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EXAMEN DE CONCIENCIA DIARIO

Supuesta la presencia de Dios, que es el punto con el que se debe empezar todo
verdadero ejercicio de oración, San Ignacio propone para el examen los siguientes cinco
puntos:
1. Dar gracias a Dios por los beneficios recibidos.
La actitud de un cristiano en medio del mundo es la de un pobre que nada posee, ni
siquiera a sí mismo, y sin embargo lo tiene todo. Sólo el hombre realmente pobre es
capaz de apreciar el más insignificante don y sentir auténtica gratitud.
Se trata aquí de expansionar el alma agradecida delante de su Dios y Señor, por tantos
dones recibidos durante el día.
2. Pedir luz y gracia al Señor para reconocer los pecados
El examen no es tanto un ejercicio de memoria o autoanálisis, cuanto un dejarse
iluminar por la cercanía de Dios. Por eso es necesario pedir al Espíritu Santo que
ilumine nuestras facultades y nos dé un mejor conocimiento de nuestro pecado. Este
conocimiento será fruto de la acción de Dios más que resultado de un esfuerzo personal,
3. Revisión práctica de nuestros actos
Es el examen propiamente dicho. Revisamos nuestros actos a lo largo de la jornada,
sintiéndolos como buenos o malos. Así se va formando nuestra conciencia.
La preocupación ha de ser responder con fidelidad a las continuas llamadas del Señor:
¿qué nos ha sucedido a nosotros y en nosotros desde el último examen? ¿Qué nos ha
estado pidiendo el Señor? ¿Cómo hemos escuchado y respondido a las insinuaciones del
Espíritu?
Consiste en centrar la atención, a lo largo del día, en corregir alguna actitud que
suponga un mayor obstáculo a la acción de Dios en el alma. Importa no enfrentarse a
una corrección global, sino a una determinada falta o actitud negativa y pertinaz, hasta
superarla con el recurso frecuente a Dios. De esta manera se lucha eficazmente contra el
defecto dominante, se facilita la unión con Dios durante el día, y se avanza en el
verdadero conocimiento propio.
4. Pedir perdón a Dios por los propios pecados
La petición de perdón brota espontánea en el alma cuando con humildad y por la acción
de la gracia, uno experimenta la infidelidad con su Dios y Señor. Surge así, la
conciencia de la propia culpa.

Ahora bien, este dolor no debe producir tanto un sentimiento psicológico depresivo,
cuanto una gozosa experiencia de fe en la que nos sentimos acogidos por la misericordia
de Dios, más allá de nuestras culpas. Se trata de una gratificante experiencia de libertad.
5. Propósito de enmienda.
Es la disposición del corazón para, con la gracia de Dios, determinarse a la purificación
del amor, haciendo lo que esté a nuestro alcance para corregirnos y enmendarnos.
San Pablo lo expresa perfectamente: “olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está
por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde
lo alto” (Flp 3,13-14).

EXAMEN DE CONCIENCIA GENERAL

Examínate para que puedas recordar y reconocer tus pecados.


El pecado se esconde en lo más recóndito de nosotros y muchas veces nosotros mismos
no lo vemos o no lo llamamos pecado; y sigue ahí, en el corazón, creciendo y
apoderándose de nosotros.

I. El Señor dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma”
(Deut. 6, 5)
-¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida? ¿Tiende mi corazón a acercarse a Dios como el de
un hijo con su Padre? ¿Amo verdaderamente a Dios con todo mi corazón, o más bien
vivo demasiado preocupado por las cosas materiales: trabajo, negocios, dinero,
bienestar temporal?
-¿Es firme mi fe en Dios? ¿Procuro cultivar mi fe y mi formación cristiana, participando
en cursos, grupos de vida cristiana, leyendo la Biblia, etc.?
-¿Cuido mi fe? ¿Busco respuestas a mis dudas o me conformo con tener la mentalidad
del mundo?
-¿Rezo todos los días y procuro que mis familiares también recen?
-¿Participo en la Misa de los domingos y días festivos, o falto sin motivo justificado?
¿Me alimento de la Palabra de Dios y participo en la Eucaristía con frecuencia, siempre
que me es posible? ¿He recibido la comunión sacrílegamente, sin estar en gracia de
Dios?
-¿Vengo a confesarme con intención de encontrarme de corazón con mi Padre Dios y
restablecer con Él una relación de amistad y confianza o es una carga que tengo que
soportar, una rutina...? ¿He callado algún pecado grave, voluntariamente, en confesiones
anteriores?
-¿En las dificultades, acudo a Dios con fe y perseverancia?
-¿Qué dioses habitan en mi corazón? ¿Qué ídolos me construyo? ¿Creo en
supersticiones?
-¿Blasfemo contra Dios o contra los santos? ¿He jurado en falso? ¿Tengo Promesas o
votos que no cumplo? ¿Cumplo los mandamientos de la Iglesia? ¿Colaboro
económicamente en sus necesidades? ¿Guardo el ayuno y la abstinencia los días que me
prescribe?
-¿Colaboro en actividades apostólicas o vivo totalmente despreocupado?
-¿Defiendo mi fe públicamente cuando se ataca a Dios, a la Virgen, a los santos o a la
Iglesia?
-¿Consagro a Dios mi trabajo, mi estudio, mi enfermedad, mis preocupaciones? ¿Me
preocupo porque mi vida entera sea toda ella una alabanza a Dios? ¿Cultivo la devoción
y el amor filial a la Virgen María?

