Está en la página 1de 27

Minilibro Nº 0002

La deserción de Campos
y la posición ilógica de la
Sociedad de San Pío X
Por Monseñor Mark Anthony
Pivarunas (Año 2002)

Convertido a minilibro en el año 2022


Indice

Cap.1- La deserción de Campos.


Cap.2- La posición ilógica de la So-
ciedad de San Pío X.
Cap.3- La posición ilógica de su fun-
dador.
Cap.4- La Sociedad de San Pío X
tiene una teología confusa sobre la si-
tuación en la Iglesia.
Cap.5- ¿Cómo no considerarse cis-
máticos?
Cap.6- Conclusión.
Cap.1- La deserción de Campos

La escandalosa noticia de la recien-


te reconciliación entre la Sociedad San
Juan Vianney (fundada por el fallecido
obispo Antonio de Castro Mayer, en
Campos [Brasil]) y la iglesia conciliar
no debió ser sorpresa para nadie.
Por muchos años, el obispo y los
sacerdotes de esta sociedad, al igual
que sus antiguos asociados, la Socie-
dad de San Pío X, han mantenido una
posición teológica inconsecuente; de
tal manera que su presente decisión
de regresar a la iglesia modernista fue,
básicamente, la consecuencia lógica
de su posición ilógica.
El 18 de enero del 2002, el obispo
Licinio Rangel, de la Sociedad San
Juan Vianney, tras defender por mu-
chos años la tradicional Misa latina, lle-
gó a un compromiso con la jerarquía
modernista y publicó la siguiente de-
claración:
''Nosotros reconocemos al Concilio
Vaticano Segundo como concilio ecu-
ménico de la Iglesia católica y lo acep-
tamos a la luz de la Sagrada Tradición.
[…] Reconocemos la validez del No-
vus Ordo Missæ, promulgado por el
papa Paulo VI, dondequiera que se
celebre correctamente y con la inten-
ción de ofrecer el verdadero sacrificio
de la santa Misa. Nosotros reconoce-
mos al Santo Padre, el papa Juan Pa-
blo II, junto con todos sus poderes y
prerrogativas y le prometemos obe-
diencia filial y nuestras oraciones''.
Hecha tal declaración pública, el
obispo Rangel y los sacerdotes de la
Sociedad de San Juan Vianney debe-
rían preguntarse si es tan diferente hoy
la situación en la iglesia conciliar de
cuando su fundador, el fallecido obispo
Castro Mayer, se pronunció en un prin-
cipio a favor de la verdadera Misa y la
verdadera fe, y en oposición al Novus
Ordo Missæ, al ecumenismo y a la li-
bertad religiosa del Vaticano II, porque
ahora es mucho peor.
Si el Novus Ordo Missæ es una
misa válida, y si el Concilio Vaticano II
fue un concilio legítimo, entonces su
apoyo a la tradición fue en vano todos
estos años. Bien pudieron, desde un
principio, haber formado parte de la
nueva iglesia del Vaticano II.

Cap.2- La posición ilógica de


la Sociedad de San Pío X

No menos preocupante y sorpren-


dente es el hecho de que el obispo
Bernard Fellay, el superior de la Socie-
dad de San Pío X, estuvo en comuni-
cación con la iglesia conciliar hace un
año, aunque ya cortó el diálogo.
Así, tampoco será sorpresa cuando
la Sociedad de San Pío X siga a la So-
ciedad de San Juan Vianney y se re-
concilie (en realidad, ceda es la pala-
bra más adecuada) con la iglesia con-
ciliar, y juntas sean como dos gotas de
agua.
¿Y cómo no va a ser así? Al mismo
tiempo que la Sociedad de San Pío X
—en sus intentos por mantener la ver-
dadera Misa y la fe católica— se opo-
ne al Novus Ordo Missæ, al falso ecu-
menismo y a la falsa libertad religiosa
del Vaticano II, sostiene erróneamente
que Juan Pablo II es papa, aun cuando
él no les ha dado aprobación canónica
ni jurisdicción.
Protestan reconocer a Juan Pablo II
como papa verdadero, mas, en reali-
dad, lo desprecian con su desobedien-
cia pública, dado que administran los
sacramentos sin misión canónica y sin
jurisdicción.
No tienen autoridad ni aprobación
por parte de Juan Pablo II para esta-
blecer iglesias y capillas alrededor del
mundo, ni para dispensar los sacra-
mentos. Si la iglesia conciliar del Vati-
cano II es la Iglesia católica (como
ellos creen), ¿cómo no considerarse
cismáticos?
Ésta es la máxima contradicción,
pues al mismo tiempo que sostienen
un reconocimiento nominal de Juan
Pablo II como papa, lo ignoran al ac-
tuar sin jurisdicción, cosa que necesi-
tarían recibir de él para funcionar como
obispos y sacerdotes.
Cap.3- La posición ilógica
de su fundador

