a los re-
cién llegados instantáneamente antes
de firmar. Esto significa conseguir los
recursos de inmediato, una campaña
prolongada de liquidación de turistas
para llevar fichas es una forma depri-
mente pero relativamente segura de
hacerlo, mientras que atacar a un men-
sajero de casino es mucho más arriesga-
do; o convencer al talento existente de
que el resultado valdrá la pena. Siem-
pre existe el riesgo de que la cantidad
requerida para que los lugareños estén
de tu lado supere lo que puedes pagar
para seguir siendo rentable, pero es un
riesgo que hay que correr.
Una forma alternativa de apoderar-
se del territorio es pasar por encima
de la gente que lo tiene actualmente.
Convencer a los altos cargos de que los
turistas harían el trabajo mejor pue-
Alas Vegas
de acabar dándoles el trabajo. Eso sig-
nifica encontrar a los altos cargos, ir a
verlos (y evitar cualquier tentación de
asesinato en el camino), convencerlos
y, a menudo, sobornarlos, cada uno de
los cuales puede ser una aventura por
sí mismo. Si a esto le sumamos la opo-
sición de los lugareños que no quieren
que los sustituyan, menos aún por tu-
ristas, la posibilidad de conflicto es alta.
Traidores
Los lugareños y los turistas de larga du-
ración que se unen a una nueva pandi-
lla traerán consigo ciertos beneficios y
desventajas. Los beneficios incluyen re-
cursos como las armas y el conocimien-
to de cómo operan los otros lugareños.
Los inconvenientes incluyen el hecho
de que esta gente ya ha vendido a su
jefe una vez y, sin duda, lo harán de
nuevo por el incentivo adecuado.
Además, es inevitable que haya un
agente doble en cualquier grupo de lu-
gareños que los turistas logren reclutar.
Este individuo esperará su oportuni-
dad para apuñalar por la espalda, ya sea
para obtener el favor de su antiguo jefe
o para tomar el control de lo que los tu-
ristas han construido con una traición
repentina pero inevitable.
Gestión de recursos
En el mundo real, la historia sigue sien-
do tristemente la misma: un autobús
llega en la gran ciudad y baja una chica
(o chico) sin experiencia que era la es-
trella de la escena local. Ha seguido sus
sueños y están decididos a triunfar en
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas, por Rich Dansky
Nueva York, Los Ángeles o, que Dios
no lo quiera, Las Vegas. Seguramente
trabajarán de camareros, paseadores
de perros o algo por el estilo durante
un tiempo, pero en el fondo saben que
triunfarán y ese momento llegará cual-
quier día.
Salvo que no llega hoy, ni llega ma-
ñana, y justo cuando el sueño está per-
diendo su lustre, llega una oferta de
buen gusto, por supuesto: unas sesio-
nes de fotos, o tal vez un proyecto de
vídeo que requiere enseñar un poco, y
seguro que llevará a cosas más grandes.
Pero las cosas más grandes no llegan, y
si han hecho una sesión como esa, pues
podrían hacer otra y otra. De perdi-
dos al río se convierte en hundirse en
el mar y estar en deuda con gente no
muy agradable detrás de la cámara, y
enseguida las cosas empiezan a ir cues-
ta abajo y sin frenos.
Y aunque la pornografía no es real-
mente un negocio en auge en Vegas, el
principio sigue siendo el mismo. Hay
un mercado lucrativo para identificar a
los nuevos turistas, ser los primeros en
hacerse amigos de ellos y convertirlos
en recursos de uno u otro tipo.
Identificar nuevos turistas pue-
de ser un juego de dados. Después de
todo, pueden despertarse en cualquier
lugar de Vegas, desde habitaciones de
hotel hasta las tierras del interior fre-
cuentadas por los Perdidos. Una regla
general a seguir es que cuanto más lejos
del centro de la ciudad llegue un tour o
grupo de turistas, más fácil será llegar a
ellos antes que a nadie.
227
Encontrar un nuevo turista no es lo
mismo que adquirir uno. Hacerlo pue-
de ser tan sencillo como ofrecerse a
enseñarle al recién llegado cómo fun-
ciona todo, o tan complicado como lu-
char con una horda de Perdidos para
rescatarlo. (Que a los Perdidos se les
pague para que hagan que parezca real
no es algo que se le ocurrirá a alguien
que acaba de sacar su culo amnésico de
un agujero en la tierra para ser acosado
por una turba de salvajes aulladores).
Pero, a pesar de todo, el objetivo es ais-
lar al recién llegado y hacer que se sien-
ta en deuda con la persona del jugador.
Este es un truco, tal vez lo recuerdes,
que se usó con excelente efecto en ellos
(sopa de pollo y ropa nueva, ¿alguien lo
recuerda?) y si son listos, lo copiarán.
Sin embargo, una vez que se han ga-
nado la confianza del recién llegado, es
hora de apretarle las tuercas. Hay un
par de perspectivas que pueden usar.
Una de ellas es señalar que, ya que se
hicieron amigos, y alimentaron y vis-
tieron al nuevo turista, este les debe un
favor. Y ese favor puede ser cualquier
cosa: compras, robo, causar una dis-
tracción mientras las personae hacen
una operación más grande. Después, se
reunirán otra vez, animarán al nuevo y
le dirán que al hacerle ese favor ciertas
personas, y cosas que parecen personas,
se han cabreado. Sin protección no va
a durar ni cinco minutos ahí fuera. Es
mejor y más seguro que se quede con
sus nuevos amigos, que por cierto tie-
nen que hacer un trabajito nuevo.
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas, por Rich Dansky
Si no, pueden entregar al recién lle-
gado a alguien que busque nuevos re-
clutas. Los casinos siempre necesitan
mano de obra, arriba y abajo, y algu-
nos lugareños pagarán una buena can-
tidad por encontrar nuevos talentos.
Ganaos una reputación de entregar
bienes ilesos y las personae verán que
sus servicios están muy solicitados,
y su tráfico post-humano se volverá
cada vez más rentable.
Y luego, por supuesto, está el recur-
so más simple. Los recién llegados in-
competentes, inútiles e ineptos siem-
pre pueden quedar reducidos a fichas
en un abrir y cerrar de ojos. Y es una
forma estupenda de deshacerse de un
lastre que ralentiza tu operación y de
obtener un (pequeño) beneficio mien-
tras se hace. Por supuesto, si se corre
la voz de que un grupo de turistas está
liquidando de forma habitual a los re-
cién llegados, los jefes tendrán que ace-
lerar el Infierno y lo más probable es
que no se pongan muy contentos. Cada
operación conlleva algunos riesgos y
cada estafa tiene un tiempo de cadu-
cidad. Los turistas inteligentes sabrán
cuándo cambiar sus tácticas.
Observadores
Una cosa que las personae inteligen-
tes pueden intentar hacer es contratar
a observadores para que les informen
sobre la carne recién llegada. En cuan-
to tengan unas cuantas fichas en los
bolsillos, pueden correr la voz de que
están buscando recién llegados, e in-
cluso entre los Desesperados siempre
hay unas cuantas almas que se llevan
229
las metafóricas treinta piezas de plata
para avisar a los turistas de que hay un
novato en la ciudad.
Pornografía
El porno en Vegas recuerda al material
que se proyectaba en los cines baratos
de Times Square en los setenta, pero
con menos alegría y valores de produc-
ción más bajos. Es cutre, asqueroso y
barato, y si solo hay una forma de pa-
garle al repartidor de pizza, no parece
que lo esté disfrutando.
Pero todavía hay un mercado para el
porno, aunque no dé satisfacción. Aquí
los bajos apetitos de la humanidad es-
tán vivitos y coleando, aunque el dis-
frute de los vicios está en gran medi-
da fuera del alcance. Muchos turistas se
deleitarán con las fichas que tanto les
ha costado ganar con la esperanza de
sentarse en un cine oscuro y disfrutar
de emociones baratas.
Controlar a una estrella porno po-
pular puede ser sorprendentemente
lucrativo. Por la razón que sea, la por-
nografía humana es una de las pocas
cosas que aceptan los lugareños y los
turistas, y un buen número de demo-
nios están dispuestos a hacer excepcio-
nes para que caiga en sus manos algo
apropiadamente indecente y deprava-
do. Pero el dinero de verdad está en
ponerse en contacto con un cliente ha-
bitual. Hay un número ilimitado de ci-
nes para adultos dispersos por todo Ve-
gas, y necesitan un flujo interminable
de material nuevo para proyectárselo a
sus siempre aburridos clientes. Llamar
230
la atención de un representante artís-
tico (normalmente un lugareño) para
uno de estos sitios sórdidos puede im-
plicar mucho más que dejar una simple
una muestra del producto. El soborno
funciona bien, y lo mismo ocurre con el
complicado cálculo de favores de Vegas.
Un tratante de un cine puede pedirles
a las personae que vayan a interrumpir
una función en otra sala y, a cambio,
aceptará una de sus películas «solo por
amabilidad». Si no, el lugareño puede
aceptar alquilar una película a cambio
de un favor, que siempre vale mucho
más que el valor del alquiler.
Y conseguir que coloquen el mate-
rial de alguien en un cine puede traer
consigo una nueva serie de problemas.
Lo que parece ser un buen trato fijo
puede ser una trampa, ya que el de-
moníaco representante sigue aumen-
tando la frecuencia de sus demandas
de nuevo material hasta que las per-
sonae ya no pueden seguirle el ritmo.
En ese momento, al representante le
resulta muy sencillo simplemente in-
tervenir y tomar posesión de los acti-
vos del grupo (generalmente el artis-
ta) por incumplimiento del contrato,
dejándolos fuera, o algo peor.
Toda la pornografía de Vegas se
distribuye en forma de películas de
8 mm o de revistas viejas con las es-
quinas dobladas. Si alguien quiere im-
primir revistas nuevas no tiene suerte,
pero, no se sabe por qué, hay un sumi-
nistro interminable de película raya-
da disponible para rodar y una pléto-
ra de habitaciones de hotel vacías que
los aspirantes a productores pueden
Alas Vegas
alquilar por horas. Y el talento, como
se ha señalado en la sección anterior,
sigue llegando.
Además, en el porno hecho en Vegas
todos se dejan los calcetines puestos en
todo momento y nadie sabe por qué.
Tal vez al gran jefe le guste así.
La condenación como un servicio
Una alternativa para intentar ganarte
un territorio en el centro de Vegas es
proporcionar un servicio especializa-
do. Dependiendo de la experiencia que
tengan los turistas, pueden venderse
al mejor postor y tratar de hacerse un
nombre (y tener un espacio seguro) ba-
sándose en lo que puedan hacer por los
lugareños que estos no puedan hacer
por sí mismos.
Los servicios de mensajería son una
opción popular. El estatus de turista es
una gran tapadera para merodear por
la ciudad, que a su vez proporciona
una tapadera para entregar paquetes,
cartas y, de vez en cuando, partes del
cuerpo cortadas o víctimas de secues-
tro a las manos adecuadas (por ciertos
valores de «derecho»). La mensajería
también incluye ciertas reglas: nunca
mirar dentro del paquete, nunca inter-
ceptar el paquete y asegurarse siempre
de que el paquete llegue de una pieza.
Una reputación en eficiencia y honra-
dez puede proporcionarle mucho tra-
bajo a un grupo de turistas, mientras
que los productos dañados o la lentitud
en la entrega pueden hacer que los fu-
turos clientes se lo piensen dos veces y
recurran a otra persona.
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas, por Rich Dansky
Sin embargo, las reglas están he-
chas para romperse y la curiosidad
puede llevarse lo mejor incluso del
mejor mensajero. ¿Qué sucede si, di-
gamos, una persona que entrega un
paquete a un casino mira dentro y
encuentra una ficha de un millón de
dólares? ¿O una pistola que funciona?
¿O la llave del ático de Satanás? ¿Qué
pasa con los sobornos para «desviar»
o retrasar una entrega? En cuanto un
turista comienza a considerar la posi-
bilidad de entrometerse, es solo cues-
tión de tiempo que sucumba. Después
de todo, es el Infierno. Y una vez que
esto ocurra, habrá alguien muy in-
satisfecho con ellos. Ya sea el cliente
original, la estructura de poder local
o el individuo que pagó por intercep-
tarlo, tomará medidas para remediar
su decepción. Y eso significa perse-
guir a las personae traidoras con toda
la violencia posible.
Si no, los turistas más inclinados
al latrocinio pueden ofrecer servicios
de adquisición. Algunos pueden espe-
cializarse en artículos específicos: co-
ches, joyas, etc. Los generalistas tien-
den a trabajar artículos de gama baja
que se pueden cambiar rápidamente.
De cualquier modo, los turistas nece-
sitarán formar una red de informan-
tes que puedan decirles dónde está el
botín, los agentes que transmiten los
encargos, los compradores que paga-
rán por el botín y el personal de apo-
yo que pueda ayudar con la recogida.
Un fallo en la cadena puede signifi-
car el fracaso. ¡Y punto! No encontrar
un comprador fiable puede significar
231
quedarse con un artículo candente en
el lugar más ardiente del universo. Y
eso, como dicen, no es nada divertido.
Protección
La estafa más fácil de montar es un es-
quema básico de protección. Inmorta-
lizado como «qué bonito sitio tienes
aquí, sería una lástima que le pasara
algo», en realidad funciona mucho
con el modelo de seguro «legítimo»
en el sentido de que es mejor para el
negocio si nadie tiene que hacer nada.
Una estafa de protección en la que los
estafadores están timando a las tien-
das (y a los tenderos) que teóricamen-
te son sus clientes es algo que no pro-
ducirá muchos ingresos. Por otro lado,
una estafa de protección que constan-
temente tiene que proteger a su clien-
tela contra incursiones externas cues-
ta mucho en términos de recursos, y
cuando los chantajistas son turistas
con poco poder frente a los lugareños
respaldados por sus jefes, el tema pue-
de encarecerse rápidamente.
El primer paso para establecer una
estafa de protección es elegir un ob-
jetivo y demostrarle cuál podría ser el
precio de no pagar. De nuevo, en Ve-
gas esto es más difícil de lo que pare-
ce. Todo cocinero local de tres al cuarto
está conectado a la estructura de poder
infernal, y será mucho más reacio que
el empleado del turno de noche en una
tienda del mundo real.
232
Eso significa que las personae ten-
drán que ser creativas y que tendrán
que usar más la cabeza que el múscu-
lo. Si bien algunas de las herramientas
tradicionales de los extorsionadores,
en particular las armas, no están dispo-
nibles, eso no significa que no puedan
improvisar con lo que tengan a mano.
Incendio premeditado. Aunque pren-
der fuego a algo en el Infierno es siem-
pre una propuesta arriesgada, el ar-
mazón quemado del Silver Cloud
demuestra que se puede hacer. E incluso
los lugareños preferirán dar una tajada a
los recién llegados por un pequeño por-
centaje que lidiar con la interrupción
del negocio que representa un incendio,
sobre todo si el local de al lado se ha in-
cendiado con llamas misteriosas.
Traumatismo por objeto contunden-
te. Vegas está lleno de solares de cons-
trucción, lo que significa que está lleno
de herramientas pesadas que se utili-
zan con este fin. Pon algunas en ma-
nos de turistas decididos que quieran
dar una lección a un lugareño solitario
y las probabilidades se pueden inclinar
considerablemente a favor de los turis-
tas. En cuanto un lugareño obedece, el
siguiente se vuelve un poco más fácil,
y una vez que hay una masa crítica de
gente afiliada, el sistema tiende a au-
toperpetuarse. Después de todo, nadie
quiere problemas.
Vehículos. Si no puedes disparar a al-
guien, siempre puedes atropellarlo. Puen-
tear un coche y enviarlo contra la puerta
de un establecimiento manda un mensa-
je inconfundible, pero sin balas. También
lo hace encontrar el coche de un posible
Alas Vegas
objetivo y destruirlo, con puntos extras
por hacerlo si el lugareño se encuentra
dentro del coche cuando ocurre. O tam-
bién un asalto a una propiedad.
Acoso al cliente. Por supuesto, no tie-
nes que atacar directamente a un nego-
cio para perjudicarlo. Es igual de eficaz
dirigirse a los clientes. Acosarlos cuan-
do entran o salen, bloquear la entrada o
interferir con la experiencia de frecuen-
tar el negocio puede ser una forma con-
vincente de conseguir que el propieta-
rio firme un programa de «protección».
En muchos sentidos esto puede ser más
fácil que ir a por el propietario direc-
tamente, sobre todo si los clientes son
turistas y las personae de los jugadores
tienen una ventaja sobre ellos en cuanto
a número, experiencia y voluntad de co-
meter lesiones corporales graves.
En cuanto una banda ha montado
un negocio de protección exitoso, ten-
drá que hacer tres cosas. Uno, mante-
nerlo asegurándose de que hacen sus
colectas regularmente y recordando
a sus «clientes» que todavía están por
ahí. Lo bueno es que esto produce in-
gresos regulares y repetibles. Lo malo
es que también corren el riesgo de que
la persona que hace las colectas sea pre-
decible en sus ubicaciones y movimien-
tos y, a su vez, pueda convertirla en un
objetivo. Un turista al final de una ron-
da de colectas que va cargado con las
fichas del día se convierte en una opor-
tunidad casi irresistible para cualquier
depredador que esté al acecho. Y re-
cuerda, cuando se trata de vigilancia,
los lugareños pueden permitirse el lujo
de hacerlo el tiempo que quieran.
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas, por Rich Dansky
Dos, defenderlo. Esto puede conlle-
var a tratar con extraños que intentan
dañar o seducir a las empresas, lo que
puede degenerar rápidamente en una
guerra total. Si empieza a haber mucho
jaleo, los jefes pueden intervenir direc-
tamente, ya que el exceso de violencia
tiende a perjudicar el negocio.
También significa mantener a los
clientes ansiosos a raya. La primera
vez que un protegido se niegue a pa-
gar sus intereses, habrá que tratarlo
con dureza y de inmediato. Si no reac-
cionas de esa manera, estarás dicién-
dole a todo el mundo, incluidas a las
personas que se supone que te pagan
regularmente, que eres débil e incom-
petente. Y los «protectores» débiles
e incompetentes no conservan a sus
clientes por mucho tiempo.
Y lo tercero que hay que hacer es ex-
pandirse. El equilibrio dinámico de los
territorios que compiten sugiere que,
si no te estás expandiendo, te estás re-
duciendo. Y eso significa chocar contra
las fronteras de otras estafas y tratar de
alejar a sus clientes de ellas. En resu-
men, la guerra.
Drogas
Los narcóticos, como la pornografía,
no funcionan muy bien en Vegas. Los
efectos adictivos y destructivos están
ahí, pero el colocón siempre está silen-
ciado y es insatisfactorio. La demanda,
sin embargo, sigue siendo insaciable,
y un grupo de turistas veloces e inte-
ligentes puede montárselo bien aten-
diendo esta necesidad.
233
Vender drogas en Vegas significa en-
contrar un proveedor. No hay manera de
lograrlo, las plantas no crecen y las far-
macias no venden Sudafed. Así que tie-
ne que venir de alguna parte y conseguir
algo para distribuir significa hacer las
paces con un criminal local que necesi-
ta mover el producto. Los distribuidores
de alto nivel cobran condiciones usure-
ras por el producto, pero son la única
opción en la ciudad. El riesgo es que, si
las drogas no se mueven, o las roban, los
turistas siguen debiendo la cantidad to-
tal. Y eso puede llevar a cualquier cosa,
desde convertirlos en fichas instantánea-
mente hasta ser vendidos a los más po-
bres de los casinos, pasando por quedar
encerrados en un ciclo eterno de «deber-
le» al lugareño, acabando con cualquier
sueño de una operación independiente.
Si no, los turistas pueden intentar
robar un envío local y usar ese produc-
to para financiar sus operaciones. Esto
tiene la ventaja de evitar el pago, pero
suele atraer atención no deseada. Y
cuando se acabe el material, necesita-
rán adquirir más, y rápido, o sus clien-
tes buscarán a otro.
Usura
La estafa más evidente que dirigir en
una ciudad y que funciona con fichas
de casino, la usura, puede mantener a
la víctima en el anzuelo para siempre.
Cobra una tasa de interés suficiente-
mente alta a un turista desesperado
por fichas y tendrás una mano en sus
ganancias para siempre. Cuando no ga-
nan, pueden deberte o pagarte, cual-
quiera de los dos aporta un beneficio.
234
El truco de la usura está en estable-
cer el nivel al que vas a despellejar al
pardillo. Cobra demasiado y no hay
posibilidad de recuperar la inversión.
Cobra muy poco y no vale la pena el
riesgo. Y si te quedas con un pardillo
que es un triple perdedor, el grupo po-
dría acabar invirtiendo más fichas en él
de las que vale la pena. Es una manera
segura de que necesites pedir un prés-
tamo rápido, y los lugareños son mejo-
res en la usura que cualquier humano.
Después de todo, ellos la inventaron.
Encontrar pardillos en Vegas es fá-
cil. Deambulan por los casinos con cara
triste y desesperada, convencidos de
que una mano o una tirada más de los
dados le habría convertido en el gran
ganador. Desesperados por otro subi-
dón, mendigan, piden prestado, roban
y, lo que es más importante, acceden
a condiciones insensatas de préstamo
dementes a cambio de otro puñado de
fichas. Si ganan, la mayoría de esas fi-
chas vuelven a los turistas. Si pierden,
están más hundidos, tendrán que pedir
otro préstamo y continúa la espiral.
Los pardillos que ganan y tratan de
saldar sus deudas tienden a tener una es-
peranza de vida corta. La violencia de los
operadores independientes dentro de un
casino está mal vista, pero hay un acuer-
do tácito de que incluso a los turistas se
les permite velar por sus propios intere-
ses, y eso significa que vigilar a los pardi-
llos en la mesa está permitido. Si alguien
se largase sin pagar, es un blanco.
Al final, la pandilla tendrá que decidir
si deben y cuando darle el finiquito a un
pardillo. Si es evidente que está tocando
Alas Vegas
fondo y las únicas fichas que producirá
son las que se materializan después de su
muerte, entonces puede ser el momento
de sacar el viejo martillo. Sin embargo,
si ese pardillo cuenta con alguna protec-
ción (conexión con alguien famoso o po-
deroso), puede que convertirlo en fichas
no sea la mejor opción. Y si aprietan el
gatillo metafórico, alguien podría venir a
buscar a su amigo perdido…
Fichar por una pandilla
Si estafar un sitio por sí solos resul-
ta una tarea muy difícil, un grupo de
almas perdidas siempre puede inten-
tar unirse a una banda existente. Esto,
como la mayoría de las cosas en Vegas,
es más fácil decirlo que hacerlo. Los
lugareños tienen mucha fuerza para
ocuparse de lo que haga falta y hay un
flujo interminable de turistas que ha-
cen lo que sea por un par de fichas. Por
lo tanto, las personae de los jugadores
tendrán que demostrar que son dignas
de formar parte del grupo y que son ca-
paces de hacer algo que los lugareños y
otros turistas no pueden o no quieren.
La manera tonta de hacerlo es pe-
dirle a un miembro del sindicato local
algo que el grupo pueda hacer para de-
mostrar lo que valen. Esto es más o me-
nos como firmar un acuerdo de prés-
tamo y decirle al tipo del banco que
rellene la tasa de interés más tarde por-
que confías en él. La tarea será inevi-
tablemente desorbitada y peligrosa, e
incluso si las personae tienen éxito, le
restarán importancia a sus esfuerzos
frente a la deuda del «favor» que están
contrayendo al permitirles firmar.
Timos, estafas y cómo hacerlas en Vegas, por Rich Dansky
La mayoría de los jefes de los te-
rritorios locales tratan de mantener a
sus turistas a raya siguiendo un esque-
ma de deuda continua que siempre los
mantiene con el agua al cuello. La deu-
da percibida es tan alta y el monto de
la «venganza» tan bajo que los turistas
siempre están atrapados debiéndole a
su «benefactor» otro favor, y las cosas
que tienen que hacer para devolver ese
favor pueden incurrir en más obliga-
ciones sociales, atrapando a los desa-
fortunados turistas en un ciclo de obli-
gaciones que dura eternamente o hasta
que el jefe local necesite algunas fichas
sobre la marcha.
Los demonios, sin embargo, respe-
tan la fuerza y la desfachatez. Como
resultado, una pandilla de turistas que
aborde a un jefe local tras realizar una
tarea a la que los lugareños llevan años
dándole vueltas tiene más posibilida-
des de fijar sus propios términos. Des-
pués de todo, son ellos los que le han
hecho el favor al subjefe local, lo que
significa que están en una posición de
negociadora más fuerte. Entregar a un
rival particularmente problemático,
dejar a un competidor fuera del nego-
cio u obtener un objeto que los rumo-
res dicen que el subjefe quiere. Todo
esto puede hacer que un montón de tu-
ristas se ganen una entrada, un trabajo
y la oportunidad de demostrar su valía
más adelante.
235
Consecuencias
Alguien ya es dueño de todo el terri-
torio del Infierno. Su nombre es Sata-
nás y puede que hayas oído hablar de
él. Eso significa que técnicamente cada
parcela en Vegas, hasta los puestos de
lustrar zapatos, es territorio de alguien
por la gracia de Ol’ Nick y sus lugarte-
nientes, y los propietarios actuales lu-
charán para mantener lo que es suyo le-
jos de las manos de los turistas novatos.
No hay reglas ni misericordia, y la con-
fianza es una mercancía inexistente en
una ciudad donde todo el mundo está
a una mala mano de ser la apuesta del
siguiente jugador.
En términos prácticos, eso significa
que un grupo de turistas que haga cual-
quier tipo de juego de poder en Vegas
puede recibir golpes por todos lados en
cualquier momento, y es mejor estar
preparados si quieren durar. También
significa que muchos, si no todos sus
rivales, irán contra ellos con la bendi-
ción (si no la ayuda evidente) de uno de
los grandes jefes.
Y si las acciones de los turistas han
interrumpido uno de los planes de los
jefes, o incluso un plan de uno de sus
subjefes favoritos, las represalias serán
rápidas y despiadadas. No importa si
los jugadores no tenían ni idea de que
Belfegor había pasado los últimos 300
años tramando una usurpación a su
gusto cuando lo destronaron. Si come-
tieron ese error, han picado el anzuelo.
236 Alas Vegas

La buena noticia es que aunque Ve- Por supuesto, tu grupo de turistas

gas esté estructurada, no está muy bien podría ser el primero.
organizada. La mejor manera de obte- Ahí lo dejo.
ner protección si la turba de un jefe vie-
ne a por ti es aliarte con la de otro, espe- Por último
rar a que peleen y quitarte de en medio.
Llevar la prueba de que has interferido Al final, todo lo que pasa en Vegas
en las operaciones de un casino rival po- ocurre según el plan de alguien. Po-
dría concederte la benevolencia de los dría ser el de Satanás, el de Hades, el
rivales de ese casino, y la benevolencia de Belfegor, o, Deo prohibe, incluso el
puede traducirse en fuego de cobertura del tipo de arriba. Por lo tanto, si los
cuando te tiren la puerta abajo. turistas consiguen reunir su propio
Por supuesto, también puede signi- territorio, ascender en el Sindicato y
ficar «ser usado como cebo», pero son evitar que la competencia los convier-
los riesgos que hay que correr. ta en fichas, es muy probable que sea
porque alguien así lo quiere.
Demasiado grande, Y descubrir quién y por qué puede
ser la siguiente aventura.
demasiado rápido
Demasiado éxito y demasiado pronto
hará que caiga sobre ti la ira de los po-
deres. O atraerá la atención de rivales
celosos. Sé ostentoso o codicioso (in-
tenta conquistar demasiado territorio,
o liquidar a demasiados lugareños, o
solo interrumpir el flujo normal de los
negocios) y alguien irá a por ti. El terri-
torio solo es tuyo mientras lo tengas, y
es difícil aferrarse a algo cuando te han
transformado en un montón de fichas.

Ganar a los casinos

Ni lo pienses. Es imposible. Nadie lo
ha logrado nunca. Y aunque lo hicieras,
Satanás te perseguiría hasta el fin de la
eternidad. Después de todo, tiene una
reputación que proteger.
¿Hacer trampas? ¿Contar cartas?
Las probabilidades son aún peores.
238
Salto al tarot en otros juegos
ROBIN D. LAWS
Después de haber jugado a “Alas Ve-
gas”, quizá te sientas expuesto y vulne-
rable sin cartas del tarot en la mesa de
juego. Pero ¿cómo justificar esta nueva
y escalofriante obsesión?
Cuando diriges cualquier juego de rol
tradicional, puedes utilizar el tarot como
un trampolín de ideas que te ayude a
crear nuevos obstáculos y situaciones
cuando la lógica de la historia prosaica
falla. Puedes hacerlo en la fase de planifi-
cación, al darle cuerpo a una aventura de
antemano, o sobre la marcha, cuando te
sientas inspirado en la mesa.
Como jugador en los juegos que
proporcionan un grado de control na-
rrativo, también puedes sacar una car-
ta de tarot para dar una idea. Deja que
una idea surja del cruce entre la situa-
ción ya establecida de la historia y el
simbolismo de la carta robada al azar.
En concreto, estás buscando un
acontecimiento que o bien expone un
nuevo conflicto o cambia la dinámica
de un conflicto que ya está en curso.
Llamo a esta técnica «salto al tarot».15
15. Puedes sacar una inspiración similar de cualquier fuente. Puedes usar el I Ching, Google o las galletas con forma de animales. Busca
lo segundo en cuanto presenten el sistema de resolución con galletas.
Alas Vegas
Por ejemplo, empecemos con la pri-
mera carta de los Arcanos Mayores, El
Mago. Representa el engaño. Tu situa-
ción es la siguiente: en tu juego posapo-
calíptico de exploración y defensa de tu
base, el grupo de personae se ha topado
con un búnker y ha abierto la escotilla.
Uno de los jugadores, usando el control
narrativo, declaró la existencia de la es-
cotilla. Tienes que decidir qué contiene.
Sacas El Mago y te das cuenta de que
lo que sea que haya al otro lado tiene
que ser un engaño de algún tipo. Dán-
dole vueltas a «escotilla» + «engaño»
en tu cabeza, decides que encontrarán
a alguien dentro que finge que se acaba
de despertar de una animación suspen-
dida en una cámara criogénica. Espera
que sus afirmaciones de conocimiento
esotérico os convenzan para llevarlo de
vuelta a la seguridad y a la comida rela-
tivamente abundante de tu base.
¡Pedantes místicos, prestad aten-
ción! Estoy simplificando, seleccionan-
do y, a veces, tergiversando las inter-
pretaciones tradicionales de las cartas
para adaptarlas a las necesidades de la
inspiración de los juegos de rol. Aque-
llos con conocimientos más profundos
no me dejarán que les impida usarlas
en su salto al tarot.
Salto al tarot en otros juegos, por Robin D. Laws
ARCANOS MAYORES
El Mago: engaño. Las personae se en-
C ganado. Además, deben dárselo a al-
cuentran en una situación que pare-
ce ser una cosa, pero que más ade-
lante se revelará como otra distinta.
C La Sacerdotisa: gnosis. Las perso-
nae descubren información que
arroja luz nueva sobre un aconte-
cimiento anterior.
C La Emperatriz: abundancia. Las per-
sonae reciben algo que han estado
buscando, pero tan rápido y con tal
exceso que acaban con una nueva se-
rie de problemas entre manos.
C El Emperador: autoridad temporal.
Las acciones del PJ llaman la aten-
ción de las autoridades políticas.
C El Sumo Sacerdote: autoridad religio-
sa. Las personae atraen la atención
de un líder espiritual o de la iglesia,
que les causa problemas directamen-
te o los envía en una búsqueda ardua.
C Los amantes: amor y familia. La si-
tuación amenaza el vínculo de una o
más personas con sus seres queridos.
C El Carro: movimiento. Las personae
de repente se encuentran físicamen-
te lejos de donde tienen que estar.
C La Fuerza: Esta crisis pone a prueba
la resistencia física o emocional de
los personajes.
C El Ermitaño: verdad. Las personae se
enteran de un hecho sobre el pasado
lejano que les permite avanzar hacia
un nuevo problema en el presente.
C La Rueda de la Fortuna: revés. ¿Ese
dilema que los personajes pensaban
que tenían? En un abrir y cerrar de
ojos, tienen el problema opuesto, de
tal modo que tal vez extrañen el viejo.
239
La Justicia: Su merecido se avecina, si
C
una o más de las personae se lo han
guien que se lo merezca.
C El Colgado: sacrificio. Las personae
tienen la oportunidad de conseguir
un objetivo en marcha, pero a un
terrible precio.
C La Muerte: Este acontecimiento lle-
va a las personae a un punto de in-
flexión culminante. Si lo superan, sus
circunstancias cambian mucho para
mejor. Si fracasan, mueren o desea-
rían haberlo hecho.
C La Templanza: Esta crisis pone a prue-
ba la capacidad de las personae de re-
nunciar a sus placeres favoritos, sus vi-
cios o sus defectos de personalidad.
C El Diablo: tentación. Una victoria
muy deseada está al alcance de la
mano... si las personae están dis-
puestas a dejar de lado sus convic-
ciones más profundas.
C La Torre: confusión. Un hecho en el
que el grupo confió para llegar hasta
aquí resulta ser un error.
C La Esperanza: El grupo descubre una
manera ilegítima de solucionar un
problema que hasta ahora parecía
desalentador. Llama a esto el Puerto
de Escape Estrella de la Muerte.
C La Luna: En la imagen tradicional de
esta carta, un lobo y un perro aúllan a
la luna. Las personae son la luna y sus
oponentes menores les aúllan, tra-
yendo distracción, crítica y ansiedad.
C El Sol: optimismo. Cuando todo parece
más oscuro, una fuerza benigna otor-
ga al grupo un glorioso rescate. Ah, y
ahora le deben una deuda gigantesca.
240
El
C Juicio: apocalipsis. Un aconteci-
miento repentino libera a los opri-
midos y aplasta a los que los repri-
mían. Por justa que parezca esta
revuelta, trae el caos que envuelve a
las personae.
C El Loco: Un error olvidado vuelve a
perseguir a las personae, como el ti-
gre acercándose sigilosamente a la fi-
gura de la clásica imagen de la carta.
C El Mundo: logro. El grupo recibe
una recompensa por sus logros pasa-
dos. Deja que lo disfruten un poco y
que se sientan bien. Luego saca otra
carta para su siguiente problema.
ARCANOS MENORES
BASTOS
As:
C renacimiento. El grupo tiene la
oportunidad de renovarse, o tal vez
una segunda oportunidad.
C 2: asociación. Este obstáculo, si se
supera, otorga al grupo una valiosa
alianza.
C 3: comercio. Un dilema requiere una
negociación inteligente.
C 4: estructura. Este obstáculo, si se su-
pera, permite que el grupo construya
algo que dure. Si no una base como tal
o un refugio, entonces uno metafórico.
C 5: conflicto. Este problema provoca
divisiones internas en el grupo.
C 6: organización. Para tener éxito, el
grupo debe reunir a los miembros de
una alianza inestable, fraccionaria o
confusa.
C 7: Se requiere fuerza física para supe-
rar este obstáculo.
Alas Vegas
8:
C prisa. Este obstáculo recompensa
la paciencia y castiga la impruden-
cia o la acción temeraria a la que
parece invitar.
C 9: defensa. Este dilema tienta al gru-
po a agacharse para defenderse. Si
caen en la trampa, sus enemigos sal-
tan sobre ellos mientras se agachan.
C 10: compromiso excesivo. Dos o más crisis
(vuelve a sacar carta para inspirarte si
hace falta) llegan al grupo a la vez. Para
superar cualquiera de ellas, las perso-
nae deben establecer prioridades.
C La Sota: ambición. Este obstáculo re-
quiere audacia y la voluntad de ir a
por el premio gordo.
C El Caballo: inventiva. Para superar
este obstáculo el grupo tiene que
hacer algo nuevo.
C La Reina: instinto visceral. En esta si-
tuación, los miembros del grupo de-
ben permanecer fieles a sus impul-
sos más profundos.
C El Rey: liderazgo. Por encima de
todo, el grupo debe mandar, desin-
teresada y resueltamente.
OROS
As:
C dinero. Como dicen, «más dine-
ro, más complicaciones».
2: equilibrio. Este obstáculo requiere
C
que el grupo haga malabares con las
demandas rivales. O tal vez, literal-
mente, equilibrar algo.
3: artesanía. Este problema se pue-
C
de resolver prestando atención al
detalle y aplicando las habilidades
del grupo, tal vez su formación en la
fabricación de objetos elegantes. La
negligencia engendra fracaso.
Salto al tarot en otros juegos, por Robin D. Laws
4:
C codicia. El grupo se enfrenta a la
tentación de hacer lo incorrecto o
precipitado a cambio de una recom-
pensa financiera, posiblemente ilu-
soria.
C 5: adversidad. ¿El grupo puede en-
contrar mayor unidad en el sufri-
miento, o se separa y encuentra con-
denas separadas?
C 6: caridad. Este problema se puede su-
perar con precavida generosidad, que
es diferente a la de tirar el dinero.
C 7: avance. Las personae descubren la
oportunidad de ascender en su pro-
fesión o jerarquía.
C 8: la sala de trofeos. Esta barrera se
puede evitar haciendo uso de la re-
putación que el grupo se ha ganado
con tanto esfuerzo.
C 9: estatus. Esta oportunidad ofrece
un salto en el reconocimiento social
general.
C 10: familia. El pariente de un perso-
naje está en peligro, o hace peticio-
nes preocupantes que se deben tra-
tar de alguna manera.
C La Sota: aprendizaje. Esta crisis exi-
ge que el grupo aumente sus cono-
cimientos.
C El Caballo: flexibilidad. Adapta este
acontecimiento para hacer tropezar
al miembro más seguro y cabezota
del grupo. Esto hará que ceda para
evitar una ruptura.
C La Reina: sensualidad. Esta situación
ayuda a los personajes que se detie-
nen a oler las rosas.
C El Rey: poder. Esta situación otorga al
grupo un poder temporal que podría
durar... solo si se utiliza sabiamente.
241
COPAS
As:
C amor. Un personaje tiene la
oportunidad de ser verdaderamen-
te feliz. ¿Abandona sus otras metas,
o las necesidades del mundo, para
aprovecharla?
2: atracción sexual. Un rayo de deseo
C
mutuo une a dos personajes, proba-
blemente a una persona y un per-
sonaje del juego. O a dos personae,
si ambas están de acuerdo. La ame-
naza yace en el olvidadizo egoísmo
del romance correspondido. ¿No se
les permite estar juntos? ¿O el amor
simplemente distrae a los miembros
del grupo del peligro que se avecina?
3: nacimiento. ¡Enhorabuena! Una de
C
las personae está a punto de conver-
tirse en padre o madre, o al menos
cree que es posible. Eso no lo retra-
sará, ¿verdad? Para la habitual pan-
dilla de alborotadores extrañamente
célibes, un embarazo metafórico po-
dría ser suficiente.
4: distracción. Justo cuando el gru-
C
po debería estar atendiendo asun-
tos importantes, las estafas insig-
nificantes los abruman. También
conocido como «sujeto a constan-
tes molestias».
5: vaso medio vacío. Para avanzar, el
C
grupo debe darle la vuelta a un pro-
blema de declive de la moral, inter-
no o externo.
6: niños. La presencia de un niño
C
acarrea peligro, probablemente por-
que las personae tienen que prote-
ger al niño, pero quizás porque el
niño es una fuerza siniestra envuelta
de inocencia.
242
7:
C desconcertado por la elección. Al
grupo se le presentan demasiadas
maneras de avanzar, ninguna de
ellas con consecuencias del todo cla-
ras. ¿Qué eligen?
C 8: alejarse. Este obstáculo se presen-
ta como algo importante, pero la
forma de vencerlo es darse cuenta
de que no es más que una sangría in-
terminable de tiempo y energía.
C 9: alerta de contrabando. Esta situa-
ción tienta al grupo a un peligro-
so exceso de confianza. Para ganar
deben darse cuenta de que todavía
no lo han hecho y que el verdadero
problema se les presenta cuando
se regodean.
C 10: arco iris. El grupo experimenta un
momento de belleza fugaz. Por un
instante todas sus preocupaciones pa-
recen irrelevantes cuando se contras-
tan con lo inefable. Luego saca otra
carta para su siguiente problema.
C La Sota: arte. Este obstáculo exige
a las personae crear o proteger algo
aparentemente inútil, excepto por su
capacidad de calmar o perturbar el
alma. Puede ser una canción, un cua-
dro, una obra de teatro o los creado-
res que dan vida a estos elementos.
C El Caballo: oportunidad. Un nuevo
patrón llega, rebosante de emoción,
y trata de desviar al grupo de su ca-
mino actual hacia su plan. Con él
viene la perspectiva del éxito, pero
solo como un complemento de los
planes de otra persona.
Alas Vegas
La
C Reina: virtud. Una persona de
rectitud inquebrantable, por las ra-
zones más nobles, se interpone en su
camino. ¿Dan un rodeo para evitarla
o dan marcha atrás?
El Rey: diplomacia. Esta situación
C
requiere el manejo cuidadoso y
respetuoso de uno o más indivi-
duos poderosos.
ESPADAS
As: ver a través. Para vencer, los per-
C
sonajes deben abrirse paso a través
de un velo de engaño.
2: intuición. En esta situación, el in-
C
telecto amenaza con cegar al grupo
con sentido común.
3: dolor. La terrible rotundidad de
C
la muerte se inmiscuye de forma in-
esperada, llevándose a un persona-
je del juego que el grupo necesitaba
para completar su misión.
4: la tumba. Un personaje tiene una
C
oportunidad de recibir consuelo de
un lugar inesperado.
5: derrota. Los aliados del grupo re-
C
ciben un golpe devastador, dejándo-
los dispersos y tambaleándose. Si no
tienes amigos, tu ciudad o tu cuartel
general recibirán el golpe.
6: viaje arduo. Para continuar su mi-
C
sión, el grupo debe soportar los ri-
gores de un viaje difícil. ¿Cuánto les
costará llegar a su destino?
Salto al tarot en otros juegos, por Robin D. Laws
7:
C plan secreto. Si alguna vez los per-
sonajes hicieron algo turbio o sos-
pechoso, las consecuencias se refle-
jan ahora en sus caras. Si la partida
no ha avanzado lo suficiente para
que eso haya sucedido, los aconte-
cimientos exponen un plan de sus
aliados, que los dejan a ellos para
limpiar el desastre.
C 8: atado. Al igual que la figura de la
carta, alguien está cautivo y depen-
de de los personajes rescatarlo.
C 9: vivir una pesadilla. Este aconteci-
miento saca a la luz uno de los mie-
dos más irrefrenables de la persona.
C 10: clavado. La parálisis o la indecisión
de un personaje clave del juego deja a
las personae cargando con el muerto.
C La Sota: espía. Este obstáculo se pue-
de superar mediante la astucia, lite-
ral o metafórica.
C El Caballo: espadachín. A veces,
cuando se necesita un giro en la tra-
ma, lo más sencillo es hacer que un
tipo entre por la puerta llevando
una espada.
C La Reina: protector. Las personae de-
ben superar una fuerte defensa, tal
vez erigida por alguien que se inter-
pone en su camino pero que por lo
demás es compasivo o heroico.
C El Rey: despiadado. Los personajes en-
tran en conflicto con un poderoso an-
tagonista dispuesto a hacer cualquier
cosa para conseguir un final bueno.
243
Nota final
Estas entradas empiezan con los con-
ceptos de las cartas y van desde ahí has-
ta las ideas de los juegos de rol, y no al
revés. Así, por ejemplo, verás una en-
trada que se refiere a La Fuerza, pero
no resultados correspondientes para
los otros atributos comunes de los jue-
gos de rol como Destreza y Carisma y
así, sucesivamente. Sobre el papel pue-
de parecer un problema, pero como no
usarás el método de salto al tarot cien-
tos de veces en el transcurso de una
sola partida, no surgirá en la práctica.
Por el bien de la variedad, algunas
entradas se centran en el propio obstá-
culo, otras en lo que los personajes pue-
den perder o ganar con él. Pasar de una
a otra (de barrera a recompensa, o de
recompensa a barrera) te permite ha-
cer más sustancioso el acontecimien-
to, añadiendo los toques específicos del
mundo que lo llevan de lo abstracto a
lo concreto.
Como los significados adivinato-
rios de las cartas tienden a centrarse
en los deseos y los estados internos, los
obstáculos de interacción ocurren con
más frecuencia que los obstáculos pu-
ramente físicos. Sin embargo, pocos DJ
necesitan que se les pida que piensen
en otra pelea o en una nueva trampa
como la próxima prueba con la que de-
ben toparse las personae.
244 Alas Vegas

Matar a
Bugsy Siegel
Salto al tarot en otros juegos, por Robin D. Laws 245
246 Alas Vegas

Matar a Bugsy Siegel

UN JUEGO NARRATIVO QUE USA EL TAROT
KENNETH HITE

El Flamingo, como llamó Siegel a su hotel, era un castillo en el páramo con aguas
mansas cerca. . .
Y para cimentar por completo su identificación con el edificio, y cimentar también su
condición de avatar moderno de Dioniso, Tammuz, Atis, Osiris, el Rey Pescador y todos
los demás dioses y reyes que murieron en invierno y renacieron en primavera, Siegel ha-
bía abierto el hotel el día después de Navidad. Cerró –«murió»– dos semanas después y
luego reabrió...
Tim Powers, Last Call

Matar a Bugsy Siegel no es un juego de
cartas, salvo quizás por accidente. Es
un juego narrativo que utiliza las car-
tas del tarot y sus interacciones para
enmarcar y dar color a la narración en
curso de los jugadores.
Una narración sobre el asesinato de
ese hijo de puta de Bugsy Siegel.
¿Por qué matar a Siegel? ¿Por qué
no? Es un asesino y un chantajista,
miembro fundador de Murder Inc.
que se abrió camino en Los Ángeles y
robó Vegas para su propio reino. Y en
algún lugar hizo un trato con alguien
peor que Lucky Luciano. O, mejor di-
cho, con algo peor. Es un protegido de
Down Low, que le gana a Up High en
sus partidas amañadas. Se ha converti-
do en el Emperador de Occidente, y su
tacto corrompe la tierra y la convierte
en un jardín de veneno, una tierra bal-
día al revés. Y hará lo mismo con to-
dos los lugares a los que llegue, que será
a todas partes, a menos que alguien lo
detenga. O sea, tú.
Así es como funciona esa historia
en tu cabeza: has descubierto cuándo
Bugsy es vulnerable y sus protecciones
mágicas son más débiles. Estás seguro
de que es esta noche. Entras en el Fla-
mingo, subes al cuarto piso y lo matas.
Así es como suele ser la historia: te
contaron un cuento chino, te engaña-
ron como a un tonto. Entras en el Fla-
mingo con furia en vez de encanto, ha-
ces que maten a un montón de buena
gente y mueres sin ver al Emperador de
Occidente.
Baraja las cartas del tarot y reparte.
Tal vez lo oyeras bien la primera vez.
Tal vez ya te han liquidado antes de
que te sentaras. O quizá tengas suerte
y mates a Bugsy Siegel.
Matar a Bugsy Siegel, por Kenneth Hite
Las reglas del juego
He aquí la regla más importante de
esta partida: el juego de cartas define
y describe la narrativa real de la histo-
ria. Los jugadores consiguen sus pistas
de las cartas que salen (imágenes, nom-
bres, simbología, etc.) y alimentan esos
indicios dentro de una narración con-
tinua sobre la muerte de un semidiós
gánster hechicero en el castillo de un
casino embrujado. El juego, no el juego
de cartas, es la cuestión.16
Para algunos ejemplos de lo que re-
presentarían los Arcanos Mayores en
este escenario, ver Encuentros Arca-
nos en la página 253.
Algunas definiciones
Demonios: Trampas específicas al servi-
cio de Bugsy Siegel; El Carro, La Muer-
te, El Diablo y La Torre.
Desierto: Ese país sin descubrir del
que no puede regresar ningún viajero.
Las cartas que se han descartado aquí
están fuera del juego. Manténlas al
margen del juego.
Pila de descarte: Donde se descartan
las cartas.
Pila de encuentro: Las cartas que des-
cribirán y definirán los incidentes de
esta historia en el juego.
Mano: Las cartas que tienes en la
mano, en juego durante esta historia.
Reserva: Las cartas que has recogi-
do, además de tu persona. Puedes jugar
cartas de tu reserva a tu mano en cual-
quier momento.
16. Si te acabas de decir: «¡Venga ya! Básicamente te estás cargando Bacchanal, el magnífico pero rarísimo juego de narración experi-
mental de Paul Czege», tienes toda la razón.
247
La Corte de Siegel: Cartas que repre-
sentan a los principales soldados de Sie-
gel y a los que ha sobornado El Diablo.
Historia: Una fase del juego, que
comprende un turno para cada jugador.
Triunfos: Cartas de los Arcanos Mayores.
EMPEZAR LA PARTIDA
Para empezar, retira El Emperador y La
Emperatriz de la baraja del tarot: estos son
Bugsy Siegel y Virginia Hill. Apártalos.
Motivo y Persona
Reparte una carta a cada jugador para
determinar su motivo.
C Copas: emoción, amor.
C Espadas: violencia, venganza.
C Oros: dinero, codicia.
C Bastos: cumplir órdenes, resentimiento.
Dos jugadores no pueden tener el
mismo motivo.
Los jugadores revisan el mazo y eli-
gen el Caballo o la Reina de su palo; esta
será su persona; guardan esta carta en su
reserva y devuelven el resto al mazo.
Ponte un nombre y al principio del
primer piso explica cómo te inspira tu
motivo a matar a Bugsy Siegel.
248
Los reyes y demonios de Siegel
Quita los reyes de cada palo. Son la
corte de Siegel. Déjalos a un lado. Si
tienes curiosidad, son estos:
C Moe Sedway (oros): Solía trabajar con
Siegel en Nueva York. El hombre de
Meyer Lan- sky en Las Vegas, cons-
tructor de El Cortez, ayudó a Siegel
a quitarle el Flamingo a su dueño,
William Wilkerson.
C Davie Berman «el Judío» (bastos): La-
drón de bancos y capo genovés en
Minneapolis. Luchó contra el fas-
cismo en las calles de Minnesota y
en Europa en el ejército canadiense.
Regresó a Vegas como soldado ge-
novés, se unió a Siegel para dirigir
el Flamingo.
C Frankie Carbo (espadas): Soldado
lucchese y compañero asesino de
Murder Inc. con Siegel, relaciona-
do con al menos diez asesinatos.
Promotor de boxeo en Vegas cono-
cido como el «zar del boxeo».
C Mickey Cohen (copas): Dirigió los cír-
culos de juego para Al Capone y
Meyer Lansky, y es la mano derecha
de Siegel en Los Ángeles. Famoso
por sus numerosas novias y sus con-
tactos en Hollywood.
Elimina los cuatro demonios de Sie-
gel: El Carro, La Muerte, El Diablo y La
Torre. Apártalos.
Alas Vegas
EL PRIMER PISO
Se reparte el resto de las cartas (en sen-
tido contrario a las agujas del reloj) a
cada jugador; esta es una historia del
Flamingo. En el primer piso, cada juga-
dor recibe 17 cartas. Cuando llegues al
cuarto piso, donde está la suite de Sie-
gel, el juego se acaba.
Ordena tus cartas por palos y dis-
tribúyelas; no tienes secretos para tus
compañeros de juego (dicho esto, tus
compañeros no pueden aconsejarte ni
dirigir tu juego de ninguna manera).
Sea cual sea el jugador al que le haya
tocado El Loco, lo busca y lo deja bo-
carriba. Este será el primer encuentro
de esta historia y ese jugador empieza.
Las cartas del mismo palo (Arcanos
Menores) en tu mano representan los
recursos que tu persona tiene en esta
historia. Pueden provenir de habili-
dades innatas, aliados, objetos encon-
trados o pura suerte. A medida que te
reparten una mano diferente con cada
historia, tus recursos cambian. Quizás
estés cansado, borracho, hayas perdido
tu cuchillo o te hayas quedado sin balas.
Depende de ti narrar, como siempre, al-
rededor del eje dispuesto por las cartas.
C Copas: corazón, emoción, seducción,
amor y amantes, baile, agua y vino
y alcohol.
C Espadas: lucha, agilidad, armas,
aliados armados, música, aire y
viento y electricidad.
C Oros: pensamiento, destreza, dinero,
deudores, magia, sabiduría y secre-
tos, arena y especias.
Matar a Bugsy Siegel, por Kenneth Hite
Bastos:
C fuerza física y de voluntad,
favores debidos, soldados y herma-
nos, fuego y aceite.
Triunfos
Baraja las cartas restantes, que debe-
rían ser todas las de los Arcanos Ma-
yores, y ponlas bocabajo en una pila de
Encuentros cerca de tu «despliegue de
personajes». Estos representan los pe-
ligros, fuerzas, entidades, extraños, se-
res, etc. que te encuentras durante esta
historia, en tu viaje nocturno hacia el
Flamingo. No son necesariamente ene-
migos peligrosos; pueden ser emocio-
nes, deseos o cualquier otra cosa que
te distraiga o te impida matar a Bugsy
Siegel. (Ver página 253 para algunas po-
sibles explicaciones de los triunfos en
términos narrativos).
Al enfrentarte a un Triunfo normal
(no demoníaco), tienes tres opciones:
C Derrotarlo: Jugar cualquier palo de
tus cartas en mano hasta obtener
una cifra mayor que de la del Triun-
fo. Estos pueden ser Arcanos Meno-
res numerados o figuras (cada una
tiene un valor de 10). Puedes jugar
los ases con valor de 1 u 11. Si no,
juega cualquier Triunfo de tu reser-
va, sin importar el número. Descar-
ta la carta o cartas que hayas jugado
además del Triunfo. Narra la forma
en que tú (o tu Triunfo aliado, o la
Dama Suerte) derrotaste, sobornas-
te, apaciguaste, escapaste o sobrevi-
viste al ser, acontecimiento o fuerza
representada por el Triunfo.
249
Reclutarlo:
C Juega cartas de cual-
quier palo que tengas en tu mano
hasta igualar el número del Triun-
fo. (Ten en cuenta que El Loco,
triunfo número 0, no puede ser re-
clutado). Añade el Triunfo a tu re-
serva; descarta el resto de las cartas
que hayas jugado. Narra la forma
en que reclutaste, domaste o encar-
celaste al Triunfo.
Ser derrotado por él: No juegas nin-
C
guna carta y descartas una carta de
tu mano. Tu turno termina; desecha
las cartas restantes de tu mano jun-
to con el resto de tu pila de encuen-
tros. Narra la muerte o la derrota de
tu aliado a manos del Triunfo. Si no
tienes figuras en tu reserva, invierte
(pon al revés) tu persona. Narra tu
encuentro violento con el Triunfo
y tu huida por los pelos del mismo.
Si tu persona ya está al revés, narra
tu derrota final por (o ríndete a) el
Triunfo. Tu historia se acabó y estás
fuera de la partida. Si a los otros ju-
gadores les parece bien, puedes que-
darte para sugerir detalles horribles
para sus encuentros.
Recoger de tu reserva
Si has derrotado o reclutado todos los
Triunfos a los que te has enfrentado, o
si no te has enfrentado a ningún Triun-
fo en esta historia, recluta automática-
mente dos cartas que elijas pasándolas
de tu mano a tu reserva.
Si reclutaste una o más cartas, narra
quiénes son y por qué se unieron a ti;
en caso contrario, describe el objeto u
otro recurso que has encontrado.
250
Algunos Triunfos tienen poderes es-
peciales mientras estén en tu reserva:
El Mago, Los Amantes, La Rueda de la
Fortuna y El Colgado.
C El Mago: Se puede jugar desde tu
mano en cualquier momento como
un comodín que represente cual-
quier carta de los Arcanos Menores,
incluidos los que ya están en juego.
Narra la extraña ilusión, desenmas-
caramiento u otro efecto. Descarta
El Mago después de jugarlo.
C Los Amantes: Un jugador con Los
Amantes en su reserva puede ju-
gar cartas de su mano o de su re-
serva a la mano de otro jugador en
cualquier momento. El otro juga-
dor, si lo desea, puede jugar cartas
de su mano o reserva a las cartas de
la mano del anterior en cualquier
momento. Esta jugada requiere una
declaración de amor de alguien en
la narración; narra la irrupción del
amor en tu misión de muerte.
C Fuerza: Con la Fuerza en tu reserva,
puedes reclutar una carta extra de tu
mano a tu reserva al final de tu turno.
C La Rueda de la Fortuna: Con La Rue-
da en tu reserva, puedes terminar tu
turno y seleccionar a cualquier otro
jugador que aún no haya tenido un
turno en esta historia para que jue-
gue a continuación (si eres el último
jugador, esta historia se termina).
Narra la transición, idealmente en
forma de acercamiento y alejamien-
to, o como una escena con una sola
cámara. Descarta La Rueda inme-
diatamente, luego recluta dos cartas
de tu mano a tu reserva.
Alas Vegas
El
C Colgado: En tu reserva, El Colga-
do puede «cobrarse una muerte»
por tu persona. Si no tienes figu-
ras en tu reserva y sufres una de-
rrota, invierte El Colgado en vez de
invertir tu persona. Narra cómo El
Colgado recibió un balazo, desen-
cadenó un hechizo, etc., destinado
a ti. Si sufres otra derrota, deshaz-
te de este Triunfo y cuenta cómo se
sacrificó por ti.
EL SEGUNDO PISO
Añade los cuatro demonios al mazo
antes de repartir. Reparte la primera
carta al jugador que acabó último en la
historia anterior y continúa repartien-
do en sentido contrario a las agujas del
reloj. Es posible que los jugadores no
obtengan el mismo número de cartas
en esta historia ni en las siguientes.
Los cuatro demonios
Son entidades sobrenaturales, ejecu-
tores horripilantes o condiciones má-
gicas del Flamingo, dependiendo de
cómo los narres.
C Carro: Cuando aparece por primera
vez, El Carro lleva la carta de mayor
puntuación en tu mano a la pila de
descartes (trata los ases como si fue-
ran de baja puntuación para este pro-
pósito). Si El Carro te derrota, lleva
tu figura perdida al desierto y fuera
del juego por completo. Si la derrotas,
mézclala en la pila de encuentro de
otro jugador bocabajo a menos que
seas el último jugador de esta historia.
Matar a Bugsy Siegel, por Kenneth Hite 251

