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ISSN: 2953-4623 (en línea) y 0327-6961

REVISTA DE LA
ESCUELA NACIONAL
DE INTELIGENCIA

• El surgimiento de la inteligencia estratégica en la

Julio a diciembre de 2022


Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de
amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

• La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia


en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

• Desafíos actuales de inteligencia en América Latina:


legados, democratización, prioridades y dimensiones
estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

• Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional:


aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

• ¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando


hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales

01
Lester Cabrera Toledo
Presidente de la Nación
Alberto Fernández

Vicepresidenta de la Nación
Cristina Fernández de Kirchner

Interventor de la Agencia Federal de Inteligencia


Agustín Rossi
La Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia (Revista de la ENI) es una publicación
creada en 1992, con el objetivo de divulgar la producción de conocimiento nacional
e internacional en el campo de los estudios estratégicos. En su tercera etapa, que
inicia en el año 2022, mantiene la intención original de contribuir al desarrollo de la
especialidad. Busca poner en circulación conocimientos, de modo gratuito y abierto,
sobre inteligencia estratégica, principalmente, así como también sobre áreas que
tienen puntos de contacto con o están estrechamente ligadas a dicho ámbito. De
esta manera, se promueve la reflexión teórica, el debate crítico y la interseccionalidad
de saberes.
La Revista de la ENI cuenta con un Comité Académico formado por un conjunto de
personalidades nacionales e internacionales que avalan y certifican los parámetros
de calidad requeridos por la publicación. Por su parte, el Comité Editorial está
conformado por especialistas que garantizan los criterios de selección del material
y el proceso de evaluación de pares (doble ciego).

Las opiniones, puntos de vista y comentarios de los artículos son atribuidos exclusivamente
a las/os autoras/es y no representan los pensamientos de las autoridades de la revista.
Se permite la reproducción total o parcial de los contenidos de la publicación siempre y
cuando se haga expresa referencia a la fuente, con la correcta descripción de la cita.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022


ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961
Disponible en:
https://www.argentina.gob.ar/inteligencia/escuela-nacional-de-inteligencia/revista-de-la-eni
Contacto: revista@eni.afi.gob.ar
ISSN: 2953-4623 (en línea) y 0327-6961

STAFF EDITORIAL

Director:
Luciano Anzelini – Escuela Nacional de Inteligencia (Argentina)

Secretario de Redacción:
Julio Burdman – Universidad de Buenos Aires (Argentina)

Comité académico:
Alberto Binder – Instituto de Estudios Comparados
en Ciencias Penales y Sociales (Argentina)
Bárbara Loyer – Universidad de París 8 (Francia)
Diego Pérez Enríquez – Instituto de Altos Estudios Nacionales (Ecuador)
Edgardo Manero – Centro Nacional de Investigación Científica,
Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (Francia)
Ernesto López – Universidad Nacional de Quilmes (Argentina)
Fredy Rivera Vélez – FLACSO Ecuador (Ecuador)
Héctor Luis Saint-Pierre – Universidad Estadual Paulista (Brasil)
Javier Vadell – Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais (Brasil)
Jorge Battaglino – Universidad de la Defensa Nacional (Argentina)
Jorge Castro – Instituto de Planeamiento Estratégico (Argentina)
José Gabriel Paz – Universidad del Salvador (Argentina)
José Manuel Ugarte – Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Juan Gabriel Tokatlian – Universidad Torcuato Di Tella (Argentina)
Luis Tibiletti – Universidad de la Defensa Nacional (Argentina)
María Laura Tagina – Universidad Nacional de San Martín (Argentina)
María Lois – Universidad Complutense de Madrid (España)
Sabina Frederic – Universidad Nacional de Quilmes (Argentina)

Comité editorial:
Alejandro Rascovan – Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Bruno Dalponte – FLACSO Argentina (Argentina)
Carla Morasso – Universidad Nacional de Rosario (Argentina)
Emanuel Porcelli – Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Julián Reale – Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Mariana Souto Zabaleta – Universidad Nacional de San Martín (Argentina)
Marina Vitelli – Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (Brasil)
Índice
Editorial. . . . . . . . ...................................................................................................................................... 7

NOTAS DE INVESTIGACIÓN

El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques


doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría............................... 13
Iván Poczynok

La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia


(1988-2015)............................................................................................................................... 35
Sol Gastaldi y Sergio G. Eissa

TEMAS EN DEBATE

Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización,


prioridades y dimensiones estratégica y criminal......................................................... 67
Eduardo E. Estévez

Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica


y dilemas prácticos . . .............................. ................................................................................ 97
Julio Burdman y Carolina Miscione

¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia?


Algunas precisiones conceptuales.................................................................................... 123
Lester Cabrera Toledo

RESEÑAS

Reseña bibliográfica: Imperialismo informal militarizado. Un estudio de caso


sobre las relaciones entre los Estados Unidos y la República Dominicana
durante el siglo xx, de Luciano Anzelini (2020). Editorial Teseo.................................. 141
Por Telma Maserati

Reseña bibliográfica: Hérodote. Revue de géographie et de géopolitique: OSINT,


enquêtes et terrains numériques. Número 186. Septiembre de 2022........................ 145
Por Julio Burdman

Política editorial. . ............................................................................................................................. 151


https://doi.org/10.58752/60PL548Z

Editorial

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 7-9
Nos complace darle la bienvenida a un nuevo número de la Revista de la Escuela
Nacional de Inteligencia. Desde 1992, esta publicación busca contribuir al desarrollo
del campo de los estudios sobre inteligencia estratégica en los ámbitos nacional e
internacional, poniendo en circulación conocimientos vinculados al área en un sentido
amplio. En su tercera época, que se inicia con este número, la revista nuclea artículos
científicos y reseñas bibliográficas que pretenden acercar debates y perspectivas
plurales y multidisciplinares.
Desde su lanzamiento, fueron publicados cuarenta y seis volúmenes de la revista
que totalizan treinta y ocho números originales y ocho números especiales. Se trata de
compilaciones que agrupan cerca de doscientos treinta artículos producidos por más
de doscientos especialistas en la materia.
La Agencia Federal de Inteligencia (AFI) encaró en diciembre de 2019 el desafío de
profesionalizar y dotar de transparencia a la actividad de inteligencia en la Argentina.
Actividad que durante mucho tiempo se vio subsumida a la lógica de la discrecionalidad
y del secreto, más allá de las necesidades funcionales y de los objetivos legítimos de la

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actividad de inteligencia. Eran tiempos históricos en que la producción de inteligencia
se confundía con el espionaje ilegal y respondía a intereses particulares en lugar de
hacer foco en los intereses fundamentales de la Nación.
Es por ello que resultaba imperioso avanzar hacia un nuevo ordenamiento general
del sistema y adaptarlo a las necesidades de la sociedad actual y, de este modo, a la
construcción de un nuevo paradigma que profundizase la consolidación de las prácti-
cas democráticas de los servicios de inteligencia. La AFI es un organismo con historia e
inercia institucional, que cuenta con un personal con muchísimo sentido de pertenencia
–un elemento muy valioso a la hora de conducirlo– y en condiciones de llevar adelante
el desafío de la profesionalización que nos hemos fijado.

7
Nuestra Agencia debe producir inteligencia estratégica nacional a los fines de
aportar de la mejor manera a la seguridad y a la defensa del país. Quienes son respon-
sables de la toma de decisiones en los diferentes ámbitos de la gestión pública deben
contar con información calificada, de manera tal de poder diseñar cuadros de situa-
ción ante determinadas coyunturas y que las medidas adoptadas tengan el menor
margen de error posible. Esta es la función de la inteligencia estratégica y la principal
misión de la AFI. En este marco, resulta importante profundizar la colaboración entre
los distintos organismos del sector público nacional capaces de producir informacio-
nes y conocimiento que resulten relevantes para la formulación e implementación de
políticas y estrategias integrales.
Debemos tener claro que si la inteligencia estratégica nacional no la hace el Estado,
la harán los privados que puedan pagarla, y no necesariamente en el interés de toda la
población argentina. O peor aún, cuando la inteligencia no la producen los organismos
públicos pertinentes –la AFI, la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal o la Dirección

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 7-9
Nacional de Inteligencia Estratégica Militar–, la producirán los servicios de inteligencia
extranjeros, que naturalmente lo harán respondiendo a los intereses de su país de ori-
gen. En consecuencia, debemos apuntar a la máxima profesionalización del organismo,
siguiendo los criterios que fijó Juan Perón en 1946, cuando por medio del Decreto 337/46
creó la CIP (Coordinación de Informaciones de la Presidencia de la Nación), que en
1949 pasó a denominarse CIDE (Coordinación de Informaciones del Estado), una agen-
cia nacional de inteligencia administrada por personal civil cuya misión era producir
información estratégica de primer nivel para ser puesta a disposición de las máximas
esferas del gobierno nacional. Antes de la creación de la CIDE, las tareas de inteligencia
eran llevadas adelante exclusivamente por personal militar, que se desempeñaba en el
Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) o en el Servicio de Inteligencia Naval (SIN).
En un contexto marcado por la proliferación de episodios que atentan contra el orden
democrático en los niveles local, regional y global, y ante una configuración geopolítica
fragmentada y compleja agravada por el conflicto bélico entre Ucrania y la Federación
Rusa, la producción de inteligencia estratégica nacional cobra un rol crucial. En este

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sentido, es imprescindible dotar al Sistema de Inteligencia Nacional de mecanismos
modernos y estandarizados que permitan cumplir de forma eficiente las funciones y
objetivos impuestos por la normativa vigente.
El objetivo de Revista de la ENI es contribuir, desde un espacio eminentemente
académico, a la divulgación de estudios e investigaciones científicas que ofrezcan
perspectivas analíticas diversas y multidisciplinares sobre los debates que hacen al
estado de la disciplina, sin perder de vista los intereses estratégicos de la Nación.
En este número, les acercamos las colaboraciones de un grupo de expertos que han
aportado de modo prolífico durante los últimos años a las discusiones sobre inteligencia
estratégica. Iván Poczynok analiza las transformaciones de la inteligencia estratégica

8
argentina durante el período comprendido entre la década de 1940 y la recuperación de
la democracia en 1983. Sergio Eissa y Sol Gastaldi, por su parte, realizan una revisión
de la producción académica argentina en materia de inteligencia estratégica nacional,
identificando las principales tendencias teóricas en la disciplina. Eduardo Estévez
reflexiona sobre los desafíos que se ciernen sobre la inteligencia, explorando las nociones
y prácticas de la inteligencia estratégica y de la inteligencia criminal. Julio Burdman y
Carolina Miscione realizan un análisis sobre el impacto del giro crítico de la geopolítica
contemporánea en la planificación y producción de inteligencia estratégica nacional.
Finalmente, Lester Cabrera Toledo reflexiona sobre la importancia de la inteligencia
estratégica como una herramienta para la toma de decisiones, aplicada al funciona-
miento de los Estados nación en América Latina.
Esperamos que esta serie de artículos permita ampliar los debates y promover la
producción de conocimiento en un área de tanta relevancia para el fortalecimiento de
las capacidades institucionales de las democracias, tanto en nuestro país como en

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 7-9
América Latina y el mundo.

Agustín Rossi
Interventor de la AFI

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NOTAS DE INVESTIGACIÓN
https://doi.org/10.58752/8A9CAPXK

NOTAS DE INVESTIGACIÓN
El surgimiento de la inteligencia estratégica
en la Argentina: enfoques doctrinarios y
percepción de amenazas durante la Guerra Fría
The emergence of strategic intelligence in Argentina: doctrinal
perspectives and threat perceptions during the Cold War
Iván Poczynok*

Recibido: 5/10/2022 • Aceptado: 14/11/2022 • Publicado: 27/12/2022

Palabras clave: inteligencia estratégica – Key words: strategic intelligence – threat


percepción de amenazas – doctrinas de perceptions – intelligence doctrines –
inteligencia – Guerra Fría Cold War

Resumen Abstract
El artículo analiza las transformaciones que experi- This article analyzes the transformations of Argentine
mentó la inteligencia estratégica argentina en la se- strategic intelligence doctrines in the second half of
gunda mitad del siglo XX. El trabajo aborda el período the 20th century. The paper studies the period between
comprendido entre el surgimiento de los primeros the emergence of the first strategic intelligence

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
elementos de inteligencia estratégica en la década de organizations in the 1940s and the reestablishment
1940 y la recuperación de la democracia en 1983. El of democracy in 1983. The assumption that guides
supuesto general que orienta estas reflexiones es que, this analysis is that the development of intelligence
al igual que en los países centrales, el desarrollo de activities in Argentina was driven by the strategic
esta actividad en la Argentina estuvo motorizado por debates associated with the transformation of war
los debates estratégicos asociados a la transforma- and military confrontations in the first half of the
ción de las formas de la guerra y los enfrentamientos century. The national defense doctrine, approved in
militares en la primera mitad del siglo. La doctrina de 1948, was the main institutional expression of this
defensa nacional, aprobada en 1948, fue la principal ex- approach. However, after the overthrow of Perón in
presión institucional de esta mirada. Sin embargo, tras 1955, this concept was progressively replaced by
el derrocamiento de Perón en 1955, esta concepción a doctrinal approach that placed the maintenance
fue reemplazada progresivamente por un enfoque doc- of internal order at the top of national intelligence
trinario que colocó al sostenimiento del orden interno interests. The rise of the national security doctrine,
en la cima de las prioridades de la inteligencia nacio- underpinned by the confluence of interests between
nal. El ascenso de la doctrina de seguridad nacional, domestic political-military elites and foreign powers,
apuntalada por la confluencia de intereses entre elites represented a turning point in the professional

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político-militares domésticas y potencias extranjeras, configuration of Argentine intelligence. On the
representó un punto de inflexión en la configuración one hand, because it rearranged the country’s
profesional de la inteligencia argentina. Por un lado, intelligence priorities towards the ‘internal front’,
porque orientó las prioridades de inteligencia del país in favor of a supranational strategic agenda. On
hacia el “frente interno”, en función de una agenda es- the other hand, because it started a process of
tratégica supranacional. Por el otro, porque sentó las ideologization of intelligence activities that had
bases de un proceso de ideologización de los organis- dramatic consequences not only for national history,
mos de inteligencia que tuvo consecuencias dramáti- but for the preservation of Argentine´s strategic
cas no solo para la historia nacional, sino también para interests.
la preservación de los intereses estratégicos del país.

* Mgtr. Iván Poczynok. Profesor e investigador (Universidad de Buenos Aires y Universidad de la Defensa Nacional).
https://orcid.org/0000-0002-9868-0344. 13
El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

1. Introducción

Los primeros servicios de inteligencia profesionales de la Argentina surgieron a prin-


cipios del siglo XX. En sintonía con el desarrollo de esta actividad en los países centrales,
en sus comienzos estas dependencias —ancladas en las estructuras castrenses— se
dedicaron a la obtención de información táctica y operacional que sirviera de apoyo a
las operaciones militares. Recién a mediados de la década de 1940, en los albores de la
Guerra Fría, la actividad de los servicios informativos se instituyó como una función de
apoyo a la toma de decisiones de nivel estratégico en materia de seguridad y defensa
nacional. Esta situación promovió —al igual que en la mayor parte de los países del
mundo— la creación de distintos organismos especializados en la generación de este
tipo de conocimientos.
Durante la mayor parte del siglo XX, estos organismos funcionaron bajo el padrinaz-
go de las Fuerzas Armadas, principalmente del Ejército. Sin embargo, a lo largo de estas
décadas, las definiciones estratégicas que orientaron el funcionamiento de la inteligen-
cia nacional experimentaron drásticas transformaciones. Estos cambios galoparon, en

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buena medida, al ritmo de las convulsiones de la política doméstica, las interrupciones
del sistema democrático y la conflictividad interna derivada de estos procesos. Asimis-
mo, las transformaciones de los escenarios estratégicos global y regional —producto
de la agudización de la Guerra Fría y su traslación al hemisferio americano— tuvieron
un impacto decisivo en la percepción de amenazas de la inteligencia argentina y en la
determinación de sus prioridades internas y externas.
En este sentido, el análisis de los vaivenes doctrinarios que experimentó la inteli-
gencia nacional a lo largo del siglo XX no puede disociarse de los avatares propios de la
política doméstica. Tal como advirtieron Rouquié (1982) y Potash (1986) en referencia
al rol de las Fuerzas Armadas en la historia argentina, las transformaciones de los or-
ganismos de inteligencia del país, de sus definiciones y prioridades están íntimamente
ligados a las dificultades que han tenido las elites políticas conservadoras para acceder
al poder del Estado por la vía democrática. De este modo, los cambios en las doctri-
nas estratégicas de las políticas de defensa y seguridad nacional no deben contemplar

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como variable de análisis solo a las alteraciones de los contextos de seguridad exterior,
sino también al recrudecimiento de la conflictividad política interna y a los desacuerdos
entre las elites políticas y dirigenciales del país.
Esto significa que la conflictividad política doméstica constituye un elemento inelu-
dible a la hora de estudiar el desarrollo histórico de los servicios de inteligencia en la
Argentina. En efecto, esta variable contribuye a interpretar el principal clivaje que experi-
mentó la actividad de inteligencia durante el siglo XX: la derogación de la doctrina de de-
fensa nacional —formulada en 1948 durante el Gobierno de Juan Domingo Perón— y la
instauración, en su reemplazo, de la doctrina de seguridad nacional. Las consecuencias

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

de este giro doctrinario —que atravesó integralmente las definiciones estratégicas en


materia de defensa y seguridad nacional— no solo impactaron en el devenir de la espe-
cialidad de inteligencia durante los Gobiernos militares, sino que su herencia también se
extiende al período democrático.
Si bien estos dos enfoques doctrinarios consideraron probable el estallido de una
tercera guerra mundial, tanto la percepción de amenazas a nivel nacional como el rol
conferido a las instituciones armadas y los organismos informativos del Estado en este
escenario variaron en cada caso. La doctrina estratégica instaurada en 1948 consideró
que la Argentina debía promover la generación de capacidades que le permitieran afron-
tar autónomamente un posible conflicto armado a escala planetaria. En este contexto,
las áreas de inteligencia del Estado —principalmente de carácter militar— debían cen-
tralizarse y monitorear problemas relacionados con el balance estratégico global y las
capacidades, intereses y vulnerabilidades de aquellos países —en particular, limítrofes—
que podían aprovechar un escenario de conflicto mundial para agredir militarmente la
soberanía nacional.
La doctrina de seguridad nacional, que comenzó a cobrar forma tras el golpe mili-

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tar de 1955, tuvo una postura radicalmente distinta. De acuerdo con este enfoque, la
principal hipótesis de conflicto de la Argentina estaba relacionada con la “infiltración
ideológica” propiciada por el “comunismo internacional” en el marco de la Guerra Fría
comandada, en el plano estratégico, por los Estados Unidos. En este contexto, las pre-
ocupaciones vinculadas a una guerra convencional o el desarrollo de capacidades au-
tónomas perdieron protagonismo frente a la necesidad de preservar el frente interno de
desestabilizaciones políticas o ideológicas. Esta percepción de amenazas —funcional al
interés doméstico de las elites locales conservadoras— fue apuntalada por una agenda
hemisférica que priorizó, bajo la égida de Washington, la vigilancia y el seguimiento
permanente de actores, organizaciones y conflictos internos que podrían amenazar los
valores “occidentales y cristianos”.
El presente artículo analiza las transformaciones doctrinarias que experimentó la
inteligencia estratégica argentina en la segunda mitad del siglo XX. El trabajo aborda
el período comprendido entre el surgimiento de los primeros elementos de inteligen-

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cia estratégica —a mediados de la década de 1940— y la recuperación de la demo-
cracia en 1983. El supuesto que orienta estas reflexiones es que la derogación de
la primera doctrina de defensa nacional, apuntalada por la confluencia de intereses
entre elites domésticas y potencias externas, representó un punto de inflexión en la
profesionalización de esta actividad estatal. Por un lado, porque supuso la adopción
de una agenda de prioridades resultante de intereses de seguridad definidos de for-
ma supranacional; por el otro, porque sentó las bases para la ideologización de los
organismos de inteligencia y su involucramiento en la represión y criminalización de
actores políticos domésticos.

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

El artículo está estructurado en tres partes. En la primera sección, se presenta el enfoque


conceptual que orienta el análisis de las doctrinas de inteligencia argentinas, haciendo hin-
capié en la función de la producción de inteligencia estratégica, su relación con las políticas
de defensa y seguridad nacional, y los factores que atraviesan las percepciones de amenaza
y la definición de sus prioridades. El segundo apartado analiza la evolución doctrinaria de la
inteligencia estratégica de la Argentina. Este ejercicio se focaliza en las transformaciones
que experimentaron los lineamientos estratégicos de la inteligencia nacional entre 1948 y
1983. Finalmente, el trabajo concluye con unas breves reflexiones acerca del impacto que
tuvo la adopción de la doctrina de seguridad nacional en la configuración profesional de
la inteligencia argentina, a la luz de la experiencia de la guerra de Malvinas y los desafíos
estratégicos que atraviesan la conducción del sector en nuestros días.

2. Marco teórico
La producción de inteligencia estratégica es una actividad orientada a la prevención de

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riesgos y amenazas a la seguridad nacional (Jackson, 2009). En su sentido contemporáneo,
el término está asociado a la generación de conocimientos anticipatorios y de alerta tem-
prana (Grabo, 2002 y Keegan, 2012). En la actualidad, esta actividad ocupa un lugar clave
en los procesos decisorios o de formulación de políticas de seguridad o defensa nacional:
prácticamente todos los Estados del mundo cuentan con agencias o dependencias dedi-
cadas a la generación de este tipo de conocimientos. El desarrollo de inferencias y análisis
prospectivos acerca de los riesgos, amenazas o eventos que pudieran poner en riesgo la
seguridad interior y exterior de las naciones constituye una tarea fundamental para orientar
la toma de decisiones, definir prioridades y fijar estrategias a mediano y largo plazo.
Como campo específico de conocimientos, la inteligencia estratégica surge a me-
diados del siglo XX, en paralelo a los primeros esfuerzos por abordar científicamente
esta actividad. Durante las décadas de la bipolaridad, las cuestiones relacionadas con
los procesos decisorios de la guerra, la anticipación de amenazas y el conocimiento de
las intenciones del adversario despertaron un interés académico sin precedentes, prin-

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cipalmente en la literatura anglosajona. Los expertos suelen coincidir en que el trabajo
de Sherman Kent (1986), titulado Inteligencia estratégica para la política mundial nortea-
mericana, fue uno de los precursores de este campo de estudios. En efecto, algunos de
los conceptos popularizados en esta obra —entre ellos, el de “ciclo de inteligencia”—
siguen siendo utilizados en los estudios contemporáneos (Berkowitz y Goodman, 1989;
Navarro Bonilla, 2004 y Phytian, 2013).
Uno de los principales debates de esta literatura refiere a la relación entre políti-
ca e inteligencia o, más precisamente, a los factores que condicionan la dirección o
la definición de las prioridades del ciclo de inteligencia. En líneas generales, existen

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

coincidencias en que la inteligencia no es un fin en sí mismo ni constituye el único insu-


mo para las políticas de seguridad nacional de los Estados. Como advirtió Kent (1986),
las tareas básicas de la inteligencia se desarrollan en el marco de requerimientos fijados
por el nivel político. Si bien la teoría indica que estos requerimientos deben apoyarse
en el conocimiento que producen los propios organismos estratégicos —generándose,
de esta forma, el proceso cíclico—, en términos operativos estas directivas constituyen
variables independientes de la actividad analítica. Es por ello que la producción de in-
teligencia no es una actividad meramente técnica: los saberes profesionales aplicados
para tal fin dependen de los objetivos, percepciones e intereses de las elites políticas
que ejercen la conducción del Estado.
Esta última consideración es una premisa fundacional del pensamiento estratégico
moderno. Desde von Clausewitz en adelante, la teoría militar ha enfatizado no solo que
“la guerra es un instrumento de la política”, sino también —y tal vez más importante
aún— que la preparación para esta eventualidad y la definición de sus objetivos son
tareas de las máximas instancias de conducción del Estado. Ya a mediados del siglo XIX,
el general prusiano advertía que, incluso en tiempos de guerra, la “lógica de la política”

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comandaba el devenir de los acontecimientos militares, dado que “la guerra posee su
propia gramática, pero no su lógica propia” (von Clausewitz, 1960: 566 [1832]). También
Mao Tse Tung (1972), uno de los principales estrategas militares del siglo XX, advertía
que las guerras no terminan cuando se logran objetivos militares, sino cuando se consi-
guen sus objetivos políticos.
Las definiciones acerca de las amenazas, riesgos e intereses de seguridad nacional
constituyen las “doctrinas” de defensa y seguridad nacional. Estas doctrinas se pre-
sentan como un conjunto de apreciaciones axiomáticas que caracterizan los conflic-
tos internos y externos más probables de una nación. En el plano estratégico-militar,
también identifican enemigos específicos, detectan aliados en la arena internacional y
fijan criterios para la organización de las instituciones armadas (López, 1985: 103). El
carácter axiomático de las definiciones de doctrina constituye, desde el punto de vista
del planeamiento, una de sus principales virtudes. Las doctrinas operan como un tipo
ideal weberiano que orienta la toma de decisiones en materia de defensa y seguridad na-

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cional, a fin de asegurar que las naciones estén en condiciones de afrontar sus desafíos
estratégicos prioritarios en el corto, mediano y largo plazo.
En igual sentido, Barry Posen (1984) sostiene que las doctrinas son inseparables de
los objetivos generales de los Estados. Estas definiciones constituyen uno de los com-
ponentes de la “gran estrategia” en la que se detallan los desafíos políticos, económicos
y culturales de una nación. Por tal motivo, estrategas como Juan Domingo Perón (1973)
o Mao Tse Tung (1972) advirtieron que las doctrinas no deben preparar a un país para
“la” guerra, sino para “una” guerra determinada: aquella que debe librar una nación espe-
cífica en un contexto específico. La correlación entre doctrina e interés nacional permite

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

que estas definiciones brinden cohesión moral e intelectual a los diferentes niveles de
conducción del Estado y aseguren la unidad de concepción que necesita un país para
afrontar sus problemas estratégicos de seguridad nacional (Perón, 1973: 83).
La actividad de inteligencia es una derivación de estas definiciones. La inteligencia
tiene como propósito asegurar que una nación cuente con la información necesaria
para resguardar sus intereses de seguridad y defensa nacional, contrarrestar las ope-
raciones de información desarrolladas por sus adversarios y anticiparse a aquellas
amenazas que puedan afectar su seguridad interior y exterior. Toda la actividad de los
organismos de información debe contribuir al cumplimiento de estas tareas “guerreras”
de los Estados (Perón, 1973: 124). En el nivel táctico, esta contribución se traduce en
reglas, principios y regulaciones sobre el tipo de información que debe ser reunida y el
modo en que deben llevarse a cabo las actividades de obtención y análisis. En el pla-
no estratégico, estos corpus axiomáticos contribuyen a identificar los conflictos más
probables de una nación, los sistemas de alianzas internacionales, las vulnerabilidades
y oportunidades que presenta el contexto estratégico y las prioridades en materia de
asignación de recursos en el mediano y largo plazo.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
Esto significa que las doctrinas de inteligencia no se construyen sobre evaluaciones
neutrales. Elizabeth Kier (1995) advierte —para el caso de las doctrinas militares— que
este tipo de definiciones no son el resultado de un ejercicio de “apreciación racional”
desprovista de valores. El contenido de las doctrinas está atravesado por factores cultu-
rales de diverso tipo, que condicionan la detección de amenazas, la identificación de
problemas y la asignación de funciones a las instituciones armadas (Kier, 1995: 66-67).
De igual modo, Héctor Saint-Pierre (2004) advierte que las amenazas son siempre un
fenómeno perceptivo asociado —en el ámbito de la política— a unidades decisorias
determinadas. Reconocer esta condición es fundamental para visibilizar los intereses
específicos de estas unidades e interpretar la definición de sus agendas estratégicas,
sus doctrinas y esquemas de cooperación en seguridad y defensa.
En el caso de los países dependientes o periféricos, la formulación de definicio-
nes doctrinarias incluye complejidades adicionales. Tal como advierte Juan José
Hernández Arregui (1973 y 2011), los problemas o asuntos nacionales se refractan

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de modo distinto en los países centrales —que ocupan un papel protagónico en el
escenario internacional— y los países dependientes, es decir, con menor capacidad
de autonomía o peso decisorio propio. En estos últimos, la identificación del interés
nacional exige un ejercicio analítico complementario, a fin de desarticular el entra-
mado de ataduras políticas y culturales que surgen de la propia condición periférica
de los Estados. Por tal motivo, este autor argentino considera que la dependencia
de los países periféricos se manifiesta —antes que en el plano económico— en los
supuestos ideológicos que orientan la percepción y los “modos de pensar” de sus
elites de gobierno (2011: 136).

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

Partiendo de estas consideraciones, en los próximos apartados se analizan los fac-


tores políticos que atravesaron la creación y el desarrollo de los primeros organismos de
inteligencia estratégica en la Argentina. El análisis se apoya en la explotación cualitativa
de fuentes documentales, informes y memorias del Poder Ejecutivo, documentos des-
clasificados, normas públicas y bibliografía especializada. El estudio se focaliza en las
condiciones domésticas y externas que explican la evolución doctrinaria de los debates
estratégicos de la época y la percepción de amenazas de las elites dominantes en la
segunda mitad del siglo XX. Por tal motivo, el trabajo adopta un enfoque metodológico
“narrativo-histórico”, orientado a comprender el modo en que ciertos procesos sociales
y políticos se constituyen como factores activantes o determinantes de otros fenóme-
nos subsecuentes en el tiempo histórico (Sautú, Boniolo, Dalle y Elbert, 2005).

3. Percepción de amenazas e inteligencia estratégica


en la Argentina

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
Las primeras doctrinas argentinas que establecieron definiciones acerca de los
riesgos y amenazas de seguridad exterior a la Nación surgieron al calor de la etapa de
organización nacional. Como ha sido ampliamente demostrado por la historiografía, la
profesionalización de las instituciones armadas —cuna de los primeros organismos de
inteligencia del país— mantuvo una estrecha relación con el afianzamiento del poder
central durante el siglo XIX (Oszlak, 1997 y Sábato, 2010). Una vez consolidado el or-
den interno, la atención viró hacia una eventual agresión fronteriza de Brasil o Chile. La
posibilidad de una guerra trasandina fue el motor de uno de los mayores procesos de
expansión del aparato militar argentino: en las últimas décadas del siglo XIX, nuestro
país incorporó sus primeras unidades acorazadas, torpederas, destructores y buques
cruceros de diversa potencia y tamaño. Hacia 1901, el Ejército nacional contaba con
armamento para equipar a 300 000 hombres, cifra que lo ubicaba entre las principales
potencias terrestres del mundo (Lacoste, 2001: 20).
La eventualidad de un conflicto militar fronterizo también motivó la aparición de

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


los primeros servicios permanentes de inteligencia del país, en el seno del Ejército. En
1908 se creó el Servicio de Espionaje y Contraespionaje Militar, la primera dependencia
organizacional de esta fuerza dedicada exclusivamente a la producción de inteligencia
exterior. Sus delegaciones se instalaron en zonas de frontera, con el objetivo de conocer
las capacidades e intenciones militares de los Estados extranjeros y seguir el accionar
de sus servicios de información (Martínez Codó, 1999: 254). Durante las tres décadas
siguientes, el Estado Mayor General del Ejército fue objeto de sucesivas reformas y
reestructuraciones. En línea con las modernas doctrinas de guerra europeas, estos cam-
bios promovieron que el acopio de la información relevante para la planificación militar

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

(cartográfica, topográfica, estadística o de espionaje) se concentrara en organismos


cada vez más centralizados.
El progreso técnico de la actividad de inteligencia condujo a la inauguración en 1942
de la Escuela de Informaciones del Ejército. Un año después se creó el Servicio de In-
formaciones del Ejército (SIE), bajo la órbita del entonces Ministerio de Guerra. Esta
dependencia absorbió las diversas secciones informativas que habían sido creadas
durante las décadas anteriores, tales como el Servicio Secreto del Ejército, los servi-
cios de frontera y el Servicio de Informaciones del Comando General del Interior (Cañás,
1969: 183-184). Las facultades conferidas en estos años al SIE fueron similares a las
asignadas a sus pares de otras fuerzas armadas del mundo: obtener información so-
bre los ejércitos extranjeros, analizar la probable evolución de determinadas guerras y
conflictos militares y conocer el accionar de los elementos de inteligencia externos que
operaban fronteras adentro.

3.1 La inteligencia estratégica en el marco de la doctrina de la Nación en armas

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
El desarrollo de la inteligencia castrense argentina tuvo un desarrollo fundamental
en la década de 1940, a partir de la institucionalización de las primeras estructuras de
nivel político-estratégico en el ámbito de la defensa nacional. En septiembre de 1943,
en el marco de la presidencia de facto del general Pedro Pablo Ramírez —quien se había
desempeñado como jefe del SIE en los años 30—, el Poder Ejecutivo Nacional creó el
Consejo de Defensa Nacional (CODENA) mediante el Decreto 9330/43. Integrado por el
presidente de la Nación y todos los miembros de su gabinete, el flamante Consejo tuvo
como misión institucional garantizar la correlación entre la situación del escenario polí-
tico internacional y la preparación del país para la defensa nacional. El CODENA fue fa-
cultado para impartir directrices a todas las ramas del gobierno en materia de defensa.
Las funciones de este Consejo fueron ratificadas por el Congreso Nacional duran-
te el Gobierno de Juan Domingo Perón, con la aprobación en 1948 de la Ley 13234
de Organización de la Nación en Tiempos de Guerra. El espíritu doctrinario de esta
norma recuperó algunas de las principales apreciaciones estratégicas fijadas por el

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entonces ministro de Guerra en una conferencia titulada “El significado de la defensa
nacional desde el punto de vista militar”, dictada en 1944 en el Colegio Nacional de la
Universidad de La Plata. En aquella oportunidad, Perón (1982 [1944]) advirtió que —en
su sentido moderno— la defensa nacional ha dejado de ser un problema que incumbe
solo a las Fuerzas Armadas para convertirse en un asunto que comprende a la “Nación
en armas” en su conjunto.
En concordancia con los debates estratégicos de la época, la doctrina de defensa del
Gobierno de Perón entendía que la preparación para la guerra debía ser atendida priori-
tariamente en tiempos de paz. Esta concepción doctrinaria se apoyó en las enseñanzas

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

de la Segunda Guerra Mundial, que exhibieron la importancia de planificar anticipada-


mente el esfuerzo de guerra de los Estados. En la conferencia de 1944, advirtió que la
defensa nacional “no [podía] ser improvisada en el momento en que la guerra [viniese] a
llamar a [las puertas de la patria], sino que [era] obra de largos años de constante y con-
cienzuda tarea”. La defensa nacional no era considerada una responsabilidad exclusiva
de las Fuerzas Armadas, sino que debía ser el reflejo “del trabajo armónico y entrelazado
de los diversos organismos del gobierno, instituciones particulares y de todos los argen-
tinos, cualquiera sea su esfera de acción” (Perón, 1982 [1944]).
Desde el punto de vista de la inteligencia estratégica, la doctrina de defensa peronis-
ta preveía dos hipótesis de conflicto: una guerra limitada y una guerra total (Sain, 2010:
216). En el primer caso, el enfrentamiento podía ser resultado de las disputas limítrofes
y las rivalidades latentes con Chile y Brasil. Se trataría de una guerra acotada a los
espacios fronterizos y con una muy baja probabilidad de derivar en un enfrentamiento a
gran escala. La segunda hipótesis era la que concentraba la mayor atención: la ruptura
del equilibrio disuasivo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Frente a este es-
cenario, Perón entendía que la Argentina debía asegurarse la capacidad de defenderse

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
autónomamente de eventuales agresiones a su soberanía e integridad territorial. Dadas
las características de la guerra moderna, esta defensa autónoma exigiría que el Estado
empleara todos los recursos de la Nación —sociales, económicos, industriales, cultura-
les, etc.— para sostener el esfuerzo militar.
La modernización de los servicios de inteligencia ocupó un lugar clave en la doctrina
de la Nación en armas. Este interés no se reducía al aprovechamiento de la información
para la obtención de ventajas tácticas u operacionales durante un conflicto en curso
sino, fundamentalmente, a su explotación estratégica en la preparación para la guerra.
En un artículo periodístico firmado con el pseudónimo de “Descartes” en septiembre de
1951, Perón advertía que los servicios informativos del Estado debían “recibir, depurar,
confirmar y aprovechar” toda la información disponible proveniente “de las más variadas
fuentes”. Toda la información “de[bía] ser explotada en la propaganda, contrapropagan-
da, provocación y el espionaje”. Sin embargo, para que ello fuera posible, era necesaria
una “absoluta centralización de estos servicios”. La formación de “grandes centrales de

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información” era —en el contexto estratégico de estos años— “la única técnica habilita-
da para la explotación integral” de las noticias (Perón, 1973: 82).
La búsqueda de esta centralización propició la creación, durante el Gobierno pero-
nista, de los primeros organismos de inteligencia estratégica del país. Entre las décadas
de 1940 y 1950 se crearon la Dirección General de Seguridad e Informaciones (1940), la
Coordinación de Informaciones de la Presidencia de la Nación (1946), la Coordinación
de Informaciones de Estado (1949) y el Servicio de Informaciones del Estado (1951). Si
bien la mayoría de estas dependencias fueron situadas bajo la órbita directa del presiden-
te, su funcionamiento fue apadrinado por el Ejército (Ugarte, 1995). A modo de ejemplo,

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

cabe señalar que tan solo un año después de haber sido creada, la Coordinación de
Informaciones de Presidencia (CIP) —a cargo del coronel Benito Jáuregui— pasó a de-
pender del Servicio de Informaciones del Ejército. Dos años más tarde, la CIP se trans-
formó en la Coordinación de Informaciones del Estado (CIDE) y su titular también fue un
militar: el entonces coronel Oscar Uriondo, quien permaneció en el cargo durante cinco
años (Cañás, 1969: 170-171).
La centralidad de los militares en los albores de la inteligencia estratégica argentina
respondió a distintos motivos. En primer lugar, las Fuerzas Armadas eran las únicas de-
pendencias estatales que estaban operativamente capacitadas para gestionar y proce-
sar grandes cantidades de información. Al mismo tiempo, la producción de inteligencia
era una preocupación de origen y naturaleza militar (Perón, 1973: 124), y la mayoría de
los debates estratégicos occidentales de la época eran protagonizados por referentes
y expertos militares. Por otra parte, es indudable que la pertenencia institucional del
presidente al Ejército jugó un papel importante en la selección de sus colaboradores
más cercanos. De este modo, si bien la mayor parte de su gabinete estuvo integrado
por civiles, los puestos y organismos claves del gobierno fueron ocupados por militares

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
(Potash, 1986: 80).
Pese a ello, es importarse señalar que —en lo que refiere al funcionamiento de los
servicios de inteligencia castrenses— el tratamiento de la información “no militar” por
parte de las Fuerzas Armadas no estaba exenta de restricciones. A modo de ejemplo, el
Reglamento de Prescripciones para la Enseñanza del Ejército estableció que la instruc-
ción en la especialidad informativa debía considerar que “la información de Estado y de
otras ramas no militares, como la económica, sociológica, científica, etc. [debía tratarse]
sólo en la medida de lo indispensable”. Respecto de la información ajena al ámbito mili-
tar, el Reglamento también advertía que la instrucción debía limitarse “al conocimiento
de lo que los organismos cooperantes pueden producir, el tiempo que demandan esas
tareas y cómo se efectúan los pedidos y evacuaciones desde los distintos comandos”
(Escuela Superior de Guerra, 1950: 46).
Un acontecimiento relevante para la historia de la inteligencia argentina fue la
aparición de la primera publicación destinada al personal de la especialidad infor-

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mativa del país: la Revista del Servicio de Informaciones del Ejército. Este boletín se
propuso incrementar la “conciencia informativa” de los cuadros militares argentinos
(Servicio de Informaciones del Ejército, 1956: 12). Los artículos analizaban el rol de la
inteligencia militar en campañas y batallas de las guerras mundiales, la organización
de los servicios de información extranjeros y los desafíos que presentaba la anticipa-
ción estratégica en la era atómica, entre otros asuntos. En sintonía con la doctrina de
defensa, la preparación para una eventual tercera guerra mundial constituyó la preo-
cupación prioritaria de los editores. Según su director honorario, el coronel Héctor Ca-
banillas, esta instrucción pretendía concientizar en que “el costo que [debía] pagarse

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

por conocer anticipadamente siempre [sería] mucho más económico que el precio de
la propia destrucción” (1956: 16).
Con relación a este punto, el estallido de una nueva guerra mundial fue el escenario
prospectivo central de la política de defensa de estos años. Perón (1973: 120) entendía
que si bien esta guerra no sería inminente —por lo que sus catastróficas consecuencias
materiales estaban todavía lejos en el horizonte—, era innegable que el mundo estaba
transitando por un período de “preguerra” que culminaría en un enfrentamiento a gran
escala mundial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. El peso de esta aprecia-
ción estratégica en la toma de decisiones explica por qué —luego de no pocas desave-
nencias— el 2 de septiembre de 1947 la Argentina suscribió el Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca (TIAR). La firma del TIAR supuso el reconocimiento formal, por
parte del Gobierno peronista, del liderazgo hemisférico de Washington (Rapoport y Spi-
guel, 2009: 245) y del eventual alineamiento que tendría el Gobierno argentino ante una
contienda bélica nuclear.
Pese a ello, Perón se esforzó por asegurar que la suscripción de este acuerdo no
condicionara la soberanía defensiva argentina. Tanto el canciller Juan Atilio Bramuglia

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
como el ministro de Guerra Humberto Sosa Molina advirtieron que el alineamiento a
Washington no significaba que el país delegara en los Estados Unidos su propia defensa
o que renunciara a decidir autónomamente su política militar (Potash, 1986: 119-120).
Esta pretensión se manifestó explícitamente en los planes quinquenales del Gobierno
peronista: allí se advirtió que el cumplimiento de los compromisos internacionales asu-
midos por el país en materia de seguridad colectiva no podría contraponerse a “los inte-
reses u objetivos de la Nación” (Presidencia de la Nación, 1953: 419).
Finalmente, cabe señalar que si bien la orientación predominante del enfoque estra-
tégico peronista era externa, es indudable que los problemas políticos internos —princi-
palmente aquellos asociados a la “expansión del comunismo”— también despertaban
preocupación en los cuadros uniformados. Ya desde el golpe militar de 1943, la oficia-
lidad del Ejército entendía que las desestabilizaciones políticas que afectaban a los
Estados constituían uno de los puntos de mayor vulnerabilidad de las naciones en un
contexto de guerra. Esta apreciación era compartida por la mayoría de las doctrinas

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estratégicas de la época, sobre todo aquellas de raigambre europea. Allí se advertía que
cualquier planificación o proyección de poder militar perdía sustancia ante la prolifera-
ción de conflictos o divisiones que debilitaran la unidad, la cohesión o el “frente interno”
de las unidades políticas nacionales.
Sin embargo, estas doctrinas reconocían que el resguardo de la unidad nacional era
una tarea que debía ser abordada por agencias de gobierno distintas a las instituciones
armadas. Es por ello que Perón sostenía que la preparación para la guerra demandaba

un entendimiento perfecto, no solamente entre las fuerzas armadas entre sí, sino también
entre éstas y las autoridades de gobierno responsables de la dirección y administración del

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
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Estado, que son en realidad las que [deben preparar] al país en todos sus aspectos para que
pueda afrontar su guerra (1984: 89 [1949]).

