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El Museo Nacional del Perú fue fundado bajo el patrocinio de José de San

Martín en 1822 por José Bernardo de Tagle, Bernardo de Monteagudo y


Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, quien asumió la labor de dirección del
proyecto en 1826. Debido a ello el Museo fue disuelto al no tener piezas
suficientes para su exposición. El 6 de mayo de 1905 fue recreado con el
nombre de Museo de Historia Nacional, siendo nombrado director José
Augusto de Izcue, quien contrató al prestigioso arqueólogo alemán Max
Uhle. El 29 de julio de ese año el nuevo museo fue inaugurado con la
presencia del Presidente del Perú José Pardo. En 1911 Julio C. Para ese
entonces el museo contaba con una colección de más de 9000 piezas
arqueológicas inventariadas, y un número no estimado de objetos
antropológicos e históricos. Debido a discrepancias entre el director y Tello,
la sección de Arqueología se independizó en 1924 como Museo de
Arqueología Peruana, mientras que la parte colonial y republicana adoptó el
nombre de Museo Bolivariano. Mientras que las piezas del Museo
Bolivariano fueron expuestas en el local que se conoce como la Quinta de
los Libertadores, para el Museo de Arqueología se modificaron las
instalaciones, creando un nuevo espacio museístico a cargo del arquitecto
portugués Raúl María Pereira. El Museo de Arqueología Peruana tuvo una
colección a partir de las piezas arqueológicas preexistentes en el Museo de
Historia Nacional a la que se le sumó la colección Larco, actualmente
expuesta en el Museo Larco. Tello se encargó de incrementar esta colección
a base de excavaciones e investigaciones arqueológicas en diversos lugares
del Perú, así como de la restauración y conservación apropiadas. En 1930
Tello fue destituido. El gobierno peruano resolvió fusionar el Museo de
Historia Nacional, el Museo de Arqueología Peruana y el Museo Bolivariano,
adoptando el nombre con el que nació: Museo Nacional. Otra importante
labor fue la publicación de una revista periódica, la Revista del Museo
Nacional, que se editó ininterrumpidamente hasta 2001. En 1945, a
instancias de Tello, el recién constituido Consejo Superior de Museos volvió
a dividir el Museo Nacional en Museo Nacional de Antropología y
Arqueología, bajo la dirección de Tello, y el Museo Nacional de Historia, con
Valcárcel a la cabeza. Unos ladrones pudieron eludir el sistema de seguridad
y robaron unas 220 piezas de oro y plata, incluyendo el Tumi Lambayeque.
Finalmente en 1992 se vuelven a fusionar, naciendo el Museo Nacional de
Arqueología, Antropología e Historia del Perú, y pasando a la tutela del
extinto Instituto Nacional de Cultura.
El Museo Nacional del Perú fue fundado bajo el patrocinio de José
de San Martín en 1822 por José Bernardo de Tagle, Bernardo de
Monteagudo y Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, quien asumió
la labor de dirección del proyecto en 1826. El 6 de mayo de 1905
fue recreado con el nombre de Museo de Historia Nacional, siendo
nombrado director José Augusto de Izcue, quien contrató al
prestigioso arqueólogo alemán Max Uhle. Debido a discrepancias
entre el director y Tello, la sección de Arqueología se independizó
en 1924 como Museo de Arqueología Peruana, mientras que la
parte colonial y republicana adoptó el nombre de Museo
Bolivariano. Mientras que las piezas del Museo Bolivariano fueron
expuestas en el local que se conoce como la Quinta de los
Libertadores, para el Museo de Arqueología se modificaron las
instalaciones, creando un nuevo espacio museístico a cargo del
arquitecto portugués Raúl María Pereira. El Museo de Arqueología
Peruana tuvo una colección a partir de las piezas arqueológicas
preexistentes en el Museo de Historia Nacional a la que se le sumó
la colección Larco, actualmente expuesta en el Museo Larco. El
gobierno peruano resolvió fusionar el Museo de Historia Nacional,
el Museo de Arqueología Peruana y el Museo Bolivariano,
adoptando el nombre con el que nació: Museo Nacional En 1945,
a instancias de Tello, el recién constituido Consejo Superior de
Museos volvió a dividir el Museo Nacional en Museo Nacional de
Antropología y Arqueología, bajo la dirección de Tello, y el Museo
Nacional de Historia, con Valcárcel a la cabeza Finalmente en 1992
se vuelven a fusionar, naciendo el Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú, y pasando a la tutela del extinto
Instituto Nacional de Cultura.