¿Cuál es la fuente de esta posición


teológicamente confusa? Reconocen a
Juan Pablo II como papa y aún así no
tienen conexión canónica o de jurisdic-
ción con él. ¿Por qué está la Sociedad
de San Pío X atrapada en este
dilema?
La respuesta ha de encontrarse en
la vacilante posición de su fundador, el
fallecido arzobispo Marcel Lefebvre.
Si se examinan algunas declaracio-
nes públicas que hizo a través de los
años, rápidamente se vislumbra la au-
sencia de una posición teológica clara
y consecuente; y como la Sociedad de
San Pío X ha heredado esta contradic-
ción, al final llegarán a un compromiso
con la iglesia conciliar.
El 29 de junio de 1976, el fallecido
arzobispo Lefebvre declaró lo siguiente
con ocasión de que Paulo VI lo sus-
pendiera de la administración de los
sacramentos:
''Estamos suspendidos a divinis por
y para la iglesia conciliar, a la cual no
deseamos pertenecer. Esta iglesia es
cismática, pues rompe con la Iglesia
católica de siempre. Tiene nuevos
dogmas, un nuevo sacerdocio, nuevas
instituciones, un culto nuevo.
Todo esto ya fue condenado por la
Iglesia en muchos documentos oficia-
les y definitivos...
La Iglesia que afirma tales errores
es al mismo tiempo cismática y heréti-
ca. Esta iglesia conciliar no es, por
tanto, católica.
En la medida en que el papa, los
obispos, los sacerdotes o los fieles se
adhieran a esta nueva iglesia, así se
separan de la Iglesia católica'' (Refle-
xiones sobre la Suspensión ‘a divinis’,
escrito por Mons. Marcel Lefebvre).
Años más tarde, el 8 de marzo de
1980, el arzobispo se retractó en una
escrito a Juan Pablo II, en el cual
contradijo su previa posición, y afirmó:
''Santo Padre:
Para poner fin a algunas dudas que
ahora circulan en Roma y en ciertos
círculos tradicionalistas de Europa y
América en lo referente a mi actitud y
pensamiento respecto del Papa, el
Concilio y la Misa del Novus Ordo; y
temiendo que estas dudas lleguen
hasta Su Santidad, permitidme de
nuevo decir lo que siempre he expre-
sado...
Que estoy completamente de
acuerdo con el juicio de Su Santidad
sobre el Concilio Vaticano Segundo,
hecho el 6 de noviembre de 1978 en la
reunión del Sagrado Colegio.
Que el Concilio debe entenderse a
la luz de toda la Sagrada Tradición y
en base al constante magisterio de la
santa Iglesia.
Respecto a la Misa del Novus Ordo,
a pesar de todas las reservas que se
tengan, yo nunca he dicho que en sí
sea inválida o herética''.
Poco después de esta declaración,
el arzobispo Lefebvre, en una carta a
sus amigos y benefactores norteameri-
canos, con fecha de 28 de abril de
1983, tomó una posición teológica in-
termedia, en la cual dijo:
''La Sociedad no dice que todos los
sacramentos según los nuevos ritos
posconciliares sean inválidos, sino
que, debido a malas traducciones, a la
falta de intención adecuada y a los
cambios introducidos en la forma y
materia, el número de sacramentos in-
válidos y dudosos está aumentando''.
Pero sólo es cuestión de esperar, y
una vez más vemos que el arzobispo
Lefebvre, apenas un año antes de que
consagrara cuatro obispos para la So-
ciedad de San Pío X, en la Carta a los
futuros obispos del 29 de agosto de