Si reclutas El Carro, puedes reclutar Si reclutas El Diablo, puedes reclu-

cualquier carta de la pila de descar- tar cualquier carta de la reserva de
te a tu reserva; deshazte de esta car- otro jugador a la tuya; deshazte de
ta inmediatamente después (excep- esta carta inmediatamente. Narra la
ción: si reclutaste El Carro con El traición de esa carta a su patrón; el
Mago, no puedes reclutar El Mago, motivo de su traición es tu motivo.
que está ahora descartado). Narra el Torre: Cuando aparece por primera
C
retorno (o aparición repentina) de vez, La Torre pasa una carta al azar
este aliado o recurso. (tu persona no; no la mezcles en la
C Muerte: Cuando aparece por pri- pila) de tu reserva a la pila de des-
mera vez, La Muerte mata dos figu- carte. Si La Torre te derrota, manda
ras de tu mano o una figura de tu tu figura perdida al desierto junto
reserva, tú decides. Estas cartas van con tres cartas aleatorias de tu re-
al desierto. Si La Muerte te derrota, serva (tu Persona no).
debes descartar tres Triunfos de tu Si reclutas La Torre, debes descar-
reserva, además de la figura normal. tar inmediatamente una carta cual-
Todas estas cartas van al desierto. Si quiera de tu reserva al desierto, y
no puedes descartar tres Triunfos, otra al final de tu turno en cada
mueres; quedas fuera de la partida. una de las historias siguientes. Si
Tu persona va al desierto (excep- tienes La Torre en tu reserva en el
ción: si tienes El Colgado en tu po- cuarto piso, puedes usarla para sus-
der, puedes descartarlo al desierto tituir el 16 de espadas o el as que
en lugar de a tu persona). necesitas para matar a Bugsy.
Si reclutas a La Muerte, puedes des-
cartar cualquier Triunfo de tu reserva
para rescatar cualquier carta del de-
sierto; recluta esa carta en tu reserva y
descarta La Muerte inmediatamente.
Narra la resurrección (por imperfecta
que sea) de tu nuevo aliado.
C Diablo: Cuando aparece por primera
vez, El Diablo anima a dos figuras en
tu mano o a una figura de tu reserva
a traicionarte, tú decides. Estas cartas
van a la Corte de Siegel. Si El Diablo te
derrota, pierdes una figura en la Corte
de Siegel. Entonces, la mitad de todas
las cartas de tu reserva (redondea hacia
abajo) te traicionan y van a la Corte de
Siegel. Narra cómo te traicionó.
252
EL TERCER PISO
En el tercer piso, añade los reyes y de-
monios al mazo antes de repartir. Re-
parte la primera carta al jugador que
acabó último en la historia anterior y
continúa repartiendo en sentido con-
trario a las agujas del reloj. Al repartir,
los reyes no entran en la mano de un
jugador, sino en su pila de encuentros.
Enfrentarse a un rey
El rey recluta inmediatamente todas
las cartas de los Arcanos Menores en tu
mano que coincidan con su palo. Trá-
talo como un Triunfo con un valor to-
tal de 10 más el valor de las cartas que
acaba de reclutar. Cualquier figura o
Triunfo que juegues para derrotar o
reclutar a un rey va al desierto: pelear
contra un rey es algo peligroso. Pue-
des usar Triunfos para reclutar un rey:
suma el número de cualquier Triunfo
que juegues al total como si fueran Ar-
canos Menores del palo correcto. Por lo
tanto, si juegas El Ermitaño para reclu-
tar un rey, cuéntalo como un nueve.
Los reyes derrotados van al desierto.
EL CUARTO PISO
Cuenta el número de demonios recluta-
dos en las reservas de los jugadores su-
pervivientes, o en el desierto. Descarta
esa cantidad en Triunfos, de más alto a
más bajo. Así que, si los jugadores han
reclutado a dos demonios, descarta El
Mundo y El Juicio. Apila los reyes su-
pervivientes en la Corte de Siegel. Aña-
Alas Vegas
de los demonios y a La Emperatriz a la
baraja. Reparte la primera carta al juga-
dor que acabó último en la historia an-
terior continúa repartiendo en sentido
contrario a las agujas del reloj.
Enfrentarse a La Emperatriz
Cuando aparece por primera vez, La Em-
peratriz descarta cuatro figuras masculi-
nas (sotas, caballos, reyes) de tu mano. Si
tienes menos de cuatro figuras masculi-
nas en la mano, deshazte de todo lo que
tengas. Narra su muerte, incapacidad o
encantamiento. A continuación, coloca
al azar la mitad (redondea hacia abajo)
de las cartas en la Corte de Siegel como
su propia corte. El jugador debe enfren-
tarse a cada carta de su corte por turno
antes de enfrentarse a ella, como si fue-
ran encuentros normales.
C Arcanos Menores de La Emperatriz:
Empareja (recluta) o supera (derrota)
el valor de la carta con cualquier carta
o cartas de un único palo. Narra estos
concursos rápidamente, como una se-
rie de atajos o paneles individuales.
C Triunfos y reyes: Como de costumbre.
C Emperatriz: Si La Emperatriz te de-
rrota, tu persona se une a su corte;
tu reserva es descartada (El Colgado
no puede evitarlo). Estás fuera de la
partida; narra tu hechizo o derrota
ante Virginia Hill. Mezcla La Em-
peratriz en la pila de encuentros del
siguiente jugador; cuando aparez-
ca de nuevo, reparte su mitad de la
corte de Siegel, y así, sucesivamente.
Si es reclutada, La Emperatriz pue-
de sustituir al as que necesitas para
matar a Bugsy.
Matar a Bugsy Siegel, por Kenneth Hite
Una vez que La Emperatriz ha sido
derrotada o reclutada, coloca el resto
de la corte de Siegel, asignando cual-
quier Arcano Menor que haya en ella a
su rey si es posible. Descarta cualquier
Arcano Menor que quede. El jugador
superviviente con el Triunfo más alto
en su reserva juega la corte de Siegel
delante de los jugadores supervivien-
tes, una carta por jugada a ser posible.
Esos jugadores deben entonces enfren-
tarse a esas cartas como de costumbre,
en orden de turnos.
En cuanto cada jugador haya com-
pletado su turno, es hora de enfrentar-
se a El Emperador y, tal vez, matar a
Bugsy Siegel.
Enfrentarse a El Emperador
Cuando El Emperador aparece, debes
tener en la mano o en la reserva 21 pun-
tos en total de espadas, el as del palo de
tu motivo y tu persona. Si no, Siegel te
mata. Narra tu muerte.
Los jugadores supervivientes con
los medios, el motivo y la oportunidad
pueden matar a Bugsy Siegel. Narrad
vuestro triunfo.
17. Y con propio me refiero a «Tim Powers».
253
ENCUENTROS
ARCANOS
A estas alturas, si has jugado a “Alas
Vegas” (o al Everway o cualquier juego
de rol inspirado o donde interviene el
tarot), estás bastante acostumbrado a
adaptar las imágenes de las cartas a los
acontecimientos del juego o a las figuras
del mundo del juego. Si has desarrollado
tu propia simbología o vocabulario de
motivos alrededor del tarot, sigue ade-
lante y úsalo. Esta sección proporcio-
na algunas pequeñas posibilidades de
adaptarse a los elementos de la historia
como yo podría jugar con mi propio vo-
cabulario de diseño personal.17
0 Loco: Un cómico, un borracho, Dean
Martin, un narrador aislado en cierto
modo de los acontecimientos, un vaga-
bundo, un perro, sir Percival.
1 Mago: Un prestidigitador, Sammy Da-
vis Jr., un jugador profesional o tram-
poso a las cartas, un matemático, Mer-
lín, champán, un físico nuclear, John
Whiteside Parsons.
2 Sacerdotisa: Una camarera, una show-
girl, una bibliotecaria, una mujer, una
echadora de cartas, opio, la piscina.
3 Emperatriz: Virginia Hill, una hermo-
sa pelirroja con piernas de vértigo. Sie-
gel le puso su nombre al Flamingo.
4 Emperador: Bugsy Siegel, un guapo
salvaje y rubio.
5 Sumo Sacerdote: Un sacerdote, un
creador de probabilidades, el líder
de una banda, Xavier Cugat, William
Wilkerson, un director o productor de
cine, vino, tu viejo mentor.
254
6 Amantes: Un hermoso sueño, Clark
Gable, tu único amor verdadero, afro-
disíaco, Afrodita, el jardín de rosas,
una acompañante o gigoló, Tristán e
Isolda, la chica que sopla sobre los da-
dos en la mesa de dados.
7 Carro: Un ascensor lleno de matones,
un Packard espectral del 38, un par de
matones (blanco y negro), el sonido de
bocinas y motores, un ángel descarna-
do de la noche, cocaína, un djinn.
8 Fuerza: Un león, un hombre fuerte, el
Campeón, un gordo, anfetaminas, el hom-
bre que te dio una paliza, Lana Turner.
9 Ermitaño: Un detective privado, un
fotógrafo, un vejestorio del desierto,
unas gafas de sol, un pasaje oculto, Ti-
resias, Howard Hughes.
10 Rueda de la Fortuna: Una ruleta, una
crupier, el único reloj del lugar, la acción,
tu pasado.
Alas Vegas
11 Justicia: Un ayudante del sheriff, un
policía, el FBI, un investigador del
Congreso, alguien a quien le hiciste
daño, un arma.
12 Colgado: Tu doble, Cristo, un hombre
muriendo de tuberculosis sin nada que
perder, Odín, alguien enamorado de ti
que no es correspondido.
13 Muerte: Una figura esquelética en una
mortaja, un asesino despiadado con
traje negro, un hombre radioactivo, el
que murió y te dejó aquí, heroína, un
caníbal, César Romero, una mantícora,
tu peor adicción.
14 Templanza: Un camarero (¡mira la
carta!), un misionero mormón, lirios,
boletos de salida, tu deseo de dejar la
vida, Acuario.
Matar a Bugsy Siegel, por Kenneth Hite
15 Diablo: Satanás, Sinatra, pirulas ro-
jas, un vampiro, tu deseo mundano más
profundo, una serpiente, un conserje
empalagoso.
16 Torre: El propio Flamingo, puertas y
paredes móviles, un poltergeist, un ge-
nius loci, construcción inacabada llena
de peligros, estatuas vivientes, Carbo-
nek, pirámides.
17 Estrella: Alienígenas del desierto, una
estrella de cine, un piloto, un astrólo-
go, el destino inevitable, las estrellas de
la bandera, el atractivo del vacío, Mor-
gan le Fey, la llamada de los espacios
abiertos, el casino Last Frontier.
18 Luna: Locura, un lobo o perro salva-
je, inundación repentina, Isis, dos cen-
tinelas, pesadillas, una ilusión, lo que
quieres ver, un hombre lobo, el casino
El Rancho.
255
19 Sol: Muerte por exposición al calor,
una claraboya con un enervante flujo
de luz solar a través de ella, pereza, tu
hijo abandonado, el casino El Cortez.
20 Juicio: Zombis, revelación de secre-
tos, pecados pasados, un trompetista,
un juez o investigador jurídico, un án-
gel pero uno de esos del Antiguo Tes-
tamento a los que hay tener miedo, tu
merecido destino.
21 El Mundo: Divisa extranjera, un agen-
te del MI6 con licencia para matar,
todo el suelo del casino, cuatro de cual-
quier cosa, una nueva vida fuera.
Los Triunfos también pueden repre-
sentar los fantasmas de cualquiera de
estas figuras.
También puedes asignar los Triun-
fos a las figuras de tus otras campañas
de juegos de rol o a tu mitología per-
sonal, asociando esas figuras al núme-
ro apropiado. «Soy el señor Catorce»
o «¡La dama lleva 21! ¡Veintiuno para la
dama!». Tarjetas, alfileres, estampados
de corbatas o vestidos… Añade todo el
significado que puedas imaginar.
256 Alas Vegas

Yet Already
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan 257
258 Alas Vegas

Yet Already, parece que he viajado lejos

GARETH RYDER-HANRAHAN

Imagina tu vida como una mano de cartas. Cuando viajas a través del tiempo, te animas a
través de esas cartas, a través de las horas de tu vida, y eliges la que quieres. Revive ese mo-
mento una y otra vez, o sáltate esa carta mala y pasa a días más fáciles.
Sin embargo, si te equivocas, las cartas salen volando por todas partes, aterrizando sin
orden, bocabajo. Tus recuerdos se mezclan al azar. Sabes que saltaste a través del tiempo, pero
parece que te tiraste de cabeza a través de una pared de ladrillos.
Será mejor que te levantes y te limpies el polvo, porque hay gente que viene a matarte.
No recuerdas por qué te quieren muerto, pero no se van a detener mientras resuelves tu pa-
sado. Es hora de huir.
VERÁS, HIJO MÍO, DESDE AQUÍ EL TIEMPO SE CONVIERTE EN ESPACIO.

