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Jeremías

Jeremías 22:13 - 25:12


Programa No. 0886

Jeremías 22:13 - 25:12

En nuestro programa anterior, amigo oyente, dejamos nuestro estudio en el capítulo 22, donde
el profeta Jeremías presenta el mensaje más duro que encontramos en la Palabra de Dios. Pero a
causa de nuestra ansiedad de ver ese juicio contra Conías, al final del capítulo, dejamos de lado el
juicio contra el padre de Joacim, en el juicio contra Joaquín. Él también fue un gobernante malvado.
Pero durante su reinado hubo prosperidad. Los hombres se estaban enriqueciendo, y los pobres
estaban siendo pisoteados. Y ese es el cuadro que tuvimos allí. Y lo interesante de notar allí es que
Dios tenía mucho que decir en Su Palabra en cuanto a los pobres. Y la verdad es que la Palabra de Dios
presta tanta atención a ese asunto que usted y yo no podemos ignorarlo, ya que está mencionado en
el Antiguo y también en el Nuevo Testamento. Notemos lo que dice el versículo 13, del capítulo 22 de
Jeremías. En este versículo, comienza este mensaje en cuanto a Joaquín. Leamos este versículo 13,
del capítulo 22:

13
¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde,
y no dándole el salario de su trabajo! (Jer. 22:13)

Esta gente se estaba enriqueciendo utilizando un método impío, digamos; a los pobres no se les
pagaba el salario merecido; y mientras tanto, el rico se enriquecía cada vez más, y el pobre se hacía
cada vez más pobre. Y luego, los versículos 14 y 15, dicen:

14
Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre de
cedro, y la pinta de bermellón. 15¿Reinarás, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu
padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien? (Jer. 22:14-15)

Ahora, él se está refiriendo nuevamente a Josías, el buen rey. Y notemos lo que dice en cuanto a
él en los versículos 16 y 17:

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El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto
conocerme a mí? dice Jehová. 17Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para
derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio. (Jer. 22:16-17)

Podríamos seguir leyendo aquí, pero vamos a dejar nuestra lectura en este punto en particular,
porque aquí encontramos el juicio de Dios que es pronunciado en cuanto a ellos. Estaban sucediendo
dos cosas: los ricos se estaban enriqueciendo utilizando métodos malvados, y los pobres, como
hemos dicho, eran cada vez más pobres; y el hombre común de aquel día estaba sufriendo mientras
algunos pocos se estaban enriqueciendo.

Y Dios tiene mucho que decir en cuanto a esto. Jeremías está dirigiendo la atención aquí en hacia
estos hombres ricos que estaban amontonando su riqueza por medio de la labor de otras personas, y
estaban pisoteando a los pobres. Y que estos ricos en su orgullo y en su arrogancia se edificaban
palacios para sí mismos y vivían como si Dios se hubiera olvidado de sus iniquidades y de los métodos
malvados por los cuales estaban adquiriendo su riqueza. Debemos decir que la Palabra de Dios tiene
mucho que decir en cuanto a esto. Santiago, dijo en el Nuevo Testamento: ¡vamos ahora ricos! llorad
y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están
comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros. Ahora,
hay dos cosas por las cuales Dios condena a los ricos: Por la forma en que ellos obtienen su dinero y
por la forma en que ellos lo gastan - la forma en que lo usan. Y permítanos decir de una manera muy
cándida, que hoy todas las cosas están inclinadas para ayudar al hombre rico. Uno encuentra que
tiene que pagar más impuestos, en algunos casos, más de lo que tienen que pagar aquellos que tienen
mucho dinero. Y uno pensaría por los impuestos que está pagando que uno es millonario. Uno puede
descubrir que las leyes de los impuestos están preparadas para proteger, en su mayor parte, a los
ricos. Y los políticos tratan de hacer todas las cosas en favor de los ricos; para aquellos que dan para
sus campañas políticas. Y los ricos sólo dan dinero para eso. Nunca dan para la obra del Señor. Ellos
nunca dan nada de dinero para propagar la Palabra de Dios hoy. Y Dios reconoce eso. Dios reconoció

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la forma en que ellos ganaban dinero. Ellos lo hacen a costa de los pobres, y luego, ellos lo gastan para
sí mismos, construyendo palacios en los cuales vivían.