II.- El Señor ha dicho: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15,
12)
-¿Tengo un auténtico amor al prójimo? ¿Abuso de mis hermanos los hombres usándolos
para mis fines, mis egoísmos, mi enriquecimiento?
¿Me porto con ellos como no quisiera que se portaran conmigo?
-¿Soy generoso con mis bienes? ¿Los reparto con los que son más pobres que yo7
¿Ayudo a los necesitados o más bien soy egoísta y avaro? ¿Vivo en actitud de servicio y
entrega a los demás o soy un comodón y un caprichoso?
-¿Dedico una parte de mi tiempo a los enfermos, a los marginados, a la catequesis...?
-¿En lo que depende de mí, defiendo a los maltratados, ayudo a los humillados, a los
extranjeros, etc?
-¿Vivo con austeridad, sin derrochar?
-¿Cumplo con mis obligaciones de ciudadano?
-¿Soy responsable en mi profesión o en mis estudios, honrado en mi trabajo?
-¿Respeto los bienes ajenos?
-¿Me apoderé de algo que no es mío? ¿He restituido o reparado ese robo?
-¿Perjudiqué a otros? ¿Les he engañado?
-¿Hago juicios temerarios? ¿Critico? ¿Les deseo mal?, ¿fomento el odio contra alguien?
-¿He hecho daño a otros con burlas, insultos o con agresión física?
-¿Digo de los demás la verdad, o a veces he calumniado, he dicho mentiras, verdades a
medias, etc? ¿He difamado a alguien?
-¿Miento o justifico la mentira?
-¿He declarado algún secreto? ¿He sido portador de «chismes»?
-¿He perdonado a quien me ha injuriado? ¿Me siento separado de alguien por riñas,
disputas, peleas? ¿Siento odio o rencor en el corazón?
-¿Trato de olvidar el daño que me han podido hacer?
-¿Pido perdón cuando ofendo a los demás? ¿He sido ocasión de que otros se
enemistasen?
¿Con mi comportamiento y con mis palabras he sido ocasión de escándalo para otros?
¿He enseñado a otros a pecar?
-En el seno de mí familia, ¿colaboro para que exista la paz, el amor, las buenas
relaciones? ¿Soy comprensivo o más bien discutidor? ¿Tengo paciencia? ¿Me
aprovecho de los que me quieren? ¿Contribuyo a la armonía familiar o sólo me
preocupo de mí?
-Como hijo: ¿soy obediente y respetuoso con mis padres? ¿Les quiero y se lo demuestro
con detalles? ¿Me llevo bien con mis hermanos?
-Como padre o madre: ¿me preocupo de la educación y de la formación cristiana de mis
hijos? ¿Soy demasiado exigente e intolerante o demasiado blando con sus faltas,
originando conflictos innecesarios?
-¿Cumplo la palabra que doy, las promesas que hago, la fidelidad que prometo?
-¿Me acepto a mí mismo? ¿Acepto mi situación mis defectos, mi carácter?
¿Acepto las contrariedades inevitables? ¿Me dejo llevar de pensamientos negativos o de
actitudes de desesperación? ¿He pensado o intentado alguna vez quitarme la vida?
¿Vivo con alegría, optimismo y esperanza, o vivo amargado, protestando o quejándome
con frecuencia y dejándome llevar de la tristeza?

III. Jesús dijo: “Sed perfectos como vuestro Padre del Cielo” (Mt 5, 48)
-¿Me esfuerzo por avanzar en la vida espiritual? ¿Procuro vivir en la presencia de Dios,
haciendo lo posible para agradarle, o por el contrario, vivo como si Dios no existiese?
-¿Me esfuerzo en dominar mis defectos, mis vicios y mis inclinaciones y pasiones
malas?
-¿Me acerco a Dios para superar todo esto? ¿Acudo al sacramento de la Penitencia,
cuando tengo necesidad?
-¿Comulgo con frecuencia, en las debidas condiciones?
-¿Guardo mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y en la castidad, como templo que
soy del Espíritu Santo?
-¿He pecado con palabras o pensamientos impuros o con torpes acciones o deseos?
¿Caigo, esporádica o de manera habitual en el vicio de la masturbación o de la
fornicación? ¿He cometido adulterio?
-¿Provoco escándalo con mis conversaciones, actitudes o manera de vestir? ¿Con mi
falta de modestia he inducido a otros al pecado?
-¿Me deleito, viendo películas, programas de TV o de internet, libros o fotografías
pornográficas o contra la moral cristiana?
-¿En la conducción de vehículos, respeto las leyes de tráfico? ¿Tomo todas las
precauciones para no poner en peligro mi vida ni la de los demás?
-¿Abuso de la comida, o de bebidas alcohólicas? ¿Sufro adicción a alguna droga?
-¿Tomo o contribuyo para que otros tomen drogas perjudiciales para la salud?
-¿He descuidado la higiene o limpieza de mi cuerpo?
-¿He sido soberbio, he impuesto a todo trance mi voluntad contra los derechos de los
demás?
-¿Qué uso hago de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me ha dado? ¿Los
uso para el bien?
-¿Vivo en ociosidad, en pereza? ¿Trato de actuar siempre dentro de la libertad de
conciencia de los hijos de Dios o me siento atado por algo, por alguien?
-¿He dejado de hacer algo bueno que tenía que hacer? (pecado de omisión).
-¿Reconozco mis fallos o solamente los de los demás? ¿Soy humilde u orgulloso?

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