“Yet Already” es un juego de viajes en Por ejemplo, digamos que sacas el

el tiempo que utiliza el mismo sistema
que “Alas Vegas”. Si aún no has jugado,
salta a la página 10 y echa un vistazo a
las reglas de Fuga. Esos mismos meca-
nismos se aplican en “Yet Already”.
Hay algunas diferencias, por supues-
to. “Yet Already” no está ambientada en
Vegas y no comienza con las personae
saliendo de una tumba poco profunda.
Los flashbacks están más estructu-
rados en este. Ayudan a construir las
historias de las personae. Para ello, los
flashbacks encajan en una cronología.
Cuando tengas un flashback, coge
una carta. (Deséchala y saca otra si es
uno de los Arcanos Mayores). El valor
de la tarjeta determina cuándo se pro-
dujo el flashback en relación con la pri-
mera vez que viajaste en el tiempo.
cuatro de copas para tu primer flash-
back. Ese acontecimiento tuvo lugar
cuatro horas, cuatro días, cuatro sema-
nas, cuatro meses o cuatro años antes de
que viajaras en el tiempo. A medida que
tengas más flashbacks, construirás una
cronología semicoherente de tu pasado.
Si le das a otro jugador un flash-
back, entonces ten en cuenta cual-
quier acontecimiento fijado. Si este
nuevo flashback tuvo lugar hace tres
semanas y existe uno hace cuatro se-
manas donde el personaje estaba hu-
yendo para salvar su vida vida a través
de la jungla, entonces tu flashback pro-
bablemente tenga que vérselas con las
secuelas de esa persecución. En gene-
ral, construye sobre lo que ha pasado
antes (o pasará después).
Hay un poco más, pero eso lo sabrá
el Dealer.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Estructura
A diferencia de las explosivas cuatro
sesiones de “Alas Vegas”, “Yet Already”
se desarrolla durante al menos cinco
sesiones. Las sesiones de la 1 a la 4 tie-
nen un Dealer diferente para cada una.
La quinta sesión… De nuevo, hablare-
mos de eso cuando lleguemos allí.
Escenario
Aquí y ahora, más o menos. Puede que
no recuerdes mucho, pero te acuerdas
del mundo moderno.
Las aventuras dan por hecho que em-
piezas en una ciudad actual. Internet,
contaminación, gente loca, una mezcla
de viejos edificios feos y nuevos, cadenas
de tiendas y cafeterías. Hay una univer-
sidad u otra institución académica. Si
quieres concretar una ciudad, adelante.
Organización
No ves nada. ¡Mierda, estás ciego!
No, llevas una capucha. Buscando a
tientas con las manos enguantadas, te
la quitas. La capucha no tiene ojos y
está hecha de una tela plateada, como
papel de aluminio resistente. Llevas un
mono holgado de la misma tela, además
de guantes y botas. Parece la clase de
atuendo que llevarías si fueras bombero
o alguien que se dedicara a los residuos
tóxicos, a pasear por un reactor nuclear
o algo así. La falta de agujeros para los
ojos te parece un defecto de diseño.
Miras a tu alrededor y ves a otras
personas (las otras personae) que llevan
el mismo atuendo plateado absurdo.
259
Estáis todos en un cuarto polvoriento
lleno de trastos. Parece que salieron de
una antigua feria: caballitos de tiovivo,
juegos de arcade de muertos, caras de
payasos mirones y tarjetas llamativas
pintadas sobre madera prensada. Es di-
fícil ver nada porque hay humo y la úni-
ca iluminación proviene de las llamas.
Ah, sí, hay un incendio en el lugar.
Estáis en medio de un círculo de llamas
y se están extendiendo rápidamente.
¿Qué hacéis?
SECCIÓN DEL ÁRBITRO
Lee esta sección solo cuando llegue tu
turno de ser el Dealer.
Viaje en el tiempo
Esta es la premisa: las personae viaja-
ron a través del tiempo.
Se supone que no se debe viajar en
el tiempo, es como darle un mazazo a
la realidad. Las personae dividieron la
realidad en una infinidad de líneas de
tiempo alternativas. Momentos, aconte-
cimientos y líneas de vida derivaron ha-
cia la agitada espuma del espacio-tiem-
po. Ahora la realidad está intentando
curarse a sí misma. Se las ha arreglado
para aglutinarse en cuatro líneas tem-
porales semicoherentes. Todavía hay
muchos acontecimientos (fragmentos
de historia) que no se han integrado só-
lidamente en una línea temporal. Harry
conoció a Sally, pero aún no es seguro
si la conoció en Mundocopas, en Mun-
doespadas o donde sea.
260
Ninguna de estas líneas temporales
es la «original». Esa ha desaparecido
para siempre e incluso esa línea tempo-
ral original no era la verdadera histo-
ria, sino que era en sí misma el produc-
to de un experimento anterior de viajes
en el tiempo. Cada una de las cuatro
líneas temporales tiene elementos de la
original, pero están mezclados. Desde
la perspectiva de un nativo de una de
las líneas temporales, sin embargo, la
historia siempre ha sido así. Las perso-
nae son los únicos supervivientes de la
versión original de la historia.
(Douglas Adams expuso correcta-
mente que el mayor problema de los
viajes en el tiempo no son las paradojas
causales o la muerte de tu abuelo, sino
la gramática. Nos quedaremos con la
descripción de los acontecimientos des-
de la perspectiva de las personae, aun-
que no recuerden su pasado y, de hecho,
no tengan ningún pasado todavía).
Cada una de las primeras cuatro se-
siones se desarrolla en una línea tem-
poral diferente. Las personae recuerdan
acontecimientos que ocurrieron en otras
líneas temporales cuando se juega en una
de ellas. La línea temporal en la que tiene
lugar un acontecimiento se determina
por el palo de la carta robada. Digamos
que los personajes están en el Mundoes-
padas, y la carta robada para un flashback
es el cuatro de copas. Ese acontecimiento
ocurrió hace cuatro horas/días/semanas/
lo que sea en Mundocopas. O, dicho de
otra manera, ese acontecimiento deja de
moverse en la agitada espuma de la po-
sibilidad y se adhiere sólidamente al hilo
de la historia de Mundocopas.
Alas Vegas
La persona recuerda ese aconteci-
miento y obtiene el beneficio asociado,
pero el acontecimiento ocurrió en otra
línea temporal, por lo que no afecta di-
rectamente a Mundoespadas. El hecho
de que una persona tenga un flashback
para ganar la lotería en Mundocopas
no significa que tenga las llaves de una
mansión en Mundoespadas.
Por supuesto, si la carta robada
coincide con la línea temporal actual,
entonces cualquier cosa que el perso-
naje recuerde en el flashback tendrá ra-
mificaciones en el presente. ¿Recuerdas
haber ganado la lotería en la línea tem-
poral actual? Entonces tienes una cuen-
ta bancaria con millones de dólares.
No puedes suicidarte ni matar a
otra persona en un flashback. No pue-
des contradecir los acontecimientos
establecidos. Si ves un árbol en el pre-
sente, no puedes recordar que hace seis
meses lo cortaste en el mismo mundo
en el que estás. Si una persona recuerda
haberse casado con Bob hace tres sema-
nas, no puedes recordar que mataste a
Bob hace cuatro meses (a menos que tu
flashback sea ambiguo en cuanto al des-
tino final de Bob).
Aparte de eso, sin embargo, las per-
sonae pueden fragmentar las líneas
temporales tanto como quieran. ¿Ne-
cesitas una salida rápida? Ten un flash-
back para esconder un coche con el ma-
letero lleno de armas y municiones en
ese aparcamiento de allí. ¿Ves a una
chica que te gusta? Recuerdas que se
enamoró de ti hace seis meses.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Para hacer un seguimiento de estas
cuatro historias similares, pero dife-
rentes, usaremos Hojas de cronología.
Hojas de cronología
Si eres el primer Dealer, necesitarás
cuatro hojas en blanco. En la parte su-
perior de cada hoja, escribes uno de los
cuatro palos: bastos, espadas, oros y co-
pas. Estos son los nombres en clave de
las cuatro líneas temporales y seguirás
la pista de una línea temporal por hoja.
El primer Dealer se encarga de
Mundocopas durante toda la partida.
Eso significa que se queda con la hoja
de Mundocopas y resuelve cualquier
pregunta relacionada con él. En la pri-
mera sesión, también dirige los otros
tres mundos.
El segundo Dealer se hace cargo de
bastos, oros y espadas en la segunda se-
sión, pero el Dealer anterior se queda
con copas.
El tercer Dealer se encarga de oros y
espadas, y pasa espadas al último Dea-
ler para la cuarta sesión.
Si surge una contradicción o pro-
blema en una línea temporal que ne-
cesite ser resuelto de inmediato, hay
que preguntar al Dealer que tiene ju-
risdicción sobre esa línea temporal.
Puede resolver cualquier incoheren-
cia o responder a cualquier pregunta.
Cualquier flashback dirigido que ten-
ga lugar en una línea temporal en par-
ticular va al Dealer correspondiente
(por ejemplo, eres el Dealer de Mun-
dobastos y le das un flashback dirigido
a un jugador. Sacas una carta para la
261
línea temporal y sale copas. Deja que
el Dealer de Mundocopas describa los
detalles de ese flashback).
Al principio de la partida solo hay
un Dealer, así que el afortunado tiene
el control de todas las realidades. A
medida que avanza el juego, los dife-
rentes Dealers irán tomando el control
de las diferentes líneas temporales.
Historias personales e
historias del mundo
“Yet Already” se desarrolla en dos nive-
les. En cada sesión de juego las personae
llegan a una nueva línea temporal y tie-
nen que vérselas con un nuevo aluvión
de elementos extraños. Se encontrarán
con asesinos, demonios, dobles y todo
tipo de peligros, y tendrán que descubrir
qué es lo que hace que su línea temporal
actual funcione en comparación con la
última. Descubrirán las historias secretas
del mundo en todas sus versiones.
Al mismo tiempo, a través de los
flashbacks, explorarán las versiones de
su propio pasado. Como la mayoría de
los flashbacks están dirigidos por el ju-
gador, las reseñas de las sesiones no en-
tran en demasiados detalles sobre el pa-
sado, pero eso no significa que no sean
importantes. Por el contrario, es de vi-
tal importancia mantener a los jugado-
res centrados en las historias personales
de su persona. Siempre que puedas, trae
elementos de su pasado al presente. Haz
que su pasado sea relevante a cada paso.
Siempre que sea posible, utiliza indivi-
duos y conceptos del pasado de las per-
sonae en los acontecimientos actuales.
262
Demasiados/Pocos Dealers
“Yet Already” se juega mejor con cua-
tro jugadores. De esa forma, todos tie-
nen la oportunidad de ser Dealer y to-
dos terminan como guardianes de una
línea temporal.
Si hay más de cuatro jugadores,
tampoco pasa nada, aunque algunos no
llegarán a ser Dealers.
Si solo hay tres jugadores, entonces
el mismo Dealer debe dirigir copas y
bastos (las dos primeras sesiones).
Dos jugadores no son suficien-
tes para jugar a “Yet Already”. Busca
más jugadores.
Alas Vegas
Sesión 1
COPAS
¡Bienvenido a tu línea temporal, oh
Maestro de Copas! Durante el resto de la
partida, serás la voz de la autoridad y el
maestro secreto de esta línea temporal.
Hechos establecidos
Hace tres años, en esta línea temporal,
las personae recrearon una experiencia
de viaje en el tiempo desarrollada por
un investigador desacreditado, el pro-
fesor Klingsor. Y desaparecieron.
¿Por qué arriesgaron sus vidas en
un experimento que podía acabar mal?
Esa pregunta recibirá respuesta en los
flashbacks, no en este texto, y probable-
mente no en esta sesión. La naturale-
za exacta de la tragedia o avaricia que
convenció a los personajes de que se
arriesgaran a saltar en el tiempo es algo
que ellos deben decidir más adelante.
Cómo moderar flashbacks dirigidos
Como Dealer, tendrás un flashback por
persona y por sesión (incluida tu per-
sona). Saca cartas como de costumbre
para determinar la línea temporal. Si
estás moderando un flashback en Mun-
docopas, ten en cuenta lo siguiente: al
menos un personaje debe recordar ha-
ber conocido a Tyler Gurnemanz. Por
entonces, era guardaespaldas y consul-
tor de seguridad; duro, competente, sa-
bía mantener la boca cerrada. El perso-
naje podría haberlo conocido:
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Al
C contratar a Gurnemanz para in-
vestigar un caso. Deja que el jugador
decida sobre el misterio.
C Cuando ambos estaban en el ejército.
C Cuando contrataron a Gurnemanz
como guardaespaldas del personaje.
Este flashback se dispara cuando la
persona se encuentra con el hijo de
Tyler, Franklin (ver página 267).
Al menos un personaje debe te-
ner un recuerdo de una tragedia o ca-
tástrofe. Esta puede ser personal (un
amor perdido, una decisión terrible)
o un desastre a gran escala. Lo mejor
que puedes hacer es esperar hasta que
una persona tenga un flashback y luego
construir a partir de eso. Digamos que
un personaje recuerda haber formado
parte de una unidad militar. Puedes co-
ger ese hilo y crear una catástrofe con
él. Tal vez la persona hizo una mala
elección y miles de personas murieron.
Otras posibilidades:
C Provocar un accidente laboral.
C Liberar accidentalmente un com-
puesto tóxico de un laboratorio.
C Causar accidentalmente la muerte
de un ser querido en un accidente
de coche.
C Cometer un crimen pasional de
consecuencias desastrosas.
Este flashback se puede desencadenar
en cualquier momento, pero una buena
oportunidad es cuando Madame Kun-
dry les echa las cartas a los personajes.
Para los demás personajes hay que
hacer dos cosas en estos primeros flash-
backs. En algunos, deberías sembrar his-
torias lanzando acontecimientos enig-
263
máticos y ganchos intrigantes. No hace
falta determinar por qué, por ejemplo,
la visión de un niño con un abrigo rojo
hace que un personaje recuerde haber
estrellado un coche a toda velocidad, o
quién es la persona misteriosa que lla-
ma y dice: «Está listo. No nos verán ve-
nir». Deja que los jugadores se encar-
guen de todo eso. Solo establece los
acontecimientos y deja que la historia
se expanda a su alrededor.
También debes poner en riesgo a
algunas de las personae. Descríbelos
como si los atacaran, los amenazaran o
estuvieran en peligro. Alguien intentó
matarlos en el pasado, alguien deses-
perado y cruel.
Algunas posibilidades:
C Un intento de atropello y fuga, don-
de un coche salió de la nada, aparen-
temente, y por poco atropelló a la
persona y luego salió zumbando.
C Un intento de asesinato que fraca-
só solo por una absurda coinciden-
cia. Puede ser que un avión se estre-
llara, todos los pasajeros murieron,
pero la persona no estaba a bordo.
Se suponía que sí iba, pero llegó al
mostrador de facturación y le dije-
ron que había cancelado su billete
por teléfono.
C Un recuerdo de esconderse en un
armario, en el segundo piso de una
casa oscura, mientras hombres con
cuchillos buscan a la persona.
C Correr a través de un bosque oscuro,
mientras un helicóptero da vueltas
por encima con la luz de búsqueda
apuntando a través de los árboles.
264
Los atacantes son todos de... Bueno,
eso sería desvelar mucho. Lo son, aun-
que son los mismos tipos malos que in-
tentarán matar a la persona dentro de
unas tres páginas.
¿Lo has entendido todo? Bien. Pero
antes de empezar, hablemos de los
fantasmas.
Fantasmas
La mayoría de la gente solo existe en
una de las cuatro líneas temporales.
Pueden, una o dos veces en la vida,
pasar a otra línea temporal durante
unos minutos. ¿Alguna vez te has en-
contrado caminando por una calle to-
talmente desconocida en una ciudad
que creías conocer bien, o te has per-
dido por completo algún gran aconte-
cimiento o novedad que todos los de-
más parecen conocer? Solo saltaste de
una línea temporal a otra. Estas perso-
nas pueden tener dobles en otra línea
temporal (versiones alternativas casi
idénticas a ellos mismos) pero siguen
teniendo una sola historia.
Unas pocas personas existen en dos
o tres líneas temporales. Estas almas
desafortunadas van a la deriva en la
historia. Sin ninguna forma de con-
trolar sus turnos, se vuelven locos.
Acaban en la calle, vociferando y des-
potricando sobre universos y espíritus
paralelos, porque es difícil confinar a
alguien que puede pasar de un mun-
do a otro. Estas personas son aconte-
cimientos espacio-temporales que no
se han atascado en una de las cuatro
estructuras cósmicas posibles.
Alas Vegas
Si una de estas personas muere en
una línea temporal, se convierte en un
fantasma de esa línea. Su historia no
está bien integrada; está muerto desde
el punto de vista de esa historia, pero
todavía tiene acontecimientos realiza-
bles en su futuro personal. Harry mue-
re, pero todavía tiene que conocer a Sa-
lly, así que terminas con un restaurante
encantado por un acontecimiento que
aún no ha ocurrido. Eso se manifiesta
como todas las cosas de fantasmas ha-
bituales: puntos fríos, voces espectrales,
apariciones, rarezas psíquicas. A medi-
da que los demás acontecimientos «am-
biguos» se integran en una línea tem-
poral u otra, el fantasma se desvanece y
existe solo como un eco en las llamadas
telefónicas o estática en la radio.
Bien, las personae existen en las
cuatro líneas temporales. Se conver-
tirán en fantasmas muy poderosos
cuando mueran.
Si una persona muere en una línea
temporal, pero vive en otra, entonces
continúa como un fantasma en esa lí-
nea temporal. Los fantasmas son in-
visibles para la mayoría de las per-
sonas; las personae y otras personas
sensibles pueden verlos y oírlos como
figuras espectrales.
En términos de juego, esto permi-
te que una persona siga jugando en
las cuatro líneas temporales, incluso
si muere en una de ellas (y te aseguro
que las cosas se pondrán muy sangrien-
tas). Los fantasmas no pueden interac-
tuar directamente con el mundo físico,
ni pueden abandonar las inmediacio-
nes generales de una persona viva (así
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
que no pueden explorar hacia adelante,
pero pueden meter la cabeza a través
de una puerta y ver lo que hay al otro
lado). La presencia de fantasmas cau-
sa perturbaciones electromagnéticas,
estática a los aparatos de radio y otros
fenómenos paranormales; estas mani-
festaciones no están bajo el control di-
recto del fantasma, sino que se concen-
tran y pueden obrar milagros.
Una cosa que las personae fantas-
mas pueden hacer sin duda es inter-
ferir en las disputas. Una vez por con-
flicto, el jugador del fantasma puede
sacar una carta y mirarla. Luego, pue-
de desecharla o volver a ponerla en la
parte superior de la baraja. Si es un
Significador, lo pone en marcha inclu-
so cuando se desecha.
LLEGADA
Las personae se despiertan en un edifi-
cio en llamas. Al principio no pueden
ver nada, pero es porque todos llevan
capuchas sin agujeros para los ojos. Sin
embargo, pueden sentir el calor de las
llamas, a pesar de las extrañas prendas
plateadas que llevan puestas. Llevan
lo que parece un cruce entre un mono
de trabajo y un poncho, además de un
sombrero puntiagudo que no estaría
fuera de lugar en un mitin del KKK,
si damos por hecho que el KKK cam-
bió las sábanas por papel de aluminio.
Son trajes de protección, diseñados
para proteger a los viajeros de las incle-
mencias de los viajes en el tiempo. Así
que, hurra por no acabar incinerados
por el impacto en este continuo espa-
265
cio-tiempo. Sin embargo, los trajes son
flamables. Inflamables. Como se diga.
Al otro lado del anillo de fuego, las
personae pueden ver una habitación
repleta de trastos varios que podrían
venir de una feria. Payasos mirones y
cartas pintadas sobre aglomerado, má-
quinas tragaperras, oráculos de plástico
y adivinos. Por extraño que parezca, to-
das las bombillas de los trastos brillan
con intensidad, a pesar de que ninguno
está enchufado. Del mismo modo, hay
delgadas lenguas de fuego que recorren
las paredes. Cada cable eléctrico a me-
nos de cuatro metros del impacto de
cada persona quedó frito por el flujo
electromagnético de su aterrizaje. De
todos modos, la electrotermodinámi-
ca temporal abstrusa es el menor de sus
problemas. El fuego debería estar más
arriba en su lista de prioridades.
Saltar por encima de un círculo en
llamas, abrirse paso a golpes en un áti-
co de chatarra vieja y darle una pata-
da a la puerta, o tirarse por la ventana
es una acción básica de Dificultad 7. Si
un jugador quiere tener un flashback rá-
pido y adquirir una habilidad adecua-
da, mucho mejor. Fallar significa que la
persona se quema al salir.
Afuera es de noche. Todas las luces
de las calles cercanas se apagaron cuan-
do las personae aterrizaron, por lo que
el paisaje de la calle solo está ilumina-
do por el almacén en llamas. A lo le-
jos se oyen sirenas, pero los servicios de
emergencia no llegarán hasta dentro de
unos minutos. Tienen tiempo para qui-
tarse sus absurdas capuchas plateadas y
generar al personaje.
266
Si las personae se toman su tiem-
po para echar un vistazo, hay algunas
pistas que encontrar. En primer lugar,
el edificio en el que se despertaron (el
edificio que ahora arde alegremente)
es un almacén comercial dividido en
varias naves de almacenamiento. El
nombre del propietario (Monty Sal-
vatore) y el número de teléfono para
alquilar el espacio de almacenamiento
están pintados por un lado. Si las per-
sonae llaman a este número más tarde
en la aventura, se ponen en contacto
con Monty y pueden engañar, amena-
zar o suplicar para conseguir el nom-
bre de la persona que alquiló el espa-
cio. Era una mujer llamada Kundry.
Segundo, las llamas atraen a una pe-
queña multitud de espectadores. Es en-
trada la noche en una parte malograda
de la ciudad, así que la mayoría son jó-
venes borrachos que regresan a casa de
los clubes nocturnos, vecinos desperta-
dos por la explosión y otros transeúntes
al azar. Las personae que sigan vestidas
con sus ponchos espaciales o los perso-
najes nudistas son víctimas de insultos
y burlas. Un tipo entre la multitud, sin
embargo, es un viejo loco sin hogar que
se altera mucho cuando ve a las perso-
nae. Comienza a gritar «gente sin som-
bra» y cómo ellos (quienesquiera que
sean) han «sacado una mala mano».
Anima a las personae a huir, porque ya
vienen y «nos aplastarán a todos».
Tercero, y esto no es tanto una pis-
ta como una advertencia, cualquier
personaje que intente esconderse en
un callejón descubre que está infesta-
do de arañas. Arañas de veinte centí-
Alas Vegas
metros de largo, de color rosado rojizo,
con una extraña malformación. Cada
una tiene cuatro patas largas, gordas y
rosadas, una más corta, gorda y carno-
sa, y tres delgadas patas de araña ne-
gras que sostienen su cuerpo asimétri-
co y parcheado. Básicamente, parecen
manos, arrastrándose por debajo de los
contenedores de basura o escabullén-
dose por los desagües. Las arañas de la
carne tienen garras largas en forma de
uña al final de las cinco «pata-dedos»,
además de mandíbulas ocultas que in-
fligen una mordida desagradable. La
población local no ve nada raro en una
colonia de arañas de la carne en forma
de mano. Mundocopas puede parecer-
se a la realidad que los personajes re-
cuerdan, pero no lo es. Las arañas de
la carne se formaron con las sobras de
una realidad anterior; y toda esta línea
temporal también.
No les des demasiada importancia.
Descríbelas en el mismo tono que des-
cribirías a un gato callejero.
Si las personae se van antes de que
lleguen los servicios de emergencia,
los malos las perseguirán por las calles
en lugar de interceptarlas de camino
al hospital.
Servicios de emergencia
Unos minutos más tarde, la calle fuera
del almacén parece la colección de ju-
guetes de un niño. Hay dos camiones
de bomberos, una ambulancia y un co-
che de policía. Si las personae siguen
por ahí, los servicios de emergencia las
llevan aparte y las interrogan. No son
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
sospechosos de provocar el incendio
(por ahora, a menos que las personae se
metan en problemas si actúan de for-
ma extraña) pero a una panda de am-
nésicos desnudos probablemente no se
les permitirá vagar por las calles libre-
mente (a no ser que hayas ubicado tu
juego en Las Vegas). El resultado más
probable es que aten a las personae en
una ambulancia o en el asiento trasero
de un coche de policía.
Ernie Gale, que es policía o paramé-
dico según lo que haga falta, es la cara
amable que las personae no se dieron
cuenta que necesitaban ver en este mo-
mento. Gale ha visto todo tipo de co-
sas raras en las calles a lo largo de los
años, así que el comportamiento ex-
traño de una persona no lo perturba.
Utilízalo para explorar los anteceden-
tes de las personae (o la falta de estos)
mientras conducen por la ciudad. Si los
jugadores no saben qué hacer a conti-
nuación, utiliza Gale para sugerir op-
ciones, como:
C «¿Quién alquiló ese espacio de
almacén?».
C «¿De dónde salieron esos disfraces
extraños?».
C «¿Recordáis algo de vosotros?».
Los flashbacks impulsados por el ju-
gador deben ser desencadenados por
cosas que el personaje ve, pero hay mu-
chos desencadenantes probables den-
tro de la ambulancia / furgoneta poli-
cial (bisturís, jeringas, esposas, armas)
o visibles a través de las ventanas cu-
biertas por la lluvia.
267
El niño
De camino al hospital/comisaría/mien-
tras huyen por las calles, una de las per-
sonae ve a un adolescente con una su-
dadera con capucha roja que se abre
paso entre la multitud de espectado-
res hacia el incendio. Hay un destello
instantáneo de reconocimiento cuando
las personae ven al niño y desencadena
el flashback relacionado con Tyler Gur-
nemanz (página 262). Franklin se apre-
sura sin duda alguna hacia el fuego; con
la capucha, los hombros encorvados,
las manos en los bolsillos, nervioso, en-
fadado y asustado a la vez.
Si las personae están en un vehículo,
ven a Franklin por la calle mientras pa-
san. Se sorprenden al reconocerlo, pero
no hay tiempo para volver y buscarlo
entre la multitud. Si van a pie, lo ven
justo antes de que aparezcan los malos,
y luego las personae tienen asuntos más
urgentes que atender.
Entran los malos
Estos tipos cruzaron de otra línea tem-
poral usando una variación de la má-
quina del profesor Klingsor. Al final de
su viaje, las personae sabrán todo sobre
estos tipos, pero ahora mismo lo úni-
co que importa es que quieren matar a
los viajeros del tiempo. Los malos apa-
recieron en esta línea temporal, elimi-
naron a sus dobles y luego esperaron a
que las personae se presentaran allí.
268
Hay cinco malos, todos ellos de las
fuerzas especiales, que llevan lo último
en moda callejera y mercenaria: armas,
chalecos antibalas bajo las chaque-
tas de cuero, más armas. Si las perso-
nae están en un vehículo, entonces los
malos intentan sacarlos de la carretera.
El impacto hace que Ernie Gale se gol-
pee la cabeza contra el salpicadero y lo
deja inconsciente, por lo que las perso-
nae se quedan solas. Pueden deshacerse
del coche o sacar a Gale del asiento del
conductor e intentar seguir adelante.
En cualquier caso, espera a tener algu-
nos flashbacks rápidos de otras situacio-
nes violentas y peligrosas para cargarte
de habilidades de combate. Parece que
nuestros protagonistas ya han tenido
problemas antes.
Si las personae están en la calle, en-
tonces los malos intentan llevarlas a un
callejón para asesinarlas discretamente.
¿Tienes sed de sangre? Intenta ma-
tar a una persona en esta escena (la
tuya, si no hay más víctimas dignas
en tu punto de mira). Los personajes
muertos se quedan como fantasmas en
cuanto superan la confusión de existir
como una contradicción enredada de la
posible historia en vez de ser un saco
de carne andante.
Estos tipos son peores que los faná-
ticos, son héroes. Están convencidos
de que matar a las personae es la única
forma de salvar su mundo. No negocia-
rán ni se echarán atrás. Sin embargo, si
las personae acaban con uno de ellos,
los otros se retiran y se reagrupan. Vol-
verán a aparecer más tarde.
Alas Vegas
Si capturan a uno (probablemen-
te mientras se desangra), podrán inte-
rrogarlo. No le sacarán mucho. Admite
que las personae tienen que morir para
salvar el mundo. ¿Quién lo envió?
Fueron ellos. Las personae.
Muere antes de poder dar más ex-
plicaciones. Deja que los jugadores se
preocupen sobre la posibilidad de que
sus futuras reencarnaciones quieran su
pasado muerto.
Al registrar el cuerpo del malo
muerto encuentran:
C Un carné de conducir y otra documen-
tación a nombre de Robert Graves.
C Una pistola y munición ocultables.
C Un pequeño dispositivo electrónico
extraño. Es más o menos del tamaño
de un walkie-talkie, y queda patente
que es un montaje casero con partes
pedidas por correo. El aparato parece
un detector o escáner de algún tipo,
aunque lo que está detectando o es-
caneando no es evidente de inmedia-
to. A base de experimentar, las per-
sonae descubrirán que está diseñado
para rastrear las explosiones electro-
magnéticas asociadas con el viaje en
el tiempo. Los malos estaban espe-
rando a que llegaran las personae.
Si las personae investigan a Graves,
encuentran el camino a su antigua casa.
Dejó a su esposa de repente hace seis se-
manas sin dar explicación. Ella lo des-
cribe como una persona diferente. Si la
convencen de que les dé su dirección
actual, el camino los lleva a un pequeño
apartamento alquilado. La puerta está
entreabierta. Dentro, han registrado
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
todo y eliminado cualquier detalle in-
criminatorio. Una búsqueda minuciosa
revela un montón de fotos de vigilan-
cia de Madame Kundry y Tyler Gurne-
manz, y si las personae tienen ganas de
darle con un pico al suelo de hormigón,
desenterrarán el cadáver del «verdade-
ro» Robert Graves. El tipo que intentó
matarlos es un Robert Graves de una
línea temporal paralela, un doble que
cruzó y sustituyó a su equivalente.
En las calles
Después de su accidentada llegada y su
desagradable presentación de los ma-
los, seguramente las personae termina-
rán en las calles por un tiempo.
Un par de cosas a tener en cuenta
sobre la ciudad y Mundocopas:
C Las arañas de la carne no son las úni-
cas criaturas deformes y mal hechas.
Los perros callejeros van por las ca-
lles con los costados agitándose. Su
piel se parece más a la goma de los
neumáticos que a la carne bajo el
pelo sarnoso, y los ojos les brillan
de color amarillo sodio. Los pája-
ros aletean a través de los cielos hu-
meantes, las alas revoloteando como
telas hechas jirones. Y hay locos, lu-
náticos que parecen atraídos por las
personae. Las miran con asombro
religioso, como si una luz celestial,
invisible para los no iniciados, flu-
yera a raudales a través de ellas.
269
Hay
C una droga extraña y descono-
cida en las calles. Se llama polvo
de demonio y viene en paquetes de
aluminio. Nadie sabe de dónde sale;
hasta ahora la policía solo ha hecho
arrestos en la calle y no puede rom-
per la cadena de distribución.
C El polvo de demonio causa alucina-
ciones y sensaciones de euforia reli-
giosa. Los lunáticos atraídos por las
personae son en su mayoría adictos
al polvo de demonio.
C El oficial a cargo de la investigación
sobre el polvo de demonio es un de-
tective de edad avanzada llamado
Piotr Gulden. Los personajes pue-
den encontrarse con él en la comisa-
ría, o ver un reportaje de televisión
o un artículo en el periódico.
C Las cartas y símbolos del tarot son más
frecuentes de lo que las personae re-
cuerdan. Hay cartas del tarot en lugar
de horóscopos en todos los periódicos;
las calles y las tiendas (por no hablar
de las familias) llevan el nombre de los
Arcanos Mayores, y hay una mayor de-
pendencia de la adivinación en general.
C Pon el oído contra cualquier super-
ficie sólida (una pared, una mesa, un
pedazo de madera contrachapada) y
escucha. Después de unos minutos,
oirás arañar y escarbar, como si en-
jambres de insectos estuvieran ro-
yendo para abrirse camino hacia ti.
C A veces, los personajes tienen la im-
presión de que formas enormes se
mueven más allá de las nubes de nie-
bla tóxica que cuelgan sobre la ciu-
dad. Algo empuja contra el tejido
del cielo desde el otro lado...
270
Ir a las autoridades
Esta es una ciudad normal, no la pesa-
dilla de neón de “Alas Vegas”. Hay poli-
cías, hospitales y todos los símbolos de
civilización racional. Las personae po-
drían intentar ir a la policía después de
que los malos empiecen a disparar. Si
parece que las personae tienen la inten-
ción de esconderse en una comisaría
hasta que averigüen quiénes son, hay
dos maneras de quitarles esta ayuda.
Opción 1: Los malos tienen un agen-
te en la policía. La conspiración tiene
gente por todas partes. Las personae no
están a salvo aquí.
Opción 2: Si te queda un flashback di-
rigido, entonces una de las personae de
repente recuerda que es un criminal bus-
cado. Si van a la policía, lo arrestarán.
Indagar en sus pasados
Recuerda que solo los acontecimientos
que sacaron una carta de copas ocurrie-
ron en esta línea temporal. Los perso-
najes pueden recordar otros aconteci-
mientos pasados, pero solo los de copas
pueden tener ramificaciones en el pre-
sente. Si los personajes van a indagar,
sígueles la corriente; siempre puedes
tener a Franklin Gurnemanz o a los
malos para que se presenten y recupe-
ren la trama de los viajes en el tiempo
si es necesario.
No dejes que las personae se carguen
sus propias tramas. Si, por ejemplo,
una persona tiene un flashback que in-
volucra a su mejor amiga en quien con-
fía por completo y a quien se lo confía
Alas Vegas
todo, no dejes que esa persona llame
a su amiga y le diga: «He estado fuera
desde hace no sé cuánto tiempo y he
perdido la memoria. ¿Puedes decirme
quién soy?». Mete a la amiga en la tra-
ma principal (ha sido asesinada por los
malos y sustituida por una doble) o usa
el espacio entre el último flashback y el
presente para cambiar su relación (la
amiga cuelga el teléfono con violencia
y se niega a hablar. Un flashback poste-
rior mostrará cómo las dos se distan-
ciaron muchísimo).
Si las personae indagan en su pro-
pio pasado, sus investigaciones pueden
apuntar a su relación con Tyler Gurne-
manz, Madame Kundry o el misterioso
profesor Klingsor.
Madame Kundry
Hay una fila de cabinas cartománticas
iluminadas de neón toda la noche en
Page Street, pero las personae se sien-
ten atraídas por un establecimiento.
En el interior, una Rueda de la Fortuna
pintada y coronada por un sol ardien-
te los mira desde la pared más lejana.
Madame Kundry, una mujer nerviosa e
inquieta de la misma edad que la mayo-
ría de las personae, los espera detrás de
una mesa con un tapete verde. Les hace
un gesto para que se sienten y hay exac-
tamente tantas sillas como personae.
Como los locos de la calle, Kundry
existe en múltiples líneas temporales. Ella
ha mantenido la cordura, como tal, al su-
primir inconscientemente sus recuerdos.
Ahora sus experiencias en otras líneas
temporales son sueños medio recorda-
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
dos. Ella sabe que tuvo una experiencia
trascendente, pero no puede expresarla.
Ella cree que hay poderes superiores con
los que se puede contactar a través del ta-
rot, y que hay una hermandad iluminada
secreta que guía a la humanidad según los
deseos de esos poderes superiores. Se su-
ponía que su colección de cachivaches (o
recuerdos asociados al tarot) debía reso-
nar a través del éter y atraer la atención
de las personae.
Si Kundry sabe que las personae se
han materializado misteriosamente en
su colección, entonces da por sentado
que son emisarios de estos poderes su-
periores y trata cada una de sus palabras
como una revelación divina. Hará cual-
quier cosa para ayudarlos. Sin embargo,
si deambulan por las calles, los tratará
como simples clientes de pago. Ponle
plata en la mano y te leerá la fortuna.
Si crees que tienes la capacidad de
improvisar para inventar una lectu-
ra de la fortuna basada en una tirada
de tarot, hazlo. Yo me quedo con decir
mentiras. Haz una breve pausa antes de
pasar a la siguiente parte de la escena.
Si las personae tienen hambre o están
cansadas, Kundry puede ofrecerles un
refresco o un descanso para ir al baño.
Durante ese tiempo de inactividad,
apila la parte superior de la baraja con
las siguientes cartas en orden:
1. Rueda de la Fortuna (presente)
2. Cinco de espadas (desafío inmediato)
3. Amantes (pasado lejano)
4. Ermitaño (pasado reciente)
5. Sota de copas (mejor resultado)
6. Colgado (futuro inmediato)
271
Si tienes dos barajas del tarot, puedes
usar una como baraja de juego estándar,
mientras que apilas la segunda con an-
telación y la cambias para esta escena.
Kundry prefiere una lectura clásica
de la Cruz Celta. Coge la carta de arri-
ba (Rueda de la Fortuna) y la pone en
el centro de la mesa. Coloca el cinco de
espadas encima formando una cruz. La
carta nº 3 va a la derecha; la carta nº 4,
abajo; carta nº 5, arriba; y carta nº 6, a
la izquierda. Las siguientes cuatro car-
tas, llamadas el Báculo son carta nº 7:
factores que afectan la situación; carta
nº 8: influencias externas; carta nº 9: es-
peranzas y miedos; y carta nº 10: resul-
tado final. Van a la derecha de la cruz.
Saca las cartas del Báculo al azar y deja
que los jugadores hagan la mayor parte
de la interpretación (si puedes colar un
par de Significadores en la parte supe-
rior de la baraja, será más divertido).
Si algún Significador aparece en
esta tirada, desencadena flashbacks.
La lectura de Kundry en la tirada es
que los personajes son recién llegados,
poseedores de un gran potencial pero
que necesitan que los dirijan. El peligro
inmediato es el de violencia pérfida.
Está claro que son los malos que inten-
taron matarlos. El pasado lejano de Los
Amantes sugiere felicidad y pasión,
ahora perdidas. El Ermitaño, que ella
interpreta como un hombre de gran
inteligencia, pero que está aislado del
mundo, es el profesor Klingsor.
272
El Colgado y la sota de copas están
menos claros para ella. Por lo general,
la sota indica buenas noticias o inspira-
ción, mientras que El Colgado significa
martirio. Ella interpreta que las perso-
nae pronto se encontrarán con un jo-
ven que los guiará a su destino y que el
destino implicará sacrificio.
Franklin Gurnemanz
Desde que las personae llegaron,
Franklin ha estado peinando la ciudad
en su busca. No está contento. Hace
seis semanas, los malos capturaron a su
padre. Tyler escapó, pero resultó gra-
vemente herido al huir: le dispararon
por la espalda. Tyler le pidió a su hijo
que vigilara la llegada de las personae y,
aunque Franklin las culpa por la herida
de su padre, accedió.
Él encuentra a las personae, o ellas lo
encuentran a él. De una manera u otra,
el joven enojado las busca y les dice
que está aquí para llevárselas a Tyler.
Franklin da por hecho que las personae
saben de lo que habla. La confusión lo
enfurece aún más: ha arriesgado su vida
para encontrarlas, por lo que más les
vale que sepan quién es su padre. Des-
pués de todo, ellos lo contrataron.
En un silencio pétreo, Franklin lleva
a los personajes a la casa donde ahora
vive su padre.
El castillo de Tyler Gurnemanz
Tyler yace en la cama, rodeado de má-
quinas y tubos. La bala le atravesó la
columna vertebral y la parte baja de la
espalda. Se las arregló para arrastrarse
Alas Vegas
cuando escapó de los malos, pero nunca
volverá a caminar y solo puede respirar
sin ayuda durante unos minutos. Toda-
vía tiene el cuerpo de un defensa de fút-
bol americano, pero está destrozado.
Tyler conoce al menos a una de las
personae (cualquiera que haya tenido el
flashback relacionado con Gurnemanz).
Hace tres años, Tyler era detective pri-
vado y esa persona lo contrató para una
misión muy especial. La persona forma-
ba parte de un grupo que experimenta-
ba con el trabajo del profesor Klingsor.
Parece una locura, pero Klingsor afirmó
que había inventado el viaje en el tiem-
po. Sin embargo, había que calibrar la
máquina, así que el primer salto tendría
que ser a ciegas. El viajero podría llegar
a cualquier lugar dentro de una «venta-
na» de unos treinta años, y luego ten-
dría que volver a su punto de partida
con los datos necesarios para que la má-
quina funcione correctamente.
La persona contrató a Tyler para que
esperara hasta que llegara su futura re-
encarnación. El trabajo de Tyler era de-
volverla en el futuro a la máquina, para
que la persona pudiera volver al punto
de partida. La persona le advirtió a Tyler
que el proceso de viajar causaba estragos
en la memoria y que Tyler tendría que
explicar todo esto más adelante.
Él no sabe de dónde vino la persona.
Tal vez consiguió que la máquina fun-
cionara una semana después de contra-
tar a Tyler y luego saltó tres años hacia
adelante en el tiempo. Tal vez retroce-
dió una década. No lo sabe y, para ser
sincero, no le importa. Este trabajo ya
le ha costado el uso de las piernas.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Tyler investigó un poco en los años
intermedios. Nadie creía en las locas
teorías de Klingsor sobre los viajes en
el tiempo y él se volvió loco. Tyler lo
rastreó hasta un psiquiátrico en Ale-
mania, pero resultó que el viejo profe-
sor se había suicidado. Los planes para
la máquina del tiempo desaparecieron
y Tyler no sabe cómo cayeron en manos
de la persona, o si esta es la única má-
quina del tiempo que existe.
Hace seis semanas, cinco tipos lo
asaltaron y secuestraron. Por la des-
cripción, son los mismos que inten-
taron matar a las personae antes.
Arrastraron a Tyler a un sótano y lo
interrogaron durante tres días, donde
intentaron obligarlo a que renunciara a
localizar la máquina del tiempo. Resis-
tió y logró escapar antes de que le dis-
pararan. Ahora que las personae están
aquí, será mejor que valga la pena.
Le da una llave a una de las personae.
La máquina del tiempo está escondida
en una vieja granja, fuera de la ciudad.
Franklin puede llevarlos hasta allí.
Sombras
Ponte en el lugar de los malos por un
segundo. (Son pegajosos con la sangre).
Quieres rastrear a unas personas, pero
no sabes dónde ni cuándo llegarán.
Tienes un detector, pero no es fiable.
Así que necesitas un plan de respaldo.
Sabes que se pondrán en contacto con
Tyler Gurnemanz, así que lo dejas lisia-
do. Haz que los objetivos vengan a él.
273
Y cuando lleguen, los estás esperando.
Los malos rodean la casa de Tyler.
Cualquiera que mire por la ventana
los ve merodeando por allí. Los coches
se acercan con los faros apagados. Las
figuras se precipitan a través de las
sombras. Cubren ambas salidas de la
casa, como un nudo corredizo que cer-
ca a las personae.
No lo pueden mover, pero Tyler
puede hacer una última jugada heroi-
ca, diciéndole a las personae que hu-
yan mientras se levanta de su lecho
de muerte con una escopeta. Si no, las
personae pueden hacer algo inteligente
que no se me haya ocurrido, o simple-
mente luchar a su manera libre. El ga-
raje está adosado a la casa; pueden me-
terse en un coche y salir a través de una
lluvia de fuego enemigo si tienen la ha-
bilidad de conducir.
Una vez salen, es una escena de per-
secución. Mata al último de los malos
ahora, si puedes. Franklin va con las
personae. Acepta la muerte de su padre
y se la traga, empujándola hacia abajo
en su interior.
La granja
Vieja, derruida, espeluznante. Hace
años que nadie viene a este lugar (ex-
cepto Tyler, que se acercaba cada po-
cos meses para echar un vistazo a la
máquina del tiempo). Al explorar, las
personae descubren que el granero está
cerrado con candado y con una cadena
pesada. La llave que Tyler les dio entra
en la cerradura.
274
En cuanto se acercan a la puerta, la
máquina reacciona ante su presencia.
Una luz sobrenatural sale a través de
las grietas. La máquina es una maraña
de bobinas de cobre y cables eléctricos
gruesos, y, en el centro, un disco de me-
tal negro gira como una ruleta. Las per-
sonae vislumbran lo que parecen cartas
del tarot pegadas en la parte exterior de
la rueda, pero gira demasiado rápido
para ver los detalles. No hay una forma
evidente de que un personaje «calibre»
la máquina como Tyler sugirió y, de to-
dos modos, no saben cómo hacerlo.
(Sí, una persona puede tener un
flashback con la experimentación con
la máquina para obtener una capaci-
dad adecuada. Esto le permite enten-
der las lecturas de la máquina. Apa-
rentemente no se puede calibrar hasta
que tenga la información completa so-
bre la ubicación de las personae en el
tiempo y el espacio, y hay algo… in-
cierto acerca de ellas. Debería tener
todos los datos que necesita, pero aún
no funciona. Es un efecto secundario
de todo ese rollo de «reventar la histo-
ria en cuatro líneas temporales que se
excluyan mutuamente»).
A medida que la máquina se encien-
de, los personajes empiezan a sentirse
mareados y... sin aliento. A la deriva.
No del todo ingrávidos, sino algo pa-
recido, como el momento en que una
montaña rusa se hunde en una pen-
diente, o el momento después de saltar
de un acantilado.
Alas Vegas
Ahora suceden tres cosas en una su-
cesión muy rápida.
Primero, Franklin apunta con un
arma a uno de los personajes y les exige
que viajen atrás en el tiempo y salven
a su padre. Tyler lo dio todo por ellos,
le deben una nueva vida. Si discuten,
Franklin dispara y mata al personaje.
Segundo, los personajes ven una for-
ma que se cierne sobre ellos. Llena todo
el cielo sobre la granja. No es real, aún
no, pero se mete en la piel del univer-
so, tratando de entrar. Parece un bicho
de neón del tamaño de un portaavio-
nes, pero cuando lo miran, reciben un
destello de uno de los Arcanos Mayo-
res: La Torre. A medida que la máquina
alcanza su máxima potencia, la forma
pasa a través de ella, convirtiéndose en
algo terriblemente real.
Tercero, la máquina se activa. Las
personae (vivas y muertas) saltan.
Por un momento, un momento
atemporal, ven cuatro formas enre-
dadas, fractalmente complejas, que se
extienden desde un solo punto. Esos
bichos se escabullen alrededor de las
cuatro formas, rasgándolas con mandí-
bulas. Las personae caen hacia una de
las cuatro líneas temporales…
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Sesión 2
BASTOS
Durante el resto de la partida, serás la
voz de la autoridad y el maestro secreto
de la línea temporal de bastos.
Hace tres años, en esta línea tempo-
ral, las personae recrearon una expe-
riencia de viaje en el tiempo desarrolla-
da por un investigador desacreditado,
el profesor Klingsor. De lo que no se
dieron cuenta es de que la máquina del
tiempo del profesor funcionaba perfec-
tamente cuando la usó por primera vez.
¿Recuerdas la III Guerra Mundial? ¿El
intercambio nuclear a mediados de los
80 entre EE. UU. y la URSS? ¿El con-
flicto global que se cobró la vida de mi-
les de millones?
¿No?
Eso es porque el profesor Klingsor
cambió la historia. Construyó una má-
quina del tiempo, retrocedió en él y evi-
tó la III Guerra Mundial. En la nueva lí-
nea temporal (o, desde la perspectiva de
las personae, la línea temporal original)
Klingsor era un excéntrico con algunas
teorías interesantes sobre la estructura
del espacio-tiempo. Solamente él recor-
daba la guerra. Pero recordó haber sus-
tituido un evento por otro en 1983.
Cuando las personae saltaron en el
tiempo y rompieron las líneas tempo-
rales, el «parche» de Klingsor perdió
continuidad. Durante los últimos tres
años, las secuelas de la guerra han lle-
gado lentamente a Mundobastos. Una
tierra baldía posapocalíptica se desli-
275
zó sobre él sin que ningún apocalipsis
lo causara. Los edificios comenzaron a
desmoronarse y aquellos construidos
desde 1983 (que no eran chozas de hoja-
lata ni búnkeres) se derrumbaron más
rápido de lo que debían. Los índices de
cáncer aumentaron. Cualquiera que no
debería existir en esta nueva línea tem-
poral, que murió o cuyos padres murie-
ron en esa guerra nuclear borrada, vive
tiempo prestado. Con el paso de los
años, estas personas imposibles se con-
sumen de alguna enfermedad identifi-
cable o simplemente desaparecen. Sus
fantasmas tardan en marcharse un rato
antes de que a ellos también los consu-
ma el olvido por la rueda de la historia.
Las personae no recuerdan nada de
esto. El apocalipsis se consolidó des-
pués de que saltaran en el tiempo.
De las cuatro líneas temporales que
sobreviven, Mundobastos es la más ines-
table, lo que la convierte en la más vul-
nerable a las intrusiones externas. Pen-
semos en ese extraño bicho espacial que
las personae vieron antes de saltar. Exis-
te fuera del tiempo. Se alimenta de rea-
lidades moribundas. Llámalo demonio.
Mientras Mundobastos tenga una heri-
da abierta en su historia, esas cosas pue-
den escurrirse dentro nuestra realidad.
Tienes una línea temporal donde no
hubo una guerra nuclear, pero la histo-
ria cree que sí, y esa paradoja no solo
convierte al mundo en un montón de
mierda radiactiva, sino que también
deja entrar a los demonios desde fue-
ra. El símbolo del palo de bastos es un
símbolo fálico, y a esta realidad la han
jodido por completo.
276
Hechos establecidos
En esta realidad, el profesor Klingsor
era profesor universitario. Nunca publi-
có sus teorías sobre los viajes en el tiem-
po, por lo que nunca fue desacreditado
ni ridiculizado. Después de «parchear»
la línea temporal, continuó jugando con
su máquina del tiempo en secreto. No se
sabe cómo, las personae lograron acce-
der a la máquina. Los flashbacks pueden
revelar que eran estudiantes del profe-
sor, o amigos, o tal vez se metieron en la
universidad y la robaron.
Klingsor murió más o menos al
mismo tiempo que ellos saltaron. ¿Las
personae lo mataron? ¿Se rindió su co-
razón cuando se dio cuenta de que es-
taban a punto de borrar el mayor logro
de su existencia? ¿Los malos de otra lí-
nea temporal lo asesinaron y culparon
a las personae?
Cómo moderar
flashbacks dirigidos
Como Dealer, tendrás un flashback por
persona y por sesión (incluida tu per-
sona). Saca cartas como de costumbre
para determinar la línea temporal. Si
estás moderando un flashback en Mun-
dobastos, ten en cuenta lo siguiente:
C Si el recuerdo tiene más de tres
años, es para el «anterior» Mundo-
bastos, donde Klingsor instaló un
parche para evitar la guerra de 1983.
Todo es normal, incluso mejor de lo
normal, la vida es muy buena.
Alas Vegas
C Si el recuerdo tiene menos de tres
años, es para el Mundobastos «ac-
tual», un terreno baldío posapoca-
líptico, pero que se está filtrando en
la realidad, como si estuviera suce-
diendo retroactivamente por grados.
Para los flashbacks, tienes dos misio-
nes. Primero, y esto se aplica a todas
las líneas temporales, construir sobre
la base de las historias establecidas de
las personae para crear la promesa de
lo asombroso del futuro. En algún mo-
mento de su pasado, todas las personae
estaban en el camino de la plenitud.
Tal vez uno era un joven político idea-
lista con un futuro brillante. Tal vez
trabajaba muchas horas en una empre-
sa de tecnología, soñando con cambiar
el mundo, o se había enamorado de al-
guien de la cafetería. Haz que recuer-
den una época en la que trabajaban en
algo maravilloso.
Segundo, si un flashback tiene lu-
gar en Mundobastos, entonces sube un
poco el listón. El futuro brillante que el
personaje anticipó es mucho más bri-
llante en Mundobastos. ¿Ese joven po-
lítico idealista? Haz que recuerde ha-
ber dado el discurso principal en una
conferencia del partido. Esa empresa
tecnológica se tropezó con el secreto
de la fusión fría. Miraste a esa perso-
na de la cafetería a los ojos y hubo un
momento de reconocimiento cósmico,
de contacto de las almas. Dales el me-
jor pasado que puedas imaginar en esta
línea temporal más oscura.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
¿Listo? Allá vamos
La luz de la máquina se desvanece y
las personae están… exactamente don-
de estaban.
Están en la granja. No hay señales de
la máquina, de Franklin Gurnemanz ni
del coche de Franklin. Cualquier per-
sona muerta está viva de nuevo. Llevan
lo que llevaban puesto cuando saltaron,
pero cualquier objeto metálico despren-
de un calor abrasador y cualquier apara-
to electrónico se acaba de freír. El cielo
es de un gris enfermizo. La granja y sus
dependencias parecen más deterioradas.
Las plantas moribundas forman una al-
fombra de color marrón viscoso bajo los
pies. Insinúa que las personae han salta-
do hacia delante en el tiempo.
Si exploran, encontrarán otra casa
cerca. Parece que se construyó hace
poco, pero le pasa algo malo. Es inexpli-
cablemente frágil y quebradiza. Puedes
meter la mano a través de la pared de
hormigón como si fuera de escayola fina.
Cada vez que se rompe algo, los insectos
salen de las grietas. Aquí no vive nadie,
salvo los fantasmas (chisporroteos de ra-
dio estática, puntos fríos, etc.). En esta
línea temporal, los edificios construidos
después de 1983 son espeluznantes y de-
cadentes casas embrujadas.
277
Mientras exploran la casa, a una de
las personae le vendrá una imagen del
aspecto que habría tenido antes de que
el parche del profesor Klingsor se caye-
ra: salta de una ruina bombardeada y
podrida por la realidad a un ideal resi-
dencial y de vuelta en un instante, de-
jando atrás solo el tenue aroma del pas-
tel de manzana y de la Coca Cola.
No hay nada útil en la casa, pero
fuera hay tres coches estacionados. Dos
son modelos recientes y no funcionan.
El tercero, sin embargo, es un Pontiac
TransAm de 1978 restaurado y las
personae pueden hacer que funcione
de nuevo.
Déjalos vagar por el paisaje mal-
dito un rato. Si alguno de ellos tuvo
flashbacks de Mundobastos en la últi-
ma sesión (recuerda recibir la hoja de
la línea temporal de Mundobastos del
Dealer anterior), entonces comprue-
ba si puedes introducir alguna pista de
que están en la misma continuidad. Por
ejemplo, si un personaje recuerda ha-
ber robado un banco en esta realidad,
tal vez encuentre una comisaría aban-
donada y saqueada con un cartel de «se
busca» en la pared.
¿Recuerdas esas arañas raras de la
línea temporal anterior? Aquí no exis-
ten. Las criaturas de esta realidad son
mezcolanzas aún más improbables que
las arañas. Esa especie de perros salva-
jes tropiezan a ciegas a través de los pá-
ramos que rodean la ciudad, y las cosas
en el cielo parecen más unas lagartijas
que unos pájaros.
278
Monstruos con rostros humanos El superviviente
Las personae no están solas aquí. Este
es un mundo hechizado por demo-
nios. Poco después de salir de la casa,
se toparán con monstruos. Por suerte,
pueden verlos desde la distancia. Res-
plandecen desde dentro con un brillo
amarillo verdoso enfermizo. Parecen
insectos, pero desde ciertos ángulos
hay un aspecto casi humano en sus ex-
tremidades y sus rostros. El aire arde
donde los toca, así que apestan a ozono.
Son pedazos de irrealidad con dientes.
Se alimentan de la realidad en de-
cadencia, por lo que se sienten atraídos
inmediatamente por los fantasmas y las
personas que no deberían existir. Las per-
sonae son muy paradójicas, así que son
supersabrosas. Ah, los demonios pueden
ver (y herir) a las personae fantasma.
Mientras las personae no pinchen a
los insectos demonios con palos pun-
tiagudos o los provoquen, pueden es-
quivar a la mayoría. Estos especímenes
son idiotas ciegos y no los perseguirán
a menos que tengan hambre.
Los monstruos no son el único peligro
existente. Bandas de chatarreros vagan
por el páramo, buscando material anti-
guo, equipo hecho antes de 1983, cuando
las cosas funcionaban. Ese coche que en-
contraron las personae es un verdadero
tesoro. Los chatarreros están muy sanos
y van muy bien vestidos para ser un gru-
po de saqueadores degenerados. Después
de todo, solo llevan unos meses hacien-
do esto, aunque sus instintos se filtraron
desde una línea temporal en la que han
sido matones desesperados toda su vida.
Alas Vegas
Mientras las personae deambulan por
el páramo, se encuentran con un via-
jero solitario, Franklin Gurnemanz. En
esta realidad, su padre murió después
de recibir un disparo. Aquí los antibió-
ticos y el tratamiento médico son di-
fíciles de conseguir. Ahora es el único
superviviente de una banda de chata-
rreros que fue atacada por otra. Escapó,
pero su camioneta se averió. Empeza-
ba a caminar a pie por «el Complejo»
cuando se encontró con las personae.
Franklin no los conoce, aunque recuer-
da vagamente que su padre los mencionó.
Eso tampoco le importa, lo que necesita es
su coche. Su banda encontró suministros
con los que tenían la intención de comer-
ciar con el Complejo y pesan demasiado
para llevarlos en la mano. Si las personae
le ayudan, entonces dividirá las ganancias
con ellos y los presentará en el Complejo.
Si las personae se niegan a ayudar-
lo, Franklin saca un arma y los ame-
naza. No les hará mucho daño, solo
quiere su vehículo. Él les dice dónde
encontrar el Complejo independien-
temente de sus acciones.
La camioneta, cuando la encuen-
tren, estará muerta. El motor se ha
roto, una víctima de la misma entropía
temporal que succiona la vida de esta
línea temporal. Los suministros del
chatarrero están intactos. Queda claro
que saquearon una base militar: cajas
de piezas de armas y munición, repues-
tos, raciones de comida militar, y deba-
jo de todo esto, una caja grande y muy
pesada con las siglas MADM.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
MADM, por cierto, significa muni-
ciones medianas de detonación atómi-
ca. Es una maleta nuclear. El ejército
estadounidense las construyó duran-
te la Guerra Fría con la intención de
convertir el Fulda Gap en un cráter hu-
meante si el Ejército Rojo invadía Eu-
ropa. Combina la portabilidad relativa
(pesa alrededor de 180 kilos) con una
potencia destructiva sin igual. Y lo más
importante, es lo bastante pequeño
como para ser transportado por un via-
jero que salta entre líneas temporales.
Este MADM en particular es unos
años anterior al cese de Able Archer.
De hecho, ha pasado su fecha de cadu-
cidad. La bomba debería seguir siendo
estable, pero recomendamos no sacu-
dirla ni dejarla caer. O estornudar.
A medida que los personajes cargan
los suministros en su coche, descubren a
más chatarreros moviéndose a través del
paisaje devastado. Es hora de moverse.
El Complejo
Fuera de las ruinas de la ciudad hay un
lugar llamado el Complejo, una peque-
ña isla de semicivilización. La ciudad
misma es demasiado peligrosa e ines-
table, entre las bandas de chatarreros y
los edificios envejecidos de forma pre-
matura. (Y si tu partida está ambien-
tada en una capital de la OTAN o del
Pacto de Varsovia, puede haber sido el
objetivo de un ataque nuclear que aho-
ra se está convirtiendo en un fantasma).
Según los estándares de esta línea
temporal, la vida en el Complejo es bas-
tante buena. Tienen electricidad, agua
279
corriente, higiene, alimentos frescos,
paredes firmes y guardias bien armados.
En pocos años (si sobrevive) el Comple-
jo y lugares como este serán las semillas
que hagan crecer una nueva civilización.
El alcalde del Complejo es alguien
conocido para al menos una de las per-
sonae. Si ya se ha introducido un perso-
naje del juego adecuado en un flashback
anterior, útilízalo. (Puedes usar perso-
najes del juego de otra línea temporal;
si un personaje recuerda haber cono-
cido a un carismático oficial militar
en Mundoespadas, entonces el alcalde
puede ser el doble de esa persona). De
lo contrario, da a una de las personae
un flashback dirigido cuando entren en
el Complejo y se reúnan con las autori-
dades locales. Una cara familiar signifi-
ca que los personajes son bienvenidos.
Un pequeño respiro
La mayoría de los recién llegados al
Complejo son supervivientes con-
mocionados, abandonados a su suer-
te cuando la civilización y la reali-
dad se saltaron un engranaje hace tres
años. Los nativos del Complejo están
acostumbrados a que los recién lle-
gados estén confusos y no tengan ni
idea. Tienen dos o tres días para des-
pejar sus mentes. Luego, más les vale
ser útiles de inmediato. El Complejo
no puede permitirse el lujo de cargar
peso muerto. Las personae tienen un
pequeño descanso para considerar su
situación y resolver lo que está pasan-
do antes de tener que buscar trabajo,
si es que se van a quedar allí.
280
El alcalde explica la historia de esta
línea temporal a los personajes, cómo
todo empezó a desmoronarse hace tres
años. Vivían en algo muy parecido a
nuestro mundo real hoy en día, pero
en los últimos tres años, les ha invadi-
do un pasado diferente, treinta años
retroactivos de páramo posapocalíp-
tico. La comunicación con el resto del
mundo se detuvo; hay rumores de que
la ciudad y el territorio circundante es
uno de los pocos lugares que todavía
es habitable. Nadie sabe de dónde vi-
nieron las «luciérnagas» (demonios) ni
qué son realmente los fantasmas, pero
hay muchas teorías descabelladas: ex-
traterrestres, experimentos corporati-
vos que salieron mal, o tal vez fue el día
del Juicio Final.
Las personae también podrían que-
rer reconstruir lo que recuerdan de sus
experiencias anteriores. Probablemen-
te empezarán a sospechar que hay múl-
tiples líneas temporales. Sonríe y no
confirmes nada. El alcalde ha oído ha-
blar del profesor Klingsor: era profesor
de física en la universidad de la ciudad
antes del Cambio.
¿Quién podría saber más? Hay his-
torias, rumores descabellados en reali-
dad, sobre este tipo que vive en la ciu-
dad y puede controlar las luciérnagas.
La gente lo llama el Mago (ver El Mago
más adelante). El Complejo comer-
cia con el Mago. De hecho, algunos de
los artículos traídos por Franklin Gur-
nemanz son para él. Si los personajes
entregan la mercancía, podrán pedirle
ayuda al Mago.
Alas Vegas
Si las personae hablan abiertamen-
te sobre el viaje en el tiempo, espe-
cialmente sobre los viajes en el tiempo
que comenzaron hace tres años, puede
que se metan en muchos problemas. La
gente quiere culpar a alguien del colap-
so de la civilización, y si las personae
anuncian que tienen recuerdos frag-
mentados de haberse entrometido en
la estructura de la realidad más o me-
nos al mismo tiempo que la historia se
derrumbó, el lugar se convertirá en una
zona de linchamiento rápidamente.
Fuera de la zona de confort
Las personae han disfrutado de un
pequeño descanso. Vamos a apretar-
les las tuercas. Al final de este epi-
sodio, deberían estar en el laborato-
rio de Klingsor en la universidad. El
Mago los enviará allí si las personae
acuden a él. O tus jugadores pueden
ser proactivos e ir allí solitos en bus-
ca de respuestas. Sácale provecho (ver
La universidad en la página 283). Una
ronda rebuscando por el Complejo
también podría llevarlos hasta allí.
Si necesitas darles un palo, trae a los
malos: los misteriosos asesinos que apa-
recieron en el último episodio, ¿los re-
cuerdas? ¿Tipos de fuerzas especiales
siniestros con cuchillos de cerámica de
otra línea temporal? También están en
Mundobastos y todavía quieren matar a
la personae. En este páramo sin ley tie-
nen muchas opciones. ¿Tenderles una
emboscada a las personae mientras bus-
can comida? ¿Aliarse con las bandas y
atacar el Complejo? ¿Infiltrarse en el
Complejo? ¿O ya lo han hecho? (Sus de-
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
tectores de salto en el tiempo no funcio-
nan tan bien en esta línea temporal de-
bido a todas las interferencias de radio
de los fantasmas, pero es posible que ya
tengan dobles en su lugar). Podrían in-
cluso poner al Complejo en contra de
las personae difundiendo rumores de
que son los responsables del Cambio.
El Complejo fue un breve respiro de
seguridad, pero ahora las personae tie-
nen que regresar a la naturaleza.
El Mago
Las personae se dan cuenta de que están
siguiendo sus pasos. La guarida de este
presunto Mago se encuentra en un lugar
conocido, exactamente en el mismo lu-
gar que el puesto de adivinación de Ma-
dame Kundry en Mundocopas. Escritos
en las paredes y rayados en el asfalto en
cada extremo de la calle hay símbolos ex-
traños que recuerdan al palo de oros (o
monedas). Pegada en el centro de cada
símbolo hay una carta de La Templanza
de los Arcanos Mayores. Estos guardia-
nes mantienen a los demonios fuera.
Si traen suministros del Complejo,
el Mago les da bienes a cambio. Él co-
mercia con suministros médicos en pe-
queños paquetes de papel aluminio que
les recuerdan a los personajes las túni-
cas que llevaban cuando se materializa-
ron en Mundocopas. (Trajo las drogas
desde Mundoros; los paquetes prote-
gen los delicados compuestos químicos
del estrés de la materialización).
El Mago, cuyo verdadero nombre es
Titus Riel, es un viajero de otra línea
temporal. Reconoce a las personae por
281
lo que son: viajeros como él, buscado-
res del Grial. Se refiere a ellos como
«santos inocentes», que están bende-
cidos con la habilidad de pasar de un
mundo a otro. Tiene otros medios de
transporte (en concreto, puede atar
demonios para que lo lleven a líneas
temporales alternas).
En esta escena se da gran cantidad
de información. Tómate un minu-
to para revisar toda la información a
continuación y luego pásala a los juga-
dores en dosis digeribles. Que sea una
conversación. Titus quiere algo de las
personae (su ayuda para tratar con los
demonios en la universidad), y se da
cuenta perfectamente de que lo que
quieren es información. Esta es la es-
cena en la que explicas algo de la rareza
de la sesión y media anterior, y confir-
mas o refutas las sospechas de las per-
sonae sobre lo que está sucediendo. El
diálogo puede desencadenar flashbacks.
Titus viene de Mundoros, así que los
flashbacks en esa línea temporal pueden
involucrar cábalas de siniestros magos
portadores de cartas.
El Mago pertenece a una orden se-
creta, una hermandad de almas sabias
y valientes. Sus maestros les enseñaron
que el tarot era una puerta. El tiempo
es una progresión de mitos, simboliza-
da por las cartas. Reorganiza las cartas
y reordena la historia del mundo. Hace
mucho tiempo, en el nacimiento del
mundo, el mal entró en la creación y
se perdió el orden correcto que llevaría
a un mundo perfecto. El propósito de
la orden es buscar este orden correcto,
este Santo Grial, que traerá el paraíso.
282
Con suficiente poder mágico, uno
puede hacer algo más que viajar en el
tiempo, puedes cruzar el Puente de Espa-
das y visitar configuraciones alternativas.
La orden busca el Grial a través de este
bosque cambiante de mundos. Una vez
hubo muchos mundos alternativos, pero
a medida que se acercan a la perfección,
el número de caminos falsos y de sombras
disminuye. Ahora solo quedan cuatro, y
uno de ellos debe ser la configuración di-
vinamente ordenada de la historia.
Las luciérnagas, los demonios, son
los servidores del Grial. Los más pe-
queños son guardianes y custodios; las
manifestaciones mayores son porteros
y guías. Estas veintidós entidades son
conocidas como los Arcanos Mayores.
La orden está muy cerca de supe-
rar a estos guardianes y encontrar el
Grial, pero sus esfuerzos siguen siendo
frustrados (en realidad dice «frustra-
dos» sin ironía) por fuerzas oscuras (lo
mismo), asesinos que cruzan de línea
temporal en línea temporal. Las líneas
temporales entre la casa de Titus y la
fortaleza de los asesinos son los campos
de batalla de este conflicto oculto.
Titus está buscando una forma de
entrar en el Mundoespadas. Recuer-
da que todas las líneas temporales son
congruentes. Por lo tanto, si saltas de
una línea temporal a otra, ¿apareces
en el mismo lugar físico en la segunda
línea temporal? Hay maneras de blo-
quear eso y los malos saben cómo ha-
cerlo. Titus sabe que los malos ocultan
algo sumamente importante en la ver-
sión Mundoespadas de la universidad
y está buscando una forma de entrar.
Alas Vegas
Titus viaja utilizando demonios ata-
dos, y hay muchos demonios en la uni-
versidad. Tiene la intención de apro-
vechar a varios demonios a la vez para
vencer sus defensas (y llevar la bomba
al otro lado, pero eso no lo digas). Hay
demasiados demonios para que él los
ate, así que quiere que las personae los
distraigan. Lo único que los personajes
tienen que hacer es ayudarlo a trans-
portar su equipo a la universidad y lue-
go ganarle tiempo para llevar a cabo su
«ritual de atadura».
Titus afirma que su orden bus-
ca personas como las personae. Les da
una carta de tarot dibujada con tin-
ta plateada: es el as de oros. Si (cuan-
do) llegan a la línea temporal correcta,
muestran esa carta a alguien en quien
confíen, uno de ellos será sin duda un
miembro de la bendita orden y los
guiará hasta los Maestros Secretos.
Que se joda este tío
Tal vez tus jugadores son Santos Ino-
centes de verdad que confían en todos
los que conocen y esperan con pacien-
cia las respuestas. Los míos son unos
cabrones traicioneros, y si un misterio-
so personaje del juego como el Mago
dice: «Os lo explicaré más tarde», le
romperán las rodillas y lo golpearán
con barras de hierro hasta que hable.
La paciencia no es su punto fuerte. El
hecho de que una bomba nuclear por-
tátil forme parte de su «equipo ritual»
no ayuda en nada.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Si las personae se vuelven contra el
Mago, tal vez huya, o intente engañar-
los para que lo ayuden diciéndoles la
verdad. ¿Cómo de razonables han sido
las personae tratando con él? ¿Alguien
tiene habilidades diplomáticas apro-
piadas? ¿Han insinuado los personajes
que quieren contraatacar a los malos?
Si Titus cree que puede salvar la si-
tuación, entonces admite que su plan
es llevar el MADM a través de la barre-
ra, luego dar la vuelta y saltar de nue-
vo. Señala que los malos provienen de
Mundespadas y que también son ene-
migos de las personae. ¿No merecen
que les tiren una bomba atómica?
Si huye, entonces se dirige a la uni-
versidad y trata de echar demonios so-
bre las personae. Titus puede gobernar
demonios usando su mazo de cartas del
tarot, pero no es instantáneo. Cada de-
monio resuena con una carta en parti-
cular, por lo que tiene que seguir bara-
jando el mazo hasta que detecte la carta
correcta. Una vez que tiene la carta de
emparejamiento, hace falta un esfuerzo
de voluntad para forzar a la luciérnaga
a obedecerle. También puede usar un
demonio para huir de vuelta a Mundo-
ros; entonces regresará a esta realidad y
se dirigirá a la universidad.
Registrar las habitaciones de Ti-
tus en las ruinas da la misma informa-
ción sobre el trabajo de Klingsor que
las personae encontrarán en la univer-
sidad, así como documentos que in-
sinúan que la máquina del tiempo de
Klingsor aún sigue allí.
283
La universidad
El campus universitario está intacto.
Muchos de los edificios son anteriores
al cese de Able Archer, por lo que per-
manecieron en pie mientras las partes
más nuevas del campus se derrumba-
ban. Las verdaderas víctimas fueron los
alumnos. La gran mayoría de los estu-
diantes estaban al final de la adolescen-
cia o en sus veintipocos y, por lo tan-
to, nunca existieron en esta nueva línea
temporal. Los fantasmas se agolpan en
el campus, agitándose en un tormento
electromagnético.
Como antes, las personae atraen a
los demonios hacia ellas. Las criaturas
alienígenas parecen mucho más acti-
vas aquí, más agresivas y enérgicas. Si
exploran, las personae encuentran lu-
gares donde los demonios entran en
nuestra realidad. Hay grietas en el es-
pacio y en el tiempo que atraviesan el
mundo como fracturas en una ventana
de cristal. La más grande se encuentra
en el centro del patio interior princi-
pal de la universidad. Al otro lado de
la grieta, las personae notan enormes
presencias que se mueven, las mismas
cosas que vieron sobre la granja en
Mundocopas, pero estas son más fuer-
tes, más cercanas. No están arañando la
ventana, ya están medio dentro.
Para alejar a los demonios, todo lo
que tienen que hacer las personae es
acercarse a esa grieta y luego huir. Los
demonios se alejan del edificio de físi-
ca, lo que lo convierte en el lugar ideal
para que los personajes se refugien.
284
El laboratorio de Klingsor
Entrar en el laboratorio de Klingsor des-
encadena una sensación inmediata de fa-
miliaridad entre todas las personae, y un
flashback o dos si alguien tiene alguno de
más. Todos han estado aquí antes. Do-
minando la habitación hay una máquina
que les resulta familiar: es la misma má-
quina del tiempo que encontraron en el
granero de Mundocopas. Obviamente, se
construyó aquí; está rodeada de repues-
tos, diagramas en pizarras, copias impre-
sas y otros materiales de investigación del
profesor Klingsor. Está apagada, pero si
alguien le da al gran interruptor negro,
vuelve a la vida (y envía a las personae a
Mundoros si no la apagan de nuevo).
Al revisar el material, las personae
encuentran una carpeta de documentos
(recortes de periódicos, copias impresas,
libros) sobre la maniobra militar de
Able Archer. Able Archer fue una serie
de maniobras militares realizadas en
noviembre de 1983, donde simulaban los
preparativos para una guerra nuclear.
Los soviéticos temían que Able Archer
fuera en realidad una tapadera para un
ataque real y el mundo estuvo muy cerca
de una guerra nuclear. Un documento,
escrito recientemente, destaca la
función clasificada que desempeñó un
agente soviético llamado Piotr Gulden.
En 1983, Piotr estuvo destinado en la
ciudad (o, si su ciudad no es una gran
ciudad occidental, una metrópoli más
grande cerca de la ciudad), y le pasó
información al Kremlin que aseguraba
al Politburó que los estadounidenses no
eran, de hecho, hostiles.
Alas Vegas
Si Piotr no hubiera enviado ese
mensaje, Able Archer habría llevado a
la guerra.
En la línea temporal original, Pio-
tr no actuó y el mundo ardió. Klingsor
viajó en el tiempo y convenció a Pio-
tr de que enviara el mensaje. El cambio
de Klingsor en la historia creó la línea
temporal «original» que las personae
reventaron más tarde.
La bomba
El laboratorio de Klingsor domina el
patio interior de la universidad, y des-
de este punto de observación, las per-
sonae ven a Titus montando su equipo.
Si lo ayudaron, tiene el MADM en el
centro de su círculo ritual; si lo obliga-
ron a huir, su plan de respaldo es hacer
un agujero entre las líneas temporales e
inundar Mundoespadas con demonios.
En cualquier caso, es malo para el ba-
rrio colindante.
Si Titus tiene la bomba y las perso-
nae lo ayudan, tiene éxito a medias. Ata
a suficientes demonios como para lle-
varlo a algún lado. Se desvanece, gritan-
do, en un vacío aullante. Esto ensancha
la grieta. Más y más demonios pasan a
través de esta línea temporal. Si los per-
sonajes no huyen, se los van a zampar.
El edificio está rodeado, así que la única
salida es activar la máquina.
Si las personae no lo ayudan, Titus
lo intenta de todos modos, pero es de-
vorado por demonios y deja atrás la
bomba con la cuenta atrás activada. Es-
tallará en unos segundos y matará a las
personae en esta realidad.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan 285

¿No hay bomba, Titus? Entonces,

¿por qué no te vengas enviando a esos
demonios tras la personae?
El resultado más probable es que las
personae utilicen la máquina para sal-
tar de nuevo. Si no, los matan a todos
y se despiertan en otra realidad. Mun-
dobastos es devorado por demonios
mientras se funde en la espuma cuán-
tica de lo que nunca fue.