En este esquema doctrinario, el instrumento militar era el encargado del “acto ma-
terial de la lucha”, pero recaía en el resto del Gobierno la tarea de evitar “luchas civiles”
y de propender a la “unión de las masas”. Perón entendía que esta era la única manera
de llevar a la práctica la doctrina estratégica de la Nación en armas (1984: 89-90 [1949]).
En este contexto, hacia principios de los años 50 el crecimiento de la conflictividad
doméstica y las dificultades para garantizar la cohesión interna en el seno de las propias
Fuerzas Armadas impulsó al Gobierno de Perón a asignar al Servicio de Informaciones
del Ejército responsabilidades operativas en la conjuración de intrigas y maniobras de
desestabilización político-militares locales. Esta situación tuvo como punto de inflexión
el frustrado golpe militar del general retirado Benjamín Menéndez en 1951: tras el fracaso
de la sublevación castrense, el Gobierno peronista declaró el “Estado de Guerra Interno”
(Decreto 19376/51) y ordenó a la inteligencia del Ejército investigar la conspiración
(Potash, 1986: 251). Un año más tarde, la misión de desarticular conspiraciones internas se
extendió también al Servicio de Informaciones de la Aeronáutica (Ruiz Moreno, 2013: 53).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
No obstante, fue recién a partir del golpe que derrocó al Gobierno de Perón en 1955
que las prioridades de la inteligencia nacional y militar se focalizaron prioritariamente
en actores internos. Si bien inicialmente esta preocupación pretendió “desperonizar” las
instituciones castrenses (López, 2010), este proceso constituyó la antesala del viraje
que experimentó la política de defensa argentina durante la década de 1960. A partir de
entonces, la doctrina de seguridad nacional focalizó la atención de las Fuerzas Armadas
en el ámbito interno y alineó las prioridades de la inteligencia estratégica del país a
la gran estrategia estadounidense de contención del “comunismo internacional” en el
hemisferio durante la Guerra Fría.

3.2 La inteligencia estratégica en el marco de la doctrina de seguridad nacional

El derrocamiento del Gobierno de Perón en 1955 constituyó un punto de inflexión

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no solo en la actividad de los organismos de inteligencia de la Argentina, sino en las
prioridades de las políticas de seguridad nacional en su conjunto. La autodenominada
Revolución Libertadora inició un proceso de “desperonización” que tuvo a las Fuerzas
Armadas como uno de sus principales epicentros institucionales. En el marco de un
creciente faccionalismo castrense, la nueva conducción militar promovió la expulsión
o degradación de los uniformados asociados al presidente depuesto y promovió una
actualización integral de la doctrina de defensa nacional argentina, a la que se concebía
como un producto ideológico del Gobierno peronista (López, 2010: 253).
Los servicios de inteligencia castrense cumplieron un papel protagónico en el de-
rrocamiento de Perón. Como es ampliamente conocido, el Servicio de Informaciones

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
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Navales —la rama de inteligencia de la Marina Argentina— participó activamente en la


planificación del golpe y de los bombardeos a Plaza de Mayo y la Casa Rosada en junio
de este año (Potash, 1986: 251). Esto explica, en parte, el crecimiento que experimentó
este servicio de inteligencia en el nuevo Gobierno militar. Incluso la Policía Federal Ar-
gentina quedó bajo el control funcional de la Marina, situación que se mantuvo hasta
los primeros años de la década de 1960. Este padrinazgo permitió que el SIN acce-
diera a los archivos policiales de la Nación y robusteciera su aparato de inteligencia
política interna. A partir de entonces, esta dependencia informativa se convirtió en
uno de los principales promotores de la doctrina de la “infiltración marxista” en el país
(Potash, 1986: 393).
La orientación de las prioridades de la defensa y la inteligencia hacia la política in-
terna se acentuó en los años siguientes. En 1958, el Gobierno de Arturo Frondizi —quien
había sido electo presidente de la Nación por la UCRI, en el marco de la proscripción polí-
tica del peronismo— dictó una de las primeras expresiones institucionales de este viraje
doctrinario. En el marco de una serie de protestas laborales y huelgas obreras, el Poder
Ejecutivo aprobó el Plan de Conmoción Interna del Estado —Plan CONINTES— (Decreto S

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9880/58). Dicho plan dispuso la ampliación de la jurisdicción de las Fuerzas Armadas
en la “lucha contra disturbios internos” y subordinó las policías provinciales a las auto-
ridades militares nacionales. El plan fue ratificado con los Decretos públicos 2628/60 y
2639/60, que aprobaron las “Normas militares para la represión de los actos terroristas”.
Finalmente, ese mismo año se aprobó una reforma del Código Penal que estableció las
condiciones de “emergencia” que facultaban la “represión de las actividades terroristas
en todo el territorio de la República” (Ley 15293).
Este cambio en la percepción de amenazas también estuvo motivado y apoyado por
factores internacionales. Luego del triunfo de la Revolución cubana en 1959, América
Latina ingresó de lleno al tablero estratégico de la Guerra Fría. La doctrina de contención
del comunismo promovida por el Gobierno de los Estados Unidos auspició una batería
de medidas dirigidas a alinear las prioridades de seguridad externa e interna de los paí-
ses de la región. El exponente más visible de esta decisión fue la Alianza para el Progre-
so —por iniciativa del entonces presidente John F. Kennedy—, cuya puesta en marcha

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estuvo acompañada por el despliegue de una red de organizaciones hemisféricas que,
comandadas por el Pentágono, publicitaron las prioridades de Washington en todos los
países del continente.
Las publicaciones militares argentinas no tardaron en hacerse eco de esta renova-
ción de prioridades. El derrocamiento de Perón y la ilegalización del peronismo fueron
interpretados, a luz del nuevo clima de época, como la adaptación local de la lucha inter-
nacional contra el “avance comunista” en el hemisferio. Esta mirada doctrinaria derivó
en la desaparición de la Revista de Informaciones del Ejército —la primera publicación
formativa de la inteligencia argentina— y en la creación, en su reemplazo, de la revista

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
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Manual de Informaciones, bajo la órbita del órgano de Actividades Psicológicas del Ejér-
cito. Inspirada en las publicaciones homónimas estadounidenses, la nueva revista se
propuso “robustecer las convicciones democráticas y antimarxistas del personal de los
cuadros” (Martínez Codó, 1999: 375).
Una de las principales usinas doctrinarias que inspiró la homologación entre “pero-
nismo” y “subversión” fue la experiencia de las fuerzas armadas francesas en las gue-
rras de Argelia e Indochina. En 1957 se instaló una misión militar permanente de la
República de Francia en el Estado Mayor General de Ejército (López, 2010). Esta misión
—que se extendió durante cinco años— capacitó a oficiales del Ejército argentino en los
principios de la guerra contrarrevolucionaria francesa. Dos años más tarde, se inició un
ciclo de conferencias en las unidades del Ejército tituladas “Operación Hierro”. Allí se
adoctrinó a los asistentes acerca de estrategias y tácticas represivas. Luego se dise-
ñaron ejercitaciones prácticas sobre la materia, que llevaron el nombre de Operación
Hierro Forjado (Mazzei, 2002: 130). Finalmente, en noviembre de 1961 se llevó adelante
el primer Curso Interamericano de Guerra Contrarrevolucionaria, del que participaron
representantes de todo el continente (Landaburu, 1991: 133).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
En este contexto, en 1964 el Gobierno de Arturo Illia —también electo con la proscrip-
ción del peronismo mediante— remitió un proyecto de ley al Congreso de la Nación a fin
de reemplazar la doctrina de defensa aprobada mediante la Ley 13234. Los fundamen-
tos del proyecto son claros. Según el texto,

la crisis ideológica que afecta a la humanidad, así como las efectivas y peligrosas técnicas
de infiltración consecuentes imponen a la Nación la adopción de un instrumento legal que
permita la elaboración de un programa defensivo y de seguridad acorde con las exigencias de
la hora presente” (Ministerio de Defensa, 2010: 96).

El mensaje del Ejecutivo advertía que la Ley de Defensa Nacional vigente “no
permit[ía] la existencia y eficaz funcionamiento de los medios y elementos capaces de
oponerse exitosamente a los factores de disociación contemporáneos que afectan la in-
tegridad física y espiritual de la Nación” y que, por lo tanto, era necesario dictar normas
que permitieran “adecuar la organización de la Defensa” a las nuevas condiciones del

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mundo (2010: 97).
La lucha contra la infiltración del “comunismo internacional” al interior de los Es-
tados también operó como una prioridad colectiva que enfrió buena parte de las rispi-
deces vecinales existentes en la región. Si bien las hipótesis de conflicto con Brasil y
Chile continuaron presentes en la planificación militar argentina, durante las décadas
de 1950, 1960 y 1970 estos países compartieron numerosos pactos y mecanismos de
intercambio de información motivados por el interés común de afrontar la “guerra an-
tisubversiva”. La Junta Interamericana de Defensa (JID), la Escuela de las Américas, la
Conferencia Naval Interamericana (CNI), la Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA)

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
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y el Sistema de Cooperación de las Fuerzas Aéreas Americanas (SICOFAA), entre otras


instancias de cooperación militar, ocuparon un rol central a la hora de alinear las priori-
dades de las organizaciones castrenses y sus servicios informativos.
Estas organizaciones articularon a los líderes políticos y militares latinoamericanos
en un frente común contra el “enemigo interno” y funcionaron como una usina de doc-
trina en materia de inteligencia. En la Escuela de las Américas, los oficiales locales se
capacitaron en técnicas de interrogatorio, operaciones de espionaje en contrainsurgen-
cia, aprovechamiento de documentos y manejo de personas capturadas (Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos, 2015: 61). Esta capacitación incluyó elementos jurídicos
y normativos que justificaron la aplicación de torturas y tormentos. Hasta entonces,
la instrucción de las tropas técnicas de inteligencia consideraba que la obtención de
información en interrogatorios debía ajustarse a las normas del derecho humanitario
que regían en tiempos de guerra, tales como los Convenios de Ginebra. Sin embargo, la
nueva doctrina entendió que el “enemigo interno” era un enemigo excepcional y que, por
lo tanto, sus prisioneros estaban exceptuados de estas protecciones jurídicas (Martínez
Codó, 1999: 285-286).

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En este contexto, en 1963 se aprobó la reforma de la misión del principal organis-
mo de inteligencia estratégica del país, la Secretaría de Informaciones del Estado (SIE).
El Decreto 4500/63 indicó que esta dependencia era responsable de planificar, dirigir
y supervisar la acción del Estado “en materia de comunismo y otros extremismos en
concordancia con el Plan de Defensa Nacional” y que debía “intervenir en todo asunto
relacionado con el comunismo que se origine en los ministerios, secretarías […] y demás
organismos”, exceptuando a las fuerzas armadas y de seguridad. Adicionalmente, este
decreto-ley facultó a la SIE a dictar la doctrina nacional de inteligencia y “proponer las
medidas a adoptarse en los [organismos nacionales y provinciales] en lo referente a la
acción contra el comunismo” (artículo 2).
La reglamentación de esta norma operativizó algunos aspectos de la nueva doctrina
oficial de inteligencia. En este marco, el Decreto S 8141/63 estableció que la SIE sería “el
único organismo autorizado para evacuar informes de personas reputadas como comu-
nistas o vinculadas a tal ideología” (artículo 3). También se facultó a la SIE a destacar

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“órganos delegados al interior del país, para el cumplimiento de su misión específica
en la lucha contra el comunismo” (artículo 8) y se estableció que —en lo referente a la
“acción contra el comunismo”— la Secretaría debía dar preferente atención a las necesi-
dades de los ministros de Interior, Educación, Justicia y Trabajo (artículo 2).
Estos cambios en inteligencia fueron ratificados en 1966, tras la aprobación de una
nueva Ley de Defensa Nacional. En aquel año, el Gobierno de facto del general Juan
Carlos Onganía derogó finalmente la Ley 13234 y aprobó la nueva doctrina de segu-
ridad nacional. En rigor, la Ley 16970 ratificó varias de las reformas doctrinarias que
habían comenzado a aplicarse desde la puesta en marcha del Plan CONINTES en 1958.

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La nueva norma habilitó a las Fuerzas Armadas a producir inteligencia interna y a de-
sarrollar operaciones contrasubversivas en el territorio nacional. Su espíritu había sido
delineado dos años antes por el propio presidente —que en ese entonces revestía como
jefe del Ejército— en la Conferencia de Ejércitos Americanos de 1964. Según el nuevo
enfoque, la defensa nacional consistía en “el conjunto de medidas que el Estado adopta
para lograr la Seguridad Nacional”. Esta última, por su parte, fue entendida como “la si-
tuación en la cual los intereses vitales de la Nación se hallan a cubierto de interferencias
y perturbaciones sustanciales” (Ley 16970).
Las Fuerzas Armadas también actualizaron sus reglamentos de inteligencia para
dar cuenta de las nuevas prioridades. El nuevo enfoque doctrinario se tradujo en la apro-
bación de documentos de inteligencia operacional focalizados en el adiestramiento
en operaciones psicológicas (1968); operaciones contra la subversión urbana (1969);
operaciones contra fuerzas irregulares (1969-1970); contrainteligencia y medidas de
seguridad (1974), y operaciones contra elementos subversivos (1977). Estos textos for-
malizaron las tareas de obtención, sistematización y análisis de información acerca del
“comunismo” y de los enemigos “internos” que se “infiltraban” en la población argentina

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(Secretaría de Guerra, 1962: 48). Esta plataforma orientó la estrategia operativa y de
inteligencia de las Fuerzas Armadas argentinas desde el Operativo Independencia hasta
la finalización de la última dictadura militar (Decretos S 261/75 y 2772/75 y Directiva
General del Ejército 404/75).
El impacto humanitario de esta doctrina ha sido ampliamente documentado, tanto
en la literatura experta como en las investigaciones de lesa humanidad iniciadas tras
la recuperación democrática (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, 2015). Sin
embargo, un aspecto menos explorado han sido sus consecuencias profesionales,
tanto en las Fuerzas Armadas como en los servicios de inteligencia. Esta última cues-
tión cobró visibilidad hacia el final de la dictadura militar, en el marco de la derrota en
la guerra de Malvinas. El Informe de la Comisión de Análisis y Evaluación de las Res-
ponsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur (1982) demostró que si bien la cuestión
Malvinas era contemplada como una hipótesis de guerra en el corto plazo, el inicio de
las hostilidades tomó por sorpresa a los organismos de inteligencia. Asimismo, las

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apreciaciones de inteligencia elaboradas para la guerra tuvieron graves falencias de
juicio en la determinación de la voluntad y las capacidades militares de Gran Bretaña
(1982: 213-215).
El Informe identifica numerosas razones que explican estas deficiencias. Según la
Comisión —y aun cuando Malvinas era considerada una hipótesis de guerra probable—,
en los años previos al conflicto la inteligencia militar se había concentrado en obtener
información sobre un único probable enemigo externo: la República de Chile. El resto
de los esfuerzos de planeamiento de la inteligencia estratégica militar argentina, indica
el Informe, estuvieron dedicados a atender “la subversión en el marco interno” (1982:

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

214-215). Por tal motivo, los trabajos de planeamiento de inteligencia relacionados con
el proceder de los británicos ante el inicio de las acciones militares debieron realizarse
“en los prolegómenos de la guerra” y “en el plazo de unas pocas semanas”. En este con-
texto, el Informe concluye que el planeamiento de la guerra utilizó “una inteligencia bási-
ca, voluminosa y desactualizada” y que las apreciaciones se apoyaron “excesivamente
en el criterio profesional antes que en datos de inteligencia adecuados” e, incluso, en
“fuentes influidas por el enemigo” (1982: 215-216).
En resumen, la doctrina de seguridad nacional implicó un cambio radical en el orden
de prioridades de la inteligencia estratégica argentina. La nueva concepción doctrinaria
entendió que —en el marco de la contienda bipolar de la Guerra Fría— la principal batalla
de los países dependientes en el hemisferio occidental debía librarse al interior de los
Estados, amenazados por la expansión de fuerzas ideológicas “subversivas”. Por tal mo-
tivo, la reflexión acerca de las “perturbaciones” y las “amenazas” a la cohesión interna
ocupó la plana mayor de la inteligencia argentina. Este giro copernicano circunscribió la
agenda de seguridad y defensa nacional a una preocupación asociada a la preservación
de intereses ideológicos de carácter interno. El resto de las hipótesis de conflicto y/o

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
amenazas externas a los intereses nacionales quedaron supeditados al resguardo de
este interés estratégico definido a nivel hemisférico.

4. Conclusiones
El presente artículo analizó las transformaciones que experimentó la producción de
inteligencia estratégica en la Argentina entre 1948 y 1983. Este recorrido exhibe que, al
igual que sucedió en la mayoría de los países centrales, el surgimiento de esta actividad
en el país estuvo íntimamente relacionado con la herencia y los aprendizajes obtenidos
de las guerras mundiales que atravesaron el siglo XX y afectaron, principalmente, el te-
rritorio continental europeo. En este marco, los primeros organismos informativos de la
Argentina —creados en el seno de las Fuerzas Armadas— operaron bajo una concepción
doctrinaria profesional, orientada a obtener información sobre la actividad de aquellos

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


actores extranjeros, sobre todo fronterizos, que podrían afectar o poner en riesgo la
defensa y la seguridad nacional.
La doctrina de defensa aprobada en 1948 fue la expresión institucional de esta con-
cepción estratégica. En un contexto caracterizado por la delimitación bipolar del mundo,
la necesidad de asegurar la autonomía defensiva del Estado ante una eventual tercera
guerra mundial desempeñó un papel fundamental en el horizonte estratégico del Go-
bierno peronista. Sin embargo, el crecimiento de la conflictividad política doméstica y el
posterior derrocamiento del Gobierno democrático de Perón alejó progresivamente a las
instituciones armadas y a los servicios de informaciones nacionales de esta concepción

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

estratégica. Desde fines de la década de 1950, las prioridades de la inteligencia no solo


se orientaron al ámbito interno, sino que se concentraron, cada vez más exclusivamen-
te, en la detección y evaluación de perfiles ideológicos de ciudadanos argentinos, en el
marco de la lucha contra el “comunismo internacional”.
Este viraje conceptual se materializó en la doctrina de seguridad nacional aprobada
en 1966, que implicó la derogación de los instrumentos y definiciones adoptadas en la
etapa previa. Esta plataforma doctrinaria, inspirada y apoyada en la estrategia delineada
por los Estados Unidos para el hemisferio en la Guerra Fría, se acopló armónicamente
con el interés de elites locales preocupadas, de forma creciente, por el sostenimiento
de un régimen político antidemocrático y proscriptivo de amplias mayorías políticas. De
este modo, si bien la concentración de las prioridades estratégicas de los servicios de
inteligencia argentinos en asuntos de política doméstica se inscribió en la “gran estrate-
gia” de Washington para la región, su asimilación y aplicación nacional estuvo asociada
a la preservación de intereses facciosos y político-partidarios de actores locales.
La adopción de la doctrina de seguridad nacional no solo generó gravísimas con-
secuencias en materia de derechos humanos, sino que también afectó la preservación

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
de intereses estratégicos del país. El reordenamiento de las prioridades de inteligencia
en función de directrices externas supuso el desentendimiento de las funciones bási-
cas de este tipo de servicios; a saber, la determinación de los conflictos y amenazas
más probables a la seguridad y la defensa nacional y la producción de información que
permitiera mejorar la posición del país en estos escenarios. Sin embargo, todos los
organismos de información del país —nacionales, militares y policiales— se focaliza-
ron en una única función: la obtención de información sobre la ideología y la actividad
de personas y organizaciones políticas domésticas. Como corolario, los organismos
de inteligencia no solo perdieron su especialidad profesional, sino que la producción
de inteligencia exterior pasó a ocupar un lugar secundario entre las prioridades de la
actividad informativa nacional.
Luego de la recuperación democrática, la pregunta sobre el desempeño profesional
de los servicios de inteligencia durante la doctrina de seguridad nacional se concentró
en el papel que tuvieron estos organismos en los crímenes de lesa humanidad come-

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


tidos en la última dictadura militar. Las principales controversias desatadas en torno a
la legitimidad democrática de los servicios de inteligencia desde 1983 hasta nuestros
días resultan inentendibles si no se consideran estos antecedentes. Sin embargo, estos
interrogantes deben ser complementados con una evaluación crítica de estas expe-
riencias históricas desde el punto de vista estratégico. Esta reflexión es fundamental
no solo para avanzar en la modernización profesional de los servicios de inteligencia
argentinos, sino también para pensar el diseño institucional del sistema de inteligencia,
su relación con la toma de decisiones políticas y su función en la preservación de los
intereses estratégicos de defensa y seguridad nacional.

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El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina: enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría
Iván Poczynok

En este sentido, la experiencia de Malvinas ofrece innumerables lecciones estra-


tégicas acerca de esta actividad. El desempeño de la inteligencia argentina con ante-
rioridad, durante y con posterioridad a la guerra sintetiza, casi de forma típico-ideal,
los gravísimos perjuicios que ocasiona la ideologización de estos servicios en la pre-
servación de intereses de alto valor estratégico de la Nación. La importancia de evi-
tar la politización de los organismos de inteligencia, de preservar las especialidades
técnicas de esta actividad, de conservar y desarrollar las capacidades tecnológicas
propias del sector, de coordinar los ciclos de inteligencia con la toma de decisiones y
de evitar la asignación de funciones represivas constituyen, aún en nuestros días, pun-
tos de partida sólidos para la conducción del sector. Una conducción que no solo debe
garantizar la legitimidad democrática de las actividades de inteligencia, sino también
su efectividad en la defensa de los intereses de defensa y seguridad nacional del país.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
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Cómo citar este artículo


Poczynok, I. (2022). El surgimiento de la inteligencia estratégica en la Argentina:
enfoques doctrinarios y percepción de amenazas durante la Guerra Fría. Revista de
la Escuela Nacional de Inteligencia, (1), 13-34. https://doi.org/10.58752/8A9CAPXK.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 13-34
ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961

34
https://doi.org/10.58752/ZNKEVCRX

NOTAS DE INVESTIGACIÓN
La historia sin fin: el estado del arte
de la inteligencia en la academia
(1988-2015)
The endless story: the state of the art of intelligence
studies in Academia (1988-2015)
Sol Gastaldi* / Sergio G. Eissa**

Recibido: 9/11/2022 • Aceptado: 16/12/2022 • Publicado: 27/12/2022

Palabras clave: inteligencia estratégica nacional Keywords: national strategic intelligence –


– inteligencias sectoriales – control civil de sectoral intelligences – civilian control of the
los servicios de inteligencia – reformas a la intelligence services – intelligence reform –
inteligencia – debate académico academic debate

Resumen Abstract
El presente trabajo analiza la relación entre los cam- This paper analyses the relationship between the
bios producidos en el sistema de inteligencia de la changes produced in the Argentine intelligence

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
República Argentina y los debates académicos entre system and the academic debates between 1988
1988 y 2015. Para ello se realiza un breve recorrido and 2015. In order to do that, we review three
por la agenda político-institucional en tres períodos historical periods (1983-1989; 1990-2002; 2003-
históricos (1983-1989; 1990-2002; 2003-2015), con 2015) with the purpose of knowing if there is a
el propósito de indagar si existe una relación entre relationship between the central events that marked
los acontecimientos centrales que marcaron la evo- the evolution of national strategic intelligence and
lución de la inteligencia estratégica nacional y la the academic production.
producción académica. In this regard, it is argued, firstly, that the bibliographic
Al respecto, se sostiene, en primer lugar, que la review exhibits a continuity in the topics addressed
revisión bibliográfica muestra una continuidad en throughout the study period, and, secondly, that
los tópicos abordados a lo largo del período de es- there was a correlation between the political-
tudio y, en segundo lugar, que existió una correla- institutional changes and the conceptual discussion
ción entre los cambios político-institucionales y la between specialists in the academic agenda.
discusión conceptual entre los especialistas en la
agenda académica.

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961

* Mgtr. Sol Gastaldi. Docente e investigadora (Universidad de Buenos Aires y Universidad de la Defensa Nacional).
https://orcid.org/0000-0002-1833-4573.
** Dr. Sergio G. Eissa. Docente e investigador (Universidad de Buenos Aires y Universidad de la Defensa Nacional).
https://orcid.org/0000-0001-7530-8753.

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

1. Introducción

La agencia de inteligencia argentina, en sus distintas denominaciones a lo largo


del tiempo, se ha caracterizado por ocupar, a diferencia de lo que sucede en general
en otros países, diferentes espacios en diarios de tirada nacional. Se han publicado
también muchos libros sobre la historia de la agencia o sobre algunos de sus miembros,
como por ejemplo: Espiados. El poder argentino en jaque (2021), de María Belén Bartoli;
Historia de espías (y espiados) (2019), de Franco Lindner; La casa que no cesa (2016), de
Marcelo Sain; Código Stiuso. La SIDE, la política desde las cloacas y la muerte de Nisman
(2014), de Gerardo Young; IOSI. El espía arrepentido (2015), de Miriam Lewin y Horacio
Lutzky; Espiados (2013), de Claudio Savoia; SIDE. La Argentina secreta (2006), de Gerardo
Young; Los sospechosos de siempre. Historia del espionaje en la Argentina (2000), de
Jorge Boimvaser, entre otros. A esta lista podríamos sumar los que describen y analizan
los atentados a la Embajada de Israel en Buenos Aires (1992) y a la Asociación Mutual
Israelita Argentina (AMIA) (1994). Dado que muchos de los autores y las autoras de
estos títulos son periodistas, la pregunta, casi inevitable, es, entonces, ¿cuál ha sido el

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aporte de la academia a través de publicaciones especializadas, tales como artículos en
revistas científicas o papers presentados en congresos?
La propuesta de este trabajo es realizar una suerte de estado del arte sobre los
artículos científicos, presentaciones en eventos académicos, capítulos de libros y libros
que hayan abordado la problemática de la inteligencia en la Argentina entre 1988 y 2015.
Más puntualmente, nos centraremos en trabajos de autores y autoras argentinos y
argentinas, no históricos, que aborden diversas problemáticas de los servicios de inte-
ligencia y de la actividad de inteligencia en la Argentina. El período seleccionado tiene
una explicación que surge de una primera lectura de los textos. Algunos de ellos marcan
como hito en la reforma de los organismos de inteligencia en la Argentina a la Ley 23554
de Defensa Nacional. Por otro lado, decidimos establecer una línea de corte del estudio
al año 2015, cuando se inicia un nuevo capítulo en la historia de la inteligencia argentina
con la creación de la Agencia Federal de Inteligencia —AFI—. Asimismo, y teniendo en
cuenta la importancia de los acontecimientos sobre los intereses e hipótesis de trabajo

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de los cientistas sociales, abordaremos, como corolario, otra indagación: ¿ha habido un
correlato entre las preocupaciones de la agenda pública/política y la producción acadé-
mica entre 1988 y 2015?
El artículo se organiza de la siguiente manera. En la primera parte se recorren al-
gunos eventos históricos asociados a los servicios de inteligencia en la Argentina, con
el objeto de brindarle al lector o a la lectora el contexto en el cual se realiza la revisión
bibliográfica. En segundo lugar, se ordena el debate académico que se ha producido
entre 1988 y 2015 respecto a diversas temáticas. Finalmente, se efectúan algunas
reflexiones personales.

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

2. La agenda político-institucional (1988-2015)

En el presente apartado presentamos de manera sistemática los principales hitos


en la historia de la agencia de inteligencia argentina, identificados a partir del análisis
de tres períodos históricos a los cuales denominamos: a) la inercia alfonsinista, b) la
alianza menemista-delarruista y c) el kirchnerismo.
Es preciso, para ello, señalar que la inteligencia nacional como sistema tiene su
origen entre las décadas de 1940 y 1950 del pasado siglo. Antes de esa fecha, la función
de inteligencia era realizada por las Fuerzas Armadas.
La CIP (Coordinación de Informaciones de la Presidencia de la Nación) fue creada
a través del Decreto 337/46 por el presidente Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-
1974) con el objetivo de concentrar la coordinación de las operaciones de inteligencia,
tanto a nivel nacional como internacional, ubicándose así como un órgano por encima
—al menos formalmente— de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas. Esta
se estructuró sobre la base de la Dirección General de Seguridad e Informaciones del
entonces Ministerio de Guerra, cuyo origen se remonta al Decreto 49594/40. En 1949, la

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
CIP pasó a denominarse CIDE (Coordinación de Informaciones del Estado).
Tras el golpe de Estado de 1955, a través del Decreto 776/56, volvió a cambiar su
nombre por Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y sumó a su misión la de “des-
peronizar” a la sociedad argentina.
Durante el Gobierno de José María Guido (1962-1963), y posteriormente con una
nueva reforma en el año 1973 bajo el Gobierno de facto de Lanusse —mediante la Ley
20195—, la SIDE operó como un organismo responsable de reunir —con medios de ob-
tención propios— y producir inteligencia para la Seguridad Nacional y para la conduc-
ción de los asuntos de Estado. En este marco, la SIDE se consagró como un organismo
técnico, de coordinación con los otros servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas
y de las fuerzas de seguridad, y sin facultades represivas ni compulsivas ni tareas poli-
ciales, aunque se tenía la obligación de prestar colaboración con tareas militares, poli-
ciales, judiciales y de seguridad, cuando las autoridades competentes así lo requirieran.
En la reforma de 1973, además de establecer que la SIDE fuera dirigida por un ofi-

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cial superior de las Fuerzas Armadas —aunque siempre bajo dependencia directa del
presidente y designado por este—, se le otorgó relación funcional con otro organismo
de inteligencia creado en 1966 con el dictado de la Ley 16970 de Defensa Nacional, bajo
el Gobierno de Onganía: la Central Nacional de Inteligencia (CNI), cuya organización y
funcionamiento se establecieron mediante el Decreto S 1793/73. Entre sus funciones
se destacaban las de planear, orientar, centralizar y coordinar la actividad de la SIDE, de
los Servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y del órgano de Inteligencia del
Estado Mayor Conjunto y de la Superintendencia de Seguridad Federal, para producir
inteligencia estratégica nacional. También se le encomendó centralizar información y/o

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Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

inteligencia a efectos de mantener actualizada la situación estratégica nacional interna


y externa y elaborar la doctrina de inteligencia nacional. Sin embargo, en los hechos, la
CNI no funcionó hasta 1973. Como explica Sain (1997: 150), la reestructuración de 1973
de Lanusse estuvo pensada para garantizar la “intervención institucional de la cúpula
militar en la conducción de organismos a los que consideraban fundamentales para los
asuntos de la seguridad de Estado y que pretendían preservarlos como ámbitos autóno-
mos controlados por las Fuerzas Armadas”, frente al Gobierno peronista que retornaba
al poder ese mismo año. Curiosamente, tal como marca el autor, la misma arquitectura
normativa que operó bajo el paraguas de la Doctrina de Seguridad Nacional y sobre el
cual se llevó adelante la proscripción del peronismo no fue revisado por el nuevo Gobier-
no de Perón, sino que continuó operando y fue una herramienta clave en el entramado
político represivo del terrorismo de Estado que se implementó los años siguientes, tras
el golpe de 1976. En efecto, la SIDE —junto con los servicios de inteligencia de las Fuer-
zas Armadas— tuvo un rol relevante en el secuestro, desaparición forzada y asesinato
de argentinos y extranjeros —en el marco del Plan Cóndor—, como así también en la
custodia de los Centros Clandestinos de Detención (CCD).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
2.1 La inercia alfonsinista (1983-1989)

A partir del retorno de la democracia, hubo varios intentos que se sucedieron “en
oleadas” durante esos años para sancionar una ley de inteligencia. La primera ola se
produjo en el marco del ataque al regimiento del Ejército Argentino de La Tablada en
1989 y la promulgación de la Ley de Seguridad Interior en 1992. La segunda ola coincide
con los atentados terroristas a la Embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994. La
tercera y última ola se produjo entre 1997 y 2001 en el marco de un incremento de los
gastos reservados del sector (Estévez, 2005b).1
El objetivo central de Alfonsín fue lograr el control civil y la subordinación militar. Por
ende, la atención central por estas épocas vino de la mano de la denominada “cuestión
militar” (Canelo, 2013; Anzelini, Poczynok y Zacarías, 2017). Los riesgos de regresión y
la necesidad de reducir la autonomía militar y afianzar la institucionalidad democrática

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


llevaron en 1988 a la sanción de la Ley 23554 de Defensa Nacional. Sin embargo, en
esta priorización, la reforma integral de la inteligencia nacional se mantuvo como una
agenda pendiente, pese incluso a que la Ley de Defensa Nacional requería al Consejo de
Defensa Nacional, en un lapso no mayor de 365 días, la elaboración de un anteproyecto
de ley sobre el Sistema Nacional de Información e Inteligencia que contemplara el con-
trol parlamentario (Estévez, 2014c).
Pese a ello, la citada norma, al establecer una separación orgánica y funcional entre
Defensa Nacional y Seguridad Interior, logró establecer las bases para la organización y

1  Ver también Estévez, 2003.

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

funcionamiento del sistema de inteligencia nacional que se estructuraría recién a partir


de 2001. También dispuso, en su artículo 15, lo siguiente:

… el organismo de mayor nivel de inteligencia proporcionará la información y la inteligencia


necesarias a nivel de la estrategia nacional de la defensa. La producción de inteligencia en
el nivel estratégico militar estará a cargo del organismo de inteligencia que se integrará con
los organismos de inteligencia de las Fuerzas Armadas y que dependerá en forma directa e
inmediata del Ministro de Defensa.

A su vez, estableció que “las cuestiones relativas a la política interna del país no
[podrían] constituir en ningún caso hipótesis de trabajo de organismos de inteligencia
militares”.
Entonces, ¿qué medidas tomó Alfonsín en materia de inteligencia?
Entre ellas se destaca el Decreto S 1917/86, por el cual se derogaban los Decretos S
1793/73 y S 3401/79 de Doctrina de Inteligencia Nacional, y se establecía la dependen-
cia directa de la CNI del presidente de la Nación, la cual era presidida por el secretario
de la SIDE, y mantenía la función de coordinación de las actividades de todos los orga-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
nismos de inteligencia existentes. En realidad, el objetivo primario de esta norma fue
incluir en la CNI a los titulares de Inteligencia de la Prefectura Naval y de Gendarmería
Nacional, organismos que habían sido retirados de la órbita de las Fuerzas Armadas
con el propósito de desmilitarizar la seguridad interior; y a los Ministerios de Defensa,
de Relaciones Exteriores y Culto, y del Interior. No obstante, al año siguiente se derogó
esta norma y se dictó el Decreto S 1759/87, que establecía la organización del Sistema
Nacional de Inteligencia en el cual la CNI se constituía como su máximo organismo, en
un intento por jerarquizar justamente a este.
Sin embargo, podríamos considerar este intento como una política fallida porque la
falta de medios y personal propio para la reunión de información, las reducidas faculta-
des que tenía para la efectiva coordinación de las actividades de inteligencia realizadas
por los organismos del sistema de inteligencia nacional y la ausencia de una política
orgánica en materia de inteligencia impidieron “apuntalar la CNI como una verdadera
instancia de coordinación de la inteligencia global del Estado”, convirtiendo “a esta en

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un organismo ineficaz para la elaboración de su cometido” (Sain, 1997: 155). En cuanto
a la SIDE, mediante la Ley de Ministerios de 1983 se estableció a esta como un organis-
mo técnico de inteligencia, sin facultades represivas, compulsivas o policiales, para la
producción de inteligencia para la seguridad de la Nación, es decir, no se establecieron
cambios sustanciales (Sain, 1997).
Sin embargo, la política nacional fue sacudida por el copamiento al Cuartel de la
Tablada por el Movimiento Todos por la Patria (MTP) en enero de 1989. Bajo esa coyun-
tura, se dictaron los Decretos 83/89 y 327/89. El primero creó un Comité de Seguridad
Interior integrado por los ministros del Interior, de Defensa y de Relaciones Exteriores y

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

Culto, el secretario de Inteligencia de Estado de la Presidencia de la Nación y los jefes


del Estado Mayor Conjunto y de los Estados Mayores Generales de las Fuerzas Arma-
das, para asesorar al presidente en la estrategia para conjurar todo hecho de violencia
organizada, la cual debía prever la articulación de tareas de inteligencia operativa. El se-
gundo decreto, por su parte, estableció las bases orgánicas y funcionales para la prepa-
ración, ejecución y control de las medidas tendientes a prevenir y conjurar la formación
o actividad de grupos armados que tuvieran aptitud para poner en peligro la vigencia de
la Constitución Nacional o atentar contra la vida, la libertad, la propiedad o la seguridad
de los habitantes de la Nación. Orientado hacia la seguridad interior, en el marco de lo
que definía como una “acción terrorista subversiva”, este último decreto tuvo por objeto
flexibilizar el empleo de los organismos del Sistema Nacional de Inteligencia frente a
las situaciones excepcionales, así como también realizaba previsiones de empleo de las
Fuerzas Armadas en apoyo a las fuerzas de seguridad y en caso de atentados contra la
jurisdicción militar.
Estas normas, que respondieron a necesidades puntuales de la Seguridad Interior
ante la ausencia de la ley marco, permitían en los hechos que los organismos integrantes

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
del Sistema Nacional de Inteligencia colaboraran en las tareas necesarias para prevenir
y neutralizar tales hechos, aunque no fueran parte de su cometido específico. Esto, sin
lugar a dudas, habilitaba una nueva intervención de las Fuerzas Armadas en Seguridad
Interior y de la SIDE en la obtención de información sobre personas y organizaciones
sobre la base de sus creencias ideológicas, aunque, de acuerdo al ex ministro de De-
fensa Horacio Jaunarena, no significaba una reactivación de la Doctrina de Seguridad
Nacional (Eissa, 2015).

2.2 La alianza menemista-delarruista (1990-2002)

Se podría asegurar que Carlos Menem (1989-1999), por su parte, remilitarizó la se-
guridad interior sobre la base de los decretos de Alfonsín antes señalados. En efecto,
Menem aprobó el Decreto 392/90, que modificó el Decreto 327/89, en el que reemplazó
al Consejo de Seguridad Interior por el Consejo de Defensa Nacional —creado por la Ley

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23554—, y con ello amplió las hipótesis de empleo de las Fuerzas Armadas en términos
de conmoción interior. Más importante aún para el tema de este artículo es que el Con-
sejo de Defensa Nacional podía requerir la colaboración de los organismos integran-
tes del Sistema Nacional de Inteligencia. Como se señaló en un trabajo anterior (Eissa,
2015), el Ministerio de Defensa pasaba a ser el órgano asesor principal en los temas de
prevención y lucha contra grupos armados y en situaciones de conmoción interior.
Luego de este período convulsionado, que afrontó el último levantamiento carapin-
tada de diciembre de 1990, el sistema de inteligencia no sufrió modificaciones sustan-
ciales por parte del Ejecutivo Nacional. Su estructura y funcionamiento continuó sin

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

cambios hasta el año 2001, pese a varios hechos que sacudieron al país y pusieron
a los organismos de inteligencia en el ojo de la tormenta. En efecto, los presidentes
Carlos Menem y Fernando De la Rúa (1999-2001) optaron por “aliarse” con los principa-
les “activos de la agencia”. En este marco temporal fue cuando ocurrieron los atentados
a la Embajada de Israel (1992) y a la AMIA (1994), el asesinato del fotógrafo José Luis
Cabezas (1997) y el caso de los sobornos del Senado (2000).
No obstante, la Ley 24059 de Seguridad Interior de 1992 introdujo algunos cambios
en materia de inteligencia y solidificó los criterios establecidos en la Ley 23554 respec-
to de la diferenciación orgánica y funcional entre Seguridad Interior y Defensa, con la
creación de la Dirección de Inteligencia Interior —hoy Dirección Nacional de Inteligencia
Criminal— como órgano a través del cual el ministro del Interior ejercería la dirección de
la actividad de los órganos de Inteligencia de la Policía Federal, la Gendarmería Nacional
y la Prefectura Naval, y de los existentes a nivel provincial de acuerdo a los convenios
que se celebrasen; y estableció el control parlamentario, mediante la creación de la Co-
misión Bicameral de Fiscalización de los órganos y actividades de Seguridad Interior e
Inteligencia. Se trataba del primer mecanismo de control externo sobre las actividades

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
de inteligencia de todos los organismos del Estado en la Argentina, también pionero en
América Latina (Ugarte, 2012d). Sin embargo, como señala Ugarte (2012d), el rol de este
organismo fue por entonces limitado: se dedicó a convocar al secretario de Inteligencia
del Estado a comparecer frente a la Comisión en las ocasiones en que trascendía en la
opinión pública alguna irregularidad.2
Pese a varios proyectos que se presentaron en el Congreso para cumplir con lo pres-
cripto en el artículo 46 de la Ley de Defensa Nacional, recién en el año 2001 se aprobó
la Ley 25520. Esta cambió la denominación de la SIDE por la de Secretaría de Inteligen-
cia (SI) y estableció por primera vez un marco normativo para el funcionamiento de
todos los servicios de inteligencia, en consonancia con los principios del denominado
“Consenso Básico” (Eissa, 2015); esto es, básicamente, la separación de la inteligencia
militar y de la inteligencia criminal; las definiciones de cada una y la explicitación de
qué podía hacer cada subsistema, lo que habilitó a la SI la competencia de dirigir todo
el sistema de inteligencia nacional y producir inteligencia nacional. También otorgó a la

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SI el “monopolio de la ejecución de las interceptaciones de comunicaciones, tanto de
aquellas derivadas de la actividad de inteligencia, como de las dispuestas por el órgano
judicial en materia de investigación de delitos” (Ugarte, 2012d: 184), actividad que re-
caía en la Dirección de Observaciones Judiciales.
Pese al dictado de esta ley, que representó un avance significativo en la Argentina y
en la región, muchos desafíos permanecieron vigentes y nuevos elementos impulsaron
la necesidad de continuar modernizando la inteligencia nacional.