Ahora, cuando decimos estas cosas, nos damos cuenta que estamos antagonizando a algunas
personas, especialmente aquellos que tienen algún dinero. Bueno, estamos presentando lo que
Jeremías dice. Él nunca recibió apoyo de parte de los ricos, tampoco. Y nosotros tenemos que
aguantar las cosas de la misma manera. Pero hablando honestamente, amigo oyente, es un pecado
para el hombre hoy vivir en una mansión mientras hay personas pobres que se encuentran en una
pobreza tremenda. Ningún creyente debería vivir así. Amigo oyente, si usted tiene demasiado dinero,
¿por qué no lo está gastando para ayudar a algunos pobres? Y hay muchos creyentes pobres hoy.
Sabemos que hay algunos ricos que van a las villas miseria y ayudan en lugares como esos. Pero hay
muchos de los hijos de Dios hoy, que son pobres y que no están recibiendo la ayuda de nadie. Sabemos
que ellos no están siendo ayudados. Debemos decir que hay muchos creyentes pobres hoy, hijos de
Dios; y los ricos, los creyentes ricos, los están dejando de lado mientras éstos están edificando
mansiones en las cuales vivir.

Y la religión en muchos casos trata de satisfacer a los ricos también. Uno encuentra algunos
predicadores que dicen: “Bueno, sabía que fulano de tal asiste a mi iglesia, es miembro de mi iglesia
y es un millonario”. Bueno, a mí, me gustaría saber lo que esa persona está haciendo para difundir la
Palabra de Dios. En cierta ocasión, el autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, conoció
a un hombre que era multimillonario. Y él decía que había unos amigos que querían que él conociera
a este hombre, porque decían que él estaba interesado en este programa, que él lo escuchaba
diariamente. Por tanto, el Dr. McGee acudió a reunirse con él y le contó todo en cuanto a este
programa. Y decía él: “No lo hice sino hasta cuando él me preguntó en cuanto al programa. Cuando él
me preguntó, le di un informe muy entusiasta en cuanto a la marcha de este programa “A Través de la
Biblia”, y lo que estaba sucediendo. Y este hombre estaba aparentemente muy interesado; ah, él decía
que escuchaba los programas. Y, ¿sabe usted cuánto dinero ha dado para este programa? ¡Ni un solo

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centavo!” Bueno, amigo oyente, quizá usted dirá que nosotros estamos llorando por dinero; que nos
estamos usando a nosotros mismos como una ilustración. Pero, no creemos que sea así, amigo
oyente. Simplemente estamos diciendo lo que sabemos, y eso es algo con lo cual estamos
familiarizados hoy. Y esta es una de las cosas que la Palabra de Dios condena tanto en el Antiguo como
en el Nuevo Testamento. Lea la epístola de Santiago. Él tiene un capítulo completo dedicado a hablar
de los ricos, y la forma en que ellos obtienen su dinero, y también cómo lo están gastando. A mí, no
me gustaría ser un hombre, un creyente, que deja millones cuando se muera. Yo creo, amigo oyente,
que si uno deja todo eso en la tierra, va a tener problemas cuando llegue a la presencia del Señor. Dios
quiere saber por qué hizo eso. No creemos que Él ponga objeciones a la forma de vivir cómodamente
que usted ha tenido. Creemos que Él quiere que así lo haga. Si no, no le hubiera dado todo eso. Pero
Él también le va a hacer responsable a usted, por la forma en que usted lo usó, si lo ha usado para la
gloria de Dios. El Señor le va a preguntar por qué no hizo usted tesoros en el cielo. Sabemos que nos
creamos problemas cuando hablamos así. Pero es necesario que alguien hable de esta manera hoy
porque hay demasiado de esto en la Palabra de Dios, y Dios nos lo deja, nos lo expresa, de una manera
bastante clara. Ahora, en el versículo 16, de este capítulo 22 de Jeremías, leemos:

16
El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto
conocerme a mí? dice Jehová. (Jer. 22:16)

Dios está diciendo: “Josías me conoció y él sabía que no podía ser mi seguidor y no llegar a tener
un interés por los pobres y los necesitados”. Dios dice: “Yo me preocupo por ellos”. ¿Sabe usted cuáles
son los dos grupos más difíciles de alcanzar con el evangelio hoy? Los muy ricos y los muy pobres.
Aquellos que son muy, pero muy pobres, y aquellos que son muy, pero muy ricos. Dios dice: “Yo quiero
equilibrar eso, porque quiero que ellos escuchen el evangelio y sean salvos. Quiero que los ricos allá
arriba ayuden a los pobres aquí abajo. Y eso es lo que Dios está diciendo aquí. Entonces, esos dos
grupos pueden ser alcanzados con la Palabra de Dios. Y creemos que ese es el problema fundamental
del presente. No creemos que sea un problema racial, ni de clase; creemos que es un asunto del rico

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y del pobre. Amigo oyente, ese es el problema más grande del día de hoy en el mundo. Y esto de los
ricos y de los pobres es lo que Dios dice que juzgará. Es muy difícil dejar esto de lado.

Ahora, comenzando en el capítulo 23, encontramos un rayo de esperanza. Las cosas nunca se
pusieron tan tenebrosas y oscuras como para que el profeta no pudiera ver un rayo de luz que señalara
hacia el futuro. Ahora, en el capítulo 23, después de ese juicio tan duro que encontramos en la Biblia
contra Conías, aparece el sol. Y en el primer versículo del capítulo 23, leemos:

1
¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová. (Jer.
23:1)

Estos pastores no son los predicadores. Él hablará en cuanto a los líderes religiosos más
adelante. Y aquí tenemos a los pastores y éstos son los reyes, los políticos: la gente que está
gobernando; aquellos que están haciendo las leyes, los que se encuentran en la cumbre. Y Dios dice:
“Ay de ellos.” Y en el versículo 2 dice:

2
Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo:
Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo
castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová. (Jer. 23:2)

Y Dios dice que Él los castigará, y Él hizo eso en aquel día. Ahora, aparece el sol. Nunca se puso
tan oscuro que el profeta no pudiera ver un rayo de luz. Y en los versículos 3 y 4, de este capítulo 23 de
Jeremías, leemos:

3
Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las
haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. 4Y pondré sobre ellas pastores que
las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová.
(Jer. 23:3-4)

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Dios dice que se aproximan los días cuando Él tiene la intención de tener el control de todo. Y
cuando Él haga eso, entonces, usted podrá ver que se cuida a los pobres, y usted podrá apreciar,
entonces, un gobierno completamente diferente de lo que tenemos hoy en este mundo. Y luego, en el
versículo 5, dice:

5
He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como
Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. (Jer. 23:5)

Aquí se indica que hay un rey que vendrá del linaje de David. Pero este rey Conías, Jeconías, y
toda su descendencia, aun cuando ellos estaban en el linaje de David, serían rechazados y cortados.
Amigo oyente, usted sabe que no puede destruir los propósitos de Dios. Quizá usted cree que sí lo
puede hacer. Pero esto ocurrirá por otra descendencia, del linaje de Natán, otro hijo de David. Y por
medio de ese linaje, llegará una campesina, podemos decir, llamada María; una joven humilde en la
ciudad de Nazaret, y ella dará a luz al Mesías. Por medio de ella, nace el Rey. Y cuando Él se presentó
a Sí mismo al mundo, dijo: “He aquí el reino de los cielos está cerca”. Y uno no puede tener un reino
sin rey. Lo que Él dijo fue: “Aquí está el rey”. Y ellos rechazaron al Rey. Pero, amigo oyente, Él tiene la
última palabra. Debemos ver que Él los rechazó a ellos, y Él dijo que el rey regresaría algún día y que
iba a establecer su reino. Luego, en el versículo 6, leemos:

6
En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le
llamarán: Jehová, justicia nuestra. (Jer. 23:6)

¿Ha oído usted alguna vez, en alguna campaña política que ese candidato es un hombre justo y
que él actuará de una manera justa? No hemos encontrado eso todavía. Ellos pueden decir muchas
otras cosas pero nadie dice que va a ser justo. Y de que ellos seguirán los planes de Dios y los
programas de Dios para su gobierno, ellos no se atreven a decir eso hoy. Luego, en los versículos 7 y
8, leemos:

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7
Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo
subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, 8sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la
descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había
echado; y habitarán en su tierra. (Jer. 23:7-8)

Esta es una de las profecías más destacadas de la Palabra de Dios. La fiesta más antigua, nos
referimos a la fiesta religiosa más antigua que existe en el presente, es la de la Pascua. La Pascua judía.
Y no importa qué clase de israelita un hombre pueda ser, puede ser de los reformados o de los
ortodoxos, pero eso no hace ninguna diferencia. Él, siempre recuerda la Pascua, cuando ellos fueron
librados de la esclavitud en Egipto. Dios dice: “Llegará el día cuando los haré regresar a la tierra (lo
que Yo haré), y por eso, ellos se olvidarán de cuando los libré de Egipto y ellos recordarán esta cosa
nueva que Yo tengo el propósito de hacer”. Eso será algo muy superior a la liberación que tuvieron
cuando se encontraban en la tierra de Egipto. Esto es algo tremendo, amigo oyente. Y usted o cree, o
no cree esto. Dios no ha finalizado aún Su trato con la nación de Israel. Y luego, en el versículo 17, de
este capítulo 23, leemos:

17
Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda
tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. (Jer. 23:17)

Y hoy tenemos soñadores que dicen que van a traer paz a este mundo, y todos ellos hablan de
la misma manera, y Dios dice: “Ustedes no lo podrán hacer. Eso es imposible para ustedes”. Dios dice,
como vimos en el libro de Isaías: No hay paz, dice el Señor, para los malvados. Nuestro problema no es
el que uno no pueda hacer paz y que la gente no quiera tener paz. El problema está en que el corazón
del hombre es completamente malvado, y ¿quién lo puede conocer? Usted no sabe, en realidad, lo
malo que es. Y los hombres impíos en el poder hoy no pueden traer paz a esta tierra. Si lo pudieran
hacer, estarían contradiciendo la Palabra de Dios. Y ahora, en el versículo 21, de este capítulo 23 de
Jeremías, leemos:

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21
No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban.
(Jer. 23:21)

Ahora, Él se dirige a los líderes religiosos. Él dice que uno no puede confiar hoy en los líderes
políticos. Que ellos no pueden traer paz. Que ellos ignoran a los pobres, y, en el versículo 21, como
hemos visto, dice:

21
No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban.
(Jer. 23:21)

Y Dios está diciendo, (y la tierra estaba llena de estos profetas en aquel día), Dios dice: “Yo no los
envié. Ellos no están presentando mi mensaje”. Dios rechazó a los líderes políticos y religiosos. Y
creemos que Él haría lo mismo hoy en este mundo, en todas partes de este mundo. Porque, ¿quién
está buscando a Dios hoy? ¿Aún entre los líderes religiosos de este mundo? ¡ Ah, ellos sí siguen la
religión! Y son tan religiosos y tan “piadosos” como un perrito envenenado. Pero ellos no están
buscando al Dios vivo y verdadero. Luego, Dios dice en el versículo 30, de este capítulo 23 de Jeremías:

30
Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras
cada uno de su más cercano. (Jer. 23:30)

Y hoy los liberales se muestran en contra de la Palabra de Dios, diciendo que no es la palabra de
Dios; robando los corazones de la gente. No me gustaría a mí ser uno de estos profesores universitarios
o predicadores sin Dios hoy, que están arruinando completamente la fe de los creyentes. Dios dice
aquí: “Yo voy a hacer algo en cuanto a esto un día”. Y Dios no tiene ningún apuro. No sea usted
engañado por esta demora, porque un día llegará ese juicio, ese castigo contra el mal, y eso no se hace
apresuradamente. En los corazones de los hombres se encuentra ese deseo de hacer el mal. Ellos
creen que se están saliendo con la suya. Pero, Dios dice: “Yo tengo la eternidad por delante y estoy en
control de todo lo que sucede aquí. Y llegará el día cuando Yo me haré cargo de todo esto”.