Afuera de nuevo
Las personas se encuentran de nuevo
fuera del universo. Una vez más, las cua-
tro líneas temporales se extienden ante
ellos. Si todos murieron en Mundobas-
tos, una de las cuatro líneas temporales
se derrumba mientras observan. Giran
hacia una tercera línea temporal…
286
Sesión 3
OROS
¡Bienvenido a tu línea temporal, oh
Maestro de Oros! Durante el resto de la
partida, serás la voz de la autoridad y el
maestro secreto de esta línea temporal.
Me temo que te voy a dejar caer en lo
más profundo de la rareza de los viajes
en el tiempo. Antes de que las personae
saltaran en el tiempo, había una línea
temporal original. En realidad, hubo
dos: una donde la civilización fue des-
truida en una guerra nuclear después
de la maniobra de Able Archer, y otra
donde no lo fue. El profesor Klingsor
utilizó su máquina del tiempo para des-
viar el mundo hacia esta segunda línea
temporal, que reescribió la primera.
Luego, las personae viajaron en el
tiempo y reventaron la historia. Su sal-
to quebró la realidad en seis direccio-
nes desde todas partes. Bien, hay cuatro
líneas temporales, copas, bastos, oros y
espadas, y existen en paralelo. Hay cua-
tro historias igualmente válidas para la
realidad. No es una situación estable,
ya que deja entrar alienígenas horribles
desde más allá de la realidad. Son los
demonios con los que se toparon las
personae en las dos sesiones anteriores.
La fractura de la realidad también
ocurre en el pasado. Mientras que el
peor perjuicio ocurre después de su
salto a través del tiempo, el choque re-
verbera tambien cientos de años antes.
Eso significa que en la serie de acon-
tecimientos que llamamos «Mundo-
Alas Vegas
ros» ha habido demonios filtrándose
en nuestro mundo durante siglos, y a
lo largo de los siglos la gente aprendió
a controlarlos y aprovecharlos.
Hay una orden secreta de magos
en Mundoros. Titus Riel, el excéntri-
co, posiblemente un mago de las armas
nucleares con el que se encontraron las
personae en la última sesión, fue uno
de ellos. Esta orden cree que la historia
es imperfecta (tienen razón), que nece-
sitan encontrar el orden correcto de la
historia (más o menos correcto), y que
la mejor manera de hacerlo sería apro-
vechándose de los demonios y viajar
de una línea temporal a otra (un error
garrafal, es como intentar curar el cán-
cer comiendo minitrozos de plutonio.
Los demonios quieren disolver la his-
toria por completo). De todos modos,
esta orden secreta ha existido durante
siglos y solo fue posible cuando las per-
sonae viajaron en el tiempo. El profe-
sor Klingsor fue un iniciado de la anti-
gua orden incluso antes de embarcarse
en los experimentos que permitirían la
existencia de la misma.
Hechos establecidos
El profesor Klingsor fue un iniciado
de la orden. Adaptó la máquina del
tiempo de la orden a una forma mecá-
nica y fue asesinado por traicionar sus
secretos. El viaje en el tiempo era solo
para los iniciados.
Las personae usaron la máquina
del tiempo, desafiando las reglas de la
orden. Ellos pueden o no haber sido
miembros de esta.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Cómo moderar
flashbacks dirigidos
Como Dealer, tendrás un flashback por
persona y por sesión (incluida tu per-
sona). Saca cartas como de costumbre
para determinar la línea temporal. Si
estás moderando un flashback en Mun-
doros, ten en cuenta lo siguiente: des-
pués del primer flashback en la universi-
dad, las nuevas reglas se aplican a todos
los flashbacks en Mundoros. Ahora to-
dos los personajes viajan en el tiempo
al mismo momento (puede que no to-
dos estén en el mismo lugar, pero están
en el mismo tiempo), los flashbacks du-
ran más tiempo y los jugadores tienen
más posibilidades de intervenir dentro
del flashback. Las personae han dejado
de recordar y han comenzado a viajar.
Los flashbacks a acontecimientos en
otras líneas temporales funcionan igual
que siempre.
LA AVENTURA
COMIENZA AQUÍ
Saltar entre las líneas temporales no se
parece en nada a saltar, caer o mover-
se. Notas que te están repartiendo. Las
personae sienten una empatía inespe-
rada por una baraja, junto con un esta-
llido de náuseas. La sensación se desva-
nece y se encuentran en el mismo lugar
donde estaban hace un momento, en el
edificio de física de la universidad. No
hay señales de la máquina del tiempo,
ni de los montones de papel que la ro-
deaban hace un instante. El laboratorio
está completamente libre de cualquier
287
cosa relacionada con Klingsor. Todo,
incluso las baldosas del suelo, es nuevo.
En el exterior, la universidad está
llena de vida. Los estudiantes caminan
bajo el sol de primavera, los pasos resue-
nan en los pasillos del edificio de física;
las multitudes pasan a través del patio
interior principal de camino a las clases.
El flashback
A medida que las personae exploran
la universidad, uno de ellos recibe un
flashback. Ya ha estado aquí. Determina
el momento de este flashback sacando
una carta como de costumbre, pero es
por lo menos un año antes de que em-
piecen a viajar en el tiempo.
Este flashback funciona de forma di-
ferente a los anteriores. Primero, las
personae no están recordando aconte-
cimientos pasados, los están viviendo.
Han saltado hacia atrás en el tiempo.
Representa esta escena como cualquier
otro encuentro, con el clásico diálogo
gygaxiano/socrático de «ves esto, ¿qué
haces?». Si un jugador hace algo que re-
viente por completo la línea temporal,
como lanzarle una granada al resto de
las personae, el flashback se acaba de gol-
pe y los demonios empiezan a picotear
en ese pequeño tramo de la historia.
Segundo, todas las personae expe-
rimentan el flashback. Sustituyen a sus
antiguos yoes. Físicamente, viajan en el
tiempo, por lo que conservan su edad ac-
tual y se quedan con lo que llevan puesto.
Se editan en el pasado como un mal efec-
to especial, rescribiendo sus yoes ante-
riores en un violento salto a la realidad.
288
La persona que tenga el flashback se
encontrará en los terrenos de la uni-
versidad. De repente, es de madruga-
da. La escarcha cruje bajo los pies y el
aire huele a ozono. Las únicas luces de
todo el campus proceden de la segunda
planta del edificio de física, donde las
personae se materializaron hace unos
minutos subjetivos y varios años subje-
tivos en el futuro.
¿Dónde están las otras personae? Tal
vez estén con la primera persona. ¿Se
ha establecido que son amigos? ¿O hay
recuerdos existentes de Mundoros que
dictan dónde acaban los otros viajeros
del tiempo? Si alguien tiene recuerdos
de haber sido piloto de caza en el pasa-
do, tal vez salte cuánticamente a la ca-
bina de un F-24. Tendrás que inventar
una escena para cada persona que no
esté presente en la universidad. Intenta
poner a los demás cerca de la acción si
puedes, pero no te preocupes demasia-
do por ello. Estas pequeñas viñetas de
flashbacks no durarán mucho.
Esta es la noche en que muere el
profesor Klingsor, al menos en esta
línea temporal. Sus asesinos no están
lejos. Seis iniciados de la Orden de
los Arcanos merodean increíblemen-
te cerca, preparándose para asesinar
ritualmente al profesor Klingsor por
romper su juramento sagrado y trai-
cionar los secretos mágicos de la or-
den. Su arma homicida elegida es un
demonio invocado. Los seis se sientan
en círculo, pasándose cartas del tarot
en el sentido contrario a las agujas del
reloj cada vez más rápido hasta que se
sintonizan con un demonio. Esta línea
Alas Vegas
temporal es más «sólida» que Mundo-
bastos, así que les resulta más difícil
invocar a las criaturas.
(Ah, y si una persona todavía no
tiene una historia definida en Mundo-
ros, tal vez sea uno de los seis inicia-
dos en el círculo).
El líder de este círculo es un hombre
mayor. Mantenlo con vida. Más adelan-
te es importante. Un demonio, un bi-
cho de la entropía de neón, se arrastra
fuera del círculo de invocación y se es-
cabulle por el lateral del edificio hacia
el laboratorio. Los sectarios toman una
ruta más convencional. Klingsor debe
sufrir una muerte ritual de traidor a
manos del demonio, pero cuatro llevan
armas para mayor seguridad en caso de
que los molesten.
Dentro del edificio de física, el la-
boratorio se parece más a Mundobas-
tos. La sala exterior está repleta de
documentos e informes sobre las ma-
niobras militares de Abel Archer en
1983. Los soviéticos temían que Able
Archer fuera en realidad una tapadera
para un ataque real y el mundo estu-
vo muy cerca de una guerra nuclear.
Un documento, escrito recientemen-
te, destaca la función clasificada que
desempeñó un agente soviético llama-
do Piotr Gulden. En 1983, Piotr estuvo
destinado en la ciudad (o, si su ciudad
no es una gran ciudad occidental, una
metrópoli más grande cerca de la ciu-
dad), y le pasó información al Kremlin
que aseguraba al Politburó que los es-
tadounidenses no eran, de hecho, hos-
tiles. Si Piotr no hubiera enviado ese
mensaje, Able Archer habría llevado a
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
la guerra. La carpeta sobre Piotr inclu-
ye fotografías y mapas de la parte de la
ciudad donde vivía.
En la otra sala del laboratorio, la má-
quina del tiempo vuelve a girar cuando
el profesor Klingsor regresa al presen-
te. Se ilumina con una luz multicolor
y el profesor sale de la neblina. Cual-
quier observador ve tenuemente a va-
rias figuras detrás de él, pero entonces
el demonio atraviesa la ventana y ataca.
Si las personae están presentes, pueden
intervenir. Los sectarios llegan para pre-
senciar la muerte de Klingsor o para im-
pedir que viajeros del tiempo entrome-
tidos interfieran en su asesinato ritual.
El flashback termina un momento
después, antes de que se enteren del
destino final de Klingsor. Las personae
se encuentran de nuevo en la universi-
dad en la actualidad.
Explorar Mundoros
¿Qué hacen a continuación? ¿Buscar
pistas de quiénes eran en esta línea tem-
poral? ¿Más información sobre el pro-
fesor Klingsor? ¿Intentan contactar con
la Orden de los Arcanos descrita por
Titus Riel? Deja que los jugadores con-
duzcan la aventura durante unas cuan-
tas escenas. Sus recientes flashbacks en
esta realidad deberían darles muchas
pistas a seguir, sobre todo porque pa-
rece que pueden cambiar la historia en
esos extraños flashbacks grupales.
La llegada de las personae a Mundo-
ros no pasó desapercibida. Dos faccio-
nes los están buscando. Están los malos
de las líneas temporales anteriores: los
289
misteriosos asesinos de alta tecnología
con armas de cerámica. Pueden apare-
cer en cualquier momento y aun así es-
tán decididos a matar a las personae.
Si una persona recuerda haber tenido,
por ejemplo, un hermano en esta línea
temporal, entonces hay un equipo de
asesinos de los tipos malos esperando
fuera de la casa del hermano.
La otra facción es la Orden de los Ar-
canos, la cábala secreta de los magos que
son el poder detrás de esta línea tempo-
ral. No tienen la tecnología del detector
de salto en el tiempo, pero tienen algo
más: demonios. Invocan pequeños de-
monios parecidos a gatos y los envían a
rastrear a las personae. Estas cosas saltan
y se mueven rápido a través de la ciu-
dad, en busca de los rastros reveladores
de una realidad podrida que se aferra a
los viajeros del tiempo. En cuanto los
demonios encuentran a las personae,
convocan a la orden, y sus agentes pue-
den aparecer a tiempo para salvar a las
personae de los tipos malos.
Contactar con la orden
Posibles rutas para contactar con la
Orden de los Arcanos:
C Mediante flashback: Una persona
recordará haberse unido a la orden
con un flashback de Mundoros. Su
antiguo mentor vive en la ciudad.
C Titus Riel le dio a las personae una
carta en Mundobastos. Si le mues-
tran la carta a la persona adecuada
(un adivino, tal vez, un político o un
sacerdote), esta tose discretamente
y los lleva a una habitación privada.
290
C De vuelta en Mundocopas, Madame
Kundry habló de sus sueños con una
orden secreta. Si van a la cabina de
adivinación de Kundry, se encuentran
con su doble de Mundoros y ella los
lleva a la casa de la orden en la ciudad.
Si las personae no se ponen en con-
tacto con la orden, entonces esta los bus-
ca. Pueden predecir la ubicación aproxi-
mada de las personae usando las cartas
del tarot. ¿Recuerdas que las calles de la
ciudad llevan los nombres de las cartas?
Si los personajes están, digamos, en la in-
tersección de la 8.ª de Copas y Templan-
za, ven a un hombre bien vestido de pelo
plateado esperando junto a un coche ne-
gro, obviamente escudriñando a la mul-
titud en busca de alguien.
La seducción de los inocentes
Quienquiera que sea su contacto con
la orden, intenta inculcarles lo impor-
tantes que son para esta. La orden les
proporcionará todo lo que quieran, y
afirma que ha dirigido en secreto el
mundo desde las sombras durante si-
glos. Nada es demasiado bueno para
las personae. Después de todo, son los
Santos Inocentes.
Durante siglos, la orden ha busca-
do a los Santos Inocentes, que traerán
el Grial de vuelta al mundo. La actual
reencarnación de la orden es también
la última. Pasado este punto, la Rueda
deja de girar, sus infinitas permutacio-
nes no se pueden adivinar. Amfortas, el
jefe de la orden, cree que es porque es-
tán a punto de alcanzar su objetivo fi-
nal: la permutación correcta descubier-
Alas Vegas
ta. El Grial está al alcance de la mano y
la profecía dice que los Santos Inocen-
tes lo descubrirán.
Las profecías y predicciones de los
ancianos afirman que los Santos Ino-
centes podrán pasar de un mundo a otro
a voluntad, y traerán de vuelta el Grial.
Les pregunta a las personae cómo
llegaron a viajar en el tiempo. Descarta
los recuerdos fragmentados de sus vi-
das como algo sin importancia, inclu-
so los acontecimientos que tuvieron
lugar en la línea temporal de Mundo-
ros. La existencia previa de los Santos
Inocentes fue limpiada, afirma, deján-
dolos puros e inmaculados de las preo-
cupaciones del mundo de los mortales.
Deben esforzarse por ignorar cualquier
cosa de sus vidas pasadas. Estos recuer-
dos solo los distraerán de su santo pro-
pósito de encontrar el Grial.
Si las personae mencionan al profe-
sor Klingsor o la máquina del tiempo,
el rostro de su anfitrión se ensombrece.
—Klingsor —dice—, fue un traidor a la
orden y su máquina era una abomina-
ción. Fue destituido hace años. Mejor no
hablar de ello.
Las personae deben acompañarlo
y conocer a Amfortas. Él puede res-
ponder a todas sus preguntas y ayu-
darlos a alcanzar su destino como los
Santos Inocentes.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Conocer a Amfortas Su guía les susurra que TAROT im-
La orden espera a las personae. Des-
pués de todo, una ventaja de ser una
antigua orden mística es que se pueden
predecir acontecimientos clave. Ayuda
a la hora de planificar su agenda.
Los personajes conocen la orden…
Bueno, si sitúas la ciudad en un lugar real,
entonces elige un sitio excesivamente
caro o privado. Son los Illuminati transdi-
mensionales. Pueden permitirse lo mejor.
Hay unos veinte miembros de la or-
den presentes, visten togas con capu-
cha, similares a las prendas plateadas
que llevaban los personajes cuando se
despertaron en Mundocopas, pero más
estilizadas. Detrás de los miembros se
esconden demonios guardianes. Obli-
gados a servir, parecen bichos gigantes
cuando están inactivos y yeguas eléctri-
cas nocturnas cuando se mueven. Las
personae se encontraron con criaturas
similares en Mundobastos.
Varias de las figuras encapuchadas
llevan mazos del tarot. Algunos inhalan
pellizcos de una droga plateada en ban-
dejas espejadas antes de empezar a ba-
rajar. Es la misma droga que las perso-
nae encontraron en Mundocopas: polvo
de demonio, una sustancia destilada de
la realidad exterior. En esta forma, abre
la mente a la cuarta dimensión y ayu-
da a la interpretación de las cartas. Los
agentes de la orden en otras líneas tem-
porales a veces financian sus investiga-
ciones vendiendo el fármaco, ya que es
de fuera de la realidad y se puede trans-
portar a través de las fronteras dimen-
sionales más fácilmente y a granel.
291
plica ROTA, la rueda de la historia. La
orden puede comunicarse a través del
tiempo. Hay otros maestros secretos
a lo largo de los siglos pasados, muer-
tos hace mucho tiempo, pero barajar
las cartas resuena a través del tiempo y
el espacio. La misma configuración de
cartas repartidas por uno de estos acó-
litos en este momento tal vez se repi-
tió en el pasado, y así los maestros del
pasado pueden comunicarse con el pre-
sente. Toda la orden, reunida a lo largo
de los siglos, está aquí para encontrarse
con los Santos Inocentes.
Uno de los miembros de la orden se
adelanta y echa hacia atrás su capucha,
revelando así un rostro demacrado y
enfermizo, pero aún regio. Se presenta
como Amfortas, líder de la orden.
Y en cuanto los personajes lo ven, se
desencadena un flashback.
El segundo flashback
Este es otro flashback espectacular. To-
das las personae saltan en el tiempo, al
igual que en el anterior flashback en la
universidad. Esta vez, sin embargo, se
remontan al 9 de noviembre de 1983.
Llegan adonde «deberían» estar en
1983, pero en sus formas actuales. Eso
significa que si un personaje tiene, di-
gamos, 30 años y tu partida transcu-
rre en 2013, entonces un hombre de 30
años se materializa en la cuna de un
bebé. Los personajes que no existían en
1983 aparecen como fantasmas.
292
(Incluye el 9 de noviembre de 1983
como un momento en las cuatro hojas
de las líneas temporales).
La amenaza del armagedón nuclear
se cierne sobre el mundo. La mayoría
de la gente no lo sabe; la crisis se ocul-
ta. La OTAN está llevando a cabo los
juegos de guerra Able Archer en 1983
en Europa Occidental que, al día si-
guiente, culminarán con el lanzamien-
to simultáneo de misiles nucleares. Es-
tados Unidos y sus aliados no se dan
cuenta de que la URSS teme que Able
Archer sea la tapadera de un primer
ataque real. En una línea temporal, los
rusos entraron en pánico, lanzaron sus
propias aves y el mundo ardió.
El primer viaje del profesor Kling-
sor en su máquina del tiempo lo trajo
de vuelta a este lugar. Se puso en con-
tacto con un agente soviético, Piotr
Gulden, y lo convenció de que infor-
mara al Kremlin de que Able Archer
era exactamente lo que parecía ser y
que no existía peligro real. Klingsor
cambió la historia (y abrió la realidad
y dejó entrar a los demonios, pero ese
es otro asunto).
Cuando las personae llegan,
Klingsor se encuentra con Gulden en
algún lugar cerca de la mayoría de los
viajeros. (Si una persona vivía en Perú
en 1983, tendrás que idear una escena
adecuada para que se enfrente a ella
mientras el resto de las personae se
encuentran con Klingsor). Las personae
ven a Klingsor reuniéndose con
Gulden en una cafetería. Se completa
el negocio y se salva el mundo. Klingsor
se va en busca de un camino a casa.
Alas Vegas
Este es su primer salto. Las perso-
nae entienden mejor que él viajar en
el tiempo.
Klingsor llegó, medio amnésico, a
un campo a las afueras de la ciudad.
Apenas recordaba quién era. Su mente
estaba casi tan en blanco como la de las
personae cuando comenzó la partida.
Acaba de recordar lo suficiente para
encontrar a Piotr y evitar la catástrofe.
Esta versión del profesor recuerda dos
líneas temporales: su línea temporal
original, donde el mundo era un pára-
mo bombardeado, y la línea temporal
original «corregida», donde comenza-
ron las personae. En cuanto entre en
contacto con las personae, comenzará
a recordar partes de una tercera línea
temporal, Mundoros. Recordará haber
construido su máquina del tiempo en
un desierto irradiado, en la universi-
dad de la ciudad, y haber robado los se-
cretos de la orden para construirla.
El profesor no se acuerda de las per-
sonae. Tal vez nunca los conoció, o tal
vez los ha olvidado. Sin embargo, los
reconoce como viajeros del tiempo y
de inmediato se da cuenta de las im-
plicaciones de su presencia. Su inten-
ción era destruir su máquina del tiem-
po después de usarla, ya que cualquier
viaje en el tiempo daña el tejido de la
realidad. Si los personajes están aquí,
entonces no lo hizo.
Si las personae describen sus expe-
riencias pasadas con el viaje en el tiem-
po, Klingsor se horroriza. La realidad
no está simplemente agrietada, se está
rompiendo. Esas cosas demoníacas vie-
nen de fuera del universo y devorarán
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
todas las posibles líneas temporales si
no se repara el daño a la causalidad.
Klingsor imaginará una forma hipoté-
tica de hacerlo, pero tendrá que volver
a su máquina del tiempo para ello.
Mientras tanto, sin embargo, pue-
den trabajar juntos. Cuando viajas en
el tiempo, te desconectas parcialmente
de la realidad. Para volver al presente,
el viajero necesita puntos de anclaje,
recuerdos. El profesor no tiene ningu-
no todavía, pero las personae sí. Pueden
trabajar juntos para volver al presente
y es mejor que lo hagan de inmediato.
Cuanto más tiempo pasan en el pasa-
do, más daño le hacen a la realidad.
Las personae necesitan explorar la
ciudad hasta que uno de ellos tenga
un flashback. O, en este caso, un flash-
forward. Todos ellos saltarán al período
de tiempo dibujado en la carta y, desde
ahí, están lo bastante cerca del presen-
te para que el profesor los haga saltar
de nuevo después de unos minutos en
el pasado más reciente.
El salto final los devuelve al momen-
to en que Klingsor emerge de su máqui-
na del tiempo, el mismo momento en
que terminó el flashback anterior. Antes
de que puedan reaccionar, el demonio
corta a Klingsor, hiriéndolo de grave-
dad. Amfortas entra en la habitación un
instante después y las personae lo reco-
nocen inmediatamente como el hombre
que acaban de conocer en el presente.
293
Esta vez, sin embargo, pueden in-
tervenir. ¿Qué hacen? ¿Atacan al de-
monio? ¿Intentan salvar a Klingsor?
¿Atacan a los sectarios? De crucial im-
portancia, ¿qué le hacen a Amfortas?
No pueden matarlo (está establecido
que existe en el presente) pero sus ac-
ciones determinarán cómo reacciona-
rá ante ellos. Recuerda a los jugadores
que están a punto de volver a un mo-
mento en el que, efectivamente, están
a merced de Amfortas en el presente.
¿Se apartan mientras los demonios de
Amfortas asesinan a Klingsor?
El juicio de los Santos Inocentes
Las personae saltan hacia atrás. La si-
tuación es exactamente igual que antes
del flashback, pero todo ha cambiado.
¿Cómo reacciona Amfortas? Eso
depende de lo que pasó hace tres años.
Es un verdadero creyente en la profe-
cía de los Santos Inocentes y en la caza
del Grial. Ha esperado a los Santos
Inocentes toda su vida; ha hecho todo
lo posible para mantener a la orden
fiel a sus tradiciones, incluso cuando
los miembros radicales se han entro-
metido con los demonios, el contra-
bando interdimensional y las máqui-
nas abominables. Él es, a su parecer,
un hombre bueno y honrado, y quiere
la mejor realidad posible para la hu-
manidad.
294
Sus seguidores no son tan genero-
sos. Estos tipos se convirtieron en los
maestros secretos del mundo viajan-
do de una línea temporal a otra. Una
vez existieron muchas líneas tempora-
les, pero todas esas posibilidades alter-
nativas se están reduciendo a la nada.
Ahora se han limitado a cuatro mun-
dos alternativos, y uno de ellos está
encerrado detrás de una barrera im-
penetrable a prueba de demonios. De
posibilidades infinitas hasta un puña-
do de opciones amargas y rotas. Están
frustrados y enojados. Las afirmacio-
nes de Amfortas de que esta avalan-
cha de líneas temporales es una prue-
ba de que están cerca del Grial son un
pequeño consuelo. Los objetivos místi-
cos originales de la orden han caído en
los últimos años. Es posible que Am-
fortas quiera que las personae viajen a
la cuarta línea temporal para buscar el
Grial, o que las considere enemigas de
la orden. Los otros acólitos quieren que
las personae encuentren una manera de
abrir la cuarta línea temporal. En cual-
quier caso, alguien va a exigir que las
personae se dirijan a Mundoespadas.
Si las personae no están dispuestas
a cooperar, entonces la orden las mo-
tiva. Amenazas, sobornos, secuestrar
a miembros de la familia, seres que-
ridos o mascotas, cualquier cosa que
funcione. Lo que sea que ponga en mo-
vimiento a estos «Santos Inocentes».
Encierran a las personae en una prisión
secreta (seamos sinceros y llamémos-
la mazmorra) hasta que acepten ser-
vir a los objetivos de la orden. El grupo
convoca a uno de los Arcanos Mayores
Alas Vegas
para arrastrar a las personae al Mun-
doespadas. La combinación de la fuer-
za del demonio y la gracia mística de
los Santos Inocentes debería superar
cualquier barrera que proteja la cuarta
línea temporal.
La orden se reúne y comienza el
rito de invocación. Las personae no-
tan que la realidad se quiebra un poco
más cuando algo terrible se abre paso.
Es La Muerte… El arcano de La Muer-
te, la cosa detrás del símbolo. Agarra a
los personajes y los saca de Mundoros.
Una vez más, las personae se encuen-
tran fuera del universo. Ven las cuatro
líneas temporales (o tres si Mundobas-
tos ya ha desaparecido). Ahora los bi-
chos se agrupan cada vez más alrededor
de la realidad. Las personae caen hacia
la línea temporal final…
La opción Klingsor
Si las personae impidieron que el de-
monio matara a Klingsor, entonces es
un prisionero de la orden. Está ence-
rrado en el sótano de la mansión de
esta, donde lleva los últimos tres años.
Ahora Klingsor está loco, pero aún re-
cuerda a las personae y lo que hicieron
por él. Klingsor explica, en un lenguaje
confuso y alusivo, que las personae no
están sujetas al tiempo. El universo está
hecho de una aglutinación de aconte-
cimientos, pero ellos se han cargado la
secuencia en sus vidas. Ya no necesitan
su máquina. Pueden viajar a través del
tiempo con un acto de voluntad…
Intentar escapar de la mazmorra lle-
va a los personajes a Mundoespadas.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan 295

Escapar a través del tiempo

Las personae encarceladas pueden in-
tentar usar sus nuevos poderes de viaje
en el tiempo para escapar. Pueden ha-
cerlo, solo necesitan tener un flashback
y usar esa breve ventana de viaje en el
tiempo para hacer algún cambio que
les permita escapar.
Sin embargo, si sacan uno de los Ar-
canos Mayores cuando intenten saltar,
terminan saltando al Mundoespadas.
296
Sesión 4
ESPADAS
¡Bienvenido a tu línea temporal, oh
Maestro de Espadas! Durante el resto
de la partida, ya sea larga o corta, serás
la voz de la autoridad y el maestro se-
creto de esta línea temporal. Y no veas
qué línea temporal.
En la versión original de la historia,
que se ha rescrito muchas veces, la ci-
vilización terminó en 1983 cuando un
simulacro de guerra de la OTAN con
el nombre en clave de Able Archer dio
lugar a la III Guerra Mundial. El pro-
fesor Klingsor construyó una máquina
del tiempo a partir de las ruinas, viajó
en el tiempo y convenció a un espía so-
viético de que le dijera a Moscú que no
la lanzara. Cambió la historia, la editó.
En esta línea temporal, no se detuvo
ahí. Siguió cambiando la historia. Me-
jorándola, a su parecer. La tecnología
de Mundoespadas está a años luz de las
otras líneas temporales. Klingsor usó
su máquina del tiempo para arrastrar
al mundo hacia la utopía. Quien se in-
terpusiera en su camino era borrado de
la historia, por un bien mayor. Ahora
la corporación de Klingsor, Grial Hol-
dings, es una megacorporación que
abarca todo el mundo.
El problema de entrometerse en la
historia es que esta es frágil. Se agrie-
ta, se rompe y deja entrar a los demo-
nios. El castillo de naipes de Klingsor,
su línea temporal perfecta, estaba en
peligro de derrumbarse. Así que se le
Alas Vegas
ocurrió una solución. Igual que abres
una herida infectada con una incisión
quirúrgica para curarla, él envió a par-
te de su equipo a través de la máquina
del tiempo. Deberían haber sanado las
grietas de la historia y santificado el re-
lato de la historia editado por Klingsor.
En vez de eso, se lo cargaron todo.
Los tipos malos
¿Esos tipos malos que han estado tra-
tando de matar a las personae desde
el comienzo de la partida? Vienen de
aquí. Puede que fueran las personae
quienes los enviaran.
Usando la máquina del tiempo de
Klingsor, las personae entraron en una
especie de estado santificado. Las cua-
tro líneas temporales orbitan alrededor
de ellos. Son los árbitros de lo real. Así
como Klingsor fue capaz de imponer
un cambio en el pasado, haciendo gi-
rar su línea temporal apocalíptica ori-
ginal hacia un nuevo rumbo, también
pueden alterar el pasado. La historia se
fusiona en torno a ellos; son el grano de
arena en la ostra de la realidad.
Eso solo es cierto mientras estén vi-
vos. Si todas las personae están muer-
tas en una línea temporal específica,
entonces esa línea temporal se funde
en la espuma cuántica. Mientras una
de las personae siga viva en una línea
temporal, esa línea perdura. Por lo tan-
to, si todo el mundo muere en Mundo-
bastos, no hay más línea temporal de
Bastos. Los tipos malos, el personal de
seguridad de Grial Holdings, lo saben.
Su misión es eliminar a las personae en
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
las otras tres líneas temporales, dejan-
do Mundoespadas como la única histo-
ria válida. Piensa en esas muertes como
sacramentos temporales, suturas que
cierran la herida en la realidad.
Esta es una coincidencia temporal
de la jaula. Solo puede sobrevivir una
línea temporal. Si las personae con-
tinúan existiendo en dos o más líneas
temporales, los demonios ganan.
Hechos establecidos
Todas las personae trabajaban para
Grial Holdings. Klingsor los eligió como
sujetos de prueba para su plan de ase-
gurar la línea temporal. (No fueron los
primeros, pero son los primeros en com-
pletar con éxito el viaje de ida y vuelta
de la realidad y volver a Mundoespadas).
Cómo moderar
flashbacks dirigidos
Como Dealer, tendrás un flashback por
persona y por sesión (incluida tu per-
sona). Saca cartas como de costumbre
para determinar la línea temporal. Si
estás moderando un flashback en Mun-
doespadas, ten en cuenta lo siguiente:
C Aquí los flashbacks funcionan de la
misma manera que en Mundoros.
Cuando se produce un flashback, to-
das las personae se ven arrastradas al
mismo lugar en el tiempo. El flashback
dura varios minutos de tiempo sub-
jetivo, y las personae pueden hacer
cambios que resuenen en el presente.
297
Mundoespadas
C es una línea tempo-
ral esculpida, editada y propiedad
de un hombre, el profesor Klingsor.
Si las personae son la clase de gente
a la que Klingsor da su aprobación
(obedientes, plácidas, racionales), se
les aceptará. Si son criminales, vio-
lentos, místicos o independientes, o
si no aceptan la política de paz de
Klingsor a través de una historia su-
perior, descubrirán que el mundo
se vuelve literalmente en su contra.
Klingsor edita la historia para que
los enemigos del estado acaben bo-
rrados o rotos en la rueda de la for-
tuna. Si a Klingsor no le gustas, tu
historia empeora cada vez más hasta
que te inclinas ante él o te rindes.
C La llegada de las personae abrió el
camino para que los demonios en-
traran en el anteriormente inviola-
ble Mundoespadas. No te cortes y
lanza un ataque demoníaco para ani-
mar un recuerdo que de otra manera
sería muy serio.
Llegada
Es un aterrizaje brusco. Las personae se
materializan exactamente en el mismo
lugar donde se encontraban en Mun-
doros (probablemente en el sótano del
lugar donde la orden los retenía), pero
llegan con el mismo impacto que tuvie-
ron cuando viajaron por primera vez.
¿Recuerdan la primera sesión, donde
su aterrizaje prendió fuego al lugar y
quemó la red eléctrica a pocas manza-
nas? Pues así.
298
Si fue un demonio quien trajo a las per-
sonae, entonces sigue ahí. Como un fan-
tasma, es visible solo para ellos. El demo-
nio se retuerce como un insecto atrapado
en el agua. No, no de ámbar, sino de cristal
que se enfría rápidamente. La realidad se
coagula alrededor de esa cosa alienígena,
y las personae tienen la clara impresión de
que se está abriendo camino. Han dejado
entrar a un demonio en la única línea tem-
poral que estaba a salvo de ellos.
Por supuesto, esa no es su principal
preocupación ahora mismo. El infier-
no ardiente a su alrededor es más apre-
miante. Dependiendo de a dónde llega-
ron, es probable que haya un montón
de gente gritando aterrorizada o edifi-
cios que explotan.
Si escapan fuera, las personae tie-
nen su primera visión de esta versión
de la ciudad.
¡Vaya! Bienvenidos al futuro.
En realidad, no es el futuro. Es el pre-
sente perfeccionado. Aún así, es muy
impresionante. Edificios imponentes,
coches eléctricos, cámaras en cada esqui-
na. No hay crimen, ni hambre, ni pandi-
llas, ni libertad. Es la clase de mundo que
crearías si te persiguieran recuerdos im-
posibles de un páramo posapocalíptico.
Sobre el lugar que ocupaba la uni-
versidad en otras líneas temporales,
ahora hay un gran rascacielos de cristal
y acero. El logotipo en el lateral del edi-
ficio es una brillante copa de oro. Es,
para adelantarse a las bromas, un faro
gigante con forma de grial. La sede cen-
tral de Grial Holdings no es una adi-
ción sutil al horizonte de la ciudad.
Alas Vegas
La bomba nuclear de Titus Riel
¿Qué pasó en Mundobastos con Titus
Riel y la bomba nuclear? (Verifica con
el penúltimo Dealer si fue ambiguo). Si
el mago chiflado se apoderó de la male-
ta nuclear y pudo atar a los demonios,
entonces cruzó a Mundoespadas mon-
tando una explosión nuclear.
Cuando viajas entre mundos, lle-
gas al mismo lugar de donde saliste.
La bomba de Titus Riel estalló en los
terrenos de la universidad. El punto
de correlación en Mundoespadas es la
planta baja de Grial Holdings.
Como el demonio que trajo a los
personajes aquí, Titus Riel y la explo-
sión están atrapados en las barreras que
protegen esta línea temporal. Ahora
mismo, es un fantasma congelado; un
infierno espectral florece infinitesimal-
mente lento en el núcleo del edificio.
Cuando atraviese, la explosión se hará
realidad, destruyendo Grial Holdings y
una gran parte de la ciudad.
Explorar la ciudad
Al salir a explorar la ciudad, las personae
pueden notar varias cosas perturbadoras:
C Sin duda alguna, hay algo en el
agua. Es una droga que es lo opues-
to al polvo de demonio: aniquila
la creatividad y la imaginación, y
hace a la gente más plácida. La po-
blación está sedada. Si alguna de
las personae bebe el agua, no podrá
tener flashbacks durante aproxima-
damente una hora.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Parece
C que Grial Holdings se encar-
ga de todo. Es el líder del sector fi-
nanciero, el sector tecnológico, el
sector médico. Tiene al gobierno
atado de pies y manos.
C Pese a esta omnipresencia, el pro-
pietario de Grial Holdings es su-
mamente reservado y se sabe muy
poco de él. Al revisar la historia
oficial de la empresa, lo describe
como un «inmigrante» que cons-
truyó la empresa de la nada.
C Grial Holdings está reclutando más
personal de seguridad.
Lo más evidente que hay que hacer
es registrar es el edificio. Las personae
con recuerdos existentes de esta línea
temporal pueden querer investigar esos
recuerdos, por supuesto.
Como siempre, hay gente persi-
guiéndolos. Los tipos malos detectaron
el destello de su entrada en esta línea
temporal, tal como lo detectaron en las
otras tres líneas temporales. Al princi-
pio, la seguridad de Grial da por sen-
tado que los intrusos son agentes de
la Orden de los Arcanos que, de algún
modo, han penetrado la barrera. No
disparan a matar, pero llevan táseres y
drogas que te dejan inconsciente.
Capturados
Una descarga de un táser y te quedas
tirado en el suelo. El personal de segu-
ridad arrastra a las personae captura-
das al edificio de Grial Holdings y las
interroga. El jefe de seguridad es una
cara familiar, Tyler Gurnemanz. La úl-
tima vez que lo vieron era un detective
299
lisiado en la línea temporal de Mun-
docopas. Aquí es un hombre agobiado
por un propósito insoportable. Está
dentro. Klingsor le habló del peligro
para la línea temporal y lo imperativo
que es mantener a los demonios y a sus
sirvientes fuera.
Tyler reconoce a las personae. Des-
pués de todo, trabajaron juntos, o al
menos una versión de ellos lo hizo. No
sabe si son realmente de esta línea tem-
poral o si son dobles, así que los inte-
rroga. Les hace preguntas que solo las
versiones reales de Grial Holdings de
las personae sabrían:
C ¿Cómo conocieron a Tyler?
C ¿Por qué los reclutó Klingsor?
C ¿Qué pasó hace cuatro años?
C Le presenté a su marido hace cuatro
años. ¿Qué ha pasado?
Si hay una explosión nuclear espec-
tral congelada en el sótano de Grial
Holdings, puedes estar seguro de que
Gurnemanz también tendrá preguntas
al respecto.
Resuelve esto como un conflicto.
Si las personae ganan, Gurnemanz los
cree y los lleva a ver a Klingsor. Si pier-
den, Gurnemanz decide que son do-
bles intrusos y dispara a uno o más. Los
muertos no se convierten en fantasmas
y sus muertes activan muchas alarmas
en el piso de arriba. Gurnemanz se da
cuenta de su error y lleva a los supervi-
vientes ante Klingsor.
300
Entrar a hurtadillas
Grial Holdings es una fortaleza en
múltiples niveles: mucha seguridad ar-
mada, muchas cámaras de circuito ce-
rrado de tecnología avanzada, escáne-
res biométricos, puertas cerradas con
llave y lo que equivale a defensas di-
mensionales. Estas barreras son enor-
mes rejillas láser que se asemejan a la
carta de La Templanza.
Las personae tienen dos ventajas a
la hora de esquivar al ejército privado y
todos los sistemas de seguridad. Prime-
ro, antes trabajaban aquí y su biométri-
ca aún funciona. Segundo, pueden ha-
cer flashbacks/viajes en el tiempo para
mejorar las habilidades que necesitan.
Acción de la buena en plan Jungla de
cristal lleva a las personae al interior del
edificio y, desde allí, pueden encontrar
su camino al santuario de Klingsor.
Exigir que los dejen entrar
Pueden subir y pedir ver a Klingsor.
De este modo, consiguen una entre-
vista con Kundry, la asistente perso-
nal de Klingsor.
—El profesor no se encuentra bien y no
se le puede molestar a menos que sea vi-
tal —explica.
Haz la entrevista como una ver-
sión más amistosa del interrogatorio
de Tyler. Esta encarnación de Kundry
sabe que tiene dobles en otras líneas
temporales y la idea le parece inquie-
tante. Está comprometida con el plan
de Klingsor de reducir el universo a
una sola línea temporal estable.
Alas Vegas
En cuanto Kundry se da cuenta de
que las personae son los viajeros envia-
dos para asegurar la línea temporal, los
lleva al santuario de Klingsor.
Así, los tres caminos conducen a
Klingsor… y al desafío final.
Desde aquí, hijo mío, el tiempo
se convierte en espacio
En Mundocopas estaba muerto. En
Mundobastos estaba muerto. En Mun-
doros estaba muerto (al menos hasta
que las personae llegaron a él).
Aquí, en esta línea, Klingsor aún
vive, pero a duras penas. Ahora es un
hombre muy viejo conectado a máqui-
nas de soporte vital que respiran por
él, comen por él y bombean la sangre
por él. Su lecho de muerte está en lo
alto de la torre. Dominando la sala hay
una pantalla holográfica que muestra
las lecturas de los sensibles instru-
mentos que construyó para vigilar las
líneas temporales.
Las personae reconocen las imáge-
nes mostradas. Han vislumbrado esa
misma maraña de realidades de neón
cada vez que saltaban entre las líneas
temporales. Está Mundocopas, que si-
gue relativamente intacto. Está Mun-
dobastos, que se desmorona al desen-
trañarse el «parche» de 1983. Mundoros
es un armazón hueco, roído por los de-
monios. Y, finalmente, Mundoespadas,
escudado pero frágil y probablemente
con una o dos úlceras recién formadas
(el demonio traído por las personae o
la explosión de Titus Riel).
Y a su alrededor pululan los demonios.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan
Al principio Klingsor parece estar
muerto, un caparazón mantenido con
vida solo por máquinas. No reacciona
hasta que las personae le hablan di-
rectamente o lo tocan. Luego se agita,
gime y abre un ojo.
—Esto está mal. Deberíais haber vuel-
to… a través de la máquina. Todavía es-
táis… Todo sigue… roto.
La cama lo empuja lentamente a una
posición sentada. Señala débilmente a
la pantalla holográfica.
—Manipulé el tiempo. Tenía buenas
intenciones.
Klingsor explica… Bueno, la trama,
para ser sincero. Cómo recuerda, como
si fuera un sueño, el fin del mundo en
1983, cuando los misiles soviéticos llo-
vieron sobre Occidente, y Occidente
respondió igual. Por entonces, era un
profesor de matemáticas sombrío con
algunas ideas marginales sobre la natu-
raleza del tiempo. Construyó una má-
quina del tiempo que funcionaba y via-
jó a 1983 para evitar el desastre.
Pero luego siguió interfiriendo, ha-
ciendo que el mundo fuera mejor. Via-
jó mediante la máquina cientos de ve-
ces: ajustando la tecnología, plantando
ideas, eliminando posibles peligros
para la humanidad. Él dirigió el mundo
lejos de la guerra, de cualquier amena-
za existencial para la raza humana.
Entonces vio a los demonios, col-
gando en el cielo sobre la ciudad. Sus
teorías predijeron la existencia del
tiempo negativo, pero él creía que era
un concepto abstracto que nunca exis-
301
tiría en el mundo real. Tenía razón a
medias: los demonios son reales, pero
no pueden existir en la realidad. En
vez de eso, se alimentan de la realidad
colapsada, tirando de ella hasta que se
desmorona por completo. Los viajes en
el tiempo de Klingsor crearon mundos
alternativos, otras posibles líneas tem-
porales, cada una más débil y más vul-
nerable que la original.
Se le ocurrió una solución temporal
en forma de mecanismos artificiales de
protección, pero fue una solución pro-
visional. Lo que necesitaba era una ma-
nera de santificar la línea temporal, de
ungirla como la verdadera historia. Las
personas son esa santificación.
—Debéis morir en todas las demás posibi-
lidades. La línea temporal en la que exis-
tís perdurará. Los otras nunca lo harán.
Cuando no regresasteis… envié escuadro-
nes a buscaros. Esta realidad debe perdu-
rar. Lo que he construido… debe perdurar.
Klingsor presiona un control inte-
grado en el brazo de la cama. Las venta-
nas opacas en la parte superior de la to-
rre se vuelven transparentes, dando a los
personajes una vista impresionante de la
ciudad. Klingsor les ofrece el mundo.
—Vuestro sacrificio en las otras líneas
temporales es necesario para salvaguar-
dar a la humanidad. Seréis recompensa-
dos por vuestros esfuerzos… aquí, pero
debéis morir allí.
Pausa el juego aquí. Todos los Dea-
lers tienen que leer la siguiente sección.
302
Fin del juego
¡Es la hora de nuevas reglas! Cuatro,
en realidad.
1. ¡Viaje en el tiempo voluntario! Aho-
ra las personae pueden viajar en las
cuatro líneas temporales. Cada vez
que un personaje vivo se concentra
y trata de viajar en el tiempo, el ju-
gador puede darle la vuelta a la carta
superior de la baraja. Si es una carta
de palo, todas las personae saltan en
el tiempo que coincide con el pasa-
do. Si es un Arcano Mayor, saca otra
carta. Si la segunda carta es un Arca-
no Mayor, todas las personae saltan
al presente desde cualquier otra lí-
nea temporal. Están encadenados el
resto de la eternidad, o hasta que to-
dos estén muertos en todas las líneas
temporales, lo que ocurra primero.
Si hay un espacio en blanco en la pá-
gina de seguimiento de la línea tem-
poral para esa coyuntura, el Dealer
correspondiente describe lo que está
ocurriendo. Si existe un recuerdo, las
personae saltan a esa situación.
Por ejemplo, quiero viajar en el
tiempo. Le doy la vuelta a la carta
de arriba y sale La Muerte. Le doy la
vuelta a otra carta y sale el cuatro de
espadas. Todo el mundo salta cua-
tro años atrás en el pasado de Mun-
doespadas. En una sesión anterior,
otro jugador recordó haber estado
en una persecución en coche en ese
momento. Todos saltamos en medio
de la persecución en coche…
Se cogen cartas utilizando el méto-
do round-robin. Una persona no pue-
Alas Vegas
de sacar una carta hasta que todos
las demás personae vivas saquen una.
(Así que si quieres saltar y otra perso-
na los está estancando, siempre pue-
des intentar matarla). Los personajes
muertos están fuera de la rotación,
pero son arrastrados con el resto.
2. Cada vez que las personae hagan
un cambio en un acontecimiento
pasado, marca esa coyuntura y las
que están justo encima y debajo de
ella como vulnerables a los demo-
nios. Si cambia el resultado de esa
coyuntura del 4 de espadas, enton-
ces el 3 de espadas y el 5 de espadas
quedan marcadas como vulnerables.
Los demonios pueden manifestar-
se en cualquiera de esas coyunturas.
Si todas las coyunturas de una línea
temporal son vulnerables, esa línea
temporal se consume.
3. No ganan más habilidades nuevas. A
estas alturas, las personae ya debe-
rían saber quiénes son.
4. La partida termina cuando solo
queda una línea temporal, ya sea
porque las personae están muertas
en todas las demás o porque todas
las demás fueron devoradas por de-
monios, o todas las líneas tempo-
rales son devoradas por demonios.
Si necesitas más demonios, echa un
vistazo a Un buen montón de de-
monios más adelante.
Dealers competitivos
Otros juegos de rol advierten sobre la
muerte injusta de los personajes. Ese
consejo prevalece en “Yet Already”.
«Caen piedras, todos mueren» es an-
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan 303

tideportivo. Dicho esto, quieres que tu

línea temporal gane, ¿no? Si matas a to-
das las personae, tu persona tendrá el
voto decisivo sobre la realidad.
Dealer de copas: Tienes víctimas de
drogas poseídas por demonios e incur-
siones demoníacas con las que jugar.
Dealer de bastos: Los monstruos
posapocalípticos en un páramo
entrópico son el arma elegida.
Dealer de oros: La Orden de los Arca-
nos puede saltar entre las líneas tempo-
rales, invocar demonios y comunicar-
se con el pasado. Y, ahora que hay una
brecha en la barrera, pueden incluso
llegar a Mundoespadas.
Dealer de espadas: Los equipos de ase-
sinos de Grial Holdings siguen persi-
guiendo a las personae.

APÉNDICE 1:
UN BUEN MONTÓN
DE DEMONIOS
“Yet Already” presenta muchos demo-
nios. Si te atascas en una descripción o
en un concepto, saca la carta de arriba
de la baraja. Con los Arcanos Menores,
combina el palo y el valor para inventar
al demonio. Si es uno de los Arcanos
Mayores, es demasiado grande para que
las personae interactúen directamente
con él. Solo se asoma en el cielo, jus-
to al otro lado de la membrana entre
nuestra realidad y la de ellos, un sím-
bolo de fatalidad inminente.
304 Alas Vegas

Copas Un insecto con un exoesqueleto de neón.

Hecho de trozos de carne de carroña, hojas caídas, basura de calle-
Bastos
jón y otros elementos efímeros.
Visible solo cuando está en movimiento o cuando la luz lo capta
Oros
desde determinado ángulo.
Una cosa de metal extruido, puntiagudo en algunos sitios, solidi-
Espadas
ficado en otros.
Pequeño, del tamaño de un gato, con un caparazón segmentado.
As
Cruel aposta, juega con su presa.
Recuerdo de un niño hambriento. Se mueve de una forma tan fa-
2
miliar que da repelús, como si fuera humano.
Un enjambre de pequeños escarabajos que se escurren, saliendo de
3 una grieta en un objeto cercano. Es imposible que tantos escaraba-
jos quepan en ese espacio.
Tentáculos retorciéndose sin una masa central clara. Si hiere a una
4 persona, intenta anclarse a ella, como si buscara desesperadamente
llenar algún vacío dentro de sí mismo.
Parece más una plaga de hongos que una criatura. Se mueve al ha-
5
cerse más grande en superficies cercanas.
Un enorme gusano que se desliza por el suelo. Deja una estela de
6 entropía a su paso. Lo que toca se vuelve quebradizo o se deshace
en polvo.
Enorme, con ramas cimbreantes como un árbol. Tiene una extensa
7
red de raíces y se arrastra por el suelo con un esfuerzo tremendo.
Una bestia depredadora (extremidades musculosas, colmillos, ga-
8
rras) que caza sin compasión.
9 Humanoide, pero con rasgos horriblemente deformados.
Humanoide, y trata de hacerse pasar por humano. El demonio usa
10
algún tipo de disfraz, como ropa rebuscada en la basura.
Sota Habita un niño humano poseído.
Caballo Habita un animal poseído.
Reina Habita una hembra humana poseída.
Rey Habita un varón humano poseído.
Yet Already, por Gareth Ryder-Hanrahan 305
306 Alas Vegas

Reyes hechiceros
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger 307
308
Reyes hechiceros
POR JOHNSTONE METZGER
A PARTIR DE UN CONCEPTO ORIGINAL DE
ALLEN VARNEY
En la cuenca de tus ojos la gema oscura
se rompe. Una pizca de polvo vidrioso cae
sobre las baldosas. Tu mente se aclara.
Miras alrededor de la celda ilumina-
da por la antorcha con el ojo que te que-
da y reconoces una cámara de tortura.
Una que pertenece al Señor Oscuro, sin
duda alguna. Pero no eres un prisionero.
A tu alrededor hay otros paladines del
Consejo de Nacidos del Sol. Ellos tam-
bién son libres. Pero ¿por qué llevan las
capas negras y las armaduras con púas
de esos traidores a los reinos de los hom-
bres, los Reyes Hechiceros?
¿Por qué lo haces?
El hombre que está en el potro an-
tes que tú habla. Aunque su cuerpo
está maltrecho, la voz sale de sus labios
fuerte y clara.
—Por fin, estás libre de las cadenas
del Señor Oscuro. La guerra ha comen-
zado, pero la destrucción de este mundo
aún se puede evitar. Este hombre fue va-
liente al traeros mi mensaje, salvadlo si
podéis, pero queda poco tiempo, así que
os insto a seguir adelante. Vuestra mi-
sión es nuestra única oportunidad.
Alas Vegas
De los ojos del hombre surge una
aparición, una forma seráfica de luz. Te
inunda el corazón y sientes regocijo. En-
tonces, la visión se desvanece.
El miedo regresa, te recorre la colum-
na vertebral. Levantas la mano, como
para hacer regresar la visión. Luego, mi-
ras fijamente tu mano izquierda, que no
es tuya. ¡Esta cosa al final de tu brazo
es la mano del Señor Oscuro! Los otros
paladines miran con terror. Cada uno de
ellos tiene una mano como la tuya.
Alguien golpea la puerta de madera.
En el umbral hay un goblin arrugado
de aspecto cruel. ¡Un subordinado del
Señor Oscuro!
—El último de los soldados ha llega-
do, señores. Vuestro ejército ya está com-
pleto y listo para atacar a los adoradores
del sol. Esperamos vuestras órdenes.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
“Reyes Hechiceros” es una aventura de
fantasía para 4 o 5 jugadores que utiliza
el sistema Fuga. En este juego, sois pa-
ladines del Consejo de Nacidos del Sol
de Mircantha, una ciudad del brillan-
te reino de Arborean. Usando medios
desconocidos, el Señor Oscuro Zaurus,
gobernante de la Cuenca Abismal, os
subvirtió y os capturó. Os dio a cada
uno una mano nueva y un ojo nuevo, y
os quitó vuestros recuerdos. Os conver-
tisteis en sus temibles Reyes Hechice-
ros, líderes de su nuevo ejército.
Al comenzar la aventura, un sacer-
dote de la Ley ha quebrantado el con-
trol de Zaurus sobre los Reyes Hechi-
ceros. Despertáis en la Fortaleza de la
Inmundicia, una fortificación al borde
de las dimensiones. Se espera que reu-
náis a vuestro ejército y os pongáis en
marcha para conquistar Arborean para
mayor gloria del Señor Oscuro.
Jugar la aventura
“Reyes Hechiceros” se puede jugar con
cuatro o cinco jugadores. Se pueden ro-
tar los Dealers, como en “Alas Vegas”, o
se puede jugar con un solo Dealer du-
rante toda la aventura. Si os compro-
metéis a tener un solo Dealer, no es ne-
cesario asegurarse de que cada capítulo
dure exactamente una sola sesión, y
el Dealer puede leer todos los capítu-
los antes de jugar. Pero si cambiáis de
Dealer en cada sesión, todos tienen la
oportunidad de jugar.
309
“Reyes Hechiceros” tiene cinco capí-
tulos y tres hojas de campaña. Cada ca-
pítulo corresponde a una zona geográ-
fica y está previsto que dure una sola
sesión de aproximadamente cuatro ho-
ras. A diferencia de “Alas Vegas”, cada
capítulo es una colección de escenas,
situaciones y personajes. No hay un ar-
gumento central. La mayoría de las ve-
ces depende del Dealer decidir cuándo
introducir ciertos elementos.
La aventura siempre comienza con
el capítulo 1 y termina con el capítu-
lo 5. Los tres capítulos intermedios se
pueden jugar en cualquier orden. Al fi-
nal de cada sesión, los jugadores (¡no el
Dealer!) deciden qué capítulo juegan a
continuación. No hace falta jugar los
tres capítulos, ya que después de alcan-
zar determinados objetivos, se puede
pasar directamente al capítulo final. (Si
es buena idea, ya es otro tema). Las ho-
jas de campaña aparecen al final de esta
aventura. Estas representan los acon-
tecimientos que se desarrollan según
las acciones que realizan las personae.
Al comienzo de cada sesión, el Dealer
saca una hoja de campaña y presenta los
acontecimientos en ella basándose en lo
que suceda durante esa sesión. Indepen-
dientemente del orden de los capítulos,
las hojas de campaña siempre entran en
el juego en un orden fijo. Una vez que
se introduce una hoja de campaña, esta
permanece en la partida hasta que el
ejército que representa sea neutralizado
o las personae lleguen al capítulo 5.
310 Alas Vegas

Funciona mejor si los jugadores no Antes de continuar leyendo, decide

conocen los acontecimientos que se
muestran en las hojas de campaña. Tal
vez alguien pueda imprimirte hojas y
meterlas en sobres sellados hasta que
los abras. No arruinará el juego saber-
lo, pero podría influir en la elección de
los jugadores del orden de capítulos.
quién va a ser el Dealer en la primera se-
sión. Si eres tú, lee el capítulo 1 y luego
detente. Si ya has jugado una o más se-
siones y te toca ser el Dealer, lee el capí-
tulo 1 y el capítulo que estás dirigiendo.
También puedes leer los capítulos que
ya has jugado, pero no leas nada más.