2 La Comisión de Fiscalización creada por la citada norma inició sus actividades formalmente recién tres
años después.

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

2.3 El kirchnerismo (2003-2015)

Estévez afirma que “la elección política para democratizar la inteligencia fue una
progresiva reestructuración organizacional, es decir, [un] ‘cambio incremental’” (Estévez,
2020: 265). Un ejemplo de esta afirmación fue la reforma al subsistema de inteligencia
estratégica militar, que se produjo recién en 2006 y como consecuencia de una nueva
irregularidad que tomó conocimiento público:

En marzo de 2006, el CELS radicó una denuncia ante la justicia basada en información recibi-
da según la cual en la Base Almirante Zar de la Marina, ciudad de Trelew, provincia de Chubut,
se realizaban actividades de espionaje militar interno, lo cual tuvo significativa repercusión
en los medios ... El Poder Ejecutivo emitió el decreto 372 del 4 de abril de 2006, eximiendo
de la obligación de guardar secreto a todos los agentes y ex agentes de inteligencia naval
citados a declarar en la causa judicial. Por otro lado, avanzó en la reforma de la inteligencia
militar promoviendo un fuerte control ministerial ... la Resolución 381 del Ministerio de Defen-
sa, del 19 de abril de 2006, mediante la cual se reglamentó el Sistema de Inteligencia Militar, y

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
que prohibió expresamente a los organismos de inteligencia de las fuerzas armadas realizar
tareas represivas y de investigación criminal y obtener información, producir inteligencia o
almacenar datos sobre personas. (CELS, 2007, como se citó en Estévez, 2014c: 16)

En lo que respecta a la SI, la crisis que eclosionó cuando la presidente Cristina Fer-
nández de Kirchner (2007-2015), tras intervenir el organismo y desplazar al jefe de Inte-
ligencia Stiuso, hombre fuerte de la SI prácticamente desde el retorno de la democracia,
impulsó la aprobación de una nueva ley de inteligencia, la 27126, cuyos principales cam-
bios fueron los siguientes:

... las máximas autoridades de cada organismo del sistema ordenarían las actividades de
inteligencia; la AFI sumó una nueva función, la producción de inteligencia criminal en delitos
federales complejos con medios propios de obtención de información; un nuevo esquema de
clasificación de información, archivos de inteligencia y procedimientos de desclasificación; la
creación de un banco de datos para la protección de archivos y datos de inteligencia; y mayor

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control y administración del presupuesto de inteligencia. (Estévez, 2020: 269)

Como se puede observar, fue un paso importante tendiente a darle transparencia


—base para su legitimación— al organismo de mayor nivel de inteligencia. A esto habría
que agregar que la ley dispuso la transferencia de la Dirección de Observaciones Judi-
ciales al ámbito de la Procuración General de la Nación del Ministerio Público y, de esta
manera, retiró de las competencias de la SI —ahora AFI— la de ejecutar interceptaciones
o captaciones de cualquier tipo autorizadas u ordenadas por autoridad judicial.
Unos meses después, el Ejecutivo Nacional dictó el Decreto 1311/15, que aprobó
la primera doctrina pública y democrática de inteligencia nacional con el propósito de

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

“sentar las bases de un profundo proceso de reforma y modernización del Sistema de


Inteligencia Nacional”, tal como señala la letra de dicha norma, y estableció la estructura
orgánica y funcional de la AFI y un Régimen de Administración de sus fondos.

3. La agenda académica (1988-2015)


En el presente apartado, se realiza una revisión de los principales aportes acadé-
micos publicados en revistas especializadas y libros de autoras y autores argentinas
y argentinos sobre la problemática de la inteligencia en el país entre 1988 y 2015. Se
ha tomado como decisión metodológica agrupar por temas el racconto bibliográfico, a
fin de poder observar con mayor claridad los tópicos de interés de producción acadé-
mica y su relación con los acontecimientos históricos que han marcado, por su parte,
la evolución político-institucional de la inteligencia en la República Argentina. Como
veremos, el abordaje académico, ya sea de tipo politológico o sociológico, se entre-
cruza notablemente con la agenda político-institucional y refleja en gran medida los

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
debates políticos y sus correlatos en las políticas públicas en materia de inteligencia
estratégica. En este sentido, los trabajos académicos se estructuran en torno a cuatro
ejes centrales, que se desarrollarán a continuación:
y Conducción civil.
y Democratización y reforma de la inteligencia nacional.
y Inteligencias sectoriales.
y Estudios presupuestarios y de los gastos reservados.

3.1 Conducción civil

La transición a la democracia estuvo desprovista de un fuerte debate político sobre


el control de los servicios de inteligencia, a diferencia de lo que sucedió en torno a la
agenda militar. Si bien el debate académico no ha sido intenso, estuvo presente, y este
eje atravesó todo el período analizado, independientemente de los cambios de gobierno,

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tal como lo evidencian numerosos trabajos que tratan dicho asunto.
Entre ellos se destaca un trabajo de Estévez (1993b), que luego de realizar un repaso
sobre la estructura de inteligencia argentina a principios de la década de 1990, analiza
los intentos por sancionar normas que, en el mismo sentido que la Ley 23554 de Defensa
Nacional y la Ley 24059 de Seguridad Interior, establecieran un férreo control sobre los
organismos de inteligencia. El autor señala que “el papel de la inteligencia en una sociedad
democrática es demasiado importante para dejarlo sin discusión” (Estévez, 1993b: 2).
Esta preocupación se relaciona con la prevención de abusos por parte de los servicios
de inteligencia, y nota que puede suceder por dos razones: por falta de control o como

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
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resultado de su politización. Es por ello que considera que una legislación avanzada en
materia de inteligencia debe establecer el necesario control legislativo, ejecutivo y judicial.
Al respecto, corresponden las siguientes observaciones.
En primer lugar, tanto Estévez (2000a) como Ugarte (2002) realizan tempranamente
algunas precisiones conceptuales. El primero de los autores toma de la literatura anglo-
sajona la diferencia entre control y oversight. Señala que, a su entender, ambos términos
en español no deberían diferenciarse, y define al control como:

... acto de comparar y analizar las acciones, personas y/o eventos, con previsiones y objetivos
prefijados, a los efectos de inspeccionar en forma regular el desempeño de los órganos y
organismos, detectar eventuales desviaciones y proponer determinados ajustes, conforme a
las directivas y medidas dispuestas, a las normas y reglamentaciones vigentes y a los resul-
tados esperados. (Estévez, 2000a: 3)

En segundo lugar, no debe confundirse control con supervisión, porque este último
está dirigido a “fiscalizar, inspeccionar y verificar la ejecución de las directivas y medi-
das dispuestas” (Estévez, 2000a: 3).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
En tercer lugar, el control legislativo puede adoptar dos modelos: a) control institu-
cional y b) control investigativo. Mientras que en el primero la relación es de coopera-
ción, en el segundo es de competencia (Estévez, 2000a: 4)3.
En cuarto lugar, Estévez indica que la tarea de control abarca las siguientes di-
mensiones:

a) el control de las políticas y directivas de inteligencia formuladas por el gobierno nacional, a


través de la consideración y análisis tanto de esas políticas y directivas cuanto de las medi-
das e instrucciones en materia de inteligencia estratégica, externa y/o interna, elaboradas y
propuestas por el poder ejecutivo;
b) el control presupuestario a través de la intervención del parlamento en la elaboración del
presupuesto del área de inteligencia, la fiscalización de la ejecución de los fondos asig-
nados y/u otorgados a los organismos de inteligencia, y la inspección de las erogaciones
efectuadas, así como también de la documentación y rendición de cuentas de todos los

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gastos ejecutados;
c) el control operativo y funcional de los organismos de inteligencia, a través de la considera-
ción y análisis de los informes gubernamentales reservados que contengan las actividades
desarrolladas por dichos organismos, así como también del conocimiento e inspección del
conjunto de labores y operaciones, generales y específicas, llevadas a cabo por los funciona-
rios con responsabilidad de conducción y por los agentes de los mismos, y de los resultados
alcanzados a través de dichas labores y operaciones;

3  Dicho de otra manera, el control parlamentario puede ser: a) deferente (deferential), b) objetivo (factual),
c) interrogador (probing) y d) adversario (adversarial) (Estévez, 2000a).

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
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d) el control del personal de los organismos de inteligencia, mediante la fiscalización de


las instancias y mecanismos de selección y promoción, y del desempeño profesional, así
como también por medio de su intervención en la elaboración de los planes de estudio
y contenidos de las carreras e instituciones de formación y especialización profesional.
(Estévez, 2000a: 5)

Estévez (2000a: 4) señala además que el control debe abarcar los siguientes ítems:

• Definición de los tipos de inteligencia que corresponde desarrollar.


• Fijación de los requerimientos de información y los objetivos de búsqueda.
• Determinación de los organismos responsables para llevar a cabo las tareas que compren-
derían las inteligencias definidas.
• Estudio de modos, mecanismos y medios de las tareas y prácticas de inteligencia.
• Delimitación por escrito de los límites y las formas de cooperación entre los diversos orga-
nismos que cumplen funciones de inteligencia.
• Emisión por parte de autoridad política responsable de directivas claras, suficientemente
detalladas y específicas para cada dependencia y actividad de inteligencia.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
En lo que respecta al control parlamentario, y siguiendo el modelo de los Estados
Unidos, es posible diferenciar entre los outsiders y los insiders. Mientras que los prime-
ros refieren a los políticos y asesores que no son expertos en inteligencia y controlan el
apego a la ley, los segundos son especialistas y profesionales de inteligencia que ponen
mayor énfasis en la eficacia (Estévez, 2000a).
Por su parte, Ugarte (2002) identifica diferentes tipos de control: a) el control par-
tidista (Poder Ejecutivo), b) el control interno que debe efectuar el jefe del organismo,
c) el control parlamentario, d) el control externo, e) el control público y f) el “control
sobre aquellas acciones de los organismos de inteligencia que afectan la privacidad
de los habitantes”, que en muchos países lo ejerce el Poder Judicial (Ugarte, 2002:
13). Este autor aclara que el control parlamentario no es la única forma de control
externo. Algunos países constituyen una comisión, cuya integración es definida por el
parlamento, pero que no está necesariamente integrada por parlamentarios. Otros op-

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tan por la creación de la figura del Ombudsman (defensor o representante del pueblo).
Sin embargo, para este experto cobra vital importancia el control parlamentario, al que
considera el “símbolo del control, y que constituye el órgano de control fundamental
en los países democráticos” (Ugarte, 2002: 16).
Años más tarde, tanto Estévez (2005b) como Ugarte (2012d) analizaron ya no la
necesidad de contar con organismos de control, sino cómo lograr que estos sean efica-
ces. Por un lado, Ugarte (2012d) estudia la eficacia de la fiscalización de los organismos
de inteligencia y advierte, en referencia a la ex-SI, sobre el problema que representa

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
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el hecho de que quien formule la política sea precisamente quien deba ejecutarla.4 En
cambio, dicha situación es diferente con relación a la política de inteligencia estratégica
militar y criminal, pues cada organismo depende de un ministerio, lo que da lugar a un
control ejecutivo.
Estévez (2005b), asimismo, introduce el concepto de conducción civil, el cual se sos-
tiene fundamentalmente en la voluntad de ejercicio del mando. Al respecto, considera que,
pese a la existencia de mecanismos legales, la dirigencia civil no asumió plenamente ese
rol, al que caracteriza como “responsabilidad ministerial civil”, como consecuencia del
legado de años de interrupciones democráticas y de la dependencia directa del máximo
órgano de producción de inteligencia nacional del presidente de la Nación (2005b: 171).
También Álvarez Ugarte y Villa (2014) se preguntan por quienes controlan los servi-
cios de inteligencia. Luego de definir los principales conceptos, se focalizan en los con-
troles que realizan el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. El primer
tipo de control es empleado principalmente por los países que tienen forma de gobierno
parlamentario, la que vincula la actividad de “dirección” a la de “control”; de este modo,
se corre el riesgo de que además se politice la actividad de inteligencia al depender de

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
un ministerio a cargo de uno de los partidos miembros de la coalición (Álvarez Ugarte
y Villa, 2014: 10). En cuanto al control parlamentario, argumentan que no solamente es
el más usado, sino también el más efectivo. Existen diferencias en la manera en que se
efectiviza el control, porque mientras algunos países, como los Estados Unidos, optan
por que cada cámara —Representantes y Senado— tenga una comisión específica, que
se controlan mutuamente, otros optan por una comisión bicameral. Por último, en lo
que respecta al control judicial, señalan que no deriva específicamente de la actividad
de inteligencia, sino de las funciones del Poder Judicial, que en este caso los autores
relacionan con la protección de la vida y la propiedad privada. Señalan que la Comisión
Bicameral del Congreso argentino comenzó a funcionar en la práctica en el año 2004
cuando efectivamente se le asignaron fondos, pero que no existe información pública
sobre la cantidad de reuniones, de informes producidos y de informes solicitados, aun
cuando esa información fue solicitada expresamente por los autores, lo cual impide
saber si la comisión efectivamente funciona y cumple con su rol de control.

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Adicionalmente, Álvarez Ugarte y Villa (2014) introducen otro tema de interés de la
literatura sobre inteligencia: la cuestión de la politización. Al respecto, Ugarte (2005) se
pregunta por el adecuado equilibrio entre inteligencia y política, partiendo de los supues-
tos de Sherman Kent, que sostenían la necesidad de mantener ambas esferas separa-
das, justamente a fin de preservar la objetividad en la producción de inteligencia y evitar

4  Estévez (2000a) precisa que el control ejecutivo adquiere otra dimensión, porque es llevado a cabo por
instancias del ámbito de la inteligencia o por funcionarios u órganos colegiados nombrados por el presidente
(Estévez, 2000a).

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cualquier tipo de influencia política que pudiera afectar la naturaleza de la función de


inteligencia, sin que tal separación fuera excesiva, a riesgo de perder la inteligencia la
guía que solo puede darle la política y la utilidad de su producto. En este marco, Ugarte
también plantea la dificultad de definir la pertenencia política o la priorización de un pro-
fesional a cargo de las agencias de inteligencia como otro aspecto que incide en la auto-
nomía de los servicios o en la influencia de la política sobre ellos. Por último, menciona
también el lugar de los servicios en la estructura orgánica y funcional de los Estados.
En cuanto al caso argentino, Ugarte (2010) lo considera como un ejemplo de autonomía,
pues la Ley 25520 le otorga al presidente la competencia de fijar “los lineamientos es-
tratégicos y objetivos generales de la política de inteligencia”, mientras que la política
es establecida por la propia SI, que tiene rango de ministerio. A criterio de este autor:

... el Sistema Nacional de Inteligencia argentino opera con significativa autonomía, contando
el propio órgano ejecutivo con pocas facultades para su conducción, y existiendo escasa
relación formal entre los órganos elaboradores de política y consumidores fundamentales de
inteligencia, los ministerios, y la Secretaría de Inteligencia. (Ugarte, 2010: 22)

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Finalmente, Martínez (2003: 15) considera que “el Sistema no puede darse a sí mis-
mo los lineamientos, ni tampoco fijarse los objetivos, pues estas son tareas de estricto
contenido político”.

3.2 Democratización y reforma de la inteligencia nacional

La temática de la democratización y la reforma de la inteligencia nacional es fre-


cuente en la literatura académica. Si bien es difícil separar estas temáticas del tópico
de la conducción y del control, muchos autores han desarrollado sus investigaciones en
torno a ello, principalmente como corolario del pasado autoritario, pero también en el
marco de los cambios estructurales acontecidos tras el fin del conflicto bipolar (1947-
1991) y el desarrollo de la Revolución Industrial 4.0 y su impacto en la producción de
inteligencia estratégica.
En esta línea, Estévez (1993a: 17), luego de repasar los cambios producidos a raíz

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del fin de la Guerra Fría, señala que los aspectos para tener en cuenta en una reforma
deberían ser:

• niveles de la conducción del Estado que necesitan de inteligencia;


• ámbitos de actuación que corresponden a posibles componentes del sistema;
• modelos vigentes en materia de sistemas de inteligencia —o de no sistemas— en otras latitudes;
• el debate sobre centralización versus descentralización de las actividades de dirección,
análisis y reunión;
• la coordinación entre los distintos componentes del sistema y en los diversos niveles en
que este se organiza;

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
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• énfasis en las actividades de reunión o de análisis;


• énfasis en medios técnicos o en medios humanos de reunión;
• secreto de Estado, es decir, la determinación de las acciones y cosas que corresponden ser
amparadas bajo alguna forma de secreto.

El cambio del paradigma de seguridad internacional daba lugar a otras proble-


máticas que, si bien no eran nuevas, daban cuenta de una realidad geopolítica y una
nueva mirada sobre las agendas de trabajo de las agencias nacionales de inteligen-
cia estratégica (Estévez, 1993a). Así, el fin de la Guerra Fría habría sido un punto de
inflexión que exigió no solamente mirar hacia afuera (las amenazas), sino también
hacia adentro, es decir, “analizar las estructuras y marcos legales, las normas y los
procedimientos, las doctrinas de personal, la infraestructura y los presupuestos (por
mencionar algunos tópicos), siendo el objetivo central adaptarse a las nuevas rea-
lidades” (Estévez, 1999: 10). Al respecto, Estévez (1999) enfatizaba que uno de los
desafíos centrales para la inteligencia era la falta de método, una estructura ideal para
que las agencias de inteligencia pudieran hacer frente a los desafíos que suponía el

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nuevo entorno global. A los efectos de encarar estos retos, el autor concluía que no
eran suficientes los cambios normativos, ya que estos eran solo el punto de partida
para alcanzar consensos (Estévez, 1999).
En relación con los consensos, Estévez (2010: 4) consideró que fue justamente el
alcanzado en el ámbito del Congreso de la Nación argentina lo que habría permitido
avanzar en el marco normativo para la inteligencia, y con ello dar importantes pasos
hacia la democratización del sector.
En otro trabajo, el propio Estévez (2014c) plantea que los procesos de reforma en el
sector de inteligencia en América Latina debieron enfrentar dificultades que se refleja-
ron en las demoras en sancionar legislaciones específicas. En el caso argentino, pese
al compromiso asumido por parte del Congreso en 1988 para sancionar una ley de inte-
ligencia, hubo que esperar hasta el año 2001 para que fuera promulgada la Ley 25520
de Inteligencia Nacional. No obstante, el autor señala de manera clara que la legislación
“no necesariamente resuelve algunas cuestiones centrales en debate en lo que respecta

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al desarrollo de las actividades de inteligencia” (Estévez, 2014c: 5).
El mismo autor (2013: 220) considera además que la reforma del sector de inteligen-
cia no consiste solamente en que las organizaciones cumplan con la normativa y en que
existan “niveles de control político y transparencia”, sino que también se deben encarar
profundos cambios “en las estructuras organizacionales, la cultura y las prácticas”.5
A partir de la teoría de path dependence —o de trayectorias dependientes, en español—,
revisa, en primer lugar, el legado de los años de interrupción democrática que vivió la
Argentina entre 1930 y 1983. En segundo lugar, reseña los cambios efectuados a partir

5  Traducción propia.

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del retorno de la democracia. En este sentido, el autor concluye que el proceso de re-
forma en la Argentina puede ser descripto como de incremental policy change (cambio
incremental de política), es decir que el poder político optó por reformas parciales más
que por una reforma comprehensiva de todo el sistema. El principal factor impulsor ha
sido la voluntad de los decisores políticos —primero en el Congreso de la Nación y luego
en el Poder Ejecutivo— de democratizar los organismos de inteligencia (Estévez, 2013:
230). En síntesis, este experto considera que los principales logros fueron la sanción de
una normativa democrática y la designación de jefes civiles.
A pesar de estos avances, Estévez (2010) considera que existe aún un débil control
parlamentario sobre las actividades de inteligencia y que los desafíos que quedan son
multidimensionales porque

por un lado, [estaba] la tarea del sector de inteligencia de reexaminar sus estructuras y fun-
ciones, redefiniendo prioridades; identificar los ajustes a realizar y mejorar su desempeño.
Por otro lado, [era] el Ejecutivo el que [emitía] su análisis institucional, prioridades y requeri-
mientos, formular políticas para el sector y ejercer control, así como el Congreso debatien-

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do, legislando, luego controlando las actividades y haciendo correcciones del presupuesto.
(Estévez, 2010: 90)6

Para Estévez, las reformas del sector de inteligencia pueden ser incluidas en las
“denominadas reformas del sector seguridad que requieren los países en procesos de
transición o consolidación de sus democracias” (Estévez, 2005a: 5). Dichas reformas,
que han sido emprendidas de manera tardía en estos países, fueron el eje principal de
los debates, como, por ejemplo, en la Argentina desde la década de 1980.
A los efectos de evaluar los resultados de las reformas en la inteligencia en el ámbito
interior, Estévez (2005a: 9) propone, siguiendo a Gill, utilizar las variables de autonomía y
penetración, para obtener la siguiente tipología:

• “Seguridad de Estado independiente” (independent security state) y “seguridad de Estado”


(security state), con alta autonomía y alta penetración.
• “Policía política”, caracterizada por autonomía y penetración medianas.

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• “Oficina de inteligencia doméstica” (domestic intelligence bureau), con baja autonomía y baja
penetración. Este último se corresponde con un organismo sujeto a un estricto control político.

Sin embargo, para el autor, los cambios provocados por el impacto de las nuevas
tecnologías podrían establecer como nuevos indicadores las “duplas penetración vs.
transparencia y autonomía vs. visibilidad” (Estévez, 2005a: 10).
En cuanto a la evaluación de la efectividad de los procesos de democratización
y reforma de los organismos de inteligencia, Estévez (2014b) señala las siguientes
variables:

6  Traducción propia.

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... respeto/violación de los derechos de los ciudadanos; uso/uso indebido; de gastos secretos;
fallas de inteligencia que ponen en peligro la democracia; reglamentos democráticos; eficacia
del control parlamentario; consistencia entre política y actividades de inteligencia; acceso a
archivos de la represión; medios de comunicación y controles judiciales; cambios en la cultu-
ra y prácticas de inteligencia; y confiabilidad de la comunidad de inteligencia en la comunidad
internacional. (Estévez, 2014b: 556)7

En este sentido, al analizar los casos de Perú, Ecuador y Argentina, argumenta que,
en el caso argentino, con un legado similar8, se observa que luego de una fase de pree-
minencia legislativa9, el Poder Ejecutivo comenzó a tener un papel mayor en el proceso
de reforma a partir de la sanción de la Ley 25520 de Inteligencia Nacional. Esta segun-
da generación de reformas (Estévez, 2014b) estuvo dirigida a lo que podríamos llamar
“inteligencias sectoriales” —la inteligencia militar, la inteligencia criminal y la seguridad
aeroportuaria— y a alcanzar un mayor grado de transparencia.
Ugarte (2012d) destaca al respecto las medidas tomadas en el marco de la inteligen-
cia estratégica militar tras la Resolución 381/06 del Ministerio de Defensa, que ordenó

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las actividades y misiones de los organismos de inteligencia de las Fuerzas Armadas
y del Estado Mayor Conjunto. En este punto, Estévez (2014b: 578) enfatiza que, hasta
estas reformas, la inteligencia militar continuaba realizando tareas de inteligencia orien-
tadas a la seguridad interior.
Más allá de todos los avances significativos que han marcado los autores, Estévez
mantuvo en 2013 una visión pesimista, pues concluía que, pese a la “segunda genera-
ción de reformas” llevadas a cabo durante el siglo XXI, la legislación no había logrado
establecer un control legislativo eficaz, y las prácticas y la cultura se habían visto poco
modificadas tanto por las reformas legislativas como por las emprendidas por el Poder
Ejecutivo (Estévez, 2013: 231).
Samanta Curti (2015) argumenta que el puntapié inicial para la reforma del sistema
de inteligencia argentino tuvo lugar con la promulgación de la Ley 24059 de Seguridad
Interior en el año 1992, la cual es considerada pionera por muchos autores en el contexto
regional (Curti, 2015: 5). Este promisorio comienzo continuó con la Ley de Inteligencia Na-

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cional del año 2001, que fue reformada por la Ley 27126 del año 2015. Luego de analizar
algunas variables10, la autora destaca la incorporación de nuevas áreas en materia de in-
teligencia; la existencia de la Escuela Nacional de Inteligencia; el desarrollo normativo de
mecanismos de control; la definición del ciclo de inteligencia; y el establecimiento de una
estructura del sistema y de una definición genérica de la función, lo cual no es exclusivo

7  Traducción propia.
8  Dictaduras y Doctrina de Seguridad Nacional, principalmente.
9  Esta afirmación también aplica a las reformas en defensa y seguridad interior.
10  Función; estructura; ciclo de inteligencia; control; profesionalismo y ética; nuevas áreas de inteligencia, y
uso de tecnología (Curti, 2015).

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de la Argentina porque “ninguno de los casos logra establecer con claridad qué se entiende
por amenaza, describir cuáles serán los métodos de recolección de información, y, a su
vez, mencionar con qué objetivo se realizará la actividad de inteligencia” (Curti, 2015: 20).

3.3 Inteligencias sectoriales11

En cuanto a las inteligencias sectoriales, esto es, las relacionadas con los subsiste-
mas de inteligencia estratégica militar, criminal, financiera y otras, la revisión bibliográfica
indica un abordaje cuantitativamente menor que sobre los tópicos anteriores, lo que da
cuenta de la existencia de importantes áreas de vacancia.
Parte de los trabajos abordan la discusión sobre los alcances de la inteligencia se-
gún los destinatarios (Estévez, 1998) o el debate en torno a los límites y a la función
de la inteligencia, ya sea externa, criminal, policial o interna, o para la protección del or-
den constitucional, en relación con el sujeto jurídico a proteger (Estévez, 1993a; 2000b;
2005a). Estévez (1993a: 3) sostenía que el cambio en el escenario internacional hacía
más relevante a la inteligencia debido a la proliferación de las amenazas12; preveía la

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relevancia de las fuentes públicas para producirla; y enfatizaba la necesidad de la “espe-
cialización de los responsables de tales tareas”.

Inteligencia criminal
Ugarte (2010) sostiene que la inteligencia criminal es uno de los aspectos de la
actividad policial y que ha tenido un amplio desarrollo en los últimos años. Uno de los
motivos de su auge es que, frente a los cambios en el escenario internacional que han
impactado en la dinámica de los delitos —en particular, de los transnacionales—, el poli-
ciamiento no puede estar guiado por la intuición policial ni por la improvisación. Ugarte
(2010: 3) argumenta que

la inteligencia criminal constituye parte de la actividad policial y se diferencia de la actividad


de inteligencia estrictamente hablando, del mismo modo que la actividad policial y la activi-
dad de inteligencia continúan constituyendo actividades claramente diversas, sin negar la

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relación y la cooperación que existe y debe existir entre ambas.

En definitiva, para este autor, la inteligencia criminal

trata de la aplicación de la metodología propia de la actividad de inteligencia, fundamen-


talmente en materia de análisis, a la actividad policial, tanto en el nivel estratégico —deter-
minación de situación en materia de seguridad pública, de todo el país, o de una región o
área determinada, o circunscripta a determinado o determinados delitos, que comprende su

11  Estévez (2014c) introduce la problemática de la ciberinteligencia y la inteligencia económica, que luego
fueron abordadas con mayor amplitud por otros autores a partir del año 2015.
12  Estévez (1993a: 4-5) hace una enumeración siguiendo al autor estadounidense George Carver.

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probable evolución, amenazas, tendencias y causas a corto, mediano y largo plazo, destinada
a orientar a la política de seguridad pública del país, o de una región o área determinada, o
respecto de determinado delito— como en el nivel operacional —conocimiento destinado a
guiar a jefes policiales, generalmente de rango medio, a establecer prioridades en su accionar,
a emplear con mayor eficiencia y eficacia recursos escasos, a efectuar un despliegue eficaz,
a emplear tácticas adecuadas, a fin de obtener mayores resultados en materia de reducción
del delito— y en el nivel táctico: investigación de las organizaciones criminales —campo fun-
damental de interés de la inteligencia criminal— y de aquellas formas delictivas que, por su
complejidad, gravedad, reiteración y consecuencias, no logran ser prevenidas eficazmente
por la investigación policial, fiscal o judicial del caso individual. (Ugarte, 2010: 4-5)

Según Ugarte (2010), la inteligencia criminal es una nueva manera de encarar el


trabajo de la seguridad pública.
Estévez (2014a) coloca el surgimiento de la inteligencia criminal en la década de
1990, en paralelo al crecimiento del delito organizado en la agenda global y la incorpora-
ción de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en los procesos estatales.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
Por ende, define a la inteligencia criminal como aquella

... cuyo fin es analizar e investigar tanto la criminalidad organizada, como aquellas otras for-
mas delictivas cuya complejidad o gravedad impide su eficaz prevención mediante una in-
vestigación policial, fiscal o judicial del caso concreto. La inteligencia criminal también debe
producir análisis estratégico de tendencias y amenazas para asistir a las políticas de seguri-
dad pública. (Estévez, 2014a: 72)

En lo que respecta a la inteligencia criminal, Estévez (2002) se propuso, apenas un


año después de sancionada la Ley 25520, ordenar conceptualmente las diferentes de-
finiciones de inteligencia, a los efectos de poner en práctica lo dispuesto en la ley con
respecto a la inteligencia criminal. El autor la definió como

la parte de la Inteligencia referida a las actividades criminales específicas que, por su natura-
leza, magnitud, consecuencias previsibles, peligrosidad o modalidades, afecten la libertad, la
vida, el patrimonio de los habitantes, sus derechos y garantías y las instituciones del sistema

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representativo, republicano y federal que establece la Constitución Nacional. (Estévez, 2002: 6)

En este sentido, el autor considera que se diferencia de la “investigación criminal”


en que esta última se encuentra restringida, entre otras cuestiones, por la admisibilidad
de las pruebas en la justicia. Por último, Estévez concluye que la inteligencia criminal
“podría aparecer como una táctica de prevención del delito. Ello lleva entonces a pensar
no solamente quién la controla, sino además cómo se la evalúa” (Estévez, 2002: 12).
Por su parte, Ugarte (2012a) considera que el auge de la inteligencia criminal se
debe a las transformaciones en el mundo del delito porque, a pesar de que los policías

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conocen en profundidad el territorio en el cual desempeñan sus funciones, esto ya


no es suficiente para resolver los desafíos que presenta la actividad criminal con-
temporánea. Si bien la inteligencia criminal ha cobrado relevancia como una herra-
mienta para hacer frente a los delitos transnacionales, aquellos delitos que ocurren
cotidianamente también requieren de información (Ugarte, 2012a; 2014). El propio
autor (2012a: 3) reconoce también tres niveles de la actividad de inteligencia criminal:
estratégico, operacional y táctico.
En definitiva, se trata de reemplazar la intuición y la improvisación por un policia-
miento guiado por la inteligencia, es decir que la inteligencia criminal debe proveer de
“un producto de conocimiento de inteligencia que apoya la toma de decisiones en las
áreas de accionar policial, reducción y prevención del delito” (Ugarte, 2012a: 4).
Adicionalmente, Estévez introduce el concepto de security intelligence, que está
orientado a las amenazas internas. No hay una definición explícita, pero el autor sos-
tiene que es una actividad preventiva para proteger el “territorio, sociedad y población
contra actividades que producen daño”, como crimen organizado y terrorismo, entre
otras (Estévez, 2005a: 12). A partir de esta noción, el autor distingue los siguientes

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tipos de inteligencia: a) inteligencia para la protección del orden constitucional y de-
mocrático, b) inteligencia para la seguridad interior y c) inteligencia para la prevención
de delitos complejos:

• Inteligencia para la protección del orden constitucional y democrático: es el conocimiento


resultante de procesar informaciones relativas a individuos u organizaciones cuya actua-
ción esté orientada a cambiar o modificar el orden democrático constitucional o sustituir
las autoridades designadas de acuerdo con este, atentar contra tales autoridades, o impedir
o estorbar el ejercicio legítimo por parte de estas de sus atribuciones, por medios ilegales.
• Inteligencia para la seguridad interior: es el conocimiento resultante de procesar informa-
ciones relativas a individuos, grupos u organizaciones cuyo accionar configure delitos fede-
rales que representen un riesgo significativo para la seguridad interior del país.
• Inteligencia para la prevención de delitos complejos: es el conocimiento resultante de
procesar informaciones relativas a la actividad de personas y grupos cuyas actividades

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configuren delitos complejos, e incluye aquellas formas delictivas que cualitativa o cuan-
titativamente afecten de modo más grave a la comunidad, en los que se emplee alto
grado de tecnificación, conexiones locales e internacionales, sistemas complicados de
ocultamiento de evidencias o que puedan producir alto impacto de victimizaciones (tales
como delincuencia organizada, delincuencia transnacional organizada, terrorismo, tráfico
de armas y explosivos, tráfico ilícito de drogas y delitos conexos, lavado del producto del
delito, delincuencia financiera o bancaria, delitos informáticos/electrónicos/de comuni-
caciones, entre otros), y que pudieran constituirse en amenazas o riesgos a la seguridad
interior. (Estévez, 2005a: 13)

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
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A diferencia de la investigación criminal o judicial, donde el Poder Judicial ejerce su


potestad, la inteligencia criminal es un recurso extrapenal y, por lo tanto, requiere reglas
claras para evitar su discrecionalidad (Estévez, 2005a). Asimismo, la inteligencia cri-
minal no trabaja en apoyo de la investigación criminal, aunque estén interrelacionadas
(Estévez, 2015). Según este autor, la actividad de inteligencia criminal es la “acción de
conocer para contribuir, desde su especificidad, a la protección de bienes jurídicos con-
cretos que resulten priorizados” por la política de seguridad, teniendo en cuenta siempre
“la inmediatez, probabilidad, importancia, consecuencia y antecedentes de ocurrencia
de determinadas actividades criminales” (Estévez, 2005a: 16). Por último, el autor sos-
tiene que una variante de la inteligencia criminal es el policiamiento orientado por la
inteligencia (intelligence-led policing) (Estévez, 2005a).
Asimismo, Estévez señala que pareciera que la inteligencia criminal es responsa-
bilidad de todos “y que no tiene ‘dueño’”. Aunque se hace referencia a ella en algunos
plexos legales, “no se está manifestando suficientemente como una actividad especí-
fica, organizativamente estructurada y funcionalmente efectiva” (Estévez, 2014c: 27).
Esto es producto del legado de las últimas dictaduras militares, donde las policías y la

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inteligencia criminal fueron dirigidas por los militares, contribuyendo a la Doctrina de
Seguridad Nacional y persiguiendo al “enemigo ideológico”. En la actualidad, Estévez
coincide con Ugarte y Sancho Hirane en que todavía resultan borrosos los límites entre
“contrainteligencia e inteligencia interior, así como también los límites entre la actividad
policial, la inteligencia criminal, y la actividad de inteligencia. En vista de ello, se hace
necesario revisar la relación entre las nociones de inteligencia policial e inteligencia
criminal” (Estévez, 2014c: 27).
Otro autor que analiza también las categorías y alcances de la inteligencia criminal es
Glen Evans (2014). Este entiende que “la función de estos organismos [de inteligencia cri-
minal] debería poder simplificarse como la administración de información y la producción
de conocimiento para sustentar decisiones” (Evans, 2014: 13) y que se debe entender a
la inteligencia como “un proceso de reunión y análisis de información o como un produc-
to refinado entregado al decisor para sustentar acciones en contexto de incertidumbre”
(Evans, 2014: 13). En este marco, señala las limitaciones que tiene la Dirección Nacional

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de Inteligencia Criminal (DNIC) para producir conocimiento para hacer frente al Crimen
Organizado Transnacional. Para hacer ello, Evans (2014) distingue entre conocimiento
accionable (CA), policiamiento guiado por la inteligencia (ILP) e inteligencia criminal (IC).
El primero se refiere al conocimiento que permite anticipar “los riesgos en situaciones
complejas” (2014: 13) y que es el producto final de la inteligencia, con el proceso completo
una vez que el decisor adopta un curso de acción. El segundo es definido, siguiendo a
Ratcliffe, como la aplicación de la inteligencia criminal como “una herramienta objetiva
para la toma de decisión con el objetivo de facilitar la prevención y reducción del crimen”
(Evans, 2014: 14). Este modelo tiene tres componentes: el ambiente criminal, el análisis de

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inteligencia criminal y el decisor. En tercer lugar, define la inteligencia criminal siguiendo la


Ley 25520, la cual establece que es

la parte de la inteligencia referida a las actividades criminales específicas que, por su na-
turaleza, magnitud, consecuencias previsibles, peligrosidad o modalidades, afecten a la li-
bertad, la vida, el patrimonio de los habitantes, sus derechos y garantías y las instituciones
del sistema representativo, republicano y federal que establece la Constitución Nacional.
(Evans, 2014: 15)

A continuación, distingue sus niveles, en donde la diferencia, siguiendo a Ugarte, es


el nivel de decisión; dicho de otra manera, el táctico está destinado a la investigación y
el estratégico a las decisiones de mediano y largo plazo. Efectuadas estas definiciones,
Evans (2014: 20) considera que el sistema de inteligencia criminal argentino presenta
las siguientes limitaciones:

• Problemas de dirección / gerenciamiento del sistema de inteligencia criminal.


• Ausencia de despliegue territorial y trabajo entre agencias federales y provinciales.

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• Ausencia de planes sostenidos de formación y carrera orientada a los cuerpos de recolec-
ción y de análisis.
• Ausencia de un modelo nacional de inteligencia criminal y de una doctrina común entre los
miembros del subsistema de inteligencia criminal.

Esto demuestra, según Evans (2014), la ausencia de una conducción civil de la polí-
tica de inteligencia.
Por su parte, a los efectos de establecer límites adecuados a la actividad, Ugarte
(2012b) sugiere que debe haber: a) una legislación que establezca claramente las com-
petencias de los organismos y b) prohibiciones claras y expresas. En lo que respecta
a la Argentina, Ugarte encuentra que la inteligencia criminal no fue concebida como
integrante de la seguridad pública, “sino como parte de la actividad de inteligencia en
sentido estricto” (Ugarte, 2012b: 147). Pese a ello, el artículo 4 de la Ley 25520 definió
los límites a la actividad de inteligencia, pero estos —según el autor— no son efectivos
debido a la falta de controles en el Poder Ejecutivo (Ugarte, 2012b).

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Inteligencia militar
Para Ugarte (1995), la inteligencia estratégica militar “enfoca a las fuerzas armadas
extranjeras, órdenes de batalla, equipo, efectividad de combate, alistamiento de comba-
te, y doctrina, entre otros aspectos relativos a las capacidades militares extranjeras”, y
hace referencia a dicha inteligencia “como ‘el conocimiento referido a las capacidades,
vulnerabilidades y probables puntos de acción de las naciones extranjeras’, y dentro
de los componentes de la misma [Platt] incluye a la ‘inteligencia militar, excluye inteli-
gencia de combate’ (inteligencia táctica)” (Ugarte, 1995: 9). Este autor considera que la

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inteligencia estratégica militar es fundamental para la conducción del Estado, aunque


puede parecer difícil de conciliar con los regímenes democráticos por sus característi-
cas vinculadas al secreto.
En el caso argentino, como en el resto de América Latina, la inteligencia estratégica
militar fue afectada por la tradición de “involucrar a las Fuerzas Armadas en cuestiones
políticas y de seguridad interior” (Ugarte, 1995: 11) y por la Doctrina de Seguridad Na-
cional. Por ello, Ugarte considera conveniente adoptar los principios de competencias,
estructuras orgánico-funcionales y de control que tienen los países democráticos desa-
rrollados, a los efectos de

... constituir un auxiliar fundamental para la conducción de defensa y militar, dentro del ám-
bito para el que las fuerzas armadas fueron instituidas, adoctrinadas, adiestradas y confor-
madas: la respuesta armada a eventuales agresiones externas, sin duplicar la labor de los
organismos de inteligencia civiles. Así contribuirán válidamente a la seguridad de sus países,
en el marco de la democracia. (Ugarte, 1995: 13)

En otro orden de ideas, Tello y Spota (2015) analizan la función asignada a la in-

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teligencia militar argentina y el rol asignado a ella en el marco estratégico nacional,
para concluir que existen segmentos de la inteligencia militar que son empleados por
el Estado nacional para realizar actividades de inteligencia interior, como una especie
de “aparato de inteligencia paralelo al oficial”, en función de las acusaciones públicas
de periodistas y de figuras políticas de la oposición que recayeron por aquel entonces
contra el exjefe del Ejército, César Milani. Los autores señalan que esta “suposición” se
ve “reforzada por la inactividad característica del organismo de control parlamentario de
las actividades de inteligencia” (Tello y Spota, 2015: 37).

Contrainteligencia
Ugarte entiende a la contrainteligencia como actividad de la inteligencia interior, y
abarca el

... contraespionaje, contrasabotaje, medidas de seguridad de contrainteligencia, en definitiva,

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actividad destinada a evitar la acción de organismos de inteligencia extranjeros e incluso de
agentes de países extranjeros en el propio territorio, así como a proteger secretos industria-
les, comerciales y tecnológicos del país, como, en una concepción más amplia de aquella, el
contraterrorismo e incluso, en una perspectiva aún más amplia —sin que ello implique que
compartamos tal perspectiva— y como establece la Ley Nº 25.520 de Inteligencia Nacional
argentina (artículo 2º, numeral 2) en su definición de la contrainteligencia como: “la actividad
propia del campo de la inteligencia que se realiza con el propósito de evitar actividades de
inteligencia de actores que representen amenazas o riesgos para la seguridad del Estado
Nacional”, sin precisar la naturaleza de los actores, ni si son extranjeros, influidos por Estados
u organizaciones extranjeras, o simplemente nacionales del país. (2012b: 122-123)

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Ugarte adopta esta definición en virtud de los límites borrosos entre inteligencia
interior y contrainteligencia en América Latina y, al analizar el caso argentino, encuentra
que la definición del artículo 2 es muy amplia, más allá de la definición que el autor
utiliza de por sí.

