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Sexualidad Y embarazo

Una de las cosas que se sometía una mujer en la época romana era, sin duda, asumir un
embarazo. En ese entonces se fijó en 12 años la edad mínima para que una mujer romana
pudiera contraer matrimonio, y estaba destinada a la procreación. El poeta romano Tito
Lucrecio recomendaba que la pareja adopte «la postura de las fieras, que era los pechos
inclinados hacia abajo y con los riñones levantados puesto que de esta forma «las semillas
pueden alcanzar su sede propia

Los médicos decían que el mejor momento para que una mujer se quedara embarazada era el
de los días posteriores a la regla, puesto que era justo entonces cuando había expulsado el
exceso de sangre que había en su organismo. Durante el embarazo se recomendaba que la
gestante no tuviera relaciones sexuales, que no hiciese movimientos violentos, que se vendase
el vientre y que cuidase su alimentación. Para que el parto se llevara a cabo con normalidad
necesitaban la ayuda de una partera experimentada.

El primer libro de ginecología de que tenemos noticia fue el que, escrito por Sorano de Éfeso,
lleva por título De las enfermedades de la mujer, del cual, desgraciadamente, sólo
conservamos fragmentos.

Los romanos Los romanos asimilaron la creencia griega de que el feto tendía a abandonar el
útero materno obligado por el hambre y nacía en virtud de sus propias fuerzas

Tras el parto, la partera cogía al recién nacido y realizaba un baño purificador, ungiéndole e n
aceite y vendando su cuerpo por completo, para evitar el frío o que se pudiera dañar sus ojos
con las manos. Finalmente, el bebé era depositado e n el suelo, junto a s u madre, siempre y
cuando esta lo reconociera como hijo legítimo, pero en caso contrario era expuesto en la calle.

Sorano de Éfeso diseñó un instrumento que todavía se usa en ginecología: el espéculo vaginal.
En esta época su misión era separar las paredes de la vagina para poder explorar el útero. Esta
exploración debía ser terriblemente dolorosa porque e n los escritos se insistía en que la mujer
debía estar «hechizada » o previamente debía recibir sustancias anestésicas.

Hospitales romanos

Roma hizo, fundamentalmente, tres aportaciones a la medicina: favoreció un mayor desarrollo


de la cirugía, así como la construcción de los primeros grandes hospitales y la realización de
obras sanitarias

Los avances médicos se produjo en la cirugía militar; cada legión romana estaba asistida por 24
cirujanos. Los cirujanos disponían de unos doscientos instrumentos quirúrgicos, entre los que
se incluyen fórceps para extraer proyectiles

Todos los cirujanos militares usaban con destreza los torniquetes para detener las
hemorragias, además sabían que la amputación podía prevenir gangrenas mortales. Esta
cirugía era tremendamente agresiva y dolorosa, por eso los cirujanos utilizaban anestesia, para
lo cual hacían beber al paciente de unas esponjas que previamente habían sido bañadas en
mandrágora

Lo que más sorprende es que fueron los primeros médicos en utilizar métodos antisépticos,
pues hervían el instrumental antes de utilizarlo y no lo reutilizaban sin haberlo hervido antes
Inicialmente los médicos eran elegidos aleatoriamente los médicos soldados trabajaban sobre
la base del ensayo-error y que entre los diferentes médicos se transmitían los conocimientos
que iban adquiriendo. Con el paso del tiempo, la enseñanza médica militar se reglamentó, y ya
a principios del siglo 1 d. C. se exigía a todos los médicos del ejército la asistencia a la Escuela
de Medicina

Inicialmente, los soldados heridos eran trasladados hasta las ciudades y se alojaban en las
casas de los ricos, en donde eran atendidos. Más tarde se erigieron tiendas de campaña
separadas de los barracones y, finalmente, se construyeron hospitales (valetudinaria) en todas
las guarniciones situadas a lo largo de las fronteras del imperio, se denominaron así porque e n
latín valetudo significa 'estado de salud' y 'enfermedad'.

Todos los hospitales tenían la misma tipología, eran de planta rectangular y fueron edificados
con piedra y madera, y estaban dotados de instrumental, provisiones y medicamentos.

Además, disponían de baños e inodoros para evitar las epidemias entre los enfermos.

Termas romanas

En roma se construyeron grandes acueductos que proporcionaban, teóricamente, a cada


persona el consumo de 500 litros diarios de agua. Durante el mandato del emperador Nerva ,
Sexto Julio Frontino fue nombrado curator aquanim, por ser responsable de la buena
administración de las aguas. Junto al abastecimiento de agua, muchas de las ciudades romanas
disponían de un sistema de eliminación de las aguas residuales, tenían complejos sistemas de
alcantarillado y tuberías colocadas en las galerías subterráneas

Hacia el año 600 a. C se construyó la Cloaca Máxima, una obra de alcantarillado, por la que
podían circular carros y hombres a caballo, que se mantuvo en perfecto estado durante todo el
imperio. Las casas romanas disponían de letrinas que en ocasiones era un simple orificio. Así
mismo, los romanos podían acudir a las letrinas públicas, que a pesar de ser de uso colectivo
eran más lujosas, un espacio comunitario en donde se podía conversar mientras se satisfacían
las necesidades corporales.

Habitualmente disponían además de una pequeña pila, situada en un rincón, en donde podían
lavarse las manos; y estaban equipadas con estufas para combatir los fríos invernales.

Los romanos descubrieron la relación existente entre lugares pantanosos y ciertas


enfermedades. Ya en el siglo 1 a. C. Marco Terencio Varrón, general romano Pompeyo, advirtió
de los peligros que conllevaba para la salud edificar en zonas próximas a los pantanos: «Porque
allí nacen ciertas diminutas criaturas que no pueden verse con los ojos, que flotan en el aire y
entran en el cuerpo por la nariz y la boca, causando graves enfermedades».

Por último, otra de las grandes aportaciones romanas a la higiene fue la construcción de baños
públicos, un lugar de encuentro entre los patricios romanos. En las antiguas villas romanas los
baños se denominaban balnea o balneum y en el caso de que fueran públicos recibía n el
nombre de thermae o therma. Con el paso del tiempo el número de baños y termas creció
enormemente, en Roma existieron aproximadamente 15 termas y 856 baños.

Los usuarios se despojaban de sus túnicas y los guardaban en capsarü o guardarropas. A


continuación pasaban al tepidarium, una habitación con agua tibia, luego seguía el caldearium,
con agua caliente, y finalmente el frigidarium, con agua fría. Cuando los romanos salían del
frigidarium solía n pasar a otra sala (unctorium) en la que íractatores o masajistas se
encargaban de distender los músculos, los untaban con aceites perfumados. Además de estas
salas solía haber un natatorium, una piscina al aire libre, una palestra donde se celebraban
justas y torneos, un solarium, para tomar el sol, e incluso una biblioteca.

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