Las reglas de Fuga

Las reglas de Fuga se aplican en esta
aventura con estas diferencias:
C No interpretáis a personae del pre-
sente, sino a los Reyes Hechiceros,
secuaces del Señor Oscuro y traido-
res a los reinos de los Hombres. Es
un mundo de fantasía, así que hay
ejércitos, magia y monstruos, pero
no hay coches ni armas.
C No tienes que jugar exactamente
con cuatro jugadores, y no necesitas
cambiar Dealers para cada sesión.
C Las personae experimentan dos tipos
diferentes de flashbacks: de momen-
tos antes de que la persona se uniera
al Señor Oscuro y momentos poste-
riores. Cuando se produce un flash-
back, debes elegir de qué tipo se trata.
C El Dealer le da a cada personaje un
flashback por sesión, se muestre su
Significador o no.
C Algunas habilidades son poderes má-
gicos, no solo habilidades mundanas.
C Hay reglas especiales para la gue-
rra. Las grandes batallas usan las
reglas de acción enfrentada con li-
geras variaciones.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Capítulo 1
LA FORTALEZA
DE LA
INMUNDICIA
¿Así que vas a ser el Dealer de la prime-
ra sesión de este juego? Vale, lo siento,
hay un montón de cosas que leer para
que puedas preparar la aventura. Si te
sirve de consuelo, los otros capítulos
son mucho más cortos.
En el primer capítulo, las personae
descubren que son Reyes Hechiceros,
comandantes del ejército del Señor
Oscuro, a punto de marchar contra su
patria y sus habitantes, las razas aman-
tes del sol: hombres, elfos y enanos. Las
personae comienzan en la Fortaleza de
la Inmundicia, donde han reunido a sus
tropas. Los otros tres ejércitos ya están
en el campo de batalla y ahora depende
de los Reyes Hechiceros tomar el con-
trol del suyo y unirse a la guerra. Cómo
(y si) lo consiguen, depende de ellos.
Piezas que faltan
Al comenzar el juego, las personae es-
tán vestidas con una armadura negra
con púas y se encuentran en una cáma-
ra de tortura iluminada por unas cuan-
tas antorchas titilantes. Ninguno re-
cuerda quién es, dónde está o qué está
haciendo allí.
311
Todos son seres humanos normales
del sexo, género y etnia que los jugado-
res quieran. Si alguien tiene que ser muy
especial, podrías permitirle ser medio
elfo o un personaje con algún tipo de
herencia enana, pero el grupo no es, ni
por asomo, una colección de razas ex-
travagantes de fantasía. Este juego no
trata de monstruos de fantasía diverti-
dos, sino de gente mala que tomó malas
decisiones por malos motivos.
Empieza con una breve descripción
del aspecto de cada persona. Aunque
seas el Dealer, también tienes una per-
sona. Tal vez quieras incluir también
algunos Reyes Hechiceros de más, para
que puedas sustituir a las personae que
mueran durante la partida. Tu persona
y los extras se separan de los que perte-
necen al resto de jugadores cuando to-
dos salen de la cámara de tortura. Un
sirviente los lleva lejos porque «tienen
que hacer un trabajo». O no; tú decides.
Antes de eso, sin embargo, cada uno
de vosotros hace lo siguiente:
Gira hacia el jugador a tu izquierda
y describe su Ojo de Zaurus. Menciona
también algún otro detalle que puedas
ver, relacionado o no. Que sea breve y
dales la posibilidad de que lo expliquen.
Gira hacia el jugador a tu derecha
y describe su Mano de Zaurus. Des-
cribe también algo que tu persona
haya notado y admirado alguna vez
sobre la persona de ese jugador. Una
vez más, que sea breve y dales la posi-
bilidad de elaborarlo.
312
A cada uno de las personae les fal-
tan dos partes del cuerpo: una mano y
un ojo. Las manos y los ojos de Zaurus
no tienen que ser iguales. También vale
cambiarlo por otra cosa si un jugador
quiere tener, por ejemplo, los Pies de
Zaurus en lugar de una Mano. Si se
vuelven demasiado creativos, fréna-
los; pero si tus jugadores quieren una
pequeña variación, no hay problema.
Y no, dos Ojos de Zaurus no cuentan
como dos sustitutos, tiene que faltarte
una mano o algo así.
Además, como Dealer, tú también
deberías hacerles preguntas a las otras
personae. Para cada pregunta, escoge a
la persona a la que le preguntarás según
su Significador. Si no haces todas estas
preguntas, no te preocupes demasiado,
pero intenta preguntarle al menos a al-
gunos de ellos. No es fácil dar cuerpo a
un personaje con amnesia, así que pro-
porciónales a los demás jugadores algo
con lo que seguir.
Haz esta pregunta a alguien con un
Significador imperioso o autoritario,
por ejemplo, El Emperador, La Empe-
ratriz, El Sumo Sacerdote, La Sacer-
dotisa, El Juicio, La Justicia o La To-
rre. Sugiere que no es solo un paladín,
sino también un miembro de la fami-
lia real: «En tu mano, la mano buena, lle-
vas el anillo con el sello de la casa real de
Farindor. El anillo se ajusta perfectamen-
te a tu dedo. Lleva un nombre, tallado en
runas. ¿Qué nombre es?».
Haz esta pregunta a alguien con un
Significador móvil, que implique que
es un viajero cosmopolita, una estrella
errante o simplemente fuerte e inde-
Alas Vegas
pendiente: El Carro, El Loco, El Ermi-
taño, La Estrella, La Fuerza, La Rueda
de la Fortuna o El Mundo: «Algo en ti
denota el tiempo que pasas entre los ena-
nos. ¿Qué es? ¿Lo llevas abiertamente?».
Haz esta pregunta a alguien con
un Significador más brillante y feliz,
por ejemplo, Los Amantes, El Sol o
La Templanza: «Llevas una muestra de
amistad con los elfos debajo de tu túnica o
armadura, escondida a la vista. Parece in-
congruente con tu otro atuendo. ¿Qué es?».
Haz esta pregunta a alguien con un
Significador siniestro y de mal agüe-
ro. La Muerte es la más obvia, como lo
son El Diablo, El Loco, La Justicia, La
Torre o La Rueda de la Fortuna: «Ade-
más de todo lo anterior, tienes una heri-
da que nunca sana. ¿Cómo te heriste? ¿Te
afecta de alguna manera?».
Elige a quien tenga el Significador
más justo o místico, La Sacerdotisa,
El Juicio, La Justicia o El Mago, por
ejemplo, y dile que tiene un arma de
los Paladines Nacidos del Sol en su
poder. Luego pregunta: «¿Qué arma es
y cómo se rompe?».
Recuerdos mágicos
Debido a que los Ojos y Manos de
Zaurus son mágicos, cada persona pue-
de experimentar flashbacks relaciona-
dos con ellos y sus poderes mágicos.
Cuando un jugador elige tener un flash-
back o dárselo a la persona de otro ju-
gador, debe elegir si recuerda algo del
momento anterior al servicio del Señor
Oscuro o de un momento posterior.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
La mayoría de los recuerdos de las
personae debe ser de antes de unirse al
servicio del Señor Oscuro y no puede
incluir ningún personaje del juego que
no los recuerde. De lo contrario, estos
flashbacks son como se describen en las
reglas del sistema Fuga y ganan una ha-
bilidad normal de cada flashback de este
tipo. Pueden morir en estos recuerdos,
o parecer que mueren, y si otro jugador
se los da, entonces el recuerdo incluye
múltiples personajes, que también pue-
den morir en los recuerdos. Estos re-
cuerdos no pueden incluir sus prótesis
mágicas. Esos flashbacks siempre deben
fijarse después de que juraron lealtad al
Señor Oscuro.
Si el flashback recuerda al momen-
to posterior, este recuerdo debe incluir
un poder mágico de ataque peligroso
o invasivo que la persona pueda utili-
zar con una o ambas partes del cuer-
po. Debe ser un poder específico que
no permita a la persona destruir ejér-
citos enteros de un vistazo, o algo igual
de estúpido. Si alguno pudiera hacer
algo así, no seguiría siendo un sirvien-
te del Señor Oscuro, ¿verdad? Exacto.
En cuanto una persona recupera un re-
cuerdo sobre un poder mágico, puede
usarlo cuando quiera mientras siga te-
niendo el Ojo y la Mano de Zaurus. Si
no es parte de un conflicto, saca una
carta de todas formas e interpreta los
resultados. La magia debe ser imprede-
cible o se vuelve aburrido.
313
Correspondencias
Cuando saques las cartas de la baraja,
usa los palos para informar de tu narra-
ción. Si no estás seguro de los hechos o
situaciones de la partida, saca una carta
y utiliza sus correspondencias para to-
mar una decisión.
El palo de Copas puede referirse al
ejército de los muertos, a la Capa de
Plumas Doradas, a los elfos o a la Or-
den de los Paladines Nacidos del Sol.
Puede significar renovación o resurrec-
ción, una curación o algún peligro que
nunca se extingue.
Espadas representa a los elfos oscu-
ros, al ejército goblin, a los orcos, a la
Espada de la Luz y a los asuntos de los
reinos de los hombres.
Bastos debe hacerte pensar en la
Iglesia de la Ley, la Corona de Cristal,
los enanos y la Horda de Criaturas Vo-
ladoras liderada por las mantícoras.
Oros se refiere al Señor Oscuro y a to-
das sus argucias: la Inmundicia Invasora,
las Manos y Ojos de Zaurus, las fisuras en-
tre los mundos y todas las personas que
llegan a Arborean desde esos mundos.
Cuando se trata de los enemigos y secua-
ces del Señor Oscuro, los Oros se refieren
a su relación con el Señor Oscuro.
Entre los Arcanos Mayores, cada
una de las personae tiene un Significa-
dor y muchos otros son evidentes. La
Torre es la Fortaleza de la Inmundicia
o las ciudadelas de Arborean. Hanna es
El Colgado. Tanto El Sumo Sacerdote
como El Mago pueden representar al
misterioso sacerdote de la Ley. Adivi-
nad quién es El Diablo.
314
Avanzar en la hoja de campaña
Solo la primera hoja de campaña está
activa durante esta sesión. Estos son los
puntos donde debes marcar un avance
en la hoja:
C Fallar dos veces en conseguir que
una legión obedezca.
C Pasar mucho tiempo interrogando a
los prisioneros en el calabozo.
C Esperar a que los trolls de la fragua
hagan más armas.
Si los Reyes hacen algo completa-
mente inesperado y que requiere mu-
cho tiempo, también avanza la hoja de
campaña una vez por ese motivo. Tal
vez intenten quemar la Fortaleza, li-
berar a todos los prisioneros o matar a
un grupo de soldados y convertirlos en
no muertos usando el Estanque de En-
gendros. A los jugadores se les ocurren
locuras todo el tiempo. Prepárate para
marcar avances.
Repartir flashbacks
Durante la primera sesión, mientras
las personas están en la Fortaleza de la
Inmundicia, podrás darles a cada uno
un recuerdo. Debe ser una escena cor-
ta de sus vidas anteriores, antes de que
se unieran al Señor Oscuro. Un buen
momento para activar estos flashbacks
es cuando la carta del Significador de
la persona sale bocarriba, pero si no
ocurre durante la sesión, cualquier
momento es bueno. Si el Significador
de una persona sale más de una vez
durante la sesión, añade más detalles
al flashback original.
Alas Vegas
Haz que estos recuerdos sean de las
veces que las personae quisieron de-
mostrar que eran héroes, pero se les
negó. Pensaban que podían resolver un
problema, favorecer la vida de su pue-
blo o defender a los que lo tenían di-
fícil. Te interesa darles recuerdos que
les hagan pensar que posiblemente po-
drían ser lo bastante heroicos, o estar
lo bastante desesperados para serlo,
para ir de incógnito y jurar lealtad al
Señor Oscuro con el fin de derrotarle.
Algunos ejemplos:
C Una persona recuerda que su padre,
el rey, lo dejó de lado. Lo enviaron
a unirse a los Paladines Nacidos del
Sol, que no pueden heredar títulos
nobiliarios, porque se le consideró
incompetente para gobernar.
C Otra persona recuerda haber in-
tentado derrotar a un dragón, pero
no recibió ayuda ni gratitud sim-
plemente porque es mujer. Todo el
mundo sabe que las mujeres no se
convierten en caballeros que derro-
tan a los dragones. Y sin embargo...
C Un recuerdo podría incluir un in-
tento de salvar una aldea en lla-
mas, solo para que luego le culpen
de provocar el incendio porque la
persona es un noble, y los aldeanos
odian a la nobleza.
C Otro podría ser de la época en que
los Paladines Nacidos del Sol se ne-
garon a permitir que la persona res-
catara a un sujeto importante de las
garras de los invasores goblin, a pesar
de sus anteriores misiones exitosas
como paladín. En su lugar, enviaron
a alguien de mayor rango en la orden.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Quizás
C no permitieron a una per-
sona actuar como embajador de los
elfos o los enanos, a pesar de su ex-
periencia previa en tratar favorable-
mente con esa cultura. El rey envió
a alguien más prestigioso, pero con
menos experiencia, en su lugar. O
tal vez esta persona intentó ayudar a
los enanos, de ser un campeón para
ellos, y la rechazaron.
Tú decides qué recuerdos le revelas a
cada persona. Utiliza estas sugerencias
como guía y recuerda hacerles sentirse
como héroes frustrados. Como referen-
cia, las dos grandes ciudades de los hom-
bres son Mircantha y Farindor. El mun-
do que las recorre, así como las tierras
de los elfos y los enanos, es Arborean.
Lo que todos saben
A medida que las personas interactúan
con sus tropas y sirvientes, y sobre todo
si los cuestionan, saben más sobre su
objetivo. La mayoría de los secuaces
de Zaurus, altos y bajos, conocen la si-
guiente información.
Los tesoros de Arborean
Cada una de las razas de Arborean po-
see un artefacto mágico que alguna vez
ayudó a desterrar al Señor Oscuro a la
Cuenca Abismal. Cada uno de los co-
mandantes del ejército tiene la orden
de recuperar un tesoro y entregárselo
a Zaurus. Ninguno de los subordina-
dos sabe qué poderes poseen estos ar-
tefactos. Solo saben que Zaurus ansía
los tres tesoros, y quién sabe si los va a
usar o a destruir.
315
El ejército de los no muertos
El Mataenanos, un demonio de los an-
tiguos mundos más allá incluso de la
Cuenca Abismal, lidera un enorme
ejército de no muertos. Guiará a este
ejército a través del valle Narascene,
que se encuentra entre la montaña sa-
grada de los enanos y las ciudades de los
hombres. Una vez masacre a toda cria-
tura que halle en su camino, añadirá los
muertos a su ejército. Una vez allí, si-
tiará la ciudad enana Pozo del Martillo.
El Mataenanos espera que los Reyes
Hechiceros lideren su ejército a través
de un traicionero paso de montaña al
este, el Paso del Necio, y se infiltren en
Pozo del Martillo a través de una en-
trada secreta. Al coger desprevenidos
a los enanos, pueden abrir las puertas
y dejar entrar al ejército del Mataena-
nos. Recuperará el tesoro centenario
de los enanos, la Capa de Plumas Do-
radas, y se lo llevará al Señor Oscuro.
Una vez destruidos los enanos y recu-
perada la capa, ambos ejércitos mar-
charán para ayudar en la destrucción
de los elfos y los hombres.
Solo los Reyes Hechiceros han visto
el Paso del Necio, el camino escondido
de la montaña que se supone que de-
ben tomar. Nadie de su ejército, ni sus
subordinados, ni los exploradores, co-
noce la ruta excepto las personae, que
tienen amnesia.
316
El ejército goblin
El ejército goblin, liderado por la reina
elfa oscura, sitiará las ciudades de los
hombres. Atacarán primero Farindor,
la ciudad del sur, y luego se moverán
hacia el norte hasta Mircantha. Am-
bas ciudades tienen templos de la Ley,
y uno tiene la Espada de la Luz. Una
vez que los duendes hayan encontrado
la espada, la Reina Araña se la llevará al
Señor Oscuro.
Hermética y maquinadora, la Reina
tiene la habilidad de manipular a sus
ingenieros goblin. A diferencia de mu-
chos de los secuaces del Señor Oscuro,
la Reina Araña prefiere las trampas se-
cretas y los cuchillos envenenados al
choque de espadas.
Si las ciudades de los hombres opo-
nen resistencia, ya sea el Mataenanos o
la Madre de las Mantícoras pueden lle-
gar para ayudarles después de comple-
tar sus propias misiones.
La horda de los
monstruos voladores
La ciudadela de los elfos en el Gran Bos-
que contiene un tercer tesoro: la Coro-
na de Cristal. La Madre de las Mantíco-
ras y su prole constituyen el tercero de
los ejércitos del Señor Oscuro, asistido
por gárgolas y arpías. Solo con el poder
de volar pueden romper las defensas de
los elfos y apoderarse del tesoro.
Aunque el Mataenanos es el más be-
ligerante de los generales del Señor Os-
curo, la Madre de las Mantícoras puede
ser la más arrogante. Al menos eso es lo
Alas Vegas
que dicen los demás. Las razas volado-
ras están aisladas; no se asocian con los
«gusanos de tierra».
Si el asedio de la ciudadela de los el-
fos dura más de lo esperado, los otros
ejércitos deben ayudarles una vez que
los reinos del este hayan caído. Des-
pués de tomar la ciudadela, los ejérci-
tos quemarán el bosque.
ESBIRROS
Los Reyes Hechiceros tienen un equipo
de secuaces que se encargan de tareas
tediosas como llevar mensajes, cum-
plir órdenes y limpiar. Como Francis
Urquhart declaró en la miniserie de
televisión House of Cards: «Un hombre
de estado necesita ayudantes, peque-
ños elfos y espíritus que hagan cumplir
su voluntad». Aquí hay cuatro secua-
ces (ni elfos, ni espíritus) importan-
tes. Cualquiera de ellos puede estar es-
perando en el calabozo o en cualquier
otro lugar según lo requiera la historia.
Gishvak el goblin
El goblin que llega en la primera escena
se llama Gishvak. Es un enano escuáli-
do nacido en un mundo donde el poder
hace lo correcto. Lo único que quiere
en la vida es poder sobre aquellos más
fuertes que él. Para ello, sirve a los Reyes
Hechiceros personalmente, gestionando
sus asuntos y usando esa posición para
dominar a los demás. Pero por mucho
que se someta a sus amos, Gishvak los
venderá cuando reciba una oferta mejor.
Conoce a todo el mundo y sus secretos.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger 317

Griselda la bruja Rayniss el traidor

Encorvada y de pies ligeros, aunque Antes de convertirse en mercenaria,
los arrastre, Griselda parece tener cien y luego en sirvienta de Zaurus, Ray-
años y además está infestada de piojos. niss fue guardia de la ciudad de Farin-
Es bruta en el habla y en los modales, dor. Los Paladines Nacidos del Sol no
con una boca como un cementerio y la aceptaron, así que se volvió contra
cualidades malvadas a juego. Es hábil ellos. Nunca conoció a las personae an-
con la herboristería, especialmente en tes de su asignación a este ejército. No
la elaboración de venenos y pociones. sabe quiénes son, aunque ha oído que
Griselda es increíblemente codiciosa. pudieron ser paladines. Sus ojos azules,
Mira con lascivia y sin descaro todo lo que fulminan con la mirada, expresan
que tiene valor. Si se le entrega un te- su necesidad de venganza sobre los rei-
soro, es leal, pero siempre quiere más. nos de los hombres. Si la única forma
Usa a Griselda para resaltar la insensi- de conseguirlo es derrotando a los Re-
ble avaricia de toda esta operación. No yes Hechiceros, traidores o no, lo hará.
solo la guerra, sino todo lo que hace el Utiliza a Rayniss para cuestionar las
Señor Oscuro. órdenes que dan las personae y para su-
gerir correcciones sensatas.
Hangbolt el intendente
Una vez en su juventud, antes de que
tuviera tantas muescas en sus colmi-
llos, Hangbolt dirigió ejércitos con-
quistadores y arrasó grandes ciudades
de marfil y oro. Ahora, al orco enveje-
cido le han asignado dirigir el tren de
equipajes de estos reyes imbéciles y a
su descuidado e indisciplinado ejérci-
to. Incluso con su mano lisiada, será
el primero en retar a un Rey Brujo a
un duelo si vislumbra debilidad. Habla
con sorna del plan y de los demás su-
bordinados (desprecia a la Reina Ara-
ña), pero sirve bien hasta que tiene la
oportunidad de hacerse con la gloria.
Utilízalo para ofrecer consejo militar o
cuando tengas ganas de luchar.
318
LA VISIÓN
A medida que las personae recuperan
los sentidos, la visión de un hombre
santo, un sacerdote de la Ley, aparece
ante ellas, resplandeciente. Aunque es-
tán de pie en un semicírculo alrededor
de un hombre en el potro, el hombre
santo se enfrenta a cada uno de ellos
simultáneamente.
—Espero que podáis oírme. Si el hechizo
funcionó, el control del Señor Oscuro so-
bre vosotros se ha roto.
»Traigo malas noticias. Hemos
aprendido que no podemos ganar con
solo uno de los grandes tesoros. Debéis
traer al menos dos de ellos. Sus ejércitos
ya marchan contra nosotros, pero tengo
agentes esperando para entregaros los te-
soros sin derramamiento de sangre. Daos
prisa, antes de que sus ejércitos roben es-
tos tesoros y se los queden.
»Yo alabo los sacrificios que cada uno
de vosotros habéis hecho. Pocos tendrían
el valor de engañar al Señor Oscuro, y
ya habéis perdido mucho. Pero escuchad-
me ahora: si lo lográis, si el Señor Oscuro
es derrocado, todo lo que habéis perdido
os será devuelto. Seréis bienvenidos como
héroes. Esto os prometo.
»No puedo quedarme. Buena suerte,
ami…
La visión se desvanece y la habita-
ción se oscurece. Llaman a la puerta de
madera y esta cruje al abrirse. Un viejo
goblin está allí de pie con una linterna.
—El último de los soldados ha llegado,
señores. Vuestro ejército ya está comple-
to y listo para atacar a los adoradores
del sol. Esperan vuestras órdenes —dice.
18. ¡Gracias a Hanna Järvinen, patrocinadora en Kickstarter, por su ayuda!
Alas Vegas
Su cautivo
El hombre del potro es Hanna, un no-
ble de la casa de Järvinen18. Si las per-
sonae hablan con él, solo sabe que un
sacerdote de la Ley le dio una bendi-
ción y lo envió a explorar esta región.
No sabe el nombre del sacerdote.
Hanna lideró un grupo de explora-
dores de Arborean en esta zona y des-
cubrió la Fortaleza de la Inmundicia.
Aunque Hanna entregue su mensaje a
los Reyes Hechiceros, los orcos están
sumergiendo a los otros exploradores
en el Estanque de Engendros.
Si alguno de los jugadores describe
un flashback que incluya a Hanna, pue-
de tener una historia con él, pero no se
atreve a hablar de cómo se convirtieron
en Reyes Hechiceros. Ven la sospecha en
su mirada; duda que el control del Señor
Oscuro pueda romperse de verdad. Si
los Reyes le ayudan a escapar de la For-
taleza de la Inmundicia, podrían volver
a verlo más adelante en la aventura.
LA FORTALEZA
La Fortaleza de la Inmundicia se aga-
cha como un sapo leproso en la ladera
de una montaña cubierta de maleza al
sur de los reinos de los hombres. Aun-
que una vez fue un noble castillo de
Arborean, ahora cuelga entre los pla-
nos de la existencia. De hecho, desde
su interior es más fácil ver la Cuenca
Abismal que los cielos de Arborean.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Gigantescas hebras de hongos no
muertos serpentean hacia el plano as-
tral desde la Fortaleza y se unen, a kiló-
metros de altura, en un centro de tallos
del tamaño de una ciudad. No, incluso
más grande. Más grande que cualquier
ciudad que los Reyes Hechiceros hayan
visto jamás. Extraños mohos se arras-
tran lentamente a través de estas hebras
de hongos, y un líquido lechoso pálido
gotea de ellas. Este desorden es la In-
mundicia Invasora, la manifestación del
poder del Señor Oscuro a través de los
muchos mundos que ha conquistado.
Moverse a través de la fortaleza
Al salir de la cámara de tortura, las
personae están en las mazmorras. Fuera
de la cámara, uno o más de sus secuaces
pueden estar esperando pacientemen-
te. Una habitación más allá está el Es-
tanque de Engendros.
Las mazmorras están cerca de las
fraguas. A través de las fraguas y su-
biendo un tramo de escaleras se halla
el salón delantero, con el salón de ban-
quetes cerca.
Más allá de la puerta se encuentra
el patio de la fortaleza, donde está el
cadalso. El patio está rodeado de enor-
mes muros de piedra. Una puerta de
hierro con pinchos conduce al exterior,
a la llanura de la batalla, donde acam-
pan cinco legiones. Emisarios de otros
ejércitos podrían estar esperando aquí.
Ahora que el ejército está reunido,
ya no es posible volver a entrar en la
Cuenca Abismal desde la Fortaleza de
la Inmundicia, a no ser que el Señor
319
Oscuro lo convoque. En este capítulo
no convoca a nadie. La única salida es
a Arborean.
Las mazmorras
No hay aventuras en estas mazmorras,
solo prisioneros. Y carceleros. Y excre-
mentos de animales. Las mazmorras
son un pozo negro, ¡literalmente! Los
orcos no son carceleros muy limpios.
Los orcos tienen cosas mejores que
hacer, en concreto, recoger lágrimas y
sangre de sus prisioneros. Los frascos se
envían a la Cuenca Abismal para… ser
procesados. Nadie en la fortaleza sabe
lo que eso significa.
Todos los prisioneros están en peor
estado que Hanna y sus exploradores.
Ninguno ha conocido a las personae,
pero pueden haber oído hablar de
ellos. «El hijo del rey es uno de voso-
tros, ¿no?», podría decir uno. «Espero
que os den vuestro merecido». Estos
prisioneros conocen los tres tesoros
que el Señor Oscuro quiere, pero nin-
guno sabe qué hacen ni dónde están
guardados. Algunos preferirían morir
antes que hablar.
Sin embargo, si las personae no re-
nuncian, pueden encontrar a uno o dos
que podrían actuar como mensajeros o
secuaces si son liberados… y si logran
convencerlos de que están trabajando
en secreto para destruir al Señor Os-
curo. Si se toman su tiempo para inte-
rrogar a más de dos o tres prisioneros,
avanza en la hoja de campaña una vez.
320
El Estanque de Engendros
Si los Reyes Hechiceros matan a al-
guien que no sea un prisionero, en al-
gún momento uno de sus subordina-
dos pide llevar el cuerpo al Estanque de
Engendros. Las personae no recuerdan
qué es, pero es fácil de encontrar.
El estanque tiene un aspecto poco
llamativo (un pozo poco profundo lle-
no de agua), pero en su reflejo las per-
sonae pueden ver, primero, una imagen
negativa de la Inmundicia invasora.
Luego, una masa protoplásmica retor-
cida se concentra. Las almas condena-
das nadan dentro de esta repugnan-
cia lechosa, los ojos muertos fijos en
la nada y las bocas abiertas emitiendo
gritos silenciosos.
Meter un cadáver en el estanque y
celebrar los rituales adecuados, que
tardan una hora, resucita el cuerpo.
Esta criatura no muerta, un mero re-
manente del individuo anterior, debe
servir y obedecer a quien lo hizo. Es-
tos no muertos carecen de inteligencia,
emociones, creatividad e ingenio.
Las fraguas
El calor golpea a quien entra como una
pared invisible de arenas movedizas. El
hollín negro y el sonido del metal gol-
peando sobre el metal se arremolina a
través del aire brillante. El suelo está
lleno de objetos afilados y el ocasional
cadáver de un goblin demasiado lento.
La sensación de estar cocinado se ve rá-
pidamente ensombrecida por el alivio
en cuanto se vuelve a salir, pero esto
solo ayuda hasta cierto punto. Es posi-
Alas Vegas
ble dejar las fraguas atrás, pero el hedor
del sudor y el humo no abandonan al
visitante durante días.
Esta zona es la expresión más pura
de la combinación de apatía e inhuma-
nidad en el corazón de los planes del
Señor Oscuro. Como dicen los orcos,
los trolls de la fragua son perezosos.
En el infierno se sienten como en casa,
holgazaneando o bromeando mientras
la mayoría «supervisa» a los pocos que
realmente trabajan.
Si se le pregunta a su maestro de gre-
mio, Grothgargh, este explica por qué
tienen tan poco que hacer: se han que-
dado sin metales y están esperando un
envío. Promete que pueden forjar una
gran cantidad de armamento nuevo
para los Reyes Hechiceros en cuanto lle-
gue el cargamento. Utiliza muchos tér-
minos mercantiles, pero por lo demás
habla con claridad. No tiene que irse
con los Reyes Hechiceros; le han dicho
que puede quedarse en la Fortaleza del
Miedo, así que le da igual lo que quieran
las personae. Cuando llegue el envío,
trabajará un poco. Antes, no lo hará.
Si las personae deciden esperar a
que los trolls de la fragua les hagan un
nuevo suministro de armas, pregúnta-
les si les importa algo la gente de Ar-
borean y luego avanza una vez la hoja
de campaña.
El salón de banquetes
Los orcos jinetes de lobos han regresa-
do y algunos están celebrando un fes-
tín, descansando en bancos y mesas de
hierro, bebiendo cerveza agria. El aire
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
lleno de humo flota sobre el suelo cu-
bierto de paja. La luz del ardiente fue-
go baña las pieles enmohecidas y las
manchas de cerveza.
Cuatro goblins ingenieros están sa-
crificando a un unicornio. La cabeza
cortada de la criatura aún sigue viva.
Mira con ojos llenos de tristeza y lás-
tima mientras los orcos devoran filetes
y tartar hechos con su carne. Los orcos
rebuznan y se ríen a carcajadas, escu-
piendo saliva de color amarillo.
Si las personae liberan al unicornio
de su sufrimiento, se alegra de que pon-
gan fin a su angustia y les da su bendi-
ción. Recuerda esto en sesiones poste-
riores. Sin embargo, a los orcos no les
gusta que se termine su broma cruel y se
ponen insolentes. Rechazarán las órde-
nes de las personae a menos que se vean
forzados por la brujería o la violencia.
Si las personae participan en la fies-
ta, el unicornio las maldice. La cabeza
no tiene voz, silenciada por su mutila-
ción, pero sienten su desaprobación.
Los orcos no.
Si las personae llevan los pedazos de
unicornio al Estanque de Engendros,
pueden resucitarlo y cabalgar sobre su
cadáver no muerto. Esto le gusta aún
menos que el que lo masacren y los mal-
dice aunque no coman de él. Recuerda
esto también en sesiones posteriores.
Uno de los secuaces de los Reyes
Hechiceros podría sugerir que guar-
den algo de carne de unicornio para los
emisarios de los otros ejércitos. Es la
primera vez que las personae oyen que
podrían recibir visitas.
321
El cadalso
Afuera, en el crepúsculo, los soldados or-
cos de infantería están ejecutando pri-
sioneros humanos. El hacha cae con un
golpe sordo, y con ella, otra cabeza. Mira
todo ese rojo. ¡Qué manera de morir! De
forma innoble, encerrados en esta forta-
leza corrupta, ignorados por el mundo.
Sus prisioneros, media docena o
más, están atados con cuerdas rudi-
mentarias. La caballería trajo ayer a
estos hombres a la Fortaleza de la In-
mundicia. Son los exploradores que
capturaron junto con Hanna. Los orcos
creen que son espías enviados para des-
cubrir la verdadera ubicación del ejér-
cito del Señor Oscuro, pero la tortura
solo ha revelado historias contradicto-
rias y medias verdades. Los orcos han
decidido ejecutarlos (dicen) porque los
trolls de la fragua son perezosos y no
hacen grilletes para encadenarlos en las
mazmorras. ¿Qué otra opción tienen
los orcos? ¡Al tajo con ellos!
Algunos prisioneros están suplican-
do; otros rezan. La única salvación que
les espera está en manos de las personae.
Si las personae interrogan a los pri-
sioneros, ninguno tiene información
útil. Saben que los ejércitos del Señor
Oscuro están en marcha. Han oído ha-
blar del ejército comandado por trai-
dores (que serían los Reyes Hechice-
ros), pero ninguno de ellos reconoce
a las personae. Si los Reyes liberan a
los prisioneros, quizás se vuelvan a en-
contrar más tarde. Si alguno no es li-
berado, tenlo en cuenta para el final
de este capítulo.
322
Las legiones
De los miles de soldados acampados en
la llanura de la batalla en el exterior de
la Fortaleza de la Inmundicia ninguno
está dispuesto a seguir a los comandan-
tes de las razas adoradoras del sol de
Arborean. Para persuadir a una legión,
las personae deben sobornar, intimi-
dar, convencer o avergonzar personal-
mente a los líderes de esa legión para
que obedezcan, cara a cara. Los solda-
dos ignoran a los mensajeros y las órde-
nes que se les envían.
Si los Reyes Hechiceros consiguen
que tres de las cinco legiones les obe-
dezcan, las otras dos les siguen a rega-
ñadientes mientras el ejército se mue-
ve. Si consiguen que menos de tres
legiones les obedezcan, el resto se que-
da atrás con desprecio.
Si fallan una vez en hacer que una
legión obedezca, siempre pueden in-
tentarlo de nuevo. Si fallan dos ve-
ces, o fallan con dos legiones diferen-
tes, avanza la hoja de campaña una
vez. Avanza de nuevo después de su
cuarto fracaso, en caso de que tengan
tan mala suerte, pero permíteles más
oportunidades de convencer a una le-
gión para que obedezca.
Recuerda que los Reyes Hechiceros
deben abandonar la Fortaleza al final
de la sesión, con o sin su ejército.
Caballería (Espadas)
Los más rudos de todos los guerreros
del Señor Oscuro. Estos sanguinarios
orcos cabalgan sarnosos y andrajosos
Alas Vegas
lobos feroces. Atacan rápidamente con
espadas envenenadas que infligen el té-
tanos. Acaban de regresar de una lejana
campaña, y ahora quieren holgazanear
y luchar en inútiles duelos mientras se
apropian de los mejores cuarteles de la
Fortaleza. ¿Volver a salir? ¿Tan pronto?
Tienen una debilidad: son orgullo-
sos. Avergonzarlos puede funcionar.
Pero su líder, Kruthak, solo los llevará
a la batalla si un Rey Hechicero lo de-
rrota en un duelo.
Ingenieros (Oros)
Lo que les falta en altura y músculo, los
goblins lo compensan con cruel inven-
tiva. Un cuchillo por la espalda, un li-
bro que explota, un mapa que solo con-
duce a la muerte… esas son sus armas.
Para hacerlas, necesitan herramientas.
Aunque las amenazas y la violencia los
acobardan, la mejor manera de reclu-
tarlos es proporcionarles herramien-
tas, artilugios y armas nuevas, cualquier
cosa que puedan usar para infligir mise-
ria. En caso de que eso falle, sobórnalos.
Infantería (Bastos)
Esta muchedumbre de los planos di-
mensionales ya conquistados por el
Señor Oscuro (sectarios de la muerte,
filibusteros, reclutas de todas las for-
mas y colores, mujeres con colmillos
de jabalí, hombres con ojos de perro)
son los esclavos asalariados del mal.
No les importa nada Zaurus ni Ar-
borean. Pero ser soldado es mejor que
trabajar en las minas.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Su actual líder es Guarial, una mujer
pequeña, musculosa y con cara de pez.
Los demás la respetan porque les paga
bien. Esto es lo que le gusta a la infan-
tería: estabilidad y orden. Quieren sa-
ber qué les espera en el lugar al que van
y las recompensas que les aguardan. Los
oficiales reaccionan mal a las amenazas
y a la violencia, pero venden su lealtad
a bajo precio. Les gusta el pago en oro,
por adelantado. Lástima que los Reyes
Hechiceros no lleven oro.
Exploradores (Copas)
¿Es un camuflaje deliberado o estos ex-
ploradores solo viven en la tierra? ¡Son
incluso más sucios que los orcos! Esta
legión tiene una cohesión que oculta su
aspecto heterogéneo. Los exploradores
son todos arboreanos, traidores de los
reinos de los hombres o del Gran Bos-
que de los elfos.
A los exploradores no les gusta lu-
char contra los otros ejércitos del Se-
ñor Oscuro. Le dieron la espalda a su
propio mundo, así que no pueden per-
mitirse ver perder a Zaurus. Quieren
una muestra de fuerza de los Reyes
Hechiceros antes de apoyar su tenta-
tiva. Su líder, Shariyal, un elfo oscuro
con ojos de araña, pide una parte más
grande del botín. Si queda satisfecho,
no comparte este trato con las otras le-
giones, y sugiere a los Reyes Hechiceros
que lo paguen de su parte para que los
demás no se enteren. Si a los explora-
dores no se les paga bien, roban lo que
creen que se les debe.
323
Monstruos (Arcanos Mayores)
La legión de monstruos incluye todo
tipo de criaturas maliciosas: un gigan-
te de las cavernas, una quimera, un ba-
silisco, un dragón, una hidra, un mi-
notauro de dos cabezas, manadas de
sátiros montaraces, sabuesos inferna-
les, y organismos hechos de sombras
y tentáculos. Los monstruos son en
su mayoría animales. Sus adiestrado-
res, elfos oscuros, goblins y humanos
de todos los mundos, mantienen a los
monstruos bajo control.
Los adiestradores de monstruos
también se encargan de las monturas
de los Reyes Hechiceros: los antropte-
rodáctilos, reptiles voladores que te mi-
ran con los ojos tristes y pequeños de
las personas que eran antes. Los Reyes
pueden montar fácilmente estas bestias
por el aire, cuando sepan que existen.
No se lo digas a los jugadores, pero
los adiestradores de monstruos ya
son leales. Los Reyes Hechiceros pue-
den decirles que se desplieguen. Estos
adiestradores desean, más que nada, li-
berar a sus bestias. Un monstruo que
está atacando al enemigo no está ata-
cando a su adiestrador.
Sin embargo, si los Reyes Hechice-
ros presionan a los adiestradores, los
molestan, y eso molesta a los mons-
truos. Solo la adulación, o tal vez un
carro lleno de carne cruda, hará que
vuelvan a obedecer.
324
Correspondencias
Espadas representa a la caballería, oros
a los ingenieros, copas a los explora-
dores y bastos a la infantería. Usa es-
tas correspondencias para determinar
quién está causando problemas, apu-
ñalando por la espalda o rezagándose.
No hay un palo para la legión de
monstruos. En su lugar, usa los Arca-
nos Mayores para imaginar monstruos
individuales. En una baraja de Ri-
der-Waite, por ejemplo, la carta 18 (La
Luna) muestra dos perros y una langos-
ta. «La primera criatura que encuen-
tras es una langosta gigante con dos ca-
bezas de perro. ¡Y respiran fuego!».
Duelos
En el ejército del Señor Oscuro, sobre
todo entre los orcos y los goblins, los
desafíos violentos son el camino hacia
el ascenso. Los orcos respetan la fuer-
za. Quien desee ser líder debe derrotar
al líder actual en un cara a cara. Si las
personae parecen débiles, sus soldados
los atacan con la esperanza de usurpar-
las. Todos quieren la gloria; ¿por qué no
hacerse con ella? Sin embargo, incluso
los orcos honran cierto protocolo. Es de
mala educación interferir en un duelo o
atacar al ganador inmediatamente des-
pués. Si las personae ganan, incluso con
magia, se ganan el respeto de sus solda-
dos. Como si eso tuviera algún valor.
Alas Vegas
COMBATES EN MASA
Las combates en masa se desarrollan
de manera muy similar a otras accio-
nes disputadas. Durante una campaña
militar, cada legión puede atacar a una
enemiga de uno en uno, aunque una
sola persona puede liderar cualquier
número de legiones. Por ejemplo, los
Reyes Hechiceros tienen un ejército
compuesto por cinco legiones. En cada
ronda de una batalla, pueden enviar
esas cinco legiones contra cinco legio-
nes enemigas en una acción enfrentada.
Cada persona que lidera tropas par-
ticipa en la disputa por su cuenta. El
daño y el perjuicio se aplican a las le-
giones, no a sus líderes.
Salvo que se disponga de habili-
dades especiales, cuando dos legio-
nes luchan cara a cara en igualdad de
condiciones, el conflicto se desarrolla
normalmente como si fuera entre dos
individuos. Cuando dos legiones se
unen contra una sola legión enemiga, el
enemigo es destruido automáticamen-
te, pero un atacante queda «reducido»
y ya no puede luchar. Dos de estas le-
giones «reducidas» pueden reagruparse
en una sola legión nueva.
Si otros factores son iguales, tres o más
legiones que se unen en una sola unidad
destruyen al enemigo sin sufrir daño al-
guno. Sin embargo, la suerte y la habili-
dad no son suficientes, y el hecho de que
les superen en número sigue significando
que se les destruye en gran medida. La
forma de influir en este resultado es elegir
un campo de batalla en el que solo un pe-
queño número de legiones pueda luchar.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Por ejemplo, los Reyes Hechiceros
lideran las cinco legiones del Señor
Oscuro contra las diez legiones ene-
migas del Mataenanos. Tres legiones
del Mataenanos atacan en grupo a la
infantería oscura; tres más se enfren-
tan a los ingenieros oscuros; dos más
atacan a la legión de monstruos; y las
dos legiones de Mataenanos que que-
dan se enfrentan a los exploradores y
a la caballería del Señor Oscuro cara a
cara. La infantería e ingenieros oscu-
ros son destruidos; los monstruos os-
curos son destruidos, pero una legión
de enanos queda reducida; y las dos
competiciones con los exploradores y
la caballería se resuelven normalmen-
te. Incluso si ganan ambas, a los Re-
yes Hechiceros solo les quedarían dos
legiones, mientras que el Mataenanos
tiene al menos seis (más una reduci-
da). En la segunda ronda, seguro que
este puede ganar definitivamente.
Reglas especiales para las
diferentes legiones
Las legiones de goblins reducidas siem-
pre huyen del campo de batalla. Nunca
se transforman en nuevas legiones.
Las legiones de orcos reducidas pue-
den luchar por otra ronda como una
legión completa, pero luego son des-
truidas, independientemente de los re-
sultados de la ronda. Los orcos nunca
se retiran o huyen. Luchan con furia
berserker hasta la muerte.
325
Las legiones voladoras cuentan
como tres legiones cada una contra las
tropas de tierra. Si son reducidas, solo
cuentan como dos legiones. O una sola
legión si son reducidas dos veces. Las
legiones terrestres no pueden destruir
una legión voladora en el acto, solo la
reducen en un solo paso.
A las legiones de exploradores no las
pueden atacar legiones no disputadas
a menos que esas legiones sean elfos,
monstruos o los propios exploradores.
Una sola legión de caballería puede
luchar contra dos legiones de no muer-
tos a la vez, pero solo destruye una de
ellas en cada ronda.
Visitantes
En la llanura de la batalla, entre los in-
tentos de comandar a sus legiones, los
Reyes Hechiceros pueden encontrarse
con emisarios de los otros ejércitos del
Señor Oscuro, enviados a impulsar los
planes de sus amos. Estos encuentros
suponen una oportunidad de intriga y
cierre de tratos, o de pelea si las per-
sonae quieren. Solo el ejército de los
goblins se niega a hacer contacto. Por
ahora, la Reina Araña observa y espera.
326
Mensajero Mataenano
En cuanto avanzas la hoja de campaña
por primera vez, el Mataenanos envía a
uno de sus demonios para que anime a
los Reyes Hechiceros a salir al campo.
Corbalon es un humanoide gigante de
piel rojiza y cuernos negros. Vuela hacia
la Fortaleza de la Inmundicia con alas
carmesí. Tiene un látigo que usa a la li-
gera con todo lo que le rodea. Corbalon
increpa con rabia a las personae, insis-
tiendo, a voz en grito, que los gusanos
cobardes deben entrar en el campo para
apoyar a su amo, el Mataenanos.
Si las personae le cortan alegremen-
te la cabeza al demonio y la exhiben
ante su ejército, has hecho tu trabajo.
Emisario de las gárgolas
Nunca te acostumbras a ver la pie-
dra moviéndose así, rápida como una
pantera. Ver ese rostro desgastado y
animalesco desgarrando la carne y los
huesos (incluso la armadura de metal)
con sus fuertes mandíbulas es una pe-
sadilla. ¿Cómo es que vuelan? Cuando
caen, caen como... bueno, como rocas.
Quindal, el emisario de las gárgo-
las, es educado y razonable, pero no es
elocuente. Pide a los Reyes Hechice-
ros que luchen contra los elfos antes de
ayudar al Mataenanos. Jadfiel, el rey de
las gárgolas, está cansado de inclinar-
se ante la Madre de las Mantícoras. Si
los Reyes Hechiceros lo apoyan, Jadfiel
se convertirá en el nuevo líder de la le-
gión voladora.
Alas Vegas
Sí, el Mataenanos se pondría furio-
so, pero las gárgolas destruirán su ejér-
cito y el mundo se librará de él. Una
victoria para todos. Entonces, una vez
hayan arrasado el bosque de los elfos y
las gárgolas hayan sustituido a los go-
bernantes de los hombres, Quindal
confía en que los enanos serán un pe-
queño obstáculo.
Heraldo de las mantícoras
La Madre de las Mantícoras manda
a su hijo, Melena de Sangre, a parla-
mentar con los Reyes Hechiceros. Ha-
bla con respeto, pero sus ojos brillan
con maldad y sonríe demasiado. Le
gusta golpear el suelo con la punta de
su cola de escorpión.
Melena de Sangre sugiere con com-
plicidad que después de derrotar a los
enanos, los Reyes Hechiceros deberían
eliminar al Mataenanos y quedarse con
todo el tesoro y la gloria. Si no lo ha-
cen, dice que el ejército de los no muer-
tos los absorberá. A medida que sus
fuerzas disminuyen, las fuerzas del Ma-
taenanos crecen. El Señor Oscuro solo
les ha dado la ilusión de poder. Para ga-
nar el poder real, deben hacerse con él
por sí mismos.
Si las personae tratan este plan
como una buena idea, Melena de San-
gre les cuenta un secreto: el Mataena-
nos es vulnerable a la plata.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger 327

FIN DE LA SESIÓN La masa ha engullido a todos los

La primera sesión finaliza cuando los
Reyes Hechiceros ponen en movimien-
to el ejército y deciden dónde lo lleva-
rán, o cuando se acaba el tiempo. En-
tonces, los jugadores eligen el siguiente
capítulo a jugar. Tienen tres opciones:
la montaña sagrada de los enanos, las
ciudades de los hombres o la ciudadela
de los elfos.
Al final de la sesión, también se eli-
ge al Dealer para el siguiente capítulo.
Si eres tú otra vez, no necesitas parar,
sigue dirigiendo partida. Si es otro, tie-
ne que leer este capítulo y el capítulo
que dirigirá. También activa la segun-
da hoja de campaña, el ejército goblin.
prisioneros que las personae conocie-
ron antes, sin mencionar a muchos sir-
vientes de la Fortaleza y a unos pocos
trolls de la fragua. Este es el horror de
la Inmundicia Invasora. Absorbe todo
y a todos indiscriminadamente.
El camino de regreso a la Cuenca
Abismal se ha cerrado. Ahora la For-
taleza es totalmente material en Arbo-
rean, y también lo es la Inmundicia que
se extiende lentamente. Los Reyes He-
chiceros no pueden regresar (no pue-
den enfrentarse al Señor Oscuro) hasta
que hayan completado su misión y ten-
gan al menos dos tesoros arboreanos.