3.4 Estudios presupuestarios y de los gastos reservados

Pesce y Estévez (1996) abordaron la asignación de gastos reservados para inteli-


gencia entre 1989 y 1995 en los Ministerios de Relaciones Exteriores y Culto, la —en
ese entonces— SIDE, el Ministerio de Defensa y la Secretaría General, bajo la vigencia
de la Ley S 18302, que ratificaba lo establecido por el Decreto 5315/56 respecto de los
gastos reservados, con relación a su inclusión como gastos secretos en las cuentas
de inversión. En este trabajo establecen una relación entre defensa e inteligencia que
resulta interesante. La defensa es necesaria para garantizar los intereses vitales en un
mundo incierto, y la inteligencia no solo provee la información, sino que también, si
ella es significativa, permite reducir el gasto de defensa. Ahora bien, con respecto a los

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gastos, que estos sean secretos presupone dos principios:

El primero es asegurar el destino de estos gastos, es decir que los recursos aplicados a infor-
mación e inteligencia sean efectivamente gastados en los fines específicos. El segundo se
refiere a que el área de inteligencia optimice la utilización de los recursos disponibles. (Pesce
y Estévez, 1996: 3)

El secreto en la política de inteligencia emergía, aún a mediados de la década de


1990, de tres fuentes. La primera es la legislación heredada de la última dictadura
militar. La segunda fuente de secretismo son los gastos reservados, y la tercera co-
rresponde a las actividades y estructuras que actúan de manera secreta. En lo que
respecta a los gastos reservados, estos se originan a partir del Decreto 5315/56 de
Aramburu (1955-1958), que estaba vigente hasta el momento de publicación del ar-
tículo de los autores en 1996, a través de la Ley S 18302 de Onganía (1966-1970). Si
bien mediante la Ley 23110 se restringió el uso de gastos reservados por diversos

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organismos del Estado, hacia 1992 diversas normas permitieron a la Presidencia de
la Nación, a la SIDE, al Ministerio de Defensa y al Ministerio de Relaciones Exteriores
continuar realizando este tipo de gastos (Pesce y Estévez, 1996). En los años 1992,
1993, 1994 y 1996, el Gobierno de Carlos Menem intentó a través de las leyes de pre-
supuesto ampliar los organismos que podían contar con gastos reservados. Pese al
rechazo del Congreso de la Nación, estos fueron incorporados en diversos organismos
a través de decretos del Poder Ejecutivo Nacional. Asimismo, los autores analizan
las cuentas de inversión y notan que entre 1989 y 1996 se observa un considerable
incremento de tales gastos, no solo en lo que refiere a la presupuestación, sino que

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Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

el devengado ha sido aún mayor, lo que dio cuenta de que los techos presupuestarios
fueron incrementados (Pesce y Estévez, 1996).
Estévez (2003 y 2005b) señala que la Ley 25520 constituyó un avance en materia
de supervisión de los gastos de inteligencia. La norma ordenó que la presupuestación y
rendición siguiera lo establecido en la Ley 25125 de Administración Financiera y dispu-
so que se creara la “función de inteligencia” en el nomenclador presupuestario.
Un artículo más reciente sobre el tema del gasto es el ya mencionado de Tello y
Spota (2015). Los autores sostienen que existe un desfasaje entre la apreciación de
Sudamérica como una zona de paz y el incremento del gasto en inteligencia militar entre
2012 y 2014. Por ello, los autores se preguntan:

¿Cuál es el sentido último del crecimiento presupuestario verificado en el área de la IM si en tér-


minos estratégico-nacionales, la República Argentina avizora un futuro cercano sin amenazas
armadas por parte de potencias extranjeras y el gasto militar de los países sudamericanos está
transparentado a partir de los acuerdos que dieron forma a la UNASUR? (Tello y Spota, 2015: 31)

Los autores responden que esto se debe a: a) una incoherencia entre la aprecia-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
ción del escenario regional y la acción de la inteligencia militar, b) una desviación en la
función de la inteligencia militar y c) un factor desconocido (Tello y Spota, 2015). Los
autores profundizan en estas hipótesis y concluyen que el marco normativo actúa como
un corsé que no le permite a la inteligencia militar proveer información para hacer frente
a amenazas tales como el terrorismo y el narcotráfico. Todo esto es resultado de

... atarse a una visión estratégica nacional estrecha de miras. [Por ello], la vastedad del proble-
ma erigido por las “nuevas amenazas” exige la construcción de una solución integral donde
ingresen en igual medida la corrección de los errores actuales y una revisión general de regla-
mentación de la Ley de Defensa Nacional, junto a la formulación de esquemas estratégicos
nacionales capaces de lidiar con las amenazas reales cifradas en el horizonte de posibilida-
des abierto para la República Argentina en el siglo XXI. (Tello y Spota, 2015: 33-34)

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4. Otros tópicos
Si bien los cuatro ejes anteriores permiten dar cuenta de los temas centrales que
la revisión de la literatura sobre inteligencia muestra, existen otros temas de menor de-
sarrollo que también han sido abordados y que resulta de interés mencionar. Tal es el
caso de la problemática de la cooperación en materia de inteligencia (Ugarte, 2012c), del
análisis del método y las técnicas de producción de inteligencia (Araujo, 1992; Rivero,
1993; de Verda, 1993), o de los aportes de la prospectiva estratégica (Balbi, 1993; 2014)
para la producción de inteligencia.

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

5. Reflexiones finales

Las reformas emprendidas en el sector de la inteligencia argentina no pueden ser


separadas de aquellas que estuvieron dirigidas a la defensa nacional y la seguridad
interior. Las Leyes 23554 de Defensa Nacional, 24059 de Seguridad Interior y 25520 de
Inteligencia Nacional fueron resultado de un largo proceso que se inició en el año 1985
y que se extendió hasta el 2001, cuando fue promulgada la última de las leyes citadas.
Tres de las características relevantes de este proceso son que las normas fueron impul-
sadas desde el Congreso de la Nación —fase legislativa (Eissa, 2015)—, que un conjunto
de asesores y legisladores de los dos principales partidos (Justicialista y Unión Cívica
Radical13) participaron en la redacción de ambas leyes y que las tres normas conforman
un constructo sistémico que Marcelo Sain (2010) denominó “Consenso Básico”.
La revisión realizada de la literatura especializada en inteligencia nos permitió inda-
gar justamente en la manera en que la academia afrontó desde la producción de conoci-
miento los avatares del camino que transitó la inteligencia estratégica nacional durante
ese período y en los años subsiguientes hasta 2015. En este trabajo, identificamos cua-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 35-63
tro tópicos centrales que muestran en gran medida las preocupaciones centrales y la
orientación de los autores en la descripción y explicación de los fenómenos de interés:
conducción civil; democratización y reforma de la inteligencia nacional; estudios sobre
inteligencias sectoriales; y estudios presupuestarios y de los gastos reservados.
Así, aparecieron conceptos clave, como “control”, “fiscalización”, “conducción
política”, “autonomía”, “politización” y otros que seguramente seguirán marcando la
literatura siguiente, como “cultura del control” (Ugarte, 2016: 752). Este concepto que
tomamos de Ugarte es clave para pensar a la vez un aspecto novedoso y que nos gus-
taría dejar aquí planteado: ¿por qué el ciclo de inteligencia no incluye la fiscalización
como parte de su procedimiento? Lectores entendidos en la materia sabrán de qué
estamos hablando. Desde su formulación por Sherman Kent, el ciclo de inteligencia,
que orienta la producción de inteligencia —desde la dirección del esfuerzo de obten-
ción hasta la difusión de los resultados—, no contempla la fiscalización ni el control
como etapa constitutiva. Entonces, si la fiscalización aparece como algo externo y no

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intrínseco a la misma actividad de inteligencia, ¿podremos alcanzar alguna vez una
verdadera cultura del control? Para esto, a su vez, será fundamental responder a otro
interrogante. ¿Quién controla a los que controlan? Con ello nos remitimos a la impor-
tancia de transparentar a la sociedad los resultados del control y la fiscalización que
realizan los responsables de dicho proceso. En un Estado democrático, es la misma
sociedad la que debe controlar la eficacia y efectividad de su gobierno, para poder
garantizar con ello la legitimidad de los servicios de inteligencia.

13 En el caso de la Ley de Inteligencia Nacional, también hay que tomar en cuenta al FREPASO (Frente para un
País Solidario), integrado por un desprendimiento del Partido Justicialista y de la centroizquierda.

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La historia sin fin: el estado del arte de la inteligencia en la academia (1988-2015)
Sol Gastaldi / Sergio G. Eissa

Sin embargo, esta última afirmación colisiona con un principio fundamental de la


inteligencia estratégica: el secreto y la necesidad de saber. Tal como señala Estévez
(2005a: 6), “se deberá establecer un nuevo equilibrio entre secreto y transparencia, aten-
diendo desde luego la tensión que caracteriza su coexistencia en democracia”.
Por último, y hasta tanto los dos interrogantes antes planteados no se respondan,
la revisión de la literatura seguirá como una historia sin fin, que girará en torno a las
problemáticas del control y la reforma.

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Cómo citar este artículo

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Eissa, S. G. y Gastaldi, S. (2022). La historia sin fin: el estado del arte de la
inteligencia en la academia (1988-2015). Revista de la Escuela Nacional de
Inteligencia, (1), 35-63. https://doi.org/10.58752/ZNKEVCRX.

63
TEMAS EN DEBATE
https://doi.org/10.58752/OMFMP22O

Desafíos actuales de inteligencia

TEMAS EN DEBATE
en América Latina: legados, democratización,
prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Current intelligence challenges in Latin America: legacies,
democratization, priorities, and strategic and criminal dimensions
Eduardo E. Estévez*

Recibido: 3/11/2022 • Aceptado: 12/12/2022 • Publicado: 27/12/2022

Palabras clave: América Latina – servicios de Keywords: Latin America – intelligence services –
inteligencia – seguridad – democracia – reforma security – democracy – reform – strategic culture
– cultura estratégica

Resumen
Abstract
La caída del Muro de Berlín en 1989 y los atenta-
The fall of the Berlin Wall in 1989 and the September 11
dos de septiembre de 2001 en los Estados Unidos
attacks in the US brought about a paradigm shift in the
provocaron un cambio de paradigma en el rol de la
role of state intelligence, with its dynamics according
inteligencia estatal, con sus dinámicas particulares
to the contexts of each country and region. The

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
conforme a los contextos de cada país y región. Las
new democracies in Latin America also faced the
nuevas democracias en América Latina sumaron a
challenge of democratizing intelligence, advancing
ello el desafío de democratizar la inteligencia, con el
at their own pace in new legislation and structures,
avance, a sus propios ritmos, de nuevas legislaciones
in the revision of authoritarian pasts, among other
y estructuras, con la revisión de los pasados autorita-
aspects. Given the changing strategic scenarios in the
rios, entre otros aspectos. Ya en el siglo XXI, dados los
twenty-first century in the region, it is worth reflecting
cambios de escenarios estratégicos en la región, cabe
on the paradigms and challenges of intelligence. To
reflexionar sobre los paradigmas y desafíos de la inte-
understand the dynamics of stability and change
ligencia. Para entender la dinámica de la estabilidad
in intelligence, to detect significant events, critical
y el cambio en inteligencia, para detectar eventos
junctures and results, it is necessary to delve into
significativos, coyunturas críticas y resultados, cabe
legacies and the process of democratization itself.
ahondar sobre los legados y el proceso de democra-
The following questions are suggested. Is there a
tización propiamente dicho. Se proponen las siguien-
framework for a culture of intelligence in the new
tes preguntas. ¿Existe en las nuevas democracias un
democracies? What is the weight of the legacies of
marco para una cultura de inteligencia? ¿Cuál es el
the authoritarian past? How do intelligence crises
peso de los legados del pasado autoritario? ¿Cómo
impact? To what extent do the intelligence sector

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


impactan las crisis de inteligencia? ¿En qué medida
adjust and or adapt to current requirements? What
las áreas de inteligencia se ajustan y/o se adaptan
is the degree of impact of intelligence policies on
a las necesidades actuales? ¿Cuál es el grado de
the construction of national decisions? With focus
incidencia de las políticas de inteligencia en la cons-
on the regional experience and from a comparative
trucción de las decisiones nacionales? Con eje en la
perspective, it delves into the current scenarios and
experiencia regional y desde una lectura comparada,
challenges of intelligence. In this sense, the notions
se ahonda en los desafíos y escenarios actuales de
and practices of strategic intelligence and criminal
inteligencia. En tal sentido, se exploran las nociones y
intelligence that have been forged are explored.
prácticas de inteligencia estratégica y de inteligencia
criminal que se han forjado.

* Eduardo E. Estévez. Profesor e investigador (Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina).


https://orcid.org/0000-0002-4822-595X.
67
Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

1. Introducción1

Con el fin de la Guerra Fría, junto con los atentados terroristas del 11 de septiem-
bre de 2001 en los Estados Unidos, las nuevas democracias latinoamericanas debie-
ron adaptarse a cambios de escenarios estratégicos y lidiar con sus problemáticas
regionales y nacionales. En este contexto se desplegaba el desafío de democratizar
la inteligencia.
Durante el pasado autoritario, los servicios de inteligencia fueron instrumentos de
abusos, con altos niveles de secretismo, autonomía, concentrados en el “enemigo in-
terno” y sustentados en la “doctrina de seguridad nacional”, sin rendición de cuentas. A
diferencia del campo de las relaciones civiles militares, la transformación del sector de
inteligencia no fue priorizada por las transiciones democráticas, lo que hizo que mantu-
viera una alta autonomía, aún en el siglo XXI (FLACSO Chile, 2007: 132).
El legado autoritario derramó en la inteligencia de las nuevas democracias, que demo-
raron en sancionar legislación que instituyera prácticas y estándares republicanos. Con
avances y retrocesos, la inteligencia resulta una cuestión para trabajar y repensar, y en

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
ciertas circunstancias puede constituirse en un factor que provoque crisis significativas.
La democratización de inteligencia implica distinguir entre reestructuración —cam-
bios organizacionales— y reforma —transformación de culturas y prácticas—. Según
Matei y Bruneau (2011a: 606), dicha democratización conlleva numerosos pasos y
procesos interrelacionados que establezcan un marco institucional para que las autori-
dades democráticas controlen la inteligencia y, de esta manera, maximicen sus capaci-
dades para lograr eficacia.
Estudiar la democratización de inteligencia requiere elucidar si responde a un cambio
gradual o uno abrupto (Cepik y Ambros, 2014; Estévez, 2014), porque “sólo es posible
generar cambios en este tipo de institucionalidad si se cuenta con pleno conocimiento
de sus dinámicas” (Piedra Cobo, 2012: 24). Para entender la dinámica de estabilidad y
cambio en inteligencia, y detectar eventos significativos, coyunturas críticas y resultados,
es necesario ahondar sobre legados y el proceso de democratización propiamente dicho.
Este artículo aborda escenarios, paradigmas, circunstancias y desafíos de la de-

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


mocratización y las reformas de inteligencia, a la vez que explora, desde una lectura
comparada, el acontecer de la inteligencia estratégica y de la inteligencia criminal
en América Latina, sin descuidar las tendencias globales. Se interroga sobre lo si-
guiente: ¿existe en las nuevas democracias un marco para una cultura de inteligencia?
¿Cuál es el peso de los legados del pasado autoritario? ¿Cómo impactan las crisis
de inteligencia? ¿En qué medida las áreas de inteligencia se ajustan o adaptan a las

1  El presente artículo es una versión corregida y actualizada de un texto preparado para el Congreso LASA
(Latin American Studies Association) 2014. Agradezco especialmente a Ayelén Ferrari y Germán Gallino por
la dedicada revisión del texto.

68
Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

necesidades actuales? ¿Cuál es el grado de incidencia de las políticas de inteligencia


en la construcción de las decisiones nacionales?
Se cimienta en observaciones de Díaz Fernández (2013b) sobre el devenir de la in-
teligencia estratégica. Se retoman líneas de reflexión sobre el futuro e imperativos del
cambio de la inteligencia, volcadas por el autor de este artículo en un escrito inédito
que data de las discusiones públicas sobre el sector en la Argentina (Estévez, 1993).
Asimismo, toma apreciaciones sobre la inteligencia estratégica en perspectiva de las
relaciones internacionales (Estévez y Di Domenico, 2018).

2. Diagnósticos: democratización e indicadores


Ansaldi y Giordano (2012: 25) recomiendan abordar América Latina como una tota-
lidad que no supone homogeneidad y como una realidad compuesta de muchas diversi-
dades. Ello puede aplicarse al sector de inteligencia que asoma como cuestión aún en
la diversidad y heterogeneidad regional.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
2.1 Necesidad de democratizar la inteligencia

Los servicios de inteligencia latinoamericanos han sido reciente materia de aten-


ción académica. Es oportuno realizar un breve repaso para adelantar algunos elementos
de diagnóstico.
En su análisis sobre el Sur global, Shiraz y Aldrich (2019: 1318-1319) señalan que la
inteligencia latinoamericana resulta percibida como aprendiz de la inteligencia de los países
centrales, y para comprender su evolución en contexto recomiendan superar la visión anglo-
céntrica. Gill y Andregg (2014: 496) advierten que en la región existen continuas controver-
sias sobre inteligencia con implicancias para la gobernabilidad democrática. Según Matei y
Bruneau (2011b: 665-667), los decisores políticos afrontan diversos desafíos para reformar
la inteligencia, algunos causados por los propios servicios y otros nacidos de los decisores,
quienes en algunos casos no pueden contribuir a ella, o no están interesados. Al comparar

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la Argentina con Brasil y Chile, Brandão (2010: 357) reconoce un desfasaje entre el impacto
de las transiciones en las relaciones civiles militares y en las reformas de inteligencia.
Los servicios de inteligencia lograron por muchos años, fuese por acuerdo formal
o sin él, preservar su autonomía y eludir la rendición de cuentas ante la justicia por su
actuación en las dictaduras, ello como consecuencia de gobiernos civiles débiles o poco
dispuestos a confrontar con dicho sector (Ginter, 2008: 89). Matei, de Castro García y
Henfield (2016: 28) sostienen que el equilibrio entre las necesidades de transparencia y
de efectividad en inteligencia ha sido problemático, y la última aún no se ha cristalizado
como objetivo político en la región.

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

Las dificultades para avanzar en la democratización de la inteligencia se manifesta-


ron en demoras en ungir legislación específica. En algunos países, se mide en décadas.
Catorce años para Brasil y Chile (Ley 9883 de 1999 y Ley 19974 de 2004, respectiva-
mente); casi dos décadas para la Argentina (Ley 25520 de 2001); veintinueve años para
Ecuador (ley de 2009); Perú, con la Ley 28664 de 2006, cinco años después del régimen
de Fujimori; Guatemala, con el Decreto Legislativo 71/05, a nueve años de los Acuerdos
de Paz, complementado por el Decreto Legislativo 18/08. La última corresponde a Uru-
guay (Ley 19696 de 2018).
En la Argentina, la Ley 23554 de Defensa Nacional de 1988 fijó el compromiso po-
lítico-legislativo de sancionar una ley de inteligencia. Entre las razones de la demora,
Martínez, entonces director de la Comisión de Defensa del Senado, señalaba:

… la burocracia civil y militar que dirigió la inteligencia en ese período resistió el cambio con
éxito, aprovechando el desinterés dominante en el campo político y su capacidad de bloqueo,
mediante una eficaz tarea de lobby que permitió obstaculizar los intentos de transformación
sin tener siquiera que dar el debate público, de cara a la sociedad. (Martínez, 2002: 3)

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
Las demoras para democratizar la inteligencia también se manifiestan en democra-
cias sin historia de militarismo, pero con inteligencia regida por normas dictadas por
el Ejecutivo, muchas veces amparadas por el secreto. En México, la Ley de Seguridad
Nacional de 2005 reguló el sistema e incluyó al Centro de Investigación y Seguridad
Nacional (CISEN) creado en 1989. Colombia, con idas y venidas a lo largo de un lustro,
aprobó en 2013 la Ley Estatutaria 1621, su primera ley de inteligencia.
Las leyes de inteligencia en América Latina consagraron conceptos, competencias
y mecanismos que responden a la intención política de conferirle un sentido democráti-
co. La nueva legislación, sin embargo, no necesariamente resuelve algunas cuestiones
centrales sobre el enfoque de inteligencia. Se reconoce que las competencias de los
organismos de inteligencia no suelen diferenciar entre los ámbitos interno y externo
del país (Ugarte, 2012: 161), centralización y concentración que se observa en algunos
casos y que no resuelve el contrapunto entre los enfoques de centralización y descen-
tralización de estructuras y competencias. Las tendencias a la concentración pueden

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distorsionar el espíritu democrático. Y, ciertamente, la coordinación es fundamental
para sortear sorpresas.
Veamos un ejemplo. En 2012 el presidente de Perú, Ollanta Humala, amparado en fa-
cultades legislativas delegadas por ley, dictó el Decreto Legislativo 1141, que derogó la
Ley 28664 de 2006 y amplió las funciones de la DINI (Dirección Nacional de Inteligencia),
habilitándole a esta tareas operativas y otorgándole “…un poder que ningún aparato de
este sistema había tenido desde fines del año 2000…” (IDL, 2012: 5).
El devenir de la inteligencia está emparentado con procesos que suceden en otras
dimensiones del sector de seguridad —defensa y seguridad pública— y de las relaciones

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

civiles militares. En Centroamérica, donde la democratización comenzó en la década de


1990 luego de guerras civiles, se constata la militarización de la seguridad pública y la
inteligencia (Cajina, 2013: 293).
Estos escenarios desnudan una dificultad concreta, que es precisar los alcances de
la inteligencia estratégica y de la inteligencia criminal. Lo recomendable es distinguir
estrictamente entre inteligencia exterior e inteligencia interior, teniendo presente que
frente a los riesgos y amenazas actuales es imprescindible optimizar la coordinación, de
modo que dicha demarcación no resienta la potencial eficacia del sistema.
Obstáculos tales como la resistencia de los servicios de inteligencia a ser contro-
lados; el escaso tiempo para la maduración y legitimación durante la transición demo-
crática; legados como la corrupción, los favoritismos, el nepotismo y los chantajes;
así como un limitado acceso a información gubernamental, son comunes a las nuevas
democracias en su camino para controlar el sector (Bruneau y Matei, 2010: 766). Otro
obstáculo es el prácticamente ausente debate público o académico sobre el bien estra-
tégico que debe proveer un sistema de inteligencia.
La experiencia empírica en América Latina en la creación de mecanismos e institu-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
ciones de control democrático de la inteligencia permite concluir que hay una brecha
significativa entre lo formal y lo real. Las nuevas democracias no pudieron abstraerse
del “dilema democracia-inteligencia”, que requiere periódicas revisiones y replanteos
para sobrellevarlo (Matei y Halladay, 2019: 2-4). En suma, las reformas democráticas
de la inteligencia en la región distan de ser perfectas. Más bien resultan ser brumosas
y a veces incompletas, superficiales o esquivas (Matei et al., 2022: 4-6).

2.2 Evolución, discontinuidades e indicadores del proceso de reforma

Según Cepik y Ambros (2014: 524), los sistemas de inteligencia evolucionan de ma-
nera no lineal, con trayectorias nacionales distintivas y discontinuidades históricas. No
hay un derrotero uniforme o pautado para reformar la inteligencia, así como tampoco
circunstancias históricas y geoestratégicas calcadas en cada país. Incluso, hay hasta
marchas y contramarchas o retrocesos. Los países de la región avanzaron a sus pro-

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pios ritmos hacia nuevos marcos legales y estructuras organizativas, o en la revisión
de sus pasados autoritarios. En concomitancia, los legados autoritarios y los tipos de
transición democrática incidieron en el modo en que los servicios de inteligencia se
acomodaron o no al nuevo ambiente democrático.
La tipología elaborada por Gill (2004: 468-470), junto con los factores que apoyan y
dificultan la democratización de inteligencia (Matei y Bruneau, 2011a), permite vislum-
brar el estado y las características de las reformas. La utilidad de emplear indicadores
se discute en el trabajo de Otamendi y Estévez (2018) que aporta la Matriz de Gobernabi-
lidad Democrática de la Inteligencia, elaborada para estimar el nivel de democratización

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

de los sistemas de inteligencia de América Latina, y aplicada recientemente a casos


nacionales (Matei et al., 2022).
Como complemento de ello se propone atender los resultados observables del pro-
ceso (policy outcomes). Así pues, se pueden distinguir una serie de indicadores que
permiten avanzar en una evaluación del estado del proceso en los países de la región
(Estévez, 2014: 555-556), los cuales se amplían y puntualizan en el Cuadro 1.

Cuadro 1. Indicadores para evaluar el estado del proceso de reforma de inteligencia

ƒ Legados (autoritarios, históricos, etc.).


ƒ Características de la transición a la democracia.
ƒ Determinantes estructurales.
ƒ Formas de revisar el pasado (p. ej.: archivos de la represión).
ƒ Factores contextuales.
ƒ Tiempos en los que se desenvuelve la reforma.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
ƒ Modos del cambio institucional (evolutivo, drástico, por pulsos).
ƒ Actores del cambio.
ƒ Legislación y sus alcances.
ƒ Estructura organizativa del sector.
ƒ Coherencia entre la política de inteligencia y actividades del sector.
ƒ Grado de respeto de los derechos de los ciudadanos y sus derechos civiles.
ƒ Formas y prácticas del control político; eficacia del control parlamentario y de
los controles judiciales.
ƒ Mecanismos y prácticas de supervisión; rol de los medios de comunicación.
ƒ Creación de comisiones investigadoras sobre inteligencia.
ƒ Uso adecuado de los gastos secretos.
ƒ Fallas de inteligencia que pongan en peligro la democracia.
ƒ Factores que limitan o promueven los avances.
ƒ Resultados logrados y su nivel.

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ƒ Cambios en la cultura de inteligencia y sus prácticas.
ƒ Confiabilidad de comunidad de inteligencia por la comunidad internacional;
cooperación de inteligencia.

Fuente: Elaboración propia.

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

3. Legados

La cuestión de los legados de inteligencia en las democracias requiere reflexionar


preliminarmente sobre la cultura de inteligencia, para luego ahondar en sus facetas y
dilemas.

3.1 Cultura de inteligencia

La práctica de la inteligencia no es isomórfica (Davies y Gustafson, 2013a: 9). El


campo de la inteligencia se caracteriza por una cultura que resulta ser un medio a través
del cual las personas comprenden tanto como actúan (Davies y Gustafson, 2013b: 287).
La idea de la cultura de inteligencia, por ejemplo, responde al hecho de que propósitos
gubernamentales funcionalmente muy similares pueden implementarse de manera muy
diferente (Welch, 2013: 16). Al observar en detalle el comportamiento de una organiza-
ción, se visibilizan dos aspectos: los procedimientos estandarizados, rutinas, costum-
bres o hábitos, y el modo en que estos son representados, justificados (Welch, 2013: 22).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
Pocas organizaciones reflejan la cultura política de una nación, sus prácticas de
gobierno y preocupaciones del líder como sus agencias de inteligencia (Vital, 2000).
La cultura institucional de inteligencia es función de la cultura política y de los valores
sociales en boga en un país (Joffe, 1999: 341).
Para pensar, entonces, si es posible concebir en las democracias de América Latina
una cultura de inteligencia renovada, es necesario ahondar sobre el peso de los legados.
Como argumentan Davies y Gustafson (2013b: 295) —siguiendo a Claude Lévi-Strauss,
que entiende la construcción de estructuras mediante el encaje de eventos o resabios
de eventos, fragmentos de legados—, los organismos de inteligencia y los Estados don-
de se localizan son producto de un bricolaje.
El impacto de los legados del pasado autoritario resulta ser uno de los elementos
más insidiosos y perniciosos para democratizar la inteligencia (Matei y Bruneau, 2011a:
609). Este legado de la militarización constituyó uno de los desafíos iniciales de las
nuevas democracias. El autoritarismo, sin embargo, no constituye el único legado; los

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legados históricos también pueden ser significativos (Gill y Andregg, 2014). Caparini
(2014: 522) sugiere que el pasado ofrece una clave para entender el futuro, y que puede
aprenderse mucho del estudio de las instituciones autoritarias, de sus enfoques hacia
la seguridad interna y de su influencia en los caminos hacia la democracia y la goberna-
bilidad de la inteligencia.
Como legado en el ámbito de la inteligencia, deberían considerarse las prioridades de
inteligencia ungidas durante la Guerra Fría que pervivieron en las transiciones democráti-
cas. En algún sentido, ello perfilaba una cultura de inteligencia que, aún con diferencias por
país, caracterizó a la región. Se destaca la ya mencionada doctrina de seguridad nacional,

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

impulsada por los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX, que promovió el rol
político de las fuerzas armadas para contrarrestar la subversión, vinculando la seguridad
con el desarrollo en el marco de la defensa del Estado y los intereses nacionales. Dicha
doctrina fue sustento ideológico de las dictaduras cívico-militares y se centró en la segu-
ridad interna, en la noción de “enemigo interno”, en la persecución política e ideológica al
comunismo, y en el despliegue de la contrainsurgencia y la guerra sucia.
En Ecuador, hasta 2008, la inteligencia se desenvolvía en apoyo a la misión de las
fuerzas armadas y no servía al Estado en su conjunto (Castillo Arias, 2009: 107). Es más,
durante la Guerra Fría “... la inteligencia política se convirtió en el arma más eficiente
para el combate al comunismo, pero también respondía a intereses personales, patrimo-
niales y discrecionales del poder” (Rivera Vélez y Barreiro, 2013: 71).
Respecto de Perú, el diagnóstico es contundente: marcó como motivos de la involu-
ción de su sistema de inteligencia en las últimas décadas “una frágil institucionalidad,
escasa profesionalización, ineficacia operativa, drenaje indiscriminado e irresponsable
de personal especializado, mínima autoestima, la consecuente pérdida de legitimidad y
desprestigio…” (Serrano Torres, 2009: xliv).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
3.2 Facetas y dilemas

Según Davies y Gustafson (2013b: 294-295), los legados laminados son tanto cons-
trictores del pensamiento y la acción como facilitadores de esta última. Por lo tanto,
es relevante detectar momentos críticos que impulsan el cambio, eventos significati-
vos que eventualmente conducen a cambios institucionales y mecanismos capaces de
desequilibrar la dependencia del camino —path dependence— (Beyer, 2010) y superar la
influencia de los legados.
En el campo de la inteligencia, pueden distinguirse capas o láminas tales como la
inteligencia nacional o estratégica, la inteligencia militar, la inteligencia criminal, el papel
del Congreso, las leyes y los reglamentos que rigen el sector. En cada capa pueden reco-
nocerse actores clave que resultan arquitectos del cambio, eventos desencadenantes
específicos, y pugnas entre nuevas y viejas instituciones y prácticas. Asimismo, cada

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capa transcurre en sus propios tiempos, con sus eventos significativos y cambios pun-
tuales con éxitos y fracasos (Estévez, 2014).
La reforma de inteligencia resulta una cuestión extremadamente importante y difícil,
un dilema para países en proceso de democratización (Bruneau y Boraz, 2007: 331).
En Sudamérica, Maldonado (2009: 50-51) ha estimado que los servicios de inteligencia
confrontan dos tipos de dilema: antiguos, tales como falta de legitimidad, desprofesio-
nalización, falta de un sistema nacional de inteligencia, militarización, policialización y
politización; y modernos, desde el 2000, como la injerencia extranjera, remilitarización,
privatización de la inteligencia y reformas fallidas, inconclusas o inexistentes.

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

4. Modalidades del cambio

Los enunciados anteriores son puntos de partida para comprender de dónde veni-
mos y aventurar hacia dónde vamos.

4.1 Evolución y enfoques

Díaz Fernández (2013b: 62) indica que para comprender el mundo las organizacio-
nes de inteligencia deben ser más adaptables, los productos deben cambiar, y los pro-
cesos deben modificarse.
Desde el fin de la Guerra Fría, las necesidades de adaptación y cambio abrieron un
amplio debate. Carver (1990) sostenía que la comunidad de inteligencia estadouniden-
se debía centrarse, entre otros aspectos, en la dinámica política en Europa del Este; la
proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas y otros sistemas de armas en el
Tercer Mundo; el monitoreo de otras regiones potencialmente conflictivas; el replanteo
de las indicaciones y alertas; lo económico como temática de interés; el monitoreo y an-

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ticipación de nuevos desarrollos tecnológicos; el terrorismo y la interdicción del tráfico
de drogas; los problemas originados en el Sur; y los desafíos conceptuales y organiza-
cionales que esto suponía para la inteligencia, en donde se superponían y confundían
diferentes esferas.
Para Díaz Fernández (2013b: 40 y 50), de “1989 a 1999 los servicios de inteligencia
fueron sobrecargados con una multitud de nuevos e incipientes cometidos…”, dilapidan-
do la oportunidad de adaptarse a nuevos escenarios. Luego de los atentados de 2001,
países como Austria, España, Holanda, algunos de América Latina y de Europa del Este
encararon reformas de inteligencia, aunque motivados en circunstancias particulares
(Díaz Fernández, 2013b: 51). Otra derivación fue la dilución de la distinción entre seguri-
dad externa y seguridad interna (Gill, 2012: 119), circunstancia que abría el debate sobre
el involucramiento de las fuerzas armadas en seguridad pública.
Las dinámicas de adaptación variaron según los contextos. En países de América
Latina y de Europa del Este, se optó por la disolución o desmantelamiento de servicios

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de inteligencia preexistentes. Y como Joffe (1999: 327) advierte, en la mayoría de las
transiciones pacíficas, las agencias de inteligencia fueron tratadas como una carga in-
eludible y actuaron como impedimentos para el desarrollo de la democracia.
Con mayor precisión se puede considerar que una reforma de inteligencia compren-
de el proceso de cambio conducente a superar prácticas y estructuras del tipo de la
policía política e instaurar el control democrático sobre las agencias de inteligencia,
para el caso de las nuevas democracias, o, para el caso de las democracias estables, a
replantear sus actividades para buscar eficacia en tiempos de riesgo e incertidumbre,
así como para corregir desvíos.

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

4.2 Crisis y reformas

Siguiendo a Cepik y Ambros (2014), la democratización no está exenta de escánda-


los y crisis de inteligencia. Los escándalos mediáticos fueron los principales impulsores
de reformas de inteligencia en la región (FLACSO Chile, 2007: 127). Se ilustran a conti-
nuación los casos de Perú, Colombia, Ecuador y Argentina.
En Perú, luego de la difusión de videos del jefe de inteligencia Vladimiro Montesinos
en actos de corrupción, el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) fue disuelto y reempla-
zado por una ley de 2001 por el Consejo Nacional de Inteligencia (CNI). Durante la era
Fujimori-Montesinos, la inteligencia se caracterizó por su alto grado de penetración en
la sociedad, lo que la ubica en el tipo “seguridad de estado independiente” descripto por
Gill (2004: 468-470), cuyos rasgos salientes son una fuerte dependencia del régimen,
con muy bajos niveles de autonomía y actuación al estilo de una “policía política”. La
inteligencia peruana constituía, de esta manera, un tipo híbrido —alta penetración/baja
autonomía—, aunque definitivamente fuera de todo comportamiento democrático (Esté-
vez, 2020: 273-274). Al respecto, se interrogaba Costa:

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
¿Cómo fue que se desactivó el SIN, la más grande maquinaria de chantaje, de soborno y de
extorsión oficial en la historia republicana? Nadie lo sabe muy bien, pero fue de manera apre-
surada, desordenada y desesperada y, sin duda, incompleta. (Costa, 2004: 32)

No sin sobresaltos, recién en 2006 Perú consolidó un nuevo sistema de inteligencia


mediante la Ley 28664, que creó la DINI como la principal agencia de inteligencia. Sin
embargo, en 2012 se revierten varios logros en la democratización del sector.
En Colombia, la prensa reveló en 2009 la interceptación por parte del Departamento
Administrativo de Seguridad (DAS) de comunicaciones y seguimientos ilegales contra
jueces, políticos opositores y periodistas. La crisis develó la escasa especialización
funcional entre servicios de inteligencia prácticamente independientes y un bajo nivel
de control externo e inquietudes sobre su legitimidad debido a las habituales prácticas
de espionaje político y vínculos con paramilitares y narcotraficantes (Cepik y Ambros,
2014: 549). El DAS fue suprimido en 2011, y en 2013 la Ley Estatutaria 1621 reformuló

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la inteligencia colombiana. Al respecto, se señalaron puntos ciegos en el camino de
una eventual reforma que reflejan obstáculos en un escenario de disolución (Ortega,
2011: 6). Entre ellas, la ausencia de un plan de reforma que la perfilara para asistir a
la toma de decisiones; la escasa cultura de inteligencia de los decisores para ejercer
la dirección, control y supervisión democráticas; la falta de espacios de aprendizaje
y debate entre gobierno, academia y opinión pública; y el desafío de construir una
capacidad de inteligencia estratégica.
Lo interesante del caso colombiano es que durante la crisis participaron diversos
actores, a saber: medios de prensa, el Legislativo, el Ejecutivo, los tribunales judiciales

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

actuantes, organizaciones de la sociedad civil con sus propuestas y la Corte Constitu-


cional con sus decisiones.
En cuanto a la inteligencia ecuatoriana, durante gobiernos militares y períodos de-
mocráticos sumidos en crisis, los organismos mantuvieron una agenda propia sin con-
trol político. Los esfuerzos para reformarla sucedieron durante la presidencia de Rafael
Correa (Estévez, 2014: 567-568). El caso Angostura —ofensiva del ejército colombiano
contra las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en territorio ecuato-
riano del 1 de marzo de 2008, lo que resultó en la muerte del segundo jefe de dichas
Fuerzas— constituyó un jaque a la inteligencia y develó problemas como “... demoras
en la entrega de informaciones, ocultamiento, falta de profundidad en los análisis re-
levantes, irrespeto de los canales de mando y escasas acciones operativas” (Informe
Angostura, 2009), con indicios de penetración de los servicios por —y en colaboración
con— la inteligencia de los Estados Unidos. Considerado como coyuntura crítica, este
caso permitió la aparición de nuevos actores que participaron en el debate sobre la
inteligencia (Piedra Cobo, 2012: 99). En septiembre de 2009, la Asamblea Nacional del
Ecuador aprobó la Ley de Seguridad Pública y del Estado, la cual fijó el marco jurídico de

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
la nueva Secretaría Nacional de Inteligencia (SENAIN).
En la Argentina, la inteligencia militar fue objeto de reforma. En marzo de 2006, el CELS
—Centro de Estudios Legales y Sociales— radicó una denuncia judicial sobre actividades de
espionaje militar interno en la Base Almirante Zar de la Armada Argentina, en la provincia
del Chubut. El Poder Ejecutivo reaccionó con energía. Primero, emitiendo el Decreto 372 de
2006, que eximió de la obligación de guardar secreto a los agentes y exagentes de inteli-
gencia naval citados a declarar en la causa judicial. Luego, avanzando en la reforma de la
inteligencia militar con fuerte control ministerial. En lo doctrinario sobresale el Decreto 727
de 2006, reglamentación de la Ley 23554 de Defensa Nacional, que en su artículo 3 estipuló:

El Sistema de Defensa Nacional no podrá contemplar en su formulación doctrinaria, en la pla-


nificación y adiestramiento, en la previsión de las adquisiciones de equipos y/o medios, como
así tampoco en las actividades relativas a la producción de inteligencia, hipótesis, supuestos
y/o situaciones pertenecientes al ámbito de la seguridad interior, conforme la misma aparece

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delimitada en la Ley 24.059 de Seguridad Interior.

Para resumir, las crisis ofrecen oportunidades para la transformación institucional,


pero hay desafíos asociados relacionados con la adecuación de sus resultados. El “ajus-
te” (y supervivencia) de cualquier nuevo esquema institucional no puede ser garantiza-
do normativamente ex-ante, sino que tiene que ser juzgado posteriormente con base en
su eficiencia, eficacia, legitimidad y capacidad para adaptarse y durar (Cepik y Ambros,
2014). En los casos de disolución, se plantea una dificultad objetiva: preparar y entrenar
a nuevos agentes y analistas demanda tiempo. Y en el entretiempo se resiente la efica-
cia de la inteligencia.

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
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4.3 Archivos

Cuando se decide avanzar en reformas de inteligencia, los archivos secretos del


pasado régimen, su acceso por tribunales judiciales y comisiones de la verdad, así como
su desclasificación y apertura para inspección y consulta pública, no resultan cuestio-
nes dadas. Ello se vincula con decisiones del nuevo gobierno democrático y con los
problemas que enfrenta la sociedad para controlar, desmantelar y transformar las prác-
ticas, el personal, la cultura y las estructuras del previo servicio de inteligencia (Joffe,
1999: 325-327).
En América Latina se destacan los siguientes procesos (Muzzopappa y Nazar,
2021: 2-4; Vélez Jiménez, 2013). En Paraguay, el Centro de Documentación y Archivo para
la Defensa de los Derechos Humanos alberga los llamados “archivos del terror”. En Brasil,
el Archivo Brasil Nunca Mais (1964-1979) de la Universidad de Campinas y los archivos
de los diferentes Departamentos de Orden Político y Social y de otras agencias. En Gua-
temala, el Archivo de la Policía Nacional. En la Argentina, los archivos de la Dirección de
Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), “uno de los pocos que

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se encontró con una estructura archivística originaria” (Marengo, 2012: 144); así como
archivos de inteligencia policial en las provincias de Mendoza, Chubut y Santa Fe.
En México, la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamen-
tal de 2002 permitió el acceso público al archivo de la Secretaría de Gobernación, que
contenía informes de inteligencia del período 1947-1985 producidos por la Dirección
General de Investigaciones Políticas y Sociales y la Dirección Federal de Seguridad. Se-
gún retratan Padilla y Walker (2013: 4), los archivos exponen tanto la represión ejecu-
tada como la colosal cantidad de información mundana sobre casi todos los sectores
sociales. Afirman las autoras que, aunque no es comparable en cantidad, este archivo
comparte muchas de las cualidades del archivo de la Stasi alemana.
2

En Colombia, el Decreto 4057, que disolvió el DAS en 2011, estableció que la custo-
dia y conservación de los archivos de inteligencia quedasen a cargo del “DAS en supre-
sión” y que la Procuraduría General de la Nación fuese responsable de vigilar el proceso
de custodia, consulta y depuración de los datos y archivos. Actualmente, conforme al

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Decreto 2149 de 2017, el Archivo General de la Nación mantiene la custodia de los archi-
vos de inteligencia, contrainteligencia y gastos reservados del extinto DAS.

5. Prioridades
Dos cuestiones relevantes son comunes a la democratización de la inteligencia. Por
un lado, la importancia de construir un cuerpo legal normativo de carácter democrático,

2  La Stasi fue la policía secreta de la Alemania Oriental.

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basado en amplios y sostenidos consensos políticos. Por otro lado, la determinante res-
ponsabilidad de los decisores en los poderes ejecutivos de implementar la legislación y
promover cambios en la cultura y las prácticas.
Frente a los nuevos escenarios de seguridad internacional y los renovados esque-
mas nacionales e internacionales de inteligencia, la relación civil-inteligencia asume un
rol importante. Esto es particularmente más complicado para las nuevas democracias
debido a las fricciones y problemas que surgen en el camino hacia la democratización
de sus sectores de inteligencia. El desafío es multidimensional y compromete tanto
a los organismos de inteligencia como a las autoridades políticas del Ejecutivo y del
Parlamento. Porque, como sostiene Díaz Fernández (2013b: 51), “reorganizar [una] co-
munidad de inteligencia para que pueda adaptarse más rápidamente requiere no sólo
cambios en los organigramas”.
La tarea que naturalmente se impone en democracia, en función de los escenarios
cambiantes, es reexaminar sus estructuras y funciones, redefinir prioridades, determi-
nar ajustes y mejorar el rendimiento. La tarea del Ejecutivo es brindar diagnósticos ins-
titucionales, formular e implementar las políticas definidas, y ejercer el control político

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democrático. El ámbito parlamentario participa debatiendo, legislando, controlando el
sector y corrigiendo desde el presupuesto. El rol de los medios de prensa en materia
de transparencia de la inteligencia y su legitimidad también debe ser tenido en cuenta
(Swenson y Venegas, 2020).
Es importante reconocer que el valor en la práctica de cualquier mecanismo de super-
visión depende solo en parte de lo formal, y que las convicciones personales y la integridad
de los involucrados son extremadamente importantes (Cameron y Töllborg, 2003: 204).
Asimismo, el proceso de democratización de inteligencia abarca otras cuestiones
igualmente relevantes, como la “priorización” entendida como:

… el proceso a través del cual se organizan los temas por su grado de importancia y sobre los
que la comunidad de inteligencia habrá de concentrarse. En cada país, se produce mediante
un proceso de coordinación entre agencias y decisores políticos específicos, que debe ser lo
suficientemente flexible como para que [algunos] temas entren y salgan de la agenda o esca-

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len o desciendan en la misma, según los cambios en el escenario y prioridades del decisor.
(Díaz Fernández, 2013a: 212)

5.1 Decisores y política de inteligencia

Se trata pues de considerar a la inteligencia y sus vínculos con decisores y decisio-


nes. Dice Sancho Hirane (2012: 68) que “[i]dentificar la función estatal de inteligencia
desde la perspectiva de política pública posibilita la identificación de factores que ayu-
dan a conciliar inteligencia y democracia”.