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Ahora, en el capítulo 24, encontramos la señal de los higos buenos y de los higos malos. Dios
siempre hace una diferencia entre lo bueno y lo malo, y lo presenta aquí también. Él dice aquí que
tiene la intención de enviar a esta gente a la cautividad porque son higos malos. Ese es el castigo de
Dios y lo que Él piensa de esta gente.

Y en el capítulo 25, encontramos algo destacado, ya que allí Jeremías habla claramente en
cuanto a la cautividad y hasta menciona el lapso de tiempo que ellos estarán cautivos. En la primera
parte del versículo 9 dice: He aquí que enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a
Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo. Y usted recuerda que Daniel fue el que llevó a este hombre
a un conocimiento salvador de Dios. Y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra
todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y burla y en desolación
perpetua. Hay muchas personas que se preguntan por qué la tierra de Israel no es hoy la tierra donde
fluye la leche y la miel. En ese lugar hace falta mucho el agua. Necesitan el agua desesperadamente. Y
¿por qué es eso así? Dios dice: “Yo voy a hacer de esto un lugar de desolación perpetua. Yo quiero que
el mundo entero sepa que Yo castigo no solamente a la gente sino también a la tierra misma”. Y el
castigo de Dios se cumple en esa tierra de una manera específica como lo es la maldición por el pecado
sobre toda la tierra hoy. Esta tierra en la cual nosotros vivimos no produce todo lo que es capaz de
producir, debido a esa maldición del pecado que pesa sobre ella. Ahora, en el versículo 10, del capítulo
25, leemos:

10
Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado
y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara. (Jer. 25:10)

Dios está quitándoles a ellos todo aquello que les hacía felices, todo aquello que les daba gozo;
ya no habrá más alegría en las fiestas de matrimonio. No se escuchará el ruido del molino. Los
negocios, el comercio iba a desaparecer. Y la luz de la lámpara, eso se refiere al hogar en las horas de
la noche. Ya no habrá más de eso. Y el versículo 11 dice:

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Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de
Babilonia setenta años. (Jer. 25:11)

Cuando Dios trata con la nación de Israel, Él trata con el calendario. Él menciona el tiempo
claramente. Cuando trata con la Iglesia, no se menciona ninguna clase de tiempo. Usted y yo no
tenemos ningún derecho hoy de decir siquiera que el Señor Jesucristo tiene que venir pronto. ¿Cómo
sabemos eso? Usted no lo sabe. No se nos ha dado el tiempo, y alguien nos va a decir: “Pero ustedes
creen que Él vendrá pronto”. Y eso es correcto. Y lo decimos ahora mismo. Creemos que Él viene
pronto. Sin embargo, amigo oyente, tenemos que decir que no sabemos cuándo exactamente. Y no
tenemos el derecho verdaderamente de decir que Él viene pronto. Pero sí podemos decir que Él
vendrá, y eso es todo lo que podemos decir. Ahora, en el versículo 12, dice:

12
Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación
por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para
siempre. (Jer. 25:12)

Dios ha hecho eso. No hay ningún argumento en cuanto a eso. Si usted quiere argumentar o
discutir en cuanto a esto, entonces, usted está hablando de cosas semánticas y no está hablando en
cuanto a la profecía. Dios ya ha cumplido con esto.

Y aquí vamos a detenernos por hoy. En la continuación de este estudio sobre el libro del profeta
Jeremías, contamos con su muy valiosa sintonía. Le sugerimos estudiar el resto de este capítulo 25
para estar así mejor informado de lo que trataremos en nuestro próximo programa. Será pues, hasta
entonces, es nuestra oración ¡que la presencia del Señor sea con usted ahora y siempre!

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