La Inmundicia avanza
Cuando los Reyes Hechiceros aban-
donan la Fortaleza de la Inmundicia,
esta se aferra por completo al mundo
de Arborean. Cuando dejan la forta-
leza, zarcillos negros de hongos se es-
parcen por ella, serpenteando por la
ladera de la montaña. Entonces una
masa de moco pálido y lechoso se des-
parrama, deslizándose por la tierra.
Dentro de este moco hay cientos, tal
vez miles de personas, algunas muer-
tas, otras no muertas, algunas eviden-
temente siguen vivas, pero en lugar de
sus corazones, tienen corazones hechos
de líquido espeso, o han dejado sus ce-
rebros expuestos. Todos tienen los ojos
vacíos y no tienen mente.
328
Capítulo 2
LA MONTAÑA
SAGRADA
Si eres el Dealer del capítulo 2, o ya has
jugado en el capítulo 2 y eres el Dealer
de un capítulo posterior, ¡bienvenido!
Si aún no has jugado este capítulo y no
eres el Dealer, DEJA DE LEER.
En este capítulo, las personae via-
jan a la montaña sagrada de los enanos.
Aquí hay tres elementos principales: el
Paso del Necio, la ruta secreta a la ciu-
dad de los enanos; el valle del Narasce-
ne bajo la montaña; y Pozo del Marti-
llo, la ciudad de los enanos debajo de
la montaña. Ten en cuenta todo lo que
contiene el primer capítulo (el ejército,
sobre todo) y, si no es la segunda se-
sión, cualquier cosa que las personae
traigan de otros capítulos.
Recuerdos de las montañas
Durante esta sesión revelas una vez más
un recuerdo a cada persona. Esta vez,
todos deben ser incidentes en donde
las personae traicionaron a otros an-
tes de que se unieran al Señor Oscuro.
Hazles saber que no fueron parangones
del honor, la verdad y la justicia. Una
vez, por lo menos, hicieron algo malo.
Muy malo.
Alas Vegas
Algunos ejemplos:
El
C tintineo de monedas, como cam-
panitas en la torre de una iglesia. Él
vendió a los prisioneros como escla-
vos para pagar por cosas que sus tie-
rras no podían permitirse.
C Goteo en la jarra de cerveza. Ella en-
venenó al marido con el que nunca
quiso casarse. Murió retorciéndose
de agonía.
C Por la ventana viste a los otros col-
gados, muertos. Pero nunca robaron
nada, ¿verdad? Siempre fuiste tú
quien lo hizo.
C La piel como la leche, el cabello como
la miel; los clichés se vuelven viejos,
pero los deseos arden. Se acostó con
la mujer de su hermano. No solo es
un crimen, sino una marca contra sus
propios votos como paladín.
C Ella empujó a su hermano por las es-
caleras. Por supuesto que no recuer-
da por qué.
C Erais hermanos de armas, pero
cuando os enviaron contra los lan-
ceros, ¿corriste hacia los arqueros?
No, huiste. Y luego te lamentaste,
como todos los demás.
Elige recuerdos que no sean del
todo incongruentes con lo que ya sa-
bes de cada persona. Los engaños es-
tán bien, pero no contradigas lo que
ha ya se ha revelado.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Avanzar en las hojas de campaña Paso del Necio
Si esta es la segunda sesión, las dos
primeras hojas de campaña (Matae-
nanos y ejército goblin) están acti-
vas. Si esta es una sesión posterior, las
tres hojas de campaña están en juego.
Avanza todas las hojas de campaña ac-
tivas en estos puntos:
C Pasar lenta y cuidadosamente por el
Paso del Necio.
C Cada ronda donde no consigan de-
rrotar al espíritu de la montaña en
una acción enfrentada.
C Cada batalla que libren con el Ma-
taenanos, pero solo en las Puertas
de Mármol.
C Saquear Pozo del Martillo, ya sea
con el Mataenanos o con su propio
ejército.
C Como en el capítulo 1, si hacen
cualquier otra cosa que requie-
ra mucho tiempo, avanza también
todas las hojas de campaña activas
una vez para eso.
329
Alrededor de la montaña sagrada se
hallan las mesetas y los altiplanos. Solo
se conoce una entrada a la ciudad den-
tro de la montaña sagrada: las Puertas
de Mármol. Un centenar de asedios
nunca lograron traspasarlas. Pero hay
otra forma de entrar. Al este, un cami-
no secreto conduce a través de las mon-
tañas a la puerta trasera de la ciudad. El
camino no es fácil, ni siquiera para los
que lo conocen, y menos ahora, en vís-
peras del invierno.
Para recordar la ruta secreta, una
de las personae tiene que consumir un
flashback. Si nadie quiere generar un
flashback para tener este conocimiento,
no irán por esa ruta. No hay otra mane-
ra de descubrirlo.
330
Volar alrededor
Vale, es verdad, los Reyes Hechiceros
pueden cabalgar en reptiles voladores.
¿Por qué no pueden volar por las mon-
tañas buscando el paso secreto? Si los
jugadores insisten, déjalos que lo ha-
gan, pero si se toman su tiempo dan-
do vueltas sin sentido, entonces avanza
las hojas de campaña. A menos que las
personae usen sus flashbacks, no saben
nada de estas montañas, ni de viajes
por tierra, ni de exploración. Incluso si
descubren el paso, aún tienen que lle-
var a sus ejércitos a través de él.
Si son listos o tienen suerte, en lu-
gar de buscar el paso, vuelan a Pozo del
Martillo, donde el agente del sacerdote
(ver a continuación) espera. Roban la
capa al amparo de la noche mientras el
Mataenanos lanza su ejército contra las
puertas de la ciudad.
El espíritu de la montaña
Mientras los Reyes Hechiceros viajan
por las montañas, con o sin su ejérci-
to, el espíritu de la montaña los ataca.
La maldad de los ejércitos del Oscuro
ofende al espíritu; él sabe el peligro que
conllevan. Al principio, envía lluvia
helada y vuelve el terreno traicionero.
Sus ejércitos se quiebran contra el sue-
lo irregular y se resisten a atravesar el
frío extremo. Dales a las personae una
opción: pueden progresar lentamente y
dejar que las hojas de campaña avancen
una vez; pueden moverse rápidamente
y reducir una de sus legiones; o, si tie-
nen brujería, pueden luchar contra el
espíritu de la montaña.
Alas Vegas
A menos que tengan una forma de
destruir al espíritu (un rayo de un Ojo
de Zaurus parece factible), crea una se-
gunda oleada de ataques: avalanchas,
ventiscas, desprendimientos, truenos
y relámpagos, y barrancos traicioneros.
Juega esta segunda oleada como una
acción enfrentada. Los Reyes Hechice-
ros deben luchar contra el espíritu para
alcanzar su objetivo. Pueden utilizar
muchas tácticas: conducir a sus solda-
dos sin piedad, utilizar la magia para
defenderlos u observar cuidadosamen-
te los peligros del paisaje y sortearlos.
Si se les ocurre cualquier cosa, que lo
intenten. El espíritu causa daño a su
ejército, destruyendo tropas y suminis-
tros, mientras que las personae causan
daño ganando terreno. Cada vez que
no consigan derrotar al espíritu, avan-
za una vez las hojas de campaña y co-
mienza otra ronda.
El valle Narascene
Debajo de la montaña sagrada de los
enanos, al oeste, se encuentra el atestado
valle Narascene. Es exuberante y fértil,
habitado tanto por hombres como por
enanos. La paz ha reinado en estos pue-
blos durante un siglo, hasta ahora.
Cuando el Mataenanos marcha ha-
cia el valle, lleva cinco legiones de sol-
dados no muertos con él. A medida que
avanza por el valle, matando y queman-
do, el tamaño de su ejército aumenta
(ver la hoja de campaña nº 1 en la pá-
gina 351). Dependiendo de lo lejos que
haya avanzado el ejército de no muer-
tos, los Reyes Hechiceros viajan a tra-
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
vés de un paisaje de color negro, lleno
de cadáveres, cosechas y casas carboni-
zadas más allá de lo reconocible.
Si los Reyes Hechiceros deciden ata-
car al Mataenanos, pueden alcanzar a
su ejército en poco tiempo. Si luchan
contra él en el valle, no avances las ho-
jas de campaña hasta que el Mataena-
nos haya logrado una victoria y mar-
che sobre las Puertas de Mármol. Si
luchan contra él en las Puertas, avanza
las hojas de campaña una vez por cada
batalla que disputen, independiente-
mente del tiempo que dure. Continúa
reduciendo las legiones del Mataena-
nos como se indica en la hoja de cam-
paña. Los enanos no cesan sus ataques
solo porque dos de los ejércitos del Se-
ñor Oscuro estén luchando entre ellos.
Si los Reyes Hechiceros intentan
asediar las Puertas de Mármol con su
propio ejército, sus tropas son masa-
cradas. «Protagonista» no es sinónimo
de «ganador».
El Mataenanos
El demonio mide tres metros de altu-
ra, con la piel rojiza sobresaliendo de
los tensos músculos, sus pies hendidos
golpeando el suelo. Su cara de cabra
está continuamente cubierta de sangre
y sus ojos, enloquecidos. Una vez tuvo
nombre. Tal vez incluso fue un hom-
bre, una vez. ¿Y ahora? ¿Qué necesita
para tener nombre? Cuando los enanos
sean enterrados y olvidados, tendrá su
nombre, y nuevos enemigos que aplas-
tar con sus pezuñas.
331
En la batalla, el Mataenanos empu-
ña un hacha gigante y un tridente pun-
zante; desprecia la armadura. Es inmu-
ne al fuego y al ácido, pero el contacto
de la plata mina su fuerza y lo deja vul-
nerable. Tiene el poder de levantar y
dirigir a los muertos.
Mientras el demonio marcha por
el valle, los Reyes Hechiceros podrían
volar por encima y acribillarlo con fle-
chas de plata. Esto debería funcionar,
salvo que su muerte libera a miles de
zombis descerebrados y carnívoros
para que deambulen por el campo.
Los Paladines Nacidos del Sol
A menos que los Reyes Hechiceros ya
se hayan encontrado con sus antiguos
camaradas, los Paladines Nacidos del
Sol, podrían encontrarse con algunos
de ellos aquí si la montaña sagrada no
fue su primer destino después de dejar
la Fortaleza de la Inmundicia.
Este (muy) pequeño contingente de
paladines está descansando y recupe-
rándose después de haber luchado con-
tra el Mataenanos en el campo. ¿Reco-
nocen a las personae? Su capitán escoge
a cualquiera de ellos que haya revela-
do la entrada secreta y lo llama por
su nombre. Si la persona no tiene un
nombre todavía, elígelo ahora. Si quie-
re describir un flashback que incluya al
capitán, su nombre es Berengald, y la
persona recuerda estar amargamente
celosa de su gran reputación.
332
—La amargura siempre fue tu destino,
¿no? —dice Berengald con desdén—. La
mayor gloria solo podía ser para ti, nada
más bastaba. Pero ¿te molestaste en tra-
bajar para alcanzarla? No, por supuesto
que no. ¡Supongo que los colores del Se-
ñor Oscuro te sientan bien, traidor!
El capitán escupe esto (o algo simi-
lar), pero los paladines no están muy
interesados en el debate. Viven para lu-
char contra las fuerzas del mal, así que
eso es lo que hacen. Algunos podrían
caer defendiendo la Capa o las Puertas,
pero si no se les somete o evita de algu-
na manera, las personae pueden tener
que matarlos.
El objetivo de esta escena es añadir
tonalidades a la situación e infundir
dudas en las personae. ¿Cuánto mal han
hecho al servicio del Señor Oscuro? ¿Lo
aceptarán o intentarán compensarlo?
Pozo del Martillo
En la ciudad de los enanos abundan los
techos de bóvedas enormes y hermo-
sas, los arcos esculpidos y los mosaicos
estampados. Los iconos de los dioses
enanos y las leyendas están por todas
partes. Mujeres enanas envueltas en ve-
los y sacerdotes con gemas brillantes e
incienso abarrotan las salas en los días
sagrados, que son muchos.
Aunque el ejército enano es formi-
dable, no está preparado para luchar
dentro de la ciudad. Si los ejércitos del
Señor Oscuro la invaden, se producirá
un caos total. ¿Entran los Reyes Hechi-
ceros en la ciudad? Si alguien usó un
flashback para recordar la ubicación
Alas Vegas
del Paso del Necio y la entrada secre-
ta, también conoce la distribución de
Pozo del Martilllo, mejor que la palma
de la mano que perdió. Y saben que la
Capa de Plumas Doradas está en la cá-
mara del tesoro.
Lo que las personae encuentren de-
pende de ti (y de cuánto tiempo tengas
libre en la sesión), pero las siguientes
escenas son importantes.
Molmithen, el agente
del sacerdote
En una visión al comienzo de la aven-
tura, las personae vieron a un sacerdote
humano de la Ley. Era Theoman, que
tiene un agente en Pozo del Martillo.
Molmithen es un enano comerciante y
robusto que ha viajado mucho a través
de los reinos de los hombres e incluso
por el bosque de los elfos. Durante mu-
cho tiempo ha sido aliado de Theoman.
Aunque Molmithen no conoce el plan
del sacerdote, se le ha encargado que
lleve la Capa de Plumas Doradas a los
Reyes Hechiceros con la esperanza de
que la usen contra el Señor Oscuro.
Si llegan a la entrada trasera de Pozo
del Martillo, Molmithen está esperan-
do. Un cristal mágico lo alerta y despi-
de a los guardias. Si a las personae les
acompaña un ejército, se alarma. Si lle-
gan solos, o si se disipan sus sospechas,
los guía hacia la cámara del tesoro.
Si los Reyes Hechiceros luchan con-
tra el ejército del Mataenanos en el
valle, Molmithen roba la Capa y va a
encontrarse con las personae donde-
quiera que estén acampadas. Lleva una
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
bandera blanca, si es necesario. Utiliza
el nombre de Theoman, sin saber que
las personae lo han olvidado. Se niega a
acompañarlos cuando se van, diciendo
que debe regresar a Pozo del Martillo.
La cámara del tesoro y la capa
Son enanos, por supuesto que tienen
una cámara del tesoro. Está lleno de
oro y plata, gemas y joyas, incienso y
tapices, lingotes y ámbar gris, de todo.
Los enanos lo defienden con fiereza,
con su propio rey a la cabeza.
El rey Surkines solo tiene un peque-
ño séquito de guardias. Si los Reyes
Hechiceros están solos, él lucha. No es
tan viejo como para no poder blandir
un hacha. Si traen un ejército, está dis-
puesto a llegar a un acuerdo: si el ejér-
cito abandona Pozo del Martillo inme-
diatamente, pueden llevarse la capa.
Si las personae aceptan este trato,
el rey Surkines exige que el líder de
los Reyes Hechiceros (quienquiera que
Surkines piense que es) prometa sobre
una piedra de juramento. Si alguno de
los Reyes Hechiceros jura con su mano
humana sobre la piedra, se le obliga a
mantener ese juramento. Si juran con
la Mano de Zaurus, la piedra no hace
nada. Las personae que no juran tam-
bién pueden hacer lo que les plazca.
La Capa de Plumas Doradas está en
el bastión más profundo de la cámara
del tesoro, expuesta sobre un soporte
de oro resplandeciente. La capa no está
realmente hecha de plumas, sino de fi-
nas escamas doradas unidas ingeniosa-
mente. La capa confiere invencibilidad
333
en la defensa. Si la persona que la lle-
va se coloca en actitud defensiva en un
acceso, como una puerta o un paso de
montaña, ningún ataque puede hacer-
le daño; nunca envejecerá ni tampoco
morirá, siempre y cuando conserve la
voluntad de bloquear el camino. Si se
mueve o desiste, se vuelve vulnerable.
Los enanos nunca han usado la capa.
Si los Reyes Hechiceros consiguen
apoderarse de la cámara del tesoro, hay
suficiente riqueza para comprar las leal-
tades de todas sus legiones por partida
doble. Sus soldados nunca más se que-
jarán de las recompensas del combate.
Consecuencias
Si las personae llegan a la montaña sa-
grada después de haber sido saquea-
da por el ejército del Mataenanos, no
queda nada. Pero si estás leyendo esto,
sabiendo ya que ese es el caso (mira la
primera hoja de campaña), deberías
leer otro capítulo, porque no hay mu-
cho que hacer con este.
En cuanto los Reyes Hechiceros ten-
gan dos o más de los tesoros que el Se-
ñor Oscuro quiere, pueden volver a la
Inmundicia Invasora que rodea su anti-
gua base de operaciones y pasar al Ca-
pítulo 5. O, si todavía les quedan ba-
tallas que librar y tesoros que saquear,
pueden elegir un capítulo diferente
que todavía no hayan jugado. También
puede elegir quién será el Dealer para
la próxima sesión. Ese jugador debe
leer el capítulo que va a jugar y todos
los capítulos que ha jugado hasta ahora.
334
Capítulo 3
LAS CIUDADES
DE LOS
HOMBRES
Si eres el Dealer del Capítulo 3, o ya has
jugado en el Capítulo 3 y eres el Dealer
de un capítulo posterior, ¡bienvenido!
Si aún no has jugado este capítulo y no
eres el Dealer, ¡DEJA DE LEER YA!
En este capítulo, las personae regre-
san a los reinos de los hombres, aunque
recuerdan poco de ellos. Los elemen-
tos principales de este capítulo son las
dos ciudades, Farindor y Mircantha, así
como el ejército goblin y su líder elfo
oscuro; y Theoman, el sacerdote de la
Ley que inició a las personae en esta
aventura; y la Espada de la Luz.
Aquí los Reyes Hechiceros también
pueden encontrar más pistas de su pa-
sado. No es que lo disfruten.
Recuerdos del hogar
Durante esta sesión describirás un
flashback para cada una de las personae,
pero no todos serán del mismo tipo. La
primera vez que aparezca el Significa-
dor de un personaje, describe el mo-
mento en que esa persona hizo su tra-
to con el Señor Oscuro. Puede incluir
a otros personajes, pero este momento
pertenece a esa persona en particular.
Alas Vegas
¿Cómo hicieron el trato? ¿Hubo un
juramento de lealtad? ¿Firmaron un
contrato de sangre? ¿O fue un simple
acuerdo verbal? Tú decides, luego des-
cribe la escena. En este recuerdo, asegú-
rate de que la persona diga algo sobre
que esto es necesario, sobre haber «lle-
gado a este punto» por culpa de otros,
quizás «no tenía que ocurrir así, pero
no me dejaron otra opción», o «me lle-
varon a ello, así es como tiene que ser».
Para cada una de las otras personae,
cuando aparece su Significador, o en
algún otro momento relevante, descri-
be el instante en que fueron traiciona-
das, o cometieron un grave error que
les costó caro. Intenta describir al me-
nos un flashback de cada tipo.
Si el recuerdo es una traición, que
sea alguien cercano a la persona: un
amigo, un familiar, un amante, un con-
fidente. Tal vez incluso otro Paladín
Nacido del Sol. Si quieres que sea un
personaje del juego con el que se en-
cuentre en algún momento de esta se-
sión, mejor, siempre y cuando no sea
Theoman. ¿Qué hizo el traidor? Robó
algo, lo engañó o le fue infiel. Quizás
apuñaló al personaje por la espalda y
lo dejó morir.
Si el recuerdo es de errores, cuéntale
lo que hizo mal: adulterio, robo o ase-
sinato. Puede ser cualquier tipo de fal-
ta, pero incluye el arrepentimiento que
sintió después de hacerlo. Tal vez fue
por orden del Señor Oscuro. O no.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Avanzar en las hojas de campaña Las ciudades de los hombres
Estos son los puntos donde avanzas
todas las hojas de campaña activas. Si
esta es la segunda sesión, las dos prime-
ras hojas de campaña están activas. Si
se trata de una sesión posterior, las tres
hojas de campaña están en juego.
C Avanza las hojas de campaña una
vez por cada batalla que libren las
personae, ya sea contra el ejército
goblin o una de las ciudades de los
hombres.
C Si parlamentan con la Reina Araña,
avanza las hojas de campaña una vez.
C Si las personae ayudan al ejérci-
to goblin a asediar las ciudades de
hombres, marca los avances adicio-
nales en la hoja de campaña nº 2,
pero solo en esta hoja. No avances
las demás en estos casos.
C Si hacen cualquier otra cosa a la
que le dedicarían un tiempo, como
vagar por las ciudades o quedarse
para luchar en el templo del Conci-
lio Nacido del Sol, avanza las hojas
de campaña para cada uno de esos
asuntos secundarios.
335
Los reinos de los hombres son nume-
rosos y variados y se extienden desde
el alba hasta el ocaso, desde los hielos
eternos del norte hasta las vaporosas
selvas del sur, e incluso más allá. Pero el
reino de Farindor es el más grande de
todos. El reino más grande que jamás
haya existido o (si el Señor Oscuro se
sale con la suya) que vaya a existir. La
ciudad de Farindor es un reluciente oa-
sis de civilización. Cien torres magnífi-
cas se alzan hacia el cielo, hechas de oro
y marfil, ónix y mármol, serpentina y
latón. Los Mercados de Jade traen mer-
cancías de todos los rincones del mun-
do para ser vendidas y cambiadas. En
Farindor, todas las creencias son bien-
venidas, aunque la mayor adoración
está reservada a las deidades gemelas
de la Paz y la Ley.
Si las personae realmente quieren
ir a explorar Farindor mientras está
bajo asedio y hay una guerra en curso,
adelante, es un lugar agradable, pero
estáis solos. Invéntate algo. Envía go-
blins asesinos o paladines. Haz lo que
tengas que hacer. La misión de esta
aventura es conseguir los artefactos y
usarlos para evitar que el Señor Oscu-
ro destruya el mundo.
336
El ejército goblin
Ningún otro ejército es tan rebelde
como esta masa de caóticos y malicio-
sos malnacidos, pero aun así pueden
organizar un asedio efectivo. La velo-
cidad a la que producen máquinas de
asedio es asombrosa. ¡Lanzan cadáve-
res! ¡Hacen túneles bajo las paredes con
barriles de explosivos! ¡Fabrican cubas
de ácido comepiedras! Se lastiman más
de lo que dañan los muros de la ciudad,
pero son muy juguetones, ¿sabes?
El ejército está formado por cinco
legiones de ingenieros goblin, dos de
monstruos, una de infantería (del mis-
mo tipo que tienen los Reyes Hechice-
ros en su ejército), una de caballería de
elfos oscuros a caballo, y una de elfos
oscuros jinetes de dragones. El ejérci-
to pierde algunas de estas legiones a lo
largo de la campaña cuando se desplaza
de una ciudad a otra.
Si los Reyes Hechiceros se enfrentan
al ejército goblin en el campo de bata-
lla, avanza las hojas de campaña una vez
por cada batalla que libren. Los jinetes
de dragón son, con diferencia, la legión
más peligrosa. Si los Reyes Hechiceros
no encuentran la forma de contenerlos,
pueden perder todo el ejército.
Por otro lado, si los Reyes Hechi-
ceros utilizan su ejército para ayudar
a asediar una ciudad, esta cae (proba-
blemente) mucho más rápido de lo que
lo haría en otras circunstancias. Avan-
za todas las hojas de campaña una vez
y la ciudad cae (cualquiera de las dos).
También avanza la hoja de campaña nº
2, y solo esa hoja, para reflejar la nueva
Alas Vegas
situación. Si el saqueo de la ciudad es
una entrada posterior en la hoja, avanza
a esa entrada. En caso contrario, avanza
esta hoja al mismo ritmo que las otras.
La Reina Araña
La Reina Araña tiene todas las partes
importantes del cuerpo de un elfo y una
araña gigante. ¿Qué partes? Tú decides.
Ella es la más cautelosa de los se-
cuaces del Señor Oscuro. Ni siquiera
les da su nombre a los Reyes Hechi-
ceros («Su Majestad» es lo que espera
oír), pero acepta cualquier ayuda que
le ofrezcan, especialmente si eso signi-
fica menos tiempo y esfuerzo para sa-
quear Farindor y Mircantha. A la Rei-
na Araña no le importan los hombres.
Su principal objetivo es aniquilar a los
elfos. Ella cree que la Corona de Cristal
perteneció originalmente a los elfos os-
curos, junto con otros numerosos arte-
factos robados por los elfos del bosque,
y quiere reclamar su propiedad.
Si los Reyes Hechiceros expresan su
interés en obtener la Espada de la Luz
para ellos, la Reina Araña se ofrece a
ayudar. Si consigue la Espada (o cual-
quiera de los otros tesoros), se la entrega
a las personae. Si dejan su ejército con
ella para robar la Espada de Mircan-
tha, ella asimila a los goblins a su propio
ejército e intenta tomar el control de sus
otras legiones, pero también se absten-
drá de asediar cualquiera de las ciudades
si los Reyes Hechiceros se lo piden. No
se inquieta lo más mínimo si expresan
sus intenciones de luchar contra el Se-
ñor Oscuro o sus otros secuaces.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Por supuesto, esa ayuda tiene un pre-
cio, y las personae encuentran una tela-
raña ocasional en sus cuerpos después
de que se haga ese trato, como si la Rei-
na Araña estuviese siempre con ellos.
Theoman
Mientras los Reyes Hechiceros están en
las proximidades de Farindor, reciben
un mensaje telepático de Theoman, el
sacerdote de la Ley que los liberó del
control del Señor Oscuro al comienzo
de esta aventura. Esta vez, la luz blanca
es más tenue, la exaltación se ha apa-
gado, pero la fuente de esta visión es
inconfundible.
—Amigos míos —dice la voz—, ¡soy
yo, Theoman! El ejército goblin me ha
obligado a huir de Farindor, pero toda-
vía estoy cerca. Venid a mí para que os
pueda revelar el paradero de la Espada
de la Luz. Podéis tomarla sin derramar
más sangre. Esta matanza debe parar.
Venid solos, de noche y en secreto, y de-
jadme ayudaros.
Con esto, cada uno de los Reyes He-
chiceros ve un bosque, donde los ár-
boles crecen juntos y frondosos. Estos
bosques no se ven desde la ciudad, ya
que están ocultos por las colinas. Sin
embargo, están muy seguros del lugar
donde los han convocado.
El fuerte en los bosques
Theoman se esconde en el bosque por-
que aquí hay fortificaciones secretas.
Refugiados importantes han huido de
la ciudad para encontrar seguridad en
este lugar y Theoman está entre ellos.
337
Se escabulle por la noche para esperar a
que los Reyes Hechiceros se reúnan con
él en el bosque cercano al fuerte.
Si las personae vienen solas por la
noche, les felicita por sus esfuerzos has-
ta ahora, pero les insta a que se apresu-
ren. Les dice que la Espada de la Luz
está en el templo del Consejo de los
Nacidos del Sol en Mircantha. Estuvo
delante de las narices de las personae
durante años, y solo los más altos ran-
gos de la Iglesia de la Ley lo sabían. La
sostiene la estatua de Galamas, el fun-
dador de los paladines, el primer gran
consejero. Si los Reyes Hechiceros pue-
den llegar a Mircantha e infiltrarse en
su antiguo hogar con sigilo, les dice,
pueden tomar la espada sin derrama-
miento de sangre y salvar la ciudad.
Theoman les entrega una llave or-
namentada. Para apartar las manos de
Galamas de la espada, tienen que des-
bloquear los mecanismos mágicos que
hay dentro de la estatua. Se podría
hacer sin la llave, por supuesto, pero
como la tiene en su poder, es la forma
más rápida y fácil.
Si alguna de las personae actúa
como los Reyes Hechiceros que son,
Theoman parece decepcionado.
—Sabéis que no sois vosotros. Es solo la
influencia del Señor Oscuro sobre voso-
tros. ¡Mirad dentro de vuestros corazo-
nes! Todavía hay una luz brillando. No
sois malas personas. Por favor, luchad
contra la oscuridad que Zaurus ha arro-
jado sobre vosotros. ¡Tengo fe!
338
¡Descubierto!
Una vez que Theoman ha dicho lo
que tenía que decir y ha entregado la lla-
ve a las personae, descubren su encuen-
tro con él. El rey y la reina de Farindor
también se esconden aquí en este fuerte,
y siguieron a Theoman cuando se esca-
bulló. Ahora quieren respuestas.
La pareja real también va acompa-
ñada de otros: Paladines Nacidos del
Sol, que probablemente conozcan a los
Reyes Hechiceros, así como otros per-
sonajes de sus flashbacks que consideres
apropiados. Pero es un grupo pequeño.
Toda esta gente está disgustada con los
Reyes Hechiceros y por su encuentro
con Theoman en este lugar. El sacerdote
trata de calmarlos y ruega a las perso-
nae que se marchen lo más rápido posi-
ble. El rey llama a sus guardias, y otras
personas del pasado de las personae
pueden atacarlos, regañarlos o exigir
saber «¿por qué, malnacidos, por qué?».
Utiliza lo que ya sabes de los flashbacks
o introduce nuevas relaciones. Aquellos
que conocen a las personae pueden usar
sus nombres reales, que los mismos Re-
yes tal vez ni siquiera recuerden.
Si las personae han dejado escapar
a algún prisionero de la Fortaleza de la
Inmundicia, también está aquí, sobre
todo Hanna, de la casa de Järvinen.
A menos que los Reyes hayan hecho
cosas obvias y terribles recientemen-
te, estos antiguos prisioneros luchan
en nombre de los Reyes, confiados en
que al menos sus intenciones son bue-
nas, por muy descabellado que sea su
plan para derrotar al Señor Oscuro in-
Alas Vegas
filtrándose en sus fuerzas.
Si las personae no huyen, como les
pide Theoman, esta escena podría con-
vertirse en un fiasco. No te opongas a
ello; deja que ocurra. Haz que los per-
sonajes del juego se pongan histéricos,
sean irracionales y estén desesperados.
Después de todo, los ejércitos del Se-
ñor Oscuro están a punto de destruir
su civilización.
Mircantha
Casi tan gloriosa y rica como Farindor,
pero dos veces más humilde, Mircantha
es la segunda ciudad de los hombres y el
hogar de los Paladines Nacidos del Sol.
De hecho, la verdadera Espada de la Luz
está guardada en su cuartel general.
Los jugadores pueden dar por hecho
que necesitan pasar por un flashback
para recordar el interior del templo,
pero cuando llegan allí el lugar les re-
sulta familiar; de forma instintiva, sa-
ben cómo moverse. Si vagan por las ca-
lles de la ciudad seguramente acabarán
peleándose con la guardia o con sus an-
tiguos camaradas, pero su vínculo con
este templo es tan fuerte que ni siquie-
ra la magia puede destruirlo.
La estatua del templo del Consejo
de los Nacidos del Sol tiene miles de
años, según los registros. El poderoso
Galamas se cierne sobre todos los que
entran en este lugar y clava su mira-
da marmórea en ellos con severidad.
La espada que tiene en sus manos está
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
adornada y es dorada, y parece tan afi-
lada como el día en que fue forjada.
Si las personae usan la llave, Ga-
lamas entrega la espada (más bien, la
Espada de la Luz) sin protestar. Si no
tienen la llave, sus manos de metal per-
manecen sujetas a la empuñadura de la
espada. Si tienen algo para romperlas,
genial. Si no, ¡difícil! En cualquier caso,
el ruido atrae a otros paladines Naci-
dos del Sol y se repite la escena descrita
en ¡Descubierto!
La Espada de la Luz
Esta espada no solo puede cortar cual-
quier sustancia, sino que quien la em-
puña también puede cortar un trozo
de cualquier cosa que se le ocurra de
su oponente: emociones, engrana-
jes, miembros, recuerdos, motivacio-
nes, incluso pensamientos. Para cor-
tar algo más abstracto que la carne o
el equipamiento, debes sacrificar una
parte de ti que sea aproximadamente
de igual valor.
Consecuencias
Si en algún momento durante esta se-
sión los Reyes Hechiceros están en un
lugar donde pueden ver a mucha dis-
tancia hacia el sur (en lo alto de una
torre o en un corcel volador) ven que
la enorme cantidad de Inmundicia In-
vasora aumenta cada vez más. Hace lo
que mejor se le da, invadir. Al final de
la sesión, cuando dejan los reinos de los
339
hombres, pueden verlo claramente. Es
todo el horror que había al final de la
primera sesión y más.
Si las personae no llegan a los rei-
nos de los hombres hasta después de
que ambas ciudades hayan sido saquea-
das, tienen dos opciones. Primera, pue-
des jugar este capítulo como una sola
sesión, con Theoman dándoles la llave
para conseguir la espada, aunque lle-
guen demasiado tarde. No habrá mu-
cha oposición humana, pero las per-
sonae podrán pasar mucho tiempo
interactuando con la Reina Araña. O
bien, podrías hacer que la Reina Ara-
ña simplemente entregue la Espada de
la Luz y luego pasar al Capítulo 5 o a
cualquiera de los otros capítulos inter-
medios que no hayáis jugado todavía,
aunque si las hojas de campaña han
avanzado tanto después de solo dos se-
siones, tus jugadores deben estar mo-
viéndose por esta aventura más lentos
que el caballo del malo.
Si los Reyes Hechiceros tienen uno
o más de los tesoros arboreanos, pue-
den volver a la Inmundicia y pasar al
Capítulo 5. O, si hay batallas que li-
brar y tesoros que saquear, pueden
elegir un capítulo diferente que aún
no hayan jugado. También pueden ele-
gir quién será el Dealer en la próxima
sesión para que pueda leer el capítulo
que van a jugar y todos los capítulos
que han jugado hasta ahora.
340
Capítulo 4
LA CIUDADELA
DE LOS ELFOS
Si eres el Dealer del Capítulo 4, o ya
has jugado el Capítulo 4 y eres el Dea-
ler de una sesión posterior, ¡bienveni-
do! Si aún no has jugado esta sesión y
no eres el Dealer, ¡DEJA DE LEER YA!
En este capítulo, las personae viajan
a la ciudadela de los elfos, en el corazón
del Gran Bosque. Los elementos princi-
pales de este capítulo son el bosque, la
horda voladora, la Madre de las Mantí-
coras, el rey de las gárgolas, Ilmarileth
el elfo y la Corona de Cristal.
Recuerdos
Durante esta sesión, describirás un
flashback para cada una de las personae,
pero no serán todos del mismo tipo.
La primera vez que aparece el Sig-
nificador de un personaje, describe el
primer trabajo que realizaron a las ór-
denes del Señor Oscuro. ¿Fue un asesi-
nato? ¿Sacrificaron alguna parte de su
ser, un comportamiento, un ideal, una
emoción que ya no pueden sentir? ¿Fue
la mano o el ojo que ya no tienen? ¿En-
tregaron secretos vitales? Elige algo que
te parezca interesante, no importa lo
espantoso que sea, pero no contradigas
ninguno de los hechos tal y como están
descritos hasta ahora.
Alas Vegas
Para cada una de las otras personae,
cuando aparece su Significador, o en
algún otro momento de la sesión, des-
cribe un instante en el que fueron real-
mente heroicos. Salvaron a alguien del
peligro o derrotaron con honor a un
digno oponente. Arriesgaron su vida
o su reputación al servicio de alguien
que les importaba. Lo principal es que
en cada uno de estos flashbacks, debe-
rías describir a la persona en cuestión
exactamente como se supone que es un
Paladín Nacido del Sol: un héroe. Si es
posible, haz comparaciones con el pri-
mer flashback, mostrando los opuestos.
El Gran Bosque
Los árboles del Gran Bosque son altos
e imponentes. Algunos de ellos brota-
ron en el albor de los tiempos y nunca
han sido talados. Estos bosques se ex-
panden majestuosamente por las lla-
nuras y los lechos de los ríos al oeste
de Farindor y Mircantha, las extensio-
nes siempre verdes interrumpidas por
grandes franjas de rojo, oro y amari-
llo, mientras las hojas cambian de co-
lor bajo el sol otoñal.
Cuando los Reyes Hechiceros en-
tren en el Gran Bosque, recuerda al
unicornio masacrado en la primera se-
sión, en la página 320. ¿El unicornio
los bendijo? ¿O les lanzó una maldi-
ción? Si recibieron una bendición, el
bosque les ofrece un paso seguro a la
ciudadela de los elfos y a los campa-
mentos de la horda voladora. Pueden
pasar a través de ellos sin avanzar en
las hojas de campaña.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
De lo contrario, el viaje a través de
él es largo y difícil. Los gigantes de
los árboles, esos guardianes del bos-
que con incrustaciones de corteza, los
acosan, e incluso las raíces y las ramas
parecen aplastar a sus soldados, ha-
ciéndoles tropezar y obstaculizando
su camino. Avanza las hojas de cam-
paña un paso. Si las personae quieren
ganar tiempo en el bosque abriéndo-
se camino a través de él, son atacados
por los gigantes de los árboles. Juega
esto como una acción enfrentada: si
las personae tienen un éxito brutal,
pueden atravesar el bosque a la velo-
cidad deseada. Cualquier pérdida que
sufran debe aplicarse a sus legiones.
Si el unicornio les lanzó una mal-
dición, es inevitable luchar contra el
bosque. Avanza una vez las hojas de
campaña enseguida, incluso antes de
que los gigantes de los árboles ataquen.
El propio bosque está intentando ma-
tar a los Reyes Hechiceros y a sus le-
giones. Deberían tener una acción
enfrentada contra los gigantes de los
árboles (avanza las hojas de campaña
cada vez que fallen y deben luchar otra
ronda) y seguir describiendo el bosque
que los acosa durante el resto de la se-
sión. Puede que incluso quieras llevar a
cabo una acción enfrentada entre ellos
y el propio bosque, si crees que los gi-
gantes de los árboles no son suficientes
para encarnar la ira del bosque por el
asesinato de un unicornio.
341
El asedio de la ciudadela de
los elfos
El ejército que asedia la ciudadela de
los elfos está compuesto principalmen-
te por mantícoras, gárgolas y arpías.
Si las personae eligen este lugar como
su primer destino después de dejar la
Fortaleza de la Inmundicia, este ejérci-
to no ha hecho ningún progreso y está
comenzando a planificar el ataque a la
ciudadela. No pueden ser impulsados
por nada salvo lo que las personae ha-
gan durante la sesión para acelerarlas.
No hay una hoja de campaña para ellos
todavía. Si los destruyen durante la se-
gunda sesión, la ciudadela cae o cogen
la Corona de Cristal, no hará falta la
hoja de campaña nº 3.
Si el ejército ya no está enzarzado
en la batalla con los elfos, las gárgolas
y las mantícoras se vuelven unas contra
otras a la menor sugerencia de las per-
sonae. Una vez que el asedio haya co-
menzado, descubrirán la alegría de lu-
char contra los elfos, pero antes de eso
ambos bandos buscan un enemigo.
La Madre de las Mantícoras
Aunque se parecen ligeramente a los
leones, las mantícoras también tienen
cara humana, una boca llena de agujas
y cola de escorpión. Tanto los machos
como las hembras tienen melenas oscu-
ras y sueltas y cuerpos muy musculosos.
La Madre de las Mantícoras es la más
grande de todas. Su melena está ador-
nada con más joyas que cualquier otra.
342
Pese a que su ejército está formado
por una sola legión de mantícoras,
una de arpías y una de gárgolas no
muy rebelde, ella tiene el asedio bien
controlado. No se alegra de ver llegar a
los Reyes Hechiceros, en parte porque
sus tropas de tierra son completamente
inútiles contra la ciudadela de los elfos.
Solo se puede acceder a ella desde lo
alto de sus torres o a través de entradas
subterráneas conocidas solo por los
elfos. Otras razas pueden lanzarse contra
la suave piedra blanca de los muros de la
ciudadela, pero todo será en vano.
A la Madre de las Mantícoras le trae
sin cuidado la Corona de Cristal, o al
menos no tiene la intención de entre-
garla sin más al Señor Oscuro. Primero
quiere destruir el ejército del Mataena-
nos, como mínimo, pero también quie-
re ver primero lo que hacen los otros
secuaces del Señor Oscuro. Le gusta-
ría suplantarlo, pero no luchará contra
Zaurus y el Mataenanos al mismo tiem-
po. Si se ve obligada a tomar decisiones
precipitadas, se queda muy insatisfecha
con las personae.
El rey de las gárgolas El agente del sacerdote
Aunque solo hay una legión de gárgo-
en el bosque
las, son criaturas voladoras hechas de
piedra, por lo que la arrogancia que
muestran constantemente tiene algo
de mérito. Jadfiel, su rey, no está con-
tento siendo un segundón. Quiere sus-
tituir a la Madre de Mantícoras casi
tanto como quiere destruir a los elfos
y su bosque. Si le dan un buen motivo,
conseguirán que desee más. Sin embar-
go, lo que realmente le duele es que no
Alas Vegas
le enviaran a conquistar las ciudades de
los hombres. Sueña con un mundo de
ciudades gigantescas gobernadas por
crueles gárgolas que cazan a sus presas
con impunidad.
La Corona de Cristal
La Corona de Cristal es una delicada
diadema de plata finamente labrada y
de brillantes cristales. No es solo una
reliquia de gran importancia para los
elfos. Cuando te la pones, puedes ha-
cer descansar a los muertos, si están
en tu presencia, simplemente concen-
trándote en ellos. La corona ha mante-
nido el Gran Bosque libre de no muer-
tos durante siglos.
Además, puede decir al portador si
alguien está mintiendo. Debes concen-
trarte en una persona y en sus palabras,
si esta no cree lo que dice, la corona te
lo dirá, susurrándote a través de la piel
hasta el cerebro. No puede decirte si la
esencia de sus palabras es verdadera o
no, solo si el orador cree que lo que dice
es verdad o miente deliberadamente.
Theoman, el sacerdote humano de la
Ley que las personae vieron en una vi-
sión al comienzo de esta aventura, tie-
ne un agente en el bosque de los elfos.
En algún momento después de que los
Reyes Hechiceros se encuentran con la
horda voladora, un ave se acerca a ellos,
aterriza a poca distancia y los mira in-
quisitivamente. Se pavonea más cer-
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
ca, quizás revoloteando a su alrededor.
Lleva un pequeño pergamino atado a
una de sus patas. El mensaje que con-
tiene no está dirigido a nadie en con-
creto, pero el ave deja patente que las
personae son los destinatarios finales.
Dice: «Puedo ayudarte a coger la
corona. Reúnete conmigo en el roble
más alto al este, esta noche después de
que oscurezca. El sigilo es nuestra me-
jor táctica». Pueden ver de qué árbol se
trata desde el lugar en el que se encuen-
tren en ese momento. Si van solos, se
encuentran con Ilmarileth. Si llevan a
su ejército, ella huye pero pueden se-
guirla hasta la arboleda de los elfos.
Ilmarileth es una elfa que se siente
culpable. Una vez traicionó a sus cama-
radas con los elfos oscuros por su rebel-
día juvenil. Los otros elfos aún no han
descubierto sus crímenes, pero años
más tarde está desesperada por hacer
las paces. Se enteró del plan de Theo-
man y se ofreció a ayudar.
Si las personae se toman tiempo para
hablar con ella, les dice que ya había co-
nocido a algunos de ellos. Les cuenta que
una vez fueron buenas personas, que asu-
mir este sacrificio fue el más noble de to-
dos. Les recuerda que solo aquellos que se
han atado al Señor Oscuro pueden entrar
la Cuenca Abismal sin restricciones. Con
la corona tienen la oportunidad de lu-
char contra él y contra la Inmundicia que
trae a Arborean. Sin embargo, no quiere
hablar del pasado, ni darles detalles. Pue-
de decir que, aunque no recuerden todo,
eso no importa. Les anima a moverse rá-
pidamente, antes de que el Señor Oscuro
traiga más calamidades a este mundo.
343
Los lleva a una parte del bosque
llena de pequeños santuarios y claros.
Hay una arboleda más grande que las
otras, iluminada por la luz de la luna
y las luciérnagas. Descansando sobre
un pedazo de piedra erosionada que
sobresale del suelo está la Corona de
Cristal. Pero el claro no está vacío.
La corte de los elfos
Si ya has pasado la mayor parte de tu
tiempo asignado cubriendo peleas con
el bosque o con el ejército volador del
Señor Oscuro, haz que Ilmarileth los
ayude a robar la Corona de Cristal y
que se vayan. Las personae seguramen-
te han tenido bastantes problemas si
han tardado una sesión entera en llegar
por fin aquí. Pero si superaron todos
los obstáculos anteriores con bastante
rapidez, entonces este es el momento
de conocer al gobernante de los elfos.
Sarrenos, el exarca de los elfos, ha
huido de la ciudadela y ha traído su
corte aquí. Estos santuarios y claros
son un secreto que la horda volado-
ra no conoce (todavía), por lo que es
un lugar relativamente seguro. Hasta
que los Reyes Hechiceros lleguen, cla-
ro. Con su gente en la arboleda, a las
personae les resulta mucho más difícil
entrar a hurtadillas para coger la co-
rona. Hay ojos por todas partes, por
toda la arboleda. Son en su mayoría
cortesanos (artesanos, obreros, can-
tantes y senescales) con solo unos po-
cos guerreros entre ellos, pero no son
nada estúpidos.
344
Las personae pueden simplemente
entrar en el bosque y coger la corona,
por supuesto. Esto provocará una con-
frontación con Sarrenos, pero empieza
con desafíos, acusaciones y exigencias,
no con violencia. Si alguna de las per-
sonae tiene lazos con los elfos, este es un
buen lugar para que lo reconozcan. Tal
vez uno es medio elfo o alguna vez tuvo
un amante elfo. Estos elfos, incluido Sa-
rrenos, quieren saber por qué los Reyes
Hechiceros han hecho lo que han hecho.
Sin embargo, esta es la cuestión. No
importa lo que las personae le digan,
Sarrenos no hará un trato, no les dará
la corona y su corte no se opondrá a sus
decisiones. A estos elfos no les importa
lo que les pase a los arboreanos, solo les
importa su bosque. Si las ciudades de
los hombres son saqueadas y la mon-
taña sagrada de los enanos se convierte
en una tumba, se lamentarán, pero no
saldrán a ayudar. Simplemente se nie-
gan a sacrificarse para ayudar a las de-
más civilizaciones de Arborean. Si los
Reyes Hechiceros quieren la Corona de
Cristal, tendrán que cogerla.
Alas Vegas
Consecuencias
Si no se detiene a la horda voladora,
quemará todo el bosque. Si las perso-
nae llegan aquí después de que eso su-
ceda, la Madre de Mantícoras tiene la
Corona de Cristal en su poder y mar-
cha hacia el oeste. Los elfos no están,
están muertos o son refugiados descon-
solados. Las personae pueden enfren-
tar a las gárgolas y las manticoras entre
ellas para obtener la Corona de Cris-
tal, o pueden participar en la batalla
que van a librar contra el Mataenanos.
Llegados a este punto, muchos de los
elementos de este capítulo son inútiles
y tienes la tarea de inventar nuevas si-
tuaciones con las piezas que te quedan.
Si los Reyes Hechiceros tienen uno
o más de los tesoros que quiere el Señor
Oscuro, pueden volver a la Inmundicia
Invasora que ha estado saliendo de la
Fortaleza de la Inmundicia y pasar al
Capítulo 5. Haz que el bosque luche
contra ellos cuando salgan, si lo consi-
deras apropiado, o que la horda vola-
dora intente impedir que se vayan.
O si quedan batallas que librar y te-
soros que saquear, pueden elegir un ca-
pítulo diferente que aún no hayan juga-
do. Elegid también quién será el Dealer
de la próxima sesión, para que lea el ca-
pítulo que vais a jugar y todos los ca-
pítulos que habéis jugado hasta ahora.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Capítulo 5
LA CUENCA
ABISMAL
Si eres el Dealer del Capítulo 5, ¡enho-
rabuena! Has llegado al final de este
viaje épico. Si aún no has leído los
otros cuatro capítulos, hazlo ahora. Sí,
lo siento. Si te sirve de consuelo, al me-
nos podrás hacer de villano jefe. Ah, y
si aún no has jugado este capítulo y no
eres el Dealer, ¡DEJA DE LEER YA!
Esto es todo, es el final. A diferencia
de los capítulos anteriores, este es bas-
tante lineal. Cuando los Reyes Hechi-
ceros tengan uno o más de los tesoros
arboreanos, pueden volver a la Inmun-
dicia Invasora y entrar en la Cuenca
Abismal. Una vez allí, se encuentran
con Zaurus, atraviesan sus propios re-
cuerdos (mostrados como cuadros fan-
tasmagóricos) y luego se enfrentan al
Señor Oscuro.
¿Parece que hay algo raro en esta úl-
tima frase? Sí, bueno. Sigue leyendo.
La Inmundicia Invasora
Al regresar a la Inmundicia, los Re-
yes Hechiceros ven que ha continua-
do propagándose hacia el exterior de
la Fortaleza. Los zarcillos de hongos de
ébano no muertos brotan y se enroscan
en todas direcciones, haciéndose cada
vez más finos cuanto más lejos llegan.
La pálida masa de pringue sigue absor-
biendo a la gente, que no se puede libe-
rar salvo con la muerte.
345
El simple deseo de abrir un portal
es suficiente para las personae si llevan
uno o más tesoros. El portal del tamaño
de una puerta que se abre es como una
ruptura en el espacio y el tiempo que
no tiene sentido para el ojo humano,
aunque por supuesto no molesta a los
Ojos de Zaurus. Cualquiera que haya
jurado lealtad al Señor Oscuro puede
pasar fácilmente por este portal. Sin
embargo, el portal es demasiado peque-
ño y de corta duración para permitir el
paso de los ejércitos. Los reyes pueden
llevar unos cuantos subordinados, si lo
desean, pero no más. Aquellos que no
estén aliados con el Señor Oscuro tam-
bién pueden pasar, pero solo acompa-
ñados y protegidos por alguien en con-
creto que haya dado su palabra. Si no,
los absorbe la Inmundicia Invasora.
Al otro lado hay un mundo fabri-
cado en rojo, con cielos ardientes y ra-
mas negras mohosas que se extienden
en todas las direcciones. La gravedad
los dirige hacia abajo, hacia las ramas,
y se puede alterar con concentración e
intención. Encontrar el camino a tra-
vés de la Cuenca Abismal también es
una cuestión de intención. Cientos, o
incluso miles, de mundos ya conquis-
tados por el Señor Oscuro e infesta-
dos con la Inmundicia Invasora están
conectados por este reino. El aire tiene
un ligero sabor metálico.
346
Sangre y lágrimas
A medida que las personae se mueven a
través de la Cuenca Abismal, ven orcos
y otras criaturas trabajando aquí y allá.
Llevan carros y cajas llenas de frascos
con un líquido rojo y claro (los mismos
líquidos que se recogían en las mazmo-
rras de la Fortaleza de la Inmundicia)
que vierten en los agujeros de la Inmun-
dicia Invasora. Después las ramas moho-
sas lo absorben. En esta extraña dimen-
sión, no hay nada más que cielo rojo y
hongos. Así es como se alimenta y crece.
Zaurus
Los Reyes Hechiceros se han hecho lo
bastante poderosos como para que si
lo desean puedan acelerar su camino a
través de la Cuenca Abismal. Debido a
que los Reyes (probablemente) tienen
la intención de encontrar a Zaurus, su
viaje los lleva directamente a él. Tal vez
se sorprendan al conocerlo. Él no es el
Zaurus que andan buscando.
Llegan a una llanura ennegreci-
da, bajo un cielo gris pizarra en otro
mundo. Ven una pequeña granja, una
cabaña de aspecto agradable, algunas
parcelas reducidas de verduras y algu-
nos animales. Cuando llegan, un an-
ciano con una larga barba blanca sale
a saludarlos.
—¡Hola, hola! Bienvenidos a mi humilde
morada. No es mucho, vivo aquí solo, pero
supongo que un retiro es tan bueno como
otro. Oh, pero discúlpenme, ¡hace tanto
tiempo que no recibo visitas! Mi nombre
es Zaurus. Encantado de conocerles.
Alas Vegas
Si mencionan al Señor Oscuro, él
parece nostálgico y dice:
—Hubo una época en que me llamaban
Señor Oscuro, la gente que se oponía a
los portales que construimos. Pero era
una buena marca, ¿no os paree? Así que
nos la quedamos. Sin embargo, ya no pa-
rece tan relevante tal y como están las
cosas hoy día.
¿De qué está hablando? Zaurus se
explica:
—Ah, sí. Yo fui uno de los magos origina-
les que crearon el hongo. Lo usamos para
caminar a través de un centenar de mun-
dos. Fui elegido como el primer presiden-
te. ¡Teníamos una gran visión! Pero bue-
no. Todo se ha descontrolado, ¿no es así?
¿Qué puedo hacer al respecto? Ahora soy
un viejo cansado. No lo puedo controlar.
Junto con muchos otros magos,
Zaurus creó el hongo de los no muertos
como una forma de viajar entre mun-
dos y planos. A lo largo de los años, el
hongo creció fuera de control. Algunos
mundos se resistieron al contacto y a la
integración, entre ellos Arborean. Los
magos arboreanos crearon tres tesoros
para mantener fuera al Señor Oscuro
y su Inmundicia Invasora: la Capa de
Plumas Doradas, la Corona de Cristal
y la Espada de la Luz. Funcionó duran-
te un tiempo, y luego, bueno, ya sabes,
comenzó esta aventura.
Zaurus puede contarle a las personae
todo sobre la historia de este proyecto,
pero no tiene secretos que compartir,
aparte de asegurarse de que puedan
encontrar al Señor Oscuro adecuado.
Tampoco conoce ninguna vulnerabili-
dad especial que se pueda aprovechar.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Es un hombre viejo, su fuerza y su ma-
gia se agotaron hace mucho tiempo. Sea
lo que sea lo que las personae decidan
hacer, incluso si lo hieren o lo matan, él
no puede ayudarlos ni detenerlos.
Zaurus renunció a su liderazgo
cuando perdió la fe en la empresa, pero
esta continuó sin él. Otros líderes in-
tervinieron para ocupar su lugar. Aho-
ra trabajan para aumentar el tamaño
de la Cuenca Abismal.
—¿El actual Señor Oscuro? Oh, supongo
que será Balbanon. Era solo un aprendiz
cuando empezamos, pero se hizo cargo
después de que yo me retirara. ¿Lo estáis
buscando a él? ¿Por qué no lo dijisteis?
Es fácil encontrar a alguien a través de
los hongos, ¡solo tienes que querer encon-
trarlo! Así es como me encontrasteis. ¿De
verdad está usando mi nombre? Supongo
que será la imagen ahora, la cara públi-
ca. Es una pena.
Ruta del Recuerdo
En cuanto las personae dejan a Zaurus
y van a buscar al Señor Oscuro otra
vez, el viaje a través de la Cuenca Abis-
mal no es tan fácil como parecía en un
principio. Para llegar a Balbanon, el
nuevo «Señor Oscuro Zaurus», tienen
que caminar a través de sus recuerdos.
A lo largo del camino, ven escenas
fantasmales de cada uno de sus pasa-
dos. Aquí utilizan sus recuerdos rea-
les. Revisa todos los flashbacks que las
otras personae han descubierto hasta
ahora sobre por qué y cómo se unie-
ron al Señor Oscuro. Recapitula estas
viñetas, una tras otra. Vuelve a ense-
347
ñarles muchas de estas, pero, esta vez,
muéstrales toda la verdad.
El punto clave, la revelación: ninguno
de los Reyes Hechiceros es un agente en-
cubierto. Ninguno se unió al Señor Os-
curo con la intención de traicionarlo más
tarde. Ninguno se vio forzado a unirse al
Señor Oscuro. Ninguno fue controlado
mentalmente, nunca. Todos se unieron
para ganar poder tras la degradación, o
prestigio tras la censura, o venganza tras
la humillación. Todos se unieron al Señor
Oscuro después de crímenes que come-
tieron por codicia, lujuria y orgullo.
Muéstrales que eran personas im-
portantes en sus vidas anteriores, y
cómo cada uno hizo cosas terribles y
egoístas. Tras perder la oportunidad de
avanzar en su propia sociedad, se vol-
vieron hacia el Señor Oscuro. Hazles
preguntas orientadoras para añadir de-
talles: ¿Por qué te acostaste con la mujer
de tu hermano? ¿Por qué rompiste tus
votos? ¿Por qué robaste a las personas
que habías jurado proteger? ¿Por qué
vendiste a inocentes como esclavos?
El orden de las viñetas no importa.
Cuenta la historia de cada persona de
forma lineal, o salta en la cronología. Si
los jugadores niegan que sus personajes
fueran malas personas o justifican sus
acciones, muéstrales más viñetas hasta
que sea concluyente.
Puede parecer mucho de lo que en-
cargarse, pero llevas jugando esta parti-
da durante varias sesiones. Tienes ma-
terial más que suficiente para mostrar a
las personae cómo las malas personas se
volvieron malvadas por voluntad propia.
348
Los enemigos regresan
Los Reyes Hechiceros no son los únicos
secuaces del Señor Oscuro. Y aunque
ninguno le lleve un tesoro, aún puede
convocarlos si quiere, lo que significa
que podrían aparecer una última vez
para un enfrentamiento. Utiliza esta
opción si quieres traer de vuelta a al-
guno de estos personajes del juego, o
lanzar obstáculos adicionales en los ca-
minos de las personae antes de que lle-
guen al final. Después de todo, la frus-
tración crea tensión.
Si el Mataenanos, el rey de las gárgo-
las o la Madre de las Mantícoras toda-
vía viven, cualquiera podría tenderles
una emboscada a los Reyes Hechiceros,
o podría hacer guardia ante el salón del
trono del Señor Oscuro. Ante esta cir-
cunstancia, luchan a muerte, solos, sin
sus secuaces. Esta es su última oportu-
nidad para demostrar su lealtad y des-
hacerse de peligrosos rivales.
Retorno de la Reina Araña
Si las personae hicieron algún trato con
la Reina Araña, su regreso en la histo-
ria es un poco más retorcido. Incluso
podría esperar hasta que estén en me-
dio de la lucha contra el Señor Oscuro
para atacarlos. Y cuando los ataque, no
podrán usar ninguno de los tesoros ar-
boreanos contra ella. Las telarañas que
tiene sobre ellos lo impiden.
Alas Vegas
El Señor Oscuro
Por supuesto que el Señor Oscuro, Bal-
banon, los está esperando. Lo encuen-
tran esperando en lo que parece ser el
corazón de los negros zarcillos de hon-
gos, en un magnífico salón del trono.
Intrincados diseños tallados se deslizan
por todas las paredes y el techo above-
dado, la luz roja entra a través de gi-
gantescas ventanas. Esferas brillantes
cuelgan de los arcos, reflejándose cáli-
damente en el suelo de mármol. Su tro-
no es enorme, negro y brillante, algo de
terrible belleza. Tiene el aspecto exacto
que todos esperan que tenga.
Además, tiene a Theoman prisione-
ro, atado y sangrando. Es posible que el
Señor Oscuro también haya encarcela-
do a los aliados del sacerdote (Hanna,
Ilmarileth o Molmithen) si no acompa-
ñaron a las personae aquí.
El Señor Oscuro no tiene prisa. Ofrece
a sus antiguos secuaces una conversación:
—Así que por fin habéis venido. No es
que haya dudado de vosotros, o ¿por qué
habría aceptado vuestro servicio al prin-
cipio? Pero quizás no seáis los mismos
ahora, como lo fuisteis una vez. Supongo
que poseo más recuerdos vuestros que vo-
sotros. ¿O mis visiones os los han devuel-
to todos? ¿Solo algunos? Qué lástima.
»Sin embargo, debéis admitir que el
plan de este sacerdote, Theoman, era in-
genioso, ¿no es así? Quitaros vuestros re-
cuerdos y convenceros de que soy vuestro
verdadero enemigo. Poneros a todos en
mi contra mediante el engaño, cuando
no había otra manera. ¿Ha funcionado?
¿Habéis venido aquí para derrotarme en
nombre de la justicia? ¿Qué es eso?
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Si le preguntan sobre las visiones
que tuvieron o los tratos que hicieron
con él, dirá:
—Para empezar, el plan era vuestro. Yo
no he ido a vosotros, no os he persuadido,
ni seducido, ni os he mandado. Nunca
os controlé. Cada uno de vosotros vino a
mí. Vosotros deseabais esta guerra. Que-
ríais vengaros de aquellos que os perjudi-
caron. Fuisteis vosotros quienes planeas-
teis los ataques, quienes traicionasteis a
los enanos, quienes abristeis la Fortaleza
de la Inmundicia a la Cuenca Abismal.
Todo lo que hice fue daros lo que que-
ríais: un ejército y una guerra.
Si critican su liderazgo, se quejan de
que haber sido atacados en el camino
hacia aquí o declaran sus intenciones
de destruirlo, les dice:
—La vida es una guerra. ¿Debería sim-
plemente rendirme? ¿Debería acostarme
y morir porque os sentís traicionados?
¿Porque queréis cosas? ¿Vuestro padre
os entregó el trono porque lo queríais?
¿Acaso los reinos de los hombres os enco-
miaron por la mera fortuna fortuita de
vuestra alta cuna? No, ¿y por qué debe-
rían hacerlo? ¿Qué hicisteis para mere-
cer tales tesoros? No los ganasteis. ¡No
los tomasteis!
»Pero esto, aquí y ahora, esto os lo
habéis ganado. Queríais una audiencia
conmigo; bien, lo habéis conseguido. ¿Y
ahora qué? ¿Por qué habéis venido a de-
rrotarme? Solo pensarlo es divertido.
Hubo un tiempo, una vez, en el que ele-
gisteis servirme y obtener poder a cam-
bio. Estáis aquí porque os ganasteis un
lugar a mi lado. Una vez quisisteis go-
bernar los reinos adoradores del sol de
Arborean. Ahora os digo que esto tam-
bién os lo habéis ganado. Ahora sois re-
349
yes de verdad. Pero lo hicisteis con mi
ayuda, con mis herramientas, con mis
ejércitos. Esos reinos os pertenecen, pero
vosotros me pertenecéis a mí.
Todo lo que dice es verdad. El Se-
ñor Oscuro no tiene motivos para
mentir. La forma exacta en que su
mundo cae ante la Inmundicia Inva-
sora no cambia nada. Él los reclutó
cuando le ofrecieron lo que quería.
Pero también tiene su propia historia,
y en esa historia algo falla.
Incluso el jefe tiene un jefe
Los precursores de los Paladines Naci-
dos del Sol crearon tres tesoros hace si-
glos para mantener al Señor Oscuro y a
su Inmundicia Invasora lejos de Arbo-
rean. Efectivamente, estos tesoros tam-
bién lo desterraron a la Cuenca Abis-
mal. Balbanon, el hombre que ahora es
el Señor Oscuro, juró que si solo podía
vivir en la Cuenca Abismal, entonces
todos los mundos, en todas partes, se
convertirían en la Cuenca Abismal. No
tiene reparos en revelarlo.
Pero esto no es del todo cierto. La
Corona de Cristal mostrará la menti-
ra. Balbanon quiere creerlo, pero no
es quien tiene el control en esto. Ni si-
quiera es de Arborean. ¿Cómo le afec-
taría ser exiliado? La razón por la que
está invadiendo Arborean es que la In-
mundicia quiere hacerlo. La Inmundi-
cia obtiene lo que ella quiere, y lo que
quiere ahora es convertir todos los lu-
gares en un solo lugar.
350
El Señor Oscuro no es más que un
peón. Él es el rostro humano de la In-
mundicia, pero no la controla. No
puede doblegarla a su voluntad, no
puede detenerla, ni siquiera puede
contenerla. Se ha convencido a sí mis-
mo de que quiere las mismas cosas que
ella, pero las justificaciones que dice
son ficticias. Si los Reyes Hechiceros
deciden servir al Señor Oscuro, son
esclavos de un esclavo.
El combate
Si luchan contra Balbanon, que proba-
blemente lo harán, los Reyes se enfren-
tan a un duro despertar. En este pun-
to, pueden sentirse llenos de poder. No
solo tienen los tesoros arboreanos, sino
que también tienen increíbles poderes
mágicos que se desbloquean mediante
sus flashbacks.
Salvo que… ¿de dónde vienen todos
esos poderes? Ojos y Manos de Zaurus.
¿Por qué les daría herramientas que po-
drían usar en su contra? No funcionan.
Ahora son un peso muerto.
Las personae todavía tienen los te-
soros y todo lo demás que trajeron,
además de las habilidades no mágicas
que recordaron a través de otros flash-
backs. Pero ahora tienen trozos de me-
tal inútiles donde debería haber una
mano, están medio ciegos, y su enemi-
go es un mago sobrehumano con una
enorme espada y una armadura negra
y llena de púas. Al menos lo superan
en número.
Alas Vegas
La Inmundicia final
Si las personae vencen al Señor Os-
curo, en realidad nada cambia. La
Inmundicia todavía contamina cien-
tos de mundos, sacando fuerza de la
sangre y las lágrimas de todos ellos, y
siempre quiere más. Y sigue invadien-
do Arborean.
Lo que hagan al final depende de
ellos. ¿Cómo van a resolver este pro-
blema? Tienen las herramientas sufi-
cientes para tomar una decisión. Tie-
nen una capa, una corona, una espada
y todo el conocimiento obtenido a lo
largo de toda esta aventura. Aquí no
hay un final para que se lo des. Pregun-
ta a los Reyes Hechiceros cómo termi-
na todo y deja que te lo digan.
LAS HOJAS
DE CAMPAÑA
El ejército de los Reyes Hechiceros no
es el único que está en marcha. El Se-
ñor Oscuro tiene otros tres generales,
cada uno al mando de un ejército. Es-
tas hojas de campaña te permiten se-
guir las acciones de esos ejércitos como
una cronología de los acontecimientos.
En el capítulo 1, se activa (se intro-
duce en la partida) la primera hoja de
campaña, Mataenanos. El Dealer de esa
sesión deber leer su cronología de los
acontecimientos. Al comienzo del capí-
tulo 2, también se activa la hoja del ejér-
cito goblin. Al comienzo del capítulo 3,
se activa la hoja de la Horda voladora.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger
Las tres cronologías van en paralelo.
Cada vez que la aventura te dice que
«avances» las hojas de campaña, ocurre
el siguiente acontecimiento en la cro-
nología de cada hoja activa. Cuando
hay varias hojas activas, todas avanzan
a la misma velocidad. Las acciones de
las personae pueden afectar a cualquie-
ra o a todas las cronologías.
HOJA DE CAMPAÑA 1:
MATAENANOS
Los Reyes Hechiceros van ligeramente
por detrás del ejército del Mataenanos,
y deben alcanzarlo si pretenden com-
pletar la misión según lo planeado.
Si eres el Dealer del capítulo 1, uti-
liza esta hoja durante la primera se-
sión. No digas a los demás jugadores
lo rápido que avanza el ejército de no
muertos si sus personae no tienen ma-
nera de saberlo.
Si eras el Dealer del capítulo 1 y has
cedido esta función a otro jugador,
guarda esta hoja de campaña. Tu per-
sona sabe qué rumbo seguirá el ejérci-
to de no muertos. Cuando el Dealer te
diga que avances en la hoja, cuéntales
a todos lo que sucede a continuación.
Cualquiera puede mirar esta hoja en
cualquier momento.
351
Avances
C El Mataenanos dirige a su ejército
de no muertos hacia el valle inferior,
quemando cultivos y aldeas. Su ejér-
cito incluye 5 legiones en este punto.
C El Mataenanos acampa en medio del
valle. Ahora su ejército ha aumentado
a 7 legiones. Un ejército de los reinos
de los hombres sale a su encuentro.
C El Mataenanos destruye al ejército
enemigo y avanza hacia el valle supe-
rior. Ahora su ejército ha aumentado
a 10 legiones.
C El Mataenanos asedia las Puertas
de Mármol de Pozo de Martillo,
que nunca se han abierto. Pierde
una legión inmediatamente, pero
le quedan 9.
C El Mataenanos continúa su asedio.
Tiene 7 legiones en este momento.
C El Mataenanos continúa su asedio.
Tiene 5 legiones en este momento.
C El Mataenanos continúa su asedio.
Tiene 3 legiones en este momento.
C El Mataenanos continúa su asedio.
Tiene 1 legión en este momento.
C El Mataenanos atraviesa las Puertas
de Mármol, mata a los enanos y coge
la Capa de Plumas Doradas si toda-
vía sigue allí.
C El Mataenanos abandona la monta-
ña sagrada con 2 legiones. Marcha
para ayudar a los otros ejércitos del
Señor Oscuro.
352 Alas Vegas