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

Para analizar entonces el grado de incidencia de las políticas de inteligencia en la


construcción de las decisiones nacionales en democracia, cabe desarrollar la noción
de política de inteligencia. Esta debe ser entendida como una política pública guberna-
mental abarcativa y resultante de los requerimientos de inteligencia del poder ejecutivo,
de la definición de los objetivos del sistema o comunidad de inteligencia y de cada uno
de sus componentes, y de la fijación de bases doctrinarias, recursos y presupuesto. Se
complementa con el diseño por ley de una estructura de inteligencia, con una efectiva y
eficaz dirección y control por el poder ejecutivo, y con controles parlamentario y judicial
previos. Es un recurso esencial para el ejercicio del control político democrático sobre
las actividades de inteligencia. Asimismo, es definida por el presidente de la Nación, y
se subordina a las políticas de relaciones exteriores, de defensa nacional y de seguridad
pública o interior.
Un interrogante que queda en el aire es si las motivaciones por detrás de la intención
política de otorgarle un sentido democrático a dicha actividad, y a asumir la responsa-
bilidad política de controlar el sector mediante nueva legislación, estaban referidas a
adaptar la inteligencia a las “nuevas amenazas” o, por el contrario, a las percepciones

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
propias de cada país sobre su situación estratégica. O si la democratización del sector
se centró en reestructurar para controlar, sin priorizar la eficacia y la eficiencia.
Resulta importante que los decisores políticos cuenten con experiencia y conoci-
miento experto para abordar las necesarias reformas, lo cual estuvo ausente en varios
países de América Latina. Se advierte, asimismo, la tendencia a priorizar el incremento
de transparencia y rendición de cuentas del sector de inteligencia, dejando en un se-
gundo plano el incremento de la eficacia (Matei y Bruneau, 2011b: 686). Esta dualidad
(control democrático vs. eficacia), bien descripta por Matei y Bruneau (2011a: 604), dis-
tingue dos caminos en la reforma de inteligencia: uno impuesto por la consolidación
democrática, centrado en lograr mayor transparencia y control; y otro por el entorno de
seguridad del país, que privilegia la eficacia. Lo ejemplifican con dos casos: mientras
Rumania avanzó por los dos caminos, Brasil transitó por el primero durante sus dos
primeras décadas de democracia.

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5.2 Necesidad de contar con inteligencia

La necesidad de conocer y de contar con inteligencia es una constante de cualquier


gobierno. Pero ¿conocer qué? Esto evidentemente supondrá variaciones dependiendo
del régimen político, de los intereses y prioridades de los decisores a cargo del Ejecutivo,
de los estilos de gobernar y, desde luego, del escenario estratégico.
En principio, los decisores necesitan inteligencia efectiva por las siguientes razones:
(1) para evitar sorpresas estratégicas, anticipar y mantener actualizados los riesgos
actuales y potenciales; (2) para obtener y capitalizar experiencia de larga data, con sus

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

bases de datos y fuentes de conocimientos sobre asuntos de seguridad, dado que las
agencias de inteligencia actúan como “bibliotecas” para los decisores; (3) para obtener
soporte en el proceso decisorio, con productos de inteligencia a medida y oportunos; y
(4) para asegurarse de que el secreto de la información, de las necesidades, fuentes y
métodos estén protegidos (Matei y Bruneau, 2011b: 662).

5.3 Temas de agenda

Entre los diversos temas que son de interés en el contexto actual, se abordan aquí la
cooperación, el rol militar en seguridad interior y la tecnología.
Explica Shiraz (2013: 1751) que los esfuerzos por acelerar la cooperación en inteli-
gencia por fuera de la angloesfera comenzaron en 1989, ya que el Sur global se convirtió
en teatro de operaciones donde transcurrían el delito global y la violencia, en un contex-
to de creciente vínculo entre globalización y organizaciones criminales.
Corresponde señalar la gran diferencia entre la cooperación antiterrorista de épo-
cas de gobiernos militares (Operativo Cóndor, en el Cono Sur) y los mecanismos de

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
cooperación de inteligencia sobre contraterrorismo y crimen organizado, concebidos en
el marco del Mercosur (Tibiletti, 2003). Luego del atentado terrorista de 1994 contra la
sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el Gobierno argentino promovió
la cooperación en inteligencia y contraterrorismo en el Mercosur, como por ejemplo el
Comando Tripartito de la Triple Frontera entre la Argentina, Brasil y Paraguay, creado en
1996. Y como reacción regional ante los atentados de 2001, el Mercosur creó el Grupo
de Trabajo Especializado (GTE) sobre Terrorismo, foro centrado en el intercambio y aná-
lisis de información sobre terrorismo e integrado por funcionarios técnicos de organis-
mos especializados y/o de inteligencia.
En la Argentina, los avances en el intercambio de información y cooperación de in-
teligencia fueron llevados adelante por funcionarios civiles junto con representantes de
las agencias de inteligencia. De todos modos, dada la reserva que los caracteriza, es
difícil evaluar dichos intercambios.
En otro orden, es oportuno recordar las tendencias a involucrar a la inteligencia mi-

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


litar en inteligencia interior. El debate respecto del uso de recursos militares para las
“nuevas amenazas” cobró impulso luego de 2001. Suecia, por ejemplo, aprobó en 2006
una ley que autorizaba el uso del recurso militar en situaciones excepcionales, aunque
bajo el comando de la policía (Agrell, 2013: 255-256). Esta cuestión sigue abierta en
la región, fundamentalmente debido a las limitaciones de las policías de algunos paí-
ses para confrontar el delito organizado. En la Argentina existe una estricta separación
concebida legalmente entre defensa nacional, ámbito en donde se desenvuelven las
fuerzas armadas, y seguridad interior, ámbito de las policías y fuerzas de seguridad. Por
cierto, “más que la militarización, la lucha contra el crimen organizado requiere de la

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

inteligencia criminal, lo cual supone un Estado con capacidades humanas y materiales


cualitativamente diferentes” (Eissa, 2015: 139).
Finalmente cabe interrogarse sobre el impacto de las tecnologías de la información
en los servicios de inteligencia de la región. ¿En qué medida han asimilado los avances
en sistemas de información, en la reunión de información, en sus procesos analíticos y
en sus productos de inteligencia?
En la actualidad, un organismo de inteligencia debe ser entendido como una estruc-
tura capaz de establecer un sistema de información eficaz, que emplee procedimientos
e instrumentos de la gestión del conocimiento. La tecnología cobra vigencia en tiempos
de big data. Como se expone más adelante en el apartado sobre inteligencia criminal, en
la región ya hay experiencias promisorias.
Algunos de los temas que igualmente merecen ser apreciados, aunque por razones
de espacio solo se enuncian, son: la ciberinteligencia como nueva disciplina —junto con
la cibercontrainteligencia—; la relegitimación de la actividad de inteligencia en la era de
la vigilancia y la privacidad; y la disponibilidad de herramientas de inteligencia artificial.
Para menguar las vulnerabilidades y reconocer los facilitadores, aceleradores y efectos

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
de amenazas de contrainteligencia (Putter y Dov Bachmann, 2022) corresponde pres-
tarle especial atención a dicha actividad, cuya programación debe ser rigurosamente
controlada en el marco del Estado de derecho.

6. Inteligencia estratégica
Según Holzmann (2006: 197-199), un elemento trascendental en la gestión de go-
bierno es contar con capacidad para el diseño de escenarios futuros, con indicadores
de alerta temprana para identificar riesgos, amenazas y oportunidades en perspectiva
estratégica. La inteligencia estratégica es aquella “que ayuda a comprender, en su senti-
do etimológico, a hacer entender al decisor político cuáles son los retos a medio y largo
plazo, asumiendo la inevitable existencia de sorpresas estratégicas que, por propia de-
finición, siempre existirán” (Díaz Fernández, 2013b: 62). Según Díaz Fernández (2013b:

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


59 y 62), la evolución de los servicios de inteligencia en el siglo XXI supone superar la
concepción de centrarse exclusivamente en evitar sorpresas estratégicas, para procurar
también comprender el entorno y eventualmente modularlo. Y, por qué no, para detectar
oportunidades.
¿De qué manera los servicios dedicados a la inteligencia estratégica “procesan” el
entorno y el escenario de interés?

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

6.1 La situación

Desde el fin de la Guerra Fría, las necesidades de adaptación fueron motivo de un


apreciable debate. El cambio de escenario —y abandono de un mundo bipolar— fue in-
terpretado como un cambio desde un mundo de enemigos hacia un mundo de peligros
y riesgos (Beck, 2002: 5). Las mutaciones en el escenario global desde las coyunturas
críticas ya mencionadas —fin de la Guerra Fría y atentados de 2001— se sumaron a la
globalización, la integración y la disminución de conflictos y tensiones tradicionales en
la región. Asimismo, surgieron con fuerza el contraterrorismo desde 2001 y las necesi-
dades de cooperación. Corresponde sumarles las crisis económicas durante el presente
siglo, que implicaron transformaciones profundas en las identidades estratégicas de
los países de la región (Tibiletti, 2011). En este contexto se desenvuelve la inteligencia
estratégica. Ello se enlaza con la interpretación de Warner (2009: 21) de la inteligencia
como desplazamiento de riesgos —risk shifting—, según la cual los países hegemónicos
distribuyen su riesgo e incertidumbre hacia el exterior, sea mediante mayor cooperación
con sus aliados o imponiéndola a sus adversarios.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
Las “nuevas amenazas”, prioridad instalada por los Estados Unidos desde el fin de
la contienda bipolar desde 1989, no ayudó a la legitimación de la inteligencia en las nue-
vas democracias, ya que distrajo, por utilizar un término, a las autoridades nacionales
de definir autónomamente sus prioridades, con base en sus realidades estratégicas y
necesidades de información. Y obstaculizó la emergencia de una cultura de inteligencia
adaptada a sus necesidades (Estévez y Di Domenico, 2018: 187). En otras palabras,
interfirieron en la conformación de una identidad propia en materia de inteligencia.

6.2 Decisores e inteligencia estratégica

Van Reijn (2011: 442) vincula la cultura estratégica con la inteligencia en cuanto a
cómo la primera afecta los resultados del ciclo de inteligencia; y señala a las elites, las
instituciones políticas, la opinión pública, la sociedad civil y la cultura popular como los
principales custodios de la cultura estratégica. Dicha cultura puede iluminar la manera

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


en que un estado interactúa con los desafíos de seguridad (percibidos) y cómo percibe
el entorno estratégico.
Uno de los factores a considerar en la evolución del sector de inteligencia es la
construcción de confianza en el eje política-inteligencia, mencionada previamente como
relación civil-inteligencia. Los legados autoritarios constituyeron, en este sentido, un
obstáculo manifiesto, mientras que la desconfianza de ambos actores ha sido el punto
de partida de la relación. Los cursos de acción variaron según cada país, por sus condi-
ciones de transición y crisis de inteligencia sufridas. Sin embargo, en algún momento,
esta relación debió haber mejorado.

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

La cosmovisión de las dirigencias políticas condiciona la actividad de inteligencia


—requerimientos, prioridades, estatus de la inteligencia en el gobierno, presupuestos,
etc.—. ¿Cuál es la visión del escenario internacional? ¿Cuál es la perspectiva y expecta-
tiva del lugar que ocupa en el mundo? ¿Cuáles son sus imperativos estratégicos? Des-
de la doctrina de seguridad nacional hasta el paradigma de las “nuevas amenazas” y
la seguridad multidimensional, ¿cuál ha sido el margen de maniobra de los gobiernos
latinoamericanos? (Estévez y Di Domenico, 2018: 171). ¿Desde qué lugar se inserta la
región en el contexto internacional de inteligencia estratégica? ¿Se encuentra, junto con
la cooperación regional en inteligencia, en la agenda política latinoamericana? ¿Cómo
promover su inclusión y ponderación en dicha agenda?
Para Díaz Fernández (2013b: 59), “los decisores políticos quieren información que
les ayude a evitar desagradables sorpresas por lo que, aunque no pidan inteligencia
estratégica, la necesitan”. ¿Cómo lograr entonces que los servicios de inteligencia en
América Latina aporten a la toma de decisiones en el nivel estratégico?
Debido a los objetivos impuestos en los gobiernos militares sobre el marco interno
y a la falta de tradición en la materia a lo largo de la región, la inteligencia estratégica

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
no parece haber sido prioridad. Como dice Holzmann (2006: 198), “... la idea de una
inteligencia estratégica se orientaba en el contexto de una planificación asociada a la
seguridad nacional, antes que en la identificación de oportunidades”.
En Colombia, la fuerte orientación hacia las amenazas tradicionales y el conflicto inter-
no ha limitado el aporte de la inteligencia a las decisiones estratégicas (Ortega, 2011: 3).
En México, no se formulan objetivos estratégicos de inteligencia a largo plazo. Es
más, la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de ubicar desde 2018
al CNI (Centro Nacional de Inteligencia, que sustituyó al CISEN) bajo el Ministerio de
Seguridad Pública concentra su enfoque en la seguridad pública y las investigaciones
criminales (Moloeznik, 2022: 41-43).
En Ecuador, el establecimiento del Centro de Inteligencia Estratégica (CIES) en 2018,
en reemplazo de la SENAIN, no significó la promoción de una cultura democrática de in-
teligencia y un sector de inteligencia alineado a los intereses estratégicos y de seguridad
del Estado que contribuya al bienestar colectivo (Rivera Vélez y Rivera Rhon, 2022: 145).

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6.3 Desafíos

Un último aspecto trascendental es la dimensión económica de la inteligencia estra-


tégica. Al respecto, pocos países de la región le otorgan importancia al papel de los indi-
cadores económicos en análisis de inteligencia estratégica (Swenson, 2014: 15). Según
precisa Díaz Fernández (2013b: 63), “… la inteligencia de tipo económico fue importante
siglos antes de que la Guerra Fría generase los primeros servicios de inteligencia... [en la
actualidad] el Estado está volviendo a uno de sus primigenios objetivos: la información

84
Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

económica”. Entendida como el “conjunto de conceptos, métodos y herramientas uti-


lizados en el ciclo de inteligencia con fines económicos” (Díaz Fernández, 2013a: 166-
167), la inteligencia económica resulta una herramienta fundamental en el abordaje del
delito organizado transnacional y en la identificación de los factores de riesgo asocia-
dos (Rivera Vélez y Cabrera Toledo, 2021: 77).
La inteligencia estratégica merece ser priorizada, y para ello resulta imprescindible
trabajar en la mejora del eje política-inteligencia, en la relación entre funcionarios guber-
namentales de la esfera civil y las instancias de conducción profesional de las áreas de
inteligencia del máximo nivel. Observando particularidades de América Latina, como la
propensión a privilegiar los asuntos internos sobre una visión estratégica, Estévez y Di
Domenico (2018: 184) reconocen dificultades evidentes para construir una cultura que
asuma la relevancia de la inteligencia estratégica, lo cual requiere ampliar las visiones
del mundo de los decisores para incluir perspectivas alternativas sobre las relaciones
internacionales y la seguridad. Concluyen que en la región la inteligencia estratégica
aún es una aspiración, un objetivo por realizar, una actividad pendiente (Estévez y Di
Domenico, 2018: 185).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
7. Inteligencia criminal y delito organizado
En países de América Latina ha crecido la necesidad de impulsar la inteligencia cri-
minal, ello en función de la búsqueda de estrategias de prevención del delito adaptadas a
épocas de altos índices de criminalidad. Sin embargo, da la impresión de que todavía no
hay una suficiente asimilación de ello en la política de inteligencia. La inteligencia crimi-
nal resulta una actividad que es atributo de todos —policías, organismos de inteligencia,
ámbito judicial— y que no tiene “dueño” o, en otras palabras, carece de especificidad.
Aunque está formulada en algunos plexos legales, no está concebida suficientemente
como una actividad específica, organizativamente estructurada y funcionalmente efec-
tiva. Lo cierto es que el tema de inteligencia criminal resulta novedoso y reciente.
La inteligencia criminal intersecta las esferas de la política de seguridad pública o

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seguridad ciudadana, del sistema de inteligencia y del ámbito penal. En este contexto,
es conveniente tener presente la diferencia entre inteligencia criminal e investigación
criminal. Mientras que la actuación policial tradicional estuvo dirigida a los hechos con-
sumados, actualmente prepondera un modelo de estrategia prospectiva que destaca la
anticipación (Sansó-Rubert Pascual, 2011: 229).
En la Argentina, el artículo 2, inciso 3, de la Ley 25520 define a la inteligencia criminal
como:

… la parte de la Inteligencia referida a las actividades criminales específicas que, por su natu-
raleza, magnitud, consecuencias previsibles, peligrosidad o modalidades, afecten la libertad,

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

la vida, el patrimonio de los habitantes, sus derechos y garantías y las instituciones del siste-
ma representativo, republicano y federal que establece la Constitución Nacional.

Es interesante mencionar el Reglamento del Subsistema de Inteligencia de Segu-


ridad Pública de Brasil de 2009, por su aporte sobre definiciones de términos como
inteligencia de seguridad pública, inteligencia policial y análisis criminal. Según dicho
Reglamento, inteligencia de seguridad pública es la actividad permanente y sistemá-
tica mediante acciones especializadas que pretende identificar, monitorear y evaluar
las amenazas reales o potenciales a la seguridad pública y producir conocimiento
e información que asistan a la planificación y ejecución de políticas públicas de se-
guridad, así como acciones para prevenir, neutralizar y reprimir actos criminales de
cualquier tipo, en forma integral y que asistan a la investigación y producción de co-
nocimiento. La inteligencia policial es entendida como el conjunto de acciones que
emplean técnicas especiales de investigación, apunta a confirmar evidencias e indi-
cios y a obtener conocimiento sobre actividades criminales disimuladas y complejas,
así como la identificación de redes y organizaciones que trabajan en el crimen, con el

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
fin de proporcionar una comprensión sobre cómo actuar y operar, ramas, tendencias y
alcance de la conducta criminal.
Asimismo, para identificar las diferencias entre inteligencia criminal y análisis crimi-
nal —términos que usualmente se prestan a confusión—, el reglamento define al análisis
criminal como un conjunto de procesos sistemáticos dirigidos a la provisión de informa-
ción oportuna y relevante sobre los patrones del crimen y sus correlaciones de tenden-
cias, con el objetivo de apoyar al área operativa y administrativa en la planificación y la
distribución de los recursos para la prevención y la represión de actividades delictivas.

7.1 ¿Cómo anticiparse y prevenir el delito organizado?

De Colombia se destaca el Centro Integrado de Información de Inteligencia para la


Convivencia y Seguridad Ciudadana (CI3*24/7), concebido para potenciar nuevas capa-
cidades y desarrollos de innovación tecnológica aplicados a la inteligencia estratégica

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y operacional, para la gestión policial y de seguridad pública, con base en un concepto
integrador y especializado del tratamiento de información y el análisis situacional, en el
que se privilegia la anticipación (Cortecero y Durán Martínez, 2012: 3).
En el caso de la Argentina, la inteligencia criminal tuvo una evolución oscilante. La
Ley de Seguridad Interior de 1992 aprobó la creación de la Dirección de Inteligencia Inte-
rior. A pesar de la importancia legislativa que adquirió el tema, la efectivización del área
tuvo altibajos. Cierto es que crear una nueva dependencia desde cero supone obstácu-
los tales como las limitaciones presupuestarias, la necesidad de capacitar personal es-
pecializado, la dificultad en la coordinación con los organismos de inteligencia policial

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

preexistentes y las rivalidades con el organismo de inteligencia nacional también pre-


existente, por mencionar solo algunos, a los cuales también podría agregarse la escasa
experiencia de funcionarios civiles en implantar un organismo de inteligencia.
Recién en 2005 se integraron a la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC)
—denominación ungida por la Ley 25520 de 2001— analistas civiles que concursaron y
se capacitaron en la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), lo que le otorgó un fuerte
impulso al área. Con la creación del Ministerio de Seguridad en diciembre de 2010, la
DNIC comenzó el camino hacia su institucionalización. En 2011 se estableció el Subsis-
tema de Inteligencia Criminal (SICRI), que puso en ejecución las facultades legales del
ministro de Seguridad previstas en la Ley de Seguridad Interior, de dirigir y coordinar la
actividad de los órganos de inteligencia de los cuerpos policiales y fuerzas de seguridad
del Estado Nacional, ello a través de la DNIC. En 2014 se constituyeron los Centros Re-
gionales de Inteligencia Criminal (CICRE), instancias de cooperación regional a modo de
delegaciones de la DNIC (Ugarte, 2019).
Continuando con las reflexiones respecto de la pregunta planteada, corresponde darle
mayor entidad a la inteligencia criminal penitenciaria. Sansó-Rubert Pascual (2014: 103)

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
sostiene que “la explotación eficiente de la inteligencia criminal en el contexto peniten-
ciario requiere afrontar retos nada desdeñables, intrínsecos de la fenomenología criminal
organizada de una parte, y de las particularidades del entorno penitenciario, de otra”.
Notoria actualidad ha cobrado el modelo de reforma intelligence-led policing (cono-
cido por sus siglas ILP), es decir, policiamiento basado en inteligencia, que en esencia
acerca la función de inteligencia a la toma de decisiones del ámbito policial y de se-
guridad pública, y reconoce su alcance estratégico cuando se aplica a las actividades
orientadas a conjurar el delito complejo (OSCE, 2017).

7.2 Gobiernos subnacionales

Es relevante, asimismo, conocer experiencias a nivel estadual o provincial.


En Minas Gerais, Brasil, el Gobierno encaró desde 2000 un enfoque de seguridad
ciudadana —“defensa social”, en su terminología local— caracterizado por la integra-

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ción y articulación de diversos espacios y por el uso de la información de estos para
las decisiones. Su plan estratégico 2012-2015 preveía: potenciar y sistematizar la
difusión oportuna, objetiva y amplia de los productos de inteligencia; ampliar y forta-
lecer las medidas de contrainteligencia; y estructurar la actividad de inteligencia de
seguridad pública para la actuación en grandes eventos. Como indicadores para la
inteligencia de seguridad pública, el plan definió un índice de eficacia y uno de produc-
tividad; y el desarrollo de la inteligencia de seguridad pública estratégica y táctica se
concibió como una evolución frente a las demandas en un contexto histórico y crimi-
nal más especializado y actual (Chagas Cardoso y Hiroshi Hamada, 2013: 300-301).

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

Ello fundamentó la creación de la Dirección de Inteligencia de la Policía Militar, abo-


cada a la inteligencia táctica y la coordinación operacional. Por su parte, la Segunda
Sección de Estado Mayor (PM2) quedó dedicada a la inteligencia estratégica. Esta
reformulación reflejaba una actividad de inteligencia desestructurada, con capacida-
des subutilizadas (Meira Furtado, 2013: 178).
En la provincia de Buenos Aires, Argentina, en el contexto de las reformas poli-
ciales (1998-1999 y 2004-2007), se forjó un modelo de inteligencia criminal que de
manera evolutiva se insertó en las modalidades de trabajo y prácticas de la prevención
del delito y en la asistencia a decisiones sobre estrategias de seguridad. La Dirección
General de Evaluación de Información para la Prevención del Delito (DGEIPD) se creó
en 1998 como estructura técnica, con la función de realizar actividades de inteligen-
cia policial conducente a la prevención del delito, ello acorde al artículo 25 de la Ley
provincial 12155. En materia doctrinaria, la Resolución 243/03 del Ministerio de Segu-
ridad provincial concibe, por un lado, a la inteligencia estratégica como la actividad de
inteligencia criminal dirigida a producir diagnósticos generales y específicos sobre la
problemática delictiva en el ámbito provincial, para apoyar la formulación, ejecución e

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
implementación de políticas, planes, iniciativas y estrategias de seguridad pública, así
como para contribuir a la adopción de disposiciones orgánicas, funcionales y operati-
vas; y por el otro, a la inteligencia operacional o táctica, dirigida a sustentar y facilitar
de manera directa el planeamiento y la ejecución de despliegues e intervenciones ope-
rativas para la seguridad preventiva, y a la vez apoyar funcionalmente las actividades
de investigación criminal.
Con referencia a la base de datos unificada del crimen organizado, creada por ley
provincial y administrada por la DGEIPD, se ha expresado que “el área de inteligencia
tiene entre sus principales axiomas el que la tecnología irradia su potencia en dirección
de todas las áreas policiales del sistema de seguridad de un modo transversal” (Ars-
lanian, 2008: 180). Así también la DGEIPD implementó el uso intensivo del aplicativo
“IBM I2” de análisis de inteligencia. En la actualidad, la policía provincial cuenta con la
Superintendencia de Inteligencia Criminal, sucesora de la DGEIPD. Desde abril de 2020,
la Dirección de Planificación y Policiamiento Predictivo pasó al rango de Superinten-

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dencia de Análisis Criminal, con la misión de generar mecanismos institucionales para
la construcción de conocimiento sobre la realidad criminal, que permita el diseño de
tácticas y estrategias policiales, tendientes a la resolución de los problemas delictivos
en la provincia.

7.3 Institucionalizar la inteligencia criminal

Lo visto hasta aquí lleva a sostener que la actividad de inteligencia criminal de-
biera tener muy en cuenta el análisis estratégico de modo que puedan comprenderse

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Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
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los escenarios futuros. Dice Holzmann (2010: 3) que las condiciones que surgen de
la dinámica de las interacciones inter- e intraestatales requieren que la inteligencia
policial fortalezca sus capacidades de análisis y de alerta temprana, conforme a los
objetivos que orientan la estrategia nacional de inteligencia. El análisis estratégico de
inteligencia criminal puede cobrar nuevo significado a la hora de evaluar la evolución
del delito organizado.
Entre los aspectos esenciales para la institucionalización de la inteligencia crimi-
nal, y frente a la necesidad de atender el fenómeno del delito organizado transnacio-
nal, pueden mencionarse los siguientes: contar con recursos tecnológicos modernos;
recursos humanos capacitados —analistas estratégicos, analistas temáticos y es-
pecialistas—; accesibilidad a múltiples fuentes; recursos presupuestarios; técnicas
prospectivas (escenarios futuros) como insumo fundamental para desarrollar una ca-
pacidad anticipatoria frente a la complejidad; y por último, reconocer lo imprescindible
del apoyo político de alto nivel para el desarrollo y sostén de la inteligencia criminal.
Recientemente se ha señalado la “necesidad de robustecer el campo teórico y regu-
latorio para empezar a perfilar prácticas democráticas y eficientes en todos los campos

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
de aplicación de la inteligencia criminal” (ICCSI, 2021: 47). Es entonces indispensable
tener presente que problemas como el delito organizado transnacional, que afecta seria-
mente a la región, conviven con inconvenientes observados en la implantación y gestión
de áreas de seguridad e inteligencia de algunos países. Superar dichos inconvenientes
es el desafío inmediato.

8. Conclusiones
La inteligencia implica, en última instancia, gestionar incertidumbre allí donde se
deba y mitigarla cuando se pueda (Davies y Gustafson, 2013b: 288). La propensión a
pensar la democratización de inteligencia exclusivamente desde cambios normativos
—requisito fundamental para asegurar transparencia, control y legitimidad— encubre
los aspectos relacionados con la implementación de cambios profundos que garanticen

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una cultura renovada y su eficacia.
En este sentido, puede plantearse un último interrogante: ¿qué se precisa para que
una reforma de inteligencia esté presente en la agenda política? Por un lado, las crisis
suelen generan cambios que en algunas circunstancias son profundos. Por otro lado,
los consensos parlamentarios duraderos, cuando los hay, pueden dar fortaleza a las
reformas. La búsqueda de la verdad sobre el pasado autoritario —apertura de archi-
vos, comisiones de la verdad, juicios de lesa humanidad— también estimula reformas.
Asimismo, un desempeño efectivo del control ejecutivo, legislativo y judicial resulta
imprescindible.

89
Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados, democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal
Eduardo E. Estévez

Aún en la diversidad que caracteriza a América Latina en este sector, este artículo
da cuenta de problemas comunes. Desde una perspectiva política, se podría considerar
que un sector de inteligencia se ha transformado democráticamente cuando, después
de al menos diez años o de varios gobiernos de diferente signo político, se observan
resultados positivos en los indicadores del Cuadro 1.
Sin duda alguna, una reforma o democratización de inteligencia estaría incomple-
ta si no se definen prioridades ajustadas a las necesidades y desafíos que surgen del
entorno. Palabras expresadas hace tres décadas siguen vigentes (Estévez, 1993): nos
referimos a la gran cantidad de información —hoy big data— y a la expansión de áreas
y temas de interés, los cuales signan el contexto de la inteligencia. Andrew, Aldrich y
Wark (2020) conceden gran importancia a la cooperación internacional en inteligen-
cia; al desarrollo acelerado de la tecnología donde el mundo de la inteligencia aparece
cada vez más superpuesto con el big data, caracterizado por la propiedad cambiante
de la información; y a los estudios académicos sobre inteligencia en las universida-
des. En este marco, la flexibilidad, creatividad y apertura son condiciones necesarias
del sector de inteligencia, de los decisores políticos y de aquellos involucrados en el

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 67-96
futuro diseño del área.
Así, en consonancia con los escenarios actuales, la inteligencia estratégica es ne-
cesaria, la inteligencia criminal contra el crimen organizado es urgente, y la inteligencia
económica es deseable.
Desde luego, muchos aspectos de las preguntas planteadas quedan pendientes
de responder. La intención ha sido dejarlas enunciadas para promover un debate pro-
fundo sobre las diversas dimensiones para comprender el sector de inteligencia en
democracia.

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Cómo citar este artículo
Estévez, E. E. (2022). Desafíos actuales de inteligencia en América Latina: legados,
democratización, prioridades y dimensiones estratégica y criminal. Revista de la
Escuela Nacional de Inteligencia, (1), 67-96. https://doi.org/10.58752/OMFMP22O.

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961

96
https://doi.org/10.58752/29LVV1U4

Geopolítica crítica e inteligencia

TEMAS EN DEBATE
estratégica nacional: aproximación teórica
y dilemas prácticos
Critical geopolitics and national strategic intelligence:
theoretical approach and practical dilemmas
Julio Burdman* / Carolina Miscione**

Recibido: 2/12/2022 • Aceptado: 21/12/2022 • Publicado: 27/12/2022

Palabras clave: sistemas de inteligencia – Keywords: intelligence systems – critical


geopolítica crítica – planificación estratégica – geopolitics – strategic planning – territorial
despliegue territorial – formación deployment – education

Resumen Abstract
El trabajo propone una renovación de las categorías The article proposes a renewal of the geopolitical
geopolíticas del sistema de inteligencia, tanto en sus categories of the Argentina intelligence system,
instancias de planificación como de producción y both at its planning, production and education cores,

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
formación, y se enfoca en la necesidad de incorporar and focuses on the need to introduce concepts and
conceptos y métodos de la geopolítica crítica con- methods from the field of contemporary critical
temporánea a tal efecto. El objetivo central de este geopolitics. The central goal of this effort is to recover
esfuerzo, se sostiene, es recuperar el sentido general the general purpose of National Strategic Intelligence
de la inteligencia estratégica nacional (IEN), a la que (NSI), which is seen in a situation of relative
se ve en situación de relativa “orfandad” como conse- “orphanhood” as a consequence of the political and
cuencia de los debates políticos e institucionales que institutional debates that dominated the intelligence
dominaron al sistema de inteligencia, sobre todo en system, especially in recent years. The authors identify,
los últimos años. Se identifica, sin embargo, que una however, that one of the restrictions that the system
de las restricciones que enfrenta el sistema proviene faces comes from the national geopolitical code, a
del código geopolítico nacional limitado, una cons- construction that intelligence alone cannot change,
trucción que la inteligencia por sí sola no puede cam- although it can contribute to a greater development of
biar, aunque sí puede contribuir a un mayor desarrollo national geopolitical awareness. Given its place in the
de la conciencia geopolítica nacional. Se postula que relationship with national political institutions, NSI is
la IEN, desde su lugar en la relación con las institu- seen as a potentially key strategic service.
ciones políticas nacionales, puede proveer un servicio

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


estratégico valioso para el Estado nacional.

* Dr. Julio Burdman. Profesor (Universidad de Buenos Aires y Universidad de la Defensa Nacional).
https://orcid.org/0000-0002-7047-7336.
** Lic. Carolina Miscione. Doctoranda (Universidad de la Defensa Nacional). https://orcid.org/0000-0002-7828-9719.

97
Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

1. Introducción: la geopolítica como camino de solución al


problema de la asincronía entre la inteligencia y su entorno
institucional
El objetivo general de este artículo es proponer una relación virtuosa entre la geopo-
lítica contemporánea, en tanto campo de conocimiento, y la actividad de inteligencia.
Creemos que pensar geopolíticamente puede ayudar al encuentro de la inteligencia y
las instituciones políticas a las que esta sirve, y contribuir así al desarrollo de un con-
senso estratégico nacional. ¿Por qué sería deseable, o necesario, ese encuentro? Par-
timos de la premisa, que también podría ser una hipótesis, de que existe una asincronía
inevitable entre la inteligencia y su entorno institucional. La inteligencia, por la propia
naturaleza de su actividad, tiene la virtud de poder identificar nuevos problemas, y en
algunos casos inclusive anticiparlos. Por eso, la relación es asincrónica: la agencia
de inteligencia (el servicio) avanza más rápido que el sistema político-institucional al
que provee (el cliente), además de tener una probada capacidad de adaptación a los

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
cambios de doctrina y contexto. No obstante, y también por la propia naturaleza de
su actividad, la inteligencia está subordinada a su entorno institucional, ya que es un
servicio a disposición de quienes toman las decisiones políticas del Estado. Eso signi-
fica que la inteligencia piensa, y a veces puede hacerlo rápido y bien, pero su producto
solo sirve en el marco de los objetivos y las restricciones que las instituciones y las
autoridades políticas le imponen. De ahí que, aunque la asincronía nunca pueda ser
resuelta, una de las misiones de la relación servicio-cliente debería ser reducirla. Eso
depende, fundamentalmente, de su entorno institucional, pero en este texto vamos a
defender la idea de que la inteligencia también puede contribuir a mejorar esa relación
y al sistema en su conjunto.
La asincronía a la que nos referíamos es universal. Recordemos el caso, ya mítico
o tal vez legendario, del anónimo analista de la inteligencia estadounidense que en la
década de 1980 anticipó en sus informes que la Unión Soviética iba a disolverse y des-
aparecer, pero su trabajo fue desestimado. Esos análisis entraban en conflicto con las
planificaciones de los sistemas de defensa y política exterior de los Estados Unidos,

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que estaban estructuradas en torno a la gran conflagración de la Guerra Fría bipolar.
Entonces, esa pequeña partícula de conocimiento e información que se producía en el
seno del sistema de inteligencia no podía desarrollarse, porque planteaba ideas que ni
el entorno ni el propio sistema de inteligencia podían admitir. El cliente —la Casa Blanca
y los departamentos de Estado y de Defensa— le pedía a su sistema de inteligencia que
produjera conocimiento e información sobre diferentes aspectos de la amenaza sovié-
tica, no sobre su desaparición, y entonces las agencias del sistema, en tanto órganos
auxiliares del entorno, ponían a trabajar a su personal en la respuesta a dichos pedidos.
No estaban allí para procesar respuestas alternativas.

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

En la Argentina también sufrimos elevados niveles de asincronía, pero la situación


es bien distinta. En los Estados Unidos de la Guerra Fría, el legendario analista anó-
nimo nos ilustra un caso de asincronía que atribuimos a la prevalencia de un código
geopolítico comprensivo e inflexible, que no admitía que el sistema produjese por fue-
ra de sus rígidos parámetros. Por el contrario, aquí tenemos el problema de un código
geopolítico limitado y desestructurado, que por sí mismo brinda poca orientación al
sistema de inteligencia acerca del sentido estratégico de su misión. Esa desestructu-
ración, que excede al conjunto de la dirigencia política argentina y la abarca a toda por
igual, se ve reflejada en los cambios institucionales que sufrió el sistema en los últi-
mos años y, sobre todo, en las diferencias pronunciadas entre los distintos gobiernos
sobre qué hacer con el sistema de inteligencia. Estas diferencias, como veremos, no
reflejan solo estilos cambiantes de gestión u orientaciones distintas en el plano de la
política, sino indefiniciones (geo)políticas más profundas sobre el sentido del sistema
en sí. En este marco, la entendible asincronía entre la velocidad de la inteligencia y los
requerimientos que le plantean las instituciones políticas corre el riesgo de convertir-

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se en un fenómeno de asintonía por el cual la inteligencia y las instituciones políticas
del Estado nunca lleguen a encontrarse, más allá de alguna relación servicio-cliente de
corta duración en el marco de un gobierno particular. En ese esquema, la agencia ex-
perimenta episodios de funcionamiento durante períodos breves, pero desconectados
de una idea estratégica común, por lo que la mayor parte del tiempo sus agencias su-
fren la falta de profesionalización y un aislamiento respecto del entorno institucional
que le da sentido de existencia.
Antes de sumergirnos en el problema argentino, revisaremos algunas definiciones
sobre la geopolítica como conocimiento formal y como práctica. Por “geopolítica con-
temporánea” nos referimos al enfoque caracterizado por la crítica de la geopolítica
“vieja” y una comprensión de la espacialidad como construcción humana, política y
multiescalar. Se la suele denominar “geopolítica crítica” —una definición que es todo
un debate en sí mismo, aunque no entraremos allí en este texto— porque busca dife-
renciarse del determinismo geográfico de los enfoques convencionales, y distanciarse
críticamente del uso y los discursos políticos que los diferentes actores geopolíticos

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hacen del territorio, para poder entenderlos mejor. Para la actividad de inteligencia,
adoptar estas nociones en la formación de sus agentes, sus métodos de recolección
y análisis, y la planificación general de la actividad, es una oportunidad para repensar
sus categorías, conceptos y códigos. En la Argentina, y esto tal vez sea extensible a
otros sistemas nacionales de inteligencia en América del Sur, dado el problema antes
señalado de la combinación de un código geopolítico desestructurado y un entorno
institucional cambiante, la persistencia de nociones y conceptos provenientes de la
geopolítica más tradicional del siglo XX es doblemente problemática. Para empezar,
porque reproduce cotidianamente diagnósticos desactualizados sobre los problemas

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

en términos de jerarquías entre países, competencias interestatales, áreas de rele-


vancia y otras categorías propias de la Guerra Fría, que oscurecen la comprensión de
los fenómenos complejos. Y además, porque esa batería conceptual impide al agente
de inteligencia pensar en términos de cambio. Si en la Argentina compite una visión
geopolítica orientada a la securitización de la inteligencia estratégica nacional con
otra visión geopolítica orientada a la estricta separación entre seguridad y defensa,
pero ambas se basan en las mismas nociones geopolíticas de mediados del siglo XX,
sería paradójico que la falta de diálogo se viera perpetuada, porque ambas comparten
categorías tendientes a la competencia espacial y no a la comprensión multidimen-
sional del espacio.
Al inicio hablábamos de “código geopolítico” y recién de “visión geopolítica”, porque
son nociones diferentes. La visión es una idea acerca de cómo el espacio (geo)político
debería organizarse, que no necesariamente es compartida. El código sí lo es. El código
geopolítico es utilizado por Flint (2021) para caracterizar la posición de una determina-
da entidad política —en este caso, un Estado— frente al resto del mundo. Dicho código

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establece quiénes son los aliados del Estado, sus enemigos y amenazas, las estrategias
que emplea dicho Estado para mantener sus alianzas o disuadir sus amenazas, y los
argumentos y discursos con que justifica dichas estrategias ante públicos internos y
externos. Los códigos geopolíticos van más allá de las políticas exteriores de los gobier-
nos: aunque pueden cambiar, se caracterizan por ser comunes a las dirigencias políticas
del Estado, y eso significa que las diferencias entre gobiernos y partidos se dan en cómo
realizar el código geopolítico, pero no tanto sobre el código en sí. El código es más esta-
ble que la política exterior, y esta última se formula bajo la influencia del código. Asimis-
mo, los códigos difieren en su escala geográfica: potencias como los Estados Unidos o
China tienen códigos comprensivos, de escala global, mientras que otros países, como
el nuestro, tienen códigos limitados a la escala regional o a la relación que mantienen
con las grandes potencias.
El código geopolítico no es un proyecto de investigación científica y académica: es
una práctica geopolítica, que como tal informa a la inteligencia, la diplomacia y la defensa
nacional, entre otras actividades del Estado. En el caso específico de la inteligencia, que

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es la que nos interesa aquí, se trata de un sistema que es auxiliar de un entorno institucio-
nal establecido por los “hechos, riesgos y conflictos” que afecten la defensa nacional y la
seguridad interior, de acuerdo a la Ley 25520 de Inteligencia Nacional y su modificatoria, la
Ley 27126. El sistema tiene competencia sobre ambas áreas temáticas, pero estas se en-
cuentran diferenciadas por un entorno institucional que ha buscado su separación estric-
ta, lo cual tuvo consecuencias directas sobre la organización de su actividad, y que en los
últimos años ha sido motivo de un debate. En 2015, en el tramo final del segundo gobierno
de Cristina Fernández de Kirchner, se impulsó una reforma y renovación del Sistema de
Inteligencia Nacional (SIN) que enfatizó la especificidad y diferenciación de cada una

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

de las partes que lo conforman: la Inteligencia Estratégica Nacional (IEN) y los subsiste-
mas de Inteligencia Estratégica Militar (IEM) y de Inteligencia Criminal (IC), y distinguió la
estructura normativa y funcional de cada una de ellas. Desde entonces, las exigencias de
tecnificación y profesionalización de la IEN implicaban asumir también una diferenciación
estricta respecto de los métodos de la IC y continuar con el largo proceso de despojarse
de los vestigios de la IEM, la cual había influido originalmente en su gestación. Todo ello
se vio plasmado en la modificatoria de la Ley 25520 de Inteligencia Nacional de 2001,
la Ley 27126 de febrero de 2015, conocida como de Creación de la Agencia Federal de
Inteligencia (en adelante, AFI) y complementada con el Decreto 1311/15, el cual aprobó
la Nueva Doctrina de Inteligencia Nacional (DIN). Sin embargo, con el cambio de gestión
presidencial ocurrido ese mismo año y la llegada al gobierno nacional de Mauricio Macri,
ese proceso de reforma se reorientó y la IEN se abocó aún más a las tareas de IC, con foco
en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.
Estos debates políticos y cambios institucionales se expresaron en numerosas aris-
tas que tocaron a la actividad de inteligencia: los mecanismos múltiples de control y

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transparencia, el destierro de la corrupción y los lazos subrepticios con el entramado
político de turno, la diferenciación entre gobierno y Estado en el seguimiento de asuntos
permanentes y de largo plazo, el secretismo y la confidencialidad, el respeto por los
derechos humanos y la protección de datos personales, la capacidad de anticipación y
prevención de riesgos y oportunidades, las necesidades de profesionalización técnica
de los cuadros del sistema, la objetividad y neutralidad de su trabajo, y el desarrollo de
las capacidades analíticas de los agentes. Dentro de un paradigma institucionalista de
la política pública, las diferentes modelizaciones sobre cómo resolverlos apostaron a
diseños de aspiración definitiva que buscaban fijar reglas intraagencia, y entre el sis-
tema y las instituciones, que estaban más volcados a evitar la asintonía —y reducir la
asincronía— a través de la limitación de las funciones del sistema, poniendo en letra
escrita aquello que no se puede hacer, más que en reforzar sus funciones estratégicas.
Sin embargo, el problema es más profundo: las oscilaciones sobre el modelo de agencia
deseado también se inscriben en un código geopolítico que no termina de informar al
sistema acerca de sus funciones permanentes. En ese sentido, en este artículo defen-

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demos la importancia del pensar geopolíticamente como parte de este segundo tipo de
soluciones: un sistema que es portador de las nociones estratégicas del Estado, y que
tiende a la profesionalización a partir de criterios compartidos, contribuye desde aden-
tro al problema de la relación servicio-cliente.