Julio Cesar Tello nació el 11 de abril del 1880 en Huarochirí. En 1900
ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, donde fue condiscípulo de un hijo del ilustre tradicionista
don Ricardo Palma, por lo que frecuentó su casa, ganándose el afecto
del anciano escritor, quien, en su condición de director de la Biblioteca
Nacional del Perú, consiguió un puesto como conservador. Fue allí
donde le nació a Tello la inquietud por la ciencia y la investigación,
especialmente la arqueología y la antropología. Leguía viajó a los
Estados Unidos para realizar estudios de postgrado en la Universidad
de Harvard, permaneciendo allí por tres años. Fue nombrado director
de la sección arqueológica del Museo de Historia Nacional, cuya
organización inicial orientó hasta verse obligado a renunciar en 1915.
Militó en el Partido Nacional Democrático y fue elegido diputado por la
provincia de Huarochirí, cargo que ejerció entre los años 1913 y 1930,7
8910 período en el cual luchó indesmayablemente por la defensa del
patrimonio histórico y arqueológico nacional.
Fundó el Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de San
Marcos, el 21 de octubre de 1919, cuya dirección ejerció hasta su
muerte. Al mismo tiempo y teniendo como base la colección Larco
Herrera adquirida por el Estado, en 1924 formó el Museo de
Arqueología Peruana, que dirigió hasta 1930, cuando debido a la caída
del presidente Leguía fue reemplazado intempestivamente por Luis E.
Entre 1931 y 1938 dirigió el Instituto de Investigaciones Antropológicas
dependiente de dicho museo, instituto que por iniciativa suya se
convirtió en el Museo Nacional de Antropología, con sede en la
Magdalena Vieja. Luego, por decreto supremo del 30 de enero de 1945,
dicho museo se transformó en el Museo Nacional de Arqueología y
Antropología, concentrando todas las colecciones arqueológicas que el
Estado tenía en Lima. Su gran vocación humanística lo llevó también a
dictar cátedras de Arqueología en la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos y de Antropología en la Pontificia Universidad Católica del
Perú.
Tuvo su centro de desarrollo en la localidad de Chavín de
Huántar, que está ubicada a 2 km de la confluencia de los ríos
Huachecsa y Mosna, en la cuenca alta del río Marañón (en el
actual departamento de Áncash). Tradicionalmente, el
desarrollo principal de Chavín se considera como un
«horizonte cultural» debido a sus influencias artísticas y
religiosas presentes en otras culturas contemporáneas a ella.
Gran parte de aquel desarrollo histórico corresponde al
Periodo Formativo, específicamente al Formativo Medio y al
Formativo Superior, que tiene como características la
intensificación del culto religioso, la aparición de la cerámica
estrechamente relacionada con los centros ceremoniales, la
intensificación del cultivo del maíz y la papa, el
perfeccionamiento de las técnicas agrícolas y el desarrollo de
la metalurgia y la textilería. Julio Cesar Tello planteó que la
cultura chavín2 fue de origen amazónico debido a las múltiples
representaciones de la iconografía selvática en sus
manifestaciones artísticas, especialmente en la cerámica. En su
máximo apogeo Chavín de Huántar, centro principal chavín,
actual Patrimonio Cultural de la Humanidad,5 fue un
importante centro ceremonial y centro de irradiación cultural
cuya influencia se extendió por gran parte de la costa y sierra
de los Andes del Perú.
Paracas fue una importante civilización precolombina del
Antiguo Perú, del periodo denominado Formativo Superior u
Horizonte Temprano, que se desarrolló en la península de
Paracas, provincia de Pisco, región Ica, entre los años 700 a. C.
y 200 d. C. Es contemporánea en parte con la cultura chavín
que se desarrolló en el norte del Perú. Actualmente se sabe
que lo que el arqueólogo peruano Julio César Tello Rojas
denominó como «Paracas-Necrópolis» pertenece a otra
tradición cultural, la llamada cultura topará, cuyo centro
estaba ubicado más al norte, en el valle de Chincha. Los paracas
realizaban una textilería de alta calidad, en lana y algodón, así
como una cerámica decorada y una cestería muy elaborada.
También realizaban trepanaciones craneanas, cuyos fines aún
se discuten. La cultura paracas es la antecesora de la cultura
nazca con la que tiene una evidente afinidad cultural; de
hecho, para muchos especialistas, la fase final de Paracas es en
realidad la fase inicial de la cultura nazca.

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