HOJA DE CAMPAÑA 2: Avances

EJÉRCITO GOBLIN El
C ejército goblin asedia la ciudad
de Farindor.
La Reina Araña, regente de los elfos
Farindor contraataca y destruye una
C
oscuros, lidera un ejército de goblins,
legión de ingenieros goblin.
monstruos y elfos oscuros contra las ciu-
La Reina Araña suelta a los mons-
C
dades de los hombres. El ejército goblin
truos sobre Farindor. Una legión
comienza la segunda sesión moviéndose
de monstruos queda destruida en
para rodear la ciudad de Farindor.
el proceso.
Si eres el Dealer de la segunda se- El ejército goblin atraviesa los mu-
C
sión, conserva esta hoja para hacer un ros de Farindor, y la lucha continúa
seguimiento durante la primera sesión. en las calles.
No les cuentes a los demás jugadores el El ejército goblin saquea Farindor,
C
éxito del ejército goblin a menos que masacra a sus habitantes y prende
tengan manera de saberlo. fuego a los edificios.
Si eras el Dealer del capítulo 2 y has El ejército goblin levanta el campa-
C
cedido esta función a otro jugador, mento y se mueve hacia el norte, ha-
guarda esta hoja de campaña. Tu per- cia Mircantha.
sona sabe qué rumbo seguirá el ejérci- El ejército goblin rodea y asedia a
C
to de no muertos. Cuando el Dealer te Mircantha.
diga que avances en la hoja, cuéntales Mircantha contraataca y destruye
C
a todos lo que sucede a continuación. una legión de ingenieros goblin.
Cualquiera puede mirar esta hoja en El ejército goblin vence las defensas
C
cualquier momento. de Mircantha y ocupa la ciudad.
Si las personae ayudan al ejército Las legiones de goblins marchan
C
goblin a alcanzar los objetivos que fi- para ayudar a los otros ejércitos del
guran en esta hoja, marca esos avances, Señor Oscuro.
aunque no debas marcar un avance.
Reyes hechiceros, por Johnstone Metzger 353

HOJA DE CAMPAÑA: Avances

HORDA VOLADORA C La horda levanta un campamento al-
rededor de la ciudadela de los elfos.
La Madre de las Mantícoras dirige un
La
C horda comienza un asalto aéreo
ejército relativamente pequeño, lleno
contra la ciudadela de los elfos.
de gárgolas, arpías y sus compañeras
C El asedio continúa sin cesar.
mantícoras contra la ciudadela de los
C La ciudadela cae ante la horda vo-
elfos en el Gran Bosque. Su principal
ladora. Los elfos supervivientes hu-
ventaja es que todo el ejército puede
yen hacia el bosque. Pero la victoria
volar. Comienzan la partida ya dentro
tiene un precio: la horda pierde una
del bosque.
legión (el Dealer elige cuál).
Si eres el Dealer de la tercera sesión, C La horda voladora comienza a que-
conserva esta hoja para hacer un segui- mar el Gran Bosque.
miento durante la primera sesión. No C Un gran incendio asola el Gran
les cuentes a los demás jugadores el Bosque.
éxito de la horda voladora a menos que C La horda voladora termina de que-
tengan manera de saberlo. mar el Gran Bosque.
Si eras el Dealer de la tercera y has C La horda surca los cielos para ayudar
cedido esta función a otro jugador, a los otros ejércitos del Señor Oscuro.
guarda esta hoja de campaña. Tu per-
sona sabe qué rumbo seguirá el ejérci-
to de no muertos. Cuando el Dealer te
diga que avances en la hoja, cuéntales
a todos lo que sucede a continuación.
Cualquiera puede mirar esta hoja en
cualquier momento.
354 Alas Vegas

Recordando al
Hombre Cósmico
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre 355
356
Recordando al Hombre Cósmico
LAURENT DEVERNAY Y JEROME LARRE
Tal vez te digan que el Hombre Cósmi-
co es el héroe más impresionante que
existe. O que es más rápido, más fuerte
y más inteligente que cualquier perso-
na en la Tierra. Incluso podrían decir-
te que es invencible. Y, hasta hace una
hora, habrías estado de acuerdo. Pero
ahora todo ha cambiado. Yace ahí, de-
lante de ti. Tan muerto como cualquier
otro. Y, aunque lo detestes, tienes que
admitir que ya no parece tan asombro-
so. Tiene un cadáver común y vulgar
para ser un tipo tan legendario.
Una vez fuisteis socios y compañe-
ros de equipo del Hombre Cósmico, pero
sus especialistas en medios de comunica-
ción han hecho que os vean como simples
compinches durante la última década.
Los cuatro odiabais esto. Uno fue dema-
siado lejos y lo mató. Ahora, tenéis que
recuperar todos esos recuerdos que han
desaparecido de repente, averiguar quién
es el traidor y construir el próximo mun-
do. El Tarot Prohibido os ayudará a ha-
cerlo. Os revelará a todos lo que suce-
dió en las últimas veinticuatro horas de
la vida del Hombre Cósmico… y mucho
más sobre vosotros, vuestros poderes y
vuestros sucios secretitos.
A veces, la ignorancia es más que la
felicidad. A veces es la única verdad y
justicia que podéis esperar.
Alas Vegas
“Recordando al Hombre Cósmico” es
una campaña de Fuga en un contexto
superheroico. Si aún no conoces las re-
glas de Fuga, vuelve a la página 10 y lée-
las. Casi todas se aplican en “Recordan-
do al Hombre Cósmico”. Sin embargo,
te esperan algunos cambios mínimos.
Algunos bastante crueles también.
Estructura
Al igual que “Alas Vegas”, “Recordando
al Hombre Cósmico” es una campaña
de cuatro sesiones. Ni más ni menos. La
principal diferencia es que cada jugador
representará a dos personae: un Espe-
cial que sufre amnesia (o superhéroe) y
un Agente cuyo deber es investigar qué
pasó exactamente. Por lo tanto, los flash-
backs que provoquen revelarán princi-
palmente información sobre los Especia-
les, sus secretitos y sus grandes poderes.
Al principio de la partida, los Es-
peciales no recuerdan demasiado.
Después de una rápida introducción
basada en los Especiales, los jugado-
res harán de Agentes hasta el final de
la tercera sesión. Con suerte, cuando
vuelvan a representar a su Especial, du-
rante toda la cuarta sesión, habrán re-
llenado todos los huecos y solo quedará
la acción por realizar. La supervivencia
de Ciudad Cósmica está en juego.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Escenario
Ciudad Cósmica es donde se desarro-
lla “Recordando al Hombre Cósmico”.
Tiene todo lo que se espera de una me-
trópolis superheroica: rascacielos, atas-
cos, gente ocupada y ansiosa, supervi-
llanos aterradores y héroes lo bastante
poderosos para someterlos. Hace unos
cuarenta años, le cambiaron el nombre
después de que sufriera el azote de una
tormenta cósmica. Todos los Especiales
obtuvieron sus poderes y longevidad de
este acontecimiento singular.
El Hombre Cósmico fue el primero.
Con sus cuatro compinches (las perso-
nae de los jugadores), es el único Espe-
cial que lucha contra los supervillanos
y mantiene la ciudad a salvo. Comparte
este objetivo con la UIS (Unidad de In-
tervención de los Especiales). Esta divi-
sión comprometida del Departamento
de Policía de Ciudad Cósmica se ocu-
pa de los crímenes que implican a los
Especiales o cuando los villanos están
empezando a volverse locos. No es un
trabajo fácil para la gente sin poderes.
“Recordando al Hombre Cósmico” es
una historia clásica de superhéroes, o al
menos se intenta que lo parezca. Eso sig-
nifica que su tono y su ética son los que
se pueden esperar de una historia clási-
ca de cómic. Los héroes intentan seguir
con vida, ser educados y mantener una
actitud discreta cuando no llevan los
trajes. Los villanos son… Bueno… La ra-
zón por la que necesitamos héroes.
357
Preparación
1. Pide a todos los jugadores que cie-
rren los ojos.
2. No lo digas, pero retira las cartas
El Mundo y El Loco del mazo del
tarot. Entenderán por qué en las
sesiones siguientes.
3. Lee en voz alta lo siguiente: «Recu-
peráis la consciencia en una habitación
de motel cutre. El papel de la pared, los
muebles… Todo es feo en este lugar. Y el
cadáver que hay en el suelo tampoco es
bonito. Hay trozos de papel a su alrede-
dor. Se parecen mucho a la carta del ta-
rot que tienes en la mano. Y a las de las
otras tres personas que están alrededor
del cadáver, como tú».
4. Reparte a cada jugador su Significa-
dor. La misma carta se aplica a ambas
personae por igual, Agente y Especial.
5. Vuelve a poner las dos cartas que fal-
tan en la baraja sin que nadie las vea.
6. Lee en voz alta el siguiente párrafo:
«Mientras os miráis, desconcertados,
escucháis otro golpe en la puerta y al-
guien que grita: “UIS, abrid la puerta.
¡Ahora!”. ¿Qué hacéis?».
Sección del árbitro
Lee esta sección solo cuando te toque
ser el Dealer.
Si ya has jugado “Alas Vegas”, no te
preocupes. Estás haciendo básicamente
lo mismo: mucho de lo que sirvió allí
todavía sirve.
358 Alas Vegas

Vuelve a leer la sección Estructura y Número de jugadores

sigue estas instrucciones.
“Recordando al Hombre Cósmico” da
La creación de personaje es un poco por hecho que habrá cuatro jugadores
distinta. Si eres el primer Dealer, ase- y es mejor jugar de esa manera. Si hay
gúrate de seguir el procedimiento pro- más jugadores, no todos llegarán a ser
piamente dicho que se describe en Dealer. Se puede jugar si un jugador se
la primera sección y no las reglas por convierte en Dealer de la sesión 3 y de
defecto de “Alas Vegas”. En cuanto los la sesión 4, pero recomendamos enca-
Agentes están creados, asegúrate de recidamente que no juegues con menos
que todos tengan sus dos hojas de per- de tres jugadores. Sal y haz nuevos ami-
sonae mientras juegan. gos. No seas tímido.
Cuando los jugadores juegan como
Agentes, las escenas de flashback solo
tienen que involucrar a su Especial y
conceder habilidades nada más que a
ese personaje. Ten en cuenta que los
Agentes son los protagonistas principa-
les, pero no es su historia. Su tarea prin-
cipal es reunir pistas y descubrir verda-
des sobre los compañeros del Hombre
Cósmico. De eso tratan exactamente las
escenas de flashback que provocan.
La mayor parte de “Recordando al
Hombre Cósmico” trata de la investiga-
ción del paradero de los amigos de con-
fianza del Hombre Cósmico y por qué
se les acusa de haberlo asesinado. Como
en todos los buenos dramas policíacos,
habrá mentiras, engaño y giros inespe-
rados. Lee las reglas de Falacias más ade-
lante y ayuda a los jugadores a usarlas.
¡Es la hora de las tortas! Es proba-
ble que las cosas se pongan muy feas
en Ciudad Cósmica y la investigación
pronto dará cabida a la acción. Asegú-
rate de que los jugadores entiendan que
el caos se está extendiendo. Desarrolla
lo que se describe en los cuadros de tex-
to de ¡Acción! para llenar la duración
de la sesión de emoción y conflicto.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Falacias
Una vez por sesión, cada jugador puede
utilizar un flashback no para otorgar a
su personaje una nueva habilidad, sino
para cambiar algo ya establecido sobre
cualquier persona Especial. El jugador
que actúa puede entonces reescribir
una de las habilidades de esta persona.
359
Resumamos:
1. Una vez por sesión (dos veces en la
primera sesión) un jugador puede
crear un flashback y, por lo tanto, es-
cribir una habilidad para su Especial.
2. Una vez por sesión, cada jugador
puede describir un flashback al Espe-
cial de otro. Su propio Especial tam-
bién tiene que estar involucrado en la
escena. El Dealer puede vetar el flash-
back, pero ambos jugadores deben es-
tar de acuerdo con la habilidad.
3. Si el Significador de una persona apa-
rece durante una acción enfrentada,
el Dealer le otorga un flashback y es-
cribe una habilidad para su Especial.
4. Una persona puede encontrarse con
un personaje de juego que le enseñe
algo específico sobre un Especial. El
Dealer puede provocar una escena
específica de flashback relacionada
con la trama.
5. Una vez por sesión, cada jugador
puede crear un flashback para cam-
biar una habilidad de cualquier Es-
pecial y reescribirlo después.
360
Sesión 1
EL FIN DEL
MUNDO
Muéstrame un héroe y te escribiré una
tragedia.
~ F. Scott Fitzgerald
Después de una breve introducción,
vamos directamente a la investigación.
Lo primero que hay que hacer es hallar
a un testigo, lo que podría llevar direc-
tamente a la identidad de la víctima.
Introducción para el Dealer
Enhorabuena, serás el primer Dealer de
esta edición de “Recordando al Hom-
bre Cósmico”. Como tal, tendrás un
poco de trabajo extra, pero nada que
sea insoportable. Por ahora, daremos
por sentado que ya sabes cómo funcio-
na el sistema Fuga.
Dales a todos los jugadores una hoja
en blanco.
Ten más hojas en blanco listas, po-
drían necesitarlas muy pronto.
Flashbacks
Solo en esta sesión, los jugadores reci-
birán dos flashbacks.
El primero se producirá durante la
introducción, revelando los superpode-
res de cada persona. Porque sí, tienen su-
perpoderes. Pero no por mucho tiempo.
Alas Vegas
El segundo servirá para mostrar
cómo funciona la investigación. A ve-
ces la persona descubrirá pistas o ten-
drá intuiciones que revelarán algo so-
bre los Especiales (o sospechosos, como
los llamarán algunos).
Introducción
Llega el momento de leer en voz alta
la ambientación que viste en la página
356 (solo las partes en cursiva, el resto
son instrucciones para ti).
Los jugadores aún no saben absolu-
tamente nada sobre sus personae, así
que este es el momento de darles a to-
dos una (y solo una) ocasión para hacer
algo. Esta primera acción implica un
flashback. Cada jugador recordará algo
útil sobre su persona. Para ser más exac-
tos, es hora de recordar algo relaciona-
do con los superpoderes de cada perso-
na. Estos poderes pueden ser cualquier
cosa que ellos quieran. De por sí, a al-
gunos jugadores les puede costar suge-
rir una idea, así que hagamos un poco
de trampa y vamos a sugerirles que se
inspiren en sus Significadores.
C La Torre podría ser un personaje su-
perfuerte con piel de piedra.
C El Mago y algunos otros son bastan-
te evidentes.
C Los Amantes podría indicar algu-
na Afrodita moderna, capaz de se-
ducir y doblegar a los hombres a
sus caprichos.
C El Carro podría ser una figura de
autoridad, alguna armadura de alta
tecnología o una tabla de surf metá-
lica alienígena.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Corresponde a los jugadores deci-
dir de qué están hechas sus personae y
todos pueden sugerir algo si es necesa-
rio. Por supuesto, esta sería la ocasión
de discutir cómo es cada uno de ellos,
como en un juego de Fuga normal. Ten
en cuenta que las personae Especiales
no llevan disfraces en este momento.
Así que aquí están las personae,
rebosantes de poder puro y duro. La
mala noticia es que a los Agentes del
otro lado de la puerta los usan para
tratar con gente como ellos. Sobre
todo, si acaban de descubrir sus po-
deres y no recuerdan cómo controlar-
los. Los agentes de la UIS han traído
las armas grandes, amortiguadores de
poder y otros dispositivos de aturdi-
miento. En cuestión de segundos, la
puerta explota y todas las personae
quedan aturdidas y neutralizadas.
Es bastante frustrante para tus ju-
gadores, pero no les des tiempo para
que se lamenten: todos deben anotar
«Especial» en la parte superior de su
hoja (además del poder recordado con
el primer flashback, anotado aquí como
una habilidad). Ahora da a cada juga-
dor otra hoja en blanco y pídeles que
escriban «Agente» en la parte superior.
Felicidades: ¡ahora sois agentes de
la UIS!
361
Creación de agentes
Llega el momento de la creación de un
personaje «clásico». Ahora tienes que
rellenar esta hoja de Agente, sabiendo
que no cambiará después de hacerlo.
A partir de ahora, todos los flashbacks
añadirán información a la hoja de Es-
pecial, no a la hoja de Agente.
Deja que los jugadores hablen de
cómo son los Agentes. Cada uno debe
anotar una habilidad directamente re-
lacionada con el trabajo de un Agente:
investigar, interrogar, neutralizador de
Especiales, etc. Apunta a una habilidad
general para indicar que tu Agente sabe
manejar dichos temas. También puedes
añadir una o dos habilidades sobre lo
que tu Agente puede hacer además de
eso. Puede ser una afición o algo en lo
que sea realmente bueno (fútbol, ka-
rate, empatía, lo que quieras). Puedes
pensar en ello como en algo que ayudó
a tu persona a convertirse en Agente.
Escribe las siguientes preguntas en
trozos de papel, dóblalos, baraja y deja
que todos los jugadores (incluido tú)
elijan dos. Cada uno debe conservar
una de las preguntas que eligió para su
persona (incluso dos si lo desea). Son
preguntas sobre el Agente, pero las res-
puestas se pueden dar más tarde duran-
te la partida. El objetivo es añadir más
profundidad a las personae.
362
¿Por qué odias al Hombre Cósmico?
C Los Agentes pueden interrogar a al-
¿Por qué desprecias a los otros
C gunos de sus colegas para obtener más
Especiales?
¿Qué
C es lo último que quieres que
tu jefe descubra? ¿Cómo espías a tus
compañeros de equipo?
C ¿Cómo evitas tener pesadillas todas
las noches?
C ¿Te perdonó la familia del chico?
C ¿A quién renunciaste?
C ¿Cómo compraste este lujoso coche
deportivo con un sueldo tan bajo?
C ¿Qué se siente al estar al otro lado
de la ley?
C ¿Qué es lo último que necesitas para
poner tu plan en marcha?
Añade una pequeña descripción, un
nombre y empezamos.
Bajo arresto
Jueves, 11:30 p. m. Después de una llama-
da del cuartel general, los agentes llegan
al Motel Dukes. Hay un gran alboroto
y sus colegas tienen dificultades para
mantener alejados a los intrusos mien-
tras se difunde la noticia: han encontra-
do a los compañeros del Hombre Cós-
mico cerca de un cadáver. Las personae
llegan a la habitación 23, justo a tiempo
para ver a los cuatro Especiales arresta-
dos y llevados a los coches de la UIS. Los
Agentes los reconocen inmediatamente.
Ahora sería el momento de anotar
el nombre y apellido de cada Especial
en su hoja de persona.
Alas Vegas
información. Lo único que descubren
es que encontraron a los sospechosos
en la habitación del motel cerca del ca-
dáver de un anciano no identificado.
Ah, y deberían darse prisa porque su
jefa ya está en la habitación y no está
nada contenta con toda la situación.
Más allá de la puerta derribada, los
Agentes encuentran a su comisaria en
persona, Angela Montoya. Está allí,
gritando órdenes a los otros agentes.
Como de costumbre, dirían algunos.
Al ver a los Agentes, se acerca rápido
hacia ellos:
—¡Por fin! Tenemos trabajo, agentes.
Con cuatro de los héroes más promete-
dores de Ciudad Cósmica bajo custodia,
debemos resolver este caso rápidamen-
te. Fingen no recordar nada, ni siquiera
sus identidades. Si es solo teatro, es muy
convincente. Enviamos un mensaje al
Hombre Cósmico, probablemente se nos
unirá pronto.
»Aquí yace nuestra víctima. Aún
no conocemos su identidad, pero es solo
cuestión de horas. Deberíais investigar al
dueño de este lugar para saber quién lla-
mó a emergencias. Id a la recepción. ¿Te-
néis alguna pregunta?
Estos son los datos que los Agen-
tes pueden recopilar al hablar con
Angela Montoya o al usar rutinas bá-
sicas de investigación. Si se les escapa
alguno, lo encontrarán en el informe
que recibirán por la mañana. Vere-
mos ese informe en detalle más ade-
lante durante esta sesión.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Pruebas
Un hombre llamó a emergencias a las
22:45. El mensaje quedó grabado, sobre
todo esta parte relevante: «Estoy en el
Motel Dukes en la avenida Kirby de
Ciudad Cósmica. Hay un montón de
gente gritándose en la habitación de al
lado. Si siguen así, voy a tener que inter-
venir antes de que alguien salga herido».
C Un examen más exhaustivo de la
puerta revela que estaba cerrada
por dentro. La ventana de al lado
también estaba cerrada. Esto suele
indicar que el culpable estaba den-
tro de la habitación. A menos que
fuera algún Especial capaz de tele-
transportarse o atravesar las pare-
des. Esta idea es una pista falsa, pero
para hacerla más interesante puedes
inventarte un supercriminal capaz
de hacerlo. Si no se te ocurre nada,
puedes sacar un arcano y basar su
descripción en eso. Si sacas el Signi-
ficador de una de las personae, sig-
nifica que el criminal estaba vincu-
lado de alguna forma a esta persona.
363
La
C víctima es un anciano. Sus ojos
parecen estar ciegos y parece que
la ropa le queda demasiado gran-
de. Alguien del laboratorio está me-
tiendo los trozos de papel que es-
tán a su alrededor en una bolsita de
plástico. Si se toman las precaucio-
nes necesarias, como el uso de guan-
tes, un agente puede dedicarle tiem-
po a juntarlos. Es una carta de tarot
rota: El Mundo. Un primer vistazo
al cadáver no revela nada: ni herida
visible, ni signo que indique la posi-
ble causa de la muerte.
C También han recogido las cartas en-
contradas en las manos de los Espe-
ciales. Tú sabes qué son.
C Las paredes parecen muy finas.
Cualquiera en una habitación cer-
cana pudo oír lo que pasó aquí. El
dueño puede explicar que la mayo-
ría de las habitaciones están vacías
esta noche. La única ocupada junto
a la escena del crimen es la habita-
ción 123, justo encima.
C La habitación 23 fue reservada por
un hombre llamado Hugo Weaving,
pero parece una identidad falsa y no
se puede averiguar nada de él. Inda-
gar más solo conduce a un pobre tipo
llamado Hugo Weaving que no tiene
nada que ver con este caso. Ni siquie-
ra se parece a la foto de la copia de la
tarjeta que guarda el dueño del motel.
364
Crear Especiales
Solo hay unos cuantos especiales en
Ciudad Cósmica, no más de veinte. El
Hombre Cósmico y sus compañeros de
equipo son los únicos que luchan mano
a mano con la ley. Cada vez que quieras
usar a un Especial, tendrás que crear
uno que se ajuste a tus necesidades.
Para ello, coge una hoja en la que figu-
ren todos los Especiales de tu partida.
Cada Especial necesita un nombre,
una descripción y notas sobre sus po-
deres. Para darles algo de profundidad
o conseguir un poco de inspiración,
saca un arcano del mazo del tarot, pero
asegúrate de que no es El Mundo, El
Loco, un Significador o cualquier carta
ya utilizada para otro Especial. Anóta-
lo en la hoja. A medida que cambien
los Dealers, esta hoja se quedará dentro
de este libro para facilitar el trabajo del
siguiente Dealer y darle Especiales lis-
tos para usar. Cada Dealer debe añadir
sus propias creaciones en esta hoja. A
medida que las sesiones pasan, tendrás
un reparto consecuente de villanos.
Recuerda también que casi todos los
Especiales canallas de la ciudad tienen
su banda y actividades criminales, aun-
que solo sea un pequeño grupo de ma-
tones. Si puedes, busca un nombre para
esta pandilla y escríbelo también.
Sí, es mucha información para te-
ner en cuenta, pero me lo agradecerás
más tarde.
Alas Vegas
Problemas en el barrio
En la recepción, los agentes encuentran
al dueño, Drazen Jadranko. Este inmi-
grante serbio está sentado en su silla,
con la camisa empapada en sudor a pe-
sar del viejo ventilador eléctrico. Reci-
be a los agentes con un gruñido, seguido
de lo que suena como su frase habitual:
—Quince dólares la hora, pero primero tie-
nen que enseñarme alguna identificación.
En cuanto muestran una placa de la
UIS, se vuelve menos reacio a hablar.
La llamada a emergencias no se
hizo a través de un teléfono del motel.
La persona debió usar un móvil, pero
encontrarlo no debería ser difícil. Un
hombre vino a la recepción para que-
jarse de una discusión en la habita-
ción de al lado. Fue entre las 22:30 y
las 22:45, justo al final de la reposición
de Los Tres Chiflados que Drazen estaba
viendo. Por supuesto, no podía ayudar
al hombre. Ese tipo de molestias no son
de su incumbencia.
Drazen ve a ese hombre casi todos
los jueves con la mujer que reserva la
habitación a su nombre. Puede que es-
tén casados, pero desde luego no el uno
con el otro. Ella siempre reserva la ha-
bitación durante tres horas: de 22:00 a
1:00. Su nombre aparece en el libro de
registro, así como una copia de su tarje-
ta de identificación: Courtney Calkin.
También hay una dirección: avenida
Busiek, 32. Hoy se marchó temprano,
alrededor de las 23:00. Drazen no sabe
quién es el hombre. Si se lo piden, les
prestará la llave de la habitación 123.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
—Quince dólares la hora. No me di-
gáis que nuestra bonita ciudad no tie-
ne ese dinero.
No queda nada en la habitación.
Pero todo el alboroto de abajo se oye
claramente desde ahí. Al inspeccionar
los alrededores, un Agente encontrará
una nota rota en el cubo de basura.
«Lo siento, pero tengo que irme por
ahora. Te llamaré más tarde. S.D.».
El amor está en el aire
Ahora sería el momento adecuado para
que un Agente recuerde algunos rumo-
res sobre la aventura que tenía el Hom-
bre Cósmico con uno de sus compañe-
ros de equipo. Fue hace algunos meses.
Por supuesto, su amante no tiene que
ser necesariamente una mujer.
Si no, podría ser la ocasión para re-
cordar la apasionada relación de uno
de los Especiales con una celebridad
local o su no tan feliz matrimonio.
Familia feliz
En el 32 de la avenida Busiek, los Agen-
tes encuentran una casa moderna y se-
ñorial. Si van por la noche, todos están
en casa pero dormidos. Durante el día
no hay nadie en casa. Todos regresan
sobre las 18:00.
365
Courtney Calkin vive ahí con su
marido, Andy, y sus dos hijos adoles-
centes: Sam (una chica dura) y Ben, un
poco más joven, (que aspira a la pres-
tigiosa Universidad de Ciudad Cósmi-
ca). Courtney es una abogada de éxito,
especializada en temas medioambien-
tales. Durante el día la pueden ver en
su oficina en el centro de la ciudad, en
Layton & Molina.
Andy sabe lo de la aventura de
Courtney. Hablaron del tema desde
que él tuvo algunos problemas de sa-
lud hace unos años. Como bombero,
estuvo involucrado en el incidente de
la radiación durante una pelea entre el
Hombre Cósmico y un grupo de mato-
nes que traficaban con uranio robado
en países extranjeros. A algunos poli-
cías y bomberos involucrados les afectó
la radiación, lo cual produjo cánceres y
otros problemas. Y ninguna mutación
fantástica. La consecuente demanda les
hizo ganar millones en daños y perjui-
cios, que pagaron la preciosa casa entre
otras cosas.
Aunque se muestra reacia a revelar
la identidad de su amante, se puede
convencer a Courtney de que lo haga.
De lo contrario, Andy llama más tarde
a uno de los Agentes para darle esa in-
formación. Su nombre es Simon Dane.
Indagar un poco más es una buena
forma de saber que es él quien quiere
mantener el asunto en secreto debido a
su situación. Aunque está soltero, es un
ejecutivo importante de DentonCorp.
366
Los Agentes saben un poco de Den-
tonCorp ya que su CEO, Ralph Den-
ton, es un conocido detractor del
Hombre Cósmico y los otros Especia-
les. Hace algunos años, realizó un es-
tudio sobre el impacto negativo de
su presencia en Ciudad Cósmica. La
compilación de todas las fechorías y
accidentes por sí sola resultó en una
asombrosa lista de bajas y otros daños
colaterales. Según Ralph Denton, Ciu-
dad Cósmica puede manejarse sola y
los Especiales son solo un grano en el
culo. DentonCorp se centra en «mejo-
rar la vida» a través de la investigación
y la financiación de escuelas, hospitales
y otras instalaciones similares.
Noticias de última hora
Si los Agentes dicen que esperen al día
siguiente (para ver a alguien o lo que
sea), suceden dos cosas:
C El arresto de los compañeros del
Hombre Cósmico se difunde en to-
dos los medios. Lo ven en cuanto
lean un periódico o enciendan la te-
levisión o la radio.
C El primer informe de la investi-
gación llega a la oficina de Angela
Montoya y enseguida se convoca a
los Agentes. Aquí se revelan todos
los indicios que ellos no hallaron en
la escena del crimen. Pero esta no es
la información más asombrosa: han
identificado el cadáver como el del
Hombre Cósmico.
Por lo demás, si los Agentes hacen
todo lo posible por encontrar a Simon
Dane durante la noche, estas dos cosas
concluirán esta sesión.
Alas Vegas
Testigo
Los agentes encontrarán fácilmente la
dirección personal de Dane (Oeming
Boulevard, 144). Vive solo en su gran
casa rodeada por un enorme parque y
muro alto de ladrillos con cámaras de
seguridad. Durante el día, se le puede
encontrar en el rascacielos de Denton-
Corp, donde tiene una gran oficina en
el piso 41 que ofrece unas vistas mag-
níficas de la ciudad. Los agentes de la
UIS que entran en este edificio no pa-
san desapercibidos. Cerca de la entrada
del edificio, las pantallas anchas mues-
tran noticias sobre el supuesto asesina-
to del Hombre Cósmico a manos de sus
compañeros de equipo que atrae a una
multitud que habla en voz baja.
No dudes en animar a los Agentes
a que vayan a buscar a Dane incluso en
mitad de la noche. La comisaria dejó
muy claro su deseo de resolver este caso
rápidamente. Además, es una buena
ocasión para ayudar a los jugadores a
que descubran solos la gran revelación
de esta primera sesión.
Dondequiera que se encuentren
con Dane, su versión de los hechos si-
gue siendo la misma. Al enfrentarse a
los agentes de la UIS, comprende que
su amante reveló su identidad, pero
no siente resentimiento hacia ella. Si-
mon está listo para responder a cual-
quier pregunta.
Mientras esperaba a Courtney en
el motel, escuchó gente gritando en la
habitación debajo de la suya. No pudo
oírlos claramente, salvo algunas cosas.
Parecía que un hombre estaba discu-
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
tiendo con varias personas más jóve-
nes, a las que llamaba una y otra vez
«sus hijos». Harto del alboroto, Simon
acudió a Drazen, pero el dueño se negó
a ayudarlo. Luego llamó a emergencias
cuando iba a hacerles frente a las per-
sonas de la habitación, en principio
solo para ver si podía hacer algo para
calmarlos. La puerta estaba entreabier-
ta y pudo ver fugazmente quién esta-
ba dentro: el Hombre Cósmico y sus
compañeros de equipo, todos ellos ves-
tidos de civil. Uno de los compañeros
de equipo lo vio y cerró bruscamente la
puerta con llave. Otro tenía en las ma-
nos una carta del tarot: El Mundo.
Simon huyó inmediatamente debido
a su posición en DentonCorp. Notó que
algo malo estaba a punto de suceder y
no quería verse envuelto de ninguna
manera en lo que estaba pasando den-
tro de aquella habitación. Los aconte-
cimientos siguientes le dieron la razón.
Insiste en quedarse fuera del asunto y
les pide a los agentes que no mencionen
su nombre en los informes. Implicar a
DentonCorp en este caso no puede ser
bueno para nadie. Si lo mencionan, en-
seguida lo acosarán los periodistas bus-
cando una exclusiva. El propio Ralph
Denton aparecerá en una conferencia
de prensa para decir que su empresa no
tiene nada que ver con esta tragedia y se
une a todos los ciudadanos de Ciudad
Cósmica para llorar a su héroe muerto.
En cuanto la identidad del cadáver
se hace pública, los periodistas tam-
bién acosan a los Agentes para inten-
tar obtener información de cualquier
forma, incluso haciéndose pasar por
367
un ciudadano preocupado o un faná-
tico del Hombre Cósmico que intenta
averiguar más sobre la muerte de su
ídolo. Un periodista incluso se hace
pasar por un/a hombre/mujer seduc-
tor/a que se encuentra casualmente
con uno de los Agentes.
Es hora de regresar al cuartel gene-
ral de la UIS para mantener informa-
da a la comisaria Montoya. Esta reu-
nión informativa tendrá lugar en la
próxima sesión.
Acción: elige tu intervención
A continuación, se presentan algunos
elementos para crear tus propias inter-
venciones de la UIS. Serán útiles para
cualquier sesión, empezando por esta.
La banda/el villano/el criminal…
… congela/quema/inunda/roba un edifi-
cio federal/banco/laboratorio
… reúne algunas tropas en los suburbios
… roba información vital de la red de
la UIS
… se hace pasar por bomberos/médicos/
agentes de la UIS
… toma rehenes y presenta sus exigencias
… libera a una criatura/un poder/un he-
chizo desconocido
con el fin de…
… liberar a un cómplice.
… neutralizar a las autoridades.
… vengarse de un rival.
… robar un objeto raro/letal.
… demostrar su valor.
… poner a prueba a algunos reclutas nuevos.
368 Alas Vegas

Pero…
… es solo una distracción.
… otra banda llegó primero.
… uno de ellos es un traidor.
… la situación se sale de madre.
… la represalia será despiadada.
… todos los medios de comunicación tie-
nen la mirada puesta en la situación.

Conclusión
Por ahora, el único testigo disponible
no proporciona muchas pistas y que-
dan muchas preguntas.
C ¿Por qué los compañeros del Hom-
bre Cósmico lo mataron?
C ¿Cómo asesinaron al Especial más
poderoso de Ciudad Cósmica?
C ¿Por qué envejeció tanto?
C ¿Por qué no recuerdan nada?
C ¿De qué discutían?
C ¿Por qué se reunieron en este motel?
C ¿Qué son esas cartas que encontra-
ron en la escena del crimen?
Con el Hombre Cósmico muerto y
sus compañeros entre rejas, a Ciudad
Cósmica le aguardan días sombríos.
En las calles, los villanos saben que na-
die puede detenerlos. Se preparan para
sembrar el caos.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Sesión 2
TAREA
DE TONTOS
Mejor un tonto ingenioso que un inge-
nio tonto.
~ William Shakespeare
Los Agentes continúan con su investi-
gación, siguiendo el rastro de uno de
los enemigos más antiguos del Hombre
Cósmico: el Sombrerero Loco.
Introducción para el Dealer
¡Bienvenido a bordo! Ahora que estás
al día de los acontecimientos de la úl-
tima sesión, es hora de explicar algu-
nas cosas. En esta sesión, las personae
descubrirán mucho más sobre las car-
tas del tarot. Parece que están vincula-
das de alguna manera con la muerte del
Hombre Cósmico.
Flashbacks
Esta es una sesión normal, por lo que
a cada jugador se le concederá un solo
flashback. Sería una buena ocasión para
centrarse en los enemigos personales
de los Especiales.
Además, si los jugadores aún no lo
han hecho, este sería un buen momento
para empezar a usar alguna falacia para
repetir los flashbacks del pasado y reescri-
bir algunas habilidades. Al profundizar
en la investigación, se podrían volver a
considerar algunas verdades establecidas.
369
Introducción
Los Agentes están en la oficina de la
comisaria Angela Montoya. Para en-
trar en la sede central de la UIS tuvie-
ron que abrirse paso entre una multi-
tud de periodistas y otros buitres que
intentan conseguir alguna primicia so-
bre la muerte del Hombre Cósmico.
Cualquier revelación de este tipo por
parte de los Agentes sería imprudente
e incluso castigada. Nadie quiere pa-
sar el resto de su vida investigando a la
«especie», ese grupo de almas perdidas
que trafican con recuerdos que pertene-
cían a los Especiales. Y habrá muchos
después de la muerte del Hombre Cós-
mico. A decir verdad, todas las páginas
web de subastas ya están dando la lata
con nuevas ofertas de objetos que per-
tenecían a la víctima o solo los tocó.
Por ahora, se espera que los Agentes
hagan un breve resumen de su investi-
gación. La comisaria quiere que lo re-
suelvan lo antes posible. Se está gestan-
do una guerra de bandas y nadie quiere
a los compañeros del Hombre Cósmi-
co en la cárcel cuando estalle. Además,
hay que averiguar la verdad antes del
funeral, programado para dentro de
unos días. La comisaria sugiere que in-
vestiguen las cartas del tarot encontra-
das en la escena del crimen. El expe-
diente personal del Hombre Cósmico
puede contener información útil al res-
pecto. Se encuentra en los archivos de
la UIS, en el duodécimo piso del edifi-
cio de la sede central. La existencia de
las cartas se mantiene en secreto para
casi todo el mundo.
370
Los archivos de la UIS
Como todo Especial, el Hombre Cós-
mico tiene un expediente en los ar-
chivos de la UIS, y sus compañeros de
equipo también. Estos expedientes con-
tienen una larga lista de intervenciones
pasadas y otros actos heroicos. Este gru-
po se ha estado creando enemigos per-
sonales durante casi tres décadas, de-
masiados para comprobarlos a todos. O
para encontrar algo realmente útil.
El agente a cargo de los archivos es un
joven entusiasta llamado Earl Diggings.
Viene directo desde su nativa Kansas y
está encantado de haber sido reclutado
por la UIS. Explica con alegría que ha
crecido admirando todo lo que pasó en
Ciudad Cósmica, con todos esos Espe-
ciales que no podían encontrar en nin-
gún otra parte del mundo. Le entristece
la prematura muerte del Hombre Cós-
mico, con todas las bandas preparándo-
se para tomar el control de la ciudad.
Sinceramente, espera que los Agentes
encuentren al verdadero culpable y cree
que los compañeros del Hombre Cós-
mico son inocentes.
Si los Agentes quieren saber algo so-
bre la víctima, les recomienda que visi-
ten a Al Karpov en su tienda de cómics
de la calle Anderson, El Reino Especial
de Al. Este anciano sabe más sobre el
Hombre Cósmico y los Especiales que
cualquier persona.
Alas Vegas
Orígenes secretos
El Hombre Cósmico fue el primer Es-
pecial de la ciudad. Su verdadero nom-
bre era Trent Cassidy. Tras regresar de
Vietnam, comenzó su carrera como vi-
gilante disfrazado: Mr. Justicia. Cuando
una tormenta cósmica azotó la ciudad,
se le concedieron superpoderes y adop-
tó un nombre nuevo: Hombre Cósmi-
co. Ya nada podía detenerlo y trajo la
paz a una ciudad llena de problemas.
Durante los años 80, descubrió que al-
gunas mujeres que estaban embaraza-
das durante la tormenta cósmica dieron
a luz a prodigios. Se les llamó Especia-
les y la ciudad se convirtió oficialmente
en Ciudad Cósmica. El Hombre Cós-
mico encontró a cuatro de estos niños
y los entrenó para ayudarlos a dominar
sus habilidades. Se convirtieron en sus
compañeros. Pero no pudo encontrar
a todos los Especiales, y muchos (si no
todos) de los otros crecieron hasta con-
vertirse en los enemigos y gánsteres más
temidos de Ciudad Cósmica.
Trent Cassidy estuvo casado breve-
mente con Elena Cassidy, una mujer a la
que una vez salvó de un tsunami antina-
tural invocado por un Especial canalla.
Solo pasaron unos meses como una pare-
ja feliz antes de que uno de los enemigos
del Hombre Cósmico le quitara la vida
en represalia por otro gran plan que el
héroe le había arruinado. El Dealer pue-
de elegir un Especial que haya sido men-
cionado o crear uno nuevo siguiendo el
procedimiento descrito anteriormen-
te (no olvides anotarlo en la hoja que el
Dealer anterior debería haberte dado).
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
El Reino Especial de Al
Esta pequeña tienda no parece gran
cosa. Su única sala está completamente
llena de cómics. Mientras unos pocos
clientes deambulan entre los estantes,
el único vendedor se sienta detrás de
su escritorio, leyendo el último núme-
ro de la edición limitada de Brick. Es Al
Karpov en persona. Saluda a los agen-
tes de la UIS con una inclinación de
cabeza y continúa con su lectura hasta
que le hablan.
Si le preguntan por el Hombre Cós-
mico, volverá a contar toda su historia.
Si le preguntan por las cartas del ta-
rot, pide ver una, o al menos una foto
de una. Si los Agentes se la enseñan,
parece reflexionar durante un tiempo
antes de pedirles que lo sigan. Una es-
calera escondida detrás de la mesa lle-
va directamente al sótano. Esta habita-
ción es el doble de grande que la tienda
y está llena de más cómics, todos clasi-
ficados en cajas largas.
—Si quieren saber lo de las cartas, no en-
contrarán nada relacionado con el Hom-
bre Cósmico. Se remontan a Mr. Justicia,
cuando Trent Cassidy era solo un vigilan-
te. Ja… ¡Eso es lo que están buscando!
Al levanta un antiguo número de los
años 70: el último número de la serie de
Mr. Justicia, el número 30. Sellado en su
bolsa de plástico, todavía parece nuevo.
La portada muestra a un hombre en-
capuchado con una chaqueta de rayas
y estrellas enfrentándose a un enemigo
salido de una novela de Lewis Carroll:
el Sombrerero Loco. El lema del villano
lo dice todo: «¡Ya no es un juego!».
371
Tras sacar el cómic con cuidado
de su protección, Al lo muestra a los
Agentes página por página y les pro-
híbe que lo toquen. En este número,
un arqueólogo encuentra un viejo baúl
mientras explora un lugar relacionado
con la caza de brujas en la Nueva In-
glaterra del siglo XVII. Entre las ropas
podridas, encuentra un mazo del tarot
que le otorga nuevos poderes. Después
de adquirir habilidades especiales de
la carta de El Loco, recluta su propio
ejército de matones, solo para acabar
derrotado por Mr. Justicia y caer por
un acantilado.
—Ja, esta fue la última aventura de
Trent Cassidy como Mr. Justicia. Unos
meses después, la tormenta cósmica
azotó la ciudad y se convirtió en el hé-
roe que todos admirábamos. No creo
que el Sombrerero Loco muriera de ver-
dad ese día. Me parece que su verdade-
ro nombre era Grant Irving. Después de
ese encuentro con Mr. Justicia se esfu-
mó. Si quieren saber más sobre las car-
tas, deberían preguntarle a él, a menos
que haya muerto, claro.
Dado que la UIS se creó a principios
de los años 90, es difícil obtener infor-
mación sobre Grant Irving. Sin embar-
go, se le puede encontrar entre los ha-
bitantes de la ciudad y una búsqueda
rápida muestra que su última dirección
conocida es una celda privada en el ma-
nicomio de Ciudad Cósmica.
372
Acción: ¡Asunto de la UIS!
Como agentes de la UIS, las perso-
nae tienen su propio coche (uno para
todo el equipo), marcado con el logo
oficial y equipado con una radio y ar-
mas específicamente diseñadas para ser
efectivas contra los Especiales. Con el
paso del tiempo, recibirán más y más
llamadas de intervención por toda la
ciudad. Ladrones de bancos, peleas de
pandillas, ataques a compañeros… Si
quieren, pueden intervenir. No podrán
acudir a todas las llamadas, y ensegui-
da escucharán un nuevo tipo de men-
saje pidiendo a los agentes que tengan
cuidado con las emboscadas por toda
la ciudad.
Por favor, usa la lista de la página
367 y añade tus propias intervenciones
de la UIS.
Manicomio de Ciudad Cósmica
Este manicomio se fundó a principios
del siglo XX, en una antigua casa so-
lariega. Su aspecto lúgubre está equili-
brado por las modernas instalaciones
del interior. Un ala entera del edificio
está supervisada por la UIS y diseña-
da específicamente para albergar a los
Especiales. Entre ellos se encuentran
algunos de los enemigos del Hombre
Cósmico (y de sus compañeros de equi-
po). Tal vez incluso algunos de los que
se han visto en flashbacks anteriores.
La doctora a cargo de esta ala es So-
fía Zirk, una mujer de mediana edad
con un trabajo tan duro que no parece
alterar su entusiasmo. Sabe lo de Grant
Irving, pero nunca estuvo retenido en
Alas Vegas
esa parte del manicomio porque no
parecía tener poderes especiales. Des-
pués de treinta años de detención, fue
liberado hace una semana. Los Agentes
pueden consultar su expediente perso-
nal, pero no encuentran nada relevan-
te en él, salvo su nueva dirección: calle
Powell, 17, apartamento 213. Esto está
en uno de los peores barrios de Ciudad
Cósmica: la Cloaca.
El apartamento de Grant Irving
La Cloaca siempre ha estado plaga-
da de pobreza y crimen, atrapada en
un círculo vicioso mientras su miseria
atraía aún más a criminales o despo-
jos en busca un lugar discreto. Sus al-
tos edificios de viviendas fueron erigi-
dos a finales de los años sesenta en un
último y desesperado intento de atraer
a una población más adecuada. Ahora
están cubiertos de grafitis y abando-
nados por sus dueños. Desde la muerte
del Hombre Cósmico, las calles están
más desgarradas que nunca por las in-
cesantes rivalidades entre las dos gran-
des bandas locales: los Joker y los Na-
vaja. Al compartir el mercado local de
drogas y todas las actividades ilícitas,
suelen pasarse el tiempo peleando en-
tre ellos. Reclutados de las escuelas lo-
cales, sus miembros son solo peones en
el enfrentamiento entre dos Especiales:
C Bad Joke, un payaso triste con un
gusto por la violencia extrema y
el sadismo.
C Navaja, un narcotraficante que tra-
baja para algunos cárteles sudameri-
canos, tomando su nombre de su mé-
todo preferido para imponer respeto.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Sus enfrentamientos siempre fue-
ron aplacados por el Hombre Cósmi-
co y sus compañeros. Con estos héroes
fuera de combate, ha comenzado una
guerra abierta que ya causa graves pér-
didas humanas entre los ciudadanos.
Mientras algunos de los otros barrios
también se hunden en la violencia, los
agentes de la UIS parecen abrumados.
No es buen momento ni buen lugar
para ser policía o agente de la UIS.
Un uniforme o un vehículo oficial
pueden traer problemas a los Agentes.
El mismo vehículo, si se deja sin vigilar
en la calle, será víctima del vandalismo
y acabará destruido, y dejará los agentes
tirados en un lugar muy incómodo. Po-
drían enviar refuerzos, pero, como es-
tán muy ocupados, es posible que tar-
den un rato en llegar a su destino. Con
la esperanza, por supuesto, de que no
haya ninguna emboscada esperándolos.
Los Agentes encuentran un edifi-
cio cutre, apenas en pie, en el 17 de
la calle Powell. Se respira un aroma
de miseria y alcohol rancio en los al-
rededores. Grant Irving se queda en
casa la mayor parte del día. Cuando
abre la puerta a los Agentes, pare-
ce que está haciendo su propia cele-
bración: la botella de champán más
pequeña del mundo yace en la mesa
de plástico entre unas cajas de pizza
vacías. No hay suficientes sillas para
que todos se sienten.
Irving parece un hombre arrugado
mucho más allá de la vejez. Parece sor-
prendido de encontrar a los agentes de
la UIS en su puerta, pero sigue dispo-
nible para responder a cualquiera de
373
sus preguntas. Parece que solo hay una
habitación en el apartamento, además
del cuarto de baño. En uno de los ar-
marios, los Agentes pueden encontrar
una caja llena de periódicos y fotos so-
bre el Hombre Cósmico y sus compa-
ñeros de equipo.
Irving estaba celebrando la muerte
del Hombre Cósmico pero, riéndose,
niega estar involucrado en su asesina-
to. El Hombre Cósmico, o Mr. Justicia
como se llamaba entonces, le robó todo
y lo arrojó a un infierno donde pasó
treinta años entre lunáticos. Preferiría
haberse caído de un acantilado como
en el cómic.
Encontró el mazo del tarot duran-
te unas excavaciones arqueológicas en
Nueva Inglaterra, cuando todavía era
un eminente profesor. Pronto descu-
brió sus poderes y usó la carta de El
Loco para concederse a sí mismo po-
deres. Así pudo utilizar trucos men-
tales para manipular a la gente y por
eso se llamó a sí mismo el Sombrere-
ro Loco. Bajo la influencia de la carta,
robó bancos y cometió otros crímenes
hasta que se enfrentó a Mr. Justicia. No
pudo hacer nada contra aquel vigilante
y sus poderes no fueron eficaces debi-
do a la propia locura de Trent Cassidy.
Este hombre siempre quiso ser adora-
do y moldear el mundo a su imagen. Le
quitó a Irving El Loco antes de meter
al ahora impotente criminal en el ma-
nicomio de Ciudad Cósmica. Mr. Jus-
ticia guardó el mazo del tarot y proba-
blemente le quitó sus poderes. Según
Irving, la tormenta cósmica no tiene
nada que ver con los Especiales.
374 Alas Vegas