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

2. Geopolítica y planificación de la inteligencia

¿Qué producen las agencias de inteligencia? ¿Quién decide los temas a los que se
abocan? Según la teoría del ciclo de inteligencia, las agencias de la actividad cuentan
con alguna instancia de planificación, que establece u orienta el trabajo de la produc-
ción. Sin embargo, el rol institucional de la planificación no es igual en todos los casos.
En él inciden tanto el diseño organizacional de las agencias como el estilo de la gestión
política de estas. En materia de diseño, en algunos modelos la instancia de planificación
es más activa y tiene mayor competencia jerárquica sobre el área de producción, y en
otros tiene menores competencias de fijación de agenda y una función más orientada
a la evaluación de resultados. Y en materia de estilo de la gestión política, podemos
distinguir entre las direcciones que intervienen activamente en la fijación de la agenda
de la producción, que se superpone por momentos con el trabajo de los planificadores,
y aquellas que prefieren limitarse a establecer los objetivos generales y velar por ellos,
y delegan en los planificadores la orientación de la misión y los objetivos de la produc-

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ción. Esta combinación de diseños institucionales y estilos de gestión —estos últimos, a
su vez, susceptibles de modificarse con cada cambio de director del organismo respec-
tivo— constituyen la singularidad de los organismos nacionales de inteligencia. Aunque
todos adoptan, en mayor o menor medida, el conocido modelo de Kent (1986), cada
organismo tendrá sus particularidades en lo que hace al modelo de planificación, que
pueden observarse mejor a partir del análisis comparativo de las agencias.
En cuanto a la dimensión geopolítica de la planificación, proponemos caracterizarla
a partir de una tipología de dos variables: la relación agencia-cliente y la incidencia de
un código geopolítico nacional.
i. La relación agencia-cliente: próxima vs. distante. La cuestión del grado de proximi-
dad entre las agencias de inteligencia y el cliente-gobernante que conduce las políticas
exteriores, de defensa y seguridad es central. En el caso argentino, por cliente nos referi-
mos al presidente de la Nación. El grado de proximidad modifica sustancialmente el tipo
de tarea que realiza el organismo, y su modelo de planificación. Cuando la relación entre
agencia y cliente es próxima, y el presidente se basa cotidianamente en la producción

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de inteligencia para tomar decisiones de gobierno, la planificación es informal, ya que la
agencia recibe pedidos constantes por parte de su autoridad máxima, y pone sus recur-
sos y personal al servicio de la satisfacción de requerimientos dinámicos y cambiantes.
En estos casos, el trabajo principal de los planificadores no es establecer y dirigir metas
anuales y plurianuales, sino trabajar junto con los productores en la operacionalización
y el cumplimiento de una agenda demandante. Esto no significa que la planificación
plurianual no exista, sino que pasa a un segundo plano por decisión del cliente, ya que
los pedidos informales son los que importan más. Nótese que, en el caso de la actividad
de inteligencia, a diferencia de lo que sucede con la mayoría de las políticas públicas, la

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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informalidad de la planificación como consecuencia del activismo del cliente es buena


noticia, porque significa que el servicio está siendo utilizado en forma óptima, y por ende
cumple su función primordial.
Si la relación es más distante, la planificación de la inteligencia tiende a ser más
formal. En estos casos, las agencias planifican su producción en ciclos anuales o plu-
rianuales, siguiendo los pedidos del cliente o proponiéndole a este un plan para su apro-
bación formal. En la Argentina, según el artículo 13 de la mencionada Ley 25520, existe
un Plan de Inteligencia Nacional, de carácter secreto. En su última versión (2021-2024),
este fue elaborado por la Comisión para la Elaboración del Plan de Inteligencia Nacional,
integrada por la Agencia Federal de Inteligencia, la Dirección Nacional de Inteligencia
Criminal del Ministerio de Seguridad de la Nación y la Dirección Nacional de Inteligencia
Estratégica Militar del Ministerio de Defensa de la Nación —quienes participaron de la
redacción final y la elevaron al presidente para su aprobación—. Podemos decir que,
en el caso argentino, el diseño institucional tiende a la distancia, ya que supone que la
agencia elabora el plan, y no a la inversa. Si el cliente no imparte informalmente nue-

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vas directivas que modifiquen el plan, o le agreguen otros componentes, la agencia se
atiene a él, y los planificadores se convierten en sus guardianes. El servicio cumple sus
objetivos enviándole al cliente en tiempo y forma los productos del trabajo planificado,
y este dispone de un insumo para la toma de decisiones. Que la relación entre agencia/
servicio y cliente sea más próxima o distante depende de diversos factores: el estilo
presidencial, la cultura institucional de un determinado sistema político y el apremio de
las coyunturas críticas. Pero lo cierto es que en algunos casos la agencia y el cliente se
reúnen a diario, y en otros lo hacen una vez cada cierto tiempo.
ii. El código geopolítico nacional: comprensivo vs. limitado. Sobre la definición del carác-
ter comprensivo o limitado de los códigos geopolíticos, hay que distinguir entre los niveles
de consolidación y de consenso interno sobre el código, algo que no necesariamente está
influido por la escala. Aunque, como decíamos, los códigos pueden cambiar, las dirigen-
cias políticas de Israel comparten una definición sobre su posición frente a Irán, así como
las de Irán comparten una definición sobre Israel. Lo mismo podemos decir sobre las
definiciones que comparten las dirigencias de los Estados Unidos sobre Rusia, y las de

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Rusia sobre los Estados Unidos. Cuando los códigos están consolidados, un presidente
necesita reunir una gran cuota de poder interno para transformarlos, ya que de lo contrario
encontrará resistencias, que pueden llegar a ser irreductibles. En los últimos tiempos, tras
siglos de enemistad, las dirigencias de Rusia y China están transformando sus respec-
tivos códigos geopolíticos sobre el otro, lo que demandó un gran cambio interno y tiene
consecuencias profundas en el orden geopolítico de escala global.
En la actividad de producción de inteligencia, la influencia de los códigos geopolíti-
cos comprensivos y consolidados puede ser tan fuerte como la planificación formal de la
agencia o las directivas políticas del cliente, e inclusive mayor. Los códigos geopolíticos

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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son socialmente compartidos, y eso incluye al personal de los servicios de inteligencia.


En los Estados Unidos de la Guerra Fría, ni el cliente ni la planificación formal debían ex-
plicar a sus agentes y mandos medios que la Unión Soviética era el enemigo. El código
geopolítico vigente le da un sentido estratégico común a la producción, y dicho sentido a
veces trabaja solo, casi espontáneamente. Puede inclusive convertirse en un problema,
como en el ejemplo del mítico caso del analista anónimo que mencionamos al inicio de
este artículo: la rigidez conservadora del código puede llegar a obstruir un buen trabajo
individual que produce resultados divergentes con el sentido común compartido entre
el cliente, la agencia y todo su entorno social. Pero así como puede ser problemático, un
código geopolítico comprensivo y fuerte tiene ventajas evidentes. Al trabajar detrás de
nociones estratégicas compartidas, la producción de inteligencia enfrenta riesgos bajos
de estancamiento o heterogeneidad. Más allá de los estilos de gestión y los modelos
organizacionales, el código geopolítico pone a las agencias a funcionar. Los directores
y planificadores deben orientar dicha producción, pero difícilmente se vean ante el desa-
fío de tener que iniciar un trabajo desde cero.

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Tabla 1. Modelos geopolíticos de planificación de inteligencia

Código geopolítico nacional Código geopolítico nacional


comprensivo limitado

Relación próxima Planificación informal, producción Planificación informal, producción


cliente-agencia homogénea (1) heterogénea (3)

Relación distante Planificación formal, producción Planificación formal, producción


cliente-agencia homogénea (2) heterogénea (4)

De esta forma, del cruce de las dos variables (relación cliente-agencia y alcance del
código geopolítico nacional) surge una tipología de cuatro modelos de planificación de

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la producción: 1. informal homogéneo, 2. formal homogéneo, 3. informal heterogéneo
y 4. formal heterogéneo. Como toda tipología, lo que propone son modelos y no una
caracterización precisa. Así como el sistema estadounidense —el más estudiado por
ser el “creador” de la teoría del ciclo— oscila entre los modelos 1 y 2, dependiendo en
su oscilación de la impronta que da el cliente, el sistema argentino tiende a ubicarse en
el modelo 4, aunque pende sobre él el riesgo de volcarse hacia el modelo 3. Busca la
planificación formal, ya que se preocupa por mantener al sistema dentro de sus cauces
institucionales y no incumplir las leyes, y lo hace en un entorno de baja demanda relativa
de parte del cliente y un código geopolítico limitado y poco consolidado.

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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Dado que se trata de una tipología, los cuatro modelos deben ser tomados como
una descripción que no implica juicios de valor. En principio, todos los modelos tienen
ventajas y desventajas, ninguno es a priori mejor que el otro, y no son fácilmente per-
meables a la voluntad de las autoridades temporarias, sino que debemos atribuirlos a
características profundas del sistema que son condicionadas por su entorno geopolíti-
co e institucional, donde juegan configuraciones históricas y escalas geográficas en las
que no es sencillo operar. En el caso argentino, sin embargo, el modelo 3 luce como una
opción desfavorable para lo que buena parte de la sociedad política espera de su servi-
cio de inteligencia. La combinación entre la proximidad del cliente y un código geopolí-
tico nacional limitado puede constituir un marco que facilite un resultado indeseado: la
politización de las agencias al servicio de objetivos particulares. Frente a este temor, la
solución que se ha buscado en la inteligencia ha sido incrementar los niveles de formali-
dad: reformas institucionales y administrativas, intervenciones, mecanismos de control
parlamentarios, vigilancia de los procedimientos internos. Todo eso ha permitido alejar a
la Argentina del modelo 3 —el que, insistimos, podría funcionar bien en otros contextos,

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pero no en el nuestro— y ubicarla en el 4. Sin embargo, conviene recordar que un código
geopolítico consolidado también es un contrapeso de los problemas de la informalidad.
Si los componentes del sistema son portadores de contenidos y conceptos estratégicos
comunes, ello contribuye a la profesionalización de la actividad a partir de un sentido
compartido. La captura institucional es más difícil si el código geopolítico trabaja por
sí mismo. Por supuesto, esas transformaciones son mucho más difíciles e involucran
más tiempo. Pero en el largo plazo, son las que tienen impactos más sustanciales. Hay
modelos más formales y otros más informales, sin embargo, la característica que une
a los servicios de inteligencia más complejos y eficaces —en buena medida, por una
cuestión de escala— es el código geopolítico comprensivo.
¿Cómo hacer para consolidar los conceptos y conocimientos geopolíticos de las
agencias de inteligencia? Se trata de una de las cuestiones más sensibles y, al mismo
tiempo, la más difícil de abordar, porque el código geopolítico se escribe principalmente
en el entorno del sistema: en la política, en sus dispositivos de defensa, seguridad y
política exterior, y en la sociedad. Para el sistema de inteligencia, su margen de acción

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se reduce a dos cuestiones. La primera es fortalecer sus competencias internas en
materia de conocimientos geopolíticos a través de su aparato de formación, y aquí la
profesionalización tiene mucho que ver con este fortalecimiento. Y la segunda, que es
un interrogante abierto, es analizar qué capacidad tiene el sistema de inteligencia para
hacer contribuciones virtuosas al cliente (el presidente, su gabinete, los dispositivos
de defensa y seguridad) en materia de pensamiento estratégico nacional. Aunque las
agencias de inteligencia fueron pensadas como órganos subsidiarios y auxiliares, cabe
preguntarse si en el caso argentino —y de otros países sudamericanos— no pueden
contribuir a pensar para el Estado y en nombre de él.

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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3. Geopolítica crítica y la renovación conceptual


del ciclo de inteligencia
Como veíamos anteriormente, en el marco de un código geopolítico poco estruc-
turado y una oscilación entre los modelos 3 y 4 de planificación, los dilemas de la
inteligencia argentina estuvieron atrapados en una engañosa dicotomía entre soste-
ner una perspectiva tradicional de la seguridad interestatal —característica de la IEM
y funcional a la separación estricta entre seguridad interior y defensa nacional que
plantea nuestro marco legal— y la tentación de adoptar una perspectiva más orienta-
da a la IC, tal como ocurrió durante el período 2015-2019. La paradoja es que ambas
orientaciones políticas, aparentemente dicotómicas, tienen en común que producen
una “orfandad” de la IEN, que es el órgano previsto para orientar al sistema como un
todo, y el mejor preparado para pensar en términos situados y desde los intereses del
desarrollo económico nacional.
Habitualmente, cuando se intenta definir la inteligencia, se suele hacer referencia a

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
enunciaciones que son propias de la IEN de los Estados y que, en numerosas ocasiones,
y aún hoy, pertenecen a un contexto sociohistórico anacrónico y geográficamente ajeno
a la realidad argentina. Por ejemplo, el mencionado modelo de Kent, analista estadou-
nidense entre las décadas de 1940 y 1960, quien desde la perspectiva de la CIA (en
español, Agencia Central de Inteligencia) —y de su antecedente, la OSS (también en
español, Oficina de Servicios Estratégicos)— construye los cimientos de la IEN soste-
niendo fundacionalmente en 1949 que esta remitía al “conocimiento [que] los hombres,
civiles y militares, que ocupan altos cargos, deben poseer para salvaguardar el bienestar
nacional” y distinguiéndola desde una triple perspectiva como i. institución, ii. proceso y
iii. producto o resultado (Kent 1986: 17).
De modo análogo a lo sucedido con las conceptualizaciones en torno a la estrategia,
las definiciones pioneras sobre la inteligencia han estado inmiscuidas en cuestiones
relativas a la guerra y a la interrelación entre información y seguridad nacional. Sin más,
como también sucede en tantos otros campos de producción de conocimiento dentro
de las ciencias sociales, vale resaltar que la forma originaria de definir e interpretar la

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inteligencia no ha estado ajena a las necesidades de justificación del comportamiento
externo de las grandes potencias —principalmente de los Estados Unidos— y, por tanto,
de las exigencias de la óptica estadocéntrica. Como en otras áreas, las definiciones
conceptuales de la inteligencia desde la academia se concentraron en otorgar respues-
tas a las preocupaciones estratégico-militares de las principales potencias y “convidar”
consejos a sus tomadores de decisiones sobre cómo legitimar y cristalizar ideas en
determinadas prácticas, con el menor margen de costos posible.
Actualmente, y en términos generales, existe cierto consenso en definir la inteligen-
cia desde perspectivas más modernas, como el conocimiento resultante del proceso

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analítico-intelectivo al que es sometida la información, con la finalidad de obtener con-


clusiones de interés para los objetivos estratégicos de la Nación. En definitiva, la inte-
ligencia entendida en su sentido más amplio es conocimiento mentado, procesado y
especializado para fundamentar la toma de decisiones y para la elaboración de estra-
tegias nacionales y sectoriales por parte del Estado nacional. Identificar la inteligencia
con la actividad de gestión y producción de conocimiento, y ya no meramente con la in-
formación, supone darle el valor merecido al proceso intelectual que subyace a aquella,
el cual se encarna en lo que se denomina “ciclo de inteligencia”.
Por tanto, la inteligencia no se construye mediante una sumatoria de datos, sino a
partir de un determinado modo de analizar estos en función de un hecho, fenómeno o
problemática específica. En consecuencia, las claves para su logro se encuentran por
igual tanto en la obtención de información como en su proceso de transformación en co-
nocimiento estructurado, preciso y listo para ser utilizado como sostén de una decisión
(Navarro y Navarro Bonilla, 2003: 270).
Tomando como punto de partida la multiplicidad de definiciones potenciales que se

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le han dado históricamente a la inteligencia, a los fines de este artículo nos abocaremos
a comprender la producción de inteligencia estratégica nacional a partir de la imple-
mentación de un modelo teórico que representa la “inteligencia como proceso” y que
ha dado lugar a la acepción de esta como un producto —insumo/conocimiento— a ser
utilizado por los tomadores de decisiones.
De hecho, la doctrina vigente, tendiente a sentar las bases del proceso de reforma
y modernización del SIN, establece que la producción de inteligencia se asienta sobre
problemas relevantes en materia de defensa nacional y seguridad interior; ergo, los
conocimientos producidos y gestionados por el SIN —en sus correspondientes nive-
les y dimensiones— constituyen el insumo básico para la elaboración y formulación
de las políticas y estrategias de defensa y seguridad interior y demás necesidades
coyunturales que determine el Poder Ejecutivo en relación con la IEN. Aunque es más
enunciativa que descriptiva al respecto de qué implica producir inteligencia en cada
nivel, la doctrina plasma cada fase del ciclo de inteligencia nacional, que se reprodu-
cen en los cuatro niveles de conducción pública que a nivel nacional están habilitados

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para producir inteligencia (inteligencia estratégica nacional, inteligencia estratégica
sectorial de la defensa y la seguridad, y las respectivas instancias de inteligencia ope-
racional e inteligencia táctica).
Sin embargo, un diagnóstico inicial del estado actual del modelo del ciclo de in-
teligencia aplicado al caso de la IEN indica que, a grandes rasgos, este se encuentra
desactualizado y, por tanto, desacoplado de sus funciones, y continúa transicionando
hacia sus nuevas funciones, que lo distinguen de aquella inteligencia producida a partir
de la herencia de la experiencia militar en la especialidad. Recordemos que, como anti-
cipamos en párrafos anteriores, el modelo del ciclo fue gestado en el seno militar de las

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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grandes potencias a partir de las necesidades operacionales de los conflictos conven-


cionales a posteriori de la Segunda Guerra Mundial; por ende, su funcionamiento implica
una lógica teórica y operativa que difiere de las necesidades actuales de la IEN y de las
velocidades en los flujos de información característicos del siglo XXI.
Tal como ha sucedido en otras áreas, la inteligencia argentina no fue la excepción a
la hora de importar modelos teóricos premeditados para otras realidades nacionales, y
pensados bajo condiciones políticas, sociales, económicas y culturales distintas de la
nuestra. De hecho, las corrientes de pensamiento geopolítico a nivel regional y nacional
que concentraron la producción académico-militar, e incluso de política exterior, durante
parte del siglo XX —gestadas sobre la base de la tradición de la geopolítica clásica y del
realismo político de las relaciones internacionales— inspiraron prácticas geopolíticas
de competencia y conflicto a nivel interestatal, que a su vez impactaron sobremanera
en los modelos teóricos iniciales de la producción de inteligencia nacional, altamente
influida por la operatoria estratégico-militar.
Podemos entonces decir que el ciclo de inteligencia, en su concepción original, es un

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modelo teórico arcaico, que nace de las entrañas del mundo bipolar de la Guerra Fría y que
representa la expresión de una epistemología positivista que pretende un conocimiento
objetivo sobre la realidad que analiza. Actualmente, podemos identificar una tendencia
internacional en los servicios de inteligencia que supone un viraje hacia modelos inter-
pretativos, que busca dejar atrás ambiciones explicativas en la especialidad. De hecho, la
misma doctrina de inteligencia nacional vigente en la Argentina, plasmada en el Decreto
1311/15 y sus anexos, define la inteligencia como “la actividad relativa a la obtención,
reunión, sistematización y análisis de la información específica referida a hechos, riesgos
y conflictos que afecten al amplio espectro de las problemáticas inherentes a la defensa
y la seguridad democráticas”, y determina el rumbo de la producción de un tipo de cono-
cimiento basado “en describir e interpretar” (el destacado nos pertenece). Por lo que para
cumplimentar con lo establecido en ella, urge un perfeccionamiento metodológico que
ubique al agente ante métodos interpretativos de la realidad con la que debe operar.1

1  La doctrina actual establece que el abordaje debe ser en términos descriptivos e interpretativos de

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la información, que dé cuenta de las problemáticas en un doble plano o tipos de conocimiento: táctico
(conocimiento específico sobre fenómenos concretos) y estratégico (cuadro de situación de las modalidades,
tipos y tendencias en las problemáticas defensivo-militares y/o delictivas). Por ende, a diferencia de los
enfoques tradicionales que “explican” la realidad internacional a partir de un conocimiento objetivo y material
(relaciones de poder principalmente en términos militares/alta política) por el cual se justifica un determinado
comportamiento estatal en el ámbito externo; desde una perspectiva interpretativa se prioriza el sentido
que cada actor le da a una determinada realidad que percibe subjetivamente. Por ello, en estos casos, el
análisis suele concentrar su atención en la voluntad humana, ya que la interpretación se valora por sobre
la explicación, pues se considera que las acciones políticas y la realidad social se insertan en el conjunto
de valores y prácticas imperantes en un contexto histórico. La importancia causal de la estructura material
—propia de la IEM— por supuesto es tomada en cuenta, pero sin reducir las expectativas de los actores
únicamente al rol que les habilita el lugar que ocupen en la distribución de poder militar. Por el contrario, las
posturas interpretativas suelen entender al poder desde una perspectiva que enfatiza el rol de las ideas y de
la cultura, entre otros.

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

En este sentido, y en tanto que los encuadres teóricos cumplen con la finalidad de
ayudar a comprender por qué determinados acontecimientos, fenómenos y tendencias
suceden, ya sea en la arena internacional y/o en la doméstica, una perspectiva teórica
explicativa y una interpretativa diferirán en el abordaje de los fenómenos sobre los que
se produce inteligencia, a la vez que tenderán a identificar y ponderar en sus análisis
distintos factores (como ser actores, procesos e instituciones) para comprender los en-
tornos en los que trabajan.2 Desde una perspectiva interpretativa se toman en cuenta
otredades y espacialidades alternas, más allá del Estado-nación, rechazando la premisa
de este como único actor, monolítico y racional, en un intento de descentralizar la cos-
movisión tradicional, y apelando a una propuesta metodológica que permita estudiar
de modo empírico el rol de las ideas en la formulación de códigos geopolíticos y de las
políticas internas y externas de los Estados; y enfatizando en cómo dichas ideas impac-
tan en la construcción social de nociones tales como poder, soberanía, interés nacional
u orden internacional.3
En esta coyuntura —que complementa lo establecido en el Decreto 1311/15 y sus

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
anexos—, la reciente Resolución 1039/21 instituyó la necesaria renovación conceptual
en torno al denominado “ciclo de inteligencia”, definiéndolo como el proceso secuencial
retroalimentado de generación y comunicación de conocimiento nuevo, partiendo de la
obtención y procesamiento de la información, y quedando dividido en cuatro fases: 1.
Dirección (planificación); 2. Obtención de información (explotación de fuentes y trata-
miento de la información); 3. Elaboración de inteligencia (compilación, evaluación, aná-
lisis, integración e interpretación) y 4. Difusión.
A los fines de erradicar lo vetusto que aún mantiene en cuanto a sus métodos ana-
líticos el ciclo de inteligencia y sus limitaciones, deberemos concentrar la atención en
lo que sucede hacia su interior, principalmente en los presupuestos tradicionales sobre
los que se sigue asentando la producción de inteligencia estratégica nacional y los obs-
táculos que estos acarrean en la adaptación a los ritmos de producción acordes a la
velocidad de los flujos de la información que imprime la revolución de las tecnologías
de información y comunicación (TIC) tras la década de 1990, así como a la naturaleza
multidimensional de los riesgos, desafíos y oportunidades que marcan la agenda de

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seguridad internacional en pleno siglo XXI.
Una parte importante de la actual crisis que evidencian las metodologías de aná-
lisis de los ámbitos de trabajo de la IEN radica en que aún no ha logrado renovar sus

2  Los niveles de análisis varían de los enfoques explicativos a los interpretativos, por ello, en todo análisis
es fundamental comprender cómo cada una de estas perspectivas posee su propia visión del individuo, del
Estado y del sistema internacional, y por lo tanto opuestas concepciones sobre las posibilidades de cambio
del orden vigente. Para más información al respecto, ver Mingst, K. A. (2006: 113).
3  Ergo, la conducta del Estado se construye por el pensamiento, la identidad y las normas sociales de las elites.
Los individuos en la colectividad fortalecen, dan forma y cambian la cultura por medio de ideas y prácticas.
Por ello, los intereses nacionales son socialmente construidos por dichos actores. Ver Mingst (2006: 139).

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

modelos, los cuales continúan en un estadio intermedio, ante el vacío que dejó la retira-
da de aquellos modelos impregnados de la vieja escuela de producción de inteligencia
basada en la “trampa territorial” (Agnew, 2003) y la identificación de amenazas externas
interestatales. Es heredera, en gran medida, del formato antiguo de planeamiento por
hipótesis de conflicto del sector de la defensa nacional previo a los cambios ocurridos
en el 2006 y extensivos a la estructura de planeamiento del SIN. Esto no ha terminado
de ser aggiornado y/o complementado asertivamente mediante la incorporación de mé-
todos, técnicas y encuadres conceptuales que permitan vislumbrar la actual evolución
de la realidad internacional, regional y nacional. En este sentido, aún queda mucho por
recorrer en términos de incorporación analítica de perspectivas, actores, riesgos y opor-
tunidades que se adapten a la complejidad actual de las dinámicas y entornos en los
que la IEN debe trabajar, a fin de comprenderlos, anticiparse o incluso reconfigurarlos en
búsqueda de una mayor autonomía nacional.
Como enunciamos al comienzo del artículo, dicha adaptación, en función de los clien-
tes del sistema, recae sobre las facultades y obligaciones de la AFI, ya que es propia de

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
la IEN. La agencia principal del sistema se encuentra ante la disyuntiva de modernizar
las herramientas de análisis para satisfacer las múltiples y complejas necesidades de
reducción de incertidumbre de sus clientes, principalmente el presidente de la Nación.
Por el contrario, la inteligencia estratégica militar (IEM), definida en la Ley 25520 como
aquella parte de la inteligencia referida a la generación de conocimiento en torno a las
capacidades y debilidades del potencial militar de los países de interés desde el punto de
vista de la defensa nacional, así como del ambiente geográfico de las áreas estratégicas
operacionales determinadas por el planeamiento estratégico militar, responde a una de-
manda de producción de inteligencia que continúa basada en el análisis de la seguridad
en términos tradicionales interestatales y del análisis de las capacidades militares a fines
de satisfacer a sus clientes —Ministerio de Defensa— ante eventuales riesgos o conflictos
generados por agresiones de origen externo perpetradas por Fuerzas Armadas pertene-
cientes a otros Estados contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia
política de la Argentina, o en cualquier otra forma que sea incompatible con la Carta de la
ONU. Por su parte, en lo que respecta a la seguridad pública, la inteligencia criminal (IC), la

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política criminal y la persecución penal vienen generando sus propias adaptaciones en los
diversos niveles de orientación decisionales, que van desde la planificación en términos
macro hasta las acciones concretas a niveles micro, con el objeto de satisfacer a sus
propios clientes, a saber: Ministerio de Seguridad, las fuerzas policiales de prevención y de
investigación, el Ministerio Público Fiscal y sus fiscalías, etcétera. (ICCSI, 2021).
Cada uno de los ciclos de inteligencia que se dan hacia el interior del SIN, ya sea en
la IEN, la IC o la IEM, tienen como principal instrumento rector a la Apreciación de Inteli-
gencia en cada instancia del sistema: la Apreciación de Inteligencia Estratégica Nacio-
nal (AIEN), la Apreciación de Inteligencia Criminal Estratégica (AICE) y la Apreciación

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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de Inteligencia Estratégica Militar (AIEM). Cada una de ellas, respaldadas en las nor-
mativas correspondientes dentro de sus ámbitos de actuación, establece los principios
rectores y parámetros del ciclo de inteligencia específico, sus etapas y los instrumentos
narrativos y doctrinarios que regulan la producción de conocimiento a nivel estratégico
en cada ámbito del SIN. En tal sentido, la primera herramienta o instrumento rector
para poder establecer un Plan Nacional de Inteligencia a nivel nacional, criminal o de la
defensa es la Apreciación de Inteligencia realizada en cada componente del SIN. Sobre
dichas apreciaciones iniciales, se establecen, en cada instancia, los objetivos, las nece-
sidades generales y particulares de inteligencia para un período en curso determinado.
Y a partir de entonces, la producción de inteligencia se desarrolla mediante la secuencia
de actividades, constantes y permanentes, que emanan de cada Plan de Inteligencia,
y esto da inicio a la puesta en marcha de sus correspondientes ciclos de inteligencia.
Por ende, la Apreciación de Inteligencia también debe entenderse como el resultado
obtenido luego de producirse exitosamente dicho ciclo de inteligencia, en tanto proce-
so donde interactúan el objeto (la información), los medios posibles para su obtención

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
(elementos ejecutivos) y el producto (la inteligencia), que en última instancia se brinda
a la autoridad decisoria pertinente tras evaluar la fiabilidad de los datos, analizarlos,
integrarlos e interpretarlos (Díaz Fernández, 2001).
La perspectiva que habilita la geopolítica crítica antes definida, y su renovación en la
comprensión de la relación entre política y espacio, sus múltiples escalas y su dimensión
social, responden a la urgencia de modernización de la función de la IEN y la capacidad
de contar con nuevas herramientas para generar las Apreciaciones de Inteligencia Estra-
tégica Nacional, despojándolas de aquellos vestigios que aún permanecen intrínsecos a
la institución como parte del legado de la potestad que tuvo la inteligencia militar durante
décadas, para delimitar las funciones de la IEN, y sobre todo de la reciente experiencia
de yuxtaposición de facultades con la inteligencia criminal, que se registró claramente
durante el período 2015-2019, pero con antecedentes durante la mayor parte del siglo XXI.4
El antiguo formato de planificación militar de hipótesis de conflicto, que a su vez deter-
minaba las amenazas que serían materia prima de la inteligencia nacional, así como el
alineamiento automático a la agenda de seguridad impuesta por los Estados Unidos en

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términos de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, han demorado y retrasado la ca-
pacidad de la IEN de obtener las condiciones mínimas y necesarias para asesorar en la
toma de decisiones estratégicas que realmente velen por la protección de nuestros intere-
ses nacionales, por la sanidad institucional de nuestra democracia, y en última instancia

4  El Decreto 1311/15, a través de la Nueva Doctrina de Inteligencia Nacional, sentó los principios, contenidos
y alcances de las funciones de la AFI, y en general del proceso de reforma del SIN. Entre otras cuestiones,
al establecer que la inteligencia nacional debe velar por la seguridad interior, se determinó que la AFI tenga
funciones relacionadas con la inteligencia sobre el terrorismo, con los atentados contra el orden constitucional
y la vida democrática, y con la criminalidad organizada, y dentro de ella se engloba al narcotráfico, así como
sobre la delincuencia económica y financiera y los ciberdelitos.

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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por la posibilidad de modificar la percepción que la sociedad civil posee sobre la inteligen-
cia en tanto actividad al servicio de los intereses sociales y en respeto por los derechos
individuales, que redunde en beneficios para cada uno de los argentinos.

4. El desarrollo de la conciencia espacial del agente


de inteligencia
La revisión y actualización de las metodologías y herramientas analíticas que se
ponen en juego en las prácticas funcionales y operativas de la AFI relativas al proceso
de producción de inteligencia no solo guardan relación con la reafirmación de un espíritu
de actualización de aquellas, sino que también establecen características diferenciales
y particulares de la inteligencia estratégica nacional respecto al resto de las organiza-
ciones encargadas de realizar otros tipos de inteligencia, como lo son la IEM y la IC.
Si pensamos que, idealmente, las políticas públicas deberían ser elaboradas, for-

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muladas, implementadas y evaluadas (feedback/retroalimentación y corrección de
la política en función del impacto que tuvo sobre la problemática para contenerla/
solucionarla) sobre la base de los diagnósticos en torno a las problemáticas identifi-
cadas por el SIN en lo defensivo-militar y criminal u otros aspectos relacionados con
estos dos ámbitos, en su misión de apoyo y asesoramiento a la estructura decisoria,
entonces la producción de inteligencia estratégica nacional necesita de nuevas he-
rramientas analíticas que enriquezcan sus diagnósticos situacionales. Y allí es donde
la geopolítica crítica, como campo de conocimiento, puede acentuar el poder de las
oportunidades por sobre la proliferación de riesgos. Y con ello, además de regular el
potencial securitizador de los asuntos y problemas nacionales, se podría auspiciar una
apertura institucional hacia modelos analíticos que estén en condiciones de trabajar
las posibilidades de cambio de los entornos estratégicos a favor de los propios inte-
reses y objetivos nacionales, en un contexto de profundo respeto a los principios de-
mocráticos. De lo contrario, la producción de inteligencia continuará siendo estática
en sus razonamientos y elaboraciones, sin dimensionar la oportunidad de proyectar

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modificaciones en esas realidades que toma como ciertas, hechas y dadas, e imposi-
bilitando toda instancia de construcción política y social de los objetivos estratégicos
nacionales y de los entornos en los que se desarrollan. Desde esa perspectiva, no hay
posibilidades de reconstrucción identitaria nacional y regional que remita a nuevas ba-
ses fundantes ni al entendimiento de cómo esta identidad impacta en la redefinición
del interés nacional a partir de la incorporación de múltiples elementos de poder más
allá de lo material y lo objetivo. A fin de revalorizar la función de la IEN en el proceso
de formulación de políticas públicas en los segmentos relativos y lindantes con la se-
guridad interior y la defensa nacional, en primera instancia se debe concientizar sobre

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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las dificultades de aquella a la hora de dimensionar la complejidad de aristas que se


yuxtaponen en los entornos en los que trabaja.
Como es sabido, en las últimas décadas, las transformaciones socioespaciales de
la política internacional hacen quimérica la distinción analítica entre los ámbitos exter-
nos e internos de actuación de la IEN, comenzando por la voluntad de diferenciar entre
política doméstica y exterior. Aún los enfoques más convencionales observan que la
acción externa del Estado se relaciona con los consensos sociales internos (Putnam,
1996)5. Por ello, la IEN debe trabajar simultáneamente los factores “externos” al tiempo
que incorpora al análisis los factores “domésticos” (individuales, sociales, estatales),
entendiendo a estos como el producto de factores institucionales en el sentido de la
convergencia de intereses y creencias de los actores políticos (funcionarios del Poder
Ejecutivo, ministerios, legisladores y políticos de distintos departamentos burocráticos,
agencias de seguridad, militares y de inteligencia), así como de factores sociales (aca-
démicos especialistas en el tema o fenómeno, think thanks, ONG, empresarios, medios
de comunicación, sociedad civil) que inciden en la problematización que se esté tra-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
bajando y en la construcción del “interés nacional” de la Argentina y de sus países de
interés. A su vez, además de observar los factores agenciales y estructurales, una IEN
que incorpora la perspectiva geopolítica contemporánea debe interpretar también los
aspectos representacionales (Loyer, 2022). Se agrega a lo anterior que, en el análisis
de las relaciones de poder, la IEN debe incorporar el peso del llamado “poder blando”
(Nye, 2004). El análisis de la estructura de poder con el de la identidad de los Estados
permite introducir otras herramientas útiles en la interpretación de los fenómenos antes
mencionados (Katzenstein, 2012): la IEN debe visualizar sus competencias para poder
abordar los fenómenos o problemáticas que analiza, tratando de comprender, describir e
interpretar las dinámicas cambiantes del entorno global que condicionan nuestra propia
realidad nacional y la del resto de los países de interés, ya que su objetivo es proveer
datos y análisis para proyectar la actuación nacional en los entornos de mediano y largo
plazo para posicionar favorablemente a la Argentina en el cumplimiento de los objetivos
estratégicos nacionales.
Por lo tanto, los conceptos y metodologías basados en una interpretación tradicio-

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nal de la seguridad, propia del nivel de la IEM, suponen un enfoque anacrónico para las
exigencias actuales de la IEN, ya que no han ampliado sus visiones al compás de la
reconceptualización y nuevos abordajes de la geopolítica y la seguridad internacional.
Por el contrario, las mutaciones ocurridas en los entornos estratégicos de la Argentina, y
el impacto de estas en la construcción nacional de un concepto de “seguridad”, plantean

5 Por ejemplo, Putnam (1996) muestra en el modelo del juego de doble nivel que la política interna y la política
internacional se encuentran plenamente entrelazadas, ya que los grupos y organizaciones locales buscan
presionar al gobierno para que implemente políticas que los favorezcan, y este último busca su apoyo para
construir poder y maximizar su capacidad de cara al escenario externo.

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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la disyuntiva de que la IEN debe estar en condiciones de abordar los análisis de la se-
guridad internacional desde una perspectiva tradicional, pero también mediante su am-
pliación y complementación, ya sea en la dimensión-sujeto (individuos, colectividades,
medio ambiente, estabilidad financiera, entre otros) así como en la dimensión-agenda
(narcotráfico, crimen organizado, primarización de la economía, degradación del me-
dio ambiente, pobreza, entre otros) (Cujabante, 2009). De lo contrario, la IEN continuará
realizando análisis parciales y sesgados de la realidad que debe comprender, que no
lograrán ser representativos de los cambios sucedidos y de los condicionamientos que
emanan de los entornos estratégicos en los que debe desenvolverse la Argentina en el
mundo del siglo XXI.
En este sentido, si la tarea de la IEN es gestionar y fijar agenda endógena en sus
áreas de incumbencia, de modo tal que responda a los propios intereses nacionales,
para luego ponderar objetivos estratégicos nacionales y sectoriales, todo ello en fun-
ción de sus diagnósticos y apreciaciones del entorno estratégico en términos políticos,
sociales, culturales y geográficos, la IEN claramente necesita de modo urgente, para

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
cumplir con su rol, readaptarse a los cambios del contexto histórico en sus modelos de
gestión y producción del conocimiento, para luego poder reorganizar el análisis de las
escalas local, nacional, regional y global. Ante dichas dificultades, con el comienzo de
la intervención de la Agencia en el año 2020, se dio inicio a las labores de un Consejo
Consultivo del organismo integrado por representantes de la sociedad civil y expertos
con trayectoria en la materia, cuyo objetivo —entre otros— estaba abocado a impulsar
las exigencias de nuevas conceptualizaciones para el SIN, la IEN, la IC y la IEM, ante la
necesidad de generar reformas tanto teóricas como institucionales de cara a los nue-
vos problemas estatales, con énfasis particularmente en la exacerbación de prácticas
ligadas a la IC por parte de la AFI y la necesidad de revertir dicho proceso, al igual que
en los lazos de corrupción entre la Agencia y la justicia federal. Dicho Consejo ha pro-
piciado una nueva definición de las tareas de la Agencia, enfocándose en la generación
de conocimiento referido a hechos y riesgos que puedan afectar los bienes, intereses y
actividades esenciales para el desarrollo integral del país, con el objetivo de proteger la
soberanía nacional, preservar el orden constitucional, orientar sus relaciones internacio-

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nales y planificar su inserción en el contexto mundial (ILSED, 2020).
En el tipo de desarrollo de competencias que proponemos, que toma a la geopolítica
crítica —ampliamente entendida e históricamente situada— como un modelo de produc-
ción de conocimiento con impacto virtuoso en la producción de IEN, el resultado espera-
do es la conciencia espacial multiescalar del sistema de inteligencia en todos sus niveles
(planificadores, directores de área, agentes en general). Y ello, como vimos, requiere
una renovación integral de las categorías doctrinarias, las metodologías de trabajo y
el aparato de formación. Haciendo una analogía con el giro que prescribe Ryder (2022)
para la IEM estadounidense, lo que se necesita es que el planificador y el productor de

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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inteligencia salgan de la trampa territorial y vean las múltiples dimensiones espaciales


que hacen al mundo contemporáneo. De esta forma, el producto va a adaptarse más
a la complejidad y a ser más funcional al tipo de conocimiento que necesita el cliente
para intervenir en una realidad que incluye geopolíticas “bajas” (Agnew, 2013) y a veces
imperceptibles.