1987, trató lo siguiente:
''Mis queridos amigos:
Estando la Sede de Pedro y los
puestos de autoridad en Roma ocupa-
dos por anticristos, se está llevando a
cabo rápidamente la destrucción del
reino de Nuestro Señor aun dentro de
su Cuerpo Místico aquí abajo, espe-
cialmente a través de la corrupción de
la santa Misa, la cual es magnífica ex-
presión de triunfo de Nuestro Señor
sobre la cruz —Regnavit a Ligno Deus
— y fuente de la extensión de su reino
sobre las almas y las sociedades''.
Con todo, no duró mucho la alusión
del arzobispo de que ''la Sede de Pe-
dro y los puestos de autoridad en
Roma (están) ocupados por anticris-
tos'', pues en su carta a Juan Pablo II
el 2 de junio de 1988, concluye:
''Continuaremos orando por la
Roma moderna, plagada del moder-
nismo, para que se convierta una vez
más en la Roma católica y para que
redescubra su tradición dos veces mi-
lenaria...
Sea tan bondadoso, Santísimo Pa-
dre, de aceptar la expresión de mis
más respetuosos y filialmente devotos
sentimientos en Jesús y María''.
¡Qué evidente fue la vacilación del
arzobispo Lefebvre! Un año decía que
la iglesia conciliar era ''cismática y he-
rética'', y luego unos años después de-
cía que era la Iglesia católica; un año
se refería a ''la Sede de Pedro y a los
puestos de autoridad en Roma'' como
ocupada por anticristos, y el próximo
se dirige al ocupante de la Sede de
Pedro como ''Santísimo Padre''.
Y la confusión continuó. Después de
la consagración de cuatro obispos
para la Sociedad de San Pío X en ju-
nio de 1988, Stefano Paci, un reporte-
ro para 30 Days (una revista interna-
cional), sostuvo una entrevista con el
arzobispo Lefebvre, y el siguiente ex-
tracto se encontraba en su edición de
julio/agosto:
''PACI: Y ahora, ¿qué prevee Ud.
para el futuro de la Fraternidad en sus
relaciones con la Iglesia de Roma?
LEFEBVRE: Espero que dentro de
unos años, máximo cuatro o cinco
años, Roma terminará haciendo un
acuerdo con nosotros.
PACI: ¿Y si esto no ocurre?
LEFEBVRE: Roma permanecería
lejos de la Tradición, y sería el fin de la
Iglesia. Como yo sí reconozco en el
papa al sucesor de Pedro, no soy de
los que consideran la Sede de Pedro
vacante; y no digo que este papa es
un hereje. Pero sus ideas sí son heré-
ticas, y ya han sido condenadas por
previos pontífices, y además conducen
a la herejía. Viendo cómo las autorida-
des de la Iglesia han actuado desde el
Concilio, pareciera que el Espíritu
Santo se ha tomado unas
vacaciones''.
¡Qué posición tan interesante! Él
afirma que Juan Pablo II ''no es un he-
reje, pero sus ideas sí son heréticas, y
conducen a la herejía''.
Cuando el tal papa invitó a Asís a
los líderes de varias religiones munda-
nas para que invocaran a sus falsos
dioses por la paz mundial; o cuando
promulgó el nuevo Código de Derecho
canónico (1983) en el cual se permiten
a los herejes y cismáticos recibir la
Sagrada Eucaristía (bajo ciertas cir-
cunstancias, sin reconciliación con la
Iglesia); o cuando continúa reforzando
el Novus Ordo Missæ y las falsas en-
señanzas del ecumenismo y la libertad
religiosa, ¡¿''sus ideas son heréticas'',
pero ''él no es un hereje''?!