Él cree que obtuvieron sus poderes Conclusión

del tarot, aunque no lo sepan. El Som-
brerero Loco cree que el Hombre Cós- Al buscar las cartas, los agentes encon-
mico se cansó de arrestar a pequeños traron lo que parece un móvil para que
ladrones y criminales mundanos. Usa- los Especiales asesinaran al Hombre
ría los arcanos para crear su propio Cósmico. Incluso descubrieron cómo
grupo de enemigos y aliados. le quitaron sus poderes (y su juventud).
Eso todavía no explica por qué los Es-
Irving les dice que no hay ningún ri- peciales no recuerdan nada, ni dónde
tual especial de usar una carta del ta- están las cartas que faltan. Incluso con
rot para obtener poderes. Cuando una estos elementos, los Agentes no pue-
carta le da habilidades especiales a al- den probar que los Especiales cometie-
guien, al destruir las cartas se eliminan ron el crimen. O cuál de los compañe-
las habilidades. Irving no conoce otra ros del Hombre Cósmico lo hizo.
manera de hacerlo. En cuanto alguien
obtiene esos poderes, ni siquiera nece-
sita quedarse cerca de la carta para con-
servarlos, pero parece una buena forma
de asegurarse de que nadie más se apo-
dere de ella. Las cartas del tarot pue-
den incluso haber ayudado al Hombre
Cósmico a no envejecer durante todos
esos años. Irving no conservó la suya lo
suficiente para verificar esta hipótesis.
Si presionan un poco a Irving, si le
preguntan por la caja y su obsesión con
el Hombre Cósmico, si se ganan su con-
fianza o lo amenazan, los Agentes pue-
den descubrir algo más. También pue-
de contactar con ellos justo después de
salir del manicomio. En cualquier caso,
Irving encuentra algún motivo para
contarles todo sobre los orígenes secre-
tos del Hombre Cósmico, así como su
teoría sobre la tormenta cósmica y los
Especiales. Podría haberlos convencido
de volverse contra su mentor. Pero ¿se
puede usar contra Irving? ¿Es suficien-
te para arrestarlo?
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Sesión 3
LOS HOMBRES
MUERTOS NO
MIENTEN
¿Cómo se encuentra una aguja en un pajar?
Quemando la paja.
Por fin los Agentes descubren la ver-
dad sobre la muerte del Hombre Cós-
mico y dan por concluida su investiga-
ción justo a tiempo para la ceremonia.
Introducción para el Dealer
Ahora que se han desvelado los verda-
deros orígenes del Hombre Cósmico
y de los Especiales, los Agentes tienen
que averiguar quién mató exactamen-
te al mayor héroe de Ciudad Cósmica.
Las cosas no son lo que parecen y algu-
nas verdades pueden ser devastadoras.
Esta es la última sesión en la que los
jugadores usarán a los Agentes como su
personae y, como tal, establece el esta-
do de ánimo para la próxima sesión fi-
nal. No dudes en concentrarte en todas
las fechorías y mentiras del pasado, así
como en las tragedias que golpearon las
vidas de los Especiales hace años.
Flashbacks
Esta sesión trata sobre la pérdida y las
elecciones drásticas. Puedes centrarte
en algunos recuerdos de la pérdida de
alguien o algo querido por los Especia-
375
les. Si puedes, asócialos con los Agen-
tes o algo querido por ellos. En cierto
modo, estas pérdidas están vinculadas
a sus carreras como superhéroes y pue-
den estar relacionadas con algunos de
sus enemigos, como vimos en las se-
siones anteriores. Esto pretende equi-
librar algunas de las elecciones hechas
por el Hombre Cósmico y presagiar la
conclusión de toda esta historia.
Introducción
De vuelta en la oficina de la comisaria
Montoya, los Agentes deben explicar
lo que averiguaron durante su inves-
tigación. Angela Montoya parece más
cansada que nunca. El café es lo único
que la mantiene en pie. No se ha cam-
biado de ropa desde la última vez y tie-
ne los ojos rojos de cansancio.
—Los resultados del laboratorio de la
carta rota han llegado y no son conclu-
yentes. Debéis averiguar quién mató al
Hombre Cósmico tan pronto como sea
posible. Si podéis, haceos con esas cartas
del tarot que faltan. Si es lo que está de-
trás de esto, no quiero que un objeto tan
poderoso caiga en manos de nadie. Ade-
más, nos sería útil tenerlo si las cosas se
descontrolan aún más.
»Acabo de recibir una autorización es-
pecial para que registréis la Mansión Cós-
mica. Tomad esta tarjeta magnética, es
un regalo especial de Sal Vinzini, el agen-
te personal del Hombre Cósmico. Buscad
pruebas, revisad las cámaras de vigilan-
cia e intentad averiguar qué tramaban el
Hombre Cósmico y sus compañeros antes
de terminar en esa habitación de motel.
Esto es de máxima prioridad, no contestéis
ninguna llamada de la radio de la UIS.
376
Si el coche de los Agentes fue des-
truido en la última sesión, les dan uno
nuevo: un vehículo blindado ligero
casi indestructible. Esos coches de la
UIS se pueden ver ahora corriendo
por toda la ciudad.
Acción: ¡Ciudad Cósmica
está bajo asedio!
Los villanos se atacan unos a otros para
reclamar el control de la ciudad. Sus
bandas están llenando las calles de san-
gre y fuego. La UIS está abrumada, ha
sufrido graves pérdidas en las calles. La
mayoría de los civiles permanecen en-
cerrados en sus casas, deseando deses-
peradamente que alguien detenga esta
guerra de bandas. Los más valientes
marchan al ayuntamiento para pedir la
liberación de los compañeros del Hom-
bre Cósmico, ya que estos cuatro pare-
cen ser los únicos capaces de detener
este caos. El alcalde se mantiene firme y
afirma que primero deben descubrir la
verdad sobre la muerte de su mentor. Es
el deber de los Agentes. El tiempo corre.
Aquí tienes algunas ideas para re-
presentar el caos que se extiende en
Ciudad Cósmica.
Alas Vegas
La banda/el villano/el criminal…
… está luchando contra alguna otra
banda/otro villano/otro criminal de
forma espectacular
… está manipulando a una gran multi-
tud de transeúntes inocentes
… está dando una conferencia de pren-
sa terrible
… finge ser el nuevo héroe/la nueva he-
roína de la ciudad, pero no puede contro-
lar los daños colaterales
… lleva a cabo una brutal oleada de
asesinatos
… está desatando algo que no debería es-
tar en la Ciudad Cósmica
con el fin de…
… destruir la ciudad en la que no pue-
de reinar.
… neutralizar a otro villano.
… vengarse.
… hacerse con el poder y ser el nuevo
jefe/la nueva jefa.
… gastar su mejor broma.
… hacer una declaración política.
Pero…
… no puede controlar su poder.
… es el/la examante de uno de los perso-
najes y sigue enojado/a por su ruptura.
… aparece otro villano enojado/otra vi-
llana enojada.
… muchas más vidas inocentes de las que
se esperaba están en juego.
… aunque lo intente, ya no puede dejar
de hacer lo que está haciendo.
… la lluvia se está convirtiendo en fuego
y los incendios comienzan en toda Ciu-
dad Cósmica.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Sal Vinzini
El agente del Hombre Cósmico (no
forma parte de la UIS) se encuentra en
su oficina, en un edificio del centro de
la ciudad en la avenida Parlov. Allí se
encarga de todos los contratos de pu-
blicidad y de las apariciones públicas
del Hombre Cósmico y sus compañe-
ros de equipo.
Este hombre atlético de unos cua-
renta años está excesivamente bron-
ceado, como si tuviera la piel casi que-
mada. Responde con sinceridad a las
preguntas de los Agentes, pero no es de
mucha ayuda en el caso que nos ocupa:
se mantuvo al margen de la vida perso-
nal del Hombre Cósmico y no lo había
visto en las 24 horas previas a su muerte.
Sin embargo, está totalmente convenci-
do de que los Especiales son inocentes.
Fue uno de los pocos elegidos a los
que se les concedió acceso al cuartel ge-
neral del Hombre Cósmico. El otro ci-
vil era Mark Stepford, el mayordomo
que se ocupaba de todas las tareas do-
mésticas de la mansión e incluso tenía
antecedentes como médico de combate.
Mansión Cósmica
El viaje a la Mansión Cósmica no es fá-
cil. Los saqueadores rompen los escapa-
rates de las tiendas para robar, encuen-
tran coches en llamas en medio de las
calles, la gente corre y las llamadas de
intervención en la radio se suceden sin
interrupción.
Se supone que este imponente edifi-
cio se ve desde cualquier lugar de la ciu-
377
dad, pues se encuentra sobre la cima de
una colina con vistas a un gran parque.
Está rodeado de altos muros de piedra,
donde han dejado ramos de flores, ve-
las encendidas y fotos en memoria del
héroe caído. Han ensuciado los muros
con grafitis que se burlan de las autori-
dades locales y se alegran de la muerte
del Hombre Cósmico. La puerta ya está
abierta, la han reventado hace poco
con una fuerza extraordinaria.
La planta baja es un museo dedica-
do a las hazañas pasadas de los héroes,
que suele estar abierto a los ciudadanos
pero que está cerrado desde la muer-
te del Hombre Cósmico. Los pisos su-
periores están llenos de habitaciones e
instalaciones de lujo. El Hombre Cós-
mico y sus compañeros de equipo vi-
vían allí. Su cuartel general se encuen-
tra en el sótano. Desde allí, un túnel
lleva a la derecha, a la carretera que ro-
dea la colina.
En este momento el lugar está ocu-
pado por un Especial y su pandilla,
que destrozan todo lo que encuentran
y se llevan todo lo que tiene valor. Se
puede escoger al líder de entre los vi-
llanos ya encontrados o crearlo sacan-
do otro arcano del mazo del tarot (y
anotándolo en la hoja que te entregó
el Dealer anterior).
Los intrusos atacan a cualquier
Agente que vean. Neutralizarlos no de-
bería ser un problema gracias al equi-
pamiento UIS que los Agentes llevan.
Deja que los jugadores sugieran los ob-
jetos adecuados que portan, pero veta
todo lo que sea demasiado poderoso o
que no pertenezca al género.
378
Los invasores revelan la razón de su
presencia: no se sabe cómo, la informa-
ción sobre el verdadero origen de los
Especiales se ha difundido. Un Especial
llamado Houngan ha vendido la infor-
mación a cualquiera capaz de pagarle
una fortuna. Al enterarse, los saquea-
dores quisieron ser los primeros en
apoderarse del mazo del tarot. El otro
material que robaban es una buena for-
ma de compensar el dinero que le die-
ron a Houngan. En breve, mucha gente
empezará a buscar las cartas. Su nue-
vo dueño podrá reclamar el control de
toda la ciudad y tener a todos los Espe-
ciales a su merced.
Los Agentes también pueden inten-
tar escabullirse entre los saqueadores
para encontrar lo que vinieron a bus-
car, pero es más difícil, ya que están en
casi todas las habitaciones de la man-
sión. Aun así, el mazo del tarot no se
halla en ninguna parte.
Todas las cámaras de vigilancia es-
tán conectadas al sótano. Todo está
grabado en el ordenador central, que
resulta fácil de desbloquear. Cuesta en-
trar en el sótano. Solo un escáner de re-
tina del Hombre Cósmico y sus com-
pañeros puede abrir la puerta. La otra
forma es con la tarjeta magnética que
Sal Vinzini les da a los Agentes.
En las imágenes del día de su muer-
te, se puede ver al Hombre Cósmico re-
corriendo su casa, haciendo todo tipo
de cosas. Entre otras cosas, se le mues-
tra grabando su videoconfesión y me-
tiéndola en una caja fuerte escondida
en su despacho del piso de arriba. Al
mismo tiempo, recupera algo de la caja
Alas Vegas
fuerte, un objeto que parece exacta-
mente un mazo del tarot. Ordena las
cartas, se mete algunas en el bolsillo,
pero es imposible ver cuáles. Pone el
resto en un sobre y sale de su casa des-
pués de llamar a alguien.
Pueden pedir a la compañía tele-
fónica que les dé los datos adecuados
para identificar a la última persona a la
que llamó el Hombre Cósmico: su abo-
gado, Herbert Trautman.
Registrar la habitación de cada Es-
pecial o los recuerdos del museo puede
ayudar a obtener algunos flashbacks. En
el despacho del Hombre Cósmico, los
Agentes encuentran a los miembros de
la banda del Especial intentando abrir
una caja fuerte escondida, en vano.
Con un poco de destreza o la ayuda de
un especialista, no debería ser un pro-
blema para los agentes. Seguro que no
es del todo legal, pero también es más
rápido. Dentro de la caja fuerte solo
hay dos cosas: un disfraz bien conser-
vado de Mr. Justicia y un DVD-R. En
este, los Agentes encuentran un vídeo
del Hombre Cósmico, que data de unas
horas antes de su muerte.
«Si escuchas esto, Sal hizo su trabajo y
yo he muerto. Para ser más preciso, me
suicidé. Sé que mi muerte pondrá a mis
compañeros en una situación desagrada-
ble, pero estaba destinado a suceder así.
He pasado casi toda mi vida protegiendo
a mi ciudad de los criminales que creé
con el mazo del tarot. He perdido todo
lo que aprecié durante esos años. Aun-
que no haya envejecido, me he cansado
de todo eso, amargado por todos los es-
fuerzos interminables para mantener la
ciudad limpia. Por eso quiero morir. Mis
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
compañeros estarán ahí para escuchar
mi confesión y ser testigos del efecto de
las cartas. Ahora que la verdad ha sido
revelada, puedo morir en paz y ellos pue-
den recuperar su libertad. Con un poco
de tiempo, sus recuerdos volverán lenta-
mente. Lo hice para ayudarlos a superar
todo esto. Por favor, liberadlos. Y no os
preocupéis por las cartas, nadie las en-
contrará nunca».
El vídeo se acaba. Esto es prueba su-
ficiente para probar la inocencia de los
compañeros y hacer que los liberen.
Mark Stepford
El mayordomo fue despedido con dos
semanas de permiso obligatorio solo
unos días antes de la muerte del Hom-
bre Cósmico. Su jefe le dijo que dejara
la ciudad por el momento, sin especi-
ficar por qué. Pueden encontrarlo pa-
sando algún tiempo con su familia en
Boston y se le puede localizar por te-
léfono. Se ha enterado de la muerte de
su jefe, pero respeta su última petición,
que cobró sentido cuando la guerra de
bandas estalló en Ciudad Cósmica.
Houngan
Si quieren, los Agentes pueden locali-
zar al Especial llamado Houngan. Su
expediente de la UIS indica dónde está
su cuartel general: un bar llamado De-
vil’s Due, situado en un barrio no tan
amistoso. Allí, este enorme afroame-
ricano vende información a cualquie-
ra que esté dispuesto a pagar el precio.
Se le conoce por eso, así como por sus
métodos para asegurarse de que pagan,
379
incluidas partes del cuerpo cortadas y
desapariciones. Su poder consiste en
invocar a los espíritus de los muertos
para hablar con ellos o ayudarlos a ha-
bitar un cuerpo humano durante un
corto período de tiempo. La única li-
mitación es que cada espíritu solo pue-
de ser invocado una vez.
Hoy el bar parece una fortaleza. Las
barricadas lo rodean y las ventanas es-
tán protegidas con fuertes placas de
metal. Solo pueden entrar clientes co-
nocidos y personas que quieran com-
prar información, en cuanto puedan
demostrar que tienen fondos suficien-
tes. Los agentes de la UIS no son bien-
venidos, pero se les permite entrar (y
se les vigila de cerca). Como de cos-
tumbre, Houngan va vestido como lo
que él piensa que es un sacerdote vudú.
Exagera deliberadamente el estereoti-
po. Con todos esos huesos de anima-
les, plumas, maquillaje y el sombrero,
parece una atracción turística de Nue-
va Orleans, pero es peligroso. A menos
que los Agentes sean persuasivos, pide
dinero a cambio de cualquier informa-
ción que pueda proporcionar.
Recibió la información sobre el
mazo del tarot del propio Irving, hace
unos días. El viejo se lo vendió para ase-
gurarse su cómoda jubilación. Cuan-
do le preguntó por el dinero, Irving
respondió que lo guarda en el banco.
Cuando todo se calme (siempre pasa),
dejará la ciudad. Al saber lo que arries-
gaba si esta información se hacía pú-
blica, Houngan la mantuvo en secreto.
380
En el pasado, el Hombre Cósmico
visitó a Houngan en varias ocasiones.
Su último encuentro fue el día antes
de su muerte. Le pidió a Houngan que
llamara a su esposa muerta a cambio
de la carta que le otorga sus poderes
(saca una del mazo para saber cuál es).
Al tener esa carta en su poder y ente-
rarse de la muerte del Hombre Cósmi-
co, Houngan supo que podía empezar
a vender el secreto del mazo del tarot.
Tenía que estar allí cuando el Hombre
Cósmico hablara con su esposa muerta.
Solo le dijo que la amaba y que pronto
moriría también.
No hay manera de que Houngan
muestre o revele dónde está la carta, sean
cuales sean los poderes de los Especiales.
Por una vez, Houngan no tiene la
respuesta a una pregunta: no sabe dón-
de está el mazo del tarot. Si se le da
una retribución adecuada, puede lla-
mar al espíritu del Hombre Cósmi-
co para intentar obtener más detalles,
pero el precio sería muy alto, algo que
los Agentes no querrían entregar. Pien-
sa que es como si vendieran sus almas
al Diablo. Un trato decisivo, algo que
no puedes olvidar ni perdonar. Todo
el mundo tiene algo así que ofrecer, a
veces solo tienes que indagar más para
encontrarlo. Entonces, el Hombre Cós-
mico aparece como una especie de fan-
tasma, con el mismo aspecto que tenía
antes de envejecer hasta morir. Houn-
gan explica que el espíritu solo puede
durar un par de minutos. El héroe solo
puede responder a un par de preguntas
antes de volver al olvido. Puede confir-
mar que se suicidó. No quiere revelar
Alas Vegas
dónde está el mazo del tarot y no pue-
den obligarlo a decirlo. Si los Agentes
no lo encontraron, puede decirles dón-
de está su confesión filmada. Como les
habían dicho, después desaparece.
Cuestiones de confidencialidad
Por fin los Agentes han descubierto
la verdad sobre la muerte del Hombre
Cósmico y han demostrado la inocen-
cia de los Especiales. Pero aún no ha
terminado: todavía tienen que encon-
trar el mazo del tarot. La mejor pista
que tienen los Agentes es el abogado del
Hombre Cósmico: Herbert Trautman.
Pueden encontrar a este hombre en su
despacho del centro, instalado en un
edificio elegante, en la avenida Vaughan,
número 47. Este abogado es muy cono-
cido por los famosos que conforman su
cartera de clientes. Hace poco ganó un
juicio para un renombrado boxeador
acusado de asesinar a su esposa.
En un lugar así, es evidente que los
agentes de la UIS no cumplen con el
perfil del cliente. Sin embargo, se les da
la bienvenida con café y sillas cómodas
para esperar hasta que el señor Traut-
man encuentre tiempo para reunirse
con ellos. Cuesta creer que haya una es-
pecie de guerra civil en el exterior.
Después de casi una hora, Herbert
sale por fin de su oficina, vestido con
un traje verde caro y una brillante son-
risa fija en la cara. Al enterarse del
motivo de la visita de los Agentes, no
miente. En sus anuncios de televisión a
menudo afirma ser uno de los últimos
abogados en América que dice la ver-
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
dad y nada más que la verdad. Claro,
Trent lo llamó el día que murió (y, sí,
lo llama Trent, se conocían desde hacía
mucho tiempo). Quería modificar algo
en su última voluntad y en el testamen-
to, y había que hacerlo lo más rápido
posible. Con un guiño, Herbert decla-
ra que siempre está disponible para un
cliente tan bueno.
Pero Herbert no puede revelar nada
sobre los cambios que le pidió. Si le
presionan sobre este tema con cual-
quier medio necesario, admite no sa-
ber nada de un mazo del tarot. Solo le
pidieron que añadiera un trozo de pa-
pel con un texto escrito. Se supone que
este papel debe entregarse a los compa-
ñeros de Trent justo después del fune-
ral. El abogado no desea revelar el tex-
to, pero pueden obligarlo a hacerlo. El
documento dice lo siguiente:
«Volved a la habitación 23 del Motel
Dukes, hallaréis la respuesta a vuestras
preguntas en la Biblia. Haced pedazos lo
que encontréis allí para recuperar vues-
tros recuerdos perdidos».
En dicha habitación de motel,
como en todas las habitaciones de
motel del país, hay una Biblia en la
mesita de noche. El Hombre Cósmico
escondió una carta del tarot entre sus
páginas: El Loco. En realidad, nunca
la destruyó, solo le robó sus poderes
al Sombrerero Loco. Como los Agen-
tes habrán visto antes, esta carta otor-
ga poderes basados en trucos mentales
(hipnosis, persuasión y otras habilida-
des similares). El Hombre Cósmico la
usó de vez en cuando durante su larga
carrera. En cuanto destruyan la carta,
381
sus compañeros de equipo recuperan
poco a poco todos sus recuerdos. La
razón se explicará en la cuarta y úl-
tima sesión. Un agente malintencio-
nado podría usar la carta para obte-
ner los poderes del Sombrerero Loco.
También podrían decidir guardarla
como prueba o lo que quieran.
No dejes que los Agentes pasen de-
masiado tiempo buscando el resto del
mazo del tarot. Hagan lo que hagan, no
lo encontrarán. Eso forma parte del plan
del Hombre Cósmico: la única manera
de encontrarlo está escondida en el fon-
do de la memoria de sus compañeros.
Caso cerrado
La investigación de los Agentes se acer-
ca a su fin ahora que han demostrado
el suicidio del Hombre Cósmico y la
inocencia de sus compañeros. Pronto
los pondrán en libertad, justo a tiempo
para asistir al funeral de su mentor. To-
dos los ciudadanos de Ciudad Cósmi-
ca están esperando a que estos héroes
pongan fin a la guerra de bandas. Pero
esa es una historia para otro momento.
382
Sesión 4
ÚLTIMA
VOLUNTAD Y
TESTAMENTO
El verdadero héroe es un héroe por error.
Sueña con ser un cobarde honesto como
todo el mundo.
~ Umberto Eco
Finalmente se ha demostrado que el
Hombre Cósmico se suicidó. Sus com-
pañeros pueden recuperar la libertad
y las cartas del tarot correspondien-
tes a sus Significadores. Una vez hecho
esto, deben salvar Ciudad Cósmica de
la anarquía enfrentándose a las bandas
y a los Especiales que luchan para to-
mar el control de toda la ciudad. Ahora
también es el momento de rendir ho-
menaje al héroe caído y comprender
lo que realmente le llevó a su muerte.
Esta es la ocasión para que los héroes
demuestren su verdadera naturaleza.
Introducción para el Dealer
¡Se acabó! Ahora que la investigación
sobre la muerte del Hombre Cósmi-
co ha llegado a su fin, es el momento
de devolver las hojas de los Agentes y
usar las de los Especiales otra vez. Des-
de la última vez que jugaron con ellas,
han pasado muchas cosas y ahora de-
berían tener un buen conjunto de ha-
bilidades. Puede que incluso recupe-
ren sus recuerdos.
Alas Vegas
Esta última sesión es un poco dife-
rente y será un poco difícil para el Dea-
ler (y para las personae, por distintas
razones). El final de toda la historia ofre-
cerá algunas elecciones difíciles y dará
a los jugadores muchas opciones. Ellos
tendrán que tomar decisiones y el Dea-
ler tiene que decidir cuándo terminar la
historia y cómo describir los siguientes
acontecimientos. No todo se debe jugar
según el libro. Ten en cuenta que a los
Especiales se les ofrecerá una manera de
hacer casi todo lo que quieran.
Por ejemplo, si los Especiales deci-
den terminar una guerra de bandas eli-
minando a todos los demás Especiales,
no te molestes en describir el caso de
cada Especial en la ciudad, sino la eje-
cución global de este plan, describien-
do al final uno en particular contra el
que el Especial guarde mucho rencor.
Flashbacks
Como los Especiales tendrán la opor-
tunidad de recuperar sus recuerdos, los
flashbacks deben ir en orden. En algunas
ocasiones, pueden recordar al Hombre
Cósmico y el tiempo que pasaron con
él. Sabiendo que la historia llega a su
fin, tal vez los jugadores también quie-
ran usar algunos elementos del pasado
para dar un sabor particular a esta con-
clusión. Un momento entrañable, un
punto de inflexión, algo que presagiaba
un destino inminente...
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Falacias
Ahora los Especiales podrán dar su
versión de la historia. Esta es una
buena ocasión para usar falacias y
arrojar algo de luz sobre los aconte-
cimientos pasados.
Introducción
Los Especiales se reúnen en el cemente-
rio principal de Ciudad Cósmica para
el funeral de su mentor. Una multitud
de personas se ha congregado ante las
puertas, algunos acusando al Hombre
Cósmico de haber mentido toda su
vida. El verdadero origen de los Espe-
ciales se ha hecho público hace unas
horas, así como el hecho de que el hé-
roe más querido de la ciudad se sui-
cidó. La guerra de bandas continúa y
cada criminal intenta hacerse con el
mazo del tarot.
Es un poco triste darse cuenta de
que no hay parientes que lloren al fa-
llecido. El que se llamaba Trent Cas-
sidy será enterrado junto a su esposa.
El público del funeral está compuesto
principalmente por periodistas y ciu-
dadanos eminentes. Angela Montoya,
todavía temblando de cansancio, está
de pie junto al agujero donde introdu-
cirán el ataúd. Ralph Denton hace una
aparición para dejar una corona de flo-
res y dar sus condolencias a los Espe-
ciales antes de irse.
383
Después del responso del sacerdote,
se espera que los compañeros del Hom-
bre Cósmico digan unas palabras so-
bre el fallecido. Deja que los jugadores
improvisen. Esta podría ser la ocasión
para un flashback.
El regreso del Loco
Al final de la ceremonia, Angela pide
un minuto para hablar con los Especia-
les. Se disculpa por haberlos arrestado
y les pide ayuda. Sin ellos, la UIS que-
dará destruida y la ciudad arderá hasta
los cimientos. Sea cual sea su respuesta,
tienen una cita en la oficina de Herbert
Trautman. Solo ellos están presentes
con el abogado del Hombre Cósmico
durante la lectura del testamento.
Les entregan todas las pertenencias
del difunto héroe como equipo, sin dis-
tinción. Hay una condición especial:
mientras permanezcan juntos, pueden
utilizar la Mansión Cósmica, así como
la fortuna amasada por el difunto du-
rante su larga carrera. En caso de que
se separen, se entregará todo a organi-
zaciones benéficas. Si uno o más de los
Especiales murieran, los supervivientes
seguirían usando estas pertenencias.
Además de todo esto, está el papel
que su mentor añadió el día que murió.
Como los Agentes habrán averiguado
durante la sesión anterior, esto es lo
que hay escrito:
«Volved a la habitación 23 del Motel
Dukes, hallaréis la respuesta a vuestras
preguntas en la Biblia. Haced pedazos lo
que encontréis allí para recuperar vues-
tros recuerdos perdidos».
384
Trautman indica a los Especiales si
los agentes vieron el papel. Si los Agen-
tes de la UIS fueron a la habitación y co-
gieron la carta del tarot, lógicamente ya
no hay nada que buscar allí. Como pare-
ce ser la clave de todo lo que se les hizo
olvidar, los Especiales podrían tener
motivación para hacerse con la carta.
Un buen punto de partida podría
ser preguntar a los agentes. La UIS no
duda en decir dónde están, ya que los
Especiales parecen ansiosos por ayu-
dar a devolver la paz a las calles. A
los Agentes, aún de servicio, los pue-
den encontrar durante una interven-
ción: unos pandilleros están atacando
un campamento militar para llevarse
armas experimentales. Una vez que la
situación está bajo control, los Especia-
les pueden preguntar dónde está la car-
ta e intentar hacerse con ella.
Si los Agentes no encontraron la
carta o la dejaron en la Biblia, los Espe-
ciales la recuperan sin problemas.
En ambos casos, al destruir la car-
tas recuperan poco a poco los recuer-
dos perdidos.
Si los Agentes destruyeron la carta
en la tercera sesión, entonces los Espe-
ciales comienzan esta sesión con todos
sus recuerdos, incluidos los elementos
sorprendentes descritos a continuación.
Recuerdos
Esto es lo que recuerdan los Especiales.
Puede ser a través de un flashback o ju-
gando esta escena.
El día que murió, el Hombre Cós-
mico pidió a los Especiales que se re-
Alas Vegas
unieran con él en el Motel Dukes, ha-
bitación 23. Allí les contó todo: su
verdadero origen y el de los Especia-
les; y su intención de controlar la ciu-
dad con el mazo del tarot. Cuanto más
hablaba, más parecía y sonaba como
un megalómano.
Al hacerse pasar por el héroe más
grande de la ciudad, con algo de ayuda
de los Especiales, les dijo, había ganado
mucha fama y dinero.
Hace poco se dio cuenta de que, a
pesar de todo esto, no tenía nada para
él. Había perdido todos estos años lu-
chando contra el crimen.
Había perdido a su amada esposa.
Decidió retirarse. Pero no existe tal
cosa para personas como él. Entonces
pensó en lo único que podía hacer: des-
truir su carta para perder sus poderes,
asegurándose de que nadie pudiera ob-
tenerlos. Solo tenía que esperar que la
vejez, que se le estaba devolviendo, no
lo matara. Y perdió la apuesta.
Lo ideó como una lección para sus
compañeros de equipo. Con El Loco,
borró temporalmente sus recuerdos.
Todo estaba preparado para tenerlos
fuera de combate unos días. Lo ideó
como la última demostración del pun-
to de vista de Trent Cassidy: Ralph
Denton tenía razón todo el tiempo. La
existencia de los Especiales ha corrom-
pido toda la ciudad. El Hombre Cós-
mico y sus compañeros de equipo han
causado tanto daño como los crimina-
les mientras luchaban contra el crimen,
pero siguen siendo la única forma de
mantener a los villanos bajo control.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Se produjo una discusión. Algunos
gritos, un poco de ira y un montón de
viejas historias saliendo a la superficie.
El Hombre Cósmico devolvió a cada
uno de sus compañeros su carta de
Significador y les dijo dónde encontrar
el mazo del tarot. Se lo había dado a la
única persona que no lo usaría: Ralph
Denton. Justo antes de ir al Motel
Dukes, el Hombre Cósmico fue a su
despacho, asegurándose de que nadie
lo viera. Allí le dio la baraja a Denton y
le pidió que se la diera a los Especiales
si venían y se la pedían.
Entonces, el Hombre Cósmico saca
las cartas del bolsillo: El Mundo y El
Loco. Al despedirse de sus compañe-
ros, utiliza los poderes de El Loco so-
bre ellos. Todo se vuelve borroso. No
quería que recordaran lo que pasaría
después. Si lo lograba, habría sido una
buena ocasión para desaparecer.
En medio de todo esto, reciben re-
cuerdos de sus carreras como héroes: la
adulación de los ciudadanos y las vic-
torias contra el crimen, pero también
los reveses, las pérdidas y todo lo que
sucedió en sus vidas.
El mazo del tarot
Lo único que tienen que hacer los Espe-
ciales para conseguir el mazo del tarot
es reunirse con Ralph Denton en su des-
pacho del edificio de DentonCorp. Él
ha previsto la visita e inmediatamente
se pone a disposición de sus invitados.
385
—El Hombre Cósmico me explicó lo que
tenía en mente. Me alegro mucho de que
por fin nos hayamos puesto de acuerdo
en esto y espero que vosotros también en-
tréis en razón. Esto depende de vosotros
y solo quiero pediros una cosa: por favor,
no cometáis los mismos errores que vues-
tro mentor. Solo vosotros podéis salvar
esta ciudad de una vez por todas.
Luego abre el cajón superior de su
mesa y saca el mazo del tarot. Lo em-
puja hacia los Especiales. A través de
la ventana de la bahía justo detrás de
él, se ven las calles de Ciudad Cósmica:
coches de la UIS a toda velocidad con
las luces encendidas, helicópteros, edi-
ficios ardiendo a lo lejos, algún Espe-
cial parado en el cielo disparando rayos
hacia abajo, una repentina explosión
de luz verde en los suburbios…
Ralph Denton no tiene nada más
que decir a los Especiales, pero puede
intentar responder a sus preguntas si es
que tienen alguna.
Ahora es el momento de salvar la
ciudad.
Decisiones
La hoja que detalla a los Especiales
que las personae se han encontra-
do previamente debe contener ahora
un buen conjunto de nombres. Po-
dría servir para que el Dealer explique
quién está luchando en Ciudad Cós-
mica. Si quieres, puedes añadir algu-
nos más, usando el método descrito
anteriormente. Además, tú y los an-
teriores Dealers deberíais haber ano-
tado qué carta del tarot está asociada
con cada supercriminal de la ciudad.
386
Ahora los jugadores deben tomar
una decisión sobre lo que quieren ha-
cer. Es casi imposible anticipar todas
las posibilidades, pero aquí tienes algu-
nas, teniendo en cuenta que no son ine-
vitablemente incompatibles entre sí.
Renunciar a sus poderes y retirarse
Lo único que tiene que hacer el Espe-
cial es destruir su propio Significador.
Entonces pierde sus habilidades y en-
vejece rápidamente, hasta llegar a los
cuarenta años. Ahora que nadie lo re-
conoce, podría ser una oportunidad
perfecta para dejar la ciudad y comen-
zar una nueva vida.
La Ciudad Cósmica acaba casi des-
truida a raíz de la guerra de bandas. Un
Especial logra tomar las riendas, pero
los siguientes años son una sucesión de
golpes de estado y peleas para ocupar el
lugar del actual jefe. Además, se cono-
ce la existencia de la baraja del tarot y
muchas personas aún intentan encon-
trarla. Existe la posibilidad de que los
Especiales sean perseguidos: los perio-
distas quieren saber qué pasó, los cri-
minales quieren el mazo del tarot o la
venganza. O ambos.
Destruir todo el mazo del tarot
La desaparición de los poderes de to-
dos los Especiales causa una gran con-
moción y detiene momentáneamente
la guerra de bandas. Si Houngan to-
davía tiene su carta, enseguida se eleva
como el nuevo jefe. Ahora la UIS tie-
ne la oportunidad de ganar y ponerle
Alas Vegas
fin definitivamente a todo esto. Ciu-
dad Cósmica está herida pero a salvo.
La UIS continúa, no persiguiendo a los
Especiales, sino «solo» a los criminales.
El equipo de los agentes les da una se-
ria ventaja, al menos hasta que algunos
criminales les pongan las manos enci-
ma o algo mejor.
Destruir solo las cartas de
los delincuentes
Con algunos de los líderes de ban-
das fuera de combate, los Especiales y
la UIS pueden combatir y tienen una
buena opción de ganar. A Ciudad Cós-
mica le quedarán algunas cicatrices,
pero se ha restaurado la paz. Los Espe-
ciales, más que nunca, son los nuevos
héroes y protectores de la ciudad.
Dejarle el mazo del tarot
a Ralph Denton
Piensan que destruirá las cartas: ver la
sección Destruir todo el mazo del tarot para
obtener detalles sobre lo que sucede.
Usar el mazo del tarot para dar
los poderes de los criminales a
otras personas
Esta podría ser una buena manera
de acabar con la guerra y prepararse
para una nueva generación de Espe-
ciales que intentan actuar por el bien
común. Los Especiales podrían entre-
narlos para evitar que se repitan los
errores del pasado.
Recordando al Hombre Cósmico, por Laurent Devernay y Jerome Larre
Pasar el testigo
Los Especiales podrían renunciar a sus
poderes y concedérselos a la siguiente ge-
neración. Sin la ayuda de los compañeros
del Hombre Cósmico, estos nuevos Es-
peciales no tienen ninguna posibilidad.
Conocer al nuevo jefe una nueva campaña que trate sobre es-
Usando el mazo del tarot, los Espe-
ciales podrían obligar a los criminales
a someterse mediante el chantaje o la
amenaza. Este podría ser el momento
de que ellos gobiernen la ciudad.
Hay que atraparlos a todos
Los Especiales utilizan el mazo del ta-
rot para compartir todos los poderes
disponibles, sin dejar nada para los cri-
minales. La guerra de bandas termina
rápidamente, a menos que uno de los
Especiales decida quedarse con todos
los poderes.
387
Como Dealer, tienes derecho a decidir
cómo quieres jugar a esto. Una breve
escena cinemática podría poner fin a
esta sesión, mostrando las principa-
les consecuencias de estas elecciones.
También se puede enseñar a través de
algunas escenas clave o ser el comien-
zo de un par de sesiones, incluso de
tas decisiones, cómo entran en vigor y
sus consecuencias.
En todos los casos, Ciudad Cós-
mica cambia para siempre y son los
jugadores los que deciden cómo. Por
último, pregúntate a ti mismo y a
los jugadores cómo será recordado
el Hombre Cósmico y cómo quieren
ellos que se le recuerde.
Notas del diseñador 389

NOTAS DEL Así es como yo, maestro del minijue-

go, el diseñador de la media página de

DISEÑADOR reglas del Barón Munchausen, el hombre

que ha puesto un juego de rol comple-
to en el reverso de su tarjeta de visita,
Tengo que contarte un secreto. Alas Ve- convirtió un pequeño juego de rol na-
gas estaba destinado a ser un pequeño rrativo de cuatro episodios en más de
proyecto, un escrito de un mes de du- trescientas páginas.
ración que escondía dos razones: ense-
Otro secreto: este es el primer jue-
ñarme a usar Kickstarter antes de lan-
go de rol que he diseñado. El primero
zar uno de los proyectos que considero
de verdad. He escrito para muchos, he
una posible nébeda de financiación
publicado varios, hice algo que se lla-
colectiva (eso sería revelador, pero Pa-
maba a sí mismo un juego de rol pero
ranoia recaudó 58.000 euros en su pri-
que resultó ser el primer juego narra-
mer día), y tomar la temperatura de
tivo, solo que no podía llamarlo así
mi importancia social después de diez
porque el término no existía todavía,
años fuera del negocio de los juegos de
pero este es el primer juego de rol real
mesa. Nunca pretendimos que fuera a
en el que he hecho un diseño e imple-
lo grande. Nunca pretendimos que re-
mentación en solitario de principio a
caudara el 800 % de su objetivo y que
fin. Así que con eso y el peso de las ex-
atrajera contribuciones de los mejo-
pectativas que notaba sobre los hom-
res talentos del diseño de juegos. Nun-
bros, había algo de miedo escénico. Al
ca pretendimos que se convirtiera en
principio no me di cuenta de eso.
ALAS VEGAS.
En la actualización nº 49 para los
Y cuando un proyecto como este
patrocinadores del Kickstarter, men-
contagia con tanta pasión, algo que en
cioné algo de lo que nadie se dio cuen-
tu cabeza es una pequeñez sin mucho
ta. Dije que había cambiado el nombre
valor (no digo que no pensara que era
de mi documento de trabajo de «Acto
bueno, no hubiera pedido financiación
1 empezar de ceroXXX» a «“Alas Ve-
para algo de lo que no estuviera orgu-
gas” segundo borrador». Las palabras
lloso, pero no pensé que fuera un gran
clave son «empezar de cero». Cuando
juego, y la razón por la que pedí 3500 li-
terminó el Kickstarter, eché un vistazo
bras al principio fue porque pensé que
a todo lo que tenía, la mezcolanza de
eso era lo que valía), cuando algo así
ideas, la falta de temas claros, la mezcla
atrae a más de mil personas que pro-
de influencias, y deseché la mayor par-
meten dar dinero, algo en tu cerebro
te y empecé de nuevo. Y luego lo odié,
cambia, algo que dice: «Tío, mil per-
y también lo deseché.
sonas, esto tiene que ser más grande.
Esto tiene que ser un juego mucho más Gracias por vuestra paciencia. Alas
grande». O al menos así fue en el mío. Vegas ha tardado un poco en llegar
hasta aquí.
390
A partir de este momento hay
spoilers de la trama de “Alas Vegas”.
Uno de esos spoilers es que hay más
notas del diseñador en el capítulo 3,
en la página 121, y también contienen
spoilers. Quedas advertido.
La idea que se convirtió en “Alas Ve-
gas” surgió a mediados de los años 90,
durante un paseo a la hora del almuer-
zo por el Ladbrook Grove de Londres
con Cathi Unsworth. Yo era el edi-
tor jefe de la revista Bizarre, ella era la
subeditora jefe y los dos escribíamos
ficción en nuestro tiempo libre, salvo
que mis tardes y fines de semana los pa-
saba dirigiendo la mayor editorial de
juegos de rol del Reino Unido, así que
el «tiempo libre» era el que podía robar
en los viajes en tren y autobús. (Cathi
es ahora una novelista galardonada; lee
sus obras porque son increíbles). Des-
echamos algunas ideas y no llegamos
a ninguna parte, y luego dejé Bizarre
y trabajé de presentador de televisión
durante un tiempo.
Avanzamos hasta 2010 y el concur-
so GameChef, el desafío anual de es-
cribir un juego de rol en nueve días
basado en una selección de palabras
temáticas elegidas al azar. En 2010 las
palabras eran CIUDAD, DESIERTO,
BORDE y PIEL. Y mi primer pensa-
miento fue: «Vaya, tío, acaban de des-
cribir “Alas Vegas”». Segundo pensa-
miento: «Por eso nunca llegó a ser una
novela, es una historia que tiene que
contarse de forma interactiva». Tercer
pensamiento: «Ahora tengo que escri-
bir la maldita historia».
Alas Vegas
Y luego uno de mis hijos tuvo que
ingresar en el hospital el fin de semana
antes de la fecha límite y no terminé el
juego a tiempo.
No se llamaba “Alas Vegas” en ese
momento. En los años 90 había sido
Vague As Hell o posiblemente Vague-Ass
Hell. Los primeros borradores del jue-
go de rol se llamaban principalmente
Blackjack, aunque también tanteé un
poco con Los Juegos [N. d. T.: En espa-
ñol en el original]. Durante cierto tiem-
po ese también fue el nombre de la ciu-
dad. Gran parte del primer material se
escribió mientras viajaba, de la misma
manera que escribí la mayor parte de
Baron Munchausen. Un viaje en metro de
40 minutos tiene algo que te hace con-
centrarte de manera asombrosa, son las
mejores partes de Pomodoro combina-
do con no tener internet. Escribo mu-
cho en el transporte público. Esto lo es-
toy escribiendo en el autobús de vuelta
a casa desde el despacho. Inténtalo. De-
pendiendo de las rutas de los autobuses
locales y de las probabilidades de que te
roben el portátil, por supuesto.
La historia que ya tenía, o gran parte
de ella, procedía de la malograda nove-
la de los 90. Tenía el escenario, el prin-
cipio, el medio y el final. Siempre em-
pezaba con una tumba poco profunda
en el desierto. Sabía que iba a haber un
atraco, aunque no lo había planeado y
no tenía ni idea de cuál era el objetivo.
Ciertas cosas no existían todavía, como
el Ermitaño y el Inocente, Bullneck,
Harry Spices y el Pikadon, y las fichas
y el cambio de fase; y ciertas cosas cam-
biaron por completo, como casi todo el
Notas del diseñador
último acto, y el segundo acto, el tercer
acto, y la mayor parte del primer acto.
Si pudieras raspar, como un restaura-
dor de cuadros que quita las capas de
un lienzo sucio, pasarías por cuatro o
cinco versiones muy diferentes de “Alas
Vegas” antes de llegar al original: cada
una mucho más pequeña, más endeble
y menos interesante. Y no fue hasta
bastante más tarde que descubrí Last
Call de Tim Powers, y tardé aún más
en leerlo. Es muy bueno y lo recomien-
do, pero no fue una influencia. Hunter
Thompson, sí. Tim Powers, no.
Igual que la parte de la tumba poco
profunda en Fallout 3: New Vegas. Pue-
de que yo no publicara antes, pero se
me ocurrió la idea mucho antes de que
saliera el juego.
La única cosa que no cambió fue
el escenario. Siempre fue Las Vegas.
Me fascina Las Vegas de la misma for-
ma que me fascinan los gusanos en un
cuerpo en descomposición o los patro-
nes hechos con molde. La considero
todo aquello que es asqueroso en el es-
píritu humano. Es un lugar donde nada
es real y nada importa salvo el dinero,
donde la gente no vale más que la can-
tidad de dinero que le puedes sacar. Y
cada vez más, el mundo gira en la mis-
ma dirección, la máscara del capitalis-
mo se cae para revelar el sombrío ar-
quetipo que hay detrás de él, y si eso no
lo convierte en un tema fructífero para
la narración de historias, entonces es-
toy en el negocio equivocado.
Para mí, la idea de tener un solo lu-
gar en el país para ir a jugar es extra-
ña. En el Reino Unido, en mi infancia,
391
todos los pubs y muchos cafés tenían
una tragaperras, una tragaperras con
palanca y, aunque técnicamente era
ilegal para los menores de 18 años ju-
gar con ellas, a nadie le importaba si
un niño curioso de ocho años metía
su paga. Hay una casa de apuestas en
cada calle principal y se anuncian en
la televisión, junto con salas de bingo
y casinos en línea. El juego es solo otra
actividad de ocio. Hacer de él un feti-
che como hace Las Vegas, convertirlo
en un destino, en algo a lo que aspirar,
en una ciudad tan poco natural como
Las Vegas (no un oasis en medio del de-
sierto, sino un parásito que se extiende,
chupando lo que queda de vida de su
entorno) es perverso. No estoy dicien-
do que apostar esté bien, no estoy di-
ciendo que esté mal, pero encerrarlo en
medio de la nada, un hogar de excesos
donde nadie puede ver tus transgre-
siones, y luego crear una característica
para venderlo con el hecho de que «lo
que pasa en Las Vegas se queda en Las
Vegas»… bueno, es una forma muy es-
tadounidense de manejar todos los de-
seos sórdidos que los Padres Peregrinos
querían dejar en el Viejo Mundo.
No puedo decir de dónde vino la
mecánica. En realidad, sí puedo: vie-
ne de haberme sumergido en los juegos
desde los 14 años. Quieres saber cómo
diseñar juegos, jugar a todos los jue-
gos, desde los juegos tradicionales de
patio de recreo hasta las últimas obras
de arte digital. Jugarlos todos. Piensas
en lo que hacen y en cómo funcionan.
Lees libros sobre juegos. Lees libros so-
bre diseño. Lees libros sobre jugar. Lees
392
libros sobre teatro y cine y sobre na-
rración e historia. Lees libros sobre de-
portes. Lees libros sobre probabilidad
y psicología y lógica y antropología. Es-
cribes reseñas sobre juegos, porque te
hará pensar en los juegos de una ma-
nera estructurada y analítica. Asistes a
conferencias y hablas sobre el funcio-
namiento de los juegos. Enseñas juegos
y diseño de juegos. Aprendes a hacer
juegos haciendo juegos, y «hacer jue-
gos» es un proceso de dos etapas: el di-
seño y las pruebas, y las dos se repiten.
Si no pruebas tus juegos, nunca sabrás
en qué te equivocas.
La mecánica tomó forma enseguida,
lo que significa que se necesitó todo lo
anterior más unos veinte años de dise-
ños descartados y de pensar en lo que
son los juegos de rol y cómo interactúan
con nuestra comprensión del persona-
je, el juego y el yo, de modo que cuan-
do una noche me senté en un tren aba-
rrotado de la Northern Line y pregunté
cómo funcionaría un juego en el que
te despertabas con amnesia y volvías a
descubrir poco a poco quién eras, ya te-
nía la respuesta cuando llegué en casa.
Cuando se me ocurrió, pensé que la
idea de un paquete integrado de reglas,
antecedentes y aventura para llevar a
cabo una historia independiente basada
en el formato de una miniserie de HBO
era sumamente inteligente. Ensegui-
da me informaron de que los franceses
llevaban años haciendo este tipo de co-
sas, lo llamaban juego BLAST, y así fue
como Laurent Devernay y Jerome Larre
se incorporaron como escritores. Otros
contribuyentes se ofrecieron a aportar
Alas Vegas
ideas que encajaran bien en el libro, y
algunos les pedí que participaran. John
Coulthart es un artista del que conozco
su trabajo desde los años ochenta. Marc
Gascoigne sugirió su nombre después
de que otros artistas abandonaran, y yo
dije: «¿Estás de coña? No puedo pagar-
le a un artista como John Coulthart».
Resultó que sí podía, y trabajar con él
para crear las imágenes de los Arcanos
Mayores de “Alas Vegas” fue un proce-
so fantástico. Niki Hunter y yo partici-
pamos en un proyecto de videojuegos
basado en un poni que fracasó, pero sus
muestras del diseño artístico tenían tan-
ta fuerza que le pedí que se involucrara
en este, y aquí estamos.
Sé que las historias donde el prota-
gonista descubre que está muerto ocu-
pan un lugar destacado en la mayoría
de las listas de «no hacer esto en la fic-
ción». Mea culpa. Como les digo a mis
estudiantes, la interactividad lo cam-
bia todo. Darse cuenta de que un per-
sonaje está muerto es una cosa y darse
cuenta de que estás muerto es otra, y
creo que el descubrimiento llega en un
momento de la estructura de la narra-
tiva del juego en el que los jugadores
están lo bastante dedicados a sus per-
sonajes como para preocuparse por la
revelación, que, para ser sincero, pro-
bablemente ya sospecharán. Así que
es un triple golpe deliberado: se dan
cuenta de dónde están y, a partir de
ahí, saltan a «Oh oh, estamos muer-
tos», y luego el Presidente los recono-
ce entre la multitud. Esta última par-
te tiene otro propósito: les hace darse
cuenta, aunque sea subconscientemen-
Notas del diseñador
te, de que aquí hay un tipo que sabe lo
que les ha pasado, y ese hecho hace que
el ascensor negro sea su destino final.
Y es un cambio clásico en el punto
central de la historia que pone el mun-
do al revés y da nueva forma a los ob-
jetivos de las personae en un instante.
Es exactamente el centro del juego. He
reelaborado esa escena más que cual-
quier otra en este libro. Todavía creo
que las palabras podrían ser mejores.
Pero lo importante son las imágenes
en la cabeza de tus jugadores, y por eso
sirve prepararlas con el aspecto del Rat
Pack, aunque solo sea para que tengan
algo en lo que basarse.
Creo que el momento que definió el
desarrollo creativo de “Alas Vegas” en
pocas palabras fue cuando mi antiguo
vecino asesinó al marido de alguien que
conozco desde la adolescencia apuña-
lándolo hasta la muerte con unas tije-
ras. No se conocían. Fue un asesinato
completamente al azar, una de esas co-
sas que ocurren cuando alguien deja de
tomar sus medicamentos y se empieza
a tomar las voces de su cabeza demasia-
do en serio.
Esto no es algo de una sesión de
prueba del juego. Esto ocurrió en un
pub en el oeste de Londres. Pero ocu-
rrió unos días después de que escribie-
ra una de las escenas más sangrientas
del libro, que en su versión original
presentaba un par de tijeras de for-
ma muy destacada. Y esa fue solo la
primera. El total de muertes desagra-
dables que reflejan extrañamente las
cosas que había escrito hacía poco en
el libro asciende a cuatro, o cinco si
393
amplías un poco tus definiciones. Es
la clase de cadena de coincidencias
que puede frenar el proceso creativo
de una persona y hacer que no quiera
mirar un manuscrito durante bastante
tiempo. Pero como dijo el hombre, si
mi vida se vuelve normal, tendré que
empezar a conducir un camión.
Ojalá hubiera tardado menos, ojalá
no le hubiera dedicado casi cuatro años
de mi vida a esto, pero creo que el re-
sultado final ha valido la pena, y no me
voy a disculpar, ni por eso ni por cual-
quier otra cosa.
Una observación final. No sé si
“Alas Vegas” te hará sangrar o no, pero
si sientes que el juego te ha impacta-
do, lo cual es posible en un juego que
básicamente trata sobre el TEPT, en-
tonces deberías pensar en una inter-
vención inmediata o en una sesión de
asistencia. No me queda espacio para
entrar en detalles sobre lo que esto im-
plica, pero son conceptos inteligentes y
relevantes del LARP nórdico, y los tér-
minos de búsqueda nordic larp afterca-
re te serán de gran utilidad. Mira, no
te resistas y lee sobre el LARP nórdico
y la forma en que han estado hacien-
do retroceder los límites del diseño de
juegos narrativos durante los últimos
veinte años, mientras que el resto del
mundo ha estado reinventando el D&D
por enésima vez.
¿Hemos terminado? Hemos termi-
nado. Gracias por leerme. Ahora vete
a jugar.
James Wallis
394
LICENCIA
CREATIVE
COMMONS
El sistema Fuga de mecánica de juego
de James Wallis (es decir, el material es-
crito en este libro entre las páginas 10 y
31 incluidas) está disponible bajo una li-
cencia Creative Commons, en concreto
la licencia Attribution-ShareAlike 4.0
International (CC BY-SA 4.0). Puedes
ver el texto completo de la licencia en
https://creativecommons.org/licenses/
by-sa/4.0/legalcode pero el tl;dr dice así:
Puedes utilizar la mecánica de Fuga en
tu trabajo, incluido la publicación total o
parcial en un producto gratis o comer-
cial. También puedes cambiar, aumentar
y editar el material. Sin embargo, debes
cumplir con las siguientes condiciones:
Alas Vegas
Debe
C incluir un reconocimiento
al trabajo original («El sistema de
Fuga creado para el juego de rol
“Alas Vegas”») y al diseñador origi-
nal (James Wallis), al menos de for-
ma tan destacada como si se tratara
de un reconocimiento a otros cola-
boradores, y debe decir que la me-
cánica de Fuga está disponible bajo
esta licencia Creative Commons.
C Debe indicar si ha realizado algún
cambio en el material original.
C Si hace cualquier cambio o adición
al material con licencia CC, enton-
ces debe distribuir sus cambios bajo
la misma licencia.
C Debe incluir una copia de la licencia
o un enlace a ella.
C No pueden aplicar términos legales
o medidas tecnológicas que restrin-
jan legalmente a otros de hacer cual-
quier cosa que la licencia permita.
Esta publicación Creative Commons
del sistema Fuga fue posible gracias a la
generosidad de los patrocinadores de
Alas Vegas en Kickstarter, quienes paga-
ron como un objetivo de la campaña de
recaudación de fondos original.