5. Un caso testigo: el diseño del despliegue territorial


Respecto de la conciencia espacial, en el siglo XXI las agencias y organismos de
inteligencia experimentaron una transformación importante en su abordaje de la infor-
mación. La expansión de internet y las redes sociales, la publicación de los archivos
comerciales y financieros de los individuos y las empresas, la comunicación institucio-
nal de las agencias gubernamentales y la multiplicación de los medios periodísticos no
solo implican un crecimiento exponencial de datos sobre personas y grupos humanos.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
También se produjo un cambio cualitativo: la mayor parte de la información que nece-
sita la actividad de inteligencia pasó a estar disponible en fuentes de acceso abierto o
semiabierto. Se constituye una dataesfera global, entendida por la inteligencia como
una suerte de “terreno digital” accesible, pero su dominio exige habilidades especiales
para encontrar, seleccionar y procesar la información pertinente dentro de un universo
superabundante. Así nace la OSINT —acrónimo en inglés de inteligencia de fuentes abier-
tas— como subdisciplina dentro de la especialidad, diferenciada de la HUMINT —inteli-
gencia de fuentes humanas—, y con ella una serie de interrogantes organizacionales para
la actividad de inteligencia, que giran invariablemente alrededor de la cuestión espacio-
territorial (Miller, 2018; Limonier y Audinet, 2022). En primer lugar, una distinción entre
concentración y despliegue del personal. Si, como suele decirse, entre el 80 y 90 % de la
información relevada proviene de OSINT, lo lógico es que se destinen más esfuerzos y re-
cursos a ampliar la capacidad de los agentes de escritorio entrenados en las artes y téc-
nicas de la obtención en la dataesfera, y eso seguramente va en desmedro del personal
desplegado territorialmente, orientado a HUMINT. Esto puede llevar a quienes gestionan

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las agencias de inteligencia a una dudosa dicotomía entre dataesfera y territorio físico,
como si fueran dos espacialidades en competencia, pero ello podría tener poco sentido
si tomamos en consideración que todos los integrantes del sistema, incluido el personal
desplegado territorialmente, relevan fuentes abiertas.
Otro desafío geográfico-político es el diseño mismo del despliegue territorial. Las
agencias de inteligencia suelen tener sus oficinas centrales en la capital de los paí-
ses, cerca de las otras dependencias del Poder Ejecutivo —ministerios, secretarías,
etc.—, y representaciones desplegadas en el resto del territorio nacional; en algunos
casos, también cuentan con personal en el exterior. En general, podemos decir que en

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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el despliegue territorial se encuentra el personal “de campo”, que mantiene una relación
de proximidad con las necesidades de información que se encuentran geográficamente
localizadas, mientras que en las oficinas centrales se concentra el personal “de escrito-
rio”, que releva información de fuentes abiertas o recibe y procesa lo que producen los
agentes de campo. Esta diferenciación, como decíamos, no es absoluta por el mencio-
nado carácter transversal de la OSINT y, podríamos agregar también, porque la capital
y sus dispositivos institucionales también son lugares significativos donde se produce
inteligencia. Sin embargo, a grandes trazos, hay una división geográfica de tareas entre
la base central y el despliegue territorial interior y exterior. Y esa división de tareas refleja
la concepción espacial de las agencias de inteligencia.
El diseño y la disposición del despliegue son prácticas geopolíticas. En el caso ar-
gentino, podemos distinguir dos dimensiones de dichas geopolíticas. Por un lado, hay
una dimensión geoestratégica, según la cual los planificadores del sistema identifican
lugares estratégicos y relevantes, en los que supuestamente se localizan los intereses
del Estado nacional, y despliegan allí personal y recursos para lograr una cobertura efi-

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ciente de las necesidades de información del Estado. Esta dimensión es universal, ya
que casi todas las agencias de inteligencia del mundo hacen lo mismo. Por el otro, hay
una dimensión institucional particular del Estado argentino, que es el federalismo. Tal
como su nombre lo indica, el organismo de inteligencia tiene carácter federal, y ello
seguramente incide en el diseño de su despliegue territorial.
Geoestrategia y federalismo son dos principios que guían al despliegue, y como ta-
les presentan el desafío de su interpretación, que depende en parte de la impronta de la
gestión política de la inteligencia, y en buena medida forma parte la inercia acumulada
de decisiones que se van tomando a lo largo del tiempo y las sucesivas administracio-
nes. En el caso de la dimensión geoestratégica, un riesgo de asincronía que enfren-
tan todos los sistemas de inteligencia de la región es que sus despliegues continúen
respondiendo excesivamente a diseños territoriales propios de agendas de hipótesis
de conflicto militar que, como se mencionó, ya se encuentran superadas. Por razones
evidentes, la defensa y la inteligencia tienden a elevados niveles de asincronía: una di-
rectiva de inteligencia puede transformarse en una semana, pero la construcción de

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un submarino nuclear lleva diez años, y la relocalización de un regimiento de infantería
tiene plazos incalculables.
Otro interrogante geográfico-político de la inteligencia en la Argentina es la cuestión
federal. En sus sucesivas reformas, la AFI fue cambiando de denominación, y cada una
de estas sugería un cambio en el alcance territorial del organismo. Entre los años 1946
y 2005, fue la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE)6; luego, entre los años 2006

6 Es necesario aclarar que en 1946 llevó el nombre de Coordinación de Informaciones de la Presidencia de la
Nación —CIP—, luego pasó a denominarse Coordinación de Informaciones del Estado —CIDE—, y finalmente
Secretaría de Inteligencia del Estado —SIDE—.

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y 2015, fue simplemente la Secretaría de Inteligencia (SI); la eliminación del modifica-


dor indirecto “del Estado” fue sugestiva, ya que por aquellos años se buscaba vincular
al organismo con la inteligencia económica, al servicio de una economía globalizada.
Finalmente, a partir de 2015 se transformó en la Agencia Federal de Inteligencia. La
SIDE nos remite a una inteligencia del Estado nacional; la SI parecía buscar la omisión
de todo entorno geográfico, y la AFI nos propone pensar la inteligencia en términos fe-
derales. Ahora bien, ¿qué significa esta federalización? El SIN no se gobierna a partir de
un consejo federativo ni promueve que cada provincia cuente con sus propios aparatos
provinciales de inteligencia. No obstante, la normativa sostiene que el sistema debe te-
ner una impronta federal. Eso suele entenderse como dotar a las gestiones de una sen-
sibilidad respecto de las problemáticas locales. Pero puede ser interpretado de formas
distintas: como que el despliegue territorial debe ser representativo de la distribución
poblacional, o de la existencia de múltiples jurisdicciones. Eso entraría en conflicto con
el principio geoestratégico —que prioriza áreas relevantes— y, potencialmente, también
con el principio nacional —recuérdese que, por ejemplo, el Estado nacional considera

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que los recursos naturales estratégicos son intereses nacionales, pero las provincias
sostienen que son de jurisdicción provincial—. Todo esto refleja un debate geopolítico
doméstico, que puede trasladarse de las instituciones a la gestión del SIN. Sin embargo,
una mayor conciencia espacial del sistema puede reducir la asincronía. Si la cultura es-
tratégica del SIN resuelve algunas de estas cuestiones —por ejemplo, que los recursos
naturales estratégicos de la Argentina son centrales para el desarrollo integral de la
sociedad argentina—, el sistema estaría contribuyendo al código geopolítico nacional.

6. La formación del agente y su relación con


el mundo académico

Todas las propuestas desarrolladas anteriormente tienen un denominador común:


la necesidad de seguir fortaleciendo el sistema de formación del aparato de inteligencia.

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Hay múltiples razones para sostener esta idea, pero destacamos dos: i. la profesionali-
zación del sistema es el alfa y el omega de los objetivos antes enunciados, y ii. se trata
de uno de los ejes en que la gestión de la inteligencia sí puede operar. Pero no puede
hacerlo solo. Para fortalecerse, el aparato de formación necesita acercarse al mundo
académico. En particular, con el mundo de las ciencias sociales y económicas, y los
estudios de la defensa, la seguridad, la política internacional y la geografía, ya que allí
existen los mayores niveles de complementariedad.
En esta relación, ambas partes tienen réditos que obtener. La especialidad de inte-
ligencia debe aprender más sobre los métodos, enfoques y formas de trabajar de los

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
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académicos, y estos últimos pueden enfocar mejor su esfuerzo en el sentido estratégico


nacional, marco que el sistema de inteligencia puede proporcionar. Sin embargo, entre
ambos mundos prevalece la mutua desconfianza. La academia mira el mundo de la
inteligencia de reojo, ya que mantiene una imagen de los organismos de la actividad
como algo opaco, oscuro, asociado al espionaje y al Estado autoritario. Eso probable-
mente contribuya a explicar por qué en la Argentina y la región son tan escasas las
investigaciones académicas sobre el funcionamiento de las agencias de inteligencia:
los académicos prefieren no acercarse al tema o carecen de interés. Por su parte, en el
mundo de la inteligencia se suele ver a la investigación académica como un proceso
lento, desconectado de las necesidades del cliente y del interés nacional, y orientado
a la publicación y el prestigio personal del investigador, y no a la generación de cono-
cimiento útil. De hecho, es habitual que en la formación del agente de inteligencia se
le enseñe a este que su trabajo es totalmente distinto al del investigador académico, y
hasta se lo defina por su diferenciación.
Pero los puentes se necesitan, y los prejuicios deben ser derribados. El sistema de

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inteligencia requiere cuadros profesionales formados y entrenados, y para ello necesita
adoptar mejores métodos y habilidades analíticas en los sentidos antes mencionados.
Estar cerca del mundo académico puede contribuir a una renovación de miradas y en-
foques. Aun cuando los tiempos y los objetivos de la inteligencia son otros, hay que
romper con el prejuicio de que la investigación académica y la inteligencia son univer-
sos paralelos que nunca se juntan. Ambas buscan el conocimiento válido y riguroso.
Convertir a la Escuela Nacional de Inteligencia en una institución universitaria, y con
acuerdos permanentes con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técni-
cas (CONICET) y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT),
es un paso necesario en esa dirección.
Por otra parte, el CONICET y la ANPCyT también se beneficiarían de este acerca-
miento. La inteligencia también tiene conocimientos para aportar al sistema de inves-
tigación. Y puede proveer, fundamentalmente, de una guía hacia la identificación de
objetivos estratégicos. Ese es, cabe aclarar, uno de los desafíos permanentes y más
difíciles del sistema de investigación. Dado que ambas entidades de promoción cientí-

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fica están financiadas por el Estado nacional, y que sus investigadores de carrera son
agentes de planta de la Administración Pública, es esperable que la agenda de trabajo
del sistema científico se encuadre dentro de los objetivos estratégicos de aquel.
Estas discusiones, por supuesto, no son nuevas ni fáciles. El sistema científico y tec-
nológico, a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología, busca orientar la investigación
en ciencias sociales a través de la elaboración de listados de objetivos estratégicos na-
cionales, que son utilizados para fijar mecanismos de prioridad para el financiamiento y
el propio acceso a la carrera de investigador. No obstante, la eficacia de esos mecanis-
mos de prioridad es relativa, dada la lógica predominantemente “autogestiva” del modelo

118
Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

CONICET, donde la carrera del investigador en ciencias sociales y humanas es un trayecto


basado en el proyecto individual y la evaluación de pares, y en la libre elección del lugar de
trabajo de los investigadores, que suele ser una universidad. En este marco, los miembros
de la comunidad defienden su autonomía y suelen cuestionar las intenciones del Estado
de establecer temas prioritarios: ¿quiénes los establecen?, ¿con qué criterios?
Frente a estas preguntas válidas, se podría responder que si el Estado nacional
necesita generar conocimientos funcionales para la realización de sus objetivos es-
tratégicos, es legítima su pretensión de hallarlos en su propio sistema científico y de
innovación. Hace algunos años, la empresa YPF Tecnología (Y-TEC), que cuenta con
la participación del CONICET en su directorio, quería impulsar un proyecto con inves-
tigadores provenientes de la sociología o disciplinas afines sobre las condiciones de
vida en las denominadas “ciudades habitáculo” en zonas de explotación petrolera, con
foco en Vaca Muerta. Y encontró que era fácil reclutar becarios doctorales, seguramente
motivados por conseguir un trabajo, pero difícil lograr que investigadores de planta y
con experiencia quisieran cambiar su perfil de investigación, aún a pedido de quienes

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conducen el sistema. Como dispositivo de producción de conocimiento, el CONICET es
poco flexible a los requerimientos. Por otra parte, desde la perspectiva de un Estado
cliente que considera que la minería, la energía no convencional y el transporte fluvial
son objetivos estratégicos del desarrollo, tiene poco sentido financiar investigaciones
que se opongan a la explotación económica de dichos recursos. Lo mismo aplica a
marcos teóricos que fueron creados en otros contextos nacionales, y que trabajan con
categorías y conceptos que no son funcionales a las necesidades propias. No se trata
de coartar la libertad de pensamiento de los investigadores, sino de optar por asignar los
recursos en función de los intereses del Estado.
En ese sentido, un efecto virtuoso del acercamiento entre la inteligencia y la investi-
gación académica es que la primera tiende a estar mejor preparada que la segunda para
saber cuáles son los objetivos estratégicos del Estado. Por lo menos, esa es una de sus
misiones básicas. En general, en las culturas de inteligencia donde las agencias salieron
a buscar la colaboración del mundo académico, se entendía que solo una de las partes
—las agencias— iba a salir beneficiada de esa relación; en la Argentina, por las razones

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antes mencionadas, tal vez un acercamiento de este tipo sería de provecho mutuo.

7. A modo de conclusión
En el presente artículo se identificaron una serie de problemas de difícil solución
en el seno del sistema de inteligencia, y entre este y su entorno. Sin creer que se
trata de una solución mágica, se propone un camino de abordaje de muchos de
esos problemas: dotar al sistema, en sus instancias de planificación, producción y

119
Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

formación, de conceptos y categorías geopolíticas renovadas. Partimos de la convic-


ción de que ello puede mejorar la calidad de sus productos de análisis y obtención,
contribuye a la profesionalización del sistema e inclusive puede fortalecer el código
geopolítico nacional.
Actualmente, en el ethos del sistema prevalecen conceptualizaciones tradicionales
sobre seguridad, defensa y relaciones interestatales. La IEM se basa en ellas, y por ende
dieron origen, en sus comienzos, a la IEN. Por lo tanto, la actualización de las perspecti-
vas es un trabajo que debe realizarse desde adentro y sistemáticamente. De lo contra-
rio, la “orfandad” de la IEN continuará y perderá más pertinencia en sus facultades de
asesoramiento a la estructura decisoria gubernamental. La persistencia de categorías
analíticas que explicaban el mundo del siglo XX, pero no el del siglo XXI, es una gran
dificultad que enfrenta la AFI como cabeza rectora del SIN para refundarse a sí misma y
adaptarse a las nuevas exigencias de la coyuntura actual, pese al cambio doctrinario de
2015 y el impulso de la intervención de la agencia a partir de 2019.
Para cumplir con sus funciones, la IEN necesita adaptarse a los cambios del contex-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
to. Esa es una de sus principales virtudes, y allí reside su capacidad de transformarse en
un bien público socialmente valorado. La geopolítica crítica, como campo multidiscipli-
nar del conocimiento contemporáneo, puede ayudar en ese proceso. Por supuesto, nos
referimos a una geopolítica crítica situada en la prioridad de los intereses estratégicos
nacionales, y las metas compartidas del desarrollo socioeconómico. Pero ese esfuerzo,
como dijimos, enfrenta un problema proveniente del entorno, que son las limitaciones
del código geopolítico argentino. Las disputas político-institucionales por imponer al
sistema una orientación dada reflejan problemas del consenso básico sobre la misión
de la inteligencia. Y este problema no es del sistema político ni se repite en todos los
sistemas de inteligencia del mundo. Es un problema particular de los países con código
geopolítico limitado, y que en el nuestro se ha reflejado en diferentes debates domésti-
cos sobre el sentido mismo del servicio de inteligencia.
Una solución que puede proveer el sistema de inteligencia es su propio fortaleci-
miento endógeno. Desde ese objetivo parcial, puede contribuir al desarrollo de un con-
senso estratégico nacional, identificando y produciendo conocimiento que proyecte

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nuevos cursos de acción política, a sabiendas de que la organización del espacio nunca
es neutral ni objetiva, pero que actualmente tampoco resulta favorable a nuestros inte-
reses, ideas e identidades. Una conciencia geopolítica más compleja y profunda favo-
rece la construcción de una identidad nacional comprensiva y en condición de proveer
mejor a los lineamientos estratégicos proyectados por las elites gubernamentales, enri-
queciendo los resultados de la IEN, sin ir en detrimento de los saberes específicos que
desarrollan otros componentes del sistema de inteligencia.
A modo de reflexión final, destacamos que la misma doctrina de inteligencia nacio-
nal define por problemática al “conjunto de eventos o hechos de una misma naturaleza

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Geopolítica crítica e inteligencia estratégica nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos
Julio Burdman / Carolina Miscione

que se producen o identifican en un determinado ámbito espacial y temporal y afectan a


la defensa nacional o la seguridad interior” (el destacado nos pertenece). Estableciendo
que dichas problemáticas, que son el objeto de estudio del SIN, pueden organizarse
según las siguientes escalas: “local, nacional, internacional o transnacional”. Ahora
bien, lo que la doctrina no dice es cómo entender esa espacialidad compleja con la
que debe trabajar la IEN ni cómo las relaciones entre actores, más allá de lo estatal,
permean esa espacialidad y la construcción de una imagen de aquella. Es allí donde hay
una tarea que el sistema puede llevar a cabo por su cuenta. A partir de la geopolítica
crítica contemporánea, ampliamente entendida como una herramienta que la ayuda a
cumplir su misión básica, la inteligencia puede revisar ciertas categorías geopolíticas
disfuncionales, identificar sentidos compartidos, y ayudar a los gobiernos a participar
en la construcción de un orden transformador en lo internacional y lo regional, pero que
redunde fundamentalmente en réditos nacionales.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 97-122
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Cómo citar este artículo


Burdman, J. y Miscione, C. (2022). Geopolítica crítica e inteligencia estratégica
nacional: aproximación teórica y dilemas prácticos. Revista de la Escuela Nacional de
Inteligencia, (1), 97-122. https://doi.org/10.58752/29LVV1U4.

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961

122
https://doi.org/10.58752/ZFRBOUPI

¿A qué nos referimos con lo “estratégico”

TEMAS EN DEBATE
cuando hablamos de inteligencia? Algunas
precisiones conceptuales
What do we mean by “strategic” when we talk about intelligence?
Some conceptual precisions
Lester Cabrera Toledo*

Recibido: 29/11/2022 • Aceptado: 19/12/2022 • Publicado: 27/12/2022

Palabras clave: inteligencia – estrategia – Keywords: intelligence – strategy – planning –


planificación – Estado – Latinoamérica government – Latin America

Resumen Abstract
El presente artículo reflexiona con respecto al con- This article proposes a reflection regarding the
cepto de “estrategia” dentro de la concepción de la concept of “strategy” within the conception of
inteligencia. Para lograr esto, se efectuará un análisis intelligence. To achieve this aim, an analysis of

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del concepto en sí, tomando en cuenta las principales the concept itself will be carried out, taking into
corrientes de estudio sobre las dimensiones estraté- account the main currents of study on the strategic
gicas, especialmente derivadas del ámbito militar y dimensions, especially those derived from the military
empresarial, para luego establecer una vinculación and business spheres, in order to establish a link with
con el foco central de la inteligencia desde el punto de the central focus of intelligence from the State point
vista del Estado. En este sentido, es posible apreciar of view. In this respect, it is possible to appreciate a
una serie de dificultades al momento de señalar las series of difficulties when pointing out intelligence’s
cualidades que posee la inteligencia, siempre consi- qualities, always considering the qualification of
derando la calificación de “estratégica” al momento “strategic” when carrying out analyses and making
de efectuar un análisis y tomar decisiones, especial- decisions, especially in the Latin American context.
mente dentro del contexto latinoamericano. Se con- It is concluded that intelligence, understood as one
cluye que la inteligencia, entendida como una función more function of the State, cannot fail to consider
más del Estado, no puede dejar de considerar la visión the strategic vision, because it is critical to sustain the
estratégica, debido a que es clave para sostener el actions of the different government structures,
accionar de las diferentes estructuras del Estado. De thereby preventing the institution itself from
este modo, se evita que la propia institución se vuelva becoming anachronistic and away from improving the
anacrónica y alejada del mejoramiento del desarrollo development of the conditions of society.

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de las condiciones de la sociedad en su conjunto.

* Dr. Lester Cabrera Toledo. Profesor e investigador (Universidad de las Fuerzas Armadas, Ecuador).
https://orcid.org/0000-0003-0307-1528.

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

1. Introducción

Al momento de plantear la existencia de un elemento “estratégico”, específica-


mente dentro de lo que se establece como parte de la función de inteligencia —y tam-
bién cuando se señala la idea de generar un plan—, se utiliza el apelativo señalado, lo
que da como resultado una apreciación que puede marcar una diferencia sustancial,
especialmente si se lo compara con cualquier otro tipo de plan. En este sentido, nos
referimos a la utilización de un concepto o vocablo, particularmente el caso de lo
“estratégico”, lo que daría como resultado una ponderación y cualificación diferente e
incluso superior al producto o proceso al cual se está haciendo mención, pero con el
problema de que, y específicamente dentro de la realidad que se puede evidenciar en
América Latina, no se tiene una claridad con respecto a lo que realmente se busca o
pretende con dicho apelativo. Siendo así, y aplicándose directamente en el ámbito de
la inteligencia, como una parte clave dentro del funcionamiento de cualquier Estado
contemporáneo, el presente trabajo busca efectuar un ejercicio de reflexión sobre
los potenciales alcances, límites, dificultades y consecuencias cuando se efectúa un

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
acercamiento sobre el mencionado término.
Con este fin, se realizará una aproximación al entendimiento de lo “estratégico”, tan-
to desde una visión cercana al ámbito militar como al empresarial, teniendo en cuen-
ta que dichas perspectivas plantean la existencia y visión de lo “estratégico” como un
proceso y/o punto de vista sustancial, que lleva a sostener al propio vocablo como un
campo de estudio por sí mismo. No obstante, una apreciación más reducida y especí-
fica del concepto no implica un acercamiento sobre la perspectiva y cualidades que se
visualizan, desde el punto de vista de la función de inteligencia, especialmente en torno
a las acciones y procesos que la ejecución de la inteligencia, desde la noción estatal,
implica. Siendo así, y considerando la perspectiva metodológica, una de las principa-
les dificultades que se observan es el propio proceso de delimitación del concepto en
sí, debido a que el entendimiento de las implicancias de lo “estratégico”, sin perjuicio
de los ámbitos militar y empresarial, es posible encontrarlo en una serie de ángulos y
dimensiones sociales, incluidos en este campo la propia inteligencia y el uso masivo y

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combinado que se le da a la estrategia.
Se concluye que pese a que el concepto de “estrategia” es sumamente utilizado
dentro de las estructuras organizacionales tanto a nivel público como privado, su con-
cepción sigue siendo altamente difusa, especialmente por el hecho de que no se cumple
con las cualidades básicas para determinar, con la debida rigurosidad, la existencia de
un proceso de toma de decisión que posea la cualidad de estratégico. Lo anterior se ve
potenciado especialmente cuando se añaden otros procesos o funciones, como el caso
de la inteligencia, que aumentan el grado de confusión en torno a los límites y alcances
de lo que es y no es estratégico. Pese a ello, los Estados tienen la necesidad de contar

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

con un adecuado sistema de inteligencia que tenga una cualidad estratégica, para po-
der evitar que la propia institución se vuelva anacrónica y alejada del mejoramiento del
desarrollo de las condiciones de la sociedad en su conjunto.

2. ¿Qué se entiende por lo “estratégico”?


Establecer de plano la existencia de una sola apreciación o perspectiva cuando se
toma en cuenta la existencia de lo “estratégico” sería efectuar un acercamiento a dicho
vocablo desde una noción errada, especialmente por la propia naturaleza y aplicación
actual que se da a dicho concepto (Freedman, 2013). Y esto se ve maximizado cuan-
do se pretende vincularlo con otro concepto o vocablo, ya que, por separado, ambos
constituyen tanto categorías conceptuales como campos de estudio. Pero más allá de
dar una definición taxativa y sucinta de lo “estratégico”, o en este caso simplemente
la concepción de “estrategia”, resulta adecuado efectuar una aproximación tomando
en cuenta algunos de los elementos básicos y mayormente aplicados, al momento de

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
señalar las implicancias, límites y alcances, en conjunto con las potenciales dificultades
y consecuencias que se pueden observar en términos generales.
En un primer sentido, existe una suerte de debate con respecto a la naturaleza y
esencia del concepto en sí. Por un lado, aquello relacionado con la concepción etimo-
lógica de la estrategia, dado que la raíz de aquel vocablo proviene del ámbito militar y
se lo asocia a la conducción de las operaciones. Por otro lado, y efectuando un reco-
nocimiento sobre la naturaleza militar con la que se generó el término “estrategia”, fue
el ámbito empresarial, específicamente desde la década de 1960, el que mayormente
aplicó y masificó la utilización del concepto, lo que le dio una apreciación vinculada al
marketing y las finanzas que se mantiene hasta el día de hoy (Freedman, 2013). En efec-
to, la mayor cantidad de estudios que se han realizado a nivel mundial sobre los elemen-
tos y las múltiples aplicaciones que posee el concepto de “estrategia” viene asociada
a las áreas comerciales y de ventas más que al propio ámbito militar. Por ende, y pese
a que el concepto mantiene una perspectiva que se relaciona con el segmento militar,

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la mayor aplicación, e incluso difusión misma del concepto, se aprecia en la dimensión
empresarial y de ventas.
Aquella diferenciación sobre la identidad y pertenencia del concepto resulta clave
para la comprensión de las cualidades que emergen de dicho vocablo, especialmente
tomando en consideración que ambas corrientes comparten un aspecto en común,
pero de diferente naturaleza: la estrategia como tal se relaciona con objetivos que
se tienen en mente, y se busca establecer un porcentaje mayoritario de logros sobre
estos (Jablonsky, 2012). Y aunque la noción del contexto en ambos casos —desde lo
militar y empresarial— varía sustancialmente, también se concibe que la estrategia

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

mantiene dentro de las dos concepciones una aplicación que se debe apreciar desde
un ambiente donde los recursos son escasos, e incluso donde puede estar evaluán-
dose una real o potencial conflictividad (Liddell Hart, 2019). La visión de la “estrate-
gia” como concepto en lo que respecta a su aplicación, si bien se puede dar desde
una visión dual, tanto militar como empresarial, ambos campos del conocimiento
coinciden en una serie de aspectos y elementos que son parte de dicho concepto y
que tienen un grado similar de comprensión y ejecución, especialmente a la hora de
buscar las cualidades sobre las que se construye el vocablo como tal. Un ejemplo de
lo anterior es que ambas corrientes destacan que la estrategia implica necesariamen-
te un proceso de “conducción”, ya sea desde el punto de vista militar como también
de cualquier organización, al momento de buscar el logro de determinados objetivos
(Heuser, 2010; Paret, 2010).
Una segunda perspectiva que se tiene al momento de señalar procesos y niveles
con el apelativo de “estratégico” pasa por el hecho de que la misma concepción de
“estrategia”, al ser un concepto que se nutre desde diferentes campos y áreas del co-
nocimiento, adolece de una serie de problemas al momento de buscar una apreciación

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más concreta y restrictiva. Estas dificultades, que son principalmente la amplitud y la
vaguedad del concepto mismo, se basan en que cuando se realiza una denominación de
lo “estratégico” no se tiene una claridad con respecto a los límites y alcances. Cuando se
hace referencia a los límites y alcances de la estrategia, se establece que no se tiene una
real apreciación acerca del momento y área sobre la cual comienza a darse la aplica-
ción de lo estratégico en relación directa con otra cualidad, así como tampoco se posee
una certeza al momento de señalar hasta dónde llega lo estratégico. A su vez, cuando
se plantea la existencia de la vaguedad de dicho vocablo, se hace alusión al hecho de
que existen diferentes áreas y dimensiones sobre las cuales la palabra “estrategia” es
utilizada, sin importar si tiene una naturaleza determinada. Lo anterior se puede apreciar
tanto en el propio ámbito militar, empresarial, deportivo, político, seguritario, como en
otras áreas de la vida misma (Hibbs y Pherson, 2021).
Pero sin perjuicio de lo anterior, es posible visualizar que se tienen tres grandes pers-
pectivas que unen a los campos antes mencionados, es decir, el conocimiento derivado

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del ámbito militar, por un lado; y del lado empresarial, por el otro; y que a su vez se logra
determinar una suerte de restricción cuando se plantea la utilización del vocablo en
cuestión. Una primera acepción es en torno a los principales componentes de la concep-
ción que se tiene de “estrategia”, especialmente en un sentido de la valoración que se da
de la vinculación entre los ámbitos militar y empresarial; una segunda perspectiva es la
que se observa al momento de considerar el nivel sobre el cual se toman determinadas
decisiones; y finalmente, cuando se plantea la existencia de un tiempo o período en
cuestión, siempre teniendo en cuenta la aplicación o ejecución de una planificación, la
cual detenta el apelativo de “estratégica”.

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

Como se señaló en el apartado anterior, la concepción que involucra las dimensio-


nes tanto militar como empresarial es aquella que se da teniendo en cuenta a la es-
trategia como una suerte de equilibrio entre fines, medios y estructura, considerando
a su vez el necesario cumplimiento de canales de comunicación y objetivos dentro de
una organización (Freedman, 2013). De aquel planteamiento se pueden extraer cinco
elementos relevantes. En primer lugar, se mencionan los fines, los cuales se pueden
traducir en la existencia de objetivos y metas, es decir, una estrategia debe contar ne-
cesariamente con objetivos y metas, las que a su vez deben tener parámetros para po-
der determinar el grado de cumplimento y avance de aquellos. En un segundo aspecto
se señalan los medios, que son los recursos que se poseen para dar cumplimento al
punto anterior; por lo general, cuando se efectúa una mención al tema de los recursos,
especialmente tomando en cuenta la realidad cultural y organizacional de los países
de América Latina, se realiza un enfoque hacia el plano presupuestario (Chiavenato,
2017). Dicho aspecto es errado, debido a que, pese a que el elemento presupuesta-
rio es necesario para el buen funcionamiento de las operaciones y procesos de una
organización, no es clave para el logro de la excelencia. Así, se plantea que son las

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personas y la gestión del tiempo aquellos medios de mayor relevancia dentro de un
planteamiento que se señale bajo la calificación de “estratégico”. Y finalmente, se tie-
ne la noción de la estructura, lo que equivale a que toda organización debe tener una
arquitectura que delimite su actuar, especialmente de lo que puede y no puede realizar.
Aquello se traduce principalmente en los reglamentos, lineamientos o directrices que
se plantean, sobre todo desde el nivel directivo.
Otros procesos que también se señalaron dentro de aquel equilibrio que debe exis-
tir para cumplir con los criterios, a fin de denominar como “estratégico” a un proceso o
acción en particular, es el hecho de lograr un adecuado entendimiento y comprensión,
siempre en términos organizacionales, de los objetivos generales que se buscan lograr.
Este aspecto está directamente vinculado con la misión y visión de la organización,
las cuales, y siempre dentro del plano del deber ser, tienen la necesidad de ser interpre-
tadas y conocidas por la totalidad de los miembros de la organización por igual, lo que
plantea una noción con base en el espíritu de grupo. Finalmente, y siempre haciendo

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referencia a los elementos y procesos que confluyen en la comprensión de lo que es
“estratégico”, es necesario contar con adecuados canales de comunicación entre la
totalidad de los miembros de la organización, para así no solamente ser más efectivos
en el traspaso de datos e información, sino también para poder evitar problemas al
momento de tomar decisiones.
Un segundo aspecto sobre las apreciaciones en torno a los componentes de la es-
trategia mencionado previamente es el tema del plazo o período de tiempo sobre el
cual una planificación o proceso se plantea. En términos generales, se estima que algo
es estratégico cuando se efectúa su estimación de realización en el largo plazo, lo que

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

involucra un proyecto de cinco años o más. Por ende, cuando se estiman planificaciones
que sean en el inmediato, corto o mediano plazo, no cumplirían con la cualidad de ser
estratégicas. Esto se debe especialmente al hecho de que por medio de un proyecto o
planificación que tenga una aplicación dentro del largo plazo, se plantea la necesidad
de efectuar cambios o lineamientos estructurales, y que evidencien un avance sustan-
cial dentro del cumplimiento de los objetivos, los que también debieran ser construidos
tomando en cuenta esta última cualidad.
Finalmente, y siempre con la intención de mencionar aquellos elementos que son
más característicos dentro de la comprensión y determinación de un proceso deno-
minado “estratégico”, está el diagnóstico y observación en lo relativo al nivel sobre el
cual se toman las decisiones dentro de una organización. Tanto en el sector público
como en el privado, existe una serie de niveles de toma de decisiones que tiene la
cualidad de ir aumentando tanto el número de personas que son partícipes de dichas
decisiones, así como también el desarrollo y evolución en cuanto a su aplicación, que
se grafica en la figura de una pirámide. Siendo así, el más alto nivel de dicha pirámi-
de, que estaría ocupado por los cargos directos y/o de mayor relevancia dentro de

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la organización, sería el que puede tener el rótulo de “estratégico”, mientras que los
siguientes niveles, especialmente los concernientes a la ejecución de los objetivos
estratégicos y a la realización de las tareas y objetivos cotidianos, serían el operativo
y el táctico, en los que se utiliza al respecto una clara referencia a terminología del
ámbito militar (Aclin, 2012).
Pero sin perjuicio de lo mencionado en el último punto, es decir, con respecto a los
niveles de toma de decisiones, existe una importante confusión en cuanto a la determi-
nación de las divisiones que se dan entre los mismos niveles, y especialmente la forma
de identificar cuándo comienza y finaliza lo estratégico, como también los otros niveles
de toma de decisiones. Al respecto, si bien lo anterior no es más que un claro reflejo de
los problemas de amplitud que tiene el concepto en sí, también es cierto que existen
una serie de aspectos que ayudarían a establecer la sistematización previa, siempre en
términos organizacionales. Siendo así, el nivel estratégico sería aquel encargado de la
elaboración del plan estratégico, donde se señalen de forma explícita los componentes

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


relacionados con la misión, visión y estructura de la organización; el nivel operativo sería
el responsable de velar por el cumplimiento de los elementos previamente mencionados
dentro del plan estratégico, al tiempo de que sirve como un nivel bisagra entre el ámbito
estratégico y el táctico; finalmente, el nivel táctico tiene las tareas que se relacionan con
el plan estratégico, pero que a su vez tienen una dimensión más rutinaria y propia de las
acciones y procesos diarios de una organización (Liebowitz, 2006).
Los elementos que ayudarían a otorgar una mayor precisión sobre lo que se entien-
de por “estratégico”, si bien permitirían tener un panorama más claro, especialmente
en lo referente a los límites y alcances del concepto como tal, también es cierto que

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

no pueden apreciarse como algo taxativo ni absoluto. Al respecto, la idea de los plan-
teamientos mencionados es que actúen como elementos que guíen hacia una inter-
pretación más precisa de lo que comprende la estrategia y su aplicación, y no como
elementos que deben cumplirse sine qua non. En otras palabras, y como se plantea de
forma clara en una de las maneras de comenzar el abordaje de la estrategia señalado
previamente, lo anterior pasa por mantener un balance, un equilibrio, entre la totalidad
de los elementos, que también tendrán una importante influencia de acuerdo al contex-
to cultural y organizacional sobre el cual se observe y analice. Es efectivamente este
último punto el que puede considerarse clave al momento de lograr una vinculación
dentro de la función de inteligencia, con aplicación en el ámbito estatal.

3. La aplicación dentro de la función de inteligencia


Al igual que el propio concepto de “estrategia”, es posible identificar una gran can-
tidad de definiciones y ámbitos sobre los cuales se puede aplicar el término de “inteli-

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gencia”; sin embargo, para poder tener una mejor apreciación sobre la vinculación que
se le puede dar a la estrategia con la inteligencia, entendiendo esto último como “inte-
ligencia estratégica”, se estima necesario otorgar una definición general, pero que sea
del campo previamente mencionado. Al respecto, para el presente trabajo la inteligencia
estratégica se entiende como una función del Estado que tiene como característica la
realización de diversos análisis, con el fin de ayudar al proceso de toma de decisiones
en el más alto nivel de responsabilidades (Richards, 2010). Sobre lo anterior, el hecho de
señalar que la inteligencia se comprende bajo el apelativo de “función” es para puntua-
lizar la vinculación con el aparato estatal, aunque no necesariamente la inteligencia se
encuentre institucionalizada o bajo una nomenclatura oficial a nivel organizacional. Se
plantea, entonces, que todo aparato estatal realiza un ejercicio de inteligencia, pero que,
pese a no tener un rótulo, se efectúa de igual forma (Hedley, 2007).
Siendo así, y tomando en cuenta aquella apreciación de la inteligencia, es necesario
señalar y analizar algunos de los elementos de dicho punto de vista, con el objeto de

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poder efectuar una vinculación con el ámbito estratégico. En este sentido, es posible
rescatar tres elementos que ayudan a determinar la mencionada vinculación: el nivel
sobre el cual se toman las decisiones, sus consecuencias y el objeto o proceso que se
está analizando en términos de fondo y forma. El primer aspecto mencionado va de la
mano del ámbito estratégico, en el sentido de que si las decisiones en inteligencia son
consideradas desde el más alto nivel de la ejecución de las políticas, planes y progra-
mas, se podría pensar que se está en presencia de una inteligencia estratégica.
No obstante lo anterior, y siempre dentro del ámbito de la toma de decisiones, existe
un par de puntos que requieren aclaración. Con respecto al nivel sobre el que se toman

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

las decisiones, hay dos cuestiones. En primer lugar, en el caso de que exista una organi-
zación debidamente institucionalizada, es necesario que esta se dedique a la función de
inteligencia dentro del Estado, que es el posicionamiento que mantiene dentro de la es-
tructura gubernamental. En segundo lugar, que las decisiones sean elaboradas por fun-
cionarios que tengan un alto rango y que dicho rango sea reconocido como tal dentro de
la administración pública, especialmente en el ámbito seguritario. Estos aspectos, que
en un principio pueden establecerse como parte de una lógica dentro de la estructura
organizacional de un país, o bien teniendo en cuenta el conducto básico al momento de
tomar y aplicar las decisiones, no lo son. Existen múltiples casos, especialmente dentro
de la realidad de América Latina, en los que se posee una estructura de inteligencia
debidamente institucionalizada, pero que no se localiza en un lugar clave dentro de la
misma arquitectura estatal, lo que da paso a que sus resoluciones o puntos de vista no
tengan una relevancia que permita efectuar cambios o tomar decisiones transcendenta-
les. Y por otro lado, está el hecho de que muchas veces la función de inteligencia posee
un perfil más cercano al ámbito político que al técnico, desligándose de forma relevante
de los actores seguritarios, lo que da como resultado que sus análisis y perspectivas

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
o bien no sean considerados o incluso tengan una baja ponderación, pese a tratarse,
por lo menos en la figura y en el papel, de productos derivados del ente encargado de la
inteligencia estratégica del país.
En relación con las consecuencias de las decisiones que se tomen de la organiza-
ción o institución con la responsabilidad de gestionar la función de inteligencia que
el Estado adopte, si bien en un principio este aspecto puede plantearse en un sentido
más cercano a la cotidianeidad, lo cierto es que aquello solo puede pensarse como una
parte más del quehacer de dicho organismo o institución, debido a que si se efectúa un
tratamiento estratégico en torno a las decisiones y resoluciones que se adopten, estas
deben estar asociadas no solo al más alto nivel de toma de decisiones, sino que también
deben tener un impacto que podría denominarse de carácter estructural. En este senti-
do, si bien los análisis que se generen deben ayudar al proceso de toma de decisiones,
aquello no puede enfocarse en su totalidad en decisiones basadas en la coyuntura o de
un momento en particular, sino que debiesen dar paso a que la decisión que se plantee

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vaya directamente en línea con la potencial construcción de una política, plan, programa
o estrategia sectorial, que a su vez permita mejorar uno o varios procesos pero de forma
estructural e integral.
Finalmente, y como tercer aspecto señalado previamente, se encuentra uno de los
elementos más importantes dentro de la conjunción que se debiese dar entre inteligen-
cia, por un lado, y estrategia, por otro, que es el objeto o proceso que se está analizando,
tanto en términos de fondo como de forma. En directa relación con lo señalado en el
punto anterior, es decir, las propias consecuencias de las decisiones que se generen
en el organismo o institución encargada de gestionar la inteligencia estratégica de un

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

Estado, está el hecho de la determinación de lo que se desea analizar, siempre teniendo


en cuenta el apelativo o cualidad de “estratégico”. Al momento de identificar el proceso
que se busca trabajar y discutir, este debe cumplir con cualidades que se puedan se-
ñalar como complejas, ya sea en términos positivos o negativos, al funcionamiento de
las actividades del país. En efecto, el desafío en este punto es saber cómo determinar
aquello, pasando incluso por el hecho de ponderar un suceso que puede manifestarse
como algo coyuntural, pero que en realidad es parte de algo más grande y complejo. Por
ello, la inteligencia estratégica debe enfocarse en aquellas temáticas y procesos que, de
acuerdo a los análisis efectuados, respondan a temáticas estructurales.
Pero además, y relacionado con el párrafo anterior, es posible señalar que el análisis
o planificación que se realice bajo el nombre o apelativo de “estratégico” está condena-
do al fracaso si no se estipula un margen de error sobre lo planteado, especialmente si
se vincula con el ámbito de la inteligencia. Esto da como consecuencia inmediata dos
aspectos sustanciales: por un lado, la necesidad de contar con una flexibilidad y capaci-
dad de adaptación frente a nuevas realidades y contextos; y por otro lado, la rigurosidad
metodológica y analítica con la que se deben plantear los escenarios y decisiones que

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
se sustentan en la solución a un problema de carácter estratégico. Tomando en cuen-
ta el primer aspecto señalado, se parte de la base de que la normalidad dentro de las
organizaciones, y especialmente el contexto sobre el cual se ciernen, es el cambio que
en múltiples situaciones sucede de forma intempestiva y fija la necesidad de tener un
margen de error con respecto a los análisis que se realicen. La flexibilidad en cualquier
tipo de planificación es uno de los elementos que, hoy por hoy, se pueden considerar
como básicos y elementales al momento de plantear la cualificación de “estratégico” de
dicho proceso.
A su vez, se utilizan modelos, métodos o técnicas al momento de realizar el res-
pectivo análisis, siempre dentro del campo de la inteligencia estratégica. Sobre este
punto, del cual hay abundante bibliografía (Hibbs y Pherson, 2021; Richards, 2010),
existe una visión generalizada sobre la forma de cumplir lo mencionado, pero sin dejar
de lado la propia inclusión de la visión misma del analista. En efecto, se señala de
forma efectiva que el quehacer del análisis de inteligencia es una mezcla, un equilibrio

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entre arte y ciencia, pero lo cierto es que, como consecuencia de los avances tecnoló-
gicos, e incluso de la propia evolución dentro de las disciplinas científicas, la balanza
se ha inclinado hacia el lado científico en detrimento del “arte”. La rigurosidad meto-
dológica y analítica, si bien no es infalible a los problemas y contextos inesperados,
puede ayudar sustancialmente al logro de los objetivos planificados, sin dejar de lado
la propia visión que pueda tener el analista. Por ello, la capacitación constante y el
evitar caer en una zona de confort son aspectos que no pueden tener una apreciación
solamente como parte de un manual o libro, sino que deben necesariamente ser apli-
cados en función de los objetivos trazados.

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

Las decisiones a las cuales apoye la inteligencia estratégica, por medio de los pro-
cesos analíticos que se estimen convenientes, además de una debida planificación en
relación con la solución de los problemas o solicitudes que existan, deben también estar
acompañadas de un entendimiento estructural del contexto sobre el cual se realiza el
pedido. En otras palabras, lo que genera o construye la inteligencia, bajo el ángulo de lo
estratégico, debe ayudar a la construcción de una potencial política pública, lo que da
como resultado que se haga bajo determinados actores y niveles, tomando en cuenta,
además, que la principal función de cualquier aparato del Estado es solucionar los pro-
blemas que la sociedad posee. En relación con este punto, se puede apreciar que si los
lineamientos de la inteligencia estratégica son orientativos y generales, estos debiesen,
en su más mínima expresión, plantear una necesidad en torno a la construcción de una
política pública. Pero además, y siguiendo el esquema propio de las políticas públicas y
los ciclos de inteligencia más contemporáneos, se plantea el hecho de que cualquier in-
sumo que ayude al proceso de toma de decisiones dentro del aparato estatal debe estar
acompañado por un sistema de seguimiento en torno al grado de cumplimiento y con-
sideración de los lineamientos planteados. Esto como una forma de sistema de evalua-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
ción de los productos que se están generando dentro del mismo sistema de inteligencia
en general, como también dentro del organismo o institución encargada de la gestión de
la inteligencia estratégica dentro del Estado. La evaluación y retroalimentación también
representa una parte sustancial de la vinculación que se da entre inteligencia, por un
lado, y lo estratégico, por el otro.
Sin perjuicio de lo estipulado en el presente apartado, cabe señalar que el hecho de
tener una suerte de vinculación nominal, es decir, a través de un concepto o vocablo
entre la inteligencia y la estrategia, especialmente cuando la primera se ejecuta por
medio de una organización o institución, no necesariamente es un reflejo explícito de
la existencia de dicho nexo. En otras palabras, tener un organismo o institución que
sea entendida, al menos en el papel, como la encargada de la gestión de la inteligencia
estratégica de un Estado es simplemente algo señalado como tal, pero que quizás, y
en virtud de lo mencionado previamente, no cumpla con los elementos y cualidades
básicas para la producción y generación de insumos dentro del plano efectivo de lo

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que se comprende por “inteligencia estratégica”, o lo que debería ser. El problema de lo
anterior no puede quedarse simplemente en la óptica de la nomenclatura, sino que el
hecho de plantear la existencia de algo que es irreal o errado en su enfoque trae múlti-
ples consecuencias, especialmente negativas, cuando se analicen procesos o se tomen
decisiones, en relación con los problemas y dificultades, e incluso la propia proyección
del Estado, en sus múltiples dimensiones, en particular aquella que se aprecia desde el
punto de vista seguritario.