Cap.4- La Sociedad de San Pío X


tiene una teología confusa
sobre la situación en la Iglesia

Durante las últimas elecciones pre-


sidenciales, se usó la frase ''matemáti-
cas confusas'' para describir los cálcu-
los económicos erróneos de un candi-
dato. Igualmente, puede decirse que la
Sociedad de San Pío X tiene una teo-
logía confusa cuando se trata de la si-
tuación en la Iglesia, y, desafortunada-
mente, esto es justo lo que los llevará
al final de cuentas a una reconciliación
con la iglesia conciliar.
Entre los motivos teológicos presen-
tados por la Sociedad de San Pío X
para mantener su reconocimiento no-
minal de Juan Pablo II y negar la posi-
ción sedevacantista, se encuentra una
cita del P. Peter Scott:
''No obstante, es absurdo decir,
como lo hacen los sedevacantistas,
que no ha habido un papa por más de
40 años, pues esto destruiría la visibili-
dad de la Iglesia, y la misma posibili-
dad de una elección canónica de un
Papa futuro''.
La respuesta a su primera dificultad
en cuanto a un largo interregno (va-
cancia en el cargo de papa), se haya
en la historia de la Iglesia durante el
Gran Cisma Occidental, que ocurrió
entre los años 1378 y 1417. De 1378 a
1409 hubo dos demandantes (uno en
Roma y el otro en Avignon) al cargo
papal; luego en 1409 salió al escenario
un tercer demandante (el de Pisa).
En lo referente a estas confusas cir-
cunstancias en la Iglesia durante el
Gran Cisma Occidental, se encuentra
un interesantísimo detalle teológico en
las enseñanzas del P. Edmund James
O’Reilly, S.J. Él fue uno de los teólo-
gos líderes de su tiempo y trabajó para
el cardenal Cullen de Armagh, en el Sí-
nodo de Thurles; también trabajó para
el obispo Brown en el sínodo de Sh-
rewsbury; y para el obispo Furlong en
el sínodo de Maynooth; y fue nombra-
do profesor de la Universidad Católica
en Dublin. En 1882, el P. O’Reilly publi-
có un libro titulado Las relaciones de la
Iglesia con la sociedad (Relations of
the Church to Society), en el que afir-
mó que una vacancia de la Santa
Sede de larga duración no puede ser
considerada como incompatible con
las promesas de Cristo y la doctrina de
la indefectibilidad de la Iglesia:
''Podemos aquí detenernos para
preguntar qué se puede decir de la po-
sición de los tres demandantes, y cuá-
les fueron sus derechos con respecto
al papado. En primer lugar, sí hubo du-
rante todo esto, desde la muerte de
Gregorio XI en 1378, un papa —con la
posible excepción, por supuesto, de
los intervalos entre las muertes y las
elecciones para llenar las vacancias
creadas—. Sí hubo, digo yo, en todo
momento un Papa, realmente investi-
do con la dignidad de Vicario de Cristo
y Cabeza de la Iglesia, a pesar de las
opiniones que puedan existir entre mu-
chos en cuanto a su autenticidad; esto
no es decir que un interregno que cu-
briera todo el período hubiera sido im-
posible o estado en contradicción con
las promesas de Cristo, porque esto
no es de manera alguna manifiesto,
sino que, de hecho, no hubo tal inte-
rregno''.
Durante estos tiempos difíciles en
que el Novus Ordo ha reemplazado el
santo sacrificio de la Misa, y en el que
la iglesia conciliar invita a falsas reli-
giones para rendir culto falso a sus
dioses en las iglesias de Asís, ¿no es-
tamos presenciado nada menos que la
Gran Apostasía predicha por san Pa-
blo en su Segunda Epístola a los Tes-
alonicenses (II Tesalonicenses 2:3-8)?
En cuanto a la segunda dificultad
presentada por la Sociedad de San
Pío X en contra de la posición sedeva-
cantista, de que sería imposible una
futura elección papal si la Sede de Pe-
dro estuviera vacante desde el Vati-
cano II, leemos en La Iglesia del Verbo
Encarnado (The Church of the Incar-
nate Word) de Monseñor Charles Jour-
net:
''Durante una vacancia de la Sede
Apostólica, ni la Iglesia ni el Concilio
puede contravenir las provisiones ya
establecidas para determinar el modo
válido de la elección (Cardenal Caye-
tano, O.P., en De Comparata, cap.
XIII, n.º 202). Sin embargo, con permi-
so (por ejemplo si el Papa no toma
medidas en contra), o en caso de am-
bigüedad (por ejemplo, si se descono-
ce quiénes son los verdaderos carde-
nales o quién es el verdadero papa,
como fue el caso en tiempos del Gran
Cisma), la potestad ‘de aplicar el pa-
pado a tal o cual persona’ recae sobre
la Iglesia universal, la Iglesia de Dios
(ibid., n.º 204)''.
En meses recientes, la Sociedad de
San Pío X ha sido muy inflexible en
sus publicaciones contra los sedeva-
cantistas; sin embargo, el fallecido ar-
zobispo Lefebvre, su fundador y líder
espiritual, en cierta época sostuvo la
misma posición que los sedevacantis-
tas: ''Esta iglesia conciliar no es, por
tanto, católica. En la medida en que el
papa, los obispos, los sacerdotes o los
fieles se adhieran a esta nueva iglesia,
así se separan de la Iglesia católica''.
Y además del arzobispo Lefebvre, el
obispo Castro Mayer dijo en una entre-
vista concedida al Jornal da Tarde:
''La iglesia que se adhiere formal y
totalmente al Vaticano II, con sus here-
jías, no es ni puede ser la Iglesia de
Jesucristo. A fin de pertenecer a la
Iglesia católica, la Iglesia de Cristo, es
necesario tener la fe, esto es, no du-
dar de o negar un solo artículo de la
Revelación. Ahora, la iglesia del Vati-
cano II acepta las doctrinas heréticas,
como hemos visto (El Católico Roma-
no, agosto de 1985)''.

Cap.5- ¿Cómo no
considerarse cismáticos?

¿Cómo puede la Sociedad de San


Pío X rehusar someterse a la autoridad
de Juan Pablo II, a quien reconoce
como papa? El Código de Derecho ca-
nónico tradicional (canon 1325) define
al cismático como uno que rehúsa so-
meterse a la autoridad del soberano
pontífice.
Ya que de él no tienen jurisdicción ni
misión canónica, y, de hecho, sus obis-
pos han sido excomulgados por él,
¿cómo no pueden honestamente reco-
nocer la realidad de su postura? Si
Juan Pablo II es Papa, como la Socie-
dad de San Pío X profesa abiertamen-
te, entonces, ¿cómo no considerarse
otra cosa más que cismáticos?

Cap.6- Conclusión

En cuanto al futuro de la Iglesia ca-


tólica, eso está enteramente en las
manos de Dios; sin embargo, es una
negación implícita de la infalibilidad de
la Iglesia decir que la iglesia conciliar
es de alguna manera la Iglesia católi-
ca.
El fallecido arzobispo Lefebvre erró
en su entrevista con 30 Days (1988)
cuando contestó: ''Viendo cómo las
autoridades de la Iglesia han actuado
desde el Concilio, pareciera que el Es-
píritu Santo se ha tomado unas vaca-
ciones''.
No, el Espíritu Santo morará siem-
pre dentro de la Iglesia y nunca le fa-
llará.
Por esta razón la Iglesia católica ha
enseñado infaliblemente en el Primer
Concilio Vaticano (1870):
''Pues los padres del Cuarto Conci-
lio de Constantinopla, siguiendo aten-
tamente los pasos de sus predeceso-
res, hicieron esta solemne profesión:
la primera condición para la salvación
es guardar la norma de la verdadera
fe. Puesto que es imposible que las
palabras de nuestro Señor Jesucristo:
'Tú eres Pedro, y sobre esta roca
construiré mi Iglesia' (Mt. 16:18), no se
confirmen. Y su verdad ha sido proba-
da por el curso de la historia, ya que
en la Sede Apostólica la religión católi-
ca siempre se ha mantenido pura, y su
enseñanza santa...
Ciertamente, esta fue la doctrina
apostólica que sostuvieron todos los
Padres, y que reverenciaron y siguie-
ron los santos Doctores ortodoxos.
Pues claramente comprendieron que
esta sede de san Pedro siempre per-
manece sin mácula, de acuerdo con la
divina promesa que nuestro Señor y
Salvador hizo al príncipe de sus discí-
pulos: 'He orado por ti, para que tu fe
no desfallezca; y una vez convertido,
confirma a tus hermanos' (Lucas
22:23)''.

También podría gustarte