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

4. La complejidad de una comprensión reducida o sesgada


del fenómeno
A nivel de proyección, se tiene en cuenta que la generación de un producto deficiente
en inteligencia es sumamente similar a la desafección de la función, es decir, los análisis
y decisiones erradas pueden ser tanto o más graves que el hecho de no analizar o tomar
alguna decisión. En dicho orden de cosas, se podría señalar que la forma y el fondo que
existen dentro de los múltiples procesos que se relacionan con la inteligencia estratégi-
ca dan paso a la generación de dinámicas que son comunes al momento de identificar
algunos de los principales problemas que se producen, tomando en consideración la
comprensión reducida o sesgada de la función misma de la inteligencia dentro del Esta-
do, siempre desde un punto de vista estratégico.
Siendo así, es posible efectuar una suerte de enumeración y descripción de los fe-
nómenos que revisten una complejidad y dificultades cuando se enarbola la concepción
de que se está realizando un proceso bajo el rótulo de ser parte de la inteligencia estra-
tégica de un país, pero que en la realidad no es de dicha forma. Un ejemplo de lo anterior

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
es cuando se le otorga una cualidad o concepción de que un proceso que está siendo
analizado tenga la nominación de estratégico, cuando realmente no lo es, o bien, darle
el apelativo de “estratégico”, como sinónimo de “relevante” o “importante”, a un proceso
que involucra una potencial decisión. El primer punto mencionado, es decir, señalar que
lo que se está analizando o procesando es estratégico cuando no lo es, si bien ya fue
considerado como parte de los elementos que se requieren puntualizar al momento de
efectuar el análisis como tal, se involucra directamente con una suerte de patrón cultu-
ral dentro de las organizaciones o instituciones ligadas al tema de inteligencia, al que,
para priorizarlo u otorgarle una mayor relevancia, se le da la condición de “estratégico”.
El problema con esto no pasa solamente por el hecho de señalar algo bajo dicho ape-
lativo, sino que se darían dos fenómenos: la inclusión generalizada de procesos con la
cualidad de “estratégico”, dejando de lado los niveles sobre los cuales debe operar la
inteligencia estratégica, lo que da como resultado que fenómenos más coyunturales y
pasajeros tengan una orientación estratégica sin realmente serlo. Y en segundo térmi-

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no, con la amplitud de lo “estratégico” a nivel organizacional o institucional, se pierden
o se hacen más difusos los límites de lo que se comprende como “estratégico”, y esto
ocasiona que dicho apelativo se vuelva general y pierda sus cualidades reales y efecti-
vas dentro de la misma organización o institución (Gilad, 2011).
Otro elemento que se puede señalar dentro de las complejidades, derivado del aná-
lisis anterior, es el que plantea una estrecha relación entre los cargos y puestos que
se representan como “estratégicos”, y la incapacidad para cumplir con los estándares
básicos para la real planificación y ejecución de lineamientos estratégicos por parte de
las personas que ocupan dichos puestos. Un elemento común es relacionar un cargo

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
Lester Cabrera Toledo

o puesto de trabajo, dentro del campo de la inteligencia estratégica, con la capacidad


de pensamiento o reflexión en un ámbito y procesos estratégicos que puedan tener las
personas que se desempeñen en puestos relacionados, lo que no se puede dar como
una conclusión lógica o lineal. En efecto, especialmente en las instituciones segurita-
rias, hay una diferencia sustancial entre el puesto, cargo o responsabilidad que pueda
tener una persona —sobre todo dentro de la cúspide de la pirámide organizacional— y
la capacidad de poder desarrollar y ejecutar lineamientos que, en términos efectivos,
sean considerados bajo las cualidades de ser estratégicos. Y por lo general, al no tener
las capacidades de planificación y pensamiento estratégico, se está en una posición o
nivel estratégico, pero sus decisiones tienen una mayor cercanía con los otros niveles
de toma de decisiones, especialmente en el ámbito operativo.
Un tercer fenómeno que se da en el contexto señalado es el que se otorga a la con-
sideración de aquellos procesos que pueden calificarse como estratégicos con el objeto
de dar una importancia mayor en comparación con otros procesos. Este punto se se-
ñaló anteriormente, pero existe otra dimensión sobre la que es posible lograr una com-
prensión, y es el hecho de que se denomine a un proceso o fenómeno como estratégico

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
para priorizarlo dentro de la cadena de análisis y toma de decisiones por sobre otros
procesos, y, de este modo, hacer una suerte de enfoque de mayor relevancia y dar a en-
tender que el resto de los procesos estarían más cercanos a lo coyuntural o rutinario. Si
bien es cierto que dicha priorización es adecuada, también lo es que se puede apreciar
nuevamente una suerte de abuso y generalización en el uso mismo del concepto de “es-
trategia” simplemente para llamar la atención con respecto a una acción determinada.
Pero el principal problema o dificultad que aquello acarrearía sería especialmente en
relación con que se tenga una visión sesgada de ciertos procesos, debido a la clasifica-
ción, por parte de determinados niveles y personas, de que aquel evento es estratégico,
mientras que otros son coyunturales, cuando puede darse el caso exactamente inverso.
Una forma de aminorar el impacto negativo de aquella clasificación es evitar que la
ponderación de “estratégico” sea completamente arbitraria, planteando argumentos y
contraargumentos en torno a la selección efectuada (Jablonsky, 2012). Este es uno de
los puntos en donde es posible visualizar una intromisión del ámbito decisional político

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


por sobre el técnico, especialmente dentro de la cultura organizacional que se presenta
en los sectores estatales de América Latina (Chiavenato, 2017).
En línea con lo anterior, es posible mencionar que aquella relación —de alta comple-
jidad— entre la política y las decisiones estratégicas tiene una apreciación mayoritaria
en torno a la coyuntura y lo reactivo, por sobre lo estratégico. Y no solamente puede
comprenderse bajo la concepción de un eventual sesgo que se pueda tener sobre al-
gún tema en particular, sino por dos elementos sustanciales que claramente afectan
a la realización de análisis de inteligencia estratégica: los tiempos que existen en el
nivel político-gubernamental y la ubicación jerárquica que tiene este por sobre el nivel

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
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estratégico de toma de decisiones. Dentro del primer aspecto señalado, cabe resaltar
que la temporalidad y los períodos de toma de decisiones de los gobiernos, dentro de un
esquema de entendimiento y comprensión democrática, son medidos dentro del corto
y mediano plazo, lo cual otorga un bajo campo o margen de maniobra para poder plani-
ficar sobre el largo plazo. Por ende, se busca priorizar aquellos sucesos o procesos que
puedan tener un impacto dentro de la temporalidad mencionada, lo que dejaría de lado
a un importante conjunto de procesos que tienen una cualidad estructural, pero que,
debido a la coyuntura política, no son considerados como tales. Esto es de una relevan-
cia fundamental, especialmente por el hecho de que en los países, especialmente en la
región de América Latina, se carece de una visión estratégica de largo plazo debido al
fenómeno en cuestión.
Y en un segundo abordaje, se tiene una apreciación bien definida con respecto a los
niveles de toma de decisiones dentro de la pirámide organizacional de las estructuras
estales y gubernamentales. Al momento de señalar que la inteligencia estratégica se
produce principalmente dentro del ámbito estatal, es necesario realizar la observación
en torno a que, dentro de la propia estructura de la institución señalada, existe un nivel

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más alto y relevante que el ámbito estratégico, y que responde al nivel de toma de de-
cisiones políticas. En este sentido, la gran mayoría de los lineamientos que provengan
de dicha área tendrán necesariamente una suerte de priorización por sobre el resto de
los procesos y elementos que se encuentren analizando. Esto se observa con mayor
detenimiento y detalle al momento de tener aspectos seguritarios de por medio, debido
justamente a que, dentro de la agenda política de las democracias, las discusiones y
avances en temas de seguridad son aspectos centrales de las decisiones de dicho nivel,
lo cual también es factible de visualizar dentro de las propias campañas y elecciones de
representantes políticos para diversas dignidades.
Siguiendo con la enumeración y descripción de fenómenos que pueden considerar-
se como complejos a la hora de vincular la inteligencia con la estrategia, desde el punto
de vista de la función y responsabilidad propias del Estado para tener una capacidad
de análisis que le permita tomar las mejores decisiones, siempre en virtud de propen-
der un bienestar y desarrollo integral para la población, se puede encontrar, dentro del

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ámbito de la inteligencia estratégica, que existen una serie de fenómenos que darían
cuenta de una suerte de incomprensión de lo que se abarca cuando se hace referencia
a lo “estratégico”. En este sentido, y dentro de lo observable en la realidad de América
Latina, es posible encontrar que hay una suerte de realce y especial valoración a los
análisis que se realizan en función de la “prospectiva estratégica”, donde nuevamente
se hace alusión a la cualidad estratégica de un proceso. Al respecto, y sin perjuicio de
establecer una crítica directa al valor de las diversas herramientas y métodos prospec-
tivos, la propia estrategia plantea, dentro de sus bases, la generación de escenarios,
especialmente en el largo plazo. Siendo así, si bien múltiples organismos del Estado

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
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recurren a la configuración de escenarios prospectivos, estos no necesariamente deben


calificarse como estratégicos, especialmente por el ámbito en que se desarrollan los
actores involucrados, como también al mismo hecho de que sería una muestra más de
la sobreutilización del concepto (Gray, 2007).
Finalmente, existe un aspecto que posee una valoración mínima al momento de
efectuar un análisis o estudio basado en la inteligencia estratégica, y es en torno a la
inclusión de los diversos elementos culturales que se pueden encontrar dentro de una
sociedad. Si la inteligencia estratégica sirve al Estado y a la sociedad que protege, es
necesario añadir no solamente una perspectiva al momento de efectuar los respectivos
análisis, ya que solo una perspectiva daría como resultado, además de un potencial
peligro de sesgo, una concepción sumamente limitada y restringida de las distintas rea-
lidades que se pueden evidenciar de las diferentes dimensiones y ámbitos en los que se
desempeñan las sociedades. En este plano, la crítica que se realiza no va de la mano so-
lamente de la necesidad de incluir otros enfoques disciplinarios al momento de producir
inteligencia estratégica, sino que hace un especial hincapié en que cuando se trabaje
inteligencia estratégica —haciendo foco especialmente en el ámbito seguritario— se

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incluyan otras visiones y dimensiones, para así tener una perspectiva más completa y
holística del fenómeno estudiado. Esto debería repercutir en el principal objetivo de in-
teligencia desde el punto de vista estratégico: ayudar al proceso de toma de decisiones
dentro del propio Estado.

5. Conclusiones
Dentro del desarrollo del presente artículo, se ha procurado poner en evidencia que
la utilización del concepto de “estrategia”, en este caso bajo el apelativo de la función de
inteligencia, es, por lo menos, arbitrario. Este es un fenómeno sumamente normal, espe-
cialmente por el hecho de que no se tiene un real conocimiento sobre las implicancias,
ya sean positivas o especialmente negativas, del excesivo uso del vocablo en sí, dentro
de los ámbitos tanto privado como público. Y este último aspecto, sobre todo cuando

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se efectúa un abordaje desde la noción estatal, no puede quedar indiferente, debido
al hecho de que es por medio del Estado sobre el que se buscan solventar algunos de
los principales problemas y necesidades de la sociedad que se ve representada a nivel
institucional. Sobre este último punto pesa el hecho de que la falta de rigurosidad en el
empleo del concepto de “estrategia” puede generar serias complicaciones dentro del de-
sarrollo de los países dado que se pierden los límites y alcances de lo que es estratégico
y, más relevante aún, de lo que no lo es.
El resultado de lo anterior plantea una situación de confusión sobre el propio fun-
cionamiento y direccionamiento de determinados estamentos, especialmente cuando

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¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales
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se trata de duplicidad de funciones, e incluso de la construcción de lineamientos que


permitan una adecuada planificación. Esto queda de manifiesto al momento de plantear
objetivos que figuran en el papel como estratégicos, pero cuya naturaleza plantea todo
lo contrario, lo que da como consecuencia una mala utilización de recursos que impacta
en la esencia misma de la estrategia: el balance entre fines, medios y estructura. Si
no se cuenta con dicho balance, no hay estrategia. Y cuando se carece de estrategia,
aplicada en este caso a la vinculación con la función de inteligencia que debe poseer
un Estado que se denomine como contemporáneo e inserto dentro de los procesos re-
gionales e internacionales, el propio Estado está en una posición de desventaja, tanto a
nivel decisional interno como también hacia otros Estados, que pueden aprovechar las
oportunidades que se evidencian en el entorno.
Hoy por hoy, los Estados tienen la necesidad de contar con un sistema de inteligen-
cia que se encuentre en la vanguardia de los esquemas analíticos y de procesamiento
de la información, pero siempre velando por el hecho de que su función se debe a él y no
al gobierno de turno. Este aspecto es, tal vez, uno de los principales desafíos que poseen
los sistemas de inteligencia, especialmente dentro de la realidad que se evidencia en

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
América Latina, donde se cuenta con un escaso nivel de institucionalización de las di-
ferentes reparticiones estatales, lo que no permite tener una apreciación estratégica de
su actuar. Es el desarrollo en el largo plazo, es decir, estratégico, lo que logra aumentar
el bienestar de la sociedad, sin volver a la institución estatal anacrónica y carente de la
capacidad de actuación frente a los desafíos que se le presenten, los cuales solamente
tendrán una evolución de aumento a medida que transcurra el tiempo.

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Cómo citar este artículo


Cabrera Toledo, L. (2022). ¿A qué nos referimos con lo “estratégico” cuando
hablamos de inteligencia? Algunas precisiones conceptuales. Revista de la Escuela

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 123-138
Nacional de Inteligencia, (1), 123-138. https://doi.org/10.58752/ZFRBOUPI.

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RESEÑAS
https://doi.org/10.58752/K32XX11Q

Reseña bibliográfica:
Imperialismo informal militarizado. Un estudio de
caso sobre las relaciones entre los Estados Unidos
y la República Dominicana durante el siglo XX
Luciano Anzelini (2020). Editorial Teseo

Por Telma Maserati

Recibido: 12/12/2022 • Aceptado: 16/12/2022 • Publicado: 27/12/2022

Tal como lo indica su nombre, la investigación tiene por objeto la profundización


conceptual y operacional de las dinámicas de relacionamiento entre grandes poten-
cias y Estados periféricos, y para ello se utiliza como estudio de caso la experiencia

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 141-143
estadounidense-dominicana del último siglo.
Ahora bien, cabría preguntarse: ¿por qué la República Dominicana específicamente?
La respuesta nos remite directamente a la hipótesis elaborada por el autor. Esta nos in-
dica que “son los factores geopolíticos, más que los económicos, los que mejor explican
las particularidades del imperialismo informal estadounidense en el S. XX”, debido a que
dos guerras mundiales, y posteriormente una contienda bipolar, signaron una coyuntura
histórica que se expresó en la efectiva militarización del vínculo estadounidense con su
periferia inmediata.
Sin embargo, dicho accionar, en el caso particular de la República Dominicana, no
se tradujo automáticamente en un proceso formal de anexión territorial o en una suerte
de protectorado, sino más bien mantuvo puntos de interconexión con la estrategia de
dominación desplegada por la potencia predecesora, Gran Bretaña y su imperialismo
informal de libre comercio del siglo XIX.
Esta diferenciación se encuentra condicionada a pensar de qué forma Estados

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


Unidos proyectó su poder sobre la región centroamericana y del Caribe, y sobre la base
de qué estrategias supo intervenir en los asuntos domésticos de otros Estados, ya
fueren de índole económica o incluso militar. En resumidas cuentas, invita a reflexio-
nar acerca de los mecanismos de construcción de determinado orden hegemónico por
parte de la principal potencia hemisférica.
Una suerte de equilibrio alcanzado a partir del fuerte control en términos comerciales,
monetarios y de gestión de la deuda externa, así como también el despliegue parcial de
recursos coercitivos —morigerando el desgaste de poder— e influencia en los asuntos
castrenses, entre otros factores, abona el concepto de “imperio informal militarizado”.

141
RESEÑAS

Sobre la base de dicho análisis histórico en particular —el de la experiencia domini-


cana—, el autor busca echar luz sobre determinadas lagunas conceptuales en las rela-
ciones internacionales asociadas a las múltiples realidades periféricas; lagunas que no
necesariamente son producto de un escaso conocimiento del tema en cuestión, sino
más bien de una sostenida vaguedad analítica en lo que refiere a las relaciones centro-
periferia.
Para ello, el autor trabaja detenidamente sobre el concepto de jerarquía como prin-
cipio estructurante en la constitución de un orden de tipo hegemónico y, de este modo,
desvía nuestro foco de atención desde la dimensión horizontal del poder hacia su di-
mensión vertical. Es decir, rompe con el consenso epistémico que sitúa a la anarquía
como el único o más relevante principio ordenador del sistema internacional, para final-
mente evidenciar la asimetría existente en él. Asimetría que no será estrictamente pen-
sada en términos de la distribución de atributos de poder entre las unidades políticas
del sistema, sino más bien en función de cómo estos serán traducidos por las grandes
potencias para el despliegue de estrategias de dominación o control.
En consecuencia, permite revalorizar el concepto de imperialismo como patrón his-

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 141-143
tórico recurrente de dominación, concentrándonos en su carácter informal, el cual pre-
senta expresiones de poder mucho más difusas, aunque de todos modos constituye un
tipo ideal dentro del continuum de variantes que supone una expresión de orden hege-
mónico. Situándose en un punto medio entre los extremos de imperialismo formal y he-
gemonía benevolente, el imperialismo informal no supone la sustracción de soberanía
en términos de anexión territorial. No obstante, cuenta con una amplia red de “colabora-
dores periféricos”. Por sobre todas las cosas, es susceptible de ser objeto de coerción
por parte de la potencia dominante, aun cuando la unidad periférica en cuestión no se
vea atravesada de forma directa por una disputa interimperial, factor que la diferencia
de otros ordenamientos intermedios de relacionamiento jerárquico.
Si bien queda claro que el autor busca romper con el confinamiento académico
que han sufrido conceptos como el de jerarquía o imperialismo, al ser excluidos de
caracterizaciones de tipo sistémicas, y circunscritos a explicaciones regionales to-
talizantes, también es cierto que el resultado de su investigación sirve como punto

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


de partida para continuar con el análisis y conceptualización de otras dinámicas de
relacionamiento a nivel regional asentadas sobre la asimetría estatal, lo cual incita a
su estudio y categorización.
De tal manera, el tipo de imperialismo informal militarizado que ejerció Estados Uni-
dos como estrategia de control sobre la República Dominicana en el siglo XX no solo se
cimentó sobre la base de factores económicos, como la dependencia financiera, comer-
cial y monetaria; fundamentalmente, los factores geopolíticos fueron los que signaron
la relación centro-periferia. En este sentido, la proximidad geográfica de la República
Dominicana a la potencia hegemónica permitió el despliegue recurrente de tropas

142
RESEÑAS

estadounidenses en su periferia inmediata. Sin embargo, el autor no restringe su análisis


a una proyección de poder en términos tangibles, así como tampoco a variables estric-
tamente geográficas. Un entendimiento acabado del vínculo domínico-estadounidense
requiere la consideración de los efectos políticos e ideológicos de la coyuntura inter-
nacional por sobre el grado de subordinación geopolítica a la potencia central. En este
aspecto, el rol que cumplieron las Fuerzas Armadas dominicanas como colaboradoras
periféricas de los Estados Unidos permitió la difusión y consolidación de una doctrina
castrense, funcional a los mismos intereses geopolíticos que la oprimían.
A modo de conclusión, puede decirse que la relevancia del aporte del autor se en-
cuentra en la profundización del estudio de estrategias de dominación menos explora-
das y analizadas por el mainstream de las relaciones internacionales. De esta manera,
permite una mayor comprensión de la realidad regional en su vínculo con la potencia
hegemónica hemisférica, a partir de un estudio de caso particular.
En función del presente aporte, se entiende que la correcta conceptualización de las
estrategias de dominación es condición sine qua non para no caer en retóricas obsole-
tas o poco desarrolladas, propias de un contexto global que ha atravesado significativas

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 141-143
transformaciones.

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143
https://doi.org/10.58752/LJ0SFXQK

Reseña bibliográfica:
Hérodote. Revue de géographie et de géopolitique:
OSINT, enquêtes et terrains numériques
Número 186. Septiembre de 2022

Por Julio Burdman

Recibido: 15/12/2022 • Aceptado: 20/12/2022 • Publicado: 27/12/2022

Hérodote, una de las revistas de geopolítica y geografía política más antiguas e im-
portantes del mundo, publicación emblemática de la escuela francesa de geopolítica
fundada por Yves Lacoste, dedicó su número de septiembre de 2022 a la inteligencia
de fuentes abiertas, más conocida por su acrónimo en inglés: OSINT. Consta de once

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 145-147
artículos que varían en temática, estilo y abordaje, más el editorial.
No es la primera vez que Hérodote se ocupa de temas de inteligencia. En números
publicados en las décadas de 1970, 1980 y 2000, se plantearon cuestiones relativas a la
inteligencia geográfica —terreno, topografía, meteorología y demografía— y su relación
con el conflicto armado, tal como explica Béatrice Giblin en el editorial. Este número de
la publicación da cuenta de todo lo que sucedió en los últimos diez años en materia de
inteligencia geográfica, que podemos identificar a partir de dos novedades tecnológi-
cas: el progreso cualitativo de las herramientas de obtención de la información, como
la geolocalización de alta precisión y la captación satelital, y, fundamentalmente, el cre-
cimiento exponencial de dos “terrenos digitales”, internet y las redes sociales, como
fuentes de datos cuya accesibilidad depende de condiciones y decisiones políticas. Sin
embargo, la tecnología en sí no será el tema central de los artículos, sino los desafíos
sociales y prácticos de la OSINT como una disciplina emergente, colaborativa y en evo-
lución constante —nociones con la que no todos los coautores acuerdan—, y su dimen-

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


sión geopolítica.
Como es habitual en Hérodote, la primera parte del dosier aborda aspectos teóricos,
mientras que la segunda incluye análisis de casos. El primer artículo de la publicación,
cuyos autores son Audinet y Limonier, los compiladores del dosier, define a la OSINT
como un conjunto compuesto por cuatro universos de referencia: la inteligencia, el ha-
ckeo, el periodismo de investigación y la investigación militante —a la que denominan
“contrainvestigación”—. Los autores establecen una diferencia entre la matriz original
de la OSINT, que es la inteligencia llevada adelante por organismos formales del Estado,
y sus adaptaciones y apropiaciones ulteriores por parte de otros actores sociales, como

145
RESEÑAS

las ONG, las agrupaciones políticas y los medios de comunicación, que enriquecieron
el campo y tuvieron impactos sociopolíticos determinantes, como en los casos de
Wikileaks, Panamá Papers y Bellingcat. De esta “democratización” de la OSINT se ocupa
la mayoría de los artículos, que en general la conciben como una práctica real de una
geopolítica contemporánea que tiene “compromiso político y emancipador” y que se ex-
presa en el desenmascaramiento de prácticas autoritarias, la identificación de crímenes
de lesa humanidad o actos de terrorismo —y la recolección de pruebas documentales
para su posterior juzgamiento—, el mapeo de la guerra y las estrategias militares de los
beligerantes, y el combate de las operaciones internacionales de desinformación. Solo
uno de los textos (escrito por Charon y Laurençon y Renault) se ocupa específicamente
de la OSINT como actividad regular de los servicios de inteligencia, y establece una
interesante distinción entre la explotación intuitiva de fuentes abiertas y la OSINT, que
sería un conjunto de saberes profesionales acumulados por las agencias de inteligencia
durante ochenta años.
Esta rápida expansión de la OSINT, tras su “liberación” respecto de la profesionali-
dad exclusiva del marco estatal, plantea tensiones que podemos encontrar a lo largo

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 145-147
de todo el número. Por un lado, todos los autores comparten la impresión de que la
OSINT como actividad práctica avanza mucho más rápido que la reflexión académica
respecto de ella, y coinciden en su mayor parte en abogar por una mayor instituciona-
lización. Aumaître y Letoqueux piden una mayor profesionalización y estandarización
de la actividad, dada su utilización creciente en procesos judiciales complejos. A otros,
como Alaphilippe, les preocupa la “panoptización” de una sociedad que adopta técnicas
propias de inteligencia y deviene una red de vigilancia permanente. Por su parte, Miel-
carek, quien escribe sobre los usos de la OSINT en el periodismo, defiende el desarrollo
de competencias profesionales “osinteras” para los comunicadores, pero reclama una
distinción ética: el periodismo debe producir información, no inteligencia, y corre riesgos
de perder su misión si se vuelca demasiado a su faz investigativa.
La generación de conocimiento geográfico-político es en sí misma una práctica
geopolítica, y por eso hay que destacar la centralidad que adquiere la “cuestión rusa” en
todo el número y en los análisis recientes sobre OSINT en general. El contexto de la pu-

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blicación es la guerra: la tapa de la revista nos muestra una Ucrania ocupada y mapeada,
y todos los artículos hacen alguna mención a Rusia, Vladímir Putin o China. La OSINT
emancipada de la inteligencia formal, y practicada masivamente por actores sociales
no gubernamentales, parece haber elegido a Rusia y China como objetivos principales.
De esa forma, se construye la imagen de ambos Estados como enemigos de la paz
democrática. Podemos verlo en los principales temas tratados: el traceo de la ofensiva
rusa en Ucrania, los aparentes crímenes de guerra rusos en el Donbás, la presencia de
soldados rusos solapados en Crimea en 2012, los ciberataques rusos sobre la infraes-
tructura de otros países, los hackers y trols rusos, las campañas de desinformación

146
RESEÑAS

dirigidas a la opinión pública occidental por parte de los medios de comunicación rusos,
y la lista continúa. En general, el mundo de los estudios sobre OSINT y la geopolítica de
internet pareciera convertirse en una subdisciplina de contrainteligencia antiputinista, y
este número de Hérodote no escapa a la tendencia.
La segunda parte del volumen se compone de cinco textos: sobre Rusia (Bertran),
China (Charon), la guerra de Ucrania (Pétiniaud), el bitcoin (Estecahandy) y las operacio-
nes políticas en internet y las redes sociales (Ronzaud y Ruan). En todos estos casos,
los autores se ocupan de las rivalidades de poder que se juegan en el ciberespacio y la
dataesfera, que tienen una materialidad subyacente. Como la Internet como red de fibra
que se puede conectar y desconectar por decisiones de política internacional, como
destaca Pétiniaud en su análisis de la Rusia en guerra, o la valorización financiera y
las transacciones que analiza Estecahandy en la economía del bitcoin. En estos dos
últimos textos, se subraya que las rutas de los datos son visibles para los osinteros, y
se explica cómo hacerlo. Este es uno de los aportes más destacados del número 186 de
Hérodote: mostrar toda la potencialidad de la OSINT, más allá del uso de los superbus-
cadores para compilar información y reflejarla en problemáticas de actualidad. Pese a

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 145-147
la variedad de los enfoques, la conclusión general que se lleva el lector es que la OSINT
es un campo emergente que fusiona el análisis sofisticado de grandes volúmenes de da-
tos, que requiere de técnicas especializadas para hacerlo, pero que no es solamente una
habilidad informática. La tarea del osintero es el análisis geopolítico de la información
traceable, extensible a las imágenes y los flujos de datos, y su perfil profesional creció a
partir de su emancipación de los servicios formales de inteligencia estatal.

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147
POLÍTICA EDITORIAL
Política editorial

La Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia (en adelante, Revista de la ENI) es


una publicación científica semestral sobre inteligencia estratégica. Fue creada por
la Escuela Nacional de Inteligencia en 1992, con el objetivo de divulgar la producción
de conocimiento nacional e internacional en el campo de los estudios estratégicos.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 151-158
En su tercera época, que comienza en 2022, la Revista de la ENI mantiene la intención
original de contribuir al desarrollo de la especialidad. Cuenta con un sistema de revi-
sión de pares, se orienta hacia el cumplimiento de todos los criterios internacionales
de calidad científica y adopta las normas de citación establecidas en el manual de la
APA más actualizado. Se edita y publica en español, con títulos, resúmenes y pala-
bras clave en inglés, e identifica a cada artículo con un DOI (Digital Object Identifier
System). Está disponible en formato digital y en papel.

La revista cuenta con un Comité Académico, conformado por investigadores nacio-


nales e internacionales, encargado de asesorar y avalar académicamente la publi-
cación, así como también de contribuir a su proyección en los ámbitos científicos.
Asimismo, cuenta con un Comité Editorial, que tiene a su cargo la evaluación y revi-
sión de los contenidos de la revista.

Solo se aceptan trabajos originales y que no estén en proceso de publicación en


otra revista. Una vez recibidos a través de su plataforma, estos serán evaluados en
primera instancia por el Comité Editorial de la revista, que puede aprobar, sugerir

ISSN 2953-4623 (en línea) y 0327-6961


cambios o rechazar manuscritos. Si son aprobados, se asignan dos evaluadores/as
con conocimiento especializado en la temática, quienes podrán dictaminar de la
siguiente manera: i. trabajo no aceptado, ii. trabajo aceptado sin cambios, iii. trabajo
aceptado para su publicación con cambios menores, o iv. trabajo aceptado con
sugerencias de cambios sustanciales que requieren una nueva ronda de revisión.

Respecto a los valores que forman parte de la Revista de la ENI, la publicación tiene
como principio promover la reflexión teórica sobre las diversas dimensiones que
hacen a la inteligencia estratégica, realizando aportes desde diferentes campos de
estudio e impulsando perspectivas interdisciplinarias, de modo tal de difundir el
pensamiento académico nacional e internacional en dichas áreas.

151
Requisitos generales
La Revista de la ENI publica artículos producto de investigaciones formales con me-
todología descriptiva, teórica, exploratoria o experimental, y que ofrezcan nuevas
perspectivas en las diversas disciplinas que conforman el campo de la inteligencia
estratégica. Todas las colaboraciones deberán hacer referencia al área de especiali-
zación de la revista. Asimismo, se favorecen los abordajes interdisciplinarios.

La revista publica tres tipos de colaboraciones:

• Temas en debate. Trabajos originales e inéditos, con una extensión de entre


6 000 y 9 000 palabras, incluido el texto de cuadros o tablas, mapas, gráficos,
figuras, referencias y notas. Estos deben constar, al menos, de los siguientes

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 151-158
apartados: título (español e inglés), resumen de alrededor de 250 palabras
(español e inglés), palabras clave (español e inglés). En el desarrollo, los
textos incluirán una introducción, marco teórico, metodología, resultados,
conclusiones y citas bibliográficas. Las tablas, gráficos y figuras se incluirán
en el cuerpo del documento, debidamente titulados y con la referencia de la
fuente original. Se admiten artículos en coautoría.

Los autores y las autoras deberán estar identificados institucionalmente


mediante una llamada al lado de su(s) nombre(s) y su respectiva nota al pie
que contenga su título académico más reciente; el cargo actual y hasta dos
pertinencias institucionales, y el número de ORCID, en caso de que se cuente
con él. En caso de recibir observaciones, tendrán quince días hábiles para
hacer las correcciones respectivas en cada revisión (preliminar, de pares y
ajustes finales). El Comité Editorial les informará sobre el avance de su trabajo
en el proceso de evaluación y edición, y se reserva el derecho de hacer la
corrección de estilo y cambios editoriales que considere necesarios.

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• Notas de investigación. Describen los resultados de una investigación
aplicada, con una extensión de entre 6 000 y 12 000 palabras. Deberán incluir
los mismos apartados y estructura que los artículos que forman parte de
Temas en debate.

• Reseñas. Reseñas de libros, revistas o publicaciones académicas recientes,


con una extensión no mayor a las 1 000 palabras. Para esta sección, la Revista
de la ENI extiende una invitación a editoriales, autores y autoras con interés
en ver reseñadas sus publicaciones a entablar contacto directamente con el
Comité Editorial.

152
Directrices para la presentación de artículos
Título: tendrá un máximo de 15 palabras. Debe reflejar con claridad el objetivo de la
investigación, y se recomienda que sea conciso, específico e informativo.

Resumen: tendrá un máximo de 250 palabras. Toda su información debe proceder


del texto del artículo. Se deben evitar citas textuales, abreviaturas y referencias
bibliográficas.

Palabras clave: entre 3 y 5 términos descriptivos que representen el contenido


principal del artículo. Deben facilitar la consulta en bases de datos. Pueden ser palabras
compuestas. Consultar Tesauro según la temática que corresponda, cuya clasifi-
cación se puede revisar en http://vocabularies.unesco.org/browser/thesaurus/es/.

Abstract: es el mismo resumen en inglés. Entre el párrafo de abstract y la línea de

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 151-158
keywords se debe dejar una línea de espacio.

Keywords: son las mismas 3 a 5 palabras clave en el idioma inglés.

Introducción: debe existir coherencia entre el título, objetivo y resultados enunciados


en el artículo. Se plantea el problema, la pregunta problema y los objetivos generales
y específicos, la definición de sus variables, las limitaciones, los alcances, la justi-
ficación de la temática y los antecedentes con citas en Normas APA con la versión
más actualizada.

Desarrollo del trabajo: debe hacer uso correcto del idioma y su gramática. Debe
guardar estricta correspondencia con las otras secciones del trabajo. La organización
interna debe ser coherente y equilibrada. Debe quedar claro el aporte de los autores
del artículo. Se deben respetar los derechos de autor. En este apartado, se deberá
indicar la metodología, resultados y limitaciones.

Tablas, cuadros y gráficos: cada cuadro o figura debe acompañarse de una leyenda
que describa claramente el material. Los títulos deben dar cuenta del contenido

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de la información. Los cuadros, figuras y las fotografías deben ser originales de
los autores y las autoras. Si son modificaciones o reproducciones de otro artículo,
es necesario acompañarlos del permiso del editor correspondiente. Los cuadros,
gráficos, tablas, imágenes y demás elementos deben incluirse en el cuerpo del
texto en un formato editable y adjuntarse en archivos aparte (preferentemente, en
los programas originales en los que se realizaron).

Conclusiones: no deben constituir una repetición de los resultados. Las conclu-


siones deben ser una reelaboración reflexiva de los resultados con alto nivel de
abstracción. Es diferente a una reflexión final. Se deben evitar citas.

153
Referencias bibliográficas: el listado en orden alfabético de los datos de identificación
de las fuentes citadas en el artículo se ubicará al final de la colaboración, y en todos
los casos se seguirán las Normas APA, en su última versión. Debe incluir toda la
información necesaria que permita al lector o a la lectora localizar los documentos
citados en un texto.

La información debe ser exacta, tal y como aparece en el documento original. Deben
tener referencias bibliográficas recientes y publicaciones científicas periódicas. La lista
de referencias se hace con interlineado de 1,5, cada una debe tener sangría francesa y
debe organizarse según el orden alfabético de los apellidos de los autores de las fuentes.

Para la referenciación del número de volúmenes de alguna publicación es necesario


usar números arábigos y no romanos. Todos los autores citados en el cuerpo de un
artículo deben estar referenciados al final. Nunca debe referenciarse un autor que no

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 151-158
haya sido citado en el texto y viceversa.

Formato general para evaluación de trabajos

Extensión: de acuerdo al tipo de publicación que se evalúa (véase el apartado sobre


Requisitos generales).

Interlineado: 1,5, sin espacios antes y después de cada párrafo.

Márgenes: 2,5 en los cuatro lados.

Página: tamaño A4, orientación vertical.

Título en español: Arial 11 puntos, negrita, justificado.

Título en inglés: Arial 11 puntos, negrita, cursiva, justificado.

Nombres de los autores y las autoras: Arial 11 puntos, negrita, alineado a la derecha.

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Resumen: Arial 10 puntos, justificado.

Palabras clave: Arial 10 puntos, justificado.

Abstract: Arial 10 puntos, justificado.

Keywords: Arial 10 puntos, justificado.

Cuerpo del documento: Arial 11 puntos, interlineado 1,5, justificado sin sangría de
primera línea, con numeración arábiga de títulos, subtítulos y títulos terciarios, según
corresponda (ej. 1. Introducción; 2. …; 2.2. …, etc.).

154
Trabajos citados: ver apartado Citas y bibliografía.

Epígrafes: con numeración arábiga, de forma consecutiva.

Notas al pie: con numeración arábiga, de forma consecutiva, en Arial 10 puntos,


justificado, interlineado sencillo, restringiéndolas al mínimo necesario. No se citan
fuentes electrónicas en estas notas.

Tablas, gráficos, figuras e imágenes: deben tener numeración arábiga consecutiva e


independiente según el tipo de imagen (ej.: Tabla 1, Tabla 2, Cuadro 1, Cuadro 2, etc.),
y citación de la fuente de origen. En el caso de tablas y gráficos, se solicita enviarlos
en formato editable. En cuanto a las figuras e imágenes que no puedan adjuntarse
de esta forma, se deberán enviar en alta resolución (300 dpi), en formato jpg o png.
Se puede recurrir a las herramientas de Word, Excel y pegado especial.

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 151-158
Citas y bibliografía

Las citas bibliográficas intercaladas en el texto se apegarán a las Normas APA más
actualizadas, insertando entre paréntesis el primer apellido con la primera letra en
mayúscula, el año de edición y el número de página/s (en el caso de citas textuales).
Ejemplo: (Battaglino, 2012: 85).

Cuando las citas comprendan menos de 40 palabras, se requiere incorporarlas entre


comillas. Si la cita aparece en medio de la oración, inmediatamente después de ce-
rrar comillas se incorpora la fuente entre paréntesis, con el año de publicación y el
número de página/s, posteriormente se continúa con la oración.

Cuando la cita comprende 40 palabras o más, se despliegan en un bloque indepen-


diente del texto en Arial 10 puntos, y se omiten las comillas. La cita comienza en
un nuevo renglón y se inserta una sangría izquierda de 1,27 cm. Al final de la cita
se inserta la fuente entre paréntesis, seguida del año de publicación y el número

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de página/s. Ejemplo:

La destructividad no es ni mucho menos la única opción de que el hombre


dispone para enfrentarse a los problemas y desafíos de su existencia. Tam-
bién aquí la historia nos demuestra que en todas las civilizaciones, cultu-
ras y sociedades no ha faltado las personas y grupos que lejos de elegir la
destructividad como norma de conducta han optado por formas de ser y de
obrar de orden constructivo, desde la amistad y el espíritu de concordia a la
solidaridad y ayuda mutua. (Martínez, 2010: 237)

155
Trabajos de un/a solo/a autor/a

Si el nombre del autor/a aparece como parte de la exposición, se citará el año de


publicación entre paréntesis.

Ejemplo: Battaglino (2013: 268) afirmó que “se desarrolló una estrategia para
neutralizar a los sectores más politizados del ejército”.

Si la cita cierra el texto referido, entonces se inserta al final entre paréntesis el ape-
llido, el año de publicación y el número de página/s.

Ejemplo: “La democracia argentina ha alcanzado importantes conquistas en el plano


de las relaciones político-militares” (Battaglino, 2013: 272).

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 151-158
Trabajo de múltiples autores

Cuando un trabajo tenga dos autores, se deberá citar ambos nombres cada vez que
aparezcan en el texto.

Ejemplo:

• (Naidorf y Perrotta, 2015: 20).

Cuando la cita sea de tres, cuatro o cinco autores, deberá aparecer el primer autor
y luego la abreviatura et al. tanto la primera vez que aparece en el texto como las
veces subsiguientes.

Ejemplo:

Si los autores son Sanahuja, Vázquez, Kern y Perrotta, se citará de la siguiente manera:

• Sanahuja et al. (2015)

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En la parte bibliográfica, deberán aparecer todos los autores.

Ejemplo:

• Sanahuja, J. A., Vázquez, S., Kern, A. y Perrotta, D. (2015). Más allá de 2015:
Perspectivas y propuestas para la cooperación al desarrollo entre la Unión
Europea y América Latina y el Caribe. Fundación EU-LAC.

156
Trabajos citados

Al final del artículo se indicará la lista de los trabajos citados con las referencias
completas en el formato APA establecido.

Se ordenarán por orden alfabético de apellidos.

En caso de ser varias las citas de un mismo autor y para un mismo año, se diferen-
ciarán los trabajos mediante letras minúsculas consecutivas a continuación del año
(a, b, c, d…).

Ejemplo:

• (Giménez, 2010a)

Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia · Número 1 · Julio a diciembre de 2022 · pp. 151-158
• (Giménez, 2010b)

Cuadros, tablas, mapas, gráficos y figuras

Todas las inclusiones de estas características deberán ser numeradas correlativa-


mente (1, 2, 3, …); serán identificadas con un título breve y se debe indicar la fuente
de consulta y el año.

Las imágenes se presentarán en formato jpg o png (300 dpi).

Otras consideraciones

Promoción y difusión de las publicaciones

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Los autores y las autoras se comprometen a participar en la máxima difusión de
su artículo una vez publicado, así como de toda la revista, a través de su lista de
contactos, vía correo electrónico o redes sociales genéricas y académicas. En la
promoción de los textos, se utilizará el enlace de la página de la Revista de la ENI
y el respectivo DOI, para aumentar, de esta manera, la difusión del artículo en la
comunidad científica.

157
Política de acceso abierto, tasas y archivo

Revista de la ENI es una publicación científica de acceso abierto, gratuita para au-
tores/as y lectores/as. No cobra tarifa alguna por el envío o el procesamiento de
contribuciones académicas a autores/as interesados/as en publicar en esta revista.
Opera bajo la licencia Creative Commons Reconocimiento-Sin Obra Derivada. Los/
as autores/as que publiquen en la revista aceptan sus términos. Para más detalles,
visitar la página de Creative Commons (CC).

Política frente al plagio académico

Revista de la ENI utiliza un programa informático como sistema antiplagio. El proceso

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de análisis se desarrolla a nivel cuantitativo y cualitativo. El porcentaje de similitud
para nuestra revista será el siguiente:

• 1 a 7 %: coincidencias menores. El trabajo pasa a evaluación.

• 7 a 15 %: se sugiere verificación cualitativa, devolución al articulista para


cambios.

• 16 % a 25 %: se analiza el reporte por miembros del Consejo Científico. En caso


de errores tipográficos, se devuelve al autor para que realice los cambios.

• Más de 26 %: se rechaza el artículo.

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